Mejorar las condiciones de trabajo de las trabajadoras tiene un efecto domino El acceso de las trabajadoras a la capacitación, la asistencia médica y el cuidado de niños tiene un efecto que va más allá del lugar de trabajo. Opinión | 11 de marzo de 2014 Por Dan Rees, Director de Better_Work Las prendas de vestir de todo el mundo están confeccionadas sobre todo por mujeres que por lo general son jóvenes, con poca instrucción y viven en el mundo en desarrollo. Se ha demostrado que es necesario mejorar considerablemente las condiciones de trabajo en toda la industria de la confección. Sin embargo, estos empleos son importantes. El trabajo remunerado en las fábricas puede constituir una mejor alternativa para los trabajadores que las otras opciones disponibles, como el trabajo no remunerado en la agricultura o el trabajo doméstico. ¿Pero es un catalizador para que las mujeres adquieran autonomía o tengan una vida mejor? Con el programa Better Work, un proyecto conjunto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Corporación Financiera Internacional (CFI), estamos presentes en más de 900 fábricas de la confección, que emplean a un millón de trabajadores en Camboya, Vietnam, Lesoto, Nicaragua, Haití, Jordania e Indonesia y, gracias a un programa que será implementado en breve, en Bangladesh. Nuestras investigaciones más recientes sobre Vietnam muestran que, para una mujer, un empleo en la industria de la confección es una evolución positiva, pero no puede por sí mismo dar lugar al empoderamiento o a la igualdad. En los últimos años se han constatado mejoras en la industria de Vietnam pero, como ocurre con frecuencia, las mujeres han quedado rezagadas. Alrededor de 80 por ciento de los 700.000 trabajadores de las fábricas en Vietnam son mujeres. Por lo general, son costureras o auxiliares, mientras que lo hombres habitualmente ocupan cargos más altos, mejor remunerados, como cortadores o mecánicos, y los hombres tienen tres veces más probabilidades que las mujeres de ser supervisores. Las mujeres generalmente tienen que trabajar jornadas más largas que los hombres y tienen menos posibilidades de obtener un ascenso o de recibir formación (aún cuando trabajan en la fábrica desde hace más tiempo que los hombres). Además, el estado de salud de las mujeres es peor y el salario por hora (excluyendo los beneficios) es, en promedio, alrededor de 85 por ciento del de los hombres. Las trabajadoras de la confección vietnamitas también tienen menos tiempo libre que los hombres, a causa de las dinámicas de género y terminan por trabajar a tiempo completo y a la vez mantienen todas sus responsabilidades en el hogar. Estas conclusiones son desalentadoras, pero al mismo tiempo representan una enorme oportunidad de desarrollo. Ofrecer buenas condiciones de trabajo para las mujeres tiene un impacto que se extiende mucho más allá de la fábrica. El estudio del FMI muestra que algunos países pierden hasta 27 por ciento del crecimiento per capita debido a las desigualdades de género en el mercado laboral. Mejorar las condiciones de trabajo de las mujeres tiene un efecto dominó, que produce mayores inversiones en la salud y la educación de los niños y en los ingresos de los hogares. Por ejemplo, en Vietnam, las remesas familiares de los trabajadores en las fábricas donde estamos presentes aumentan con el tiempo: 70 por ciento de los trabajadores envían dinero a la familia, y las mujeres envían 24 por ciento más que los hombres. Es justo mejorar los medios de vida de los trabajadores de la industria de la confección. Pero, en última instancia, el empleo en las fábricas no será un medio para empoderar a las mujeres a menos que las desventajas, que con frecuencia enfrentan, no sean enfrentadas sin rodeos. El trabajo remunerado puede y debería crear oportunidades para que las mujeres realicen sus derechos, expresen sus opiniones y desarrollen sus capacidades. Sabemos qué funciona Una gran parte de la fuerza de trabajo femenina de las fábricas tiene niños pequeños y los servicios de salud y de atención a la infancia pueden ofrecerles el apoyo indispensable y ser rentable desde el punto de vista comercial. Una fábrica en Vietnam, que estableció una guardería y un centro de salud para los trabajadores, constató que esta inversión redujo la rotación de personal y el absentismo, contribuyó a reducir los conflictos laborales, a reducir los costos y a sostener la productividad durante varios años. Además la iniciativa WINVEST de la CFIrecolectó y mostró nuevas pruebas de los beneficios que las empresas obtienen de la inversión a favor de las mujeres y de remover los obstáculos que impiden su participación plena en el lugar de trabajo. Las mujeres deben tener acceso a organizaciones sindicales independientes que les proporcionen autonomía y representen sus decisiones e intereses en el lugar de trabajo. Los sindicatos deben ser capaces de formar, organizar y de negociar a nombre de los trabajadores. Los obstáculos que se lo impiden deben ser eliminados. Según sus propias declaraciones, las organizaciones de trabajadores también tienen que dedicar mayores esfuerzos para representar mejor a las trabajadoras. Una comunicación y una negociación fructíferas entre la dirección y el personal son indispensables para un lugar de trabajo productivo y seguro. Por ejemplo, nosotros ofrecemos asesoría y formación, para dotar a los supervisores con las competencias para resolver conflictos y para que los trabajadores y los gerentes negocien soluciones que beneficien a ambos. Nuestra formación también está dirigida a futuros formadores, y contribuye a promover a las mujeres jóvenes en cargos de responsabilidad dentro de sus lugares de trabajo. Existe una enorme oportunidad que aprovechar, desde el punto de vista comercial y de desarrollo, al invertir en buenos empleos para las mujeres con el apoyo que necesitan para hacer realidad sus derechos y su pleno potencial en el lugar de trabajo. Sabemos lo que hay que hacer. ¡Hagámozlo!