RESPONSABILIDAD PENAL POR LA COMISIÓN IMPRUDENTE DE INCENDIOS FORESTALES Y OTRAS ZONAS DE VALOR ECOLÓGICO Miguel Olmedo Cardenete Catedrático de Derecho penal Universidad de Granada SUMARIO: I. INTRODUCCIÓN Y DELIMITACIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO. II. ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD POR IMPRUDENCIA EN LOS INCENDIOS FORESTALES. 1. La «gravedad» de la imprudencia como criterio limitativo de la responsabilidad por los incendios forestales. 2. Criterios para medir la gravedad de la infracción del deber de cuidado en los delitos de incendios forestales. III. INCENDIOS FORESTALES CON PELIGRO PARA LA VIDA O INTEGRIDAD FÍSICA DE LAS PERSONAS. I. INTRODUCCIÓN Y DELIMITACIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO El objeto del presente trabajo viene determinado por el análisis del art. 358 CP en relación con algunos de los artículos contenidos en la sección 2ª del Capítulo II (Incendios), del Título XVII (Delitos contra la seguridad colectiva), dedicada a los incendios forestales, así como en relación también con el delito tipificado en el art. 356 CP que da contenido exclusivo a la sección 3ª del mismo Capítulo y que va destinado a criminalizar también los incendios en zonas de vegetación no forestal. De conformidad con el art. 358 CP, pues, «el que por imprudencia grave provocare alguno de los delitos de incendio penados en las secciones anteriores, será castigado con la pena inferior en grado, a las respectivamente previstas para cada supuesto». La remisión, en principio, se realiza globalmente a todos los artículos contenidos en las cuatro secciones anteriores (arts. 351-357 CP), aunque tratándose el art. 358 CP de una norma dirigida a sancionar comportamientos imprudentes, resulta claro que algunos de los preceptos contenidos en las secciones abarcadas por el reenvío no resultan de aplicación por estar vinculadas con comportamientos eminentemente dolosos. Así sucede con el tipo agravado contenido en el art. 353.2 CP («también se impondrán dichas penas en su mitad superior cuando el autor actúe para obtener un beneficio económico con los efectos derivados del incendio») y con el art. 355 CP, por tener también este precepto la misma ratio legis destinada a sancionar especialmente aquellos incendios que tengan una finalidad especulativa con la calificación del suelo. El art. 358 CP se limita a sancionar aquellos incendios que se perpetren «por imprudencia grave», por lo que quedan fuera de la esfera penal aquellos que simplemente se causen por imprudencia leve, sin perjuicio de la eventual responsabilidad administrativa que de los hechos pudiera derivarse. II. ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD POR IMPRUDENCIA EN LOS INCENDIOS FORESTALES 1. La «gravedad» de la imprudencia como criterio limitativo de la responsabilidad por los incendios forestales Como primera cuestión a tratar en relación con los criterios a seguir para apreciar la responsabilidad por negligencia prevista en el art. 358 CP, debe mencionarse la propia modalidad de imprudencia prevista por dicho precepto, esto es, únicamente aquella que por su naturaleza y circunstancias pueda considerarse como «grave». La SAP de A Coruña, de 28 de febrero de 2011, viene a recordarnos, precisamente en un supuesto de incendio forestal, los elementos que con carácter general son exigibles a un comportamiento por imprudencia grave para que éste adquiera relevancia penal: «la imprudencia grave –señala la resolución citada- consiste en la omisión de las más elementales reglas de cautela o diligencia exigibles en la realización de la actividad; o dicho de otro modo, la imprudencia grave se caracteriza por imprevisiones que sean fácilmente asequibles o vulgarmente previsibles, por la desatención grosera relevante de lo que es exigible a cualquier persona que se halle en sus mismas circunstancias y realice esa actividad, por la falta de adopción de las precauciones más elementales y rudimentarias o la ausencia de absoluta cautela, mientras que en la leve, por eliminación, el autor sólo podría evitar el riesgo con la adopción de medidas más complejas». Este criterio, por tanto, ya debe de por sí conducir a una aplicación restrictiva del art. 358 CP y limitarlo a los casos en los que no se adoptan las más mínimas medidas de precaución en el contexto en el que se desenvuelve la conducta a enjuiciar. 