L Denken Pensée Thought Mysl..., Criterios, La Habana, nº 52, 15 diciembre 2013 a obra musical en la perspectiva intertextual* Mieczyslaw Tomaszewski Creo que se puede estar de acuerdo con la opinión de que entramos en contacto con la obra musical sobresaliente en dos actos —los más fundamentales pero complementarios. El primer género de contacto tiene lugar cuando tratamos con la obra de manera directa, escuchándola, extasiándonos con ella, experimentándola sensorialmente y vivenciándola emocionalmente. El otro se efectúa cuando pensamos en ella, cuando la examinamos, tratamos de comprenderla, de descifrar los significados y sentidos de los que es portadora, de instalarla en nuestro mundo personal, en nuestro espacio personal, jerarquizado, de la cultura. De instalarla con determinado signo y grado de valor. Así hacemos como oyentes de música, más o menos experimentados y competentes en la escucha de música, siempre desinteresados y no profesionales. Pues bien, creo que las cosas se presentan en cierto sentido de manera semejante, aunque no idéntica, cuando nos acercamos a una obra musical sobresaliente como investigadores: analistas e intérpretes. También en este caso estamos ante dos perspectivas fundamentales. * «Utwór muzyczny w perspektywie intertekstualnej», en: M. T., O muzyce polskiej w perspektywie intertekstualnej. Studia i szkice, Akademia Muzyczna, Cracovia, 2005, pp. 9-36. 862 Mieczyslaw Tomaszewski En la primera de ellas examinamos la obra, por así decir, en sí misma, como obra per se. Devienen objeto de investigaciones analíticas las relaciones internas dominantes en ella. Relaciones que tienen lugar entre sus elementos y estratos. Constituyen principalmente un objeto de procedimientos empíricos y formales. En la segunda perspectiva el objeto de examen —los alemanes dicen Betrachtung; los ingleses, siguiendo a los griegos: Contemplation— lo constituyen, hablando de la manera más general, las relaciones externas. En esta perspectiva el objeto de esa interpretación o exégesis,1 pasa a ser la obra, como fenómeno existente en el espacio de su tiempo y lugar, o sea, en el espacio de la historia y la cultura. Ingresa entonces en la esfera de interés de las disciplinas orientadas histórica y humanísticamente, pero en particular en la esfera de los procedimientos semióticos y hermenéuticos. Creo que para todo observador perspicaz es indudable que en el último par de décadas esta segunda perspectiva general prevalece cada vez más sobre la primera. Sin pretender sustituirla, sino tratando de complementarla. Complementar, pues, el examen de las relaciones internas con el de las relaciones externas. Esa complementación se hizo indispensable ante el cambio de paradigma cultural que se efectúa ante nuestros ojos.2 1 Nos guste o no, hemos entrado en una época intertextual. En la historia de la música la anunciaron por lo menos tres partituras: la Sinfonía nº 1 (1888) de Mahler, Petrushka de Stravinsky (1911) y la Cuarta Sinfonía de Charles Ives (1916). Por lo menos desde ese entonces la interpretación de una obra que no esté complementada también con el examen de sus relaciones fuera de la obra no parece tener sentido. Según un paradigma que va quedando en el pasado —formado ante todo sobre la base de la teoría de Hanslick y del neopositivismo—, la principal y casi única función de la obra musical se reducía a la función 1 2 Término de Constantin Floros, cf. Brahms und Bruckner. Studien zur musikalischen Exegetik, Wiesbaden, 1980. Cf. Michal Glowinski, «O intertekstualnosci», en Poetyka i okolice, Varsovia, 1992; W. Bolecki y W. Tomasik, eds., Poetyka bez granic, Varsovia, 1995; Stanislaw Balbus, Miedzy stylami, Cracovia, 1996; Jim Samson, «The Second Ballade: Text and Intertext», en: M. Janicka-Slysz, T. Malecka, K. Szwajgier, eds., Muzyka w kontekscie kultury, Cracovia, 2011. La obra musical en la perspectiva intertextual 863 estética. El nuevo paradigma reivindica las restantes funciones, se puede decir: las inmemoriales. Tal vez vale la pena recordar qué funciones le atribuía a la música Tinctoris, compositor y teórico en una misma persona. Enumeró veinte funciones. He aquí algunas de ellas: Deum delectare, Dyabolum fugare, Extasim causare, Tristiam depellare, Homines laetificare, Amorem allicere, Animas beatificare…3 La mirada actual a las funciones de la obra musical en el espacio de la cultura permite —y a la vez exige— que se tome en consideración por lo menos un par de otras funciones que complementan esa función central, la estética. No debe asombrar que sea posible imaginárselas como casi idénticas a las funciones que le atribuyó una vez al habla viva Roman Jakobson.4 Son cinco: además de la estética, están la expresiva, la impresiva, la referencial y la fática. Al igual que en la esfera del lenguaje y el habla, no existe un enunciado marcado exclusivamente por una sola de las anteriores funciones. En cada obra existe la simultaneidad de la influencia, si no de todas las cinco funciones, en todo caso de un par de ellas a la vez. Sólo que una de ellas interviene en un papel distinguido, como supraordinada, «formopoyética». Le confiere carácter a la obra o al género, los diferencia de otras obras o géneros.5 —La función expresiva (Jakobson la denomina también emotiva) acentúa en la obra la fuerza de expresión, tanto mejor cuanto más individual, personal, subjetiva. Con particular claridad toma la palabra entonces el aspecto autobiográfico.6 La obra se vuelve una confesión. A la música de la era romántica la llamó Stefan Jarocinski (siguiendo a Schopenhauer) una «confesión incesante».7 Incluso el Lutoslawski educado en el paradigma de Hanslick —y fiel a él por largo tiempo— confesó, en un momento de sinceridad, en una conversación con Tadeusz Kaczynski: «Todo lo que es 3 4 5 6 7 Cit. según: Wladyslaw Tatarkiewicz, Estetyka nowozytna, Wroclaw, 1967, p. 281. Roman Jakobson, «Poetyka w swietle jezykoznawstwa», Pamietnik Literacki, 1960, nº 2. Cf. Mieczyslaw Tomaszewski, «W strone interpretacji integralnej dziela muzycznego», en: M. Tomaszewski, Interpretacja integralna dziela muzycznego. Rekonesans, Cracovia, 2000. Cf. M. Tomaszewski, «Momenty autobiograficzne, autoekspresywne i autorefleksyjne dziela muzycznego», en: K. Guczalski, ed., Filozofia muzyki. Studia, Cracovia, 2003. Stefan Jaroczynski, Ideologie romantyczne, Cracovia, 1979, p. 17. 