Jesús Tuson, un best seller del ensayo en catalán, desafía el tópico y publica Una imatge no val més que mil paraules ABC de Catalunya, 15-3-2001 Dolors Massot Con Històries naturals de la paraula, ¿Com és que ens entenem? y Mal de llengües, ha llevado la lingüística a los vagones de metro y las mesillas de noche. Jesús Tuson luce el laurel de la victoria en ventas de ensayo en catalán. Sus libros –el que presenta estos días es el octavo sin contar los manuales universitarios y los libros de texto– son los títulos más vendidos por la editorial Empúries y, sin ir más lejos, de Mal de llengües se llevan veintitrés ediciones. Pedagógico y dialogante a lo largo de una carrera profesional de más de treinta años, por sus aulas han pasado cerca de 10.000 alumnos que son con toda seguridad el campo de lectores mejor abonado de la literatura ensayística. ¿Su secreto? «Nunca he escrito para mis colegas». La obra más reciente lleva por título Una imatge no val més que mil paraules y responde a su afán por «no aceptar los prejuicios ni los tópicos y plantear una visión crítica del conocimiento». Así, este ensayo plantea argumentos contra quince tópicos más o menos enraizados en la opinión pública: «pronto desaparecerá la escritura», «los jóvenes hablan mal y los periodistas escriben mal», «mejor dedicar las horas del catalán al estudio del inglés», «las lenguas en mayor número de hablantes son más útiles», «es muy caro mantener un Estado plurilingüe». 63 Frente a valores mercantilistas o de eficacia, defiende que «la primera utilidad de una lengua es el placer personal de aprenderla y de emplearla» y que, en cualquier caso, «la utilidad depende de qué quieres hacer en tu vida y dónde te quieres situar»: se refiere a la diferencia de punto de partida entre lenguas hábiles para los negocios, para veranear o para conocer una cultura cercana. «No hay recetas prefabricadas», dice Tuson, porque entre los mismos lingüistas hemos visto el ejemplo de un Noam Chomsky que sólo habla su lengua mientras que Jakobson hablaba veinte. Aunque, como decía alguien, «las hablaba todas en ruso». Sobre el plurilingüismo, el filólogo considera que es «tan deber para el Estado procurar la salud pública como garantizar el uso de las lenguas de sus ciudadanos. El Estado devuelve lo que pagamos en forma de enseñanza, de sanidad y de tantas otras cosas, ¿por qué no devolverlo también en forma de protección y promoción de las lenguas?». El libro se divide en tres partes: una primera dedicada a cuestiones de comunicación oral y escrita y las otras dedicadas a tópicos, que ha ordenado según su grado de «peligrosidad». Para Tusón, «hay prejuicios de diversos tipos: los que no hacen daño a nadie, como el hecho de pensar que el italiano es una lengua dulce o el catalán un idioma de estar por casa, y otros más destructores, contra los que hay que andarse con más cuidado porque en muchos casos proceden de intereses políticos o economicistas». 64