La destitución de Rousseff, nuevo varapalo para la

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de
Volantazo
en Brasil
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POLÍTICA
La destitución de Rousseff, nuevo varapalo para la
izquierda latinoamericana
Golpe
palaciego en
Brasil
La polémica destitución de la presidenta carioca Dilma Rousseff y su ‘sustitución’
por el derechista Michel Temer, constituye un nuevo revés para la izquierda en
América del Sur. Calificado por muchos como un golpe de Estado, el proceso da vía
libre a las políticas neoliberales en el mayor país del subcontinente, y viene a
sumarse a la pérdida del poder en Argentina y a los graves problemas por los que
atraviesa el ejecutivo venezolano. El impeachment recuerda mucho lo acontecido
en 2012 en Paraguay con el presidente Fernando Lugo.
Rousseff (izda.), se siente traicionada por su antiguo vicepresidente,
Por Pedro Antonio Navarro
credibilidad de Brasil en el concierto interno e internacional para que los empresarios
l presidente interino de Bra- y los trabajadores se entusiasmen y se retosil, Michel Temer, asumía sus fun- me la seguridad de las inversiones”. El giro quedaba claro cuando el nuevo
ciones la pasada semana con un
mensaje en el que pedía con- hombre fuerte del país proponía en su prifianza a los mercados. Tras la polémica de- mer discurso “incentivar de forma significacisión del Senado carioca, ocupará el cargo tiva las sociedades público-privadas. Para
de Dilma Rousseff mientras dure el proceso eso, es imprescindible reconstruir los funcontra la mandataria, en principio, seis me- damentos de la economía y mejorar el amses, aunque podría completar el mandato biente de negocios para el sector privado”,
que vence el 1 de enero de 2019 en caso de así como ‘sanear’ las cuentas públicas, para
que la destitución sea definitiva –lo que pa- lo que adelantó una reforma del sistema de
jubilaciones.
rece más probable–.
Temer presentaba al Ejecutivo que le
acompañará en su gestión, dando nulas sensaciones de provisionalidad. Se trata de un
giro radical, con un gabinete centroderechista de corte liberal que anunciaba inmediatos recortes sociales y la supresión de varios ministerios. Temer cambiaba el mensaje gubernamental, manifestando su convicción de que “es preciso rescatar la imagen y
E
El nuevo Ejecutivo ha
dado un giro liberal y
ha anunciado recortes
sociales y eliminación
de ministerios
24
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Temer no oculta sus intenciones cuando
plantea que el sector público debe “cuidar
de espacios fundamentales como la seguridad, la salud y la educación y compartir el
resto con la iniciativa privada”, ni tampoco
su prisa, ya que “el tiempo es corto”. De este modo justificaba la reducción del número de ministerios (de 31 a 24), una primera
medida para reducir el gasto público.
En este primer discurso apenas citó las acusaciones por las que Rousseff está siendo juzgada, basadas en un supuesto delito de maquillaje de las cuentas públicas para poder
recibir préstamos con los que cumplir el gasto social previsto en el presupuesto.
El proceso de destitución o impeachment
podría tal vez haberse paralizado si la presidenta hubiera renunciado y convocado
nuevas elecciones para el mes de octubre,
coincidiendo con los comicios municipales,
pero al no ser así, la mandataria se enfrenta
a una posible imputación por ese supuesto
delito de responsabilidad fiscal que no ha
Te
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Temer (dcha.), a quien acusa de ser uno de los jefes de la ‘conspiración’ que la ha derrocado.
podido ser demostrado.