864 Mieczyslaw Tomaszewski valioso en el arte debe ser el resultado de un estado de éxtasis».8 Y en una conversación con Elzbieta Markowska: «En la obra musical todo debe ser fruto de la inspiración».9 Y en otro caso: «la música no es más que diversión intelectual». Tabla 1. Principales funciones de la obra musical en el espacio de la cultura* [CONTEXTO] Función referencial (denotativa) Concentración en el contenido del comunicado [transmisión de significados] La obra como «mensaje» [EMISOR] Función expresiva (emotiva) Concentración en la fuerza de la expresión [expresión de los sentimientos propios] La obra como «confesión» [OBRA] Función estética (poética) Concentración en la perfección de la forma [construcción de la obra per se] La obra como «don» [DESTINATARIO] Función impresiva (apelativa) Concentración en la fuerza de influencia [influencia en las emociones del oyente] La obra como «llamamiento» [CONTACTO] Función fática (integradora) Concentración en el mantenimiento del contacto [consolidación de la comunidad] La obra como «vínculo» * Adaptación del modelo de Roman Jakobson (1960) relativo a las funciones del lenguaje. —La función impresiva, también llamada por Jakobson apelativa, otras veces conativa. Aquí el acento cae no en el emisor del comunicado artístico que es la obra, sino en su receptor. Se produce una concentración de 8 9 Lutoslawski en conversación con Tadeusz Kaczynski. Lutoslawski en conversación con Elzbieta Markowska, Ruch Muzyczny, 1990, nº 2. La obra musical en la perspectiva intertextual 865 los medios en la fuerza de influencia sobre el oyente. Ésa es una condición de todo arte comprometido, que lucha por algo. Beethoven, al preguntársele para qué escribía, se dice que respondió: «Quiero sacar chispas del alma de los hombres.» En la teoría de la gran forma de Lutoslawski se presta atención una y otra vez, constantemente, al proceso de percepción de la obra por el oyente. Pienso, por ejemplo, en su idea de la influencia mediante la construcción de «hipotensiones» (en las partes hésitant) para que puedan cumplir su función las partes direct, o para que el momento llamado por él sorpresa provoque el efecto correspondiente.10 — La función referencial (o de otro modo: denotativa) remite al oyente de mil maneras fuera de la esfera sonora de la obra; a un mundo real y surreal, real e imaginario. Ésa es la función que aprovechan todas las variedades de la música de ilustración y de programa, y todos los momentos de la obra que aprovechan los recursos miméticos y los procedimientos de la teoría de la imitación. Entre ellos figuran, por ejemplo, los paisajes sonoros de Messiaen llenos de sonidos de aves, pero también todos los tan numerosos motivos «de aves» de las partituras de Lutoslawski. La única diferencia entre éstos la constituye el grado de abstracción. —La función fática. Nombre extraño, proviene de Bronislaw Malinowski. Expresa la tendencia a mantener el contacto con el destinatario del enunciado. Determina la selección de los medios por la posibilidad de comprenderlos y aceptarlos. Produce el vínculo —medio de entendimiento— indispensable para que lo que el compositor tiene para decir llegue al oyente. La función que hace al compositor remitirse a momentos unificantes —por ejemplo, con ayuda de determinadas citas11 limitar el carácter esotérico del enunciado, disponer el ánimo en un tono común. La función de la que hace uso a menudo y gustosamente la música sacra, espiritual y patriótica. —Por último, la función estética. Jakobson la denomina poética —no de poesía, sino de poética. Y es que la poética, según Aristóteles, es la ciencia de traer al mundo, o sea, de construir, la obra a la que se le puede reconocer el atributo de la artisticidad. Es una función autotélica. Pero únicamente en el sentido de que recuerda que sólo cuando se cumplen sus condiciones, se puede alcanzar el objetivo de cada una de las demás fun10 11 Lutoslawski en una conversación directa sobre su propia creación. Cf. Karol Kurpinski, «O ekspresji muzycznej i nasladowaniu», Tygodnik Muzyczny, 1821, nº 6. 866 Mieczyslaw Tomaszewski ciones. De lo contrario, el resultado puede ser un Machwerk, bricolage o kitsch. He ahí como se perfila la situación del funcionamiento de la obra en el espacio sincrónico de la cultura. Desde luego, en una de las miradas posibles. También se puede mirar en una perspectiva nueva, llamémosla holística,12 la situación de la presencia de la obra musical en el espacio diacrónico de la historia. 2 Un estructuralista, Iuri Lotman, en uno de sus últimos trabajos, Cultura y explosión, observó: «La historia de la cultura […] puede ser examinada desde dos puntos de vista: en primer lugar, como desarrollo inmanente; en segundo lugar, como resultado de diversas influencias externas. Ambos procesos se entretejen de manera estrecha y su separación sólo es posible en el orden de la abstracción investigativa.»13 He aquí que en este momento quisiera precisamente separarlos y abordar únicamente la problemática de las influencias externas, y ello por dos motivos: en primer lugar, la mirada a la obra en la perspectiva inmanente, a sus cuatro tipos de textos, correspondientes a las cuatro fases de la obra —concepción, realización, percepción y recepción—, ya ha sido presentada antes, más de una vez, en variados acercamientos y enfoques. Y en segundo lugar, justamente ese segundo aspecto —las influencias y vínculos externos— rima con el tema principal de la presente intervención: la obra musical en la perspectiva intertextual. Tres términos y tres áreas de problemas que se hallan tras ellos permitirán acercarse al asunto: inspiración, contexto y resonancia. La palabra «inspiración» evoca el problema del arraigo intertextual de la obra en la herencia del pasado. La palabra «contexto» recuerda el aspecto de la vinculación de la obra dada con su propio presente. Por último, la palabra «resonancia» evoca el problema de la influencia de la obra dada en la música del futuro, la música de las siguientes generaciones. Para exponerlo de manera más detallada: 12 13 Cf. Maciej Golab, Spór o granice poznania dziela muzycznego, Wroclaw, 2003, pp. 233-248. Iuri Lotman, Kultura i eksplozja, Varsovia, 1999, p. 109. La obra musical en la perspectiva intertextual 867 —La investigación de la esfera de la inspiración tiene, pues, como su objeto el género y grado de arraigo de la obra dada en el pasado.14 Examina las huellas de la presencia en ella de la música de un paradigma pasado. Se Tabla 2. La obra musical en el círculo de las relaciones temporales intertextuales Como objeto de las investigaciones, la esfera de la (el) INSPIRACIÓN CONTEXTO RESONANCIA , o sea, del género y grado de: ENRAIZAMIENTO en el pasado VINCULACIÓN con el presente INFLUENCIA en el futuro TOMA de patrones, modelos y sistemas generales o/y fragmentos de obras concretas de un paradigma pasado INTERCAMBIO de modos y maneras o /y procedimientos concretos de un paradigma actual TRANSMISIÓN de ideas, indicadores de rumbo o/y sugerencias e impulsos concretos para obras de un paradigma futuro CONTINUACIÓN creadora basada en música antigua DIÁLOGO creador con música distinta DIÁLOGO creador con música distinta Tendencias opuestas: RUPTURA con el pasado: AISLAMIENTO del presente: CASO OMISO del futuro: RECHAZO de patrones, sistemas, modelos, huellas, etc. NO ACEPTACIÓN de las modas «en vogue», maneras, etc. FALTA de la colocación de indicadores de rumbo, impulsos, etc. DISCONTINUACIÓN de carácter de vanguardia Acento en lo nuevo. MONÓLOGO de carácter autónomo Acento en lo autotélico. DECONSTRUCCIÓN de carácter conceptual Acento en lo único. 