Messina I. di Capo Passero E I G Isola di Vulcano ) I R P A I Isola di Salina L O ( I E L S O L E Isola di Filicudi O E Sciacca Menfi Isola di Alicudi I T R A PA N I Selinunte Campobello di Mazara Castelvetrano A29 Isola di Pantelleria Mazara del Vallo Marsala Isola di Lampione M ESSINA Isola di Panarea Isola di Lipari Isola di Stromboli Porto Empedocle Eraclea Minoa San Calogero Caltabellotta N O M Sambuca di Sicilia S. Margherita di Belìce Partanna Santa Ninfa Gibellina A29 Salemi A29 A29 BIRGI Mozia Isola di Lampedusa A L E P E L I S O Canicattì Agrigento Aragona Ribera Burgio I Chiusa Sclafani T Bisacquino Contessa Entellina Corleone San Cipirello Calatafimi Segesta A GRIGENTO Scoglitti Isola di Linosa Gela Licata Serradifalco San Cataldo Milena Sant’Angelo Muxaro Cattolica Eraclea Siculiana N S I C Palazzo Adriano A Prizzi Raffadali I S. Stefano Qusquina Lercara Friddi Cammarata Campofranco Sutera Bompensiere Marianapoli Caltanissetta S. Caterina Villarmosa A19 Sclafani Bagni Ficuzza Piana degli Albanesi Alcamo S. Giuseppe Jato A29 I.le dello Stagnone Porto Palo Pozzallo Ispica Scicli Marina di Ragusa S. Croce Camerina COMISO VITTORIA Niscemi Caltagirone Pietraperzia A19 Mòdica Palazzolo Acreide B I Vizzini I T N O M Mineo DI Morgantina Piazza Armerina Pergusa Enna Aidone A19 Calascibetta Leonforte Petralia Soprana Gangi Geraci Siculo Sottana Caltavuturo Polizzi Generosa E N I D O M A Caccamo Ciminna Cefalà Diana Pachino Noto Sortino I Ferla E L Militello Val di Catania C ATA N I A A19 PIANA Paternò Agira NICOSIA Mistretta S. Mauro Castelverde Castelbuono Collesano A19 A20 A20 Monreale Partinico A29 Scopello Castellammare del Golfo Custonaci Erice Bonagia Trapani I. di Vendicari Avola Floridia Priolo Gargallo Lentini Melilli Catania AEROPORTO FONTANAROSSA Aci Catena I.le Ciclopi Acireale Nicolosi Belpasso S. Maria di Licodia Adrano Biancavilla San Gregorio A18 Trecastagni Zafferana Etnea S.Alfio Santa Venerina MONTE ETNA Bronte Maletto D O R B E N A20 S.Stefano di Camastra Pollina Tusa Gratteri Isnello Cefalù . Im ini rm Te Bagheria Sa Terrasini Zingaro G E E L O S I I. delle Correnti Siracusa Augusta Taormina A18 Castiglione di Sic. Mojo Alcantara RANDAZZO Montalbano Elicona I S.Agata di Militello ia Palermo nta Flav A29 Carini I. delle Femmine T R A PA N I Isola di Favignana I D A S. Vito Lo Capo AEROPORTO FALCONE-BORSELLINO P ALERMO Isola di Ustica Isola di Levanzo Isola di Marettimo Gobierno y población Sicilia, con las islas que la rodean, es una Región Autónoma, con capital Palermo, desde 1946, y tiene un parlamento propio desde 1947. Cuenta con una población de casi 5.000.000 de habitantes, con una densidad de 190 habitantes por Km2. Gaggi Linuaglossa Calatabiano Francavilla di Sic. Motta Camastra Novara di Sic. M O N T I A20 Capo d’Orlando compuestas de lava, toba y sobretodo caliza, profundamente cortadas por sugestivas angosturas que han formado las aguas que allí escurren. El centro de Sicilia, en fin, es colinar. Se trata de la llamada meseta sulfurosa, de altitud variable entre los 500 y los 700 metros (con la excepción de la sumidad, alta casi 1000 metros, en la que surge Enna). El clima Es sin duda mediterráneo, con veranos calurosos, inviernos breves y suaves. Las horas de sol son mediamente 2.500, contra las 2.000 de la Italia peninsular. La máxima temperatura se registra en julio y en agosto mediamente 26 C - la mínima entre diciembre y febrero - mediamente 10-14 C. La temperatura del agua varía entre los 16 C aproximadamente registrados en invierno y los 27 C del verano. Para un viaje a Sicilia que no tenga exclusivamente finalidades “balnearias” se aconsejan los meses de medio tiempo: de la mitad de abril hasta la mitad de junio y septiembre-octubre. Giardini Naxos A18 P E L O R IT Ma rin ad iP att i Geografía y geología Situada en el centro del Mediterráneo, Sicilia es la isla más grande de esta cuenca (25.460 Km2). Alrededor de ella se halla una serie de islas menores: al norte las islas Eólidas y Ustica, al oeste las islas Egates, al sur las islas Pelagias y Pantellería (por un total de 25.708 Km2). Su litoral, prevalentemente rocoso al norte, arenoso al sur, es largo casi 1000 Km. Un gran movimiento caracteriza el paisaje siciliano: en efecto la isla es montañosa y colinar, con una sola extensión de llanura cerca de Catania. El macizo más importante es el del Etna (cuyo comprensorio está protegido enteramente por la institución de un grande parque natural), en la zona oriental de Sicilia. El volcán, alto 3.300 m. aproximadamente, es activo y es el más grande de Europa. A lo largo de la costa del norte se extienden, de oriente a occidente, una parte de la cordillera de los Peloritani, de los Nebrodi y de los Madonie cuyas cimas se levantan hasta 2.000 m. A los Madonie se substituyen, al oeste apenas del río Torto, unas formaciones irregulares calcáreas, aisladas o en grupos, que dominan suaves colinas redondas. Al Este, entre Mesina y el Etna, continúa la cordillera de los Peloritani, del todo semejante a las montañas de Calabria. Más al sur, siempre en la parte oriental de la isla, es toda una secuencia de altas mesetas Pen. d. Maddalena A18 I N A A20 Milazzo e V. Term Tin da ri La Isla infinita ¿Cuántas personas no han soñado cuanto menos con conocerla? pocas o ninguna; tan universal es la fama de su belleza, tanto el recuerdo de ella se junta con la historia de las más grandes civilizaciones”. Así se lee en el prólogo del amplio volumen que el Touring Club Italiano dedicó a Sicilia en 1933. Observando las viejas fotos, no podemos evitar fijarnos como los últimos 60 años han dejado su huella: han obscurecido las fachadas de antiguos monumentos, han llenado las plazas y las calles de coches, han borrado chales negros y viejas costumbres, han cambiado el aspecto de los campos. Sin embargo, aunque su celebridad se ha ofuscado, aunque son lejanos los tiempos en que Palermo era una meta codiciada por ricos y poderosos, impacientes de encontrar la alta sociedad del lugar, fruto de centenarias noblezas, aún hoy merece la pena conocerla, esta Sicilia de mil caras, pobre y rica al mismo tiempo, cerrada y recelosa en su noble decadencia y sin embargo toda tendida hacia la colocación en un mundo y en un tiempo modernos, “nación más que región y además una nación plural, tantas son las identidades diformes” (Bufalino). “Una isla no bastante isla” (Borgese) o quizás “demasiado isla”, mitológica y concreta, encupida y solar, magnifíca y terrible. Ragusa “ Historia cronológica de Sicilia Prehistoria 35.000-5.000 a.J.C. - Paleolítico superior. Los Sicilianos vivían de la caza y de la recolección de frutos silvestres. Grafitos en las cuevas de Monte Pellegrino y Lévanzo atestiguan este período. 1.900-1.800 a.J.C. (aprox.) - Grupos de poblaciones indoeuropeas se asentaron en Sicilia, se fundieron con los indígenas y dieron vida a la época del Bronce. Restos de Castelluccio, Naro, Filicudi, Siracusa, Pantálica. 1.400 a.J.C. - Se encuentran huellas de la cultura egeo-cretense. Llegan a Sicilia los Elimos, fundadores de Erice y Segesta, y los Sículos. Estos últimos introdujeron en Sicilia el uso del caballo, del cobre, difundieron la agricultura y el culto a los muertos. 1.200-1.000 a.J.C. - Comienza la Edad del Hierro. Restos de Barcelona Pozzo di Gotto, Monte Finocchitto (Noto), Sant’Angelo Muxaro. Entre los siglos XI y X se asentaron en Sicilia los Fenicios que fundaron Solunto, Mozia, Palermo. Los Griegos - 753 a.J.C. - Cuando los colonizadores griegos fundaron Naxos, Sicilia entró en la historia del Mediterráneo griego. Durante los años siguientes florecieron muchísimas colonias: Siracusa (734), Catania (729), Gela (689), Selinunte (650), Agrigento (582). Las colonias se desarrollaron hasta transformarse en verdaderas ciudades, ricas y ornadas con monumentos. 485 a.J.C. - Gelone, tirano de Gela, conquistó Siracusa que se transformará en los años siguientes en una de las principales ciudades del Mediterráneo. 405-367 a.J.C. - Dionisio I el Viejo, llegó al máximo de su poder en Siracusa, haciéndose elegir tirano de la ciudad. Junto al rey de Persia es el más grande príncipe de su tiempo, por el esplendor de su corte y por la potencia de su ejército, capaz de dominar a los Cartagineses que se disputaban por el dominio de Sicilia. 316-289 a.J.C. - Agatocles tirano de Siracusa. Es el primer soberano después de la muerte de Dionisio capaz de rivalizar con la potencia de su tan ilustre predecesor, resistiendo a los Cartagineses y devolviendo Siracusa a sus antiguos esplendores. Después de su muerte, Siracusa vuelve a encontrarse bajo el poder de gobernantes sin autoridad hasta la subida al Arriba y a la lado, las piezas en museo arqueólogico de Agrigento. 1 Grafitos paleolíticos en la cueva del Genovés en Lévanzo, en el archipiélago de las Egates. (ph. Zinna de “Egadi”, ed. L’ulivo saraceno). 2 trono de Ierone II (276 a.J.C.), rey bueno pero de valía que se alió con Roma, recién nacida potencia itálica. Testimonios artísticos de la época griega en Sicilia se hallan en Siracusa, Agrigento, Selinunte, Segesta, Gela. Los Romanos - 264 a.J.C. - Los Mamertinos, pueblo itálico que había ocupado Mesina, sintiéndose amenazados por los Cartagineses, llamaron en su ayuda a los Romanos, quienes, apoyados en Sicilia por Ierone II, desataron contra Cartago la Primera Guerra Púnica. Cuando ésta acabó, toda Sicilia - excepto la aliada Siracusa - se convirtió en provincia romana (241 a.J.C.). 219-212 a.J.C. - Segunda Guerra Púnica. Los Romanos conquistaron y sometieron también Siracusa. La historia de Sicilia bajo la dominación romana no cuenta con muchos eventos, excepto las rebeliones de los esclavos (135 y 101 a.J.C.). Es una provincia tranquila, apreciada sobretodo por su producción agrícola. Restos y testimonios artísticos en Términi Imerese, Tíndari, Taormina, Catania, Siracusa, Piazza Armerina y otros. Los Bárbaros - 440 d.J.C. - Genserico, rey de los Vándalos, desembarcó en Lilibeo (hoy Marsala) y saqueó Sicilia. Después de una serie de incursiones ocasionales en los años sucesivos, en el 468 se originó una verdadera y propia dominación que duró hasta el 476. Con la caída del Imperio Romano de Occidente Sicilia fue otorgada a Odoacre que a su vez pasará el poder a los visigodos de Teodorico. Los Bizantinos - 535 - Guerra griego-gótica. Estalló por voluntad de Justiniano, emperador de Oriente, que quería recomponer la unidad del Imperio. Envió a Sicilia al general Belisario que rápidamente conquistó la isla y la entregó al emperador. Sicilia permaneció en la esfera oriental durante casi tres siglos y de ella absorbió muchos aspectos sociales y culturales. Testimonios artísticos en Randazzo, Castelbuono, Pantálica. Los Arabes - 827 - Los Arabes desembarcaron en Mazara, dando origen a la campaña de conquista de la isla que se completará en un arco de 100 años y que marcará una profunda transformación para la vida social y cultural de Sicilia que se encontrará sumida en el mundo musulmán después de siglos de cristianismo. La capital siciliana es Palermo, espléndida metrópolis de marca islámica. Testimonios artísticos en Palermo, Favara, Cefalá Diana. Los Normandos - 1060 - Mandados por Roberto Guiscard y por Roger de Altavilla, los Normandos comenzaron con la bendición del Papa la reconquista de Sicila a la cristianidad. Su impresa culminó apenas 31 años más tarde. Los descendientes de Roger de Altavilla serán reyes de Sicilia hasta 1194 y dejarán el recuerdo de un reino prosperoso y pacífico, crisol de los pueblos más diversos aunque pertectamente integrados entre sí. Será sobretodo Roger II, hijo del anterior, quien le dará empuje vital a ese reino con una sabia acción administrativa que concernía a todas las etnías. La capital es aún Palermo, estupenda ciudad adornada con palacios y jardines. Testimonios artísticos en Palermo, Monreale, Cefalú, Mesina, Piazza Armerina, Cáccamo, Troína, Calascibetta, Favara. Los Suabios - 1194 - Con la coronación de Enrique VI de Hohenstaufen como rey de Sicilia, el trono pasó a la familia alemana de los Suabios. Al morir éste, heredará el título su hijo Federico II (coronado en 1208), uno de los más grandes monarcas de la Edad Media. En su corte palermitana florecieron las artes, las ciencias y la literatura, tanto que la primera escuela poética italiana saldrá a luz justo entre las paredes del Palacio de los Normandos. Testimonios artísticos en Siracusa, Catania, Salemi, Agrigento. Los Angevinos - 1270 - La muerte de Federico II desató cruentas luchas para la sucesión. El Papa, desde mucho tiempo en lucha con los Suabios, coronó arbitrariamente rey a Carlos de Anjou y con el ejército de éste, intervenido para ejercer sus derechos, se enfrentaron los herederos directos de Federico: su hijo ilegítimo Manfredo y su nieto Conradino. Al resultar vencedor sobre ambos, Carlos de Anjou tomó posesión del trono y, trasladada la capital a Nápoles, dio origen a un gobierno de opresión, mal tolerado por los Sicilianos. Testimonios artísticos en Sperlinga. Los Aragoneses - 1282 - Revolución de las Vísperas. Estallada en Palermo, esta rebelión llevó a la definitiva expulsión de los Franceses de Sicilia. El trono de la isla pasó a Pedro de Aragona, hierno de Manfredo. Testimonios en Palermo, Mesina, Caltaniseta, Trápani, Agrigento, Taormina, Mussomeli, Aragona, Augusta. Los Españoles - 1409 - Con la extinción del ramo siciliano de los Aragoneses, las relaciones directas de la isla con la corona española se estrecharon aún más. El matrimonio de Fernando de Aragona con Isabel de Castilla puso los cimientos del naciente estado español al que pertenecía también Sicilia. La isla fue gobernada por Virreyes y se quedó unida a la Corona española durante casi 300 años. Testimonios artísticos en Taormina, Palermo, Siracusa, Enna, Nicolosi, Islas Egates. Los Saboya y los Austrias - 1713 - Como sancionado en la paz de Utrecht, Sicilia pasó a Vitorio Amadeo de Saboya. La familia piamontesa mantuvo su señorío en la isla cinco años apenas. En 1718, en efecto, los Españoles emprendieron una campaña de reconquista, pero fueron bloqueados por los Austríacos. Según el tratado de la Aja (1720) Carlos VI de Austria fue el nuevo rey de Sicilia. Los Borbones - 1734 - Con la batalla de Bitonto, entre el ejército borbónico y el austríaco, Sicilia volvió a entrar en la órbita española. Carlos I de Borbon, hijo del rey de España, fue coronado rey de Sicilia en 1735. Los Borbones gobernaron la isla durante 125 años. Testimonios artísticos en Palermo, Noto, Avola, Ragusa, Módica, Catania, Siracusa y Trápani. El Reino de Italia - 1860 - Tras la empresa de Garibaldi, Sicilia fue unida al reino de Italia. Desde entonces la isla siguió las fortunas del recién nacido reino. La Autonomia - 1946 - Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Sicilia se convirtió en Región Autónoma en el ámbito de la nueva República Italiana. Desde 1947 se reúne su Parlamento. La iglesia normanda de San Giovanni dei Lebbrosi en Palermo. 3 Palermo N 4 unca como en Sicilia tanta gente se ha asentado, se ha cruzado, se ha amado, ha luchado o a duras se ha tolerado: ojos tan claros que parecen transparentes que se asoman bajo cabelleras negras, palabras de origen árabe que se entrelazan con términos franceses, nítidas geometrías helénicas que forman pareja con rizos barrocos y voluptuosas curvas liberty son el resultado de todo esto, y Palermo, la capital, es el fruto más maduro de tan compuesto pasado. Un pasado que para Palermo significa esbeltas columnatas púnicas, rojas cúpulas islámicas, jardines y cursos de agua, orgullosos palacios nobiliares e iglesias monumentales, virreyes y santos. Fue fundada a orillas del mar hace casi 3.000 años por los Fenicios, quienes parece que le dieron el nombre de Ziz, flor. Seguramente era muy bonita, aunque de esa ciudad hoy no nos queda nada, sino los restos de su primer implante urbanístico, imitado durante siglos: una larga vía que del mar lleva hasta la baja colina donde entonces - como hoy - se levantaba el palacio del gobierno. Fue base de los Cartagineses, luego, después de su derrota por los Romanos, fue conquistada por éstos. De la época romana no queda casi ninguna huella, aunque era un próspero municipio. En efecto la ciudad se hallaba en una posición bastante marginal respecto al corazón del Imperio y lo fue aún más respecto a Costantinopla, cuando Sicilia entró a formar parte de las posesiones del Imperio Romano de Oriente. En el 831, después de un sitio que duró casi un año, Palermo cayó bajo la dominación árabe. Este fue el comienzo de una nueva vida para la ciudad que al cabo de pocos años se transformó en una estupenda metrópolis, comparada por su magnificencia con Córdoba o con el Cairo. Palacios y mezquitas surgían entre los maravillosos jardines de la “Medina de Occidente”, el perfil se caracterizaba por sus numerosos, esbeltos almenares. La ciudad que se llamó Balarm, era la capital del emirado siciliano y se dice que contaba 300.000 habitantes. En 1061 el ejército al mando del conde Roger y de Roberto Guiscard emprendió la campaña para la conquista de Sicilia. Once años más tarde entraban en Palermo. Pero la llegada de los nuevos dominadores no significó una decadencia de la ciudad islámica, al contrario. Los Normandos, en efecto, si por una parte derribaron las mezquitas, por otra se valieron de arquitectos árabes para la construcción de sus elegantes residencias palermitanas; y si se pusieron sólidamente al mando de la isla, dejaron sin embargo en mano de funcionarios islámicos la administración del reino. Bajo Roger II, Palermo - capital del recién nacido reino normando, alcanzó un inmenso esplendor. Era centro de relaciones comerciales entre Oriente y Occidente y de todas partes llegaban nobles, comerciantes, aventureros, seducidos por el espejismo de la rica ciudad y de su magnífica corte. Se edificaron palacios e iglesias de estilo árabo-normando que aún hoy constituyen una de las principales atractivas de Palermo. Esta grandeza continuo con Federico II de Suabia, que transformó su corte en el mayor centro de la vida cultural de la época, trayendo allí a hombres de ciencia y literatos de todas partes, tanto que la poesía vulgar italiana nació entre las viejas paredes del Palacio de los Normandos. Nunca más, en los siglos siguientes, se alcanzó una semejante magnificencia, aunque, durante la dominación española, la ciudad se enriqueció con extraordinarios monumentos barrocos. La ciudad vivió un momento del pasado fulgor a principios del siglo XX, cuando Palermo tuvo su “belle époque” gracias a la aserción de jóvenes familias de empresarios que dieron a la ciudad una ráfaga de modernidad, elevando, además del nivel económico, también el nivel cultural y artístico. Desde 1946, Palermo es la capital de la Región Autónoma. Es una ciudad moderna y activa, con casi 730.000 habitantes, riquísima en monumentos de todas las épocas. Para una atenta visita de la ciudad y de sus alrededores se necesitan 4 días. Testimonios artísticos Del período anterior a la dominación normanda hay poquísimos testimonios artísticos e igualmente raros son los restos hallados durante las excavaciones hechas en el tiempo (por cierto de manera bastante esporádica). Sólo algunos restos de murallas bajo la Capilla de San Cataldo nos recuedan la ciudad púnica, mientras que atestiguan la presencia romana los restos de una residencia patricia en la Villa Bonanno. Excavaciones efectuadas en el área llamada “Castello San Pietro” (Castillo de San Pedro) han devuelto a la luz algunas sepulturas y restos de instalación urbana, pero los estudios no han acabado aún. Del período árabe el testimonio más visible que se ha quedado intacto a lo largo de los siglos, es el idioma. El dialecto siciliano en efecto resulta ser muy rico de influencias árabes y, de la misma manera, en la ciudad hay muchísimos topónimos que se remontan claramente a una matriz islámica (en Palermo, Cássaro, Kalsa, Kemonia, etc.). Los mercados palermitanos tienen también una huella islámica y ésta es evidente además en casi todos los monumentos de la época normanda, edificados por maestros árabes. Palacio de los Normandos - Es probable que tanto Fenicios como Romanos hayan edificado, sobre la pequeña colina donde está hoy el palacio, una ciudadela fortificada para dominar el entero perímetro de la ciudad. Pero de estas primeras construcciones no ha quedado nada. Los Arabes, después de haber construido a su vez un castillo, lo abandonaron, porque el emir prefirió trasladarse con todos sus funcionarios y tropas al barrio marítimo llamado Al-Halisah. Así debemos a los Normandos la restauración y la modificación del edificio en una suntuosa morada real. Su núcleo estaba constituido por una amplísima sala real, llamada también sala verde, en donde el rey daba asambleas y banquetes. Las habitaciones privadas, los servicios y los aposentos de la servidumbre estaban colocados en alas diferentes, coligados con terrazas, galerías y jardines ricos en vegetación y fuentes con agua, que revelaban ya el gusto árabe de los soberanos que aquí como en otras partes utilizaron maestros islámicos. Desde el punto de vista del estilo la demora representa una de las cumbres del arte de palacios fatimitas de Occidente, ya sea por las propiedades arquitectónicas como por las decoraciones que los artistas profundieron en los interiores. Después de 1250, a la muerte de Federico II, comenzó la decadencia de la demora, que continuó durante casi tres siglos, hasta cuando los virreyes españoles la eligieron como su residencia. Pero ellos, si por un lado salvaron la demora del completo abandono, por otro la modificaron según sus propios gustos. De las piezas originales normandas muy pocas han mantenido su aspecto primitivo. Entre ellas se ocultan dos auténticas joyas: la sala del Rey Roger y la Capilla Palatina. La sala del Rey Roger era en origen una habitación de dormir. Se trata de una habitación mirador con vista sobre el golfo de Palermo. Las paredes están decoradas elegantemente con mosaicos con escenas de caza animadas con figuras y plantas estilizadas. Se trata de una rara atestación del arte secular de los mosaicos de la época, que ahondaba sus raíces en el Oriente persa y en el norte de Africa. La pieza que ya por sí misma merece una visita a Palermo es la Capilla Palatina. Iniciada en 1130, año de la coronación de Roger II como primer rey de Sicilia, fue completada en el arco de 13 años y consagrada pues, como atesta una inscripción en la cúpula, en 1143. En esta iglesia, que Maupassant definió “la más bella joya religiosa soñada por una mente humana”, se realiza, traducida en términos visivos, la fusión de los múltiples y diversos caracteres que formaban Sicilia: el europeo, el siciliano, el bizantino y el árabe. Palermo A la izquierda, Porta Felice. 5 Palermo. La Catedral. 6 La capilla tiene la forma de una basílica occidental de tres naves, divididas por columnas de granito con ricos capiteles corintios dorados; siempre de impronta occidental, aunque influenciados por el gusto meridional, los pisos decorados y las taraceas de los escalones, de la balaustra y de la parte inferior de las paredes, así como, en fin, el gigantesco ambón, con incrustaciones de oro, malaquita y pórfido y el candelabro pascual, un verdadero bestiario de mármol, donado por el arzobispo Ugo de Palermo para la coronación de Guillermo, hijo de Roger II. Los mosaicos son los mejores productos del arte bizantina, sin igual en ninguna de las iglesias de Costantinopla. Destacan entre otros el Cristo Pantocrátor de la cúpula, los Angeles que lo rodean y los Evangelistas sumidos en sus estudios, que son los mosaicos más antiguos. La tradición islámica está representada en fin por el techo de madera en “muqarnas” (estalactitas), la más impensable cubierta para una iglesia cristiana. En efecto se trata del clásico techo que podemos encontrar en las mezquitas más grandes y elegantes, pero nunca en una iglesia. Complicadas decoraciones adornan las estalactitas y, caso más único que raro en la historia del arte islámico, se trata de decoraciones que comprenden figuras humanas. Los artistas árabes en efecto, en la atmósfera tolerante de la Palermo normanda, quisieron aventurarse en este tipo de figuraciones y así, con la ayuda de unos prismáticos es posible distinguir hoy realísticas escenas de vida cotidiana, dignatarios y doncellas atareadas. San Juan de los Eremitas - Fue fundada por voluntad de Roger en 1142, y durante los años de mayor fulgor de la dominación normanda el monasterio adjunto fue el más rico y priviligiado entre todos los de Sicilia. La iglesia, hoy secularizada, es muy pequeña y, a pesar de los restos de azulejos, mosaicos y frescos y el techo en estalactitas de la mezquita sobre la que fue edificada, no tiene elementos de particular interés para un profano. Lo que encanta es sobretodo el externo del edificio. Llaman la atención ante todo su cinco cúpulas rojas, elemento típico de varios edificios árabo-normandos. Y luego el jardín: la construcción está immersa en el verde y en los colores de los árboles de agrios, ágaves, bouganvillas, rosas, granados y altas matas floridas. Las pujantes plantas trepan por las paredes, asechan las blancas columnas del pequeño claustro, aturden con su perfume. Es uno de los monumentos más peculiares de la Palermo normanda, a menudo indicado como símbolo de la ciudad. Catedral (Virgen de la Asuncíon) Surge en la más antigua área sagrada de Palermo, donde ya Fenicios, Romanos, Bizantinos y Arabes habían levantado sus lugares de culto. Los Normandos, llegados al poder, se preocuparon enseguida de reemplazar la mezquita musulmana con una iglesia cristiana. En 1184 el arzobispo de Palermo, Gualterio Offamilio, mandó demoler el edificio y ordenó que se empezara la construcción de una estupenda catedral, símbolo del poder religioso de la ciudad. Apenas después de un año la iglesia fue consagrada y titulada a la Virgen de la Asunción. En los siglos sucesivos añadiduras y restauraciones modificaron el edificio original. La mezcla armoniosamente incongrua de estilos da vida a un conjunto grandioso y en definitiva no desagradable. La fachada, flanqueada por altas torres con ajimeces y pequeñas columnas, está unida por dos arcadas ojivales al campanario situado al otro lado de la calle. En ella se abre un grande portal del siglo XIV con marcos de bronce. El largo lado derecho está adornado con un escenográfico pórtico de estilo gótico-catalano del siglo XV, bajo el cual se abre un hermoso portal también del siglo XV. En fin, particularmente bella y sugestiva, la zona de los ábsides, la única que ha conservado las formas originales del siglo XII. Su interior, amplio y blanco, resulta frío comparado con el exterior. A lo largo de las paredes están alineadas estatuas de mármol de Gagini que figuran santos. En las dos primeras capillas de la nave derecha están las tumbas reales e imperiales. Entre otros allí descansan Roger II, Enrique VI de Suabia, Constancia de Altavilla y Federico II de Suabia, todos en monumentales sarcófagos de pórfido. En la tumba de familia se encuentran pues el fundador del reino normando de Sicilia, su destruidor, la involuntaria causa de su fin y su último beneficiario. Entre las muchas capillas señalamos la Capilla de Santa Rosalía, donde en una urna de plata de 1631 se custodian las cenizas de la Santa Patrona de Palermo. Notable en fin el Tesoro, que comprende objetos preciosos y bordados hallados en las tumbas reales e imperiales (señalamos en particular, la tiara de oro de Constancia de Aragona), paramentos sagrados, cálices, custodias, etc.. Iglesia de Santa María del Almirante o Martorana - Fue completada en 1143 gracias a una generosa donación del almirante Jorge de Antioquia. Un viajero árabe, Ibn Jubair, que la visitó en 1184, dijo que era “la obra más bella del mundo”. Desdichadamente hoy la iglesia no tiene nada de su primitivo esplendor, por las numerosas modificaciones que desfiguraron su carácter original. No obstante todo sigue siendo uno de los más hermosos edificios religiosos de Palermo y de Sicilia. En 1436 fue cedida a las monjas del cercano convento “de la Martorana”, del que trae origen su segundo nombre, como capilla del convento. En 1588, para poder acoger un número cada vez mayor de monjas, en el edificio se realizaron obras de ampliación: se alargó derribando la fachada original (sustituida por una barroca), el palio y el nártix fueron incorporados en la nueva construcción. En 1683 fue demolido el ábside, sustituido por una amplia capilla con frescos. Quedó sólo intacto en sus estupendas proporciones el campanario románico, que se levanta delante de la entrada de la iglesia original, aunque privado, desdichadamente, por causa de un terremoto en 1726, de la pequeña cúpula que lo coronaba. Entrando en la iglesia es posible aún notar su original planta de cruz griega que había impresionado tanto a Ibn Jubair. Los mosaicos de la Martorana, así como los de Cefalú y los más hermosos de la Capilla Palatina, son obra de un grupo de artistas llamados de propósito de Costantinoplas a Palermo y que trabajaron aquí entre 1140 y 1155. Pero se diferencian de estos últimos porque no incluyen añadiduras posteriores. Cerca de la entrada, en el lado septentrional de la nave, hay un mosaico dedicatorio en el que está figurado Jorge de Antioquia a los pies de la Virgen que ha llegado hasta nosotros perfectamente conservado. En la fachada opuesta se encuentra quizás el tesoro más precioso de la Martorana: un mosaico que figura a Roger II simbólicamente coronado por Cristo. Zisa - La construcción de este “sollatium” (lugar de recreo) se comenzó en los ultimos años de vida del rey Guillermo I y fue ultimada por su hijo Guillermo II. Se puede datar entre 1165 y 1167. Su nombre es de derivación árabe Al-Aziz, es decir esplendor, y aún hoy se trata en efecto de uno de los más estupendos edificios civiles árabo-normandos del mundo. Según la atestación de Romualdo Palermo Abajo, Palacio Zisa. 7 Arriba, Baghería. Villa Palagonía. 