El oficio de un extraviado

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El Sistema Nacional de Imprentas es un proyecto editorial
impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a
través de la Fundación Editorial El Perro y la Rana, con el apoyo
y participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela,
tiene como objetivo fundamental brindar una herramienta
esencial en la construcción de las ideas: el libro. El sistema de
imprentas funciona en todo el país, con el objetivo de editar y
publicar textos de autores fundamentalmente inéditos. Cada
módulo está compuesto por una serie de equipos que facilitan la
elaboración rápida y eficaz de textos. Además, cuenta con un
Consejo Editorial conformado por un representante de la Red
Nacional de Escritores de Venezuela Capítulo Estadal y el
especialista del libro y la lectura.
El Oficio
de un
Extraviado
Moisés Delgado Vera
El Oficio de un Extraviado
©Moisés Delgado Vera, 2012
Colección de Poesía / Serie Resonancias
© Fundación Editorial El Perro y la Rana, 2012
Ministerio del Poder Popular para la Cultura.
Zulia-Venezuela 2012
Correo electrónico: sistemadeimprentaszulia@gmail.com
Facebook: Imprenta Zulia
Comité Editorial
Edición
Fundación Editorial El Perro y la Rana, al cuidado de:
Edgar Sánchez
José Davalillo Gil
Corrección
Moisés Delgado Vera.
Diagramación - Diseño de Portada
José Davalillo Gil
Impresión y acabado
Edgar Sánchez
José Davalillo Gil
ISBN: 978-980-14-2407-9
LF: 40220128004358
Capítulo Zulia, 2012.
Prólogo
Presentar este primer libro del joven amigo Moisés Delgado, Comunicador
Social y ante todo activista de las causas de nuestra juventud
contemporánea, me llena profundamente de satisfacción, pues se suma a
quienes pujan permanentemente por reivindicar la palabra como
elemento sublime y amatorio de la humanidad. Y porque además esta
obra, es la resulta de la perseverancia de experimentar con la palabra
rehaciéndola persistentemente por más de doce años, en consecuencia, la
misma es de algún modo, como una síntesis de su vida, el breve espacio de
sus veintixxxx años; tiempo signado por la búsqueda, el descifrar acertijos,
cabalgar en sueños y esperanzas.
En sus versos se evidencia asombro ante un mundo aparentemente
inescrutable, puesto que allí se encuentra extraviado, pero
paradójicamente lo escudriña. Tarea a través de la cual se pasea como
filósofo existencialista por la extrañeza de sí mismo, e identifica entornos
como si los tocase, donde “se encuentran miradas perdidas todas las
tardes”, niños desamparados, amigos que se han alejado, sus antepasados
y su inmanente amor hacia la mujer.
Con el ejercicio de “El Oficio de un Extraviado”, Moisés demuestra
también, gran habilidad para hacernos pender en el tiempo, de un remoto
al presente y a la inversa. En ese ir y venir denota intermitentemente
mediante sus versos cual fotógrafo, la mixtura presente en nuestro
entramado social diferenciado, donde algunos se resignan a vivir los ciclos
de sus antecesores y otros se niegan; al mismo tiempo, se destacan
elementos de nuestra identidad cultural pueblerina, religiosa, doméstica.
Esta poesía joven madura que toca lo humano, sale a la luz dentro de los
avatares de una sociedad que se propone reinventar una mejor forma de
ser con el otro, por ello constituye una voz noble dentro de esta dinámica,
que se propone compartir la esencia libertaria de su autor.
Aquileo Narváez Martínez
A mi madre, vientre de oro donde me cobijé 9 meses para
luego dar paso a esta aventura de días que se asoman
por las ventanas y atardeceres que el mañana siempre
ofrece. A ella, por todas las veces que me atendió en la
fiebre de mi infancia, me protegió del frío, los castigos, el
berrinche. Por su esfuerzo para llevar el pan a la mesa de
mi hogar, por su sudor y el amor que nunca tuvo limites,
para ella este sueño, para ella que es mi luz.
Para que los pueblos del mundo mantengan el despertar del
alma y la voluntad, con el fin de consolidar un hermoso
mañana, serán necesarios lo poetas y la poesía para
ofrendar el alimento de la conciencia en sus versos y rimas.
