Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Radiología. 2014;56(5):463---471 www.elsevier.es/rx HUMANIDADES EN RADIOLOGÍA Epónimos en radiología del esqueleto: cuentos de huesos, hombres y civilizaciones A. Viteri Jusué ∗ , J.M. Eguidazu Elosua, J. Castillo de Juan y D. Grande Icaran Servicio de Radiodiagnóstico, Hospital Universitario Basurto, Bilbao, Bizkaia, España Recibido el 13 de noviembre de 2013; aceptado el 27 de abril de 2014 Disponible en Internet el 10 de julio de 2014 PALABRAS CLAVE Epónimos; Humanidades; Radiología convencional; Músculo-esquelético KEYWORDS Eponyms; Humanities; Conventional radiology; Musculoskeletal ∗ Resumen Los epónimos reflejan la Historia de la Medicina, de las enfermedades y de los médicos, pero también de las sociedades en las que estos vivieron. Amados y odiados a partes iguales, el interminable debate acerca de si los epónimos deben seguir empleándose o desaparecer ha ganado vigencia desde que en los últimos años las sociedades científicas han despojado de sus epónimos a los médicos ligados al nazismo. Si hay un campo de la medicina en el que abundan los epónimos, es la radiología convencional del esqueleto. En este trabajo no intentaremos hacer una revisión exhaustiva de todos ellos, sino que emplearemos ejemplos significativos para intentar ilustrar lo que los epónimos aportan a la medicina y a la historia de la medicina. © 2013 SERAM. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. Eponyms in musculoskeletal radiology: Stories of bones, persons, and civilizations Abstract Eponyms reflect the history of medicine, of disease, and of physicians, but eponyms also reflect the history of the societies in which these physicians lived. Both loved and hated, eponyms are at the center of an interminable debate about whether they should continue to be used or whether they should disappear, and this debate has become more intense since some scientific societies have purged their terminologies of eponyms related to Nazism. Eponyms abound in conventional musculoskeletal radiology. In this article, rather than attempt an exhaustive review of all these eponyms, we take a few representative examples to illustrate the contributions of eponyms to medicine and the history of medicine. © 2013 SERAM. Published by Elsevier España, S.L.U. All rights reserved. Autor para correspondencia. Correo electrónico: ainhoa.viterijusue@osakidetza.net (A. Viteri Jusué). http://dx.doi.org/10.1016/j.rx.2014.04.007 0033-8338/© 2013 SERAM. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Todos los derechos reservados. Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 464 A. Viteri Jusué et al Epónimo: se dice del nombre de una persona o de un lugar que designa un pueblo, una época, una enfermedad, una unidad, etc. Diccionario de la RAE1 . Introducción Los epónimos quizá sean la más alta distinción que se puede conseguir en Medicina: la que colegas y discípulos otorgan a quien ostenta el mérito de haber descrito una enfermedad o ideado un procedimiento. Nos hacen recordar de dónde venimos, quiénes nos precedieron y qué lograron. Aunque no siempre el homenaje es justo, como veremos. Capaces de provocar reacciones viscerales entre los médicos y los estudiantes de medicina, hay quien los ama y quien los odia, y probablemente en ambos puntos de vista haya parte de razón. Se ha dicho de ellos que son injustos, que no siempre el nombre que perdura es el de quien describió la enfermedad y que fomentan el culto al individuo en lugar de reconocer el esfuerzo cooperativo que habitualmente subyace en los avances médicos. Se les acusa de etnocéntricos y androcéntricos, y probablemente lo son. Además de caprichosos, con frecuencia son inexactos (cuando el mismo epónimo se usa para varias enfermedades diferentes) y llevan a confusión (cuando nos referimos con diferentes nombres a la misma entidad). Y carecen del valor informativo que las nomenclaturas racionalistas sin duda incorporan2 . Damos por buenos todos estos argumentos, pero nos preguntamos si estos defectos son privativos de los epónimos o más bien los comparten, o heredan, con la Historia, la Historiografía, la Medicina, y al fin, con nuestra civilización, que los ha alumbrado. Y no podemos negarlo, ¡nos gustan los epónimos!, a