8 de Salerno, el rey mandó construir la demora en el parque Genoardo y “la rodeó de estupendos árboles frutales y de bellísimos jardines que arregló amenamente con varios cursos de agua y grandes estanques para los peces”. La Zisa ha sufrido a lo largo de los años restauraciones y modificaciones no siempre felices, y sólo ahora ha sido devuelta - por cuanto posible en su integridad - a la fruición del público. El castillo en efecto ha sido transformado en “Museo del Islam” y reúne interesantes atestaciones del mundo árabe en Sicilia. Además, como durante las restauraciones se trató de respetar cuanto más posible la estructura original del edificio, la visita de su interior permite conocer la arquitectura de los palacios medievales islámicos. Particularmente interesante resulta el sistema de ventilación y refrigeración de los salones y, entre éstos, el llamado Salón de la Fuente, decorado con mosaicos. Palacio Chiaramonte o Steri - Es el más apreciable monumento que nos ha quedado como recuerdo de la poderosa familia de Chiaramonte, que a partir del siglo XIV tuvo una parte importantísima en la historia política y económica de Sicilia. El jefe histórico de la familia fue Manfredo I que quiso demonstrar toda su autoridad también a través de la con-strucción de un grande, magnífico palacio fortificado, un “Hosterium”, cuya primera piedra se colocó en 1307. Su hijo Manfredo II y su nieto Manfredo III continuaron la obra. El edificio, después del declino de la fami- lia Chiaramonte, fue destinado como sede de la corte del rey Martino y sucesivamente fue sede de los Tribunales de varios gobiernos que se sucedieron en Sicilia, y además del Tribunal de la Inquisición. Actualmente tienen allí su sede las oficinas del rectorado de la Universidad de Palermo. Estilísticamente el palacio es el mejor ejemplo de la arquitectura siciliana del siglo XIV llamada justamente “chiaramontiana”, que refleja marcadamente las experiencias islámica y normanda. Iglesia de San Francisco de Asís Edificada originariamente en el siglo XIII, fue ampliada y modificada varias veces en los siglos sucesivos. Después de los bombardeos de la segunda guerra mundial se dio origen a su radical restauración que devolvio a la iglesia su aspecto (del siglo XIII) original. En su severa y alta fachada destacan un magnífico portal góticó y un grande rosetón. Su amplio interior, que muestra descendencias de modelos románicos tardíos, está dividido en tres naves con amplias galerías góticas. Se conservan muchas obras de arte de escultores y pintores famosos, entre los que recordamos a la familia de los Gagini, Pietro Novelli, Francesco Laurana, Giacomo Serpotta. Fuente Pretoria - Fue creada originariamente para la residencia florentina de Don Pedro de Toledo por el arquitecto manierista Francesco Camilliani. Pero el hijo del comitente prefirió venderla al Ayuntamiento de Palermo, que pagó por ella una cifra enorme. En 1574 la trasladaron a Palermo en 644 pedazos y para montarla llamaron al hijo de su autor, Camillo Camilliani. Toda la plaza fue reajustada en función de la fuente que desde entonces fue el orgullo de la ciudad. De planta circular, está formada por pilas superpuestas en las que se suceden alegorías, divinidades, cabezas de animales, todo animado con agradables juegos de agua. La verja que rodea la fuente fue proyectada por Giovan Battista Basile y colocada allí en 1858. Quattro Canti (Cuatro Esquinas) de la Ciudad - Es la denominación más conocida de la pequeña plaza Villena, centro de la parte más antigua de la ciudad. Se le llama también “teatro del sol”, porque éste la ilumina con sus rayos del amanecer al ocaso. El proyecto para el arreglo de la plaza fue realizado en 1608 y los trabajos empezaron ese mismo año. Una vez acabada la colocación de las partes arquitectónicas se pudo comenzar la decoración de las cuatro paredes según tres órdenes. En la parte baja cuatro fuentes sobre las que están situadas unas estatuas que representan las cuatro estaciones; encima están las estatuas de los reyes españoles Carlos V y Felipe II, III y IV; en la parte superior las cuatro santas protectoras de la ciudad: Santa Cristina, Santa Oliva, Santa Ninfa y Santa Agata. La plaza fue por mucho tiempo el centro de la ciudad, lugar de elegante paseo, de cambio de noticias y de chismes, mercado de servidores en busca de amos. Fue también el símbolo de la reforma urbanística española, que quiso darle magnificencia a las dos principales arterias de la ciudad, la Vía Maqueda y el Corso Vittorio, Emanuele, abriendo una plaza en su cruce. Iglesia del Jesús (Casa Professa) Surge en una elevación rica de sinuosidades obscuras donde, según la tradición, un tiempo se refugiaban santos eremitas y donde todavía se hallan catacumbas paleocristianas. La primera construcción sobre la pequeña colina fue un convento de frailes basilios, edificado en el siglo IX. A partir de esa fecha se construyeron en ese lugar varios edificios, entre los cuales cinco iglesias que fueron todas absorbidas por la primera iglesia de los Jesuitas, fundada en 1564. Esta iglesia fue absorbida a su vez por otra, cuya construcción se comenzó en 1591 y acabó en 1633. Un violento bombardeo, en 1943, destruyó gran parte del prestigioso monumento. Las restauraciones, por cierto no siempre felices, han llevado al restablecimiento de casi todos los estucos y los frescos, devolviendo a la iglesia su aspecto original. El interior funde un tardo rigor renacentista con la nueva espacialidad barroca. Por doquiera se extiende un manto de decoraciones, formado por los más diversos elementos: flores, fruta, hojas, animales, amorcillos, en una taracea de mármol muy movimentada y delicada con una variedad casi infinita de colores. Oratorio del Rosario de Santo Domingo - Esta pequeña capilla fue construida en 1578 a cargo de la compañia del Rosario fundada 10 años antes y que reunía a los más ricos comerciantes y artistas de la ciudad. Giacomo Serpotta la decoró enteramente en la segunda década del siglo XVIII, dejando aquí una obra de incomparable belleza. En sus paredes blancas esculturas, animadas aquí y allá por un toque dorado, se ofrecen a la admiración del visitante cuya atención viene polarizada sobretodo por las bellas figuras femeninas que representan las Virtudes, rodeadas por una multitud de amorcillos. En los intervalos entre las estatuas cuelgan cuadros que representan los Misterios, y la bóveda está decorada con un fresco de Novelli. El altar está adornado con un precioso retablo de Van Dyck que representa a la Virgen del Rosario. Oratorio de San Lorenzo - Fue edificado alrededor de 1569 por la Compañía de San Francisco, cerca de la iglesia dedicada al santo de Asís. Entre 1699 y 1706 fue decorado por Giacomo Serpotta que aquí alcanzó una grande perfección formal; creando su obra de arte. La fantasía del artista, libre de todo vínculo, desarrolla una inagotable capacidad creadora. Un desliz ininterrumpido de amorcillos alegres contorna unos relieves con escenas de la vida de San Lorenzo y San Francisco y con estatuas alegóricas, dando vida a un conjunto de extraordinaria belleza. Teatro Massimo - Es uno de los más grandes y suntuosos teatros de Europa, proyectado por G.B. Basile, bajo cuya dirección empezaron los trabajos (1875), y fue completado por su hijo Ernesto (1897). Se alza en la plaza Verdi, surgida del derrumbamiento de una gran cantidad de construcciones de la ciudad barroca, algunas de gran valor. El teatro, de noble arquitectura inspirada en el neoclasicismo, ocupa una superficie de 7730 m2 y responde perfectamente a las exigencias de decoración y equilibrio de la burguesía del siglo pasado. Palermo Abajo, Villa Palagonía: uno de los monstruos que vigila la antigua entrada, ahora cerrada. 9 Arriba, Cefalù: la fachada de la Catedral normanda, edificada por voluntad de Roger II. A la derecha, el Cristo Pantocrátor, mosaico dorado en la cúpula de la Catedral. 10 BAGHERÍA Surge en medio de un valle lleno de árboles de cítricos, olivos y viñedos. Se fue formando durante el siglo XVIII en torno a la villa del príncipe Giuseppe Branciforti que puso en cultivo el campo y edificó su propia villa en 1657. En 1769 Salvatore Branciforti trazó la recta que desde la villa se dirige hacia el mar y la carretera que la cruza, constituyendo así los ejes del futuro desarrollo urbano. La ciudad es conocida por las numerosas villas que la nobleza palermitana edificó allí durante el siglo XVIII. Villa Gravina di Valguarnera erigida en 1721 según el proyecto de Tommaso María Napoli, es la más fastuosa y mejor conservada sobretodo por lo que concierne el parque que la rodea. Es la más fiel al proyecto del siglo XVI que presuponía dos cuerpos bajos sobresalientes a modo de bastidores frente a la construcción central, un tipo de concepto arquitectónico que tenía un enorme éxito en el siglo XVIII y que fue muy usado en la construcción de las villas. Delante de la casa se encuentra una grande plaza con doble exedra y una gran escalinata en tenazas conduce a la entrada del primer piso. En el ático hay estatuas de Marabitti y en el interior hay ricas decoraciones de E. Interguglielmi. Villa Palagonia fue proyectada por el mismo arquitecto de la Villa Valguarnera y presenta efectivamente algunas características comunes con ella. Sin embargo muy diferente es su originalidad y su fama ligada más que al edificio en sí a las increíbles estatuas ordenadas por uno de los nietos del fundador y de las que nos hablan entre atónitos y horrorizados los viajadores del siglo XVIII, de Goethe a Brydone, de Swinburne a Houel. Este último realizò una esmerada serie de dibujos, que nos permiten imaginar como era originariamente la villa del extravagante señor. Ferdinando Gravina, éste era el nombre del príncipe, preso de una extraña fantasía que muchos contemporáneos interpretaron 11 como una verdadera locura - encargó a varios artesanos 600 monstruos y, a juzgar por los resultados, éstos compitieron entre sí para crear el monstruo más feo, más deforme, más impresionante o simplemente más comico. De esta extraordinaria parada hoy quedan sólo 62 estatuas, situadas en torno a la villa como si la cortejaran en una grotesca asamblea. Arriba, Monreale: la Catedral. 12 CEFALÚ Gracias a la importancia estratégica del lugar, protegido por una gran roca, y a la fertilidad del terreno, ya en época primitiva hubo asentamientos en la zona de Cefalú. Su presencia está testimoniada por los hallazgos descubiertos en las grutas de la vertiente oriental de la peña. La historia urbana del centro inicia sólo en el siglo V a.J.C. A esa época se remontan los restos de las murallas megalíticas que rodeaban la ciudad a los pies de la roca. Fue precisamente esta última, por su posición preeminente, la que le dio el nombre al asentamiento, que fue llamado Cephaloedium, es decir “cabeza”, por la forma de la roca misma. El centro fue fundado de nuevo por Roger II en el siglo XII y reestructurado en base a un diseño urbanístico que todavía hoy lo caracteriza. El significado de esta nueva fundación se capta sobretodo en la Catedral, símbolo y síntesis del poder de Roger, que concentró en sus propias manos no sólo el poder político, sino también el religioso. A partir de la segunda mitad del siglo XIII ejerció una indiscutible supremacía la familia Ventimiglia, cuya residencia era el Osterio Magno, un palacio fortificado de fundación normanda, todavía visible en la calle principal. La ciudad, en manos de la corona desde la segunda mitad del siglo XV, vivió un período de tranquilidad y bienestar, interrumpido por un período de relativa decadencia en el siglo XIX, de la cual en los últimos decenios se ha recuperado gracias a una floreciente industria turística. La Catedral (Transfiguracion de Nuestro Señor Jesucristo) fue fundada en 1130 por voluntad de Roger II, quien, según la leyenda, había prometido construirla si salía sano y salvo de una terrible tempestad que había azotado a su nave mientras viajaba hacia Palermo. La furia de los elementos lo arrojó a la playa de Cefalú, en donde, pues, el rey colocó la primera piedra de la imponente construcción. Se trata indudablemente de una de las más bellas catedrales del mundo, perfecto ejemplo del estilo románico meridional. La fachada está fuertemente caracterizada por las dos torres angulares, añadidas en 1240, aligeradas por ventanas y ajimeces. La fachada està decorada con un cruce de dos órdenes de falsas galerías que la recurren de una extremidad a otra. En 1472 se le añadió un airoso pórtico con arcos triples. El interior tiene tres naves divididas por dos hileras de columnas de mármol en las que se apoyan 7 arcadas. El techo de la nave central es de madera pintada y constituye un raro ejemplo del arte islámico en Sicilia. El ábside, el crucero y las paredes adyacentes están decorados con mosaicos dorados que culminan en el magnífico Cristo Pantocrátor, perfecto ejemplar de puro estilo y elaboración bizantinos, y que es, tal vez la más sublime representación de Cristo realizada en el arte cristiano. Debajo están la Virgen, los Angeles, los Apóstoles, todos dispuestos según los criterios de la jerarquía litúrgica. MONREALE Situada en las laderas del monte Caputo, a 300 m. sobre el nivel del mar, esta pequeña ciudad se formó lentamente en la Baja Edad Media alrededor de la abadía benedictina y de la monumental Catedral. La Catedral (S. María la Nueva) surgió en el breve período que va de 1174 a 1176 por voluntad del rey Guillermo II. Según la leyenda, el rey mandó iniciar su construcción tras una aparición de la Virgen, quien le reveló el lugar en que estaba sepultado un rico tesoro, del que él habría de servirse para un fin piadoso. Probablemente Guillermo fue estimulado por el deseo de no ser menos que su abuelo Roger, fundador de la Catedral de Cefalú, de San Giovanni degli Eremiti y de la Capilla Palatina en Palermo. La grande iglesia serviría para perpetuar, su nombre en los siglos. Para proyectar la iglesia llamó a arquitectos musulmanes, ligados al arte fatimita, que trasladaron y adaptaron a manufacturas cristianas modos expresivos y soluciones espaciales típicos de la arquitectura palaciega islámica. A pesar de las añadiduras y de las modificaciones no siempre felices, la Catedral nos ha pervenido sustancialmente intacta en su esplendor. La fachada está decorada con un motivo de arcos cruzados que están parcialmente ocultados por un pórtico, realizado en el siglo XVIII, bajo el cual se abre un grande portal de dos hojas de bronce de 1186, obra de Bonanno Pisano. En el lado izquierdo se extiende otro largo pórtico, obra del siglo XVI de Gian Domenico y Fazio Gagini, y en fin se hallan los tres grandes ábsides, aún intactos y magníficos en su decoración de caliza y piedra de lava. El interior de la Catedral presenta aún el aspecto que tenía en el siglo XII (a excepción del techo de madera, que fue sustituido en 1811 después de un incendio). La planta es basilical y es muy grande: 102 m. de largo por 40 m. de ancho. Las paredes están recubiertas casi por entero por un dorado manto de mosaicos que supone un total de 6.340 m. El nivel general de estas decoraciones, ya sea respecto al dibujo como a la ejecución, es sorprendentemente alto. La ejecución de los mosaicos fue confiada a artesanos bizantinos y la iconografía es de hecho típicamente griega. Sin embargo las actitudes relajadas, la disposición suave de sus vestiduras y el ritmo de los movimientos revelan una clara evolución del estilo respecto al de la Capilla Palatina y de la Martorana, evolución que es típicamente italiana. De hecho, a finales del siglo XII eran los artistas italianos los que poseían el primado del arte iconográfico. El ciclo de mosaicos desarrolla el concepto del triunfo del Cristianismo en tres distintos momentos, representando: hechos anteriores a la Encarnación (Antiguo Testamento); episodios de la vida de Jesús (Evangelio); hechos posteriores a la Muerte de Cristo y episodios de la vida de los Apóstoles (Evangelio y Escritos de los Apóstoles). El conjunto está dominado por un gigantesco Cristo Pantocrátor (sólo la mano derecha mide 2 metros) en el ábside mayor, que representa la síntesis y la meta de toda la compleja representación. El Claustro, se remonta también a la época de Guillermo II y formaba parte de una abadía benedictina anexa a la Catedral. Es un cuadrado de 47 x 47 m., cuya disposición planimétrica pertenece indudablemente al área cristiana, pero cuyo tono general evoca el espíritu y la atmósfera de los patios porticados musulmanes. Los arcos que bordean el rico jardín se sustentan en 228 pequeñas columnas dobles, todas ellas decoradas profusamente y con capiteles labrados con motivos vegetales, animales y fantásticos. Particularmente interesante es el capitel 19 de la galería occidental, donde está representado Guillermo II ofreciendo la Catedral a la Virgen. En el ángulo sur, en un pequeño recinto cuadrado, hay una deliciosa fuente cuya agua cristalina mana de una pequeña columna labrada. Palermo 13 Agrigento “ Una primavera estupenda como la que nos sonrió esta mañana al amanecer, seguramente no nos ha sido ofrecida nunca en nuestra vida mortal (...). El templo de la Concordia se ve asomarse apenas en la extremidad meridional de esta explanada toda verde y con flores; a Oriente los escasos restos del templo de Juno; los restos de los demás edificios sagrados en la misma línea recta de los dos mencionados no se presentan a la vista de los que están arriba, cuya mirada corre más hacia el Norte, siguiendo la costa, tendida aún por más de media hora hacia el mar (...)”. Hasta nuestros días poco o nada del paisaje que Goethe pudo admirar en el abril de 1787 ha cambiado, y el valle de los Templos es la zona más conocida y celebrada de Agrigento. Los monumentos que allí se levantan son todo lo que nos queda de la vieja ciudad de Akragas fundada en el siglo VI a.J.C. por colonizadores de Gela y transformada en casi 100 años en “la más hermosa ciudad de los mortales” (Píndaro). Destruida por los Cartagineses en el año 406, Timoleonte volvió a fundarla en el año 340 a.J.C. y tuvo nuevos momentos de esplendor, aunque se encaminaba inevitablemente hacia su decadencia definitiva con la llegada de los Bizantinos. La ciudad antigua fue abandonada en el siglo IX después de la conquista árabe, y el núcleo urbano se redujo sobre una colina dominante tomando el nombre de Gergent. Pasada a los Normandos, la ciudad fue elegida como diócesis y se adornó con muchas iglesias. Palacios y monumentos continuaron surgiendo también entre los siglos XIV y XV y después entre los siglos XVII y XVIII. En 1927 la ciudad tomó el nombre de Agrigento y hoy cuenta con 56.000 habitantes. Para la visita completa se necesitan un día. Testimonios artísticos El Valle de los Templos El Templo de Jupiter Olimpico - “Los sagrados templos y en particular el de Júpiter, prueban el esplendor de la Ciudad en aquella época. Los restantes templos fueron incendiados y destruidos, ya que la Ciudad fue conquistada varias veces. El Olimpio se quedó sin techo a causa de una guerra y destruida la Ciudad, los Agrigentinos no pudieron completarlo...” así Diodoro Sículo describía este inmenso edificio sagrado, uno de los más grandes en absoluto de la antigüedad. El templo presenta muchas peculiaridades respecto a los cánones de construcción de los griegos: períptero hexástilo, largo más de 112 metros y ancho casi 57, (para una superficie total de poco menos de 6.500 m) estaba dividido al exterior por semi-columnas (7 x 14), altas casi 57 metros y con un diámetro de 4,50 14 metros (!) sobresalientes de una pared llena intercolumnar. Construido en el período de mayor esplendor de la historia de Akragas, es decir después de la victoria de Himera, este inmenso templo, alto más de 30 metros, presentaba una solución completamente nueva desde el punto de vista arquitectónico: los Atlantes, gigantescas figuras humanas con los brazos doblados a los lados de la cabeza a formar una idónea base de apoyo de la inmensa arquitrabe y, por lo tanto, junto con las columnas, de la función portante. La exacta posición de los Atlantes, sin embargo, no es segura: varias hipótesis han sido formuladas por los eruditos y las relati- vas reconstrucciones en pequeño se hallan en el Museo Arqueológico de Agrigento, en el mismo, sugestivo salón, que conserva el único gigante supérstite. (Un calco de este, en cambio, se puede observar en el suelo, cerca del templo). Al mismo tiempo los Atlantes eran elementos de decoración arquitectónica de gran Entre las plantas del Valle de los Templos, un escorzo del Templo de Hércules. 15 importancia y tenían una función simbólica precisa, es decir, la de recordar en el Olympeion, el triunfo del Olimpo sobre los Gigantes cuando éstos intentaron dar la escalada al Cielo. Los Akragantinos casi habían completado la construcción del colosal edificio (basta pensar, para tener una ulterior idea de las dimensiones, que el altar que estaba frente a él, grande como un templo normal, se usaba para las hecatombes, sacrificios de cien bueyes a la vez!) y faltaba sólo el techo, cuando la Ciudad fue tomada por los Cartagineses. Imilcon lo saqueó y devastó su interno, pero no logró, por su grandiosidad y su solidez, abatirlo. Minorado así de esculturas y adornos, se quedó en pie hasta la Edad Media cuando, poco a poco, por el abandono, las intemperies, los terremotos y la ferocidad de los Bárbaros y de los Arabes, se derrumbó completamente. Por muy grande que sea, hoy, la masa de esos restos, no son gran cosa comparados con las dimensiones del Olympieion: sus ruinas, en efecto, fueron utilizadas como material de construcción y, sobre todo, para realizar, bajo las órdenes del rey Carlos III de Borbón y tras consejo del obispo de Agrigento Lorenzo Gioieni, el muelle de Porto Empedocle (!!). El Templo de los Dioscuros - En la vasta zona sagrada que rodea el Templo de Júpiter, donde surgen numerosos santuarios, huellas de otros templos y la misma agora, se levantan elegantísimas las cuatro columnas supérstites del pequeño edificio realizado en el siglo V. Su nombre, presumiblemente, deriva de la tercera oda de las Olimpicas cantadas por Píndaro en las Tessenias para la fiesta de los Dióscuros. El templo, dórico, períptero hexástilo, era el más pequeño de la colina sagrada, pero, por sus formas, número y disposición de las columnas (6 x 13) no se separaba de los otros más grandes. Gravemente dañado por los Cartagineses, es posible que haya sido restaurado y modificado más tarde en época helenística, así como atestan las diferencias estilísticas verificables. Completamente arruinado en los siglos sucesivos, fue parcialmente reedificado en 1836, cuando fueron realzadas las cuatro columnas con su cornisa. El Templo de Hercules - Es quizás el templo más antiguo de Agrigento (fines del siglo VI) como atestan algunos aspectos arcaicos de la construcción, como el área alargada (6x15 columnas) y la disminución del diámetro de las columnas y considerado entre los más hermosos de la colina, era seguramente el más famoso de la ciudad. Períptero hexástilo, medía unos 74 metros por 28, equivalente a una superficie total de casi 2000 m y, por lo 16 tanto, segundo sólo al templo de Júpiter. Seguramente dedicado al semidiós, cuya estatua de bronce, de finísima hechura, estaba colocada en el fondo de la celda sobre un pedestal para la veneración de los ciudadanos. De la antigua construcción, puesta en posición espectacular sobre la Puerta de Oroquedan, desdichadamente, sólo ocho columnas (sobre las que, aunque en mínima parte, se pueden divisar huellas de pintura purpúrea) de las cuales cuatro cadauna con su estupendo capitel, y además el basamento y los restos del altar. Enriquecía este estupendo monumento, en su interior, una extraordinaria pintura de Zeusi, que representaba a Alcmena ya Hércules en su cuna que estrangula a los serpientes. De esta obra, admirablemente descrita por Plinio, se cuenta que el artista estimándola extraordinariamente bella, no quiso venderla a ninguno por ningún precio y la colocó en el templo. El Templo de la Concordia - “En el templo de la Concordia - escribe Pietro Griffo, uno de los más grandes estudiosos de Akragas - la arquitectura dórica de la mitad del siglo V a.J.C. se presenta en toda la variedad de refinadas sutilezas que caracterizan el estilo. Todo el edificio, baste mirarlo desde una posición favorable, ofrece también a simple vista - en el basamento, en las columnas, en la cornisa - curvas y rastremaciones ya presentes en otros templos griegos (último en orden de tiempo, en el Partenón) pero que aquí alcanzaron, quizás, tales ápices de aplicación que hicieron de él una obra de arte absoluta de formas eurítmicas, de delicadas armonías, impo- sibles de expresar con las palabras. Finuras de este tipo no habrán faltado en los templos agrigentinos contemporáneos al nuestro: y hay pruebas esparcidas de ello por doquiera; pero nunca jamás esa percepción de conjunto a través de la cual el Templo de la Concordia, a parte la sugestión del grandioso paisaje que lo rodea, se refleja en la sensibilidad del visitante con vibraciones que saben a música, con arrebatos de atónito hechizo. Y Dios lo quiera que el visitante se encuentre allí en la mágica hora del ocaso: llevará consigo una impresión que no lo abandonará por toda la vida.” Su nombre, como el del cercano Templo de Juno, es del todo convencional, ya que le fue atribuido porque en su interior se halló una inscripción romana, que se relacionaba con la consacración de un santuario dedicado a la concordia entre Agrigento y Lilibeo, que, sin embargo, no tiene ninguna relación con el templo. El excelente estado de conservación se debe a un afortunado acontecimiento: contrariamente a los demás templos paganos que la superstición y la ignorancia de los cristianos quisieron derrumbar (se promulgó un decreto especial), éste fue transformado, en el siglo XV, en iglesia católica titulada a San Gregorio. En esa ocasión se realizaron los arcos en las paredes de la celda y se actuaron otras transformaciones: esta “conversión”, sin embargo, permitió su conservación. Sólo en 1788 el edificio recobró (a parte los arcos) su antigua, inimitable forma. En este magnífico sagrario es posible también coger la absoluta severidad técnico-cons- A la izquierda, el Templo de Hércules. Arriba, un calco de uno Atlante. 