2. Criterios para medir la gravedad de la infracción del deber de cuidado en los delitos de incendios forestales De la jurisprudencia analizada, en su mayoría procedente de distintas Audiencias Provinciales por el marco punitivo del delito, y en la mayoría de los supuestos por quemas ilegales de rastrojos u otros residuos agrícolas, se deducen distintos criterios a tener en cuenta a la hora de analizar la gravedad de la conducta y, por tanto, su eventual trascendencia penal a efectos del art. 358 CP. En este sentido, debe mencionarse, en primer lugar, la importancia que normalmente se le da al hecho de si el sujeto ha obtenido o no la oportuna autorización administrativa para realizar la quema controlada que, finalmente, desencadena el incendio. Dado que se trata de competencias atribuidas a Comunidades Autónomas, resulta necesario remitirse a la correspondiente normativa regional. En el caso de Andalucía, por ejemplo, debe tenerse en cuenta el Decreto 247/2.001, de 13 de noviembre, modificado por Decreto 371/2010, de 14 de septiembre, por el que se aprueba el Plan de Emergencia por Incendios Forestales de Andalucía. En este sentido, el art. 14.1 del primer texto reglamentario citado, dispone que «la quema de matorral, pastos y residuos procedentes de tratamientos selvícolas, fitosanitarios y otros trabajos forestales, así como la quema de rastrojos o residuos en labores agrícolas que se realicen en Zona de Influencia Forestal requieren autorización administrativa debidamente motivada, en la que se fijarán las condiciones de ejecución de la quema, y que será dictada previa solicitud del interesado». Sin embargo, la SAP de Granada, de 24 de septiembre de 2010, declara irrelevante la ausencia de autorización administrativa para la realización de una quema controlada, en relación con el incendio forestal propagado: «Por lo que se refiere –afirma dicho Tribunal- a la falta de solicitud de la autorización administrativa para quemar residuos agrícolas, ninguna trascendencia que se haya dado a conocer parece haber tenido en relación con el hecho enjuiciado, sin perjuicio, claro está, de la responsabilidad administrativa que dicha infracción haya podido originar». En cambio, la SAP de Pontevedra, de 7 de febrero de 2010, sí considera la ausencia de autorización administrativa como un elemento determinante de la responsabilidad por imprudencia. A nuestro juicio, la cuestión de si existió o no autorización administrativa, sin embargo, sí puede revestir importancia, en la medida en que la comunicación de la autorización debe ir acompañada de las instrucciones a seguir para evitar la propagación del incendio1. Así sucede con la SAP de Lugo de 10 de marzo de 2011, en la que se consideró relevante el hecho de que «el acusado manifestaba que desconocía que tenía que acompañarle otra persona, y que se había ido del lugar cuando no quedaban rastrojos ni humos, constando en las actuaciones unos formatos-tipo de comunicación, habilitantes para quema de rastrojos, que el acusado (a la vista de sus declaraciones) no reconoce haber recibido». Desde luego que hay casos en los que, admitiéndose una simple autorización telefónica2, este elemento será prácticamente irrelevante, pero desde luego que en los supuestos en los que al sujeto se le notifiquen fehacientemente las condiciones en las que debe realizar la actividad peligrosa, éstas sí pueden jugar un papel relevante a los efectos de determinar la existencia o no de negligencia. Otro de los elementos a tener en cuenta es la temporada o estación del año en la que se realiza la conducta. Especialmente si se lleva a cabo en verano, coincidiendo además en días o jornadas con temperaturas muy elevadas, en las que administrativamente se declara la existencia de un alto