Hoja de Vida Coautoras Autora 1 Nombre(s) y apellido(s): Marisabel Osorno Cardona Título académico más reciente: Trabajadora Social – Universidad de Antioquia Afiliación institucional y cargo actual: Trabajadora Social Comfama Estudios en curso: Especialización tecnológica en Gerencia de proyectos (actualmente) Publicaciones en revistas indexadas internacionalmente: Ninguna Dirección electrónica: marisabel.osorno@gmail.com Identificación: 43.993.080 Autora 2 Nombre(s) y apellido(s) July Andrea Restrepo Ríos Título académico más reciente: Trabajadora Social – Universidad de Antioquia Afiliación institucional y cargo actual: Trabajadora Social Hospital Pablo Tobón Uribe Estudios en curso: Ninguno Publicaciones en revistas indexadas internacionalmente: Ninguna Dirección electrónica: julyreri8619@gmail.com, julyreri8619@hotmail.com Identificación: 1.039.446.334 Autora 3 Nombre(s) y apellido(s): Zuly Maure Sánchez Muñetón Título académico más reciente. Trabajadora Social - Universidad de Antioquia Afiliación institucional y cargo actual. Analista Social Empresa de Apuestas GANA 1 Estudios en curso: Ninguno Publicaciones en revistas indexadas internacionalmente: Ninguna Dirección electrónica. zulymauresm@gmail.com.co Identificación. 43.916.573 Autora 4 Nombre(s) y apellido(s) Yenny Marcela Torres Cardona Título académico más reciente: Trabajadora Social – Universidad de Antioquia Afiliación institucional y cargo actual: Profesional Jurídica, Unidad de Derechos Humano, Gobernación de Antioquia. Estudios en curso: Ninguno Publicaciones en revistas indexadas internacionalmente: Ninguna Dirección electrónica: samarch9@gmail.com Identificación: 1.020.403.043 2 SOCIALIZACIÓN DE HOMBRES Y MUJERES EN GRUPOS ARMADOS: LA CONSTRUCCIÓN DE UN ARMA DE GUERRA* “SOCIALIZATION OF MEN AND WOMEN IN ARMED GROUPS: BUILDING A WAR WEAPON” Marisabel Osorno Cardona** July Andrea Restrepo Ríos*** Zuly Maure Sánchez Muñetón**** Marcela Torres Cardona***** Resumen Este artículo está construido en dos partes una primera que nos habla de los procesos de socialización al interior de los grupos armados; es decir, la manera cómo son formados hombres y mujeres para la guerra, haciendo un paralelo entre los roles que son cumplidos por cada uno de los géneros y además se hace ** Trabajadora Social de la Universidad de Antioquia, Medellín Colombia, marisabel.osorno@gmail.com *** Trabajadora Social de la Universidad de Antioquia, Medellín-Colombia, julyreri8619@gmail.com **** Trabajadora Social de la Universidad de Antioquia, Medellín-Colombia, zulymauresm@gmail.com ***** Trabajadora Social de la Universidad de Antioquia, Medellín-Colombia, samarch9@gmail.com 3 una descripción de lo que son las normas y las relaciones de poder al interior de estas instituciones. En segundo lugar el artículo se acerca al tema de diversidad sexual en las instituciones totales asuntos de misoginia y homofobia como prácticas cotidianas y de guerra al interior de los grupos armados, aquí se describe la masculinidad hegemónica como único modelo a seguir en la formación de figuras guerreras tanto para hombres como para mujeres. Palabras claves: Socialización, conflicto armado, masculinidad, feminidad, relaciones de poder. Summary This article is built in two parts the first who speaks of the processes socialization into armed groups, it means, the way men are formed and women for war, drawing a parallel between the roles that are fulfilled by each gender and also a description of what the rules are and the power relations within these institutions. Second, the article approaches the issue of sexual diversity in total institutions misogyny and homophobia issues as war and everyday practices within the 4 armed groups here described hegemonic masculinity as the only model in the formation of warrior figures for both men and women. Keywords: Socialization, armed conflict, masculinity, femininity, power relations. Introducción Involucrar el componente de género en el análisis del conflicto implica no