EL MUNDO COMO: DESCARGA DE TENSIONES O APOYO DE INTEGRACIONES DE CONTENIDOS Ernesto H de Casas Madrid 1980 Extracto Este es un punto temático de suma importancia, tanto por la realidad que revela como por las consecuencias de tal concepción. Aparece en Apuntes de Sicología de Silo. A.1 Este es un punto temático de suma importancia, porque sicológicamente en el mundo se puede estar meramente para descargar tensiones (aunque se perciba solo como actividades de supervivencia) o para integrar contenidos personales y desarrollar una actividad, provisoriamente llamamos ‘creativa’. El mundo (la pura exterioridad) es entendido así como pretexto para la conciencia (la pura interioridad); como un punto de apoyo que puede servir tanto para descargar las tensiones de esa conciencia o para poder integrar los contenidos entre sí, que van surgiendo en esa conciencia a medida que transcurre su proceso en el mundo. El mundo es por lo tanto lo que complementa la conciencia. Sin el mundo la conciencia queda encerrada en su soledad, sin la conciencia el mundo es algo-no-advertido; el mundo se conoce a sí mismo mediante la conciencia de sí, mediante la conciencia (humana). La conciencia surge en el mundo "vacía", y su transcurso en el mundo, al que está lanzada a advertir, relacionarse, procesar-se, provocará un "llenado" de esa conciencia; dicho a grosso modo. En otras palabras, a medida que la conciencia transcurre, a medida que va existiendo, va elaborando respuestas para mantener esa dinámica del existir (para sí y en el mundo), esas respuestas aún cuando lanzadas al mundo, quedan como parte de la conciencia, quedan contenidas en ellas; por esto, aquel vacío original, se va poblando de contenidos. De respuestas armadas y lanzadas por la conciencia, que siempre permanecen en ella de algún modo (como memoria) constituyendo las vivencias internas de la conciencia misma, configurando a la conciencia misma; no ya como forma, sino como su contenido complementario. Esa conciencia surge vacía de contenidos, pero con una forma predeterminada de actuar. Sus mecanismos (de reversibilidad, por ejemplo) sus aparatos (de sentidos y demás), etc., están listos para empezar a operar en el mundo. Al comenzar a hacerlo empiezan a almacenarse los datos de todas esas operaciones, de todas esas respuestas, que internamente se van configurando como contenidos internos. Ahora bien, ese funcionamiento de la conciencia, relacionada con el cuerpo y en situación de vivir (en el mundo, de lo natural, de las cosas, de las personas) origina un sistema de tensiones constantes. De modo entonces, que tensiones y contenidos, son el saldo constante de todas las operaciones del siquismo. Sea cual sea la operación efectuada, a la conciencia le queda una tensión, un contenido y el registro de ello. Mejor dicho, mientras se produce la operación (de conciencia) se está produciendo una tensión y se está configurando un contenido, mientras se va registrando todo esto. Cuando esas tensiones sobrepasan el umbral de tolerancia, se busca una forma que permita eliminar esa tensión excesiva. Esto, no se puede eliminar, porque se lo está registrando continuamente, y tal auto advertencia continua que el siquismo efectúa sobre sí, es lo que le lleva a buscar las formas de mantener su estructura en buenas condiciones. Si el siquismo no tuviera registro de sí, podrían acumularse tensiones y contenidos contradictorios sin saber de ello, hasta el momento en que explotara sorpresivamente. Pero no es así, el siquismo advierte y registra, concomitantemente al tener su tensión, al configurar su contenido y elaborar su respuesta. 1 Bien, tal pareciera ser la estructura dinámica de la conciencia en toda operación: la percepción de un fenómeno (interno o externo), la elaboración de una respuesta, la tensión que esto demanda, la configuración de un contenido y el registro de todo esto. Si esto es correcto, el mundo puede ser entonces concebido, como complemento de la conciencia, en el cual descarga sus tensiones o por el cual integra sus contenidos internos. A.2 ¿Por qué integración de los contenidos? Porque los contenidos se configuran fácilmente, por la misma dinámica y forma mental, pero no es seguro que estén entre sí bien relacionados y ser complementos de la conciencia. Esto es lo importante de tales contenidos, tal es su función: estructurarse entre sí de un modo armónico (no contradictorio) y ser complemento de la conciencia. De manera que la conciencia va a tener dos complementos: el mundo externo (la masa de datos perceptuales) y los contenidos internos (mundo interno). Lo que lleva a conformar una estructura mayor, comprendida por mundo externo-concienciamundo interno. Todo esto es lo que integra una estructura general de donde la conciencia forma parte y de no estructurarse debidamente, fatalmente se disocia. O sea, que la conciencia en esta estructura mayor de la que