riesgo de incendio3, desde luego que esta circunstancia se debe considerar trascendental a la hora de enjuiciar los hechos. La existencia o ausencia de viento es también relevante como elemento circunstancial de estos delitos. Al respecto puede hacerse mención, por ejemplo, de la SAP de Granada, de 24 de septiembre de 2010, que estima relevante para la absolución dictada la no acreditación, entre otras circunstancias, de la velocidad del viento. En general, puede decirse que el conocimiento de una meteorología desfavorable es calificada como elemento que puede determinar la existencia de esta modalidad de imprudencia: «ello por sí solo no es suficiente como para poder ser calificada de grave 1 Como ocurre, por ejemplo, con la normativa autonómica andaluza puesto que el art. 14.1 del Decreto 247/2001, dispone que en la resolución autorizante «se fijarán las condiciones de ejecución de la quema». 2 Véase, por ejemplo, la SAP de Lugo de 10 de marzo de 2011, que se conforma con una simple autorización telefónica realizada por la Guardia Civil. 3 La STS enjuicia un hecho en el que se tuvo en cuenta la existencia de «un índice de peligro de incendio de prealerta». la imprudencia, como habría ocurrido, por ejemplo, si el acusado hubiera tenido previo conocimiento de un estado atmosférico que impidiera la práctica de este tipo de actividades» (SAP de A Coruña de 28 de febrero de 2011). El lugar en el que se lleva a cabo la quema también puede ser trascendente, pues debe tratarse de zonas eventualmente accesibles para los servicios de extinción de incendios para el caso de que la quema se descontrole. Relacionado también con este último elemento circunstancial, debe señalarse como dato a valorar el hecho de que el acusado no haya procedido a realizar una limpieza previa del lugar donde va a proceder a la quema. En este sentido se pronuncia la SAP de A Coruña de 7 de marzo de 2011: «En anteriores sentencias hemos considerado que la falta de limpieza previa de la franja situada alrededor de la superficie a quemar constituye negligencia de las penalmente típicas a efectos del art. 358 del Código Penal (vid. las sentencias de 22 de mayo de 2008 o 21 de septiembre de 2007) cuando, como ocurre en este caso, existe arbolado de fácil combustión en las proximidades del lugar de la quema». Relacionada, asimismo, con el lugar de la quema, se ha apuntado que es una circunstancia a tener en cuenta el hecho de no disponer de un foco de agua cercano para evitar la propagación del incendio (SAP de A Coruña de 28 de febrero de 2011) o bien «no hacer un cortafuegos en el perímetro de la quema» (SAP de Pontevedra, de 7 de febrero de 2010). Como elementos de prevención vinculados al control personal del fuego pueden citarse como elementos a tener en cuenta tanto el hecho de no recurrir a otras personas para cuidar de los distintos focos dispuestos para la quema o bien marcharse del lugar sin cerciorarse que el fuego estaba totalmente extinguido (SAP de Pontevedra, de 7 de febrero de 2010). También la limitada o reducida importancia del resultado producido es tenida en cuenta para desechar la responsabilidad criminal por el incendio forestal: «la escasa trascendencia que, afortunadamente, tuvieron los hechos, estima la Sala que la conducta del hoy recurrente, D. Marcelino, no llegó a integrar el tipo penal por el que viene condenado», al no ser claramente reconocible en su acción imprudente la gravedad que se requiere para la conformación del delito, y sí únicamente un descuido básico, perceptible sólo a partir de un esmerado juicio de experiencia (SAP de Granada, de 24 de septiembre de 2010, que enjuició un caso en el que únicamente quedaron afectadas por el incendio 0'64 Hectáreas de matorral y monte bajo). Más adecuado parece dogmáticamente4 el criterio empleado por la SAP de Pontevedra, de 7 de febrero de 2010, que únicamente otorga relevancia de la menor entidad del daño causado al ámbito de la fijación de la pena: «No obstante se debe considerar que no se produjeron perjuicios a otras personas y que los distintos conceptos