Moisés Delgado Vera.
El oficio de un extraviado / Moisés Delgado Vera
El oficio de un extraviado
En el oficio de un extraviado
se encuentran miradas pérdidas todas las tardes
que me desgastan observando el movimiento de mis manos
cuestionándome en la búsqueda
intentando alcanzar el otro lado y ver titilar
esa imagen del sueño que toma exhalaciones
que se hace cuerpo vivo dentro de mí
como un oficio de contrariedades
para ver mi rostro en el espejo y saber que estoy aquí
delante de las palabras y el arte del extravío.
Me reitero vivo
luego de varios días ante la ventana
percibo que estoy aquí
caminando lateral las paredes de la sala
a la distancia el retrato de la mesita
acompañado por esa luz que invade en mayo
imaginando la preñez de una mujer que habitará mi hijo.
Voy como nómada a espacios que pocos llegan
pernotando en una calle con sombrero polveado
y en el bolsillo una carta sin remitente
para creer que alguien me piensa.
Editorial regional / ZULIA
Pared rayada
A Rutilio Vera.
La visita de los años llega con sigilosos pasos
como un invitado que cruzó la puerta sin dejar rastro
el eco arrastrado de tus caminos
los huesos dejan la fiebre pudiente.
Transitaste con la garganta ardiendo
rayaste con tus uñas rancias
la pared que cuenta tus días dormidos
una cajita de fósforo en tu cartera
una moneda que apenas alcanzaba
al cigarrillo que te calmaba.
La taza que comenzaste a dejar
tu memoria se derramó en algún vaso de la noche
cuando continuamente buscabas algún amigo extraviado
quizás la amante que denominó la paridera.
El olvido lloviznó ausencias en tus pestañas
la vejez es un soporte
que no acostumbra a usar hombros.
El oficio de un extraviado / Moisés Delgado Vera
Visitas
Por la casa circula un extravío de miradas correctas
que repiten la insensatez del tiempo.
Camilo Balza Donatti
Mis antepasados se reúnen en los marcos de la morada
sin la capacidad del reflejo sobre el agua
guindan y repiten la frase de todos sus días
circulan extraviados y ajados de tiempo.
Ellos acarrean todas las etnias mansas en su testa
carecen de idioma y son como roedores
buscan bordar su rostro
en los objetos que las personas olvidan
desertan hostiles de la luz
son amorfos y de extremidades blandas
las llagas entre sus cadenas no respiran.
Asumo toda mi atención
y me pregunto
si necesitarán mi aliento
solo me queda estar en el mesón
visitar la silla delante del retrato antiguo
sucumbir en realidades que se evaporan
para ver si retumban y caen
pero se niegan a mi saludo inocente.
Editorial regional / ZULIA
Séptimo amanecer
En el séptimo amanecer de la semana
puntualmente, suelen pasar los señores de la misma traza
con el almidón y el bálsamo
en busca del pan para el mesón
y el hijo rendido en la espera
con la paciencia de un día lluvioso.
Allende los pasos entre la gente
soy sus pies
sé de la fiebre que padecen sus hombros
la sucesión de todas sus interrogantes
cuando levantan el aserrín del camino
emiten una exhalación posada en ventanas.
Las miradas del domingo son tristes
en las mulatas con cabellos de lluvia
siembran con afán su sombra
para secarse y luego andar
quedo allí, en el decurso en la quinta pared
pregonando las noticias del pueblo
sosteniendo unas piezas de virgen con velas
y en el fondo, el canto de una cítara con su noche.
El oficio de un extraviado / Moisés Delgado Vera
Días de barro
Ella heredó lo fértil de la tierra
los arados del zambo en el maizal
con su candelabro y días de huellas
deslumbrada se instaló mirando el atraso de las luces
dejó el ruido y tomó agua
para anhelar la visita de un hermano
y así poblar sus años.
Son tres semanas de barro
lleva un vaivén que la hace isla
hondea todo el sembradío
pero la cosecha no ha dado lo esperado
se cubre alborada
y suele rezar vertical los martes
con escapularios bañados de mañanas.
Se llena los bolsillos de semillas
se trenza en sus cintas de colores
y empuña la arena del ayer.
