Apunte Historia de la Publicidad HISTORIA DE LA PUBLICIDAD Profesor Mario Tobelem ¿Desde cuando existe la publicidad? Como es difícil concebir la existencia de competencia comercial sin alguna forma de publicidad, podría inferirse que actividad publicitaria nace con la actividad comercial. (Tal vez habría que remontarse a la época del trueque para reflexionar cómo funcionaría allí.) Varios estudiosos coinciden en considerar “primer aviso de la historia” al siguiente: “Habiendo huido el esclavo Shem de su patrono Hapu, el tejedor, éste invita a todos los buenos ciudadanos de Tebas a encontrarle. Es un hitita, de cinco pies de alto, de complexión robusta y ojos castaños. Se ofrece media pieza de oro a quien dé información acerca de su paradero; a quien lo devuelva a la tienda de Hapu, el tejedor, donde se tejen las más bellas telas al gusto de cada uno, se le entregará una pieza entera de oro.” (De un papiro egipcio encontrado en Tebas. Se conserva en el Museo Británico de Londres y correspondería a unos 1.000 años a.C.) Otro ubican el primer texto publicitario en el obelisco de Luxor (anunciando la campaña de los faraones), en la célebre piedra Roseta (propaganda de Ptolomeo V), en tablillas babilonias de barro cocido con anuncios en escritura cuneiforme; o en inscripciones trilingües de la época del rey Darío de Persia. Se trata de piezas sueltas. Hay que tener en cuenta las dificultades para reproducir y para homogeneizar un escrito. La escasez de papiro, por de pronto. Y la dificultad de la escritura y de la lectura: pocas personas poseían estas destrezas. Los fenicios, comerciantes y navegantes, difundieron el papiro y la escritura: suyo es el primer alfabeto fonético de 22 caracteres. Entre los griegos a partir del siglo VIII a.C., había carteles, escritos sobre papiros o pergaminos, que se fijaban en los así llamados axones, postes de piedra o de madera tallados cuadrangularmente en la parte superior; y también los hyrbos, columnas cilíndricas. Se institucionaliza el kérux o heraldo, evolución del gritón o voceador que en Asia Menor era contratado por los mercaderes. Pasaba noticias públicas, edictos, llamados a asamblea; pero también mensajes comerciales. Un autor cita uno: “Para los ojos brillantes y mejillas cual aurora, para una hermosura eterna después de la juventud, la mujer que sabe compra los perfumes de Escliptoe a precios muy razonables pues los vale su virtud.” En Roma la idea se repite con praeco, el pregonero. Se recuerda a uno: Stentor, de fuerte y clara voz, de donde viene la palabra “estentóreo”. También mensajes escritos: el álbum o los alba (en plural), tabla o preferentemente pared blanqueada donde, con rojo y negro, se escribían los comunicados oficiales y también los anuncios comerciales. ¿Cómo se renovaban? Blanqueaban la pared con cal, y a escribir de nuevo. Los libelli (plural de libellus) eran en cambio papiros que se colgaban de columnas en lugares transitados. Como se usaban para denunciar a comerciantes inescrupulosos o a clientes morosos, la palabra libelo tomo su sentido actual. Había, también grafitos como los de hoy. Tras la caída del imperio romano, la Alta Edad Media y su economía feudal no impulsan mayores avances en esta historia de la publicidad. La comunicación queda básicamente en manos de la Iglesia (estamos siempre hablando de Occidente). En cambio, en la Baja Edad Media, a partir del siglo XI, comienza una nueva economía, monetaria y mercantil. Reaparece la burguesía urbana, los artesanos, los comerciantes, el transporte. Venecia, Génova, las Ligas Hanseáticas, Londres, Brujas, Reims, Ferias. Los pregoneros dejaron de trabajar para la Iglesia y pasaron a depender de los gobiernos y luego de quienes les pagaban. Despuntaba así la publicidad moderna: un medio de información pública pagado por los comerciantes y sin cargo para el consumidor. Hacia 1269 había en París una corporación llamada El Pregón de París, con una rama por cada lado del Sena. Tenían incluso un código de ética profesional, que prohibía “desprestigiar la mercancía de un colega o atraer la atención de un posible cliente antes de que éste haya abandonado la tienda vecina.” Aparece la enseña, antecedente de la marca, como identidad de cada uno de los distintos gremios. A partir del siglo XI se difunde en occidente el papel, inventado por los chinos. La primera fábrica occidental se instala en Játiva (hoy Sevilla) a mediados del siglo XII. Y llega la revolución: Gutenberg. Existía la xilografía, técnica del grabado en madera. Luego hubo tipos móviles, también entre los chinos, pero eran de barro cocido. Además tenían miles de pictogramas, con lo cual es fácil imaginar lo que tardarían en encontrar cada uno. Johannes Gensfleish, conocido como Gutenberg, funde tipos móviles de metal. Vale decir, duraderos, que