Nunca como en Sicilia tanta gente se ha

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Messina
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Vulcano
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Alicudi
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Selinunte
Campobello
di Mazara
Castelvetrano
A29
Isola di
Pantelleria
Mazara
del Vallo
Marsala
Isola di
Lampione
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Isola di
Panarea
Isola di
Lipari
Isola di
Stromboli
Porto
Empedocle
Eraclea
Minoa
San Calogero
Caltabellotta
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Sambuca
di Sicilia
S. Margherita
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Canicattì
Agrigento
Aragona
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San Cipirello
Calatafimi
Segesta
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Linosa
Gela
Licata
Serradifalco
San Cataldo
Milena
Sant’Angelo
Muxaro
Cattolica
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S. Stefano
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Lercara
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Cammarata
Campofranco
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Bompensiere
Marianapoli
Caltanissetta
S. Caterina
Villarmosa
A19
Sclafani
Bagni
Ficuzza
Piana degli
Albanesi
Alcamo S. Giuseppe Jato
A29
I.le dello
Stagnone
Porto Palo
Pozzallo
Ispica
Scicli
Marina
di Ragusa
S. Croce
Camerina
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Caltagirone
Pietraperzia
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Mòdica
Palazzolo
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Morgantina
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Armerina
Pergusa
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Calascibetta
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Petralia
Soprana
Gangi
Geraci Siculo
Sottana
Caltavuturo
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Generosa
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Pachino
Noto
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Mistretta
S. Mauro
Castelverde
Castelbuono
Collesano
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Monreale
Partinico
A29
Scopello
Castellammare
del Golfo
Custonaci
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Bonagia
Trapani
I. di Vendicari
Avola
Floridia
Priolo
Gargallo
Lentini
Melilli
Catania
AEROPORTO
FONTANAROSSA
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Acireale
Nicolosi
Belpasso
S. Maria
di Licodia
Adrano
Biancavilla
San Gregorio
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Trecastagni
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Siracusa
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Castiglione
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Favignana
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S. Vito Lo Capo
AEROPORTO
FALCONE-BORSELLINO
P ALERMO
Isola di
Ustica
Isola di
Levanzo
Isola di
Marettimo
Gobierno y población
Sicilia, con las islas que la rodean, es una
Región Autónoma, con capital Palermo, desde
1946, y tiene un parlamento propio desde 1947.
Cuenta con una población de casi 5.000.000 de
habitantes, con una densidad de 190 habitantes
por Km2.
Gaggi
Linuaglossa
Calatabiano
Francavilla
di Sic.
Motta
Camastra
Novara
di Sic.
M
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A20
Capo
d’Orlando
compuestas de lava, toba y sobretodo caliza,
profundamente cortadas por sugestivas angosturas que han formado las aguas que allí escurren. El centro de Sicilia, en fin, es colinar. Se
trata de la llamada meseta sulfurosa, de altitud
variable entre los 500 y los 700 metros (con la
excepción de la sumidad, alta casi 1000 metros,
en la que surge Enna).
El clima
Es sin duda mediterráneo, con veranos
calurosos, inviernos breves y suaves. Las horas
de sol son mediamente 2.500, contra las 2.000
de la Italia peninsular.
La máxima temperatura se registra en julio
y en agosto mediamente 26 C - la mínima entre
diciembre y febrero - mediamente 10-14 C.
La temperatura del agua varía entre los 16
C aproximadamente registrados en invierno y
los 27 C del verano. Para un viaje a Sicilia que
no tenga exclusivamente finalidades “balnearias” se aconsejan los meses de medio tiempo:
de la mitad de abril hasta la mitad de junio y
septiembre-octubre.
Giardini Naxos
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Geografía y geología
Situada en el centro del Mediterráneo,
Sicilia es la isla más grande de esta cuenca
(25.460 Km2).
Alrededor de ella se halla una serie de islas
menores: al norte las islas Eólidas y Ustica, al
oeste las islas Egates, al sur las islas Pelagias y
Pantellería (por un total de 25.708 Km2).
Su litoral, prevalentemente rocoso al norte,
arenoso al sur, es largo casi 1000 Km.
Un gran movimiento caracteriza el paisaje
siciliano: en efecto la isla es montañosa y colinar, con una sola extensión de llanura cerca de
Catania. El macizo más importante es el del
Etna (cuyo comprensorio está protegido enteramente por la institución de un grande parque
natural), en la zona oriental de Sicilia.
El volcán, alto 3.300 m. aproximadamente,
es activo y es el más grande de Europa.
A lo largo de la costa del norte se extienden,
de oriente a occidente, una parte de la cordillera de los Peloritani, de los Nebrodi y de
los Madonie cuyas cimas se levantan hasta
2.000 m. A los Madonie se substituyen, al oeste
apenas del río Torto, unas formaciones irregulares calcáreas, aisladas o en grupos, que dominan suaves colinas redondas.
Al Este, entre Mesina y el Etna, continúa
la cordillera de los Peloritani, del todo semejante a las montañas de Calabria.
Más al sur, siempre en la parte oriental de
la isla, es toda una secuencia de altas mesetas
Pen. d. Maddalena
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Milazzo
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La Isla
infinita
¿Cuántas personas no han soñado cuanto menos con conocerla? pocas o
ninguna; tan universal es la fama de su belleza, tanto el recuerdo de ella
se junta con la historia de las más grandes civilizaciones”. Así se lee en el
prólogo del amplio volumen que el Touring Club Italiano dedicó a Sicilia en
1933.
Observando las viejas fotos, no podemos evitar fijarnos como los últimos 60
años han dejado su huella: han obscurecido las fachadas de antiguos monumentos, han llenado las plazas y las calles de coches, han borrado chales
negros y viejas costumbres, han cambiado el aspecto de los campos.
Sin embargo, aunque su celebridad se ha ofuscado, aunque son lejanos los
tiempos en que Palermo era una meta codiciada por ricos y poderosos, impacientes de encontrar la alta sociedad del lugar, fruto de centenarias noblezas, aún hoy merece la pena conocerla, esta Sicilia de mil caras, pobre y rica
al mismo tiempo, cerrada y recelosa en su noble decadencia y sin embargo
toda tendida hacia la colocación en un mundo y en un tiempo modernos,
“nación más que región y además una nación plural, tantas son las identidades diformes” (Bufalino).
“Una isla no bastante isla” (Borgese) o quizás “demasiado isla”, mitológica y concreta, encupida y solar, magnifíca y terrible.
Ragusa
“
Historia cronológica de Sicilia
Prehistoria 35.000-5.000 a.J.C. - Paleolítico
superior. Los Sicilianos vivían de la caza y de
la recolección de frutos silvestres. Grafitos en
las cuevas de Monte Pellegrino y Lévanzo
atestiguan este período.
1.900-1.800 a.J.C. (aprox.) - Grupos de
poblaciones indoeuropeas se asentaron en
Sicilia, se fundieron con los indígenas y dieron
vida a la época del Bronce. Restos de
Castelluccio, Naro, Filicudi, Siracusa,
Pantálica.
1.400 a.J.C. - Se encuentran huellas de la cultura egeo-cretense. Llegan a Sicilia los Elimos,
fundadores de Erice y Segesta, y los Sículos.
Estos últimos introdujeron en Sicilia el uso
del caballo, del cobre, difundieron la agricultura y el culto a los muertos.
1.200-1.000 a.J.C. - Comienza la Edad del
Hierro. Restos de Barcelona Pozzo di Gotto,
Monte Finocchitto (Noto), Sant’Angelo
Muxaro. Entre los siglos XI y X se asentaron
en Sicilia los Fenicios que fundaron Solunto,
Mozia, Palermo.
Los Griegos - 753 a.J.C. - Cuando los colonizadores griegos fundaron Naxos, Sicilia entró
en la historia del Mediterráneo griego.
Durante los años siguientes florecieron muchísimas colonias: Siracusa (734), Catania
(729), Gela (689), Selinunte (650),
Agrigento (582). Las colonias se desarrollaron hasta transformarse en verdaderas ciudades, ricas y ornadas con monumentos.
485 a.J.C. - Gelone, tirano de Gela, conquistó
Siracusa que se transformará en los años
siguientes en una de las principales ciudades
del Mediterráneo.
405-367 a.J.C. - Dionisio I el Viejo, llegó al
máximo de su poder en Siracusa, haciéndose
elegir tirano de la ciudad. Junto al rey de
Persia es el más grande príncipe de su tiempo,
por el esplendor de su corte y por la potencia
de su ejército, capaz de dominar a los
Cartagineses que se disputaban por el dominio
de Sicilia.
316-289 a.J.C. - Agatocles tirano de Siracusa.
Es el primer soberano después de la muerte de
Dionisio capaz de rivalizar con la potencia de
su tan ilustre predecesor, resistiendo a los
Cartagineses y devolviendo Siracusa a sus
antiguos esplendores. Después de su muerte,
Siracusa vuelve a encontrarse bajo el poder de
gobernantes sin autoridad hasta la subida al
Arriba
y a la lado,
las piezas
en museo
arqueólogico
de Agrigento.
1
Grafitos
paleolíticos en
la cueva del
Genovés en
Lévanzo, en el
archipiélago
de las Egates.
(ph. Zinna de
“Egadi”, ed.
L’ulivo
saraceno).
2
trono de Ierone II (276 a.J.C.), rey bueno pero
de valía que se alió con Roma, recién nacida
potencia itálica. Testimonios artísticos de la
época griega en Sicilia se hallan en Siracusa,
Agrigento, Selinunte, Segesta, Gela.
Los Romanos - 264 a.J.C. - Los Mamertinos,
pueblo itálico que había ocupado Mesina, sintiéndose amenazados por los Cartagineses, llamaron en su ayuda a los Romanos, quienes,
apoyados en Sicilia por Ierone II, desataron
contra Cartago la Primera Guerra Púnica.
Cuando ésta acabó, toda Sicilia - excepto la
aliada Siracusa - se convirtió en provincia
romana (241 a.J.C.).
219-212 a.J.C. - Segunda Guerra Púnica. Los
Romanos conquistaron y sometieron también
Siracusa. La historia de Sicilia bajo la dominación romana no cuenta con muchos eventos,
excepto las rebeliones de los esclavos (135 y
101 a.J.C.). Es una provincia tranquila, apreciada sobretodo por su producción agrícola.
Restos y testimonios artísticos en Términi
Imerese, Tíndari, Taormina, Catania, Siracusa,
Piazza Armerina y otros.
Los Bárbaros - 440 d.J.C. - Genserico, rey de
los Vándalos, desembarcó en Lilibeo (hoy
Marsala) y saqueó Sicilia. Después de una
serie de incursiones ocasionales en los años
sucesivos, en el 468 se originó una verdadera y
propia dominación que duró hasta el 476. Con
la caída del Imperio Romano de Occidente
Sicilia fue otorgada a Odoacre que a su vez
pasará el poder a los visigodos de Teodorico.
Los Bizantinos - 535 - Guerra griego-gótica.
Estalló por voluntad de Justiniano, emperador
de Oriente, que quería recomponer la unidad
del Imperio. Envió a Sicilia al general Belisario
que rápidamente conquistó la isla y la entregó
al emperador. Sicilia permaneció en la esfera
oriental durante casi tres siglos y de ella absorbió muchos aspectos sociales y culturales.
Testimonios artísticos en Randazzo, Castelbuono, Pantálica.
Los Arabes - 827 - Los Arabes desembarcaron
en Mazara, dando origen a la campaña de conquista de la isla que se completará en un arco
de 100 años y que marcará una profunda
transformación para la vida social y cultural
de Sicilia que se encontrará sumida en el
mundo musulmán después de siglos de cristianismo. La capital siciliana es Palermo, espléndida metrópolis de marca islámica.
Testimonios artísticos en Palermo, Favara,
Cefalá Diana.
Los Normandos - 1060 - Mandados por Roberto Guiscard y por Roger de Altavilla, los
Normandos comenzaron con la bendición del
Papa la reconquista de Sicila a la cristianidad.
Su impresa culminó apenas 31 años más tarde.
Los descendientes de Roger de Altavilla serán
reyes de Sicilia hasta 1194 y dejarán el recuerdo de un reino prosperoso y pacífico, crisol de
los pueblos más diversos aunque pertectamente integrados entre sí. Será sobretodo Roger II,
hijo del anterior, quien le dará empuje vital a
ese reino con una sabia acción administrativa
que concernía a todas las etnías. La capital es
aún Palermo, estupenda ciudad adornada con
palacios y jardines. Testimonios artísticos en
Palermo, Monreale, Cefalú, Mesina, Piazza
Armerina, Cáccamo, Troína, Calascibetta,
Favara.
Los Suabios - 1194 - Con la coronación de
Enrique VI de Hohenstaufen como rey de
Sicilia, el trono pasó a la familia alemana de los
Suabios. Al morir éste, heredará el título su
hijo Federico II (coronado en 1208), uno de los
más grandes monarcas de la Edad Media. En
su corte palermitana florecieron las artes, las
ciencias y la literatura, tanto que la primera
escuela poética italiana saldrá a luz justo entre
las paredes del Palacio de los Normandos.
Testimonios artísticos en Siracusa, Catania,
Salemi, Agrigento.
Los Angevinos - 1270 - La muerte de Federico II desató cruentas luchas para la sucesión.
El Papa, desde mucho tiempo en lucha con los
Suabios, coronó arbitrariamente rey a Carlos
de Anjou y con el ejército de éste, intervenido
para ejercer sus derechos, se enfrentaron los
herederos directos de Federico: su hijo ilegítimo
Manfredo y su nieto Conradino. Al resultar
vencedor sobre ambos, Carlos de Anjou tomó
posesión del trono y, trasladada la capital a
Nápoles, dio origen a un gobierno de opresión,
mal tolerado por los Sicilianos. Testimonios
artísticos en Sperlinga.
Los Aragoneses - 1282 - Revolución de las
Vísperas. Estallada en Palermo, esta rebelión
llevó a la definitiva expulsión de los Franceses
de Sicilia. El trono de la isla pasó a Pedro de
Aragona, hierno de Manfredo.
Testimonios en Palermo, Mesina, Caltaniseta,
Trápani, Agrigento, Taormina, Mussomeli,
Aragona, Augusta.
Los Españoles - 1409 - Con la extinción del
ramo siciliano de los Aragoneses, las relaciones
directas de la isla con la corona española se
estrecharon aún más. El matrimonio de
Fernando de Aragona con Isabel de Castilla
puso los cimientos del naciente estado español
al que pertenecía también Sicilia. La isla fue
gobernada por Virreyes y se quedó unida a la
Corona española durante casi 300 años.
Testimonios artísticos en Taormina, Palermo,
Siracusa, Enna, Nicolosi, Islas Egates.
Los Saboya y los Austrias - 1713 - Como
sancionado en la paz de Utrecht, Sicilia pasó a
Vitorio Amadeo de Saboya. La familia piamontesa mantuvo su señorío en la isla cinco años
apenas. En 1718, en efecto, los Españoles
emprendieron una campaña de reconquista,
pero fueron bloqueados por los Austríacos.
Según el tratado de la Aja (1720) Carlos VI de
Austria fue el nuevo rey de Sicilia.
Los Borbones - 1734 - Con la batalla de
Bitonto, entre el ejército borbónico y el austríaco, Sicilia volvió a entrar en la órbita española.
Carlos I de Borbon, hijo del rey de España, fue
coronado rey de Sicilia en 1735. Los Borbones
gobernaron la isla durante 125 años.
Testimonios artísticos en Palermo, Noto,
Avola, Ragusa, Módica, Catania, Siracusa y
Trápani.
El Reino de Italia - 1860 - Tras la empresa
de Garibaldi, Sicilia fue unida al reino de
Italia. Desde entonces la isla siguió las fortunas del recién nacido reino.
La Autonomia - 1946 - Finalizada la Segunda
Guerra Mundial, Sicilia se convirtió en Región
Autónoma en el ámbito de la nueva República
Italiana. Desde 1947 se reúne su Parlamento.
La iglesia normanda de San
Giovanni dei
Lebbrosi en
Palermo.
3
Palermo
N
4
unca como en Sicilia tanta gente se ha
asentado, se ha cruzado, se ha amado, ha
luchado o a duras se ha tolerado: ojos tan claros que parecen transparentes que se asoman
bajo cabelleras negras, palabras de origen
árabe que se entrelazan con términos franceses, nítidas geometrías helénicas que forman
pareja con rizos barrocos y voluptuosas curvas liberty son el resultado de todo esto, y
Palermo, la capital, es el fruto más maduro de
tan compuesto pasado.
Un pasado que para Palermo significa
esbeltas columnatas púnicas, rojas cúpulas
islámicas, jardines y cursos de agua, orgullosos palacios nobiliares e iglesias monumentales, virreyes y santos.
Fue fundada a orillas del mar hace casi
3.000 años por los Fenicios, quienes parece
que le dieron el nombre de Ziz, flor.
Seguramente era muy bonita, aunque de esa
ciudad hoy no nos queda nada, sino los restos
de su primer implante urbanístico, imitado
durante siglos: una larga vía que del mar lleva
hasta la baja colina donde entonces - como hoy
- se levantaba el palacio del gobierno.
Fue base de los Cartagineses, luego, después de su derrota por los Romanos, fue conquistada por éstos. De la época romana no
queda casi ninguna huella, aunque era un
próspero municipio. En efecto la ciudad se
hallaba en una posición bastante marginal
respecto al corazón del Imperio y lo fue aún
más respecto a Costantinopla, cuando Sicilia
entró a formar parte de las posesiones del
Imperio Romano de Oriente. En el 831, después de un sitio que duró casi un año,
Palermo cayó bajo la dominación árabe. Este
fue el comienzo de una nueva vida para la ciudad que al cabo de pocos años se transformó
en una estupenda metrópolis, comparada por
su magnificencia con Córdoba o con el Cairo.
Palacios y mezquitas surgían entre los maravillosos jardines de la “Medina de
Occidente”, el perfil se caracterizaba por sus
numerosos, esbeltos almenares. La ciudad que
se llamó Balarm, era la capital del emirado
siciliano y se dice que contaba 300.000 habitantes.
En 1061 el ejército al mando del conde
Roger y de Roberto Guiscard emprendió la
campaña para la conquista de Sicilia. Once
años más tarde entraban en Palermo.
Pero la llegada de los nuevos dominadores
no significó una decadencia de la ciudad islámica, al contrario. Los Normandos, en efecto,
si por una parte derribaron las mezquitas, por
otra se valieron de arquitectos árabes para la
construcción de sus elegantes residencias
palermitanas; y si se pusieron sólidamente al
mando de la isla, dejaron sin embargo en
mano de funcionarios islámicos la administración del reino.
Bajo Roger II, Palermo - capital del recién
nacido reino normando, alcanzó un inmenso
esplendor. Era centro de relaciones comerciales
entre Oriente y Occidente y de todas partes llegaban nobles, comerciantes, aventureros, seducidos por el espejismo de la rica ciudad y de su
magnífica corte. Se edificaron palacios e iglesias
de estilo árabo-normando que aún hoy constituyen una de las principales atractivas de Palermo.
Esta grandeza continuo con Federico II de
Suabia, que transformó su corte en el mayor centro de la vida cultural de la época, trayendo allí a
hombres de ciencia y literatos de todas partes,
tanto que la poesía vulgar italiana nació entre las
viejas paredes del Palacio de los Normandos.
Nunca más, en los siglos siguientes, se
alcanzó una semejante magnificencia, aunque,
durante la dominación española, la ciudad se
enriqueció con extraordinarios monumentos
barrocos.
La ciudad vivió un momento del pasado fulgor a principios del siglo XX, cuando Palermo
tuvo su “belle époque” gracias a la aserción de
jóvenes familias de empresarios que dieron a la
ciudad una ráfaga de modernidad, elevando, además del nivel económico, también el nivel cultural y artístico.
Desde 1946, Palermo es la capital de la
Región Autónoma. Es una ciudad moderna y
activa, con casi 730.000 habitantes, riquísima en
monumentos de todas las épocas.
Para una atenta visita de la ciudad y de sus
alrededores se necesitan 4 días.
Testimonios artísticos
Del período anterior a la dominación normanda hay poquísimos testimonios artísticos e
igualmente raros son los restos hallados
durante las excavaciones hechas en el tiempo
(por cierto de manera bastante esporádica).
Sólo algunos restos de murallas bajo la Capilla
de San Cataldo nos recuedan la ciudad púnica,
mientras que atestiguan la presencia romana
los restos de una residencia patricia en la Villa
Bonanno.
Excavaciones efectuadas en el área llamada
“Castello San Pietro” (Castillo de San Pedro)
han devuelto a la luz algunas sepulturas y restos de instalación urbana, pero los estudios no
han acabado aún. Del período árabe el testimonio más visible que se ha quedado intacto a lo
largo de los siglos, es el idioma.
El dialecto siciliano en efecto resulta
ser muy rico de influencias árabes y, de la
misma manera, en la ciudad hay muchísimos
topónimos que se remontan claramente a una
matriz islámica (en Palermo, Cássaro, Kalsa,
Kemonia, etc.).
Los mercados palermitanos tienen también
una huella islámica y ésta es evidente además
en casi todos los monumentos de la época normanda, edificados por maestros árabes.
Palacio de los Normandos - Es probable que tanto Fenicios como Romanos hayan
edificado, sobre la pequeña colina donde está
hoy el palacio, una ciudadela fortificada para
dominar el entero perímetro de la ciudad. Pero
de estas primeras construcciones no ha quedado nada. Los Arabes, después de haber construido a su vez un castillo, lo abandonaron,
porque el emir prefirió trasladarse con todos
sus funcionarios y tropas al barrio marítimo
llamado Al-Halisah.
Así debemos a los Normandos la restauración y la modificación del edificio en una suntuosa morada real. Su núcleo estaba constituido por una amplísima sala real, llamada también sala verde, en donde el rey daba asambleas y banquetes. Las habitaciones privadas, los
servicios y los aposentos de la servidumbre
estaban colocados en alas diferentes, coligados
con terrazas, galerías y jardines ricos en vegetación y fuentes con agua, que revelaban ya el
gusto árabe de los soberanos que aquí como en
otras partes utilizaron maestros islámicos.
Desde el punto de vista del estilo la demora representa una de las cumbres del arte de
palacios fatimitas de Occidente, ya sea por las
propiedades arquitectónicas como por las
decoraciones que los artistas profundieron en
los interiores. Después de 1250, a la muerte de
Federico II, comenzó la decadencia de la demora, que continuó durante casi tres siglos,
hasta cuando los virreyes españoles la eligieron como su residencia. Pero ellos, si por un
lado salvaron la demora del completo abandono, por otro la modificaron según sus propios
gustos.
De las piezas originales normandas muy
pocas han mantenido su aspecto primitivo.
Entre ellas se ocultan dos auténticas joyas: la
sala del Rey Roger y la Capilla Palatina.
La sala del Rey Roger era en origen una
habitación de dormir. Se trata de una habitación mirador con vista sobre el golfo de
Palermo. Las paredes están decoradas elegantemente con mosaicos con escenas de caza animadas con figuras y plantas estilizadas. Se
trata de una rara atestación del arte secular de
los mosaicos de la época, que ahondaba sus
raíces en el Oriente persa y en el norte de
Africa.
La pieza que ya por sí misma merece una
visita a Palermo es la Capilla Palatina.
Iniciada en 1130, año de la coronación de
Roger II como primer rey de Sicilia, fue completada en el arco de 13 años y consagrada
pues, como atesta una inscripción en la cúpula, en 1143. En esta iglesia, que Maupassant
definió “la más bella joya religiosa soñada por
una mente humana”, se realiza, traducida en
términos visivos, la fusión de los múltiples
y diversos caracteres que formaban Sicilia: el
europeo, el siciliano, el bizantino y el árabe.
Palermo
A la izquierda,
Porta Felice.
5
Palermo.
La Catedral.
6
La capilla tiene la forma de una basílica
occidental de tres naves, divididas por columnas de granito con ricos capiteles corintios
dorados; siempre de impronta occidental, aunque influenciados por el gusto meridional, los
pisos decorados y las taraceas de los escalones,
de la balaustra y de la parte inferior de las
paredes, así como, en fin, el gigantesco ambón,
con incrustaciones de oro, malaquita y pórfido
y el candelabro pascual, un verdadero bestiario de mármol, donado por el arzobispo Ugo
de Palermo para la coronación de Guillermo,
hijo de Roger II.
Los mosaicos son los mejores productos
del arte bizantina, sin igual en ninguna de las
iglesias de Costantinopla.
Destacan entre otros el Cristo Pantocrátor
de la cúpula, los Angeles que lo rodean y los
Evangelistas sumidos en sus estudios, que son
los mosaicos más antiguos.
La tradición islámica está representada en
fin por el techo de madera en “muqarnas”
(estalactitas), la más impensable cubierta para
una iglesia cristiana. En efecto se trata del clásico techo que podemos encontrar en las mezquitas más grandes y elegantes, pero nunca en
una iglesia. Complicadas decoraciones adornan las estalactitas y, caso más único que raro
en la historia del arte islámico, se trata de
decoraciones que comprenden figuras humanas. Los artistas árabes en efecto, en la atmósfera tolerante de la Palermo normanda, quisieron aventurarse en este tipo de figuraciones y
así, con la ayuda de unos prismáticos es posible distinguir hoy realísticas escenas de vida
cotidiana, dignatarios y doncellas atareadas.
San Juan de los Eremitas - Fue fundada
por voluntad de Roger en 1142, y durante los
años de mayor fulgor de la dominación normanda el monasterio adjunto fue el más rico y
priviligiado entre todos los de Sicilia.
La iglesia, hoy secularizada, es muy
pequeña y, a pesar de los restos de azulejos,
mosaicos y frescos y el techo en estalactitas de
la mezquita sobre la que fue edificada, no tiene
elementos de particular interés para un profano. Lo que encanta es sobretodo el externo del
edificio. Llaman la atención ante todo su cinco
cúpulas rojas, elemento típico de varios edificios árabo-normandos. Y luego el jardín: la
construcción está immersa en el verde y en los
colores de los árboles de agrios, ágaves, bouganvillas, rosas, granados y altas matas floridas. Las pujantes plantas trepan por las paredes, asechan las blancas columnas del pequeño
claustro, aturden con su perfume. Es uno de
los monumentos más peculiares de la Palermo
normanda, a menudo indicado como símbolo
de la ciudad.
Catedral (Virgen de la Asuncíon) Surge en la más antigua área sagrada de
Palermo, donde ya Fenicios, Romanos,
Bizantinos y Arabes habían levantado sus
lugares de culto. Los Normandos, llegados al
poder, se preocuparon enseguida de reemplazar la mezquita musulmana con una iglesia
cristiana. En 1184 el arzobispo de Palermo,
Gualterio Offamilio, mandó demoler el edificio
y ordenó que se empezara la construcción de
una estupenda catedral, símbolo del poder
religioso de la ciudad. Apenas después de un
año la iglesia fue consagrada y titulada a la
Virgen de la Asunción. En los siglos sucesivos
añadiduras y restauraciones modificaron el
edificio original.
La mezcla armoniosamente incongrua de
estilos da vida a un conjunto grandioso y en
definitiva no desagradable. La fachada, flanqueada por altas torres con ajimeces y pequeñas columnas, está unida por dos arcadas ojivales al campanario situado al otro lado de la
calle. En ella se abre un grande portal del
siglo XIV con marcos de bronce. El largo lado
derecho está adornado con un escenográfico
pórtico de estilo gótico-catalano del siglo XV,
bajo el cual se abre un hermoso portal también
del siglo XV.