Rousseff ha acusado a Temer, su antiguo
vicepresidente, de ser “uno de los jefes de
la conspiración”, y ha manifestado estar conmocionada por “los tiempos extraños, tiempos de golpe, farsa y traición”, al tiempo que
advertía de que “lo que está en juego ahora” no es su mandato, sino “el respeto a las
urnas, a la voluntad soberana del pueblo y
la Constitución y las conquistas sociales de
los últimos años” y avisaba que el objetivo
fundamental del nuevo Gobierno “ilegal y
golpista” es “acabar con todos los programas sociales”. La cosa viene de lejos. Apenas dos semanas después de ganar las elecciones, Dilma
Rouseff sufrió su primera amenaza de ‘impeachment’. La planteó su más directo contrincante, Aécio Neves (PSDB) que había perdido los comicios por un 1,6 por ciento de
los votos. Entonces, el ‘argumento’ era un
presunto fraude electoral. Meses después, la
justicia echaba por tierra esta acusación, pe-
Apartada de forma
provisional de la
Presidencia, Rousseff
se enfrenta ahora a un
proceso de destitución
ro desde ese momento, las peticiones de destitución se fueron acumulando en el Congreso –más de 20–. A lo largo de 2015 la Cámara de los Diputados no aceptó ninguno de estas reclamaciones, pero las utilizó para provocar
un giro a la derecha en materia económica
en la acción de Gobierno, dada la situación
de debilidad del Partido de los Trabajadores
(PT) en la Cámara. La presidenta terminaba
aceptando muchas de las condiciones impuestas. Para empezar, nombraba al frente
de Economía a Joaquim Levy, un liberal afín
a los mercados internacionales y actual di-
rector financiero del Banco Mundial. En la
cartera de Agricultura colocó a Kátia Abreu
(PMDB), conocida como la ‘Reina del Agronegocio’, enfrentada tradicionalmente con
las comunidades indígenas y aliada de los
latifundistas. Rousseff también anunciaba un ajuste fiscal que repercutía especialmente en las clases trabajadoras y planteó una ley que retrocedía con respecto a ls anteriores normas
laborales y reducía la capacidad de influencia de los sindicatos. En paralelo, el Congreso de los Diputados no le permitió aprobar otras leyes que trataban de compensar
este retroceso y mejorar la situación económica. Esto provocó la ‘huida’ de sus aliados
de izquierda y el creciente desapego de trabajadores y movimientos sociales, que comenzaban a llenar las calles con sus protestas. La crisis se agudizó, aumentó la inflación, el desempleo, y la deuda pública.
Ahora, el más que polémico proceso de
destitución se basa en seis decretos presupuestarios aprobados por la presidenta supuestamente a sabiendas de que no había el
dinero suficiente para respaldarlos, y un presunto ‘maquillaje’ de las cuentas públicas
para recibir créditos de los bancos y mantener sus promesas de gasto social, algo que,
además de no estar comprobado, suele ser
una práctica habitual de anteriores gobiernos, y también en otros países. El poder económico, además de sus ‘aliados’ políticos, es uno de los principales impulsores de esta destitución. La Federación
de Industria de Sao Paulo (FIESP) es uno de
sus referentes más claros. Su edificio en la
Avenida Paulista se puso a disposición de
los manifestantes contrarios a Dilma Rousseff, y su fachada ha servido de pancarta durante todo el proceso, con la frase “Renuncia Ya” bajo los colores de la bandera de
Brasil, el símbolo adoptado por la derecha
del país.
‘Lava Jato’. Además, existe otro factor clave
que ha servido para caldear el ambiente contra el ya anterior Gobierno. El mayor escándalo de corrupción del país –las supuestas
comisiones millonarias a costa de Petrobras–
que investiga la Operación Lava Jato, que
está en manos del polémico juez Sérgio Moro. La investigación ha puesto de manifiesto que tanto algunos cargos del PT, como de
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POLÍTICA
los hasta ahora principales partidos aliados
del Gobierno (PMDB y PP), así como de la
oposición (PSDB), recibieron sobornos millonarios de las más importantes constructoras del país a través de desvío de dinero
de la compañía estatal petrolera. A pesar de
que entre los acusados haya políticos de diversas siglas, los grandes conglomerados mediáticos, como la Cadena Globo, han concentrado todas sus acusaciones exclusivamente contra el PT.
