04 NACIONAL MIÉRCOLES 02 DE DICIEMBRE DE 2009 juventud rebelde La atención médica a las embarazadas ahora enfrenta una situación extrema ante el peligro que representa la influenza, por ser este uno de los grupos más vulnerables. Para Wendy Calzado el constante cuidado que recibe es una garantía de que nada puede sucederle. La hija de Wendy llevará mi nombre Dolores musculares, falta de aire, tos… parecen síntomas pasajeros, aunque pueden estar decidiendo la suerte de una madre y su criatura. Ninguna embarazada debe ignorar que sus nueve meses ahora están bajo el signo de las «malas influenzas» por ANA MARÍA DOMÍNGUEZ CRUZ anamaria@juventudrebelde.cu fotos ROBERTO SUÁREZ CUANDO nazca, la hija de Wendy Calzado llevará el nombre de esta reportera. La emoción de su madre al poder contarle a todo el mundo por este medio cuánto agradecía los cuidados del personal médico del Hospital General Docente Enrique Cabrera merece una recompensa, dice ella. Con el tiempo quizá pocos recuerden que, con apenas 28 semanas de gestación, ambas se encontraban bajo una vigilancia constante para cerciorarse de que estaban fuera de peligro. Ante la sospecha de estar contagiada con la Influenza A (H1N1), Wendy ingresó en este hospital, a donde se dirigen todas las embarazadas que presenten, al menos, uno de los síntomas. «Tenía dolores musculares, falta de aire y mucha tos. Pensé que era algo pasajero, pero en mi estado no puede dejarse nada al azar. Al llegar me explicaron el riesgo que significa para una mujer embarazada contraer esta enfermedad y solo ante la sospecha iniciaron el tratamiento. «Hace días que estoy ingresada y aunque no he empeorado la atención no ha disminuido. Diariamente me reconocen para saber el estado de salud de mi bebé y eso es una garantía de que nada nos sucederá porque estoy donde debo». A su lado Damitza Puig, con 34 semanas de gestación, acaricia su vientre. Sabe que su niña estará bien. Aunque ella tenga tos y secreción nasal, algunos de los síntomas de la influenza, confía en el cuidado de médicos y enfermeros. «Lo que más me ha llamado la atención es el hecho de que no se pierde tiempo. Ante la mínima sospecha, el ingreso fue obligatorio y no termina hasta que no exista la certeza de que mi hija y yo estamos bien. La atención médica a las mujeres embarazadas siempre ha sido excelente y ante el peligro de la pandemia lo es aún más, por eso duermo tranquila y confiada». El embarazo es una de las mejores experiencias que puede tener una mujer y, a su vez, es el momento de su vida de mayor precaución. Es uno de los grupos de mayor vulnerabilidad ante la Influenza A (H1N1), de ahí que las medidas preventivas y la atención médica para con ellas sean una prioridad. ÁREA ROJA Desde que el 16 de julio del presente año arribó al Hospital General Docente Enrique Cabrera el primer paciente con esta enfermedad, han sido atendidas allí más de 1 800 embarazadas. Esta institución es el centro de referencia de la materna crítica, por eso es donde se atienden a todas las pacientes obstétricas, gestantes o puérperas, que se encuentren con la epidemia o bajo sospecha. «Desde que se hizo evidente el peligro mundial ante la Influenza A (H1N1), nuestro país creó las condiciones para enfrentarlo, no solo desde el punto de vista teórico. Por ejemplo, en nuestro centro, ampliamos la cantidad de camas tanto en la terapia intensiva como en el resto de las salas, y disponemos de los medicamentos necesarios para el tratamiento. «Eso ha permitido que desde que una paciente con estas condiciones arribe a través del Área Roja tiene garantizada toda nuestra atención. Esa es el área por donde llegan aquellas personas que presenten síntomas de la influenza. Aquí hacemos una clasificación a partir de la evaluación clínica y obstétrica de la paciente y aquellas que tengan menos de 30 semanas de gestación y carezcan de otras patologías asociadas como diabetes y asma, que aumentarían el