José Aste Tönsmann EL SECRETO DE SUS OJOS Estudio digital de las imágenes reflejadas en los ojos de la Virgen de Guadalupe C C Derechos de autor reservados. 1998, by José Aste Tönsmann Derechos de edición y arte gráficos reservados. 1998, by Tercer Milenio S.A. Diseño: Lily Montalbetti Cánepa Ilustraciones: Eduardo Chávez Arribasplata Impreso en Perú - Printed in Peru «No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informativo, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el previo aviso por escrito de los titulares del copyright» Indice Pág. Introducción Estudio de los ojos de la imagen de la Virgen de Guadalupe 5 55 Nican Mopohua 122 Bibliografía 137 3 4 Introducción Ingeniero e investigador Conocí al Dr. Aste en Lima, Perú, el año 1963. Fuimos compañeros de trabajo, e iniciamos una amistad duradera. Doy fe de la capacidad, tenacidad y honradez intelectual del, entonces, Ingeniero Civil José Aste Tönsmann. Después la vida nos separó. El se fue a los Estados Unidos, para hacer un doctorado (Phd) en la Universidad de Cornell, y luego fue a México, donde se afincó con su esposa y sus cuatro hijos. Su esposa, Margarita, es hija del Capitán Carlos Martínez de Pinillos, distinguido aviador peruano que, en 1929, realizó un famoso vuelo internacional; por ello, el aeropuerto de su ciudad natal, Trujillo (Perú), lleva su nombre. En México, Aste se dedicó al procesamiento digital de imágenes de satélite mediante computador. Los satélites artificiales envían por radio grandes masas de números, que contienen la información de las “vistas” que el satélite recibe de la tierra. Almacenados en los discos duros, esos números permiten reproducir las imágenes captadas por el satélite en una pantalla del computador, y además procesarlas, obteniendo informaciones específicas tales como: cultivos de México en ciertos momentos, plagas de esos cultivos; ciudades y contaminación del aire; temperatura de las nubes... Aprendió también, como un pasatiempo, a “digitalizar” fotografías y procesarlas: un scanner explora una fotografía, y la convierte en una matriz de números, los cuales se introducen en el computador y se procesan luego en forma similar a las imágenes de satélite. Transformando los números mediante programación, las fotos se pueden ver ampliadas, por partes, en la pantalla, e 5 incluso se pueden mejorar, resaltando la información que el ojo no ve pero que el scanner sí puede “ver”, por tener más precisión, y entonces aparecen muchos detalles que en el original quedaban ocultos. Después de 1978 el progreso ha sido tan acelerado, que estas técnicas son ya de uso común. Una imagen reflejada en el ojo derecho de la virgen Corría el mes de febrero de 1979. Aste se enteró de que en 1951, el dibujante mexicano Carlos Salinas, observando una fotografía de la Virgen de Guadalupe con una lupa, había descubierto en el ojo derecho la imagen de un hombre barbado, que, según Salinas, debía ser Juan Diego, el vidente. En realidad el descubrimiento ya había sido hecho por el señor Alfonso Marcué unos años antes, pero dado que se avecinaba una persecución contra los católicos no había sido divulgado. El doctor Aste se interesó así en las imágenes que se reflejan en los ojos de una persona, captadas en una fotografía. Desde 1860, por obra de los científicos Purkinje y Samson, se sabe que en el ojo se pueden producir hasta tres imágenes reflejadas de un objeto: una que se refleja en la córnea, otra en la cara anterior del cristalino, y la tercera en la cara posterior al cristalino. La primera es la más clara (la córnea actúa como un espejo esférico convexo); la segunda es la más grande y la más tenue; la tercera es la más intensa, pero mucho más pequeña, y es la única que está invertida, o sea, cabeza abajo. Segunda y tercera imágenes pueden faltar, aún existiendo la primera, pues para producirse, el objeto tiene que estar frente a las pupilas: la luz debe poder entrar en las pupilas y volver a salir después de reflejarse, hasta encontrar el objetivo de la cámara. La primera imagen de Purkinje – Samson se ve reflejada en la córnea, sobre el iris, o en la pupila. La segunda y la tercera, que 6 7 El Dr. Aste y esposa, al fondo derecha, con algunos hijos, hijos políticos y nietos. Enero de 2002. se producen sobre todo cuando hay poca luz y las pupilas están dilatadas, se observan en las mismas pupilas al borde de ellas. Se cumplen las leyes de Purkinje – Samson El oftalmólogo Rafael Torija Lavoignet confirmó, después de examinar el ojo de la Virgen con un poderoso oftalmoscopio, la existencia de la imagen descrita por Salinas. Como consecuencia del examen había hecho notar que el hombre con barba, descubierto en la córnea derecha de la imagen de la Virgen (en el iris), podía ser considerado como la primera imagen de Purkinje – Samson, pues aparecían además en ese ojo las imágenes segunda y tercera, del mismo personaje. Y, más curioso todavía, el propio Torija Lavoignet descubrió que la imagen de esa misma persona también estaba, vista desde otro ángulo y muy desenfocada, en el ojo izquierdo. Es decir, ¡una reflexión como la que se puede observar en la fotografía de los ojos de una persona, con las tres imágenes de Purkinje – Samson en la córnea del ojo derecho de la imagen de la Virgen, y la primera de Purkinje – Samson en el ojo izquierdo! Ante estos hechos, Aste se entrenó en digitalizar fotografías y descubrir imágenes de Purkinje – Samson en los ojos con la ayuda del computador, mejorarlas, y pasarlas al papel en una impresora. Para empezar digitalizó la imagen de los ojos de una fotografía de su hija Sonia; y descubrió que tenían imágenes reflejadas. Las pasó al papel, y eran los rostros de dos amigas de su hija, que se podían reconocer con alguna dificultad, por la distorsión. Las dos estuvieron frente a Sonia cuando se tomó la fotografía, y sus imágenes quedaron, invisibles a simple vista, en las pupilas del retrato. 9 La historia de las apariciones Antes de emprender el trabajo de exploración en los ojos de la Virgen de Guadalupe, Aste se documentó lo mejor que pudo. Aunque ya conocía, en líneas muy generales, el relato de las apariciones guadalupanas desde su infancia en el Perú, al estudiar el tema encontró material de un gran valor histórico, humano y religioso, que ignoraba. Diríamos que fue cautivado por la Virgen de Guadalupe. La fuente escrita más antigua conocida en la década 19701980 sobre las apariciones guadalupanas era el “Nican Mopohua” (“Aquí se Relata”), escrito por el indio Antonio Valeriano, contemporáneo de los sucesos. El documento original fue escrito en la lengua de los aztecas, el náhuatl, usando alfabeto latino. Coincide totalmente con la versión popular, transmitida de boca en boca y de generación en generación, y con otras fuentes escritas. Lo que sigue es un breve resumen de su contenido. Cuenta el “Nican Mopohua” que corría el año 1531 (Piura, la primera ciudad española del Perú, fue fundada un año después, en 1532), cuando el Indio Juan Diego, de 57 años, viudo sin hijos, de modesta condición, y avecindado en un pueblo cerca de México; cristiano fervoroso aunque reciente, pues México había conocido el cristianismo sólo 11 años antes; caminaba a pie, un día de diciembre (el 9 de diciembre según otras fuentes), para recibir instrucción religiosa en la misión de Tlatelolco, en la ciudad de México; y al pasar por el cerro Tepeyac, se le apareció la Virgen. Aunque sea algo conocido, recordaremos que la ciudad de México estaba en una isla en el centro de un lago, hoy desecado; cuatro caminos o calzadas que pasaban sobre las aguas la unían con tierra firme. Una de las calzadas enlazaba la ciudad con el cerro Tepeyac, casi rodeado por el lago. La calzada en cuestión tenía una longitud de unos 4 kilómetros. Entre cantos de pájaros finos, que eran coreados por los 10 11 Abajo: Espejo convexo, da imagen derecha. Arriba: Espejo cóncavo, que da una imagen invertida. c F c Imagen v Imagen F Imágenes de espejos cóncavos y convexos. C=centro; F=foco; V=vértice b) objeto a) Objeto V 13 En la córnea se forma la primera imagen de Purkinje-Samson, la más clara, directa (espejo convexo). En el cristalino: en la cara anterior, se forma la segunda, borrosa y también derecha. En la cara posterior, se forma la tercera, invertida (espejo cóncavo). Cristalino Primer ensayo de obtención de imágenes reflejadas en el ojo mediante el computador. El Dr. Aste hizo este estudio de una foto de tamaño postal de su hija Sonia. Uno de los múltiples ensayos en modelo vivo. Véase la 1º imagen de Purkinje-Samson del busto de un hombre con camisa blanca agarrándose la barba 15 cerros; entre rayos y luminosidades, la Virgen le llamó por su nombre en diminutivo : “¡Juantzín, Juan Diegotzín!”, o sea, “¡Juanito, Juan Dieguito!” Se interesó por él y se presentó: “Ten por cierto, hijo mío el más pequeño, que yo soy la Siempre Perfecta Virgen Santa María, Madre del verdaderísimo Dios, por quien se vive, el Creador de las personas, el dueño de la cercanía y de la inmediación, el dueño del Cielo, el dueño de la Tierra”. Juan Diego estuvo muy feliz conversando con la Virgen. Ella le dio un encargo: le pidió que fuera a ver al Obispo de México, y le expresara su deseo de tener un templo en el lugar en que se encontraban, pues ese templo sería para mucho bien y consuelo de todos sus hijos; desde él les daría a conocer a Dios y realizaría “lo que tengo en mi mirada”. Inmediatamente Juan Diego fue a ver al Obispo de México, el franciscano Juan de Zumárraga. Era el Obispo un vasco anciano y virtuoso, curtido en los trabajos de evangelización. Estaba lleno de problemas, algunos motivados por la Primera Audiencia española que había gobernado México (1528-1530), que fue desastrosa. Pero en 1531 ya gobernaba la Segunda Audiencia, formada por personas muy buenas. Justamente su Presidente, don Sebastián Ramírez de Fuenleal, había llegado a México en octubre de 1531 (fue el último miembro de la Audiencia en llegar), y es probable que se haya alojado en la casa del Obispo Zumárraga. Tal vez el problema más grave de Zumárraga era la desproporción entre los recursos de que disponía y la inmensa tarea que tenía por delante. Los escasos misioneros que de él dependían eran, para los varios millones de paganos a los que había que evangelizar, como una gota de agua en el mar. A esto se sumaban las preocupaciones de orden material: Zumárraga quiso, mediante la importación de burros, aliviar a los indígenas en sus tareas más pesadas; y se encargó de fundar y mantener escuelas para introducir a los nuevos cristianos en las artes, las ciencias y las letras. Juan de Zumárraga recibió a Juan Diego los días 9 y 10 de diciembre. En las entrevistas estuvo presente un intérprete llamado 17 Juan González (según señalan otras fuentes), porque Juan Diego no hablaba español y el Obispo no conocía el náhuatl. El primer día, Zumárraga no le creyó a Juan Diego, y le pidió que volviera al día siguiente. De regreso de esta primera entrevista con el Obispo, Juan Diego vio de nuevo a la Virgen en el Tepeyac; estaba desalentado, no se consideraba apto para la tarea confiada. Pidió a la Virgen que buscara un emisario más idóneo. La Virgen insistió con gran firmeza en que debía ser él, Juan Diego, el emisario, y él se dejó convencer. Al día siguiente, 10 de diciembre, en la segunda entrevista, el Obispo le escuchó amablemente, pero le puso una condición para construir el templo: pidió que le mostrara una prueba tangible de que realmente se le había aparecido la Virgen. Viendo la reacción del Obispo, cansado y escéptico, sus criados acordaron entre ellos que, en adelante, a Juan Diego no le dejarían ni entrar en la casa. En el cerro Tepeyac, la Virgen esperaba a Juan Diego cuando éste regresaba de su entrevista con Zumárraga. Escuchó su narración, estuvo de acuerdo en darle una prueba, y lo citó para el día siguiente, para dársela. Sin embargo, al día siguiente (11 de diciembre) Juan Diego no se presentó. El motivo fue que su anciano tío Juan Bernardino, que vivía con él y también era cristiano, había caído enfermo de muerte allá en su pueblo. Juan Diego pasó el día buscando médicos, que no pudieron sanar a su tío, y recién el día 12 fue a México, cambiando su ruta para eludir a la Virgen, pues quería que cuanto antes un sacerdote administrara la Confesión y Comunión a su tío, preparándolo a bien morir. Pero la Virgen se cruzó en su nuevo camino, le reprendió maternalmente, por no confiar suficientemente en ella, y lo animó : “¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿No estás tú bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?”, le dijo. 18 Indio con su manto, llamado en México Tilma o Ayate, como el que debió usar Juan Diego (la tilma de Juan Diego debió ser más larga y llegar hasta los pies). Los indios mexicanos eran muy hábiles haciendo rápidamente dibujos esquemáticos, como éste, muy realistas y llenos de vida. Idolo de piedra y pirámide sacrificial del antiguo México. 19 Calzada 4 km Cerro Tepeyac México 0 5 10 15 20 Km Lago de México. Al norte de la isla donde se situaba la ciudad, está el cerro Tepeyac, unido a la ciudad por una calzada que atravesaba el lago. En el cerro Tepeyac la Virgen se apareció a Juan Diego cuando éste estaba a punto de ingresar en la calzada que conducía a la ciudad de México. 21 La Virgen le prometió que curaría a su tío, y efectivamente a la misma hora se apareció a Juan Bernardino en su aposento y lo curó; y además le descubrió su nombre: “Yo soy la Siempre Perfecta Virgen Santa María de Guadalupe”. A esta aparición se le llama la Quinta Aparición Guadalupana. Hay actualmente dos pueblos, Cuautitlán y Tulpetlac, que se disputan el honor de haber recibido esta visita de la Virgen (los dos están ahora ya englobados en el Gran México). Pero dejemos ese pueblo y volvamos al cerro Tepeyac. La Virgen proporcionó a Juan Diego la prueba que el Obispo había solicitado. Consistía ésta en unas hermosas rosas de Castilla, florecidas fuera de tiempo, pues era invierno, y por añadidura en la árida cumbre del Tepeyac. Juan Diego las colocó en su tilma (manto formado por dos piezas, unidas en el cuello, usado por los indios. La tela de hilo de maguey de que estaba hecho se llama “ayate”), que dobló como si fuera una mochila y apretó contra su pecho, atando los extremos de la tilma en su nuca. Y así fue, contento, a la casa del Obispo. Pero los criados, como habían convenido, no le permitieron entrar. Esperó pacientemente en la puerta, hasta que los criados, curiosos, quisieron saber qué llevaba en la tilma. Vieron las rosas, y por tres veces quisieron coger una, pero cuando la querían coger, parecía que la flor se escurría y quedaba bordada sobre la tilma. Esto ya les hizo pensar que se trataba de la prueba pedida por el Obispo. Alertados por los criados, todos los que estaban en la casa, Obispo incluido, se presentaron en un aposento e hicieron entrar a Juan Diego. Éste extendió su tilma y dejó caer las rosas al suelo, y de pronto ¡la imagen de la Virgen apareció grabada en la tilma de Juan Diego! ¡Dos milagros en vez de uno!. Al ver la imagen, el Obispo Zumárraga lloró, por la emoción y tal vez arrepentido de su desconfianza anterior hacia el vidente. A este episodio se le llama el «Milagro de las Rosas». Doscientos años después, en el siglo XVIII, muchos artistas han plasmado la escena en pinturas. 23 Al día siguiente, Zumárraga, cumpliendo su palabra, empezó a construir el templo que la Virgen había pedido. La tilma de Juan Diego fue puesta en un marco, y llevada por el Obispo y por todo el pueblo hasta la catedral de México. El Nican Mopohua termina su relación aquí. Otros relatos añaden el traslado de la imagen a su Basílica en el Tepeyac, dos años después, y cuentan en ese momento un milagro público: en la procesión iba prácticamente toda la población de México. La imagen, rodeada de devotos, avanzaba por la calzada, y muchos indios surcaban el lago en sus canoas, acompañando también a la Virgen. Algunos indios disparaban flechas al aire en señal de contento. Fue entonces cuando ocurrió un accidente: por descuido de un arquero (o tal vez por una broma pesada, o por mala fortuna en un antiguo juego militar de exhibición), una de las flechas lanzadas al aire traspasó el cuello de un indígena, que murió instantáneamente. Le sacaron la flecha y quedó igual, muerto, sólo que le salían dos hilos de sangre por el cuello. Inmediatamente lo llevaron a la imagen y se la hicieron tocar con la mano; revivió, se le cicatrizaron las heridas y volvió a tomar parte activa en la procesión, como si nada hubiera pasado. Con este milagro, el fervor de la multitud aumentó hasta el infinito. Este episodio también fue plasmado en un cuadro de 1653: “El Primer Milagro” o la “Pintura del Traslado”; en él, entre varios personajes, se representa a Juan Diego, de frente, y a Juan Bernardino, de perfil. También están Zumárraga, Ramírez de Fuenleal, e incluso Hernán Cortés (ver pág. 37 y 39). Un icono fuera de lo común La Historia no termina aquí. Lo que siguió y dura hasta hoy, es todavía, si cabe, más milagroso. 