El juez Sérgio Moro es el ídolo de los partidarios de la destitución. Durante meses,
esta especie de ‘maggistrado estrella’ ha declarado públicamente que Lava Jato es una
cruzada contra la corrupción y “el esquema
de cuadrillas” del Gobierno. El magistrado
que hace meses que está detrás de Lula y de
la presidenta, no ha investigado las acusaciones hechas contra el líder del PSDB Aécio Neves, o contra el líder del Senado, Renan Calheiros (PMDB), ambos citados por
los testigos en más ocasiones que cualquier
otro dirigente del PT.
Paradójicamente, no existen por el momento pruebas que involucren a Dilma Rousseff en el escándalo de Petrobras, mientras
que sí se han encontrado las que implican
El proceso
parlamentario
El pasado 9 de mayo, el presidente interino del Congreso de Brasil,
Waldir Maranhao, anulaba el proceso de destitución de Dilma Rousseff.
Maranhao aceptaba la demanda interpuesta por la Abogacía General
del Estado y decidía dar por nulas las
sesiones de la Cámara de los Diputados en las que se votó a favor del
‘impeachment’ contra la presidenta.
La Abogacía había denunciado “vicios que declaran nula de pleno derecho” la votación del pasado 17 de
abril en la que 367 de los 513 diputados aceptaron las acusaciones contra la mandataria y dieron el visto
bueno para iniciar los trámites para
destituir a la presidenta.
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El magistrado Moro lleva meses detrás de Rousseff y Lula.
al ya expresidente del Congreso, Eduardo
Cunha, investigado formalmente por desvío
y blanqueo de dinero por Tribunal Supremo
Federal (STF), y principal impulsor del ‘impeachment’. Hasta Michel Temer ha sido citado en el escándalo de Lava Jato.
Pese a la provisionalidad de los, en principio 180 días de mandato, el nuevo Gabinete ha presentado un nuevo programa de
gobierno conocido como ‘Puente para el futuro’, que deja bien a las claras el volantazo a la derecha que se pretende. Duros ajustes fiscales, la privatización del Presal (uno
de los mayores descubrimientos petrolíferoS
del siglo XXI), desvincular los gastos obliga-
Maranhao había asumido la Presidencia de la Cámara de Diputados
a comienzos de mayo, en lugar de
Eduardo Cunha, impulsor del juicio
político contra Rousseff y suspendido del cargo por la Corte Suprema
por usar el Congreso en beneficio
propio.
Maranhao entendía que los diputados revelaron el sentido de su voto antes de conocer el alegato del
Abogado General del Estado, José
Eduardo Cardozo, a favor de Rousseff y que apenas le dejaron hablar,
lo que vulneraría el derecho a la defensa. El presidente del Congreso
anunciaba la convocatoria de una
nueva sesión, cuya fecha ya se especificaría, para repetir la votación
sobre el ‘impeachment’.
Pero las esperanzas de Rousseff
se desvanecían cuando el propio
Maranhão tras ser amenazado con
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torios de Sanidad y Educación de los presupuestos estatales, desvincular también el aumento de los beneficios sociales y el reajuste del salario mínimo o permitir que los convenios colectivos entre los empresarios y los
trabajadores prevalezcan frente a las leyes
laborales, son solo algunos de sus aspectos
destacados.
Intelectuales, movimientos sociales, sindicatos, casi todo el mundo de la cultura y
la izquierda brasileña coinciden en calificar
como ‘golpe de Estado’ a lo que está sucediendo en el país. Cuatro gobiernos consecutivos del Partido de los Trabajadores (PT)
y la amenaza del retorno de Lula en 2018
no parecía un panorama aceptable para el
principal partido de la oposición, que ha decidido quitarse de encima a una presidenta
elegida por 54 millones de votantes, hace
solo 19 meses.
El Congreso que surgió de las últimas elecciones generales es el más conservador desde la redemocratización del país. El peso
evangélico, de las élites del campo y pro militar ha mostrado su influencia desde el primer día en ambas Cámaras, mientras que el
PT perdía un importante número de escaños.
El PMDB, que funcionaba como partido alia-
ser expulsado de su partido (PP),
decidió revocar la anulación y
mantener la votación prevista en
el Senado.
