Condiciones Generales de la Contratación en los denominados

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Condiciones Generales de la Contratación en los denominados
Contratos de Consumo en el ordenamiento jurídico argentino.
De la necesidad de su adecuada regulación legal.
Glibota Landriel, Verónica María Laura
Departamento de Derecho - Facultad de Ciencias Económicas - UNNE.
Las Heras 727 - (3500) Resistencia - Chaco - Argentina.
Teléfono/Fax: +54 (3722) 426678 / 430283
E-mail: vglibota@eco.unne.edu.ar
ANTECEDENTES
Si bien en la presentación anterior hemos podido dar una visión bastante acabada del fenómeno de las
condiciones generales, a través de la expresión de varios conceptos de diferentes autores y normas legales del
derecho comparado (véase España, Alemania), e intentamos al mismo tiempo dejar bien en claro el campo de
aplicación de las condiciones generales en materia de relaciones de consumo, como el ámbito más propicio para
su utilización y para la comisión de abusos a través de las mismas; sin perjuicio de ello, es dable volver sobre los
pasos para, a través del enunciado de definiciones, que pretendemos las más completas y exactas sobre el tópico,
lograr una caracterización exaustiva de esta modalidad negocial tan propia de nuestros días.
Así, siguiendo a De Castro - referencia indiscutida al momento del dictado de la Ley española 7/98 sobre
Condiciones Generales-, podemos decir que: “Las condiciones generales de la contratación son un conjunto de
reglas que un particular (empresario, grupo o rama de industriales o comerciantes) ha establecido para fijar el
contenido (derechos y obligaciones) de los contratos que sobre un determinado tipo de prestaciones se propone
celebrar” (De Castro y Bravo, Federico “Las Condiciones Generales de los contratos y la eficacia de las leyes”.
Madrid. 1961)
La ley alemana de Regulación de las Condiciones Generales de la Contratación de 9 de diciembre de 1976 en su
artì culo 1 establece: “Son condiciones generales de la contratación todas aquellas cláusulas contractuales
predispuestas para una pluralidad de contratos que una parte (predisponente) impone a la otra en el momento
de celebración del contrato. Es irrelevante que las cláusulas constituyan una parte del contrato formalmente
separada o estén recogidas en el documento contractual mismo, la extensión que tengan, el tipo de escritura en
que estén redactadas y la forma que el contrato tenga”
Sobre la base de estas conceptualizaciones, podemos sentar como caracteres insecindibles para la existencia de
condiciones generales, los siguientes:
- Predisposición: es el rasgo más típico de esta forma contractual, implica la previa fijación o determinación
unilateral por parte del empresario del clausulado que luego formará parte de los contratos. Nos trae la idea de
que si bien las condiciones generales sólo adquieren eficacia jurídica al estar incorporadas a un determinado
contrato, sin embargo comienzan su existencia como tal mucho antes.
- Imposición: o visto desde la otra pare de la relación, sometimiento a las reglas determinadas por una sola de
las partes. Se traduce en la inevitable acepatación de las condiciones, o bien en una falta total de posibilidades de
renegociar o modificar los términos ya fijados por el empresario. El consumidor contrata bajo esas condiciones o
simplemente no contrata.
- Generalidad: este es quizás el sesgo que permite identificar las condiciones generales de otros términos, tales
como contratos por adhesión o cláusulas predispuestas, ya que si bien en la mayoría de los casos los contartos
por adhesión lo son a condiciones generales y necesariaemente a cláusulas predispuestas por uno solo de los
contratantes; existen supuestos de excepción, en los que el contrato tiene el contenido que le fija una de las
partes del negocio, pero sin embargo está hecho para reglar sólo una relación contractual, en tanto las
condiciones generales están orientadas a la finalidad de servir de base a todos los futuros potenciales contratos
que celebre el predisponente.
- Contractual: en virtud de que ha perdido totalmente su vigencia la discusión doctrinaria acerca de su
naturaleza jurídica, siendo actualmente unánime la postura que considera a las condiciones generales como
formando parte de los contratos, aún cuando las mismas no se encuentren materialmente incorporadas al texto
contractual, o el mismo haga meramente una reenvío a ellas. “No son por sí un contrato, pero su vocación natural
es determinar la regla aplicable a la pluralidad de relaciones entablada por un mismo profesional con un número
más o menos amplio de contratantes”(Marín López, Juan José “Las condiciones generales de la contratación y
clàusulas abusivas”. Valladolid. 2000)
También surge de nuestra presentación anterior, que la modalidad de contratación por vía de condiciones
generales nace por y para el sector empresario.
“En realidad, la consolidación de las técnicas de contratación mediante esquemas negociales “estándar”
unilateralmente predispuestos por una de las partes y ofrecidos a la adhesión incondicional de la otra, entronca
con la denominada primera revolución industrial, va de la mano del progresivo desarrollo del sistema de
producción masiva y encuentra un decisivo apoyo en los procesos de racionalización y concentración
monopolística (u oligopolística) característicos de las economías más avanzadas entre finales del siglo XIX y
principios del XX”. (Pagador López, Javier “Condiciones Generales y cláusulas contractuales predispuestas. La
Ley de condiciones generales de la contratación”. Madrid, 1999).
