La deslocalización crea nuevas oportunidades Miguel Reiser Expansión 09/07/04 Aunque pueda parecer una amenaza para el empleo, la externalización de servicios informáticos a países más económicos supone una oportunidad para ahorrar costes. La presión por reducir costes y concentrarse en las actividades negocio de mayor valor añadido ha obligado a las empresas a buscar soluciones para alcanzar este objetivo, manteniendo los niveles de servicio actuales. Una de estas fórmulas, conocida como offshore, es la externalización de servicios a países más económicos. Se trata de una tendencia cada vez más extendida, que ha comenzado a afectar no sólo a los denominados trabajos de cuello azul (que no requieren cualificación), sino a los puestos laborales de cuello blanco (trabajos cualificados). En Estados Unidos, por ejemplo, AOL anunció hace unos meses que contrataría a todo un equipo de programadores informáticos en Bangalore (India), previo despido de 450 expertos en California. La noticia desató la alarma entre la fuerza laboral estadounidense. Aunque hace sólo unos años hubiera sido impensable que un director de sistemas decidiese externalizar el desarrollo o mantenimiento de los sistemas informáticos, lo cierto es que se trata de una actividad relativamente fácil de deslocalizar. Si a esto le añadimos que en India, Asia o los países del este de Europa, los costes son aún considerablemente más bajos que en España y el personal informático cualificado abunda, no sorprende que este fenómeno vaya en aumento. Según la patronal Sedisi (en la actualidad conocida como Aetic tras su fusión con Aniel), la actividad de offshore generó en 2002 un volumen de negocio de 700 millones de euros con un crecimiento por segundo año consecutivo de alrededor del 10%. Atrás queda la sensación de que las soluciones o servicios informáticos implantados dentro de la empresa son mejores, más seguros y más económicos. Alarma La consultora tecnológica Gartner estima que, en el año 2010, cerca del 25% de los puestos de trabajo en el sector tecnologías de la información de países desarrollados habrá migrado a países en vías de desarrollo. Por su parte, Forrester Research, prevé para 2015 una migración de más de 3 millones de puestos de trabajo de los Estados Unidos hacia terceros países. Ante esto, no es extraño que haya saltado la alarma entre algunos sectores. Pero este temor ante la imparable pérdida de puestos de trabajo de cuello blanco es, en cierto modo, injustificado. El offshore de servicios informáticos debe cons iderarse como una oportunidad para ahorrar costes, aunque a corto plazo signifique la migración de empleo cualificado. El ahorro que conlleva se traduce a largo plazo en un aumento de los beneficios de las compañías, que revierte en un mayor crecimiento económico del país y en la creación de nuevos puestos de empleo. Según un informe presentado por la ITAA (Information Technology Association of America), la agrupación de las principales compañías de tecnologías de la información de EE.UU, los ahorros procedentes del offshore permitieron a las compañías estadounidenses crear unos 90.000 nuevos trabajos durante el año 2003. La externalización de servicios informáticos permite variabilizar los costes fijos destinados al desarrollo y mantenimiento de los sistemas informáticos, liberar recursos para desarrollar iniciativas estratégicas y acceder a especialistas de los que no se dispone internamente. Sin embargo, la relativa novedad del mercado del offshore y la falta de experiencia propia de los directores de operaciones y responsables de informática pone de manifiesto cierta inseguridad a la hora de definir la estrategia de adecuada para la empresa. La directriz básica a la hora de tomar una decisión es concentrarse en las áreas en las que existe una diferenciación estratégica y que se desea controlar. Una vez identificadas estas áreas es necesario categorizar los sistemas informáticos en sistemas imprescindibles para conseguir esta diferenciación y los que no lo son. De esta forma, se debería mantener el control de las actividades clave dentro de la cadena de valor informática, como la definición, especificación y pruebas del sistema. Las otras actividades de esta cadena de valor, como el diseño técnico, la implantación y el mantenimiento sí que se pueden externalizar. Los temores principales como, por ejemplo, la pérdida de control se pueden minimizar estableciendo un proceso de selección detallado del proveedor de servicios externo, poniendo mucho cuidado en la negociación final a la hora de redactar el contrato y los niveles de servicio esperados y formando un equipo especializado en gestionar a los proveedores y monitorizar el cumplimiento de los niveles de servicio contratados. ¿Representa la deslocalización de servicios de TI una amenaza para los pue stos de trabajo en España? Hacia una necesaria formación Jordi Gual, profesor del IESE La deslocalización es consecuencia de la globalización de las actividades económicas. Gracias a las mejoras en telecomunicaciones, la externalización a otros países está afectando tanto a la industria como a los servicios. Las tecnologías de la información y la comunicación son especialmente fáciles de deslocalizar puesto que el producto o servicio puede transmitirse instantáneamente por las redes. Desde la perspectiva española, nos podemos encontrar con que estas actividades se trasladen directamente desde los mercados más desarrollados (Estados Unidos) hacia los mercados emergentes (India), saltándose etapas intermedias que sí se registraron en el proceso de deslocalización de las actividades manufactureras intensivas en mano de obra. Para que esto no suceda, es urgente reformar los sistemas educativos y universitarios en tecnologías de la información y adaptar la estructura de los mercados laborales y los flujos migratorios, de tal modo que el país disponga de personal formado e incentivado para competir en este segmento del mercado. Promover la inversión del ahorro Juan Pérez Vilaplana, director de Tecnología de PwC Bien pensada, desarrollada e implantada, el impacto de la deslocalización en la empresa es sin duda positivo, ya que supone un aumento de productividad, mayor calidad y flexibilidad, y orientación de la empresa a la mejora de sus áreas estratégicas. No obstante, no parece que el impacto a corto plazo sea tan positivo a nivel social (empleo) ni del mercado tecnológico español. La pérdida de puestos de trabajo es evidente y la consecuente desinversión en infraestructuras empresariales obvia. Por otro lado, el retorno de la inversión que se pretende obtener de estos procesos ofrece al mercado una mayor capacidad de inversión en procesos estratégicos, mayor valor añadido para el desarrollo del negocio y un mayor nivel de productividad y de capacidad competitiva. El resultado es uno de los caminos para que el mercado tecnológico se adecue a la globalización de los mercados. Para garantizar el futuro, es necesario reorientar la formación en tecnologías hacia nuevas áreas de desarrollo y promover la inversión del ahorro de la deslocalizacion.