“Doctrina” de la Predestinación

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LA POSICIÓN BÍBLICA DE LOS BAUTISTAS FUNDAMENTALES SOBRE
la “Doctrina” de la
Predestinación
Dr. Tommy Ashcraft
© Publicaciones Monte Hebrón 2011
Publicaciones Monte Hebrón
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Segunda Edición
Primera Publicación oficial en el 2009
Impreso en las oficinas de Publicaciones Monte Hebrón.
Todas las citas biblicas estan tomadas de la Versión Reina Valera 1960
Dr. Tommy Ashcraft
INTRODUCCIÓN
El lector notará que en el título de este artículo la palabra
“doctrina” aparece entre comillas. Esto es porque técnicamente, la
predestinación no debe categorizarse como doctrina. La palabra
“predestinación” nunca se menciona en la Biblia, mucho menos
en relación con la doctrina. La palabra “predestinar” en alguna
forma solo aparece tres veces en las Escrituras: Romanos 8:29
(“predestinó”) y Efesios 1:5 (“predestinado”), y Efesios 1:11
(“predestinados”). En los tres pasajes, la predestinación se
menciona NO en referencia al hecho de que uno sea o no salvo,
sino que habla de la posición o el privilegio compartidos en el
futuro de los que ya somos salvos.
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La “Doctrina” de la Predestinación
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Dr. Tommy Ashcraft
Desarrrollo del Tema
Romanos 8:28 es uno de los versículos más citados por
los cristianos. Ha sido una fuente de mucho consuelo en
tiempos de confusión acerca de los eventos contrarios de
la vida de un cristiano dedicado. Pero Romanos 8:28 está
incompleto sin Romanos 8:29. Romanos 8:29 no habla de la
predestinación de ser salvo o no. Habla del “prediseño” de
un individuo salvo de ser hecho confome a la imagen del
Hijo de Dios. Dios ha predeterminado que nosotros seamos
como Cristo.
La teoría que se conoce comúnmente como “calvinismo”
se introdujo por el teólogo católico Agustín en el siglo IV.
Agustín enseñó que Cristo murió no por todos los hombres,
sino por unos cuantos a quienes Dios había escogido y
predestinado para ser sus hijos. Enseñó que todos los demás
fueron creados para ir al infierno. Enseñó como una realidad
que todos los que fueron creados para ir al Cielo estaban
como si estuvieran ya en el Cielo, y que todos los que fueron
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La “Doctrina” de la Predestinación
creados para ir al Infierno, estaban como si ya estuvieran en
el Infierno. Agustín pósteriormente fue canonizado por la
Iglesia Católica Romana.
Más de 1,000 años después, Juan Calvino, un excatólico, avivó esta enseñanza que había sido olvidada
desde la muerte de Agustín. Es de Calvino que la enseñanza
recibió su nombre: “calvinismo”. Agustín, el padre de esta
enseñanza, además enseñó que el bautismo de los infantes
fue necesario para poder ir al Cielo. Enseñó que una persona
podría tener una regeneración genuina, piedad genuina, y
hasta fe genuina, pero sin ser miembro de la Iglesia Católica,
esto no le serviría de nada, y que iría al Infierno. Agustín
también es responsable por la enseñanza de la perfección sin
pecado de María. Es comprobable que muchos de los errores
doctrinales actuales de la Iglesia Católica tienen su origen en
los escritos de Agustín.
Nadie pretendería que Juan Calvino haya sido bautista. Fue
un reformador. No mostró verdadero cristianismo ni en su
actitud ni en su comportamiento. Fue un tirano que perseguía
y encarcelaba a los que no estaban de acuerdo con él.
Hoy en día algunos enseñan que un cristiano tiene que
ser o calvinista o arminiano. Esto no es cierto. Un cristiano
puede y debe simplemente creer la Biblia. No pretendemos
ni comenzar a entender la mente de Dios tocante a la
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relación entre su Soberanía y la voluntad libre del hombre.
Sin embargo, sí entendemos la enseñanza clara de la Palabra
de Dios de que Dios le dio al hombre una voluntad libre
para escoger entre el bien y el mal, y una voluntad libre para
aceptar o rechazar a Cristo como su Salvador.