riesgo para la salud de la madre y del bebé, pueden dirigirse al Hospital Estatal de Cojí- mar», explicó el doctor Manuel Villar, jefe del Centro de Urgencias y Emergencias. El doctor Villar añadió que, si se reduce el tiempo desde que se manifiestan hasta que se comienza con el tratamiento pueden reducirse, considerablemente, las posibilidades de agravamiento. «Por ello, desde el mismo instante en que llega una paciente obstétrica con alguno de los síntomas, le suministramos una dosis del antiviral Oseltamivir o el Tamiflú, ambos indicados para el tratamiento de la influenza. Si permanece ingresada continuamos con esos medicamentos y con otros como la Acitromicina, un antibiótico muy empleado en estos casos». —Además de la atención a los pacientes, ¿qué medidas se han tomado en el hospital? —Se ha insistido mucho con el personal que trabaja aquí, sobre todo en las áreas donde el contacto con pacientes de influenza es mayor, en utilizar algún medio para la protección, ya sea el nasobuco o un pañuelo si carecen de aquel, aunque todos los trabajadores de esas áreas lo poseen. También insistimos en el uso imprescindible de la sobrebata en las salas de aislamiento y en el lavado de las manos, algo en lo que debe acentuarse aún más desde el medio familiar. Además, hemos comenzado a vacunar a todos los trabajadores del hospital por orden de prioridades con el Flulaval que protege contra las influenzas A (H1N1) 2007, la H3N2 y la B». RODEADA DE VERDE Cuando mira a su alrededor Marisol Infante solo ve ropas verdes y equipos de control de su respiración y del resto de sus sentidos. Escucha su ritmo cardíaco y el de su bebé, al que aún no sabe cómo nombrarle porque «en 11 semanas algún nombre se me ocurrirá». Ingresada en la terapia intensiva del hospital reconoce que ha contado con todas las atenciones del personal médico que allí labora. Y aunque el nasobuco no dejaba ver su sonrisa de agradecimiento, sus ojos no podían ocultarla. «Mi estado es preocupante, lo sé. Tenía coriza, tos y dolor de garganta y del centro de trabajo me llevaron al policlínico. De ahí me trasladaron hasta acá y después de evaluarme ingresé en Cojímar. La falta de aire y la tos se agudizaron y fue necesario ingresar aquí. «Tuve mucho miedo y mi familia también porque estar en terapia intensiva es sinónimo de gravedad. He oído mucho de esta enfermedad y del gran peligro que significa para una mujer embarazada, pero tengo fe y confianza en todos lo médicos. Ellos están pendientes de mí y de mi bebé y creo que esa es la mejor arma contra esta enfermedad». Por eso Evelyn Armada, a quien solo le faltan pocas semanas para dar a luz, piensa que no estará mucho tiempo ingresada. A pesar de que es asmática y de que eso podría originar alguna complicación para su estado se siente mejor. «A veces pienso que los cuidados son exagerados porque no me siento tan mal pero entiendo que así debe ser. Están cuidando a dos personas al mismo tiempo y garantizando una buena salud para ambas. Mi familia y yo estamos tranquilas porque acudí al médico rápidamente, no perdimos tiempo y aquí tampoco». Posiblemente ninguno de los bebés de estas mujeres se conozca entre sí en un futuro, ni sepan que sus madres compartieron juntas la incertidumbre de tener la pandemia mientras estaban embarazadas. Lo cierto es que seguramente nacerán, en tiempo y con perfecta salud, y la influenza A (H1N1) no habrá sido una amenaza frente a la que nuestros médicos no hayan podido luchar. juventud rebelde MIÉRCOLES 02 DE DICIEMBRE DE 2009 NACIONAL 05 Chispazo en la madrugada Vale la pena vivir esto, afirman sonrientes muchos expedicionarios de estos tiempos, después de meterse al agua una de estas madrugadas gélidas. Madrugar en la Portada de la Libertad constituye un momento incomparable para el alma y el pensamiento por OSVIEL CASTRO MEDEL digital@juventudrebelde.cu NIQUERO, Granma.