Larralde y otros demanda de inconstitucionalidad32.13 KB

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-------------------------------------------------------------------------------Tribunal: Corte Suprema de Justicia de la Nación (CS)
Fecha: 02/03/1959
Partes: Larralde, Lorenzo y otros s. demanda de inconstitucionalidad
Publicado en: REVISTA JURIDICA ARGENTINA LA LEY 94-731; FALLOS 243:98
-------------------------------------------------------------------------------SUMARIOS:
No se halla alterado el régimen del Código Civil relativo al condominio, y antes, al
contrario, respetado, por la aplicación del impuesto territorial a cada condómino
teniendo en cuenta el valor total del inmueble y no sólo el de su parte indivisa. Porque
en efecto, si bien cada condómino goza de una indudable individualidad con respecto a
la porción ideal de su derecho, carece totalmente de ella cuando no se trata del derecho,
sino de la cosa.
Es por lo menos excesiva la afirmación contenida en pronunciamientos anteriores,
según la cual el Cód. Civil, en razón de haber sido dictado por el Congreso constituye
una ley limitativa de la facultad de las provincias para establecer impuestos dentro de
los límites de su jurisdicción. Pretender que, las provincias, en el ejercicio de sus
facultades privativas en cuanto a la imposición de contribuciones y a la manera de
percibirlas, deben atenerse a las limitaciones que puedan surgir del Código Civil,
importa hacer de este último código, sólo concerniente a las relaciones privadas, un
derecho supletorio del derecho financiero, y sólo excepcionalmente, en la medida en
que contiene principios o normas generales de derecho, rige en el campo del derecho
público.
El impuesto territorial que se gradúa de acuerdo al valor total del inmueble y no al valor
de la parte correspondiente a cada condómino, no es contrario a la igualdad y a la
equidad de las cargas públicas, porque se trata de un impuesto real, que afecta a la
riqueza con independencia de la capacidad contributiva personal del contribuyente.
Las provincias conservan todo el poder no delegado a la Nación (art. 104, Constitución
Nacional) y en su virtud pueden libremente establecer impuestos sobre todas las cosas
que forman parte de su riqueza general y determinar los medios de distribuirlos en el
modo y alcance que les parece mejor, sin otras limitaciones que las que resultan de la
Constitución Nacional. Sus facultades dentro de esos limites son amplias y
discrecionales de suerte que el criterio de oportunidad y acierto con que las ejerzan es
irrevisible por cualquier otro poder.
Las leyes impositivas pueden tratar del mismo modo situaciones diferentes según el
Cód. Civil, pero que ellas estiman semejantes desde su punto de vista particular, sin que
por ello se afecte necesariamente la garantía de igualdad, siempre que la discriminación
no sea arbitraria ni responda a un propósito de hostilidad contra determinada persona o
grupo de personas, o importe indebido favor o privilegio personal o de grupo.
TEXTO COMPLETO:
Opinión del Procurador General de la Nación
De conformidad con lo resuelto en Fallos, t 234, p. 568, opino que corresponde revocar
el fallo apelado, declarando inconstitucional, por violación de lo dispuesto en los arts. 4º
y 16 de la Constitución Nacional, la forma en que ha sido liquidado el impuesto cuya
repetición se persigue en este juicio. - Noviembre 15 de 1957. - Sebastián Soler.
Fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
Considerando:
Que los actores se presentaron ante la Suprema Corte de la Prov. de Buenos Aires,
deduciendo contra esta provincia por inconstitucionalidad de las leyes impositivas
locales vigentes al año 1947, en cuya virtud se les cobró el impuesto inmobiliario por
sus campos sitos en Puán, Patagones, Casteli y Dolores, como si pertenecieran a un solo
propietario y sin tenerse en cuenta la parte proporcional que a cada uno de los
demandantes correspondía como condóminos. El condominio tuvo por causa la
donación realizada por el propietario exclusivo de esos campos, Lorenzo Larralde,
según escritura pública de fecha 13 de mayo de 1946, en favor de todos sus hijos, los
actores. Invocaron en su apoyo lo resuelto por la Suprema Corte provincial en casos
análogos en que se declaró que el impuesto en la forma que se les había cobrado era
inconstitucional como violatorio de los principios constitucionales de igualdad ante la
ley y uniformidad de las cargas impositivas. Solicitaron, en consecuencia, se condenara
accesoriamente a la provincia a la devolución de la suma de $ 10.092,40 o la que en
definitiva resultare habérseles cobrado de más en el concepto que dejaban señalado, sus
intereses y costas.