14 Cf., por ejemplo, Zofia Chechlinska, «O tak zwanych ‘italianizmach’ i ‘wokalnym’ charakterze melodyki chopinowskiej», Pagine, 4, Cracovia, 1980; Walter Wiora, «Chopins Preludien und Etüden und Bachs Wohltemperiertes Klavier», en: Z. Lissa, ed., The Book of the Chopin Congress, Varsovia, 1963; Paolo Emilio Carapezza, «Chopin’s Nocturne op. 32, no. 1, The Source of Mahler’s Sixth Symphony?», Chopin 868 Mieczyslaw Tomaszewski trata, por una parte, de la adopción de patrones, modelos y sistemas generales; por otra, de la referencia a idiomas compositorales concretos o a obras concretas. Entra en juego ante todo la continuación directa —más o menos creadora— de elementos de un antiguo paradigma. —La investigación de la esfera del contexto de la obra tiene como objeto el género y grado de su vinculación con el presente, con todo tipo de «aquí y ahora».15 Examina las huellas de la influencia que han ejercido en la obra los vínculos con las cosas reales —históricas, culturales o biográficas— y las determinaciones por parte de las mismas. Al interpretar, por ejemplo, Wellingtonssieg de Beethoven, Año 1812 de Chaikovski, Triumphslied de Brahms o Réquiem polaco de Penderecki, no es posible pasar por el costado de las cosas reales que determinaron el surgimiento de esas obras. También en este caso el interpretador tiene ante sí el problema de la susceptibilidad o resistencia de la obra a las modas, maneras y procedimientos compositorales actuales. Y, en general, está pendiente el examen del género y forma del diálogo con la música de su tiempo que se emprendió en la obra. —La investigación de la esfera de la resonancia,16 a su vez, tiene como objeto el género y grado de la influencia de una obra dada (o del conjunto de la obra de un autor dado) en las obras futuras y su conjunto.17 Suele haber obras que simplemente generan la música de las siguientes generaciones, provocan una resonancia, y, desde luego, obras cuyo eco suena sordo. 15 16 17 Studies, 5, Varsovia, 1995; Zofia Lissa, «Inspiracje Chopinowskie w twórczosci M. Regera», en Studia nad twórczoscia Chopina, Cracovia, 1970. Cf., por ejemplo, C. Floros, Alban Berg. Musik als Autobiographie, Wiesbaden, 1989; Irena Poniatowska, «Chopin-Liszt. Kontakty artystyczne i oddzialywania stylistyczne», en Chopin w kregu przyjaciol, 1, Varsovia, 1995. La resonancia de una obra, a mi entender, no es lo mismo que su recepción. La recepción concierne únicamente a la presencia de una obra concreta dada en la cultura; en cambio, la resonancia concierne a las huellas de la influencia de la obra dada en la obra de otros compositores. Cf., por ejemplo, Z. Lissa, «Do genezy akordu prometejskiego A. N. Skriabina», Muzyka, 1959, nº 2; Maciej Golab, «O ‘akordzie tristanowskim’ u Chopina», Rocznik Chopinowski, 18, 1988; Wolfgang Dömling, «Franz Schuberts Lieder komponiert von Franz Liszt», en: M. Janicka-Slysz, T. Malecka y K. Szwajgier, Muzyka w kontekscie kultury, Cracovia, 2001; M. Tomaszewski, «Z badan nad rezonasem muzyki Chopina», Rocznik Chopinowski, 21, 1995; M. Tomaszewski, «Obecnosc muzyki Chopina w twórczosci rówiesników i nastepców», en: M. Tomaszewski, Muzyka Chopina na nowo odczytana, Cracovia, 1996. La obra musical en la perspectiva intertextual 869 Las tres situaciones básicas de la obra en el espacio intertextual aquí presentadas como modelos, y por ende muy esquemáticamente, pueden poseer sus negativos situacionales, por así decir. —Una situación alternativa con respecto al arraigo en la herencia del pasado, la constituye la situación de ruptura con el pasado. El lugar de la tendencia a la continuación lo ocupa entonces la tendencia a una clara discontinuación. En la esfera de los valores, el acento se desplaza entonces, de lo antiguo, lo vinculado con la tradición, a lo nuevo, testimoniando una actitud de vanguardia: la adopción de la idea de progreso como principio. —La situación de autoaislamiento de todo lo heterogéneo, lo cultural o estilísticamente otro, deviene una situación alternativa para los variados géneros de vinculación de la obra con lo presente y distinto. Resulta de la adopción de una actitud de «splendid isolation». Hablando metafóricamente: en este caso el diálogo es sustituido por el monólogo. Los vínculos intertextuales e intersemióticos son rechazados en nombre de la idea de la obra autotélica, absoluta, autónoma —independiente de todo tipo de contextos. La musica adhaerens, determinada por algún género de vínculo, alcanza el estatus de musica libera. —Por último, frente a la situación en la que la obra es dotada de una fuerza para generar, para provocar una resonancia entre las obras de un paradigma estilístico posterior, está la situación en que se hace caso omiso del pasado. Es decir: una situación de indiferencia a lo que será. De un peculiar désintéressement respecto al rumbo del futuro desarrollo de un género dado o de un dominio dado del arte. La generación de obras análogas cede su lugar a la deconstrucción del curso de desarrollo. La obra musical adquiere un carácter conceptual, esto es, que ocurre una sola vez. Se agota en la idea que se presenta una sola vez. Aquí deviene valor lo único, lo que no se puede repetir o desarrollar creadoramente. 3 Podría parecer que el conjunto de las situaciones de la obra musical aquí presentadas y de los términos que definen esas situaciones es impuesto por la nueva metodología a la realidad examinada. Sin embargo, ocurre más bien a la inversa: todo de lo que se habló fue derivado precisamente de esa realidad. Para convencerse de ello basta echar una ojeada a las partituras y a las declaraciones autorales de compositores tales como Lutoslawski o Panufnik, Górecki o Penderecki. 