Jennifer Robles González

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Jennifer Robles González
Jennifer tiene 23 años. Es madre soltera. Su hijo se llama Jesús y tiene seis años. Antes de
su desaparición, sus planes incluían ahorrar y prepararse para
poner una estética. Disfrutaba mucho poner uñas postizas y decorarlas. Tenía
además un estuche con varios tipos de maquillaje para arreglarse y maquillar también
a sus amigas y familiares. En casa, ayudaba a su mamá, Julieta, a cuidar de los hijos,
sobrinos y nietos, mientras su madre armaba y vendía peluches en el centro. Su hijo Jesús
y su sobrina Daniela preguntan mucho por Jennifer y no terminan de entender qué está
pasando.
Ahora Julieta y su familia se dedican a buscar a Jennifer. Por ahora, el negocio de los
peluches ha quedado suspendido. Todo su tiempo y energías están enfocados a la
búsqueda de Jennifer. El camino no ha sido fácil en lo absoluto. Las deudas van en
aumento y las necesidades son mayores ahora. Además, Julieta ha recibido todo tipo
de llamadas de extorsión, incluyendo a gente que se ha aprovechado de su angustia
para pedirle dinero a cambio de información que, al final, termina siendo inexistente.
A pesar de las dificultades y los riesgos que esta búsqueda por Jennifer implica, Julieta
ha confrontado a las autoridades para exigirles claridad en la investigación y resultados
tangibles. Le ha exigido directamente al procurador del Distrito Federal, Rodolfo Ríos, que
se les deje estigmatizar a Jennifer y a los otros 11 jóvenes desaparecidos por el simple
hecho de ser pobres y tener algún vínculo con el barrio de Tepito. Julieta
pide que
se busque a su hija de la misma manera que se buscaría a los hijos
de un funcionario público porque tienen los mismos derechos y
son iguales ante la ley.
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