y la construcción social del amor romántico

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MARÍA VICTORIA ÁLVAREZ BUJÁN
Antes del amanecer y la construcción social del
amor romántico
RESUMEN: En este trabajo se reflexiona sobre la obra de Richard Linklater Antes del
amanecer conectando las vivencias amorosas y actitudes sentimentales de los protagonistas
con la construcción social del amor romántico al objeto de examinar cómo dicha construcción
se ha extendido por todo el mundo, especialmente en la sociedad occidental, y de analizar
cuáles son sus consecuencias y cómo se encuentra interrelacionada, a su vez, con el sistema
patriarcal, los roles de género, la globalización y el capitalismo.
PALABRAS CLAVE: Amor romántico, patriarcado, género y capitalismo.
1. Introducción
Antes del Amanecer es una de las películas románticas por excelencia.
Se trata de la primera de las películas que junto con Antes del Atardecer y Antes
de la medianoche, conforma la trilogía romántica realizada por el Director
Richard Linklater y protagonizada por los actores Julie Delpy y Ethan Hawke.
Curiosamente, existe una diferencia de 9 años entre cada una de ellas, puesto
que la primera fue estrenada en 1995, la segunda en 2004 y la tercera y última,
recientemente, en 2013. Antes del amanecer gozó de un éxito rotundo cuando
se estrenó, aún sin saber que posteriormente el director daría vida a una trilogía,
completando todo aquello que quedaba en el aire con la primera película.
En síntesis, Jesse y Céline son dos jóvenes que se conocen en un tren
y sufren un flechazo, o lo que es lo mismo, amor a primera vista. Jesse tiene que
bajarse en Viena para coger un avión al día siguiente y le propone a Céline que
se apee con él para pasar el día, juntos, en la fantástica y romántica ciudad. Ella
acepta, y desde ese momento, la película narra cómo transcurre la jornada que
viven, cómo entablan diversas conversaciones para ir conociéndose poco a poco,
cómo va creciendo la atracción que sienten el uno por el otro, cómo se dan su
InterseXiones 5: 47 - 68, 2014. ISSN-2171-1879
RECIBIDO: 17-11-2013 ACEPTADO: 10-02-2014
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Antes del amanecer y la construcción social del amor romántico
primer beso, en fin, cómo viven una utopía amorosa.
El éxito de Antes del amanecer radica claramente en su argumento, el
cual, gira en torno al amor romántico, tema que aunque a priori pueda parecerlo,
no resulta desde ningún punto, cuestión baladí. Autores como Coral Herrera o Eva
Illouz, lo han estudiado desde una óptica social para analizar cómo el mismo se
construye socioculturalmente y cómo dicha construcción influye en las estructuras
económicas, políticas y culturales de la sociedad (especialmente de la sociedad
occidental). Ésta es, precisamente, la línea que quiero desarrollar, si bien de un
modo sucinto, en el presente trabajo, para analizar cómo la referida concepción
sociocultural y occidental del amor sirve de soporte para el mantenimiento del
sistema patriarcal y capitalista, y cómo por mor de ello, guarda, al mismo tiempo,
una relación subyacente con los estereotipos de género.
2. Definición del amor romántico
Cuando pronunciamos las palabras “amor romántico”, inevitablemente
pensamos en sentimientos, vivencias o ideas de cómo cada uno de nosotros
entiende lo que es el amor y cómo le gustaría vivirlo, pero contrariamente, el
concepto de amor romántico no se halla limitado al campo de los sentimientos,
sino que, en última instancia, es una construcción social que se ha expandido
por todo el planeta gracias al fenómeno de la globalización, operando con
mayor fuerza en el mundo occidental, dado que en otras culturas, como ocurre
por ejemplo en la India, el amor romántico no resulta un elemento primordial
de la sociedad. Las parejas pertenecientes a esta clase de sistemas se casan,
en la mayoría de las ocasiones, para dar cumplimiento a contratos y negocios
que previamente han pactado sus padres o familiares, y los sentimientos de los
cónyuges al igual que la necesidad de vivir un amor idílico poco o nada importan
(Herrera Gómez2010: 76-80).
