Mon oncle - AC Granollers

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Associació Cultural Granollers
Dimarts Singulars
Dimarts 1 de desembre / 20 hores
Centre Cultural de Granollers
2015
Mon oncle
de Jacques Tati
Fitxa tècnica:
Direcció: Jacques Tati / Guió: Jacques Tati, Jacques
Lagrange, Jean L’Hôte / Fotografia: Jean Bourgoin
Música: Franck Barcellini, Alain Romans / Any: 1958
País: França / Durada: 120 minuts
Fitxa artística:
Jacques Tati, Jean-Pierre Zola, Adrienne Servantie, Lucien
Frégis, Betty Schneider, Jean-François Martial Cercle de Crítics de Nova York i Oscar a la millor pel·lícula estrangera (1958)
SINOPSI. El senyor Hulot no té feina, i s’ocupa d’acompanyar el seu nebot Gérard a l’escola i portar-lo després a la ultramoderna casa de la seva germana. Ella està casada amb el senyor Arpel, qui intenta ocupar al seu cunyat en l’empresa
de fabricació de tubs de plàstic en la qual treballa.
EL DIRECTOR. Jacques Tati (nascut com a Jacques Tatischeff; Le Pecq, 9 d’octubre de 1907, París, 4 de novembre de
1982) va ser un guionista, actor i director de cinema francès. Jacques Tati ha passat a la història més recordat pel seu
personatge del senyor Hulot que pel seu talent com a actor, guionista i director. Jugador destacat de rugbi, Tati va començar a treballar com a mim i actor de varietats, abans de debutar al cinema a principis dels anys 30. A On demande
une brute (1934), va interpretar el seu primer paper en un llargmetratge. El van seguir diverses pel·lícules amb un tema
central: el constant enfrontament entre l’home i la màquina. El 1949 va dirigir i va protagonitzar la seva primera pel·lícula,
Jour de fête (Dia de festa), una comèdia en la qual interpreta un carter en un petit poble. El film va guanyar el premi
al millor guió original al Festival de Cinema de Venècia. El 1953, com a director, va estrenar Les vacances de monsieur
Hulot (Les vacances del Sr. Hulot), el seu major èxit professional i el seu trampolí per donar-se a conèixer mundialment.
La comèdia va estar nominada als Oscar en la categoria de Millor Guió. Després de l’èxit i la gran acollida de la comèdia,
Tati va presentar Mon oncle (1958), una nova aventura del senyor Hulot; per a molts, la seva obra mestra. La cinta va
aconseguir l’Oscar a la millor pel·lícula de parla no anglesa. El tercer lliurament del senyor Hulot, Playtime (1967), va tenir
una gran acollida de la crítica i el públic, però la carrera comercial no va ser l’esperada. La seguiren Trafic (1971) i Parade
(1974). Les comèdies de Jacques Tati es basen principalment en l’ús de la pantomima i l’slapstick, a més de tècniques
cinematogràfiques modernes i avançades a la seva època. Com a director, el cineasta francès va assumir sempre un
control artístic absolut sobre les seves pel·lícules i la seva permanent recerca de la perfecció ha sigut comparada amb
altres còmics com Charles Chaplin o Buster Keaton.
CRÍTICA
Hulot —uséase, Tati— se pasea por sus películas con su inconfundible sombrero demodé, una sospechosa gabardina,
el paraguas que funciona más bien como cachaba y una pipa sólo a ratos humeante —elementos imprescindibles del
hombre calmado y sin prisa, individuo en vías de extinción y perteneciente al reducido y selecto círculo de los que todavía tienen tiempo para hacerse a un lado del camino y deleitarse con las vistas—. Le pasan cosas ciertamente extrañas
—él, desde luego, puede considerarse a su vez y con todo merecimiento un hombre extraño, desubicado—, sucesos
estrambóticos que vienen motivados —las más de las veces— por su ingenua mirada sobre un mundo que se transforma a marchas forzadas, sin descaso, ímpetu irrefrenable que parece conducirlo al precipicio sin fondo de la banalidad.