de estimación del impacto ambiental son en general inapreciables y desde luego, no se afectó ningún espacio natural protegido, y por tanto debe ser más proporcionada la pena de multa impuesta». Debe destacarse, asimismo, la toma en consideración en el marco de la imprudencia de elementos que inciden, no en la ausencia de diligencia por parte del sujeto, sino en la misma evitabilidad del resultado: La SAP de Granada, de 24 de septiembre de 2010, declaró relevante la producción del «efecto chimenea: el propio instructor del atestado inicial, agente de la Policía Nacional […l] manifestó en el acto del juicio que no se explicaba cómo el fuego prendió por allí, quizás por efecto chimenea, en tanto que el agente de Medio Ambiente Sr. Luciano admitió que ese denominado efecto chimenea puede no conocerlo toda la gente»5. Finalmente, por tratarse de circunstancias que pueden influir en el análisis de la conducta a enjuiciar, no nos resistimos a reproducir algunos de los requisitos que la normativa administrativa exige para proceder a realizar quemas controladas de rastrojos y otros residuos agrícolas. Y así, en primer lugar, para la quema de matorral y pastos, exige el art. 15 del Decreto 247/2001, de 13 de noviembre, que «la ejecución de quemas 4 Y ello porque la gravedad del resultado producido no está vinculada necesariamente al grado de negligencia del autor, como lo demuestra el hecho de que un incendio puede tener un origen fortuito y ser, sin embargo, de dimensiones catastróficas. 5 Respecto al denominado «efecto chimenea» se ha dicho que «Un fenómeno que se observa de vez en cuando en los incendios forestales consiste en el desarrollo rápido de un frente de llamas, cuya velocidad de propagación aumenta de forma súbita. Este aumento de intensidad se acompaña por corrientes de aire muy fuertes que cogen por sorpresa a aquellos que se encuentren en los alrededores y que ha sido la causa de muchos accidentes fatales en todo el mundo. Este fenómeno, que ocurre en particular en desfiladeros o en laderas con una pendiente acusada, es conocido comúnmente por “efecto chimenea” debido a la aspiración de aire que es inducida por el propio fuego, tal y como ocurre en una chimenea», XAVIER VIEGAS, D.: «Comportamiento eruptivo de un incendio forestal», documento accesible en la siguiente dirección electrónica: http://es.scribd.com/doc/14071204/Fuego-Eruptivo-Efecto-chimenea de matorral y pastos deberá cumplir las siguientes normas dirigidas a la protección de los montes, de acuerdo con criterios de eficacia y seguridad: a) Contar con una línea perimetral de defensa, limpia de todo material vegetal hasta suelo mineral, con una anchura de cuatro veces la altura máxima de la estructura del matorral presente y que como mínimo será de 4 metros. Dicha dimensión se ajustará a las condiciones propias de la parcela a quemar, pudiendo ampliarse la distancia de seguridad en función del porcentaje de pendiente y de la densidad de arbolado que acompañe al matorral, debiendo la solicitud incluir la justificación técnica del ajuste que fuera necesario realizar. b) Los restos vegetales de la limpieza perimetral serán ubicados en la parte exterior de la línea perimetral de defensa, nunca en el borde interior. c) La parcela de quema deberá quedar fraccionada en unidades de quema de superficie inferior a 4 hectáreas. d) La ejecución de la quema deberá comenzar después de la salida del sol y quedar concluida antes de las catorce horas y no podrá realizarse en sábados, domingos ni días festivos. e) No se podrá iniciar la quema cuando las condiciones meteorológicas puedan ser contrarias al desarrollo seguro y la evolución controlada de la línea de fuego en el interior de la unidad de quema». En segundo lugar, en relación con las quemas de residuos forestales, dispone el art. 16 del mismo Texto reglamentario que «la ejecución de quemas de residuos procedentes de las actividades vinculadas a trabajos forestales y tratamientos preventivos contra incendios forestales, se realizará con sujeción a las siguientes normas: a) Con carácter general, la