AÑO XI — NÚM. 273 Órgano del Patronato Fiíneras, 14 Marzo lie 1941 (3e la Catequística Notas biográficas de S. S. el Papa Pió XII Por creerlas de sumo interés para nuestros consocios, entresacamos a continuación algunos párrafos de la Revista «Ecclesia», órgano d é l a Dirección Central d é l a Acción Católica Española, en su número dedicado al Soberano Pontífice con ocasión del «Día del Papa». Nació nuestro actual Pontífice en P«om.8 el 2 de marzo de 1876, en el seno de una piadosa y distinguida familia de jurista. Su padre, el comendador Filipo Pacelli, era decuno del Cuerpo de Abogados Consistoriales, y su madre, doña Virginia Graziosi, gozaba de una sólida fama de dama de acrisoladas virtudes Desde varias generaciones venía la familia Pacelli desplegando importantes actividades en el seno de la Corte pontificia. Un bisabuelo del Papa fué ministro de Hacienda del Estado Pontificio bajo Gregorio XVÍ, en la primera mitad del siglo pasado; asimismo, su abuelo fué ministro de Negocios Extranjeros de Pió IX; con quien acaba el dominio temporal de la Santa Sede, y su padre fué también un personaje infiíiyeiile en la Corte Vaticana bajo León XIIÍ y Pió X La tradición familiar cíjntinuó en los hijos del comendador Pacelli. Mientras Eugenio había de distinguirse, desde muy joven, por su afición al estudio de las leyes y sus aptitudes diplomáticas, su hermano, el marqués Francisco Pacelli, sería años más tarde, uno de los negociadores del Tratado de Letrán. MODELO DE ALUMNOS. VOCACIÓN SACERDOTAL. Eugenio Pacelli, después de loa estudios elementales, pasó al Colegio Ennio Quirino Visconti, el más antiguo y más ilustre de Roma, en el que logró con brillantes notas el título de bachiller. Un rival de escuela y a la par un hermano de estudios tuvo por aquellos tiempos: Federico Tedeschini, que más adelante había de ostentar también el Capelo cardenalicio, compartiendo su afectuosa amistad y su fraternal rivalidad hasta la reunión del Cónclave en 1939. Pronto sintió Eugenio Pacelli en su alma la dulce inquietud de la vocación sacerdotal. Inició la carrera eclesiástica en el Colegio Capránica en 1894 y en el curso de la misma obtuvo brillantes calificaciones en los doctorados de Filosofía, Teología y Derecho Canónico. A la par q u é d e o s t e ultimóse doctoró en Derecho civil, y sin remora para el ritmo de sus estudios eclesiásticos y jurídicos, se distinguió como eminente políglota, llegando a dominar siete idiomas y formando con todo ello la base en que habían de encontrar sólido apoyo sus magníficas aptitudes de diplomático. Diputació de Girona — Servei de Biblioteques En 1899 fué ordenado sacerdote y, como buen romano, quiso celebrar su primera misa en la Basílica Liberiana, Santa María la Mayor. PIEDAD. FERVOR MARIANO. ESPÍRITU DE El sacerdote Pacelli sentía la vocación de su ministerio en toda su intensidad humilde y apostólica de pastor de almas y administrador de los sacramentos. Bu actitud abstraída y seráfica, cuando se entregaba a la oración, lia conmovido a cuantos tuvieron ocasión de observarle en ella. Los que le veían de cerca afirmaban unánimemente que era el prototipo del sacerdote santo. Fué, en efecto, el amor a la Santísima Virgen uno de los más fervientenTwnte sentidos. Congregante de la Inmaculada Concepción en sus años juveniles, el día de su ordenación erigió a la Santísima Virgen en Protectora de su sacerdocio y volvió a constituirla de su Pontificado el 8 de diciembre de 1939, cuando, ya Papa, conmemoró el cuadragésimo aniversario de su primera misa. AUSTERIDAD. UNA ANÉCDOTA. Si en su vida sacerdotal, Eugenio Pacelli se distinguió siempre por su piedad, por su fervor, por su visible intensidad de su vida interior, su existencia ha sido austera co'mo la de un monje. Amante del estudio, hasta el extremo de que, para no perder tiempo se le veía siempre, en sus paseos y viajes, leyendo o repasando textos, se dice de él que jamás ojeó una novela. De su ascetismo da idea la anécdota que se cuenta referente a uno de sus viajes como Legado Pontificio. Honradísima se consideró cierta dama de tener al Representante del Papa por Huésped de honor y le preparó suntuosamente las habitaciones particulares; en especial llamábala atención el lujo y la elegancia de la cama destinada para el Cardenal. A la mañana siguiente las ropas estaban intactas; Monseñor Pacelli había considerado aquello como demasiado regalo para su persona y había pasado la noche en una silla Hecho semejante se ha repetido después en circunstancia más emotivas. Según refería una revista francesa en noviembre de 1939, los trágicos acontecimientos inherentes, a la guerra actual habían afectado tan profundamente al Sumo Pontífice, que su profunda emoción se reflejaba en su rostro, cada día más enflaquecido y más pálido; desde el comienzo de las hostilidades. Pió XII había renunciado a todas las comodidades personales; casi no tocaba los alimentos que se le presentaban, su sobriedad habitual llegó al extremo de no hacer más que una comida al día y había ordenado incluso que se retirara su modesta cama de hierro durmiendo en un duro colchón puesto en el mismo suelo.