Hulot no parece asombrarse ya por nada, aunque sus andares acelerados y torcidos —eterna torre de Pisa apunto de
derrumbarse sobre la arena o el asfalto— nos lo hagan aparecer como un hombre susceptible de emprender la huída,
de salir corriendo, de poner pies en polvorosa y alejarse de aquel siglo xx tecnificado e idiota. Porque el progreso parece haber logrado definitivamente el milagro de la gilipollez suprema: lo fácil es ahora difícil, lo sencillo, complicado.
Hulot carga su pipa con parsimonia, eleva la vista al cielo, hace que no con la cabeza y sonríe. “¿Será posible?”. Logrando
hacer pervivir como nadie la esencia del cine mudo —del cuál hereda el gag visual y recurrente, la situación hilarante
per se, incluso algo del surrealismo de los Marx— nos sirve un plato, con todo, distinto: inteligente utilización del sonido
aliñada con esa poética del perdedor que nunca logra llevarse a la chica… pero al que tampoco parece importarle. Sur
ma vie! (.) Hulot en la ciudad, tratando de serle útil a ese sistema que le es tan indiferente, a una maquinaria engrasada y
dirigida por tipos tan insulsos como su cuñado. Hulot habita en un barrio genuinamente francés —la música de boulevard de Alain Romans no hace sino intensificar esa sensación—, un vecindario donde la gente es abierta, donde la vida
transcurre a medio camino entre la calle y el bar de la esquina. Para algunos, el paraíso en la tierra. ¿Un paraíso pobre?
Sí, también. ¿Y? Las casas de este barrio limítrofes con la geografía de las nuevas urbanizaciones —modernas, impersonales, asépticas— van cediendo poco a poco al avance de los martillos compresores, las mazas y las excavadoras. Una
forma de ver la vida asfixiada por una nueva manera… de no vivirla. La hermana de Hulot habita precisamente en este
Mundo Feliz de medio pelo, secundada por un marido autoritario y carente de imaginación (el directivo ideal, vamos).
Verdadero visionario, Tati se mofa de ese consumismo atroz que hoy nos lleva a cambiar de móvil en busca de tonos
polifónicos o cámaras fotográficas incorporadas con las que retratar nuestro insulso entorno: la convulsiva necesidad
de cambiar de coche, de estrenar, de aparentar. De tener. O de olvidar que dejaremos de ser. Las clases sociales siguen
estando ahí (maravilloso detalle: el horrendo surtidor que preside el jardín sólo es puesto en marcha por la dueña cuando la visita “merece” tal honor) y queda de manifiesto la eterna división al producirse una avería en los conductos del
agua: la mano derecha del jefe deberá de remangarse la camisa —aún siendo domingo—, enfangarse su traje de picos
parcos y quedar bien ante su mentor. Hulot aprovecha para sembrar el caos allá por donde pasa (André Bazin definió a
su personaje como “la encarnación metafísica de un desorden que se prolonga mucho tiempo después de su paso”) y
rescatar a su ahijado de las garras de una modernidad castradora. Al igual que ese perro rico que escapa a las primeras
de cambio al barrio pobre —donde parece estar la verdadera diversión—, Hulot se lleva a su sobrino a respirar un poco
de aire puro, a reírse, a hacer trastadas, a disfrutar de su infancia y prolongar así, de alguna manera, la del tío.
Miradas.net / Jorge Mauro de Pedro
PROPERES SESSIONS
4 i 6 de desembre: Marie Heurtin (2014), de Jean-Pierre Améris
11 i 13 de desembre: Chiisai Ouchi (La casa del tejado rojo, 2014), de Yôji Yamada
Dimarts Singulars. 15 de desembre: Humans i ratpenats (2015), de Carles Flaquer, Xavier Puig i Jaume Sañé
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