A lo largo de esa semana Rousseff vio cómo otros tres partidos
aliados (PP, PSB y PR) anunciaban
su ruptura con el Ejecutivo y prometían votar a favor de su destitución. Aunque muchos diputados se
encontraban lejos de Brasilia –sede del Congreso-, el diario ‘Folha de
São Paulo’ informaba de que un grupo de empresarios facilitaron aviones privados a los diputados para
que regresaran.
Casi la totalidad de los diputados
que votó a favor lo hizo “por Dios y
por la familia”. Los 367 diputados
que ganaron en la Cámara citaron a
su familia en el momento de dar el
voto. Nombraron a sus hijos, nietos,
padres. Muchos de ellos asegura-
513 diputados votaban a favor de iniciar el proceso contra la
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do se acababa adueñando del Legislativo y
Eduardo Cunha (PMDB), uno de los diputados más conservadores, conseguía la presidencia de la Cámara Baja y comenzaba a tejer alianzas para imponer su programa. Los
que habían sido aliados, con el paso del tiempo se convertían en oposición. El momento clave llegaba el pasado diciembre. Entonces, Eduardo Cunha, tras ver
cómo dos diputados del PT votaban en la
Comisión de Ética del Congreso a favor de
que le apartaran de su cargo, decidía dar un
impulso definitivo al proceso de ‘impeachment’ contra Dilma Rousseff.
El expresidente Lula también se ha visto cuestionado.
del caciquismo –conocido como ‘coronelismo’ en este país–.
No tiene un programa ideológico definido. Ha formado parte de los gobiernos de
todos los presidentes desde la redemocratización del país, pero, paradójicamente, ha
sido el Partido de los Trabajadores (PT) quien
esde 1994, tras la derrota les ha dado mayor capacidad de influende Orestes Quércia, el PMDB cia. La gobernabilidad dependía de ellos y
no presenta ningún candidato a por ello Lula y Dilma justifican sus alianzas,
la presidencia. Es un partido que las mismas que hoy han hecho que Rousseff
mantiene varios feudos regionales, gobierna sea destituida.
en estados tan poderosos como Rio de JaMichel Temer es el actual líder del PMDB.
neiro (el segundo mayor PIB de Brasil) y se Considerado como un político frío, cuya maalimenta de relaciones clientelares típicas yor habilidad es la de negociar bajo cual-
Los nuevos
protagonistas
D
tra la presidente de Brasil.
ron que votaban para “acabar con
la corrupción y el robo”, un argumento contradictorio cuando uno de
cada tres diputados del Congreso es
investigado por delitos de corrupción, y el recién destituido presidente de la Cámara, Eduardo Cunha está acusado formalmente de lavado de dinero y a la espera de ser
juzgado por el Tribunal Supremo Federal. Incluso el diputado Jair Bolsonaro (PP) aseguró que “este voto es contra los comunistas”.
Los diputados que defendieron a
la presidenta no nombraron ni a
Dios ni a su familia. Todos ellos recordaron que votaban “contra un
golpe”. Citaron luchas de izquierda
como la reforma agraria, la demarcación de tierras indígenas o las
movilizaciones contra el exterminio
de la población negra en las periferias. Buena parte de ellos recor-
quier circunstancia. Ha sido presidente del
Congreso en dos ocasiones, diputado federal en seis legislaturas y presidente de su partido desde 2001. A sus 76 años, como anterior vicepresidente, ha alcanzado la presidencia de la República tras un juicio político a la presidenta Rousseff sin bases jurídicas claras para impugnarla. Es abogado, especialista en derecho constitucional.
En la presentación de su nuevo Gobierno,
sus intenciones reales quedaban al descubierto. Un equipo formado íntegramente por
hombres, todos ellos blancos, de mediana
edad, ricos y extremamente conservadores.