Bien es sabido que las modernas técnicas de producción de bienes en el menor tiempo posible y al menor costo
posible, traen como corolario la necesidad de poner en circulación esos bienes en el mercado de la misma
manera, esto es, con la mayor rapidez y al menor costo. Esto se logra por vía de las condiciones generales, ya
que con su utilización se evitan las negociaciones o regateos y se concluyen al mínimo tiempo y de manera
simultánea un elevado volumen de contratos; a la vez que permiten al empresario prescindir de una cantidad
considerable de empleados con capacidades de negociación. Es el propio empresario quien redacta los términos
contractuales o lo encarga la mayor de las veces a profesionales (abogados), pero lo que es seguro es que no
quedan librados al ingenio ni las contingencias de cada cliente en particular, lo que permite al mismo tiempo,
realizar cálculos de probabilidades y costes, logrando con ello, una mejor organización de sus recursos e
inversiones.
La postura más actual del Análisis Económico del Derecho, sostiene que al lado de los beneficios que posibilitan
las condiciones generales a losempresarios, es posible encontrar beneficios para los consumidores, ya que todos
los ahorros en los costes y en el tiempo, se traducen naturalmente al precio del producto, haciendo más asequible
al cliente.
Por otro lado, y como función espúrea de las condiciones generales, le permiten al empresario predisponente,
ocupar un lugar de preferencia dentro de la relación negocial, todo por vía de la inclusión de las llamadas
cláusulas abusivas: sea de aquellas por las que se exonera de responsabilidad, trasladando los riesgos por daños
al consumidor, o imponiéndole cargas excesivas o desconocidas por el ordenamiento legal, o arrogándose
facultades o prerrogativas sin correlación con las contraprestaciones, etc.
Es decir, que al lado de las que podríamos denominar funciones justificadas de esta forma negocial, aparecen las
funciones encubiertas que carecen de fundamentación en los principios elementales del derecho de los contratos:
La buena fe y la equidad.
Y si bien, este fenómeno de la contratación con condiciones generales ha sido visto por la doctrina como un
quiebre a los cánones clásicos en materia de contratos, sobre todo desde el punto de vista de la autonomía de la
voluntad y la limitaciones a la libertad de fijar el contenido del acuerdo, ello no es óbice para desconocer los
principios en los que descansa toda la estructura del Derecho y que propenden naturalmente a la restructuración
de las relaciones haciendolas más justas y parejas.
Por ello, la necesidad de postular la regulación más detallada a esta modalidad, y el actual auge en los estudios
doctrinarios sobre el efecto. Por ello, también nuestro pequeño aporte.
MATERIALES Y METODOS
Toda la investigación está asentada sobre bases puramente teóricas, de allí que nuestro método consista en el
análisis y síntesis del material bibiográfico correspondiente a la materia.
DISCUSION DE RESULTADOS
En la primera presentación nos planteamos como previa a toda afirmación sobre el tema, la necesidad de
determinar con la mayor precisión posible la terminología que resulta más adecuada emplear. Y en este camino
nos trazamos la tarea de distinguir entre numerosos conceptos utilizados por la doctrina nacional como por la
extranjera, y por nuestra propia Ley de Defensa de los Consumidores y Usuarios –marco legal de nuestro
análisis- para hacer referencia al mismo fenómeno; tales como: cláusulas predispuestas, contratos por adhesión,
cláusulas estándar, contratos tipo, contratos formularios, contratos en masa, condiciones generales de la
contratación, condiciones generales de los contratos, etc.
De esta inquietud, surgió una detallada visión de cada uno de estos términos, de sus características más
predominantes, y de su utilización dentro de marcos o contextos específicos; pero por sobre todo, el acierto de
haber dado en llamar a nuestro trabajo de investigación “condiciones generales de la contratación” por
considerar éste el término más apropiado y más comprensivo de la magnitud del fenómeno de predisposición de
reglas para una generalidad de acuerdos.
Cada uno de estas expresiones incide de manera especial en alguno de los aspectos más característicos de esta
moderna técnica negocial: generalidad y abstracción, uniformidad, rapidez, masificación, etc.
Gran parte de la doctrina española por ejemplo (movimiento iniciado por Garrigues “Contratos bancarios” 1975y seguido entre otros por Diez Picazo “Fundamentos del Derecho Patrimonial”- 1986), siguiendo a la alemana,
se ha avocado a lograr una distinción entre condiciones generales de la contratación y condiciones generales de
los contratos.
“Se entiende por las primeras el conjunto de normas o reglas unilateralmente dictadas por una empresa mercantil
o industrial, o por un grupo de empresas, a fin de que con arreglo a ellas se reglamenten todas las operaciones y
contratos que estas mismas empresas o grupos de empresas vayan celebrando en sus actividades comerciales.
Por el contrario, se suele identificar la expresión condiciones generales de los contratos con el conjunto de
cláusulas típicas que la empresa inserta en cada contrato, de suerte que el cliente tan sólo dispone de la
alternativa de aceptar o rehusar el contrato que se le ofrece” (Pagador López, Javier, Ob. Cit.).