sólo el abordaje de los impactos y las respuestas diferenciales de cada uno de los géneros, sino también una mirada a la forma como en el ordenamiento social se estructuran las relaciones entre los géneros y los mecanismos de ejercicio del poder que estas comportan, las cuales posibilitan la reproducción cultural y, simultáneamente, la resistencia a ordenamientos inequitativos que limitan el despliegue de las potencialidades de los actores sociales y de sus organizaciones. (Cifuentes 2009, 138) Este artículo es una extensión de la investigación “Los imaginarios de mi masculinidad: acercamiento a la construcción de masculinidad de hombres excombatientes”, esta vez se quiere hacer un énfasis especial en dos aspectos presentes de manera permanente en los grupos armados: los procesos de 5 socialización para la guerra a hombres y mujeres por un lado y por el otro la misoginia y la homofobia como formas de suprimir todo aquello que no se parece o acerca a lo masculino intentado responder someramente a los siguientes cuestionamientos: ¿Cómo conciben los actores armados la feminidad y la masculinidad? ¿Cómo usan ciertas representaciones de la feminidad y la masculinidad para regular las sociedades bajo su dominio? ¿Qué papeles desempeñan hombres y mujeres en la organización? ¿Cuentan hombres y mujeres con los mismos recursos, capacidades, destrezas para resistir? Hombres y mujeres, ¿resisten de la misma manera o existen diferencias marcadas por el género? 1. Roles en el Conflicto Armado La socialización la comprendemos como el proceso que determina la formación, el ser, el quehacer y la identidad de la persona socializada, desde Berger y Luckman este “proceso es valorado en dos etapas (…) la socialización primaria es la primera por la que el individuo atraviesa la niñez (…) la socialización secundaria es cualquier proceso posterior que induce al individuo ya socializado a nuevos sectores del mundo objetivo de su sociedad (…)”.(1987,166) Para efectos del presente artículo nos detendremos en la segunda etapa,puesto que la socialización secundaria comprende un proceso que para las 6 y los sujetos se determina a través de unas aristas propias del contexto y del interés específico de cada institución. La socialización es entonces un proceso moldeador de figuras y mentes, que propician la identidad de la persona socializada, al hablar de una institución armada no se debe dejar de lado esta concepción puesto que “la socialización secundaria es la internalización de "submundos" institucionales o basados sobre instituciones.”(Berger, Lukcmann, 1987, 174).Y es a través de este proceso que se promueven ciertos roles y se estructuran a través de unos requerimientos propios del interés institucional. Con lo anterior consideramos que la socialización en una organización armada requiere de una formación propia para un contexto militar, el lenguaje y las acciones se encaminan hacia un adiestramiento que fomenta la generación o el fortalecimiento de unos roles claramente definidos para la construcción de combatientes. (…)La socialización secundaria requiere la adquisición de vocabularios específicos de "roles" (…) ((Berger, Lukcmann, 1987, 175).Se crea un moldeamiento psicológico y una construcción de un cuerpo, los cuales evidencian similitudes en diferentes grupos armados propios del contexto militar colombiano. Por tanto las instituciones totales en Colombia como Fuerzas Armadas Revolucionario de Colombia (FARC), las Autodefensas Unidas de Colombia 7 (AUC) y del grupo armado legal Servicio militar obligatorio(SMO) han cumplido un papel de gran importancia en los procesos de socialización secundaria de estos sujetos. Es uno de esos “submundos” institucionales, en los que las y los soldados han adquirido papeles específicos, establecidos en el proceso de socialización que viven allí, y en los cuales les han sido inculcados actitudes, valores y principios “propios” para “hombres” en un contexto de guerra, a través de la reproducción de una ideología