870 Mieczyslaw Tomaszewski A manera de ilustración he aquí un par de citas de declaraciones de Witold Lutoslawski registradas en conversaciones con Tadeusz Kaczynski, Ch. B. Rae e Irina Nikolska.18 Sobre la Obertura para violines: Allí se oye un eco de Bartók. Nada de asombroso. Es una montaña que se levanta en el medio mismo del camino (…) No hay manera de eludir esa montaña». «La Primera Sinfonía es una típica sinfonía neoclásica en la que tiene lugar una clara referencia a la forma prebeethoveniana o beethoveniana». Sobre la así llamada música de acción: «Un gran maestro en esta esfera fue para mí ante todo Beethoven, pero también Chopin. Fantasía en fa menor o Baladas son modelos perfectos». Partita, «su parte central, el Largo, es un eco del adagio de Händel». Y más adelante: «No podía, claro está, no sufrir la influencia de Stravinsky». «Aprendí mucho de Haydn…» «Un compositor que ejerció en mí no poca influencia fue Albert Roussel. Precisamente él se volvió para mí hasta cierto punto una encarnación del ideal que se imponía a mi imaginación». Chopin: «Incluso hoy hallo en su música una fuente de animación de la imaginación (…) El resultado final de esa operación no le permitiría (…) a nadie adivinar que en la base de la misma estaba el trato con la música de Chopin». «Mi concierto (para piano) es una especie de híbrido». «Un matrimonio de mi lenguaje armónico, melódico y rítmico con la tradición de la pianística del siglo XIX. Era importante para mí la referencia directa a la tradición, en particular a Chopin, Liszt y Brahms». En otras declaraciones se habla de otros nexos e incluso de un «flirteo» intencional con la tradición. Y al mismo tiempo en ellas se pueden hallar muchas confesiones críticas con respecto a las tendencias distintas, o sea, con respecto a la voluntad de romper con el pasado, de interrumpir el curso de la historia. Por ejemplo, la condena de ese género de tendencias en Pierre Boulez. O la convicción de la «completa quiebra de la escuela de Darmstadt». El autor de Juegos venecianos explica esa quiebra con su 18 Tadeusz Kaczynski, Rozmowy z Witoldem Lutoslawskim, Cracovia, 1972; T. Kaczynski, Lutoslawski, zycie i muzyka, Varsovia, 1994; Charles Bodman Rae, Muzyka Lutoslawskiego, trad. S. Krupowicz, Varsovia, 1996; Irina Nikolska, Muzyka, to nie tylko dzwieki, Cracovia, 2003. Cf., también, D. Gwizdalanka y K, Meyer (red.), Witold Lutoslawski: Postscriptum, Varsovia, 1999. La obra musical en la perspectiva intertextual 871 desvinculación de las raíces, la ruptura programática con la tradición, la adopción del supuesto de que hay que empezar todo desde el principio, es decir, «desde Schönberg y Webern». De tiempo en tiempo —a pesar de su conocida buena voluntad hacia la vanguardia— expresó opiniones por el estilo de: «Son malas las obras de arte cuya principal virtud es su novedad. Porque ese rasgo (…) envejece a la mayor velocidad.» 4 En el umbral de los años 20 del pasado siglo, cuando todavía a nadie le pasaba por la mente la intertextualidad como disciplina científica, antes aún de que Víctor Shklovski enunciara su célebre frase: «Cada obra de arte es creada a la vez como paralelo y como oposición a algún modelo»19, Karol Szymanowski le escribió a Zdzislaw Jachimecki lo siguiente: Cuando la gente entienda por fin que no hay arte innato, que cada artista es un aristócrata que debe tener tras sí esas mismas doce generaciones compuestas por Bachs y Beethóvenes —si es músico—, Sófocles y Shakespeares —si es dramaturgo—, y si reniega de sus antepasados o no los conoce, entonces a pesar incluso del más grande talento será en el mejor de los casos un tonto…20 Szymanowski no fue el primero en quien apareció la reflexión concerniente a la relación entre los textos. Una relación doble y a menudo tensa. En una de ellas se trata de una relación existente entre la vanguardia musical y la tradición musical, entre lo datum y lo novum. En la segunda, de una relación entre obras. Se la puede reducir a una idea formulada de varias maneras: música en la música, música con respecto a la música, y también música sobre la música.21 19 20 21 Wiktor Szklowski, O teorii prozy, Moscú, 1929. Cf. K. Pomorska, «Teoria jezyka poetyckiego i przedmiot poetyki w tzw. szkole formalnej», Pamietnik Literacki, 1963, nº 4. Karol Szymanowski a Zdzislaw Jachimecki. Cit. según Stanislaw Golachowski, Karol Szymanowski, Cracovia, 1956, p. 41. Formulaciones de, entre otros, Zofia Lissa y Theodor Wiesengrund Adorno. Un abordaje frontal del tema tuvo lugar en el simposio sostenido en Baranów, en 1977; cf. T. Malecka y L. Polony (red.), Muzyka w muzyce. Spotkania muzyczne w Baranowie, 2, Cracovia, 1980. 872 Mieczyslaw Tomaszewski Ya en el año 1802, Johann Nikolaus Forkel, descubridor de Bach, su primer monografista, después de analizar la obra del autor del Concierto de Brandenburgo y La Pasión según San Mateo, se atrevió a sacar de ella una conclusión un tanto sorprendente. «La música —escribió— siempre es sólo música sobre otra música».22 Sin embargo, cuando se recuerda que la música de las cantatas y las pasiones de Bach se basa en la coral protestante, y que las obras concertantes constituyen una transcripción o travestismo, ciertamente creadora, pero transcripción, de algunas obras concretas de Vivaldi, la afirmación de J. N. Forkel deja de asombrar. ¿Es posible imaginarse una obra de arte nueva por completo y sin residuo? Se puede. Se la imaginaron las sucesivas vanguardias. Pero ¿es posible realizarla? Cuando tenía veinte y tantos años y escribí el Treno, me parecía que me desvinculaba por completo de la tradición. Realmente, el Treno era una negación de mis estudios y de la música que había aprendido durante más de diez años. Ahora, después de años de experiencia —la confesión proviene del año 1987—, considero que no se puede comenzar la música desde el principio. Sólo se la puede continuar.23 Escuchando, por ejemplo, el Concierto en fa menor de Chopin, no pensamos en eso, pero la idea de la forma fue tomada de Mozart, y casi todo el repertorio de idiomas de factura, de Hummel. Escuchando la Sinfonía en do menor de Brahms, olvidamos que, sin embargo, no sin motivo se la llamaba «La Décima de Beethoven». Escuchando los Cuartetos de Bartók, no tenemos demasiadas ganas de tomar conciencia de que ese modo de hacer música continúa una tradición establecida ya con precisión por Haydn. Incluso si tomamos la partitura del ya mencionado Treno, el clúster* lo inventó antes Cowell; los cuartos de tono, Haba; el puntualismo*, Webern; 22 Johann Nikolaus Forkel, Über J. S. Bachs Leben, Kunst und Kunstwerke, Leipzig, 1802. 