Tratamiento farmacológico de la enfermedad de Alzheimer

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CAPÍTULO 23: TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO DE LA ENFERMEDAD
DE ALZHEIMER
Auora: Anna Frank García
INTRODUCCIÓN
El abordaje del tratamiento farmacológico de la demencia desde una
perspectiva amplia nos conduciría a tener que considerar el tratamiento de las
demencias
degenerativas
primarias
y
también
el
de
las
demencias
secundarias. Puesto que los avances de los últimos tiempos han permitido
abandonar las actitudes nihilistas con respecto al tratamiento de la enfermedad
de Alzheimer (EA) y los ensayos clínicos con diversos compuestos están
sentando las bases para continuar recorriendo un camino esperanzador, vamos
a circunscribirnos a comentar aquí las tendencias actuales en el tratamiento
farmacológico de esta última. Como se puede apreciar en la tabla I, existen
más de medio centenar de compuestos farmacológicos involucrados en el
tratamiento de la EA. Algunos ya están comercializados y su eficacia está
reconocida, mientras que la mayor parte de ellos están todavía en fase de
estudio.
Es obvio que el tratamiento deberá ser individualizado para cada paciente que
se presente en nuestra consulta en demanda de ayuda. Para ello será
necesario establecer una estrategia global, donde el primer paso consistirá en
establecer un diagnóstico certero, no sólo de la enfermedad, sino también del
estadío evolutivo y de la situación sociosanitaria [1, 4].
Es sabido que el diagnóstico definitivo de la enfermedad, según los criterios
NINCDS-ADRDA, se basa en la constatación histopatológica de las lesiones
cerebrales características que permiten diferenciar la EA de otras demencias
[5]. Las lesiones comienzan, fundamentalmente, en los núcleos subcorticales
colinérgicos: el núcleo basal de Meynert, el septum medial y la banda diagonal
de Broca, y se extienden también al córtex entorrinal, sobre todo a la corteza
hipocampal CA1, y a amplias zonas de la corteza cerebral asociativa en
regiones
fronto-parieto-temporales
[6].
Estas
lesiones,
resumidamente,
consisten en: la acumulación de material amiloide en las paredes vasculares, el
depósito de proteína b-amiloide formando placas seniles [7], la degeneración
neurofibrilar a consecuencia de la hiperfosforilación de la proteína Tau de los
microtúbulos neuronales, la degeneración granulovacuolar hipocampal, los
cuerpos de Hirano y la pérdida de neuronas y dendritas, con la consiguiente
reducción del número de sinapsis [8]. La presencia de todas estas lesiones
está relacionada con varios procesos patogénicos, aún no bien conocidos,
entre los que, sin duda, se encuentran el depósito de proteína ß-amiloide que
juega un papel primordial, así como la hiperfosforilación de la proteína Tau en
los microtúbulos neuronales, ciertos posibles procesos inflamatorios en células
microgliales, mecanismos de neurotoxicidad secundaria a la presencia de
radicales libres y otros posibles mecanismos de capital importancia en el
desarrollo global de la EA.
Desde un punto de vista simplificador, podemos dividir este complicado
entramado de factores etiológicos y mecanismos patogénicos en tres
apartados: en primer lugar, las causas primarias responsables, es decir, los
mecanismos etiológicos que son el punto de partida de la EA; en segundo
lugar, los mecanismos patogénicos que provocan la progresividad de la
enfermedad y, por fin, las consecuencias derivadas de tales lesiones una vez
establecidas, es decir, de los mecanismos fisiopatológicos directamente
involucrados en el desarrollo y empeoramiento de los síntomas de la EA: déficit
cognitivos (mnésicos, lenguaje, praxias, gnosias) y no cognitivos (trastornos
neuropsiquiátricos, afectivos y neuroconductuales).
Todos ellos son la expresión final de la alteración de múltiples sistemas de
neurotransmisión, de los cuales, sin duda, el más característico es el de la
acetilcolina (ACh), si bien también se alteran otros como los de la serotonina,
noradrenalina, somatostatina, etc. [9].
Es muy probable que el inicio de estos procesos etiológicos y fisiopatológicos
ocurra en unas etapas netamente preclínicas, cuando todavía el sujeto no
muestra ninguna manifestación de la EA. Su evolución progresiva va a
determinar, a partir de un momento dado, el inicio de los síntomas que
permitirán llegar al diagnóstico clínico de la EA, a ser posible en una etapa
precoz. Posteriormente, los daños histológicos y los defectos en los sistemas
de neurotransmisión cerebral serán los responsables de la historia natural de la
EA que conduce de un modo inexorable a la muerte.
Así pues, a falta de un tratamiento curativo en el momento actual, el enfoque
terapéutico de la EA podría clasificarse de una forma didáctica en tres
apartados: tratamiento preventivo, estabilizador y sintomático (tabla II).
TRATAMIENTO PREVENTIVO DE LAS DEMENCIAS
Sería aquél que lograse evitar la puesta en marcha de la enfermedad. Desde
luego, constituye todavía un gran desafío ya que, en el presente, no existe
ningún tratamiento preventivo definitivo. Ello es lógico si nos detenemos a
analizar el desconocimiento que existe acerca de los factores etiológicos de la
EA.
Sin lugar a dudas, aparte de la edad avanzada, que constituye el principal
factor de riesgo conocido y condiciona mecanismos de apoptosis y de pérdida
neuronal, hay otros factores que, probablemente, deben ejercer papeles
causales importantes y/o determinantes. Entre ellos cabe mencionar los
mecanismos genéticos subyacentes en casos familiares de inicio temprano
(mutaciones en genes de APP, PS-1, PS-2) y casos esporádicos de inico tardío
(polimorfismos del gen APOE y otros, como el gen de la a2-macroglobulina,
gen del receptor de las proteínas de baja densidad, etc.) [10, 13].
Así pues, no es imposible que en un futuro más o menos cercano puedan
desarrollarse fármacos capaces de corregir tales defectos y sentar las bases
del tratamiento preventivo de la EA. Estos tratamientos podrían consistir en
terapias génicas que permitan sustituir el gen mutante por otro sano, o bien,
anular el efecto del polimorfismo regulador del gen APOE sobre su expresión.
Sin embargo, no hay que olvidar que, seguramente, existen otros factores –
genéticos y ambientales– todavía desconocidos y debemos remarcar que, hoy
día, estos planteamientos terapéuticos no pasan de ser meras hipótesis de
trabajo de investigación. En definitiva, en el momento presente todavía no
podemos hablar de existencia de tratamiento preventivo contra la EA.
