EL GRITO DE EDVARD MUNCH Este artista es un pintor expresionista noruego nacido en 1863 y muerto en 1944. Sus obras se centran en los temas relacionados con las emociones y sentimientos humanos, sobre todo de tipo trágico. En este artículo me quiero centrar en una obra concreta de este artista, una témpera llamada El Grito. El expresionismo, corriente artística de principios del siglo XX, utilizada por éste pintor y en el cuadro de El Grito, se caracterizaba por el uso de la emoción en la expresión de la obra, es decir, plasmar la visión subjetiva del artista, la visión interior más que una escenificación de la realidad, de esta forma obtenemos una expresión deformada de la realidad donde se plasman los sentimientos del artista. Si buscáis información sobre Munch, veréis que este cuadro es inspiración de una sensación experimentada por el autor, que por cierto yo también he experimentado y… ¡¡¡a mi me encanta!!! A continuación explicaré la experiencia de Munch y la mía que fueron bastante similares, ya que mi experiencia se basaba en el resurgimiento al acceso de mi inconsciente de haber observado el cuadro anteriormente. Experiencia de Munch: El cuadro comienza a gestarse en una tarde de 1892 que el pintor describe así en su diario: Paseaba por un sendero con dos amigos – el sol se puso – de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio – sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad – mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza. Experiencia personal: Era de noche y me dirigía en dirección a mi pueblo a pie por la carretera sin iluminación, hubo un momento en que no sé si fue la intuición o el sonido de las cigarras (en otras ocasiones anteriores había escuchado un sonido inusual de cigarras bastante extraño con una intensidad que las hacía especiales), cosa extraña por la noche, que me indujo a adentrarme en un camino de montaña que se alejaba de la carretera. Mientras me introducía en el camino, cada vez más intensamente iba escuchando el ruido de cigarras que se fue transformando en sonidos de insectos hasta que finalmente el entorno se volvía hostil donde aparecían sombras e insectos gigantes camuflados entre la vegetación. Me estaba introduciendo en una jungla de insectos, pero a mi no me daba miedo, así que seguí caminando hasta que sentí en mi cuerpo la sensación que quería describir Munch en su cuadro ‘El grito’: un pánico surreal. Mientras sentía la emoción de ese cuadro mi cara se deformó en el espacio-tiempo curvándose como una malla y yo sólo podía sentir éxtasis por esa sensación tan extraordinaria ya que la verdad es que el pánico surreal me emocionó. Al empezar a emocionarme esa sensación se desvaneció y la jungla insectívora desapareció volviendo a mostrar su apariencia terrestre. Al volver por el camino llamé al número de atención al cliente de mi operador, en ese momento Vodafone, y les informé que había estado en pánico. Desaté tanta locura que dejé ‘flipando’ al operador. El inquieto filosófico