23 Krzystof Penderecki, «Muzyki nie mozna zaczynac od poczatku», Ruch Muzyczny, 1987, nº 22. * N. del T. Cluster: «acorde construido de sonidos que se hallan cerca unos de otros en la escala musical, tocados simultáneamente o repartidos en el tiempo, empleado en la música instrumental actual». * N. del T. Puntualismo (no puntillismo, como a veces se ha traducido por analogía con la tendencia pictórica, a pesar del explícito señalamiento de Boulez en contra). La obra musical en la perspectiva intertextual 873 el serialismo, Boulez; el aleatorismo, Cage… Así pues, incluso esa «intención de fundar (solo) el mundo de nuevo» —formulación valiente y segura de sí del autor del Treno— habría que someterla a cierta corrección: No completamente «de nuevo». El autor de Música fúnebre llegó, años después, a reflexiones de este tipo: «El hábito de componer un lenguaje, no lo que se tiene para transmitir con él —dijo Lutoslawski en el año 1990— es una enfermedad de nuestros tiempos. Esa enfermedad ya está pasando un poco.»24 Y, sin embargo, no habría historia de la música ni historia de la cultura no sólo sin continuación sino también sin ruptura y comienzo —en alguna esfera— de nuevo. No las habría sin transmisión y consolidación de la tradición, pero tampoco sin su negación, revisión, puesta en duda, e incluso mofa. Digo cosas evidentes. Pero no siempre fueron evidentes para todos. Las tendencias extremas se enfrentan sin cesar, con la apariencia de que cada lado tiene toda la razón. La sugerencia imperativa del tratado de Boulez, Pensez la musique d’aujourd’hui, consistía en que es preciso tomar conciencia de que se puede hacer música de todo –—excepto de melodía, armonía y ritmo.25 El autor de Edipo Rey y Sinfonía de los Salmos, a pesar de todo, uno de los más grandes innovadores de la música del siglo XX, en una de sus conferencias de Harvard planteó la tesis diametralmente opuesta: «La verdadera tradición no es un testimonio del pasado, es una fuerza viva que despierta y forma el presente».26 Penderecki, como es sabido, al principio se dejó convencer por las tesis de Boulez. Después de unos años le dio la razón a Stravinsky. Se justificó así: El carácter de vanguardia daba una ilusión de universalismo. El mundo musical de Boulez, Nono, Cage, Stockhausen, era, para nosotros, jóvenes coartados por (…) la estética realista-socialista, una liberación. Se abría ante mí una nueva realidad, una nueva visión del arte y del mundo. Pero rápidamente me di cuenta de que en esa actividad innovadora —que se reducía a experimentos 24 25 26 Witold Lutoslawski, en conversación con Elzbieta Markowska, «Utwór muzyczny powinien byc owocem natchnienia», Ruch Muzyczny, 1990, nº 22. Pierre Boulez, Pensez la musique aujourd’hui, Mainz, 1963. Igor Strawinski, «Poetyka muzyczna» (1942), trad. S. Jarocinski, Res Facta, 4 Cracovia, 1970, p. 211. 874 Mieczyslaw Tomaszewski y especulaciones formales— hay más destrucción que construcción de nuevo, que ese tono prometeico es una utopía.27 Así pues, se puede mirar la historia de la música como un campo dialéctico —por así decir— de lucha de lo antiguo con lo nuevo (y de lo nuevo con lo antiguo).28 De lucha pero también de «amistad»; en todo caso, de coexistencia o complementación. Pero, al mismo tiempo, también de coexistencia, oposición y (o) complementación de lo distinto con lo propio. Y si no se toman las cosas demasiado literalmente, Shklovski tenía razón: en efecto, la obra de arte es creada a la vez como paralelo y como oposición respecto a algún modelo anterior.29 Así pues, en esta perspectiva, la historia de la cultura tiene la forma de una cadena. En ese sentido, las Variaciones de Chopin sobre Là ci darem la mano traen una reacción peculiar al Don Juan de Mozart, y el Nocturno Op. 27 a los Nocturnos de Field. Y en la Pasión según San Lucas se puede ver una peculiar respuesta o réplica a la Pasión según San Mateo; en Maitines, un peculiar complemento a la Misa glagólica de Janaczek; en Diablos de Loudun, una obra correspondiente consciente o subconscientemente a Juana en la hoguera; en el Stabat Mater para tres coros de Penderecki, una reacción al Stabat Mater para tres coros de Palestrina. Y llegaremos al momento en que tal vez se podrá aplicar también a la música la metáfora de Osip Mandelstam: «La palabra es una flauta de mil caramillos, animada por el aliento de todos los siglos a la vez.»30 5 Existe una cantidad francamente infinita de modos y tipos de coexistencia —en una misma obra— de componentes heterogéneos, o sea, repetimos, de lo antiguo o lo nuevo en la perspectiva del tiempo histórico y de lo distinto o lo propio en la perspectiva del espacio cultural. También existe una considerable variedad de principios con arreglo a los cuales se en27 28 29 30 K. Penderecki, «Drzewo wewnetrzne», conferencia en la Universidad de Varsovia, 1993, en Labirynt czasu, Varsovia, 1997, p. 11. Cf. Zofia Helman, «Norma i indywiduacja w Sonatach Chopina», en: M. Golab, ed., Przemiany stylu Chopina, Cracovia, 1993. W. Szklowski, O teorii prozy…, op. cit. Osip Mandelstam, Slowo i kultura, trad. Ryszard Przybilski, Varsovia, 1972. La obra musical en la perspectiva intertextual 875 cuentra en una misma obra lo nuevo con lo antiguo, o lo distinto con lo propio. —El ejemplo más simple —hablando con propiedad, el ejemplo límite— de la presencia de lo antiguo en lo nuevo es el que encontramos en la música transportada, o sea, trasladada de la voz a un instrumento, de un instrumento a otro instrumento, o de un instrumento a una orquesta.31 En este caso lo nuevo suele ser únicamente el así llamado «manto sonoro». Bajo ese nuevo manto —color, adorno o traje— reconocemos sin dificultad la forma original, anterior, primitiva, primaria. Como en un palimpsesto.32 —Una situación paralela concierne a la música de algún modo definida adicionalmente por los sucesores. En este caso la música primaria es complementada como resultado de un procedimiento de inserción de tropos*, vocalización o armonización de lo primario. —Una clase ya distinta del modo de presencia de lo antiguo en lo nuevo y de lo ajeno en lo propio es la creada por el grupo de procedimientos en los que la música primaria constituye nada más que un punto de referencia para la música nueva. Entran en juego dos tipos dentro de ese grupo: —En primer lugar, aquel en que la música primaria o distinta (ajena) constituye para la nueva un punto de partida: como Cantus prius factus o tema para variaciones, paráfrasis o fantasías. Tenemos entonces ante nosotros, por ejemplo, las Variaciones de Lutoslawski sobre un tema de Paganini, numerosas paráfrasis de temas de Kurpie en la Sinfonía rústica de Panufnik, la Fantasía en fa menor de Chopin, basada en el repertorio de motivos de las canciones de insurrectos, pero también la fantasía o paráfrasis jazzística de Jagodzinski o Mozdzer sobre un tema tomado de Chopin.33 31 Cf. Barbara Taraszkiewicz, «Transkrypcje fortepianowe L. Godowskiego», Rocznik Chopinowski, 8, 1969, y una serie de trabajos concernientes a la transcripción de obras de Chopin, procedentes del seminario de Maciej Golab en la Universidad de Varsovia. 