Por primera vez desde la dictadura no hay
una sola mujer que ocupe un cargo ministerial. A pesar de representar el 54 por ciento de la población del país, los negros tampoco tienen espacio en este Ejecutivo. El recién estrenado equipo representa mejor
que nadie los intereses de las élites, y al menos diez de ellos ya ocuparon carteras en los
mandatos de Lula y Dilma. Entre los 23 ministros se encuentra el conocido rey de la
Soja, Blairo Maggi (PMDB), el segundo político más rico de Brasil según la revista ‘Forbes’, con una fortuna declarada que ascien-
dó que el presidente de la Cámara,
Eduardo Cunha, está investigado
por corrupción y en varias ocasiones le llamaron “canalla” y “ladrón”. Dilma Rousseff dio un discurso en el que pidió reconciliación:
“Nunca ha habido tanto odio en
Brasil, tanto fascismo”.
A partir de este momento el proceso de ‘impeachment’ continuaba
en el Senado. Allí se necesitaba una
mayoría simple para dar luz verde
al proceso. El procedimiento establece que si esto sucediera, la presidenta sería apartada de su cargo
durante 180 días, tiempo en el que
los senadores estudiarían el caso
en profundidad para después llevar
a cabo una última votación que daría el resultado definitivo. En ese
momento se celebraría un juicio político en el Senado dirigido por el
presidente del Tribunal Supremo. Si
dos tercios de los senadores (54),
respaldan la destitución, ésta será
definitiva.
Finalmente, el pasado 12 de mayo, por 55 votos a favor y 22 en contra, el Senado decidía seguir adelante con el proceso político contra la presidenta, que era apartada
de sus funciones durante esos 180
días.
Se da la circunstancia de que el
60 por ciento de los senadores (49
de 81) están procesados por la justicia acusados de lavado de dinero,
crímenes contra el orden financiero
y crímenes electorales, mientras que
hasta ahora Rousseff no ha sido
acusada de ninguno de esos delitos.
Del mismo modo, 303 diputados,
de los 513 de la Cámara Baja que
aprobaron el ‘impeachment’, están
acusados de delitos que van desde
fraude hasta homicidio.
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POLÍTICA
Nada garantiza la paz social al nuevo Gobierno.
de a 34 millones de euros. Maggi se encargará del ministerio de Agricultura; un hombre que posee un total de 225.000 hectáreas
con plantaciones de maíz, soja y algodón.
En 2005 recibió el premio ‘Motosierra de
oro’, ‘otorgado’ por Greenpeace por ser uno
Crónica de una muerte anunciada
El Partido Progresista (PP)
anunciaba a mediados del pasado mes de abril que abandonaba la coalición de Gobierno,
como ya hiciera el Partido de
Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) a finales de marzo. La decisión del PP, cuarta
fuerza en la Cámara Baja con
49 diputados, resultaba definitiva para el resultado final.
La comisión parlamentaria
que decidió iniciar el , también
en abril, tenía en su interior la
sombra de la sospecha. 35 de
los 38 diputados que se posicionaron a favor del ‘impeachment’ acumulan diversos procesos judiciales por corrupción.
De los 27 contrarios, solo 2.
El presidente de la Comisión
Especial, el diputado Rogério
Rosso, del Partido Social Democráta (PSD), ha sido denunciado por desvío de dinero pú28
blico a través de su cargo en
Brasilia. Por su parte, el autor
del informe final del ‘impeachment’, el diputado del Partido
Laborista de Brasil (PTB) Jovair
Arantes, fue investigado por el
Ministerio Público Federal
(MPF) entre los años 2006 y
2012 por irregularidades en las
cuentas de su campaña electoral para el cargo de diputado
por el estado de Goiás.
Del mismo modo, el diputado del Partido Progresista (PP),
Paulo Maluf, fue condenado
por usar dinero público para
su promoción personal, además fue denunciado por blanqueo de capitales, delitos contra el sistema financiero e incluso por la ocultación de cadáveres durante la Dictadura
Militar (1964-1985). De esta
manera la lista prosigue, entre otros, con los nombres de
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los cuatro diputados asociados al Partido del Movimiento Democrático de Brasil
(PMD), antiguo socio de Gobierno y actualmente en las filas de la oposición y otros
cuatro diputados del Partido
de la Social Democracia de
Brasil (PSDB), principal partido opositor.
El PP había sido un importante aliado de Rousseff. Ahora la gran mayoría de sus
miembros están a favor de la
destitución de la presidenta.