militarista, de entrenamientos físicos y moldeamientos psicológicos, mediante el establecimiento contundente de relaciones de poder y jerarquías, asuntos claves para mantener el ritmo de la guerra con sujetos formados para el combate permanente. Figura guerrera, estructuración de la masculinidad en el modelo patriarcal como figura del triunfo El entrenamiento es una constante reproducción de la masculinidad en el modelo patriarcal como fundamento para la formación en la guerra, y esto se funda así porque “las fuerzas armadas se rigen bajo el modelo de códigos y roles del patriarcado, en donde predomina un sistema de relaciones en torno al autoritarismo y las jerarquías.” (Castañeda, 2005, 60) situación no muy ajena a los modelos de las organizaciones armadas ilegales. (Osorno et al. 2011) 8 Puesto que el fin último de las organizaciones armadas (legales o ilegales), ha de ser mantener la supremacía sea a través de la soberanía legítima, la lucha por ideologías, el poder o el narcotráfico, entre otros. Es claro que todos han de propender por esa figura única que histórica y culturalmente ha proporcionado la idea del “triunfo” y esta es la figura viril, como lo manifiesta Bourdieu“(…) la virilidad, entendida como capacidad reproductora, sexual y social, pero también como aptitud para el combate y para el ejercicio de la violencia (…)” (2000, 68). Esta concepción de la virilidad al interior de las instituciones consolida unos roles específicos para hombres al igual que para mujeres, es por eso que dentro de las organizaciones armadas legales e ilegales que operan en Colombia, las relaciones de poder y las jerarquías allí instauradas, dejan claro una relación de género, basadas en unos roles, donde en ciertos momentos se hace manifiesto el poder y para otros u otras se manifiesta la sumisión y plena obediencia. Las relaciones de poder se contienen, circulan y se transforman en los saberes, los discursos, en las prácticas sociales de las instituciones, en su normatividad y en su identidad como componentes de las relaciones sociales establecidas entre unos y otros, es por eso que “(…) el género involucra el conjunto de saberes, discursos, prácticas sociales y relaciones de poder que dan 9 contenido específico a las relaciones e influyen en nuestra conducta. El concepto se relaciona con el cuerpo sexuado, con la sexualidad y con las diferencias (físicas, socioeconómicas, culturales y políticas) entre los sexos histórica y contextualmente establecidas (Cifuentes, 2009,133) En el sistema militarista y particularmente en las instituciones militares “la ideología militar se sustenta en un conjunto de valores basados en las jerarquías y autoritarismo, lo que implica la distribución de roles y funciones correspondiente con los estereotipos de género tradicional”(Castañeda, 2005, 58), pues todo lo que se haga dentro de la organización militar tiene que pasar por la aprobación del superior, quien es el que toma las decisiones que concierne a sus combatientes, incluso sobre sus vidas emocionales y personales. Lo que más llama la atención en este proceso estructurador de personalidades a través de las relaciones de poder es cómo hombres y mujeres asumen como propio, y por estas personas dicho, “natural del ser hombre” en una organización armada, es decir, hay una aceptación de un rol propio para el contexto de guerra, en donde para los hombres se reafirma una masculinidad hegemónica (en ciertos casos castrante de emociones) y para las mujeres se reafirma una figura derivada de la virilidad, en donde ésta demuestra “verraquera”, fuerza y que está a la altura del hombre, tarea inacabada pues el hombre jamás podrá estar a la altura de la mujer. Situación vivenciada en 10 cualquier variados contextos de guerra, Elise Barth en Eritrea logró identificar que las mujeres participantes en las luchas armadas más que evidenciar nuevos roles daban cuenta de que sus actuaciones eran las de hombres y como tal se referenciaban. (Barth, 2005, 19) Para hombres y mujeres