El amor romántico y la construcción social del mismo se manifiestan
en no pocos ámbitos de nuestra vida. Como podemos observar continuamente,
el amor es una fuente de productos culturales en forma de novelas, canciones,
películas, etc. Debemos entonces, preguntarnos el porqué de este fenómeno, ¿cuál
es la razón última de que el amor romántico ocupe siempre un lugar protagonista
en las esferas y manifestaciones culturales?
Pues bien, la respuesta es sencilla, simplemente porque vende y
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tal éxito de venta, no es sino una consecuencia social. En efecto, más allá del
complejo mundo de las emociones y los sentimientos o más allá del mero fin
reproductivo que tradicionalmente se le ha venido atribuyendo al “amor”1, se
encuentran las consecuencias sociales. Así, en función de cómo es entendido
el amor, son entendidas las relaciones humanas, y en función de cómo son
entendidas las mismas es construida la sociedad.
De hecho, si reparamos en nuestro entorno, es a través de nuestros
seres queridos como aprendemos a hablar, a pensar, a vivir en sociedad (en
una determinada sociedad) y cómo adquirimos nuestras costumbres, nuestras
normas morales, sociales y culturales. La educación que se profesa en nuestra
cultura, hace que todos necesitemos continuamente a alguien que nos quiera,
que nos comprenda y que nos cuide, dicho en otras palabras, nuestra cabeza
es “programada” para vivir y entender el amor de un modo concreto, el que
popularmente denominamos “amor romántico”. Esto es un fenómeno que
provoca que subconscientemente (como se observa en la película), creemos
utopías románticas en nuestra mente de lo que es “el amor ideal”, “la pareja
perfecta”, “la relación modelo”, etc., especialmente en la fase inicial de la pareja
(la fase de enamoramiento, donde todo es idílico, apasionado y maravilloso),
expectativas excesivas e inalcanzables que nos hacen idealizar a la persona amada
y que ulteriormente nos causan enormes decepciones, cuando comprobamos que
la persona amada no es cómo nosotros pensábamos o deseábamos2.
Ésta es en resumen, la forma occidental de entender el amor y las
relaciones ideales, esto es, la concepción sociocultural del amor romántico. Nos
corresponde, por tanto, analizar seguidamente la forma en la que se construye
esta concepción y cuáles son sus consecuencias.
Los autores no se posicionan de forma unánime en lo que se refiere a
las consecuencias del amor romántico y su construcción social, sino que difieren
en los argumentos y en las perspectivas desde las que abordan esta temática, es
por ello que, ILLOUZ viene a decir que existen dos posturas diferenciadas en
torno al amor romántico, “Algunas personas sostienen que el amor romántico es
el último refugio para la autenticidad y la calidez que nos ha robado esta época
cada vez más tecnocrática y legalista. Según otras, representa una ideología
1.De hecho, tradicionalmente ha existido “una idea básica de la cultura occidental denominada dicotomía moral
entre los sexos: las mujer es obra del demonio. Una idea que proviene de la antigua Edad Media, en la que se consideraba que el destino fundamental de las mujeres era procrear a otros seres humanos”. (Iturra2003: 25)
2. Por lo que respecta a las fases de enamoramiento y desenamoramiento, vid. Yela García (2000: 130-162)
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que esclaviza a la mujer, un síntoma de la muerte de la esfera pública o un
modo de evadirse de la responsabilidad social” (Illouz 2009: 15). Es claro que
ambas posturas, aun pareciendo radicalmente distintas, tienen un elemento clave
en común: El sistema social.
En el caso de la primera, el amor romántico estribaría en un mecanismo
para luchar indirectamente contra el sistema preestablecido, intentando mantener
la libertad individual y la autenticidad de las personas pese a las directrices
del entorno; mientras que en el caso de la segunda postura, el amor romántico
se dispondría como una especie de arma a favor del sistema, que tendería a
favorecer la perpetuación del mismo y que afectaría en gran medida al rol que
tradicionalmente le viene impuesto a la mujer.