Editorial regional / ZULIA
Morada viva
El pórtico describía sus habitantes
los reflejos infecundos del sol descansaban impacientes
en paredes que se añejaron detrás de la traza
una mecedora decoraba con lozas
llenas del lodo cuando por la lluvia.
Aún se logra escuchar el silbido del artesano
por los cabellos de su india en la esquina.
Él gastó sus nudillos para darle pan
hizo vigilia en la noche
cuidando su vientre cuando anunció compañía.
El cuarto era una residencia a destiempo
un lecho cuyas noches se envolvieron
sábanas dobladas luego de cada encuentro corpóreo.
La india fue reuniendo
las hojas muertas del árbol contiguo
con una caja enlutada por los meses de julio
y él la decoraba con diadema de orquídeas
con beso ritual antes
fueron haciéndose con temblor de manos
con arrugas y miradas escasas
comenzaron alejarse las imágenes
y lo demás se conocía a oscuras.
Aún están los clavos y la madera
en esta morada viva
de quienes se adueñan
todavía.
El oficio de un extraviado / Moisés Delgado Vera
Señor
El hombre primitivo hurga en uñas
huye de los cristales con reflejo de sombra
y retira todo el vestigio de los manteles floreados.
Evoca en solitario el pasivo roce
el bálsamo derretido de las velas
la casa y el vestuario que pesaba.
La reflexión del tiempo le ha enseñado
que posee la edad de los besos secos
que el telégrafo no funciona para llamar a Paris
que el invierno queda adentro y no en la geografía
su dorso blando ante el sol
sus pasos y el bastón para cada faena.
Alguna moneda invade el sombrero
en la plaza ofrece historias de la guerra
el chaval de la escuela lo sabe
conoce las décadas que aguardan las campanas
los sonidos que provienen de otra calle
el transeúnte asustado por su mano extendida
y la mirada que no saluda.
Editorial regional / ZULIA
Sitio de volver
“Cuando estaba solo, José Arcadio Buendía se consolaba con el sueño de los cuartos infinitos. Soñaba que se
levantaba de la cama, abría la puerta y pasaba a otro cuarto igual, con la misma cabecera de hierro forjado,
el mismo sillón de mimbre y el mismo cuadrito de la virgen de los remedios en la pared del fondo.
Gabriel García Márquez.
Saber cuándo se debe girar la perilla
sin antes tocar la madera
y así tener como ritmo de edad
la piel ajena.
Seguir abriendo puertas bajo estos días claros oscuros
con relojes de arena en la repisa
anhelando ver las ciudades que no avanzan
iré entonando palabras de García Márquez
en constantes espacios que se repiten
mis trazos bordados en siluetas otoñales
buscarán reunir en las noches los cerrojos
y su forma de invadir la sala.
Entonces
percatado del asunto
asumiré morada en cada tregua
aprenderé a ver con tus manos
a dibujar líneas desnudas que llegan a ti
en el oficio de otro día
sin tener sitio de volver.
El oficio de un extraviado / Moisés Delgado Vera
Nacerá Octavio
Nacerá mañana un niño llamado Octavio
con ausencia de tetas para ser amamantado sus primeros días
con frío y unos ojos blanqueados después de su parto
vendrá con el cuerpecito de ángel desamparado
con el llanto que se hará interminable ante el hambre.
Expuesto a un mundo
con la dignidad ausente en los anaqueles del mercado
vendrá como todo aquello que nace constantemente
sumergido en el curso de lo irreversible
en el eje que mueve los cuerpos
atado a su antes y después
condenado a la visita del señor tiempo
de suntuosa vestimenta
postura inexorable y ojos altivos.
Nacerá Octavio
con vocación de paisajes y extranjería
crecerá y empuñará la vida
tomará el atajo para llegar al domingo
por la puerta incógnita de la habitación
con dos historias secas y una semilla del campo
y detrás de su piel
toda su estirpe reiterada en él.
Editorial regional / ZULIA
Habitarme
Amigos que por siempre
nos dejaron,
caros amigos para siempre idos,
fuera del Tiempo
y fuera del Espacio.
Edgar Allan Poe
Se fueron en aquella mañana y sin sonar las manos
para ir a buscar pasos
en otros lenguajes extensos
se fueron con su bolso y papeles lleno de tinta
se han ido con la excusa alterna del silencio.
