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Amor incondicional, lo mejor para crecer
Las I Xornadas pola Educación Infantil da Estrada culminan hoy con el último taller para docentes
26.01.2013 | 03:43
Las I Xornadas pola Educación Infantil da Estrada culminarán hoy con el último de los talleres para
profesionales que durante esta semana ha venido impartiendo Manuel Ángel "Manel" Fernández
Gallego, maestro de maestros en Educación Infantil. Ayer, culminó el ciclo de conferencias "Participar
da Educación Infantil. Un punto de encontro entre familia e escola" con las interesantes y amenas
ponencias de la psicóloga Paloma Cabaleiro, del psiquiatra infantil del Complejo Hospitalario
Universitario de Santiago (CHUS) José Mazaira y con el pediatra jubilado del CHUS José Luis Iglesias
Diz.
SILVIA PAMPÍN La psicóloga Paloma
Cabaleiro y el pediatra jubilado del CHUS
José Luis Iglesias Diz coincidieron ayer en las
I Xornadas pola Educación Infantil da Estrada
en destacar la importancia que tiene para el
desarrollo infantil que los niños se sientan
queridos "incondicionalmente". En eso
consiste precisamente el "apego" en el que
Cabaleiro centró su intervención, para tratar
de propiciar la comprensión de la mente del
niño de 0 a 6 años y la importancia de la
inteligencia emocional.
Cabaleiro señaló que hay 4 tipos de apego. El
mejor es el seguro, que le hace sentir al niño
que tiene el apoyo incondicional de sus
padres. El evitativo hace que estén
desconectados emocionalmente y transmitan
poco el cariño. El preocupado viene motivado
por
padres
que
se
desbordan
emocionalmente y motivan que el niño quiera
contarle sus cosas pero tema preocuparle. El de peor pronóstico es el desorganizado, que
se halla frecuentemente en víctimas de abusos físicos o sexuales.
Favorecer que el niño tenga un apego seguro facilita su desarrollo cerebral y, a la par,
influye en el tipo de elección que en su edad adulta elegirá para su relación afectivosexual.
También relató Cabaleiro que el hemisferio derecho del cerebro es más emocional y
gestual en tanto que el izquierdo tiene un componente más lingüístico. En el cerebro
superior reside la razón y en el inferior, las emociones. Entroncando con esto, habló de
distintos tipos de rabietas. El niño puede parar las del cerebro superior y "es ahí donde hay
que poner límites" enseñándole a canalizar su enfado o su tristeza. En cambio, en las
rabietas derivadas del cerebro inferior -más desproporcionadas- no escuchan, están
desconectados y a la par le provocan en sus padres emociones que dejan exhaustan a
ambas partes. Como receta para romper con esto, abogó por "conectar tu hemisferio
derecho con el del niño" con gestos, palabras o cariño para propiciar que el cerebro
superior empiece a actuar y poder redirigir su conducta. El objetivo es lograr un "cerebro
pleno", integrado, con un hemisferio izquierdo que ayude a canalizar las emociones del
derecho. El objetivo del apego será lograr que el niño logre en un futuro autorregularse.
Establecer "una base segura" es "el pilar" de la vida futura: de su actitud ante la vida, las
personas e incluso la elección de trabajo.
Por su parte, el psiquiatra infantil del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago
(CHUS) José Mazaira explicó que los trastornos más frecuentes en los niños son los que
afectan a la conducta, a la ansiedad así como a la hiperactividad y al déficit de atención.
Todos ellos tienen una prevalencia superior al 2%. En ellos influyen factores genéticos y
ambientales.
En materia de ansiedad, Mazaira explicó que el factor ambiente y el genético pesan a
partes iguales. En los trastornos de conducta tiene mayor importancia la influencia
ambiental y en el de la hiperactividad y el déficit de atención pesa más la genética. Se
diagnostican más porque existe una mejor detección y más preocupación por el
rendimiento académico. La hiperatividad se manifiesta en "inquietud motora, impulsividad y
dificultades de atención "persistentes" en "todos los contextos". Se puede mejorar con
psicoeducación (a padres y profesores), psicopedagogía (ayuda a las necesidades
educativas especiales) y con tratamiento psicólogico y farmacológico.
Han aumentado los trastornos de conducta. Mazaira hizo especial hincapié en el abuso de
sustancias (alcohol, tabaco y cannabis) especialmente en la adolescencia y en los
trastornos de la alimentación. Y recalcó que los trastornos de la conducta persisten en la
adolescencia y en la edad adulta. En el caso de la ansiedad, a una "minoría importante" de
los que la sufren en la infancia les "dura o les reaparece" cuando son adultos.
Factores ambientales que pueden incidir negativamente en los niños son la pobreza, la
marginalidad, el abuso físico o sexual, los estilos educativos inadecuados, la delincuencia
en los padres, la enfermedad psiquiátrica en los progenitores, la conflictividad conyugal o
la conflicitividad padre-hijo que derive en "poco afecto" o en "hostilidad". Cuanto más feliz
es un niño en su infancia, menos posibilidades tiene de sufrir estos trastornos.
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