En fin, particularmente bella y sugestiva,
la zona de los ábsides, la única que ha conservado las formas originales del siglo XII. Su
interior, amplio y blanco, resulta frío comparado con el exterior. A lo largo de las paredes
están alineadas estatuas de mármol de Gagini
que figuran santos. En las dos primeras capillas de la nave derecha están las tumbas reales
e imperiales. Entre otros allí descansan Roger
II, Enrique VI de Suabia, Constancia de
Altavilla y Federico II de Suabia, todos en
monumentales sarcófagos de pórfido. En la
tumba de familia se encuentran pues el fundador del reino normando de Sicilia, su destruidor, la involuntaria causa de su fin y su
último beneficiario. Entre las muchas capillas
señalamos la Capilla de Santa Rosalía, donde
en una urna de plata de 1631 se custodian las
cenizas de la Santa Patrona de Palermo.
Notable en fin el Tesoro, que comprende objetos preciosos y bordados hallados en las tumbas reales e imperiales (señalamos en particular, la tiara de oro de Constancia de
Aragona), paramentos sagrados, cálices, custodias, etc..
Iglesia de Santa María del Almirante
o Martorana - Fue completada en 1143 gracias a una generosa donación del almirante
Jorge de Antioquia. Un viajero árabe, Ibn
Jubair, que la visitó en 1184, dijo que era “la
obra más bella del mundo”. Desdichadamente
hoy la iglesia no tiene nada de su primitivo
esplendor, por las numerosas modificaciones
que desfiguraron su carácter original. No obstante todo sigue siendo uno de los más hermosos edificios religiosos de Palermo y de
Sicilia. En 1436 fue cedida a las monjas del
cercano convento “de la Martorana”, del que
trae origen su segundo nombre, como capilla
del convento. En 1588, para poder acoger un
número cada vez mayor de monjas, en el edificio se realizaron obras de ampliación: se
alargó derribando la fachada original (sustituida por una barroca), el palio y el nártix
fueron incorporados en la nueva construcción. En 1683 fue demolido el ábside, sustituido por una amplia capilla con frescos.
Quedó sólo intacto en sus estupendas proporciones el campanario románico, que se
levanta delante de la entrada de la iglesia original, aunque privado, desdichadamente, por
causa de un terremoto en 1726, de la pequeña
cúpula que lo coronaba.
Entrando en la iglesia es posible aún
notar su original planta de cruz griega que
había impresionado tanto a Ibn Jubair. Los
mosaicos de la Martorana, así como los de
Cefalú y los más hermosos de la Capilla
Palatina, son obra de un grupo de artistas llamados de propósito de Costantinoplas a
Palermo y que trabajaron aquí entre 1140 y
1155. Pero se diferencian de estos últimos porque no incluyen añadiduras posteriores.
Cerca de la entrada, en el lado septentrional de la nave, hay un mosaico dedicatorio en
el que está figurado Jorge de Antioquia a los
pies de la Virgen que ha llegado hasta nosotros
perfectamente conservado. En la fachada
opuesta se encuentra quizás el tesoro más precioso de la Martorana: un mosaico que figura
a Roger II simbólicamente coronado por
Cristo.
Zisa - La construcción de este “sollatium” (lugar de recreo) se comenzó en los ultimos años de vida del rey Guillermo I y fue
ultimada por su hijo Guillermo II. Se puede
datar entre 1165 y 1167. Su nombre es de
derivación árabe Al-Aziz, es decir esplendor, y
aún hoy se trata en efecto de uno de los más
estupendos edificios civiles árabo-normandos
del mundo. Según la atestación de Romualdo
Palermo
Abajo,
Palacio Zisa.
7
Arriba,
Baghería. Villa
Palagonía.
8
de Salerno, el rey mandó construir la demora
en el parque Genoardo y “la rodeó de estupendos árboles frutales y de bellísimos jardines
que arregló amenamente con varios cursos de
agua y grandes estanques para los peces”. La
Zisa ha sufrido a lo largo de los años restauraciones y modificaciones no siempre felices, y
sólo ahora ha sido devuelta - por cuanto posible en su integridad - a la fruición del público.
El castillo en efecto ha sido transformado en
“Museo del Islam” y reúne interesantes atestaciones del mundo árabe en Sicilia. Además,
como durante las restauraciones se trató de
respetar cuanto más posible la estructura original del edificio, la visita de su interior permite conocer la arquitectura de los palacios
medievales islámicos. Particularmente interesante resulta el sistema de ventilación y refrigeración de los salones y, entre éstos, el llamado Salón de la Fuente, decorado con mosaicos.
Palacio Chiaramonte o Steri - Es el
más apreciable monumento que nos ha quedado como recuerdo de la poderosa familia de
Chiaramonte, que a partir del siglo XIV tuvo
una parte importantísima en la historia política y económica de Sicilia. El jefe histórico de
la familia fue Manfredo I que quiso demonstrar toda su autoridad también a través de la
con-strucción de un grande, magnífico palacio
fortificado, un “Hosterium”, cuya primera
piedra se colocó en 1307. Su hijo Manfredo II
y su nieto Manfredo III continuaron la obra.
El edificio, después del declino de la fami-
lia Chiaramonte, fue destinado como sede de
la corte del rey Martino y sucesivamente fue
sede de los Tribunales de varios gobiernos que
se sucedieron en Sicilia, y además del Tribunal
de la Inquisición. Actualmente tienen allí su
sede las oficinas del rectorado de la
Universidad de Palermo. Estilísticamente el
palacio es el mejor ejemplo de la arquitectura
siciliana del siglo XIV llamada justamente
“chiaramontiana”, que refleja marcadamente
las experiencias islámica y normanda.
Iglesia de San Francisco de Asís Edificada originariamente en el siglo XIII, fue
ampliada y modificada varias veces en los
siglos sucesivos. Después de los bombardeos
de la segunda guerra mundial se dio origen a
su radical restauración que devolvio a la iglesia su aspecto (del siglo XIII) original.
En su severa y alta fachada destacan un
magnífico portal góticó y un grande rosetón.
Su amplio interior, que muestra descendencias
de modelos románicos tardíos, está dividido en
tres naves con amplias galerías góticas. Se
conservan muchas obras de arte de escultores
y pintores famosos, entre los que recordamos a
la familia de los Gagini, Pietro Novelli,
Francesco Laurana, Giacomo Serpotta.
Fuente Pretoria - Fue creada originariamente para la residencia florentina de Don
Pedro de Toledo por el arquitecto manierista
Francesco Camilliani.
Pero el hijo del comitente prefirió venderla
al Ayuntamiento de Palermo, que pagó por
ella una cifra enorme. En 1574 la trasladaron
a Palermo en 644 pedazos y para montarla llamaron al hijo de su autor, Camillo Camilliani.
Toda la plaza fue reajustada en función de la
fuente que desde entonces fue el orgullo de la
ciudad.
De planta circular, está formada por pilas
superpuestas en las que se suceden alegorías,
divinidades, cabezas de animales, todo animado con agradables juegos de agua. La verja
que rodea la fuente fue proyectada por Giovan
Battista Basile y colocada allí en 1858.
Quattro Canti (Cuatro Esquinas) de
la Ciudad - Es la denominación más conocida de la pequeña plaza Villena, centro de la
parte más antigua de la ciudad. Se le llama
también “teatro del sol”, porque éste la ilumina con sus rayos del amanecer al ocaso.
El proyecto para el arreglo de la plaza fue
realizado en 1608 y los trabajos empezaron ese
mismo año. Una vez acabada la colocación de
las partes arquitectónicas se pudo comenzar la
decoración de las cuatro paredes según tres
órdenes. En la parte baja cuatro fuentes sobre
las que están situadas unas estatuas que
representan las cuatro estaciones; encima
están las estatuas de los reyes españoles
Carlos V y Felipe II, III y IV; en la parte superior las cuatro santas protectoras de la ciudad:
Santa Cristina, Santa Oliva, Santa Ninfa y
Santa Agata.
La plaza fue por mucho tiempo el centro
de la ciudad, lugar de elegante paseo, de cambio de noticias y de chismes, mercado de servidores en busca de amos. Fue también el símbolo de la reforma urbanística española, que
quiso darle magnificencia a las dos principales
arterias de la ciudad, la Vía Maqueda y el
Corso Vittorio, Emanuele, abriendo una plaza
en su cruce.
Iglesia del Jesús (Casa Professa) Surge en una elevación rica de sinuosidades
obscuras donde, según la tradición, un tiempo
se refugiaban santos eremitas y donde todavía
se hallan catacumbas paleocristianas. La primera construcción sobre la pequeña colina fue
un convento de frailes basilios, edificado en el
siglo IX. A partir de esa fecha se construyeron
en ese lugar varios edificios, entre los cuales
cinco iglesias que fueron todas absorbidas por
la primera iglesia de los Jesuitas, fundada en
1564. Esta iglesia fue absorbida a su vez por
otra, cuya construcción se comenzó en 1591 y
acabó en 1633.
Un violento bombardeo, en 1943, destruyó gran parte del prestigioso monumento. Las
restauraciones, por cierto no siempre felices,
han llevado al restablecimiento de casi todos
los estucos y los frescos, devolviendo a la iglesia su aspecto original.
El interior funde un tardo rigor renacentista con la nueva espacialidad barroca.
Por doquiera se extiende un manto de
decoraciones, formado por los más diversos
elementos: flores, fruta, hojas, animales, amorcillos, en una taracea de mármol muy movimentada y delicada con una variedad casi infinita de colores.
Oratorio del Rosario de Santo
Domingo - Esta pequeña capilla fue construida en 1578 a cargo de la compañia del Rosario
fundada 10 años antes y que reunía a los más
ricos comerciantes y artistas de la ciudad.
Giacomo Serpotta la decoró enteramente en la
segunda década del siglo XVIII, dejando aquí
una obra de incomparable belleza. En sus
paredes blancas esculturas, animadas aquí y
allá por un toque dorado, se ofrecen a la admiración del visitante cuya atención viene polarizada sobretodo por las bellas figuras femeninas que representan las Virtudes, rodeadas
por una multitud de amorcillos. En los intervalos entre las estatuas cuelgan cuadros que
representan los Misterios, y la bóveda está
decorada con un fresco de Novelli. El altar
está adornado con un precioso retablo de Van
Dyck que representa a la Virgen del Rosario.
Oratorio de San Lorenzo - Fue edificado alrededor de 1569 por la Compañía de San
Francisco, cerca de la iglesia dedicada al santo
de Asís. Entre 1699 y 1706 fue decorado
por Giacomo Serpotta que aquí
alcanzó una grande perfección
formal; creando su obra de arte.
La fantasía del artista, libre de
todo vínculo, desarrolla una inagotable capacidad creadora.
Un desliz ininterrumpido de
amorcillos alegres contorna
unos relieves con escenas de la
vida de San Lorenzo y San
Francisco y con estatuas alegóricas, dando vida a un
conjunto de extraordinaria
belleza.
Teatro Massimo - Es
uno de los más grandes y
suntuosos teatros de Europa, proyectado por G.B.
Basile, bajo cuya dirección empezaron los trabajos (1875), y fue
completado por su hijo Ernesto
(1897). Se alza en la plaza
Verdi, surgida del derrumbamiento de una gran cantidad de
construcciones de la ciudad
barroca, algunas de gran valor.
El teatro, de noble arquitectura inspirada en el neoclasicismo, ocupa una superficie de
7730 m2 y responde perfectamente a
las exigencias de decoración y
equilibrio de la burguesía del
siglo pasado.
Palermo
Abajo, Villa
Palagonía:
uno de los
monstruos
que vigila la
antigua
entrada, ahora
cerrada.
9
Arriba,
Cefalù:
la fachada de
la Catedral
normanda,
edificada por
voluntad de
Roger II.
A la derecha,
el Cristo
Pantocrátor,
mosaico
dorado en la
cúpula de la
Catedral.
10
BAGHERÍA
Surge en medio de un valle lleno de árboles de cítricos, olivos y viñedos. Se fue formando durante el siglo XVIII en torno a la
villa del príncipe Giuseppe Branciforti que
puso en cultivo el campo y edificó su propia
villa en 1657. En 1769 Salvatore Branciforti
trazó la recta que desde la villa se dirige hacia
el mar y la carretera que la cruza, constituyendo así los ejes del futuro desarrollo urbano.
La ciudad es conocida por las numerosas
villas que la nobleza palermitana edificó allí
durante el siglo XVIII.
Villa Gravina di Valguarnera erigida
en 1721 según el proyecto de Tommaso María
Napoli, es la más fastuosa y mejor conservada
sobretodo por lo que concierne el parque que la
rodea. Es la más fiel al proyecto del siglo XVI
que presuponía dos cuerpos bajos sobresalientes a modo de bastidores frente a la construcción central, un tipo de concepto arquitectónico que tenía un enorme éxito en el siglo XVIII
y que fue muy usado en la construcción de las
villas. Delante de la casa se encuentra una
grande plaza con doble exedra y una gran
escalinata en tenazas conduce a la entrada del
primer piso. En el ático hay estatuas de
Marabitti y en el interior hay ricas decoraciones de E. Interguglielmi.
Villa Palagonia fue proyectada por el
mismo arquitecto de la Villa Valguarnera y
presenta efectivamente algunas características
comunes con ella.
Sin embargo muy diferente es su originalidad y su fama ligada más que al edificio en sí
a las increíbles estatuas ordenadas por uno de
los nietos del fundador y de las que nos hablan
entre atónitos y horrorizados los viajadores del
siglo XVIII, de Goethe a Brydone, de
Swinburne a Houel.
Este último realizò una esmerada serie de
dibujos, que nos permiten imaginar como era
originariamente la villa del extravagante
señor. Ferdinando Gravina, éste era el nombre
del príncipe, preso de una extraña fantasía que muchos contemporáneos interpretaron
11
como una verdadera locura - encargó a varios
artesanos 600 monstruos y, a juzgar por los
resultados, éstos compitieron entre sí para
crear el monstruo más feo, más deforme, más
impresionante o simplemente más comico. De
esta extraordinaria parada hoy quedan sólo 62
estatuas, situadas en torno a la villa como si
la cortejaran en una grotesca asamblea.
Arriba,
Monreale:
la Catedral.
12
CEFALÚ
Gracias a la importancia estratégica del
lugar, protegido por una gran roca, y a la fertilidad del terreno, ya en época primitiva hubo
asentamientos en la zona de Cefalú.
Su presencia está testimoniada por los
hallazgos descubiertos en las grutas de la vertiente oriental de la peña. La historia urbana
del centro inicia sólo en el siglo V a.J.C. A esa
época se remontan los restos de las murallas
megalíticas que rodeaban la ciudad a los pies
de la roca.
Fue precisamente esta última, por su posición preeminente, la que le dio el nombre al
asentamiento, que fue llamado Cephaloedium,
es decir “cabeza”, por la forma de la roca
misma.
El centro fue fundado de nuevo por Roger
II en el siglo XII y reestructurado en base a
un diseño urbanístico que todavía hoy lo
caracteriza.
El significado de esta nueva fundación se
capta sobretodo en la Catedral, símbolo y síntesis del poder de Roger, que concentró en sus
propias manos no sólo el poder político, sino
también el religioso.
A partir de la segunda mitad del siglo
XIII ejerció una indiscutible supremacía la
familia Ventimiglia, cuya residencia era el
Osterio Magno, un palacio fortificado de fundación normanda, todavía visible en la calle
principal. La ciudad, en manos de la corona
desde la segunda mitad del siglo XV, vivió un
período de tranquilidad y bienestar, interrumpido por un período de relativa decadencia en
el siglo XIX, de la cual en los últimos decenios
se ha recuperado gracias a una floreciente
industria turística.
La Catedral (Transfiguracion de Nuestro
Señor Jesucristo) fue fundada en 1130 por
voluntad de Roger II, quien, según la leyenda,
había prometido construirla si salía sano y
salvo de una terrible tempestad que había azotado a su nave mientras viajaba hacia
Palermo. La furia de los elementos lo arrojó a
la playa de Cefalú, en donde, pues, el rey colocó la primera piedra de la imponente construcción. Se trata indudablemente de una de
las más bellas catedrales del mundo, perfecto
ejemplo del estilo románico meridional. La
fachada está fuertemente caracterizada por las
dos torres angulares, añadidas en 1240, aligeradas por ventanas y ajimeces.
La fachada està decorada con un cruce de
dos órdenes de falsas galerías que la recurren
de una extremidad a otra. En 1472 se le añadió un airoso pórtico con arcos triples. El interior tiene tres naves divididas por dos hileras
de columnas de mármol en las que se apoyan
7 arcadas.
El techo de la nave central es de madera
pintada y constituye un raro ejemplo del arte
islámico en Sicilia. El ábside, el crucero y las
paredes adyacentes están decorados con
mosaicos dorados que culminan en el magnífico Cristo Pantocrátor, perfecto ejemplar de
puro estilo y elaboración bizantinos, y que es,
tal vez la más sublime representación de
Cristo realizada en el arte cristiano. Debajo
están la Virgen, los Angeles, los Apóstoles,
todos dispuestos según los criterios de la
jerarquía litúrgica.
MONREALE
Situada en las laderas del monte Caputo,
a 300 m. sobre el nivel del mar, esta pequeña
ciudad se formó lentamente en la Baja Edad
Media alrededor de la abadía benedictina y de
la monumental Catedral. La Catedral (S.
María la Nueva) surgió en el breve período
que va de 1174 a 1176 por voluntad del rey
Guillermo II.
Según la leyenda, el rey mandó iniciar su
construcción tras una aparición de la Virgen,
quien le reveló el lugar en que estaba sepultado un rico tesoro, del que él habría de servirse
para un fin piadoso.
Probablemente Guillermo fue estimulado
por el deseo de no ser menos que su abuelo
Roger, fundador de la Catedral de Cefalú, de
San Giovanni degli Eremiti y de la Capilla
Palatina en Palermo.
La grande iglesia serviría para perpetuar,
su nombre en los siglos.
Para proyectar la iglesia llamó a arquitectos musulmanes, ligados al arte fatimita, que
trasladaron y adaptaron a manufacturas cristianas modos expresivos y soluciones espaciales típicos de la arquitectura palaciega islámica. A pesar de las añadiduras y de las modificaciones no siempre felices, la Catedral nos ha
pervenido sustancialmente intacta en su
esplendor.
La fachada está decorada con un motivo de
arcos cruzados que están parcialmente ocultados por un pórtico, realizado en el siglo XVIII,
bajo el cual se abre un grande portal de dos
hojas de bronce de 1186, obra de Bonanno
Pisano.
En el lado izquierdo se extiende otro largo
pórtico, obra del siglo XVI de Gian Domenico
y Fazio Gagini, y en fin se hallan los tres
grandes ábsides, aún intactos y magníficos en
su decoración de caliza y piedra de lava.
El interior de la Catedral presenta aún el
aspecto que tenía en el siglo XII (a excepción
del techo de madera, que fue sustituido en
1811 después de un incendio).
La planta es basilical y es muy grande:
102 m. de largo por 40 m. de ancho. Las paredes están recubiertas casi por entero por un
dorado manto de mosaicos que supone un
total de 6.340 m.
El nivel general de estas decoraciones, ya
sea respecto al dibujo como a la ejecución, es
sorprendentemente alto.
La ejecución de los mosaicos fue confiada a
artesanos bizantinos y la iconografía es de
hecho típicamente griega. Sin embargo las
actitudes relajadas, la disposición suave de sus
vestiduras y el ritmo de los movimientos revelan una clara evolución del estilo respecto al
de la Capilla Palatina y de la Martorana, evolución que es típicamente italiana.
De hecho, a finales del siglo XII eran los
artistas italianos los que poseían el primado
del arte iconográfico.
El ciclo de mosaicos desarrolla el concepto
del triunfo del Cristianismo en tres distintos
momentos, representando: hechos anteriores a
la Encarnación (Antiguo Testamento); episodios de la vida de Jesús (Evangelio); hechos
posteriores a la Muerte de Cristo y episodios
de la vida de los Apóstoles (Evangelio y
Escritos de los Apóstoles).
El conjunto está dominado por un gigantesco Cristo Pantocrátor (sólo la mano derecha
mide 2 metros) en el ábside mayor, que representa la síntesis y la meta de toda la compleja
representación.
El Claustro, se remonta también a la
época de Guillermo II y formaba parte de una
abadía benedictina anexa a la Catedral.
Es un cuadrado de 47 x 47 m., cuya disposición planimétrica pertenece indudablemente al área cristiana, pero cuyo tono general evoca el espíritu y la atmósfera de los
patios porticados musulmanes.
Los arcos que bordean el rico jardín se
sustentan en 228 pequeñas columnas dobles,
todas ellas decoradas profusamente y con capiteles labrados con motivos vegetales, animales
y fantásticos.
Particularmente interesante es el capitel
19 de la galería occidental, donde está representado Guillermo II ofreciendo la Catedral a
la Virgen.
En el ángulo sur, en un pequeño recinto
cuadrado, hay una deliciosa fuente cuya agua
cristalina mana de una pequeña columna
labrada.
Palermo
13
Agrigento
“
Una primavera estupenda como la que nos
sonrió esta mañana al amanecer, seguramente no nos ha sido ofrecida nunca en nuestra vida mortal (...). El templo de la Concordia
se ve asomarse apenas en la extremidad meridional de esta explanada toda verde y con flores; a Oriente los escasos restos del templo de
Juno; los restos de los demás edificios sagrados
en la misma línea recta de los dos mencionados no se presentan a la vista de los que están
arriba, cuya mirada corre más hacia el Norte,
siguiendo la costa, tendida aún por más de
media hora hacia el mar (...)”.
Hasta nuestros días poco o nada del paisaje que Goethe pudo admirar en el abril de 1787
ha cambiado, y el valle de los Templos es la
zona más conocida y celebrada de Agrigento.
Los monumentos que allí se levantan son todo
lo que nos queda de la vieja ciudad de Akragas
fundada en el siglo VI a.J.C. por colonizadores
de Gela y transformada en casi 100 años en
“la más hermosa ciudad de los mortales”
(Píndaro). Destruida por los Cartagineses en
el año 406, Timoleonte volvió a fundarla en el
año 340 a.J.C. y tuvo nuevos momentos de
esplendor, aunque se encaminaba inevitablemente hacia su decadencia definitiva con la
llegada de los Bizantinos.
La ciudad antigua fue abandonada en el
siglo IX después de la conquista árabe, y el
núcleo urbano se redujo sobre una colina
dominante tomando el nombre de Gergent.
Pasada a los Normandos, la ciudad fue
elegida como diócesis y se adornó con muchas
iglesias. Palacios y monumentos continuaron
surgiendo también entre los siglos XIV y XV
y después entre los siglos XVII y XVIII.
En 1927 la ciudad tomó el nombre de
Agrigento y hoy cuenta con 56.000 habitantes.
Para la visita completa se necesitan un día.
Testimonios artísticos
El Valle de los Templos
El Templo de Jupiter Olimpico - “Los
sagrados templos y en particular el de Júpiter,
prueban el esplendor de la Ciudad en aquella
época. Los restantes templos fueron incendiados y destruidos, ya que la Ciudad fue conquistada varias veces.
El Olimpio se quedó sin techo a causa de
una guerra y destruida la Ciudad, los
Agrigentinos no pudieron completarlo...” así
Diodoro Sículo describía este inmenso edificio
sagrado, uno de los más grandes en absoluto
de la antigüedad.
El templo presenta muchas peculiaridades
respecto a los cánones de construcción de los
griegos: períptero hexástilo, largo más de 112
metros y ancho casi 57, (para una superficie
total de poco menos de 6.500 m) estaba dividido al exterior por semi-columnas (7 x 14),
altas casi 57 metros y con un diámetro de 4,50
14
metros (!) sobresalientes de una pared llena
intercolumnar.
Construido en el período de mayor esplendor de la historia de Akragas, es decir después
de la victoria de Himera, este inmenso templo,
alto más de 30 metros, presentaba una solución completamente nueva desde el punto de
vista arquitectónico: los Atlantes, gigantescas
figuras humanas con los brazos doblados a los
lados de la cabeza a formar una idónea base
de apoyo de la inmensa arquitrabe y, por lo
tanto, junto con las columnas, de la función
portante.
La exacta posición de los Atlantes, sin
embargo, no es segura: varias hipótesis han
sido formuladas por los eruditos y las relati-
vas reconstrucciones en pequeño se hallan en
el Museo Arqueológico de Agrigento, en el
mismo, sugestivo salón, que conserva el único
gigante supérstite. (Un calco de este, en cambio, se puede observar en el suelo, cerca del
templo).
Al mismo tiempo los Atlantes eran elementos de decoración arquitectónica de gran
Entre las
plantas del
Valle de los
Templos, un
escorzo del
Templo de
Hércules.
15
importancia y tenían una función simbólica
precisa, es decir, la de recordar en el
Olympeion, el triunfo del Olimpo sobre los
Gigantes cuando éstos intentaron dar la escalada al Cielo.
Los Akragantinos casi habían completado
la construcción del colosal edificio (basta pensar, para tener una ulterior idea de las dimensiones, que el altar que estaba frente a él,
grande como un templo normal, se usaba para
las hecatombes, sacrificios de cien bueyes a la
vez!) y faltaba sólo el techo, cuando la Ciudad
fue tomada por los Cartagineses. Imilcon lo
saqueó y devastó su interno, pero no logró,
por su grandiosidad y su solidez, abatirlo.
Minorado así de esculturas y adornos, se
quedó en pie hasta la Edad Media cuando,
poco a poco, por el abandono, las intemperies,
los terremotos y la ferocidad de los Bárbaros y
de los Arabes, se derrumbó completamente.
Por muy grande que sea, hoy, la masa de
esos restos, no son gran cosa comparados con
las dimensiones del Olympieion: sus ruinas,
en efecto, fueron utilizadas como material de
construcción y, sobre todo, para realizar, bajo
las órdenes del rey Carlos III de Borbón y tras
consejo del obispo de Agrigento Lorenzo
Gioieni, el muelle de Porto Empedocle (!!).
El Templo de los Dioscuros - En la
vasta zona sagrada que rodea el Templo de
Júpiter, donde surgen numerosos santuarios,
huellas de otros templos y la misma agora, se
levantan elegantísimas las cuatro columnas
supérstites del pequeño edificio realizado en el
siglo V.
Su nombre, presumiblemente, deriva de la
tercera oda de las Olimpicas cantadas por
Píndaro en las Tessenias para la fiesta de los
Dióscuros.
El templo, dórico, períptero hexástilo, era
el más pequeño de la colina sagrada, pero, por
sus formas, número y disposición de las
columnas (6 x 13) no se separaba de los otros
más grandes.
Gravemente dañado por los Cartagineses,
es posible que haya sido restaurado y modificado más tarde en época helenística, así como
atestan las diferencias estilísticas verificables.
Completamente arruinado en los siglos sucesivos, fue parcialmente reedificado en 1836,
cuando fueron realzadas las cuatro columnas
con su cornisa.
El Templo de Hercules - Es quizás el
templo más antiguo de Agrigento (fines del
siglo VI) como atestan algunos aspectos arcaicos de la construcción, como el área alargada
(6x15 columnas) y la disminución del diámetro de las columnas y considerado entre los
más hermosos de la colina, era seguramente el
más famoso de la ciudad. Períptero hexástilo,
medía unos 74 metros por 28, equivalente a
una superficie total de casi 2000 m y, por lo
16
tanto, segundo sólo al templo de Júpiter.