Dejaron una estancia arrinconada de cejas cruzadas
de labios florecidos y palabras atadas al cuello
en un niño que llegó y partió por la puerta de atrás
con tiza en los pantalones
los cordones desatados
y un regaño en el recreo por perseguir pájaros.
Se fueron a luchar por su credo
yo tome por afinidad
despertar y habitarme
ver de cabeza abajo la acera del vecino en el pórtico
asombrarme por ver las hebras de la niña con la cinta.
Luego de tantos años
pasaron por mi frente idos sin reconocerme
sin pronunciar una frase.
El oficio de un extraviado / Moisés Delgado Vera
Una ventana para mirarte
Yo la esperé en las dimensiones donde habito sin peso
en el sentido contrario a todo los que andan
allí precisamente
con el ritmo de un cuerpo asignado al calendario gregoriano
que suma días bajo un orden contradictorio
en el mandato de una silla bajo un matorral
y unos papeles dedicados a ella
que no concluyeron en el tintero.
Yo le esperé con la mirada hacia la ventana
ella fue compañera en la juventud
nació como una vespertina visita
bajo su nombre incierto
dueña de adjetivos lujuriosos
y silueta estilizada
me dejaba la memoria en blanco.
Mujer que observo por la ventana
déjame tu voz lejana
para hacer con pinceles trazos
y cada poro que te compone
decirles luz del día.
Editorial regional / ZULIA
Retratos
Naceré tres veces con el llanto y la pupila blanca
de la luz incandescente
con la interrogante que acumula el otro.
Comenzaré hacerme pequeño
a ellos que poco saben de estas visitas
que manejo por la cera del eterno descanso
sacrifico mis noches por los sorbos de lectura
y hoy los traje de vuelta
pero con el retrato viejo.
Pregunté por aquellos de la memoria
encontré que Alida y Antonio navegan distantes
que la cabaña no abre al mediodía
que a Margot le han caído las arrugas
y su voz suavizó el semblante
pero en las tardes vigila horizontes
encontrando barcos hundidos en el sol.
Hoy caminamos detrás de nuestra ausencia
la que otros dejan
aunque poco a poco se abandona la densidad
la cuadra no alberga los gritos de antes
la escuela era una hoja
uno de nosotros.
El oficio de un extraviado / Moisés Delgado Vera
Ciclos
Nuestro rol será cumplir las acciones que dejaron en otra edad
algunos fueron herreros, hombres del campo
algunas madres bajo el umbral de sus chozas
lucharon para que no faltara el pan
otros sin fortuna, conocieron las calles y el hambre.
Algunos ocupados por el ejercicio de la palabra
se quedaron mirando ventanas, tazas de café
una dama cruzando las piernas
algunos quisieron hablar y no pudieron
casas que cayeron y otras que se levantaron
para vivir las mismas situaciones de la familia anterior
durante un tiempo, alguien se buscó y encontró
otros lo intentaron.
Heredamos cosas que emigraron con el prójimo de la plaza
que se fue y dejó un espacio que otro habita
repitiendo las mismas frases bajo otro sol.
Nos negaremos en asumir la sobra del contrario
compartir las manos para rozar paredes ajenas
y ver así, como se reitera el saludo vespertino
las paradas del tren y el silbato de Pedro por el callejón.
Todo será un ciclo
las frases de un tal vez / por aquí pasó o no lo he visto
un gesto hacia ella o un beso nos harán saber
que somos espejos proyectados para otros días inconclusos.
Editorial regional / ZULIA
Biografía al ausente
Esto es
el testimonio de los tiempos en sepia
tendremos que silbar después de cada parto
y bendecir las hojas que hierven en la zona
tendremos que calzar los sueños y cuero en los pies
para no ser vetustos antes de la tarde.
Recoger la siembra como lo hizo el ausente
para ver de nuevo el camino que mantiene las pisadas de chaval
mover las cortinas polveadas y mirar la ventana cuando amanece.
Hacernos pájaro en la hora azul
tomar el vuelo de los que parten
retirar el nombre que marca el asiento izquierdo
comenzar otro ritmo, dormir de día y andar de noche.
