u PRÁCTICA u ESO Culturas musicales y aprendizaje cooperativo Pop, rock, heavy y bakalao en la clase de música En estas líneas se resume una experiencia de aula que puede servir para introducir un enfoque original en la enseñanza de la Música. Las culturas musicales de los jóvenes son obviadas frecuentemente, no sólo en los currículos oficiales, sino también en las programaciones del profesorado. Esta propuesta intenta aprovechar un hecho social significativo: las preferencias musicales de los estudiantes de Secundaria como una herramienta de trabajo con la que desarrollar los objetivos que se plantean a la hora de educar musicalmente al alumnado. os jóvenes viven fuera del aula en un mundo en el que la música está presente de manera ordinaria. La gran mayoría de los adolescentes tienen unas preferencias concretas en relación a la música que les envuelve. Muchos de ellos, incluso, son consumidores habituales de algún tipo de música, y frecuentan lugares en donde su música preferida suena constantemente. Asimismo, sus gustos musicales influyen en la elección de estos lugares, y no otros. Por ello, desde hace tiempo, muchos profesores de Música nos he-mos planteado el sacar provecho a esta realidad. Partir de los gustos del alumnado es un planteamiento en el que el éxito está asegurado, porque es un sistema fácil para «metérnoslos en el bolsillo». Pero no se trata sólo de adoptar una estrategia oportunista; de hecho, la labor no resulta tan sencilla como pueda parecer en un principio. En primer lugar, la educación musical que nosotros hemos recibido dista mucho de considerar algunos tipos de música como herramientas de estudio. En la didáctica de la Música no se han tenido en cuenta estas manifestaciones, tal vez porque no se las ha encontrado apropiadas. En L Elena Llopis* aprendizaje cooperativo, ESO, Música, práctica pedagógica segundo lugar, para nosotros es mucho más fácil trabajar a partir de aquello que nos han enseñado y que, por tanto, conocemos mejor. Preferimos no complicarnos la vida con temas que, con seguridad, algunos alumnos conocen mejor que nosotros. Constantemente oímos en las salas de profesores que «a los alumnos no les interesa nada, y así no se Heavy B-Boy Skinhead Abril / N.0 279 / Cuadernos de Pedagogía 27 P ESO puede enseñar». Sin embargo, no se buscan soluciones ni suele analizarse qué es lo que falla. Tenemos la suerte de vivir en un tiempo educativo en el que el currículo oficial presenta ciertos grados de apertura. Un currículo en el que podemos elegir la manera en que nuestro alumnado ha de alcanzar una serie de objetivos que no tienen por qué venir determinados por unos contenidos o procedimientos concretos. Tenemos libertad en cuanto a la concreción y desarrollo de nuestras programaciones y, sin embargo, resulta más fácil continuar con lo que se ha hecho siempre. Intereses del alumnado La experiencia muestra que, cuando al alumnado le interesa algo, sienten entonces verdaderos deseos de aprender. Hagamos pues que estén interesados. Aunque el camino pueda parecer más costoso, al final lo que cuentan son los aprendizajes conseguidos. La experiencia que se describe a continuación surgió en el tramo final del curso escolar 19971998, con alumnos y alumnas de 3o de ESO del IES «Jorge Juan» del Puerto de Sagunto. Como la mayoría no había estudiado Música en la Educación Primaria, dediqué mucho tiempo a trabajar el lenguaje musical por medio de la voz, la instrumentación, el movimiento y la danza y la audición. Durante el curso, diferentes alumnos y alumnas me pidieron si podíamos escuchar en clase algunas cintas y discos compactos que habían traído. Yo les contestaba siempre que lo dejáramos para más adelante, porque me estaba planteando cómo canalizar esas inquietudes en el aula, dado que no me apetecía simplemente escuchar sus músicas preferidas. Sin embargo, con la perspectiva que me da el tiempo, considero que el hecho de haber partido de sus reacciones hubiera podido ser un buen inicio. Al fin y al cabo, eso fue lo que sucedió realmente más adelante. Así pues, un día acepté el reto, les pedí cintas y escuchamos en la clase la música que trajeron. Enseguida se produjo un gran revuelo, y surgió un grupo de alumnos de gustos completamente contrarios que me pedían que