¿Es bueno para la dignidad humana unificar los códigos civil y comercial? Daniela Arnolfo Profesora Adjunta de las Facultades de Derecho (UBA y UNLZ) Buenos días, la tecnología que ha estado por allí dando vueltas en casi todas las exposiciones casi me juega una mala pasada. Traje un machete tecnológico que la computadora no lograba encontrar. Resuelta la cuestión y antes que nada, deseo aclarar que es un orgullo y una responsabilidad exponer en este ámbito. Espero no defraudar las expectativas. Me ocuparé de la dignidad humana en consecuencia o en consonancia con el proyecto de reforma de unificación del Código Civil y Comercial. La dignidad humana debe ser hoy reconocida por absolutamente todos los ordenamientos jurídicos. El ser humano, por el mismo hecho de serlo, trae implícito su reconocimiento desde el momento de la concepción. Cuando el Dr. Berbere decía “para mí la concepción se produce en el momento de la singamia”, hay diferentes posturas que tienen que ver con lo biológico, que tienen que ver con este proceso de la naturaleza. Somos esencialmente seres de la naturaleza y por suerte, somos seres racionales. Desde el momento en que somos seres humanos, desde ese mismo instante, se debe respetar nuestra dignidad, nuestra dignidad humana. No queda margen para que ningún ordenamiento jurídico desconozca esta dignidad. Si así fuera nos remitiríamos a épocas nefastas de nuestra historia y cuando digo épocas, digo períodos, no momentos, quizás hasta sería más liviano en la historia de la humanidad hablar de momentos en los que la dignidad pudo haber sido avasallada. Las épocas dan una noción, una idea de permanencia en el tiempo y lamentablemente la humanidad vivió épocas en las cuales los seres humanos eran o fueron categorizados de acuerdo a diferentes encuadres. Fueron categorizados por su pensamiento, por su pertenencia a un determinado grupo étnico, por el mero hecho de, a veces, tener alguna patología, física o mental. Había seres humanos que tenían dignidad o a los que se les reconocía una dignidad diferente a la de otros seres humanos. Hoy en día no podemos siquiera pensar en avalar esas situaciones. No digo que no existan. Lamentablemente en nuestra realidad, en nuestro mundo, en nuestro planeta, en nuestra tierra, que está tan hiperconectada que la tecnología hace que lo que publicamos aquí en diez segundos pueda ser leído en la otra punta del planeta, ninguno de estos avances ha logrado resolver ciertas cuestiones de respeto a la dignidad humana. Todavía no podemos asegurar, no podemos lograr que todos los seres humanos tengamos el mismo reconocimiento de la dignidad. Los operadores jurídicos, los investigadores, los docentes que diariamente transmitimos o intentamos transmitir a los futuros colegas que eligen una profesión tan linda, amplia y con tantas posibilidades de ayudar a las personas a vivir en un mundo mejor si logramos que sea más justo, mejor para la dignidad de la persona, decía, nosotros debemos insistir a los alumnos en que no todo lo que está escrito es realmente bueno para la dignidad o para el ser humano o para solucionar determinados casos sociales. Trabajemos sobre eso. No podemos dejar de valorar, de tomar en cuenta a la dignidad humana a la hora de reconocerla, de hacer un ordenamiento jurídico, en el momento de armar un ordenamiento jurídico que la contemple. La dignidad tiene que ver con la individualidad de cada uno como ser humano, con la libertad de conducirnos, con nuestra esencia, con nuestra manera. La dignidad implica y exige respeto a las diferencias que cada uno tiene respecto de sus pares. Todos somos iguales al tiempo que todos somos diferentes. Somos iguales en el trato e iguales en derechos, somos diferentes porque la mera circunstancia de pertenecer a la naturaleza hace que no existan dos de nosotros iguales. Las olas, las hojas, los granos de arena de una playa parecen compuestos por unidades iguales, a veces idénticas, pero no lo son. Como rasgo característico de nuestra personalidad, de nuestra autoconformación, aparece el principio fundamental de la autodeterminación. El derecho tiene que reconocer y de hecho el proyecto de unificación del Código reconoce esta autodeterminación. Comprende lo que se relaciona con cómo nos paramos frente a nuestros pares, frente al Estado, frente a nosotros mismos, qué decidimos hacer de nosotros mismos. El término autodeterminación lo veníamos conociendo mediante la doctrina y la jurisprudencia, donde necesariamente tiene que reconocerse a la persona humana, al ser humano. ¿Pero dónde lo vemos reflejado en este proyecto de Código? Lo vemos en instituciones que incorpora. Después vamos a ver cómo y por qué se conformaron los Códigos Civiles a nivel mundial y como contrapartida, qué pasa con la descodificación, tendencia que el Dr. Rabinovich citó hace unos minutos. Atención, estamos hablando de insistir en un Código Civil, algo ordenado, organizado, compacto cuando en realidad tenemos muchísimas instituciones que antes de este proyecto de reforma estaban siendo tenidas en cuenta con leyes que complementan o complementaban el Código Civil todavía en vigencia. La autodeterminación, insisto, se venía mencionando, por ejemplo, en la ley de Derechos del Paciente. Allí se da la posibilidad, entre otras cosas y en todo su articulado, de que la persona que esté consciente, capaz y realmente convencida lo que está transmitiendo pueda anticipar determinadas cuestiones que tienen que ver con su cuerpo, con su salud y con un probable tratamiento médico que pudiera llegar a necesitar en un futuro cuando no estuviera consciente. Las directivas anticipadas o declaraciones anticipadas de voluntad constituyen un pilar fundamental de la autodeterminación de la persona aunque la autodeterminación también se refleja en instituciones como la del consentimiento informado. El reconocimiento operativo de la dignidad humana en el articulado de la reforma se expresa por el reconocimiento