Que el asesor general del Gobierno, en representación de la provincia demandada, se
opuso a las pretensiones de los actores y sostuvo la constitucionalidad de los impuestos
impugnados, los cuales no afectaban garantía constitucional alguna. El Fisco, dijo, al
establecer impuestos, no tiene por qué sujetarse al criterio propiamente civilista y
"puede establecer categorías de carácter económico cuando las mismas no sean
arbitrarias y se apoyan en bases razonables, respondiendo a una finalidad económica o
social".
Que tramitada la causa, la Suprema Corte local, modificando su jurisprudencia,
entonces existente -con motivo de haberse modificado también su constitución al
reemplazarse a varios de sus miembros-, en sentencia de fecha 10 de mayo de 1955,
rechazó la demanda deducida, sin costas, con el fundamento de que, tratándose de un
impuesto real, es infundada la pretensión de que él se divida de acuerdo con cada una de
las fracciones que idealmente corresponde a los condóminos. Y "que el Fisco puede
determinar no sólo el o los sujetos de imposición. sino las categorías razonables de los
contribuyentes, que no afecten la garantía de la igualdad ante la ley".
Que, contra esta sentencia, los actores han traído el presente recurso extraordinario, en
el que reiteran el fundamento esencial de su demanda e invocan en su apoyo, además, la
jurisprudencia concordante de esta Corte Suprema en los precedentes que señalan.
Que, efectivamente, en dichos precedentes y otros posteriores (Fallos, t. 234, p. 568
[Rev. LA Ley, t. 83, p. 12, fallo núm, 39.007]), esta Corte declaró la
inconstitucionalidad del impuesto impugnado "pues resulta claro -se dijo- que en esa
forma, a igualdad de capital, dos contribuyentes pagan impuestos distintos por el solo
hecho del condominio, diferencia injusta, que no se funda en ninguna razón de equidad
ni en ningún principio razonable de diferenciación o clasificación" (Fallos, t. 187, p. 586
[Rev. LA Ley, t. 19, p. 1043, fallo núm. 10.112]; además, t., 207, p. 270 [Rev. LA Ley,
t. 46, p. 465, fallo núm. 22.412]). El tribunal estimó que el hecho de gravar al
condómino con un por ciento correspondiente al valor total del inmueble, y no
solamente al de su parte indivisa, importaba una alteración del régimen jurídico del
condominio establecido por el Cód. Civil, ley del Congreso que las provincias están
obligadas a respetar (art. 31, Constitución Nacional [ADLA, 1852-1880, p. 68]).
Que, sin embargo, en un nuevo examen del problema por esta Corte en su actual
composición, el tribunal debe comenzar reiterando el principio fundamental, muchas
veces recordado en sus sentencias, de que, tratándose de apreciar la constitucionalidad
de un impuesto provincial, es punto de partida ineludible la afirmación de que las
provincias, desde que conservan todas las facultades no delegadas a la Nación (art. 104,
Constitución Nacional), pueden libremente establecer impuestos sobre todas las cosas
que forman parte de su riqueza general y determinar los medios de distribuirlos en el
modo y alcance que les parezca mejor, sin otras limitaciones que las que resultan de la
Constitución Nacional; que sus facultades, dentro de estos límites. son amplias y
discrecionales, de suerte que el criterio de oportunidad o de acierto con que las ejerzan
es irrevisible por cualquier otro poder. Esta doctrina ha sido invariablemente declarada
por esta Corte, desde los primeros años de su funcionamiento (Fallos, t. 7, p. 383; t. 51,
p. 350; t. 114, p. 282; t. 137, p. 218; t. 150, p. 419; t. 174, p. 358, entre otros).