quitara ese tipo de músi- Tres tendencias musicales del momento: disco, heavy y pop. ca, que no valía nada, y pusiera otra que a ellos les gustaba más. Los primeros eran bakalaeros, y los segundos heavymetaleros. La situación que se creó en el aula puso de manifiesto el poco respeto que se tienen los propios alumnos y alumnas entre ellos, y por eso aproveché el conflicto como un punto de partida motivador. Se trataba de reconducir un problema inicial para convertirlo en un aliado de nuestros propósitos, en una herramienta educativa. Esa falta de respeto entre ellos, ligada a lo que son las vivencias musicales con las que se sienten identificados, origina conflictos y problemas de convivencia. Asimismo, estas actividades de intolerancia muestran también su falta de empatía, de saberse poner en el lugar del otro. Al analizar este hecho desde la etnomusicología y el reconocimiento de la multiculturalidad, opté por considerar otro enfoque respecto a la educación musical. Como dice Josep M. Vilar (1997) sobre los métodos de la etnomusicología en la docencia de la Música: «Tal vez resulte más im- 28 Cuadernos de Pedagogía / N.0 279 / Abril portante preguntarse qué significa aprender música, saber música, tener talento musical o ser músico en un determinado contexto, que hacer definiciones y clasificaciones teóricas de la música. Quizá sea más interesante conocer y clasificar las funciones de la música que sus formas... O tal vez es más apropiado analizar cómo las fuerzas históricas, sea cual sea la escala cronológica, transforman estas formas, en lugar de considerar la música como un extraño lenguaje dotado de una rara capacidad interna de autotransformación. Probablemente nos proyectará más lejos incidir en las relaciones personales que condicionan la interpretación que comparar diversas versiones centrándonos en el tempo, la articulación o el timbre. También será mucho más provechoso preguntarnos acerca de quién legitima una determinada teorización de la música, en lugar de limitarnos a aceptarla a ciegas y estudiarla. En definitiva, será mucho mejor no aceptar y reproducir el modelo que nos dice que hay unas músicas que son superiores a otras, y u PRÁCTICA u ESO analizar quién inventa y perpetúa esta manera de analizar el hecho musical actual que se ha instalado firmemente en nuestras vidas a través de los medios de comunicación». Tendencias y contenidos Tras estas reflexiones, me planteé en primer lugar una serie de objetivos que alcanzar mediante la utilización en el aula de los diferentes tipos de música que gustan a los distintos grupos de alumnos. Posteriormente valoré qué contenidos debía considerar. Finalmente, busqué la mejor forma de llevarlos a término. Los nuevos objetivos se resumían en: - Aprender a valorar y respetar las músicas que les gustan a sus compañeros, aunque a ellos no les atraigan en absoluto. - Conocer y aproximarse a los procesos que hacen posible la creación musical: condicionamientos sociales, culturales, económicos, políticos y de elaboración de la propia música, a través del estudio, análisis y conocimiento de las diferentes manifestaciones musicales. - Apreciar las diferencias interpretativas y creativas que surgen de los diferentes condicionantes que lo posibilitan. - Valorar y respetar los gustos de los demás, para aprender a respetarse también como personas (respeto a las diferencias culturales). - Preparar a los alumnos para enfrentarse con el hecho multicultural y cuestionar la visión hegemónica y homogeneizadora del hecho musical, ampliando al mismo tiempo el concepto restrictivo que se tiene de la música. Los docentes generalmente trabajamos bajo los cánones que rigen la mal llamada música clásica, al tiempo que olvidamos que las músicas de otros lugares no se rigen por los mismos principios. Definidas claramente dos tendencias musicales en el grupo en el que puse en práctica la experiencia, y tras comprobar que una gran parte del alumnado no compartía ninguna de las mismas, traté de averiguar cuáles eran sus gustos musicales, lo que dio como resultado cuatro grupos diferentes: pop, rock, heavy metal y bakalao. A partir de aquí, determiné los contenidos conceptuales que se iban a trabajar en relación a estos cuatro tipos de música: referentes históricos