17 tructiva que caracteriza el templo, que se advierte tanto en la precisión con la que fueron escuadrados los enormes bloques de toba de la celda, para permitir la máxima adhesión, como en las acanaladuras de las columnas (que se realizaban después de la superposición de los tambores) cuyos delgados listeles, que 18 corren a lo largo de la misma columna, ofrecen una absoluta correspondencia entre un tambor y otro. En breve, una obra excelsa que, de manera soberbia, representa la cultura griega de Sicilia en todo el mundo. El Templo de Juno Lacinia - Su nombre es convencional (resultado de una confusión con el templo de Hera en Crotone), pero es hermoso pensar que este templo, situado con gran espectacularidad en una elevación del terreno, en la parte superior Este de la mágica colina, pueda haber dado hospitalidad al culto de la diosa de la fecundia. Las huellas de fuego, extraordinariamente aún bien visibles en las paredes de la celda, evocan el infausto 406 a.J.C. cuando también este magnífico templo, casi en todo idéntico al de la Concordia, fue destruido por los Cartagineses. En los parajes son aún visibles un grande altar para los sacrificios (a Este) y un trato de calle profundamente surcado por las ruedas de los carros que proviene de la tercera puerta de la ciudad. El templo de Esculapio y la Tumba de Terón - Este pequeño templo, siempre del siglo V, se diferencia de los demás tanto por la insólita colocación extramuros (cuesta abajo del Templo de la Concordia), y por su forma (in antis) como por sus reducidas dimensiones (unos 20 x 10 metros). Mencionado por Polibio, a propósito del cerco romano del 262 a.J.C. y por Cicerón (en las Verrinae), conservaba una estatua de Apolo, obra de Mirone, robada antes por los Cartagineses y, una vez devuelta a los Akragantinos, por Escipión Africano, definitivamente por Verre. En el centro de la necrópolis romana (ed. Giambertone) que se extiende en el declive de la colina fuera de los antiguos muros (pocas decenas de metros al sur del templo de Hércules) se encuentra la tumba de Terón o Hereon, un magnífico ejemplo de arquitectura dórico-jónica que se remonta al siglo III a.J.C. y que, naturalmente, no tiene nada que ver con el tirano akragantino. Muy probablemente el monumento fue levantado por los Romanos en memoria de los 300.000 soldados muertos durante el cerco de la ciudad. La Colina de San Nicola y el Barrio Helenístico-romano - Esta zona arqueológica riquísima se encuentra en el centro de la meseta donde surgía la ciudad, y esta comprobada una sucesión de muchos monumentos, objeto de culto, a partir de los tiempos griegos arcaicos. Se notan sobretodo el Oratorio de Falaris, el ekklesiasterion, más tarde transformado, en época republicana, en comitium y la iglesia con el adjunto monasterio de San Nicola. El Oratorio de Falaris (cuya denominación trae sus orígenes de la tradición según la cual en ese lugar estaba situado el palacio del primer tirano akragantino) es un elegante edificio in antis que se remonta al siglo I a.J.C., en parte superpuesto al ekklesiasterion, fuertemente retocado por los Godos. Este era el lugar de asamblea de los ciudadanos (cabían 3.000 personas) del que, hoy, quedan sólo las escalinatas. En la misma zona, de recién, fue descubierto un bouleuterion. Inmediatamente al Este de este extraordinario conjunto arqueológico está situado el Agrigento A la izquierda, el Templo de los Dioscuros. 19 barrio helenístico-romano, una zona de más de 10.000 m., en la que se extiende el magnífico complejo urbano, parte de la ciudad, cuyos restos, superpuestos, están fechados entre los siglos V y IV a.J.C. De enorme importancia, esta sección de la ciudad de la época de Timoleonte y romana, ofrece al visitante la posibilidad de comprobar la perfección del sistema de vialidad hipodameo, las grandes islas y los restos de las magníficas construcciones. La descripción de toda esta zona merecería mucho más espacio; aquí nos limitaremos a señalar la “Casa del peristilo”, la más interesante, que guarda también muchos pavimentos musivos, la “Casa de dos pisos”, la “de las svásticas”, por los mosaicos que representan el símbolo mágico que simboliza el movimiento del sol, la “Casa de la gacela”, la “Casa del maestro abstractista” y la “de las Afrodites”. Muchos otros lugares arqueológicos agrigentinos merecen una visita: nos limitaremos a señalar algunos de ellos. En las cercanías del cementerio, los restos del Templo de Demetra y Kore, sobre los que, en época normanda, se edificó la iglesia de San Blas; el santuario rupestre de Demetra de formas griegas arcaicas y presumiblemente utilizada para un culto indígeno pre-griego; los restos de la Puerta I y de las fortificaciones griegas. En el interior del Templo de Júpiter, muchas zonas sagradas, la piscina y el agora. A lo largo de la mitad oriental de la colina de los templos, la necrópolis cristiano-bizantina y muchas otras huellas de la red de viabilidad que unía los templos al agora. El altar mayor de la iglesia de San Espíritu con los estucos de Serpotta. 20 El centro histórico El Convento de Santo Espíritu - Es uno de los más hermosos monumentos de Sicilia. Edificado en 1260, el conjunto está formado por la iglesia y por el adjunto monasterio cisterciense. La primera se caracteriza, por fuera, por un magnífico portal de estilo “chiaramontano” encima del cual está un rico rosetón, en un contexto barroco más reciente. En su interior, también del siglo XVIII, se pueden admirar muchos estucos de Serpotta que adornan fantasiosamente las paredes de la iglesia, una pila para el agua bendita del siglo XVI, una Virgen de Gagini (o de la escuela de Gagini) y un estupendo techo artesonado de madera de 1758 en el que está pintado el blasón heráldico de la familia Chiaramonte: en efecto fue la esposa de Federico Chiaramonte, Marchisia Prefoglio, quien permitió, con una donación, la fundación del conjunto. El adjunto monasterio, o Badía Grande, que se remonta a 1290, tiene un precioso claustro cuadrado, uno de los más antiguos y mejor conservados de Sicilia, en el que destacan varios portales góticos: estupendo y majestuoso el ojival flanqueado por ajimeces, de la entrada a la Sala del Capítulo. Su interior conserva algunos frescos que remontan a los siglos XIX y XVI. Iglesia de San Lorenzo e Hipogeo Llamada también “del Purgatorio”, fue edificada en el siglo XVII en el lugar de una más antigua y homónima construcción sagrada. Presenta una elegante fachada de los siglos XVI y XVII con dos órdenes de pilastras, un rico portal ennoblecido por dos columnas salomónicas y flanqueado por grupos alegóricos que representan la Fe y la Caridad y, arriba, una grande ventana. En su interior, de una sola nave, se pueden admirar ocho preciosas estatuas femeninas de Giuseppe y Giacomo Serpotta, que representan las Virtudes: la Mansedumbre, la Religión, la Fuerza, la Justicia, el Amor, la Sencillez, la Caridad, la Prudencia. A la izquierda de la iglesia, debajo de un león de piedra, se abre la entrada principal de los antiguos hipogeos: una perfecta red de acueductos subterráneos que alimentaban con agua potable Akragas. Realizada en el siglo V a.J.C. por el arquitecto Feace, era conocida en toda Magna Grecia como una de las muchas maravillas de la ciudad. En la plaza Pirandello se encuentra el bello conjunto formado por la iglesia de Santo Domingo y por el adjunto ex Convento de los Padres Dominicanos elevado sobre la anterior construcción del Palacio del Príncipe de Lampedusa. La iglesia de Santo Domingo, una elegante construcción del siglo XVII, presenta una fachada de los siglos XVI y XVII de dos órdenes, flanqueada por un campanario y caracterizada por un grande portal flanqueado por dos columnas que llevan encima un tímpano interrumpido por un medallón que representa a Santo Domingo. La fachada está completada por un orden de pilastras que encierran las hornacinas laterales y por una grande ventana central. En el adjunto y elegante edificio del ex monasterio, sede del Ayuntamiento, se ha realizado el Teatro Luigi Pirandello, obra de G.B. Basile, hoy finalmente restaurado y devuelto, después de muchos años, a sus antiguos esplendores. La Catedral - Flanqueando hacia el Norte la Iglesia de Santo Domingo, se entra (a la izquierda de la fachada) en la calle de las Huérfanas, la ancha plaza en la que se eleva, magnífica, la Catedral. Fundada hacia finales del siglo XI por el obispo agrigentino Gerlando, el Templo, de estilo gótico-normando, fue ampliado y modificado varias veces a partir del siglo XIV y hasta el siglo XVII, conservando de su estado original sólo las bellas monóforas aún visibles en el lado derecho. Presenta una fachada a la que se accede a través de una amplia y suave escalinata, flanqueada por el magnífico e incumplido campanario del siglo XV, embellecido por dos ordenes de monóforas ciegas gótico catalanas y por una ventana con balcón encima de la cual está un bellísimo arco ojival ricamente adornado. Su interior, de cruz latina, se caracteriza por tres naves divididas por arcos ojivales que apoyan sobre columnas octogonales, por una estupenda bóveda de madera ricamente pintada, en el centro de la cual está representada el águila bicípite de Carlos V y por ricos estucos y frescos que dan suntuosidad al conjunto. En el transepto derecho se abre la pequeña capilla de San Gerlando, superada por un portal gótico finemente modelado y en la que está conservada el Arca, un reliquiario de 1639; en la nave izquierda la Capilla de Marinis; en el ábside derecho un grupo de mármol de la Virgen con el Niño de 1495 y, además, muchos monumentos sepulcrales más enri- Agrigento 21 Arriba, Sciacca: a la izquierda, el rosetón gótico en la fachada de la iglesia del Carmine. A la derecha, el portal en un fianco de la iglesia de Santa Margherita. 22 quecen el interior de este grande monumento. De enorme importancia el Tesoro de la Catedral, particularmente rico de obras de arte de alto valor histórico y artístico en el que destaca el famosísimo Sarcófago de Fedra, estupenda y elegantísima obra de mármol romana de principios del siglo III d.J.C. copia del original griego del siglo V a.J.C. Descrita y cantada por todos los grandes viajeros extranjeros en Sicilia del siglo XVIII, de Riedsel a Bartles, esta obra de arte (por el momento conservada en la iglesia de San Nicola) hallada en la necrópolis romana de Agrigentum, representa algunos episodios del mito de Fedra e Hipólito. En el archivo de la Catedral se conserva un singular y misterioso documento: la “carta del diablo”, un manuscrito del siglo XVII, escrito con caracteres indecifrables, dirigido a una monja. Frente a la Catedral agrigentina, en la misma plaza, se asoma el Seminario Obispal, fundado por el obispo Narullo en 1574 y completado en 1611; en su interior un elegante amplio patio con soportales con dos órdenes de galeriás. Santa María de los Griegos - A través de la calle de Santa Maria de los Griegos se accede a la homónima iglesia, en el barrio más antiguo de la ciudad medieval. Edificada en el siglo XII surge sobre las ruinas de un antiguo templo dórico del siglo V a.J.C. que algunos dicen dedicado a Atenas, en el acrópolis de Akragas (en el que se matara Gelia, un rico y noble akragantino, para no caer en manos de los Cartagineses). La iglesia de Santa María de los Griegos, precedida por un pequeño y elegante patio, presenta una refinada fachada ennoblecida con un portal del siglo XIII árabe-normando y con bellas ventanas y monóforas. El interior es de tres naves con un bonito techo que recuerda el de la Catedral y está enriquecido con algunos restos de frescos del siglo XIV, con una estatua de madera del siglo XVI y con un sarcófago que custodia los restos de un noble palermitano. De la nave izquierda es posible a través de un estrecho pasillo, acceder al basamento Norte del templo dórico, del que son visibles también algunos tambores de columnas. SCIACCA Tumbas paleolíticas, junto con numerosos restos salidos a luz en los últimos años, demuestran que ya durante la prehistoria los hombres se establecieron en este trecho costeño. La concurrencia de estos lugares continuó durante todo el período sucesivo: Sicanos, Fenicios, Griegos y además Romanos, Bizantinos y Arabes. Durante esta última dominación, Sciacca, llamada Xacca, (del latin Ex Aqua - con una evidente referencia a las aguas termales que abundantemente aún brotan del suelo, formando un embalse hidrotermal entre los más ricos y completos del mundo) fue uno de los puertos más activos de la isla, y continúa siéndolo aún hoy. Se embelleció con monumentos y fortificó sus muros de defensa. Todos los que gobernaron sucesivamente Sciacca la embellecieron a su vez con obras de arte, tanto que - como se lee en la guía de la ciudad de S.Cantone - hay significativos ejemplos de arquitectura, escultura, pintura (sin hablar de las llamadas artes menores) de todos los tiempos. El Duomo, en la homónima plaza, está dedicado a Santa María Maddalena, y fue fundado ya en el siglo XII por la hija del conde Roger, Julieta. De la construcción primitiva es aún visible sólo el exterior de los tres ábsides: todo el edificio, en efecto, fue modificado en el siglo XVIII. En su interior, dividido por pilastras, de tres naves, se guardan preciosas obras de arte, entre las que destaca, en la cuarta capilla a la derecha, una estatua de la Virgen de la Cadena atribuida a Francesco Laurana. En la extremidad occidental del Corso Vittorio Emanuele se eleva el majestuoso Palacio Steripinto, uno de los ejemplos más clásicos del arte plateresca en Sicilia. El edificio, fundado en el siglo XV, tiene una amplia fachada con adornos de sillares en forma de punta de diamante, coronada por almenas. Sobre la elegante puerta renacentista se abren tres ajimeces que suavizan, el aspecto severo del antiguo palacio. La iglesia de Santa Margherita, de estilo gótico-renacentista, fue fundada en 1342 y modificada apróximadamente 250 años después. La fachada está adornada con un bello portal gótico que se remonta al año de su fundación, mientras que otro elegante portal, obra de arte de Francesco Laurana, se puede admirar en un flanco de la iglesia. La puerta de San Salvatore es la única supérstite de las que se abrían en la imponente muralla que en el siglo XVI cercaba la ciudad y de la que en varios puntos es posible ver algunos restos. La puerta, que se encuentra justo delante de la iglesia de Santa Margherita, es un admirable ejemplo del aparato decorativo español que funde arquitectura y escultura. Su nombre deriva de una iglesia cercana, ya desaparecida incluida en parte en la iglesia del Carmine del siglo XVIII, cuyos elementos decorativos más interesantes son la cúpula con lozas y el rosetón gótico en la fachada. Las termas de Sciacca son casi 10 y las aguas van a formar un embalse hidrotermal de rara plenitud - del que tenemos noticias desde la antigüedad - y que curan una amplísima especie de afecciones de vario tipo. Son renomadas las Estufas de San Calogero, dos grutas naturales en las que, gracias a la unión de un fenómeno cársico con una manifestación de vulcanismo segundario, aletea un vapor de temperatura que oscila entre los 38 y los 42 grados C, excelente para la sauna. Según la leyenda, las estufas serían obra de Dédalo que recogió en las grutas el vapor ardiente que salía del subsuelo. Agrigento Abajo, las termas de Sciacca. Caltanissetta G 24 randes diferencias caracterizan el paisaje siciliano, ahora suave y verde, ahora árido y áspero, azul del mar, negro del volcán, gris de arrugadas montañas. El amarillo es el color de Caltaniseta: ama rillo del trigo, del azufre y del sol. Caltaniseta domina estos colores desde lo alto de sus 600 metros, a su vez dominada por la derrumbada masa de su castillo. Es quizás la antigua Nissa de la que habla Tucídides, quizás es sólo con los Arabes que vio la luz, hija del castillo de Pietrarossa, al que se agarraban casas y casitas. En 1806, con la conquista de parte de los Normandos, empieza su historia feudal que ha continuado durante siglos hasta un pasado no muy lejano. Grande prosperidad le procuró la actividad mineraria de extracción del azufre, que tuvo su punta máxima a principios de nuestro siglo. Hoy, aplastadas por la concurrencia, muchas minas están cerradas, y parecen muy lejanos los tiempos de los “carusi”(muchachos). Con una inteligente promoción se está tratando de recuperar las minas como lugares de la memoria ciudadana, abriéndolas de esta manera también al uso turístico. Para una visita de la ciudad se necesita un día. Testimonios artísticos La Catedral - Dedicada a Santa María la Nueva y a S. Miguel, elevada en la plaza Garibaldi entre 1570 y 1622. Su larga fachada está dividida por pilastras flanqueadas por dos campanarios (1840), con un portal mediano barroco. El techo de la nave mediana fue adornado con frescos del pintor flamenco Guglielmo Borremans en 1720. En la bóveda en cañón dominan tres grandes composiciones: la Inmaculada Concepción, la Coronación de la Virgen y el Templo de San Miguel. Alrededor se disponen “Santos”, “Historias de los SS. Pedro y Pablo”, “El antiguo Testamento”. Completan las decoraciones de la nave, en fin, elegantes estucos. Siempre de Borremans es el grande retablo del altar colocado en el presbiterio que figura a “La Inmaculada con Santos”. Entre las obras de arte conservadas en la Catedral, hay una bellísima estatua de madera del siglo XVII de Li Volsi, que representa a la Inmaculada con paños de láminas de plata. Un suntuoso órgano con coro y paneles pintados, esculpidos y dorados del siglo XVII, contra la pared derecha del presbiterio y, en el brazo izquierdo del transepto, un Crucifijo atribuido a Fray Umile de Petralia. En el tesoro, en fin, se conserva un precioso Ostensorio gótico de 1400. Frente a la Catedral en el centro de la plaza, está la bella fuente del Tritone, con un grupo bronceo rea- lizado en 1956 con calco de famosos grupos mitológicos del escultor niseno Tripisciano. El Palacio Moncada - Se eleva en el lado izquierdo del Ayuntamiento con la fachada en la subida Matteotti. Construido entre 1635 y 1638 por cuenta de Don Luigi Guglielmo Moncada, Virrey de Cerdeña y de Sicilia y Conde de Caltaniseta, se quedó incompleto quizás por insuficiencia de medios o por causa del traslado de don Luigi a España. Síntesis del barroco siciliano, tiene formas arquitectónicas externas monumentales y espacios internos grandiosos; en la movimentada fachada hay grandes ménsulas con formas de figuras antropomorfas y zoomorfas, quizás símbolo catalizador del poder de Nuestro Señor. El palacio, cuyos muros macizos son espesos dos metros, fue comenzado bajo proyecto del fraile capuchino Fra’ Pietro de Genova, usando relieves arquitectónicos y piedras arrancadas al Castillo de Pietrarossa y caliza del Monte Gebel-Habib. El interno del palacio, usado desde 1819 durante 150 años como sede del Tribunal, del Tribunal Penal, de la Fiscalia del Tribunal y del Juzgado Distritual Corte, ha sufrido graves modificaciones para la adaptación de los ambientes a las nuevas funciones. Queda aún una galería subterránea (llamada “u trabuccu”), que desembocaba cerca del convento de los Capuchinos en la avenida Regina Margherita, que salía de las prisiones debajo del palacio. En ella, según la tradición, desaparecían los que no gozaban de las simpatías del señor. Iglesia de S. Agata en el Colegio Comenzada en 1605 por los Jesuitas, la iglesia se caracteriza al exterior por una severa fachada, realizada bajo proyecto de Natale Mesucci. Su interior, de cruz griega, está decorado con ricas taraceas de mármol de evidente gusto barroco. Notable el altar de la Virgen del Carmine al fondo del brazo del lado derecho, cuyo frontal está decorado también él abundantemente con mármoles policromos. Enfrente, en el brazo izquierdo, otro altar semejante fue decorado con un grande retablo de mármol, “S. Ignacio en su gloria”, de Ignazio Marabitti. A este último artista se le debe además la cornisa de mármol que encierra el retablo que supera el altar mayor, obra del siglo XVII de Antonio Scilla. Castillo de Pietrarossa - El Castillo de Pietrarossa, único de la zona interna de Sicilia que está colocado al interior de un tejido urbano, se eleva encima de una roca solitaria. Es de origen árabe y documenta el nuevo asentamiento ciudadano alrededor de la roca después del abandono del territorio de Sabucina-SS. Espiritu en el que se habían asentado las poblaciones en la edad paleocristiana. Se derrumbó repentinamente la noche del 27 de febrero de 1567, quizás por un temblor de tierra, dejando sólo una pared alta y derrocada, una torre de guarda de cal y canto, terraplenes, baluartes y un puente de comunicación. Los restos del castillo, llamados “la murra di l’Ancili” (los muros de los Angeles) atestan hoy una época histórica importantísima para Caltaniseta, fortaleza del poder real en la Edad Media en el centro de una Sicilia disputada y dividida por las luchas para la supremacía. Abadia de S. Espíritu - Se halla más o menos a 3 Km del centro, sumergida en un sugestivo paisaje que incluye el valle del Imera, el Castillo de Pietrarossa, los perfiles de Enna y de Calascibetta y, en los días más claros, el Etna al fondo. Es la iglesia más antigua del niseno construida mucho antes de su consacración, el 2 de junio de 1151. Fundada por el Conde normando Roger y por su esposa Adelasia, es una iglesia románica de estilo pale- ocristiano con tres pequeños ábsides separados por pilastras coligadas con pequeños arcos. En los lunetos del portal se nota el “Cristo que da su bendición” fresco del siglo XV (por razones de seguridad y para evitar daños metereológicos, el fresco del portal es un duplicado del original que se conserva en su interior); inmediatamente a la derecha de la entrada principal se conserva una fuente románica para el bautizo en inmersión (praticado desde principios del Cristianismo hasta el siglo XII) y un Crucifijo en un retablo del siglo XVII. En el ábside a la izquierda del arco está la epígrafe de la Consacración. En la sacristía se hallan un arco original árabe, una pequeña ulna romana y un cáliz de estaño, cuyo uso fue prohibido antes en el 220 y después, definitivamente, por el papa Leone IV en el año 855. Se conservan allí además pinturas de considerable valor artístico, unas andas del siglo XVI y antiguos textos sagrados. Restos del núcleo originario del Castillo de Pietrarossa. 25 Arriba, un escorzo de la Catedral. Catania En la página de al lado, la estatua de Santa Agata del siglo XVIII. 26 P intoresca y bulliciosa, Catania es la ciudad del volcán. Oscuro y sombrío como un dios introverso, el Etna domina desde su altura el incesante vaivén que anima las calles de la ciudad y que simboliza visiblemente la característica esencial de los Cataneses: la actividad. Esta calidad la notó ya Bartels, sabio alemán que visitó Sicilia en 1786, y juzgó Catania “ciudad de gente activa que edifica las ruinas y mira con coraje hacia el porvenir”. Una calidad que ha permitido a esta ciudad renacer cada vez de sus cenizas, moderna fénix, sin hacer caso a los terremotos y a las guerras - antiguas y modernas. Se ajusta bien a los Cataneses el símbolo de su ciudad: el elefante, animal bueno y valiente y su santa, Agata, virgen y mártir capaz hasta de arrestar la furia del Etna con la fuerza sobrenatural de su velo. Catania es una ciudad oscura, edificada con la piedra negra de su volcán y sin embargo absolutamente solar y luminosa, en virtud de sus 2528 horas anuales de sol - la media más alta de Italia. Es una ciudad antigua, que se precia de orígenes anteriores a la colonización griega y sin embargo a veces casi indiferente hacia su pasado, tanto que el Teatro Griego está casi escondido, al final de una pequeña calle. Ciudad de gente frívola, dedicada a los chismes que recuerdan los de Brancati pero al mismo tiempo dolorosamente al corriente de la trágica realidad de la vida, de la necesidad de luchar contra quien, mafioso y criminal, hunde la ciudad con el cemento y el hampa. Katane fue fundada sobre los humeantes restos de una aldea sícula por colonizadores griegos en el año 729 a.J.C.. Su nombre significa colina, y sobre una colina, en efecto, se edificó el acrópolis, en la zona que hoy ocupa el grande convento de los Benedictinos. Con el pasar de los años surgieron alrededor de ésta, templos, un hipódrorno, el gimnasio, la ceca, el odeón, acueductos y termas. En el año 476 a.J.C. Ierone de Siracusa atacó la rica ciudad. Derrotadas sus defensas, trasladó a sus habitantes a Leontinoi, repobló la ciudad con ciudadanos siracusanos y con nuevos colonizadores dóricos y la llamó “Etna”. Pero los Cataneses se quedaron sólo 27 Arriba, el Castillo Ursino, hoy sede del Museo Comunal. 