1. Familia como agente de socialización ¿Qué es la socialización? Es la adquisición que tiene que tener el niño de una serie de normas, valores, roles, etc… que le transmite la sociedad. Incluidos una cultura determinada y la transmisión del lenguaje. Es decir, el hecho de que el individuo aprende por el contacto con la sociedad. La familia es parte de la sociedad, por lo tanto va a ayudar a la socialización del niño. De hecho, va a ser el primer contacto con la sociedad que va a tener, es decir, será el primer agente de socialización. En los primeros años de vida, el niño está todo el tiempo en contacto con la familia, y se va construyendo las bases de su personalidad antes de recibir cualquier otra influencia. Los padres en este proceso actúa como modelos que los hijos imitan. Las cualidades principales de la familia son: • • • • • La familia es la forma más elemental de sociedad humana y desempeña un papel fundamental en la transmisión de información y experiencias, valores y reglas de conducta, de generación en generación. Desde la familia podemos proporcionar a los hijos perspectivas positivas para la vida. La familia puede proporcionar a los hijos un ambiente de amor y aprobación, dándoles la estabilidad emocional necesaria para afrontar su proyecto de vida. En el entorno familiar, los padres proporcionamos normas de convivencia y somos un modelo de aprendizaje, facilitamos la socialización de los hijos, la convivencia solidaria, la responsabilización y la autonomía. La familia permite el establecimiento de una comunicación íntima entre sus miembros en la comunidad y les ayuda a adaptarse a los cambios que se producen en ésta. El entorno familiar es un refugio para el descanso, para compartir nuestras experiencias y momentos de diversión. Se distinguen varios estilos educativos (Baumrind, 1971 y Maccoby y Martín, 1983 en Coloma, 1993), que vienen determinados por la presencia o ausencia de dos variables fundamentales a la hora de estudiar la relación padres-hijos: el momento de afecto o disponibilidad paterna a la respuesta y el control o exigencia paterna que se pone en la relación padres-hijos. De la atención de estas dos variables surgen cuatro tipos de padres: • • • • Autoritativo recíproco, en los cuales estas dos dimensiones están equilibradas: se ejerce un control consistente y razonado a la vez que se parte de la aceptación de los derechos y deberes de los hijos, y se pide de estos la aceptación de los derechos y deberes de los padres. Autoritario-represivo, en este caso si bien el control existente es tan fuerte como en el caso anterior, al no estar acompañado de reciprocidad, se vuelve rígido, no dejando espacio para el ejercicio de la libertad de parte del hijo. Permisivo-indulgente, en este caso no existe control de parte de los padres, que no son directivos, no establecen normas. De todos modos, estos padres están muy implicados afectivamente con sus hijos, están atentos a las necesidades de sus hijos. Permisivo-negligente, en este caso, la permisividad no está acompañada de implicación afectiva, y se parece mucho al abandono. NORMAS DINÁMICA: Torbellino de ideas sobre la definición. Las normas son los criterios que indican a una persona qué, cómo y cuándo debe realizar una acción o tarea. Son pautas que dirigen la conducta y ayudan a la convivencia. ¿Para qué sirven? - Para poder convivir Favorece el desarrollo de los niños Establecer límites ¿Cómo son? Van desde control __________________ libertad Depende de la edad y de la conducta. La enseñanza de las normas varía en función de la edad: indicaciones directivas en los más pequeños seguidas de refuerzo y explicación de las normas, argumentadas e incluso discutidas pero no necesariamente compartidas en los mayores. Las normas permiten al adolescente acostumbrarse a la existencia de límites infranqueables. Las normas son en muchas ocasiones el caballo de batalla entre los padres y los hijos. Regulan las bases de la convivencia familiar y favorecen la construcción en los hijos de un sistema normativo propio que está muy relacionado con el autocontrol personal, la autonomía y la responsabilidad. Por ello tiene una gran importancia en la maduración de nuestros hijos e hijas. Mantener en el hogar una disciplina razonable y adecuada facilita la convivencia entre todos. Las normas deben presentar una coherencia entre ellas y ser adecuadas a la edad y momento de nuestros hijos. Asimismo deben ser claras y entendidas por todos. En la convivencia, ya sea en casa o en cualquier otro ambiente, existe una regla de oro: “yo doy, tu das”. Toda relación es un intercambio