TRATAMIENTO ESTABILIZADOR
Podríamos definirlo como aquél que lograse detener o enlentecer los procesos
patogénicos responsables de las lesiones histopatológicas y, por lo tanto, de la
muerte neuronal y la pérdida de las conexiones sinápticas interneuronales.
El tratamiento estabilizador también constituye otro gran desafío, y existe un
enorme interés por su consecución, como lo demuestra el gran número de
ensayos clínicos que se están llevando a cabo en la actualidad y cuyos
enfoques son diversos (tabla III). A continuación mencionamos algunos
ejemplos:
Fármacos anti-amiloide
Estudios recientes, in vitro y con ratones transgénicos (manipulados
genéticamente con proteínas mutantes humanas de proteína precursora del
amiloide (APP) o de presenilinas y desarrollan un modelo de enfermedad
parecido al de la EA) están aportando interesantes evidencias sobre el efecto
neurotóxico que el depósito de proteína ß-amiloide es capaz de ejercer sobre
las neuronas. En este contexto, tal vez se puedan producir avances
terapéuticos, en un futuro a medio plazo, mediante la utilización de fármacos
que impidan el depósito de esta sustancia, reduciendo la formación de las
placas seniles. Parece ser que el mecanismo por el cual la APP se transforma
en péptido ß-amiloide, es a través de la acción de proteasas específicas
(secretasas). Cuando la que interviene es la a-secretasa, la APP se transforma
en péptido soluble, que no da lugar a efectos perjudiciales. Sin embargo,
cuando actúan la ß- y la g-secretasa, el péptido ß-amiloide resultante es más
largo (40-42 aminoácidos) y, al acumularse, es responsable de la formación de
placas seniles y del efecto neurotóxico. Por lo tanto, una diana terapéutica
consistirá en desarrollar inhibidores de ß- y g-secretasas con el fin de desplazar
la acción enzimática hacia la a-secretasa. En esta misma línea de investigación
también se están estudiando los efectos de la aplicación crónica de agonistas
colinérgicos en cultivos de células, ya que parece que éstos son capaces de
potenciar la vía enzimática de la a-secretasa [14]. Asimismo, como parece que
la acumulación de proteína ApoE ejerce por sí misma también un efecto
neurotóxico y facilita el del péptido ß-amiloide, otra posible diana terapéutica
consistiría en buscar fármacos capaces de inhibir el acúmulo de proteína ApoE.
Recientemente se han llevado a cabo experimentos con ratones transgénicos,
a los que se les inmunizó con fragmentos de proteína ß-amiloide. Al cabo de
unos meses se observó que estos roedores no habían desarrollado placas
amiloides, a diferencia de un grupo control de ratones igualmente transgénicos,
que no habían sido inmunizados [15]. Estos experimentos sugieren que la
inmunización con proteína ß-amiloide podría constituir una posible vía
terapéutica contra la EA, pero no debemos olvidar que todavía esto no es
aplicable en humanos, aparte de que también ignoramos hasta qué punto el
depósito de amiloide es causa o efecto de un proceso etiopatogénico más
complejo.
Fármacos anti Tau
Aparte del depósito de péptido ß-amiloide, otro punto clave en la patogenia de
la EA lo constituyen los ovillos neurofibrilares. De hecho, se ha hallado una
fuerte correlación entre el número de ovillos neurofibrilares corticales y la
intensidad del deterioro cognitivo, mientras que tal relación no se ha
evidenciado con el número de placas seniles.
Sabeluzol, un derivado del benzotiazol, se encuentra entre los fármacos que
bloquean in vitro la hiperfosforilación de la proteína Tau y que, por lo tanto,
podrían interferir con la formación de los mismos. Algunos estudios han hallado
mejoría en la memoria de pacientes con epilepsia tratados con este fármaco y,
aunque ello ha abierto ciertas expectativas sobre su posible utilización en la
EA, no hay datos concluyentes que aporten evidencia de su posible efecto
beneficioso y, según parece, se han interrumpido los estudios con este fármaco
en EA.
Fármacos antiinflamatorios
Agentes antiinflamatorios no esteroideos (AINES)
Observaciones de estudios epidemiológicos, en los que se constataba que la
prevalencia de EA entre pacientes con enfermedades reumatológicas tratados
crónicamente con AINES era significativamente inferior a la de la población
general [16], sirvieron de punto de partida para llevar a cabo algunos ensayos
terapéuticos con indometacina, sin lograr demostrar claros beneficios y, por el
contrario sí un alto número de efectos secundarios [17]. No obstante, se siguen
hallando evidencias que parecen demostrar ciertos mecanismos inflamatorios
en la patogenia de la EA, por lo que estudiar los efectos de este tipo de
tratamiento continúa siendo motivo de interés [18] y en una publicación reciente
de un metaanálisis de 17 estudios epidemiológicos, se demuestra que el riesgo
relativo de desarrollo de EA se reduce hasta en un 50% en algunos de ellos
[19].
Actualmente se está investigando el posible papel preventivo de una nueva
generación de AINES, los inhibidores selectivos de la ciclo-oxigenasa 2 (COX2). Se sabe que la ciclo-oxigenasa, también llamada prostaglandina sintetasa,
presente en la inflamación, posee dos isoformas, la COX-1 y la COX-2. Esta
última es de origen neural y de capital importancia en el proceso inflamatorio;
además, se encuentra sobreexpresada en cerebros de pacientes con EA en
comparación con cerebros de sujetos control y se postula que podría
desempeñar un papel decisivo en la neurodegeneración [20]. Por ello, la
inhibición selectiva de la COX-2 podría ejercer una acción neuroprotectora en
la EA. Es muy importante resaltar el hecho de que los inhibidores de la COX-2,
al ser selectivos y no modificar la acción de la COX-1, no producen muchos
menos efectos secundarios gastrointestinales, a diferencia de los AINES
tradicionales. Hay varios estudios en marcha que analizan la eficacia de
inhibidores de COX-2 para frenar la evolución de EA y también para retrasar su
inicio en pacientes con trastorno cognitivo leve.
Corticoesteroides
También se está investigando la acción de la prednisona, al suponer que ésta
puede actuar contra las citokinas y la activación del complemento y la microglía
más eficazmente que los AINES. Hace escaso tiempo que se ha finalizado un
estudio con prednisona, sin que por el momento estén disponibles los
resultados [21].