Seguramente dedicado al semidiós, cuya estatua de bronce, de finísima hechura, estaba
colocada en el fondo de la celda sobre un
pedestal para la veneración de los ciudadanos.
De la antigua construcción, puesta en
posición espectacular sobre la Puerta de
Oroquedan, desdichadamente, sólo ocho
columnas (sobre las que, aunque en mínima
parte, se pueden divisar huellas de pintura
purpúrea) de las cuales cuatro cadauna con su
estupendo capitel, y además el basamento y
los restos del altar.
Enriquecía este estupendo monumento, en
su interior, una extraordinaria pintura de
Zeusi, que representaba a Alcmena ya
Hércules en su cuna que estrangula a los serpientes. De esta obra, admirablemente descrita
por Plinio, se cuenta que el artista estimándola extraordinariamente bella, no quiso venderla a ninguno por ningún precio y la colocó en
el templo.
El Templo de la Concordia - “En el
templo de la Concordia - escribe Pietro Griffo,
uno de los más grandes estudiosos de Akragas
- la arquitectura dórica de la mitad del siglo V
a.J.C. se presenta en toda la variedad de refinadas sutilezas que caracterizan el estilo.
Todo el edificio, baste mirarlo desde una
posición favorable, ofrece también a simple
vista - en el basamento, en las columnas, en la
cornisa - curvas y rastremaciones ya presentes
en otros templos griegos (último en orden de
tiempo, en el Partenón) pero que aquí alcanzaron, quizás, tales ápices de aplicación que
hicieron de él una obra de arte absoluta de formas eurítmicas, de delicadas armonías, impo-
sibles de expresar con las palabras. Finuras de
este tipo no habrán faltado en los templos
agrigentinos contemporáneos al nuestro: y
hay pruebas esparcidas de ello por doquiera;
pero nunca jamás esa percepción de conjunto
a través de la cual el Templo de la Concordia,
a parte la sugestión del grandioso paisaje que
lo rodea, se refleja en la sensibilidad del visitante con vibraciones que saben a música, con
arrebatos de atónito hechizo.
Y Dios lo quiera que el visitante se
encuentre allí en la mágica hora del ocaso: llevará consigo una impresión que no lo abandonará por toda la vida.”
Su nombre, como el del cercano Templo de
Juno, es del todo convencional, ya que le fue
atribuido porque en su interior se halló una
inscripción romana, que se relacionaba con la
consacración de un santuario dedicado a la
concordia entre Agrigento y Lilibeo, que, sin
embargo, no tiene ninguna relación con el
templo.
El excelente estado de conservación se
debe a un afortunado acontecimiento: contrariamente a los demás templos paganos que la
superstición y la ignorancia de los cristianos
quisieron derrumbar (se promulgó un decreto
especial), éste fue transformado, en el siglo
XV, en iglesia católica titulada a San
Gregorio. En esa ocasión se realizaron los
arcos en las paredes de la celda y se actuaron
otras transformaciones: esta “conversión”, sin
embargo, permitió su conservación.
Sólo en 1788 el edificio recobró (a parte los
arcos) su antigua, inimitable forma.
En este magnífico sagrario es posible también coger la absoluta severidad técnico-cons-
A la izquierda,
el Templo de
Hércules.
Arriba, un
calco de uno
Atlante.
17
tructiva que caracteriza el templo, que se
advierte tanto en la precisión con la que fueron escuadrados los enormes bloques de toba
de la celda, para permitir la máxima adhesión,
como en las acanaladuras de las columnas
(que se realizaban después de la superposición
de los tambores) cuyos delgados listeles, que
18
corren a lo largo de la misma columna, ofrecen
una absoluta correspondencia entre un tambor y otro.
En breve, una obra excelsa que, de manera
soberbia, representa la cultura griega de
Sicilia en todo el mundo.
El Templo de Juno Lacinia - Su nombre
es convencional (resultado de una confusión
con el templo de Hera en Crotone), pero es
hermoso pensar que este templo, situado con
gran espectacularidad en una elevación del
terreno, en la parte superior Este de la mágica
colina, pueda haber dado hospitalidad al culto
de la diosa de la fecundia.
Las huellas de fuego, extraordinariamente
aún bien visibles en las paredes de la celda,
evocan el infausto 406 a.J.C. cuando también
este magnífico templo, casi en todo idéntico al
de la Concordia, fue destruido por los
Cartagineses. En los parajes son aún visibles
un grande altar para los sacrificios (a Este) y
un trato de calle profundamente surcado por
las ruedas de los carros que proviene de la tercera puerta de la ciudad.
El templo de Esculapio y la Tumba de
Terón - Este pequeño templo, siempre del
siglo V, se diferencia de los demás tanto por la
insólita colocación extramuros (cuesta abajo
del Templo de la Concordia), y por su forma
(in antis) como por sus reducidas dimensiones (unos 20 x 10 metros).
Mencionado por Polibio, a propósito del
cerco romano del 262 a.J.C. y por Cicerón (en
las Verrinae), conservaba una estatua de
Apolo, obra de Mirone, robada antes por los
Cartagineses y, una vez devuelta a los
Akragantinos, por Escipión Africano, definitivamente por Verre.
En el centro de la necrópolis romana (ed.
Giambertone) que se extiende en el declive de
la colina fuera de los antiguos muros (pocas
decenas de metros al sur del templo de
Hércules) se encuentra la tumba de Terón o
Hereon, un magnífico ejemplo de arquitectura
dórico-jónica que se remonta al siglo III a.J.C.
y que, naturalmente, no tiene nada que ver
con el tirano akragantino.
Muy probablemente el monumento fue
levantado por los Romanos en memoria de los
300.000 soldados muertos durante el cerco de
la ciudad.
La Colina de San Nicola y el Barrio
Helenístico-romano - Esta zona arqueológica riquísima se encuentra en el centro de la
meseta donde surgía la ciudad, y esta comprobada una sucesión de muchos monumentos,
objeto de culto, a partir de los tiempos griegos
arcaicos.
Se notan sobretodo el Oratorio de Falaris,
el ekklesiasterion, más tarde transformado, en
época republicana, en comitium y la iglesia
con el adjunto monasterio de San Nicola.
El Oratorio de Falaris (cuya denominación trae sus orígenes de la tradición según la
cual en ese lugar estaba situado el palacio del
primer tirano akragantino) es un elegante
edificio in antis que se remonta al siglo I
a.J.C., en parte superpuesto al ekklesiasterion,
fuertemente retocado por los Godos.
Este era el lugar de asamblea de los ciudadanos (cabían 3.000 personas) del que, hoy,
quedan sólo las escalinatas. En la misma
zona, de recién, fue descubierto un bouleuterion.
Inmediatamente al Este de este extraordinario conjunto arqueológico está situado el
Agrigento
A la izquierda,
el Templo de
los Dioscuros.
19
barrio helenístico-romano, una zona de más de
10.000 m., en la que se extiende el magnífico
complejo urbano, parte de la ciudad, cuyos
restos, superpuestos, están fechados entre los
siglos V y IV a.J.C.
De enorme importancia, esta sección de la
ciudad de la época de Timoleonte y romana,
ofrece al visitante la posibilidad de comprobar
la perfección del sistema de vialidad hipodameo, las grandes islas y los restos de las magníficas construcciones.
La descripción de toda esta zona merecería
mucho más espacio; aquí nos limitaremos a
señalar la “Casa del peristilo”, la más interesante, que guarda también muchos pavimentos musivos, la “Casa de dos pisos”, la “de las
svásticas”, por los mosaicos que representan el
símbolo mágico que simboliza el movimiento
del sol, la “Casa de la gacela”, la “Casa del
maestro abstractista” y la “de las Afrodites”.
Muchos otros lugares arqueológicos agrigentinos merecen una visita: nos limitaremos
a señalar algunos de ellos. En las cercanías del
cementerio, los restos del Templo de Demetra
y Kore, sobre los que, en época normanda, se
edificó la iglesia de San Blas; el santuario
rupestre de Demetra de formas griegas arcaicas y presumiblemente utilizada para un culto
indígeno pre-griego; los restos de la Puerta I y
de las fortificaciones griegas. En el interior del
Templo de Júpiter, muchas zonas sagradas, la
piscina y el agora. A lo largo de la mitad
oriental de la colina de los templos, la necrópolis cristiano-bizantina y muchas otras huellas de la red de viabilidad que unía los templos al agora.
El altar mayor
de la iglesia de
San Espíritu
con los estucos
de Serpotta.
20
El centro histórico
El Convento de Santo Espíritu - Es
uno de los más hermosos monumentos de
Sicilia. Edificado en 1260, el conjunto está
formado por la iglesia y por el adjunto monasterio cisterciense. La primera se caracteriza,
por fuera, por un magnífico portal de estilo
“chiaramontano” encima del cual está un rico
rosetón, en un contexto barroco más reciente.
En su interior, también del siglo XVIII, se
pueden admirar muchos estucos de Serpotta
que adornan fantasiosamente las paredes de la
iglesia, una pila para el agua bendita del siglo
XVI, una Virgen de Gagini (o de la escuela de
Gagini) y un estupendo techo artesonado de
madera de 1758 en el que está pintado el blasón heráldico de la familia Chiaramonte: en
efecto fue la esposa de Federico Chiaramonte,
Marchisia Prefoglio, quien permitió, con una
donación, la fundación del conjunto.
El adjunto monasterio, o Badía Grande,
que se remonta a 1290, tiene un precioso
claustro cuadrado, uno de los más antiguos y
mejor conservados de Sicilia, en el que destacan varios portales góticos: estupendo y
majestuoso el ojival flanqueado por ajimeces,
de la entrada a la Sala del Capítulo. Su interior conserva algunos frescos que remontan a
los siglos XIX y XVI.
Iglesia de San Lorenzo e Hipogeo Llamada también “del Purgatorio”, fue edificada en el siglo XVII en el lugar de una más
antigua y homónima construcción sagrada.
Presenta una elegante fachada de los siglos
XVI y XVII con dos órdenes de pilastras, un
rico portal ennoblecido por dos columnas salomónicas y flanqueado por grupos alegóricos
que representan la Fe y la Caridad y, arriba,
una grande ventana.
En su interior, de una sola nave, se pueden admirar ocho preciosas estatuas femeninas de Giuseppe y Giacomo Serpotta, que
representan las Virtudes: la Mansedumbre, la
Religión, la Fuerza, la Justicia, el Amor, la
Sencillez, la Caridad, la Prudencia. A la
izquierda de la iglesia, debajo de un león de
piedra, se abre la entrada principal de los antiguos hipogeos: una perfecta red de acueductos
subterráneos que alimentaban con agua potable Akragas. Realizada en el siglo V a.J.C. por
el arquitecto Feace, era conocida en toda
Magna Grecia como una de las muchas maravillas de la ciudad.
En la plaza Pirandello se encuentra el
bello conjunto formado por la iglesia de Santo
Domingo y por el adjunto ex Convento de los
Padres Dominicanos elevado sobre la anterior
construcción del Palacio del Príncipe de
Lampedusa. La iglesia de Santo Domingo,
una elegante construcción del siglo XVII, presenta una fachada de los siglos XVI y XVII de
dos órdenes, flanqueada por un campanario y
caracterizada por un grande portal flanqueado
por dos columnas que llevan encima un tímpano interrumpido por un medallón que
representa a Santo Domingo. La fachada está
completada por un orden de pilastras que
encierran las hornacinas laterales y por una
grande ventana central. En el adjunto y elegante edificio del ex monasterio, sede del
Ayuntamiento, se ha realizado el Teatro Luigi
Pirandello, obra de G.B. Basile, hoy finalmente restaurado y devuelto, después de muchos
años, a sus antiguos esplendores.
La Catedral - Flanqueando hacia el
Norte la Iglesia de Santo Domingo, se entra (a
la izquierda de la fachada) en la calle de las
Huérfanas, la ancha plaza en la que se eleva,
magnífica, la Catedral. Fundada hacia finales
del siglo XI por el obispo agrigentino
Gerlando, el Templo, de estilo gótico-normando, fue ampliado y modificado varias veces a
partir del siglo XIV y hasta el siglo XVII,
conservando de su estado original sólo las
bellas monóforas aún visibles en el lado derecho. Presenta una fachada a la que se accede a
través de una amplia y suave escalinata, flanqueada por el magnífico e incumplido campanario del siglo XV, embellecido por dos ordenes de monóforas ciegas gótico catalanas y por
una ventana con balcón encima de la cual está
un bellísimo arco ojival ricamente adornado.
Su interior, de cruz latina, se caracteriza por
tres naves divididas por arcos ojivales que
apoyan sobre columnas octogonales, por una
estupenda bóveda de madera ricamente pintada, en el centro de la cual está representada el
águila bicípite de Carlos V y por ricos estucos
y frescos que dan suntuosidad al conjunto. En
el transepto derecho se abre la pequeña capilla
de San Gerlando, superada por un portal gótico finemente modelado y en la que está conservada el Arca, un reliquiario de 1639; en la
nave izquierda la Capilla de Marinis; en el
ábside derecho un grupo de mármol de la
Virgen con el Niño de 1495 y, además,
muchos monumentos sepulcrales más enri-
Agrigento
21
Arriba, Sciacca:
a la izquierda,
el rosetón gótico en la fachada
de la iglesia del
Carmine.
A la derecha, el
portal
en un fianco de
la iglesia
de Santa
Margherita.
22
quecen el interior de este grande monumento.
De enorme importancia el Tesoro de la
Catedral, particularmente rico de obras de
arte de alto valor histórico y artístico en el que
destaca el famosísimo Sarcófago de Fedra,
estupenda y elegantísima obra de mármol
romana de principios del siglo III d.J.C. copia
del original griego del siglo V a.J.C.
Descrita y cantada por todos los grandes
viajeros extranjeros en Sicilia del siglo XVIII,
de Riedsel a Bartles, esta obra de arte (por el
momento conservada en la iglesia de San
Nicola) hallada en la necrópolis romana de
Agrigentum, representa algunos episodios del
mito de Fedra e Hipólito.
En el archivo de la Catedral se conserva
un singular y misterioso documento: la “carta
del diablo”, un manuscrito del siglo XVII,
escrito con caracteres indecifrables, dirigido a
una monja. Frente a la Catedral agrigentina,
en la misma plaza, se asoma el Seminario
Obispal, fundado por el obispo Narullo en
1574 y completado en 1611; en su interior un
elegante amplio patio con soportales con dos
órdenes de galeriás.
Santa María de los Griegos - A través
de la calle de Santa Maria de los Griegos se
accede a la homónima iglesia, en el barrio más
antiguo de la ciudad medieval. Edificada en el
siglo XII surge sobre las ruinas de un antiguo
templo dórico del siglo V a.J.C. que algunos
dicen dedicado a Atenas, en el acrópolis de
Akragas (en el que se matara Gelia, un rico y
noble akragantino, para no caer en manos de
los Cartagineses).
La iglesia de Santa María de los
Griegos, precedida por un pequeño y elegante
patio, presenta una refinada fachada ennoblecida con un portal del siglo XIII árabe-normando y con bellas ventanas y monóforas.
El interior es de tres naves con un bonito
techo que recuerda el de la Catedral y está
enriquecido con algunos restos de frescos del
siglo XIV, con una estatua de madera del siglo
XVI y con un sarcófago que custodia los restos de un noble palermitano. De la nave
izquierda es posible a través de un estrecho
pasillo, acceder al basamento Norte del templo
dórico, del que son visibles también algunos
tambores de columnas.
SCIACCA
Tumbas paleolíticas, junto con numerosos
restos salidos a luz en los últimos años,
demuestran que ya durante la prehistoria los
hombres se establecieron en este trecho costeño. La concurrencia de estos lugares continuó
durante todo el período sucesivo: Sicanos,
Fenicios, Griegos y además Romanos,
Bizantinos y Arabes.
Durante esta última dominación, Sciacca,
llamada Xacca, (del latin Ex Aqua - con una
evidente referencia a las aguas termales que
abundantemente aún brotan del suelo, formando un embalse hidrotermal entre los más
ricos y completos del mundo) fue uno de los
puertos más activos de la isla, y continúa
siéndolo aún hoy. Se embelleció con monumentos y fortificó sus muros de defensa.
Todos los que gobernaron sucesivamente
Sciacca la embellecieron a su vez con obras de
arte, tanto que - como se lee en la guía de la
ciudad de S.Cantone - hay significativos ejemplos de arquitectura, escultura, pintura (sin
hablar de las llamadas artes menores) de todos
los tiempos.
El Duomo, en la homónima plaza, está
dedicado a Santa María Maddalena, y fue
fundado ya en el siglo XII por la hija del
conde Roger, Julieta. De la construcción primitiva es aún visible sólo el exterior de los tres
ábsides: todo el edificio, en efecto, fue modificado en el siglo XVIII.
En su interior, dividido por pilastras, de
tres naves, se guardan preciosas obras de arte,
entre las que destaca, en la cuarta capilla a la
derecha, una estatua de la Virgen de la
Cadena atribuida a Francesco Laurana.
En la extremidad occidental del Corso
Vittorio Emanuele se eleva el majestuoso
Palacio Steripinto, uno de los ejemplos más
clásicos del arte plateresca en Sicilia.
El edificio, fundado en el siglo XV, tiene
una amplia fachada con adornos de sillares en
forma de punta de diamante, coronada por
almenas. Sobre la elegante puerta renacentista
se abren tres ajimeces que suavizan, el aspecto
severo del antiguo palacio.
La iglesia de Santa Margherita, de
estilo gótico-renacentista, fue fundada en
1342 y modificada apróximadamente 250 años
después.
La fachada está adornada con un bello
portal gótico que se remonta al año de su fundación, mientras que otro elegante portal, obra
de arte de Francesco Laurana, se puede admirar en un flanco de la iglesia.
La puerta de San Salvatore es la única
supérstite de las que se abrían en la imponente
muralla que en el siglo XVI cercaba la ciudad
y de la que en varios puntos es posible ver
algunos restos.
La puerta, que se encuentra justo delante
de la iglesia de Santa Margherita, es un admirable ejemplo del aparato decorativo español
que funde arquitectura y escultura. Su nombre deriva de una iglesia cercana, ya desaparecida incluida en parte en la iglesia del
Carmine del siglo XVIII, cuyos elementos
decorativos más interesantes son la cúpula
con lozas y el rosetón gótico en la fachada.
Las termas de Sciacca son casi 10 y las
aguas van a formar un embalse hidrotermal de
rara plenitud - del que tenemos noticias desde
la antigüedad - y que curan una amplísima
especie de afecciones de vario tipo.
Son renomadas las Estufas de San
Calogero, dos grutas naturales en las que,
gracias a la unión de un fenómeno cársico con
una manifestación de vulcanismo segundario,
aletea un vapor de temperatura que oscila
entre los 38 y los 42 grados C, excelente para
la sauna.
Según la leyenda, las estufas serían obra
de Dédalo que recogió en las grutas el vapor
ardiente que salía del subsuelo.
Agrigento
Abajo,
las termas
de Sciacca.
Caltanissetta
G
24
randes diferencias caracterizan el paisaje
siciliano, ahora suave y verde, ahora
árido y áspero, azul del mar, negro del volcán,
gris de arrugadas montañas.
El amarillo es el color de Caltaniseta: ama
rillo del trigo, del azufre y del sol.
Caltaniseta domina estos colores desde lo
alto de sus 600 metros, a su vez dominada por
la derrumbada masa de su castillo.
Es quizás la antigua Nissa de la que habla
Tucídides, quizás es sólo con los Arabes que
vio la luz, hija del castillo de Pietrarossa, al
que se agarraban casas y casitas.
En 1806, con la conquista de parte de los
Normandos, empieza su historia feudal que ha
continuado durante siglos hasta un pasado no
muy lejano.
Grande prosperidad le procuró la actividad mineraria de extracción del azufre, que
tuvo su punta máxima a principios de nuestro
siglo. Hoy, aplastadas por la concurrencia,
muchas minas están cerradas, y parecen muy
lejanos los tiempos de los “carusi”(muchachos). Con una inteligente promoción se está
tratando de recuperar las minas como lugares
de la memoria ciudadana, abriéndolas de esta
manera también al uso turístico.
Para una visita de la ciudad se necesita
un día.
Testimonios artísticos
La Catedral - Dedicada a Santa María la
Nueva y a S. Miguel, elevada en la plaza
Garibaldi entre 1570 y 1622. Su larga fachada
está dividida por pilastras flanqueadas por dos
campanarios (1840), con un portal mediano
barroco. El techo de la nave mediana fue adornado con frescos del pintor flamenco
Guglielmo Borremans en 1720.
En la bóveda en cañón dominan tres grandes composiciones: la Inmaculada Concepción,
la Coronación de la Virgen y el Templo de San
Miguel. Alrededor se disponen “Santos”,
“Historias de los SS. Pedro y Pablo”, “El
antiguo Testamento”. Completan las decoraciones de la nave, en fin, elegantes estucos.
Siempre de Borremans es el grande retablo del
altar colocado en el presbiterio que figura a
“La Inmaculada con Santos”.
Entre las obras de arte conservadas en la
Catedral, hay una bellísima estatua de madera
del siglo XVII de Li Volsi, que representa a la
Inmaculada con paños de láminas de plata.
Un suntuoso órgano con coro y paneles pintados, esculpidos y dorados del siglo XVII, contra la pared derecha del presbiterio y, en el
brazo izquierdo del transepto, un Crucifijo
atribuido a Fray Umile de Petralia.
En el tesoro, en fin, se conserva un precioso Ostensorio gótico de 1400. Frente a la
Catedral en el centro de la plaza, está la bella
fuente del Tritone, con un grupo bronceo rea-
lizado en 1956 con calco de famosos grupos
mitológicos del escultor niseno Tripisciano.
El Palacio Moncada - Se eleva en el
lado izquierdo del Ayuntamiento con la fachada en la subida Matteotti. Construido entre
1635 y 1638 por cuenta de Don Luigi
Guglielmo Moncada, Virrey de Cerdeña y de
Sicilia y Conde de Caltaniseta, se quedó
incompleto quizás por insuficiencia de medios
o por causa del traslado de don Luigi a
España. Síntesis del barroco siciliano, tiene
formas arquitectónicas externas monumentales y espacios internos grandiosos; en la movimentada fachada hay grandes ménsulas con
formas de figuras antropomorfas y zoomorfas,
quizás símbolo catalizador del poder de
Nuestro Señor. El palacio, cuyos muros macizos son espesos dos metros, fue comenzado
bajo proyecto del fraile capuchino Fra’ Pietro
de Genova, usando relieves arquitectónicos y
piedras arrancadas al Castillo de Pietrarossa y
caliza del Monte Gebel-Habib.
El interno del palacio, usado desde 1819
durante 150 años como sede del Tribunal, del
Tribunal Penal, de la Fiscalia del Tribunal y del
Juzgado Distritual Corte, ha sufrido graves
modificaciones para la adaptación de los
ambientes a las nuevas funciones. Queda aún
una galería subterránea (llamada “u trabuccu”), que desembocaba cerca del convento de
los Capuchinos en la avenida Regina
Margherita, que salía de las prisiones debajo
del palacio. En ella, según la tradición, desaparecían los que no gozaban de las simpatías del
señor.
Iglesia de S. Agata en el Colegio Comenzada en 1605 por los Jesuitas, la iglesia
se caracteriza al exterior por una severa fachada, realizada bajo proyecto de Natale Mesucci.
Su interior, de cruz griega, está decorado
con ricas taraceas de mármol de evidente
gusto barroco.
Notable el altar de la Virgen del Carmine
al fondo del brazo del lado derecho, cuyo frontal está decorado también él abundantemente
con mármoles policromos.
Enfrente, en el brazo izquierdo, otro altar
semejante fue decorado con un grande retablo
de mármol, “S. Ignacio en su gloria”, de
Ignazio Marabitti. A este último artista se le
debe además la cornisa de mármol que encierra el retablo que supera el altar mayor, obra
del siglo XVII de Antonio Scilla.
Castillo de Pietrarossa - El Castillo de
Pietrarossa, único de la zona interna de Sicilia
que está colocado al interior de un tejido urbano, se eleva encima de una roca solitaria. Es
de origen árabe y documenta el nuevo asentamiento ciudadano alrededor de la roca después
del abandono del territorio de Sabucina-SS.
Espiritu en el que se habían asentado las
poblaciones en la edad paleocristiana.
Se derrumbó repentinamente la noche del
27 de febrero de 1567, quizás por un temblor
de tierra, dejando sólo una pared alta y derrocada, una torre de guarda de cal y canto, terraplenes, baluartes y un puente de comunicación. Los restos del castillo, llamados “la
murra di l’Ancili” (los muros de los Angeles)
atestan hoy una época histórica importantísima para Caltaniseta, fortaleza del poder real en
la Edad Media en el centro de una Sicilia disputada y dividida por las luchas para la supremacía.
Abadia de S. Espíritu - Se halla más o
menos a 3 Km del centro, sumergida en un
sugestivo paisaje que incluye el valle del Imera,
el Castillo de Pietrarossa, los perfiles de Enna y
de Calascibetta y, en los días más claros, el
Etna al fondo. Es la iglesia más antigua del
niseno construida mucho antes de su consacración, el 2 de junio de 1151. Fundada por el
Conde normando Roger y por su esposa
Adelasia, es una iglesia románica de estilo pale-
ocristiano con tres pequeños ábsides separados
por pilastras coligadas con pequeños arcos.
En los lunetos del portal se nota el “Cristo
que da su bendición” fresco del siglo XV (por
razones de seguridad y para evitar daños metereológicos, el fresco del portal es un duplicado
del original que se conserva en su interior);
inmediatamente a la derecha de la entrada
principal se conserva una fuente románica
para el bautizo en inmersión (praticado desde
principios del Cristianismo hasta el siglo XII)
y un Crucifijo en un retablo del siglo XVII. En
el ábside a la izquierda del arco está la epígrafe
de la Consacración.
En la sacristía se hallan un arco original
árabe, una pequeña ulna romana y un cáliz de
estaño, cuyo uso fue prohibido antes en el 220
y después, definitivamente, por el papa Leone
IV en el año 855.
Se conservan allí además pinturas de considerable valor artístico, unas andas del siglo
XVI y antiguos textos sagrados.
Restos del
núcleo
originario
del Castillo
de Pietrarossa.
25
Arriba, un escorzo
de la Catedral.
Catania
En la página de al
lado, la estatua de
Santa Agata del
siglo XVIII.
26
P
intoresca y bulliciosa, Catania es la ciudad
del volcán. Oscuro y sombrío como un
dios introverso, el Etna domina desde su altura el incesante vaivén que anima las calles de
la ciudad y que simboliza visiblemente la
característica esencial de los Cataneses: la
actividad.
Esta calidad la notó ya Bartels, sabio alemán que visitó Sicilia en 1786, y juzgó
Catania “ciudad de gente activa que edifica
las ruinas y mira con coraje hacia el porvenir”.
Una calidad que ha permitido a esta ciudad renacer cada vez de sus cenizas, moderna
fénix, sin hacer caso a los terremotos y a las
guerras - antiguas y modernas.
Se ajusta bien a los Cataneses el símbolo
de su ciudad: el elefante, animal bueno y
valiente y su santa, Agata, virgen y mártir
capaz hasta de arrestar la furia del Etna con la
fuerza sobrenatural de su velo.
