UNIVERSIDADES PÚBLICAS DE LA COMUNIDAD DE MADRID PRUEBA DE ACCESO A LAS ENSEÑANZAS UNIVERSITARIAS Curso 2014-2015 SEPTIEMBRE-OPCIÓN B MATERIA: GEOGRAFÍA 3ª Parte Comentario del gráfico: Realice un comentario de la “Cliserie del Sistema Ibérico (Sierra de la Demanda)”, atendiendo, al menos, a los siguientes aspectos: - Características y distribución de las especies. - Factores que influyen en su distribución. - Posibles usos y aprovechamiento de las mismas. Nos encontramos ante una cliserie, que es el gráfico en el que se observa la distribución escalonada de la vegetación de las zonas montañosas ocasionada por el aumento de la altitud con el consiguiente efecto sobre el clima. En este caso, al tratarse del Sistema Ibérico, nos hallamos ante un dominio de alta montaña de transición. Además de la altura (gradiente térmico altitudinal), contribuyen a la modificación de la vegetación en la montaña factores como la orientación al sol, por lo que vemos que en la zona de umbría las especies serán las que necesiten menos temperatura y más humedad como el haya y en la de solana, donde incide con más fuerza el sol, encontramos especies capaces de aguantar mejor altas temperaturas, mayor evapotranspiración y sequedad. El último factor que influirá en la vegetación, además del propio clima, de montaña con influencia continental, será el suelo propio de las elevaciones montañosas, el leptosol. En el gráfico, vemos representados en el eje vertical la altitud y sucesivamente los pisos que en este caso se denominan piso montano y piso supraforestal. Consideraremos que el montano es el que presenta vegetación arbórea y, por tanto, llega hasta los 1700m. A partir de ahí, el gráfico nos muestra brezos y prados de altura, lo que se debe a lo ingrato del clima, muy frío, con elevadas precipitaciones y al poco grosor y fertilidad del suelo, cuya pendiente es muy pronunciada. Por ello, la vegetación debe ser fuerte y de raíces poco profundas, pues a veces el suelo es roca viva. Si analizamos el piso montano, saltan a la vista las diferencias entre la zona de umbría, aquella que recibe menos insolación y la de solana. En esta última se observan encinas hasta los 500m. La encina es un árbol típico del dominio mediterráneo, esto es, adaptado a la falta de humedad y a las altas temperaturas; aunque puede encontrarse hasta los 1400m, aquí la situación de la sierra y el gradiente térmico altitudinal impiden que se desarrolle tan alto; es un árbol que prefiere los suelos calizos, como el de esta zona. Por encima, hay un par de cientos de metros con pino negro, que puede llegar a los 20m de altura, y que es un árbol fuerte que puede estar desde alturas en torno a los 1000m a pasados los 2000m y en cualquier tipo de suelo, aunque se mantiene siempre dentro de un dominio con algo de influencia eurosiberiana, pues es propio del norte de España y de montañas tan elevadas como los Alpes. Debido a su adaptabilidad, se le ha empleado a veces para repoblar. En torno a los 1000m, en una zona donde ya la insolación es compensada por la frialdad y las precipitaciones que dan la altura, vemos quejigos, que también se presentan en la ladera de umbría entre los 500 y los 1000m alternando con rebollos, que serán justamente los que siguen a los quejigos en la solana. Esto se debe a que las condiciones en 1 ambas vertientes son equivalentes gracias a la diferencia de altura. El quejigo está muy extendido espacialmente y por todo tipo de suelo. Habita entre los 600 y los 1200m aproximadamente y es un árbol muy útil ya que regula la escorrentía y restaura los suelos. Por su parte, el rebollo o melojo, suele elegir suelos silíceos y no soporta temperaturas muy elevadas, aunque sí bajo cero. Si continuamos subiendo, en la solana encontramos unas pocas hayas en torno a los 1500m, donde ya llueve lo suficiente para que estos árboles tengan la humedad de la que dependen. En la zona de umbría, al ser la humedad mayor, el hayedo se sitúa entre los 1300-1700m. No solemos encontrar hayas más allá del clima oceánico, ya que necesitan más de 600mm de precipitación y las temperaturas deben rondar los 3-18ºC, aunque quedan algunas en el Sistema Central. Hay que tener en cuenta que son árboles de crecimiento lento. Por último, en cuanto a los principales usos de cada especie podemos destacar el uso del haya en ebanistería o ajardinamiento, del melojo en leña y protección del suelo, de la encina el uso socio-recreativo, y, en general, la fabricación de mobiliario o la explotación forestal y turística gracias a la caza o a las características del propio entorno. 4ª Parte A la vista del mapa adjunto, “Provincias en las que el riesgo de desertificación alto y muy alto afecta a más del 30% de su superficie (media nacional 17,85%)”; indique el nombre de las provincias “tramadas” pertenecientes a dicha categoría; señale las razones que explican esta distribución y comente algunas consecuencias emanadas de su distribución. Las provincias que presentan riesgo de desertificación en más del 30% de su superficie son: Tarragona, Alicante, Albacete, Murcia, Almería, Granada, Jaén y Córdoba. La desertificación es la destrucción de la capa fértil del suelo y supone un grado extremo de erosión. En España contamos con un 6% de suelo desertificado y con un 18% en riesgo alto o muy alto de desertificarse. En principio, la erosión es un proceso natural pero es seriamente agravado por el hombre, especialmente, en algunas zonas más expuestas, donde a factores como la falta de arboleda que mantenga la riqueza del suelo, la renueve e impida su lavado por lixiviación, la falta de lluvia que acarree falta de vegetación, la fuerte insolación que no favorezca el crecimiento de vegetales…se suman las prácticas agrícolas que agotan el suelo o que acaban con las reservas de agua o la contaminan y alteran la estructura del suelo dejándolo inservible. Así, vemos que las zonas más afectadas en el mapa pertenecen al clima mediterráneo que, de por sí, presenta escasez e irregularidad de lluvias, lo que influye en el régimen de sus ríos y en sus reservas. Además, a veces las lluvias son torrenciales en esta zona, con lo que el efecto puede ser también devastador sobre el suelo. Se trata, asimismo, de lugares de tradición agrícola que hoy por hoy la continúan de forma modernizada, llevando a cabo cultivos de regadío muy tecnificados que exigen más volumen de agua del disponible y que explotan la tierra de forma intensiva. El propio clima con veranos muy secos supone un factor de riesgo de incendios, que destruyen bosques y suelo a su paso; estos son agravados por la falta del mantenimiento tradicional del sotobosque y por la sustitución, tras los incendios, de la vegetación propia por especies de rápido crecimiento que también suelen prenderse con facilidad. Las consecuencias son desastrosas, pues rehabilitar un suelo es tarea compleja y lleva mucho tiempo. El suelo desertificado contribuye, en un círculo vicioso, al cambio del clima, que se 2 hace cada vez más desértico y que deja la zona prácticamente inservible para el uso humano, animal y vegetal. Además, son evidentes la pérdida de biodiversidad y del valor estético y económico del paisaje. Las principales medidas que se pueden tomar para paliar este problema pasan por su control a través de la Red RESEL, por la reforestación, la gestión sostenible del agua, etc. que se enmarcan en las líneas generales de actuación de la ONU. 3