24 Virgen de Guadalupe. Foto de la imagen original que se venera en México. 25 La Santísima Trinidad pintando la imagen de la Virgen de Guadalupe. Pintura mexicana. Museo de la Basílica de Guadalupe. Desde el año 1531, se ha transmitido de generación en generación la convicción de que la imagen no ha sido pintada por mano humana. 27 Copia de Guadalupe con escenas de las apariciones en los cuatro ángulos. Abajo, en el centro, la antigua Basílica. Pintado por Miguel Rodríguez. 29 Rostro de la Imagen de la Virgen de Guadalupe, en la actualidad. La extraña “pintura” ha sufrido algunos retoques. Los ojos son tan extraordinarios, que impelen a creer en su origen sobrenatural. 31 La serena mirada de los ojos de la imagen. La máxima distancia vertical entre el párpado superior y el inferior es 5 milímetros. Rostro de la Virgen de Guadalupe, foto de 1923. Durante su posterior ocultación sufrió retoques que felizmente no afectaron sus ojos. 33 Indios por miles, por decenas de miles, desfilaron por el templo, examinaron cuidadosamente la imagen; descifraron el mensaje que traía; escucharon a Juan Diego, que se quedó viviendo junto al templo hasta su muerte, y que dio, según se dice, más de 15,000 conferencias. Y, al morir Juan Diego, había ya de cuatro a siete millones de indios cristianos, con una gran fe y muy apostólicos. Juan Diego vivió aún 17 años después de la apariciones, dedicado al cuidado del templo de Guadalupe, a la atención de los visitantes, y a la oración, ayuno y penitencia corporal. Se dice que la Virgen se le volvió a aparecer varias veces; la última en el trance de su muerte, a la que Juan Diego tenía el temor natural de cualquier hombre normal. La Virgen atendió, desde el comienzo, las peticiones de sus devotos, concediéndoles abundantes favores y hasta milagros. Y a muchos millones de indígenas les otorgó el magnífico regalo de la fe católica. Una fe vigorosa, aunque elemental: sabían que tenemos una Madre en el Cielo, muy cariñosa y hermosa, que nos quiere hacer felices para siempre, y que además lo puede todo, porque también es la Madre de Dios. Esta fe tuvo que ser complementada por la labor de los misioneros, que les administraron el Bautismo y los demás sacramentos. En nuestros días, al ver la imagen muy de cerca, se observa un tejido de costal muy tosco. Pero cuando el espectador se aleja, aparece de pronto una gran dama, con una admirable expresión de ternura y devoción. A pesar del tiempo transcurrido, la imagen impresiona mucho por su belleza y su expresión. Similares sentimientos albergaba el 26 de diciembre de 1531 el indio Francisco Plácido al entonar el «Pregón del atabal», himno compuesto con ocasión del traslado de la imagen a la primera ermita: “Tu alma, ¡oh Santa María! está como viva en la pintura.” La imagen, a su estilo, está “llena de gracia”, como dijo el Arcángel San Gabriel a la propia Virgen María. Le acomodan los versos del poeta mexicano Amado Nervo: 35 “Era llena de gracia como el Ave María, Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar”. (“Gratia Plena”) Veredicto de la tecnología moderna Esta imagen es el único icono conocido del que se afirma seriamente que no ha sido pintado por manos humanas. Y todas las pruebas a las que se le somete favorecen, cada vez más, esa afirmación. Ya en siglo XVIII varios científicos mexicanos realizaron pruebas empíricas. En tilmas confeccionadas con el mismo material que la de Guadalupe, pintaron imágenes, que salían muy inferiores a la original. Con el paso del tiempo el tejido de fibra de maguey se descompuso: las tilmas no duraron más de 20 años. En cambio la de Juan Diego seguía como antes, y sigue igual hasta hoy. Los análisis químicos hechos en 1936 por Richard Kuhn, un austríaco Premio Nobel de Química (en 1938), terminaron con el siguiente dictamen, rendido sin previo conocimiento de la procedencia de las fibras: “en las fibras analizadas, una roja y otra amarilla, no existen colorantes vegetales, ni colorantes animales, ni tampoco colorantes minerales”, ni por supuesto, colorantes sintéticos que no existían en 1531. Es decir, absolutamente desconcertante. En esa línea de investigación se siguió trabajando. El profesor Francisco Camps Ribera, experto en pintura, examinó la tilma en 1954 y 1963 y afirmó: “no pude encontrar huellas de pincel, ni que la tela fuera preparada para pintar”. Llegó así a la conclusión de que “ningún artista humano hubiera escogido, para ejecutar una obra de tal magnitud, una tela o lienzo de la calidad del ayate, y mucho menos con una costura al centro”. Unos años más tarde, en 1979, los norteamericanos 36 37 Cuadro «El Primer Milagro»; o «Cuadro del Traslado». Resurrección de un muerto. Oleo anónimo, de 5.95 x 2.85 metros, pintado en el año 1653. 39 Sebastián Ramírez de Fuenleal Indio flechado que resucita Juan Bernardino Juan Diego Hernán Cortés Se puede ver a Sebastián Ramírez de Fuenleal (Presidente de la Segunda Audiencia), a Juan Diego, a su tío Juan Bernardino, y a Hernán Cortés. Juan de Zumárraga Philip Callahan y Jody B. Smith estudiaron la imagen con rayos infrarrojos, quedando muy sorprendidos por la ausencia de pinceladas, de bocetos previos, y de aparejo en la tela. Si se tiene en cuenta que no hay trazos ni preparación subyacentes, ni barniz aplicado sobre la pintura, y que la trama misma de la tela es aprovechada para dar profundidad al retrato, no hay explicación razonable de la imagen. Otro hecho llamó la atención a estos científicos. Tras cuatro siglos y medio no existía decoloración ni agrietamiento de la figura original en ninguna parte del ayate de maguey, que, por carecer de empaste, debería haberse deteriorado hace ya cientos de años. Según ellos no es posible explicar ni el tipo de los pigmentos cromáticos utilizados, ni la permanencia de luminosidad y brillantez de los colores. En resumen, la imagen original es inexplicable. Callahan y Smith también hicieron notar que la imagen cambia ligeramente de color según el ángulo desde el que se mira, propiedad que se conoce como iridiscencia (la presentan también las plumas de los picaflores o colibríes). Por eso los colores de la imagen original se deben en parte a la difracción de la luz, una técnica que hasta ahora es imposible para las pinturas humanas. Los mejores oftalmólogos mexicanos, unos quince, examinaron las imagen en la década 1950-1960, y declararon que los ojos de la Virgen se comportan como los ojos de una persona viva: al proyectar la luz de un oftalmoscopio sobre el ojo, el iris brilla más que el resto, no así la pupila, lo que da una sensación de profundidad; pareciendo, además como si el iris fuera a contraerse, de un momento a otro. Y todos los especialistas afirman, unánimes, que nadie hubiera sido capaz de realizar tan delicados y precisos rasgos en una tela, y mucho menos sobre el burdo tejido de la tilma. El Dr. Amado Jorge Kuri, eminente profesional, entrevistado por el escritor Juan José Benítez en 1982, declaró que la edad que representa la imagen es la de una niña de 14 ó 15 años. 41 Benítez preguntó: -¿Se observa alguna enfermedad a través del estudio del rostro o de las manos? -No. Su cutis es perfecto. -¿Opina Vd., doctor, que se trata de una joven hermosa? -Muy hermosa. Le aseguro que verla de cerca, y sin el cristal protector, es muy distinto... -¿Qué sintió al verla? ¿Qué experimentó la primera vez que la tuvo tan cerca? - ...la emoción fue enorme. ¡Si usted supiera la paz, la ternura y la dulzura que inspira ese rostro!. -¿Ha visto alguna vez un rostro igual o parecido al de la guadalupana?. - Jamás. En mi larga vida como profesional he tenido oportunidad de ver a miles de seres humanos. De todas clases y condiciones, pero jamás tropecé con uno tan delicado y sugerente. -¿Y en retratos y pinturas?. -Mucho menos. En 1979 el doctor José Aste inició la digitalización de los ojos de la imagen de la Virgen de Guadalupe y su análisis mediante el computador. El fruto de su investigación de muchos años se nos ofrece a continuación. El Dr. Aste encontró en los ojos las imágenes reflejadas de 13 personas (de las cuales 12 están en ambos ojos), seis identificables como asistentes al Milagro de las Rosas, y las restantes, situadas en la pupila, que representan una familia indígena ajena a esa escena del Milagro. De su investigación se deduce que los ojos de la imagen no han sido pintados por mano humana. Otro hallazgo importante ha sido hecho por el doctor Escalante, en 1991, al hacer un vídeo para una productora de 42 Cuadro pintado por el pintor oaxaquense Miguel Cabrera (16951768), representando el momento del milagro de las rosas. Están el Obispo, Juan Diego, un caballero con barba y cuatro criados. Las coincidencias con las imágenes descubiertas en los ojos de la Virgen por el Dr. Aste, a partir de 1979, son muy sugerentes. En los ojos aparecen imágenes muy parecidas al obispo, a Juan Diego con su tilma extendida, y la que podría ser la del caballero con barba. Además hay tres criados. Tal vez el 4º criado ha estado haciendo un apunte que ha llegado al pintor 200 años después. 43 televisión. Se trata del descubrimiento de la red venosa normal, microscópica, en los párpados y en la córnea de la imagen de la Virgen de Guadalupe. Todos ellos son fenómenos admirables, insólitos, incomprensibles a menos que se admita que se trata de un hecho milagroso. ¿Queda mucho por descubrir? Según la hipótesis del Dr. Aste, la Virgen ha estado presente en el momento del Milagro de las Rosas, en forma invisible, “y por tanto, teniendo reflejadas en sus ojos las imágenes de todos los asistentes, incluyendo al propio Juan Diego. Cuando se desplegó la tilma y cayeron las flores, la imagen de Nuestra Señora se grabó en ella, tal como estaba en ese instante, es decir, llevando en sus ojos el reflejo de todo el grupo de personas que observaba ese histórico suceso.”*. La grabación ha sido, en esa hipótesis, como una fotografía de la Virgen, incluso con las imágenes reflejadas en los ojos (naturalmente, si en la tilma se ha estampado la imagen como si fuera una fotografía, se puede suponer una “cámara fotográfica” celestial, enfocando a la Virgen; al menos se pueden hacer pruebas empíricas con una cámara). Nosotros pensamos que este evento ha tenido lugar en una habitación, con una única puerta, que realizaba a la vez las funciones de comunicación, ventilación e iluminación. Esa puerta debió dar a un patio interior. Los asistentes al Milagro de las Rosas se debieron situar cerca de esa puerta, en semicírculo, para ver bien, con Juan Diego hacia el fondo para que echase las rosas al centro y a la luz. Y mirando la escena desde la puerta, debió de haber estado la Virgen. Desde sus ojos, los personajes aparecían bien iluminados contra fondo * Ver pág. 110 de este estudio. 45 obscuro, y por eso sus reflejos están claros sobre fondo obscuro y se pueden observar bien con programas de cómputo resaltadores (en los ensayos que hemos hecho de personajes reflejados en el ojo, lo más decisivo para destacar la imagen era la iluminación del personaje en una sala grande obscura, por la noche). El Obispo y el traductor están con la cabeza muy inclinada hacia adelante para ver mejor las rosas, por eso sus caras aparecen mucho mayores que la del indio, que está más retirado y mira hacia Juan Diego. La negra que aparece al fondo,observaba discretamente, desde cierta distancia,con gran interés, la escena del Milagro de las Rosas. Por otra parte, cerca de la puerta, a espaldas de ella, o sea junto a la Virgen, ha podido estar uno de los asistentes, dispuesto a hacer un dibujo como sabían hacerlo los indios mejicanos. Se puede suponer que le dio tiempo de dibujar bien al Obispo, no tanto para dibujar a Juan Diego, y a falta de tiempo debió simplemente escribir que había 5 personas más (1 caballero, tal vez señalado por su nombre y dignidad, y cuatro criados). El dibujo con sus anotaciones puede haber llegado, doscientos años después, a manos del pintor Miguel Cabrera, y le puede haber servido de inspiración para un cuadro con el Obispo, Juan Diego, un caballero y 4 criados, que está en el Museo de la Basílica (ver pág. 43). Eso explicaría que en el ojo de la Virgen, el Obispo sea muy parecido al de Cabrera, incluso en la postura, que Juan Diego esté en la misma posición en ambos lugares, y con la tilma igualmente extendida, y de los 4 criados del cuadro sólo haya 3 en el ojo (el cuarto ¿sería el dibujante?). Al no haber hecho dibujos de los criados, el pintor Cabrera se los tuvo que inventar y los hizo versallescos y sofisticados, mientras que los criados en el ojo son mucho más modestos (incluso el indio está casi desnudo). Por último, uno de los personajes secundarios del cuadro de Cabrera es un caballero español con barba, que podría 46 Ojo izquierdo, primeras imágenes de Purkinje-Samson en falso color. Distancia máxima vertical del párpado superior al inferior, cinco milímetros. Obispo Zumárraga Juan Diego Negra María Indio Caballero Barbudo Traductor Juan González Familia Indígena Personajes que aparecen según hipótesis del Dr. Aste, que sustentará más adelante. 47 Ojo izquierdo, fotografía simplemente resaltada por programa, distancia máxima párpado superior a inferior, cinco milímetros. Ojo izquierdo, sólo ampliado. Se vislumbra el indio. Si se mira con atención aparecen también el obispo, el traductor y Juan Diego. La figura está con una ampliación de 11 veces el original. 49 Ubicación de los asistentes al Milagro de las Rosas. El milagro se habría producido en una habitación con puerta (única abertura) a un patio interior. Se habrían colocado alrededor de la puerta para ver bien. Habrían quedado iluminados contra fondo obscuro. Con este esquema se podría ensayar un modelo vivo, o mejor uno con un ojo artificial, y figuras a escala, de plastilina, viendo si las imágenes reflejadas en el ojo tienen la disposición de las que están, por ejemplo, en el ojo izquierdo de la Virgen. 51 muy bien ser el barbudo del ojo derecho (también se le ve, aunque no tan bien, en el izquierdo). Cabrera habría podido conseguir un cuadro antiguo de ese personaje, que, como dijo el Dr. Aste en 1997, pudo ser don Sebastián Ramírez de Fuenleal, presidente de la Segunda Audiencia de la Nueva España (pintado con más edad que la que tenía en 1531). Esta última hipótesis es más arriesgada que las anteriores. Nosotros, en noviembre de 2001, creemos haber encontrado la pista correcta: el barbudo del ojo derecho, es bastante parecido a Sebastián Ramírez de Fuenleal, tal como aparece en el cuadro “El Primer Milagro” (o “Pintura del Traslado”) pintado en 1653. Por el tamaño relativo en el ojo, hemos podido hacer una fórmula para estimar las distancias de la cara de los asistentes al Milagro de las Rosas al ojo de la Virgen. Los resultados han sido así: Indio 1.10 metros (del ojo izquierdo) Obispo y traductor 0.60 “ “ “ Juan Diego derecho. 1.50 “ Negra María 2.50 “ Barbudo 0.35 metros (del ojo derecho). “ “ “ “ “ “ y del ojo “ La única confrontación con otros datos la hemos obtenido en el caso del Barbudo. En el libro de J.J. Benítez “El Misterio de la Virgen de Guadalupe” (Editorial Planeta, México, 1989) podemos leer: Pág. 203: “...para que en el ojo derecho se vea con nitidez, el objeto debe estar colocado a unos 35 ó 40 centímetros de él...”