28 15 años desterrados: en el 461, en efecto, volvieron a tomar posesión de su ciudad y de su antiguo nombre, jurando eterna rivalidad a Siracusa. En el 415 Katane se prestó como base a los Atenienses en lucha contra los Siracusanos y esto le costó nuevas destrucciones. Derrotados a los enemigos, en efecto, Dionisio I, tirano aretuseo, dirigió su cólera contra Katane, dejándola a la merced de sus soldados. En el 263 a.J.C., Katane fue conquistada por los Romanos y declarada colonia. Bajo el imperio de Augusto aumentó vistosamente el numero de sus habitantes, se embelleció con nuevos prestigiosos edificios (como el grandioso anfiteatro) mientras que fueron restaurados otros. En los siglos sucesivos Catania sufrió los acontecimientos sicilianos, alejandose, sin embargo, del común destino isleño por causa de su peculiar, íntima relación con el volcán. La historia de la ciudad, en efecto, se une sí a los acontecimientos humanos, pero también a los caprichos del Etna, dispensador de vida y al mismo tiempo de muerte y de destrucción. Podríamos citar varias fechas: 1169, cuando un terrible terremoto causó la muerte de 15.000 personas; 1669, cuando la lava avanzó hasta el puerto para sumergirse con un chirrido en el mar, dejando tras de sí sólo desesperación; 1693, año en que la ciudad fue completamente destruida por el terremoto, sepultando bajo los escombros casi 16.000 inocentes. Sin embargo, esta última fecha tiene recodos menos nefastos. El último retazo del siglo XVII, en efecto vio fervir una activa reconstrucción, cuyos mejores productos son aún hoy la gloria de la ciudad. Para una visita de la ciudad y de sus alrededores se necesitan 4 días. Testimonios artísticos La Fuente del Elefante - En el centro de la plaza del Duomo, es obra de Giovan Battista Vaccarini. Está formada por un elefante de piedra lávica de época romana y por un obelisco egipcio de granito de Syene con geroglíficos que conciernen el culto de Isis. En una rara combinación de sacro y profano, el elefante sostiene el obelisco encima del cual están colocadas una bola y las insignias de S. Agata: la cruz, el lirio, la palma y la tabla angélica. El elefante, como la tortuga, tiene a menudo la función representativa de animal-soporte del mundo y se le considera un animal cósmico puesto que su cuerpo tiene en sí mismo la estructura del cosmos: cuatro pilastras que sostienen una esfera. La Catedral de S. Agata - Edificada entre 1078 y 1093 sobre las Termas Achilliane, de esa época conserva los tres ábsides y el cuerpo del alto transepto. Fue reedificada sucesivamente por Girolamo Palazzotto después del terremoto de 1693 recuperando también materiales pertenecientes a otros edi- ficios, como por ejemplo las columnas romanas en la fachada principal, obra de Vaccarini que para ser completada necesitó de más de treinta años. Los eruditos consideran la fachada muy austera respecto a la irradiación de las columnas. La balaustrada de mármol es del siglo XIX y se alternan en ella vasos y estatuas de Santos. En el interior de la Catedral están las tumbas de Vincenzo Bellini y las de los reyes aragoneses entre ellos Federico II y Constancia de Aragona, esposa de Federico III. En la pared derecha un portal muy adornado cierra la capilla donde se conservan las reliquias y el tesoro de S. Agata, patrona de la ciudad. La patrona se festeja por un mes entero desde el 5 de enero al 12 de febrero pero el ápice e la fiesta son los días 3-4-5 de febrero cuando las angarillas con las reliquias de la Santa se llevan en procesión por la ciudad. Castillo Ursino - El castillo fue edificado por orden de Federico II de Suabia entre 1239 y 1250 y hoy es la sede del Museo comunal. Un tiempo rodeado por el mar, en el siglo XIV era residencia de los reales aragoneses; transformado según el gusto renacentista en el siglo XVI, fue rodeado por la lava en la erupción de 1669 y consecuentemente alejado del mar. El edificio es una construcción cuadrada con cuatro torreones cilíndricos en las esquinas y torres semicilíndricas, de las que quedan sólo dos, apoyadas en la mitad de cada lado. Parecido al castillo pullés de Castel del Monte, el Castillo Ursino funde el racionalismo suabio y el gusto árabe para la estereometría. Sobre el arco ojival, encima de la entrada, hay un tabernáculo con un águila suabia que agarra una liebre. El Museo, que recoge la colección de los Benedictinos, una parte de la de los príncipes de Biscari y las donaciones del barón Zappalà Asmundo, está en fase de restauración, y por lo tanto es posible visitar sólo la entrada y el patio del castillo. El Teatro Romano y el Odeón - Tenía un diámetro de casi 87 metros y podia dar Catania El Teatro Romano, en el que cabían 7.000 espectadores. 29 cabida a más de 7.000 espectadores. Fue construido en un flanco de la colina sobre la que se encontraba el Acrópolis griego, y no se puede exceptuar que en origen hubiese sido fundado por los Griegos. La orquesta, de 29 metros de diámetro, pavimentada con losas de mármol, a menudo es inundada por las aguas del río Amenano. Más abajo de la cávea actual hay huellas de otras dos cáveas distintas, pero todas de la época romana imperial. Adyacente está el Odeón, desde hace poco abierto al público, que servía para los ensayos de los coros y concursos y podía dar cabida a 1300 espectadores. El espacio entre la cávea y la pared exterior estaba dividido en 17 ambientes de los que quedan 16. Iglesia de la Abadía de S. Agata Obra de Giovan Battista Vaccarini realizada de 1735 a 1767. Se asoma en la calle Raddusa con una fachada elegante cuyas aperturas tienen muestras de caliza blanca. Convexa en la parte inferior, la construcción concluye con formas cóncavas más arriba, con grande equilibrio. Está superada por una cúpula que armoniza, ópticamente, con las construcciones limítrofes. En su interior todas las superficies son de estuco blanco sobre el que destacan los altares de mármol amarillo de Castronovo. El pavimento tiene un rico dibujo de fajas entrelazadas con rosetones y volutas de mármol blanco sobre fondo gris. Palacio Biscari - Obra de Francesco Battaglia es un magnífico ejemplar del barroco catanés. La fachada que da sobre el puerto es clásica y presenta una tenaza rectangular. El portal da acceso a un patio dominado por una escalera a terrazas típica de las villas barrocas, también de la zona de Palermo; la fachada sur es la más antigua, probablemente realizada bajo diseño de Giuseppe Palazzotto de 1750. En el interior, acabado en 1766, destaca el salón de fiestas, “el más libre ensayo de decoración rococó que se conozca en Sicilia. Tiene la forma de un octágono alargado que acaba en una alcoba, que la tradición quiere que en origen tuviese un “lit de parade”. El centro del techo cóncavo está taladrado con una lumbrera oval, a través de la cual la mirada corre hacia una cúpula externa, decorada con un fresco alegórico, que recibe luz de ventanas bajo el nivel de la cúpula interna; una galería gira alrededor de la lumbrera y aquí, durante las danzas, se asentaba la orquesta” (Blunt). Para las decoraciones en rocailles probablemente intervinieron estuquistas de Veneto o de Bavaria; los frescos son de Sebastiano Lo Monaco. En la galería que da al mar hay una escalera de caracol también ella testimonio del estilo rococó en Catania. Vía Crociferi - Se accede a ella por la plaza San Francisco de Asís, pasando bajo el arco de San Benedetto (1704). Catania Se trata de uno de los ambientes más significativos del barroco catanés. Debe su nombre al de una orden religiosa que se ocupaba de curar a los enfermos. La mayor parte de los edificios de la vía Crociferi está realizada bajo proyecto de Vaccarini o de sus más íntimos colaboradores, como G. Palazzotto y, en cambio de alinearse al eje prospéctico de la calle, “componen” la calle. Particular atencion merecen: el Colegio de los Jesuitas con la adjunta iglesia de San Francisco Borgia, la iglesia de San Julian y la de S. Benedetto. Saverio Fiducia, haciendo hablar la vía Crociferi en primera persona, escribe: “Entonces músicas celestiales llovían de los coros y de las tribunas pénsiles sobre las espaldas curvadas de los devotos, y el humo de los inciensos saliendo de los grandiosos portales de mármol, me envolvía en una atmósfera perfumada, subiendo dulcemente hacia los fastigios plateados de la luna...” El Monasterio de los Benedictinos de S. Nicola l’Arena - Alrededor de 1136 algunos padres Benedictinos se habían retirado en meditación en el Etna donde fundaron el convento de San Leo con la ayuda del conde Errico. Sin embargo las intemperias, las erupciones y los terremotos obligaron a los frailes a bajar a Nicolosi en el monasterio de S.Nicola nacido en principio como asilo para los frailes enfermos. Como la situación allí no era mucho mejor y además había el problema de los ladrones, alrededor de 1550 decidieron trasladarse a Catania y allí construyeron el convento, el segundo en Europa por dimensiones donde ahora tiene su sede la facultad universitaria de Letras y Filosofía. A la izquierda, el Monasterio de los Benedictinos del que habla tambíen Federico De Roberto en “I Viceré”. Arriba, un particular de Palacio Biscari. 31 Arriba, Acireale, la iglesia de San Sebastián. 32 Después del terremoto de 1693 que había destruido casi completamente la iglesia y el convento, intervinieron, entre otros, Antonino Amato, Francesco Battaglia y también Vaccarini. Superado el portal barroco y el patio, un escalerón de honor a tenazas permite la entrada al edificio. Se llega así a los pasillos situados a lo largo de los dos claustros. El primero, con un quiosco neogótico, como el segundo tiene puertas y grandes ventanas realizadas con diseño de Antonino Amato. Se llega al segundo claustro a través del pasillo del reloj que presenta un portal de mármol de 1606 y, en el centro, restos de una fuente de mármol del siglo XVII. En el ala oeste del monasterio están las bibliotecas reunidas Cívica y Recúpero: abiertas en 1897 se componen del núcleo original de 50.000 volúmenes de la Biblioteca de los Padres Benedictinos a los que se le han sumado las librerias de las corporaciones religiosas suprimidas, aquélla otorgada por el baron Ursino Recúpero (compuesta de casi 40.000 volúmenes y opúsculos, es una colección preciosa para la historia del lugar y de Sicilia), la del poeta Mario Rapisardi y una hemeroteca siciliana. Anfiteatro Romano - Lo que queda de este magnífico edificio, que se remonta muy probablemente al siglo II d.d.J.C., se encuentra en un lado de la plaza Stesicoro, a lo largo de la cual en origen se extendía hasta la actual vía Penninello. Podían caber 16.000 espectadores y era alto 31 metros. El pasillo inferior está bien conservado en toda su extensión y la arena, inferior sólo a la del Coliseo de Roma, tenía un diametro de 71 metros. Se nota aún la original miscelánea de materiales de construcción: basalto, piedra calcárea y ladrillos rojos, que daban al edificio una peculiar policromía. AClREALE Acireale surgió hace 3000 años en las orillas de los riachuelos en que se divide el río Aci. En el año 1000 a.J.C. fue un emporio fenicio de enorme importancia y 300 años más tarde fue colonizada por los Griegos que la bautizaron Xiphonia es decir “espada”, quizás por la forma del promontorio en que se levantaba. Los Romanos, más tarde, la llamaron Aci, de Akis, una palabra que significa la misma cosa que Xiphos. La historia de la ciudad está marcada por conquistas, devastaciones - no sólo provocadas por los hombres sino también por el Etnareconstrucciones y hoy día se levanta en una terraza frente al mar posición escogida en el siglo XIV - con el aspecto que tomó en el siglo XVIII después del terremoto de 1693. Junto con elementos bizantinos y moriscos, sobrevividos al terremoto, hallamos pues muchos elementos barrocos. El monumento más importante de Acireale es la Catedral, construida entre los siglos XVII y XVIII, con la fachada de estilo gótico de principios del siglo XX, bajo proyecto de Giovanni Battista Basile, en la que se abre un portal barroco (1667-72). En su interior, de tres naves, hay frescos de Giuseppe Sciuti y de Pietro Paolo Vasta. Entre las obras de arte, una pila de agua benedita de Antonello Gagini (1525) y la estatua de plata de Santa Venera (que le da el nombre a la iglesia junto con el de la Anunciación) en la homónima capilla. En la sacristía se conservan las angarillas de la misma Santa, que se utilizan en la procesión en su honor. Notable también la iglesia de San Sebastián, con una movimentada fachada barroca, decorada con amorcillos, estatuas, frisos y festoni. Su interior, de tres naves, está decorado con frescos de Pietro Paolo Vasta. CALTAGIRONE Restos que se remontan al neolítico y a la primera mitad del bronce atestan la presencia del hombre en la localidad en que se halla Caltagirone desde los tiempos más remotos. Los Arabes construyeron allí un castillo, que se transformó pronto en un objetivo militar de primera importancia, alrededor de él se desarrolló un centro urbano, del que sin embargo no sabemos casi nada por lo que concierne el período anterior a la conquista normanda, que tuvo lugar en 1090. De los años anteriores al terremoto de 1693 se han quedado pocos edificios y por lo tanto la ciudad se presenta con un aspecto típicamente barroco. Caltagirone es famosa por la belleza y la calidad de sus estupendas cerámicas cuya fabricación se remonta a la prehistoria, gracias a la abundante disponibilidad de materia prima necesaria. La Catedral, en la plaza dedicada a Umberto I, se halla justo en el corazón de la ciudad. Fue fundada en el período normando, pero restructurada a principios del siglo pasado. Notable la fachada, de estilo liberty-floreal de principios del siglo XX. Poco lejos el largo edificio de la Corte Capitanale, cuya fachada está intervalada con portales y ventanas de Antonuzzo y Giandomenico Gagini (siglos XVI-XVII). Entre las iglesias barrocas merecen ser mencionadas la iglesia jesuita de Jesús y la iglesia de San Giacomo. Notable, enfín, la majestuosa escalera de Santa Maria del Monte, decorada con azulejos de ceramica coloreada, construida en 1608 para superar el desnivel entre las dos partes de la ciudad. Catania En bas, Caltagirone. Enna “ 34 Hacíamos locuras, en el campo recogiendo las flores delicadas, los lirios, el bellísimo croco y los botones de rosas y las azucenas recién abiertas, estupendos jacintos y narcisos, con ellos y con el croco florecía toda esa inmensa tierra: y mientras los recogía con el alma feliz se abrió el suelo y de él brotó el dios...” Así empieza la historia de Proserpina, la amable hija de Cibeles diosa de la felicidad, arrebatada por Plutón en las orillas del lago de Pergusa, a los pies de Enna. Enna es desde siempre un lugar mágico, epicentro de las leyendas más antiguas de Sicilia, aquéllas relacionadas con la fertilidad, con la tierra. Cibeles tenía aquí su templo, muy venerado, al que llegaban ofrendas y legados de todas partes y de aquí salió en busca de su hija, llamándola desesperadamente, indiferente a la tierra que se aridecía. La Roca de Cibeles, sobre la que surgía el santuario, se ve aún hoy, amarilla y blanca, solitaria, menos misteriosa, seguramente, que antaño. No es una verdadera “atracción turistíca” así como no lo son muchos otros monumentos de Enna, pero vale la pena echarle una mirada. A lo mejor mientras se admira el panorama, que es uno de los más celebrados de Sicilia: desde lo alto de la torre Pisana, en los días claros, se ven el mar Africano, de un color azul evanescente que se funde con el cielo. De cualquier otra parte, dominan colinas y montañas, hasta todo el alcance de la vista y, sobre todas, el Etna, con su cima escondida por nubes de algodón y por velos blancos. Seguramente fue justo la extensión del panorama que convenció a los Sicanos, antes, ya los Sículos, después, a establecerse aquí, donde podían defenderse fácilmente. La arqueología ha atestado estas presencias prehistóricas. La gruta de la Guardiola, por ejemplo, era una tumba para la inhumacíon colectiva ya en época neolítica. De estos primeros asentamientos, sin embargo, sabemos poco: escavaciones sistemáticas han sido hechas, en efecto, sólo a partir de 1978. En los siglos VII-VI a.J.C. la ciudad vivió bajo la influencia de los griegos y afirmó aún más su importancia como centro principal del culto en honor de Cibeles. Henna, centro de una tierra riquísima en leyendas y mitos, atraía también intereses más humanos que religiosos. La posesión de esta próspera ciudad, en efecto, era indispensable para asegurarse no sólo el dominio completo e incontrastado de Sicilia, sino también el goce de los bienes producidos en el fértil territorio de sus alrededores. En el 307 a.J.C., Henna tuvo que someterse a la dominación de los Siracusanos, más tarde, después de un breve intervalo de independencia, a la de los Romanos. Cada nuevo dominador de Sicilia, para asegurarse el poder definitivamente, tenía que tener en consideración a los enemigos enrocados en la ciudadela de los Ereos y a menudo sólo la traición consentía la conquista. Es el caso de los Arabes que entraron en la ciudad gracias a la traición de un prisionero bizantino. Y es el caso de los Normandos que, habiendo cercado la ciudad en 1061, lograron ganarla con el engaño sólo en 1088. Al acabarse la dominación árabe, con la llegada de los Normandos, Henna, ya llamada Castrogiovanni (del árabe Qasr-Jannih, a su vez derivado del latín Castrum Hennae) se enriqueció con monumentos religiosos, un enriquecimiento que continuó durante toda la Edad Media, y que dotó la ciudad de un rico patrimonio que de alguna manera es visible aún hoy. Testimonios artísticos Castillo de Lombardía - Es la más importante atestación de las fortificaciones que ceñían Enna. Edificado en la ciudadela que hizo merecer a Henna la denominación de “Urbs inexpugnabilis”, Strabone dijo de él que era la más bonita fortificación de Sicilia y con orígenes muy antiguas. Lo que hoy se visita es el resultado de muchísimas modificaciones a las que cadauno de los conquistadores sometió la fortaleza. Una de las más importantes fue la que actuaron los Arabes, que lo transformaron en una perfecta fortaleza, y la de los Suabios, que dieron el arreglo definitivo a las obras murales exteriores, y la de Federico de Aragona que lo eligió como demora propia. Su nombre deriva probablemente de la guarnición lombarda a la que los Normandos confiaron el control del castillo, aunque, a decir verdad, los Arabes llamaban Lombardía la costa oriental del Adriático y las zonas de Calabria ocupadas por los Normandos y, por lo tanto, no se puede excluir una origen más antigua del nombre. La planta irregular de la fortaleza, que es una de las que se conservan mejor en Sicilia, recuerda los castillos federicianos en las Pullas, en particular el de Lucera, y su superficie total es de casi 26.230 m2. El castillo está dividido en tres patios, de San Nicola, de la Magdalena, de San Martín, separados por robustas murallas con torres, de manera que la caída de un patio no prejuiciaba la resistencia de los demás. El patio más interesante es el de San Martín: se hallan los restos de los apartamentos, de una iglesia, de la sala real y también de un oratorio rupestre subterráneo que confirma la antigüedad del lugar fortificado, seguramente anterior al actual castillo. De este patio se pasa a la torre Pisana llamada también “de las Aguilas” por la presencia, antiguamente, de numerosos rapaces en sus almenas. La Torre Octogonal - Situada a guardia de la zona meridional de la ciudad, se ha quedado intacta y se levanta solitaria en el centro de un jardín público. De esta torre, llamada también “de Federico II”, los historiadores no han logrado aún establecer la edad: hay quien dice que se remonta al emperador suabio Federico II, otros a Federico de Aragona, otros más, al período manfrediano. Pero la teoria más fantastica es la que la identifica con el antiguo centro geodético de Sicilia. Desde lo alto de los 24 metros de esta torre, en efecto, antiguos astrónomos, haciendo perno en este centro, habrían dado origen a la delimitación de la isla y a la creación de su sistema viario. Más tarde los Arabes se servirían del mismo punto de partida para dividir la isla en tres valles. La planta baja presenta estrechas monóforas ojivales, el primer piso dos amplias ventanas rectangulares decoradas, abiertas en 1457. El tercer piso no tiene una cobertura. Se sube por una escalera de caracol obtenida en el espesor de la pared (que mide 3,30 m.) y desde la cima - como, por otra parte, de cualquier punto de Enna - se puede admirar un amplísimo panorama. Para una visita de la ciudad y de sus alrededores se necesitan un día y medio. La Catedral - Es el monumento principal de Enna. Fundado - probablemente sobre los restos de un templo dedicado a Proserpina - con visos de verdad antes de 1307, fecha del nacimiento del enfante Pedro, en cuya ocasión su madre, la reina Eleonora, expresó la voluntad de hacer restaurar “el templo principal de la ciudad”. Destruido casi completamente por un incendio en 1446, fue reconstruido a partir de 1451: los trabajos continuaron durante todo el siglo XVI. Domina la fachada del siglo XVI un alto campanario del siglo XVII sobre dos órdenes de pilastras. En el lado derecho dos portales: uno, obra del siglo XVI de Jacopino Salemi, de A la izquierda, la torre del Castillo de Lombardía. Arriba, la Torre Octogonal. 35 gusto renacentista, decorado en el centro con un bajorelieve que figura a S. Martín y al pobre; el otro, llamado Puerta Santa, de estilo gótico. Siempre al exterior son remarcables los ábsides y el transepto, originales del siglo XIV, y un arco que formaba parte del ambulacro cementerial de la iglesia, único supérstite de un pórtico con claustros. La segunda a la derecha y la segunda a la izquierda, en particular, son auténticas obras de arte de Gian Domenico Gagini. Merecen una atención especial, además, las tres capillas que se abren en el transepto: la de la izquierda, dedicada al SS. Sacramento, aparece nuevamente, después de los trabajos de restauración, en su original concepción del siglo XIV; la capilla de la derecha está dedicada a la patrona de Enna, la Virgen de la Visitación, cuya imagen, custodiada justamente en la capilla, se lleva en procesión todos los años el 2 de julio; la capilla central, del siglo XVI, está dedicada a la Virgen de la Asunción, y está ricamente decorada en todas partes con estucos, estatuas y cuadros figurantes varios momentos de la vida de la Virgen. El techo de la iglesia, en fin, formado por tres diferentes tipos de artesones esculpidos es una verdadera obra de arte de madera de nogal: preciosos, en particular, los de la nave central y el transepto, obra del escultor 36 Scipione di Guido, que trabajó allí, con sus asistentes, durante cinco años. Se deben a él también los coros de la nave central y el coro del altar mayor. MORGANTINA La ciudad de Morgantina, se encuentra a unos 6 Kms. de Aidone. Ya desde 1955, gracias a las excavaciones regulares efectuadas por la Misión Arqueológica de la Universidad de Princeton, fue identificada allí una ciudad en sus varias fases arquitectónicas y urbanísticas, del período helenístico al período romano. Una primera fase de asentamiento se remontaría a la Edad del Hierro, llamada “Morgetina”, (1000 - 850 a.J.C.), documentada con pedazos de mayólicas y restos de cabañas, para esa zona superior de la colina llamada “Ciudadela”. Más abajo, a sus pies, en numerosas excavaciones fueron desenterrados los restos del santuario de Demetra y Kore la estoas, los mercados, el salón del Senado o Bouleuterion, los oratorios de culto, el teatro, el santuario ctonio del agora, el Ekklesiasterion, el grande horno, el granero del Estado, todas estructuras pertenecientes a la ciudad del período helenístico y romano. Lo que hace de enlace entre estas dos reali- dades de habitación tan diferente es el asentamiento en este lugar de una fuerte componente griego calcídica proveniente de Katane, en la primera mitad del siglo VI a.J.C. aproximadamente. Entre los siglos IV y III la ciudad alcanzó la cumbre de su grandeza. Aunque favorecida por la prosperidad del período ieroniano, por su posición contra Roma, en favor de los Cartagineses en la II guerra púnica, la ciudad fue asaltada y destruida por fuerzas coligadas romanas regulares y mercenarios hispánicos en el 211 a.J.C. Desde entonces asignada a estos ibéricos, no tuvo una buena reconstrucción, sino sólo una restructuración aproximada que no reflejaba la pasada grandeza. Implicada en las turbulencias de las guerras serviles, decaída en la arquitectura (el teatro se vuelve cantera de piedras), Morgantina cesó, por progresivo abandono, su vida urbana entre los siglos I y II a.J.C.. El monumento más importante es el teatro. PIAZZA ARMERINA Rica de monumentos medievales, palacios barrocos, elegantes edificios religiosos y jardines, se dispone en la cumbre de tres alturas en la zona colinar de Sicilia. La ciudad tiene orígenes en la tarda Edad Media, pues surgió en el siglo XII de los res- Al lado, arriba, panorama de Enna, abajo, la urna con el Cristo muerto en procesión el Viernes Santo en Enna. Aquí arriba, los restos del teatro de Morgantina, ciudad helenística cerca de Aidone. 37 Enna Arriba, detalle del mosaico “La grande caza” en la Villa Romana de Piazza Armerina. 