32 Término tomado de la teoría de la literatura; cf. Gérard Genette, Palimpsestes. La littérature au second degré, París, 1982. * N. del T. Tropos: interpolaciones textuales, musicales y textual-musicales en cantos litúrgicos originales. 33 Chopin. Jazz. Metamorphoses: Andrzej Jagodzinski Trio & Janusz Olejniczak, y Chopin Tomorrow: Leszek Mozdzer / Madjid Khaladj, «Opus 111». 876 Mieczyslaw Tomaszewski En todo tipo de transcripciones, traslados o complementaciones, el autor de ese nuevo manto está en la sombra del autor de la versión primitiva, como apenas transcriptor o arreglista. Únicamente en el momento en que su transcripción brilló con algún acento creador, recibió un puesto igualado con el autor primario, como Ravel en el caso de Cuadros de una exposición de Musorgski. Las cosas se presentan de otro modo en el caso del grupo de obras de que estamos hablando, de aquellas en las que alguna música primaria constituyó para la obra tan sólo un punto de referencia. El autor de ese punto de referencia, de esa música primaria, o sea, del tema para la variación, fantasía o paráfrasis, desaparece entonces del primer plano. Polichinela se vuelve ya una obra de Stravinsky, no de Pergolesi; el Concierto gótico, una obra de Panufnik; la Música polaca antigua, una obra de Górecki; la Polonesa de Oginski, una obra de Palestra. La frontera entre lo antiguo y lo nuevo, lo ajeno y lo propio, se borra. La heterogeneidad de la obra se vuelve aquí el principio que crea forma y carácter. —Hablábamos de la clase de procedimientos compositorales en los que la música primaria constituía un punto de partida para la nueva composición. Las cosas se presentan de otro modo cuando la música de antaño o ajena ha de constituir el punto de llegada. Entonces no entra en juego alguna obra concreta, sino la idiomática de alguna obra, y, más frecuentemente, de toda la obra de un autor, o sea, sus elementos constitutivos entresacados y dados —ya como patrón o modelo, y no como cosa concreta— a la nueva obra. Entran en juego tres situaciones fundamentales, tres tipos —hablando de la manera más general— de «imitación» de lo primario o lo distinto, ligados a los correspondientes procedimientos, generadores de tres tipos distintos de música: epigónica, retroversiva y estilizada. Se puede llamar epigónica a la música imitadora, y ello directamente, en el marco del mismo paradigma, la música tomada como modelo. Durante un par de años después de 1956 dominó en Polonia, como resultado de que se entreabriera la cortina de hierro, la imitación eufórica de modelos de Darmstadt asentados en el serialismo y el puntualismo de Webern y Boulez. En ese entonces era difícil distinguir una obra de otra. En la memoria de Lutoslawski, ese período quedó como el de «ahuyentamiento de la importuna mosca»34 del postwebernismo. Un tiempo después, en los años 80 y 90 tomó la palabra la imitación epigónica de la música sacra de 34 S. Jarocinski, Witold Lutoslawski. Materialy do monografii, Cracovia, 1967, p. 42. La obra musical en la perspectiva intertextual 877 Tabla 3. La obra musical en el espacio intertextual. Modos de existencia del texto en el texto: «música en la música». Obras en las que la música «primaria» está presente bajo su nuevo manto sonoro. Situación de palimpsesto. Música «transportada» (transpuesta) Música «complementada» (definida Transcripciones de un instrumento a un adicionalmente) instrumento Inserción de tropos en obras a-textuales Instrumentaciones de un instrumento para Vocalizaciones de obras instrumentales orquesta Armonización y arreglo de obras monódicas Intabulaciones* de la voz a un instrumento Obras en las que la música primaria constituye un punto de referencia para la música nueva Música «desarrolladora», que halla Música «imitadora», que halla en la en la primaria un punto de partida. primaria un punto de llegada Formas basadas en el cantus prius factus Música epigónica: imitación directa Variaciones sobre un tema ajeno Música retroversiva: imitación indirecta Paráfrasis y fantasías sobre temas dados. Música estilizada: imitación «falsificadora» Obras en las que la música primaria enriquece la música nueva. Situación de incrustación Música «in-clusiva», que absorbe Música «ex-clusiva», que trata la música fragmentos de la música primaria primaria como un «cuerpo extraño» Citas Quodlibets Alusiones y reminiscencias Collage * N. del T. Intabulación: transcripción de una obra vocal a un instrumento de teclado, laúd u otro instrumento de cuerda rasgada. Penderecki, provocada por la situación política. Kisielewski bautizó el fenómeno con el mordaz epíteto de «sacrorrealismo».35 Llamo música retroversiva a la que aborda de manera creadora y desarrolla no la música pasada inmediatamente anterior, sino la ya olvidada, a la que regresa con una peculiar nostalgia, en la convicción y percepción de 35 Véase M. Tomaszewski, «O twórczosci zaangazowanej. Muzyka polska 1944-1994 miedzy autentyzmem a panegiryzmem», en: M. Tomaszewski, Interpretacja integralna dziela muzycznego. Rekonesans, Cracovia, 2000. 878 Mieczyslaw Tomaszewski que su existencia fue interrumpida antaño antes de que conformara plenamente sus posibilidades potenciales.36 Un ejemplo espectacular de la música retroversiva apareció en las postrimerías de los años 70 en la obra de Penderecki, junto con El paraíso perdido, Concierto para violín/lines y Segunda Sinfonía (de Nochebuena). En este caso no se puede hablar de epigonismo. Y es que antes de que ocurriera el regreso a la idiomática de la música de Wagner, Bruckner y Mahler, hacía mucho que de la pizarra se habían borrado los restos de postromanticismo. Borrados por la dodecafonía, el puntualismo, el serialismo y el sonorismo del Treno o de Flurorescencia. Hace falta oír no demasiado bien para no percibir esa diferencia entre música epigónica y retroversiva. Se puede hablar de otro tipo de música «imitadora». Del que surge como resultado de una estilización —consciente e intencional. Se trata de una imitación que se esfuerza con fines serios o jocosos por