. Escrito por el doctor Javier Torroella, oculista de México, en 1976. Pág. 211-212: “Ilumine fuertemente el rostro o el busto de una persona y sitúela a 30 ó 40 centímetros de sus ojos. Si una tercera persona le saca una foto a sus ojos, allí se verá, reflejado por tres veces, el busto de esa persona que 53 está intensamente iluminada. Se han hecho muchas pruebas fotográficas y en todas ellas surgen las imágenes de PurkinjeSamson.” Declarado por el doctor Enrique Graue, oculista de México, en 1981. La distancia que hemos obtenido coincide, sin que lo hayamos buscado, con las apreciaciones de esos dos expertos oculistas. Con esas distancias, hemos hecho un “modelo vivo”, con estudiantes. Como el ojo de una persona viva se mueve tanto que es difícil fotografiar sus imágenes reflejadas, hemos probado con un ojo artificial, o sea una esfera metálica pulida, como espejo, de 2 centímetros de diámetro (el diámetro de la córnea). El experimento no ha dado buen resultado, carecíamos de las máquinas adecuadas, pero hemos aprendido algunas cosas. Tal vez alguien con más medios pueda algún día realizarlo con éxito. Se trataría de obtener imágenes reflejadas como las que están, por ejemplo, en el ojo izquierdo. Piura, febrero de 2002 Rafael Estartús Tobella 54 Estudio de los ojos de la imagen de la Virgen de Guadalupe. Por el doctor José Aste Tönsmann. Al escribir la introducción de mi primer libro, allá por el año 1981, vaticinaba que el llamado “Proceso Digital de Imágenes” sería una de las aplicaciones de las computadoras que mayor desarrollo alcanzaría en un futuro próximo, y no me equivoqué. El trabajo de imágenes, figuras o fotografías mediante computador se ha vuelto muy común, especialmente en la preparación e impresión de toda clase de publicaciones y ediciones. Lo vemos frecuentemente también en los modernos equipos de diagnóstico y atención médica y, aunque poca gente lo conoce, se utiliza continuamente en muchos laboratorios y centros de investigación en estudios científicos muy variados. Un ejemplo reciente es el análisis de las “fotografías” enviadas desde Marte, en el proyecto Pathfinder. Esas fotografías fueron tomadas desde el pequeño vehículo «Vagabundo» y enviadas a la Tierra en forma de números que fueron leídos por computadoras, las cuales primero mejoraron las imágenes –quitándoles posibles manchas, aplicándoles filtros, etc.- y luego produjeron las fotografías que hemos visto publicadas o desplegadas en pantalla al ingresar a las páginas correspondientes del World Wide Web. Esta técnica, utilizada con tanto éxito para mostrarnos escenarios tan lejanos, puede ser usada también en el procesamiento de imágenes y fotografías tomadas aquí en la Tierra. En este caso, la computadora nos permite, entre otras cosas, obtener ampliaciones muy grandes sin producir ninguna 55 deformación de las figuras. Por el contrario, se pueden mejorar, filtrar, comparar y comprobar con precisión las imágenes resultantes. Dado que las computadoras trabajan con números, para poder procesar una imagen, lo primero que se hace es convetirla en números. Aunque en esta época ya muchos de los lectores conocerán y aun habrán utilizado digitalizadores o scanners, explicaré, para los que no conocen nada al respecto, cómo se realiza esta operación de mutación. Un rostro convertido en números Quien desee convertir en números una fotografía en blanco y negro debe, en primer lugar, dividir la fotografía en zonas iguales, superponiéndole para esto una cuadrícula o red cuadrada, mediante el trazo de líneas horizontales y verticales, espaciadas a una misma distancia. De acuerdo a las distintas tonalidades de gris de la fotografía, y a la posición de cada cuadradito de la red sobre la imagen, se observará que existen cuadraditos completamente blancos, otros negros, y otros donde se aprecian tonos intermedios de gris. Si preparamos ahora una escala arbitraria de grises considerando, por ejemplo, que el negro corresponde al número 0, mientras que el blanco es el 9, el número 4 pertenecerá a un gris intermedio, el 6 a un gris más claro que el 5, y el 2 a un tono más oscuro que el 4. Entonces podremos, por comparación de cada cuadradito con la escala, representarlo como un número que nos indique el tono de gris de dicha porción de la fotografía. Al terminar este cambio de grises la fotografía queda representada por una tabla numérica: un número de un dígito entre 0 y 9 por cada cuadradito. Los números así formados pueden ser leídos por la 56 Proceso de digitalización: A cada cuadradito de la fotografía se le asigna el número del cuadro de la escala de grises que más se le aproxima. Ese número se anota en el cuadradito análogo de la matriz de números. El proceso de digitalización se continúa hasta completar la tabla numérica, como se ve en la figura. 57 El proceso de reconstrucción de la figura a partir de la tabla numérica es inverso a la digitalización: en cada cuadro de la figura reconstruída se coloca el gris señalado por el número correspondiente de la matriz. 59 computadora como una tabla donde se guarda la información del valor del gris, así como de la posición de cada cuadro. La fotografía se puede reconstruir como un tablero de damas, en donde cada cuadradito aparecerá con el gris correspondiente al valor del cuadro dentro de la escala previamente preparada. Ahora bien, si el tamaño de los nuevos cuadros es mayor que el de que se puso sobre la fotografía original, la imagen construida quedará automáticamente ampliada. Sin embargo, conviene recordar, que el tamaño del cuadro de la digitalización nos dará la resolución de la nueva figura, ya que sólo dispondremos de un valor, un solo gris, para todo el cuadro. Si sus dimensiones son excesivamente grandes en proporción a la imagen total, la figura quedará deformada y se perderán detalles de ella. Al disminuir el cuadro, la figura irá ganando precisión y la veremos mejor. Cuando se observan las figuras “reconstruidas” por el computador, puede presentarse un problema. La imagen formada por trozos muy regulares, como son los cuadraditos, sugiere a quien la mira que no es fruto del azar, sino que alguien la hizo así a propósito y con alguna intención. Inconscientemente el observador trata de encontrar el “mensaje” que debe haber sido puesto en esas figuras tan concordantes, y se concentra en descifrar los cuadraditos perdiendo de vista lo que el conjunto representa. Se aplica aquí el dicho de que las ramas no dejan ver el bosque. La raíz del problema se encuentra en el “entrenamiento” al que el hombre se encuentra sometido, en nuestra civilización, para “interpretar” las imágenes publicitarias en la televisión, murales, etc. El uso de las computadoras para el proceso de imágenes permite obtener grandes ampliaciones, especialmente útiles en el presente estudio; empero, las figuras resultantes traen consigo el problema mencionado. El efecto puede reducirse mediante el empleo de filtros en el examen de las imágenes, sobre todo los filtros que enmascaren las formas regulares de los componentes de las figuras. 61 Millones de colores registrados En la práctica, para llevar a cabo la conversión de una fotografía en números, se utilizan aparatos conocidos como scanners o barredores, llamados así por la forma en que registran la imagen. La fotografía es recorrida por un rayo de luz que en cada momento incide sobre una parte distinta de la misma. En algunos scanners la fotografía se desplaza bajo la luz y en otros es la luz la que se mueve sobre una posición fija de la fotografía que se va a digitalizar. De acuerdo a la cantidad de luz que atraviese la fotografía (cuando se trata de una transparencia o negativo) o bien de la cantidad de luz que se refleje (si es un positivo fotográfico), cada zona de la imagen se convierte en un número que será introducido en la memoria del computador directamente o a través de un medio magnético de almacenamiento para finalmente quedar registrado en un disco. Para un determinado cuadradito o elemento de la fotografía, estos aparatos logran registrar hasta 256 niveles distintos de gris, y el tamaño del cuadro puede ser regulado a voluntad, antes de realizar la conversión. Los scanners en colores asignan tres números a cada cuadradito, uno para cada color básico: rojo, verde y azul. Y cada uno de ellos puede registrar hasta 256 valores, lo que en combinación da un total teórico de 16’777’216 posibles colores. El resultado de una imagen digitalizada puede contener millones de números. Cada uno representa el gris de una pequeña parte de la fotografía y podrá ser leído fácilmente e innumerables veces por una computadora. Ésta puede realizar ampliaciones muy grandes de una imagen, o parte de ella, y mejorar las imágenes resultantes mediante reasignaciones de grises a los números originales de la figura, cuando en la misma zona por reconstruir existen simultáneamente unas partes muy claras y 62 unas muy oscuras. En estos casos se dividen las zonas en subzonas más homogéneas (mosaico), para resaltar pequeños detalles y determinados matices de gris. Otra forma de mejorar la imagen es con la aplicación de “filtros” matemáticos. Realizando operaciones aritméticas con los números representativos de la imagen, es posible preparar figuras resultantes equivalentes a las que se habrían obtenido si la fotografía original hubiera sido tomada con un filtro óptico. Aquí, la ventaja indudable es que con la computadora podemos, rápidamente, probar muchas alternativas con diferentes parámetros. Finalmente, podemos comprobar la existencia de determinadas imágenes. Para esto, aplicamos ciertos filtros que hacen desaparecer automáticamente las manchas aisladas que pudieran existir, a la vez que resaltan los cuerpos realmente presentes en la imagen, remarcando sus formas. El proceso digital de imágenes: una aplicación concreta En febrero de 1979, decidí investigar los posibles personajes e imágenes que estuvieran grabados en los ojos de la Virgen de Guadalupe, utilizando para ello las ventajas del proceso digital. Como en los ojos de una persona viva sólo se reflejan imágenes en las córneas, el estudio estuvo centrado en el análisis de las dos córneas de los ojos de la Virgen de Tepeyac. Son dos los períodos de trabajo dedicados a este proyecto. En el primer período (1979-1982) llevé a cabo la localización de varios personajes y su respectiva comprobación, mediante procesos bastante extensos y complejos. El segundo período (1987-1997), gracias a equipo de software más desarrollado, sirvió para redescubrir las imágenes, encontrando nuevos personajes, verificar nuevamente todas las figuras, comprobar su presencia en otras fotografías y mejorarlas grandemente para facilitar su observación. 63 La búsqueda de las figuras reflejadas tuvo como un punto de partida la fotografía que el señor Manuel de la Mora, distinguido periodista mexicano, me entregó en 1978. Sin embargo, han sido muchas las fotografías que sirvieron para llevar a cabo las investigaciones; todas ellas fueron tomadas directamente de la imagen original y, la mayoría, sin el vidrio protector. He trabajado con fotografías de los ojos, tanto en blanco y negro como en colores, correspondientes a varias épocas; algunas de ellas en positivo, y otras en transparencias o negativos. En la digitalización de las imágenes, durante el primer período, utilicé varios tamaños de cuadrícula, variando desde 25 micrones (1,600 cuadraditos por milímetro cuadrado) hasta 6 micrones por lado (27,778 cuadraditos por milímetro cuadrado de la fotografía). El tamaño de la ventana fue definido en cada caso, de acuerdo a las necesidades de la futura ampliación, así como la escala de la fotografía. En la última fase, un scanner de mesa a colores con precisión de hasta 1200 pixel por pulgada, fue utilizado especialmente para ampliaciones y detalles requeridos en esta parte del proyecto, de acuerdo al momento del estudio. Así como el tamaño del detalle de lo que se quería observar, preparé ampliaciones que fueron desde 30 hasta dos mil veces el tamaño original. Durante la ejecución del presente trabajo he empleado filtros suavizantes, cuyo propósito es reducir las formas regulares de las subimágenes para facilitar así la interpretación visual; filtros endurecedores, o constrastantes, para hacer resaltar determinadas partes de la imagen y luego suavizar los cuadros resultantes; filtros realzantes que, como su nombre lo indica, realzan ciertas partes de las figuras. Todos estos filtros fueron muy útiles, especialmente para las grandes ampliaciones. Finalmente también se usaron los ya mencionados filtros de comprobación, cuyo propósito fue certificar la existencia de los personajes descubiertos. Cada una de las imágenes encontradas tiene características propias; sin embargo, todas ellas han sido sometidas a una serie de procesos similares, aunque en algunos casos no se hayan 64 Fotografías de alta calidad Imagen original de la Virgen de Guadalupe Ampliaciones de las córneas derecha e izquierda Scanner Ojo derecho Foto CD Pro Ojo Izquierdo Diagrama general del proceso de investigación de imágenes. 65 ejecutado en forma continua. Estos procesos constituyen pues lo que podríamos llamar etapas para el estudio de las imágenes. En pocas palabras, se puede decir que la búsqueda y descubrimiento se realizó sobre imágenes ya preparadas y ampliadas de las córneas. A continuación, la imagen descubierta fue verificada en la misma fotografía; se comprobó su presencia en otras fotografías; y finalmente fue mejorada, asegurando así su fácil identificación por personas ajenas a la investigación. Carga y preparación de las imágenes de las córneas Antes de empezar la búsqueda fue necesario preparar ampliaciones de las córneas de la imagen, provenientes de la digitalización de una fotografía dada. Las ampliaciones se realizaron sobre papel y en la pantalla del computador. El tiempo transcurrido entre el primer y el segundo períodos del estudio condicionó el tipo de programas utilizados. En 1979, el desarrollo técnico del Proceso Digital de imágenes se encontraba en sus inicios, y no existían disponibles programas adecuados. La necesidad de desarrollar programas propios, específicos para el proyecto, fue apremiante. Se disponía, eso sí, de las facilidades de un centro de investigación que, podríamos decir, estaba en “la avanzada” de la técnica. Los paquetes de software de uso múltiple y amigable para aplicaciones definidas aparecerían años después. En el desarrollo de los programas utilicé primordialmente lenguajes como el APL (de IBM) en procesos interactivos, sobre todo para interactuar en la pantalla, y el PL1 (también de IBM) para los procesos no interactivos, en batch o lotes, requeridos especialmente en la salida de las ampliaciones hacia la impresora, y su mejoramiento correspondiente. A pesar de que el desarrollo de programas propios permitía adecuarlos al proyecto y de esta manera probar muchas 67 alternativas y algoritmos apropiados, se requería mucho tiempo para su escritura y, sobre todo, encontraba muchas limitaciones en el equipo (hardware): las impresoras disponibles proporcionaban muy poca resolución, los procesadores no aceptaban muchas de las facilidades que se obtienen ahora en cualquier computadora personal, y las pantallas no daban la gama de colores actuales. Ya en el segundo período del estudio pude utilizar paquetes de programación muy poderosos que, unidos a la gran capacidad de las computadoras personales actuales y de las impresoras de chorro de tinta, facilitaron grandemente el estudio de imágenes en todas sus etapas. En el proyecto contamos con computadoras personales compatibles IBM y Macintosh, empleándose en cada caso paquetes específicos para el manejo de imágenes. El programa más utilizado en computadoras compatibles IBM fue el Picture Publisher de Micrografx. En realidad ha sido el más utilizado en el proyecto, pues su gran capacidad permitió el manejo, mejora, enmascarado, filtrado, recorte, impresión, y despliegue en pantalla de todas las imágenes. Un programa ya discontinuado –Halo Desktop Imager de la compañía Media Cibernetics– merece especial mención, pues fue de mucha utilidad en la impresión de ampliaciones, con chorro de tinta. Las imágenes procesadas en las computadoras Macintosh, exigieron el empleo del famoso y muy útil programa de Adobe, el Photoshop. Fue de particular ayuda en el trabajo, su manejo de capas o layers, así como sus filtros, máscaras, métodos de recorte y mejoramiento de imágenes. Búsqueda y descubrimiento Desde el primer momento, como se puede comprender fácilmente, esta etapa constituyó la parte más interesante 68 del proceso. Fue necesario cierto tiempo y una buena dosis de paciencia, ya que no sabía lo que podía encontrar ni