combatientes en cada organización armada y de acuerdo a su normatividad, se crea un espacio de construcción de cualidades que encaje en el contexto de conflicto, donde cada quien desde sus particularidades tanto de hombres como mujeres terminan inmersos hacia un mismo objetivo y es ser fuerte y poderoso frente a la guerra. Al hombre por sus cualidades de fuerza y resistencia se le exige conservar la figura de “varón”, él cual tiene como virtud el poder yla fuerza anulando así cualquier pensamiento de debilidad, es por eso que durante el contexto en el que se desenvuelve no hay tiempo de quejarse o expresar cualquier otra cosa que muestre debilidad, jamás se admitirá que llore o que manifieste no tener la fortaleza para continuar, puesto que el entrenamiento está diseñado para forjar “hombres” y como tal debe comportarse, por tanto la dureza, la fuerza, la valentía y la responsabilidad allí serán cualidades que estarán siempre presente durante su formación guerrera. El entrenamiento basado en los lineamientos de la concepción patriarcal y militarista de la masculinidad, se manifiesta como una estrategia de guerra en 11 donde se da todo por demostrar constantemente que se tiene poder, resistencia, en donde pareciera que el “privilegio” masculino permite victorias y triunfos. Sin embargo, al momento de poner en escena las necesidades de los hombres y no de la guerra se hace evidente que, “el privilegio masculino no deja de ser una trampa y encuentra su contrapartida en la tensión y la contención permanentes, a veces llevadas al absurdo, que impone en cada hombre el deber de afirmar en cualquier circunstancia su virilidad.” (Bourdieu, 2000, 68) Por otro lado, el cuerpo de las mujeres en el conflicto se disciplina, pasa a estar sujeto a las decisiones jerárquicas del grupo y se convierte en espacio donde se libran ciertas luchas por el predominio militar. El cuerpo se convierte allí en un ámbito fundamental de ejercicio del poder y del mantenimiento de las relaciones de género que sustentan en este espacio. La mujer que hace parte del conflicto armado como combatiente, durante su preparación no puede pensar como mujer, su mente y su acción debe estar sujeta al pensamiento masculino, pues la mujer está en la obligación de demostrar que es tan fuerte como para estar a nivel de un hombre en la guerra, puespara este contexto, sirve siempre y cuando demuestre calidad y cualidades del ser masculino en la denominación del sistema patriarcal instaurado en la instituciones totales. 12 Es por eso que las diversas formas de militarizar el cuerpo de las mujeres y su realidad simbólica son coherentes con el patriarcado, a través del cual se ostenta la supremacía del poder militar, máxima expresión del poder masculino, del poder del “héroe” que conquista, domina y reafirma el triunfo del guerrero. (Mujer y conflicto armado, 2010, 22) El entrenamiento proporciona herramientas para la guerra, dichas herramientas están establecidas por una consolidación de una figura triunfal, la figura viril, “(…) la virilidad, entendida como capacidad reproductora, sexual y social, pero también como aptitud para el combate y para el ejercicio de la violencia (…)” (Bourdieu, 2000, 68). Así, la mujer no tiene una figura viril, pero sí, una derivada de la “verraquera” la cual anclada a la virilidad, en este contexto da victorias y supremacía. En el contexto de guerra, el cuerpo de las mujeres se ubica como un territorio en el cual se desarrolla el poder de la cultura patriarcal, las relaciones de poder allí marcan al sujeto y lo someten a la negación, por tanto será fuerza útil cuando es productivo y subordinado en la guerra. 