38 tos de la más antigua Plaza, destruida por Guillermo I porque culpable de haber dado hospitalidad a unos barones rebeldes. La Catedral, dedicada a la Virgen de la Asunción, domina desde lo alto la entera ciudad. Fue edificada a principios del siglo XVII sobre una preexistente iglesia, de la que queda sólo la parte inferior del campanario, de estilo gótico-catalano. En su interior, entre otras numerosas obras de arte, se conserva un precioso crucifijo de madera del siglo XV, obra de un no mejor identificado maestro de la cruz de Piazza Armerina. A poca distancia del pueblo, sobre una colina, se puede visitar el Priorato de San Andrea, construido bajo ordenación de un nieto de Roger I, Simone conde de Butera, en 1096. El interior está decorado con frescos de los siglos XII, XIII y XV, que figuran, entre otras cosas, escenas de la Pasión de Nuestro Señor. A Piazza Armerina está ligada, sobretodo, la Villa Romana del Casale, uno de los más importantes hallazgos arqueológicos de Sicilia, a unos 30 Km. del pueblo. Fue construida en los siglos III-IV d.d.J.C. por un comitente desconocido, identificado por los estudiosos ahora en uno ahora en otro miembro de la aristocracia senatoria romana o hasta de la familia imperial. Quienquiera que haya sido, el dueño de la villa era un hombre muy rico, amante del lujo, de las comodidades y del arte. Para la decoración de su prestigiosa residencia de campo hizo llegar de Africa valientes artistas de mosaico que durante cinco años se dedicaron a la creación de estupendos mosaicos que hasta hoy nos dan una imagen vívida de la vida romana y de la mitología de esa población. En una superficie de casi 3.500 m se suceden escenas de caza y de danzas, personajes mitológicos y animales, pescadores y todo género de plantas y frutos, modelos y fundadores de un estilo de mosaicos que en los siglos siguientes tuvo amplia difusión en Italia, Francia y España. Arabes y Normandos vivieron, siglos después, entre estas paredes, haciendo todas las modificaciones que estimaron necesarias para adaptar la antigua villa a sus exigencias causando tal vez daños, desdichadamente, a las extructuras originales. En el siglo XII, un terrible aluvión dio origen a un río de lodo que, invadiendo el valle, destruyó la parte superior de la villa, cubriéndola enteramente. Pero no hay mal que por bien no venga, se dice, y en este caso el dicho encuentra una confirmación. En efecto, si por un lado ha destruido los techos, que tenían que ser estupendos, ha pro- tegido durante los siglos los mosaicos que, de esta manera han llegado intactos hasta nuestros días. Campañas de excavaciones, conducidas casi amatorialmente, antes, cada vez más regulares después, han llevado, en 1950, al recupero de la villa, bajo la dirección del arqueológo Gino Gentili. El complejo residencial está formado por 4 grupos distintos de construcciones, cadauno utilizado para las diferentes funciones de la vida social, de la hospitalidad, del descanso, etc. Aún enterradas se hallan las habitaciones de la servitud, los establos, los almacenes y otras cosas. Entre los ambientes de particular interés las termas, que se desarrollan en varias habitaciones, y que, además de los mosaicos, muestran trazas del sistema de aprovisión hídrica de la villa; el ambulacro de la grande caza, decorado con escenas de caza y capturas de fieras; la sala de las 10 palestritas, en cuyo piso están representadas gimnastas ocupadas en varios deportes; los apartamentos del dueño de la villa, en los que, entre otras cosas, se hallan la decoración de Ulises y Polifemo y la célebre escena erótica. 39 Messina H La Catedral de Mesina con su campanario animado por un grande reloj astronómico. 40 ay una fuerte tentación - cuando se debe hablar de la historia de Mesina - de dejarse arrastrar por la magia de la leyenda y de perderse, gozando por ello, en el mito y en la fábula. Pocas ciudades, creemos que sean tan ricas de creencias populares como la del Estrecho: de Cariddi a Glauco, de Mata y Grifone a la Dama Blanca, de Colapesce a la hada Morgana, las orígenes y la historia misma de Mesina están permeadas de estos extraordinarios “eventos”. Pero, los que dicen que no es verdad que Neptuno separó Sicilia del continente con un solo golpe de tridente y que Saturno, enamorado de la belleza de este lugar, fundó allí la antigua ciudad, son los hombres de ciencia y los arqueólogos que, menos poetas y más históricos que los antiguos escritores, menos fantasiosos y más racionales, reconstruyeron la “verdadera” historia de este lugar extraordinario. Si son pocas las noticias relativas al período pregriego - en las orillas del Estrecho dejaron huellas de su presencia agricultores y cazadores Sículos y mercaderes Fenicios abundan, en cambio, aquéllas relacionadas con la colonización helénica del lugar. Fue justamente aquí, por cierto, en el breve trecho de costa jónica que va del Estrecho hasta Siracusa que comenzó, con la fundación de Zancle, Nasso y Siracusa, la epopeya griega de Sicilia. Aquí, los colonizadores provenientes de Cuma y de Cálcide, alrededor del 756 a.J.C. (o más bien del 730 a.J.C. o del 727 a.J.C., según las versiones de los varios historiadores) fundaron su ciudad, Zancle, o sea hoz. Fue posible reconstruir la planimetría de ese antiguo centro - realizado muy probablemente en el lado Sur del grande puerto sobre la base de los hallazgos arqueológicos: una implantación regular con edificios divididos por estrechos pasajes, algunas estructuras sagradas, como la de un santuario del tardío siglo VIII a.J.C., en la punta extrema de la lengua de tierra que cierra el puerto y, también, monumentos funerarios como el que se encuentra (en la plaza Avignone) en la zona de la misma necrópolis, con cámara hipogéica. Los acontecimientos de la ciudad - Zancle, Messana, Mesina - estarán relacionadas, desde entonces, siempre estrechamente con la importancia económico-estratégica del lugar mismo: lugar de encúentro y de lucha para tantas poblaciones y para los más disparatos intereses. Conquistada y reconquistada por Siciliotes y Cartagineses, Messana - así fue bautizada por el tirano de Reggio - será la primera colonia romana en Sicilia y alcanzará, en los dos últimos siglos antes de la era cristiana, una posición de grande relieve, tanto que Cicerone la describió como “civitas máxima et locupletissima”. Este esplendor durará por lo menos hasta la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d.J.C.), es decir cuando comenzaron las invasiones de los bárbaros, para florecer nuevamente en la época Bizantina, en que Mesina se volvió una protometrópolis de la Magna Grecia y de Sicilia. Afirmada su posición de importante puerto estratégico en las relaciones con el oriente, puesto bajo control el litoral de Calabria, fortificada y administrada con estructuras propias, la ciudad del Estrecho lograba, por lo menos hasta el 843 a.J.C. contrastar una nueva invasión, la de los Arabes. Después de un nuevo y grave período de decadencia - los Mesineses abandonarán la ciudad y sólo en el 965 volverán a poblarla, siempre bajo la dominación árabe - caerá bajo la dominación de los Normandos en 1061 quienes le concederán privilegios que estuvieron a la base de una constitución municipal que duró hasta el siglo XVII. Sucesivamente Mesina pasó a los Angevinos transformándose en un importante puerto militar en la época de las Cruzadas, que aumentaron la prosperidad comercial y cultural. Aquéllos, fueron los últimos siglos del grande esplendor de la ciudad del Estrecho: a la riqueza, al grande desarrollo urbanístico monumental, a la importancia política se contrapuso el gran desarrollo de la cultura y en Mesina florecieron literatos y humanistas, pensadores y artistas: basta citar un solo nombre, el de Antonello. Luego, comenzó su decadencia, por manos del hombre y de la naturaleza. Insurgidos contra los Españoles en los años que van de 1675 a 1678, los Mesineses resistieron hasta cuando pudieron contar con la ayuda de los Franceses - para volver a caer bajo la dominación española. Estos anularon los privilegios seculares de la ciudad del Estrecho, destruyeron el palacio senatorio y construyeron - como severa admonición - la ciudadela poderosa de S. Ranieri. Luego la peste, que en 1743 despoblará la ciudad, el terremoto de 1783, los furiosos bombardeos de Ferdinando II de Borbón - el “rey bomba” - el terrible terremoto del 1908 - 60.000 víctimas y la destrucción del 90% de la cíudad - y las devastaciones de los bombardeos de los aliados de 1943, harían lo demás, borrando, en buena parte, las señas de un ilustre pasado. Sin embargo es desviante pensar en Mesina como una ciudad completamente “nueva”, sustancialmente reconstruida después del terremoto de 1908 y de los bombardeos de la segunda guerra mundial: la misma rabiosa, vencedora resistencia de los Mesineses que derrotó a Carlo Anjou en 1282, logró derrotar también la culpable codicia y la barbarie del hombre así como la ferocidad inocente de la naturaleza. Así pues hoy Mesina es una ciudad bella y sugestiva, naturalmente rica, pero, también, gracias a lo que los Mesineses han sabido conservar y construir. Arriba, la iglesia de los Catalanes, excelente fusión de varios estilos. 42 Testìmonios artísticos Santa María d’Alemanna (o de los Alemanes) - Los restos de la homónima iglesia gravan, bellísimos, entre la calle Sant’Elía y S.María Alemanna. Estas ruínas son importantísimas porque son la única traza de arquitectura gótica siciliana. Edificado a principios del siglo XIII, para la Orden de los Caballeros Teutónicos, el templo fue progresivamente abandonado ya a partir de finales del siglo XV y, en 1808, no se celebró más el culto. A pesar de que guerras y terremotos se hayan enzañado contra esta pequeña joya suabia, ella conserva todavía, en sus ruínas, todas sus características de elegancia y de finura. Iglesia de Santa María de la Anunciación de los Catalanes - Es uno de los más preciados tesoros de Mesina. Edificada a finales del siglo XII bajo el reino de los Normandos probablemente sobre un templo preexistente - se caracteriza por una sencilla pero elegante fachada del siglo XIII, en la que se abren tres portales, por la cúpula y por los maravillosos ábsides. Elegantísimo ejemplo de buena fusión de estilos - bizantino, románico, árabe y normando - el templo tiene un interior de tres naves que se apoyan sobre columnas con bóvedas de arista y en cañón y la cúpula central que se apoya sobre penachos bizantinos. En la plazoleta delante de la iglesia, se levanta la estatua de bronce de don Juan de Austria, vencedor, en 1571, en la batalla de Lepanto, contra la flota de los turcos, representado aquí mientras aplasta la cabeza cortada de Ali Pascia, comandante de la flota marina. Interesantes, también, los bajorelieves del basamento que recuerdan algunos momentos del acontecimiento histórico. La Catedral - La estupenda construcción normanda - fue construida en 1160 bajo el reinado del rey Roger II y modificada en 1300 y en 1500 - se desarrolla sobre una planta basilical dividida en tres partes por una doble fila de columnas con tres ábsides semicirculares, al lado de la cual se levanta el bello campanario. No bastarían, seguramente, las páginas a nuestra disposición para describir y dar una idea apropiada de la discreta belleza de este templo, de la elegancia de sus formas, de la riqueza de sus obras de arte. Nos limitaremos, pues, a algunas noticias, dejando al visitador el placer de descubrirlas. Comenzada, como hemos dicho, hacia finales del siglo XI, la Ca- tedral sería, entonces, una de las más antiguas iglesias de toda Sicilia. Símbolo de las calamidades de la ciudad del Estrecho - pero también de la voluntad de los Mesineses de no rendirse, nunca, frente a lo inevitable - fue víctima, ya en el siglo XIII de un violento incendio, de los terremotos del siglo XVII y del siglo XVIII, casi enteramente destruida por el de 1908 y reconstruida una vez más, fuertemente dañada por los bombardeos americanos, en 1943. Hoy, en su estupenda fachada se abren tres espléndidos portales de los siglos XV y XVI, de los que el principal, acabado por Pietro di Bonato en 1468, es obra original de Baboccio da Piperno, autor del siglo XIV de la estatua de la Virgen originariamente colocada en el luneto y hoy conservada en el Museo de la ciudad. También algunas ventanas y el bello rosetón fueron recuperados y restaurados. En su interior, con un bonito techo de madera con pinturas, son interesantes los numerosos monumentos sepulcrales, entre los que sobresale el del Cardenal Guidotto de Tabiatis, obra del siglo XIV de Goro de Gregorio, doce altares que se remontan al siglo XVI, un Bautista, probable obra de Antonello Gagini, y un relieve que representa a San Gerólamo, del siglo XV. De altísimo valor es el tesoro, rico de refinados objetos de oro, plata y tejidos, obras de maestros del lugar, conocidas en toda Europa. Al lado del templo está el bello campanario, reconstruido varias veces, que posee el más grande reloj astronómico del mundo, realizado 1933 en Strasburgo; compuesto por numerosos cadranes animados que indican las horas, los días, los meses, los planetas y las fiestas religiosas, da lugar - a mediodía - a un verdadero Arriba, el portal principal de la Catedral. 43 espectáculo que no hay que perder, así como la subida al campanario mismo (65 metros de altitud) de las 9 de la mañana a la 1 de la tarde. Fuente de Orión - Es una obra monumental del siglo XVI de Montorsoli, que representa justamente a Orión, uno de los míticos fundadores de la ciudad. La Fuente de Neptuno - Esta elegante obra de 1557 de Giovanni Angelo Montorsoli se halla en la plaza de Unità d’Italia. Varias veces modificada, la fuente representa a Neptuno que aplaca el mar del Estrecho. TAORMINA Las orígenes de la ciudad se pueden remontar a la prehistoria: en la tarda Edad del Bronce un grupo de Sículos se establecieron en la cumbre de una colina frente al mar en la costa Jonica de Sicilia. Arriba, la fuente de Orione. Al lado, Mesina: Cariddi, monstruosa sirena encadenada a los pies de Neptuno en la fuente titulada al dios del mar. 44 En el pequeño centro urbano de Tauromenion se refugiaron en el siglo V a.J.C. los habitantes de Naxos, destruida por Dionisio I de Siracusa, que la ocupó en el 392 a J.C. Siguió los acontencimientos de la Sicilia griega y romana. Con los Bizantinos sus fortunas algo decaídas resurgieron, y fue una de las últimas ciudades que cayeron en mano de los Arabes, en el 902. La dominación islámica fue siempre mal soportada, tanto es que la ciudad se rebeló dos veces. Después de la segunda insurrección, en el 969, se decretó la destrucción de la ciudad, a la que sobrevivió sólo la fortificación que protegía Naxos, llamada Tambermin. En el siglo XIII, después de la fundación de algunos conventos, también Taormina renació a nueva vida, aunque continuó siendo siempre poco más que una aldea. Su fortuna comenzó en el siglo XIX cuando, tras la visita de Goethe que cantó sus bellezas en toda Europa, se volvió casi un must entre las etapas del Grand Tour. Estos viajadores fueron los precursores de los numerosísimos turistas que todos los años visitan Taormina, capital del turismo siciliano. El monumento principal de la ciudad es el Teatro Antiguo, no sólo por su intrínseco valor artístico, sino también por la escenográfica posición en que está colocado. El panorama que se admira desde allá arriba ha sido definido hasta “el panorama por antonomasia”, que no hay que perder absolutamente, cuando se va a Sicilia. Es el segundo teatro antiguo de la isla (diámetro 109 m.) después del de Siracusa y fue construido en época helenística (siglo III-II a.J.C.). Modificado y ampliado casi 300 años después, fue destinado por los Romanos a venationes y luchas de gladiadores. El teatro, cuya acústica es extraordinaria, se utiliza para espectáculos musicales y teatrales en verano. A los Romanos se les debe además el Odeón, pequeño edificio detrás de la actual iglesia de Santa Caterina, quizás el Bouleuterion (lugar de reunión), y la Naumachia. Esta, junto con el teatro es el segundo principal avance de la ciudad romana y también uno de los más grandes monumentos romanos de la isla. Se trata de un grande banqueo que protegía una ya inexistente cisterna. Parece que allí se efectuaban batallas navales, de donde el nombre. Palacio Corvaja, construido en el siglo XV sobre una estructura del siglo anterior, fue sede del Parlamento Siciliano. En su fachada se desarrolla una faja en la que fueron grabadas en latín una serie de sentencias morales. Más arriba, en el primer piso, se abren grandes ajimeces. Muy pintoresco es el patio interno. La Catedral, dedicada a San Nicola, fue edificada en el siglo XIII en la homónima plaza. Sucesivamente, en los siglos XV, XVI y XVIII fue retocada varias veces. En su aspecto cuadrado y severo recuerda las catedrales normandas. El portal principal, superado por un pequeño rosetón y flanqueado por dos ventanales ojivales, es de 1636 y de estilo renacentista; otros dos portales, del siglo XV y XVI, se abren respectivamente en el lado izquierdo y derecho (interesante, en particular, el primero). En su interior, de tres naves, se hallan interesantes pinturas de Antonino Giuffré (1436) y un políptico de Antonello de Saliba (1504). El elegante palacio de los Duques de Santo Stefano, construido entre los siglos XIV y XV, es un bello ejemplar de arquitectura siciliana. Unos ajimeces, cuatro abajo y cuatro - más elegantes - en el primer piso, suavizan las imponentes murallas perimetrales. TINDARI Fundada en el lugar del centro sículo Abaceno en el 396 a J.C. por Dionisio I de Siracusa para establecer un puesto avanzado militar contra eventuales incursiones cartagineses, Tyndaris fue una de las últimas colonias grie- En esta página, Taormina: arriba, el teatro antiguo. Al lado, Tíndari: los restos de la basílica, la Grande Sala de reuniones que da el accesso al “agorà”. 46 gas de Sicilia. Crecida rápidamente, la ciudad a la que se le había impuesto el nombre de las divinidades protectoras de las poblaciones inmigradas - desempeñó un papel estratégico de grande importancia a guardia de las vías marítimas tirrénicas y vivió todas las atormentadas vicisitudes de las luchas entre Siceliotes, Cartagineses y Romanos para el control de la isla. Ocupada por los Cartagineses en el 264 a.J.C., fue conquistada por los Romanos diez años después hasta transformarse, sucesivamente, en una de las cinco colonias romanas, gozando de todos los privilegios. Un desprendimiento de tierra de grandes proporciones, un terremoto, en el 365 d.d.J.C., y las devastaciones de los Arabes, en el 836 d.d.J.C. determinaron la decadencia de la epopeya de Tyndaris pero su belleza sobrevivió. El teatro, construido probablemente a finales del siglo IV d.d.J.C., fue restaurado completamente y transformado en una arena en época romana, con la demolición, desdichadamente, también de la estructura de la escena. La Basílica era una grande sala de reunión con arcos, originariamente estructurada en tres pisos y que daba acceso al agora. Se remonta, probablemente, a fines del siglo I a.J.C., fundiendo admirablemente los estilos y las técnicas griegas y romanas. Se conserva discretamente sólo el primero de los tres pisos del que se componía, constituido por una única amplia nave cubierta por una serie de 9 arcos de los que dos se levantan aún (uno fue reconstruido en 1956) junto con una parte de los dos muros perimetrales. Hay que visitar, además, las Termas, quizás del siglo II d d.J.C., unos mosaicos interesantes, las casas romanas con patios y columnas, que se remontan al período imperial; la implantación viaria, organizada sobre tres decumanos, cruzados por escarpadas subidas transversales y los amplios trechos de murallas, que son las más grandiosas y mejor conservadas de Sicilia. El Santuario de la Virgen de Tíndari fue construido en el lugar de la antigua Agora, justo en la cumbre del cabo Tíndari. Es meta de romerías con motivo de la Virgen Negra, obra bizantina considerada milagrosa. Tíndari es también uno de los sitios paisajísticos y naturalísticos más bellos de la isla: desde lo alto de sus 230 m. de altura se abre un escenario extraordinario. Una mención particular merece la laguna de Olivieri, hoy reserva natural. Formada por cordones litoráneos de arena y guijarros, estremamente variables en su conformación con el juego de corrientes y de oleadas y por tres pequeños lagos - Verde, Marinello y Vergolo - constituye un importante lugar de descanso de una interesante ornitofauna durante las migraciones. Ragusa de pierre et, avec dans l’air, une odeur de miel. Ibla, l’antique Hyblea Heraia des Sicules qui dominèrent la vallée de l’lrminio, fut colonisée par les Grecs de Syracuse et partagea, au cours des siècles, le sort de toute la Sicile qui connut alternativement les dominations romaine, byzantine, arabe, normande, angevine et espagnole. Il faut une journée pour visiteer Ragusa. Arriba, Ragusa: escorzo de la Catedral de San Juan. Al lado, panorama del centro histórico, Ibla. 48 R agusa se trouve juste au coeur de la “terre du caroubier, de l’olivier et du miel”, cette terre que raconte admirablement Gesualdo Bufalino, quand il découvre pour nous, des scénarios silencieux et tranquilles, la platitude uniforme interrompue par lá géométrie limpide des petits murs bas qui dessinent des labyrinthes inexistants. Blanche et grise, elle s’étend sur son éperon de rocher, long et étroit, enfermé entre deux profonds vallons escarpés. Une troisième vallée, presque un isthme, sépare les deux noyaux de la ville: Ibla, à l’est la partie la plus ancienne, à la planimétrie accidentée et pittoresque est riche en splendides édifices baroques, Ragusa supérieure, à l’ouest, à l’aspect moderne, s’étend vers le sud, passant au-dessus de la carrière de St. Dominique grâce à trois ponts. C’est ainsi que se présente Ragusa de loin, à l’oeil curieux du voyageur. De plus près, Ragusa est une ville de province sommeillante: le dimanche on se promène dans la rue principale, avec l’ambition de trouver une réponse à tous les problèmes; on regarde à la dérobée par les volets fermés qui gardent la fraîcheur des splendides maisons; on compte les colombes entre les frises baroques des maisons sculptées. Raguse est une ville antique à mesure d’homme, de femme et d’enfant, propre, couleur Témoignages artistiques. La Cathédrale - Dédiée à St. Jean, elle s’élève imposante, près du croisement des deux rues principales de Ragusa supérieure, Rue Roma et Cours Italia. Elle fut construite à partir de 1694 et donne par une ample terrasse suspendue, sur la place St. Jean. La façade large et mouvementée est flanquée d’un clocher massif qui finit par une pointe. A l’intérieur à trois nefs les chapelles du XIX siècle sont décorées de stucs précieux. S.te Maria delle Scale - C’est une petite église fondée par les cisterciens au XIV siècle, près du long escalier qui relie Ragusa supérieure à Ragusa Ibla. Elle fut reconstruite après les tremblements de terre, mais conserve, à l’extérieur, le portail original et le balcon gothique, et, à l’intérieur, quatre chapelles avec leurs arcades gothiques et de la Renaissance. Jardin Ibleo - C’est le parc communal de Ragusa Ibla. On y trouve, à l’intérieur, l’église des Capucins, importante pour le triptyque peint par Pietro Novelli qui y est conservé et par l’ancien portail de l’église de S. Giorgio Vecchio en ruines, précieux exemple d’architecture gothique. Le Dôme - Dédiée à S. Giorgio, elle domine du haut de la place homonyme, de la cime d’un escalier imposant qui conduit au portail surmonté de très beaux hauts-reliefs représentant des scènes du martyr de S. Giorgio. La façade très haute et élancée, qui semble vouloir rejoindre le ciel, est un chef d’oeuvre de Rosario Gagliardi (qui signa aussi -entre autrela splendide façade de S. Giorgio à Modica). A l’intérieur, à croix latine, on remarque l’orgue majestueux Serassi de 1881, appelé Organum Maximum, parce que c’est le plus grand que la Maison Serassi ait construit. Les arcs et les voûtes sont décorés et les 33 vitraux sont historiés: 12 représentent des épisodes du martyr de S. Giorgio, le saint protecteur de Ibla (S. Giovanni est lé protecteur de Ragusa supérieure). Es pequeña, graciosa, sentada en las orillas del golfo, con jardines y paseos que bajan hasta las olas”. Siracusa, descrita por Guy de Maupassant, que la visitó a fines del siglo XIX, es otra cosa respecto a la magnífica metrópolis que había sido. Entonces, cuando reinaba Dionisio I, era una de las más grandes y potentes ciudades del Mediterráneo, adornada con templos y palacios, jardines y fuentes, rica de dinero, cultura y poder. Una ciudad ideal según Platón, que la visitó varias veces, poniendo en ella sus esperanzas de renovación política y social. Una ciudad estupenda según Simónides, Píndaro, Baquílides, Esquilo que cantaron su belleza. Una ciudad de enorme potencia militar, capaz de dar jaque a Cartago y Atenas. Siracusa fue fundada en el 734 a.J.C. por colonizadores corintios que se inspiraron, para su nombre, en el nativo nombre de un pantano cercano, llamado Syraka. Es muy improbable que estos colonizadores tuviesen ya una idea del glorioso futuro que estaba reservado a su colonia, pero es cierto que su expansión comenzó muy pronto, con la conquista de pequeños centros cercanos. En el siglo V la influencia de Siracusa se hacía notar en todo el Mediterráneo y con esta ciudad están relacionados acontecimientos decisivos para la historia de aquel tiempo: la derrota de los Cartagineses en las cercanías de Himera en el 480 a.J.C.; la derrota de los etruscos en Cuma en el 474, que impidió la expansión hacia el sur; la victoria sobre los Atenienses en el 413, en una batalla naval entre las más grandiosas de la antigüedad. A Siracusa está unido el nombre de Dionisio I, uno de los más grandes príncipes de su tiempo, que aseguró su hegemonía sobre la Magna Grecia y conquistó un grande prestigio en todo el Mediterráneo. Sólo con grandes sacrificios y con el engaño, los Romanos, en el 212 a.J.C. lograron conquistar la ciudad, defendida por las extraordinarias obras de Arquimedes. A pesar de su decadencia, Siracusa continuó siendo la ciudad más conocida y la más importante de Sicilia, hasta el punto que el mismo emperador de Oriente Costante II por un período la eligió como capital de su imperio. Sólo después de la conquista árabe, en el 878, perdió su supremacía entre las ciudades sicilianas y empezó su lenta decadencia. Las dominaciones comunes a toda Sicilia fueron condivididas también por Siracusa que nunca más alcanzó los increibles ápices del siglo V, transformándose en el tranquilo centro que conocemos hoy, silencioso y orgulloso heredero de un magnífico pasado. Para la visita de Siracusa se necesitan dos días, dividiendo el tiempo entre Ortigia, la zona arqueológica de la Neápolis y el grande museo arqueológico. Testimonios artísticos - Ortigia El Templo de Apolo y de Artemis - Los restos de este templo se encuentran en el largo XXV Luglio en la isla de Ortigia. Se remonta a finales del siglo VII y es, pues, el más antiguo de los grandes templos griegos en Sicilia. Durante los siglos fue transformado sucesivamente en iglesia bizantina, mezquita, basílica cristiana y de todas estas sucesivas construcciones se han descubierto huellas durante la campaña de escavaciones, efectuadas entre 1938 y 1943. El templo era dórico y presenta algunas peculiaridades debidas al arcaismo. La Catedral - Se asoma a la plaza Duomo, rodeada de elegantes palacios barrocos (éstos, entre otras cosas, constituyen una peculiaridad de Ortigia, pues están repartidos en toda la isla) y ocupa una antigua zona sagrada. Escavaciones efectuadas aquí y en las inmediatas cercanías han permitido la reconstrucción de los acontecimientos edilicios ciudadanos desde los asentamientos sículos. Había un templo jónico, el único en su género conocido en el occidente griego, cuyos escasos restos son visibles en los subterráneos del Palacio Comunal. La catedral es el resultado de las sucesivas transformaciones sufridas por el templo de Athena, obra edificada probablemente por voluntad de los Diomenides, la estirpe fundada por Gelone, primer tirano de Siracusa. Era períptero-hexástilo, con 36 columnas altas casi 9 metros y con un diámetro de dos. Su magnificencia fue celebrada por Cicerón. Para tener una idea, baste pensar que sus puertas eran de oro y marfil. En su cima brillaba el escudo de oro de Athena, para guiar a los navegantes. Alrededor del siglo VII fueron cerrados los espacios intercolumnares y el templo fue transformado en iglesia cristiana, más tarde proclamada catedral. La fachada, que remonta al siglo XVIII, es imponente y rica de movimiento, adornada con estatuas y columnas corintias. Su interior, de tres naves, es basilical: la mediana ocupa la celda del antiguo templo, cuyas columnas se asoman de las paredes. Son muchas las obras de arte que allí se guardan, entre ellas citamos la tabla con fondo de oro de San Cosimo, atribuida a Antonello de Mesina en la Capilla del Crucifijo; la estatua de la Virgen de las Nieves de Gagini en el altar del ábside izquierdo, la única originaria de la iglesia bizantina; el fastuoso altar mayor barroco cuya mesa está formada por un bloque monolítico de la arquitrabe del templo de Athena. La Fuente de Aretusa - En una plaza que da al mar, esta pequeña fuente, habitada por patos blancos y rodeada de esbeltos papiros, es la metáfora de las relaciones de Siracusa con la ciudad madre de Corinto, nunca interrumpidas a pesar de la distancia. Cuenta la leyenda que la ninfa Aretusa huyendo del impetuoso Alfeo Siracusa “ El interior de la Catedral de Siracusa: a lo largo de la nave izquierda se notan con mucha evidencia las columnas del templo de Athena. 