27 PASAJE CULTURAL ¿Los escritores tapatíos leen a sus colegas? David Izazaga reconoce que no Para el poeta Jorge Orendáin hay ha encontrado una poesía que lo cierta discriminación a lo que se enganche y diga “este cuate es de aquí escribe en la ciudad. El narrador César López Cuadras se considera un mal lector de poesía. MIGUEL SÁNCHEZ ARCHIVO ARCHIVO y escribe bien, lo quiero conocer”. Aimeé Muñiz Machuca P ara estar actualizado en cuanto al rumbo que toma la literatura en la localidad, es necesario leer el trabajo de otros colegas, independientemente de que pertenezcan a cierto grupo literario. Ser afín o no es lo de menos, señalaron los poetas Jorge Orendáin y David Izazaga, y el narrador César López Cuadras. En muchas ocasiones la crítica proviene del mismo círculo de intelectuales, aun cuando no posean un conocimiento certero sobre el trabajo de los otros, agregó Orendáin, quien reconoce que en el caso concreto de Guadalajara, las lecturas dependen de si hay armonía o no con un grupo, es decir, todavía existen escritores que se niegan a leer el trabajo de quienes no pertenecen a su círculo social o literario. Consideró que entre los grupos literarios que llegan a surgir, “no nos leemos mucho. Hay muchas críticas sin contar siquiera con una lectura previa”. En su opinión, “no puedes estar en un mundo literario sin ver lo que hacen los demás. Eso no te exime de leer a los grandes maestros o a gente de otros países, pero a veces hay cierta discriminación a lo que se escribe en la ciudad. Las librerías también contribuyen, porque los libros no los encuentras”. En su caso particular, aseguró que sí ha leído el trabajo de otros colegas, pues es una forma de estar actualizado en cuanto al rumbo que toma la literatura, cuestión en la que coincidió César López Cuadras: “Trato de mantenerme al tanto de lo que está sucediendo. Leo incluso a gente con la que no soy afín o cuya literatura no me interesa. La leo por necesidad profesional, aunque no me guste. “Es un imperativo que yo mismo me impongo. Hay en la ciudad una forma de hacer narrativa que no comparto, pero la leo, porque debo saber qué están escribiendo mis colegas, esté o no de acuerdo”. En lo que toca a este género, hay muchas obras que le “emocionan”. No obstante, considera que en los jóvenes no ha surgido una búsqueda por ir más allá del terreno conocido. Hay quienes admiran a Borges, Cortázar o Sallinger y se atoran con trabajos similares, cuando el panorama literario es más amplio. El autor de Macho profundo agregó que sus lecturas están encaminadas a la narrativa, género que domina, no así la poesía, en torno a la cual no puede emitir una opinión: “Soy malo para leer poesía. No es que no lea poesía, sino que soy un mal lector de poesía. A los compañeros que escriben narrativa sí los leo, porque es el género al que más le puedo entender y saber por dónde andan. En su opinión “aquí hay un narrador muy bueno: Eugenio Partida. Hay cosas de él que van a salir pronto. También está Ulises Zarazúa. Me parece que tiene algo y no porque haya ganado premios”. La mirada es distinta en el caso de Orendáin, quien aseguró andar con los ojos abiertos ante la obra de otros escritores, sean amigos o no, pues su postura como editor, tallerista y poeta se lo exige. “Yo estoy del lado de la poesía, aunque sí me gusta leer a los narradores de aquí, tanto a los contemporáneos, como a los maestros. No son muchos los narradores, pero trato de leer con cierta frecuencia lo que escriben. Mencionó a Eugenio Partida, César López Cuadras, Antonio Sigala, Marco Aurelio Larios e Israel Carranza, por citar solo algunos. En poesía la gama es más amplia. Quizá porque el desarrollo de la narrativa todavía no ha despegado en Guadalajara. “Cuando editaba la revista Trashumancia aprendí mucho de lo que se estaba haciendo en el género poético en Guadalajara. Estoy convencido de que la poesía escrita aquí, si la comparamos con la de otros países, es de primer mundo. Me da gusto que en esta ciudad la poesía está por arriba de cualquier otro género. El peso de la narrativa no es tan grande”. Entre sus lecturas encontramos poetas como Ricardo Castillo, Raúl Bañuelos, Raúl Aceves, Jorge Esquinca, Carmen Villoro, Luis Medina, Luis Armenta, Silvia Eugenia Castillero, Luis Vicente de Aguinaga y Felipe Ponce. En cuanto a las generaciones contemporáneas, aunque sí los ha leído, prefirió omitir los nombres, “pues muchos apenas están iniciando su camino”. David Izazaga, quien estudia la posibilidad de editar un libro en la colección Bajo tantos párpados, lee a sus contemporáneos y supone que muchos harán lo mismo: “Leo cosas de personas que no son mis amigos y leo a gente que no conozco, pero no he encontrado una poesía con la que me enganche y diga ‘este cuate es de aquí y escribe muy bien, lo quiero conocer’. No creo que suceda eso. A lo mejor estoy mal”. Mediante estas lecturas se van formando las listas de autores que gustan. Para Izazaga algunos de ellos son: Ricardo Castillo, Jorge Esquinca, José Israel Carranza, Víctor Ortiz Partida y Fernando de León. “Aparte de mis amigos, me parece que son los mejores en su área”. Mencionó a Luis Vicente de Aguinaga, quien luego de una racha de “vacas flacas” está alcanzando grandes niveles: “todo el mundo ganaba premios, les daban becas y con él no pasaba nada. De repente se le vino la buena época: ha publicado cuatro o cinco libros este año, se sacó por fin el Aguascalientes, le ha ido bien. Creo que lo merece, porque tiene un trabajo muy sólido, de muchos años. A mí me gusta bastante”.