Catania es una ciudad oscura, edificada
con la piedra negra de su volcán y sin embargo absolutamente solar y luminosa, en virtud
de sus 2528 horas anuales de sol - la media
más alta de Italia. Es una ciudad antigua, que
se precia de orígenes anteriores a la colonización griega y sin embargo a veces casi indiferente hacia su pasado, tanto que el Teatro
Griego está casi escondido, al final de una
pequeña calle.
Ciudad de gente frívola, dedicada a los
chismes que recuerdan los de Brancati pero al
mismo tiempo dolorosamente al corriente de la
trágica realidad de la vida, de la necesidad de
luchar contra quien, mafioso y criminal,
hunde la ciudad con el cemento y el hampa.
Katane fue fundada sobre los humeantes
restos de una aldea sícula por colonizadores
griegos en el año 729 a.J.C.. Su nombre significa colina, y sobre una colina, en efecto, se
edificó el acrópolis, en la zona que hoy ocupa
el grande convento de los Benedictinos. Con el
pasar de los años surgieron alrededor de ésta,
templos, un hipódrorno, el gimnasio, la ceca,
el odeón, acueductos y termas.
En el año 476 a.J.C. Ierone de Siracusa
atacó la rica ciudad. Derrotadas sus defensas,
trasladó a sus habitantes a Leontinoi, repobló
la ciudad con ciudadanos siracusanos y con
nuevos colonizadores dóricos y la llamó
“Etna”. Pero los Cataneses se quedaron sólo
27
Arriba, el
Castillo
Ursino, hoy
sede del
Museo
Comunal.
28
15 años desterrados: en el 461, en efecto, volvieron a tomar posesión de su ciudad y de su
antiguo nombre, jurando eterna rivalidad a
Siracusa.
En el 415 Katane se prestó como base a los
Atenienses en lucha contra los Siracusanos y
esto le costó nuevas destrucciones. Derrotados
a los enemigos, en efecto, Dionisio I, tirano
aretuseo, dirigió su cólera contra Katane,
dejándola a la merced de sus soldados.
En el 263 a.J.C., Katane fue conquistada
por los Romanos y declarada colonia. Bajo el
imperio de Augusto aumentó vistosamente el
numero de sus habitantes, se embelleció con
nuevos prestigiosos edificios (como el grandioso anfiteatro) mientras que fueron restaurados
otros.
En los siglos sucesivos Catania sufrió los
acontecimientos sicilianos, alejandose, sin
embargo, del común destino isleño por causa
de su peculiar, íntima relación con el volcán.
La historia de la ciudad, en efecto, se une sí a
los acontecimientos humanos, pero también a
los caprichos del Etna, dispensador de vida y
al mismo tiempo de muerte y de destrucción.
Podríamos citar varias fechas: 1169, cuando un terrible terremoto causó la muerte de
15.000 personas; 1669, cuando la lava avanzó
hasta el puerto para sumergirse con un chirrido en el mar, dejando tras de sí sólo desesperación; 1693, año en que la ciudad fue completamente destruida por el terremoto, sepultando
bajo los escombros casi 16.000 inocentes.
Sin embargo, esta última fecha tiene recodos menos nefastos. El último retazo del siglo
XVII, en efecto vio fervir una activa reconstrucción, cuyos mejores productos son aún
hoy la gloria de la ciudad. Para una visita de
la ciudad y de sus alrededores se necesitan 4
días.
Testimonios artísticos
La Fuente del Elefante - En el centro de
la plaza del Duomo, es obra de Giovan
Battista Vaccarini. Está formada por un elefante de piedra lávica de época romana y por
un obelisco egipcio de granito de Syene con
geroglíficos que conciernen el culto de Isis. En
una rara combinación de sacro y profano, el
elefante sostiene el obelisco encima del cual
están colocadas una bola y las insignias de S.
Agata: la cruz, el lirio, la palma y la tabla
angélica.
El elefante, como la tortuga, tiene a menudo la función representativa de animal-soporte
del mundo y se le considera un animal cósmico puesto que su cuerpo tiene en sí mismo la
estructura del cosmos: cuatro pilastras que
sostienen una esfera.
La Catedral de S. Agata - Edificada
entre 1078 y 1093 sobre las Termas
Achilliane, de esa época conserva los tres ábsides y el cuerpo del alto transepto. Fue reedificada sucesivamente por Girolamo Palazzotto
después del terremoto de 1693 recuperando
también materiales pertenecientes a otros edi-
ficios, como por ejemplo las columnas romanas en la fachada principal, obra de Vaccarini
que para ser completada necesitó de más de
treinta años. Los eruditos consideran la fachada muy austera respecto a la irradiación de las
columnas. La balaustrada de mármol es del
siglo XIX y se alternan en ella vasos y estatuas de Santos.
En el interior de la Catedral están las
tumbas de Vincenzo Bellini y las de los reyes
aragoneses entre ellos Federico II y
Constancia de Aragona, esposa de Federico
III. En la pared derecha un portal muy adornado cierra la capilla donde se conservan las
reliquias y el tesoro de S. Agata, patrona de la
ciudad.
La patrona se festeja por un mes entero
desde el 5 de enero al 12 de febrero pero el
ápice e la fiesta son los días 3-4-5 de febrero
cuando las angarillas con las reliquias de la
Santa se llevan en procesión por la ciudad.
Castillo Ursino - El castillo fue edificado
por orden de Federico II de Suabia entre 1239
y 1250 y hoy es la sede del Museo comunal.
Un tiempo rodeado por el mar, en el siglo XIV
era residencia de los reales aragoneses; transformado según el gusto renacentista en el
siglo XVI, fue rodeado por la lava en la erupción de 1669 y consecuentemente alejado del
mar. El edificio es una construcción cuadrada
con cuatro torreones cilíndricos en las esquinas y torres semicilíndricas, de las que quedan
sólo dos, apoyadas en la mitad de cada lado.
Parecido al castillo pullés de Castel del
Monte, el Castillo Ursino funde el racionalismo suabio y el gusto árabe para la estereometría. Sobre el arco ojival, encima de la entrada,
hay un tabernáculo con un águila suabia que
agarra una liebre. El Museo, que recoge la
colección de los Benedictinos, una parte de la
de los príncipes de Biscari y las donaciones del
barón Zappalà Asmundo, está en fase de restauración, y por lo tanto es posible visitar sólo
la entrada y el patio del castillo.
El Teatro Romano y el Odeón - Tenía
un diámetro de casi 87 metros y podia dar
Catania
El Teatro
Romano,
en el que
cabían 7.000
espectadores.
29
cabida a más de 7.000 espectadores. Fue construido en un flanco de la colina sobre la que se
encontraba el Acrópolis griego, y no se puede
exceptuar que en origen hubiese sido fundado
por los Griegos. La orquesta, de 29 metros de
diámetro, pavimentada con losas de mármol, a
menudo es inundada por las aguas del río
Amenano. Más abajo de la cávea actual hay
huellas de otras dos cáveas distintas, pero
todas de la época romana imperial. Adyacente
está el Odeón, desde hace poco abierto al
público, que servía para los ensayos de los
coros y concursos y podía dar cabida a 1300
espectadores. El espacio entre la cávea y la
pared exterior estaba dividido en 17 ambientes
de los que quedan 16.
Iglesia de la Abadía de S. Agata Obra de Giovan Battista Vaccarini realizada
de 1735 a 1767. Se asoma en la calle Raddusa
con una fachada elegante cuyas aperturas tienen muestras de caliza blanca. Convexa en la
parte inferior, la construcción concluye con
formas cóncavas más arriba, con grande equilibrio. Está superada por una cúpula que
armoniza, ópticamente, con las construcciones
limítrofes. En su interior todas las superficies
son de estuco blanco sobre el que destacan los
altares de mármol amarillo de Castronovo. El
pavimento tiene un rico dibujo de fajas entrelazadas con rosetones y volutas de mármol
blanco sobre fondo gris.
Palacio Biscari - Obra de Francesco
Battaglia es un magnífico ejemplar del barroco
catanés. La fachada que da sobre el puerto es
clásica y presenta una tenaza rectangular. El
portal da acceso a un patio dominado por una
escalera a terrazas típica de las villas barrocas,
también de la zona de Palermo; la fachada sur
es la más antigua, probablemente realizada
bajo diseño de Giuseppe Palazzotto de 1750.
En el interior, acabado en 1766, destaca el
salón de fiestas, “el más libre ensayo de decoración rococó que se conozca en Sicilia. Tiene
la forma de un octágono alargado que acaba en
una alcoba, que la tradición quiere que en origen tuviese un “lit de parade”. El centro del
techo cóncavo está taladrado con una lumbrera oval, a través de la cual la mirada corre
hacia una cúpula externa, decorada con un
fresco alegórico, que recibe luz de ventanas
bajo el nivel de la cúpula interna; una galería
gira alrededor de la lumbrera y aquí, durante
las danzas, se asentaba la orquesta” (Blunt).
Para las decoraciones en rocailles probablemente intervinieron estuquistas de Veneto o
de Bavaria; los frescos son de Sebastiano Lo
Monaco. En la galería que da al mar hay una
escalera de caracol también ella testimonio del
estilo rococó en Catania.
Vía Crociferi - Se accede a ella por la
plaza San Francisco de Asís, pasando bajo el
arco de San Benedetto (1704).
Catania
Se trata de uno de los ambientes más significativos del barroco catanés.
Debe su nombre al de una orden religiosa
que se ocupaba de curar a los enfermos. La
mayor parte de los edificios de la vía Crociferi
está realizada bajo proyecto de Vaccarini o de
sus más íntimos colaboradores, como G.
Palazzotto y, en cambio de alinearse al eje
prospéctico de la calle, “componen” la calle.
Particular atencion merecen: el Colegio de
los Jesuitas con la adjunta iglesia de San
Francisco Borgia, la iglesia de San Julian y la
de S. Benedetto.
Saverio Fiducia, haciendo hablar la vía
Crociferi en primera persona, escribe:
“Entonces músicas celestiales llovían de los
coros y de las tribunas pénsiles sobre las
espaldas curvadas de los devotos, y el humo de
los inciensos saliendo de los grandiosos portales de mármol, me envolvía en una atmósfera
perfumada, subiendo dulcemente hacia los fastigios plateados de la luna...”
El Monasterio de los Benedictinos de
S. Nicola l’Arena - Alrededor de 1136 algunos padres Benedictinos se habían retirado en
meditación en el Etna donde fundaron el convento de San Leo con la ayuda del conde
Errico. Sin embargo las intemperias, las erupciones y los terremotos obligaron a los frailes a
bajar a Nicolosi en el monasterio de S.Nicola
nacido en principio como asilo para los frailes
enfermos. Como la situación allí no era mucho
mejor y además había el problema de los ladrones, alrededor de 1550 decidieron trasladarse
a Catania y allí construyeron el convento, el
segundo en Europa por dimensiones donde
ahora tiene su sede la facultad universitaria de
Letras y Filosofía.
A la izquierda,
el Monasterio de
los Benedictinos
del que habla
tambíen Federico
De Roberto en “I
Viceré”.
Arriba, un particular de Palacio
Biscari.
31
Arriba,
Acireale, la
iglesia de San
Sebastián.
32
Después del terremoto de 1693 que había
destruido casi completamente la iglesia y el
convento, intervinieron, entre otros,
Antonino Amato, Francesco Battaglia y también Vaccarini.
Superado el portal barroco y el patio, un
escalerón de honor a tenazas permite la entrada al edificio. Se llega así a los pasillos situados a lo largo de los dos claustros.
El primero, con un quiosco neogótico,
como el segundo tiene puertas y grandes ventanas realizadas con diseño de Antonino
Amato. Se llega al segundo claustro a través
del pasillo del reloj que presenta un portal de
mármol de 1606 y, en el centro, restos de una
fuente de mármol del siglo XVII.
En el ala oeste del monasterio están las
bibliotecas reunidas Cívica y Recúpero: abiertas en 1897 se componen del núcleo original
de 50.000 volúmenes de la Biblioteca de los
Padres Benedictinos a los que se le han sumado las librerias de las corporaciones religiosas
suprimidas, aquélla otorgada por el baron
Ursino Recúpero (compuesta de casi 40.000
volúmenes y opúsculos, es una colección preciosa para la historia del lugar y de Sicilia), la
del poeta Mario Rapisardi y una hemeroteca
siciliana.
Anfiteatro Romano - Lo que queda de
este magnífico edificio, que se remonta muy
probablemente al siglo II d.d.J.C., se encuentra en un lado de la plaza Stesicoro, a lo largo
de la cual en origen se extendía hasta la
actual vía Penninello. Podían caber 16.000
espectadores y era alto 31 metros.
El pasillo inferior está bien conservado en
toda su extensión y la arena, inferior sólo a la
del Coliseo de Roma, tenía un diametro de 71
metros. Se nota aún la original miscelánea de
materiales de construcción: basalto, piedra
calcárea y ladrillos rojos, que daban al edificio
una peculiar policromía.
AClREALE
Acireale surgió hace 3000 años en las orillas de los riachuelos en que se divide el río
Aci. En el año 1000 a.J.C. fue un emporio
fenicio de enorme importancia y 300 años más
tarde fue colonizada por los Griegos que la
bautizaron Xiphonia es decir “espada”, quizás
por la forma del promontorio en que se levantaba. Los Romanos, más tarde, la llamaron
Aci, de Akis, una palabra que significa la
misma cosa que Xiphos.
La historia de la ciudad está marcada por
conquistas, devastaciones - no sólo provocadas
por los hombres sino también por el Etnareconstrucciones y hoy día se levanta en una
terraza frente al mar posición escogida en el
siglo XIV - con el aspecto que tomó en el siglo
XVIII después del terremoto de 1693.
Junto con elementos bizantinos y moriscos, sobrevividos al terremoto, hallamos pues
muchos elementos barrocos. El monumento
más importante de Acireale es la Catedral,
construida entre los siglos XVII y XVIII, con
la fachada de estilo gótico de principios del
siglo XX, bajo proyecto de Giovanni Battista
Basile, en la que se abre un portal barroco
(1667-72).
En su interior, de tres naves, hay frescos
de Giuseppe Sciuti y de Pietro Paolo Vasta.
Entre las obras de arte, una pila de agua
benedita de Antonello Gagini (1525) y la estatua de plata de Santa Venera (que le da el
nombre a la iglesia junto con el de la
Anunciación) en la homónima capilla. En la
sacristía se conservan las angarillas de la
misma Santa, que se utilizan en la procesión
en su honor.
Notable también la iglesia de San
Sebastián, con una movimentada fachada
barroca, decorada con amorcillos, estatuas, frisos y festoni.
Su interior, de tres naves, está decorado
con frescos de Pietro Paolo Vasta.
CALTAGIRONE
Restos que se remontan al neolítico y a la
primera mitad del bronce atestan la presencia
del hombre en la localidad en que se halla
Caltagirone desde los tiempos más remotos.
Los Arabes construyeron allí un castillo,
que se transformó pronto en un objetivo militar de primera importancia, alrededor de él se
desarrolló un centro urbano, del que sin
embargo no sabemos casi nada por lo que concierne el período anterior a la conquista normanda, que tuvo lugar en 1090.
De los años anteriores al terremoto de
1693 se han quedado pocos edificios y por lo
tanto la ciudad se presenta con un aspecto
típicamente barroco. Caltagirone es famosa
por la belleza y la calidad de sus estupendas
cerámicas cuya fabricación se remonta a la
prehistoria, gracias a la abundante disponibilidad de materia prima necesaria.
La Catedral, en la plaza dedicada a
Umberto I, se halla justo en el corazón de la
ciudad. Fue fundada en el período normando,
pero restructurada a principios del siglo pasado. Notable la fachada, de estilo liberty-floreal
de principios del siglo XX.
Poco lejos el largo edificio de la Corte
Capitanale, cuya fachada está intervalada
con portales y ventanas de Antonuzzo y
Giandomenico Gagini (siglos XVI-XVII).
Entre las iglesias barrocas merecen ser
mencionadas la iglesia jesuita de Jesús y la
iglesia de San Giacomo.
Notable, enfín, la majestuosa escalera de
Santa Maria del Monte, decorada con azulejos
de ceramica coloreada, construida en 1608
para superar el desnivel entre las dos partes de
la ciudad.
Catania
En bas,
Caltagirone.
Enna
“
34
Hacíamos locuras, en el campo recogiendo
las flores delicadas, los lirios, el bellísimo
croco y los botones de rosas y las azucenas
recién abiertas, estupendos jacintos y narcisos, con ellos y con el croco florecía toda esa
inmensa tierra: y mientras los recogía con el
alma feliz se abrió el suelo y de él brotó el
dios...” Así empieza la historia de Proserpina,
la amable hija de Cibeles diosa de la felicidad,
arrebatada por Plutón en las orillas del lago de
Pergusa, a los pies de Enna.
Enna es desde siempre un lugar mágico,
epicentro de las leyendas más antiguas de
Sicilia, aquéllas relacionadas con la fertilidad,
con la tierra.
Cibeles tenía aquí su templo, muy venerado, al que llegaban ofrendas y legados de todas
partes y de aquí salió en busca de su hija, llamándola desesperadamente, indiferente a la
tierra que se aridecía.
La Roca de Cibeles, sobre la que surgía el
santuario, se ve aún hoy, amarilla y blanca,
solitaria, menos misteriosa, seguramente, que
antaño. No es una verdadera “atracción turistíca” así como no lo son muchos otros monumentos de Enna, pero vale la pena echarle una
mirada. A lo mejor mientras se admira el
panorama, que es uno de los más celebrados de
Sicilia: desde lo alto de la torre Pisana, en los
días claros, se ven el mar Africano, de un
color azul evanescente que se funde con el
cielo. De cualquier otra parte, dominan colinas y montañas, hasta todo el alcance de la
vista y, sobre todas, el Etna, con su cima
escondida por nubes de algodón y por velos
blancos.
Seguramente fue justo la extensión del
panorama que convenció a los Sicanos, antes,
ya los Sículos, después, a establecerse aquí,
donde podían defenderse fácilmente. La arqueología ha atestado estas presencias prehistóricas. La gruta de la Guardiola, por ejemplo, era
una tumba para la inhumacíon colectiva ya en
época neolítica. De estos primeros asentamientos, sin embargo, sabemos poco: escavaciones sistemáticas han sido hechas, en efecto,
sólo a partir de 1978.
En los siglos VII-VI a.J.C. la ciudad vivió
bajo la influencia de los griegos y afirmó aún
más su importancia como centro principal del
culto en honor de Cibeles.
Henna, centro de una tierra riquísima en
leyendas y mitos, atraía también intereses más
humanos que religiosos. La posesión de esta
próspera ciudad, en efecto, era indispensable
para asegurarse no sólo el dominio completo e
incontrastado de Sicilia, sino también el goce
de los bienes producidos en el fértil territorio
de sus alrededores.
En el 307 a.J.C., Henna tuvo que someterse
a la dominación de los Siracusanos, más tarde,
después de un breve intervalo de independencia,
a la de los Romanos. Cada nuevo dominador de
Sicilia, para asegurarse el poder definitivamente, tenía que tener en consideración a los enemigos enrocados en la ciudadela de los Ereos y a
menudo sólo la traición consentía la conquista.
Es el caso de los Arabes que entraron en la ciudad gracias a la traición de un prisionero bizantino. Y es el caso de los Normandos que, habiendo cercado la ciudad en 1061, lograron ganarla
con el engaño sólo en 1088. Al acabarse la
dominación árabe, con la llegada de los
Normandos, Henna, ya llamada Castrogiovanni
(del árabe Qasr-Jannih, a su vez derivado del
latín Castrum Hennae) se enriqueció con
monumentos religiosos, un enriquecimiento que
continuó durante toda la Edad Media, y que
dotó la ciudad de un rico patrimonio que de
alguna manera es visible aún hoy.
Testimonios artísticos
Castillo de Lombardía - Es la más
importante atestación de las fortificaciones
que ceñían Enna. Edificado en la ciudadela
que hizo merecer a Henna la denominación de
“Urbs inexpugnabilis”, Strabone dijo de él
que era la más bonita fortificación de Sicilia y
con orígenes muy antiguas. Lo que hoy se
visita es el resultado de muchísimas modificaciones a las que cadauno de los conquistadores
sometió la fortaleza.
Una de las más importantes fue la que
actuaron los Arabes, que lo transformaron en
una perfecta fortaleza, y la de los Suabios, que
dieron el arreglo definitivo a las obras murales
exteriores, y la de Federico de Aragona que lo
eligió como demora propia. Su nombre deriva
probablemente de la guarnición lombarda a la
que los Normandos confiaron el control del castillo, aunque, a decir verdad, los Arabes llamaban Lombardía la costa oriental del Adriático y
las zonas de Calabria ocupadas por los
Normandos y, por lo tanto, no se puede excluir
una origen más antigua del nombre.
La planta irregular de la fortaleza, que es
una de las que se conservan mejor en Sicilia,
recuerda los castillos federicianos en las Pullas,
en particular el de Lucera, y su superficie total
es de casi 26.230 m2. El castillo está dividido en
tres patios, de San Nicola, de la Magdalena, de
San Martín, separados por robustas murallas
con torres, de manera que la caída de un patio
no prejuiciaba la resistencia de los demás.
El patio más interesante es el de San
Martín: se hallan los restos de los apartamentos, de una iglesia, de la sala real y también de
un oratorio rupestre subterráneo que confirma
la antigüedad del lugar fortificado, seguramente anterior al actual castillo. De este patio se
pasa a la torre Pisana llamada también “de las
Aguilas” por la presencia, antiguamente, de
numerosos rapaces en sus almenas.
La Torre Octogonal - Situada a guardia
de la zona meridional de la ciudad, se ha quedado intacta y se levanta solitaria en el centro de
un jardín público.
De esta torre, llamada también “de
Federico II”, los historiadores no han logrado
aún establecer la edad: hay quien dice que se
remonta al emperador suabio Federico II, otros
a Federico de Aragona, otros más, al período
manfrediano.
Pero la teoria más fantastica es la que la
identifica con el antiguo centro geodético de
Sicilia. Desde lo alto de los 24 metros de esta
torre, en efecto, antiguos astrónomos, haciendo
perno en este centro, habrían dado origen a la
delimitación de la isla y a la creación de su sistema viario.
Más tarde los Arabes se servirían del
mismo punto de partida para dividir la isla en
tres valles. La planta baja presenta estrechas
monóforas ojivales, el primer piso dos amplias
ventanas rectangulares decoradas, abiertas en
1457.
El tercer piso no tiene una cobertura. Se
sube por una escalera de caracol obtenida en el
espesor de la pared (que mide 3,30 m.) y desde
la cima - como, por otra parte, de cualquier
punto de Enna - se puede admirar un amplísimo panorama. Para una visita de la ciudad y de
sus alrededores se necesitan un día y medio.
La Catedral - Es el monumento principal
de Enna. Fundado - probablemente sobre los
restos de un templo dedicado a Proserpina - con
visos de verdad antes de 1307, fecha del nacimiento del enfante Pedro, en cuya ocasión su
madre, la reina Eleonora, expresó la voluntad
de hacer restaurar “el templo principal de la
ciudad”. Destruido casi completamente por un
incendio en 1446, fue reconstruido a partir de
1451: los trabajos continuaron durante todo el
siglo XVI.
Domina la fachada del siglo XVI un alto
campanario del siglo XVII sobre dos órdenes
de pilastras. En el lado derecho dos portales:
uno, obra del siglo XVI de Jacopino Salemi, de
A la izquierda, la
torre del Castillo
de Lombardía.
Arriba,
la Torre
Octogonal.
35
gusto renacentista, decorado en el centro con
un bajorelieve que figura a S. Martín y al
pobre; el otro, llamado Puerta Santa, de estilo
gótico.
Siempre al exterior son remarcables los
ábsides y el transepto, originales del siglo
XIV, y un arco que formaba parte del ambulacro cementerial de la iglesia, único supérstite
de un pórtico con claustros.
La segunda a la derecha y la segunda a la
izquierda, en particular, son auténticas obras
de arte de Gian Domenico Gagini. Merecen
una atención especial, además, las tres capillas
que se abren en el transepto: la de la izquierda, dedicada al SS. Sacramento, aparece nuevamente, después de los trabajos de restauración, en su original concepción del siglo XIV;
la capilla de la derecha está dedicada a la
patrona de Enna, la Virgen de la Visitación,
cuya imagen, custodiada justamente en la
capilla, se lleva en procesión todos los años el
2 de julio; la capilla central, del siglo XVI,
está dedicada a la Virgen de la Asunción, y
está ricamente decorada en todas partes con
estucos, estatuas y cuadros figurantes varios
momentos de la vida de la Virgen.
El techo de la iglesia, en fin, formado por
tres diferentes tipos de artesones esculpidos es
una verdadera obra de arte de madera de
nogal: preciosos, en particular, los de la nave
central y el transepto, obra del escultor
36
Scipione di Guido, que trabajó allí, con sus
asistentes, durante cinco años. Se deben a él
también los coros de la nave central y el coro
del altar mayor.
MORGANTINA
La ciudad de Morgantina, se encuentra a
unos 6 Kms. de Aidone. Ya desde 1955, gracias a las excavaciones regulares efectuadas
por la Misión Arqueológica de la Universidad
de Princeton, fue identificada allí una ciudad
en sus varias fases arquitectónicas y urbanísticas, del período helenístico al período romano.
Una primera fase de asentamiento se
remontaría a la Edad del Hierro, llamada
“Morgetina”, (1000 - 850 a.J.C.), documentada con pedazos de mayólicas y restos de cabañas, para esa zona superior de la colina llamada “Ciudadela”.
Más abajo, a sus pies, en numerosas excavaciones fueron desenterrados los restos del
santuario de Demetra y Kore la estoas, los
mercados, el salón del Senado o Bouleuterion,
los oratorios de culto, el teatro, el santuario
ctonio del agora, el Ekklesiasterion, el grande
horno, el granero del Estado, todas estructuras pertenecientes a la ciudad del período helenístico y romano.
Lo que hace de enlace entre estas dos reali-
dades de habitación tan diferente es el asentamiento en este lugar de una fuerte componente griego calcídica proveniente de Katane, en
la primera mitad del siglo VI a.J.C. aproximadamente. Entre los siglos IV y III la ciudad
alcanzó la cumbre de su grandeza.
Aunque favorecida por la prosperidad del
período ieroniano, por su posición contra
Roma, en favor de los Cartagineses en la II
guerra púnica, la ciudad fue asaltada y destruida por fuerzas coligadas romanas regulares y mercenarios hispánicos en el 211 a.J.C.
Desde entonces asignada a estos ibéricos, no
tuvo una buena reconstrucción, sino sólo una
restructuración aproximada que no reflejaba
la pasada grandeza.
Implicada en las turbulencias de las guerras serviles, decaída en la arquitectura (el
teatro se vuelve cantera de piedras),
Morgantina cesó, por progresivo abandono, su
vida urbana entre los siglos I y II a.J.C.. El
monumento más importante es el teatro.
PIAZZA ARMERINA
Rica de monumentos medievales, palacios
barrocos, elegantes edificios religiosos y jardines, se dispone en la cumbre de tres alturas en
la zona colinar de Sicilia.
La ciudad tiene orígenes en la tarda Edad
Media, pues surgió en el siglo XII de los res-
Al lado, arriba,
panorama de
Enna, abajo, la
urna con el
Cristo muerto en
procesión el
Viernes Santo
en Enna.