51 La Fuente Aretusa, en el islote de Ortigia, centro histórico de Siracusa. 52 se arrojó al mar. La diosa Artemide, apiadada, la transformó entonces en una fuente que, desaparecida debajo de tierra en Grecia, apareció nuevamente en las costas de Ortigia. Alfeo, a su vez, fue transformado en río. Pero todo esto no fue suficiente para alejarlo de la amada ninfa. Sus aguas, en efecto, atravesaron también ellas el mar para brotar con ímpetu en un chorro de agua a breve distancia de la fuente Aretusa. Castillo Maniace - Incorporado hoy en un cuartel, se levanta imponente en el litoral de Ortigia. Fue edificado por voluntad de Federico II alrededor de 1239. El castillo, que une la arquitectura militar con la elegancia de una corte, conserva aún su estructura externa del siglo XIII con planta cuadrada con robustas torres en las esquinas. Su entrada está adornada con un magnífico portal de mármol de estilo gótico. El pargue arqueológico de la Neápolis Las Latomias - Son las canteras de piedra de la que se sacaron los materiales para la ampliación urbanística de Siracusa. La más sugestiva es la Latomia del Paraíso, sumergida en un frondoso jardín. En ella se halla el famoso “Oído de Dionisio”, una grande gruta artificial en la que se verifica un extraordinario efecto acústico de amplificación. Se cuenta que el tirano de quien la gruta trae su nombre, escondido cerca de una grieta encima de la roca, escuchaba cualquier conversación, aunque murmurada, de los prisioneros encerrados en ella. Poco distante se halla la “Gruta de los Cordeleros”, denominada así porque allí trabajaban justamente los cordeleros. Más allá, en fin, la más pequeñas latomias de la Intagliatella y S. Venera. En las latomias, para expiar los terribles trabajos forzados, fueron tirados los 7000 supérstites del enorme ejército ateniense derrotado por el siracusano en el 413 a.J.C. Se cuenta que algunos se salvaron sólo porque sabían recitar de memoria los versos de Eurípides. La mayor parte murió de penurias. El Teatro Griego - Es la más perfecta expresión de arquitectura teatral que ha llegado hasta nosotros y uno de los más grandes teatros del mundo griego (138,60 m de diámetro). Hay noticias de él ya desde finales del siglo V a.J.C., época en la que Siracusa se había impuesto como uno de los centros culturales más importantes del Mediterráneo. La forma en que hoy lo podemos admirar es, sin embargo, más tardía y muy probablemente se remonta a una modificación del siglo II a.J.C.. En el teatro, que está excavado en la roca de la colina, se dieron los “estrenos” de las tragedias y de las comedias de famosos autores como Esquilo y Epicarmo y aún hoy la antigua escena sigue siendo pisada por actores. Cada dos años, en efecto, el Instituto Nacional del Drama Antiguo organiza aquí la “Representaciones clásicas”, presentanto justamente dramas de la antigua Grecia. El Ara de Ierone - Los restos de esa gigantesca estructura se hallan nos lejos del teatro. Se trataba de un altar, largo casi 200 metros, en el que se oficiaban los sacrificios públicos de la ciudad. El Anfiteatro Romano - Se remonta al siglo III o IV d.d.J.C., es de forma elíptica, con los diámetros externos de 140 y 119 metros, poco más pequeño, pues, que la Arena de Verona. A partir de 1526 los Españoles dieron origen a una sistemática espoliación de los monumentos de la Neápolis para la construcción de las fortificaciones de Ortigia, causando naturalmente enorme daño a las estructuras que, probablemente, entonces estaban aún bien conservadas. Los monumentos fueron llevados a la luz durante las excavaciones sucesivas a partir del siglo XIX. Castillo Eurialo - En el barrio de Epípolis, fue construido por Dionisio I a principios del siglo V a.J.C. y es uno de los más interesantes complejos militares del antiguo mundo griego. Se trata de una grande fortaleza de 15.000 m de superficie, en el enlace de las murallas al norte y al sur de Siracusa, en un lugar elevado, desde donde se podía observar fácilmente buena parte del territorio y del mar alrededor de la ciudad. Fue modificado varias veces en los siglos sucesivos para adaptarlo a nuevas exigencias y a técnicas militares. El grande fortín, cuyo nombre deriva de “Eurvelos”, es decir “clavo con base ancha”, estaba protegido al oeste por 3 grandes fosos, de los que el tercero se reanudaba al entero sistema defensivo, formado por un enredado dédalo de galerías y pasadizos secretos para un total de 480 m., y por 5 torres altas nada menos que 15 metros. NOTO Neas habría sido fundada por poblaciones sicanas, en época de la caída de Troya, en la colina de Mendola. Caída en manos de los conquistadores siracusanos cambió en Neathon y asimilados costumbres y culto helénicos, la ciudad fue elegida como sede de gimnasium. Pasada bajo la dominación de los rormanos, como ciudad federada, cambió su nombre en Netum. En época imperial Roma declaró Netum municipium latino, una peculiar condición que procuró a la ciudad muchos privilegios, entre los cuales el de poderse gobernar con leyes propias. Conquistada por los Arabes, que la transformaron en una fortificación muy bien armada, cambió en Noto. Su parlamento general puso orden también en la administración de la isla en tres valles, nombrando Noto capital de uno de ellos. Después de dos siglos de dominación musulmana, en 1090, Noto trató su rendición con Roger. Pero la historia de Noto, más que por los hombres, está marcada por la naturaleza: en 1693, en efecto, fue destruida por un terremoto que afectó toda la Sicilia sud-oriental. Concebida como un grande teatro sin bastidores, como una ciudad libre y abierta, movimentada y continua, Noto renació suntuosa y soberbia, en el declive de la colina de Meti, en las laderas meridionales de los montes Iblei. La historia arquitectónica de la nueva ciudad fue dominada por el estro artístico de tres arquitectos, Rosario Gagliardi, Vincenzo Sinatra y Paolo Labisi quienes supieron desarollar una sorprendente obra de arte de unidad arquitectónica. Tres diferentes personalidades que, aunque viviendo y obrando en la provincia dieron a la Siracusa El Teatro Griego, uno de los más grandes del mundo. 53 Panorama de Ortigia con el puerto. 54 ciudad una huella original que se aleja del rígido lenguaje barroco, enriquecién dolo de elementos renascentistas, hispánicos y neoclásicos dando origen a un estilo fantasioso y soñador. El arco de Triunfo, en la vía principal, marca el comienzo de la ciudad. Superado por tres simbólicas esculturas una torre con almenas (la potencia), un perro (la fidelidad), un pelícano (el sacrificio) - el monumento fue levantado en ocasión de una visita en Noto de Ferdinando II de Borbón que lo inauguró en 1838. La puerta real fue construida con la característica caliza dorada utilizada, en el siglo anterior, para edificar iglesias y palacios de la ciudad. La iglesia de San Francesco all’Immacolata se eleva, en la cumbre de una imponente escalera, a la derecha del corso. Fue construida, con el adjunto convento, entre 1704 y 1745. La iglesia es de una sola nave, según la tradición franciscana. Todas blancas, las paredes están decoradas con estucos de estilo rococó. La iglesia de Santa Clara, obra de Gagliardi, expresión de un delicado barroco, fue construida en 1785. El interior, pequeño y oval, adornado con estucos y amorcillos, está intervalado por doce columnas y es uno de los más interesantes ejemplos de las soluciones espaciales de este arquitecto. El monasterio del SS. Salvatore es el edificio más grande de la ciudad, construido entre 1710 y 1791 en una zona rectangular de 11.000 m.. Dobles pilastras aplastadas contornan en el primer piso las grandes ventanas cuya rica decoración llama a la memoria el estilo plateresco portugués. Sigue un ala sobresaliente que tiene la función de clave en la concepción constructiva; se levanta imponente como una torre sobre construcciones y cúpulas vecinas, y no deja dudas sobre la superioridad de este convento respecto a las otras órdenes. Esta impresión está marcada por la rica decoración en piedra y por las rejas de hierro forjado. La homónima iglesia, edificada a finales del siglo XVIII, se levanta en una grande plaza. Su peculiaridad es la evidencia, en su fachada, del pasaje del barroco al clasicismo. La catedral, que se levanta en la cumbre de una monumental escalera, fue comenzada pocos meses después del terremoto, pero fue completada sólo en 1770. Su fachada, despojada de adornos y extravagancias, incorpora motivos barrocos y elementos clásicos. Las tres naves de la iglesia están divididas por altas pilastras con dobles pilastras sobresalientes. En la capilla al fondo de la nave derecha se guarda el Arca de plata del santo patrono de la ciudad, San Corrado. Frente a la catedral se encuentra Palacio Ducezio, sede del Ayuntamiento. Proyectado por el arquitecto Sinatra, el palacio, elevado respecto a la plaza en que se levanta, fue construido entre 1746 y 1830 en una sola elevación. Cien años más tarde se le sobrepuso un segundo piso que desdichadamente ha comprometido su original línea neoclásica. Interesante, en el interior, el salón de representación, rico de oro y estucos. Poco lejos se encuentra Palacio Villadorata, que se asoma en la vía Nicolaci, un estrecho atajo del corso. Su amplia fachada está movimentada con panzudos balcones de hierro forjado sostenidos por ménsulas de cualquier tipo, con figuras antropomorfas y zoomorfas entre volutas y arabescos, que representan la manifestación más acentuada del barroco netino. Construido en 1731, el palacio, que fue por mucho tiempo residencia de los príncipes de Villadorata, recientemente ha sido comprado en buena parte por la municipalidad. Tiene 90 habitaciones, con los techos frescados con pinturas del siglo XVIII. En el mes de mayo la vía Nicolaci es la protagonista de una tradicional “Infiorata”. La calle está cerrada al fondo por la iglesia de Montevergine, atribuida al arquitecto Sinatra. Exteriormente tiene una forma cóncava, cerrada entre dos torrecillas laterales, en su interior es de una sola nave, intervalada por columnas corintias. La iglesia del Crucifijo es el segundo templo de la ciudad después de la catedral. Ella se levanta en la parte alta de Noto, en la plaza Mazzini. Proyectada por Ga-gliardi (1715) es la más rica de obras de arte. En su interior, además de dos leones estilóforos de piedra, de época románica, recobrados de los escombros de la homónima iglesia de la antigua ciudad, se guarda la estatua de mármol blanco de la Virgen de las Nieves, de 1471, obra de Francesco Laurana. Siracusa Abajo, detalle de Palacio Zocca en Palazzolo Acreide. Arriba, el teatro griego de Akrai, antiguo núcleo del actual Palazzolo Acreide. A la derecia, panorama de Trápani. 56 PALAZZOLO ACREIDE Akrai, de la que desciende la actual ciudad, fue la primera colonia fundada por Siracusa (664 a.J.C.) durante su expansión hacia el interior de la isla. Era una importante estación de control en la llamada vía Selinuntina, que ponía en comunicación Siracusa con las ciudades de la costa meridional. Hay noticias seguras de ella hasta la época romana y bizantina. Fue destruida probablemente por los Arabes. Las primeras noticias de la actual Palazzolo se remontan al siglo XII, cuando se desarrolló un centro alrededor del castillo normando que ya no existe. La expansión de la pequeña ciudad medieval se interrumpió por causa de un terremoto, después del que, sin embargo, Palazzolo fue reconstruida y ensanchada. A esta reconstrucción se remontan la iglesia de San Pablo, construida, parece, por el arquitecto Sinatra, con una interesante fachada precedida por un pórtico, rica de decoraciones y estatuas y la iglesia de la Annunziata. Esta es una de las más antiguas de Palazzolo. Particularmente interesante es la fachada, decorada con un portal barroco con columnas salomónicas y decoraciones de piedra. En su interior se halla un preciso altar mayor con taraceas de mármol muy bien conservado. La zona arqueológica de Akrai se encuentra poco lejos del centro urbano. Las partes hasta ahora conocidas se refieren al período helenístico y tardo imperial, aunque subsisten algunos restos más antiguos. Las excavaciones han devuelto a la luz la plateia, (arteria) principal que comunicaba las dos puertas mayores de la Ciudad (la siracusana y la selinuntina), y el pequeño teatro, que se conserva todavía muy bien y se utiliza para representaciones. Poco lejos, además, el bouleuterion (lugar de reunión) y las dos latomias de la Intagliata y de la lntagliatella, en las que se practicaba el culto de los muertos y utilizadas más tarde, en edad llamada paleocristiana, como habitaciones y panteón. También la latomia llamada de los tiempos ferales, en la parte oriental de la colina, era frecuentada para el culto de los muertos-héroes. Cerca de las latomias, en la colina que domina el teatro, se ven los cimientos de un templo arcaico dedicado a Afrodite. No muy lejos, en el barrio Santicello, se hallan los Santones, 12 esculturas rupestres - desdichadamente muy dañadas - esculpidas dentro de unos nichos en la roca. Se relacionan con el culto de la Magna Mater Cibele y representan, la mayor parte, a la misma diosa de pie, sentada con tres leones o en compañía de otros personajes de difícil identificación. El complejo, el más ancho y completo llegado hasta nosotros, se remonta al siglo III a.J.C. los pies del áspero monte Erice, que parece vigilar sobre ella, Trápani se extiende hasta el mar, alargándose sobre un promontorio curvo. A lo largo del borde que flanquea la ciudad y luego más allá en la costa, hasta Marsala, montañas de sal blanquean en la orilla, guardadas por molinos de viento que, con sus grandes palas, resaltan contra el mar semejantes a fantásticos monstruos. En frente, a menudo envueltas en una ligera neblina que vuelve inciertos sus contornos, surgen tres islas, las Egates, que dan la bienvenida al visitador que llega del mar. Pequeña ciudad Trápani, en su cuna de mar, un aspecto un poco humilde con el que esconde sus tesoros para enseñárselos sólo a los que saben apreciarlos. Las orígenes de Trápani históricamente se hacen remontar a los Sicanos, que aquí fundaron una aldea, pero puede ser, como cuentan antiguos escritores, que surgió de la hoz perdida por Cibeles mientras, desesperada iba por el mundo en busca de su hija Proserpina, arrebatada por Plutón. En estas playas se sucedieron muchas poblaciones, más o menos fantásticas. Comenzando por los Ciclopes, vivieron aquí los Elimos, los Gigantes, los Troianos, los Fenicios y muchos más, pero Trápani adquirió importancia sólo en el 260 n.J.C., cuando Amilcare hizo transportar aquí a los habitantes de Erice, ciudad de la que había sido por mucho tiempo el Emporio. Durante la dominación romana la ciudad perdió mucho prestigio. El único acontecimiento importante fue la llegada de los judíos, que se encontraron tan bien que fundaron allí una importantísima comunidad israelita. Trápani siguió a la sombra los acontecimientos de Sicilia, volviendo a la escena de la historia en 1200, cuando Fernando de Aragona le concedió su favor. Florecían los comercios: sal, atún y preciados trabajos artísticos de coral, piedras duras, madera, se vendían y exportaban en todo el mundo entonces conocido. La ciudad era base de apoyo para los barcos de los cruzados que iban a los Santos Lugares y hospedaba a los consulados de los Catalanes, Genoveses, Venecianos, Pisanos, Franceses y muchos más. Alcanzó el ápice de su potencia durante el reinado de Carlos V, que desembarcó aquí a la vuelta de la victoria en Túnez y concedió a la ciudad especiales privilegios, permitiéndole mejorar aún más su posición. En el siglo XVII surgieron los edificios barrocos que aùn hoy caracterizan su centro histórico. La actividad portual, aunque en menor medida respecto a los tiempos de oro, está aùn al centro de la economía ciudadana. Trapani A Testimonios artísticos El Santuario de la Anunciación - Es el monumento más importante de la ciudad. Fue edificado entre 1315 y 1332, sucesivamente 57 Arriba, Trapani, el Santuario de la Anunciación. 58 engrandecido y en fin totalmente transformado en 1760. Su fachada es original y está adornada con un hermoso rosetón y con un portal gótico de principios del siglo XV. Sobre los pequeños portales laterales están colocadas dos estatuas del siglo XVI del Angel y de la Anunciación. En el interior sobresalen en particular dos capillas: la Capilla de los Marineros y la Capilla de los Pescadores. La primera se encuentra a la izquierda del presbiterio y fue construida en toba entre 1514 y 1552. En su vivo color amarillo se funden estilos y motivos diferentes: góticos, renacentistas, orientales, interpretados con el abundante decorativismo de marca local. La segunda, en el lado opuesto, se remonta al siglo XVI. De planta cuadrada, coronada por un ábside octogonal, está decorada en las trompas que sostienen la misma con frescos que representan las historias de la Génesis. Detrás del altar mayor está la entrada al Santuario propiamente dicho, al fondo del cual está la Capilla de la Virgen, de 1530. El grande arco de mármol externo es obra de Antonello, Antonio y Giacomo Gagini, que lo adornaron con preciosos relieves (el Padre Eterno y Profetas). En el altar está la estupenda Virgen con el Niño, obra de Nino Pisano y de su taller. Según la opinión más acreditada la estatua llegó a Trápani en los primeros años de 1300, traida por un caballero gerosolimitano de origen pisana, comitente de la obra. La tradición popular nos transmite que éste había llevado consigo la estatua en su encomienda de Oriente. Algunos años más tarde decidió salvarla de las insidias de los moros y se embarcó hacia Occidente con el precioso simulacro. Durante la navegación la embarcación fue sorprendida por una tempesta y el caballero hizo votos de dejar la estatua en la primera tierra que tocara. La suerte quiso que ésta fuese justo Sicilia, que desde entonces la custodia. El artista supo reunir en su obra una rara belleza, una grande nobleza y finura, y la sugestiva estatua ha sido durante siglos el modelo para las obras de los artistas del lugar, de Laurana a Gagini, quienes, sobretodo, trataban de igualar la suavísima e inefable sonrisa de la Virgen, que la ha hecho célebre. La Catedral - Dedicada a San Lorenzo, fue edificada en 1635 sobre una preesistente iglesia del siglo XIV, en el lugar en que ya desde 1129 había una galería de los Genoveses, quienes dejaron su huella en un blasón en el interior del edificio. El elegante portal barroco fue enriquecido en 1700 por una aireada galería y por una cúpula, bizarramente flanqueada por cupulillas menores. En su interior, decorado en estilo barroco, hay numerosas obras de arte, entre las que destaca una “Crucifixión” atribuida a Van Dyck. Santa Maria de Jesús - Su construcción se remonta a principios del siglo XVI. La fachada es de estilo gótico-renacentista y está adornada con un bello portal con formas catalanas. En el fondo, a la derecha del presbiterio, se halla la Capilla Staiti, en cuyo interior, debajo de un precioso pabellón de mármol de A.Gagini (1521) está una estatua en terracota policroma que representa a la Virgen de los Angeles, notable obra de A. della Robbia (1435-1525). Iglesia del Colegio - Fue edificada a principios de 1600, con una sólida estructura renacentista adornada con delicadas decoraciones escultoreas. Su interior en cruz latina de tres naves está armoniosamente decorado con “mischio” y estucos. En el altar mayor está colocado un bajorelieve de mármol de la Inmaculada del Marabitti (1766) y en la sacristía se conserva un magnífico armario de nogal con finísimas entalladuras del siglo XVIII. Palacio Ciambra - Se encuentra en la calle de la Giudecca (Judería), dentro del homónimo barrio judío. Se trata de un típico ejemplo de estilo plateresco de derivación catalana que se difundió en Sicilia de España en el siglo XVI. El palacio se remonta a la mitad del siglo XVI - un tiempo fue magnífico, por el uso de la piedra entallada y por la abundancia de adornos. Un caprichoso artista tradujo en la piedra el hechizo sutil de la orfebrería y de las gemas en cuyo trabajo los judíos eran insuperados. ERICE Surge en la cima de una montaña solitaria que domina sobre Trápani, el valle y el mar. Sus orígenes son antiquísimas y misteriosas, sumidas en la leyenda. En la cima anteriormente había sólo un templo, dedicado a una divinidad femenina de la naturaleza fecunda. Ella fue muy venerada siempre por todas las poblaciones del Mediterráneo y su mayor cuidado fue proteger a los navegantes que desde lejos notaban el fuego que ardía en el sagrado edificio y que servía también para orientarse. Muy pronto se edificó allí una fortaleza muy apercibida, contendida por Fenicios, Griegos, Cartagineses y Romanos. Los Cartagineses la destruyeron en el 260 a.J.C. y trasladaron a sus habitantes a Trápani. En época romana la vieja fortaleza tuvo poca importancia, pero no su templo que más bien fue elegido a la cabeza de una confederación religiosa de 17 ciudades sicilianas, defendido permanentemente por una guarnición. No hay noticias de la ciudad y de su santuario, hasta la época árabe, cuando el centro reaparece con el nombre de Gebel-Hamed. Durante la dominación normanda y a lo largo de los siglos siguientes Erice tomó el aspecto urbanístico que ha pervenido intacto hasta nosotros y que constituye su principal atracción.Toda encerrada en un recinto triangular, es una de las ciudades más pintorescas de Sicilia. Sús callejuelas empedradas y estrechas, las pequeñas plazas, los patios con flores, una artesanía rica que comprende cerámicas, dulces, alfombras, hacen de Erice una etapa irrenunciable de las excursiones a la provincia de Trápani. La iglesia Madre surgió en la primera mitad del siglo XIV y fue dedicada a la Virgen de la Asunción. La precede un gran campanario apartado, de la misma época, en origen una atalaya. A la fachada se le agregó en el siglo XV un portal rectangular sobre 4 arcos ogivales. Su interior presenta un híbrido estilo gótico, reconstruido en 1865. Se conservan en él numerosas atestaciones de pinturas, esculturas y artesanías atribuidas a conocidos artistas sicilianos, como Laurana y Mancino. El Castillo surge sobre los restos del antiguo templo dedicado a Venus, del que conserva testimonios de los siglos V-VII a.J.C., sobre una alta roca aislada a la que se llegaba antiguamente a través de un puente levadizo. Los Normandos lo rindieron inatacable y le construyeron muros culminantes con almenas. Del templo se hallaron, a principios del siglo XX, algunos rollos de columnas y restos de cornisa, que se remontan al período romano. Más tarde, se hallaron también los restos de un pavimento con mosaicos. Alrededor del castillo se extienden los jardines del Balio, estupendos por su disposición a terrazas y por la variedad de plantas cultivadas. Toman el nombre del gobernador normando (Bajulo) que residía en el adjunto castillo. La Torres Medievales formaban la avanzada del Castillo de Venus, al que estaban unidos con grandiosas murallas. Fueron parcialmente reconstruidas, en la mitad del siglo pasado por voluntad del conde A. Pepoli, a quien se le debe también la edificación de la Torretta Pepoli, una amanerada construcción de vago estilo morisco. MARSALA Su origen se remonta al 397 a.J.C., cuando los Fenicios habitantes de Motya, después de la derrota sufrida por los Siracusanos, se refugiaron en el promontorio Lilibeo fundando allí Trapani Abajo, Erice, la Catedral del siglo XIV. 59 una ciudad que llamaron justamente Lilibeo y que se convirtió en el más fuerte y ultimo baluarte de la potencia fenicia de Sicilia. En el 241 a.J.C., después de repetidas e inútiles tentativas, los Romanos lograron conquistarla; la ciudad se transformó en provincia romana, fue sede del cuestor y del pretor, permaneciendo por mucho tiempo el puerto más importante de la isla. Esta posición preminente se conservó durante toda la Edad Media, hasta que, en el siglo XVI, Carlos V, hizo construir el puerto para defender la ciudad de los asaltos berberiscos. Pero el remedio fue peor que el mal, porque desde entonces Marsala (que mientras tanto había tomado este nombre, del árabe Marsa-Alí) comenzó inexorablemente a decaer. Su nombre está ligado, en la historia italiana, al desembarque de Garibaldi, que de aquí comenzó la empresa que llevaría a la unificación del Reino de Italia. Sin embargo la mayor parte de la gente la conoce sobretodo como lugar de producción del célebre vino Marsala. Los primeros establecimientos, llamados “Bagli” surgieron aquí en 1773 por iniciativa de un ingles, G. Woodhouse. El Marsala, en sus diferentes variedades, es conocido en todo el mundo. Dedicada a San Tomás de Canterbury la Catedral fue fundada en época normanda y