Con las salidas del Ejecutivo
del PP y el PMDB, que cuenta
con 69 diputados, el Gobierno
perdía 117 votos en la Cámara
de Diputados. Antes, ya habían abandonado el Gobierno los
partidos Republicano Brasileño (PRB) y el Laborista Brasileño (PTB), que en conjunto suman 40 diputados.
de los campeones de deforestación de la selva amazónica.
En el nuevo gabinete también está bien representadas las oligarquías familiares. Helder Barbalho (Integración Nacional), Fernando Coelho (Minas y Energía), Mendonça
Filho (Educación), Sarney Filho (Medio Ambiente) o Henrique Eduardo Alves (Turismo)
pertenecen a algunas de las familias más ricas del país. Estos clanes a su vez son dueños de diversos medios de comunicación regionales, ya que, al menos un tercio de los
23 ministros tienen televisiones y radios entre sus negocios.
Michel Temer resucitaba también una cartera que había sido eliminada por Rousseff,
el Gabinete de Seguridad Institucional, que
viene desde la dictadura, y que va a ocupar
el militar Sérgio Etchegoyen, hijo de uno de
los torturadores más conocidos del régimen
militar, Léo Etchegoyen, y conocido detractor de la Comisión de la Verdad que se hizo
durante el Gobierno de Rousseff. La cartera
de Derechos Humanos –que incluía Igualdad Racial y Mujer- ha desaparecido.
Tampoco la corrupción y los escándalos
financieros son ajenos al nuevo equipo gubernamental. Al menos un tercio de sus ministros están siendo juzgados por diversos
casos de desvío y lavado de dinero o fraude
electoral, y tres de ellos están acusados en
la Operación ‘Lava Jato’, que investiga los
desvíos millonarios de la compañía estatal Petrobras. Del mismo modo, el nuevo ministro de Salud, Ricardo Barros, está investigado por corrupción, malversación y delitos contra la Ley de Licitaciones. Tesorero
del Partido Progresista (PP) y cinco veces
electo diputado federal, Barros debió también responder ante la justicia durante su
época de alcalde de la ciudad paranaense
de Maringá, en la década de 1990. Por entonces, el nuevo titular de Salud fue condenado por el Tribunal de Justicia por fraude
en la venta de colectores y compactadores
de basura y fue obligado a devolver a las arcas públicas más de un millón de reales
(250.000 euros). También ejerció como secretario de Industria y Comercio do Paraná
a partir de 2011, pero dejó el cargo después
de recibir denuncias por irregularidades en
su gestión al frente de esa cartera. Lo primero
que ha hecho al frente de su Departamento
es anunciar que “no habrá recursos” para la
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Farmacia Popular (que ofrece medicaciones
gratuitas para las enfermedades más habituales) y alertó de que en el mes de agosto
tampoco habrá dinero para pagar al Samur. Por su parte, el nuevo ministro de Economía y Hacienda, Henrique Meirelles, ya
ha hablado de la necesidad de “drásticos
recortes”.
Temer apenas tiene el apoyo del 2 por
ciento de la sociedad (según los últimos sondeos), y nunca ha ganado unas elecciones
directas. La gobernabilidad en el Congreso
la tiene asegurada, pero tiene garantizadas
las movilizaciones contra su Gobierno y sus
políticas, algo que ya comenzado. Especialmente tras los anuncios de recortes en
la denominada ‘Bolsa Familia’, que podrían dejar sin subvención a 14 millones de
brasileños.
El nuevo Ejecutivo también ha desvelado
su intención de que los gastos en Sanidad y
Educación dejen de ser obligatorios, mientras que las privatizaciones ya están en marcha y se facilitarán las normas para la compras de tierras para extranjeros. Tampoco se
descarta la venta total o parcial de Petrobras.
Por si fuera poco, la semana pasada Wikileaks revelaba que el presidente interino
de Brasil fue informante de la inteligencia de
Estados Unidos desde hace años. Además,
se da la coincidencia de que la embajadora
de Estados Unidos en Brasilia desde 2013,
El expresidente del Congreso, Cunha, está imputado.