francamente «falsificar» de algún modo música de tiempos pasados. Entre los ejemplos que más saltan a la vista, entra en juego el retrato de Chopin en Carnaval de Schumann, la estilización de la música de Mozart en el Minué de Paderewski, y tal vez ante todo el ejemplo más perfecto: la Sinfonía clásica de Prokófiev. Y para más ejemplos lo mejor es echar mano al repertorio de las obras del «Grupo de los Seis» francés, a la corriente del neoclasicismo polaco con Szalowski, Spisak y el Lutoslawski inicial al frente. Una última clase de procedimientos intertextuales es la de las acciones que enriquecen la nueva obra con ciertos elementos de otra obra. Se puede decir que en ella se trata de las acciones en las que la música primaria — y con la mayor frecuencia algún fragmento concreto de ella— enriquece de manera específica a la música nueva. Esto es, esa música primaria aparece en ella como un elemento distinguido, significativo, la mayoría de las veces francamente simbólico. Un medio para transmitir el envoi del compositor. La obra surgida como resultado de ese procedimiento se vuelve un objeto en el que lo nuevo está incrustado con lo históricamente antiguo o lo culturalmente distinto. El punctum divisionis, el principio de diferenciación de los procedimientos, lo constituye aquí el grado y género de vínculo de lo novum con lo datum. Porque unas veces la música de antaño es 36 Tadeusz A. Zielinski, para el fenómeno del que estamos hablando, emplea el término «stylistic reanimation». Véase: T. A. Zielinski, «The Penderecki Contrary», en: R. Robinson, R. Chlopicka, eds., Studies in Penderecki, Princeton NJ, 2003. La obra musical en la perspectiva intertextual 879 incorporada de manera orgánica en el organismo de la música nueva; otras, funciona en ella como un cuerpo extraño. El primero de esos dos tipos de música se podría llamar música inclusiva, o sea, que absorbe, que acepta ese fragmento extraño de un modo armonizado con el todo. El otro tipo merece el nombre de música exclusiva —en el primitivo significado de esa palabra, o sea, de música que segrega y excluye ese fragmento ajeno, como incoherente por su propósito mismo. Que no puede ser puesto en armonía. —La música inclusiva se manifiesta a través de citas, alusiones y reminiscencias. La cita posee una historia antigua y colorida.37 ¿Quién no recuerda el festín final de Don Giovanni, cuando Mozart cita dos fragmentos de óperas ajenas, y finalmente también de una ópera propia, no sin humor e ironía. Chopin, como es sabido, citó un villancico en el Scherzo en si menor y una canción popular en Mazurka de Palma en mi menor. En el siglo XX el citar se volvió un recurso empleado archigustosamente y archifrecuentemente, empezando por Debussy, Berg y Honegger y terminando en Panufnik, Roman Berger, Górecki y Penderecki. En la obra del autor de La máscara negra, el citar fragmentos mayores o menores de música primaria entró francamente en el férreo repertorio de recursos compositorales. Se podría hacer una larga enumeración de fragmentos citados y describir los modos —bastante particulares— de su empleo. Penderecki logra hacer que su presencia en la obra sea a la vez inesperada, sorprendente, y esperada, armonizada plenamente con la música de la obra. Antes de que aparezca en el Te Deum la melodía Boze cos Polske; en el Réquiem Polaco, el motivo de la canción Santo Dios; en El Paraíso, la coral O grosse Lieb; en el Credo, Popule meus; en La máscara negra, la coral O Hapt voll Blut und Wunden, conocemos ya, tenemos en los oídos los contrapuntos sacados de ellos, y antes presentados. Una de las funciones básicas de la cita es su carácter manifiesto, su reconocibilidad. Por eso fue usada. Desde luego, usada para el oyente competente. A veces ese carácter manifiesto desaparece. Ocurre que la cita, apenas aparece, ya se desvanece. Ocurre también que es ofrecida en una deformación que oculta su legibilidad e identificabilidad. Estamos entonces ante 37 Cf. Zofia Lissa, «O cytacie w muzyce», en Szkice z estetyki muzycznej, Cracovia, 1965; Krystyna Tarnawska-Kaczorowska, «Cytat muzyczny. Zarys problematyki», Muzyka, 1998, nº 3. 880 Mieczyslaw Tomaszewski la alusión. En la Segunda Sinfonía de Penderecki, la de Noche Buena, para el reconocimiento del incipit del villancico Noche de paz, el compositor le dejó al oyente nada más que cuatro notas… Hay en uso un término más, cercano al anterior: reminiscencia.38 Yo me inclinaría a llamar de ese modo al «reflejo subconsciente de la memoria». La música ajena, oída antaño —y por algún motivo cercana, y por ende interiorizada— se deja oír en la obra propia «sin haber sido invitada». Prokófiev se deja oír de ese modo en la Primera Sínfonía de Lutoslawski; Bartók, en su Concierto para orquesta. Una propiedad constitutiva de la reminiscencia —que la distingue de la cita— es la falta de literalidad. Es verdad que ella evoca en el oyente alguna obra concreta, pero nunca de manera clara y nunca sin dudas de parte del oyente. Seguidamente, al final de esta serie de ejemplos, el casus de la música exclusiva, de la excluyente que se presenta hoy bajo la forma del collage. A la vez también ecléctica, poco coherente. A una obra de este tipo no se la puede llamar un monolito. Es —como dicen los geólogos— un conglomerado. La música que había surgido antes es segregada en ella. En la partitura de una de las doce obras que constituyen Makrocosmos, George Crumb pegó directamente un fragmento de la partitura del Impromptu en do sostenido menor de Chopin. Un logro cumbre en este género de procedimientos intertextuales lo constituye, como es sabido, la Sinfonía de Luciano Berio, del año 1968. A la tercera parte de ésta le pegó motivos tomados de obras de autores que van de Bach y Beethoven a Strauss y Schönberg, de Brahms a Stravinsky, de Berg a Webern y de Boulez a Pousseur. Y, además, los pegó en una partitura «agujereada» de una sinfonía de Mahler. Un antecesor del collage fue el quodlíbet barroco, tratado como un juego de sociedad. Tanto mejor era el juego, cuanto más componentes de la obra resultaban extraños unos para otros. Pienso que se puede hablar de la aplicación del procedimiento —precisamente de este tipo— con referencia, por ejemplo, a Ubu Rey. A pesar de que no se puede hablar en este caso de que se citen obras concretas de Rossini y Stravinsky, Verdi, Mozart y algunos otros, sino sólo de que se las parodia y se las hace chocar entre sí. 38 Cf., por ejemplo, Ludwik Bronarski, «O reminiscencji u Chopina» en Szkice Chopinowskie, Cracovia, 1961; Marta Szoka, «Reminiscencje chopinowskie w muzyce fortepianowej Franka Martina», Muzyka fortepianowa, IX, Gdansk, 1992. La obra musical en la perspectiva intertextual 881 Dos compositores renovaron ya en el umbral del siglo XX esa técnica de música hecha «pegando» a lo quodlíbet componentes heterogéneos: Mahler e Ives. Mahler presentó de manera fascinante un quodlíbet sucesivo en su Sinfonía Nº 1. Ives, con un efecto igualmente magnífico, trató de componer un quodlíbet sincrónico. Pienso por lo menos en su Cuarta Sinfonía. En ambas obras la coexistencia «que extraña» predomina sobre la conjunción armoniosa. Parece que ya la música de Mahler e Ives anunciaba ese postmodernista «estar uno al lado del otro», tan característico del final del pasado siglo. 