sucesivamente modificada hasta el siglo XVIII, cuando fue reconstruída bajo un proyecto 60 grandioso, quedando sin embargo inacabada. Gravemente dañada durante la última guerra mundial, fue restaurada y la fachada, que había sido acabada sólo en la parte inferior, fue completada. En el interior está adornada con muchas obras de Gagini y de su escuela. El verdadero tesoro de la iglesia está formado por ocho grandes tapices de escuela flamenca del siglo XVI, donados por el arzobispo Lombardo que, a su vez, los había recibido de Felipe II de España. Miden casi 4 metros de lado y, en un rico marco de flores, frutas y alegorías representan episodios de la guerra de Tito contra los judíos. Los Baños Termales son el edificio principal hallado en la zona de la antigua Lilibeo, entre restos de otras construcciones, de muros, del antiguo puerto, la necrópolis, vacijas de barro, varios objetos y esculturas. Se remontan al siglo III - IV d.d.J.C. y pertenecían probablemente a un grande complejo de construcciones, como atestiguan los repetidos hallazgos en los alrededores. MOTYA Una vieja leyenda cuenta que una vez a Hércules le robaron sus bueyes. Después de haberlos buscado inútilmente por mucho tiempo, fue ayudado afortunadamente por una mujer que se llamaba Motya, quien le indicó una gruta en la que estaban escondidos los halla un campo sagrado donde se depositaban los restos de los sacrificios humanos ofrecidos a las crueles divinidades fenicias como Baal Hammon, que exigía el sacrificio de los primogénitos varones. En el 397 a.J.C. Motya fue destruida por Dionisio de Siracusa, y los supérstites se trasladaron a la zona costeña, fundando la colonia de Lilibeo, hoy Marsala. Desde entonces este pañuelo de tierra se quedó despoblado, hasta que Giuseppe Whitaker, enamorado de este lugar, compró la pequeña isla con la antigua base fenicia. Los resultados de las excavaciones fueron recogidos y registrados en el interior de uno de los cuerpos bajos de su villa, que de esta manera se transformó en museo. En las aguas de Motya en los años ‘70 se hallaron los restos de una embarcación púnica, que ahora está expuesta en el Museo Baglio Anselmi de Marsala. animales. Para gratitud hacia ella nuestro héroe decidió fundar una ciudad en su honor (de la mujer) y darle su nombre. Los historadores nos han transmitido la historia de una ciudad fundada en el siglo VIII a.J.C. en una pequeña isla del Stagnone no más grande de 40 hectáreas que, muy pronto, gracias a su posición favorable en las vías comerciales, se transformó en una de las más prósperas colonias fenicias del Mediterráneo. La ciudad estaba rodeada de altas murallas, intervaladas con atalayas con almenas semicirculares, típicas de la arquitectura semita, y abiertas por dos puertas que se conservan bien hasta hoy. Su economía se fundaba principalmente en el comercio y en la producción de cerámicas. Era una importante base naval, y entonces había sido construido un “kothon”, un dique de carena para la reparación de los barcos, que, después del más grande de Cartago, es el unico que se ha descubierto en el Mediterráneo occidental. Según Diodoro Sículo la ciudad estaba adornada con casas elegantes y suntuosos palacios, pero la zona habitada todavía no ha sido excavada y actualmente se ven sólo dos casas: una de ella está adornada con mosaicos de pavimentación de guijarros blancos y negros, que representan animales reales y fantásticos. Entre las más interesantes zonas descubiertas está el “tophet”, que consiste en un santuario en cuyo interno se MAZARA DEL VALLO La ciudad antigua se asoma al Canal de Sicilia a la izquierda del río Mazaró, en el mismo lugar en que presumiblemente los Fenicios fundaron la colonia comercial Mazara, nombre indígeno que significa quizás “castillo”. Gracias a su posición adquirió importancia tanto como emporio que como fortaleza. Conoció cierto lustre también bajo la dominación romana, y de este período hay restos. Alcanzó un verdadero resplandor durante la dominación árabe. Los Arabes desembarcaron en Mazara para comenzar la ocupación de la isla y la pusieron a la cabeza de uno de los distritos administrativos en que, sucesivamente, dividieron Sicilia. Los diversos viajeros islámicos que la visitaron la magnificaron, exaltando la fertilidad del territorio, la calidad y la cantidad de las actividades comerciales, la prosperidad económica, la floridez de las plantaciones y de los jardines, la belleza de los edificios. Todo esto sigue viviendo en la ciudad, ya que ha llegado inalterado hasta nosotros el trazado viario. Con la llegada de los Normandos en la ciudad surgen iglesias, conventos, monasterios y una muralla. Nuevas intervenciones de carácter monumental interesaron la ciudad en los siglos XVI-XVIII, y en 1852, con la demolición de los muros de la época de Ruggero, comenzó a extenderse a los alrededores. En particular es interesante visitar el puerto canal, construido en el estuario del río Mazaró, centro comercial de la ciudad. A él se asoma una de las zonas más antiguas: en las orillas vivían los comerciantes árabes, cuya sangre se ha perpetuado en las venas de los habitantes del lugar. Cuando por la mañana llegan los motopes- Trapani A la izquierda, el templo dórico de Segesta. 61 Arriba, el Templo E. El área arquelógica de Selinunte, es una de los más importantes del Mediterraneo. 62 queros y los barcos, es un vocear continuado que recuerda mucho los antiguos gritos de los mercaderes de antaño. Se trata de uno de los puertos pesqueros más importantes de Italia, con una producción anual de casi 200.000 quintales de pescado. El monumento más importante es la Catedral dedicada a San Salvatore. Fue edificada originariamente a finales del siglo Xl y sucesivamente totalmente reconstruida en 1690-94. De la primitiva construcción quedan algunos restos, y precisamente los muros del transepto y el ábside, adornada exteriormente con encajaduras, como en el antiguo estilo árabe de la epoca normanda. La obra de arte más importante que se custodia en el interior de la iglesia es una “Transfiguración”, composición de mármol con seis estatuas, realizadas por Antonio Gagini alrededor de 1530 con un marcado gusto popular para las sagradas representaciones. SEGESTA La ciudad fue fundada en época pre-helenista por los Elimos, una población de origen incierta, probablemente oriental. Muy pronto alcanzó una grande importancia economica pero también por su posición estratégica entre las ciudades púnicas de las costas septentrionales y occidentales. Fue eterna enemiga de Selinunte, contra la que solicitó en el 409 a.J.C. la ayuda de los Cartagineses quienes la echaron al suelo. La destrucción de Selinunte marcó definitivamente la entrada de Segesta en la esfera púnica, pero esto no influyó en las costumbres de la población que, al contrario, se helenizaron aún más. Durante la dominación romana la ciudad tuvo un buen trato gracias a una “supuesta” parentela entre las dos poblaciones, pero fue decayendo igualmente hasta que se perdió también su nombre. Hasta ahora no ha sido muy explorada, aunque la campaña de excavaciones haya traido a la luz los primeros vestigios de las antiguas habitaciones. Han venido a la luz dos monumentos, el teatro y el templo. El primero, fundado en el siglo V en la cima del monte Bárbaro, en una posición altamente escenográfica, fue reedificado en época helenistica y conserva hoy el aspecto de esa segunda construcción. La cávea, de 63 metros de diámetro, está en buen estado de conservación, mientras que de la escena quedan sólo las estructuras inferiores. El teatro se utiliza para representaciones clásicas. El templo probablemente es el edificio más importante de un santuario suburbano aún no explorado. Edificado también él en el siglo V, es un hexástilo-períptero. Se presenta inacabado: las columnas no fueron estriadas, no hay trazas de la cobertura y de la celda. El templo domina solitario sobre una altura muy sugestiva, y es uno de los más perfectos ejemplos mejor conservados del arte dórica. SELINUNTE Sobre una suave colina se extienden las ruinas de Selinunte. Considerada, justamente, uno de los más importantes embalses arqueológicos del Mediterráneo y de Europa. Fundada en el siglo VII por los colonizadores de Megara Hiblaea, constituía la punta más avanzada hacia occidente de los territorios griegos en Sicilia. Se desarrolló aquí pues, durante casi tres siglos, el encuentro-conflito entre la civilización griega y la fenicio-púnica, que dominó por mucho tiempo la vida de las poblaciones de las tierras que se asoman al Mediterráneo. Selinunte se había desarrollado en el curso de los siglos hasta volverse la más grandiosa de las ciudades de la Sicilia helenística, sobretodo por sus templos colosales, los únicos entre los de Sicilia que estaban decorados con esculturas. Sus habitantes, orgullosos de tanta potencia, se sentían invencibles y cuando, en el 409 a.J.C., los Segestanos, contra los que estaban perennemente en lucha, solicitaron la ayuda de los Cartagineses, no le dieron mucha importancia. Pero se equivocaban. Un ejército de 100.000 soldados desembarcó en Sicilia y asedió Selinunte. A pesar de la valiente defensa, la ciudad fue derrotada y el ejército enemigo se apoderó de ella. Los historiadores cuentan que, fue un verdadero estrago: 16.000 ciudadanos fueron asesinados, 5000 fueron esclavizados. Todos los edificios fueron saqueados y destruidos, incluso los magníficos templos, profanados por los soldados hambrientos de botín. Selinunte no logró volver a levantarse nunca más, a pesar del generoso intento de un siracusano, Hermocrates que, en los dos años sucesivos, se preocupó de hacer reconstruir los muros. No hay trazas de asentamientos posteriores hasta la dominación bizantina. En ese período, se establecieron entre las ruínas ermitaños y comunidades religiosas y más tarde, durante la dominación árabe, unas tribú musulmanas. Con el pasar de los años y de los siglos, de la antigua Selinunte se perdió también el nombre, y sólo en el siglo XVI el historiador T. Fazello identificó el lugar. En el siglo XIX comenzó una regular campaña de excavaciones. La zona arqueológica se divide en dos sectores principales: él de los templos orientales y la Acrópolis. El Templo E, según una inscripción, estaría dedicado a Hera. Construido en el siglo V, es uno de los mejores ejemplos de templo dórico. De él provienen cuatro metopas que se hallan en el Museo Nacional de Palermo. El Templo F, de estilo arcaico, surgió en el siglo VI. Es el que sufrió las más grandes espoliaciones, sin embargo también aquí se hallaron algunas metopas que representan Athena y Dioniso luchando con los gigantes. El Templo G es uno de los templos más grandes de la antigüedad clásica. Parece que estaba dedicado a Apolo, el dios protector de los selinuntinos. Estos empezaron su construcción en el 580 a.J.C. y 100 años más tarde todaviá no estaba acabada. El templo se extiende en una superficie de casi 6000 m2, ceñido de un peristilio de 46 columnas altas 16,27 metros, con una circunferencia de 10,70 metros. Del enorme montón de sus ruínas sobresale solitario el fuste de una columna, restaurada en 1832, que puede dar una idea de la grandiosidad del edificio. En esta explanada irregular de Acrópolis, rodeada de muros de 2 - 3 metros de grueso, han sido individuadas varias torres y puertas. Se hallan seis construcciones de templos además de algunas modestas construcciones de carácter sagrado, como nichos, altares, etc. También estos templos están indicados con letras del alfabeto. Entre ellos tiene particular importancia el templo C, el más grande del Acrópolis, erigido en la mitad del siglo VI en el punto más alto de la terraza. Los dos frontones, en cuyo interior se halla una máscara gorgónica de terracota - hoy en el Museo Nacional de Palermo junto con las metopas del mismo templo - estaban revestidos con losas de terracota decoradas con motivos floreales. Recordamos además, el templo llamado “de las pequenas metopas” que nos ha devuelto seis metopas, que constituyen el documento plástico más antiguo de Selinunte ya que se remonta a principios del siglo VI. En la extremidad norte del Acrópolis se puede ver la puerta principal, defendida por imponentes obras defortificación, que se remontan en parte a la ciudad antigua, en parte a la reconstrucción de Hermócrates. LAS CANTERAS DE CUSA Aunque no pertenezcan a la zona arqueológica propiamente dicha, es muy interesante visitar las canteras de las que los Selinuntinos sacaban los materiales de construcción, por lo menos por la sugestiva belleza del parque arqueológico que las incluye. Olivos plateados hasta todo el alcance de la vista rodean los grandes rollos de columnas abandonados aquí desde hace más de 2000 años. Algunos aún agarrados a la roca, otros ya listos para ser transportados a Selinunte, los rollos imponentes emanan cierto encanto, relacionado con el secreto de la construcción de los templos. Arriba, la isla de Motya. En las páginas siguientes: un estupendo ejemplar de palma enana y una pequeña bahía en la reserva natural del Zíngaro. 63 Parques y reservas 64 L a creación, en 1980, de la Reserva natural del Zíngaro, la primera en Sicilia, abrió el paso a la promulgación de una serie de decretos que, en trece años, han dibujado la mapa de las zonas protegidas de Sicilia. Hoy en Sicilia hay cinco parques naturales - Etna, Madonie y Nebrodi - que, sin solución de continuidad, interesan un conjunto de ambientes de grandísimo valor naturalístico y de paisaje, equivalente a casi 200.000 hectáreas de territorio - la más grande zona protegida de Italia - y más de 100 reservas naturales y oasis faunísticas, por un total de casi 150.000 hectáreas, equivalentes a más del 10% de la superficie de la isla. LA RESERVA DEL “ZINGARO” La primera Reserva natural instituida en Sicilia, comprende casi 7 Km de costa estupenda y absolutamente intacta que se asoma al Golfo de Castellammare y la cadena de montañas que hace un marco estupendo a las pequeñas ensenadas y a los sugestivos desplomos sobre el mar. Importantísimo por la grande riqueza de plantas raras y endémicas, el Zíngaro lo es más aún desde el punto de vista de la fauna: la existencia de nichos ecológicos muy variados permite en efecto una variedad faunística elevada que no se halla en ninguna otra parte de la isla. En el Zíngaro nidifican y se reproducen por lo menos 39 especies de aves, principalmente rapaces, entre los que el halcón común, el cernícalo y el ratonero común. La zona de la Reserva tiene también una enorme importancia arqueológica ya que en la espectacular gruta de Uzzo se instaló uno de los primeros asentamientos prehistóricos de Sicilia. Magníficamente organizada desde el punto de vista de la fruición (senderos con precisas indicaciones, refugios, puntosagua, áreas aprestadas, museos, aparcamientos, etc.) la Reserva se puede visitar sólo andando, pues no existen en su interior, carreteras. Tres los recorridos más representativos de los diferentes aspectos del Zíngaro: el primero se desanuda, enteramente a lo largo de la costa, entre la entrada Sureste (vertiente Scopello) y la entra-da Norte (vertiente San Vito); el segundo comprende una mitad del anterior para avanzar luego en una de las zonas del Zíngaro alto y volver al mar; el tercero, en fin, el más duro, es prácticamente una visita completa de la Reserva, ya que interesa tanto la costa así como toda la parte alta de la Reserva. Todos los senderos poseen una adecuada señalización. EL ETNA El más grande volcán de Italia y de Europa se levanta hasta 3323 metros con una circunferencia, en la base, de 250 Km y una superficie volcánica total de 1400 Km. Parques y reservas Arriba, el Etna. 66 Aunque es activo y en varias ocasiones ha demonstrado su potencial destruyente, sus laderas muy fértiles están cultivadas y son habitadas por millares de personas. El Etna al que están ligados más de un mito y que Píndaro definió como “columna del cielo”, está formado por muchos centros eruptivos menores y por dos bocas eruptivas mayores, el Trifoglietto, que se encuentra donde hoy se extiende el Valle del Bove, y el Mongibello. Este avanza su camino hasta una profundidad de 50 Km y nunca, en 3000 años, se ha quedado tranquilo sino por breves intervalos de tiempo. De las pasadas erupciones volcánicas se han originado curiosas formaciones rocosas así como los “dicchi” y las “bombas” - flujos y masas de lava petrificados - y las “dagale” cubiertas de vegetación y hasta los acantilados que se levantan del mar cerca de Acireale. También a las erupciones se le debe la peculiar conformación de algunas zonas como el Salto de la Giumenta y los Monti Rossi. El paisaje vegetal etneo está caracterizado por tres diferentes planos de altitud. En el primero (de la costa a 1500 m. sobre el nivel del mar) hay una vegetación alófila a lo largo del litoral y, naturalmente, árboles de agrios, de avellanas y de pistachos, olivos y almendros. Sucesivamente los primeros bosques, formados por acebos, encinas, castaños y pinos. Entre 1500 y 2000 metros hay hayas y pequeños bosques de abedul (betulla aetnensis) intervalada con grandes céspedes de dorada retama. En fin, en el último plano, grandes extensiones de cenizas y de lapilli están colonizadas por pequeñas plantas de cardos borriqueros (Astragalus siculus) último baluarte, junto con Cerasti, Antemidi y Seneci, de la vegetación. Existen muchas maneras de viajar por el Etna, y es bastante difícil aconsejar uno u otro itinerario que recorrer. La red viaria (carreteras nacionales, provinciales, comunales, los caminos carreteros de los Guardabosques Regionales, las pistas) hoy existente ofrece, en efecto, varias posibilidades para afrontar la ascensión hacia el Volcán y para visitar sus pueblos, todos interesantes, osea para efectuar sugestivas excursiones a los bosques o, en fin, para alcanzar otros ex-cráteres del complejo etneo. La manera más sencilla para descubrir el Etna es sin duda la de efectuar un recorrido en coche que, por lo menos en cinco días, permite dar una vuelta completa. Son muchos los itinerarios para los apasionados de trekking a quienes les aconsejamos se dirijan a un guía especializado. MADONIE El territorio de este parque comprende las montañas más altas de Sicilia - exceptuado, naturalmente, el aparato volcánico del Etna. En las Madonie vegetan casi el 50% de las especies de flora de la isla y varias especies endémicas de grande importancia, como el Abies nebrodensis, resto terciario glacial. Los bosques están formados por acebos, fresnos de maná, castaños y encinas con una maleza espesa de gerfolios, aspérulas y endrinos. Visitar el vasto territorio madonita es seguramente una experiencia única: en efecto éste está caracterizado por una multitud de ambientes varios y sugestivos, que cuentan con altos picos, con medias colinas, con un bellísimo trecho de mar que lame el margen tirrénico del Parque mismo. Y para una visita se puede escojer cualquier período del año. Tanto en invierno, cuando las cimas más altas se cubren con nieves, a veces muy abundantes; como en primavera, cuando explotan los colores de la espesísima maleza madonita; y también, en fin, en verano cuando después de un buen baño en Cefalù o en las otras estupendas localidades costeras, se quiere huir del calor de esos centros. Para la visita del Parque se puede efectuar un recorrido circular alrededor de él, que comprende una visita a todos los pueblos del Parque mismo y, naturalmente, a las zonas que por el paisaje y la naturaleza ofrecen los espectáculos más emblemáticos. NEBRODI Esta cadena montañosa - parte del Appennino Siciliano (formado, también, por los Madonie y Peloritani) se extiende casi por 70 Km paralelamente a la costa septentrional isleña. Elementos fuertemente caracterizantes del paisaje natural de los Nebrodi son la disimetría de las diversas vertientes, la diversidad de modelación de los relieves, la riquísima vegetación y los ambientes húmedos. Algunos lugares tienen por sí solos particular importancia por sus peculiares características, constituyendo entidades únicas a veces esenciales para la estructura de los equilibrios geológicos generales: el Biviere de Cesaró, las Rocas del Crasto, el lago Tréarie, los bosques de Mistretta, Monte Pomiere, San Fratello y Mangalaviti son algunos de ellos. La vegetación, que es motivo fundamental de la institución del parque, es extremamente variada y está dividida, como en el Etna, en tres planos. El primero, hasta 1000 metros está subdividido en varias zonas, de las que las inferiores están destinadas a cultivos, las más altas está caracterizadas por acebos, corchos, euforbios, quejigos. Quejigos y acebos están presentes también en el plano sucesivo (hasta 1400 m.) junto con bosques de hayas. Estos continúan hasta la cuota máxima (1847 m., Monte Soro). En fin, arces, fresnos, laurel y tejo, rareza de los Nebrodi. En la maleza, acebo, espino blanco, jusbarba y otros. Abajo, un paraíso verde en Nebrodi. En las páginas siguientes: a la izquierda Stromboli, a la derecha, Salina. Las islas 68 LAS EÓLIDAS En las rutas de los míticos Ausonios y de los navarcas Cnidios, en la costa siciliana nordoriental, golpeado por el viento salado, el archipiélago de las Eolidas abre, en abanico, sus siete islas encantadas que, por su naturaleza volcánica explosiva, son hermanas de las Haway, las perlas del Pacífico. Las Eólidas, desde la remota antigüedad, fueron colonizadas por poblaciones neolíticas interesadas a la explotación de la obsidiana, material insuperable para fabricar utensilios para cortar. Entre los siglos XVI y XIV a.J.C., las islas se transformaron en una importante etapa comercial, en la ruta de los metales, en particular en la ruta del estaño, que de las islas británicas bajaba hasta Oriente, transitando por el Estrecho de Mesina. Sucesivamente, en época romana, el archipiélago prosperó con el comercio del azufre, del alumbre y de la sal, decayendo a poco a poco, hasta el abandono definitivo, determinado por ulteriores erupciones volcánicas y por su designación, derivada del II Concilio de Nicea, como morada del diablo y lugar de manifestaciones físicas de esta inquietante presencia. En época normanda, luego, hubo una progresiva repoblación de las islas que empezaron a vivir una verdadera temporada de esplendor trazando lo que es, más que nada, su aspecto actual. Vulcano parece aún un resto de prehistoria del mundo, eternamente humeante entre olas y barros hirvientes de gas. La garganta de la boca eruptiva se levanta a 386 metros de altura, donde el grande cráter, que se puede alcanzar sin mucho esfuerzo y sin grandes peligros, asoma su cresta para dominar los puertos de Levante y de Poniente, el valle de los Monstruos y el perfil, siempre más lejano, de las otras islas. Interesante la visita de las grutas del alumbre y las galerías del azufre, en las que, en época borbónica, una población de condenados vivía prisionera y condenada a la extracción del precioso mineral. En la costa, al noroeste de la isla, se abre, imponente, la Gruta del Caballo, a lo largo del litoral salvaje y semidesierto que inclina suavemente hacia las negras playas de Gelso superadas por la mancha de euforbios y de contorcidas vegetaciones de higos chumbos. Lípari, cuyo alegre y pintoresco arribo está dominado por la roca riolítica en la que se eleva la antigua Civita, ha sido, en todos los tiempos, el corazón del archipiélago. Su museo, uno de los más interesantes del Mediterráneo, conserva las numerosas atesta- Lampedusa, la bahía de los Conejos. 70 ciones de la historia de las islas y la estratificación sucesiva como en un gigantesco palinsesto del tiempo de los 5.000 años de civilización perfectamente leíble en las excavaciones al aire libre encerradas entre las poderosas murallas con torriones. En Lípari se impone un itinerario vulcanológico, jugado entre coladas de obsidiana y extensiones blancas de pómez, materias de idéntica composición química, diferenciadas sólo en su estado: similar al vidrio, la primera, aunque esponjosa, como la otra, por causa de la improvisa diminución de las temperaturas de los magmas, en la fase final de las erupciones. Entre Canneto y Acquacalda, dos simpáticos burgos marineros aún incontaminados por el turismo de masa, se alarga hacia el mar, en dirección de Punta Castagna, la espectacular colada obsidiánica de las Rocas Rojas. Entre las Gole de Pomiciazzo y Lami un paisaje lunar anticipa el cráter, ya inactivo, del monte Chirica, más allá del cual los suaves desplomos de Campobianco inclinan hacia el mar, bajando en las aguas cristalinas de la Playa de Porticello. Inigualables son, también, los panoramas de los que se goza, desde las alturas de Quattrocchi, hacia los monumentales arrecifes de Perciato, presidiados por bastidores escenográficos de los farallones más allá de los que se levantan los humos gaseosos y sulfúreos de Vulcano. Pero Lípari no es sólo esto. Es también, en su centro histórico, un amable sofá umbertino en cuyo escenario se abren ventanas y balcones ligeros como trinas de cuyas balaustradas cuelgan cascadas mul- ticolores de geranios y de delicados claveles. Isla para todos los gustos, ofrece jardines sombrosos, perfumados de jazmines y de albahaca y terrazas solares, abiertas al mar, donde se perpetúa una hospitalidad gastronómica que tiene una fisionomía y una tradición propia. En Salina no hay que olvidar una visita al Monte Porri y al Monte Fossa delle Felci. En éste casi a 1000 m. de altura, el antiguo cráter ha sido colonizado por gigantescos helechos aquilinos que se suman a la lujuriosa vegetación de Salina dándole un aspecto típicamente tropical. No lejos de aquí, Filicudi y Alicudi, interpuestas por la aguja desmachada hacia el cielo, del acantilado de la Canna, destacan contra el horizonte. Lejanas ambas de los clamores del turismo de asalto, las dos islas ofrecen espacios de abandono y de meditación impensables en la latitud bulliciosa de nuestra civilización. En las cercanías de la Canna, fondos ricos de esponjas y de corales ofrecen insospechables escenografías para los apasionados de foto submarina. Otro lugar de grande encanto en el archipiélago, es el que forman los acantilados de Basiluzzo, Dáttilo y Lisca Bianca frente a Panarea, con la que, como cuenta Estrabón, formaron un tiempo una sola isla, Evonimos, que un cataclisma dividió así como se presentan hoy. Solitudes monumentales caracterizan este grupo de arrecifes en cuyas cercanías, de imponentes bocas de fumarolas sumergidas, se levantan burbujeantes bolas de vapores gaseosos que, en la antigüedad, fueron lugar de un probable culto dedicado a Hefesto. En Panarea, en el desplomo de Cala Junco, Capo Milazzese conserva intacto los testimonios de una “facies” cultural que aquí duró de 1440 a 1270 a.J.C., dando origen a un asentamiento de notable interés arqueológico. Más allá, Estrómboli sale del agua con la seca simetría de sus formas perennemente coronadas de humos eruptivos. Su inaccesible arribo de Ginostra, es el puerto más pequeño del mundo, mientras que, más allá de las Sciare de fuego, donde rezumando y chirriando la lava toca el mar, se abren airosos y blancos, los pueblos de Piscitá, Ficogrande y Scari, agrupados alrededor de la cándida masa de la iglesia de San Vincenzo. Más allá de la playa vidriosa y negrísima, lameada por cañizos frondosos de los abismos del Tirreno, se eleva Strombolicchio, el canal principal del volcán, fantasiosa escultura natural en la que el fuego, el agua y el viento han imprentado sus señas eternas. LAS PELAGIAS Balsa de caliza entre mar y cielo, Lampedusa difunde un ambiguo y rarísimo hechizo. Llana y casi sin vegetación, desconfinadamente solitaria por la ausencia, a su horizonte, de cualquier punto de referencia, tiene costas bellísimas. Imposible renunciar, visitando Lampedusa, a una excursión a la isla de los Conejos, minúsculo islote declarado reserva natural, sobre cuyas dunas arenosas pone sus huevos la tortuga Caretta Caretta. Y además, al santuario de la Virgen de Puerto Salvo, alrededor del que se cuentan varias leyendas. Es una localidad de turismo muy exclusivo, aprovechable de parte de los auténticos apasionados de la naturaleza sin ninguna ambición de mundanidad. Linosa, poco más de un arrecife volcánico, emergió del fondo del mar por sucesivas erupciones que, durante los milenios, se sucedieron, más en general, en la “línea de fuego” del sistema geológico italiano. Completamente diferente de la cercana Lampedusa, estribación de caliza de la meseta tunisina (tanto que, geológicamente forma parte sin duda, junto con el arrecife de Lampione, del continente africano), es la punta más elevada de un volcán sumergido que se hunde hasta 1000 metros. La costa es muy abrupta y obscura, en el interior fértiles llanuras se disponen alrededor de tres cráteres - Monte Rosso, Monte Nero y Monte Vulcano. El ambiente natural, tanto terrestre como marino, se ha quedado más o menos incontaminado y es extremamente sugestivo. PANTELLERÍA Situada entre Africa y Sicilia, más cerca del Continente Negro que de nuestra isla, Pantellería, isla volcánica, puede considerarse como un verdadero paraíso naturalístico. Su forma es circular y culmina, en el centro, con la Montaña Grande (836 m. sobre el nivel del mar), desde cuya cima, en los días claros y secos, se puede admirar ese espectáculo de incomparable belleza, que es la vista de las Arriba, Salina, la bahía de Santa Maria. 