Liliana Ayalde, fue la misma que dirigió la
misión diplomática norteamericana en Asunción, Paraguay, hasta unos meses antes del
golpe parlamentario contra el expresidente
Fernando Lugo, el 22 de junio de 2012.
Cronología de
una trama
E
n mayo del 2015, los primeros en
presentar una solicitud oficial de
censura en Brasilia fueron los integrantes del colectivo ‘Marcha
pela libertad’ (Marcha por la Libertad, en español), propuesta a la que se plegó de inmediato el opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
A pesar de que la justicia corroboró que
no había nexo entre Rousseff y el caso Lava
Jato, la solicitud de ‘impeachment’ continuó
con las cuentas públicas que presentó a fin
de su primer mandato.
La oposición acusó a la mandataria de maquillar los saldos de las cuentas públicas para encubrir el déficit fiscal, lo que se conoce en Brasil como ‘pedaladas fiscales, para
no verse perjudicada en la campaña electoral de 2014.
—En julio de 2015, Rousseff entregó al Tribunal de Cuentas de la Unión un documento
de 900 páginas que explicaba con detalle el
porqué de las supuestas ‘pedaladas fiscales’
realizadas por su Gobierno en 2014 para demostrar que no se incumplía la Ley de Responsabilidad Fiscal.
—Pero en octubre del 2015 el Tribunal
consideró que existían graves irregularidades al acumular una deuda con la banca pública. Según el ente, el Banco de Brasil, el
Banco Nacional de Desarrollo y Económico
y Social y la Caixa Federal sufragaron los
programas sociales del gobierno del PT.
—En diciembre de 2015, el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, conocido opositor a Rousseff, a
pesar de pertenecer al aliado Partido del Movimiento Democrático Brasilero (PMDB), impulsó la votación para comenzar el proceso
de impeachment a la presidenta.
Detrás de toda la convulsión política y social que vive Brasil se esconde la petrolera estatal Petrobras, en un caso de corrupción a gran escala.
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POLÍTICA
Apoyos a
Rousseff
La OEA (Organización de Estados Americanos), a través
de su presidente, el uruguayo
Luis Almagro, ha expresado
sus dudas acerca de este proceso “por no tener nada de
peso para acusar a la presidenta” y porque aquellos que
comandan el juicio político están acusados de graves delitos de corrupción”.
El presidente de El Salvador,
Salvador Sánchez Cerén, iba
más lejos al anunciar que su
país no reconocerá al nuevo
Gobierno de Brasil: “Hemos tomado la decisión de no reconocer a ese gobierno provisional, porque hay una manipulación política y vamos a mandar
a llamar a nuestra embajadora
para que regrese al país”. “ Es
una manipulación política la
que se ha dado”, añadía.
Desde otros gobiernos de Latinoamérica se sostiene que la
líder brasileña es víctima de un
golpe de Estado, mientras que
el secretario general del bloque sudamericano Unasur, Ernesto Samper, ha afirmado que
la suspensión de Rousseff
“afecta la gobernabilidad democrática en Brasil”.
El presidente de Bolivia, Evo
Morales, ha condenado el “golpe parlamentario”.. “Sentimos
la misma indignación que usted y su pueblo frente al golpe
congresal y judicial”, escribía
Morales en su cuenta de Twitter. Un comunicado del Gobierno boliviano señala que el proceso de destitución presidencial contra Rousseff,” en base
a una farsa jurídica y política,
pretende desestabilizar la de30
mocracia y desconocer la voluntad de los pueblos expresada en el voto popular”.
Mientras, dirigentes de la
Central Obrera Boliviana y de
la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos han señalado que el ‘impeachment’ es “una acción planificada por la oligarquía y los
poderes imperiales contra el
proceso de cambio en Latinoamérica”.
Centrales sindicales y movi-
naza a los derechos y las conquistas de la clase trabajadora, la soberanía nacional y la
democracia”.