dónde buscarlo, y por lo mismo tuve que recorrer exhaustivamente las córneas. Emprendí la búsqueda simultáneamente sobre ampliaciones impresas y en despliegues en pantalla. Como expuse, la impresora de cadena de tamaño fijo de caracteres, empleada en la primera fase, proporcionaba poca resolución. El diseño de algunos programas facilitó ajustar las imágenes a la precisión ofrecida por dichos caracteres. Mas no todo fueron desventajas en este período, gracias al empleo de papel en rollos obtuve resultados de gran tamaño, lo que me permitió, observándolos a una prudente distancia, lograr una buena visión de conjunto, sin perder la precisión. En una pared de mi casa, por ejemplo, coloqué dos ampliaciones de las córneas de alrededor de 2 metros de ancho cada una, que me ayudaron mucho en los descubrimientos. Algunos años después, el desarrollo tecnológico puso en mis manos las impresoras de chorro de tinta (Ink Jet), que mejoran muchísimo la precisión de la impresión de hasta 600 x 800 puntos por pulgada. Además, permitieron el uso de color en la preparación de imágenes con caras iluminadas mediante el falso color. Como contrapartida, no fue posible hacer grandes ampliaciones, pues la impresión la efectuaba sobre papel tamaño carta y cualquier ampliación debía prepararse como un mosaico de muchas hojas. El tamaño límite fue el de las hojas de rotafolio. Esto, sin embargo, no significó mayor problema porque, en general, conocía las zonas que debían ser observadas y ampliadas. El despliegue en la pantalla del computador fue de mucha ayuda, en los dos períodos del estudio, para confirmar la presencia de imágenes. Es los últimos meses de la investigación sirvió para redescubrir las imágenes encontradas en la primera fase, así como para encontrar nuevos personajes y preparar lo que se imprimiría ampliado. Durante las muchísimas horas dedicas al estudio, he 69 utilizado una serie de técnicas conocidas y aplicadas por quienes se dedican al proceso digital de imágenes. En los primeros años fue necesario escribir los programas adecuados; más adelante, el trabajo consistió en emplear herramientas proporcionadas por los paquetes mencionados. Despliegues; ampliaciones y recorridos por las imágenes; definición de zonas de interés; trazado de máscaras o polígonos que encierran zonas de interés; redistribución de grises de salida, a impresora o pantalla, con base en histograma de valores en zona de estudio y algoritmos adecuados; reorientación de la luz; utilización de falso color; aplicación de filtros de balance, constrastantes, suavizantes, resaltantes, etc.; fueron algunas de las técnicas más utilizadas. Verificación de los descubrimientos A pesar de que el descubrir y redescubrir las pequeñas imágenes existentes en los ojos de Nuestra Señora de Guadalupe ha sido lo más emocionante en los dos períodos, la mayor parte del tiempo fue invertido en verificar y comprobar su existencia; comprobaciones que por su minuciosidad y cuidado fueron las que más esfuerzo representaron. El siguiente es el esquema seguido para verificar cada imagen en la fotografía donde fue hallada: 1. Patrones Humanos. ¿Realmente la imagen descubierta corresponde a la cara o figura de una persona? Es el interrogante que generalmente se plantea el espectador ajeno a la materia. La actividad consistió en verificar que la pequeña figurilla encontrada representase un patrón o modelo humano, con base en: a) 70 Las dimensiones: que estén dentro de las medidas normales humanas. b)Persistencia: que después de recortar en varios fragmentos una figura, se pueda distinguir en cada uno de ellos la parte que le corresponde en la imagen: ojos, barbilla, nariz, codo, etc. Y que sometida la figura a diferentes filtros, se vea el patrón descubierto. c)Continuidad: ¿las figuras son manchas aisladas que mentalmente integramos?. El proceso de verificación implicaba el diseño de filtros que obscurecieran las discontinuidades que pudieran presentarse en el interior de las imágenes descubiertas, asegurándose así la presencia de una figura continua en las córneas. d) Consenso: prueba que consistió en presentar cada imagen a muchas personas, para que “descubrieran” y confirmaran la existencia de la figura que se deseaba verificar. 2.Escena. Esta prueba consistió en analizar la ubicación de la figura descubierta dentro de un escenario, al integrarse con los demás personajes encontrados. Más adelante el lector encontrará una explicación sobre la existencia de dos escenas en los ojos de la Virgen de Guadalupe. 3. Referencia histórica. ¿Es posible ubicar históricamente al personaje cuya figura ha sido descubierta? Se ha intentado en todos estos años ese cometido. La mayoría de las imágenes hacen referencia a personajes mencionados en distintas fuentes históricas relativas al momento de la estampación de la tilma (manto formado por dos piezas, unidas en el cuello, usado por los indios. La tela rala de hilo de maguey de que estaba hecho se llama “ayate”. N. del E.). Como ya hemos indicado, sólo una de las dos escenas encontradas corresponde al momento histórico de la aparición. 4. Presencia en ambos ojos. El hecho de encontrar la imagen del mismo personaje en ubicaciones correspondientes y en 71 las mismas posiciones relativas de los dos ojos, aunque de diferente tamaño –como se esperaría al estudiar los reflejos en ojos de personas vivas–, constituye una de las pruebas de verificación más importantes. Comprobación de su existencia con otras fotografías Una vez verificada la imagen descubierta en las córneas de la fotografía seleccionada, fue necesario comprobar su existencia en otras fotografías tomadas de los ojos del Tepeyac. Es interesante advertir que no todas las figuras descubiertas aparecen con la misma precisión en todas las fotografías observadas; especialmente en las más modernas, las imágenes mejor conservadas corresponden a los personajes de los extremos: el indio sentado y el hombre con barba. En algunas fotos se puede notar sólo parte de los rasgos de los personajes interiores. La comprobación consistió en determinar que las imágenes descubiertas en las mejores fotografías, coincidieran con los rasgos encontrados en otras fotografías disponibles. El análisis de coincidencia se realizó –adicionalmente a la simple comparación visual de ampliaciones– mediante dos procesos: superposición y transición. 1.Superposición. Sirviéndome de la capacidad de producir layers o capas, del programa Photoshop, preparé una especie de “transparencia” de las imágenes descubiertas. Las transparencias fueron así “superpuestas” sobre las fotografías objeto del examen, y de esta manera pude observar la perfecta coincidencia de los rasgos presentes con las partes correspondientes de todas las imágenes descubiertas. El programa permite también aumentar gradualmente la visibilidad de la capa o layer de manera que la comprobación de la presencia de la imagen salta a la vista. 72 2.Transición. Este método implicaba la preparación de una serie de imágenes que, secuencialmente, “convirtieran” la fotografía sujeto de comprobación en la que mostraba todos los personajes. La técnica utilizada es conocida con el nombre de Morphing (metamorfosis en español) y permite preparar una serie de imágenes entre dos figuras sobre las que se han definido varios puntos comunes. El programa utilizado en el estudio fue el PhotoMorph para Windows de North Coast Software, Inc. Las secuencias de imágenes obtenidas mediante este método fueron empleadas para observar cómo se precisan las imágenes al acercase la secuencia a la foto final, como si se tratara de una película de cine; y para seleccionar la imagen o imágenes que muestren estáticamente el proceso de definición preciso. Presentación de los descubrimientos Uno de los objetivos de esta obra es mostrar al lector las pequeñas imágenes encontradas y comprobadas en las córneas de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Dado que el resultado de la investigación se traduce en lo que llamamos “imágenes de computador”, y mucha gente no está todavía acostumbrada a ellas, en la segunda fase del estudio he dedicado muchas horas a mejorar la presentación de los descubrimientos para hacer así más fácil su interpretación. A continuación describiré brevemente algunas de las técnicas empleadas en el afán de mejorar las imágenes. 1. Redistribución de tonos de gris. Técnica muy empleada, que generalmente produce mejoras inmediatas en las imágenes. Su aplicación se basa en repartir los tonos de gris de salida de manera que la nueva imagen producida sea más fácil de interpretar y detallar. Se logra aplicando algoritmos adecuados sobre el histograma propio de la figura (frecuencia de tonos de gris en la imagen). 73 2.Recortes. Consiste en la selección de una parte de la imagen mediante el trazo de un polígono (máscara) con el cursor. Se forman así dos zonas: la interior del polígono, que se desea mejorar redistribuyendo sus tonos de gris, filtrándola, aplicándole falso color, etc.; y la exterior, que puede ser eliminada o disimulada. 3.Contornos. En este caso, se hace pasar por el polígono de definición del recorte (máscara) una línea, que produce sobre la imagen completa un contorno de la figura que se desea resaltar. 4.Filtros. Suelen producir efectos importantes en el mejoramiento de las imágenes. Se aplican empleando algoritmos especiales sobre las tablas o matrices numéricas correspondientes a las figuras o a las partes enmascaradas de ellas. Los principales filtros genéricos usados en el mejoramiento fueron los constrastantes, para resaltar las diferencias; los suavizantes, que permiten disimular las pequeñas discontinuidades producidas entre los pixeles o elementos de la digitalización; y los realzantes de imágenes. 5. Falso Color. La aplicación de falso color permite “iluminar” las imágenes o partes de ellas –la cara y partes visibles del cuerpo, por ejemplo–, con lo que se hacen mucho más fáciles de reconocer. Esta técnica aprovecha los mismos valores de la digitalización pero reemplaza, en la parte seleccionada, el gris por los colores adecuados. Minúsculos retratos de 13 personas El resultado de estos años de trabajo, después de haber recorrido innumerables veces los ojos de la Virgen de Guadalupe, ha sido el descubrimiento de trece minúsculas figuras. El hallazgo se produjo en ambos ojos, con excepción de un solo personaje, como indico más adelante. 74 Ojos derecho e izquierdo, primeras imágenes de Purkinje-Samson en falso color. Las más pequeñas han sido ampliadas, trabajadas, vueltas a reducir y reinsertadas en su posición original en el ojo. Debajo de cada ojo, en blanco y negro, interpretación artística. 75 El orden de los descubrimientos en ambos períodos de investigación es el siguiente: 1. Descubrimiento del indio de cuerpo entero, en el ojo izquierdo; y del hombre barbado, en el ojo derecho. 2. Encuentro del personaje anciano y del hombre joven, en el ojo izquierdo. 3. Hallazgo del indio que lleva una tilma atada al cuello, en ambos ojos. Búsqueda negativa de posibles imágenes en la tilma. 4. Descubrimiento de una mujer negra, en el ojo izquierdo. 5. Hallazgo del hombre barbado en el ojo izquierdo. 6. Mediante técnicas estadísticas de “mapeo”, hallazgo en el ojo derecho de algunos personajes que aparecían en el ojo izquierdo y que no había ubicado en el derecho. 7. Descubrimiento, en ambas pupilas, del microscópico grupo familiar compuesto, en el ojo izquierdo, por una pareja y tres niños, y en el derecho por los mismos personajes más dos adultos. 8. Hallazgo de la mujer negra en el ojo derecho. 9. Encuentro de una mujer adulta, ubicada detrás de la pareja del grupo familiar, en el ojo izquierdo. Los dos últimos descubrimientos ocurrieron en el segundo período de la investigación. El único personaje no encontrado es el hombre parado detrás de la mujer en el grupo familiar del ojo izquierdo. El lector debe saber que la córnea izquierda de la imagen es ligeramente más grande que la derecha. Su diámetro es de aproximadamente 8 mm., mientras que el del ojo derecho mide 7 mm. En los gráficos pueden recorrer ambos ojos y contemplar las figuras descubiertas. Uno a uno, mostraré los personajes que aparecen en la parte central superior de cada ojo, para luego 77 regresar a ver aquellos que aparecen en la pupila. El recorrido se hace desde el extremo derecho de cada córnea –el más cercano a la nariz cuando se trata del ojo izquierdo, y el más alejado de la nariz en el caso del ojo derecho– hasta el extremo izquierdo. Algunas ilustraciones permiten comparar los dos ojos, en esos casos la imagen que queda a la derecha corresponde al ojo izquierdo de la Virgen y viceversa. Pero dentro de cada ojo, emplearé los términos derecha e izquierda en sentido usual. Las imágenes exigen un cierto entrenamiento para ser reconocidas correctamente. Por ello las primeras las mostraré así. A. La imagen recortada por el computador. B. La imagen sin recortar, o sea con su fondo, pero resaltada con color. Después, recomiendo ver la figura en el conjunto del ojo, y resaltada en color en las ilustraciones que se presentan en cada sección Por último, el lector puede aventurarse en la fotografía del ojo simplemente ampliada, sin ningún otro tratamiento. Podrá ver algunos de los personajes bien, otros no. Algunos están delineados en la fotografía con sólo tenues diferencias de intensidad, que el computador puede seguir bien en la foto digitalizada, y por consiguiente resaltar. Un indio observa con atención Desde las primeras ampliaciones pude observar la figura de un indio en el extremo izquierdo de la fotografía de la córnea izquierda. Aparece de cuerpo entero y sentado en el suelo, y muestra la pierna izquierda extendida sobre el piso, mientras que la derecha está doblada y pasa sobre la otra. En la postura propia 78 Imagen del indio en el ojo izquierdo, resaltada y en falso color. Indio en falso color, imagen artística, y cara ampliada. Observe el peinado en cola de caballo y las arracadas. Cara del indio (ojo derecho, ojo izquierdo). 79 de gente no acostumbrada al uso de sillas. En una de las láminas del Códice Aubin, que representa el juego azteca “patolli”, puede verse cómo los indios adoptaban idéntica postura. Una escena parecida se aprecia en un dibujo del Códice Magliabecchiano. La imagen de este indio sentado, semidesnudo, revela detalles muy interesantes y de una precisión admirable, sobre todo si se tiene en cuenta el pequeñísimo espacio que ocupa en la tilma: el ancho total del cuerpo es de algo más de 1mm., mientras que el largo de la figura ocupa menos de 4mm. En la córnea izquierda la cabeza del indio está ligeramente levantada, y parece dirigir su mirada hacia arriba. Los rasgos del rostro no son visibles; sin embargo, la posición adoptada denota atención y reverencia. La misma actitud se observa en la córnea derecha, donde sólo se refleja la cara del indio: la posición y la dirección de la mirada coinciden con las encontradas en la córnea izquierda. Las ampliaciones de la cabeza del indio permiten apreciar nítidamente una frente muy despejada, como si la hubiera afeitado. Es probable que también se trate de una costumbre de algunos indígenas de la época. Así se observa en algunas de las pinturas que decoran las paredes de la capilla del Cerrito del Tepeyac. Otro detalle significativo es la oreja derecha del indio, que se aprecia bastante bien. En ella el observador puede notar el aro o arracada –un arete con adorno colgante– que tenía insertado en el lóbulo, como los indios actuales de algunas zonas de México. El diámetro exterior de la arracada es de aproximadamente 120 micrones mientras que su grosor ocupa apenas unos 10 micrones (un centésimo de milímetro) de la tilma. Si el lector mira con detenimiento las fotografías de este personaje, verá que el cabello largo del indio aparece amarrado como si tuviera un lazo que lo juntara a la altura de las orejas, para luego soltarse hacia abajo. En el pie izquierdo destaca el huarache o sandalia con que 81 iba calzado. Ha sido posible medir la correa que lo sujeta, cuyo ancho es de apenas unos 120 micrones, asimismo se nota la suela en el extremo del pie. Las características descritas nos llevan a pensar que la imagen correspondería a la de algún sirviente del obispo Zumárraga. Es la hipótesis más probable. Los rasgos de un anciano A continuación del indio aparece, también en la córnea izquierda de la Virgen, el tercer personaje descubierto. La primera vez que vi esta imagen pensé que correspondía a una calavera. El empleo de filtros me permitió observar mejor el perfil y llegar a la conclusión de que se trataba del rostro de un hombre anciano, que medía apenas 1,6 milímetros. En mi mente, sin encontrar una explicación al hecho, asociaba esta figura con otra anteriormente vista. Pasado algún tiempo, y después de buscarla con mucho interés, recordé que esas facciones guardaban similitud con la de uno de los personajes de un famoso cuadro de Miguel Cabrera, pintor mexicano del siglo XVIII (ver pág. 43). El lector puede observar que el hallazgo corresponde a la imagen de un anciano, con una calva bastante grande, brillante en algunas partes. Conserva algo de cabello en lo que pudiera ser parte de un cerquillo. La nariz también es grande y sobre todo recta. Los ojos, hundidos, se encuentran debajo de unos arcos superciliares muy salientes, y la mirada se dirige hacia abajo. La mejilla, por la edad o por enfermedad, está descarnada y evidencia el hueso malar derecho. Una lágrima parece correr por la mejilla hacia la comisura de los labios. El hueso de la mandíbula sobresale, firme, rígido, y sobre él aparece una barba blanca espléndida. 