Carmen Imbert-Brugal a través de Volver al frío Ylonka Nacidit-Perdomo Carmen Imbert-Brugal tiene su segundo acercamiento con la novela eligiendo para su texto identidades polivocales, y una reversión ambigua de la voz genérica a través de la ficción que transita. En Volver al frío (Editora Norma, 2003) la autora usando como recursos narrativos la suplementariedad y la demarcación de la marginalidad escribe desinhibidamente y con desafío sobre los cánones del poder, del lenguaje y las expectativas de la “normalidad” cotidiana, articulando un discurso de postmodernidad que cuestiona las estructuras binarias de Occidente, a través de la celebrada ambivalencia. El hecho de que incursionara en la narrativa es un privilegio para quienes la conocemos. A partir de su colección de relatos Infidencias (1989) y la novela Distinguida señora (1995), teníamos la certeza de que nos aproximábamos a una voz de transgresión, de argumentación única que transmite un dialogismo feminista, de agudeza contra la opresión y el silencio impuesto a la mujer. No es casual que su novela Volver al frío enmudezca al lector cuando la autora desde espacios divergentes conforma un texto de discursos en paralelo para transparentar la conformación de una identidad sujetiva sofocada o el tránsito a un destino que desde afuera es de alteridad, de signos irreversibles que convocan una paradoja que se entiende desplazable en el desconcierto. La historia presentada aquí toca por igual a los/as emigrantes que van hacia el norte, donde todos/as o casi todos/as, quedan atrapados/as en una fragmentación, en una desterritorialidad afectiva, en un margen discordante de afirmación o negación de lo que somos. En tal sentido es la memoria la única orilla que les ajetrea la vida, que ordena subyacentemente la ambigüedad del decir, la inquisición del pasado, la obediencia a la victimización, a la falsa atadura a un paralelo entre el ayer y el hoy, sin abolir o reducir los registros de iniquidades que se llevan dentro. Con Volver al frío Imbert-Brugal, a través de la historia de David Winter Junior, desarticula ese orden sofocante, paralizante entre el reto renovado del poder ajeno a la autorreflexión de un sujeto que se acompaña sólo con lo inesperado de sus destino: la perplejidad ante la hegemonía de los códigos binarios, y una figura femenina que no conoce los límites de la rebeldía, los vicios y la autoenajenación. Confrontando un contexto socio-político, culturalizado por la ideología patriarcal, Imbet-Brugal no construye historias múltiples para darnos una lectura sobre las interrogantes que el personaje principal prefigura para fluctuar sobre las dudas de su eclipsada existencia que, no es otra, que la dualidad o la moribunda creencia en las contradicciones de los polos opuestos a través de las pugnas del cuerpo donde de algún modo se vive un doblaje impresionista, que se resigna a una trama, a un juego donde no importa nada. Volver al frío es, un texto sobre la marginalidad que abarca las tensiones de la subordinación genérica, el cautiverio centro/periférico al que se ve expuesta la mujer migrante, marcada por la manipulación y la apropiación de su cuerpo por otros, como entes de opresión. Carmen Imbert-Brugal (1955) es, sin dudas, no sólo una autoridad en los medios de comunicación escritos y electrónicos de la República Dominicana, sino además una de nuestra más notable jurista en asuntos de género, y una de la más brillante intelectual dominicana. Su praxis cotidiana y en la vida pública no se intimida ante el poder ni al imposición grupal. Excelente redactora del matutino HOY, y columnista fija de la revista Rumbo, Imbert-Brugal ejerce un periodismo de opinión de compromiso, un periodismo solidario, sin esquivar la responsabilidad de la denuncia y la confrontación. Ella es, si se puede llamar de alguna manera, una cronista que acosa a los retorcimientos de los sujetos que desde la esfera del Estado llevan de sí mismo un archivo de la simulación. Es autora de la colección de relatos Infidencias (1986), las novelas Distinguida señora (1995) y Volver al frío (Editora Norma, 2003).