La doctrina de la predestinación absoluta como la
presentan los “calvinistas” se reparte entre cinco puntos.
(En inglés, los puntos comienzan con las letras T.U.L.I.P.,
formando un acrinomio que significa “tulipán”.)
1. La Depravación Total. (Un término usado por Juan
Calvino). La interpretación bíblica de la Depravación Total es que
todo individuo humano es pecador por naturaleza, por elección
y por práctica. Todos tienen una naturaleza pecaminosa. La
Depravación Total no significa que todo individuo es tan malo
como es posible que sea. No significa que todos los hombres
son tan malos que es humanamente posible ser en sus acciones
terrenales, como lo serían si se dejaran como Juan Calvino
quisiera que creyéramos. Si el hombre no tiene la voluntad libre
para escoger entre el bien y el mal, ¿cómo se explica la enorme
diferencia entre el criminal habitual que asesina sin conciencia ni
remordimiento, y el hombre moralmente bueno pero inconverso,
líder en asuntos civiles y sociales en su comunidad? Hay cosas
buenas y encomendables en las vidas de muchas personas que no
pretenden ser cristianas (no son buenas a los ojos de Dios, pero
en un sentido terrenal, sin son buenas obras).
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La “Doctrina” de la Predestinación
La Depravación Total significa que cada aspecto de la
naturaleza de la persona ha sido afectada, tocada, manchada,
contaminada, pervertida o influenciada por el pecado.
Todos los hombres son capaces de ser totalmente “buenos”
(estamos hablando en comparación con los demás hombres,
no de su condición espiritual), sin embargo, por su voluntad
libre escogen no serlo. Esta es la interpretación bíblica de la
Depravación Total, una posición gustosamente tenida por
los bautistas fundamentales.
Juan Calvino añadió a la Palabra de Dios tomando la
doctrina bíblica de la Depravación Total y ampliándola a
una posición extremosa y antibíblica. Juan Calvino llamó
su doctrina “Depravación Total”, sin embargo, lo que Juan
Calvino enseñó debe ser llamado “herejía”. Bajo el término
“Depravación Total” Calvino creyó, enseñó y promovió
la “Incapacidad Total”. Enseñó que el hombre NO tiene
voluntad libre en el asunto de la salvación, sino que su
salvación o perdición fue predeterminada solo por Dios,
y que el hombre obra mecánicamente como un robot. En
respuesta a preguntas acerca de esto, Juan Calvino escribió:
“¿Quién, entonces, podrá ser salvo? Eso es lo que decide
solamente la voluntad soberana de Dios, y nada más. Es
asunto puramente de la voluntad soberana y divina que, sin
duda, por buenas razones que solo Dios mismo conoce, y
que ninguna de éstas está relacionada a ninguna cosa que
distingue a un hombre de otro, Dios escoge a algunos y
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rechaza a los demás. La elección de Dios no tiene que ver con
la presciencia excepto en cuanto a que El sabe previamente
quiénes serán los miembros de la raza humana.” (Los
Institutos de Calvino, III, xxiii, página 10).
Entre Génesis 2:16 y Apocalipsis 22:17, Dios le dio al
hombre la libertad para escoger. En relación con Génesis
2:16-17, Juan Calvino habla duplicitamente. Los versículos
dicen: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De
todo árbol del huerto podrás comer; 17 mas del árbol de la
ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él
comieres, ciertamente morirás.”