82 Ojo izquierdo resaltado, obispo y traductor contorneados. Arriba: Presuntos obispo y traductor resaltados y en falso color, ojo izquierdo, y dibujo artístico. A la derecha: Juan González, ya mayor y presbítero, según un retrato anónimo. ¿Tal vez el traductor?. 83 Compare el Obispo del cuadro de Cabrera (pág. 43), del siglo XVIII, con la persona que aparece en el ojo izquierdo de la Virgen. Parece ser la misma persona en idéntica posición. En el cuadro de Miguel Cabrera, siglo XVIII, y en el ojo izquierdo, la posición relativa obispo-Juan Diego, es idéntica. 85 Los rasgos hasta ahora descritos coinciden con los de un hombre de avanzada edad, de aspecto demacrado y de raza blanca. Comparándolo con el personaje de la pintura antes citada es asombroso el parecido entre la imagen encontrada en la córnea izquierda y la representación que hace Cabrera del obispo Zumárraga. Es posible que el artista se inspirara en el retratos de la época, que quizá ya no existen. Esta suposición no es descabellada pues los aztecas fueron rápidos y expertos dibujantes, y es posible que hicieran esquemas del “Milagro de las Rosas” siguiendo el relato de los testigos, y que éstos constituyeran la fuente de inspiración de Cabrera. El descubrimiento actual tiene un gran valor, dado que las obras de Miguel Cabrera datan del siglo XVIII, y la cara descubierta en la tilma está allí desde 1531. Sin embargo, conviene distinguir lo que es una hipótesis o suposición, que no puede ser comprobada, de los hechos reales confirmados por el presente estudio. El hecho comprobado es la existencia de la figura de la cara de un anciano, de dimensiones pequeñas, en ambas córneas de la Virgen de Guadalupe. En la córnea derecha el rostro aparece en idéntica posición aunque más pequeño y por lo mismo con menor precisión. En conclusión, el gran parecido de esa cara con la del obispo Juan de Zumárraga nos hace suponer que la misma es, en hipótesis, la del obispo. El asombro de un hombre joven Cerca del anciano, a su izquierda, aparece otra figura. La imagen ofrece mayor dificultad para ser reconocida; sin embargo, he llegado a precisar que el aspecto físico pertenece al de un hombre joven. 87 El personaje mira casi de frente y en la ampliación pueden verse sus ojos, nariz, boca, mejillas, frente y parte de la cabellera. Las facciones denotan asombro. Forma junto con el anciano un cuadro significativo, donde es notable la naturalidad de las expresiones de ambas caras. La composición del cuadro, es decir, el ángulo de ubicación de las figuras, la inclinación de las cabezas, la orientación de la mirada y la posición de los labios del joven que parece dirigir la palabra al anciano es reveladora. La cercanía al presunto obispo de México me ha llevado a pensar en la posibilidad de que se trate de un hombre que cumpliera la función de traductor. Es ampliamente conocido que Zumárraga no hablaba el náhuatl, según su propio testimonio encontrado en una carta dirigida al emperador Carlos V, en la que informa que desconocía esa lengua. Y el hecho, también comprobado, de que Juan Diego desconocía entonces el español. Estas circunstancias permiten sostener la hipótesis de la necesidad de un traductor en los encuentros entre el vidente y la autoridad eclesiástica. ¿Quién puede haber cumplido tal función? La tradición asigna la responsabilidad al español Juan González, un hombre joven en la época de la aparición, pues había nacido entre 1500 y 1510. El rostro de este personaje, al igual que el del anciano, aparece en la córnea derecha en idéntica posición, aunque impreciso y de menor tamaño aún. ¿El vidente Juan Diego? En este momento de la exploración tuve el presentimiento de estar ante la escena del “Milagro de las rosas”. Contribuyó a ello el notable parecido entre el perfil del anciano y el rostro de Zumárraga, obra de Cabrera, y la interesante conformación, con el joven que parece hablarle. Pasé entonces a estudiar a fondo la posición de los personajes en el mencionado lienzo y supuse que la figura que intuía se encontraría frente a la cabeza del presunto 88 En el ojo izquierdo resaltado, se observa la figura contorneada de Juan Diego. Juan Diego, interpretación artística. Rostro de Juan Diego, ojo derecho, ojo izquierdo. 89 obispo. La búsqueda con la computadora continuó en esa zona de los ojos. Fue en la córnea izquierda donde descubrí la nueva figura. La computadora evidenció la presencia de un rostro: el de un hombre de edad madura y con aspecto de nativo. Sus facciones, indudablemente, son las de un indio y el lector puede comprobarlo viendo las fotografías correspondientes. En las ampliaciones elaboradas por el computador, lo primero que llamó la atención fue el tocado del indígena. Sobre la cabeza lleva un sombrero en forma de cucurucho que, en opinión de gente conocedora de las costumbres de la época, era de uso corriente entre algunas categorías de nobles aztecas. El perfil encontrado en el ojo izquierdo reúne las siguientes características: pómulos prominentes, barba rala, algo de bigote muy pegado a la cara, labios que parecen entreabiertos y una nariz aguileña, bastante grande, que constituye el rasgo facial más notorio y recuerda la nariz de Juan Bernardino, tío de Juan Diego, representada en la pintura conocida como «El Primer Milagro». En la córnea derecha la posición, facciones y detalles de la cabeza son semejantes; empero, la figura es algo más pequeña, el grado de luminosidad varía y no aparece la tilma. Precisamente lo que hace más interesante a esta figura es la tilma que lleva anudada al cuello. Como se puede observar en la córnea izquierda, el personaje extiende el brazo derecho debajo de ella y la despliega en dirección al lugar donde se encuentra el anciano. He dedicado muchas horas a la observación y análisis de la superficie de la tilma que el indio muestra, y puedo asegurar, sin lugar a dudas, que no existe ninguna figura o imagen estampada sobre ella. La escena recuerda, como mencioné líneas más arriba, el «Milagro de las rosas». Los rasgos típicamente indígenas, la posición del personaje dentro del conjunto y, sobre todo, la tilma expuesta me llevan a pensar –dentro de la hipótesis general de los descubrimientos– que se trata del vidente Juan Diego. 91 Un hallazgo sorprendente Parada detrás del indio que he señalado como el posible Juan Diego aparece la figura de una mujer, de ojos penetrantes, que mira con asombro lo que ocurre por encima de los hombros del indio. Se trata del personaje más retirado y sólo puede verse el busto y la cara. El tamaño de la imagen, del cráneo a la cintura, es de 0.7 mm., en el ojo izquierdo. El estudio de sus facciones me llevó a un hallazgo sorprendente: la tez oscura, su nariz achatada y los labios gruesos corresponderían a los de una mujer de raza negra. Sus ojos son sumamente expresivos y mira de frente la escena. Sobre la cabeza lleva algo parecido a un turbante o tal vez se trate, simplemente del peinado. Sin conocer la historia de México, lógicamente, me parecería difícil explicar la presencia de una mujer negra, en 1531, en un territorio del Nuevo Mundo. La ubicación de este personaje en el contexto de lo que empezaba a llamar la escena de la estampación, constituía en mi opinión un error histórico. Y así lo señalé en una conferencia en el Centro de Estudios Históricos Guadalupanos al poco tiempo del descubrimiento. Uno de los asistentes, profundo conocedor de la historia mexicana, me hizo saber que no se trataba de una equivocación; efectivamente, Hernán Cortés había traído esclavos negros a Tenochtitlán y era factible que esa mujer hubiese estado presente. Más adelante pude comprobar, leyendo la historia de la Iglesia de México del padre Mariano Cuevas, que el obispo fray Juan de Zumárraga había concedido en su testamento la libertad a la esclava negra que le había servido en México. Textualmente dice así “...declaro que ahorro y hago libres de toda subjeción e servidumbre, a María, negra, e a Pedro, negro, su marido, esclavos que están en su casa, para que como tales personas libres puedan disponer de sí lo que quisieren”. Finalmente, y ya después de varios años, se me informó 92 Ojo derecho, véase situación y tamaño de la negra María. Negra María, interpretación artística. La negra María, en los ojos derecho e izquierdo. 93 que al revisar el “acta de embarque” de Zumárraga hacia México, habían encontrado entre los acompañantes allí registrados, a la esclava negra. La imagen de esta mujer sólo llegué a descubrirla en el ojo derecho en el segundo periodo de estudios, en el año 1996. Un reflejo de luz muy fuerte impide ver la cara, pero la forma y posición de su cuerpo coinciden bastante bien con las correspondientes del ojo izquierdo. El hombre barbudo El segundo descubrimiento en orden cronológico tuvo lugar en el ojo derecho de la Virgen de Guadalupe. En realidad se trató de la confirmación definitiva del hallazgo que hicieran Alfonso Marcué en 1929 y Carlos Salinas en 1951. Ambos pensaron, equivocadamente, que el personaje en cuestión era Juan Diego. Las ampliaciones realizadas, sin embargo, confirmaban las facciones europeas de este personaje. La figura del hombre barbado está ubicada en el extremo derecho de ambas córneas. Es mucho más precisa en la córnea derecha que en la izquierda. En las dos representaciones el personaje muestra una actitud contemplativa; parece ensimismado y su rostro expresa interés y perplejidad. Mantiene la mirada orientada hacia el lugar donde el indio despliega su tilma. Un detalle interesante puede observarse en la córnea derecha. El personaje toma su barba con la mano derecha, se nota claramente el dedo pulgar introducido en ella. También se distingue el hombro, brazo y antebrazo del personaje. Las dimensiones de la imagen facilitan ver a simple vista esos detalles. En el ojo derecho aparecen con gran nitidez las tres imágenes de Purkinje – Samson. Esas imágenes corroboran lo que varios oculistas descubrieron años atrás. He señalado antes que, gracias a las ampliaciones obtenidas 95 de este personaje, es posible afirmar que sus facciones son europeas. El porte y dignidad aparentes corresponderían a un hombre importante, tal vez, un hombre de origen español. No es posible, por el momento, identificar coherentemente al hombre barbado, pero algunos entendidos en la materia especulan que se trataría de don Sebastián Ramírez y Fuenleal, presidente de la Segunda Audiencia de la Nueva España en ese entonces. Un misterio dentro del misterio En el centro de ambos ojos aparecen otro grupo de imágenes, de tamaño mucho más pequeño, al que he denominado “grupo familiar indígena”. Sus dimensiones no guardan proporción con las imágenes descritas hasta ahora; sin embargo, los nuevos personajes revelan entre ellos una misma escala y componen una escena diferente. Además de estas características, existen otras particularidades que hacen de este grupo la parte de mayor interés en los ojos de la Virgen de Guadalupe. Pero antes de adentrarnos en este tema, pasaré a describir esos hallazgos. Recomiendo, en primer lugar, observar la córnea derecha, y en ella el lugar correspondiente a la pupila, y después pasar al ojo izquierdo. El personaje más notorio, por su ubicación y tamaño, es una mujer joven de rasgos muy finos, que ocupa el centro del nuevo cuadro. El rostro de la mujer mide, del cráneo a la barbilla, medio milímetro en la escena ubicada en la pupila izquierda, y parece mirar hacia abajo en dirección de otra de las figuras. Tiene sobre sus cabellos una especie de tocado: trenzas o cabello entretejido con flores. Un detalle interesante de esta joven es tener sujeto a la espalda un bebé, por el rebozo y con una cinta para sujetarlo, a la usanza que aún mantienen muchas indígenas de diferentes zonas de América. En ambos ojos se distingue con claridad la pequeña cabeza del bebé. 96 Ojo derecho, figuras en falso color. De izquierda a derecha en el sentido de las agujas de un reloj se ven el indio, obispo, traductor, Juan Diego, negra María, barbudo y familia indígena. Las figuras excepto la del barbudo han sido arregladas y colocadas en su sitio en su verdadero tamaño. Ojo derecho, sólo ampliado 11 veces. Se ve el Caballero Barbudo (fue visto con una lupa por los señores Marcué y Salinas hace 70 años). 97 En el ojo derecho se observa el caballero barbudo en falso color. Ver las 3 imágenes de Purkinje-Samson. En esta fotografía del ojo derecho, se observa el caballero barbudo, contorneado. Foto sólo ampliada, sin trabajo de computador. 99 En estas fotografías se puede comparar el caballero con barba en el cuadro de Cabrera (ver pág. 43), y en el ojo derecho, el barbudo en falso color. Podrían ser el mismo personaje. Detalle del cuadro “El primer milagro” (ver pág.37-39). Ramírez de Fuenleal coincide bastante bien con el caballero barbudo en el ojo derecho de la Virgen, y tiene edad similar. 101 Caballero barbudo, ojos derecho e izquierdo. Barbudo, ojo derecho sólo resaltado, y dibujo artístico. 103 En un nivel más bajo y a la derecha de la joven madre, surge un hombre, que parecía conversar con la mujer pues orienta su mirada hacia ella. El hombre luce un sombrero y aparentemente está sentado. Entre ambos personajes, en la pupila izquierda, se observa una pareja de un niño y una niña, que también son visibles en la pupila derecha. Y es en este ojo donde mejor se observa otro par de figuras, esta vez una mujer y un hombre maduros que observan la escena ubicados de pie a la espalda de la joven. La pareja bien pudiera relacionarse con los abuelos de este cuadro familiar. Tal como ocurre con las otras imágenes encontradas en los ojos de la Virgen de Guadalupe, las correspondientes al «grupo familiar indígena» se encuentran también en ambos ojos, con excepción del hombre de pie detrás de la mujer, que no he podido descubrir en el ojo izquierdo. Repetidas veces he considerado que este grupo de personajes posee un significado especial. Resulta por demás interesante que se encuentren ubicados en el centro de las pupilas, lugar que ocupan las imágenes precisamente cuando son observadas por una persona viva, pues aunque las córneas reflejan varias imágenes, aquellas en las que la persona centra su visión son las que se encuentran en sus pupilas. Por otra parte, los individuos presentes en el grupo no guardan relación con las otras imágenes descubiertas, antes bien resultan ajenos a la escena hasta ahora observada. Me atrevo a afirmar que se trata de una segunda escena, que refleja un momento de placidez en el entorno familiar. También llama la atención que las imágenes del anciano y su acompañante, cuyas dimensiones indican que debieron estar más cerca de los ojos de la Virgen –según la hipótesis que luego explicaré– no hayan ocultado el pequeño «grupo familiar». No encuentro respuesta diferente a lo que expongo más abajo. Pero antes de hacerlo y volviendo a la ubicación de estos personajes, conviene notar que es la posición en que debieron caer las flores, presentadas por Juan Diego al obispo, como encargo de la Virgen, 105 y que no han sido encontradas a lo largo de la investigación. Por último recordaré las palabras que, según traducciones literales del Nican Mopohua, Nuestra Señora de Guadalupe dirige a Juan Diego cuando le encarga hablar con el obispo: “Y para realizar lo que pretende mi compasiva mirada misericordiosa (...)”