Fármacos antioxidantes
Deprenilo y vitamina E
Es sabido que en la EA existe un considerable incremento de actividad de la
monoaminooxidasa-B (MAO-B) cerebral, claramente superior al que cabría
esperar por efecto simple de la edad. Este aumento de MAO-B origina un
incremento de la deaminación oxidativa de monoaminas, con la subsiguiente
formación de peróxidos de hidrógeno y otros radicales libres resultantes de la
peroxidación lipídica, que dañan la membrana neuronal, rompiendo su
integridad [22]. El sistema nervioso central (SNC) es particularmente vulnerable
a la peroxidación lipídica, debido a su elevada concentración de lípidos, y
estudios in vitro han demostrado que la proteína ß-amiloide es capaz de
generar radicales libres en células en cultivo.
La vitamina E (a-tocoferol) es una vitamina liposoluble capaz de bloquear la
peroxidación lipídica, y el l-deprenilo (selegilina) es un IMAO-B. Ambos
fármacos poseen, por lo tanto, acción antioxidante.
En estudios in vitro se han logrado paliar los efectos neurotóxicos del péptido
ß-amiloide mediante la modulación de los efectos oxidantes de los radicales
libres con fármacos como la vitamina E, entre otros. Es más, la vitamina E
promueve un aumento de la supervivencia de neuronas hipocámpicas in vitro y
puede restaurar la función de neuronas colinérgicas de cerebros de ratas [23],
por lo que también ejercería una acción neuroprotectora.
Estudios con l-deprenilo han suscitado un interés creciente en el tratamiento de
la EA. Hay numerosos ensayos clínicos y se puede decir que, en general, los
resultados han sido modestos [24, 25].
Hay que destacar un ensayo terapéutico a doble ciego, controlado con placebo,
de dos años de duración, en pacientes con EA moderada o severa llevado a
cabo con l-deprenilo en dosis de 10 mg/día y vitamina E en dosis de
2000UI/día. Los resultados demostraron que la eficacia de cada fármaco por
separado o en combinación era superior a la del placebo y eran capaces de
mejorar
la
supervivencia
global
de
los
pacientes,
de
retrasar
su
institucionalización y retrasar la pérdida de habilidades para actividades
básicas de la vida diaria, aunque en ausencia de claros beneficios sobre las
funciones cognitivas [26]. La publicación de este estudio ha modificado la
práctica clínica en los Estados Unidos de América y muchas personas con EA
son tratadas con vitamina E. Actualmente hay estudios en marcha para evaluar
la eficacia de la vitamina E en el retraso de la conversión del trastorno cognitivo
leve en demencia.
Lazabemida
La lazabemida es otro IMAO-B que ejerce acción antioxidante y que se estudió
en un ensayo clínico, sin que se pudiera demostrar su eficacia para alterar el
curso de la EA, por lo que al parecer los resultados no han llegado a publicarse
[27].
Rifampicina
La rifampicina es otro fármaco que tal vez resulte eficaz porque posee
propiedades antioxidantes al ser un eliminador de radicales libres in vitro [28].
Idebenone y coenzima Q
Se ha podido comprobar en algunos estudios que estos fármacos son capaces
de estimular in vitro la acción del factor neurotrófico neural o "Nerve Grow
Factor" (NGF), por lo que han sido objeto de algún ensayo terapéutico sin que
los resultados hayan demostrado beneficios de un modo concluyente [29].
Idebenone es una benzoquina relacionada estructuralmente con la coenzima
Q, cuyo mecanismo de acción se desconoce, aunque se especula que puede
ser un antioxidante al eliminar los radicales libres y al inhibir la peroxidación
lipídica. En un estudio con este fármaco, los enfermos con EA que recibieron
entre 90 y 360 mg parecían mejorar en ciertas escalas clínicas. Los efectos
secundarios consistieron en trastornos gastrointestinales, cefalea e irritabilidad
[30]. Actualmente se están llevando a cabo estudios en fase III en los Estados
Unidos.
Más recientemente se ha propuesto otro compuesto similar, el AIT-082 [31], sin
que hasta ahora se conozcan sus resultados.
Acetil-L-carnitina (ALCAR)
ALCAR es un agonista colinérgico parcial, supuestamente capaz de estabilizar
la membrana neuronal modificando la función mitocondrial mediante la
eliminación de la acumulación tóxica de ácidos grasos de cadena larga. Posee
también acción antioxidante al mitigar el daño producido por la acción de los
radicales libres.
Su acción terapéutica también ha sido estudiada y, los resultados no sólo no
fueron concluyentes, sino que, incluso, en los pacientes de más de 65 años, se
apreció un mayor empeoramiento entre los tratados que entre el grupo control y
sólo en un subgrupo de pacientes en los que la EA se inició a edad más joven y
que presentaban una progresión clínica más rápida el tratamiento resultó eficaz
[32].
Gingko biloba
El gingko biloba es un extracto derivado del árbol subtropical que lleva este
nombre y se cree que posee acción antioxidante. Hay unos pocos estudios que
sugieren que podría ser beneficioso en el tratamiento de la EA, pero la mayoría
están realizados en muestras con escaso número de pacientes. El estudio más
amplio [33] presentó un excesivo número de abandonos, por lo que se
cuestionan sus resultados.
Factores neurotróficos y fármacos neuroprotectores
Los factores neurotróficos son esenciales para el desarrollo y el mantenimiento
de las neuronas. Pueden rescatar neuronas tras axonotomía y atenúan los
efectos de ciertos tóxicos in vitro. Por ello se han propuesto como potenciales
agentes terapéuticos contra una gran variedad de enfermedades del SNC,
incluída la EA.
Factor de crecimiento neural (NGF)
El factor de crecimiento neural o "Nerve Grow Factor (NGF)" ha acaparado la
atención en los últimos años como posible tratamiento de la EA porque, según
parece, mejora la supervivencia de las neuronas colinérgicas [34]. No obstante,
es bastante difícil de administrar por el momento, ya que requiere la vía
intraventricular o en forma de "spray" nasal y se han producido algunas
complicaciones muy serias con su uso, como engrosamiento leptomeníngeo y
dolores en extremidades inferiores.
Propentofilina
También
podemos
mencionar
dentro
del
apartado
de
las
terapias
neuroprotectoras a la propentofilina (derivado de xantina), que ejerce una
posible acción beneficiosa en demencia vascular y en EA al inhibir la formación
de radicales libres y reducir las concentraciones de otro agente neurotóxico, el
glutamato [35]. Este fármaco parece que también mejora la liberación de ACh y
estimula la acción del NGF in vitro. Finalmente se ha descartado como fármaco
activo.