participa, tiene dos direcciones posibles: o integrarse o disociarse. Integrarse en sí y con el mundo interno y el externo o disociarse de sí y de los mundos mencionados. El proceso de la conciencia es un proceso que va de menos a más; de menor a mayor integración. Sin duda el tipo de vida y el tipo de circunstancias, más la dirección individual que se imprima a la propia vida, va a determinar el monto y el nivel de contenidos a integrar o el monto y el nivel de tensiones a distensar. Pero hasta tanto no surja una intención precisa de querer distensar apropiadamente y querer integrar contenidos adecuadamente, ese juego descripto anteriormente sucede de modo mecánico. Las personas no advierten lo que está sucediendo en sí mismas, sólo lo advierten de un modo ingenuo, un modo que tal vez es suficiente para un tipo de vida de esa clase, una vida mecánica sin mayores conocimientos. Esta suerte de clasificación en dos tipos de personas, es tradicional, son conocidas las distensiones entre el "hombre vulgar" y el que trabaja consigo mismo. Esta clasificación es importante porque delimita dos tipos de actitudes muy diferentes frente a la existencia y para consigo mismo. En donde la primera evoluciona a la segunda en enseñanza. El hombre vulgar tiene tal ignorancia de sí y de estas estructuras generales de la que participa sin saberlo, que fatalmente lleva una vida contradictoria y sufrida. Este registro continuo de las contradicciones ha hecho configurar esos mil paraísos de las distintas mitologías. Y han relacionado el momento de la muerte con esa ida al paraíso, porque sabiéndolo o no, el momento de la muerte es identificado con el cese de las contradicciones y del sufrimiento. Y que "algo" continuaría de un modo u otro. Según las doctrinas que estuvieran manifiestas o subyacentes en esas mitologías, la existencia en vida tomaba más o menos importancia. Hay quienes en la antigüedad concebían que después de la muerte, aquellos defectos que no se hubieran superado convenientemente en vida, se seguirían padeciendo eternamente después. Esto llevaba a considerar el momento de la vida como la oportunidad de mejorar la conducta. Hay numerosos otros ejemplos sin duda, pero compárese esta concepción con el reencarnacionismo brahamánico, en el que fatalmente el sujeto aparecerá vivo y al mismo nivel de casta que antes. Tal determinismo -fatalista sin duda- hacía perder importancia al momento de la vida; es decir en este período, a diferencia del anterior no habría "ninguna oportunidad" de nada especial, excepto, claro está, la clase superior que perpetuaba su dominio. De manera entonces, que la concepción total de la vida y la muerte pone un encuadre mayor a esa tarea de descarga de tensiones o integración de contenidos que venimos tratando y que se 2 suma al tipo de actitud que se tome para consigo y en la vida que completa aquella estructura mayor que mencionamos como mundo externo-conciencia-mundo interno. El problema de hacer una actividad integradora en vida (sin posposiciones) tiene gran veracidad desde que en vida los registros son seguros y posteriormente son dudosos y supuestos a conjeturas. Eso por una parte; por otra, la conciencia está interesada en producir una descarga o una integración en el momento del registro, en el momento de la vivencia. Es más, la conciencia está interesada en ganar una forma -un comportamiento- tal que permita que toda configuración sea desde ya integrada y distensa. Este es un punto muy importante, ya que de lograr esto, esa respuesta que se da al exterior, es de tipo integrable y no disociadora, ni para sí ni para otros. En cambio su opuesto, las no integraciones internas, son trasladadas al mundo externo y son también no integrables (ni para sí ni para otros). Según esta perspectiva, en la conciencia las cosas suceden "así afuera como adentro". Si afuera se integran cosas es porque se integra adentro y así siguiendo. De suerte tal que no sólo se va ganando en integración (o desintegración) sino en la habilidad de una u otra vía. Por falta de autoconocimiento y de formas de proceder, los primeros contenidos no son integrables fácilmente, pero sí lo pueden ser posteriormente. De ahí, que un "hombre vulgar" deba auto conocerse primero y conciliarse con su pasado después, es decir integrarlo. Ese pasado presiona el presente y acondiciona el futuro; mientras más contradictorio, más inseguro es el presente y más incierto y temible es el futuro. Opuestamente en un interés integrador, el presente es siempre la "oportunidad" de trabajar y el futuro es como una extensión del presente, pero en ningún caso disociado, como tampoco lo es el pasado. De modo que el dilema surge no sólo al descubrir la existencia con su vacío (o angustia) sino al advertir que es una existencia dinámica que va configurando su interioridad en su transcurrir y que debe, a pesar de ella, conservar su cohesión estructural. 3