. Llegado a este punto, transmito a los lectores la hipótesis que he reiterado en mis exposiciones a lo largo de los últimos años. Este pequeño grupo representa, a mi entender, un mensaje dispuesto para la humanidad de nuestro tiempo. Ha sido necesario que transcurrieran casi quinientos años para que, gracias al desarrollo tecnológico, en pleno siglo XX, el hombre pudiera descubrirlo. Pruebas convincentes La presencia de las imágenes en los dos ojos de la Virgen de Guadalupe constituye, sin duda, una de las pruebas más contundentes de su existencia y de la dificultad de obtener una explicación natural del hecho. Las imágenes poseen las mismas posiciones relativas, es decir, aparecen tal y como sería de esperar en los reflejos de las córneas de una persona viva. El resultado, asombroso por sí mismo, elimina la posibilidad del azar. La presencia de doce (entre trece) personajes en ambos ojos no es fruto de la casualidad ni de una falsa interpretación de los hallazgos. Páginas atrás he explicado el proceso de verificación de las imágenes encontradas en una fotografía y la comprobación de su existencia en otra fotografías. Permítaseme ahora insistir en dos de los procesos realizados en dicha certificación. El primero se denomina “mapeo” y consiste en tomar las coordenadas de pares de puntos equivalentes en la superficie de los dos ojos, y, mediante Regresión Lineal, encontrar dos funciones matemáticas que permiten calcular las coordenadas “x” e “y” de 106 La familia, ojos derecho (sólo ampliado 5 veces), e izquierdo (resaltado), contorneada en ambos ojos. La famila recortada y en falso color, en los ojos derecho e izquierdo. La escena familiar no tiene la tensión de la del Milagro de las Rosas, sino que sus personajes parecen estar en una conversación sosegada. Dibujo artístico. 107 cada punto equivalente, de un ojo en el otro. La coincidencia de las imágenes encontrada a través de este método es impresionante. Este procedimiento me ayudó incluso a encontrar la “otra” imagen de uno de los personajes. La serie de transición es otro de los métodos empleados. Gracias al proceso de metamorfosis (Morphing) he hallado series de imágenes que muestran una secuencia de transición entre el rostro concreto descubierto en una de las córneas y su equivalente en la otra. Presencia invisible de la Virgen Al lector le bastará recordar el pequeñísimo diámetro de las córneas, de apenas 7 u 8 milímetros para deducir la imposibilidad de pintar las miniaturas encontradas en los ojos de la Virgen de Guadalupe; más aún si se tiene en cuenta el material tan burdo sobre el que está grabada la imagen. Si una obra de esta naturaleza –con detalles tan minuciosos como los expuestos– es imposible para el hombre de hoy, con mayor razón lo que fue para cualquier artista del lejano 1531. La narración del milagro del Tepeyac nos dice que Juan Diego tuvo que esperar bastante tiempo antes de ser recibido por el obispo Juan de Zumárraga. En este lapso, los empleados del obispo notaron que algo extraordinario rodeaba a aquel indio y su tilma en la que guardaba unas flores poco comunes. No es de extrañar, pues, que la curiosidad les llevara a presenciar el momento en que, finalmente, fue recibido por el obispo. De hecho, los relatos afirman que varias personas se encontraban presentes en el momento de la aparición. Esas mismas narraciones nos explican muy claramente que la impresión del ayate se produjo en el instante en que Juan Diego dejó caer las flores delante del obispo y de las personas que se hallaban en 109 ese momento en la casa. Es legítimo pensar que si hubiera traído la imagen ya estampada, no le habrían creído. El uso de las técnicas del proceso digital de imágenes me ha permitido localizar varios personajes relacionados con el momento arriba descrito, de la misma manera como suelo identificarlos en fotografías de personas vivas. Los individuos que se encuentran directamente en frente del sujeto fotografiado quedan reflejados en las córneas, y sus imágenes registradas en la fotografía. De esta manera he podido verificar la presencia de cada uno de los personajes y comprobar que las figuras humanas descubiertas cumplen las leyes físicas de las imágenes reflejadas en los ojos de una persona viva, y captadas por una fotografía. Es imposible explicar por medios naturales la presencia de los minúsculos retratos, por lo que, aceptando como un hecho sobrenatural la estampación de la imagen de la Virgen de Guadalupe, me atrevo a sostener que, en el momento en que Juan Diego fue recibido por Zumárraga, la Virgen María se encontraba presente, invisible para los que allí estaba pero viendo toda la escena, y por tanto, teniendo reflejadas en sus ojos las imágenes de todos los asistentes, incluyendo al propio Juan Diego. Cuando se desplegó la tilma y cayeron las flores, la imagen de Nuestra Señora se grabó en ella, tal como estaba en ese instante, es decir, llevando en sus ojos el reflejo de todo el grupo de personas que observaba ese histórico suceso. De esta manera la Virgen María quiso dejarnos una instantánea de su estampación milagrosa en el ayate de Juan Diego. Comportamiento coincidente con el que hubiéramos sugerido en nuestros días para aceptar el prodigio: presentar “una fotografía del hecho”, que es, en definitiva, lo que nos ha proporcionado. Con esta hipótesis intento justificar la presencia de un grupo de personajes en determinadas ubicaciones dentro de las córneas. Sé que es imposible una demostración irrefutable, pero son varios los indicios descritos en la investigación, que respaldan 110 Familia resaltada y contorneada, ojo izquierdo. Cara de la mujer de la famila, ojo izquierdo. Dibujo artístico. 111 esa suposición. En mi trabajo, he tenido la oportunidad (que ofrezco a los demás) de contemplar los rostros y hasta la expresión de las personas relacionadas con el “Milagro de las rosas” en su momento cumbre transmitido por un “cuadro” de la Virgen, de una forma muy original y hermosa. El secreto de sus ojos La probabilidad de que la imagen de la Virgen de Guadalupe haya sido pintada por mano humana es nula. Esta aseveración no es una novedad, pues desde 1531 muchas personas, unas importantes y otras sencillas, han expresado lo mismo. El Nican Mopohua, la narración histórica más completa del milagro, ofrece al lector interesado la oportunidad de repasar los muchos y muy importantes mensajes que la Virgen María transmitió de palabra a Juan Diego, durante sus varias apariciones en el Tepeyac. Por otra parte, varias investigaciones realizadas por eminentes estudiosos del milagro guadalupano han demostrado que la Virgen, en su amor e interés por comunicarse rápidamente con los pobladores de esas tierras, aprovechó la simbología utilizada y entendida por los mexicas para presentar mensajes gráficos en sus vestidos. De esa manera sus mensajes fueron fácilmente captados por los indígenas. A continuación presentaré brevemente algunos de los mensajes que, en mi modesta opinión, considero como los más prácticos e inmediatos para la gente de nuestra época. A los primeros convengo en llamarles originales, porque forman parte del milagro original. La Virgen escogió a un sencillo hombre del campo, un indígena, como heraldo de su maravilloso anuncio. Era Juan Diego un hombre común y corriente, de entre los primeros cristianos en tierras mexicanas. El lenguaje florido del Nican Mopohua transmite el sentimiento de indignidad que Juan Diego albergaba en su 113 corazón al ser elegido. El vidente, en la humildad de su carácter, suplica a María : “Señora mía, Reina, Muchachita mía, que a alguno de los nobles, estimados, que sea conocido, respetado, honrado, le encargues que conduzca, que lleve tu amable aliento, tu amable palabra para que le crean. Porque en verdad soy yo un hombre del campo, soy mecapal (cinta de cuero que da la vuelta al cráneo de una persona que lleva una carga, por donde pasa una cuerda corrediza sobre la que descansa la carga. N. del E.), soy parihuela, soy cola, soy ala; yo mismo necesito ser conducido, llevado a cuestas, no es lugar de mi andar ni de mi detener allá a donde me envías, Virgencita mía, Hija mía la menor, Señora, Niña; por favor dispénsame: afligiré con pena tu rostro, tu corazón; iré a caer en tu enojo, en tu disgusto, Señora, Dueña mía” (crf. Nican Mopohua, nº 54-56) La respuesta de la Virgen María es inmediata: “Escucha, el más pequeño de mis hijos, ten por cierto que no son escasos mis servidores, mis mensajeros, a quienes puedo encargar que lleven mi aliento, mi palabra, para que se efectúe mi voluntad”, y ratifica la designación de Juan Diego: “pero es muy necesario que tú personalmente, vayas, ruegues, que por tu intercesión se realice, se lleve a efecto mi querer, mi voluntad” (crf. Nican Mopohua, nº 58 y 59). En nuestra época se reconoce cada vez más la importancia del laico en la propagación de la fe cristiana. Pienso que los hechos narrados –la elección y el consiguiente desempeño de Juan Diego- pueden servir de ejemplo, y confirmar la responsabilidad que los fieles corrientes tienen ante Dios y la Iglesia –de la que son su parte mayoritaria– en el cumplimiento de la misión que se les encomienda. El laico tiene pues que vivir con la conciencia de continuar la misión instaurada por Cristo, allí donde Dios le ha colocado, es decir, a través de su quehaceres ordinarios; sin embargo, sucede comúnmente que se piensa que el trabajo cotidiano es, en cierta forma, independiente de la vida cristiana y por lo tanto, ajeno al querer –a los planes– de Dios. Esta equivocada concepción hace 114 Esta composición presenta a la Virgen María frente a los personajes encontrados. Con esta hipótesis se afirma que ella se encontraba presente, invisible, viendo toda la escena. Así, lo que llevaba en sus ojos quedó grabado en la tilma de Juan Diego. 115 que muchos hombres y mujeres deseen resarcir el “tiempo perdido” fuera del ámbito específico en que les ha tocado vivir. Estas nobles iniciativas exigen sacrificio, tiempo y energías que, algunas veces, se sustraen al trabajo y a la familia, con el consiguiente deterioro del prestigio profesional y de las relaciones familiares. No debería ocurrir así. Además, María escoge el medio para dejar grabada su bendita imagen: la tilma de Juan Diego. Es bien conocido que la tilma o ayate constituía no solamente una prenda de vestir de los antiguos mexicanos, sino que era también una herramienta de trabajo. Los indígenas, sin la posibilidad de utilizar carretillas u otro medio con ruedas para transportar materiales, empleaban la tilma doblada y sujeta por los brazos, para cargar piedras y otros materiales de construcción; de hecho, al momento de llevar la “prueba” requerida por el obispo Zumárraga –las flores–, Juan Diego utilizaba la tilma en la forma acostumbrada. Es así que Nuestra Señora de Guadalupe realza la importancia de la labor diaria de toda persona. El hombre debe dedicar sus mejores energías al trabajo, ya que es el lugar natural donde puede encontrar a Dios, y con su ayuda, contribuir al real bienestar de la sociedad y del mundo en general. En definitiva es en el propio trabajo donde el hombre cumple con su función: “salvar el mundo”. Personalmente, estoy convencido de que si todos los fieles laicos ejecutaran su trabajo cotidiano siguiendo fielmente la voluntad de Dios, el mundo cambiaría y se reducirían en mucho las injusticias, desigualdades, conflictos, rencores..., que cada día empeoran la vida de nuestro planeta. Pero al parecer sus enseñanzas no terminan aquí. En el mismo relato, Nuestra Señora de Guadalupe descubre a Juan Diego “su preciosa voluntad”. Le pidió que en el Tepeyac le levantaran su “casita sagrada”, lugar donde mostrará a Dios y “lo daré a las gentes en todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en mi salvación”. Más adelante, después de decir al vidente que es Madre suya y de todos los hombres, promete a 117 quienes confíen en ella que escuchará “su llanto, su tristeza, para remediar, para curar todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores”, y realizará “lo que pretende mi compasiva mirada misericordiosa”, con la condición de que vaya a ver al obispo y transmita su pedido. Son, pues, dos las oportunidades en las que la Virgen María se refiere a su “mirada compasiva” (cfr. Nican Mopohua, nº 28 y 33). Han transcurrido casi quinientos años desde aquel histórico momento, y hoy podemos admirar las pequeñisimas imágenes que entonces fueron “escondidas” en espera de que la tecnología desarrollara lo suficiente para descubrirlas o, quizá, de que el hombre requiriera encontrar nuevas luces para su andadura terrena. Tengo la misma convicción de la existencia de las imágenes encontradas en las córneas, como de que ellas encierran un mensaje, específico para los hombres de nuestra época. Las reflexiones que siguen son un intento de desentrañar el secreto que encierran los ojos de la Virgen. Es evidente que los hallazgos de esta investigación se deben al progreso de la ciencia y la técnica. El hombre, mediante su trabajo, participa en la obra creadora de Dios, y gracias a él ha logrado desarrollar las computadoras, el equipo óptico necesario, los algoritmos matemáticos adecuados, los programas de computación y todos los elementos del llamado Proceso Digital de Imágenes, medio empleado para descubrir, verificar, ampliar y mejorar las imágenes. El hallazgo de esa maravilla oculta mediante instrumentos altamente especializados puede significar que el hombre debe tener confianza en la ciencia y en la tecnología modernas, que ponen en manos de la humanidad “herramientas” muy poderosas, llamadas a ser de gran ayuda en la recristianización del mundo entero. El efecto, ciencia y tecnología se han desarrollado en la sociedad gracias, en buena parte, al influjo del cristianismo en el plano intelectual, moral y social. Ambas, en las puertas del tercer milenio de la era cristiana, deben contribuir en dar a Dios la gloria que se merece –deber fundamental de todas las labores humanas, más aún, el núcleo que les da sentido y las impulsa– sin 118 119 «...Y para realizar lo que pretende mi compasiva mirada misericordiosa...» que por ello pierdan la legítima autonomía que les corresponde. Así podrán colaborar mejor en la consecución de la felicidad humana. Uno de los más importantes problemas de la humanidad de nuestros días –causa, muchas veces, de la infelicidad de las personas– es la devaluación que la sociedad ha hecho de la familia. La exposición continua a diferentes y múltiples ataques y deformaciones, y la poca protección que se le brinda han ocasionado el deterioro de innumerables familias. La presencia del «grupo familiar» en ambos ojos de la Señora de Guadalupe es, desde mi punto de vista, la más importante de las imágenes reflejadas en las córneas, y constituye un mensaje sobre la familia. Como hemos visto, el conjunto corresponde a una escena diferente a la de la propia estampación; su ubicación precisamente en las pupilas de la Virgen, es decir, en la parte más importante de sus ojos y en la dirección en que debieron haber caído las flores que llevó Juan Diego al obispo, parece manifestar esa intención. El mensaje dirigido al mundo contemporáneo vendría a ser el anuncio de que María tiene a la familia en su “mirada compasiva”, en la niña de sus ojos. Una invitación a defenderla con todas las fuerzas. También se puede afirmar que en las córneas aparecen reflejadas personas de diferentes grupos raciales: blancos, indios y una mujer negra, que componen un cuadro cuyo significado bien podría ser la igualdad de todas las razas. Que ante Dios todos los hombres y mujeres de este mundo son iguales. Un mensaje útil en la época que nos ha tocado vivir y en la que parece renacer el odio racial. No puedo terminar estas reflexiones sin mencionar lo que para mí, y para muchos, constituye el más hermoso y perenne mensaje dejado por Nuestra Señora de Guadalupe, un mensaje de confianza dirigido a todos sus hijos en la persona del indio Juan Diego. “¿No estoy aquí Yo, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy Yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?”