Note que Dios mandó a Adán que NO comiera del árbol
de la ciencia del bien y del mal. Juan Calvino quisiera que
creyéramos que Dios en efecto mandó que Adán no hiciera tal
cosa, pero que Dios ya había determinado que Adán violara
el mandato de Dios. Eso convertiría a Dios en el autor de la
desobediencia voluntaria. Juan Calvino escribió:
“La única ocasión en que se podría suponer que haya
existido la voluntad libre fue en Adán antes de la caída. Adán
pudo haber resistido, si quisiera, siendo que cayó solo por su
propia voluntad. En esto la integridad del hombre fue dotada
de una voluntad libre por la cual, si hubiera escogido, habría
obtenido la vida eterna. Sin embargo, no existe la realidad
en la voluntad libre así atribuida al hombre, en vista de que
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Dios había decretado la caída, y por lo tanto esto debe haber
de alguna manera predispuesto la voluntad de Adán. Su
voluntad no fue dejada en un equilibrio neutral, ni tampoco
su voluntad jamás fue en suspenso ni incertidumbre. Fue
inevitablemente seguro que tarde o temprano, Adán caería
en la maldad, y con esa caída inevitable, se desapareció todo
rasgo de la libre voluntad que el hombre habrá tenido. A
partir de ese tiempo, la voluntad se corrompió junto con
toda la naturaleza del hombre. El hombre ya no poseía la
capacidad de escoger entre el bien y el mal.” (Los Institutos
de Calvino, II, Página 8).
La creencia que el hombre no tiene la capacidad de
escoger entre el bien y el mal pone la responsabilidad y el
origen del pecado del hombre sobre Dios. Calvino quisiera
que creamos que somos “robots”, y que nuestras acciones
son decretadas por la voluntad soberana de Dios. La creencia
que el hombre no tiene capacidad de escoger entre el bien
y el mal, y que como consecuencia, hace el mal, pone la
responsabilidad del pecado del hombre sobre Dios mismo.
Esa es una posición bíblicamente intolerable.
En la declaración de Calvino mismo arriba citada, una vez
más Calvino habla con duplicidad. Dice que Adán pudo resistir;
que Adán cayó por su propia libre voluntad; que la caída fue
decretada por Dios. Juan Calvino, ¿cuál es tu posición, al fin?
Las tres declaraciones no pueden ser verdad.
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La Biblia enseña claramente que Dios alumbra a los
pecadores (Juan 1:9; 12:32, y 16:8). La Biblia enseña también
que el hombre tiene una voluntad libre, y que el hombre
ejerce libremente esa voluntad. Esto se cubrirá también bajo
el punto llamado “Gracia Irresistible”. Por ahora, notemos
simplemente que a través de la Biblia Dios establece la
voluntad libre del hombre para escoger para sí mismo
(Juan 1:12, 3:16, 5:24, Hechos 2:21, 16:30-31. Esta es una
lista corta de muchos versículos que establecen la voluntad
libre del hombre para escoger. Los bautistas fundamentales
rechazamos la enseñanza de Juan Calvino tocante a lo que él
llama La Depravación Total, que en verdad es la Inabilidad
Total. Creemos y enseñamos que el hombre está totalmente
depravado, pero que Dios, en su voluntad soberana, dotó
al hombre de la capacidad de escoger entre el bien y el mal,
entre Cristo y el Diablo, entre el Cielo y el Infierno.
2. La Elección Incondicional. Calvino enseñó que Dios
eligió, escogió o predeterminó que ciertas personas serían
salvas e irían al Cielo. Muchos calvinistas contemporáneos
declaran que no creen en la “doble predestinación” - que
significa que ellos no creen que Dios eligió o predestinó a la
gente para ir al Infierno - solo a los que van a ir al Cielo.
Si uno cree que Dios de hecho predeterminó que ciertas
personas fueran al Cielo, eso requiere que uno crea también
que todos los demás fueron predeterminados para ir al
Infierno. Tocante a este asunto, Juan Calvino escribió:
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La “Doctrina” de la Predestinación
“El reprobado, así como el elegido, es señalado por Dios
como tales por el consejo secreto de Dios, y no por ninguna
otra cosa” (Calvin’s Institutes II, xxii, Página 11)
En una carta a Christopher Liertet, Calvino escribió:
“Tú eres muy engañado si crees que los decretos de Dios
pueden ser mutilados, en cuanto El haya escogido a alguno
para la salvación pero a ninguno a la destrucción. Tiene que
haber una relación entre los elegidos y los reprobados.” (The
Teaching of Calvin, Chapter Vl, Página 109).