2. Hegemonía de la Institución Heterosexual: la supresión de lo que no es “masculino” a. Diversidad Sexual en los Ejércitos 13 La homofobia no es odio a la homosexualidad y a los homosexuales, la homofobia es el temor, es la ansiedad, el miedo al homoerotismo, al deseo y el placer erótico con personas del mismo sexo (…) La homofobia es una práctica institucionalizada que consiste en violentar la vida de los demás en violentar nuestra capacidad y potencialidades humanas. Tenemos miedo a nuestros semejantes, esa es la raíz más profunda y personal de la homofobia (Núñez 1999, 121) Culturalmente se han establecido unos parámetros que determinan el deber ser del ejercicio de la sexualidad tanto para hombres como para mujeres, todo comportamiento que este fuera de estos parámetros es calificado de impropio, inmoral, antinatural, inaceptable. En ese sentido se espera de una mujer que sea femenina, dócil, esposa, madre y que su objeto de deseo esté vinculado directamente con una persona del sexo opuesto, y de un hombre que sea un macho, capaz de conquistar un número incalculable de mujeres y que su objeto de deseo no se desvié en ningún momento. (Osorno et al. 2011) Cuando un hombre y una mujer al interior de una institución que participa del conflicto armado bien sea ejército, paramilitares o guerrilla no asume estos parámetros se genera un rechazo colectivo por parte de estas instituciones que siguen considerando que el mundo es heterosexual y no 14 homosexual, es lo que se llama el heterosexismo o la “hegemonía de la institución heterosexual” que, (…) constituye una situación política en la que la heterosexualidad es presentada y percibida como natural, moral, práctica y superior a cualquier otra opción no heterosexual. Esta institución produce comportamientos específicos que se traducen en una forma de ejercer la sexualidad, muchas veces influida por el miedo y la culpa, lo que se traduce en una situación permanente de violencia. (Cruz 2011) En la guerra aunque cueste creerlo a las alturas de nuestra época, se ha construido de manera histórica una visión vertical y absolutamente determinante sobre la sexualidad de los hombres y las mujeres que participan de ella. Los integrantes efectivos hombres o mujeres comparten la visión del “heterosexismo”; así, la identidad sexual de hombres gay y mujeres lesbianas se convierte en una situación desafiante para ellos y la institución, dado que sus formas de ser hombres y mujeres no se acomodan al sistema patriarcal razón por la cual son estigmatizados, menospreciados y más aún puestos en una categoría inferior a la que pueden ocupar mujeres y niños en la jerarquía de un ejército ilegal. (Osorno et al. 2011) 15 El interés de los grupos armados que participan de la guerra es mantener el orden “natural” de las cosas, el orden socialmente aprobado que ubica a hombres y mujeres en papeles separados pero fundamentales para el sostenimiento del sistema patriarcal que validan y refuerzan dentro de sus instituciones y que castra toda posibilidad de relaciones homoeróticas entre hombres o entre mujeres. En grupos armados como la guerrilla o los paramilitares se incluye a esta minoría dentro de las listas negras, hombres y mujeres cuya identidad sexual es diferente son objetivos claves a la hora de hacer lo que en Colombia se reconoce como limpiezas sociales “homicidio de pequeños delincuentes, prostitutas y otras personas consideradas bajo su lógica socialmente indeseables” (Amnistía Internacional, 2004) Claro está que cada grupo tiene una estrategia distinta para “suprimir” lo que es estorboso a la heterosexualidad, todo lo que amenaza, pone en riesgo o en “ridículo”; así mientras los grupos paramilitares utilizan las “limpiezas sociales” los grupos guerrilleros utilizan el de “ajusticiar” pero básicamente lo que hacen es lo mismo, negar lo diverso, lo diferente, lo que es distinto, otras formas de sentir y de ver el mundo de la sexualidad. La homosexualidad es vista principalmente por grupos armados ilegales como peligrosa, cuyos actos son reprochables, se maneja la idea de que es una 16 condición “anormal” o patológica que puede contagiarse como si se tratase de un virus, por ello se hace limpieza social, porque entre ellos existe miedo, temor colectivo a la propagación de la homosexualidad y más la inserción de la misma al interior de sus