Hipólito Alvarez Consejero Delegado de Nexus Corporate EXPORTAR: VOCACIÓN O NECESIDAD En los tiempos que corren es frecuente encontrar expresiones que han triunfado y detrás de las cuales no hay una auténtica y sincera reflexión. Una de éstas es la “vocación exportadora”. Parece que carecer de ella es enfrentarse a un proceso de separación pública, a la crítica generalizada por parte de los defensores de las buenas prácticas empresariales. En ocasiones se oye que aquellos que carecen de dicha vocación no merecen estar presentes en los avanzados foros de la economía moderna. Conviene analizar, sin embargo, como surge en una empresa cualquiera la necesidad exportadora. Los caminos que llevan a ella, básicamente se reducen a dos: * En el Plan de Negocio de la Compañía se ha definido su ámbito geográfico como de carácter internacional, transfronterizo. Esto puede ser motivado por el tipo de producto o servicio de la empresa, por su estructura de costes, por la necesidad de contar con un volumen de ventas determinado, etc. * Por las limitaciones impuestas por el mercado local: demanda insuficiente por parte de los clientes del mercado nacional, crecimiento de la competencia con reducción de cuota de mercado o estrechamiento de márgenes, etc. Este segundo caso es el más habitual en las pequeñas y medianas empresas. Es así como surge el contraste entre “vocación” y “necesidad”. Sí, hablamos de necesidad, pues parece claro que el inicio de un proceso de exportación (ya no digamos de internacionalización), supone enfrentarse a un conjunto de retos que, en el mercado local, ya se han superado. En cuanto se pretende comercializar un producto más allá de las fronteras nacionales, del territorio conocido, aparecen situaciones y requerimientos que conllevarán riesgos y costes: conocimiento de una legislación y regulación que no es a la que la empresa está habituada (aspectos mercantiles, fiscales, laborales, etc.), riesgo de crédito a clientes con ubicación distante, riesgo político (en algunos casos) por inestabilidad del país de destino, costes de transporte, homologaciones, costes por desplazamiento de personal, asistencia técnica y mantenimiento a distancia, costes financieros por seguros de crédito, de exportación, de financiación, de medios de cobro, etc. Cuando una empresa media se enfrenta a estas situaciones, hablamos de “necesidad” exportadora, pues se presenta como mas sencillo (y, en ocasiones, barato) desarrollar las operaciones en un entorno próximo y conocido. Para ayudar en la solución de estos desafíos han aparecido oficinas privadas (asociaciones empresariales y expertos independientes) y públicas que pretenden dar soporte a procesos complejos y no exentos de un cierto toque de aventura, si bien es, en definitiva y en última instancia, el espíritu empresarial el que logra que algo que nace como una “necesidad” parezca una “vocación”.