En otra ocasión, Calvino escribió:
“Su suerte fue la elección directa e inmediata de Dios,
justificada por sus vidas, pero no necesariamente como
consecuencia de ellas. Pudo salvarles de su condenación
así como lo hizo con los elegidos quienes no fueron más
dignos de ser salvos, pero esa condenación fue establecida
en la eternidad pasada, y nada de lo que había en ellos pudo
transferirlos a la clase contraria, así como nada de lo que
pueden ser los elegidos puede convertirlos en reprobados”.
(Calvin’s Institutes III, iii, página 4).
Esto es totalmente contrario a la Palabra de Dios. 1
Timoteo 2:3-4, II Pedro 3:9, Hechos 17:30, Juan 3:16-17,
Ezequiel 33:11). Dios siempre ha dicho “Si alguno quiere...”
(Marcos 8:34). “Todo aquel que cree...” (Romanos 1:16) ¿Qué
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significan estas palabras? Si interpretamos la Palabra de Dios
consistente y literalmente, tenemos que concluir que Dios
le dio al hombre a escoger. Enseñar la “doctrina” de la
Elección Incondicional es añadir a las Escrituras lo que Dios
no enseña ni tampoco tenía la intención de que el hombre
enseñara.
Lo que Juan Calvino enseñó no fue “Elección
Incondicional”, sino “selección”. Si de hecho Dios haya
seleccionado a algunos, pero no los seleccionó en relación
con lo que distingue moralmente a un hombre de otro,
entonces Dios hace acepción de personas. Pero la Biblia
dice en Romanos 2:11 y Hechos 10:34 que no hay acepción
de personas con Dios.
Los bautistas fundamentales no aceptamos la enseñanza
de Juan Calvino de la Elección Incondicional y la Condenación
Incondicional de Dios, sino que creemos y enseñamos que
todo aquel que quiere puede venir a Cristo por el ejercicio
de su propia libre voluntad. Es nuestra responsabilidad
darle a la gente el mensaje del evangelio, dándoles así la
oportunidad de escoger a Cristo y ser salvos, o rechazar a
Cristo y perderse.
3. Expiación Limitada. Calvino enseñó que la sangre
de Cristo se derramó solo para los elegidos. Enseñó que no
fue para los no elegidos. El calvinista de hoy, para disfrazar su
creencia, ha cambiado el tercer punto del calvinismo a Expiación
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La “Doctrina” de la Predestinación
Particular. Es otro nombre, pero la misma herejía. No importa
cómo se llame, la enseñanza sigue siendo falsa doctrina. La Biblia
es muy clara en este punto, como lo es en cualquier doctrina.
Hebreos 2:9 declara que Cristo gustó la muerte por todos.
II Pedro 2:1 dice: “Pero hubo también falsos profetas
entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros,
que introducirán encubiertamente herejías destructoras,
y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí
mismos destrucción repentina.”
I Juan 2:2 dice: “Y él es la propiciación por nuestros
pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por
los de todo el mundo.”
Este versículo no dice ni implica que Cristo haya
gustado la muerte solo por los “elegidos”, ni que haya sido
la propiciación solo por los “elegidos”. Tal enseñanza es
herejía.
Es una doctrina condenable y condenadora enseñar que
la sangre de Cristo no haya sido derramada para toda la
humanidad desde el comienzo de la creación. Algunos nos
dirían que aceptan los otro cuatro puntos de la enseñanza de
Calvino, pero que no aceptan la Expiación Limitada. Si uno
acepta la enseñanza calvinista tocante a la Inabilidad Total,
y la Elección Incondicional, no tiene más alternativa que
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aceptar la enseñanza de la Expiación Limitada. Es imposible
aceptar una sin aceptar la otra.
No es posible pretender que la sangre de Cristo fuese
derramada por todos los hombres a la luz de la declaración
de Calvino: “Los reprobados, así como los elegidos, son
escogidos para ser tales por el concilio secreto de la voluntad
de Dios.” (Calvin’s Institutes III, xxii, Página 11) y “ . . .su
condenación fue determinada desde la eternidad pasada,
y nada podría transferirlos a la clase opuesta.” (Calvin’s
Institutes III, iii, Página 4).