Llorar gotas mingas que expandan silencio en la casa
y no cerrar del todo el frente
por si aparece él.
Se podrá escuchar los cuentos reiterados del prójimo
porque viviremos calando los mismos pasos como ciclo incesante
observaremos como en la casa
la suma de las ausencias convergen en su nombre.
El oficio de un extraviado / Moisés Delgado Vera
Las preguntas del que espera
A ella le brotó en el cuerpo una cercanía de mujeres lejanas
le florecieron los pechos con una ternura pincelada de dioses
con un baldoneo en sus pasos y caderas
creció en mi regazo, con su espalda natural y sus labios
bajo el movimiento de mi cuerpo agitado
fuimos sustento de amor y compañía para alejar toda sombra.
Sin embargo
tuvo que dejarme.
Llegaron los días con frecuentes interrogantes
en qué lugar quedaron las palabras que sembramos
qué hicimos de ellas
no germinaron y murieron antes de ser raíz
dejando el perchero vacío y tu bálsamo
cada uno por su lado
con las preguntas del que espera.
He optado por hacer el ejercicio
de habitarte sin permiso alguno
ataviarte en una imagen sobre mí
verte atravesar las cortinas de la sala desnuda
que nos acerquemos impregnando un silencio en la mirada
como el mes de abril cuando las personas callan.
Editorial regional / ZULIA
A quién hablas
Doña teresa está en el pórtico
con su silencio de habitación abandonada
con su rosario en la mano y bata de guajira ancestral
con el asombro en el rostro
ayer observó
que el espejo de su cuarto se arrugo hace años
ahora desnuda se cubre de espinos
y profana en las noches contra el cristal.
Ella dice alguien vendrá
desterrando la mirada del hombre
ceñido buscando memorias
sosteniendo esa palabra.
Vivir no es cerrar la puerta más despacio
pensar el próximo paso evitando
haciéndote raíz a cuatro paredes
a sólo mirar una luz que varía su visita
que siempre te llueven los trazos
hermosa
tú abanicándote en el zaguán
se aparta del reflejo.
Envejecieron los círculos de sus pechos
donde celebró la boca del amado
ya no es su cintura la interrogante
pocos acompañarán su lenta despedida
siendo la edad que avanza a la arena
que se duerme en el camino.
El oficio de un extraviado / Moisés Delgado Vera
Pisando viernes
El vientre que debí anidar
nació un siglo atrás
se llamó Pilar
tanto me buscó / me esperó en la silla
que termino siendo cortesana
ataviada de corsé púrpura.
Pisaba los viernes con la mirada fúnebre
vivió impar los días
a veces era señora o roce marchito
y llegó a confundirme con hombres.
Fuimos cinco décadas de piel extranjera
alguien nos reconoció ayer
supe que amanecías
espesa y costaba levantarte.
En otro tiempo
éramos ejes
aliento agitado
un lapso insurrecto
movimientos en escenarios errados
y sin embargo
te fui dando forma en estas hojas.
Pasaste cayendo
como noviembre en lluvia
las esquinas lo saben
ella era símbolo a donde ir
pero no llegamos.
Editorial regional / ZULIA
Surcándome
Vengo de una extensión ignorada
horizontes que se acercan a razón de tiempo
hacen ocaso todo eco de voz.
Mis comportamientos reiterados frente al vidrio
buscando las bases de mis pies en el ayer
para sujetarme a sus imágenes
toco puertas ante los resultados del recorrido
los vecinos señalan mi pérdida de piel.
Incertidumbre dejé en aquellos parientes
porque en sus descuidos yo descanso
no en los objetos de la mesa
y no en los harapos al borde de la cornisa.
Haciendo caminos se encuentran las sombras
que mis años sean ausencias
reflejo de palabra y carne en mis ancestros.
Preparo mis surcos
no tomaré atajos
a los gritos que el espejo
me devuelve.
El oficio de un extraviado / Moisés Delgado Vera
Trizas al suelo
Me buscarás con golpes de madera
y seré un postigo, una semilla en la roca
volveré un domingo nocturno
cuando hallemos el credo que dedicabas
para que ambos aprendamos, la retórica de los silencios
la exaltación de los sentidos.