pesar de sus defectos o precisamente por ellos. Nos gustan por su sonoridad, su colorido, su poder evocador de un tiempo y una medicina que ya no volverán. Porque somos conscientes de sus defectos pero también de los valores perdidos que encierran. Sí, en la edad de la medicina tecnificada, desarraigada de la cultura y con frecuencia deshumanizada, quizá queda algo de nostalgia en el uso de los epónimos. Dejando a un lado nuestra debilidad por los epónimos, lo cierto es que son prácticos, breves, fáciles de recordar y, sobre todo, inextinguibles3 . Hay literalmente miles de epónimos en la medicina, cerca de 8.000 recogidos por el historiador de la medicina noruego Ole Daniel Enersen en su diccionario de epónimos4 . Y si hay una especialidad que sufra eponimofilia esa es la Radiología, especialmente el estudio del sistema musculoesquelético, que posee más de 400 epónimos de radiología convencional; de ellos, más de 50 solo para las fracturas. Pero hoy no pretendemos revisar exhaustivamente todos ellos. Simplemente, a través de algunos de los más universales, recorrer algunas de las luces y las sombras de la Historia de la Medicina. Anatomía del esqueleto y mitología clásica Los epónimos llegaron a la Anatomía antes que a la Medicina, pero fueron los personajes mitológicos, y no los anatomistas, los que quedaron para la eternidad. Entre los muchos ejemplos, escogemos 2 mitos griegos que colorean la árida nomenclatura anatómica. La primera vértebra cervical (C1) Figura 1 Estatua romana representando a Atlas (s. ii d. C.). Colección Farnese. Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Tomada de Wikimedia Commons. Disponible en: http:// commons.wikimedia.org/wiki/File:MAN Atlante fronte 1040572.JPG. lleva el nombre de Atlas, el titán condenado por Zeus a sostener sobre sus hombros el peso de la bóveda celeste (fig. 1). Aquiles, el de los pies ligeros, fue sumergido por su madre en la laguna Estigia para conferirle la inmortalidad. Le sostuvo por el talón, que quedó fuera del agua, y por tanto resultó su único punto vulnerable, de tal manera que Héctor venció a Aquiles al dispararle una flecha en el talón. De ahí viene la expresión coloquial «talón de Aquiles» para referirnos al punto débil de alguien. Sin embargo, en anatomía hablamos del tendón de Aquiles. El nombre se lo dio el anatomista Philip Verheyen en el siglo xvii. A causa de una infección, sufrió la amputación de una pierna, que fue conservada «en licores», por lo que cuando empezó a padecer «miembro fantasma», decidió disecarla él mismo para buscar la causa de su mal (fig. 2). Visto su punto débil, llamó tendón de Aquiles (Chorda Achillis) al tendón del tríceps sural5 . Los cirujanos ortopédicos y las fracturas Para angustia de los estudiantes de Medicina, hay más de 50 epónimos solo para describir las diferentes fracturas. La mayoría perpetúan el nombre del cirujano ortopédico que las describió, habitualmente en los siglos xviii y xix, ¡antes del advenimiento de los rayos X!, basándose en el mecanismo de producción y la exploración clínica únicamente. El mérito, inmenso, se veía reconocido con el correspondiente epónimo. La Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Epónimos en radiología del esqueleto 465 Figura 2 A la izquierda, Thetis sumerge a Aquiles niño en la laguna Estigia, que corre a través del Hades. En el fondo, vemos al barquero Caronte llevando a los muertos en su barco a la otra orilla, y en primer plano descansa Cerbero, el perro de 3 cabezas. Peter Paul Rubens, aprox. 1630-35. Museum Boijmans van Beuningen. Tomada de Wikimedia Commons. Disponible en: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Peter Paul Rubens 181.jpg. A la derecha, Philippe Verheyen disecando su miembro amputado. Anónimo, 1715-1730. Óleo. Colección de Pieter Deheijde. Tomada de Wikimedia Commons. Disponible en: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:PhilipVerheyen.jpg. lista completa de fracturas con epónimo ya ha sido descrita por Hunter et al.6 , y no vamos a enumerarlas. Pero no nos resistimos a mencionar nuestras 3 favoritas: --- Fractura de Don Juan o de Casanova: fractura (bilateral) de calcáneo al precipitarse desde altura (fig. 3). Un favorito entre los epónimos. Por un lado, porque su nombre no se debe a un