Esta última, es la postura por la que nos hemos decantado en este
trabajo y la que consiguientemente defenderemos, si bien debemos señalar que
todo lo que rodea al amor romántico no es negativo. Lo cierto es que a pesar de
encontrarnos ante una concepción enmarcada dentro del sistema del patriarcado,
sistema cultural que avala la supremacía del sexo masculino y que condiciona la
forma de amar en función de los sexos, en ocasiones, la propia construcción es la
que opera como vía de escape para las mujeres. Ello obedece al hecho de que los
hombres se sientan atraídos por las mujeres, lo que hace que intenten dominarlas
también en el ámbito sentimental, pero antes al contrario, éste es el único extremo
que está absolutamente fuera de su alcance, pues ocurre que “el deseo masculino
les hace esclavos de las mujeres porque aunque puedan comprarlas, someterlas,
confinarlas en casa, vigilarlas y controlar sus vidas y su sexualidad, no pueden
sin embargo forzar a ninguna mujer a amar” (Herrera Gómez 2010: 207).
En puridad, este fenómeno no es sino una consecuencia más del
sistema del patriarcado, dado que a pesar de que los hombres hayan ostentado
tradicionalmente un papel preponderante en las relaciones sociales, políticas y
de la esfera pública, creando así una clara diferencia entre los roles de mujer y
hombre en función de su sexo, es este mismo sistema el que los hace flaquear en
determinados ámbitos, fundamentalmente, en el sentimental. Ello se debe a que
“el sistema sexo-género ha generado víctimas y verdugos en general, y aunque
“víctima” es un sustantivo femenino y “verdugo” un sustantivo masculino, la
simplificación maniquea no nos ayuda a comprender la complejidad subyacente
en ese mismo sentido” (Ruiz Ballesteros 2003: 101).
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Por otra parte, el amor romántico, históricamente ha funcionado como
las dos caras de una moneda, arbitrándose como siervo del patriarcado al someter
a la mujer bajo el yugo de la familia, el marido y el hogar; a la par que, ayudando
a las mujeres (que tenían otro tipo de aspiraciones y se proponían hacerlas
realizables) a alcanzar el poder del que eran privadas en las esferas políticas y
sociales. Ésta es la razón por la cual “las mujeres en las culturas patriarcales han
sido poderosas principalmente cuando han sido amadas por hombres poderosos,
dado que el poder político, social y económico les estaba vedado” (Herrera
Gómez 2010: 234).
3. La relación que existe entre la construcción social del amor
romántico y los distintos roles de género
La primera cuestión que debemos plantearnos tal y como anuncia
el epígrafe es si concurre alguna relación entre la construcción social del amor
romántico y la atribución de los roles de género.
Dando respuesta a este interrogante, debemos precisar que el amor
romántico entendido como construcción social se haya íntimamente ligado a dos
aspectos: de un lado, el rol que tradicionalmente le viene impuesto a la mujer; y
de otro lado, la dicotomía y la heteronormatividad sobre la que se asienta nuestra
sociedad y que ciertamente es una de las piedras angulares para poder mantener
el patriarcado.
En lo que atañe al primer aspecto, debemos partir del análisis del
amor romántico como “una construcción social que sostiene, en la actualidad,
la base de la sociedad capitalista, democrática y patriarcal: el matrimonio y
su extensión, la familia nuclear tradicional”, de modo que “su idealización
invisibiliza la ideología subyacente a un tipo de pareja basada en la propiedad
privada (monogamia, fidelidad, exclusividad), la eternidad y la magia” (Herrera
Gómez 2010: 78).
Consiguientemente, el amor romántico no se ciñe únicamente a
la perspectiva sentimental e íntima de cada individuo, sino que lleva consigo
una trascendencia sociopolítica, que no es otra que la de hacer perdurar el statu
quo y el mantenimiento del orden sociopolítico, esto es, en suma, el sistema
del patriarcado, aquel sistema social que preconiza una distribución desigual del
poder entre hombres y mujeres, siendo los primeros el género dominante y las
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segundas, el género dominado3.
De la configuración del sistema patriarcal es de dónde proceden
los modelos de comportamiento y los esquemas tipificadores en función del
género. Así, el esquema tipificador por excelencia es el “rol social”, el papel
que cada uno de nosotros cumple en la sociedad. Asimismo, nos encontramos
con el denominado “rol de género”, el papel que hombres y mujeres tienen
preestablecido y deben cumplir en función de su género4. En consonancia con
lo anterior, la construcción social del amor romántico camina de la mano del
patriarcado y le sirve de parapeto para su perpetuación en la sociedad occidental.