6 Es el momento de hacer un par de reflexiones finales. No parece que fuera posible cerrar los ojos a esta creciente y multifacética presencia de lo antiguo en lo nuevo y de lo distinto en lo propio. Es más: resulta difícil no notar que esa coexistencia, interacción o cooperación constituye, para la historia de la música (y, desde luego, no sólo de la música) uno de los factores fundamentalmente generativos, creadores. Existen creadores y estilos, momentos y fases de la historia en los que la desvinculación de la tradición y de lo distinto y ajeno, un peculiar vanguardismo, autotelismo y progresismo técnico, se vuelven un programa constitutivo. Sin embargo, existen creadores y estilos, momentos y fases de la historia en los que precisamente el viraje hacia la tradición leída de una nueva manera y el rechazo de la autotelicidad absoluta se tornan el principio cardinal de acción. Se vuelve en ellos un principio la apertura a lo otro, lo ajeno, lo distinto. Sólo que no es indiferente si se trata de una apertura a todo el azar del mundo y de la imaginación, o de una apertura dictada por una elección consciente, creadora. No creo que sería posible expresar el tiempo de uno e imprimir en él la huella de la propia personalidad componiendo únicamente música del tipo exclusivo, creando conglomerados de material heterogéneo. Pueden reflejar —como en un espejo— la desintegración del mundo y el ocaso de los valores de la cultura, pero no están en condiciones de expresar el sentido de los mismos. Ni de expresar la personalidad de su creador. Porque en un momento de ese género, después de cruzar la frontera inasible, el compositor —tal como el poeta— ya no habla él mismo, 882 Mieczyslaw Tomaszewski sino que —como lo definen los posmodernistas— «es hablado» por «el texto».39 La «perdición del autor», incluso la «muerte del autor», se hace tan posible y tan amenazadora en la esfera de la música como la que en la esfera de la palabra proclamó Roland Barthes.40 Ciertamente, no fue sino Penderecki quien puso en circulación la frase imperativa citada de buena gana: «¡absorber todo lo que haya surgido!41 Pero dijo también otra cosa: «Sin raíces no se sostiene ninguna creación». Y también: «Por eso asumí el riesgo de mi propio regressus ad uterum. Los etnólogos aseguran que tal regreso hacia atrás, a las fuentes, puede tener una fuerza renovadora.»42 A Chopin no le gustaban las declaraciones, excepto en los momentos límite. Pero también unió en su arte el fuego y el agua, la tradición bachianamozartiana con el manierismo entonces de vanguardia del style brillant, que por un momento lo fascinó. Pero, aparte de eso, ciertamente no retrocedió, sino que se volvió hacia la profundidad. Halló la fuerza renovadora, como es sabido, en la fuente de la música popular. Sólo que Chopin vivía en una época que tenía a su disposición un lenguaje musical natural, no inventado de obra en obra, completo y maduro. Tal lenguaje no necesita títulos, ni textos verbales, citas u otras referencias intertextuales o intersemióticas. Porque se desarrolla en mayor medida entre la estructura y la expresión que entre el sonido y el significado. También por eso el autor de Sonata en si bemol menor pudo transmitir los sentidos más profundos de manera franca y directa. En la época actual el lenguaje musical (el lenguaje, ¡no las obras particulares!) no ha llegado a su plenitud y madurez, no ha alcanzado todavía una universalidad clásica. También por eso, si la música no ha de ser tan sólo un puro juego de sonidos autotélicos,43 si ha de expresar sentidos más 39 40 41 42 43 Una exposición de la problemática del postmodernismo que me es afín es la de Maria Piotrowska, «Kanon i postmodernizm», Muzyka, 1997, nº 1. Cf. Wojciech Skalmowski, «Dekonstrukcjonizm literacki jajo ‘nowomowa’», Teksty Drugie, 1990, nº 2, p. 10; Ryszard Nycz, «Intertekstualnosc i jej zakresy», Pamietnik Literacki, 1990, nº 2. K. Penderecki, «Muzyki nie mozna zaczynac od poczatku», Ruch Muzyczny, 1987, nº 22. K. Penderecki, «Elegia na umierajacy las», conferencia en la Universidad de Glasgow, 1995, en Labirynt czasu. Piec wykladów na koniec wieku, Varsovia, 1997, p. 40. Cf. Irina Nikolska, Muzyka to nie tylko dzwieki. Rozmowy z Witoldem Lutoslawskim… La obra musical en la perspectiva intertextual 883 profundos y transmitir mensajes esenciales,44 debe remitirse al habla de alcance más amplio, al habla plena de la cultura. Citaré finalmente cierto pensamiento de Josif Brodski, sin duda, sorprendente: Las alusiones y paráfrasis son un elemento de todo tipo de diálogo civilizado. El diálogo libre o liberado de ellas es pura gesticulación. (…) Uno de los fines de la obra de arte es la creación de deudores. La paradoja consiste en que cuanto más profundamente endeudado está el artista, tanto más rico es…45 Porque, guste o no, la música da a conocer hoy que se mueve, actúa y existe en un espacio intertextual e intersemiótico. Que conquistó el derecho y la habilidad de disponer del legado completo de la cultura. Pero el asunto está en tener la cantidad suficiente de fuerza creadora para no ceder demasiado a las tentaciones. La hoy estremecedora abundancia de medios y posibilidades puede resultar mortífera. ¿Tal vez tenía razón Goethe cuando recordaba que la limitación crea al maestro? ¿Tal vez también Miguel Ángel cuando llamó al acto creador el arte de rechazar todo lo superfluo? Traducción del polaco: Desiderio Navarro 44 45 Cf. C. Floros, Musik als Botschaft, Wiesbaden, 1989; Alicja Jarzebska, «Sztuka jako przeslanie chrzescijanskiej wizji swiata», en Strawinski. Mysli i muzyka, Cracovia, 2002. Josif Brodski, W cieniu Dantego, 1977, cit. según Stanislaw Balbus, Miedzy stylami, Cracovia, 1996, p. 11. © Sobre el texto original: Mieczyslaw Tomaszewski. © Sobre la traducción: Desiderio Navarro. © Sobre la edición en español: Centro Teórico-Cultural Criterios.