no se deterioraban como la madera. En 1439 imprime una gramática latina. En 1453 la Biblia de 42 líneas, de la cual queda un incunable en el Museo de Leipzig. En 1456 la primera Biblia completa (que está en la Biblioteca Nacional de Francia, en París). Hicieron él y sus operarios unas 115 ediciones diferentes. Se calcula que en Europa, durante el siglo XV, se imprimieron cerca de 20 millones de volúmenes, básicamente religiosos. La iglesia lo utiliza para su propaganda. En 1633 Urbano VIII crea la “Congregatio de Propaganda Fide” (vale decir, la Congregación para la Propagación de la Fe). Hacia el siglo XVI ya hay periódicos informativos comerciales: listas de precios, detalle de productos, fechas de embarque y de arribo, puertos correspondientes. En los primeros años del siglo XVII aparecen en Londres, Madrid, Barcelona y Lisboa los primeros periódicos de noticias mezcladas con registros de comercios. La Gazette de France, en 1631, incluirá el primer aviso: “La sequía de la estación ha aumentado los efectos de las aguas minerales, entre las que se usa predominantemente la de Forges. Hace treinta años que Monsieur Martin, gran médico, la puso de moda; la admiración popular está con ella; en la actualidad Monsieur Bonnard, Primer Médico del Rey, la ha llevado al más alto grado de su reputación que su gran fidelidad, capacidad y experiencia puede dar a aquello que lo merece ante Su Majestad, que bebe de ella por precaución, ejemplo que imita toda la corte.” Los avisos eran más bien informativos. Tenían límites éticos (las corporaciones) y de censura. Se parecían a los actuales “clasificados”. En el siglo XVIII aparecen las hojas sueltas (como Los Afiches de París) de anuncios varios. No se terminan de combinar con las noticias. Por esa época hay que ubicar la creación de la publicidad moderna. Nacimiento conjetural de la agencia de publicidad: Imaginemos la situación: Los diarios reciben cada vez más anuncios. Al principio no los cobran, porque tienen un valor informativo y porque viven de la venta de los ejemplares. Pero advierten que cada vez van ocupando más espacio. Los clientes, por su parte, notan que las publicaciones aumentan sus ventas. Se ponen exigentes con relación a días y ubicaciones. El espacio no alcanza. Los diarios empiezan a cobrar por publicar, y a percibir que ese ingreso es interesante. Deben destinar algún personal a ocuparse de estos asuntos. Después piensan: ¿y si salimos a buscar anuncios? Mandan a estas mismas personas a visitar a los competidores de quienes anuncian. Y les ofrecen una comisión por cada aviso que venden. Digamos el 15 %. Así recaban los primeros avisos. Este hombre empieza a visitar periódicamente a los clientes, a atenderlos. Ya es un hombre de cuentas. Pero algunos clientes necesitan ayuda para redactar los avisos y se la piden a esta misma persona. Ella lo hace o pide ayuda a uno de los redactores del periódico. Nace así la redacción comercial, el redactor especializado. Pero los clientes no se conforman con esto. Un buen día, alguien en el diario debe llenar un espacio y pone una viñeta que adorna un aviso. Los demás también quieren algo parecido. El correveidile debe ahora conseguir quien ilustre y diseñe el aviso. El que hoy llamamos director de arte comienza su agitada existencia. A esta altura el señor de cuentas ha descubierto que lo suyo es un trabajo, bastante esforzado, y empieza a cobrárselo también a los clientes. Es decir que recibe una doble retribución: del periódico por una parte y del cliente por otra. Finalmente, cuando su aviso ya tiene un estilo y una gráfica, y cuando los periódicos ya tienen competencia, el cliente empieza a querer ver sus publicidades no en un solo medio sino en dos o más. Hay que pensar dónde, llevarlos, lograr que salgan. El área de Medios ya está entre nosotros. De modo que este señor, que comenzó como un simple promotor de un medio, ha pasado a ser claramente un agente con todas las áreas (resumidas en un solo ser humano) que conforman la empresa de publicidad moderna: Cuentas, Creatividad y Medios. Como datos para cerrar esta pequeña historia, en 1831 el Journal des Conaissances Utiles establece, por vez primera, la relación entre tirada del periódico y tarifas de publicidad: a mayor tirada, anuncio más caro. En 1845 nace la Société Générale des Annonces, primera institución dedicada a servir de intermediaria entre anunciantes y periódicos. Se la considera la primera agencia de publicidad. Desde fines del siglo XIX hasta comienzos del XXI la actividad progresa y se tecnifica en paralelo con el progreso y la tecnificación de los medios. Pero en su esencia no sufre ningún cambio significativo. © 2001 Mario Tobelem. Todos los derechos reservados Ley 11.723. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del autor.