De aquí, justamente, se deprende la razón última por la que el amor romántico
no representa el nudo gordiano del sistema económico y familiar en el ámbito de
sociedades como las de la India, puesto que en este tipo de culturas no es necesario
buscar un baluarte para el mantenimiento subrepticio del sistema patriarcal, sino
que éste ya se constituye de por sí, en el contexto de una sociedad en la que no
hay lugar para la igualdad y la libertad de las mujeres. Empero, en las sociedades
occidentales, sí se presume la existencia de una esfera de libertad y de igualdad
individual y de género, en la que resulta inconcebible pensar en parejas carentes
de autonomía, como sucede por ejemplo, en el caso de matrimonios pactados por
las familias cuando los futuros cónyuges son todavía niños5.
Además, no podemos obviar que en los últimos tiempos, la mujer
ha evolucionado en su rol y ha ganado en independencia, de modo que un
sometimiento expreso a los cánones del sistema patriarcal en el ámbito de las
sociedades occidentales sería de todo punto impensable6. Ahora bien, existen
mecanismos alternativos y aquí, es donde entra en juego el amor romántico,
3. La Real Academia Española define patriarcado como “Organización social primitiva en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia, extendiéndose este poder a los parientes aun lejanos de un mismo linaje”,
vid. Real Academia Española. (2001). Patriarcado. En Diccionario de la lengua española (22ª ed.). Recuperado de
http://lema.rae.es/drae/?val=patriarcado
4. No obstante, “el sistema del patriarcado no es un sistema universal, ni existe desde siempre. Se impuso violentamente como una reacción contra el poder femenino y su capacidad de crear vida. La reclusión doméstica y la
subyugación del género femenino vinieron dadas en gran parte por el sentimiento de inferioridad de los hombres
con respecto a la capacidad reproductora femenina, y por el miedo del hombre a la sexualidad femenina ejercida
con libertad” (Herrera Gómez2010: 19).
5. En relación a este fenómeno “el amor romántico, pese a que siempre se ha tratado como un fenómeno afectivo
que acontece en el interior de las personas, es una construcción sociocultural que se ha expandido por todo el planeta gracias al fenómeno de la globalización. Esto es visible en culturas donde, por ejemplo, el matrimonio siempre
ha sido un acontecimiento contractual que no tenía que ver mucho con los sentimientos de los cónyuges, como en
India o Japón”(Herrera Gómez2010: 14).
Asimismo, acerca de las pautas amorosas en otras culturas actuales, vid. las consideraciones ofrecidas por Yela
García (2000: 72-74).
6. Véase en este sentido, el estudio llevado a cabo sobre la construcción de la utopía romántica en Illouz (2009:
49-53).
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que funciona como un instrumento clave para el mantenimiento de este tipo de
sistema. Así las cosas, el amor romántico en su fase inicial de utopía y felicidad
no viene a ser sino la puerta de entrada de la mujer en el patriarcado.
Si nos remontamos a la película, en ella se percibe perfectamente cómo
Céline, una mujer que se considera a sí misma como un emblema del feminismo
y la independencia, concibe el amor como algo maravilloso, imprescindible para
ser feliz y poder llegar a realizarse, anteponiendo incluso el triunfo en el amor
al triunfo en una profesión. De este modo, se observa cómo, efectivamente, nos
encontramos influenciados por la educación que se nos proporciona y cómo
partiendo de la utopía del amor romántico, buscando a “nuestra media naranja”
nos adentramos en el sistema social por defecto, el patriarcado.
La forma de introducirse en el sistema patriarcal tiene relación
con el segundo de los aspectos objeto de análisis, la dicotomía sexual y la
heteronormatividad sobre la que se asienta nuestra sociedad, dado que “Nuestras
representaciones sociales están condicionadas por un pensamiento que entiende
que la norma nace de los cuerpos: éstos serían la razón última a partir de la
cual se construyen los géneros. Dos cuerpos, dos géneros y una sola sexualidad
dominante (sustentada también por condicionantes fisiológicos, genéticos,
biológicos…) (Sabuco y Cantó y Valcuende Del Río 2003: 13).
