Discurso de Benedicto XVI sobre el Réquiem de Mozart

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Discurso de Benedicto XVI sobre el Réquiem de Mozart
La muerte, “una 'llave' para atravesar la puerta hacia la felicidad”
Discurso que dirigió Benedicto XVI este martes por la tarde al final del concierto en el
que se interpretó el Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart (Misa de Réquiem en re
menor K 626) en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo.
El concierto fue interpretado por la Orquesta de Padua y del Véneto, dirigida por el
maestro Claudio Desderi, y por el coro "Academia de la voz" de Turín, dirigida por la
maestra Sonia Franzese.
-------Queridos amigos:
Doy las gracias de corazón a la Orquesta de Padu a y del Véneto y al coro "Academia
de la voz" de Turín, dirigidos por el maestro Claudio Desderi, y a los cuatro solistas por
habernos ofrecido este momento de alegría interior y de reflexión espiritual con una
intensa interpretación del Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart. Junto a ellos, doy
las gracias a monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, secretario de la Academia Pontificia
de las Ciencias, por las palabras que me ha dirigido, así como a las instituciones que han
contribuido a la organización de este acontecimiento. Sabemos bien que Mozart, cuando
era muy joven, en sus viajes por Italia con su padre, se detuvo en varias regiones, entre
las cuales se encontraban también el Piamonte y el Véneto, pero sobre todo sabemos
que pudo aprender de la viva actividad musical italiana, caracterizada por compositores
como Hasse, Sammartini, Padre Martini, Piccinni, Jommelli, Paisiello, Cimarosa, por cit
ar a algunos de ellos.
Permitidme, sin embargo, que exprese una vez más el afecto particular que me une,
podría decir desde siempre, a este sumo músico. Cada vez que escucho su música no
puedo dejar de volver con la memoria a mi iglesia parroquial, donde cuando era un
muchacho, en los días de fiesta, resonaba una de sus "misas": en el corazón sentía que
me alcanzaba un rayo de la belleza del Cielo , y esta sensación sigo experimentándola
también hoy cada vez, escuchando esta gran meditación, dramática y serena, sobre la
muerte. En Mozart, todo está en perfecta armonía, cada nota, cada frase musical; es así
y no podría ser de otra manera; incluso los opuestos quedan reconciliados es la
mozart'sche Heiterkeit, la "serenidad mozartiana" todo lo envuelve, en cada momento.
Es un don de la Gracia de Dios, pero es también el fruto de la fe viva de Mozart que,
especialmente en la música sacra, logra reflejar la respuesta luminosa del Amor divino,
que da esperanza, incluso cuando la vida humana es lacerada por el sufrimiento y la
muerte.
En su última carta escrita al padre moribundo, fechada el 4 de abril de 1787, escribe
hablando precisamente de la etapa final de la vida sobre la tierra: "...¡desde hace algún
año he alcanzado tanta familiaridad con esta amiga sincera y sumamente querida del
hombre, [la muerte], que su imagen ya no sólo no tiene nada de aterrador, sino que me
parece incluso muy tranquilizante y consoladora! Y doy gracias a mi Dios por haberme
concedido la suerte de tener la oportunidad de reconocer en ella la clave de nuestra
felicidad. No me acuesto nunca sin pensar que al día siguiente quizá ya no estaré. Y sin
embargo nadie que me conozca podrá decir que en compañía yo sea triste o de mal
humor. Y por esta suerte doy las gracias cada día a mi Creador y lo deseo de todo
corazón a cada uno de mis semejantes".
Este escrito manifiesta una fe profunda y sencilla, que aparece también en la gran
oración del Réquiem, y nos lleva, al mismo tiempo, a amar intensamente las vicisitudes
de la vida terrena como dones de Dios y a elevarnos por encima de ellas, contemplando
serenamente la muerte como una "llave" para atravesar la puerta hacia la felicidad.
El Réquiem de Mozart es una elevada expresión de fe, que reconoce el carácter trágico
de la existencia humana y que no oculta sus aspectos dramáticos, y por este motivo es
una expresión de fe propiamente cristiana, consciente de que toda la vida del hombre
está iluminada por el amor de Dios. Gracias una vez más a todos.
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Libreria Editrice Vaticana] Zenit
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