71 Caracteristicas construccíones de Pantelleria. 72 costas africanas y sicilianas en una sola perspectiva. De origen volcánica, es posible hoy todavía hallar los vestigios de la antigua actividad, ya sea alrededor del cráter apagado de la Montaña Grande, en donde se hallan 24 desembocaduras llamadas localmente “Cuddie”, así como en el interior mismo del cráter, en donde se halla el pequeño lago llamado “Specchio di Venere” (espejo de Venus), alimentado por manantiales termales cuya temperatura puede alcanzar los 50 grados, y también en otros sitios donde tienen lugar otras actividades, como la salida de vapores fumosos, llamados “favare” o “mofete”. Morfológicamente la zona es interesantísima: playas, estupendas costas ricas en acantilados, ensenaduras y formaciones rocosas particulares, como el famosísimo arco natural llamado “Elefante coricato” (elefante acostado); también famosas y encantadoras son las muchísimas grutas que existen en Pantellería, entre las que, interesantísima, la “Pertusa di Notaro”, llamada también “Cavità del freddo” por el aire fresco que sale de sus hendiduras. No hay que perder las fáciles excursiones al “Bagno dell’acqua”, a la Montaña Grande, a la Punta Spadillo, al hermoso pueblo de Gadir, a la Cala di Levante, a la Balata dei Turchi, a Scauri, al Monte de S. Elmo y a los Sesi, antiquísimas sepulturas megalíticas en forma de cúpula. ISLAS EGATES Favignana, Levanzo y Marettimo, islas quizás menos turísticas que las otras que rodean Sicilia, son justamente por eso más apreciadas de parte de cuantos no aman el turismo de masa. Este archipiélago, habitado ya durante la prehistoria - cuando no se había separado aún del continente - aunque no fue nunca teatro de importantes acontecimientos históricos (a parte una batalla naval que tuvo lugar en el mar que separa Favignana y Lévanzo, entre Romanos y Cartagineses), ha llamado siempre la atención de los navegantes del Mediterráneo, especialmente de los piratas que hacían escala allí regularmente para aprovisionarse de agua. La primera verdadera aparición de estas islas en la escena de la historia se remonta al siglo XV, cuando fueron transformadas en “baronía de las almadrabas” y concedidas a Giovanni de Karissima. Fue gracias a la pesca del atún que las tres islas, y especialmente Favignana, alcanzaron en pocos decenios una verdadera prosperidad, de la que gozaban todos, desde el último de los pescadores hasta los empresarios. De éstos los primeros fueron de Liguria - compraron el archipiélago en el siglo XVII - y después los Florio, la potente familia de Palermo, cuyo palacio, edificado por el arquitecto Almeyda, se puede Islas Egates, el pequeño aldea de Marettimo. 73 Islas Egates, la bahía de Punta Lunga en Favignana 74 admirar todavía en Favignana. Gracias a los Florio la “mattanza”, la elaboración y la conservación del atún recibieron nuevo empuje. Hasta hoy esta actividad es una voz activa de la economía de las islas. Favignana, la más grande de las islas Egates es también la que posee las mejores estructuras receptivas. El pequeño pueblo, todo recogido alrededor del puerto, guarda todavía alguna construcción de cierto valor, como el palacio de los Florio y algunas pequeñas iglesias barrocas. Su nombre está indisolublemente ligado a la mattanza. En la isla se halla en efecto la más grande almadraba del Mediterráneo, que, fundamental para la economía de la isla, está recobrando importancia. Toda la isla se puede recorrer sin dificultad con una bicicleta - siendo bastante llana - y está formada en buena parte por roca tobosa, usada para las construcciones desde tiempos inmemorables. Y así a lo largo de los senderos se abren profundas canteras, en parte excavadas por los hombres, en parte causadas por los derrumbes de la roca friable, rodeadas y cubiertas con bajos céspedes. Un mar de color turquesa y limpio con estupendos reflejos lame sus costas ricas de sinuosidades, pequeñas ensenadas y grutas. Levanzo, es conocida sobretodo por la gruta del Genovés, que guarda decoraciones y graffitos considerados los más interesantes de Italia. La mano precisa de un artista desconocido de hace unos 15.000-10.000 años trazó en las paredes hombres, mujeres, niños, animales y peces, transmitiéndonos todo un mundo antiguo y desconocido. No hay que ignorar sin embargo sus bellezas naturales, que no tienen nada que invidiar a las de sus hermanas. Marettimo, la más lejana de la costa siciliana, es quizás por esto la más intacta pero también la más diferente. Montañosa, contrariamente a las otras dos, esconde en las entrañas de sus grutas manantiales de agua dulce y está cubierta por una increíble vegetación natural, lujuriosa y en parte formada por plantas rarísimas y únicas. En el minúsculo pueblo blanco se puede alojar en las casas de los pescadores y se puede alquilar una embarcación para circumnavegar la isla, sin duda la excursión más interesante (lo que vale también para las otras islas), ya que permite descubrir fácilmente las bellezas más inaccesibles de la costa, entre ellas, sobretodo, las grutas. Merecen una mención la del Cammello, de la Bombarda y del Presepe con colores estupendos e inigualables. USTICA De los vestigios hallados en esta isla, a 57 Km de Palermo, resulta que sus primeros habitantes fueron Fenicios o Cartagineses. Monedas, mosaicos y varios objetos de uso cotidiano atestan además la presencia de los Romanos, que la llamaron Ustom, “quemado”, del que deriva su nombre actual. Desde el siglo VIII y hasta el siglo XVIII fue dominada por los árabes, con la sola interrupción de la dominación normanda durante la cual se construyeron el convento de los Benedictinos y la Iglesia de Santa María. Sólo en 1763, después de repetidas tentativas, el gobierno espanol logró ocupar y repoblar la isla, que fue fortificada después por los Borbones. La nueva población llegaba de las Eólidas, y es por eso que sus habitantes conservan costumbres y dialecto de esas islas. Las atractivas principales de Ustica son sus estupendos fondos marinos, protegidos desde algunos años con la institución de una reserva marina. Llegando a la isla se atraca habitualmente en la Cala S. María, que la negra arena volcánica bajo la superficie del agua le da un color azul turquesa intenso. Hay varias excursiones interesantes: por ejemplo, se puede subir a la fortaleza, a 157 m. de altura en el Capo Falconara, donde se puede gozar de un estupendo panorama sobre la entera isla, el mar y la costa siciliana, o circumnavegar la isla, visitando las numerosas grutas que se abren a lo largo de la costa. Señalamos entre otras la Grotta Azzurra, la Grotta della Pastizza y la Grotta di Blasi. La “piscina natural” de Ustica. 75 Flora y Fauna L as enormes diferencias geológicas y climáticas que se encuentran en Sicilia entre una zona y otra, aunque lindantes entre sí, favorecen el desarrollo de una flora muy variada, que ostenta ejemplares de plantas típicas de climas “nórdicos” y de climas subtropicales. A lo largo de las costas, y hasta una altura de casi 300 metros, se encuentran sobretodo cultivos de agrios, olivos y viñedos. Casi la totalidad de estas plantas, que hoy caracterizan el paisaje del campo de la isla, fue importada por los colonizadores que se fueron sucediendo en ella: a Griegos y Fenicios se les debe por ejemplo la vid, el olivo, el higo y el granado; a los Arabes entre otras cosa - el limón, el almendro. El naranjo se cultivó sólo a partir del siglo XV, así como los tomates y los higos chumbos, importados a Sicilia después del descubrimiento de las Américas. La naranja mandarina, en fin, fue introducida a principios del siglo XIX. En las laderas de las montañas, y hasta los 600 metros de altura, crece lujuriante la mancha de vegetación mediterránea, formada por un conjunto de arbustos: retama, lavándula, romero, olivo silvestre, palma enana, lentisco y otros. Además corchos, adelfas, algarrobos, tamariscos. 76 Desaparecidas las grandes forestas que cubrían totalmente la isla, quedan sólo extensiones forestales en las cumbres de las principales cadenas montañosas, Nebrodi, Madonie, Peloritani y el Etna. Acebos, corchos, encinas, pequeños robles, castaños, aromas constituyen estos bosques, en los que se ven pocas colonias de pinos y de abeto sículo casi desaparecido. Otras presencias en la flora local son las adelfas, el plátano pero también plantas introducidas por el hombre en tiempos más o menos recientes: junto con los ya mencionados higos chumbos, vid y árboles fruteros, hallamos agaves, palmas, ficus beniamino, cedros, moreras y eucaliptos y todos tipos de flores. Alteraciones climáticas y del ambiente, junto con una indistinta acción de destruc- ción de parte del hombre, han reducido considerablemente la presencia de animales selváticos en la isla. Completamente desaparecidos los grandes mamíferos así como la gran parte de los rapaces, permanecen como significativas presencias el gato montés, la marta, el lirón (raros), el puerco espín, el conejo silvestre, la liebre, la comadreja. Entre las aves el abanto, el halcón común, el cernícalo, el milano y el águila, la perdiz griega, el cuervo imperial. En Sicilia, además, hacen etapa algunas aves migratorias como algunas especies de zancudos, la gaviota rosada, el charrán común, la spatola. Numerosos los insectos y los invertebrados: entre las serpientes merece una mención la bellísima culebra leopardina. Gastronomia L a gastronomía siciliana, aunque en línea de principio es bastante homogénea, es muy variada de una provincia a otra. La distancia del mar y la disponibilidad de productos diferentes han determinado esta diferencia, pero la variedad de los platos es también el efecto de las continuas dominaciones que se sucedieron en Sicilia, que sufrió en igual medida la influencia de Europa y de Africa. Entradas - A parte la enorme variedad de verduras en aceite, en pebre, fritas en buñuelos que se ofrecen con abundancia, hay también alguna especialidad: los “arancini” de arroz (rellenos con carne, guisantes en salsa de tomate o con queso o bechamel y jamón), por ejemplo, las “sarde a beccafico” (sardinas rellenas con pan rallado, aceite, piñones, uvas pasas), las “panelle” (harina de garbanzos amasada con agua y sal, recortada en rectángulos y frita) y los “cazzilli” (croquetas de patatas) de Palermo. Primeros platos - Si en Palermo el plato rey es la “pasta con le sarde” (pasta con salsa de sardinas, piñones, pasas e hinojo silvestre) acechado de cerca, sin embargo, por el “sformato de anellini” (pasta en forma de anillitos cocinada al horno con salsa de tomate, carne molida, verduras, piñones, uvas pasas) - en Catania el primer plato es sin duda la “pasta alla Norma”, que trae su nombre de la obra maestra de Bellini. Otro grande siciliano, Pirandello, da su nombre a los ‘spaghetti’ con tomate y pequeños dados de “tuma” (queso fresco) de su ciudad natal, Agrigento. Siempre en la costa, en Trápani, la influencia árabe le dio vida al “cuscus” - que más que un primer plato es un plato único. En Mesina, se puede recatar el “sciusceddu”, una deliciosa sopa con albóndigas de carne y queso, en el interior, en fin, en Caltaniseta, los sabrosos “cavateddi” (pasta corta y gruesa). Carnes - Desde el célebre “falsomagró” rollo de carne relleno con huevos duros, jamón, carne molida y “caciocavallo” (queso), cocido con vino y salsa de tomate - a las salchichas, desde el conejo al agridulce a la carne de cerdo variamente embutida - difundida en particular en la provincia de Ragusa - es una sucesión continuada de delicias gastronómicas. Bastante común la carne de cabrito y de carnero, asada generalmente sobre parrillas de carbón y sazonada con todos los aromas que Sicilia ofrece abundanteme. Pescado - Aún más rica - posible- 78 mente - la variedad de pescado: “scoppularicchi” (fritura de calamares pequeños y de sepietas) en Siracusa, “stummi abbuttunati” (escombros rellenos) en Catania, “stoccu ‘a missinisi” (bacalao con verduras) en Mesina. Y además pez espada, atún - que aún hoy se pesca en Trápani en las almadrabas con la antigua “mattanza” - langostas y mariscos, capitones y meros, a veces asados servidos con un sabroso “salmoriglio” - una salsa de aceite de oliva, limón, sal, pimienta, perejil y - a veces - ajo. Guarniciones - Sólo la fantasíá puede poner un límite a las elaboraciones de las verduras: habas, alcachofas, hongos, aceitunas, tomates, cebollas, berenjenas, coliflor se sazonan con los más variados aromas, cocidas al vapor, asadas, fritas a formar buñuelos o crudas, para formar solas o acompañadas - deliciosas guarniciones y ensaladas: “alivi cunzati” (aceitunas aderezadas con ají y encurtidos), “milinciani ‘a parmigiana” (berenjenas fritas y luego pasadas al horno con salsa de tomate y queso parmigiano), “civu” (corazón) de alcachofas embutidas de perejil y anchoas (Agrigento). Dulces - Los dulces merecen desde siempre una plaza de honor en la cocina siciliana: miel y almendras son desde siempre los ingredientes principales, junto a la suave riquísima crema de requesón, elemento base de la “cassata”, típica torta de Palermo, y de los “cannoli”. En Mesina la echa de dueño la excelente “pignolata”, en Siracusa hay que probar el “biancomangiare” de almendras y la “cuccía” (granos de trigo hervidos y sazonados que se prepara el 13 de diciembre para la fiesta de Santa Lucía); en Catania las “olivette de S. Agata”. Una mención aparte merecen los helados y sobretodo las granizadas que se toman, en verano, por la mañana, con un poco de nata y un bollo caliente. Hay una multitud de sabores . De todo un poco - En fin, hay que mencionar por lo menos los excelentes quesos (requesón, tuma, caciocavallo, primosale), las pizzas (especialmente el “sfinciuni”, pizza delicada sazonada con tomate y cebollas), las “schiacciate” que, sobretodo en el ragusano, están ricamente sazonadas, y los vinos. De éstos recordamos los blancos de Alcamo, el Cerasuolo de Vittoria, el Marsala, el Moscato, la Malvasia, los vinos del Etna y el amargo de Caltanissetta. Noticias de Interés Compras - La artesanía siciliana es muy variada, y cada zona conserva sus peculiaridades. Lo que resulta particularmente evidente observando los varios tipos de cerámicas que se pueden hallar en la isla. En Sicilia hay grandes canteras de arcilla de las que se saca fácilmente la materia primera, y algunos centros, como Santo Stefano di Camastra y Caltagirone, fundan su economía casi exclusivamente en la producción de cerámicas. Cadauna de ellas tiene una antigua tradición por lo que concierne las formas y las decoraciones, pero junto a ésta se van desarrollando nuevas tendencias decorativas. Además de vasijas, platos, tazas de cualquier tipo, forma y medida, se pueden comprar apliques, candeleros, azulejos y, sólo en algunas fábricas, deliciosas figuras para el nacimiento. Típicamente siciliana es la “coffa”, cesta entrelazada y decorada disponible en una variedad de medidas. En Erice se compran deliciosas alfombras polícromas tejidas a mano. Además, por doquiera se pueden comprar bordados para la realización de manteles, mantas, sábanas, toallas y servilletas. En fin, clásico souvenir el “carrettino” siciliano y el “pupo” del teatro tradicional, disponibles ambos en todas las tallas. Horarios de Bancos - Los bancos abren de 8.15 a 13.20 y de 14.45 a 16 todos los días exceptuado los sábados y los días festivos. Horarios de compras - Los establecimientos comerciales generalmente quedan abiertos de 9 a 13 y de 16 a 19.30 con pequeñas variaciones. Todos los establecimientos, adémas del descanso semanal el domingo, guardan media jornada de cierre infrasemanal, variable segùn las categorías. Horario de oficinas de correos Las oficinas de correos están abiertas de 8.30 a 13.15. Los sábados y el ùltimo día del mes de 8.30 a 11.20. Cierre el domingo. Efectuan horario posmeridiano las sigueintes oficinas: Palermo: corso Pisani 246; plaza Verdi 7; vía Danimarca 54; vía Roma (Palacio de Correos); plaza Unitá d’Italia; vía Alcide de Gasperi. Mesina: vía Garibaldi 190; vía XXVII luglio 5; plaza Antonello. Catania: avenida Africa; corso Italia 33/35, avenida Rapisardi 82. Divisa - La divisa italiana es el euro (€). Propinas - La propinas es siempre bien acepta, pero no es obligatoria. Varía según el servicio prestado. Llamadas internacionales - Se puede llamar al extranjero de cualquier puesto de teléfono público o privado marcando el indicativo del país precedido por 00 (Ej.: para llamar Monaco, en Alemania, hay que marcar 00 seguido de 49 -prefijo internacional- de 89 -prefijo de la ciudad- y del número del abonado). En este caso la llamada se le adeuda al mitente. Se pueden hacer llamadas a cobro revertido o con tarjetas de crédito teléfonicas llamando al operador de su país marcando un número especial (para informaciones se puede llamar el 176 Information Service todos los días de 8 a 23). Los puestos de teléfono públicos en Italia aceptan monedas de 10, 20 y 50 cent y especiales tarjetas telefónicas del valor de 1, 2,50, 5 y 7,50 €. Para los transportes regionales consultar el sitio: www.regione.sicilia.it/turismo/tr asporti Para el servicio de transporte urbano, consultar los sitios de los Ayuntamientos Para los museos y los sitios arqueológicos, consultar el sitio: www.regione.sicilia.it/beniculturali 79 Realización editorial: © KREA srl - Palermo Textos de: M. C. Castellucci, F. Alaimo, D. Polizzi Piazza Fotos de: Archivio Krea, Archivio Regione Siciliana e LIPU (Gela) Impresión: E. Massara Grabados: MediaCenter&Management Imprenta: octubre 2008 Oficina de información por el publico Region Siciliana Asesoria para el Turismo, las Comunicaciones y los Transportes via Notarbartolo, 9 - 90142 Palermo tel. +39 (0) 91 7078230/258/276 fax +39 (0) 91 7078212 urp.dipturismo@regione.sicilia.it Copia gratuita - Assessorato Turismo, Trasporti e Comunicazioni Messina I. di Capo Passero E I G Isola di Vulcano ) I R P A I Isola di Salina L O ( I E L S O L E Isola di Filicudi O E Sciacca Menfi Isola di Alicudi I T R A PA N I Selinunte Campobello di Mazara Castelvetrano A29 Isola di Pantelleria Mazara del Vallo Marsala Isola di Lampione M ESSINA Isola di Panarea Isola di Lipari Isola di Stromboli Porto Empedocle Eraclea Minoa San Calogero Caltabellotta N O M Sambuca di Sicilia S. Margherita di Belìce Partanna Santa Ninfa Gibellina A29 Salemi A29 A29 BIRGI Mozia Isola di Lampedusa A L E P E L I S O Canicattì Agrigento Aragona Ribera Burgio I Chiusa Sclafani T Bisacquino Contessa Entellina Corleone San Cipirello Calatafimi Segesta A GRIGENTO Scoglitti Isola di Linosa Gela Licata Serradifalco San Cataldo Milena Sant’Angelo Muxaro Cattolica Eraclea Siculiana N S I C Palazzo Adriano A Prizzi Raffadali I S. Stefano Qusquina Lercara Friddi Cammarata Campofranco Sutera Bompensiere Marianapoli Caltanissetta S. Caterina Villarmosa A19 Sclafani Bagni Ficuzza Piana degli Albanesi Alcamo S. Giuseppe Jato A29 I.le dello Stagnone Porto Palo Pozzallo Ispica Scicli Marina di Ragusa S. Croce Camerina COMISO VITTORIA Niscemi Caltagirone Pietraperzia A19 Mòdica Palazzolo Acreide B I Vizzini I T N O M Mineo DI Morgantina Piazza Armerina Pergusa Enna Aidone A19 Calascibetta Leonforte Petralia Soprana Gangi Geraci Siculo Sottana Caltavuturo Polizzi Generosa E N I D O M A Caccamo Ciminna Cefalà Diana Pachino Noto Sortino I Ferla E L Militello Val di Catania C ATA N I A A19 PIANA Paternò Agira NICOSIA Mistretta S. Mauro Castelverde Castelbuono Collesano A19 A20 A20 Monreale Partinico A29 Scopello Castellammare del Golfo Custonaci Erice Bonagia Trapani I. di Vendicari Avola Floridia Priolo Gargallo Lentini Melilli Catania AEROPORTO FONTANAROSSA Aci Catena I.le Ciclopi Acireale Nicolosi Belpasso S. Maria di Licodia Adrano Biancavilla San Gregorio A18 Trecastagni Zafferana Etnea S.Alfio Santa Venerina MONTE ETNA Bronte Maletto D O R B E N A20 S.Stefano di Camastra Pollina Tusa Gratteri Isnello Cefalù . Im ini rm Te Bagheria Sa Terrasini Zingaro G E E L O S I I. delle Correnti Siracusa Augusta Taormina A18 Castiglione di Sic. Mojo Alcantara RANDAZZO Montalbano Elicona I S.Agata di Militello ia Palermo nta Flav A29 Carini I. delle Femmine T R A PA N I Isola di Favignana I D A S. Vito Lo Capo AEROPORTO FALCONE-BORSELLINO P ALERMO Isola di Ustica Isola di Levanzo Isola di Marettimo Gobierno y población Sicilia, con las islas que la rodean, es una Región Autónoma, con capital Palermo, desde 1946, y tiene un parlamento propio desde 1947. Cuenta con una población de casi 5.000.000 de habitantes, con una densidad de 190 habitantes por Km2. Gaggi Linuaglossa Calatabiano Francavilla di Sic. Motta Camastra Novara di Sic. M O N T I A20 Capo d’Orlando compuestas de lava, toba y sobretodo caliza, profundamente cortadas por sugestivas angosturas que han formado las aguas que allí escurren. El centro de Sicilia, en fin, es colinar. Se trata de la llamada meseta sulfurosa, de altitud variable entre los 500 y los 700 metros (con la excepción de la sumidad, alta casi 1000 metros, en la que surge Enna). El clima Es sin duda mediterráneo, con veranos calurosos, inviernos breves y suaves. Las horas de sol son mediamente 2.500, contra las 2.000 de la Italia peninsular. La máxima temperatura se registra en julio y en agosto mediamente 26 C - la mínima entre diciembre y febrero - mediamente 10-14 C. La temperatura del agua varía entre los 16 C aproximadamente registrados en invierno y los 27 C del verano. Para un viaje a Sicilia que no tenga exclusivamente finalidades “balnearias” se aconsejan los meses de medio tiempo: de la mitad de abril hasta la mitad de junio y septiembre-octubre. Giardini Naxos A18 P E L O R IT Ma rin ad iP att i Geografía y geología Situada en el centro del Mediterráneo, Sicilia es la isla más grande de esta cuenca (25.460 Km2). Alrededor de ella se halla una serie de islas menores: al norte las islas Eólidas y Ustica, al oeste las islas Egates, al sur las islas Pelagias y Pantellería (por un total de 25.708 Km2). Su litoral, prevalentemente rocoso al norte, arenoso al sur, es largo casi 1000 Km. Un gran movimiento caracteriza el paisaje siciliano: en efecto la isla es montañosa y colinar, con una sola extensión de llanura cerca de Catania. El macizo más importante es el del Etna (cuyo comprensorio está protegido enteramente por la institución de un grande parque natural), en la zona oriental de Sicilia. El volcán, alto 3.300 m. aproximadamente, es activo y es el más grande de Europa. A lo largo de la costa del norte se extienden, de oriente a occidente, una parte de la cordillera de los Peloritani, de los Nebrodi y de los Madonie cuyas cimas se levantan hasta 2.000 m. A los Madonie se substituyen, al oeste apenas del río Torto, unas formaciones irregulares calcáreas, aisladas o en grupos, que dominan suaves colinas redondas. Al Este, entre Mesina y el Etna, continúa la cordillera de los Peloritani, del todo semejante a las montañas de Calabria. Más al sur, siempre en la parte oriental de la isla, es toda una secuencia de altas mesetas Pen. d. Maddalena A18 I N A A20 Milazzo e V. Term Tin da ri La Isla infinita ¿Cuántas personas no han soñado cuanto menos con conocerla? pocas o ninguna; tan universal es la fama de su belleza, tanto el recuerdo de ella se junta con la historia de las más grandes civilizaciones”. Así se lee en el prólogo del amplio volumen que el Touring Club Italiano dedicó a Sicilia en 1933. Observando las viejas fotos, no podemos evitar fijarnos como los últimos 60 años han dejado su huella: han obscurecido las fachadas de antiguos monumentos, han llenado las plazas y las calles de coches, han borrado chales negros y viejas costumbres, han cambiado el aspecto de los campos. Sin embargo, aunque su celebridad se ha ofuscado, aunque son lejanos los tiempos en que Palermo era una meta codiciada por ricos y poderosos, impacientes de encontrar la alta sociedad del lugar, fruto de centenarias noblezas, aún hoy merece la pena conocerla, esta Sicilia de mil caras, pobre y rica al mismo tiempo, cerrada y recelosa en su noble decadencia y sin embargo toda tendida hacia la colocación en un mundo y en un tiempo modernos, “nación más que región y además una nación plural, tantas son las identidades diformes” (Bufalino). “Una isla no bastante isla” (Borgese) o quizás “demasiado isla”, mitológica y concreta, encupida y solar, magnifíca y terrible. Ragusa “