Dejar el sudor en las paredes
acostarme en el extremo
desprenderme entre imprentas que abren ventanas
allá donde sueles ir
y rozarte con la brisa que va erizar tus poros.
Partiré el pan a solas
seré los restos que dejarás
entre los folios amarillentos de mi escritorio
pero es menester a seguir ciego
con este síntoma de vivir en otro tiempo
no doblaré los hierros del frente
apretarás tus puños y te darás Beatriz.
Nos recordaremos en la madrugada
cuando juntamente
acariciemos el suelo que pisamos.
Editorial regional / ZULIA
Días del cautivo
Parece que aún tocan
huyen audaces del sitio ajeno
extasiados en busca de la armonía.
Es cierto
hay fechas que duelen
que nos apagan la casa
y sólo queda arroparnos
guardar almanaques
expresiones que se disipan sobre figuras
señal de nuestras cejas.
Conservo rostros contrarios al reposo
un chaval que acumulaba piedras
nunca pudo hacer su rayuela.
Hago inexistencias posibles
ante la desaparecida que muerde la tierra
gastando el tejer de los tiempos en sus paredes.
Alguna razón nos mantiene a bordo
Comenzaré a aplazar los días
a irme
atado a ese roce
alejándose
alejándome.
El oficio de un extraviado / Moisés Delgado Vera
Sebastián
Pretendió dejarse
convencerse que el pliegue era camino
extenderse hacia Elena y colgar el sudor del campo.
Hizo vejez en otra cosecha
cree en la escasez de piel y la mano que posa la tierra
los silbidos con fe del vecino
en la mujer que no nace y su deidad
en el éxodo que no se pronuncia.
La sangre le ha madurado y endereza sus vértebras
su carne se torna azabache
y sueña la preñez de su madre
con palma sobre mecedora soleada
haciendo señales para un mañana.
Ya no sugestiona los lugares que habita
conoce el eje del tiempo asomado a su ventana
sólo se alimenta del trigo en la canasta
al lado izquierdo de las vigas que están por caer.
Editorial regional / ZULIA
Presagios
Se hicieron espesos los mantos
todo quedó taciturno en la vida silvestre
aquellos poblados soñaban con la sed.
Una dama cuyo tiempo arrastraba
anunció lo que se musitaba a espaldas.
el hueco que reposa en nuestra espera
Aprenderemos después de cada partida
esa trenza del zapato regado
aguardará un peso en la mirada ajena.
Los sucesos nos empolvarán con incertidumbre
con incertidumbre de seco follaje
volveremos a la necesidad del vientre
a esa sangre que nos compone.
Amanecerá bajo el tinte mentiroso
como los reflejos del sol sobre el espejo
la incertidumbre será personaje de rasgos étnicos.
Pero volveremos
circulando en otro paisaje
bajo una materia inusitada.
El oficio de un extraviado / Moisés Delgado Vera
Se extravió
Ayúdenme a encontrar a un niño
se llama Moisés y tiene 8 años.
Para encontrarlo
tome en cuenta los siguientes datos
le gusta correr cuando va a la choza de Alida y Antonio
tiene por mala costumbre perderse cuando juega a las escondidas
tiene por afición guardar los días del calendario
y no suele entregar las cartas
que le escribe Anaiz, la niña de su escuela
es de buen corazón, presta las canicas y habla de historias que no conoce
tiene una luz en sus ojos, pero aún no sabe trenzar sus zapatos.
A veces, saluda a personas que no conoce
con el afán de haberlo visto en reiteradas ocasiones
por favor, si lo encuentran, díganle que el almuerzo está listo
que preparé la sopa de costumbre
díganle que no estoy molesto por su ausencia
que espero su travesura en la sala
y su pelota está sin falta
a las cuatro de la tarde en el patio.
Recuérdenle que aún mantengo la promesa del papagayo que pidió y no he podido
comprar.
Comenzó a llover.
Editorial regional / ZULIA
Señales de ayer
Desde que te alejaste, cuántos lugares
se han tornado vanos y sin sentido,
iguales a luces en el día.
Jorge Luis Borges.
De tu densa voz se crea
el ramaje de estos recuerdos
que se cuelgan en las ventanas
asaltan el sarcófago botando las flores
se mecen ruidosos en el altar de las velas
migran vestidos con una piel inconclusa
la que aún no toma figura en mis visiones.