médico del pasado, sino a un mito atemporal. Por otro, porque describe el mecanismo de producción, al recordarnos al amante saltando desde el balcón ante la llegada del esposo. Y, finalmente, por su relevancia clínica, al recordarnos que ante ella debemos descartar fracturas vertebrales dorso-lumbares, que se asocian al tipo de traumatismo7 . --- Las fracturas del mediopié, Chopart y Lisfranc: la fractura-dislocación de Chopart afecta a las articulaciones mediotarsales (calcáneo-cuboidea y astrágaloescafoidea), también llamada articulación o línea de Chopard, puesto que es la que él desarticulaba para Figura 3 Fractura bilateral de calcáneo o fractura de Don Juan. Mujer de 17 años que se precipitó desde un tercer piso tras consumir alcohol y hachís. Fractura compleja de ambos calcáneos (A y B). La TC mostró también fractura compleja de ambas alas sacras, fractura de ambas ramas isquiopubianas y fractura no desplazada acetabular derecha no mostradas (C y D). Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 466 amputar el pie, en el siglo xviii. Su procedimiento era efectivo para los pacientes porque permitía cargar peso y resistía las infecciones mejor que otras amputaciones de la extremidad inferior8,9 . La fracturasubluxación de Lisfranc es la de las articulaciones tarso-metatarsianas, habitualmente de la segunda a la quinta, con desplazamiento lateral de los metatarsianos. Cuando a principios del siglo xix los soldados del ejército de Napoleón presentaban congelaciones en los pies, Jacques Lisfranc de Saint Martin (1790-1847), cirujano militar, amputaba a través de la articulación tarso-metatarsiana para conservar parte del pie8,9 . «Se necesitan varias páginas para describir la amputación que realizaba [Lisfranc] a través de las articulaciones tarsometatarsianas, aunque a él le llevaba solo un minuto realizarla, no era poco tiempo para el paciente sin anestesiar»10 . Los pioneros de la Radiología y las necrosis avasculares Si las fracturas son el reino de los cirujanos, las necrosis avasculares (NAV) lo son de los radiólogos. Tras el descubrimiento de los rayos X, la mayoría de estas lesiones fueron descritas y caracterizadas por radiólogos europeos a principios del siglo xx. Presentamos algunos ejemplos: --- La enfermedad de Kienböck (NAV del semilunar), descrita por Robert Kienböck (1871-1953), que fundó un instituto de radiología privado en Viena en 1899 y fue uno de los primeros profesores de radiología de la Universidad de Viena desde 1917, donde centró su estudio en la radiología del esqueleto4,11,12 . --- La enfermedad de Panner (osteocondritis del capitellum), típica del codo dominante en niños de 5-10 años, edad en la que el capitellum se irriga exclusivamente a expensas de las arterias posteriores, y que suele curar sin secuelas. Fue descrita por Hans Jessen Panner, 1871-1930, radiólogo danés especialmente dedicado al estudio de las enfermedades gastrointestinales y óseas4 . Es importante distinguirla de la osteocondritis disecante del codo, más frecuente en adolescentes y que suele presentar fragmentos intraarticulares13,14 . --- Enfermedad de Köhler, NAV del escafoides también propia de niños, descrita por el radiólogo alemán Alban Köhler15 . Fue pionero de la radiología cardiotorácica y del esqueleto, y un abanderado de la integración del conocimiento clínico y radiológico4 . --- La excepción es la necrosis avascular de la cabeza del segundo o tercer metatarsiano, enfermedad de Freiberg, llamada así por Albert Henry Freiberg (1868-1940), que fue profesor de cirugía ortopédica en la Universidad de Cincinnati, Ohio4,16,17 . La enfermedad de Legg-Calvé-Perthes y las peculiaridades de los epónimos A principios del siglo xx, 4 médicos describieron casi a la vez la misma entidad. Arthur Legg pensó que se debía a una deficiencia en el aporte sanguíneo a la epífisis femoral18 , Jacques Calvé supuso que era una forma de raquitismo19 y A. Viteri Jusué et al Georg Perthes la consideró una artritis degenerativa secundaria probablemente a una infección20 . Un americano, un francés y un alemán, como en los chistes. El cirujano sueco Johann Henning Waldenström también describió esta enfermedad en 1909, atribuyéndola equivocadamente a la tuberculosis, aunque su descripción no pasó a la historia21 . Y curiosamente la primera descripción de esta enfermedad en realidad la había hecho en 1897, años antes, el cirujano bohemio Karel Maydl4,22 . Así, la enfermedad de Legg-Calvé-Perthes sirve para ilustrar varios de los fenómenos que rodean a los epónimos, que han llevado a varias voces a pedir su eliminación: 1. El epónimo no siempre hace justicia a la persona que describió la enfermedad en primer lugar o con mayor precisión. Esto es especialmente cierto cuando dicha persona ejerce en un país «periférico», lo que ha llevado a muchos a tildar a los epónimos de etnocéntricos2 . 