Los hombres de mediana edad se hacen tratamientos

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26/01/2013 - Naira Hofmeister
Ante la crisis, la buena apariencia se ha convertido en un requisito tan
importante como un currículo cualificado para mantener el empleo.
Cada vez más acuden a las clínicas hombres de mediana edad que buscan
rejuvenecer ante lo que consideran la amenaza de los jóvenes.
Los hombres jóvenes realizan tratamientos estéticos para buscar empleao
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La crisis económica en España y la competitividad por tener o acceder
a un nuevo empleo –cuando un 25% de las personas en edad de trabajar
están en el paro– son consideradas las principales propulsoras de la
medicina estética en los últimos años en el país.
Según una encuesta llevada a cabo por la Sociedad Española de
Medicina Estética (Seme), la mayoría de los 600 médicos afiliados a la
entidad apuntaron las razones financieras como las principales
responsables por aumento del número de consultas a las clínicas de
belleza, que vieron multiplicarse el numero de tratamientos de
rejuvenecimiento los últimos años.
“Cada vez más la imagen es fundamental en nuestra sociedad. En épocas
de crisis como la actual, con la competitividad que existe en el mercado
laboral, las personas mayores y no tan mayores inician tratamientos
para mejorar o preservar la belleza –sobre todo ejecutivos que ven en los
jóvenes una amenaza a su puesto de trabajo”, explica la responsable del
Programa Científico del IX Congreso Europeo de Medicina Estética,
recientemente realizado en Madrid, Petra Vega.
Y como siguen siendo ‘ellos’ los que dominan los puestos de liderazgo,
nada más natural que también pasen a ser clientes de este tipo de
establecimiento. Durante 2011, un 30% más de hombres acudieron a
clínicas estéticas en búsqueda de soluciones para mejorar o mantener la
buena apariencia. Su edad se sitúa justo en la franja de la madurez
laboral, entre 35 y 50 años.
“Sabemos que una persona con buen aspecto tiene más posibilidades
de lograr un trabajo que una que se viste mal o tiene la piel
estropeada”, observa la vocera de Seme, Concha Obregón.
Sin embargo, Obregón subraya también otros componentes de esta alza de
la demanda: la caída de precios gracias a los avances tecnológicos y los
resultados cada vez más naturales de las técnicas.
“La medicina estética ya no es un lujo. Arreglarse se ha convertido en algo
habitual, aunque la crisis obviamente ha influido”, complementa Obregón.
La mayor demanda de tratamiento en los hombres (32%) está relacionada
con la estética facial, sobre todo rejuvenecimiento facial y toxina botulínica.
En segundo lugar, con un 26%, los tratamientos para la obesidad y la
adiposidad localizada. En tercer lugar, con un 21%, la depilación.
Con este incremento, el sector cerró el año de 2011 con unos resultados
muy positivos: el número de clínicas que ofrecen tratamientos no
quirúrgicos en España ha aumentado en un 20% con respecto al 2010,
alcanzando un total de más de 5.000 establecimientos autorizados en todo
el territorio nacional.
Los altos precios de las cirugías alejan a los clientes
Si en las clínicas de belleza los profesionales han podido beneficiarse de la
crisis, en los hospitales autorizados a realizar operaciones con fines
estéticos ocurre lo contrario. Utilizar el quirófano cuesta caro y con esto el
público dispuesto a pagar el precio por las plásticas se reduce cada
vez más.
“Aunque los costes de las cirugías también se han ajustado, el numero de
operaciones se redujo mucho”, lamenta el cirujano estético del Hospital
Ruber Internacional, Cesar Casado.
“La gente se hace tratamientos menos agresivos y de menos coste
económico – inyecciones de toxinas botulínicas, reducción de medidas por
medio de masajes. Los clientes han migrado para las estéticas”,
concluye.
Y es que mientras una técnica de las más modernas en estéticas puede
costar algo entre 500 y 1000 euros – con otros 200 o 300 euros para la
manutención regular – una operación plástica no sale por menos del doble
del valor.
Pero aún en los centros de belleza que aplican estos métodos, la realidad
es que los clientes buscan ahorrar de una manera o de otra. “Hemos
mantenido el mismo número de usuarios (tradicionales), aunque éstos han
reducido las visitas y los costes de los tratamientos”, señala la doctora Petra
Vega.
Por esto la portavoz de la Seme advierte que, en que pese los buenos
resultados, el sector no debería ser considerado como una alternativa a
profesionales de la salud que no encuentran trabajo y tampoco para
estudiantes que todavía no escogieron sus carreras.
“Se queda en pie aquel profesional sólido, que lleva muchos años de
actuación. Ponerse en manos de alguien menos experimentado no suele
ser muy común”, pondera.
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