origen, evolución, países y culturas donde predominan; referentes socioculturales: edad, estilo de vida, valores y gustos estéticos de sus seguidores; ubicación, medios de difusión y mensaje: dónde se interpreta, cómo se difunde, temas de las letras; intérpretes, compositores y temas: intérpretes que requiere cada tipo de música, nombres de grupos y cantantes más representativos, compositores y arreglistas famosos, temas más conocidos; instrumentos: instrumentos y voces, medios de difusión del sonido; análisis de la música: aspectos más destacables, estructura habitual, recursos que se utilizan para llegar al oyente, etc. Cooperación y trabajo en equipo El planteamiento de la experiencia partió de una aparente «discusión» entre dos grupos de alumnos. Al principio existía mucha intolerancia: no se escuchaban, no aceptaban los argumentos de los otros. Por eso, en el momento de elegir el procedimiento que se iba a seguir, opté por una estrategia cooperativa, la técnica puzzle de Aronson. Como señalan distintas investigaciones (Escámez y Ortega, 1986; Ovejero, 1990; Coll y Colomina, 1990), el trabajo cooperativo mejora el rendimiento académico, desarrolla actitudes positivas y favorece la integración social. Una situación de aprendizaje cooperativo se caracteriza por propiciar que los estudiantes consigan sus objetivos si y sólo si los demás con los que se trabaja cooperativamente alcanzan también los suyos. Se trata, en consecuencia, de un método que se opone al trabajo individual. Las ventajas del trabajo en cooperación, según Johnson y Johnson (1975), son las siguientes: posibilita una mayor interdependencia y comunicación entre los miembros de un equipo; se produce una distribución del poder más justa, al centralizar éste en el profesor; permite una asunción de roles o funciones distintas a las habituales; y desarrolla actitudes positivas hacia los compañeros. Los trabajos cooperativos conllevan una serie de cambios en los procesos de enseñanza-aprendizaje tradicionales establecidos en el aula, ya que Abril / N.0 279 / Cuadernos de Pedagogía 29 P ESO el docente no es la única fuente de información o transmisión de conocimientos. En este nuevo contexto el profesor o la profesora renuncia a su rol de fuente primaria de conocimiento o información y de control. La descentralización de la autoridad o, quizás mejor, el modo distinto de ejercerla «motivando, orientando, facilitando el trabajo de grupo» promueve el contacto directo y el intercambio entre los alumnos y posibilita nuevos modelos que imitar en el profesor y el desempeño de nuevos papeles por parte de los alumnos (Sharan, 1980). A través de la experiencia se potenciaron distintos contenidos actitudinales: desarrollo de actitudes positivas hacia los compañeros; respeto de las diferencias individuales; participación de todos por igual; aumento de la autoestima de cada uno, al sentirse como componentes importantes del grupo, puesto que sin su trabajo no puede concluirse el de éste; reducción y canalización positiva de las hostilidades, tensiones y prejuicios entre los distintos grupos; desarrollo de actitudes positivas hacia la música, independientemente de su procedencia, y sea o no de su agrado. La propuesta metodológica se estructuró en varias fases. En primer lugar, dividí al grupo clase en cuatro equipos: pop, rock, heavy metal y bakalao, formados por seis componentes. A cada alumno se le responsabilizó de una parte del trabajo (en este caso, se trataba de seis tareas que tenían que ver con los contenidos señalados). Tras hacer esto, cada cual volvía a su equipo y tutorizaba a sus compañeros en la parte del trabajo que le correspondía, al tiempo que era tutorizado por los demás componentes del grupo. Así, la realización del conjunto del trabajo estaba condicionada por la existencia de una cooperación mutua y la asunción de distintas tareas de responsabilidad por parte de todos los miembros del equipo. Los materiales utilizados fueron aportados por el propio alumnado, además de los disponibles en la biblioteca del centro. A continuación, pedí a cada equipo que argumentara sobre sus preferencias musicales y explicara qué valores contenían. Los alumnos y alumnas expusieron sus conclusiones al grupo y se abrió un turno de preguntas. Cada equipo