continuo en el que cada parte da y recibe. Si esto no se aprende desde pequeño, dónde precisamente el ambiente es más adecuado para este fin jamás se aprenderá, llevando a que las relaciones y la convivencia no sean posibles. TIPOS Todas las normas no son iguales y no deben serlo. Algunas son fundamentales y su cumplimiento no puede ser discutible, bien por el peligro que supone dejar de cumplirse o bien porque esa familia en concreto las considera básicas e imprescindibles. Otras serán importantes, porque su cumplimiento es necesario y básico para la buena organización familia, aunque algunas características de las mismas puedan ser negociables. Otras normas serán accesorias, que traten de regular algunos circunstanciales que se presenten en la vida doméstica. Antes de poner las normas es preciso que todos los miembros de la familia conozcamos que la norma existe y las consecuencias de su cumplimiento e incumplimiento. Siempre que sea posible deben negociarse las condiciones y hacer partícipes a nuestros hijos de lo que se quiere conseguir con la implantación de la norma. La buena comunicación aparece nuevamente como nuestra mejor herramienta. Conjugar el diálogo, la autoridad, el razonamiento y el afecto son las claves para desarrollar en tus hijos la propia responsabilidad y la adquisición de la autonomía suficientes para su total maduración Las normas fundamentales son aquellas sobre las que reposa la convivencia familiar y que recogen las exigencias mínimas e incuestionables. Estas deben ser poco numerosas y realmente importantes. Existen otras normas, también importantes, sobre las que sí estamos dispuestos a negociar aunque procurando mantener el sentido general de la norma. Tanto un tipo como otro, deben estar claras para evitar, en la medida de lo posible, situaciones de confusión. Además, algunas de las normas son diferentes para cada miembro familiar, pues no debemos perder de vista aspectos diferenciadores como por ejemplo la edad de cada miembro de la familia. Es importante y muy útil que diferenciemos bien las normas que rigen la convivencia de las que no son fundamentales para saber qué normas son negociables con nuestros hijos y cuáles no. DINÁMICA: Escribe una norma que siempre se cumple y otra que nunca se cumple. IMPORTANCIA DE LAS NORMAS EN LA EDUCACION DE LOS HIJOS A continuación se expone la importancia de las normas en la educación de los hijos, su influencia sobre el desarrollo lo de la personalidad, algunas de las consecuencias que puede desencadenar no establecerlas y algunas orientaciones sobre la manera de llevarlo a cabo de forma adecuada. Seguridad: Las normas son importantes porque ordenan el comportamiento y el ambiente, haciendo posible que el individuo sepa a qué atenerse y se sienta seguro. Cuando la persona no sabe que hacer se siente desconcertada, desorientada e insegura, lo genera ansiedad, miedo y en casos que estas sensaciones se agudizan, hacen que el niño se sienta débil e indeciso y se retraiga, se inhiba, llegando a la apatía a la pasividad. La inseguridad y el miedo hace que las personas sean dependientes e inmaduras, bajando el autoconcepto y la propia estima. Responsabilidad: Es uno de los principales campos en cuyo desarrollo tiene un papel muy importante el establecimiento de normas en el hogar y su cumplimiento. Al exigir que se respeten las reglas, se pide que cada uno responda de lo que tiene encomendado hacer. Si la persona no cumple algo que se queda sin hacer o alguien tendrá que asumir más de lo que le corresponda. Por otro lado, ser responsable implica ser capaz de decidir que se hace o que no, pero siempre, sabiendo las alternativas que se tienen y, lo más importante, que consecuencias se derivan de actuar de una u otra manera. La responsabilidad se basa en “cargar” con las consecuencias de los comportamientos que se ponen en práctica. Ser responsable se aprende, pero como todo, tiene que ser practicado. Se aprende con la practica y, de aquí, la importancia que tiene que los padres ofrezcan a los hijos oportunidades de hacerlo, estableciendo limites, poniendo normas en la casa y haciendo que se cumplan. Estableciendo, además, las consecuencias que tendrá el incumplimiento. En la casa hay muchas oportunidades para que puedan poner en práctica la responsabilidad y la posibilidad de decidir por sí mismos, en función de la edad: Pequeños encargos y recados Ayudar en las tareas de casa, echando una mano según la edad: poner la mesa... Cuidar y ordenar habitación... Participar en algunos de los problemas de la familia que sean apropiados a su edad. Hacer que tomen parte en las