Los bautistas fundamentales no aceptamos la enseñanza
de Juan Calvino tocante a la Expiación Limitada. Creemos y
enseñamos que la sangre de Cristo fue derramada para todos
los hombres, y que es efectiva para la purificación de los
pecados de todo aquel que se acerca a Cristo.
4. Gracia Irresistible. En seguida de la Elección
Incondicional, Juan Calvino enseñó que si una persona
fuese uno de los que fue elegido para la salvación, cuando
Dios está (o estaba) listo para que esa persona se convirtiera
en cristiano, la persona vendría a Cristo (no por su propia
voluntad, sino como un robot que no puede resistir la
gracia de Dios). De nuevo, como en el caso de la Expiación
Limitada, encontramos que el calvinista contemporáneo
intenta disfrazar o esconder su doctrina. Podrán cambiar
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La “Doctrina” de la Predestinación
el nombre de la enseñanza de la Gracia Irresistible a otro
nombre, pero sigue siendo la misma herejía.
Dios es Dios soberano. Creemos, aceptamos, nos
regocijamos y nos gloriamos en esa verdad. Sin embargo, Dios,
siendo soberano, escogió darle al hombre una voluntad libre y
la capacidad de escoger o rechazar el evangelio. Dios no creó
un robot que vendría a Cristo mecanicamente. Efesios 1:12
dice: “a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros
los que primeramente esperábamos en Cristo.”
¿Qué gloria o qué alabanza habría en el hecho de que
aceptáramos a Cristo si no tuviéramos alternativa en el
asunto? ¿Qué significaría si no pudiéramos resistir su gracia?
Nada. Juan Calvino se refería con frecuencia a Juan 6:44-45
como prueba de su posición: “Ninguno puede venir a mí, si
el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día
postrero. 45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados
por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él,
viene a mí.” (El énfasis es mio.)
Estos mismos versículos REFUTAN la enseñanza de
Juan Calvino de la “Gracia Irresistible”. La palabra “trajere”
no significa “forzar”. De acuerdo a otros textos en la Palabra
de Dios, no PUEDE significar un “atracción irresistible”. La
misma palabra “helkuo”, que se traduce “trajere” en el vs 4, se
encuentra en Juan 12:32 que dice: “Y yo, si fuere levantado de la
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tierra, a todos atraeré a mí mismo.” Si la palabra “trajere” en Juan
6:44 enseña Gracia Irresistible, entonces la Biblia enseñaría
en Juan 12:32 que todos los hombres son irresistiblemente
atraídos a Cristo. Todos (hasta los calvinistas) reconocemos
que esto no está sucediendo. La palabra “trajere” en Juan
6:44 significa lo mismo que “atraeré” en Juan 12:32. Esto
está en armonía con toda la palabra de Dios.
Dios alumbra a todos los hombres (Juan 1:9).
Dios convence a todos los hombres (Juan 16:8).
Dios atrae a todos los hombres (Juan 12:32).
Dios deja la decisión a cada hombre (Juan 3:16).
La Gracia Irresistible en sí se forma de términos
mutuamente contradictorias. Si es irresistible, no es gracia.
Si es gracia, no es irresistible. Una gracia irresistible destruiría
la cualidad personal de la relación entre Dios y el hombre
que es establecida por la gracia e involucra la respuesta libre
de la voluntad del hombre al amor y la gracia de Dios.
Vemos la gracia de Dios rechazada por el hombre en:
Proverbios 1:24-35: “Por cuanto llamé, y no quisisteis oír,
Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, 25 Sino que
desechasteis todo consejo mío Y mi reprensión no quisisteis,”
Mateo 23:37: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas,
y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar
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La “Doctrina” de la Predestinación
a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas,
y no quisiste! ”
Juan 5:40: “y no queréis venir a mí para que tengáis vida.” En
Hechos 7:51 Esteban dice: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de
corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo;
como vuestros padres, así también vosotros.” (Vea también
Mateo 22:3 e Isaías 65:12)
Los bautistas fundamentales creemos que Dios alumbra
a todo hombre que viene al mundo. Creemos y enseñamos,
sin embargo, que la gracia de Dios puede ser rehusada o
rechazada, así como aceptada. No aceptamos la enseñanza de
Juan Calvino que la gracia de Dios es irresistible. No hay un
solo pasaje de Escritura que enseña que la gracia es impartida
irresistiblemente.