Aquí arriba, los
restos del teatro
de Morgantina,
ciudad
helenística cerca
de Aidone.
37
Enna
Arriba, detalle
del mosaico
“La grande
caza” en la
Villa Romana
de Piazza
Armerina.
38
tos de la más antigua Plaza, destruida por
Guillermo I porque culpable de haber dado
hospitalidad a unos barones rebeldes.
La Catedral, dedicada a la Virgen de la
Asunción, domina desde lo alto la entera ciudad. Fue edificada a principios del siglo XVII
sobre una preexistente iglesia, de la que queda
sólo la parte inferior del campanario, de estilo
gótico-catalano.
En su interior, entre otras numerosas
obras de arte, se conserva un precioso crucifijo
de madera del siglo XV, obra de un no mejor
identificado maestro de la cruz de Piazza
Armerina.
A poca distancia del pueblo, sobre una
colina, se puede visitar el Priorato de San
Andrea, construido bajo ordenación de un
nieto de Roger I, Simone conde de Butera, en
1096. El interior está decorado con frescos de
los siglos XII, XIII y XV, que figuran, entre
otras cosas, escenas de la Pasión de Nuestro
Señor.
A Piazza Armerina está ligada, sobretodo,
la Villa Romana del Casale, uno de los más
importantes hallazgos arqueológicos de
Sicilia, a unos 30 Km. del pueblo. Fue construida en los siglos III-IV d.d.J.C. por un
comitente desconocido, identificado por los
estudiosos ahora en uno ahora en otro miembro de la aristocracia senatoria romana o
hasta de la familia imperial.
Quienquiera que haya sido, el dueño de la
villa era un hombre muy rico, amante del
lujo, de las comodidades y del arte. Para la
decoración de su prestigiosa residencia de
campo hizo llegar de Africa valientes artistas
de mosaico que durante cinco años se dedicaron a la creación de estupendos mosaicos que
hasta hoy nos dan una imagen vívida de la
vida romana y de la mitología de esa población.
En una superficie de casi 3.500 m se suceden escenas de caza y de danzas, personajes
mitológicos y animales, pescadores y todo
género de plantas y frutos, modelos y fundadores de un estilo de mosaicos que en los
siglos siguientes tuvo amplia difusión en
Italia, Francia y España.
Arabes y Normandos vivieron, siglos después, entre estas paredes, haciendo todas las
modificaciones que estimaron necesarias para
adaptar la antigua villa a sus exigencias causando tal vez daños, desdichadamente, a las
extructuras originales.
En el siglo XII, un terrible aluvión dio
origen a un río de lodo que, invadiendo el
valle, destruyó la parte superior de la villa,
cubriéndola enteramente. Pero no hay mal
que por bien no venga, se dice, y en este caso
el dicho encuentra una confirmación.
En efecto, si por un lado ha destruido los
techos, que tenían que ser estupendos, ha pro-
tegido durante los siglos los mosaicos que, de
esta manera han llegado intactos hasta nuestros días.
Campañas de excavaciones, conducidas
casi amatorialmente, antes, cada vez más
regulares después, han llevado, en 1950, al
recupero de la villa, bajo la dirección del
arqueológo Gino Gentili.
El complejo residencial está formado por
4 grupos distintos de construcciones, cadauno utilizado para las diferentes funciones de
la vida social, de la hospitalidad, del descanso,
etc. Aún enterradas se hallan las habitaciones
de la servitud, los establos, los almacenes y
otras cosas.
Entre los ambientes de particular interés
las termas, que se desarrollan en varias habitaciones, y que, además de los mosaicos,
muestran trazas del sistema de aprovisión
hídrica de la villa; el ambulacro de la grande
caza, decorado con escenas de caza y capturas
de fieras; la sala de las 10 palestritas, en cuyo
piso están representadas gimnastas ocupadas
en varios deportes; los apartamentos del
dueño de la villa, en los que, entre otras cosas,
se hallan la decoración de Ulises y Polifemo y
la célebre escena erótica.
39
Messina
H
La Catedral de
Mesina con su
campanario
animado
por un
grande reloj
astronómico.
40
ay una fuerte tentación - cuando se debe
hablar de la historia de Mesina - de
dejarse arrastrar por la magia de la leyenda y
de perderse, gozando por ello, en el mito y en
la fábula. Pocas ciudades, creemos que sean
tan ricas de creencias populares como la del
Estrecho: de Cariddi a Glauco, de Mata y
Grifone a la Dama Blanca, de Colapesce a la
hada Morgana, las orígenes y la historia
misma de Mesina están permeadas de estos
extraordinarios “eventos”. Pero, los que dicen
que no es verdad que Neptuno separó Sicilia
del continente con un solo golpe de tridente y
que Saturno, enamorado de la belleza de este
lugar, fundó allí la antigua ciudad, son los
hombres de ciencia y los arqueólogos que,
menos poetas y más históricos que los antiguos escritores, menos fantasiosos y más
racionales, reconstruyeron la “verdadera” historia de este lugar extraordinario. Si son
pocas las noticias relativas al período pregriego - en las orillas del Estrecho dejaron huellas
de su presencia agricultores y cazadores
Sículos y mercaderes Fenicios abundan, en
cambio, aquéllas relacionadas con la colonización helénica del lugar. Fue justamente aquí,
por cierto, en el breve trecho de costa jónica
que va del Estrecho hasta Siracusa que comenzó, con la fundación de Zancle, Nasso y
Siracusa, la epopeya griega de Sicilia.
Aquí, los colonizadores provenientes de
Cuma y de Cálcide, alrededor del 756 a.J.C. (o
más bien del 730 a.J.C. o del 727 a.J.C., según
las versiones de los varios historiadores) fundaron su ciudad, Zancle, o sea hoz. Fue posible reconstruir la planimetría de ese antiguo
centro - realizado muy probablemente en el
lado Sur del grande puerto sobre la base de los
hallazgos arqueológicos: una implantación
regular con edificios divididos por estrechos
pasajes, algunas estructuras sagradas, como
la de un santuario del tardío siglo VIII a.J.C.,
en la punta extrema de la lengua de tierra que
cierra el puerto y, también, monumentos funerarios como el que se encuentra (en la plaza
Avignone) en la zona de la misma necrópolis,
con cámara hipogéica. Los acontecimientos de
la ciudad - Zancle, Messana, Mesina - estarán
relacionadas, desde entonces, siempre estrechamente con la importancia económico-estratégica del lugar mismo: lugar de encúentro y
de lucha para tantas poblaciones y para los
más disparatos intereses.
Conquistada y reconquistada por Siciliotes
y Cartagineses, Messana - así fue bautizada
por el tirano de Reggio - será la primera colonia romana en Sicilia y alcanzará, en los dos
últimos siglos antes de la era cristiana, una
posición de grande relieve, tanto que Cicerone
la describió como “civitas máxima et locupletissima”. Este esplendor durará por lo menos
hasta la caída del Imperio Romano de
Occidente (476 d.J.C.), es decir cuando comenzaron las invasiones de los bárbaros, para florecer nuevamente en la época Bizantina, en
que Mesina se volvió una protometrópolis de
la Magna Grecia y de Sicilia.
Afirmada su posición de importante puerto
estratégico en las relaciones con el oriente,
puesto bajo control el litoral de Calabria, fortificada y administrada con estructuras propias,
la ciudad del Estrecho lograba, por lo menos
hasta el 843 a.J.C. contrastar una nueva invasión, la de los Arabes. Después de un nuevo y
grave período de decadencia - los Mesineses
abandonarán la ciudad y sólo en el 965 volverán a poblarla, siempre bajo la dominación
árabe - caerá bajo la dominación de los
Normandos en 1061 quienes le concederán
privilegios que estuvieron a la base de una
constitución municipal que duró hasta el siglo
XVII. Sucesivamente Mesina pasó a los
Angevinos transformándose en un importante
puerto militar en la época de las Cruzadas, que
aumentaron la prosperidad comercial y cultural. Aquéllos, fueron los últimos siglos del
grande esplendor de la ciudad del Estrecho: a
la riqueza, al grande desarrollo urbanístico
monumental, a la importancia política se contrapuso el gran desarrollo de la cultura y en
Mesina florecieron literatos y humanistas,
pensadores y artistas: basta citar un solo nombre, el de Antonello. Luego, comenzó su decadencia, por manos del hombre y de la naturaleza. Insurgidos contra los Españoles en los años
que van de 1675 a 1678, los Mesineses resistieron hasta cuando pudieron contar con la
ayuda de los Franceses - para volver a caer
bajo la dominación española. Estos anularon
los privilegios seculares de la ciudad del
Estrecho, destruyeron el palacio senatorio y
construyeron - como severa admonición - la
ciudadela poderosa de S. Ranieri. Luego la
peste, que en 1743 despoblará la ciudad, el
terremoto de 1783, los furiosos bombardeos de
Ferdinando II de Borbón - el “rey bomba” - el
terrible terremoto del 1908 - 60.000 víctimas y
la destrucción del 90% de la cíudad - y las
devastaciones de los bombardeos de los aliados
de 1943, harían lo demás, borrando, en buena
parte, las señas de un ilustre pasado. Sin
embargo es desviante pensar en Mesina como
una ciudad completamente “nueva”, sustancialmente reconstruida después del terremoto
de 1908 y de los bombardeos de la segunda
guerra mundial: la misma rabiosa, vencedora
resistencia de los Mesineses que derrotó a
Carlo Anjou en 1282, logró derrotar también
la culpable codicia y la barbarie del hombre así
como la ferocidad inocente de la naturaleza.
Así pues hoy Mesina es una ciudad bella y
sugestiva, naturalmente rica, pero, también,
gracias a lo que los Mesineses han sabido conservar y construir.
Arriba,
la iglesia de los
Catalanes,
excelente
fusión de
varios estilos.
42
Testìmonios artísticos
Santa María d’Alemanna (o de los
Alemanes) - Los restos de la homónima iglesia gravan, bellísimos, entre la calle Sant’Elía
y S.María Alemanna. Estas ruínas son importantísimas porque son la única traza de arquitectura gótica siciliana. Edificado a principios
del siglo XIII, para la Orden de los Caballeros
Teutónicos, el templo fue progresivamente
abandonado ya a partir de finales del siglo XV
y, en 1808, no se celebró más el culto. A pesar
de que guerras y terremotos se hayan enzañado contra esta pequeña joya suabia, ella conserva todavía, en sus ruínas, todas sus características de elegancia y de finura.
Iglesia de Santa María de la
Anunciación de los Catalanes - Es uno de los
más preciados tesoros de Mesina.
Edificada a finales del siglo XII bajo el
reino de los Normandos probablemente sobre
un templo preexistente - se caracteriza por una
sencilla pero elegante fachada del siglo XIII, en
la que se abren tres portales, por la cúpula y
por los maravillosos ábsides. Elegantísimo
ejemplo de buena fusión de estilos - bizantino,
románico, árabe y normando - el templo tiene
un interior de tres naves que se apoyan sobre
columnas con bóvedas de arista y en cañón y la
cúpula central que se apoya sobre penachos
bizantinos. En la plazoleta delante de la iglesia,
se levanta la estatua de bronce de don Juan de
Austria, vencedor, en 1571, en la batalla de
Lepanto, contra la flota de los turcos, representado aquí mientras aplasta la cabeza cortada de
Ali Pascia, comandante de la flota marina.
Interesantes, también, los bajorelieves del basamento que recuerdan algunos momentos del
acontecimiento histórico.
La Catedral - La estupenda construcción
normanda - fue construida en 1160 bajo el reinado del rey Roger II y modificada en 1300 y
en 1500 - se desarrolla sobre una planta basilical dividida en tres partes por una doble fila de
columnas con tres ábsides semicirculares, al
lado de la cual se levanta el bello campanario.
No bastarían, seguramente, las páginas a nuestra disposición para describir y dar una idea
apropiada de la discreta belleza de este templo,
de la elegancia de sus formas, de la riqueza de
sus obras de arte. Nos limitaremos, pues, a
algunas noticias, dejando al visitador el placer
de descubrirlas. Comenzada, como hemos
dicho, hacia finales del siglo XI, la Ca- tedral
sería, entonces, una de las más antiguas iglesias de toda Sicilia. Símbolo de las calamidades de la ciudad del Estrecho - pero también
de la voluntad de los Mesineses de no rendirse,
nunca, frente a lo inevitable - fue víctima, ya en
el siglo XIII de un violento incendio, de los
terremotos del siglo XVII y del siglo XVIII,
casi enteramente destruida por el de 1908 y
reconstruida una vez más, fuertemente dañada
por los bombardeos americanos, en 1943. Hoy,
en su estupenda fachada se abren tres espléndidos portales de los siglos XV y XVI, de los
que el principal, acabado por Pietro di Bonato
en 1468, es obra original de Baboccio da Piperno, autor del siglo XIV de la estatua de la
Virgen originariamente colocada en el luneto y
hoy conservada en el Museo de la ciudad.
También algunas ventanas y el bello rosetón fueron recuperados y restaurados. En su
interior, con un bonito techo de madera con
pinturas, son interesantes los numerosos monumentos sepulcrales, entre los que sobresale
el del Cardenal Guidotto de Tabiatis, obra del
siglo XIV de Goro de Gregorio, doce altares
que se remontan al siglo XVI, un Bautista,
probable obra de Antonello Gagini, y un relieve que representa a San Gerólamo, del siglo
XV. De altísimo valor es el tesoro, rico de refinados objetos de oro, plata y tejidos, obras de
maestros del lugar, conocidas en toda Europa.
Al lado del templo está el bello campanario,
reconstruido varias veces, que posee el más
grande reloj astronómico del mundo, realizado
1933 en Strasburgo; compuesto por numerosos
cadranes animados que indican las horas, los
días, los meses, los planetas y las fiestas religiosas, da lugar - a mediodía - a un verdadero
Arriba, el portal principal
de la Catedral.
43
espectáculo que no hay que perder, así como la
subida al campanario mismo (65 metros de
altitud) de las 9 de la mañana a la 1 de la
tarde.
Fuente de Orión - Es una obra monumental del siglo XVI de Montorsoli, que
representa justamente a Orión, uno de los
míticos fundadores de la ciudad.
La Fuente de Neptuno - Esta elegante obra de 1557 de Giovanni
Angelo Montorsoli se halla en la
plaza de Unità d’Italia. Varias veces
modificada, la fuente representa a
Neptuno que aplaca el mar del
Estrecho.
TAORMINA
Las orígenes de la ciudad se
pueden remontar a la
prehistoria: en la tarda
Edad del Bronce un
grupo de Sículos se
establecieron en la
cumbre de una
colina frente al
mar en la
costa Jonica
de Sicilia.
Arriba, la fuente de Orione.
Al lado,
Mesina:
Cariddi,
monstruosa
sirena
encadenada a
los pies de
Neptuno en la
fuente titulada
al dios del mar.
44
En el pequeño centro urbano de
Tauromenion se refugiaron en el siglo V a.J.C.
los habitantes de Naxos, destruida por
Dionisio I de Siracusa, que la ocupó en el
392 a J.C. Siguió los acontencimientos de la
Sicilia griega y romana. Con los Bizantinos
sus fortunas algo decaídas resurgieron, y fue
una de las últimas ciudades que cayeron en
mano de los Arabes, en el 902. La dominación
islámica fue siempre mal soportada, tanto es
que la ciudad se rebeló dos veces. Después de
la segunda insurrección, en el 969, se decretó
la destrucción de la ciudad, a la que sobrevivió
sólo la fortificación que protegía Naxos, llamada Tambermin.
En el siglo XIII, después de la fundación
de algunos conventos, también Taormina
renació a nueva vida, aunque continuó siendo
siempre poco más que una aldea. Su fortuna
comenzó en el siglo XIX cuando, tras la visita
de Goethe que cantó sus bellezas en toda
Europa, se volvió casi un must entre las etapas del Grand Tour. Estos viajadores fueron
los precursores de los numerosísimos turistas
que todos los años visitan Taormina, capital
del turismo siciliano.
El monumento principal de la ciudad es el
Teatro Antiguo, no sólo por su intrínseco
valor artístico, sino también por la escenográfica posición en que está colocado. El panorama
que se admira desde allá arriba ha sido definido
hasta “el panorama por antonomasia”, que no
hay que perder absolutamente, cuando se va a
Sicilia. Es el segundo teatro antiguo de la isla
(diámetro 109 m.) después del de Siracusa y fue
construido en época helenística (siglo III-II
a.J.C.). Modificado y ampliado casi 300 años
después, fue destinado por los Romanos a venationes y luchas de gladiadores.
El teatro, cuya acústica es extraordinaria,
se utiliza para espectáculos musicales y teatrales en verano. A los Romanos se les debe además el Odeón, pequeño edificio detrás de
la actual iglesia de Santa Caterina, quizás
el Bouleuterion (lugar de reunión), y la
Naumachia. Esta, junto con el teatro es el
segundo principal avance de la ciudad romana
y también uno de los más grandes monumentos
romanos de la isla. Se trata de un grande banqueo que protegía una ya inexistente cisterna.
Parece que allí se efectuaban batallas navales,
de donde el nombre.
Palacio Corvaja, construido en el siglo
XV sobre una estructura del siglo anterior, fue
sede del Parlamento Siciliano. En su fachada se
desarrolla una faja en la que fueron grabadas
en latín una serie de sentencias morales. Más
arriba, en el primer piso, se abren grandes ajimeces. Muy pintoresco es el patio interno.
La Catedral, dedicada a San Nicola, fue
edificada en el siglo XIII en la homónima plaza.
Sucesivamente, en los siglos XV, XVI y XVIII
fue retocada varias veces.
En su aspecto cuadrado y severo recuerda
las catedrales normandas. El portal principal,
superado por un pequeño rosetón y flanqueado
por dos ventanales ojivales, es de 1636 y de
estilo renacentista; otros dos portales, del siglo
XV y XVI, se abren respectivamente en el lado
izquierdo y derecho (interesante, en particular,
el primero). En su interior, de tres naves, se
hallan interesantes pinturas de Antonino
Giuffré (1436) y un políptico de Antonello de
Saliba (1504).
El elegante palacio de los Duques de
Santo Stefano, construido entre los siglos
XIV y XV, es un bello ejemplar de arquitectura
siciliana. Unos ajimeces, cuatro abajo y cuatro
- más elegantes - en el primer piso, suavizan las
imponentes murallas perimetrales.
TINDARI
Fundada en el lugar del centro sículo Abaceno en el 396 a J.C. por Dionisio I de Siracusa
para establecer un puesto avanzado militar
contra eventuales incursiones cartagineses,
Tyndaris fue una de las últimas colonias grie-
En esta página,
Taormina: arriba, el teatro
antiguo.
Al lado,
Tíndari: los
restos de la
basílica, la
Grande Sala de
reuniones que
da el accesso al
“agorà”.
46
gas de Sicilia. Crecida rápidamente, la ciudad
a la que se le había impuesto el nombre de las
divinidades protectoras de las poblaciones
inmigradas - desempeñó un papel estratégico
de grande importancia a guardia de las vías
marítimas tirrénicas y vivió todas las atormentadas vicisitudes de las luchas entre
Siceliotes, Cartagineses y Romanos para el
control de la isla. Ocupada por los
Cartagineses en el 264 a.J.C., fue conquistada
por los Romanos diez años después hasta
transformarse, sucesivamente, en una de las
cinco colonias romanas, gozando de todos los
privilegios.
Un desprendimiento de tierra de grandes
proporciones, un terremoto, en el 365 d.d.J.C.,
y las devastaciones de los Arabes, en el 836
d.d.J.C. determinaron la decadencia de la epopeya de Tyndaris pero su belleza sobrevivió.
El teatro, construido probablemente a
finales del siglo IV d.d.J.C., fue restaurado
completamente y transformado en una arena
en época romana, con la demolición, desdichadamente, también de la estructura de la escena. La Basílica era una grande sala de reunión con arcos, originariamente estructurada
en tres pisos y que daba acceso al agora. Se
remonta, probablemente, a fines del siglo I
a.J.C., fundiendo admirablemente los estilos y
las técnicas griegas y romanas. Se conserva
discretamente sólo el primero de los tres pisos
del que se componía, constituido por una
única amplia nave cubierta por una serie de 9
arcos de los que dos se levantan aún (uno fue
reconstruido en 1956) junto con una parte de
los dos muros perimetrales.
Hay que visitar, además, las Termas, quizás del siglo II d d.J.C., unos mosaicos interesantes, las casas romanas con patios y columnas, que se remontan al período imperial; la
implantación viaria, organizada sobre tres
decumanos, cruzados por escarpadas subidas
transversales y los amplios trechos de murallas, que son las más grandiosas y mejor conservadas de Sicilia.
El Santuario de la Virgen de Tíndari
fue construido en el lugar de la antigua
Agora, justo en la cumbre del cabo Tíndari. Es
meta de romerías con motivo de la Virgen
Negra, obra bizantina considerada milagrosa.
Tíndari es también uno de los sitios paisajísticos y naturalísticos más bellos de la isla: desde
lo alto de sus 230 m. de altura se abre un escenario extraordinario. Una mención particular
merece la laguna de Olivieri, hoy reserva
natural. Formada por cordones litoráneos de
arena y guijarros, estremamente variables en
su conformación con el juego de corrientes y
de oleadas y por tres pequeños lagos - Verde,
Marinello y Vergolo - constituye un importante lugar de descanso de una interesante
ornitofauna durante las migraciones.
Ragusa
de pierre et, avec dans l’air, une odeur de miel.
Ibla, l’antique Hyblea Heraia des Sicules
qui dominèrent la vallée de l’lrminio, fut colonisée par les Grecs de Syracuse et partagea, au
cours des siècles, le sort de toute la Sicile qui
connut alternativement les dominations romaine, byzantine, arabe, normande, angevine et
espagnole.
Il faut une journée pour visiteer Ragusa.
Arriba,
Ragusa:
escorzo de la
Catedral de
San Juan.
Al lado,
panorama
del centro
histórico,
Ibla.
48
R
agusa se trouve juste au coeur de la “terre
du caroubier, de l’olivier et du miel”, cette
terre que raconte admirablement Gesualdo
Bufalino, quand il découvre pour nous, des scénarios silencieux et tranquilles, la platitude
uniforme interrompue par lá géométrie limpide
des petits murs bas qui dessinent des labyrinthes inexistants.
Blanche et grise, elle s’étend sur son éperon
de rocher, long et étroit, enfermé entre deux
profonds vallons escarpés.
Une troisième vallée, presque un isthme,
sépare les deux noyaux de la ville: Ibla, à l’est
la partie la plus ancienne, à la planimétrie accidentée et pittoresque est riche en splendides
édifices baroques, Ragusa supérieure, à l’ouest,
à l’aspect moderne, s’étend vers le sud, passant
au-dessus de la carrière de St. Dominique grâce
à trois ponts.
C’est ainsi que se présente Ragusa de loin,
à l’oeil curieux du voyageur.
De plus près, Ragusa est une ville de province sommeillante: le dimanche on se promène
dans la rue principale, avec l’ambition de trouver une réponse à tous les problèmes; on regarde à la dérobée par les volets fermés qui gardent
la fraîcheur des splendides maisons; on compte
les colombes entre les frises baroques des maisons sculptées.
Raguse est une ville antique à mesure
d’homme, de femme et d’enfant, propre, couleur
Témoignages artistiques.
La Cathédrale - Dédiée à St. Jean, elle
s’élève imposante, près du croisement des deux
rues principales de Ragusa supérieure, Rue
Roma et Cours Italia. Elle fut construite à partir de 1694 et donne par une ample terrasse
suspendue, sur la place St. Jean.
La façade large et mouvementée est flanquée d’un clocher massif qui finit par
une pointe.
A l’intérieur à trois nefs les chapelles du
XIX siècle sont décorées de stucs précieux.
S.te Maria delle Scale - C’est une petite
église fondée par les cisterciens au XIV siècle,
près du long escalier qui relie Ragusa supérieure à Ragusa Ibla.
Elle fut reconstruite après les tremblements
de terre, mais conserve, à l’extérieur, le portail
original et le balcon gothique, et, à l’intérieur,
quatre chapelles avec leurs arcades gothiques et
de la Renaissance.
Jardin Ibleo - C’est le parc communal de
Ragusa Ibla. On y trouve, à l’intérieur, l’église
des Capucins, importante pour le triptyque
peint par Pietro Novelli qui y est conservé et
par l’ancien portail de l’église de S. Giorgio
Vecchio en ruines, précieux exemple d’architecture gothique.
Le Dôme - Dédiée à S. Giorgio, elle domine du haut de la place homonyme, de
la cime d’un escalier imposant qui conduit au
portail surmonté de très beaux hauts-reliefs
représentant des scènes du martyr
de S. Giorgio.
La façade très haute et élancée, qui semble
vouloir rejoindre le ciel, est un chef d’oeuvre de
Rosario Gagliardi (qui signa aussi -entre autrela splendide façade de S. Giorgio à Modica).
A l’intérieur, à croix latine, on remarque
l’orgue majestueux Serassi de 1881, appelé
Organum Maximum, parce que c’est le plus
grand que la Maison Serassi ait construit.
Les arcs et les voûtes sont décorés et les 33
vitraux sont historiés: 12 représentent des épisodes du martyr de S. Giorgio, le saint protecteur de Ibla (S. Giovanni est lé protecteur de
Ragusa supérieure).
Es pequeña, graciosa, sentada en las orillas
del golfo, con jardines y paseos que bajan
hasta las olas”. Siracusa, descrita por Guy de
Maupassant, que la visitó a fines del siglo XIX,
es otra cosa respecto a la magnífica metrópolis
que había sido. Entonces, cuando reinaba
Dionisio I, era una de las más grandes y potentes ciudades del Mediterráneo, adornada con
templos y palacios, jardines y fuentes, rica de
dinero, cultura y poder.
Una ciudad ideal según Platón, que la visitó varias veces, poniendo en ella sus esperanzas
de renovación política y social.
Una ciudad estupenda según Simónides,
Píndaro, Baquílides, Esquilo que cantaron su
belleza. Una ciudad de enorme potencia militar,
capaz de dar jaque a Cartago y Atenas.
Siracusa fue fundada en el 734 a.J.C. por colonizadores corintios que se inspiraron, para su
nombre, en el nativo nombre de un pantano
cercano, llamado Syraka.
Es muy improbable que estos colonizadores
tuviesen ya una idea del glorioso futuro que
estaba reservado a su colonia, pero es cierto que
su expansión comenzó muy pronto, con la conquista de pequeños centros cercanos.
En el siglo V la influencia de Siracusa se
hacía notar en todo el Mediterráneo y con esta
ciudad están relacionados acontecimientos decisivos para la historia de aquel tiempo: la derrota de los Cartagineses en las cercanías de
Himera en el 480 a.J.C.; la derrota de los etruscos en Cuma en el 474, que impidió la expansión hacia el sur; la victoria sobre los
Atenienses en el 413, en una batalla naval
entre las más grandiosas de la antigüedad.
A Siracusa está unido el nombre de
Dionisio I, uno de los más grandes príncipes de
su tiempo, que aseguró su hegemonía sobre la
Magna Grecia y conquistó un grande prestigio
en todo el Mediterráneo. Sólo con grandes
sacrificios y con el engaño, los Romanos, en el
212 a.J.C. lograron conquistar la ciudad, defendida por las extraordinarias obras de
Arquimedes. A pesar de su decadencia,
Siracusa continuó siendo la ciudad más conocida y la más importante de Sicilia, hasta el
punto que el mismo emperador de Oriente
Costante II por un período la eligió como capital de su imperio.