En definitiva, el amor romántico se ha vendido a la población durante
dos siglos como el estado civil ideal, con el fin primordial de crear una familia
nuclear tradicional, o dicho en otros términos, una familia patriarcal. El modelo de
familia patriarcal al que tradicionalmente se nos han acostumbrado y para el que
se nos ha educado, sólo da cabida a la existencia de dos sexos (hombre y mujer)
que a su vez formen un modelo de pareja: la pareja heterosexual. De esta manera,
se establece una dicotomía, es decir, una especie de compartimentos estanco, en
los que se dejan al margen otras realidades de nuestra sociedad (como ocurre con
los colectivos LGTB o los colectivos de intersexuales), que son entendidas como
anormales y extrañas7. En lo relativo a los primeros, porque ponen en peligro la
concepción de familia patriarcal, al proponer otros modelos distintos de parejas y
de relaciones; y en lo que se refiere a los segundos, porque “Ponen de manifiesto
7. Para un estudio más detallado de las discriminaciones que traen su origen en la denominada dicotomía o sistema
sexo/género y la heteronormatividad sobre la que se asienta nuestra sociedad y que afectan especialmente a determinados colectivos, como el colectivo LGTB, y dentro del mismo, en mayor medida, al colectivo de mujeres lesbianas, el cual ha padecido la negación de sus derechos como corolario del rol que tradicionalmente se la ha venido
atribuyendo a la mujer, vid. Pichardo (2006: 372-390).
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la arbitrariedad de las categorías (identidad y diferencia, macho/hembra) y la
complicidad que establece esta categorización con la heterodesignación de los
cuerpos” (Preciado, 2011: 121). De esta suerte de concepción social tradicional,
es precisamente de dónde proceden las discriminaciones, la violencia de género
(incluidas dentro de la misma, prácticas tales como la ablación de los genitales
femeninos8) y la homofobia9.
Como consecuencia de este ideario, podría concluirse de forma
contigua, que según el tipo de sistema cultural y social se prescribe un tipo de
amor distinto, existiendo así, amores heteronormativos o hegemónicos y amores
heterodoxos, ilegales, alternativos o subversivos (el amor libre, el amor entre
homosexuales….) (Herrera Gómez 2010: 257-262).
4. el amor romántico al servicio del sistema del patriarcado
Llegados a este punto, nos corresponde estudiar cómo el sistema del
patriarcado se sirve del amor romántico.
El amor romántico pivota sobre la base de distintos mitos, estereotipos
y concepciones, pero a mi modo de entender, el fenómeno más relevante que
envuelve la concepción sociocultural del amor romántico es: La masculinidad y
la virilidad vs la feminidad.
Esta concepción nos hace identificar la identidad masculina como
algo dominante e independiente y la femenina, como algo frágil y dependiente,
que debe ser protegido. Tal fenómeno tiene claro reflejo en cuentos populares
como Blanca Nieves, Cenicienta, Rapunzel, etc.10, dónde la protagonista
siempre es una pobre y bella damisela que necesita ser rescatada por un apuesto
príncipe, para “casarse, ser felices y comer perdices”. Estas narraciones se hallan
impregnadas, en su inmensa mayoría, de un romanticismo patriarcal, que ni resulta
8. Sobre el origen de la mutilación genital femenina y su relación con el sistema patriarcal y los estereotipos de
género derivados del mismo, vid. Lameiras Fernández, Carrera Fernández y Rodríguez Castro (2013).
9. En efecto, la violencia de género es aquella violencia ejercida en el ámbito de la pareja, por quien ostenta una
superioridad (hombre) sobre el sexo más débil (mujer), como consecuencia de la discriminación estructural que
tradicionalmente sufren las mujeres. La violencia de género es en definitiva, “una violencia sexista o machista fruto
de adjudicar diferentes roles a mujeres y hombres y colocarlos en una jerarquía en la que los hombres ostentan el
lugar superior privilegiado”. Lameiras Fernández, Carrera Fernández y Castro Rodríguez (2009: 119).