decisiones que la vida familiar lleva consigo: comidas, salidas o actividades para el fin de semana o vacaciones, cosas que haga falta comprar... Todas las situaciones que a menudo son conflictivas e indican ciertos márgenes de libertad: - Horas de llegada a casa - Paga y uso del dinero - Elección y/o compra de ropa personal - Pasar o no la noche fuera de casa - excursiones, acampadas... los fines de semana - Tener las llaves de casa - Horarios de estudio en casa - Tiempo y programas de televisión sus cosas: libros, juguetes, ropa, Tolerancia a la frustración: La frustración hace referencia a la capacidad de la persona para aceptar, sin caer en fuertes conflictos, que no todo lo que se quiere y se desea se tiene o se puede conseguir. Si la tolerancia es baja, el individuo no aguanta no conseguir todo lo que desea y ante sus deseos no conseguidos, tiene grandes problemas que, pueden llegar a la depresión. Mientras que aquellos que van adquiriendo progresivamente mayores niveles de tolerancia se hacen más fuertes y con más capacidad de enfrentarse a la vida. Hay que dejar que el niño experimente niveles de frustración cada vez mayores, en función de su edad y maduración. Exponerlo a situaciones en las que no consiga todo lo que desea. De esta manera, ira desarrollando niveles de tolerancia progresivamente mayores a la frustración. Este aprendizaje va posibilitando que el niño aprenda a manejar la ansiedad y la agresividad. Autocontrol: La capacidad para manejar nuestras reacciones internas, los sentimientos e impulsos emocionales positivos y negativos, así como sus manifestaciones externas en comportamientos apropiados o no, también se adquiere progresivamente. Es el autocontrol o dominio de sí mismo, necesario para llegar a ser responsable y considerado con otros. Si no se establecen normas o no se obliga a cumplirlas, si al niño se le da todo cuanto desea, si no se modifican las conductas inadecuadas, no llegará a ser responsable, ni maduros. Cuando falta el dominio de sí mismo, la persona no se controla adecuadamente y, por tanto, se hace muy difícil que se adapte o se integre en los diferentes ambientes en los que deba vivir. Un autocontrol adecuado depende de haber tenido un buen entrenamiento desde pequeño, mediante la guía y el apoyo apropiado de los padres. Solo así llegarán a ser adultos verdaderamente responsables. Desarrollo moral: Cuando el niño es pequeño se inicia el desarrollo de la concepción acerca de que es lo “bueno” y lo “malo”. De hecho, para los más pequeños, sus padres representan la máxima autoridad y una cosa es buena o mala porque ellos lo determinan así. Todo aquello que los padres prohiben es malo y todo lo que permiten es bueno. Cuando no existen normas o no se obliga su cumplimiento, se está dando permiso para que cada uno haga lo que quiere y no se respete nada, ni nadie. DINÁMICA: En grupo, elegir 1 norma entre todos y explicar por qué se cumple y por qué no. Motivos por los que no se cumplen Æ No saber o no querer decir “no” Æ No desean que se frustren, y piensan que ya sufrirán cuando sean mayores, que la vida es muy dura, que aún son pequeños... Æ Les asusta defraudarlos, por que creen que darles todo es lo que ellos esperan por ser su obligación. Æ No quieren que sufran lo mismo que ellos sufrieron... y piensan que así lo consiguen. Æ Les preocupa ser considerados autoritarios y duros. Æ Tienen miedo a los problemas, discusiones, peleas y a malas caras que originan negarles las cosas. Æ Creer que porque algunas de las normas que se ponen a los hijos les haga a ellos la vida más fácil y cómoda, están siendo egoístas. Æ Se tienen sentimientos de culpa por dedicarles poca atención o tiempo insuficiente y tratan de compensarlo con una actitud indulgente, mimos y pocas exigencias Las normas deben ser: - Pocas: A medida que los niños las vayan incorporando, asumiendo, podremos trabajar con otras normas nuevas. Claras: . Sencillas, comprensibles para el niño. . Que permitan saber qué hacer y qué no . Las consecuencias de su transgresión serán previsibles. . Que se puedan anticipar las ventajas de su cumplimiento. - Formuladas en positivo: No tienen por qué ser necesariamente prohibiciones. Razonadas: Hay que explicar el por qué, la necesidad de esa norma. Es preferible que surjan del diálogo a que tengan que ser impuestas. Razonables: Adaptadas a la situación, las necesidades y las características de los hijos/as. Firmes: Pero no inflexibles. Revisables. Generalizables: Que no se reduzcan al ámbito familiar únicamente. Consensuadas: Los padres deben llegar a un acuerdo antes de establecer las normas.