Sólo después de la conquista árabe, en el
878, perdió su supremacía entre las ciudades
sicilianas y empezó su lenta decadencia. Las
dominaciones comunes a toda Sicilia fueron
condivididas también por Siracusa que nunca
más alcanzó los increibles ápices del siglo V,
transformándose en el tranquilo centro que
conocemos hoy, silencioso y orgulloso heredero
de un magnífico pasado. Para la visita de
Siracusa se necesitan dos días, dividiendo el
tiempo entre Ortigia, la zona arqueológica de la
Neápolis y el grande museo arqueológico.
Testimonios artísticos - Ortigia
El Templo de Apolo y de Artemis - Los
restos de este templo se encuentran en el largo
XXV Luglio en la isla de Ortigia. Se remonta a
finales del siglo VII y es, pues, el más antiguo
de los grandes templos griegos en Sicilia.
Durante los siglos fue transformado sucesivamente en iglesia bizantina, mezquita, basílica
cristiana y de todas estas sucesivas construcciones se han descubierto huellas durante la
campaña de escavaciones, efectuadas entre
1938 y 1943. El templo era dórico y presenta
algunas peculiaridades debidas al arcaismo.
La Catedral - Se asoma a la plaza Duomo,
rodeada de elegantes palacios barrocos (éstos,
entre otras cosas, constituyen una peculiaridad
de Ortigia, pues están repartidos en toda la
isla) y ocupa una antigua zona sagrada.
Escavaciones efectuadas aquí y en las inmediatas cercanías han permitido la reconstrucción
de los acontecimientos edilicios ciudadanos
desde los asentamientos sículos. Había un templo jónico, el único en su género conocido en el
occidente griego, cuyos escasos restos son visibles en los subterráneos del Palacio Comunal.
La catedral es el resultado de las sucesivas
transformaciones sufridas por el templo de
Athena, obra edificada probablemente por
voluntad de los Diomenides, la estirpe fundada
por Gelone, primer tirano de Siracusa.
Era períptero-hexástilo, con 36 columnas
altas casi 9 metros y con un diámetro de dos.
Su magnificencia fue celebrada por Cicerón.
Para tener una idea, baste pensar que sus puertas eran de oro y marfil. En su cima brillaba el
escudo de oro de Athena, para guiar a los navegantes. Alrededor del siglo VII fueron cerrados
los espacios intercolumnares y el templo fue
transformado en iglesia cristiana, más tarde
proclamada catedral.
La fachada, que remonta al siglo XVIII, es
imponente y rica de movimiento, adornada con
estatuas y columnas corintias. Su interior, de
tres naves, es basilical: la mediana ocupa la
celda del antiguo templo, cuyas columnas se
asoman de las paredes. Son muchas las obras de
arte que allí se guardan, entre ellas citamos la
tabla con fondo de oro de San Cosimo, atribuida a Antonello de Mesina en la Capilla del
Crucifijo; la estatua de la Virgen de las Nieves
de Gagini en el altar del ábside izquierdo, la
única originaria de la iglesia bizantina; el fastuoso altar mayor barroco cuya mesa está formada por un bloque monolítico de la arquitrabe
del templo de Athena.
La Fuente de Aretusa - En una plaza que
da al mar, esta pequeña fuente, habitada por
patos blancos y rodeada de esbeltos papiros, es
la metáfora de las relaciones de Siracusa con la
ciudad madre de Corinto, nunca interrumpidas
a pesar de la distancia. Cuenta la leyenda que
la ninfa Aretusa huyendo del impetuoso Alfeo
Siracusa
“
El interior de la
Catedral de
Siracusa: a lo
largo de la nave
izquierda se
notan con
mucha evidencia las columnas del templo
de Athena.
51
La Fuente
Aretusa, en el
islote de
Ortigia, centro
histórico de
Siracusa.
52
se arrojó al mar. La diosa Artemide, apiadada,
la transformó entonces en una fuente que,
desaparecida debajo de tierra en Grecia, apareció nuevamente en las costas de Ortigia. Alfeo,
a su vez, fue transformado en río. Pero todo
esto no fue suficiente para alejarlo de la amada
ninfa. Sus aguas, en efecto, atravesaron también ellas el mar para brotar con ímpetu en un
chorro de agua a breve distancia de la fuente
Aretusa.
Castillo Maniace - Incorporado hoy en
un cuartel, se levanta imponente en el litoral de
Ortigia. Fue edificado por voluntad de Federico
II alrededor de 1239. El castillo, que une la
arquitectura militar con la elegancia de una
corte, conserva aún su estructura externa del
siglo XIII con planta cuadrada con robustas
torres en las esquinas. Su entrada está adornada con un magnífico portal de mármol de estilo
gótico.
El pargue arqueológico de la Neápolis
Las Latomias - Son las canteras de piedra de
la que se sacaron los materiales para la ampliación urbanística de Siracusa. La más sugestiva
es la Latomia del Paraíso, sumergida en un
frondoso jardín. En ella se halla el famoso
“Oído de Dionisio”, una grande gruta artificial
en la que se verifica un extraordinario efecto
acústico de amplificación. Se cuenta que el tirano de quien la gruta trae su nombre, escondido
cerca de una grieta encima de la roca, escuchaba cualquier conversación, aunque murmurada, de los prisioneros encerrados en ella. Poco
distante se halla la “Gruta de los Cordeleros”,
denominada así porque allí trabajaban justamente los cordeleros. Más allá, en fin, la más
pequeñas latomias de la Intagliatella y S.
Venera. En las latomias, para expiar los terribles trabajos forzados, fueron tirados los 7000
supérstites del enorme ejército ateniense derrotado por el siracusano en el 413 a.J.C. Se cuenta que algunos se salvaron sólo porque sabían
recitar de memoria los versos de Eurípides. La
mayor parte murió de penurias.
El Teatro Griego - Es la más perfecta
expresión de arquitectura teatral que ha llegado
hasta nosotros y uno de los más grandes teatros
del mundo griego (138,60 m de diámetro). Hay
noticias de él ya desde finales del siglo V a.J.C.,
época en la que Siracusa se había impuesto
como uno de los centros culturales más importantes del Mediterráneo.
La forma en que hoy lo podemos admirar
es, sin embargo, más tardía y muy probablemente se remonta a una modificación del siglo
II a.J.C.. En el teatro, que está excavado en la
roca de la colina, se dieron los “estrenos” de las
tragedias y de las comedias de famosos autores
como Esquilo y Epicarmo y aún hoy la antigua
escena sigue siendo pisada por actores.
Cada dos años, en efecto, el Instituto
Nacional del Drama Antiguo organiza aquí la
“Representaciones clásicas”, presentanto justamente dramas de la antigua Grecia.
El Ara de Ierone - Los restos de esa gigantesca estructura se hallan nos lejos del teatro.
Se trataba de un altar, largo casi 200 metros, en
el que se oficiaban los sacrificios públicos de la
ciudad.
El Anfiteatro Romano - Se remonta al
siglo III o IV d.d.J.C., es de forma elíptica, con
los diámetros externos de 140 y 119 metros,
poco más pequeño, pues, que la Arena de
Verona. A partir de 1526 los Españoles dieron
origen a una sistemática espoliación de los
monumentos de la Neápolis para la construcción de las fortificaciones de Ortigia, causando
naturalmente enorme daño a las estructuras
que, probablemente, entonces estaban aún bien
conservadas. Los monumentos fueron llevados
a la luz durante las excavaciones sucesivas a
partir del siglo XIX.
Castillo Eurialo - En el barrio de
Epípolis, fue construido por Dionisio I a principios del siglo V a.J.C. y es uno de los más interesantes complejos militares del antiguo mundo
griego.
Se trata de una grande fortaleza de 15.000
m de superficie, en el enlace de las murallas al
norte y al sur de Siracusa, en un lugar elevado,
desde donde se podía observar fácilmente buena
parte del territorio y del mar alrededor de la
ciudad. Fue modificado varias veces en los
siglos sucesivos para adaptarlo a nuevas exigencias y a técnicas militares.
El grande fortín, cuyo nombre deriva de
“Eurvelos”, es decir “clavo con base ancha”,
estaba protegido al oeste por 3 grandes fosos, de
los que el tercero se reanudaba al entero sistema
defensivo, formado por un enredado dédalo de
galerías y pasadizos secretos para un total de
480 m., y por 5 torres altas nada menos que 15
metros.
NOTO
Neas habría sido fundada por poblaciones
sicanas, en época de la caída de Troya, en la
colina de Mendola. Caída en manos de
los conquistadores siracusanos cambió en
Neathon y asimilados costumbres y culto helénicos, la ciudad fue elegida como sede de gimnasium. Pasada bajo la dominación de los rormanos, como ciudad federada, cambió su nombre en Netum.
En época imperial Roma declaró Netum
municipium latino, una peculiar condición que
procuró a la ciudad muchos privilegios, entre
los cuales el de poderse gobernar con leyes propias. Conquistada por los Arabes, que la transformaron en una fortificación muy bien armada, cambió en Noto. Su parlamento general
puso orden también en la administración de la
isla en tres valles, nombrando Noto capital de
uno de ellos.
Después de dos siglos de dominación
musulmana, en 1090, Noto trató su rendición
con Roger. Pero la historia de Noto, más que
por los hombres, está marcada por la naturaleza: en 1693, en efecto, fue destruida por un
terremoto que afectó toda la Sicilia sud-oriental. Concebida como un grande teatro sin bastidores, como una ciudad libre y abierta, movimentada y continua, Noto renació suntuosa y
soberbia, en el declive de la colina de Meti, en
las laderas meridionales de los montes Iblei.
La historia arquitectónica de la nueva ciudad fue dominada por el estro artístico de tres
arquitectos, Rosario Gagliardi, Vincenzo
Sinatra y Paolo Labisi quienes supieron desarollar una sorprendente obra de arte de unidad
arquitectónica.
Tres diferentes personalidades que, aunque
viviendo y obrando en la provincia dieron a la
Siracusa
El Teatro
Griego, uno
de los más
grandes
del mundo.
53
Panorama de
Ortigia con
el puerto.
54
ciudad una huella original que se aleja del rígido lenguaje barroco, enriquecién dolo de elementos renascentistas, hispánicos y neoclásicos
dando origen a un estilo fantasioso y soñador.
El arco de Triunfo, en la vía principal, marca el
comienzo de la ciudad.
Superado por tres simbólicas esculturas
una torre con almenas (la potencia), un perro
(la fidelidad), un pelícano (el sacrificio) - el
monumento fue levantado en ocasión de una
visita en Noto de Ferdinando II de Borbón que
lo inauguró en 1838.
La puerta real fue construida con la característica caliza dorada utilizada, en el siglo
anterior, para edificar iglesias y palacios de
la ciudad.
La iglesia de San Francesco all’Immacolata
se eleva, en la cumbre de una imponente escalera, a la derecha del corso. Fue construida, con el
adjunto convento, entre 1704 y 1745.
La iglesia es de una sola nave, según la tradición franciscana. Todas blancas, las paredes
están decoradas con estucos de estilo rococó. La
iglesia de Santa Clara, obra de Gagliardi, expresión de un delicado barroco, fue construida en
1785.
El interior, pequeño y oval, adornado con
estucos y amorcillos, está intervalado por doce
columnas y es uno de los más interesantes ejemplos de las soluciones espaciales de este arquitecto.
El monasterio del SS. Salvatore es el edificio
más grande de la ciudad, construido entre 1710
y 1791 en una zona rectangular de 11.000 m..
Dobles pilastras aplastadas contornan en el primer piso las grandes ventanas cuya rica decoración llama a la memoria el estilo plateresco portugués.
Sigue un ala sobresaliente que tiene la función de clave en la concepción constructiva; se
levanta imponente como una torre sobre construcciones y cúpulas vecinas, y no deja dudas
sobre la superioridad de este convento respecto a
las otras órdenes.
Esta impresión está marcada por la rica decoración en piedra y por las rejas de hierro forjado.
La homónima iglesia, edificada a finales del siglo
XVIII, se levanta en una grande plaza. Su peculiaridad es la evidencia, en su fachada, del pasaje
del barroco al clasicismo.
La catedral, que se levanta en la cumbre de
una monumental escalera, fue comenzada pocos
meses después del terremoto, pero fue completada
sólo en 1770.
Su fachada, despojada de adornos y extravagancias, incorpora motivos barrocos y elementos
clásicos.
Las tres naves de la iglesia están divididas
por altas pilastras con dobles pilastras sobresalientes. En la capilla al fondo de la nave derecha
se guarda el Arca de plata del santo patrono de la
ciudad, San Corrado.
Frente a la catedral se encuentra Palacio
Ducezio, sede del Ayuntamiento. Proyectado por
el arquitecto Sinatra, el palacio, elevado respecto
a la plaza en que se levanta, fue construido entre
1746 y 1830 en una sola elevación. Cien años
más tarde se le sobrepuso un segundo piso que
desdichadamente ha comprometido su original
línea neoclásica.
Interesante, en el interior, el salón de representación, rico de oro y estucos. Poco lejos se
encuentra Palacio Villadorata, que
se asoma en la vía Nicolaci, un estrecho atajo del
corso.
Su amplia fachada está movimentada con
panzudos balcones de hierro forjado sostenidos
por ménsulas de cualquier tipo, con figuras
antropomorfas y zoomorfas entre volutas y arabescos, que representan la manifestación más
acentuada del barroco netino.
Construido en 1731, el palacio, que fue por
mucho tiempo residencia de los príncipes de
Villadorata, recientemente ha sido comprado en
buena parte por la municipalidad. Tiene 90 habitaciones, con los techos frescados con pinturas del
siglo XVIII. En el mes de mayo la vía Nicolaci es
la protagonista de una
tradicional “Infiorata”.
La calle está cerrada
al fondo por la iglesia
de Montevergine, atribuida al arquitecto
Sinatra.
Exteriormente tiene
una forma cóncava,
cerrada entre dos torrecillas laterales, en su interior es de una sola nave,
intervalada por columnas
corintias.
La iglesia del Crucifijo
es el segundo templo de la
ciudad después de la catedral.
Ella se levanta en la
parte alta de Noto,
en la plaza Mazzini.
Proyectada por Ga-gliardi (1715) es la más rica
de obras de arte.
En su interior, además de dos leones estilóforos de piedra, de época
románica, recobrados de
los escombros de la homónima iglesia de la antigua
ciudad, se guarda la estatua de mármol blanco de
la Virgen de las Nieves,
de 1471, obra de
Francesco Laurana.
Siracusa
Abajo, detalle
de Palacio
Zocca en
Palazzolo
Acreide.
Arriba, el teatro griego de
Akrai, antiguo
núcleo del
actual
Palazzolo
Acreide.
A la derecia,
panorama de
Trápani.
56
PALAZZOLO ACREIDE
Akrai, de la que desciende la actual
ciudad, fue la primera colonia fundada por
Siracusa (664 a.J.C.) durante su expansión
hacia el interior de la isla. Era una importante
estación de control en la llamada vía
Selinuntina, que ponía en comunicación
Siracusa con las ciudades de la costa meridional. Hay noticias seguras de ella hasta la época
romana y bizantina. Fue destruida probablemente por los Arabes.
Las primeras noticias de la actual Palazzolo se remontan al siglo XII, cuando se desarrolló un centro alrededor del castillo normando que ya no existe. La expansión de la pequeña
ciudad medieval se interrumpió por causa de
un terremoto, después del que, sin embargo,
Palazzolo fue reconstruida y ensanchada. A
esta reconstrucción se remontan la iglesia de
San Pablo, construida, parece, por el arquitecto
Sinatra, con una interesante fachada precedida
por un pórtico, rica de decoraciones y estatuas
y la iglesia de la Annunziata.
Esta es una de las más antiguas de
Palazzolo. Particularmente interesante es la
fachada, decorada con un portal barroco con
columnas salomónicas y decoraciones de piedra. En su interior se halla un preciso altar
mayor con taraceas de mármol muy bien conservado. La zona arqueológica de Akrai se
encuentra poco lejos del centro urbano. Las
partes hasta ahora conocidas se refieren al período helenístico y tardo imperial, aunque subsisten algunos restos más antiguos.
Las excavaciones han devuelto a la luz la
plateia, (arteria) principal que comunicaba las
dos puertas mayores de la Ciudad (la siracusana y la selinuntina), y el pequeño teatro, que se
conserva todavía muy bien y se utiliza para
representaciones. Poco lejos, además, el bouleuterion (lugar de reunión) y las dos latomias de
la Intagliata y de la lntagliatella, en las que se
practicaba el culto de los muertos y utilizadas
más tarde, en edad llamada paleocristiana,
como habitaciones y panteón.
También la latomia llamada de los tiempos
ferales, en la parte oriental de la colina, era frecuentada para el culto de los muertos-héroes.
Cerca de las latomias, en la colina que domina
el teatro, se ven los cimientos de un templo
arcaico dedicado a Afrodite. No muy lejos, en el
barrio Santicello, se hallan los Santones, 12
esculturas rupestres - desdichadamente muy
dañadas - esculpidas dentro de unos nichos
en la roca.
Se relacionan con el culto de la Magna
Mater Cibele y representan, la mayor parte, a
la misma diosa de pie, sentada con tres leones
o en compañía de otros personajes de difícil
identificación. El complejo, el más ancho y
completo llegado hasta nosotros, se remonta al
siglo III a.J.C.
los pies del áspero monte Erice, que parece vigilar sobre ella, Trápani se extiende
hasta el mar, alargándose sobre un promontorio curvo.
A lo largo del borde que flanquea la ciudad
y luego más allá en la costa, hasta Marsala,
montañas de sal blanquean en la orilla, guardadas por molinos de viento que, con sus grandes palas, resaltan contra el mar semejantes a
fantásticos monstruos. En frente, a menudo
envueltas en una ligera neblina que vuelve
inciertos sus contornos, surgen tres islas, las
Egates, que dan la bienvenida al visitador que
llega del mar. Pequeña ciudad Trápani, en su
cuna de mar, un aspecto un poco humilde con
el que esconde sus tesoros para enseñárselos
sólo a los que saben apreciarlos. Las orígenes
de Trápani históricamente se hacen remontar a
los Sicanos, que aquí fundaron una aldea, pero
puede ser, como cuentan antiguos escritores,
que surgió de la hoz perdida por Cibeles mientras, desesperada iba por el mundo en busca de
su hija Proserpina, arrebatada por Plutón.
En estas playas se sucedieron muchas
poblaciones, más o menos fantásticas. Comenzando por los Ciclopes, vivieron aquí los
Elimos, los Gigantes, los Troianos, los Fenicios
y muchos más, pero Trápani adquirió importancia sólo en el 260 n.J.C., cuando Amilcare
hizo transportar aquí a los habitantes de Erice,
ciudad de la que había sido por mucho tiempo
el Emporio. Durante la dominación romana la
ciudad perdió mucho prestigio. El único acontecimiento importante fue la llegada de los
judíos, que se encontraron tan bien que fundaron allí una importantísima comunidad israelita. Trápani siguió a la sombra los acontecimientos de Sicilia, volviendo a la escena de la
historia en 1200, cuando Fernando de
Aragona le concedió su favor. Florecían los
comercios: sal, atún y preciados trabajos artísticos de coral, piedras duras, madera, se vendían y exportaban en todo el mundo entonces
conocido. La ciudad era base de apoyo para los
barcos de los cruzados que iban a los Santos
Lugares y hospedaba a los consulados de los
Catalanes, Genoveses, Venecianos, Pisanos,
Franceses y muchos más. Alcanzó el ápice de
su potencia durante el reinado de Carlos V,
que desembarcó aquí a la vuelta de la victoria
en Túnez y concedió a la ciudad especiales privilegios, permitiéndole mejorar aún más su
posición. En el siglo XVII surgieron los edificios barrocos que aùn hoy caracterizan su centro histórico. La actividad portual, aunque en
menor medida respecto a los tiempos de oro,
está aùn al centro de la economía ciudadana.
Trapani
A
Testimonios artísticos
El Santuario de la Anunciación - Es el
monumento más importante de la ciudad. Fue
edificado entre 1315 y 1332, sucesivamente
57
Arriba, Trapani,
el Santuario de
la Anunciación.
58
engrandecido y en fin totalmente transformado
en 1760. Su fachada es original y está adornada con un hermoso rosetón y con un portal
gótico de principios del siglo XV. Sobre los
pequeños portales laterales están colocadas dos
estatuas del siglo XVI del Angel y de la
Anunciación. En el interior sobresalen en particular dos capillas: la Capilla de los Marineros
y la Capilla de los Pescadores. La primera se
encuentra a la izquierda del presbiterio y fue
construida en toba entre 1514 y 1552.
En su vivo color amarillo se funden estilos
y motivos diferentes: góticos, renacentistas,
orientales, interpretados con el abundante
decorativismo de marca local. La segunda, en
el lado opuesto, se remonta al siglo XVI. De
planta cuadrada, coronada por un ábside octogonal, está decorada en las trompas que sostienen la misma con frescos que representan las
historias de la Génesis. Detrás del altar mayor
está la entrada al Santuario propiamente
dicho, al fondo del cual está la Capilla de la
Virgen, de 1530. El grande arco de mármol
externo es obra de Antonello, Antonio y
Giacomo Gagini, que lo adornaron con preciosos relieves (el Padre Eterno y Profetas).
En el altar está la estupenda Virgen con el
Niño, obra de Nino Pisano y de su taller.
Según la opinión más acreditada la estatua
llegó a Trápani en los primeros años de 1300,
traida por un caballero gerosolimitano de origen pisana, comitente de la obra.
La tradición popular nos transmite que
éste había llevado consigo la estatua en su
encomienda de Oriente. Algunos años más
tarde decidió salvarla de las insidias de los
moros y se embarcó hacia Occidente con el precioso simulacro.
Durante la navegación la embarcación fue
sorprendida por una tempesta y el caballero
hizo votos de dejar la estatua en la primera tierra que tocara. La suerte quiso que ésta fuese
justo Sicilia, que desde entonces la custodia. El
artista supo reunir en su obra una rara belleza,
una grande nobleza y finura, y la sugestiva
estatua ha sido durante siglos el modelo para
las obras de los artistas del lugar, de Laurana a
Gagini, quienes, sobretodo, trataban de igualar
la suavísima e inefable sonrisa de la Virgen,
que la ha hecho célebre.
La Catedral - Dedicada a San Lorenzo,
fue edificada en 1635 sobre una preesistente
iglesia del siglo XIV, en el lugar en que ya
desde 1129 había una galería de los Genoveses,
quienes dejaron su huella en un blasón en el
interior del edificio. El elegante portal barroco
fue enriquecido en 1700 por una aireada galería y por una cúpula, bizarramente flanqueada
por cupulillas menores. En su interior, decorado en estilo barroco, hay numerosas obras de
arte, entre las que destaca una “Crucifixión”
atribuida a Van Dyck.
Santa Maria de Jesús - Su construcción
se remonta a principios del siglo XVI. La
fachada es de estilo gótico-renacentista y está
adornada con un bello portal con formas catalanas. En el fondo, a la derecha del presbiterio,
se halla la Capilla Staiti, en cuyo interior,
debajo de un precioso pabellón de mármol de
A.Gagini (1521) está una estatua en terracota
policroma que representa a la Virgen de los
Angeles, notable obra de A. della Robbia
(1435-1525).
Iglesia del Colegio - Fue edificada a principios de 1600, con una sólida estructura renacentista adornada con delicadas decoraciones escultoreas. Su interior en cruz latina de tres naves está
armoniosamente decorado con “mischio” y estucos. En el altar mayor está colocado un bajorelieve
de mármol de la Inmaculada del Marabitti (1766)
y en la sacristía se conserva un magnífico armario
de nogal con finísimas entalladuras del siglo
XVIII.
Palacio Ciambra - Se encuentra en la
calle de la Giudecca (Judería), dentro del
homónimo barrio judío. Se trata de un típico
ejemplo de estilo plateresco de derivación
catalana que se difundió en Sicilia de España
en el siglo XVI. El palacio se remonta a la
mitad del siglo XVI - un tiempo fue magnífico, por el uso de la piedra entallada y por la
abundancia de adornos. Un caprichoso artista
tradujo en la piedra el hechizo sutil de la orfebrería y de las gemas en cuyo trabajo los judíos eran insuperados.
ERICE
Surge en la cima de una montaña solitaria
que domina sobre Trápani, el valle y el mar.
Sus orígenes son antiquísimas y misteriosas,
sumidas en la leyenda. En la cima anteriormente había sólo un templo, dedicado a una
divinidad femenina de la naturaleza fecunda.
Ella fue muy venerada siempre por todas
las poblaciones del Mediterráneo y su mayor
cuidado fue proteger a los navegantes que
desde lejos notaban el fuego que ardía en el
sagrado edificio y que servía también para
orientarse. Muy pronto se edificó allí una fortaleza muy apercibida, contendida por
Fenicios, Griegos, Cartagineses y Romanos.
Los Cartagineses la destruyeron en el 260
a.J.C. y trasladaron a sus habitantes a Trápani.
En época romana la vieja fortaleza tuvo poca
importancia, pero no su templo que más bien
fue elegido a la cabeza de una confederación
religiosa de 17 ciudades sicilianas, defendido
permanentemente por una guarnición. No hay
noticias de la ciudad y de su santuario, hasta
la época árabe, cuando el centro reaparece con
el nombre de Gebel-Hamed. Durante la dominación normanda y a lo largo de los siglos
siguientes Erice tomó el aspecto urbanístico
que ha pervenido intacto hasta nosotros y que
constituye su principal atracción.Toda encerrada en un recinto triangular, es una de las
ciudades más pintorescas de Sicilia. Sús callejuelas empedradas y estrechas, las pequeñas
plazas, los patios con flores, una artesanía rica
que comprende cerámicas, dulces, alfombras,
hacen de Erice una etapa irrenunciable de las
excursiones a la provincia de Trápani.
La iglesia Madre surgió en la primera
mitad del siglo XIV y fue dedicada a la Virgen
de la Asunción. La precede un gran campanario apartado, de la misma época, en origen una
atalaya. A la fachada se le agregó en el siglo
XV un portal rectangular sobre 4 arcos ogivales. Su interior presenta un híbrido estilo gótico, reconstruido en 1865. Se conservan en él
numerosas atestaciones de pinturas, esculturas
y artesanías atribuidas a conocidos artistas
sicilianos, como Laurana y Mancino.
El Castillo surge sobre los restos del antiguo templo dedicado a Venus, del que conserva
testimonios de los siglos V-VII a.J.C., sobre
una alta roca aislada a la que se llegaba antiguamente a través de un puente levadizo. Los
Normandos lo rindieron inatacable y le construyeron muros culminantes con almenas. Del
templo se hallaron, a principios del siglo XX,
algunos rollos de columnas y restos de cornisa,
que se remontan al período romano. Más tarde,
se hallaron también los restos de un pavimento
con mosaicos. Alrededor del castillo se extienden los jardines del Balio, estupendos por su
disposición a terrazas y por la variedad de
plantas cultivadas. Toman el nombre del
gobernador normando (Bajulo) que residía en
el adjunto castillo. La Torres Medievales formaban la avanzada del Castillo de Venus, al
que estaban unidos con grandiosas murallas.