10. Este mito se desarrolla a la perfección en Grad Marcia (1999), donde se cuenta la historia de una delicada princesa, llamada Victoria, que es criada bajo la inflexibilidad de sus padres, los reyes, por lo que crece soñando que un
día será rescatada por un apuesto y encantador príncipe, pero cuando por fin es rescatada, las cosas no suceden tal y
como ella imaginaba. El príncipe abandona su rol de encantador y la princesa tiene que emprender un apasionante
viaje por el “Camino de la Verdad” para descubrir la realidad y apartarse de sus (falsas) ilusiones iniciales.
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intrascendente ni es mera casualidad, visto que los cuentos son, directamente,
fruto de la cultura popular, y por ende, no son sino el reflejo de cómo se halla
conformada la sociedad. De este tipo de literatura, se infiere, al unísono, un mito
propio de la masculinidad, que es el de entender al hombre como héroe, mito que
trae su base en la historia de Ulises narrada en “La Odisea”11 (Guasch Andreu
2003: 113-124).
Se observa también esta tendencia en la educación de los niños.
En nuestra sociedad, tendemos a considerar a las niñas de pequeñas como
“princesas” y a los niños como “fuertes hombretones” decidiendo así, de una
forma inconsciente, una educación disímil para los hijos en función de su sexo,
educación que posteriormente influye en la forma de amar de hombres y mujeres,
que es absolutamente diferente, tanto en lo que concierne a la forma de entender
el amor como a la forma de entender la familia12.
Consecuentemente, los componentes del deseo/atracción adulta
difieren en función de los sexos, de tal suerte que, mientras las mujeres centran
su atención y sus deseos sobre aspectos como: la sinceridad, el compromiso, la
fidelidad, la compatibilidad (de personalidades y caracteres) a fin de lograr una
relación duradera y estable, así como, el prestigio masculino, la inteligencia, la
salud y la complexión fuerte; los hombres se fijan, fundamentalmente, en la belleza
física, dándole una importancia sustancial a la forma corporal, a la juventud y a
la apariencia física, así como a la fidelidad sexual. En efecto, “en todo el mundo,
los hombres desean que su esposa sea atractiva, joven y sexualmente leal y que
le guarde fidelidad hasta la muerte” (Buss 1996: 122). Tal desemejanza es fruto
de la educación y de las concepciones sociales y culturales tradicionales, que se
han ido desarrollando a lo largo de la historia13 (Buss 1996: 45-125).
11. El autor examina ciertos estereotipos concernientes a la masculinidad, y en síntesis, analiza tres perfiles de
hombres: los héroes (el fuerte soldado y guerrero que puede presentarse en todos los ámbitos, desde un guerrero
propiamente dicho hasta un obrero; los ancianos, refiriéndose a aquellos hombres que en su día encajaron dentro del
perfil de héroes, pero que la vejez ha hecho mella en su honra de hombres; y los afeminados, la antítesis del héroe.
12.Las mujeres por su condición cultural, desarrollan una mayor generosidad y un mayor espíritu de sacrificio y
dedicación hacia los demás, amén de una mayor facilidad para expresar sus sentimientos; mientras que los hombres,
son más egocéntricos, más fríos y tienen por regla general, enormes dificultades para expresar aquello que sienten
y para entregarse a los demás. Para un estudio a mayor abundamiento de esta cuestión, vid. Herrera Gómez (2010:
207-221).
En lo relativo a la diferencia de educación entre niños y niñas, destaca el modo en el que se emplean determinados
deportes con la educación para construir la masculinidad (p. ej., el fútbol) y la feminidad (el aeróbic o el ballet),
como ocurre en el caso del fútbol. En este sentido, v. el estudio llevado a cabo en Del Campo Tejedor (2003:66-69)
13. Resalta el hecho de que ambos sexos otorguen una gran importancia a la fidelidad en sus relaciones de pareja,
lo que no es una mera casualidad, pues a nuestro juicio, ésta constituye un elemento propio y necesario de la configuración de nuestro sistema heteronormativo y patriarcal, el cual estaría cojo si no se intentase, de alguna manera,
asegurar la exclusividad en las relaciones de pareja, papel que a todas luces desempeña la fidelidad entendida como
una concepción social y/o cultural.