2. La misma enfermedad lleva el nombre de varias personas, con frecuencia de diferentes países. Hay que recordar que muchos de los epónimos que hoy conocemos fueron acuñados en las últimas décadas del siglo xix y las primeras del xx, unos años en que las viejas potencias europeas (Inglaterra, Francia, Prusia) y las nuevas de ultramar (principalmente Estados Unidos y Canadá) luchaban por la hegemonía económica, comercial, cultural y militar. En la misma línea, los avances médicos servían para demostrar la fuerza o la importancia de un país, y los médicos «competían» por ser los primeros o los mejores, lo que confería honor no solo a la persona, sino también a su institución académica y a su país. Pero al mismo tiempo, la medicina mantuvo cierta fraternidad entre los médicos, que colaboraban en sus trabajos científicos, y un talante «universal» del que derivan dichos epónimos con varios apellidos, que habitualmente son los de varios médicos de países diferentes que describieron el mismo fenómeno a la vez, y en lugar de pelear por el mérito se reflejaron conjuntamente en él. Más ejemplos de esto son la enfermedad de Pellegrini-Stieda23,24 o la de Osgood-Schlater25,26 (fig. 4). 3. El epónimo se emplea en distinto orden según los países. Así, la misma enfermedad se llama Legg-Calvé en muchos países, pero en nuestro medio con frecuencia nos referimos a ella simplemente como enfermedad de Perthes. Valor patriótico de los epónimos Otra característica de los epónimos es su valor reivindicador del legado científico de una nación. El mejor ejemplo lo encontramos en la fractura de Colles, llamada así en todo el mundo excepto en Francia, donde se conoce a la misma lesión bajo el epónimo de fractura de Pouteau. Claude Pouteau (1725-1775) fue un cirujano francés, de los primeros abanderados de la limpieza, el lavado de manos y el uso de vendajes desechables, además de un excelente litotomista4 . Fue el primero en describir la fractura distal del radio, a una pulgada del margen articular, con desplazamiento dorsal del fragmento distal y acortamiento con angulación volar27 . Abraham Colles (1773-1843) fue el mayor profesor irlandés Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Epónimos en radiología del esqueleto Figura 4 A) Radiografía de rodilla de una mujer de 73 años que un año antes había sufrido una caída casual con traumatismo en la rodilla izquierda, lesionándose el ligamento colateral interno. Se aprecia una calcificación proyectada sobre la localización teórica de dicho ligamento característica de la enfermedad de Pellegrini-Stieda. B) Radiografía de rodilla de un adolescente deportista de 15 años, que consultó por dolor y tumefacción en la cara anterior de la rodilla. Se observa fragmentación y avulsión de la tuberosidad tibial anterior con aumento de partes blandas en la zona de inserción del tendón patelar, típica de la enfermedad de Osgood-Schlater. de cirugía del siglo xix, y completó la descripción de Pouteau con la observación de que la parte distal del cúbito se proyectaba únicamente hacia la palma, para diferenciar esta fractura de la dislocación dorsal del carpo28,29 . Hay que recordar que diagnosticar esta lesión antes de disponer de los rayos X entrañaba gran dificultad, ya que debido a la impactación ósea no había crepitación (fig. 5). Titanes que coleccionan epónimos Algunos gigantes de la Medicina abarcaron tanto en tantos campos que acumulan epónimos de síndromes, signos, procedimientos, tríadas, etc., en cantidades asombrosas. El paradigma es, sin duda, Sir William Osler, que pasa a la eternidad con el signo de Osler (presión sistólica artificialmente elevada en la arterioesclerosis por la calcificación