Estrógenos
La terapia estrogénica es otra vía de investigación actual que, en base a las
observaciones epidemiológicas de mujeres postmenopaúsicas, ha hecho
suponer que los estrógenos pueden tener efecto neurotrófico e incrementar la
transmisión de ACh en las células piramidales de la región CA1 del hipocampo
[36]. Cada vez parecen existir más evidencias que ponen de manifiesto que los
estrógenos juegan un papel importante en el funcionamiento cognitivo. En
localizaciones específicas de los cerebros tanto de hombres como de mujeres
hay neuronas sensibles a estrógenos. En núcleos del cerebro basal anterior,
cuyas neuronas degeneran en el curso de la EA, se han hallado receptores
para estradiol circulante. También se ha visto que receptores estrogénicos colocalizan con receptores de baja afinidad para el NGF en neuronas colinérgicas
del cerebro basal anterior [37]. También se ha comunicado que los estrógenos
regulan los receptores de N-metil-D-aspartato (NMDA) en el hipocampo [38].
En algunas mujeres postmenopáusicas se producen síntomas psicológicos que
incluyen
trastornos
de
atención,
concentración,
memoria,
alteraciones
emocionales como irritabilidad y depresión. Varios estudios han demostrado el
efecto beneficioso del tratamiento con estrógenos, revirtiendo la depresión en
dichas pacientes postmenopáusicas. Por otra parte, mujeres con EA que
recibían tratamiento hormonal sustitutivo (THS) puntuaron mejor en pruebas
cognitivas que otras mujeres de su misma edad también con EA, pero sin THS
[39]. Así, se piensa que el descenso de estrógenos relacionado con la edad
podría empeorar el proceso de pérdida neuronal y reducir el umbral para la
expresión clínica de los síntomas.
Los estudios que se han llevado a cabo en mujeres han sido heterogéneos en
lo que se refiere tanto a dosis, como combinaciones con progesterona,
duración, etc. Asimismo, los resultados son muy variables, ya que unos
estudios señalan claros beneficios mientras que otros no. Además, el tamaño
de la muestra ha sido, en general, escaso.
Existen varios ensayos clínicos con tratamiento estrogénico en EA en los que
los resultados señalan mejoría en aspectos cognitivos y emocionales,
concretamente, en atención, orientación, memoria, cálculo, ánimo e interacción
social [40]. No obstante, es obvio que sólamente son aplicables a mujeres
postmenopáusicas y, además, todavía no está determinado con exactitud el
riesgo de neoplasias a largo plazo derivado de su uso prolongado. Hay
actualmente dos estudios en marcha que prometen resultados más fiables que
los que hasta ahora ha habido. Uno de ellos está subvencionado por el Instituto
Nacional de Salud estadounidense y consiste en la administración de premarin
en
dosis
de
0,625
mg
o
1,25
mg
a
mujeres
postmenopáusicas
histerectomizadas. Se va a determinar tras un seguimiento de 1 año si la THS
mejora la cognición y si puede reducir la proporción de pacientes que tras ese
tiempo sufre deterioro cognitivo. El segundo estudio es muy interesante y tiene
por objetivo evaluar la eficacia de la THS en la prevención primaria de la EA.
Incluye más de 8.500 mujeres mayores de 64 años que no presentan ningún
indicio de trastorno cognitivo y se les va a realizar un seguimiento clínico de un
mínimo de 5 años [41].
En definitiva, todavía no se pueden establecer recomendaciones específicas
sobre la indicación de la terapia estrogénica para el tratamiento de la EA,
aunque los indicios que apuntan hacia un beneficio son cada vez más
consistentes.
Restauración de la hemostasis del calcio
Antagonistas del calcio
Se postula que uno de los posibles mecanismos de neurotoxicidad del depósito
del péptido ß-amiloide sería a través de la alteración de la homeostasis del
calcio neuronal. Con el fin de rescatar a estas neuronas de dicho efecto, surgió
la idea de utilizar antagonistas del calcio. Los resultados de estas terapias son
poco concluyentes y hay datos contradictorios. Unos estudios in vitro parecen
demostrar un efecto protector de la neurotoxicidad provocada por el depósito
de péptido ß-amiloide cuando a las neuronas en cultivo se las trata con
bloqueantes de los canales del calcio voltaje-dependientes [42]; sin embargo,
otros estudios no ofrecen resultados favorables [43].
Por su parte, los ensayos clínicos llevados a cabo con nimodipino en EA
tampoco han logrado demostrar ningún enlentecimiento de la progresión de la
enfermedad [44].
Modulación de la excitotoxicidad
Antagonistas de receptores de glutamato (NMDA)
Varios estudios han tratado de averiguar si se puede paliar la neurotoxicidad
del depósito de péptido ß-amiloide mediante la modulación de la excitotoxicidad
dependiente de los receptores de glutamato. Existe alguna evidencia favorable
basada en datos de estudios preclínicos, que apoyan un posible efecto con
Memantine en modelos animales de enfermedades neurodegenerativas,
incluida la EA. Así, varias compañías farmacéuticas están actualmente
interesadas en proseguir estos estudios y en desarrollar fármacos que sean
bien tolerados [45].
Sin embargo, otros resultados son escasamente alentadores, ya que en células
de hipocampo en cultivo, expuestas a la acción neurotóxica de péptido b
amilode, no se logró reducir la tasa de muerte neuronal al suministrar
antagonistas de receptores NMDA, tales como APV y MK 801 [27]. Así pues,
aunque en la EA se postula un efecto excitotóxico todavía son escasos los
ensayos clínicos que utilizan antagonistas de receptores NMDA / AMPA, por lo
que los posibles beneficios de estas terapias están aún por demostrar.
Así pues, en síntesis, podemos considerar que la eficacia real de todas estas
medidas terapéuticas englobadas en este apartado bajo el nombre genérico de
terapias estabilizadoras, no está demostrada en la actualidad, por lo que su
utilización sólo es justificable dentro de protocolos terapéuticos controlados.
TRATAMIENTO SINTOMÁTICO
Fármacos destinados a mantener las funciones cognitivas
Los resultados de los estudios de neurotransmisores en los últimos años
demuestran la importancia crucial que el déficit de la transmisión colinérgica
ejerce sobre las alteraciones de la memoria en la EA, hasta el punto de
considerar a la "hipótesis colinérgica" como el eje central de la enfermedad
[46]. Esto explica que los fármacos que palían este defecto son los que han
generado, hasta la fecha, las mayores esperanzas. Existen varios grupos de
fármacos que intentan restaurar la neurotransmisión colinérgica (tabla IV).
