Discurso Eduardo Mendoza

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Discurso de Eduardo Mendoza con ocasión de la entrega del Premio Franz Kafka
(Praga, 22 de octubre de 2015)
costumbre en estas ocasiones aprovechar el uso de la palabra para dar las gracias.
Sería imperdonable por mi parte que no se las diera a todos y cada uno de los miembros
del jurado. a la Sociedad Franz Kafka, a la ciudad de Praga representada por su
alcaldesa y al Presidente del Senado del Parlamento de la República Checa.
En actos como éste, especialmente cuando se entregan premios y galardones en el
mundo del espectáculo, los premiados emplean todo el tiempo de que disponen (y a
menudo algunos minutos más) en dar las gracias a sus familiares, a sus amigos y a sus
colaboradores. Estos discursos me producen impaciencia y desaprobación. Siempre he
pensado que si uno tiene la oportunidad de hablar en público y la esperanza de ser
escuchado por un público eminente, ha de aprovecharla para decir algo. No
necesariamente importante. Los escritores de ficción casi nunca tenemos algo
importante que decir. Si lo tuviéramos, no escribiríamos ficción. El tema de la ficción
no es lo importante. sino lo esencial. Grande o pequeño, épico o cómico. pero esencial
porque pertenece al individuo y a su tiempo.
Sin emhargo. ahora. cuando podría hacer lo que predico. ser breve y esencial, lo único
que se me ocurre es contradecirme y dar las gracias a mucha gente. Cuando era más
joven creía que era obligado levantar la voz para oponerse a la injusticia y defender
alguna buena causa. No he abdicado de mis principios. pero con los años me he vuelto
relativista. Confío menos que antes en el poder de la palabra y creo que, lo que sea que
haya que decir y que hacer, lo han de decir y hacer los jóvenes. sin la interferencia y sin
los consejos de quienes les hemos dejado un mundo bastante deteriorado. No hemos de
sentir vergüenza de esta herencia. Por razones históricas bien conocidas, mi generación
creyó en la libertad por encima de todo. Quizá olvidamos que había otras cosas
igualmente necesarias. Hicimos lo que pudimos. Ahora hay que confiar en la capacidad
de los jóvenes para hacer frente a los problemas del mundo sin nuestra tutela.
La única lección que podemos dar los que hemos alcanzado una cierta edad es la
gratitud. La gratitud no es una virtud propia de los jóvenes.
Por lo tanto. quiero empezar dando las gracias a las personas que me ensei'íaron a leer.
No sólo a descifrar signos escritos sobre un papeL sino a entender y disfrutar de la
escritura de los demás. El doctor .Iohnson decía que los que desconocen el lenguaje
escrito están condenados a vivir en tiempo presente. porque lo que no está delante de los
ojos. está perdido para siempre.
Quiero dar las gracias a los que me educaron. Kafka, en sus diarios, se queja
reiteradamente y con vehemencia de la educación recihida, tanto en el seno de su
familia como en la escuela. Según decía, la educación quería a hacer de él algo distinto
de lo que era. Sin duda tenía razón. Pero a mí me ocurre lo contrario. Agradezco a mi
educación. hecha de coacción y aburrimiento, el haber hecho de mí alguien distinto a la
persona que estaba destinado a ser. Si me huhieran dejado desarrollar plenamente y de
un modo espontáneo mis verdaderas cualidades, hoy, en vez de estar aquÍ. delante de
ustedes. pronunciando estas palabras, seguramente estaría en la cárcel.
Al decir esto, tampoco quiero exagerar la faceta negativa de mi carácter. Herodoto dice
que "si todos los hombres sacaran a la plaza sus malas acciones con el propósito de
cambiarlas por las de sus vecinos, al ver las del prójimo, cada cual se llevaría de vuelta
las que hubiese traído".