Esta distinción es apenas conocida en la experiencia italiana. Y parecería que en nuestro país, comienzan a
vislumbrarse dos corrientes: la que pretende ver específicas distinciones conceptuales, que incluirían a los
contratos de adhesión y las condiciones generales (este es el criterio seguido por los redactores del Proyecto de
Código Civil unificado con el Comercial de 1998, que refieren en el art. 970 a los contratos de adhesión y luego
en el art. . 899 inc. e a las cláusulas predispuestas, las que a su vez parece distinguir de las condiciones generales
de la contratación.) y por otra parte, la que apoyada en los precedentes doctrinarios italianos y la falta de
disposiciones expresas en nuestro ordenamiento jurídico, no ven en dicha distinción consecuencias jurídicas que
ameriten su existencia (Stiglitz, Rubén “La regulación de los contratos de consumo. Una visión en paralelo entre
el Proyecto de Código Civil de 1998 y la “Ley de Defensa del Consumidor”. “Derecho del Consumidor” Nro.
11. Rosario. Octubre de 2000).
Así, tal como lo señala Farina: “Son, pues, dos conceptos distintos, pero se integran a punto tal que, en la
mayoría de los casos, resultan interdependientes”.(Farina, Juan M. “Contratos Comerciales Modernos.
Modalidades de contratación empresaria”. 2* edición actualizada y ampliada. Buenos Aires, 1997).
A lo que agregaríamos, en materia de contratos de consumo, la relación es inescindible, y las distinciones son
desde el punto de vista práctico, innecesarias; pero ello no es óbice para considerar que en teoría sirven a los
fines didácticos y metodológicos; y que hablar de Condiciones Generales de la Contratación parece más
acertado, ya que dicho término nos trae a la idea de un mayor campo de aplicación, y nos remonta a momentos
muy anteriores a la conclusión de los contratos en particular; como sería –en virtud de una interpretación amplia,
y en consonancia con lo preceptuado por el art. 8 de la ley 24.240- considerar las prescripciones formuladas en la
publicidad, como verdaderas condiciones generales que pasan a formar parte de los contratos celebrados con los
consumidores o usuarios.
CONCLUSIONES
Continuando los hilos argumentales sentados en la primera presentación, diremos que no resulta lógico ni
recomendable pensar siquiera en las condiciones generales como el gran mal de los consumidores y ver en su
proscripción el mejor remedio a los abusos. La clave está en lograr una regulación legal lo más completa posible
a los efectos de limitar las atribuciones de los empresarios en cuanto a la inclusión de cláusulas abusivas en los
articulados de los contratos. Sin embargo, parecería que tampoco es la gran panacea el copiar los modelos
europeos como si fueran infalibles; ya que de la propia experiencia de esos países y del estudio detallado de su
normativa es posible observar fallas en los mecanismos de control de inclusión de las condiciones generales en
los contratos de consumo. Además no debemos olvidar que tanto la norma española como la alemana regulan la
materia pero de manera general, asequible no sólo a las relaciones con consumidores, sino también a las que se
dan entre empresarios.
Por otro lado, nuestra Ley 24.240 de Defensa del Consumidor, establece las dos formas de control de contenido:
judicial en el art. 37, prescribiendo la facultad del juez de declarar la nulidad de las clásulas abusivas que el
propio artículo describe, y el control administrativo en el artículo 38, y sus específicas regulaciones por vía del
decreto reglamentario1.798/ 94, con lo que el marco parece completarse en parte con las enunciaciones
contenidas en los artículos 10, 11 y 25 del mismo cuerpo legal; aunque de manera bastante acotada y con técnica
legislativa deficiente, que mueve en muchos casos a diversas interpretaciones de los términos en ella contenidos.
A manera de ejemplo ilustrativo, el artículo 38 ya citado, comienza estableciendo la necesidad de control de los
contratos de adhesión por parte de la autoridad de aplicación, y a renglón seguido y como si se tratara de
institutos diferentes, considera la misma atribución para los contratos hechos en formulario que contengan
cláusulas uniformes, generales o estandarizadas, que hayan sido unilateralmente redactadas por el proveedor y
que la contraparte no tuviera posibilidad de discutir su contenido; cuando estos son caracteres típicos de los
contratos de adhesión.
Sin perjuicio de todo lo manifestado, esto es, de las imperfecciones terminológicas que ofrece el texto legal, y
de la falta de una regulación sistemática y específica para las condiciones generales, a la manera de las existentes
en Alemania (Ley de 9 de diciembre de 1976), Portugal (Dto. Ley de 31 de agosto de1995), o España (Ley 7 de
13 de abril de 1998), sin olvidar el gran salto histórico que nos separa del movimiento europeo, debemos pues
buscar las soluciones más inmediatas a los abusos cometidos al sector consumidor en la efectiva interpretación
que la autoridad debe hacer de los contratos sometidos a esta modalidad, bregando entretanto por una mejor y
más completa legislación, que no sea mera copia de modelos, sino un eslabón más hacia el desarrollo ideal
máximo del Derecho: la justicia.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
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