El uso de fármacos que pretenden mejorar el rendimiento cognitivo plantea
múltiples cuestiones complejas. Por ejemplo, cuáles deben ser los síntomas
diana para poder considerar que un tratamiento es verdaderamente eficaz; cuál
debe ser el diseño del estudio, la dosis óptima de fármaco, etc. Hasta ahora los
ensayos clínicos, en general, se han centrado sobre todo en los síntomas
cognitivos y, de ahora en adelante, seguramente se tendrá que poner más
énfasis en evaluar si enlentecen realmente la evolución (analizando si existe
retraso significativo en la necesidad de institucionalizar a los pacientes
tratados) y también en la evaluación de prevenir o, al menos, retrasar el inicio
de la enfermedad. Los estudios que se diseñen con tales fines deberán analizar
los efectos de estos fármacos a largo plazo, durante largos períodos de tiempo,
con series muy amplias de pacientes. Esto hará que dichos estudios sean
costosos, complicados y largos. No obstante, serán imprescindibles para
continuar ganando nuevas batallas en esta guerra que enfrenta a la comunidad
científica internacional y a los pacientes y sus familias contra la enfermedad de
Alzheimer.
Inhibidores de acetilcolinesterasa (IAChE)
Los IAChE están siendo ampliamente utilizados para intentar preservar la
cognición en la EA desde que se comercializó el primero de ellos –tacrina–
hace ya más de cuatro años.
Hasta hace no mucho, afirmábamos que su utilidad quedaba restringida a las
etapas iniciales de la enfermedad una vez comenzados los síntomas, puesto
que en estadios más avanzados carecían de eficacia, al no haber suficientes
neuronas colinérgicas indemnes. Sin embargo, existen ciertos indicios que
abren la posibilidad de que también ejerzan acción en etapas más avanzadas
porque parece que también pueden tener otros mecanismos de acción.
Además, se ha podido constatar que estos fármacos no sólo ejercen acción
sobre la cognición, sino que también mejoran síntomas conductuales
reduciendo la agitación la ansiedad y la apatía [47].
Hoy disponemos ya de tres fármacos comercializados, tacrina, donepezilo y
rivastigmina, que contrarrestan, en parte, tales déficit colinérgicos y pueden
lograr un enlentecimiento en la progresión del deterioro, tal y como han
demostrado los diferentes estudios al comparar sus efectos con placebo [18,
49, 50].
Aparte de ellos, están en desarrollo muchos otros fármacos que también
mejoran
la
transmisión
colinérgica,
como
otros
anticolinesterásicos
(metrifonate, galantamina, fisostigmina, eptastigmina, huperizina) (tabla IV).
En la mayoría de ensayos con estos fármacos la variable primaria de eficacia
ha sido la demostración de mejoría en las funciones cognitivas y, en general,
los estudios se han basado en dos tipos de escalas: la "Alzheimer´s Disease
Assessment Scale-Cognitive portion" (ADAS-Cog) y otra escala de Impresión
Clínica Global de cambio. La diferencia promediada entre los grupos de
pacientes que recibieron fármaco activo con respecto a los que recibieron
placebo al cabo de 6 meses resultó de 3-5 puntos más favorable al fármaco
activo en la ADAS-Cog. Estas diferencias indican que los IAChE proporcionan
aproximadamente un retraso de la curva evolutiva de la EA en torno a unos
seis meses, lo que implica una modesta estabilización de la enfermedad.
En una revisión sobre la eficacia con donepezilo se objetivó una mejoría
significativa con la dosis de 5 mg durante 24 semanas de 2,6 [1, 8, 3, 5] puntos
en la escala ADAS-Cog y una odds ratio de 2,4 [1, 6, 3, 4] en la Impresión
Clínica Global [51]. En otro estudio llevado a cabo con rivastigmina se indica
que, con las dosis máximas (entre 6 y 12 mg/día), la mejoría al cabo de 26
semanas fue de 2,4 [1, 6, 3, 8] puntos en ADAS-Cog y la odds ratio resultó de
2,4(1,6-3,8) en la impresión clínica global de cambio. En este grupo de
pacientes hubo bastantes abandonos a causa de los efectos secundarios [52].
En la tabla V se recogen algunas de las características farmacológicas de los
IAChE. Cabe destacar, además, que tanto tacrina como donepezilo y
rivastigmina precisan un período de ajuste de dosis al inicio del tratamiento
para evitar, en lo posible, la aparición de efectos secundarios, en su mayoría de
tipo muscarínico, tales como náuseas y vómitos, episodios diarreicos,
calambres musculares, etc. Si se utiliza tacrina se debe vigilar exhaustivamente
la
función
hepática
mediante
la
realización
seriada
de
análisis
de
transaminasas. Estadísticamente es a la sexta semana del inicio, cuando se
debe esperar la máxima elevación plasmática de estas enzimas. En el caso de
tacrina, existe una contraindicación absoluta de uso en pacientes con
insuficiencia hepática, y en todos los IAChE, en general, su uso está
contraindicado en casos de ulcus gastroduodenal activo, asma, enfermedad
pulmonar obstructiva reagudizada y arritmias y otros trastornos de la
conducción cardíaca, como la enfermedad del seno.
Aunque no pueden ni deben establecerse normas rígidas para el uso de estos
fármacos, ya que su manejo debe hacerse de forma individualizada, podemos
destacar algunos aspectos comunes a todos ellos y en la tabla VI se recogen
algunas recomendaciones que pueden ser de utilidad práctica.
La evidencia presente demuestra que los tratamientos basados en esta
hipótesis colinérgica son esencialmente tratamientos sintomáticos [53] y se
pueden plantear las siguientes reflexiones:
• Los efectos son modestos, aunque en algunos pacientes son más notorios.
• Hasta ahora no se han hecho estudios en estadios muy precoces o en los
más tardíos de la enfermedad.
• ¿Qué traducción real tienen los resultados favorables en las escalas
cognitivas o en la impresión clínica del investigador, sobre la situación real,
cotidiana del enfermo?
• Deberán establecerse grupos de trabajo de ámbito internacional para unificar
criterios y proponer guías terapéuticas, estudios de farmacoeconomía, y, tal
vez, seleccionar variables primarias de eficacia más "robustas", como es el
tiempo que transcurre hasta la institucionalización o hasta la dependencia
extrema.
Agonistas de receptores muscarínicos postsinápticos
Lógicamente, los agonistas de receptores muscarínicos postsinápticos
deberían considerarse como los sucesores naturales de los IAChE, puesto que
estos últimos actúan estimulando no sólo a los receptores muscarínicos
postsinápticos, sino también a los presinápticos. El estímulo de tales receptores
presinápticos provoca una inhibición de la liberación de la acetilcolina. Así
pues, los agonistas de receptores postsinápticos M1 poseen, en teoría, un perfil
mejor desde el punto de vista farmacológico, que los IAChE [54]. Además,
existen ciertas evidencias de que la estimulación selectiva de receptores M1
interfiere con el procesamiento de APP y reduce la secreción de péptido ßamiloide [55].