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Antes del amanecer y la construcción social del amor romántico
Igualmente, como ilación del fenómeno al que hemos hecho referencia
en los párrafos anteriores, podemos observar “Como un hombre se define por
oposición a la mujer, reniegan de la afectividad como una característica femenina,
y educan a sus propios hijos para que sean unos mutilados emocionales en lo que
respecta a sus propios sentimientos y formas de expresarlos. Al hombre se le ha
enseñado a controlarse y contenerse, a no expresar valores negativos (ternura,
compasión, carió, amor melancolía, fragilidad, etc.), lo que de algún modo les ha
separado de sí mismos. Los hombres viriles tienen que demostrar continuamente
una parte de sí mismos (que son valientes, independientes, fuertes y violentos)
pero se les ha impedido demostrar o desarrollar la otra parte (la de los afectos,
la sensibilidad, la dulzura, la empatía)” (Herrera Gómez 2010: 219).
Esta distinción corporal y educacional preestablecida en función
de los sexos a la hora de amar y desarrollar la esfera sentimental, es al fin y
a la postre, el motivo por el cual “La mayor parte de las relaciones entre los
hombres y las mujeres han estado siempre basadas en el miedo al poder del otro,
a la dominación física y psicológica. En este sentido, los hombres siempre han
entendido la seducción femenina como estrategia simbólica de dominación por
la vía de la sutil persuasión” (Herrera Gómez 2010: 19).
Pero lo más llamativo de la cuestión que nos ocupa es, sin duda, que
la importancia que socioculturalmente se le viene otorgando al sexo de cada
persona como medio para identificarla y para decidir un sistema de vida y de
educación para ella, se refleja incluso antes de nacer. En consecuencia, es harto
frecuente escuchar cuando una mujer está embarazada, la pregunta ¿es niño o
niña?, pregunta que no resulta trivial, ya que detrás de la misma “se oculta un
sistema diferenciado que fija el orden empírico volviendo el cuerpo inteligible
gracias a la fragmentación o a la disección de los órganos; un conjunto de
técnicas visuales, discursivas y quirúrgicas bien precisas que se esconden detrás
del nombre «asignación de sexo»” (Preciado 2011: 117).
Esta disimilitud en la educación entre hombres y mujeres hoy se
manifiesta, quizás, de un modo más implícito o subrepticio, sin embargo, en la
época de la posguerra española la diferencia era palmaria, por cuanto los juegos
o entretenimientos infantiles para unos y otros, diferían extremadamente, hasta el
punto de llegar a estigmatizar a los niños y niñas en función de su sexo. Además,
existían colegios distintos sólo para niñas o sólo para niños y en aquellos que
eran “mixtos”, separaban al alumnado por sexo en las distintas clases, de manera
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que hubiese clases sólo para niños o clases sólo para niñas. En este contexto,
“la mística de la masculinidad venía exaltada ya en los tebeos de aventuras
dedicados a los niños. Como las directrices de la prensa infantil y juvenil también
se atenúan al principio de segregación educativa adoptado por el Gobierno,
ninguna niña compraba Flechas y Pelayos ni los cuadernillos de El Guerrero del
antifaz. Ellas leían publicaciones como la revista Chicas, que luego se llamó Mis
chicas, donde se les daban consejos de higiene, de comportamiento social, de
cocina y de labores, y se las encaminaba hacia paraísos de ternura sublimados
en breves relatos de final feliz” (Martín Gaite 1987: 98).
5. La perspectiva económica del amor romántico
La construcción del amor romántico no influye solamente en las
estructuras sociales y culturales, sino que también desempeña un importante
papel en el ámbito económico. Ello es debido a que el poder económico se nutre a
través del modelo de familia nuclear y del amor romántico14. El poder económico
necesita instancias sociales que posean capacidad adquisitiva para consumir
desenfrenadamente y estas instancias son las parejas, mas debemos tener en
cuenta el carácter dual del capitalismo, que no sólo oscila sobre el consumismo,
sino también sobre la producción masiva, siendo producción y consumismo,
las dos caras de una misma moneda. En este orden de cosas, cabe reseñar que
“las definiciones modernas del amor romántico y sus prácticas se entrelazan
con esa dualidad que caracteriza al capitalismo tardío. El amor romántico se
ha convertido en un elemento intimo e indispensable del ideal democrático de
la opulencia que acompañó el surgimiento de los mercados masivos, con lo
cual ofrece una utopía colectiva que trasciende y atraviesa todas las divisiones
sociales” (Illouz 2009: 18).