acumulación de residuos a quemar deberá ser realizada por pilas, de forma que la ejecución de la quema sea discontinua en el espacio. La concentración de restos en la pila se sujeta a dos límites: Una altura máxima de 2 metros en la vertical y un radio mínimo, para dicha altura, de 4 metros desde la posición vertical libres de todo material. Para alturas inferiores el radio se reducirá en la misma proporción. b) La acumulación de restos de forma lineal y por filas paralelas podrá realizarse cuando la superficie posea menos de un tercio de cobertura arbórea y con suelo ralo. De existir escasa representación de vegetación en pie, la superficie donde se vaya a ejecutar la quema deberá quedar envuelta por una línea perimetral de defensa, debiendo quedar la primera acumulación lineal a más de dos veces la altura de ésta. c) La ejecución de la quema deberá comenzar después de la salida del sol y quedar concluida antes de las catorce horas y no podrá realizarse en sábados, domingos ni días festivos. d) La autorización administrativa fijará las limitaciones por motivos meteorológicos». Por último, para actividades realizadas en zonas de influencia forestal (que pueden hacer que se propague el incendio a las mismas y, por tanto, hacer eventualmente aplicable el art. 358 CP) dispone el art. 17 del citado Decreto que «1. La quema se sujeta a las siguientes normas: a) Se establecerá una vigilancia permanente, que no podrá ser retirada hasta 2 horas después de que hubieran desaparecido las últimas llamas y brasas. b) En ningún caso podrá realizarse la quema si el viento sopla hacia edificios, masas arboladas, matorrales, arbustos o cualquier otro espacio en que el fuego pueda entrañar peligro de producir daños graves. Del mismo modo, no podrán efectuarse quemas en días en los que el viento sople, en cualquier dirección, con fuerza grado 3 -flojo- según la escala de Beaufort y cuyos efectos apreciables son hojas y ramas en continuo movimiento. c) De interrumpirse la quema o de no poder realizarse por las circunstancias descritas en el apartado anterior, ésta se reanudará o iniciará el primer día en que dejen de concurrir dichas circunstancias, teniendo en cuenta lo previsto en la letra d) y, en su caso, en el apartado 4 del presente artículo. d) La quema deberá iniciarse después de la salida del sol y finalizar antes de las 14 horas, no pudiendo realizarse en sábados, domingos y festivos. 2. En el caso de cultivos herbáceos se observarán además las siguientes condiciones: a) Las quemas se fraccionarán en lotes de una superficie máxima de 10 hectáreas, estableciéndose un cortafuegos perimetral para cada lote de al menos 10 metros de anchura. b) La vigilancia contará, al menos, con una persona por cada 10 hectáreas o fracción a quemar. c) Deberá disponerse de un tractor provisto de grada y de una dotación mínima de agua de 250 litros por cada 10 hectáreas o fracción a quemar, que permita sofocar la quema con seguridad en cualquier momento». Naturalmente que los criterios de rango puramente reglamentario que se han reproducido no deben servir ni como catálogo cerrado ni como requisitos normativos determinantes de una eventual responsabilidad penal por el incendio forestal cometido, pero su análisis sí puede suministrar indicios sobre la presencia o ausencia de negligencia (necesariamente grave, en cualquier caso) en la conducta a valorar. III. INCENDIOS FORESTALES CON PELIGRO PARA LA VIDA O INTEGRIDAD FÍSICA DE LAS PERSONAS De acuerdo con el párrafo segundo del art. 352 CP, «si ha existido peligro para la vida o integridad física de las personas, se castigará el hecho conforme a lo dispuesto en el artículo 351, imponiéndose, en todo caso, la pena de multa de doce a veinticuatro meses». Estos supuestos, dada la penalidad del precepto al que se remiten, se canalizan a través de procedimiento ordinario y permiten, por tanto, el acceso a la casación. Precisamente un caso de esta naturaleza fue enjuiciado por la STS de 31 de enero de 20056, que confirma una condena de cinco años de prisión impuesta por la Audiencia