Sin embargo, aparte de estos planteamientos teóricos favorables, la realidad es
que su utilización en ensayos clínicos no ha demostrado la eficacia esperada.
Dos ensayos clínicos, uno con xanomelina [56] y otro con SB202026 [57], no
han resultado favorables, debido al elevado número de efectos adversos, sobre
todo cuadros sincopales en el primero (hasta en un 12,6% de las personas que
recibieron dosis altas de este fármaco) y, a la ausencia de un claro beneficio
por
parte
del
segundo,
que
no
mostró
diferencias
estadísticamente
significativas con respecto al placebo.
Es posible que en el futuro se desarrollen agonistas muscarínicos desprovistos
de efectos secundarios periféricos, aunque de forma especulativa se podría
vaticinar una escasa eficacia debido a la naturaleza fásica y no tónica del
funcionamiento de los sistemas de proyección colinérgica [54]. De todos
modos, si realmente interfieren con el procesamiento de APP, todavía no se
debe desestimar su posible eficacia en EA. De hecho, hay varios ensayos
clínicos en curso, cuyos resultados proporcionarán mayor información.
Agonistas de receptores nicotínicos
El papel de la transmisión colinérgica nicotínica en la EA no es tan bien
conocido como la muscarínica. Debido a que la activación de receptores
nicotínicos parece que aumenta la supervivencia de las neuronas colinérgicas,
se puede especular que podrían resultar útiles en el tratamiento de la EA [58].
Además, estudios experimentales indican que el IAChE Galantamina también
posee estas propiedades de agonista nicotínico. Hasta el momento todavía no
se disponen de resultados de ensayos clínicos.
Fármacos para el control de síntomas neuropsiquiátricos, afectivos y
conductuales
Entre los síntomas neuropsiquiátricos, afectivos y de conducta podemos
mencionar
depresión,
agitación,
agresividad,
insomnio,
alucinaciones,
vagabundeo, ideas paranoides, entre otros, y éstos suelen ser mucho peor
tolerados por los familiares que los trastornos puramente cognitivos. Por lo
tanto, es imprescindible adquirir un adecuado manejo en el uso de todos estos
fármacos sintomáticos, cuya administración debe individualizarse en cada caso
y ser rigurosamente supervisada (tabla VII) [59, 60].
Para el manejo de la depresión, que frecuentemente ocurre en etapas iniciales
de la EA, los nuevos antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (sertralina, paroxetina, etc.) parecen ofrecer una alternativa
interesante frente a los tricíclicos en pacientes con EA, al carecer de efectos
anticolinérgicos.
Los neurolépticos son requeridos, en ocasiones, para el control de la agitación
y cuadros de confusión mental, de reacciones catastróficas, de ideas
paranoides y crisis psicóticas, y de las conductas agresivas e, incluso, violentas
que pueden presentar estos pacientes durante el curso evolutivo de su
enfermedad.
Pueden resultar útiles tanto el haloperidol y la clorpromazina, como la
tioridazina o la risperidona, aunque los nuevos, como estos últimos, ofrecen la
ventaja de interferir en menor grado con los receptores D2, por lo que sus
efectos extrapiramidales son significativamente menores. En cualquier caso,
siempre deberán usarse en las dosis mínimas eficaces y de forma puntual, no
más de dos semanas seguidas, dado que pueden provocar serios efectos
secundarios y desencadenar un incremento del deterioro cognitivo.
Por su parte, los ansiolíticos e hipnóticos, que en ocasiones serán necesarios,
también deben utilizarse siempre con precaución en pacientes con demencia,
puesto que pueden ocasionar efectos paradójicos e inducir mayor agitación
como resultado de una excesiva sedación y confusión.
Por este motivo, las benzodiacepinas suelen ser mal toleradas, y resulta
preferible la buspirona. En caso de usar benzodiacepinas, para los trastornos
del sueño, deben elegirse las de vida media corta, como por ejemplo triazolam
o loracepan y, en su defecto, otros fármacos útiles pueden ser el clometiazol o
pequeñas dosis de neurolépticos sedantes [61]. No es recomendable utilizar
contra el insomnio antihistamínicos por sus efectos anticolinérgicos. El hidrato
de cloral, que es una alternativa con escasos efectos adversos y que podría ser
de utilidad, no se encuentra disponible en nuestro país. De todos modos, el
primer paso para corregir los trastornos del ritmo vigilia-sueño, antes de
instaurar ningún tratamiento farmacológico, consiste en evitar los períodos
diurnos de siestas.
CONCLUSIONES
En un futuro, esperemos que no muy lejano, cuando todos los tipos de medidas
terapéuticas que hemos comentado estén disponibles, el tratamiento se
realizará, lógicamente, combinando varias de ellas según las características de
cada paciente. Seguramente, el uso conjunto de varios fármacos consiga tener
un efecto sinérgico en el tratamiento, por lo que no será extraño suministrar
simultáneamente antioxidantes, como la vitamina E con AINES, como los
inhibidores de COX 2, y un fármaco anticolinesterásico.
En cualquier caso, es preciso señalar la importancia de llevar a cabo un
cuidadoso seguimiento clínico, vigilando cualquier posible proceso intercurrente
–y tratable– que pudiera presentarse en el curso de la enfermedad y determinar
una peor evolución [62, 63]. De hecho, la llamada "regla de las mitades" ha
sido ampliamente reconocida al demostrar que el adecuado diagnóstico y
tratamiento de enfermedades concomitantes, como son la diabetes, las
cardiopatías o las broncopatías crónicas –que ocurren en más de la mitad de
los casos de pacientes con demencia–, hace que el déficit cognitivo mejore en
la mitad de los pacientes adecuadamente tratados y que dicha mejoría persista
al menos un año en la mitad de ellos [64].
También
hay
que
recordar
la
importancia
de
revisar
cuidadosa
y
pormenorizadamente todos los fármacos que el paciente esté tomando para
otros procesos (no hay que olvidar que la mayoría de enfermos de EA superan
los 65 años de edad y es muy frecuente que padezcan enfermedades
concomitantes que requieran medicaciones múltiples). Es preciso evitar, en la
medida de lo posible, fármacos que produzcan efectos deletéreos sobre la
cognición, especialmente los que posean efectos anticolinérgicos y, siempre
que se pueda, se deberán suprimir todos aquéllos que no estén
verdaderamente indicados [65]. Es de extraordinaria importancia poder ofrecer
a los médicos de atención primaria y a otros profesionales implicados en el
tratamiento de la EA un programa educacional polifacético que incluya
seminarios con neurólogos y con líderes de opinión en demencia, para mejorar
la adhesión de las guías terapéuticas que se establezcan en reuniones de
consenso [66].