filas. El paramilitarismo colombiano construyó la concepción de que los hombres homosexuales son seres sin valor, corruptores de menores, por lo que imponen normas que buscan mantener la heterosexualidad negando la diversidad sexual, “Los rígidos estereotipos de género, que exacerban la violencia contra las mujeres en Colombia, también han puesto en el punto de mira de paramilitares y guerrilla a lesbianas, hombres gay y personas que se considera que sufren VIH/Sida” (Amnistía Internacional, 2004) En cuanto a los grupos guerrilleros, el imaginario existente frente a esta población no varía mucho con respecto a la visión de los grupos paramilitares, las personas con identidad sexual diferente son vistas como hombres y mujeres que actúan inadecuadamente, que tienen una debilidad y por ello constituyen un mal ejemplo para la sociedad, por lo que entre el 2002 y el 2006, cerca de 397 personas, al año, fueron desaparecidas o asesinadas por las guerrillas. (Comisión Colombiana de Juristas 2007) 17 La insurgencia de derecha o izquierda impone normas de conducta en la población civil con una buena carga homofóbica, (…) los grupos armados compiten por demostrar quién puede eliminar más eficazmente a los considerados “indeseables” o “raros”. El hecho que tanto las guerrillas como los paramilitares hayan puesto en el punto de mira a los mismos sectores, como las trabajadoras sexuales o los homosexuales, en su intento de ganar “legitimidad” ante la población, es señal de que la discriminación contra estos sectores está muy arraigada en Colombia. (Amnistía Internacional 2004) b. La traición del patriarcado La percepción que se tiene de la homosexualidad masculina en el conflicto armado está llena de prejuicios al ser considerada una masculinidad subordinada, (Osorno et al. 2011) La homosexualidad masculina es más castigada, provoca rupturas y es problemática en el orden social patriarcal. El lesbianismo hasta hace poco permanecía no sólo en el silencio sino en la invisibilidad y negación absoluta; (…) La homosexualidad masculina por el contrario, más señalada, vigilada y sancionada, se ubica quizá en el lugar más degradante de la escala social, ocupa un lugar más devaluado que las mujeres, representa a los traidores del patriarcado. (Cruz 2011) 18 En el sistema patriarcal, los hombres tienen en común su condición de privilegio y de poder; sin embargo, entre ellos también existen jerarquías, los que dominan y quienes son dominados, los hombres heterosexuales son quienes ostentan mayor poder, esto “(...) ubica las masculinidades homosexuales en la parte más baja de una jerarquía de género entre los hombres” (Connell, s.f, 11) se constituyen en traidores del patriarcado porque habiendo nacido hombres y por tanto en condiciones de privilegio se feminizan convirtiendo a otro hombre en su objeto de deseo. (Osorno et al. 2011) Las relaciones de poder de la sociedad se vuelven un principio constitutivo de las dinámicas de la personalidad al ser adoptadas como proyectos personales, sea reconocido así o no. Lo que se produce a nivel social es un proyecto colectivo de opresión. (Connell, 1987, 215). Con las mujeres es distinto, porque la cultura no controla ni inhibe las expresiones afectivas entre mujeres, como sí lo hace con los hombres; a las mujeres no se les prohíbe el beso, el abrazo, la cercanía; a los hombres sí. Aunque las mujeres lesbianas son vistas por estos grupos en su interior como impostoras por pretender ocupar con otra mujer el lugar que por “derecho” le corresponde a un hombre como heredero del patriarcado y se les cuestiona su rol de género e incluso puede llegar a cuestionárseles que se vean masculinas o 19 varoniles tal parece que su lesbianismo se hace más tolerable que la condición de hombre homosexual al interior de un grupo armado. c. Misoginia: terror por lo femenino El machismo, la misoginia y la homofobia están estrechamente vinculados todos son la expresión de formas de dominio masculino patriarcal, tanto la homofobia como