¿Cómo reconocer el enfoque de la Complejidad? Autores: Carlos Machado y Mabel Quintela • • • • • Por la necesidad de asociar el objeto a su entorno. El conocimiento de los elementos aislados, es insuficiente. Necesitamos ubicarlos en su contexto para que adquieran sentido. Así, la economía que es la ciencia social matemáticamente más avanzada, es la más retrasada humanamente hablando, pues ha descontextualizado su objeto de las múltiples relaciones que este guarda con los aspectos históricos, políticos, psicológicos, ecológicos inseparables de las actividades económicas. Es por eso que sus expertos son cada vez más incapaces de interpretar los fenómenos referentes a perturbaciones monetarias y bursátiles y de prever y predecir el curso económico, incluso a corto plazo. Por la necesidad de unir el objeto a su observador. Dado que el conocimiento no es una copia fiel del objeto sino una traducción e interpretación que el sujeto construye, no se puede separar sujeto de objeto, como la concepción tradicional de la ciencia ha querido hacerlo. Por ejemplo, el educador que a través de “pruebas objetivas” pretende tener un mejor conocimiento del desempeño de sus alumnos está desconociendo la naturaleza del conocimiento como interpretación de un sujeto al que considera irrelevante. Por la necesidad de conocer a través del enfoque de totalidad y organización. Desde la Escuela Primaria hemos aprendido a pensar separando, dividiendo, analizando por partes, compartimentando en materias, reduciendo lo complejo a simple, privilegiando como verdadero el conocimiento de los “elementos” frente a las “totalidades”. Desde la perspectiva de la complejidad los fenómenos se presentan como “totalidades organizadas” que debemos captar en sus diferentes niveles de “emergencias”. Por ejemplo, el lenguaje, la cultura son “emergentes” del todo que es la sociedad: los individuos los reciben y a su vez los producen. El educador que asume el enfoque de la complejidad tiene que favorecer la comprensión de los vínculos y relaciones entre los conocimientos privilegiando su organización y no su simple acumulación. Por la necesidad de pensar dialógicamente que consiste en poner juntas ideas, nociones y categorías que el pensamiento divisor y simplificador opuso o redujo sin tomar en cuenta su complejidad. Las largas discusiones a lo largo de la historia del pensamiento sobre la naturaleza “espiritual” o “material” del hombre, o sobre su “racionalidad” o “emotividad”, o sobre su condición de “ser natural” o “cultural” no tendrían sentido consideradas por un pensar dialógico. La dialógica como “asociación compleja entre instancias antagónicas y complementarias” nos permite concebir al ser humano como conjuntamente sapiens/demens, de razón/sentimiento, naturaleza/cultura, alma/cuerpo, sin reducirlo a uno de sus aspectos, conservando su condición de ser paradojal y contradictorio, al mismo tiempo que como unidad de opuestos que son también complementarios. Por la necesidad de enfrentar las incertidumbres. Mientras que la civilización que hoy está en crisis, paradojalmente, se desarrolló en la certeza del progreso, hoy debemos asumir la incertidumbre histórica. La incertidumbre hoy se instala en varios frentes: a) dentro de nuestro propio cerebro/mente porque no hay ningún dispositivo cerebral que permita distinguir la alucinación de la percepción, el sueño de la vigilia, lo imaginario de lo real, lo subjetivo de lo objetivo; b) en lo epistemológico porque el conocimiento implica siempre traducción-reconstrucción y conlleva pues, ilusión y error. c) se instala también en la acción humana que no sólo es opción y elección sino también “apuesta”. Y en toda apuesta existe conciencia de riesgo e incertidumbre unida a fe y esperanza. El conocimiento que proponemos es complejo porque: 9 Porque reconoce que el sujeto humano está incluido en su objeto de estudio 9 Porque concibe como inseparables la unidad y la diversidad humanas 9 Porque concibe todas las dimensiones, actualmente aisladas y 9 9 9 9 compartimentadas de la realidad humana: físicas, biológicas, psicológicas, sociales, mitológicas, económicas, sociológicas, históricas. Porque concibe a homo no solamente como sapiens, faber y economicus, sino como demens, ludens y consumans. Porque sostiene ensambladas las verdades disjuntas que se excluyen unas a otras. Porque liga la dimensión científica (es decir la verificación de datos, el espíritu de hipótesis y la aceptación de la refutabilidad) a la dimensión epistemológica y reflexiva propia de la filosofía. Porque reencuentra un sentido para las palabras perdidas por la ciencia y las abarca cognitivamente: alma, espíritu, pensamiento. Autores: Carlos Machado y Mabel Quintela 2