Para concluir, deseamos insistir en la importancia de proporcionar a los
familiares, sobre todo al cuidador principal, una clara información sobre la EA y
las limitaciones actuales de su tratamiento, evitando la confusión y la creación
de falsas expectativas basadas exclusivamente en el deseo de contentar a los
afectados. Además, es preciso proporcionar un correcto asesoramiento acerca
de los cuidados generales y del manejo domiciliario que estos pacientes
requieren.
Todos los que estamos involucrados en el tratamiento de las demencias
debemos ofrecer el máximo apoyo posible a los pacientes y a sus familiares, ya
que no se debe olvidar la gran carga social, económica y emocional que están
obligados a soportar.
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FÁRMACOS IMPLICADOS EN EL TRATAMIENTO DE LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER
1 Fármacos Comercializados
MECANISMO DE ACCIÓN
Eficacia para síntomas cognitivos, demostrada en ensayos clínicos
- Tacrina
- Donepezilo
- Rivastigmina
Eficacia no concluyente, pendiente de confirmación con más
ensayos clínicos
- Metrifonate
- Vitamina E (α-tocoferol)
- l-deprenilo (selegilina)
- Rifampicina
- Indometazina
- Inhibidores selectivos de la Ciclooxigenasa-2
- Prednisona
- Gingko Biloba
- Estrógenos
- Nimodipino
- Pentoxifilina
- Piracetam cdp Colina
- Inhibidores selectivos recaptación serotonina
- Risperidona, Olanzapina
- Haloperidol, clorpromazina, tioridazina
- Benzodiacepinas
Inhibición reversible de AChE
Inhibición reversible de AChE
Inhibición seudoirreversible de AChE
Inhibidor irreversible de AchE
Antioxidante
Inhibidor de Monoaminooxidasa B
Antioxidante
Antiinflamatorio clásico
Antiinflamatorio de nueva generación
Antiinflamatorio esteroideo
Antioxidante
Neuroprotección, neurotrófico
Bloqueante de canales Ca++ voltaje-dependientes
Neuroprotector
Neuroprotector
Antidepresivos
Neurolépticos atípicos
Neurolépticos convencionales
Ansiolíticos, hipnóticos
2 Fármacos no comercializados, en estudio en distintas fases de investigación
-
Propentofilina (Fase III)
Melatonina
Acetil-l-carnitina (ALCAR) (Fase III)
Eptastigmina (Fase III)
Galantamina (Fase II)
Fisostigmina (Parches dérmicos) (Fase III)
Memantina (Fase II)
Huperizina A (En China)
Xanomelina (parches dérmicos) (Fase II)
AF102B (Fase III)
Neotrofina (AIT082) (Fase II
Cerebrolysin (Fase II/III)
MECANISMO DE ACCIÓN
Neuroprotector
Hormona reguladora ciclo circadiano
Antioxidante, función mitocondrial
Inhibidor de AchE (efecto prolongado)
Inhibidor reversible AChE
Inhibidor AChE
Antagonista receptores NMDA
Inhibidor de AChE
Agonista muscarínico selectivo M1
Agonista muscarínico selectivo M1
Neurotrófico
Neurotrófico
- Linipiridina (Fase III)
Aumenta liberación ACh, DA, 5HT,Glu
3 Fármacos cuya investigación en Enfermedad de Alzheimer está interrumpida
- ABT-418
-
Besipirdina
Idebenone
LU 25-109
Melamelina
Oxiracetam
Fisostigmina (vía oral)
Sabeluzole
Suritozole
SB202026
Velnacrina
Xanomelina (vía oral)
Ach: acetilcolina; IAChE: inhibidor de acetil colinesterasa; DA: dopamina; 5HT: serotonina; Glu: glutamato
(Fuente: Alzheimer Research Forum, 1999: http://www.alzforum.org)
ESTRATEGIAS TERAPÉUTICAS FARMACOLÓGICAS EN LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER
Tratamiento Preventivo
Sólo experimentación de laboratorio
(In vitro y con animales)
Humanos: NO existe
Tratamiento Estabilizador
Experimentación de laboratorio
(In vitro y con animales)
Humanos: sólo en protocolos terapéuticos
Tratamiento Sintomático
Humanos: fármacos comercializados en us
fármacos sin comercializar que están en fa
de ensayo clínico
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Terapias génicas
Otros
- Proteasas de APP
- Bloqueo fosforilación proteína Tau
- Bloqueo de procesos de activación
microglial (fármacos antiinflamatorios)
- Control del "estrés oxidativo" (fármacos
antioxidantes)
- Rescate de neuronas (terapias
neuroprotectoras)
- Control de mecanismos de excitotoxicidad
- Regulación de homeostasis mitocondrial
- Otros
- Síntomas cognitivos (IAChE)
- Síntomas neuro-psiquiátricos,
(Neurolépticos, ansiolíticos)
- Síntomas afectivos (Antidepresivos)
- Otros
APP: proteína precursora de amilo
IAChE: inhibidores de acetil colinester
TRATAMIENTO ESTABILIZADOR
DIANA TERAPÉUTICA
1 Contra la formación de placas seniles
2 Contra formación ovillos neurofibrilares
3 Contra activación microglial 2º a ß-amiloide
4 Contra el "stress oxidativo"
MECANISMO DE ACCIÓN Y FÁRMACOS
Impedir el depósito de péptido ß-amiloide
- Inhibición selectiva de ß- y α-secretasas
- Favorecer la acción α-secretasa
- Agonistas colinérgicos?