Que en atención a lo antes señalado, el tribunal estima por lo menos excesiva la
afirmación, contenida en sus pronunciamientos anteriores, según la cual el Cód. Civil,
en razón de haber sido dictado por el Congreso, constituye una ley limitativa de la
facultad de las provincias para establecer impuestos dentro de los límites de su
jurisdicción. Esta facultad es amplia, como ya se ha dicho, y no tiene más limitaciones
que las que provienen de la misma Constitución, pues no otra cosa quiere decir, de
acuerdo con el sistema federal y con los antecedentes de nuestra historia, que "Las
provincias conservan todo el poder no delegado por esta Constitución al Gobierno
Federal, y el que expresamente se hayan reservado por pactos especiales al tiempo de su
Incorporación" (art. 104). Pretender que, además, las provincias, en el ejercicio de sus
facultades privativas en cuanto a la imposición de contribuciones que puedan surgir del
Cód. Civil, importe hacer de este último código, sólo concerniente a las relaciones
privadas, un derecho supletorio del derecho público, en este caso, del derecho financiero
importa, asimismo, querer limitar el federalismo de la Constitución con el unitarismo
del Cód, Civil, lo que es, desde luego inaceptable, como doctrina general, habida cuenta
de la preeminencia que tiene la Carta Fundamental sobre toda otra ley; sólo
excepcionalmente, en la medida en que el Cód. Civil contiene principios o normas
generales de derecho, rige también en el campo del derecho público. La delegación que
han hecho las provincias en la Nación para dictar los códigos de fondo, sólo significa
que aquéllas, en lo que respecta a los Cód. Civil y de Comercio, han querido un régimen
uniforme en materia de derecho privado; y es seguramente excesivo interpretar que,
además, han tenido la voluntad de limitar también las facultades de derecho público de
que no se desprendieron en beneficio de la Nación.
Las leyes impositivas pueden tratar del mismo modo situaciones diferentes según el
Cód. Civil, pero que ellas estiman semejantes desde su punto de vista particular, sin que
por ello se afecte necesariamente la. garantía de la igualdad la situación. inversa, esta
Corte ha dicho repetidas veces que el art, 16 de la Constitución "no impide que la
legislación contemple en forma distinta situaciones que considera diferentes siempre
que la discriminación no sea arbitraria ni responda a un propósito de hostilidad contra
determinada persona o grupo de personas o importe indebido favor o privilegio
personal. o de grupo" (Fallos, t. 205, p. 68 y los allí citados, entre otros). Y parece claro
que en ninguna de estas reservas pueden razonablemente incluirse las leyes impositivas
impugnadas en esta causa.
Que, por otra parte, el poder impositivo tiende, ante todo, a proveer de recursos al tesoro
público, pero constituye, además, un valioso instrumento de regulación económica
(Fallos, t. 151, p. 359). Tal es la que esta Corte ha llamado "función de fomento y
asistencia social" del impuesto (Fallos, t. 190, p. 231 [Rev. LA LEY, t. 23, p. 272, fallo
núm. 11.786]) que a veces linda con el poder de policía y sirve a la política económica
del Estado, en la medida en que responde a las exigencias del bien general, cuya
satisfacción ha sido prevista por la Ley Fundamental como uno de los objetos del poder
impositivo (art. 67, inc. 2º). En este aspecto, las manifestaciones actuales de ese poder
convergen hacia la finalidad primera, y ciertamente extrafiscal, de impulsar un
desarrollo pleno y justo de las fuerzas económicas. El uso de aquel poder para el logro
de esta finalidad es atribución que las provincias conservan en gran parte, dentro de la
esfera jurisdiccional que les corresponde, en tanto ello no obsta al logro de los fines que
por la Constitución sean propios del Gobierno Federal. Trátase, pues, de una potestad
inseparable de la noción de autonomía, que, habida cuenta de la función esencialmente
dinámica y transformadora que cumple -función que requiere una permanente
actualización de métodos y de fines inmediatos- de ningún modo puede estimarse
necesariamente supeditada a las figuras que el Cód. Civil definió, hace un siglo,
teniendo en vista un distinto orden de relaciones jurídicas.