de las arterias), la maniobra de Osler, los nódulos de Osler que aparecen en los pulpejos de los dedos en la endocarditis bacteriana subaguda, la tríada de Osler (asociación de neumonía, endocarditis y meningitis neumocócicas), el tremátodo Sphryanura osleri, y varios síndromes: la telangiectasia hemorrágica hereditaria (enfermedad de Rendu-Osler-Weber), la policitemia vera (enfermedad de Osler-Vaquez) y la endocarditis de Osler-Libman-Sacks que aparece en el lupus sistémico eritematoso. Merece ser citado en este artículo de Humanidades por su formulación de la regla de Osler, que viene a ser la expresión médica de la navaja de Ockham, y por ser el padre de la «medicina osleriana». Pero sobre todo es el caso de Jean-Martin Charcot (18251893), el fundador de la neurología moderna. En ese campo, 467 Figura 5 Radiografías de la muñeca de una mujer de 66 años que, tras caída casual, presenta dolor y deformidad de la muñeca derecha. Se observa una fractura distal del radio sin afectación articular con angulación dorsal e impactación del fragmento distal, o fractura de Colles. ha dejado numerosos epónimos: la enfermedad de Charcot (esclerosis lateral amiotrófica), la de Charcot-Marie-Tooth (neuropatía periférica hereditaria motora y sensitiva), el síndrome de Charcot-Wilbrand (agnosia visual y pérdida de la capacidad de rememorar imágenes). Abarcó otras áreas de la medicina, como la anatomía (arteria de Charcot o lentículo-estriada), la semiología (fiebre hepática intermitente de Charcot; tríada de Charcot de la colangitis; tríada de Charcot de la esclerosis múltiple), y la anatomía patológica (los pequeños aneurismas de Charcot-Bouchard en las ramas penetrantes de la arteria cerebral media de los pacientes hipertensivos, y los cristales de Charcot-Leyden en el esputo de los pacientes con asma alérgico). Y en lo que a nosotros nos ocupa, da nombre a la artropatía neuropática o de Charcot (fig. 6), cuya causa más frecuente en aquellos tiempos era la neurosífilis, aunque actualmente es la polineuropatía diabética30 . Para la posteridad por un mérito menor En ocasiones, un médico genial realiza grandes y variadas aportaciones a la medicina pero no es ninguna de ellas la que lleva su nombre, sino alguno de sus trabajos menores. Es el injusto caso de Sir Percival Pott (1714-1788), quien fuera el mejor cirujano de Londres durante décadas. Entre sus numerosos descubrimientos, muchos de ellos de gran trascendencia y vigentes hoy en día, se encuentra la descripción de la primera asociación entre exposición ambiental y cáncer, observando la alta tasa de incidencia de carcinoma de escroto en los deshollinadores causada por la exposición Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 468 A. Viteri Jusué et al Figura 6 A) Jean-Martin Charcot demuestra los efectos de la hipnosis sobre una paciente «histérica» a la que sujeta el también célebre Dr. Joseph Babinski. Charcot fue el primero en postular que los llamados trastornos «histéricos» tenían una base orgánica y afectaban a hombres y mujeres. Una lección clínica en la Salpetriere. Tomada de Wikimedia Commons. Disponible en: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Une le%C3%A7on clinique %C3%A0 la Salp%C3%AAtri%C3%A8re.jpg. B) Artropatía neuropática o de Charcot en un paciente bebedor con diabetes mal controlada de larga evolución. Se observa la amputación previa del cuarto dedo, lesiones líticas e irregularidad de contornos y aplanamiento de la cabeza de los metatarsianos. al hollín4 . Esta fue también la primera descripción del cáncer como enfermedad profesional. Sin embargo, su nombre ha pasado a la posteridad ligado a la tuberculosis de columna como enfermedad de Pott (fig. 7) y a las fracturas bimaleolares del tobillo, como fractura de Pott31,32 . Borrando de la Historia a los médicos nazis Hasta ahora, únicamente el uso dictaba la aparición y la desaparición de los epónimos, sobre los que no existía ningún esfuerzo normativo. Esto ha cambiado muy recientemente, ya que en los últimos años las sociedades científicas han revisado y eliminado los epónimos que recuerdan a los médicos ligados al Tercer Reich. Figura 7 Radiografías de tórax y abdomen de una paciente de 59 años con dolor crónico y deformidad. Angulación brusca de la columna en la