Fueron parcialmente reconstruidas, en la
mitad del siglo pasado por voluntad del conde
A. Pepoli, a quien se le debe también la edificación de la Torretta Pepoli, una amanerada
construcción de vago estilo morisco.
MARSALA
Su origen se remonta al 397 a.J.C., cuando
los Fenicios habitantes de Motya, después de la
derrota sufrida por los Siracusanos, se refugiaron en el promontorio Lilibeo fundando allí
Trapani
Abajo,
Erice, la
Catedral del
siglo XIV.
59
una ciudad que llamaron justamente Lilibeo y
que se convirtió en el más fuerte y ultimo
baluarte de la potencia fenicia de Sicilia. En el
241 a.J.C., después de repetidas e inútiles tentativas, los Romanos lograron conquistarla; la
ciudad se transformó en provincia romana, fue
sede del cuestor y del pretor, permaneciendo
por mucho tiempo el puerto más importante de
la isla.
Esta posición preminente se conservó
durante toda la Edad Media, hasta que, en el
siglo XVI, Carlos V, hizo construir el puerto
para defender la ciudad de los asaltos berberiscos. Pero el remedio fue peor que el mal, porque desde entonces Marsala (que mientras
tanto había tomado este nombre, del árabe
Marsa-Alí) comenzó inexorablemente a decaer.
Su nombre está ligado, en la historia italiana, al desembarque de Garibaldi, que de aquí
comenzó la empresa que llevaría a la unificación del Reino de Italia. Sin embargo la mayor
parte de la gente la conoce sobretodo como
lugar de producción del célebre vino Marsala.
Los primeros establecimientos, llamados
“Bagli” surgieron aquí en 1773 por iniciativa
de un ingles, G. Woodhouse. El Marsala, en
sus diferentes variedades, es conocido en todo
el mundo.
Dedicada a San Tomás de Canterbury la
Catedral fue fundada en época normanda y
sucesivamente modificada hasta el siglo XVIII,
cuando fue reconstruída bajo un proyecto
60
grandioso, quedando sin embargo inacabada.
Gravemente dañada durante la última guerra
mundial, fue restaurada y la fachada, que
había sido acabada sólo en la parte inferior, fue
completada. En el interior está adornada con
muchas obras de Gagini y de su escuela. El
verdadero tesoro de la iglesia está formado por
ocho grandes tapices de escuela flamenca del
siglo XVI, donados por el arzobispo Lombardo
que, a su vez, los había recibido de Felipe II de
España. Miden casi 4 metros de lado y, en un
rico marco de flores, frutas y alegorías representan episodios de la guerra de Tito contra los
judíos.
Los Baños Termales son el edificio principal hallado en la zona de la antigua Lilibeo,
entre restos de otras construcciones, de muros,
del antiguo puerto, la necrópolis, vacijas de
barro, varios objetos y esculturas.
Se remontan al siglo III - IV d.d.J.C. y pertenecían probablemente a un grande complejo
de construcciones, como atestiguan los repetidos hallazgos en los alrededores.
MOTYA
Una vieja leyenda cuenta que una vez a
Hércules le robaron sus bueyes. Después de
haberlos buscado inútilmente por mucho tiempo, fue ayudado afortunadamente por una
mujer que se llamaba Motya, quien le indicó
una gruta en la que estaban escondidos los
halla un campo sagrado donde se depositaban
los restos de los sacrificios humanos ofrecidos a
las crueles divinidades fenicias como Baal
Hammon, que exigía el sacrificio de los primogénitos varones. En el 397 a.J.C. Motya fue
destruida por Dionisio de Siracusa, y los
supérstites se trasladaron a la zona costeña,
fundando la colonia de Lilibeo, hoy Marsala.
Desde entonces este pañuelo de tierra se quedó
despoblado, hasta que Giuseppe Whitaker, enamorado de este lugar, compró la pequeña isla
con la antigua base fenicia. Los resultados de
las excavaciones fueron recogidos y registrados
en el interior de uno de los cuerpos bajos de su
villa, que de esta manera se transformó en
museo. En las aguas de Motya en los años ‘70
se hallaron los restos de una embarcación
púnica, que ahora está expuesta en el Museo
Baglio Anselmi de Marsala.
animales. Para gratitud hacia ella nuestro
héroe decidió fundar una ciudad en su honor
(de la mujer) y darle su nombre.
Los historadores nos han transmitido la
historia de una ciudad fundada en el siglo VIII
a.J.C. en una pequeña isla del Stagnone no
más grande de 40 hectáreas que, muy pronto,
gracias a su posición favorable en las vías
comerciales, se transformó en una de las más
prósperas colonias fenicias del Mediterráneo.
La ciudad estaba rodeada de altas murallas, intervaladas con atalayas con almenas
semicirculares, típicas de la arquitectura semita, y abiertas por dos puertas que se conservan
bien hasta hoy. Su economía se fundaba principalmente en el comercio y en la producción de
cerámicas. Era una importante base naval, y
entonces había sido construido un “kothon”,
un dique de carena para la reparación de los
barcos, que, después del más grande de
Cartago, es el unico que se ha descubierto en el
Mediterráneo occidental. Según Diodoro
Sículo la ciudad estaba adornada con casas elegantes y suntuosos palacios, pero la zona habitada todavía no ha sido excavada y actualmente se ven sólo dos casas: una de ella está adornada con mosaicos de pavimentación de guijarros blancos y negros, que representan animales reales y fantásticos. Entre las más interesantes zonas descubiertas está el “tophet”, que
consiste en un santuario en cuyo interno se
MAZARA DEL VALLO
La ciudad antigua se asoma al Canal de
Sicilia a la izquierda del río Mazaró, en el
mismo lugar en que presumiblemente los
Fenicios fundaron la colonia comercial
Mazara, nombre indígeno que significa quizás
“castillo”. Gracias a su posición adquirió
importancia tanto como emporio que como fortaleza. Conoció cierto lustre también bajo la
dominación romana, y de este período hay restos.
Alcanzó un verdadero resplandor durante
la dominación árabe.
Los Arabes desembarcaron en Mazara para
comenzar la ocupación de la isla y la pusieron
a la cabeza de uno de los distritos administrativos en que, sucesivamente, dividieron Sicilia.
Los diversos viajeros islámicos que la visitaron la magnificaron, exaltando la fertilidad
del territorio, la calidad y la cantidad de las
actividades comerciales, la prosperidad económica, la floridez de las plantaciones y de los
jardines, la belleza de los edificios. Todo esto
sigue viviendo en la ciudad, ya que ha llegado
inalterado hasta nosotros el trazado viario.
Con la llegada de los Normandos en la ciudad surgen iglesias, conventos, monasterios y
una muralla. Nuevas intervenciones de carácter monumental interesaron la ciudad en los
siglos XVI-XVIII, y en 1852, con la demolición de los muros de la época de Ruggero,
comenzó a extenderse a los alrededores. En
particular es interesante visitar el puerto
canal, construido en el estuario del río
Mazaró, centro comercial de la ciudad. A él se
asoma una de las zonas más antiguas: en las
orillas vivían los comerciantes árabes, cuya
sangre se ha perpetuado en las venas de los
habitantes del lugar.
Cuando por la mañana llegan los motopes-
Trapani
A la izquierda,
el templo
dórico de
Segesta.
61
Arriba,
el Templo E. El
área arquelógica
de Selinunte, es
una de los más
importantes del
Mediterraneo.
62
queros y los barcos, es un vocear continuado
que recuerda mucho los antiguos gritos de los
mercaderes de antaño. Se trata de uno de los
puertos pesqueros más importantes de Italia,
con una producción anual de casi 200.000
quintales de pescado.
El monumento más importante es la
Catedral dedicada a San Salvatore. Fue edificada originariamente a finales del siglo Xl y
sucesivamente totalmente reconstruida en
1690-94.
De la primitiva construcción quedan algunos restos, y precisamente los muros del transepto y el ábside, adornada exteriormente con
encajaduras, como en el antiguo estilo árabe de
la epoca normanda.
La obra de arte más importante que se custodia en el interior de la iglesia es una
“Transfiguración”, composición de mármol con
seis estatuas, realizadas por Antonio Gagini
alrededor de 1530 con un marcado gusto popular para las sagradas representaciones.
SEGESTA
La ciudad fue fundada en época pre-helenista por los Elimos, una población de origen
incierta, probablemente oriental. Muy pronto
alcanzó una grande importancia economica
pero también por su posición estratégica entre
las ciudades púnicas de las costas septentrionales y occidentales. Fue eterna enemiga de
Selinunte, contra la que solicitó en el 409
a.J.C. la ayuda de los Cartagineses quienes la
echaron al suelo. La destrucción de Selinunte
marcó definitivamente la entrada de Segesta en
la esfera púnica, pero esto no influyó en las
costumbres de la población que, al contrario, se
helenizaron aún más. Durante la dominación
romana la ciudad tuvo un buen trato gracias a
una “supuesta” parentela entre las dos poblaciones, pero fue decayendo igualmente hasta
que se perdió también su nombre.
Hasta ahora no ha sido muy explorada,
aunque la campaña de excavaciones haya traido a la luz los primeros vestigios de las antiguas habitaciones. Han venido a la luz dos
monumentos, el teatro y el templo. El primero,
fundado en el siglo V en la cima del monte
Bárbaro, en una posición altamente escenográfica, fue reedificado en época helenistica y conserva hoy el aspecto de esa segunda construcción. La cávea, de 63 metros de diámetro, está
en buen estado de conservación, mientras que
de la escena quedan sólo las estructuras inferiores. El teatro se utiliza para representaciones clásicas.
El templo probablemente es el edificio más
importante de un santuario suburbano aún no
explorado. Edificado también él en el siglo V,
es un hexástilo-períptero. Se presenta inacabado: las columnas no fueron estriadas, no hay
trazas de la cobertura y de la celda. El templo
domina solitario sobre una altura muy sugestiva, y es uno de los más perfectos ejemplos
mejor conservados del arte dórica.
SELINUNTE
Sobre una suave colina se extienden las
ruinas de Selinunte. Considerada, justamente,
uno de los más importantes embalses arqueológicos del Mediterráneo y de Europa. Fundada
en el siglo VII por los colonizadores de Megara
Hiblaea, constituía la punta más avanzada
hacia occidente de los territorios griegos en
Sicilia. Se desarrolló aquí pues, durante casi
tres siglos, el encuentro-conflito entre la civilización griega y la fenicio-púnica, que dominó
por mucho tiempo la vida de las poblaciones de
las tierras que se asoman al Mediterráneo.
Selinunte se había desarrollado en el curso de
los siglos hasta volverse la más grandiosa de
las ciudades de la Sicilia helenística, sobretodo
por sus templos colosales, los únicos entre los
de Sicilia que estaban decorados con esculturas. Sus habitantes, orgullosos de tanta potencia, se sentían invencibles y cuando, en el 409
a.J.C., los Segestanos, contra los que estaban
perennemente en lucha, solicitaron la ayuda de
los Cartagineses, no le dieron mucha importancia. Pero se equivocaban. Un ejército de
100.000 soldados desembarcó en Sicilia y asedió Selinunte. A pesar de la valiente defensa, la
ciudad fue derrotada y el ejército enemigo se
apoderó de ella. Los historiadores cuentan que,
fue un verdadero estrago: 16.000 ciudadanos
fueron asesinados, 5000 fueron esclavizados.
Todos los edificios fueron saqueados y destruidos, incluso los magníficos templos, profanados por los soldados hambrientos de botín.
Selinunte no logró volver a levantarse
nunca más, a pesar del generoso intento de un
siracusano, Hermocrates que, en los dos años
sucesivos, se preocupó de hacer reconstruir los
muros. No hay trazas de asentamientos posteriores hasta la dominación bizantina. En ese
período, se establecieron entre las ruínas ermitaños y comunidades religiosas y más tarde,
durante la dominación árabe, unas tribú
musulmanas. Con el pasar de los años y de los
siglos, de la antigua Selinunte se perdió también el nombre, y sólo en el siglo XVI el historiador T. Fazello identificó el lugar. En el siglo
XIX comenzó una regular campaña de excavaciones. La zona arqueológica se divide en dos
sectores principales: él de los templos orientales y la Acrópolis. El Templo E, según una inscripción, estaría dedicado a Hera. Construido
en el siglo V, es uno de los mejores ejemplos de
templo dórico. De él provienen cuatro metopas
que se hallan en el Museo Nacional de
Palermo. El Templo F, de estilo arcaico, surgió
en el siglo VI. Es el que sufrió las más grandes
espoliaciones, sin embargo también aquí se
hallaron algunas metopas que representan
Athena y Dioniso luchando con los gigantes.
El Templo G es uno de los templos más grandes de la antigüedad clásica. Parece que estaba
dedicado a Apolo, el dios protector de los selinuntinos. Estos empezaron su construcción en
el 580 a.J.C. y 100 años más tarde todaviá no
estaba acabada. El templo se extiende en una
superficie de casi 6000 m2, ceñido de un peristilio de 46 columnas altas 16,27 metros, con
una circunferencia de 10,70 metros. Del enorme montón de sus ruínas sobresale solitario el
fuste de una columna, restaurada en 1832, que
puede dar una idea de la grandiosidad del edificio. En esta explanada irregular de Acrópolis,
rodeada de muros de 2 - 3 metros de grueso,
han sido individuadas varias torres y puertas.
Se hallan seis construcciones de templos además de algunas modestas construcciones de
carácter sagrado, como nichos, altares, etc.
También estos templos están indicados con
letras del alfabeto. Entre ellos tiene particular
importancia el templo C, el más grande del
Acrópolis, erigido en la mitad del siglo VI en el
punto más alto de la terraza. Los dos frontones, en cuyo interior se halla una máscara gorgónica de terracota - hoy en el Museo Nacional
de Palermo junto con las metopas del mismo
templo - estaban revestidos con losas de terracota decoradas con motivos floreales.
Recordamos además, el templo llamado “de las
pequenas metopas” que nos ha devuelto seis
metopas, que constituyen el documento plástico más antiguo de Selinunte ya que se remonta
a principios del siglo VI. En la extremidad
norte del Acrópolis se puede ver la puerta
principal, defendida por imponentes obras
defortificación, que se remontan en parte a la
ciudad antigua, en parte a la reconstrucción de
Hermócrates.
LAS CANTERAS DE CUSA
Aunque no pertenezcan a la zona arqueológica propiamente dicha, es muy interesante
visitar las canteras de las que los Selinuntinos
sacaban los materiales de construcción, por lo
menos por la sugestiva belleza del parque
arqueológico que las incluye. Olivos plateados
hasta todo el alcance de la vista rodean los
grandes rollos de columnas abandonados aquí
desde hace más de 2000 años. Algunos aún
agarrados a la roca, otros ya listos para ser
transportados a Selinunte, los rollos imponentes emanan cierto encanto, relacionado con el
secreto de la construcción de los templos.
Arriba,
la isla de Motya.
En las páginas
siguientes: un
estupendo ejemplar de palma
enana y una
pequeña bahía en
la reserva natural
del Zíngaro.
63
Parques y reservas
64
L
a creación, en 1980, de la Reserva natural
del Zíngaro, la primera en Sicilia, abrió el
paso a la promulgación de una serie de decretos que, en trece años, han dibujado la mapa
de las zonas protegidas de Sicilia.
Hoy en Sicilia hay cinco parques naturales - Etna, Madonie y Nebrodi - que, sin solución de continuidad, interesan un conjunto de
ambientes de grandísimo valor naturalístico y
de paisaje, equivalente a casi 200.000 hectáreas de territorio - la más grande zona protegida
de Italia - y más de 100 reservas naturales y
oasis faunísticas, por un total de casi 150.000
hectáreas, equivalentes a más del 10% de la
superficie de la isla.
LA RESERVA DEL “ZINGARO”
La primera Reserva natural instituida en
Sicilia, comprende casi 7 Km de costa estupenda y absolutamente intacta que se asoma
al Golfo de Castellammare y la cadena de
montañas que hace un marco estupendo a las
pequeñas ensenadas y a los sugestivos desplomos sobre el mar. Importantísimo por la grande riqueza de plantas raras y endémicas, el
Zíngaro lo es más aún desde el punto de vista
de la fauna: la existencia de nichos ecológicos
muy variados permite en efecto una variedad
faunística elevada que no se halla en ninguna
otra parte de la isla. En el Zíngaro nidifican y
se reproducen por lo menos 39 especies de
aves, principalmente rapaces, entre los que el
halcón común, el cernícalo y el ratonero
común. La zona de la Reserva tiene también
una enorme importancia arqueológica ya que
en la espectacular gruta de Uzzo se instaló
uno de los primeros asentamientos prehistóricos de Sicilia. Magníficamente organizada
desde el punto de vista de la fruición (senderos
con precisas indicaciones, refugios, puntosagua, áreas aprestadas, museos, aparcamientos, etc.) la Reserva se puede visitar sólo
andando, pues no existen en su interior, carreteras. Tres los recorridos más representativos
de los diferentes aspectos del Zíngaro: el primero se desanuda, enteramente a lo largo de la
costa, entre la entrada Sureste (vertiente
Scopello) y la entra-da Norte (vertiente San
Vito); el segundo comprende una mitad del
anterior para avanzar luego en una de las
zonas del Zíngaro alto y volver al mar; el tercero, en fin, el más duro, es prácticamente una
visita completa de la Reserva, ya que interesa
tanto la costa así como toda la parte alta de la
Reserva. Todos los senderos poseen una adecuada señalización.
EL ETNA
El más grande volcán de Italia y de
Europa se levanta hasta 3323 metros con una
circunferencia, en la base, de 250 Km y una
superficie volcánica total de 1400 Km.
Parques y
reservas
Arriba, el Etna.
66
Aunque es activo y en varias ocasiones ha
demonstrado su potencial destruyente, sus
laderas muy fértiles están cultivadas y son
habitadas por millares de personas. El Etna al
que están ligados más de un mito y que
Píndaro definió como “columna del cielo”,
está formado por muchos centros eruptivos
menores y por dos bocas eruptivas mayores, el
Trifoglietto, que se encuentra donde hoy se
extiende el Valle del Bove, y el Mongibello.
Este avanza su camino hasta una profundidad
de 50 Km y nunca, en 3000 años, se ha quedado tranquilo sino por breves intervalos de
tiempo. De las pasadas erupciones volcánicas
se han originado curiosas formaciones rocosas
así como los “dicchi” y las “bombas” - flujos y
masas de lava petrificados - y las “dagale”
cubiertas de vegetación y hasta los acantilados
que se levantan del mar cerca de Acireale.
También a las erupciones se le debe la peculiar
conformación de algunas zonas como el Salto
de la Giumenta y los Monti Rossi. El paisaje
vegetal etneo está caracterizado por tres diferentes planos de altitud. En el primero (de la
costa a 1500 m. sobre el nivel del mar) hay
una vegetación alófila a lo largo del litoral y,
naturalmente, árboles de agrios, de avellanas
y de pistachos, olivos y almendros.
Sucesivamente los primeros bosques, formados por acebos, encinas, castaños y pinos.
Entre 1500 y 2000 metros hay hayas y pequeños bosques de abedul (betulla aetnensis)
intervalada con grandes céspedes de dorada
retama. En fin, en el último plano, grandes
extensiones de cenizas y de lapilli están colonizadas por pequeñas plantas de cardos borriqueros (Astragalus siculus) último baluarte,
junto con Cerasti, Antemidi y Seneci, de la
vegetación. Existen muchas maneras de viajar
por el Etna, y es bastante difícil aconsejar uno
u otro itinerario que recorrer. La red viaria
(carreteras nacionales, provinciales, comunales, los caminos carreteros de los Guardabosques Regionales, las pistas) hoy existente ofrece, en efecto, varias posibilidades para afrontar
la ascensión hacia el Volcán y para visitar sus
pueblos, todos interesantes, osea para efectuar
sugestivas excursiones a los bosques o, en fin,
para alcanzar otros ex-cráteres del complejo
etneo. La manera más sencilla para descubrir
el Etna es sin duda la de efectuar un recorrido
en coche que, por lo menos en cinco días, permite dar una vuelta completa. Son muchos los
itinerarios para los apasionados de trekking a
quienes les aconsejamos se dirijan a un guía
especializado.
MADONIE
El territorio de este parque comprende las
montañas más altas de Sicilia - exceptuado,
naturalmente, el aparato volcánico del Etna.
En las Madonie vegetan casi el 50% de las
especies de flora de la isla y varias especies
endémicas de grande importancia, como el
Abies nebrodensis, resto terciario glacial. Los
bosques están formados por acebos, fresnos de
maná, castaños y encinas con una maleza
espesa de gerfolios, aspérulas y endrinos.
Visitar el vasto territorio madonita es seguramente una experiencia única: en efecto éste
está caracterizado por una multitud de
ambientes varios y sugestivos, que cuentan
con altos picos, con medias colinas, con un
bellísimo trecho de mar que lame el margen
tirrénico del Parque mismo. Y para una visita
se puede escojer cualquier período del año.
Tanto en invierno, cuando las cimas más altas
se cubren con nieves, a veces muy abundantes; como en primavera, cuando explotan los
colores de la espesísima maleza madonita; y
también, en fin, en verano cuando después de
un buen baño en Cefalù o en las otras estupendas localidades costeras, se quiere huir del
calor de esos centros. Para la visita del Parque
se puede efectuar un recorrido circular alrededor de él, que comprende una visita a todos los
pueblos del Parque mismo y, naturalmente, a
las zonas que por el paisaje y la naturaleza
ofrecen los espectáculos más emblemáticos.
NEBRODI
Esta cadena montañosa - parte del
Appennino Siciliano (formado, también, por
los Madonie y Peloritani) se extiende casi por
70 Km paralelamente a la costa septentrional
isleña. Elementos fuertemente caracterizantes
del paisaje natural de los Nebrodi son la disimetría de las diversas vertientes, la diversidad
de modelación de los relieves, la riquísima
vegetación y los ambientes húmedos.
Algunos lugares tienen por sí solos particular importancia por sus peculiares características, constituyendo entidades únicas a
veces esenciales para la estructura de los equilibrios geológicos generales: el Biviere de
Cesaró, las Rocas del Crasto, el lago Tréarie,
los bosques de Mistretta, Monte Pomiere, San
Fratello y Mangalaviti son algunos de ellos.
La vegetación, que es motivo fundamental
de la institución del parque, es extremamente
variada y está dividida, como en el Etna, en
tres planos. El primero, hasta 1000 metros
está subdividido en varias zonas, de las que
las inferiores están destinadas a cultivos, las
más altas está caracterizadas por acebos, corchos, euforbios, quejigos. Quejigos y acebos
están presentes también en el plano sucesivo
(hasta 1400 m.) junto con bosques de hayas.
Estos continúan hasta la cuota máxima (1847
m., Monte Soro). En fin, arces, fresnos, laurel
y tejo, rareza de los Nebrodi. En la maleza,
acebo, espino blanco, jusbarba y otros.
Abajo, un
paraíso verde
en Nebrodi.
En las páginas
siguientes:
a la izquierda
Stromboli,
a la derecha,
Salina.
Las islas
68
LAS EÓLIDAS
En las rutas de los míticos Ausonios y de
los navarcas Cnidios, en la costa siciliana nordoriental, golpeado por el viento salado, el
archipiélago de las Eolidas abre, en abanico,
sus siete islas encantadas que, por su naturaleza volcánica explosiva, son hermanas de las
Haway, las perlas del Pacífico.
Las Eólidas, desde la remota antigüedad,
fueron colonizadas por poblaciones neolíticas
interesadas a la explotación de la obsidiana,
material insuperable para fabricar utensilios
para cortar. Entre los siglos XVI y XIV a.J.C.,
las islas se transformaron en una importante
etapa comercial, en la ruta de los metales, en
particular en la ruta del estaño, que de las
islas británicas bajaba hasta Oriente, transitando por el Estrecho de Mesina.
Sucesivamente, en época romana, el archipiélago prosperó con el comercio del azufre, del
alumbre y de la sal, decayendo a poco a poco,
hasta el abandono definitivo, determinado por
ulteriores erupciones volcánicas y por su
designación, derivada del II Concilio de Nicea,
como morada del diablo y lugar de manifestaciones físicas de esta inquietante presencia.
En época normanda, luego, hubo una progresiva repoblación de las islas que empezaron
a vivir una verdadera temporada de esplendor
trazando lo que es, más que nada, su aspecto
actual. Vulcano parece aún un resto de
prehistoria del mundo, eternamente humeante
entre olas y barros hirvientes de gas. La garganta de la boca eruptiva se levanta a 386
metros de altura, donde el grande cráter, que
se puede alcanzar sin mucho esfuerzo y sin
grandes peligros, asoma su cresta para dominar los puertos de Levante y de Poniente, el
valle de los Monstruos y el perfil, siempre más
lejano, de las otras islas. Interesante la visita
de las grutas del alumbre y las galerías del
azufre, en las que, en época borbónica, una
población de condenados vivía prisionera y
condenada a la extracción del precioso mineral. En la costa, al noroeste de la isla, se abre,
imponente, la Gruta del Caballo, a lo largo del
litoral salvaje y semidesierto que inclina suavemente hacia las negras playas de Gelso
superadas por la mancha de euforbios y de
contorcidas vegetaciones de higos chumbos.
Lípari, cuyo alegre y pintoresco arribo está
dominado por la roca riolítica en la que se
eleva la antigua Civita, ha sido, en todos los
tiempos, el corazón del archipiélago. Su
museo, uno de los más interesantes del
Mediterráneo, conserva las numerosas atesta-
Lampedusa, la
bahía de los
Conejos.
70
ciones de la historia de las islas y la estratificación sucesiva como en un gigantesco palinsesto del tiempo de los 5.000 años de civilización perfectamente leíble en las excavaciones
al aire libre encerradas entre las poderosas
murallas con torriones. En Lípari se impone
un itinerario vulcanológico, jugado entre coladas de obsidiana y extensiones blancas de
pómez, materias de idéntica composición química, diferenciadas sólo en su estado: similar
al vidrio, la primera, aunque esponjosa, como
la otra, por causa de la improvisa diminución
de las temperaturas de los magmas, en la fase
final de las erupciones.
Entre Canneto y Acquacalda, dos simpáticos burgos marineros aún incontaminados por
el turismo de masa, se alarga hacia el mar, en
dirección de Punta Castagna, la espectacular
colada obsidiánica de las Rocas Rojas.
Entre las Gole de Pomiciazzo y Lami un
paisaje lunar anticipa el cráter, ya inactivo,
del monte Chirica, más allá del cual los suaves
desplomos de Campobianco inclinan hacia el
mar, bajando en las aguas cristalinas de la
Playa de Porticello. Inigualables son, también,
los panoramas de los que se goza, desde las
alturas de Quattrocchi, hacia los monumentales arrecifes de Perciato, presidiados por bastidores escenográficos de los farallones más allá
de los que se levantan los humos gaseosos y
sulfúreos de Vulcano. Pero Lípari no es sólo
esto. Es también, en su centro histórico, un
amable sofá umbertino en cuyo escenario se
abren ventanas y balcones ligeros como trinas
de cuyas balaustradas cuelgan cascadas mul-
ticolores de geranios y de delicados claveles.
Isla para todos los gustos, ofrece jardines sombrosos, perfumados de jazmines y de albahaca
y terrazas solares, abiertas al mar, donde se
perpetúa una hospitalidad gastronómica que
tiene una fisionomía y una tradición propia.
En Salina no hay que olvidar una visita
al Monte Porri y al Monte Fossa delle Felci.