Que tampoco se halla alterado el régimen del Cód. Civil relativo al condominio, y antes,
al contrario, respetado, por la aplicación del impuesto a cada condómino teniendo en
cuenta el valor total del inmueble y no sólo el de su parte indivisa. Porque, en efecto, si
bien cada condómino goza de una indudable individualidad con respecto a la porción
ideal de su derecho (art. 2676 y sigts., Cód. Civil) -que es lo único que está dividido
carece totalmente de ella cuando no se trata del derecho, sino de la cosa: en todas sus
relaciones con ésta, no cuenta cada condómino, sino que es solamente la totalidad de
ellos la que integra el sujeto indivisible que es titular del dominio: para realizar actos
materiales o jurídicos concernientes a la cosa (art. 2680), para introducir innovaciones
materiales (art. 2681), para enajenarla, constituir servidumbres, arrendamientos o
hipotecas (art. 2682), es inexcusable la voluntad concordante de todos los condóminos,
que integran la única voluntad común necesaria para la realización del acto: así,
verbigracia, cuando los tres condóminos propietarios de una cosa la venden a un tercero,
nadie dirá que hay cuatro contratantes, sino solamente dos: uno, integrado por los tres
condóminos que actúan en unión; otro, el tercero comprador. La doctrina moderna llama
a estos actos "conjunto", porque una pluralidad de individuos -en este caso, los
condóminos- actúa conjuntamente para la declaración de voluntad necesaria a la
formación del negocio (Enneccerus-Nipperdey, "Derecho civil. Parte general", vol. II; /
137, t. 2, p. 3 y nota 8). Este reconocimiento de "sujetos plurales" que constituyen una
unidad, existe en las diversas ramas del derecho: en derecho procesal, es el caso de los
"consorcios subjetivos", activos o pasivos. Ninguna semejanza tiene la situación del
sujeto plural, desde luego, con la sociedad o con la personalidad jurídica, y es ocioso
buscar en estos institutos argumentos en favor o en contra de aquel otro.
Que no hay ataque a la igualdad o a la equidad, por tanto, cuando a uno sólo de los
condóminos se trata desigualmente que al propietario único de una cosa, no obstante lo
argumentado en los fallos anteriores de esta Corte y lo aducido también por los
recurrentes: en primer lugar, porque tratándose de impuestos reales, como en este caso,
ellos, por definición, "afectan la riqueza con independencia de la consideración de la
capacidad contributiva personal del contribuyente" (Benvenuto Grisietti, "Impuestos
directos y reforma impositiva", p. 56, ed. Universidad Nac. de Córdoba 1927), de suerte
que es arbitrario todo argumento que quiera fundar el ataque a la igualdad sobre la base
de una comparación de la capacidad contributiva de un condómino con la del
propietario único de la misma cosa. En segundo lugar, porque "el principio de igualdad
como base del impuesto, que establece el art. 16 de la Constitución -ha dicho
repetidamente esta Corte-, sólo exige que en condiciones análogas se impongan
gravámenes idénticos a los contribuyentes" (Fallos, t. 182, p. 193, entre otros), y
ninguna analogía esencial existe entre la condición jurídica del condómino y la del
propietario exclusivo de una cosa: la única semejanza exterior en el caso -la igualdad de
capacidad contributiva- es inesencial tratándose de los impuestos reales, como ya se ha
dicho, y puede con facilidad encontrarse en numerosas situaciones en que los
contribuyentes deben pagar contribuciones desiguales. Aun considerando
preferentemente la capacidad contributiva personal de los contribuyentes, con
subordinación de la riqueza a imponer -lo que no es propio, según ya se ha advertido,
tratándose de impuestos de la naturaleza de los aquí impugnados- no es irrazonable o
arbitrario comparar el propietario único con la totalidad de los condóminos de la cosa, y
no con cada uno de ellos, pues es esa totalidad la titular del dominio sobre la cosa y la
que, como "sucesora" del causante, ocupa el mismo lugar de éste antes del acto entre
vivos o de la división de la herencia (arts 3262, 3279, 3417 y concs., Cód. Civil). La
división de los copropietarios es sólo interna y relativa al derecho, no a la cosa. El Fisco
de la Prov. de Buenos Aires, por tanto, ha podido prescindir de esa división interna del
derecho para atenerse a la indivisión de la cosa, situación que sólo interesa a los propios
condóminos y que únicamente ellos, en común o individualmente, pueden hacer cesar
en cualquier momento (artículo 2692 id.).
Por tanto, y habiendo dictaminado el procurador general, se confirma la sentencia
apelada en cuanto ha sido objeto del recurso. - Alfredo Orgaz - Benjamín Villegas
Basavilbaso. - Aristóbulo D. Aráoz de Lamadrid. - Julio Oyhanarte.
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© La Ley S.A. 2006
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