Lección de Escuela Dominical Pastor, Enrique González Iglesia Bautista Trinidad 01 de Julio 2012 Lección 30 GOZO Y VICTORIA (parte 2) Juan 16:16-33 II. EL GOZO DE LA ORACIÓN (Juan 16:23-27) Jesús no sólo prometió que sus discípulos lo volverían a ver; También les prometió algo más. Léanme los versículos 23 y 24 para que veamos esta promesa: “…todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre: pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.” ¡Qué promesa más maravillosa! Dios promete contestar la oración. ¿Qué significa pedir en el nombre de Jesús? (Permita comentarios.) No es simplemente repetir: “Y todo esto te lo pedimos en el nombre de Cristo” antes de decir “Amén”. Más bien, es pedir como si Jesús mismo estuviera haciendo la petición será contestada según la voluntad de Dios. Es saber sin lugar a dudas que el Padre aceptará nuestro ruego como si fuera el ruego de su propio Hijo. ¡Qué gran gozo sentimos al saber que Dios escucha nuestros ruegos! No sólo nos gozamos al recibir lo que le hemos pedido al Señor, sino que también nos gozamos aún antes de recibirlo, esperando con paciencia y gozo la contestación, y sabiendo que lo que Dio manda es siempre lo mejor. III. EL GOZO DE LA VICTORIA (Juan 16:23-27) (Pida que un alumno lea Juan 16:28.) Jesús dijo: “Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre”. En este versículo se resume todo el Evangelio según San Juan. Haré un dibujo para representar este mensaje. (Dibuje el siguiente diagrama en la pizarra y hable del gran sacrificio que Cristo hizo al dejar las glorias del cielo para venir a este mundo.) “Ahora hablas claramente”, respondieron los discípulos. “Ahora entendemos que has salido de Dios”. Quizá los discípulos sentían que ahora ya lo comprendían todo, y que no necesitaban de más esplicaciones, ¿pero era cierto esto? No, pues Jesús les dijo: “Ahora creéis?” Vendrá la hora en que seréis esparcidos, y me dejaréis solo, mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.” Jesús sabía que Pedro lo negaría, y que los demás discípulos se alejarían de Él cuando llegara la hora de su muerte. Sin embargo, El seguia amandoles. ¿Cómo concluyó el mensaje para ellos? No les reganó, sino que más bien los consoló. Dijo: “Estas cosas os he hablado para que en mi tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33) Hemos escrito: “He vencidio al mundo” sobre el pizarrón, citando el versículo 28. Para citar el versículo 33: “He vencido al mundo”, tenemos que agregar una sola letra al diagrama. ¿Cuál es? (Permita que el alumno que conteste, agregue la “c”al diagrama para que se vea así: He vencido al mundo. (empeza debujar un mundo) Cristo venció al mundo, a la muerte, al pecado y al diablo cuando murió por nosotros en la cruz. (Vea Hebreos 2:14 y 15). Nosotros podemos hacer que esta victoria sea nuestra también, por medio de la fe. I Juan 5:4 dice: “Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” Todos deseamos ser victoriosos sobre el mundo, sobre el pecado, y sobre la tentación. (Permita que los alumnos mencionen algunas tentaciones que ellos quieren vencer.) Si fijamos la mirada en Cristo, por medio de la fe, podremos en realidad s er vencedores. Por ejemplo, digamos que te sientes tentado a robar unas manzanas muy sabrosas. Si le pide a Cristo que te ayude a ser Vencedor y a ser honrado, y si huyes de esa tentación, Él te hará victorioso. ¿Y cómo te sentirá si vences aquella tentación? Si, te sentirás feliz de haber agradado a Dios. CONCLUSION (Muestre el cuadro de la página 13.) ¿Se acuerdan de esta familia? Angelita y sus padres le etuvieron pidiendo a Dios por mucho tiempo que les concediera un hermanito, y por fin Dios les dio un precioso nene. ¡Qué felices estaban! La mamá ya no se acordaba de sus penas, por el gozo de tener un niñito en los brazos. Pasaron unos 16 años. Otra vez la mamá lloraba. El papá y Angelita, quien ahora ya era senorita, nuevamente se sentían afligidos. Nuevamente se pusieron de rodillas para decirle al Senor toda su tristeza. ¿Qué había pasado? ¿Por qué lloraba la mamá ahora? Esta vez era porque el hermanito tan deseado se había unido a una pandilla. Andaba por las calle fumando, tomando licor, y esperimentando con las drogas. A veces hasta pasaba la noche en la cárcel. ¡Con razón toda la familia lloraba! Pero un día, el joven fue con su familia al templo. El ministro le estaba predicando muy clarmente a la juventud. (Muestra el cuadro de la página 15) El joven se arrepintió, aceptó a Cristo, y su vida fue transformada. Nuevamente, la tristeza de Angelita y de sus padres se convirtió en gozo. Esta vez, no era por haber nacido el hermanito, sino porque había nacido de nuevo. Ahora había llegado a ser miembro de la familia de Dios. Había mirado a Cristo con los ojos de la fe, y Dios lo había hecho vencedor sobre las tentaciones del mundo. ¿Y tú? ¿Has aceptado a Cristo como tu Salvador? ¿Le has pedido que te haga vencedor? (Si el Espíritu le dirige a hacer un llamamiento, hágalo ahora, pidiento que los alumnos que quieran aceptar a Cristo hagan una oración con usted.) Quizá ya aceptaste a Cristo, pero no eres un creyente victorioso. ¿Permitirás que el Espíritu Santo controle tu vida y que te haga vecedor sobre el pecado? (Concluya cantando “Fe La Victoria Es”)