— Han pasado 14 años justos, pero aún no he podido olvidar aquel madrugón con marejadas, del que lamentablemente nadie escribió una crónica. Cientos de jóvenes, llegados a la plaza después de recorrer varios kilómetros, se reían de la vida fabricando, entre canciones, una fogata gigantesca. A pesar del frío que movía mandíbulas en la explanada inmensa, el baile, la alegría, las seducciones cómplices… se enseñoreaban. Los pocos que decidieron dormir esa noche en Los Cayuelos lo hicieron amontonados en pequeños grupos, en los cuales no faltaron las maldades bien cubanas. Así fue aquel amanecer del 2 de diciembre, entre colores y bullicios. Así es, desde hace años, en ese lugar por donde llegó el yate Granma, la espera de una fecha que marcó a Cuba para siempre. En la mañana sobrevendría el acto patriótico, con el desembarco de 82 jóvenes vestidos de verde olivo. Habían recorrido unos 1 530 metros desde la orilla del mar y andaban con los ojos vidriados y la respiración a galope. «Es que no es fácil», me dijo temblando uno de ellos, y agregó: «Si nosotros nos sofocamos así con esta caminadita, cómo la habrán pasado aquellos hombres después de navegar siete días y de pasarse dos horas cruzando mangles con una carga pesada en los hombros». Sus palabras aún hoy mueven a la reflexión: para aquellos que no han tenido el privilegio de asomarse a ese pasillo de cemento, concluido en la década del 80 de la centuria pasada, es difícil poder dibujarse en la mente la real odisea de los 82 expedicionarios originales del Granma. No en vano el Comandante en Jefe le dijo a Antonio Núñez Jiménez (En marcha con Fidel, 1960) que aquel desembarco por un Cada año decenas de jóvenes destacados reeditan el desembarco del Granma. Foto: Roberto Morejón «pantano infame» resultó «una de las cosas más duras de su vida». Y no por gusto Raúl dijo en 1981: «Pocas veces ha existido una expedición de ese tipo con tantos reveses juntos, porque la travesía fue tan difícil…». Por eso siempre es vivificante ver llegar la alborada del 2 de diciembre. CAMINATA SIN FIN Según el historiador de Niquero Alberto Debs Cardellá, la recordación del arribo del yate Granma a Cuba se realiza en Los Cayuelos, cerca de Las Coloradas, desde principios de la Revolución. Sin embargo, la fecha del inicio de la reedición simbólica del desembarco por los jóvenes está por precisarse. Cada segundo día de diciembre tiene lugar en las inmediaciones del Monumento que recuerda el hecho, una concentración popular en la que participan miles de granmenses. Pero no todos los actos han tenido el mismo alcance ni la mis- ma concepción. En 1981, por ejemplo, la celebración fue presidida por el General de Ejército Raúl Castro y en esta participó una delegación militar de la antigua Unión Soviética, encabezada por el Sustituto del Ministro de Defensa. Justamente en esa jornada se inauguró la primera parte del complejo monumentario, con la puesta en funcionamiento de la plaza de ceremonias, un salón de protocolo, una cafetería, la tienda de artesanías y dos parqueos. En la conmemoración estuvieron, entre otros, Vilma Espín, Faustino Pérez, y los Comandantes de la Revolución Guillermo García Frías y Ramiro Valdés Menéndez, quien realizó las conclusiones. En esa ocasión Raúl, al conversar con la delegación foránea, dijo: «Imagínese lo que es caminar por todo esto con la mochila, el fusil, con el cansancio de la travesía y antes de salir de aquí vinieron los aviones». Un 2 de diciembre diferente fue el de 1996, pues en esa fecha lle- garon a Los Cayuelos, después de bojear con un pequeño bote la Isla, los combatientes de las FAR Florentino Calzadilla y Pedro Vargas. Estos mismos hombres, diez años después, con más de seis décadas de vida cada uno, realizaron otra proeza admirable en «homenaje a los jóvenes cubanos»: caminaron unos 900 kilómetros desde el Memorial Granma, en la capital del país, hasta Las Coloradas. Claro, no ha sido la única caminata emprendida en saludo al 2 de Diciembre. En