5. La Perseverancia de los Santos. Muchos confunden
esta enseñanza con la doctrina de la seguridad eterna del
creyente, o como la describimos los bautistas: una vez salvo,
salvo para siempre. La enseñanza de Calvino acerca de
este punto fue totalmente diferente a la doctrina bíblica de
la seguridad de la salvación del creyente. Calvino enseñaba
que una persona que es de los “elegidos” perseverará. Su
enseñanza no tenía nada que ver con el poder guardador
de Dios. Si el individuo es elegido, sería imposible perderse,
no por la gracia salvadora y guardadora de Dios, sino por el
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simple hecho de ser uno de los elegidos. Enseñaba que si
uno no “perseveraba” hasta el fin, después de todo, no era
de los “elegidos”, sino que había sido solo un impostor - un
falso profesante. Su énfasis estaba de acuerdo con el título
de la doctrina: fue la perseverancia de los mismos santos, y
no que los santos hayan sido sellados por el Espíritu Santo,
y guardados por el poder de Dios. La enseñanza de Juan
Calvino es totalmente diferente a la doctrina bíblica acerca
de la seguridad eterna del creyente, y ajena a la Biblia. Los
versículos que enseñan que el creyente es guardado por el
poder de Dios incluyen, pero no están limitados, a Juan
10:28,29; Romanos 8:35-39; Efesios 4:30; y I Pedro 1:4,5.
Conclusión. Quisiéramos hacer varias observaciones en
referencia al asunto de la Soberanía de Dios, la voluntad libre
del hombre, y la enseñanza extraña de Juan Calvino.
1. La Soberanía de Dios. Nosotros creemos en la
Soberanía de Dios, pero creemos que en el asunto de la
salvación, Dios deja la decisión final con el hombre. Dios ha
diseñado un plan de salvación en que le ha dado al hombre la
voluntad libre para aceptar o rechazar ese plan. Creemos sin
duda que Dios sabía, desde antes de la fundación del mundo,
quién aceptaría a Cristo, y quién escogería rechazar a Cristo. I
Pedro 1:2 dice: “elegidos según la preciencia de Dios Padre...”
NO creemos que Dios decidió, determinó, eligió, o selecciónó
a quién recibiría y quién no recibiría a Cristo.
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La “Doctrina” de la Predestinación
2. Los términos que confunden. En referencia a los
términos calvinistas modernos, hay mucha confusión y mala
interpretación. Son llamados “calvinistas”, “hypercalvinistas”,
“calvinistas de cinco puntos” ...de cuatro, tres y dos
puntos.”
Los cinco puntos del calvinismo que mencionamos aquí
son como los dominós. Permanecen o caen todos juntos.
No es posible sostener uno de ellos sin confirmar los otros
cuatro.
3. La Voluntad Libre del Hombre. Alguien tuvo que
decidir en cuanto a la salvación. En la enseñanza de Calvino,
ese “alguien” fue Dios. Para aceptar esta doctrina, uno tiene
que aceptar que Dios, en la eternidad pasada, seleccionó a los
que serían y a los que no serían salvos, y que la decisión de
Dios no fue relativo a ninguna cosa que podría distinguirlo
a uno moralmente de otro.
Los bautistas fundamentales rechazamos los cinco
puntos de la enseñanza llamada “calvinismo”, que se originó
en el Infierno, fue presentada en las enseñanzas de Agustín,
un “santo” católico del siglo IV, y se ha hecho famosa y ha
causado mucha confusión por Juan Calvino de la Iglesia
Reformada del siglo XVI. Juan Calvino escribió comentarios
sobre la mayoría de los libros de la Biblia, que recibieron la
recomendación de Karl Barth, el famoso pero errado teólogo,
quien los llamó “mejores que la mayoría”.