Decido pernoctar
supurando los abandonos de tu carne a ciegas
distancias bajo la protección de una silla.
Surgen exactas columnas
con sombras de escenarios antiguos
manteniéndome apartado volteo el rostro de otros
buscando la última señal que quiebra.
Estarás desprendiendo tu cuerpo
dejando habitar tu cavidad
no como antes
supurando el sudor de otro aliento.
Seguiré esquivando los andantes
en el extremo disolveré la premura
y mí partida ayer
descubrió que en el mar no hay comienzo.
El oficio de un extraviado / Moisés Delgado Vera
Cruzando el tiempo
Soy amenaza para la huella ajena
y voy haciéndome con otras
soy el nacer inusitado de una masa abolida
que se perpetúa en el costal
y de brazos pesados que agudizan la morada
vivo con el síntoma deshabitado.
Soy hombre indefinible con variantes de sombra
oficio de ver el movimiento de mis manos
adopto posiciones encorvadas
buscando escapar por mí ombligo.
Me compruebo con el saludo a contraluz
de la traza de ese señor que no cruza el umbral
de ese que ha dejado tanto
a un hermano desairado en la cuna
a un vientre en diluvio contestando el teléfono.
aún no distingo la voz que me llama
Siempre he sido erróneo para cortejar
y tras el hallazgo
me apasiono a los besos de un maniquí
que terminan dejándome entre letras que nunca leerán
que lo impecune arroja saldo a la cuenta
que marcho con soledades y preguntas los sábados
no soy dueño de lo que toco
sólo de la capacidad para atravesar paredes
marcadas por un patriarca
Editorial regional / ZULIA
Peregrina
La moribunda que me daba investidura
no pasea vespertina por la calzada contraria
ya su lamento se hizo extinto
y hoy se bordea en el margen de sus pasos.
La gente le tildaba oficio de catedrales
con dioses que se posaban en su frente
apartándole aguacero y paludismo.
Las casonas de caña brava
y un llano monte sumiso a la brisa
eran caminos pregoneros de seres descalzos
de pueblos que buscaban sus huellas
mujeres con sus mantas cubre pechos
niños detrás de la madera.
Se marchaba temprano
para evitar el rumor vecino
su papel en la mano izquierda.
Pasó y luego no volvió
quizás la alcanzó la noche sin trigo
y cansada
soltó las amarras de su labor
dejando la mirada tendida en los pájaros
se fue desvaneciendo en algún árbol.
Amaneció hecha raíz.
El oficio de un extraviado / Moisés Delgado Vera
Regresar
La grieta es un buen refugio para la tristeza
para las sabandijas que vienen del solar.
Ramón Elías Pérez
Para entender que por la grieta entran los cuerpos
analizamos todos nuestros pasos
encontrando algún infinito que se alberga
lejos de los miedos derrotados.
Nunca te atrapé en las escondidas
me enseñaste el ejercicio de trazar mediterráneos
juntando mis manos como una bóveda
para un espacio que dejó colgando melodías.
Cuantas veces fermentamos el triángulo deseado
tus pestañas libidinosas
el jadeo aún resuena en la casa.
las cuatros paredes sólo detenían el techo
La fe nos unió más allá del concreto de las palabras
vivir sin los simulacros que sostienen los andantes
sentirnos verdaderamente despiertos
y no como los que creen estar vivos.
Editorial regional / ZULIA
Ninfa de polvo
Ya los días de la dama han dado ocaso
tropieza en una procesión distraída
desairada de huellas y ansiada de rostro.
No importa la espuma que deambule sus pies
el mar ha delegado sal a su vientre
se hizo respiro al descubierto
cuando las aguas lo traían
se contrajo en divinos olores.
Por las noches danzó en las pisadas de la lumbre
dejó su espalda en la lejanía de los ecos
el destierro que se hizo adentro
cuando desgarró cada pellejo del que fue.
Su retina delineó el fresco aroma del anhelo
a la orilla no llegaba la botella epistolar
y entre sus pasos a la redonda el vahído.
Llegó la época de dejarse ir
Sin las fricciones atentas
desprendió partes de su cuerpo
Ninfa de polvo
en el ayer
los ojos suelen atarse.
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