Provincial de Alicante, al extenderse el fuego que obliga a tener «que ser desalojadas unas doscientas personas de unos sesenta chalets, que se hallaban en las parcelas colindantes al lugar del incendio, al existir peligro de propagarse el fuego a los 6 Los hechos probados de la sentencia son los siguientes: «El procesado Aurelio […] el día 23 de junio de 1.999, alrededor de las 14,30 horas y estando en posesión plena de sus facultades mentales y volitivas, realizó un ritual, coincidiendo con el solsticio de verano (Noche de San Juan), en un pinar existente en un barranco de la partida Las Galeras, en el rodapié de la Sierra de Bernia, término municipal de Altea, Partido Judicial de Benidorm. Para ello utilizó velas que dispuso en tres puntos, formando un triángulo y las encendió con desprecio de las más elementales condiciones objetivas de seguridad establecidas para el uso del fuego en el monte, al usar el fuego en contacto directo con el suelo cubierto por vegetación forestal en esa época del verano, y con condiciones meteorológicas adversas para ello, al existir un índice de peligro de incendio de prealerta, por la brisa existente, de 15 kms./hora de velocidad, de componente Este, temperatura de 19º y una humedad relativa de 82%. Consecuencia de ello provocó un incendio forestal que afectó a tres hectáreas de superficie forestal compuesta de pinar adulto y pimpollar de pino carrasco (pinus halepnsis) en espesura completa; y aliagas (ulex parviflorus) romeros (Rosmarinues officinales), aladiernos (Rhamnues alaternus) y palmitos (Chamaerops humilis), siendo significativo el espesor de la capa de mantillo acicular. El fuego se propagó, empujado por la brisa de levante, llegando a superar la barrera que suponía la Autopista A-7, extendiéndose el fuego por un pequeño túnel de la autopista mencionada, llegando hasta el barranco "El Agua", teniendo que ser desalojadas unas doscientas personas de unos sesenta chalets, que se hallaban en las parcelas colindantes al lugar del incendio, al existir peligro de propagarse el fuego a los inmuebles, no resultando ninguna persona herida» inmuebles, no resultando ninguna persona herida». La resolución deja claro que para apreciar el tipo agravado de riesgo para la vida o salud de las personas «no es necesario un peligro necesario y concreto, sino potencial o abstracto». Algo más matizable resulta la afirmación contenida en la citada resolución atinente a que el peligro que con el incendio se origina para las personas debe ser «conocido y asumido por el autor». Que debe ser conocido, es evidente, pues de lo contrario la presencia de un error de tipo referido a una circunstancia agravante de la infracción excluiría la operatividad de la cualificación (art. 14.2 CP). El problema radica en la interpretación que debe suministrarse a la afirmación consistente en que el peligro para la vida o salud también de ser «asumido» por el sujeto. La STS de 31 de enero de 2005 se remite en este punto a la STS 13 de marzo de 2001, aunque en esta última sentencia, que se refiere además a un supuesto de incendio en bienes propios de una vivienda que afectó a los pisos colindantes de la planta de un edificio, se limita a señalar que «basta conocer que se trataba de un edificio habitado, lo que, por la importancia del fuego, lleva consigo conocer las posibilidades de propagación a lugares donde había otras personas». No habla nada, pues, de que el riesgo conocido deba ser asumido por el autor, circunstancia que sin duda conduce al pantanoso ámbito de la distinción entre imprudencia consciente y dolo eventual. En cualquier caso, al limitarse el presente trabajo al análisis de la responsabilidad por imprudencia con ocasión de incendios forestales y otras zonas de vegetación, resulta evidente que para la condena por el subtipo agravado basta con acreditar el conocimiento por parte del sujeto activo de las circunstancias de peligro extraordinarias concurrentes (peligro de propagación a lugares habitados o transitados por personas) y la infracción del deber de cuidado objetivo que le era exigible.