transición dorsolumbar que condiciona que el platillo vertebral superior de L1 se articule con la parte anterior de los cuerpos vertebrales dorsales de D10 y D11. La vértebra D12 se encuentra colapsada y fusionada con D11. Se trata de una espondilitis tuberculosa o enfermedad de Pott. Nótense las adenopatías calcificadas en la raíz del mesenterio y los granulomas hepatoesplénicos calcificados que indican enfermedad granulomatosa crónica. El primero en perder su epónimo fue Hans Reiter (1881-1969), que participó en programas de eutanasia, esterilización y experimentación con prisioneros del campo de concentración de Buchenwald. Cuando esta parte espeluznante de su biografía salió a la luz en los años 70, hubo un movimiento para abandonar el uso eponímico de la artritis reactiva que llevaba su nombre33 . Incluso el médico que había propuesto el reconocimiento décadas atrás se retractó públicamente de haberlo hecho34 . Comparado con sus fechorías, palidece el hecho de que fuese él mismo el que denomino la artritis «enfermedad de Reiter», a pesar de haber sido descrita 25 años antes por Fiessinger y Leroy4,35 . Friedrich Wegener (1907-1990) fue el patólogo alemán que describió la vasculitis autoinmune36,37 que ha llevado su nombre hasta 2011, cuando el American College of Rheumatology, la American Society of Nephrology y la European League Against Rheumatism decidieron cambiarle el nombre a granulomatosis con poliangitis (Wegener), en un intento por racionalizar la nomenclatura de las vasculitis pero indudablemente influidos por el pasado de Wegener, que militó en las juventudes del partido nazi y fue reclamado como criminal de guerra por su relación con el genocidio nazi38 . La bibliografía recoge incluso la petición de los pacientes para que se abandonara este epónimo que consideraban ofensivo4 . Y, por ahora, el último médico ligado al nazismo despojado de su epónimo ha sido el anatomista austríaco Max Clara (1899-1966), quien gracias a sus estudios con los cadáveres de los prisioneros ejecutados por el régimen nazi describió las células pulmonares que han llevado su nombre hasta que las revistas de neumología han decidido referirse a ellas como «club cells» desde el 1 de enero del 201339,40 . El tiempo dirá si las nuevas nomenclaturas propuestas para estas entidades permanecen. Está claro que sus horripilantes prácticas no merecen ser recordadas con honor, pero, ¿es lo más prudente borrar las partes de la Historia que no nos gustan, que nos espantan? ¿Deseamos olvidarlos, y con ellos a sus víctimas? ¿Borrar sus nombres de Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Epónimos en radiología del esqueleto 469 Figura 8 A) Terry Thomas en la fotografía promocional de Where were you when the lights went out? (1968), mostrando al sonreír su característica diastema. Tomada de Wikimedia Commons. Disponible en: http://commons.wikimedia.org/wiki/File: Terry-Thomas in Where Were You When the Lights Went Out.jpg. B) Radiografía de muñeca de un varón de 63 años con aumento de la distancia entre escafoides y semilunar secundaria a lesión ligamentosa previa (dorsal intercalated segment instability [DISI]). Figura 9 Mujer de 61 años de talla baja y con antecedentes de fracturas múltiples. Tanto ella como su hermano presentaban un fenotipo peculiar y fueron diagnosticados de picnodisostosis. A) La radiografía de cráneo muestra suturas amplias y abiertas, huesos wormianos, senos hipoplásicos, huesos faciales pequeños y discontinuidad de la rama mandibular derecha. B) En las manos se observa segmentación e hipoplasia de las falanges distales, con aumento difuso de la densidad y acortamiento de los huesos tubulares. C y D) En la pierna y la pelvis se pueden ver fracturas múltiples con aumento de la densidad ósea, engrosamiento cortical diafisario y acortamiento de los huesos tubulares. Además, hipoplasia de los huesos ilíacos, coxa valga y genu valgo. Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 470 A. Viteri Jusué et al diastema (separación de los incisivos) que exhibía el famoso cómico41 . En Estados Unidos llaman enfermedad de Lou Gehrig a la esclerosis lateral amiotrófica, por el jugador de fútbol americano que la presentó42 . Y en el viejo continente, elegimos como paciente ilustre a Toulouse Lautrec para dar nombre a la picnodisostosis, osteopetrosis acro-osteolítica o enfermedad de Toulouse Lautrec (fig. 9). El celebérrimo pintor nació en una familia noble y sufrió desde niño fracturas frecuentes que le acarrearon dolores, deformidad y corta estatura. Se cree que el suyo es el primer caso descrito de picnodisostosis43 y con frecuencia se alega que fue su enfermedad la que, al impedirle realizar las actividades deportivas y cinegéticas propias de su origen familiar, le llevó a evadirse con el alcohol y la compañía de las prostitutas en los cabarets, y a dedicarse a actividades menos físicas, como la pintura (fig. 10). Conclusión Creemos que detrás de los epónimos se esconden las grandezas y las miserias de la Historia de la Medicina y de nuestra civilización. Hemos recogido arbitrariamente solo un puñado de ejemplos, nuestros favoritos, para ilustrar algunos aspectos curiosos de la Historia de la Medicina. Seguro que el lector tiene su propia selección, en muchos casos condicionada por aspectos más emotivos que racionales. Apreciados por unos y denostados por otros, lo cierto es que conocer los epónimos nunca está de más. Conflicto de intereses Figura 10 A) Mr. Toulouse paints Mr. Lautrec. Fotografía de Maurice Guibert, circa 1891. Tomada de Wikimedia Commons. Disponible en: http://commons.wikimedia.org/wiki/File: Guibert 2.jpg. B) At the Moulin Rouge, the dance. Óleo sobre lienzo, Henri-Pierre de Toulouse-Lautrec, 1890. Museo de Arte de Philadelphia. Tomada de Wikimedia Commons. Disponible en: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Henri de ToulouseLautrec 005.jpg. los libros hace menos terribles sus actos? No siempre la Medicina se ha regido por los principios deontológicos actuales, y convendría no olvidarlo. Las sociedades se reflejan en los epónimos que alumbran Queremos acabar con uno de los fenómenos más divertidos que rodean a los epónimos. Hasta ahora nos hemos referido a las entidades que recuerdan a uno o varios médicos, y de las que evocan a un personaje, pero hay un tercer tipo de epónimo, quizá el más chocante: enfermedades que llevan el nombre del personaje que las padeció. Como ya hemos visto, con un epónimo no solo se le rinde homenaje a una persona y se le reserva para siempre un lugar en la Historia de la Medicina. También encontramos mucha información sobre la historia de la civilización en la que se originaron. Y con los pacientes ilustres, ¿nos dice algo sobre una cultura qué personajes son los elegidos? El humor británico nos deja el signo de Terry Thomas (fig. 8), el aumento de la distancia escafo-semilunar que recuerda la Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografía 1. Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. Madrid: 22.a ed.; 2001. 2. Woywodt A, Matteson E. Should eponyms be abandoned? Yes. BMJ. 2007;335:424. 3. Whitworth JA. Should eponyms be abandoned? No. BMJ. 2007;335:425. 4. Who named it? A dictionary of medical eponyms [consultado 15 Oct 2013]. Disponible en: www.whonamedit.com 5. Suy R. Philip Verheyen (1648-1710) and his Corporis Humani Anatomiae. Acta Chir Belg. 2007;107:343---54. 6. Hunter TB, Peltier LF, Lund PJ. Radiologic history exhibit. Musculoeskeletal eponyms: Who are those guys? Radiographics. 2000;20:819---36. 7. Palmer I. The mechanism and treatment of fractures of the calcaneus; open reduction with the use of cancellous grafts. J Bone Joint Surg Am. 1948;30A:2---8. 8. Christie J, Clowes CB, Lamb DW. Amputations through the middle part of the foot. J Bone Joint Surg Br. 1980;62-B:473---4. 9. Lisfranc J. Nouvelle methode operatoire pour l’amputation partielle du pied dans son articulation tarso-metatarsienne: methode precedee des nombreuses modifications qu’a subies celle de Chopart. Paris: Gabon; 1815. 10. Cassebaum WH. Lisfranc fracture-dislocations. Clin Orthop Relat Res. 1963;30:116---28. 11. Kienböck R. Über traumatische Malazie des Mondbeins und ihre Folgezustände: Entartungsformen und Kompressionfrakturen. Fortschritte auf dem Gebiete der Röntgenstrahlen. 1910-1911;16:77---103. Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Epónimos en radiología del esqueleto 12. Kienböck R. Über Luxationen im Bereich der Handwurzel. Fortschritte auf dem Gebiete der Röntgenstrahlen, Leipzig. 1910-11;16:103---15. 