Quiero dar las gracias a mis padres. Les habría hecho felices verme aquí. A mi madre,
que entre muchas otras cosas. me llevaba al cine de niño y disfrutaba con las películas
tanto como yo. A diferencia de Kafka. yo tuve con mi padre una buena relación. Mi
padre fue para mí un modelo en algunos aspectos. no siempre buenos. Era un hombre
amable y discreto: de discreta ideología liberaL discreto carácter. discreta generosidad y
discreta cultura, pero poco aficionado al trabajo. Por su gusto. no habría trabajado en su
vida. Nunca le interesó el dinero. Como no era hipócrita, no trató de inculcar a sus hijos
unas virtudes que no tenía, ni predicaba la ambición y el amor al trabajo. Esta actitud,
en la actual economía de mercado, es casi una forma de terrorismo. En aquella época
era la doctrina dominante en España y, visto lo que sucede ahora, quizá no era tan mala
como parece a primera vista.
Quiero dar las gracias a mi buena salud. La vida de Kafka nos enseña hasta qué punto
su mal estado físico y el sufrimiento que eso le produjo le condicionaron como persona
y como escritor. Yo he tenido y sigo teniendo una salud envidiable. sin haber hecho
nada para merecerla ni para conservarla. No conozco las limitaciones de la enfermedad,
duermo bien, como de todo y mucho. no tengo problemas digestivos y no engordo.
También estoy agradecido a los lugares donde he vivido. Empezando por Barcelona,
una ciudad ineficaz. ruidosa y superficial. Juntos hemos recorrido un largo camino.
Londres y Nueva York me dieron mucho o vo supe aprovechar lo que había allí de
bueno y de malo.
Quiero expresar mi gratitud más profunda y emocionada a todos los libros que he leído,
que estoy leyendo en estos
desde el primer cuento ilustrado de mi infancia hasta
momentos. los dos de muy baja calidad. dicho sea de paso. Creo que hay libros buenos,
mediocres y malos. Los buenos nos enriquecen. Los mediocres nos entretienen. Los
malos nos enseñan la diferencia entre lo bueno y lo malo.
Gracias especialmente a mis lectores. Son los lectores los que me han permitido
dedicarme a escribir. los que me han dado y me siguen dando una razón para escribir. y
los que. a través de contactos breves y aislados, pero muy numerosos y cordiales, me
han hecho entender a veces lo que yo quería escribir cuando escribía.
Quiero darme las
a mí mismo por haber sentido desde niño el amor por las
palabras y por los libros. por la lectura y por la escritura. Por haberme puesto a escribir
libros sin pensar que algún día llegaría a publicar algo Por haber escrito todos los días, a
pesar de mi desidia. de mi desorden y de una profunda desconfianza en mi propia
capacidad. Gracias de todo corazón a las personas que quiero y he querido y a las que
me han querido. Son lo mejor de mí.
Gracias. por último, a Franz Kafka. Es un escritor importante para todo el mundo. Pero
para otro escritor su obra y su persona son doblemente importantes. Su extraordinaria
intuición clarificó nuestra forma de entender el mundo y su talento abrió un camino
nuevo a la literatura. Sin Kaíla no podríamos seguir intentando describir la
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extraordinaria complejidad de nuestra realidad cotidiana. Kafka supo describir antes que
nadie y mejor que nadie el sufrimiento, el desconcierto y el desamparo del hombre
moderno, pero también la dignidad humana en las circunstancias más adversas. Y lo
hizo con sencillez, con sinceridad y con el más fino sentido del humor.
Hoy el mensaje de Katka está más vigente que nunca. Las formas cambian. La
iqjusticia, la opresión y la mentira son iguales. Kafka se rebela contra la impotencia del
débil frente a la fuerza, pero 110 se indigna ante el abuso del poder y de la fuerza, sino de
la hipocresía y la falsedad con que tratan de disfrazar el abuso. Córtenme la cabeza si
quiere. viene a decir, pero no me digan que lo hacen por mi bien.
Según los científicos, el universo tiene un límite y después de este límite está la Nada. A
diferencia del Universo, donde el tiempo y el espacio imponen reglas reales. la Nada
carece de tiempo y espacio y. por consiguiente. está muy cerca. Kafka se asomó al
borde de ese abismo y nos trajo noticia de lo que allí vio.
Muchas gracias de nuevo.
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