La Central Única de los Trabajadores (CUT) se niega a reconocer al Gobierno de Temer,
al que considera “ilegítimo” por
no respetar la voluntad de la
mayoría de los ciudadanos brasileños. En un comunicado advierten de que “lucharon hasta ahora contra el golpe y continuarán haciéndolo para reconducir al país al Estado de
Derecho, al régimen democrático y a la necesaria reforma de
las instituciones políticas”.Por
su parte, el Movimiento de los
Trabajadores Rurales sin Tierra
(MST) recordó que “el Vice
usurpador (en alusión a Temer)
pretende aplicar un programa
recesivo, neoliberal, que trae
al pueblo brasileño tristes recuerdos de los tiempos cuando
gobernaron Fernado Collor de
Mello y Fernando Henrique Cardoso”. Aseguran que el nuevo
Gobierno “tampoco representa una ruptura con los métodos
corruptos que todos denunciamos en las calles”.
Mientras, la central sindical
uruguaya PIT-CNT calificó de
“golpe de Estado” la separaEvo Morales lo considera un golpe.
ción de Dilma Rousseff de su
cargo por 180 días. Un comumientos campesinos brasileños nicado de la organización obreya han anticipado su rechazo al ra afirma que “las votaciones
programa presentado por Te- de la Cámara alta y antes en la
mer, denominado ‘Puente para de Diputados desconocen la voel futuro’. En un mensaje di- luntad del pueblo brasileño
fundido la semana pasada, el constituye un golpe de Estado
máximo dirigente de la Central que está enmarcado en una
de los Trabajadores y Trabaja- ofensiva del imperialismo, las
doras de Brasil (CTB), Adilson clases dominantes, la derecha
Araújo, advertía de que el Eje- y los grandes medios de cocutivo “carece de legitimidad y municación en todo el contino merece ni tendrá tregua en nente para frenar los procesos
las calles. El programa de los de avance que nuestros puegolpistas constituye una ame- blos han construido”.
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Días después el Gobierno solicitó al Tribunal Federal de Brasil que rechazara el proceso alegando que la votación para la formación de la comisión parlamentaria había
sido secreta y que la ofensiva de Cunha contra la presidenta evidenciaba parcialidad del
legislador.
Sin embargo, la misma semana el juez del
Tribunal Supremo Federal de Brasil (TSF),
Luiz Fachin, avaló que el proceso de juicio
político contra la presidenta de la República, Dilma Rousseff, se producía dentro del
marco legal contemplado por la Constitución Federal de 1988.
—2016 comenzó con la investigación de
los parlamentarios, que corría con mayoría
opositora a Rousseff. La presidenta hizo cambios en su Gabinete para lograr alianzas en
el Congreso y eso incluyó la incorporación
del expresidente Inácio Lula da Silva en el
Ministerio de Casa Civil (Presidencia), aunque no llegó a asumir el cargo por estar en
proceso de investigación judicial por el caso ‘Lava Jato’.
—El 13 de abril se aprobó el informe de
la Comisión Parlamentaria que investigó el
caso con 38 legisladores a favor contra el
voto negativo de 27, para que se iniciara un
proceso de censura contra la presidenta.
Como respuesta a la decisión de los legisladores, el abogado general del Estado brasileño, José Eduardo Cardozo, declaró a la
prensa que el informe “demuestra que no
hay una base legal y por ello el proceso de
‘impeachment’ no debería ser llamado así
sino golpe, el golpe de abril de 2016”, mientras solicitaba un recurso de nulidad al Tribunal Supremo Federal (TSF).
—El 15 de abril, el TSF rechazó el recurso interpuesto por la Abogacía General de
la Unión, representada por Cardozo.
Los principales impulsores de la destitución son los representantes del PMDB,
Eduardo Cunha y el vicepresidente de Brasil, Michel Temer, quienes han liderado las
maniobras para la separación del cargo a
Rousseff. Antes de la votación se filtró en la
prensa un video en el que el vicepresidente estaba ya ensayando su acto de asunción
del poder, simulando la destitución de Rousseff. La mandataria lo llamó “golpista” y
agregó que eso demostraba “la arrogancia
y desprecio que siente Temer por el pueblo
brasileño”. l
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