13. Panner HJ. An affection of the capitulum humeri resembling Calvé-Perthes disease of the hip. Acta Radiol. 1927;8: 617---9. 14. Panner HJ. A peculiar affection of the capitulum humeri, resembling Calvé-Perthes’ disease of the hip. Acta Radiol. 1929;10:234---42. 15. Köhler A. Über eine häufige, bisher anscheinend unbekannte Erkrankung einzelner kindlicher Knochen. Münchener Medizinische Wochenschrift. 1908;55:1923---5. 16. Freiberg H. Infarction of the second metatarsal bone, a typical injury. Surg Gyn Ob. 1914;19:191---3. 17. Freiberg H. The so-called infarction of the second metatarsal bone. J Bone Joint Surgery. 1926;8:257---61. 18. Legg AT. The cause of atrophy in joint disease. J Bone Joint Surg Am. 1908-9;s2-6:84---90. 19. Calvé J. Sur une forme particulière de pseudo-coxalgie greffée sur des déformations caractéristiques de l’extrémité supérieure du fémur. Rev Chir (Paris). 1910;42:54---84. 20. Perthes G. Über Arthritis deformans juvenilis. Deut Zeit f Chir (Leipzig). 1910;107:111---59. 21. Waldenström H. Der obere tuberkulöse Cullumherd. Zeitschrift für Orthopädische Chirurgie, Stuttgart. 1909;24: 487---512. 22. Maydl K. Wiener klinische Rundschau. 1897;11:153. 23. Pellegrini A. Ossificazione traumatica del legamento collaterale tibiale dell’articolazione del ginocchio sinistro. Clin Moderne (Firenze). 1905;11:283---8. 24. Stieda A. Über eine typische Verletzung am unteren Femurende. Archiv für klinische Chirurgie, Berlin. 1908;85:815---26. 25. Osgood RB. Lesions of the tibia tubercle occurring during adolescence. 1903. Clin Orthop Relat Res. 1993;286:4---9. 26. Schlatter SC. Verletzungen des schnabelförmigen Forsatzes der oberen Tibiaepiphyse. [Bruns] Beiträge zur Klinischen Chirurgie. 1903;38:874---87. 27. Pouteau C. Contenant quelques reflexions sur quelques fractures de l’avant-bras, sur les luxations incomplettes du poignet & sur le diastasis. En: Oeuvres posthumes de M. Pouteau. Paris: Pierres; 1783. 28. Peltier LR. Fractures of the distal end of the radius: An historical account. Clin Orthop Relat Res. 1984;187:18---21. 471 29. Colles A. On the fracture of the carpal extremity of the radius. Edinb Med Surg J. 1814;10:182---6. Clin Orthop Relat Res. 2006;445:5-7. 30. Varma AK. Charcot neuroarthropathy of the foot and ankle: A review. J Foot Ankle Surg. 2013;52:740---9. 31. Peltier LR. Percival Pott and Pott’s fracture. Surgery. 1962;58:280---6. 32. Pott P. Some few general remarks on fractures and dislocations. London: Hawes, Clarke, Collins; 1768. 33. Wallace DJ, Weisman M. Should a war criminal be rewarded with eponymous distinction?: The double life of Hans Reiter (18811969). J Clin Rheumatol. 2000;6:49---54. 34. Panush RS, Wallace DJ, Dorff RE, Engleman EP. Retraction of the suggestion to use the term Reiter’ syndrome sixty-five years later: The legacy of Reiter, a war criminal, should not be eponymic honor but rather condemnation. Arthritis Rheum. 2007;56:693---4. 35. Reiter H. Über die Reitersche Krankheit. Münchener Medizinische Wochenschrift. 1941;49:1295. 36. Wegener F. Über generalisierte, septische Gefässerkrankungen. Verhandlungen der Deutschen Pathologischen Gesellschaft, Stuttgart. 1936;29:202. 37. Wegener F. Über eine eigenartige rhinogene Granulomatose mit besonderer Beteiligung des Arteriensystems und der Nieren. Beiträge zur Pathologischen Anatomie und zur allgemeinen Pathologie, Jena. 1939;102:36---8. 38. Falk RJ, Gross WL, Guillevin L, Hoffman GS, Jayne DR, Jennette JC, et al. Granulomatosis with polyangiitis (Wegener’): An alternative name for Wegener’s granulomatosis. Arthritis Rheum. 2011;63:863---4. 39. Winkelmann A, Noack T. The Clara cell: A Third Reich eponym. Eur Respir J. 2010;36:722---7. 40. Irwin RS, Augustyn N, French CT, Rice J, Tedeschi V, Welch SJ, on behalf of the Editorial Leadership Team. Spread the word about the journal in 2013: From citation manipulation to invalidation of patient-reported outcomes measures to renaming the Clara cell to new journal features. Chest. 2013;143:1---4. 41. Frankel VH. The Terry-Thomas sign. Clin Orthop Relat Res. 1977;129:321---2. 42. Shampo MA, Kyle RA. Lou Gehrig ----amyotrophic lateral sclerosis. Mayo Clin Proc. 1993;68:929. 43. Maroteaux P, Lamy M. The malady of Toulouse-Lautrec. JAMA. 1965;191:715---7.