e incorporación al Código Civil de actos de autodeterminación comprendidos por diversas instituciones: consentimiento informado, acceso a la información por parte del paciente, directivas anticipadas. Hablamos y nos concentramos fundamentalmente en aquello que sigue teniendo que ver con el Derecho Civil dentro del nuevo Código. Esto no es casual, en la exposición de motivos del Código se hace hincapié en la constitucionalización. El doctor mencionó en una de las placas, la constitucionalización del Derecho Civil, esto es la reglamentación y el reconocimiento expreso de derechos y garantías que menciona nuestra Constitución Nacional. Citamos sólo a modo de ejemplo, los artículos 14 bis, 16, 19, 33 y los plasmados en Tratados y Convenciones Internacionales. Desde hace varios años, todos sabemos que estos tratados tienen jerarquía constitucional. Un ejemplo: el artículo 11 de la Convención Americana de Derechos Humanos establece que “toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad”. Quiero hacer un pequeño paréntesis. En realidad los Códigos tienen una existencia no tan remota en el tiempo. Comienzan a surgir en el siglo XVII y XVIII en la historia de la humanidad. Realmente nada, un instante. Los Tratados y las Convenciones Internacionales de las cuales hablamos son muy posteriores. Mayormente tuvieron como génesis “los despojos que dejó la Segunda Guerra Mundial, donde los límites del avasallamiento a la dignidad humana justamente no tuvieron más barreras que las fantasías perversas de un par de locos”. La Constitución Nacional y Código Civil comparte como aspecto común ser los pilares sobre los que reposan los rasgos de organización que cada Estado elige para su conformación. Las constituciones tampoco son tan remotas en la historia de la humanidad. El Código Civil, por su parte, organiza, ordena, sistematiza normas que tienen a la persona como eje, como columna vertebral, como principio rector. Ambos conjuntos normativos, Constitución y Código Civil, a nivel universal comenzaron a expandirse en la misma época. Nuestro país no fue ajeno a esa tendencia. Una vez sancionada nuestra Constitución, aparecieron los Códigos, primero el de Comercio y luego el Código Civil. Curiosamente el primero contenía pautas, normas, del Derecho Civil. Cuando se sanciona el Código de Comercio, Buenos Aires todavía no estaba integrada a la República tal como hoy. Las normas de Derecho Civil se apoyaban de alguna manera al Código de Comercio. El proyecto de modificación incorpora algunas instituciones del Derecho Mercantil, Derecho Mercantil que quizá históricamente también fue necesario. Esta codificación intenta, además, prolijar normas sueltas, surgidas ante la conformación de las grandes ciudades y que probablemente hasta se contradigan entre sí. Cuando no existían las urbes, en realidad no era necesario este conjunto de normas regulatorias, este Derecho del Trabajo como tenemos hoy. La mudanza de los campos, de las grandes extensiones de tierra donde cada uno trabajaba su parcela, donde cada uno tenía una relación, quizás personal, directa con lo que luego se transformó en una figura de empleador; esta organización, requirió el diseño de normas regulatorias. Volvemos a la realidad social. Lo que hizo necesario este cúmulo de información empaquetado, enlatado en un Código, fue también una realidad: la migración en masa a las grandes ciudades. La unificación contenida en este proyecto incorpora básicamente contratos mercantiles al Derecho Civil. Deja fuera del Código algunas otras regulaciones que van a seguir manejándose por determinadas instituciones de Derecho Comercial. Quiero resaltar también que el proyecto de reforma incluye algunos artículos que estaban en la Ley de Derechos del Paciente, otros que estaban en la Ley de Muerte Digna o en la Ley de Trasplantes (se me está escapando alguna). Todo esto ya estaba regulado, normado. Teníamos marco jurídico para esas cuestiones. Con la reproducción asistida, tal como dijo Rabinovich, no pasa lo mismo aunque tengamos este nuevo Código funcionando. ¿Por qué? Porque nos falta justamente el tratamiento de lo más importante, el tuétano de la cuestión: ¿qué puedo hacer o qué no puedo hacer con estos embriones? Esto no lo sabremos hasta que haya una ley específica, hasta que no se establezca si son personas, si son cosas o si son algunos otros de estos mix que fueron mencionados por los colegas. Como no va a estar en el código, nuevamente tendremos que recurrir a una norma. Cuando hablé de autodeterminación del ser humano y cuando mencioné la incorporación de instituciones tales como el consentimiento informado, directivas médicas anticipadas, justamente hablaba de estas normas que finalmente se van a tener que incorporar o van a quedar incorporadas. Concluyo: amigos, colegas, médicos, la verdad es que no quería dejar de mencionarlos porque son pocas las oportunidades que uno tiene de dirigirse a profesionales de otras áreas de la ciencia, del conocimiento, diverso del que cada uno de nosotros maneja cotidianamente. Lo que tiene en común la profesión que ustedes y nosotros elegimos es la preocupación por la persona, por el ser humano. El interés por la dignidad humana y el personalizar a cada uno de nosotros unifica los objetivos de nuestra labor. Seguramente nos va a ir mejor un tratamiento médico que otro, nos va a contener mejor una explicación si utilizamos un idioma claro, sencillo y no técnico antes que una explicación encriptada. Tenemos tantos rasgos en común quienes ejercemos la profesión de abogados y quienes ejercen la profesión de médicos, que la verdad es que la interacción es casi permanente. La dignidad humana es el pilar, la base, el fundamento del reconocimiento de toda norma que exista. Este proyecto de unificación no puede dejar de lado el reconocimiento a la dignidad humana de ninguna manera. Los operadores del derecho somos los encargados de velar porque esto realmente sea así. Muchas gracias.