la misoginia muestran un desprecio y descalificación por lo que no se identifica como la imagen que se tiene de lo masculino y junto con el machismo son la evidencia del sexismo que en nuestra cultura puede debelarse sutil e imperceptiblemente, o de manera explícita, contundente e innegable. (Osorno et al. 2011) (…) la homofobia y la misoginia son producto de una forma de organización de los sujetos, de sus identidades de género, sobretodo de un modelo dominante de masculinidad basado en la represión y menosprecio de las dimensiones placenteras y afectivas, amorosas, y en el privilegio de valores como la fuerza, la invulnerabilidad, la autosuficiencia emotiva, la racionalidad; y de una red institucional que la normaliza y apoya. (Núñez 2007, 7-8) La misoginia se entiende como “la actitud de odio, aversión y desprecio de los hombres hacia las mujeres” (Bosch, 1999, 9) esta es visible cuando a través de “la sobre-valoración de los hombres y lo masculino se interioriza y 20 subvalora a las mujeres y a lo femenino.” (Merentes, 2008) en ella se invisibiliza a las mujeres y se justifica todo tipo de agresiones físicas, sicológicas y morales. En los grupos armados hablar bajo, despacio o con voz leve es hablar como una mujer, ser una gallina, un niña, todo aquello que se acerca a lo femenino es despreciable, un insulto y evitarlo es una forma de reafirmar la masculinidad. En cuanto a las de mujeres al interior de los grupos armados se les niega su condición de mujeres en la guerra obviando su condición física, biológica y e incluso comportamental, obligándolas a convertirse y ser como hombres es un acto fehaciente de la supresión de lo femenino por tanto se evidencia la presencia de la misoginia. Ya sea en su capacidad tradicional y tal vez estereotípica como esposas y madres, o en sus roles como agresoras y simpatizantes de un conflicto, las mujeres continúan experimentando discriminación, debido a las desiguales estructuras de poder que rigen sus relaciones con los hombres. (El Jack, 2003) En las instituciones totales, lo único permitido es aquello que parece o se ve “masculino”, el adjetivo de “femenino” causa terror en las filas, es la vergüenza, el desprestigio en una organización de “varones” en la que hasta las 21 mujeres lo son, a ellas se les adoctrina igual que a los hombres, compiten y combaten igual, aunque a la mujer, además de combatir le corresponden otras funciones clasificadas en lo femenino como labores de la cocina, enfermería e incluso servicios sexuales para los hombres de las filas, lo que implica que las mujeres cumplan ambos roles femenino-masculino siempre que las necesidades de estos grupos lo ameriten, por lo que podemos decir que para el combate se le es “suprimida”, negada su condición de mujeres, sin embargo para aquellas labores no dignas de un combatiente como la cocina, el cuidado de heridos, entre otras. Referencias. Barth, E. 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Los imaginarios de mi masculinidad, acercamiento a la construcción de masculinidad de hombres excombatientes. Medellín: Universidad de Antioquia. Cibergrafía Amnistia Internacional. (s.f.)“Colombia cuerpos marcados, crímenes silenciado. violencia sexual contra las mujeres en el marco del conflicto armado”. Recuperado de http://elistas.egrupos.net/cgibin/eGruposDMime.cgi?K9D9K9Q8L8xumopxCudnuwjeqywkluCSSTTCvthC noqdy-qlhhyCSXQbgb7. 23 Connell. R. W. (s.f.). La organización social de la masculinidad. Recuperado de http://www.cholonautas.edu.pe/modulos/biblioteca2.php?IdDocumento=0079. Cruz Sierra, S. (s.f). Masculinidad y Diversidad Sexual. Recuperado de http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/paginas/reportesalvadorcruz.htm El Jack, A. (2003) Género y Conflictos Armados. Institute of Development Studies. Recuperado de http://www.cholonautas.edu.pe/modulos/biblioteca2.php?IdDocumento=0335. Merentes, J. R. (2008). Relación entre Machismo, Misoginia y Homofobia. 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