finalizó su participación con una audición representativa de su música preferida, acompañada de diversos comentarios. Análisis de la experiencia En una encuesta individual llevada a cabo para analizar si las expectativas se habían cumplido, les pregunté si con la realización de este proyecto habían aprendido más cosas sobre su música favorita, así como acerca de la que preferían sus compañeros. También quería saber si entendían esta diferencia de gustos y si alguna de las músicas que habían elegido sus compañeros podría llegar a gustarles con el tiempo. Finalmente, les pedí su opinión sobre el trabajo cooperativo y sus ventajas frente al individual. Respecto al grupo clase, cabe señalar que la propuesta de trabajo fue bien acogida. En primer lugar, se ampliaron los conocimientos y criterios para analizar la música preferida y entenderla mejor. En su mayoría, los alumnos y alumnas empezaron a comprender y a valorar que los demás se sintieran identificados con sus propios gustos musicales. Algunos admitieron la posibilidad futura de que otras músicas les pudieran llegar a atraer. Asimismo, y por regla general, apreciaron las ventajas del trabajo grupal frente al individual. En cuanto a los grupos musicales, se constataron algunas diferencias. Los que preferían la música heavy metal fueron los más reacios a escuchar las músicas de los otros grupos, porque consideraban que les aportaban poco. Tampoco se detuvieron a dar razones. Por otra parte, los que se decantaron por el rock y el pop se mostraron más abiertos para aprender diferentes aspectos de los otros tipos de música. Dentro de estos dos grupos, las chicas que preferían la música pop mencionaron de manera especial el respeto por los gustos de los demás. Los amantes del bakalao, sin embargo, se mostraron poco dispuestos a aprender de los demás. En cuanto al trabajo cooperativo, los grupos pop y rock fueron los que más se implicaron. En cambio, los que se decantaron por el bakalao opinaban que no siempre es mejor trabajar en grupo, y los amantes del heavy metal se mostraron más individualistas. Del análisis de la experiencia se 30 Cuadernos de Pedagogía / N.0 279 / Abril puede concluir que, aunque ello implique un enorme esfuerzo para el profesorado, en la clase de Música es posible partir siempre que se pueda del análisis de la realidad en la que vive el alumnado. Aceptar esta premisa supone por lo general la ruptura de algunos esquemas de enseñanza preestablecidos. Considerar, conocer y aceptar las preferencias musicales de los jóvenes, partir de sus gustos, puede resultar rentable desde el punto de vista pedagógico, con la adopción paralela de estrategias cooperativas que nos brinden la oportunidad de aprender todos de todos y entre todos. o Referencias bibliográficas Coll, C., y Colomina, R. (1991): «Interacción entre alumnos y aprendizaje escolar», en Coll, C.; Palacios, J., y Marchesi, A. (comps.): Desarrollo psicológico y educación, II, Madrid: Alianza Editorial. Escámez, J., y Ortega, P. (1986): La enseñanza de actitudes y valores, Valencia: Nau. Johnson, D.W., y Johnson, F. (1975): Joining together: group theory and group skills, 3 a ed., Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall. Ovejero, A. (1990): El aprendizaje cooperativo. Una alternativa eficaz a la enseñanza, Barcelona: PPU. Sharan, S. (1980): «Cooperative learning in teams: recent methods and effects on achievement, attitudes, and ethnic relations», Review of Educational Research, 50. Vilar, J.M. (1997): «La utilización de las músicas del entorno del alumnado en el aula y algunos parámetros de la Etnomusicología», Eufonía, 6. PARA SABER MÁS Aronson, E.; Blaney, N.; Sikes, J.; Stephan, C., y Snapp, M. (1975): «Busing and racial tension: The jigsaw route to learning and liking», en Psychol. Today, 8. Aronson, E. (1978): The jigsaw classroom, Beverly Hills, CA: Sage. Osherow, N. (1980): «Cooperation, prosocial behavior, and academic performance», en L. Bickman (ed.): Applied social psychology annual, vol. 1, Beverly Hills: Sage. * Elena Llopis es profesora de Música de Educación Secundaria y asesora del CEFIRE de Torrent-LHorta (Valencia). Más información: CEFIRE. Passeig Pare Cabanes-Hort de Trénor. 46900 Torrent (LHorta), Valencia. Tel. 96 156 24 03. Fax 96 156 13 69.