. 121 Nican Mopohua (Texto en español) Traductor: Pbro. Mario Rojas. AQUI SE NARRA, SE ORDENA, CÓMO HACE POCO, MILAGROSAMENTE SE APARECIO LA PERFECTA VIRGEN SANTA MARÍA MADRE DE DIOS, NUESTRA REINA, ALLÁ EN EL TEPEYAC, DE RENOMBRE GUADALUPE. 5 y en las cosas de Dios, en todo pertenecía a Tlatilolco. 6 Era sábado, muy de madrugada, venía en pos de Dios y de sus mandatos. Primero se hizo ver de un indito, su nombre Juan Diego; y después se apareció su Preciosa Imagen delante del reciente obispo don fray Juan de Zumárraga. (...) 7 Y al llegar cerca del cerrito llamado Tepeyac ya amanecía. 8 Oyó cantar sobre el cerrito, como el canto de muchos pájaros finos; al cesar sus voces, como que les respondía el cerro, sobremanera suaves, deleitosos, sus cantos sobrepujaban al del coyoltototl y del tzinitzcan y al de otros pájaros finos. 9 Se detuvo a ver Juan Diego. Se dijo: ¿Por ventura soy digno, soy merecedor de lo que oigo? ¿Quizá nomás lo estoy soñando? ¿Quizá solamente lo veo como entre sueños? 1 Diez años después de conquistada la ciudad de México, cuando ya estaban depuestas las flechas, los escudos, cuando por todas partes había paz en los pueblos, 2 así como brotó, ya verdece, ya abre su corola la fe, el conocimiento de Aquél por quien se vive: el verdadero Dios. 3 En aquella sazón, el año 1531, a los pocos días del mes de diciembre, sucedió que había un indito, un pobre hombre del pueblo, 4 122 su nombre era Juan Diego, según se dice, vecino de Cuauhtitlan, 10 ¿Dónde estoy? ¿Dónde me veo? ¿Acaso allá donde dejaron dicho los antiguos nuestros antepasados, nuestros abuelos: en la tierra de las flores, en la tierra del maíz, de nuestra carne, de nuestro sustento; acaso en la tierra celestial? 11 Hacia allá estaba viendo, arriba del cerrillo, del lado de donde sale el sol, de donde procedía el precioso canto celestial. 12 Y cuando cesó de pronto el canto, cuando dejó de oírse, entonces oyó que lo llamaban, de arriba del cerrillo, le decían: “JUANITO, JUAN DIEGUITO”. con los resplandores del arco iris en la niebla. 21 Y los mezquites y nopales y las demás hierbecillas que allí se suelen dar, parecían como esmeraldas. Como turquesa aparecía su follaje. Y su tronco, sus espinas, sus aguates, relucían como el oro. 13 Luego se atrevió a ir a donde lo llamaban; ninguna turbación pasaba en su corazón ni ninguna cosa lo alteraba, antes bien se sentía alegre y contento por todo extremo; fue a subir al cerrillo para ir a ver de dónde lo llamaban. 22 En su presencia se postró. Escuchó su aliento, su palabra, que era extremadamente glorificadora, sumamente afable, como de quien lo atraía y estimaba mucho. 14 Y cuando llegó a la cumbre del cerrillo, cuando lo vio una Doncella que allí estaba de pie, 23 Le dijo:--”ESCUCHA, HIJO MÍO EL MENOR, JUANITO. ¿A DÓNDE TE DIRIGES?” 15 lo llamó para que fuera cerca de Ella. 16 Y cuando llegó frente a Ella mucho admiró en qué manera sobre toda ponderación aventajaba su perfecta grandeza: 17 su vestido relucía como el sol, como que reverberaba, 18 y la piedra, el risco en el que estaba de pie, como que lanzaba rayos; 19 el resplandor de Ella como preciosas piedra, como ajorca (todo lo más bello) parecía 20 la tierra como que relumbraba 24 Y él le contestó:--”Mi Señora, Reina, Muchachita mía, allá llegaré, a tu casita de México Tlatilolco, a seguir las cosas de Dios que nos dan, que nos enseñan quienes son las imágenes de Nuestro Señor: nuestros sacerdotes” 25 En seguida, con esto dialoga con él, le descubre su preciosa voluntad; 26 le dice:--”SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN 123 SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA. VÍO, PARA QUE LE DESCUBRAS CÓMO MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME PROVEA DE UNA CASA, ME ERIJA EN EL LLANO MI TEMPLO; TODO LE CONTARÁS, CUANTO HAS VISTO Y ADMIRADO, Y LO QUE HAS OÍDO. 27 EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO: 34 Y TEN POR SEGURO QUE MUCHO LO AGRADECERÉ Y LO PAGARÉ, 28 LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN: 29 PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA, 30 TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO, 31 Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, 32 PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR, PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES. 33 Y PARA REALIZAR LO QUE PRETENDE MI COMPASIVA MIRADA MISERICORDIOSA, ANDA AL PALACIO DEL OBISPO DE MEXICO, Y LE DIRÁS QUE CÓMO YO TE EN124 35 QUE POR ELLO TE ENRIQUECERÉ, TE GLORIFICARÉ; 36 Y MUCHO DE ALLÍ MERECERÁS CON QUE YO RETRIBUYA TU CANSANCIO, TU SERVICIO CON QUE VAS A SOLICITAR EL ASUNTO AL QUE TE ENVÍO. 37 YA HAS OÍDO, HIJO MÍO EL MENOR, MI ALIENTO MI PALABRA; ANDA, HAZ LO QUE ESTÉ DE TU PARTE”. 38 E inmediatamente en su presencia se postró; le dijo:-”Señora mía, Niña, ya voy a realizar tu venerable aliento, tu venerable palabra; por ahora de Ti me aparto, yo, tu pobre indito”. 39 Luego vino a bajar para poner en obra su encomienda: vino a encontrar la calzada, viene derecho a México. 40 Cuando vino a llegar al interior de la ciudad, luego fue derecho al palacio del obispo, que muy recientemente había llegado, gobernante sacerdote; su nombre era D. Fray Juan de Zumárraga, sacerdote de San Francisco. 41 Y en cuanto llegó luego hace el intento de verlo, les ruega a sus servidores, a sus ayudantes, que vayan a decírselo; 42 después de pasado largo rato vinieron a llamarlo, cuando mandó el señor obispo que entrara. 43 Y en cuanto entró, luego ante él se arrodilló, se postró, luego ya le descubre, le cuenta el precioso aliento, la preciosa palabra de la Reina del Cielo, su mensaje, y también le dice todo lo que admiró, lo que vio, lo que oyó. 44 Y habiendo escuchado toda su narración, su mensaje, como que no mucho lo tuvo por cierto, 45 le respondió, le dijo:--”Hijo mío, otra vez vendrás, aun con calma te oiré, bien aun desde el principio miraré, consideraré la razón por la que has venido, tu voluntad, tu deseo”. 46 Salió; venía triste porque no se realizó de inmediato su encargo. 47 Luego se volvió, al terminar el día, luego de allá se vino derecho a la cumbre del cerrillo, 48 y tuvo la dicha de encontrar a la Reina del Cielo: allí cabalmente donde la primera vez se le apareció, lo estaba esperando. 49 Y en cuanto la vio, ante Ella se postró, se arrojó por tierra, le dijo: 50 --”Patroncita, Señora, Reina, Hija mía la más pequeña, mi Muchachita, ya fui a donde me mandaste a cumplir tu amable aliento, tu amable palabra; aunque difícilmente entré a donde es el lugar del gobernante sacerdote, lo vi, ante él expuse tu aliento, tu palabra, como me lo mandaste. 51 Me recibó amablemente y lo escuchó perfectamente, pero, por lo que me respondió, como que no lo entendió, no lo tiene por cierto. 52 Me dijo:--”Otra vez vendrás; aun con calma te escucharé, bien aun desde el principio veré por lo que has venido, tu deseo, tu voluntad”. 53 Bien en ello miré, según me respondió, que piensa que tu casa que quieres que te hagan aquí, tal vez yo nada más lo invento, o que tal vez no es de tus labios; 125 54 mucho te suplico, Señora mía; Reina, Muchachita mía, que a alguno de los nobles, estimados, que sea conocido, respetado, honrado, le encargues que conduzca, que lleve tu amable aliento, tu amable palabra para que le crean. 55 Porque en verdad yo soy un hombre del campo, soy mecapal, soy parihuela, soy cola, soy ala; yo mismo necesito ser conducido, llevado a cuestas, no es lugar de mi andar ni de mí detenerme allá a donde me envías, Virgencita mía, Hija mía la menor, Señora, Niña; 56 por favor dispénsame: afligiré con pena tu rostro, tu corazón; iré a caer en tu enojo, en tu disgusto, Señora Dueña mía”. 57 Le respondió la perfecta Virgen, digna de honra y veneración: 58 --”ESCUCHA, EL MÁS PEQUEÑO DE MIS HIJOS, TEN POR CIERTO QUE NO SON ESCASOS MIS SERVIDORES, MIS MENSAJEROS, A QUIENES ENCARGUE QUE LLEVEN MI ALIENTO MI PALABRA, PARA QUE EFECTÚEN MI VOLUNTAD; 59 PERO ES MUY NECESARIO QUE TÚ, PERSONALMENTE, VAYAS, RUEGUES, QUE POR TU INTERCESIÓN SE REALICE, SE LLEVE A 126 EFECTO MI QUERER, MI VOLUNTAD. 60 Y, MUCHO TE RUEGO, HIJO MÍO EL MENOR, Y CON RIGOR TE MANDO, QUE OTRA VEZ VAYAS MAÑANA A VER AL OBISPO. 61 Y DE MI PARTE HAZLE SABER, HAZLE OÍR MI QUERER, MI VOLUNTAD, PARA QUE REALICE, HAGA MI TEMPLO QUE LE PIDO. 62 Y BIEN, DE NUEVO DILE DE QUÉ MODO YO, PERSONALMENTE, LA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, YO, QUE SOY LA MADRE DE DIOS, TE MANDO”. 63 Juan Diego, por su parte, le respondió, le dijo:--”Señora mía, Reina, Muchachita mía, que no angustie yo con pena tu rostro, tu corazón; con todo gusto iré a poner por obra tu aliento, tu palabra; de ninguna manera lo dejaré de hacer, ni estimo por molesto el camino. 64 Iré a poner en obra tu voluntad, pero tal vez no seré oído, y si fuere oído quizás no seré creído. 65 Mañana en la tarde, cuando se meta el sol, vendré a devolver a tu palabra, a tu aliento, lo que me responda el gobernante sacerdote. 66 Ya me despido de Tí respetuosamente, Hija mía la más pequeña, Jovencita, Señora, Niña mía, descansa otro poquito. 67 Y luego se fue él a su casa a descansar. 68 Al día siguiente, domingo, bien todavía en la nochecilla, todo aún estaba oscuro, de allá salió, de su casa, se vino derecho a Tlatilolco, vino a saber lo que pertenece a Dios y a ser contado en lista; luego para ver al señor obispo. 69 Y a eso de las diez fue cuando ya estuvo preparado: se había oído misa y se había nombrado lista y se había dispersado la multitud. 70 Y Juan Diego luego fue al palacio del señor obispo. 71 Y en cuanto llegó hizo toda la lucha por verlo, y con mucho trabajo otra vez lo vió, 72 a sus pies se hincó, lloró, se puso triste al hablarle, al descubrirle la palabra, el aliento de la Reina del Cielo, 73 que ojalá fuera creída la embajada, la voluntad de la Perfecta Virgen, de hacerle, de erigirle su casita sagrada, en donde había dicho, en donde la quería. toda claridad que Ella era la Perfecta Virgen, la Amable, Maravillosa Madre de Nuestro Salvador Nuestro Señor Jesucristo, 76 sin embargo, no luego se realizó. 77 Dijo que no sólo por su palabra, su petición se haría, se realizaría lo que él pedía, 78 que era muy necesaria alguna otra señal para poder ser creído cómo a él lo enviaba la Reina del Cielo en persona. 79 Tan pronto como lo oyó Juan Diego, le dijo al obispo: 80 “Señor gobernante, considera cuál será la señal que pides, porque luego iré a pedírsela a la Reina del Cielo que me envió”. 81 Y habiendo visto el obispo que ratificaba, que en nada vacilaba ni dudaba, luego lo despacha. 74 Y el gobernante obispo muchísimas cosas le preguntó, le investigó, para poder cerciorarse, dónde la había visto, cómo era Ella; todo absolutamente se lo contó al señor obispo. 82 Y en cuanto se viene, luego le manda a algunos de los de su casa en los que tenía absoluta confianza, que lo vinieran siguiendo, que bien lo observaran a dónde iba, a quién veía, con quién hablaba. 75 Y aunque todo absolutamente se lo declaró, y en cada cosa vió, admiró que aparecía con 83 Y así se hizo. Y Juan Diego luego se vino derecho. Siguió 127 la calzada. 84 Y los que lo seguían, donde sale la barranca cerca del Tepeyac, en el puente de madera lo vinieron a perder. Y aunque por todas partes buscaron, ya por ninguna lo vieron. 85 Y así se volvieron. No sólo porque con ello se fastidiaron grandemente, sino también porque les impidió su intento, los hizo enojar. 86 Así le fueron a contar al señor obispo, le metieron en la cabeza que no le creyera, le dijeron cómo nomás le contaba mentiras, que nada más inventaba lo que venía a decirle, o que sólo soñaba o imaginaba lo que le decía, lo que le pedía. 87 Y bien así lo determinaron que si otra vez venía, regresaba, allí lo agarrarían, y fuertemente lo castigarían, para que ya no volviera a decir mentiras ni a alborotar a la gente. QUE LLEVES AL OBISPO LA SEÑAL QUE TE HA PEDIDO; 91 CON ESO TE CREERÁ Y ACERCA DE ESTO YA NO DUDARÁ NI DE TI SOSPECHARÁ; 92 Y SÁBETE, HIJITO MÍO, QUE YO TE PAGARÉ TU CUIDADO Y EL TRABAJO Y CANSANCIO QUE POR MI HAS EMPRENDIDO; 93 EA, VETE AHORA; QUE MAÑANA AQUÍ TE AGUARDO”. 94 Y al día siguiente, lunes, cuando debía llevar Juan Diego alguna señal para ser creído, ya no volvió. 95 Porque cuando fué a llegar a su casa, a un su tío, de nombre Juan Bernardino, se le había asentado la enfermedad, estaba muy grave. 96 Aun fué a llamarle al médico, aún hizo por él, pero ya no era tiempo, ya estaba muy grave. 89 la que, oída por la Señora, le dijo: 97 Y cuando anocheció, le rogó su tío que cuando aún fuere de madrugada, cuando aún estuviere oscuro, saliera hacia acá, viniera a llamar a Tlatilolco algún sacerdote para que fuera a confesarlo, para que fuera a prepararlo, 90 --”BIEN ESTÁ, HIJITO MÍO, VOLVERÁS AQUÌ MAÑANA PARA 98 porque estaba seguro de que ya era el tiempo, ya el lugar de 88 Entre tanto, Juan Diego estaba con la Santísima Virgen, diciéndole la respuesta que traía del señor obispo; 128 morir, porque ya no se levantaría, ya no se curaría. lo había estado mirando, de donde antes lo veía. 99 Y el martes, siendo todavía mucho muy de noche, de allá vino a salir, de su casa, Juan Diego, a llamar el sacerdote a Tlatilolco, 106 Le vino a salir al encuentro a un lado del cerro, le vino a atajar los pasos; le dijo: 100 y cuando ya acertó a llegar al lado del cerrito terminación de la sierra, al pie, donde sale el camino, de la parte en que el sol se mete, en donde antes él saliera, se dijo: 101--”Si me voy derecho por el camino, no vaya a ser que me vea esta Señora y seguro, como antes, me detendrá para que le lleve la señal al gobernante eclesiástico como me lo mandó; 102que primero nos deje nuestra tribulación; que antes yo llame de prisa al sacerdote religioso, mi tío no hace más que aguardarlo”. 103 En seguida le dio la vuelta al cerro, subió por enmedio y de ahí atravesando, hacia la parte oriental fue a salir, para rápido ir a llegar a México, para que no lo detuviera la Reina del Cielo. 104Piensa que por donde dio la vuelta no lo podrá ver la que perfectamente a todas partes está mirando. 105La vio cómo vino a bajar de sobre el cerro, y que de allí 107 --”¿QUÉ PASA, EL MÁS PEQUEÑO DE MIS HIJOS? ¿A DÓNDE VAS, A DÓNDE TE DIRIGES?” 108 Y él, ¿tal vez un poco se apenó, o quizá se avergonzó? ¿o tal vez de ello se espantó, se puso temeroso? 109En su presencia se postró, la saludó, le dijo: 110--”Mi Jovencita, Hija mía la más pequeña, Niña mía, ojalá que estés contenta; ¿cómo amaneciste? ¿Acaso sientes bien tu amado cuerpecito, Señora mía, Niña mía? 111 Con pena angustiaré tu rostro, tu corazón: te hago saber, Muchachita mía, que está muy grave un servidor tuyo, tío mío. 112 Una gran enfermedad se le ha asentado, seguro que pronto va a morir de ella. 113 Y ahora iré de prisa a tu casita de México, a llamar a alguno de los amados de Nuestro Señor, de nuestros sacerdotes, para que vaya a confesarlo y a repararlo, 129 114porque en realidad para ello nacimos, los que vinimos a esperar el trabajo de nuestra muerte. 115 Más, si voy a llevarlo a efecto, luego aquí otra vez volveré para ir a llevar tu aliento, tu palabra, Señora, Jovencita mía. 116 Te ruego me perdones, ténme todavía un poco de paciencia, porque con ello no te engaño, Hija mía la menor, Niña mía, mañana sin falta vendré a toda prisa”. 117En cuanto oyó las razones de Juan Diego, le respondió la Piadosa Perfecta Virgen: 118 --”ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA. 119 ¿NO ESTOY AQUI, YO, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?. 120QUE NINGUNA OTRA COSA TE 130 AFLIJA, TE PERTURBE; QUE NO TE APRIETE CON PENA LA ENFERMEDAD DE TU TÍO, PORQUE DE ELLA NO MORIRÁ POR AHORA. TEN POR CIERTO QUE YA ESTÁ BUENO.” 121(Y luego en aquel mismo momento sanó su tío, como después se supo). 122Y Juan Diego, cuando oyó la amable palabra, el amable aliento de la Reina del Cielo, muchísimo con ello se consoló, bien con ello se apaciguó su corazón, 123 y le suplicó que inmediatamente lo mandara a ver al gobernador obispo, a llevarle algo de señal, de comprobación, para que creyera. 124La Reina Celestial luego le mandó que subiera a la cumbre del cerrillo, en donde antes la veía. 125Le dijo: --”SUBE, HIJO MÍO EL MENOR, A LA CUMBRE DEL CERRILLO, A DONDE ME VISTE Y TE DI ÓRDENES. 126 ALLÍ VERÁS QUE HAY VARIADAS FLORES: CÓRTALAS, REÚNELAS, PONLAS TODAS JUNTAS; LUEGO, BAJA AQUÍ; TRÁELAS AQUÍ, A MI PRESENCIA. 