- Contrarrestar sobreexpresión APOE
Bloquear fosforilación proteína Tau
Inhibidores de fosforilación Tau
- Sabeluzole
Fármacos antiinflamatorios
- No esteroideos
- Esteroideos
- Indometacina, Inhibidores COX-2
- Prednisona
Impedir acúmulo radicales libres y peroxidación lipídica
Fármacos antioxidantes
- Deprenilo (Selegilina)
- Vitamina E (α-tocoferol)
- Coenzima Q
- Idebenone
- Propentofilina
- Ginkgo Biloba
Estabilizadores de membrana neuronal
- L-acetil carnitina (ALCAR)
- Otros
Regular homeostasis mitocondrial
5 Contra la destrucción y la muerte neuronal
- Antagonistas de Ca++
Impedir excitotoxicidad
- Bloqueantes NMDA
Aumentar supervivencia neuronal
Neuroprotectores
- IMAO-B- Selegilina
- Lazabemida, Idebenone
- Otros
Factores neurotróficos
- Factor de crecimiento neural (NGF)
- Idebenone
- Propentofilina
- AIT-082
- Estrógenos
- Otros
FÁRMACOS QUE PUEDEN POTENCIAR TRANSMISIÓN COLINÉRGICA, CON POSIBLE ACCIÓN EN LA ENFERMEDAD DE ALZHEIM
• Precursores de Acetilcolina
- Colina
- Lecitina• Agonistas muscarínicos
- Xanomelina
- Melamelina
- SB 202026
- Acetil-L-carnitina (ALCAR)
- Otros
• Agonistas nicotínicos?
• Anticolinesterásicos
- Tacrina
- Donepezilo
- Rivastigmina
- Metrifonate
- Fisostigmina
- Eptastigmina
- Galantamina
- Huperizina A
- Otros
• Rescate de neuronas colinérgicas
- Factor de crecimiento neural (NGF)
- Estrógenos?
- Otros
CARACTERÍSTICAS FARMACOLÓGICAS DE LOS INHIBIDORES DE ACETIL-COLINESTERASA (AChE)
Nombre comercial
Familias
Rango dosis /día
Nº Tomas /día
Selectividad sobre esterasas
Tipo de inhibición
Inhibición competitiva
Biodisponibilidad
Interferencia absorción con comidas
TACRINA
Cognex
Acridinao
80-160 mg
4
AChE=BchE
Reversible
No
17-33%
SÍ
DONEPEZILO
Aricept Exelon
Piperidina
5-10 mg
1
AChE>BChE
Reversible
Mixta
100%
NO
RIVASTIGMINA
Prometax
Carbamato
6-12 mg
2
AChE>BChE
Pseudoirreversible
Desconocida
140%
SÍ
T 1/2 plasma
1,3-2 horas
70-80 horas
2 horas
Unión a proteínas
Metabolismo
Hepatotoxicidad
75%
Hepático
SÍ
96%
Hepático
NO
40%
Extrahepático
NO
METRIFONATE
Organofosforad
60-80 mg
1
AChE=BChE
Irreversible
Sí, después NO
Desconocida
NO
Metrifonate: 2 h
DDVP: 4 h
0
Extrahepático
NO
AChE: acetilcolinesterasa; BChE: butirilcolinesterasa; DDVP: metabolito de metrifon
RECOMENDACIONES GENERALES PARA LA UTILIZACIÓN DE ANTICOLINESTERÁSICOS
• Establecer el diagnóstico de enfermedad de Alzheimer probable, en estadio leve a moderado.
• Hacer una historia clínica pormenorizada para descartar enfermedades que contraindiquen su
uso.
• Revisar todos los fármacos que tome el paciente y suprimir los que ejerzan acción
anticolinérgica (si es posible).
• Iniciar el tratamiento con las dosis más bajas e ir incrementándolas lentamente, a intervalos
regulares hasta alcanzar dosis óptimas.
• Monitorizar la tolerancia del fármaco: reducir la dosis en caso de efectos secundarios y volver a
reanudar los incrementos de dosis más lentamente, hasta llegar a la dosis máxima tolerada en
cada caso.
• Suspender el fármaco en caso de intolerancia, efectos secundarios no controlables, cuando el
paciente vaya a recibir anestesia general y, en el caso particular de tacrina, si hay
hepatotoxicidad o aumento de transaminasas.
• Establecer intervalos regulares (p.ej., semestrales) de seguimiento clínico para evaluar eficacia
sobre las funciones cognitivas.
• Si no se aprecia eficacia clínica y la enfermedad progresa a estadio severo, plantear supresión
provisional del fármaco durante 1-2 meses y al cabo de ese tiempo reevaluar al paciente para
comprobar si el deterioro se acentúa más o permanece estable.
• Si en la reevaluación se constata que el deterioro no ha aumentado tras la supresión
provisional, plantear la supresión definitiva.
• Si en la reevaluación se constata que el deterioro se ha acrecentado notablemente tras la
supresión provisional, plantear la reintroducción del fármaco, empezando nuevamente con las
dosis más bajas e incrementándolo progresivamente.
POSIBLES TRATAMIENTOS CONTRA LOS SÍNTOMAS NEUROPSIQUIÁTRICOS Y DE LA CONDUCTA
ANTIDEPRESIVOS
Fluoxetina
Sertralina
Paroxetina
Otros
NEUROLÉPTICOS
Haloperidol
Tioridazina
Risperidona
Clozapina
Olanzapina
ANSIOLÍTICOS
BENZODIACEPINAS
Loracepam
Oxacepam
OTROS HIPNÓTICOS
Clometiazol
Zolpidem
ANTIDEPRESIVOS SEDANTES
Buspirona
Trazodona
Venlafaxina
OTROS FÁRMACOS
Carbamacepina
Valproato
Clonacepam
Dosis óptima diaria
Nº tomas
10-20 mg
50 mg
10-30 mg
1 matutina
"
"
0,5-5 mg
10-150 mg
0,5-3 mg
6,25-150 mg
5-20 mg
1-3
1-3
1-3
1-3
1-3
0,5-4 mg
10-60 mg
1-2
1-2
190-570 mg
5-10 mg
1-3
1 nocturna
10-50 mg
50-300 mg
37,5-75 mg
1-3
1-3
2
300 mg
1.000-2.000 mg
0,5-2 mg
1-3
1-2
1-3
Efectos 2º e Intensidad*
Ansiedad, náuseas, cefaleas
Síntomas con
los que se us
Depresión
Similares
Park.
Sedac. Hipotens. Anticol. Agranulo.
+++
+
+
+
NO
+/++
+++
+++
++
NO
+
++
++
NO
NO
+
+++
+++
+++
+++
+
+
+
+
NO
Atax. Sedac. Hipoten. Caída Mareo Cefa. Agit.
Agresividad
Alucinaciones
Trastornos de
conducta
Ideación
paranoide
Ansiedad
En menor grado que otras benzodiacepinas
Insomnio
Dependientes de las dosis
Trastornos de
conducta
*Intensidad: + = leve; ++ = moderada; +++ = gr
Park. = Parkinsonismo; Sedac. = Sedación; Hipotens. = Hipotensión ortostática; Anticol. = Efectos anticolinérgic
Agranulo. = Agranulocitosis; Atax. = Ataxia; Cefa. = Cefalea; Agit. = Agitación paradó
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