286 Cartilla °° oviembre de 2009 “Dejemos todo en manos de Dios” Jesús exclamó: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46) P. Ricardo E. Facci El hecho de la partida de mi madre al Hogar del Cielo, ha generado en mí un interés monotemático en estos días. Además, muchos han orado por ella, de un modo especial, en los últimos tres años; los varios centenares de mensajes y llamadas telefónicas acompañando el momento de su partida; la cantidad de celebraciones eucarísticas ofrecidas; varios, en el Movimiento, la llamaban “nuestra mamá”, “nuestra abuela espiritual”, indicando un cariño e interés especial. Por todo esto, permítanme compartirles una reflexión que seguramente será de ayuda para muchos. Un refrán dice: “como se vive, se muere”. En mamá Lucy, se lo vio claramente. El título de esta cartilla “Dejemos todo en manos de Dios” fue su última decisión de una vida que buscó siempre la voluntad de Dios. En oportunidades, la enfermedad y la muerte se vuelven traumáticas, desesperantes, momentos sin sentido. Ninguno de estas experiencias son sin dolor, pero desde la fe cristiana se cargan de profundo sentido. En este marco se entiende por qué mamá Lucy ofrecía todos sus dolores a Cristo, de modo especial, por las almas del purgatorio. Una universitaria, del Movimiento de los hijos, en un saludo de despedida le expresó: “Lucy, pronto pasarán los dolores”. Le respondió; “los dolores no son míos, son de Cristo”. Siempre que en su vida experimentó dolores, especialmente en el interior del espíritu, supo soportarlos, disimulando su sufrimiento, ofreciéndolo a Cristo, sabiendo que el dolor ofrecido tiene como fruto una acción redentora y, al mismo tiempo, ante la situación que generaba un problema, con esperanza, lo “dejaba todo en manos de Dios”. La vida fue asumida en toda su dimensión, por eso, ante la realidad del dolor de la enfermedad, del experimentar que en poco tiempo se dejaba lo construido en este mundo, el precioso lazo que generan los sentimientos, se era capaz de cargarlo con suaves calmantes y con una profunda visión de fe: “ver como con los ojos de Dios”. Hay muchos testigos de esto, quienes estuvimos cerca durante sus últimos años de vida, especialmente los últimos cuatro meses, y todos aquellos que se comunicaban con ella, vía telefónica, experimentamos que el aliento ante las dificultades nacía de ella, de su paz y serenidad interior. No podía ser de otra manera: su espiritualidad mariana le permitió estar de pie ante la cruz (Cfr. Jn 19,25). Su vida de oración hizo carne la Palabra de Dios en Santiago: “La oración que nace de la fe salvará al enfermo, el Señor lo aliviará, y si tuviera pecados, le serán perdonados… la oración perseverante del justo es poderosa” (Sant 5,15.16b). Su oración hizo que tenga una asistencia especial como compañera durante su enfermedad. Sino cómo se explica que ante las más de treinta quimioterapias recibidas, al inicio del proceso de su enfermedad, podía decir que eso era lo mismo que tomar un vaso de agua y realizaba normalmente sus tareas cotidianas. Cómo se explica, ante un cáncer que la destruyó internamente, que haya podido soportar en gran medida sus dolores –con muy pocos calmantes, ni suero-, regalando paz, serenidad, sonrisas, expresiones como “los quiero mucho”, “Dios te bendiga”, “dejemos todo en manos de Dios”, “déjense guiar por el Espíritu Santo” “gracias por todo lo que hacen”. La otra noche, en una clausura, se acercó un sacerdote que no había visto anteriormente, y me expresó que estaba haciendo la novena por mi mamá. E inmediatamente, me contó que ella había estado en una parroquia, de la que él era párroco unos años atrás, enseñándoles el Rosario del Espíritu Santo. Éste era su apostolado: rezar y hacer rezar. Llegó a conformar más de diez grupos de oración. Difundía materiales de formación y oración entre sus allegados. Muchos me decían en su despedida “tu mamá nos hacía mucho bien”. Como expresa la carta de Pablo a Tito: “Los nuestros deben aprender a destacarse por sus buenas obras, también en lo que se refiere a las necesidades de este mundo: de esa manera su vida no será estéril” (Tit 314). Como a muchos de ustedes les habrá ocurrido, qué bonito poder decir que la vida de nuestro papá y mamá no fueron estériles. El mejor fruto que ellos añoran es que nuestras vidas también sean muy fructíferas. Nuestra vida debe ser cercana a Dios en todo momento para dar verdaderos frutos. Esta reflexión que me atreví a compartirles tiene un sentido concreto: es el deseo de que todos podamos vivir de tal modo que nos conduzca a morir dignamente, mirando hacia atrás podamos descubrir una vida fructífera y contemplando hacia el futuro, toda la dimensión del Reino que esperamos contra toda esperanza. Una vida feliz, que desemboca en la felicidad eterna. “La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella, nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación” (Heb 11,1-2). Siempre digo que el proceso de canonización de los esposos-padres debe ser automático, escuchado de la boca de los hijos: “mi papá un santo, mi mamá una santa”. Les deseo esto para ustedes, como con orgullo pude decirlo de mi madre. Muchas gracias, por permitirme este mes compartirles parte de mis sentimientos. Dios hará que sirva. Oración Señor Jesús, Tú que abriste las puertas a la trascendencia del Hombre, te pedimos nos ayudes a mirar la vida y sus circunstancias, desde la óptica de la fe, sostenida por la meta que nos regalaste: la eternidad. Ayúdanos a que todo nuestro ser esté dirigido hacia el Reino, que sepamos amarte por sobre todas las cosas, y que todas las dimensiones de la vida se caractericen por el amor, lenguaje eterno del Padre Dios. Amén. Trabajo Alianza 1.- ¿Cómo nos preparamos para el momento en que tengamos que dejar este mundo? 2.-¿Nuestra vida se desarrolla desde la dimensión de la eternidad, o simplemente construimos tesoros en esta tierra? 3.- ¿Educamos a nuestros hijos con la dimensión eterna de la vida? 4.- ¿Qué aspectos debemos trabajar para crecer en la visión de eternidad para nuestras vidas y familia? Trabajo Bastón 1.- Conversar sobre las pautas del trabajo alianza. 2.- ¿En nuestras familias se habla con normalidad de la trascendencia de la vida del hombre? 3.- ¿Cómo ayudarnos comunitariamente para que nuestras vidas estén proyectadas desde la dimensión de eternidad? 4.- ¿Nuestra oración sostiene nuestra vida? ¿Enseñamos y motivamos a la oración? ASAMBLEAS ACIOALES. ¡Imposible quedarnos en casa! ¡Resultó muy buena! PARAGUAY ¡Extraordinaria! (Villa Giardino - Córdoba) ARGENTINA / URUGUAY 21-22 de noviembre PERÚ 21-22 de noviembre GUATEMALA 28-29 de noviembre CHILE 5-6 de diciembre MÉXICO 12-13 de diciembre REPÚBLICA DOMINICANA ESPAÑA Y RUSIA modo especial de realización 2