127Y Juan Diego luego subió al cerrillo, 128y cuando llegó a la cumbre, mucho admiró cuántas había florecidas, abiertas sus corolas, flores las más variadas, bellas y hermosas, cuando todavía no era su tiempo: 137-- “MI HIJITO MENOR, ESTAS DIVERSAS FLORES SON LA PRUEBA, LA SEÑAL QUE LLEVARÁS AL OBISPO; 129 porque de veras que en aquella sazón arreciaba el hielo; 138 DE MI PARTE LE DIRÁS QUE VEA EN ELLAS MI DESEO, Y QUE POR ELLO REALICE MI QUERER, MI VOLUNTAD. 130estaban difundiendo un olor suavísimo; como perlas preciosas, como llenas de rocío nocturno. 139Y TÚ..., TÚ QUE ERES MI MENSAJERO...., EN TI ABSOLUTAMENTE SE DEPOSITA LA CONFIANZA; 131Luego comenzó a cortarlas, todas las juntó, las puso en el hueco de su tilma. 140Y MUCHO TE MANDO, CON RIGOR, QUE NADA MÁS A SOLAS EN LA PRESENCIA DEL OBISPO EXTIENDAS TU AYATE, Y LE ENSEÑES LO QUE LLEVAS. 132Por cierto que en la cumbre del cerrito no era lugar en que se dieran ningunas flores, sólo abundan los riscos, abrojos, espinas; nopales, mezquites, 133 y si acaso algunas hierbecillas se solían dar, entonces era el mes de diciembre, en que todo lo come, lo destruye el hielo. 134 Y en seguida vino a bajar, vino a traer a la Niña Celestial las diferentes flores que había ido a cortar, 135 y cuando las vio, con sus venerables manos las tomó; 136luego otra vez se las vino a poner todas juntas en el hueco de su ayate, y le dijo: 141Y LE CONTARÁS TODO PUNTUALMENTE, LE DIRÁS QUE TE MANDÉ QUE SUBIERAS A LA CUMBRE DEL CERRITO A CORTAR FLORES, Y CADA COSA QUE VISTE Y ADMIRASTE, 142 PARA QUE PUEDAS CONVENCER AL GOBERNANTE SACERDOTE, PARA QUE LUEGO PONGA LO QUE ESTÁ DE SU PARTE PARA QUE SE HAGA, SE LEVANTE MI TEMPLO QUE LE HE PEDIDO”. 143 Y en cuanto le dio su mandato la Celestial Reina, vino a tomar la calzada, viene derecho a México, ya viene contento. 131 144 Ya así viene sosegado su corazón, porque vendrá a salir bien, lo llevará perfectamente. de su tilma; luego pues, se le acercaron para ver qué traía y desengañarse. 145Mucho viene cuidando lo que está en el hueco de su vestidura, no vaya a ser que algo tire; 153 Y cuando vio Juan Diego que de ningún modo podía ocultarles lo que llevaba y que por eso lo molestarían, lo empujarían o tal vez lo aporrearían, un poquito les vino a mostrar que eran flores. 146 viene disfrutando del aroma de las diversas preciosas flores. 147 Cuando vino a llegar al palacio del obispo, lo fueron a encontrar el portero y los demás servidores del sacerdote gobernante, 148y les suplicó que le dijeran cómo deseaba verlo, pero ninguno quiso, fingían que no le entendían, o tal vez porque aún estaba muy oscuro, 149 o tal vez porque ya lo conocían que nomás los molestaba, los importunaba, 150y ya les habían contado sus compañeros, los que lo fueron a perder de vista cuando lo fueron siguiendo. 151 Durante muchísimo rato estuvo esperando la razón. 152Y cuando vieron que por muchísimo rato estuvo allí, de pie, cabizbajo, sin hacer nada, por si era llamado, y como que algo traía, lo llevaba en el hueco 132 154 Y cuando vieron que todas eran finas, variadas flores y que no era tiempo entonces de que se dieran, las admiraron muy mucho, lo frescas que estaban, lo abiertas que tenían sus corolas, lo bien que olían, lo bien que parecían. 155 Y quisieron coger y sacar unas cuantas; 156tres veces sucedió que se atrevieron a cogerlas, pero de ningún modo pudieron hacerlo, 157 porque cuando hacían el intento ya no podían ver las flores, sino que, a modo de pintadas, o bordadas, o cosidas en la tilma las veían. 158Inmediatamante fueron a decirle al gobernante obispo lo que habían visto, 159 y cómo deseaba verlo el indito que otras veces había venido, y que ya hacía muchísimo rato que estaba allí aguardando el permiso, porque quería verlo. 160Y el gobernante obispo, en cuando lo oyó, dió en la cuenta de que aquello era la prueba para convencerlo, para poner en obra lo que solicitaba el hombrecito. 161Enseguida dio orden de que pasara a verlo. 162Y habiendo entrado, en su presencia se postró, como ya antes lo había hecho, 163Y de nuevo le contó lo que había visto, admirado, y su mensaje. 164Le dijo: --”Señor mío, gobernante, ya hice, ya llevé a cabo según me mandaste; 165 así fui a decirle a la Señora mi Ama, la Niña Celestial, Santa María, la Amada Madre de Dios, que pedías una prueba para poder creerme, para que le hicieras su casita sagrada, en donde te la pedía que la levantaras; palabra, y recibió con agrado tu petición de la señal, de la prueba, para que se haga, se verifique su amada voluntad. 168 Y ahora, cuando era todavía de noche, me mandó para que otra vez viniera a verte; 169y le pedí la prueba para ser creído, según había dicho que me la daría, e inmediatamente lo cumplió. 170Y me mandó a la cumbre del cerrito en donde antes yo la había visto, para que allí cortara diversas rosas de Castilla. 171 Y cuando las fui a cortar, se las fui a llevar allá abajo; 172y con sus santas manos las tomó, 173de nuevo en el hueco de mi ayate las vino a colocar, 174 para que te las viniera a traer, para que a ti personalmente te las diera. 166 y también le dije que te había dado mi palabra de venir a traerte alguna señal, alguna prueba de su voluntad, como me lo encargaste. 175Aunque bien sabía yo que no es lugar donde se den flores la cumbre del cerrito, porque sólo hay abundancia de riscos, abrojos, huizaches, nopales, mezquites, no por ello dudé, no por ello vacilé. 167Y escuchó bien tu aliento, tu 176 Cuando fui a llegar a la cumbre 133 del cerrito miré que ya era el paraíso. 177 Allí estaban ya perfectas todas las diversas flores preciosas, de lo más fino que hay, llenas de rocío, esplendorosas, de modo que luego las fui a cortar; 178y me dijo que de su parte te las diera, y que ya así yo probaría, que vieras la señal que le pedías para realizar su amada voluntad, 179y para que aparezca que es verdad mi palabra, mi mensaje. 180 Aquí las tienes, hazme favor de recibirlas.” 181Y luego extendió su blanca tilma, en cuyo hueco había colocado las flores. 182Y así como cayeron al suelo todas las variadas flores preciosas, 183 luego allí se convirtió en señal, se apareció de repente la Amada Imagen de la Perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, en la forma y figura en que ahora está, 184 en donde ahora es conservada en su amada casita, en su sagrada casita en el Tepeyac, que se llama Guadalupe. 134 185Y en cuanto la vio el obispo gobernante y todos los que allí estaban, se arrodillaron, mucho la admiraron, 186 se pusieron de pie para verla, se entristecieron, se afligieron, suspenso el corazón, el pensamiento... 187Y el obispo gobernante con llanto, con tristeza, le rogó, le pidió perdón por no luego haber realizado su voluntad, su venerable aliento, su venerable palabra, 188 y cuando se puso de pie, desató del cuello de donde estaba atada, la vestidura, la tilma de Juan Diego 189 en la que se apareció, en donde se convirtió en señal la Reina Celestial, 190 Y luego la llevó; allá la fue a colocar a su oratorio. 191 Y todavía allí pasó un día Juan Diego en la casa del obispo, aún lo detuvo. 192Y al día siguiente le dijo: --”Anda, vamos a que muestres dónde es la voluntad de la Reina del Cielo que le erijan su templo”. 193 De inmediato se convidó gente para hacerlo, levantarlo, 194 y Juan Diego, en cuanto mostró en dónde había mandado la Señora del Cielo que se erigiera su casita sagrada, luego pidió permiso: 195quería ir a su casa para ir a ver a su tío Juan Bernardino, que estaba muy grave cuando lo dejó para ir a llamar a un sacerdote a Tlatilolco para que lo confesara y lo dispusiera, de quien le había dicho la Reina del Cielo que ya había sanado. 196 Pero no lo dejaron ir solo, sino que lo acompañaron a su casa. 197 Y al llegar vieron a su tío que ya estaba sano, absolutamente nada le dolía. 198 Y él, por su parte, mucho admiró la forma en que su sobrino era acompañado y muy honrado; 199le preguntó a su sobrino por qué así sucedía, el que mucho le honraran; 200 Y él le dijo cómo cuando lo dejó para ir a llamarle un sacerdote para que lo confesara, lo dispusiera, allá en el Tepeyac se le apareció la Señora del Cielo; 201y lo mandó a México ver al gobernante obispo, para que allí le hicera una casa en el Tepeyac. que ya su tío estaba contento, y con ello mucho se consoló. 203Le dijo su tío que era cierto, que en aquel preciso momento lo sanó, 204y la vió exactamente en la misma forma en que se le había aparecido a su sobrino, 205le dijo cómo a él también lo había enviado a México a ver al obispo; 206 y que también, cuando fuera a verlo, que todo absolutamente le descubriera, le platicara lo que había visto 207 y la manera maravillosa en que lo había sanado, 208 y que bien así la llamaría bien así se nombraría; LA PERFECTA VIRGEN SANTA MARIA DE GUADALUPE, su Amada Imagen. 209Y luego trajeron a Juan Bernardino a la presencia del gobernante obispo, lo trajeron a hablar con él a dar testimonio, 210y junto con su sobrino Juan Diego, los hospedó en su casa el obispo unos cuantos días, 211 en tanto que se levantó la casita sagrada de la Niña Reina allá en el Tepeyac; donde se 202Y le dijo que no se afligiera, 135 hizo ver de Juan Diego. 212 Y el señor obispo trasladó a la Iglesia Mayor la amada Imagen de la Amada Niña Celestial. 213 La vino a sacar de su palacio, de su oratorio en donde estaba, para que todos la vieran la admiraran, su amada Imagen. 214Y absolutamente toda esta ciudad, sin faltar nadie, se estremeció cuando vino a ver a admirar su preciosa Imagen. 136 215 Venían a reconocer su carácter divino. 216 Venían a presentarle sus plegarias. 217Muchos admiraron en qué milagrosa manera se había aparecido, 218 puesto que absolutamente ningún hombre de la tierra pintó su amada Imagen. BIBLIOGRAFÍA EN ESPAÑOL Ansón, Francisco. Guadalupe, lo que dicen sus ojos Rialp, Madrid, 1988. Aste Tönsmann, José Los Ojos de la Virgen de Guadalupe Diana, México, 1981 Aste Tönsmann, José El Secreto de sus Ojos Tercer Milenio, México, 1998 Benítez, J.J. El Misterio de la Virgen de Guadalupe Planeta, México, 1989. Fernández, Manuel El Gran Documento Guadalupano. 450 Años después La Familia 2000, México, 1981. Suárez-Guanes, Javier Nuestra Señora de Guadalupe Minos, México, 1991 ENGLISH BIBLIOGRAPHY From: http://www.udayton.edu/mary/resources/guad_bib.html Budnik, Mary Ann. “The Beautiful Lady of Tepeyac Hill”, Ligourian. 77:19-23, December, 1989. A brief, fascinating summary of the appearance of Mary, Mother of Jesus, in Mexico in 1531. The article offers an interpretation of the various aspects of the portrait of Mary which is imprinted on the tilma (cloak) of the Mexican peasant, Juan Diego, to whom she appeared. 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A monograph translation of an ancient Guadalupan text, Nican Mopohua, from the Nahuatl language of the Aztecs into English. The original, by Luis Lasso de la Vega, gives one of the earliest accounts of the encounter between Juan Diego and the Virgin Mary at Tepeyac. Delaney, John J. (ed.) A Woman Clothed With the Sun (Eight Great Appearances of Our Lady in Modern Times). Garden City, N.Y.: Hanover House, 1960 A collection of eight significant apparitions of the Virgin Mary. Guadalupe, though much earlier than the others, is included because of its impact on the development of Christian society in the Western Hemisphere. 138 Demarest, Donald and Coley Taylor. The Dark Virgin: The Book of Our Lady of Guadalupe. Freeport, Maine: Coley Taylor, Inc., 1956. A documentary anthology which presents the first English translations of three original narratives of the apparitions of Our Lady of Guadalupe by Lazo de la Vega, Miguel Sanchez, and Becerra Tanco. It includes biographies of Juan Diego, the Mexican native to whom the Virgin revealed herself, and Juan de Zumarraga, the Bishop of Mexico in 1531. Diaz, Vicente. “New Revelations From the Cloak of Juan Diego”, Columbia. 65:8-15, December, 1985. A summary of the scientific examination of the image of Guadalupe by Philip S. Callahan, a biophysicist, and Jody B. Smith, a professor of philosophy (both from the United States). Their use of infrared photography on the image led to the conclusion that, although many elements were added to the image at some later date, the composition of the original form was “inexplicable.” Opthalmological study of the eyes of Mary in the image, through computer enhancement by Dr. Jose Aste Tonsmann, reveal mirror-imaging of 12 figures in both eyes. These images coincide with normal reflections seen in the eyes of living persons and they perfectly obey with documentation of those present at the time of the revelation of the image. Dooley, L. M., S.V.D. That Motherly Mother of Guadalupe. Boston: St. Paul Editions, 1962. A brief summary of the apparitions of Guadalupe. A devotional guide for the Christian who wishes to honor Mary -- especially as Our Lady of Guadalupe. Henderson, G. G., S.J. “The Apparitions of Our Lady of Guadalupe: The Image, the Origin of the Pilgrimage”, Marian Studies. Vol. XXXIV, 1983. An interim report to the Mariological Society of America on a sociological study-in-progress of the effect of Guadalupe as a unifying symbol for the people of Mexico. It includes a report 139 on the infrared photogrpahic studies conducted by Dr. Philip S. Callahan (with the subsequent conclusion that the origin of the image is “inexplicable.”) and that the (study of this phenomenon is to continue). The sociological-anthropological portion of the study remains to be done. Johnston, Francis. The Wonder of Guadalupe. Rockford, Illinois: Tan Books and Publishers, Inc., 1981. An historical account of the origin and cult of Guadalupe to the present day. It includes information on the basilica and scientific findings regarding the image. Keyes, Frances Parkinson. The Grace of Guadalupe. N.Y.: Julian Messner, Inc., 1941. A narrative account, written in a devotional style, of the appearances of the Virgin Mary and the subsequent history of the Image of Guadalupe. Lampe, Philip E. “Our Lady of Guadalupe: The Ethnic Madonna”, Homiletic and Pastoral Review. 83:56-60, June, 1983. A sociological evaluation of the status of Our Lady of Guadalupe in the United States in light of the low social status of Mexican American with whom she is identified. Lee, George, C.S.Sp. Our Lady of Guadalupe: Patroness of the Americas. N.Y.: Catholic Book Publishing Co., 1947 Fr. Lee sets out to present an objective presentation of the apparition of Mary at Guadalupe. For the most part he lets historical Mexican authorities tell the story. The work reviews the history of the apparitions, describes the “Picture,” the Shrine, and submits testimony of some miracles attributed to Guadalupe. Lee becomes more subjective as he decribes the “fruits” of Guadalupe in the spiritual life of Mexico. Despite the triumphal vocabulary, the work gives a thorough orientation to the subject of the veneration of millions of people. 140 Marti, Samuel. The Virgin of Guadalupe and Juan Diego (Historical Guide to Guadalupe). Mexico: Euroamericanas, 1973. A bilingual history of the apparitions of the Virgin Mary. The work includes photographs and prints of places associated with the apparitions as well as photographs of portions of significant documents. Parish, Helen Rand. Our Lady of Guadalupe. N.Y.: Viking Press, 1955. A simple, illustrated narrative of the apparitions of Guadalupe. An appropriate book for young readers. Smith, Jody Brant. The Image of Guadalupe. N.Y.: Doubleday, 1983. An historical and scientific review of the image of Guadalupe. Included are accounts of the infra-red photographic studies of the tilma, or cloak, and computer-enhanced studies of images discovered in the eyes of the figure. The author (who is not a Catholic) concludes, in light of these studies, that the “Image of Guadalupe is indeed a miracle.” Watson, Simone, O.S.B. The Cult of Our Lady of Guadalupe: A Historical Study. Collegeville, Minnesota: Liturgical Press, 1964. An analytical documentation of the history of Guadalupe. Also contains an objective investigation of miracles attributed to Mary’s intervention and the Holy See’s approbation of the cult. 141 La edición se terminó de imprimir el 08 de junio de 2002, fiesta del Inmaculado Corazón de la Virgen, en la imprenta JC. Lima, Perú.