En éste casi a 1000 m. de altura, el antiguo
cráter ha sido colonizado por gigantescos helechos aquilinos que se suman a la lujuriosa
vegetación de Salina dándole un aspecto típicamente tropical.
No lejos de aquí, Filicudi y Alicudi, interpuestas por la aguja desmachada hacia el cielo,
del acantilado de la Canna, destacan contra el
horizonte. Lejanas ambas de los clamores del
turismo de asalto, las dos islas ofrecen espacios
de abandono y de meditación impensables en la
latitud bulliciosa de nuestra civilización. En las
cercanías de la Canna, fondos ricos de esponjas
y de corales ofrecen insospechables escenografías para los apasionados de foto submarina.
Otro lugar de grande encanto en el archipiélago, es el que forman los acantilados de
Basiluzzo, Dáttilo y Lisca Bianca frente a
Panarea, con la que, como cuenta Estrabón,
formaron un tiempo una sola isla, Evonimos,
que un cataclisma dividió así como se presentan hoy. Solitudes monumentales caracterizan
este grupo de arrecifes en cuyas cercanías, de
imponentes bocas de fumarolas sumergidas, se
levantan burbujeantes bolas de vapores gaseosos que, en la antigüedad, fueron lugar de un
probable culto dedicado a Hefesto. En
Panarea, en el desplomo de Cala Junco, Capo
Milazzese conserva intacto los testimonios de
una “facies” cultural que aquí duró de 1440 a
1270 a.J.C., dando origen a un asentamiento
de notable interés arqueológico.
Más allá, Estrómboli sale del agua con la
seca simetría de sus formas perennemente
coronadas de humos eruptivos. Su inaccesible
arribo de Ginostra, es el puerto más pequeño
del mundo, mientras que, más allá de las
Sciare de fuego, donde rezumando y chirriando la lava toca el mar, se abren airosos y blancos, los pueblos de Piscitá, Ficogrande y Scari,
agrupados alrededor de la cándida masa de la
iglesia de San Vincenzo. Más allá de la playa
vidriosa y negrísima, lameada por cañizos
frondosos de los abismos del Tirreno, se eleva
Strombolicchio, el canal principal del volcán, fantasiosa escultura natural en la que el
fuego, el agua y el viento han imprentado sus
señas eternas.
LAS PELAGIAS
Balsa de caliza entre mar y cielo,
Lampedusa difunde un ambiguo y rarísimo
hechizo. Llana y casi sin vegetación, desconfinadamente solitaria por la ausencia, a su horizonte, de cualquier punto de referencia, tiene
costas bellísimas. Imposible renunciar, visitando Lampedusa, a una excursión a la isla de
los Conejos, minúsculo islote declarado reserva natural, sobre cuyas dunas arenosas pone
sus huevos la tortuga Caretta Caretta. Y además, al santuario de la Virgen de Puerto
Salvo, alrededor del que se cuentan varias
leyendas. Es una localidad de turismo muy
exclusivo, aprovechable de parte de los auténticos apasionados de la naturaleza sin ninguna ambición de mundanidad. Linosa, poco
más de un arrecife volcánico, emergió del
fondo del mar por sucesivas erupciones que,
durante los milenios, se sucedieron, más en
general, en la “línea de fuego” del sistema
geológico italiano. Completamente diferente
de la cercana Lampedusa, estribación de caliza
de la meseta tunisina (tanto que, geológicamente forma parte sin duda, junto con el arrecife de Lampione, del continente africano), es
la punta más elevada de un volcán sumergido
que se hunde hasta 1000 metros. La costa es
muy abrupta y obscura, en el interior fértiles
llanuras se disponen alrededor de tres cráteres
- Monte Rosso, Monte Nero y Monte
Vulcano.
El ambiente natural, tanto terrestre como
marino, se ha quedado más o menos incontaminado y es extremamente sugestivo.
PANTELLERÍA
Situada entre Africa y Sicilia, más cerca
del Continente Negro que de nuestra isla,
Pantellería, isla volcánica, puede considerarse
como un verdadero paraíso naturalístico. Su
forma es circular y culmina, en el centro, con
la Montaña Grande (836 m. sobre el nivel del
mar), desde cuya cima, en los días claros y
secos, se puede admirar ese espectáculo de
incomparable belleza, que es la vista de las
Arriba,
Salina,
la bahía de
Santa Maria.
71
Caracteristicas
construccíones
de Pantelleria.
72
costas africanas y sicilianas en una sola
perspectiva. De origen volcánica, es posible hoy
todavía hallar los vestigios de la antigua actividad, ya sea alrededor del cráter apagado de la
Montaña Grande, en donde se hallan 24 desembocaduras llamadas localmente “Cuddie”,
así como en el interior mismo del cráter, en
donde se halla el pequeño lago llamado
“Specchio di Venere” (espejo de Venus), alimentado por manantiales termales cuya temperatura puede alcanzar los 50 grados, y también
en otros sitios donde tienen lugar otras actividades, como la salida de vapores fumosos, llamados “favare” o “mofete”. Morfológicamente
la zona es interesantísima: playas, estupendas
costas ricas en acantilados, ensenaduras y formaciones rocosas particulares, como el famosísimo arco natural llamado “Elefante coricato”
(elefante acostado); también famosas y encantadoras son las muchísimas grutas que existen en
Pantellería, entre las que, interesantísima, la
“Pertusa di Notaro”, llamada también “Cavità
del freddo” por el aire fresco que sale de sus
hendiduras. No hay que perder las fáciles
excursiones al “Bagno dell’acqua”, a la
Montaña Grande, a la Punta Spadillo, al hermoso pueblo de Gadir, a la Cala di Levante, a la
Balata dei Turchi, a Scauri, al Monte de S.
Elmo y a los Sesi, antiquísimas sepulturas
megalíticas en forma de cúpula.
ISLAS EGATES
Favignana, Levanzo y Marettimo, islas
quizás menos turísticas que las otras que
rodean Sicilia, son justamente por eso más
apreciadas de parte de cuantos no aman el
turismo de masa. Este archipiélago, habitado
ya durante la prehistoria - cuando no se había
separado aún del continente - aunque no fue
nunca teatro de importantes acontecimientos
históricos (a parte una batalla naval que tuvo
lugar
en
el mar que separa Favignana y Lévanzo,
entre Romanos y Cartagineses), ha llamado
siempre la atención de los navegantes del
Mediterráneo, especialmente de los piratas
que hacían escala allí regularmente para aprovisionarse de agua. La primera verdadera aparición de estas islas en la escena de la historia
se remonta al siglo XV, cuando fueron transformadas en “baronía de las almadrabas” y
concedidas a Giovanni de Karissima. Fue gracias a la pesca del atún que las tres islas, y
especialmente Favignana, alcanzaron en pocos
decenios una verdadera prosperidad, de la que
gozaban todos, desde el último de los pescadores hasta los empresarios. De éstos los primeros fueron de Liguria - compraron el archipiélago en el siglo XVII - y después los Florio, la
potente familia de Palermo, cuyo palacio, edificado por el arquitecto Almeyda, se puede
Islas Egates,
el pequeño
aldea de
Marettimo.
73
Islas Egates,
la bahía de
Punta Lunga
en Favignana
74
admirar todavía en Favignana. Gracias a los
Florio la “mattanza”, la elaboración y la conservación del atún recibieron nuevo empuje.
Hasta hoy esta actividad es una voz activa de
la economía de las islas. Favignana, la más
grande de las islas Egates es también la que
posee las mejores estructuras receptivas. El
pequeño pueblo, todo recogido alrededor del
puerto, guarda todavía alguna construcción
de cierto valor, como el palacio de los Florio y
algunas pequeñas iglesias barrocas. Su nombre está indisolublemente ligado a la mattanza. En la isla se halla en efecto la más grande
almadraba del Mediterráneo, que, fundamental para la economía de la isla, está recobrando
importancia. Toda la isla se puede recorrer sin
dificultad con una bicicleta - siendo bastante
llana - y está formada en buena parte por roca
tobosa, usada para las construcciones desde
tiempos inmemorables.
Y así a lo largo de los senderos se abren
profundas canteras, en parte excavadas por los
hombres, en parte causadas por los derrumbes
de la roca friable, rodeadas y cubiertas con
bajos céspedes. Un mar de color turquesa y
limpio con estupendos reflejos lame sus costas
ricas de sinuosidades, pequeñas ensenadas y
grutas.
Levanzo, es conocida sobretodo por la
gruta del Genovés, que guarda decoraciones y
graffitos considerados los más interesantes de
Italia. La mano precisa de un artista desconocido de hace unos 15.000-10.000 años trazó
en las paredes hombres, mujeres, niños, animales y peces, transmitiéndonos todo un
mundo antiguo y desconocido.
No hay que ignorar sin embargo sus bellezas naturales, que no tienen nada que invidiar
a las de sus hermanas.
Marettimo, la más lejana de la costa siciliana, es quizás por esto la más intacta pero
también la más diferente. Montañosa, contrariamente a las otras dos, esconde en las entrañas de sus grutas manantiales de agua dulce y
está cubierta por una increíble vegetación
natural, lujuriosa y en parte formada por
plantas rarísimas y únicas. En el minúsculo
pueblo blanco se puede alojar en las casas de
los pescadores y se puede alquilar una embarcación para circumnavegar la isla, sin duda la
excursión más interesante (lo que vale también para las otras islas), ya que permite descubrir fácilmente las bellezas más inaccesibles
de la costa, entre ellas, sobretodo, las grutas.
Merecen una mención la del Cammello, de
la Bombarda y del Presepe con colores estupendos e inigualables.
USTICA
De los vestigios hallados en esta isla, a 57
Km de Palermo, resulta que sus primeros
habitantes fueron Fenicios o Cartagineses.
Monedas, mosaicos y varios objetos de uso cotidiano atestan además la presencia de los
Romanos, que la llamaron Ustom, “quemado”,
del que deriva su nombre actual.
Desde el siglo VIII y hasta el siglo XVIII fue
dominada por los árabes, con la sola interrupción de la dominación normanda durante la cual
se construyeron el convento de los Benedictinos
y la Iglesia de Santa María. Sólo en 1763, después de repetidas tentativas, el gobierno espanol
logró ocupar y repoblar la isla, que fue fortificada
después por los Borbones.
La nueva población llegaba de las Eólidas, y
es por eso que sus habitantes conservan costumbres y dialecto de esas islas. Las atractivas principales de Ustica son sus estupendos fondos
marinos, protegidos desde algunos años con la
institución de una reserva marina. Llegando a la
isla se atraca habitualmente en la Cala S. María,
que la negra arena volcánica bajo la superficie
del agua le da un color azul turquesa intenso.
Hay varias excursiones interesantes: por
ejemplo, se puede subir a la fortaleza, a 157 m.
de altura en el Capo Falconara, donde se puede
gozar de un estupendo panorama sobre la entera
isla, el mar y la costa siciliana, o circumnavegar
la isla, visitando las numerosas grutas que se
abren a lo largo de la costa. Señalamos entre
otras la Grotta Azzurra, la Grotta della
Pastizza y la Grotta di Blasi.
La “piscina natural” de Ustica.
75
Flora y Fauna
L
as enormes diferencias geológicas y climáticas que se encuentran en Sicilia entre
una zona y otra, aunque lindantes entre sí,
favorecen el desarrollo de una flora muy
variada, que ostenta ejemplares de plantas
típicas de climas “nórdicos” y de climas subtropicales. A lo largo de las costas, y hasta
una altura de casi 300 metros, se encuentran
sobretodo cultivos de agrios, olivos y viñedos.
Casi la totalidad de estas plantas, que hoy
caracterizan el paisaje del campo de la isla,
fue importada por los colonizadores que se
fueron sucediendo en ella: a Griegos y
Fenicios se les debe por ejemplo la vid, el
olivo, el higo y el granado; a los Arabes entre otras cosa - el limón, el almendro. El
naranjo se cultivó sólo a partir del siglo XV,
así como los tomates y los higos chumbos,
importados a Sicilia después del descubrimiento de las Américas. La naranja mandarina, en fin, fue introducida a principios del
siglo XIX. En las laderas de las montañas, y
hasta los 600 metros de altura, crece lujuriante la mancha de vegetación mediterránea,
formada por un conjunto de arbustos: retama,
lavándula, romero, olivo silvestre, palma
enana, lentisco y otros. Además corchos, adelfas, algarrobos, tamariscos.
76
Desaparecidas las grandes forestas que
cubrían totalmente la isla, quedan sólo extensiones forestales en las cumbres de las principales cadenas montañosas, Nebrodi, Madonie,
Peloritani y el Etna.
Acebos, corchos, encinas, pequeños robles,
castaños, aromas constituyen estos bosques,
en los que se ven pocas colonias de pinos y de
abeto sículo casi desaparecido. Otras presencias en la flora local son las adelfas, el plátano
pero también plantas introducidas por el hombre en tiempos más o menos recientes: junto
con los ya mencionados higos chumbos, vid y
árboles fruteros, hallamos agaves, palmas,
ficus beniamino, cedros, moreras y eucaliptos
y todos tipos de flores.
Alteraciones climáticas y del ambiente,
junto con una indistinta acción de destruc-
ción de parte del hombre, han reducido considerablemente la presencia de animales selváticos en la isla.
Completamente desaparecidos los grandes
mamíferos así como la gran parte de los rapaces, permanecen como significativas presencias el gato montés, la marta, el lirón (raros),
el puerco espín, el conejo silvestre, la liebre, la
comadreja.
Entre las aves el abanto, el halcón común,
el cernícalo, el milano y el águila, la perdiz
griega, el cuervo imperial. En Sicilia, además,
hacen etapa algunas aves migratorias como
algunas especies de zancudos, la gaviota rosada, el charrán común, la spatola. Numerosos
los insectos y los invertebrados: entre las serpientes merece una mención la bellísima culebra leopardina.
Gastronomia
L
a gastronomía siciliana, aunque en línea de
principio es bastante homogénea, es muy
variada de una provincia a otra.
La distancia del mar y la disponibilidad de
productos diferentes han determinado esta diferencia, pero la variedad de los platos es también
el efecto de las continuas dominaciones que se
sucedieron en Sicilia, que sufrió en igual medida la influencia de Europa y de Africa.
Entradas - A parte la enorme variedad de
verduras en aceite, en pebre, fritas en buñuelos
que se ofrecen con abundancia, hay también
alguna especialidad: los “arancini” de arroz
(rellenos con carne, guisantes en salsa de tomate o con queso o bechamel y jamón), por ejemplo, las “sarde a beccafico” (sardinas rellenas
con pan rallado, aceite, piñones, uvas pasas),
las “panelle” (harina de garbanzos amasada
con agua y sal, recortada en rectángulos y frita)
y los “cazzilli” (croquetas de patatas) de
Palermo.
Primeros platos - Si en Palermo el plato
rey es la “pasta con le sarde” (pasta con salsa
de sardinas, piñones, pasas e hinojo silvestre) acechado de cerca, sin embargo, por el “sformato de anellini” (pasta en forma de anillitos
cocinada al horno con salsa de tomate, carne
molida, verduras, piñones, uvas pasas) - en
Catania el primer plato es sin duda la “pasta
alla Norma”, que trae su nombre de la obra
maestra de Bellini.
Otro grande siciliano, Pirandello, da su
nombre a los ‘spaghetti’ con tomate y pequeños
dados de “tuma” (queso fresco) de su ciudad
natal, Agrigento.
Siempre en la costa, en Trápani, la influencia árabe le dio vida al “cuscus” - que más que
un primer plato es un plato único. En Mesina,
se puede recatar el “sciusceddu”, una deliciosa
sopa con albóndigas de carne y queso, en el
interior, en fin, en Caltaniseta, los sabrosos
“cavateddi” (pasta corta y gruesa).
Carnes - Desde el célebre “falsomagró” rollo de carne relleno con huevos duros, jamón,
carne molida y “caciocavallo” (queso), cocido
con vino y salsa de tomate - a las salchichas,
desde el conejo al agridulce a la carne de cerdo
variamente embutida - difundida en particular
en la provincia de Ragusa - es una sucesión
continuada de delicias gastronómicas.
Bastante común la carne de cabrito y de
carnero, asada generalmente sobre
parrillas de carbón y sazonada con
todos los aromas que Sicilia ofrece
abundanteme.
Pescado - Aún más rica - posible-
78
mente - la variedad de pescado: “scoppularicchi” (fritura de calamares pequeños y de sepietas) en Siracusa, “stummi abbuttunati”
(escombros rellenos) en Catania, “stoccu ‘a
missinisi” (bacalao con verduras) en Mesina.
Y además pez espada, atún - que aún hoy
se pesca en Trápani en las almadrabas con la
antigua “mattanza” - langostas y mariscos,
capitones y meros, a veces asados servidos con
un sabroso “salmoriglio” - una salsa de aceite
de oliva, limón, sal, pimienta, perejil y - a veces
- ajo.
Guarniciones - Sólo la fantasíá puede
poner un límite a las elaboraciones de las verduras: habas, alcachofas, hongos, aceitunas,
tomates, cebollas, berenjenas, coliflor se sazonan con los más variados aromas, cocidas al
vapor, asadas, fritas a formar buñuelos o crudas, para formar solas o acompañadas - deliciosas guarniciones y ensaladas: “alivi cunzati”
(aceitunas aderezadas con ají y encurtidos),
“milinciani ‘a parmigiana” (berenjenas fritas y luego pasadas al horno con salsa de tomate y queso parmigiano), “civu” (corazón) de
alcachofas embutidas de perejil y anchoas
(Agrigento).
Dulces - Los dulces merecen desde siempre
una plaza de honor en la cocina siciliana: miel
y almendras son desde siempre los ingredientes
principales, junto a la suave riquísima crema
de requesón, elemento base de la
“cassata”, típica torta de Palermo, y de los
“cannoli”.
En Mesina la echa de dueño la excelente
“pignolata”, en Siracusa hay que probar el
“biancomangiare” de almendras y la
“cuccía” (granos de trigo hervidos y sazonados que se prepara el 13 de diciembre para la
fiesta de Santa Lucía); en Catania las “olivette
de S. Agata”.
Una mención aparte merecen los helados
y sobretodo las granizadas que se toman,
en verano, por la mañana, con un poco de nata
y un bollo caliente.
Hay una multitud de sabores .
De todo un poco - En fin, hay que mencionar por lo menos los excelentes quesos
(requesón, tuma, caciocavallo, primosale), las
pizzas (especialmente el “sfinciuni”, pizza
delicada sazonada con tomate y cebollas), las
“schiacciate” que, sobretodo en el ragusano,
están ricamente sazonadas, y los vinos.
De éstos recordamos los blancos de
Alcamo, el Cerasuolo de Vittoria, el Marsala, el
Moscato, la Malvasia, los vinos del Etna y el
amargo de Caltanissetta.
Noticias de Interés
Compras - La artesanía siciliana
es muy variada, y cada zona conserva sus peculiaridades. Lo que
resulta particularmente evidente
observando los varios tipos de
cerámicas que se pueden hallar en
la isla. En Sicilia hay grandes
canteras de arcilla de las que se
saca fácilmente la materia primera, y algunos centros, como Santo
Stefano di Camastra y
Caltagirone, fundan su economía
casi exclusivamente en la producción de cerámicas. Cadauna de
ellas tiene una antigua tradición
por lo que concierne las formas y
las decoraciones, pero junto a ésta
se van desarrollando nuevas tendencias decorativas. Además de
vasijas, platos, tazas de cualquier
tipo, forma y medida, se pueden
comprar apliques, candeleros,
azulejos y, sólo en algunas fábricas, deliciosas figuras para el
nacimiento.
Típicamente siciliana es la “coffa”, cesta entrelazada y decorada
disponible en una variedad de medidas. En Erice se compran deliciosas alfombras polícromas tejidas a mano. Además, por doquiera se pueden comprar bordados
para la realización de manteles,
mantas, sábanas, toallas y servilletas. En fin, clásico souvenir el
“carrettino” siciliano y el “pupo”
del teatro tradicional, disponibles
ambos en todas las tallas.
Horarios de Bancos - Los bancos abren de 8.15 a 13.20 y de
14.45 a 16 todos los días exceptuado los sábados y los días festivos.
Horarios de compras - Los establecimientos comerciales generalmente quedan abiertos de 9 a 13 y
de 16 a 19.30 con pequeñas variaciones. Todos los establecimientos,
adémas del descanso semanal el
domingo, guardan media jornada
de cierre infrasemanal, variable
segùn las categorías.
Horario de oficinas de correos
Las oficinas de correos están
abiertas de 8.30 a 13.15. Los
sábados y el ùltimo día del mes de
8.30 a 11.20. Cierre el domingo.
Efectuan horario posmeridiano
las sigueintes oficinas:
Palermo: corso Pisani 246; plaza
Verdi 7; vía Danimarca 54; vía
Roma (Palacio de Correos); plaza
Unitá d’Italia; vía Alcide de
Gasperi.
Mesina: vía Garibaldi 190; vía
XXVII luglio 5; plaza Antonello.
Catania: avenida Africa; corso
Italia 33/35, avenida Rapisardi
82.
Divisa - La divisa italiana es el
euro (€).
Propinas - La propinas es siempre
bien acepta, pero no es obligatoria.
Varía según el servicio prestado.
Llamadas internacionales - Se
puede llamar al extranjero de
cualquier puesto de teléfono
público o privado marcando el
indicativo del país precedido por
00 (Ej.: para llamar Monaco, en
Alemania, hay que marcar 00
seguido de 49 -prefijo internacional- de 89 -prefijo de la ciudad- y
del número del abonado). En este
caso la llamada se le adeuda al
mitente. Se pueden hacer llamadas a cobro revertido o con tarjetas de crédito teléfonicas llamando al operador de su país marcando un número especial (para
informaciones se puede llamar el
176 Information Service todos los
días de 8 a 23). Los puestos de
teléfono públicos en Italia aceptan
monedas de 10, 20 y 50 cent y
especiales tarjetas telefónicas del
valor de 1, 2,50, 5 y 7,50 €.
Para los transportes regionales consultar el sitio:
www.regione.sicilia.it/turismo/tr
asporti
Para el servicio de transporte
urbano, consultar los sitios de
los Ayuntamientos
Para los museos y los sitios
arqueológicos, consultar el
sitio:
www.regione.sicilia.it/beniculturali
79
Realización editorial: © KREA srl - Palermo
Textos de: M. C. Castellucci, F. Alaimo,
D. Polizzi Piazza
Fotos de: Archivio Krea, Archivio Regione
Siciliana e LIPU (Gela)
Impresión: E. Massara
Grabados: MediaCenter&Management
Imprenta: octubre 2008
Oficina de información por el publico
Region Siciliana
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las Comunicaciones y los Transportes
via Notarbartolo, 9 - 90142 Palermo
tel. +39 (0) 91 7078230/258/276
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Copia gratuita - Assessorato Turismo,
Trasporti e Comunicazioni
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Vulcano
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Selinunte
Campobello
di Mazara
Castelvetrano
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Isola di
Pantelleria
Mazara
del Vallo
Marsala
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Panarea
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Lipari
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Stromboli
Porto
Empedocle
Eraclea
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San Calogero
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Sambuca
di Sicilia
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San Cataldo
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Sant’Angelo
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Bagni
Ficuzza
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Albanesi
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Scopello
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Ustica
Isola di
Levanzo
Isola di
Marettimo
Gobierno y población
Sicilia, con las islas que la rodean, es una
Región Autónoma, con capital Palermo, desde
1946, y tiene un parlamento propio desde 1947.
Cuenta con una población de casi 5.000.000 de
habitantes, con una densidad de 190 habitantes
por Km2.
Gaggi
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Calatabiano
Francavilla
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Motta
Camastra
Novara
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compuestas de lava, toba y sobretodo caliza,
profundamente cortadas por sugestivas angosturas que han formado las aguas que allí escurren. El centro de Sicilia, en fin, es colinar. Se
trata de la llamada meseta sulfurosa, de altitud
variable entre los 500 y los 700 metros (con la
excepción de la sumidad, alta casi 1000 metros,
en la que surge Enna).
El clima
Es sin duda mediterráneo, con veranos
calurosos, inviernos breves y suaves. Las horas
de sol son mediamente 2.500, contra las 2.000
de la Italia peninsular.
La máxima temperatura se registra en julio
y en agosto mediamente 26 C - la mínima entre
diciembre y febrero - mediamente 10-14 C.
La temperatura del agua varía entre los 16
C aproximadamente registrados en invierno y
los 27 C del verano. Para un viaje a Sicilia que
no tenga exclusivamente finalidades “balnearias” se aconsejan los meses de medio tiempo:
de la mitad de abril hasta la mitad de junio y
septiembre-octubre.
Giardini Naxos
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Geografía y geología
Situada en el centro del Mediterráneo,
Sicilia es la isla más grande de esta cuenca
(25.460 Km2).
Alrededor de ella se halla una serie de islas
menores: al norte las islas Eólidas y Ustica, al
oeste las islas Egates, al sur las islas Pelagias y
Pantellería (por un total de 25.708 Km2).
Su litoral, prevalentemente rocoso al norte,
arenoso al sur, es largo casi 1000 Km.
Un gran movimiento caracteriza el paisaje
siciliano: en efecto la isla es montañosa y colinar, con una sola extensión de llanura cerca de
Catania. El macizo más importante es el del
Etna (cuyo comprensorio está protegido enteramente por la institución de un grande parque
natural), en la zona oriental de Sicilia.
El volcán, alto 3.300 m. aproximadamente,
es activo y es el más grande de Europa.
A lo largo de la costa del norte se extienden,
de oriente a occidente, una parte de la cordillera de los Peloritani, de los Nebrodi y de
los Madonie cuyas cimas se levantan hasta
2.000 m. A los Madonie se substituyen, al oeste
apenas del río Torto, unas formaciones irregulares calcáreas, aisladas o en grupos, que dominan suaves colinas redondas.
Al Este, entre Mesina y el Etna, continúa
la cordillera de los Peloritani, del todo semejante a las montañas de Calabria.
Más al sur, siempre en la parte oriental de
la isla, es toda una secuencia de altas mesetas
Pen. d. Maddalena
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La Isla
infinita
¿Cuántas personas no han soñado cuanto menos con conocerla? pocas o
ninguna; tan universal es la fama de su belleza, tanto el recuerdo de ella
se junta con la historia de las más grandes civilizaciones”. Así se lee en el
prólogo del amplio volumen que el Touring Club Italiano dedicó a Sicilia en
1933.
Observando las viejas fotos, no podemos evitar fijarnos como los últimos 60
años han dejado su huella: han obscurecido las fachadas de antiguos monumentos, han llenado las plazas y las calles de coches, han borrado chales
negros y viejas costumbres, han cambiado el aspecto de los campos.
Sin embargo, aunque su celebridad se ha ofuscado, aunque son lejanos los
tiempos en que Palermo era una meta codiciada por ricos y poderosos, impacientes de encontrar la alta sociedad del lugar, fruto de centenarias noblezas, aún hoy merece la pena conocerla, esta Sicilia de mil caras, pobre y rica
al mismo tiempo, cerrada y recelosa en su noble decadencia y sin embargo
toda tendida hacia la colocación en un mundo y en un tiempo modernos,
“nación más que región y además una nación plural, tantas son las identidades diformes” (Bufalino).
“Una isla no bastante isla” (Borgese) o quizás “demasiado isla”, mitológica y concreta, encupida y solar, magnifíca y terrible.
Ragusa
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