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Hay una forma muy sencilla de detectar a un hereje, o
los que enseñan la falsa doctrina. Hágale la pregunta: “¿Qué
tiene que hacer una persona para ser salva?” Si se le hace
la pregunta a una persona que cree y enseña la doctrina de
Juan Calvino, y contesta: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás
salvo...”, entonces su respuesta implica la voluntad libre del
hombre, y su respuesta contradice su doctrina. Lo que el
“calvinista” DEBE contestar, para estar en armonía con su
doctrina, es “Para que una persona sea salva, tiene que ser
uno de los ‘elegidos’, y entonces podrás creer en el Señor
Jesucristo y ser salvo. Si uno NO es uno de los ‘elegidos’,
entonces no hay nada que uno puede hacer para ser salvo.”
También podría contestar: “Tiene que esperar hasta que
haya una ‘atracción’ que uno no puede resistir, entonces puede
ser salvo automaticamente si es uno de los ‘elegidos’.”
RESUMEN: En realidad, la doctrina calvinista está
diametralmente opuesta al verdadero y sencillo mensaje del
Evangelio de Cristo, y es un ataque abierto contra él. Es
herejía enseñar que Dios, en la eternidad pasada, sin respetar
la decisión que él por su preciencia sabía que haríamos,
escogiera a algunas personas para ir al Cielo y predestinara
a otros para ir al Infierno. En I Juan 2:2, la Biblia dice: “Y
él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los
nuestros, sino también por los de todo el mundo.”
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La “Doctrina” de la Predestinación
La Soberanía de Dios y la Voluntad Libre y la
Responsabilidad del Hombre.
Se nos ha dicho muchas veces que hay dos grandes
doctrinas de la Palabra de Dios: La Soberanía de Dios, y la
Voluntad Libre del hombre. Se nos ha dicho que tenemos
obligatoriamente que aceptar ambas doctrinas, aunque en
nuestras mentes finitas no las podemos reconciliar.
Si con decir que Dios es soberano, uno quiere dar a
entender que Dios es 100% dominante en 100% de los
asuntos del hombre, comenzando con su salvación, entonces
tenemos que rechazar la “Soberanía” de Dios. Aceptamos
el hecho de que Dios PODRÍA, si así lo decidiera, ejercer
su soberanía o dominio en cada detalle minucioso de la vida
del hombre. Que Dios PODRÍA hacer esto no es debatible.
El es Dios. Sin embargo, nosotros creemos que Dios, en su
Soberanía, a propósito se limitó a Sí mismo, en que le dio al
hombre una voluntad libre.
Esto de ninguna manera desacredita ni deshonra la
Soberanía de Dios. Creemos que Dios conoce (y que conoció
desde antes de la fundación del mundo) cada decisión que
haría el hombre, y cada detalle de la vida del hombre (I Pedro
1:2). No aceptamos la enseñanza de que Dios decretó todas
esas decisiones, esos detalles y esas acciones.
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Si la Soberanía de Dios se extiende más allá de la voluntad
libre del hombre, o si se dice que la voluntad libre del hombre
siempre actúa en completa armonía con los decretos soberanos
de Dios, entonces los así llamados “decretos soberanos de
Dios” están en contínuo conflicto con la Palabra, la naturaleza,
el carácter y la santidad de Dios. Esta posición presentaría
miles de problemas teológicos que son inaceptables a la luz
de la revelación divina. Que el hombre lleve a cabo decretos
preordenados crearía una existencia mecánica que no dejaría
lugar para la responsabilidad humana, y cualquier intento de
Dios de juzgar al hombre por su pecado sería injusto. Y sobre
todas las cosas, Dios es justo.
La posible lista de las inconsistencias en esta enseñanza
podría ser interminable. Pero esto ilustra claramente
el punto. El hombre tiene una voluntad libre y actúa
independientemente NO del conocimiento de Dios, sino de
su Soberanía, porque Dios decretó que el hombre tendría
ese privilegio, y lo dotó con esa capacidad. El hombre es
responsable por sus decisiones y sus acciones.
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