una época en que eran comunes las peregrinaciones largas, no sorprendió el periplo que hicieron en 1985 dos columnas juveniles. Una salió desde La Plata, en Bartolomé Masó, provincia de Granma, y «no paró» hasta Mantua, en Pinar del Río. La otra realizó el viaje desde San Pedro, en la provincia de La Habana, hasta Las Coloradas. Ambas, con el nombre de Por los caminos de la victoria, fueron estimuladas en el acto del 2 de Diciembre. Asimismo, otras columnas de jóvenes realizaron caminatas desde diferentes lugares históricos del país hasta Los Cayuelos en 1977, 1981, 1983 y 1988. En este último año, por ejemplo, universitarios de Santiago de Cuba anduvieron a pie desde esa ciudad hasta Niquero. Precisamente en esa evocación pública fueron estimulados tres jóvenes héroes de la batalla de Cuito Cuanavale, en Angola. Otro acto memorable fue el de 1986, en el que habló el desaparecido Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque. «Hace 30 años nosotros no podíamos soñar qué estaríamos haciendo hoy ni podíamos imaginar cómo sería Cuba y cómo sería nuestro pueblo», señaló. Entonces se leyó una carta firmada por Fidel y Raúl, cuyos párrafos reafirmaban a Granma como provincia Lista para la Defensa en la Primera Etapa. Faustino y Guillermo asistieron nuevamente. También lo hicieron Jesús Montané Oropesa y el Héroe de la República de Cuba, hoy general de cuerpo de Ejército Abelardo Colomé Ibarra. En varios de esos actos mañaneros estuvieron expedicionarios del yate Granma y muchas veces, antes de la conmemoración pública, se esperó la fecha a golpe de música o con veladas culturales. Una de esas fiestas inolvidables fue la de 1991, en la que actuó el grupo Mayohuacán. En esa oportunidad se encendió una fogata gigante, que sirvió de pretexto para las canciones a guitarra. SIN MANGLARES El desembarco simbólico de los jóvenes también ha sufrido variaciones. Durante un tiempo se realizó a una hora indeterminada de la mañana; pero desde la década de los 90 del siglo pasado comienza siempre a las 6:12 de la mañana, la hora en la que el primer hombre del Granma tocó el manglar que tanto daño ocasionaría a los pies de los expedicionarios. Unas veces los protagonistas han sido muchachos de la provincia y en otras se seleccionaron jóvenes destacados de todo el país. Y en una época el desembarco se concretó después de realizar una travesía desde Tuxpan, México. A esas experiencias se les denominó Tuxco. En los últimos años, los escogidos siempre realizan un recorrido por sitios históricos del territorio, entre los que se incluyen La Demajagua, la Casa Natal de Celia o el Monumento a Juan Manuel Márquez. «Vale la pena vivir esto», me dijo con sonrisa enorme una expedicionaria de estos tiempos después de meterse al agua una de aquellas madrugadas gélidas. Ella, como otros, ha sentido que madrugar en la Portada de la Libertad es un chispazo incomparable para el alma y el pensamiento. Aniversario 39 de la FEEM Convocan a jornada de trabajo voluntario CONSCIENTE y comprometida con la continuidad histórica de la Revolución, la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media arribará este 6 de diciembre a su aniversario 39, con la convocatoria a una jornada de trabajo voluntario, como aporte económico al país. Las principales labores estarán vinculadas a la reforestación, la limpieza y embellecimiento, así como a la producción de alimentos en cada uno de los centros estudiantiles. Bajo la premisa del entusiasmo, la alegría y la responsabilidad, la organización exhorta a todos los estudiantes de este nivel a trabajar con eficiencia y disciplina, como protagonistas también de los principales desafíos que enfrenta el país. Como aseguran sus miembros, este será el mejor homenaje a Panchito Gómez Toro, Manuel Ascunce Domenech, Frank País García, Eduardo García Delgado y Ramón López Peña, mártires que representan a la organización estudiantil. Foto: Calixto N. Llanes