El consumismo es, como sabemos, un estilo de vida impuesto por el
capitalismo, y entre el amor romántico y la esfera sociocultural del consumo se
vislumbra una estrecha relación, ya que de la emoción del amor romántico se
14. “Friedrich Engels condenaba a la familia por subyugar a las mujeres y conservar la propiedad privada mediante las leyes de la herencia. Según el filósofo alemán, el matrimonio burgués, caracterizado por la monogamia
y el «afecto”, no es más que una apariencia hipócrita, condicionada por la pertenencia de clase más que por los
sentimientos, y cuya causa en última instancia no es el amor sino la conveniencia. El “verdadero” amor romántico,
por lo tanto, sólo podría surgir en la clase obrera, pues ésta no tiene ninguna riqueza material que ganar o perder.
Como afirman Marx y Engels en el Manifiesto comunista, la familia y el amor quedarían libres de sus lazos de dominación e interés sólo en una sociedad comunista, puesto que allí la propiedad privada y las ganancias económicas
no serían motivo para formar una pareja. Resulta evidente que, como condición previa para las relaciones humanas
auténticas y genuinas, la utopía política de estos dos autores supone la existencia de una separación total entre los
sentimientos y la mercancía, el amor y los intereses económicos”.Illouz (2009: 27)
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Antes del amanecer y la construcción social del amor romántico
derivan una gran cantidad de gastos y consumo. Dicha intersección se da mediante
dos procesos: la romantización de los bienes de consumo y la mercantilización
del amor romántico (Illouz2009: 50).
Así, entre los consumos típicos relacionados con la utopía del amor
romántico, destacan los siguientes:
- Regalos de aniversario, de compromiso. Muchos de estos regalos son
objetos lujosos o de elevado coste, como joyas.
- Gastos de boda: atuendo para novios y padrinos, banquete, flores, etc.
- Gastos bancarios (es éste el supuesto de las hipotecas y préstamos para
financiar las viviendas que necesitarán los recién casados o las parejas
cuando decidan formalizar su relación).
- Gastos en sex shops.
- Gastos derivados de consumiciones en bares, cafeterías, hoteles y demás lugares en los que se llevan a cabo las primeras citas y encuentros
amorosos.
- Gastos de asesoramiento legal, para la realización de contratos pre y
post-matrimoniales.
- Otros gastos varios.
Asimismo, el consumismo que trae causa del “amor romántico” se puede
observar igualmente en distintas escenas del film:
- Cuando Céline y Jesse van al vagón restaurante para tomar algo y hablar
con tranquilidad.
- En el momento en el cual los protagonistas suben al teleférico, lugar en
el que se dan su primer beso.
- Cuando la pareja acude al parque de atracciones y Jesse introduce una
moneda en una máquina para que suene una canción y se ponen a bailar
y a bromear.
- En el instante en que aparece la adivina para leerle la mano a Céline y
ésta le paga por sus servicios.
- Cuando la pareja entra en el pub, pagando la entrada junto con la consumición.
- En la escena en la que nuestros protagonistas le dan una limosna al
mendigo a cambio de que les haga in situ una poesía que contenga en sus
versos una palabra que ellos mismos elijan.
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Inclusive, se puede percibir la faceta económica del amor romántico
desde un prisma inverso. Sucede esto, cuando Céline y Jesse deciden llevar a
cabo una especie de “juego” acudiendo a un bar-pub para conseguir gratis una
botella de vino. La estrategia para lograr la botella se basa, precisamente, en
la utopía romántica y en la concepción sociocultural del amor romántico, toda
vez que Jesse persuade al camarero para que éste le facilite una botella de vino,
aduciendo que no tiene dinero pero que se encuentra en Viena con el amor de su
vida en la única noche que van a poder estar juntos. Jesse le asegura que cuando
llegue a su casa le hará un giro para retribuirle el importe correspondiente y el
camarero, finalmente, acepta.
No cabe duda de que el camarero se compadece de la pareja por su
“historia de amor romántico”, historia que, en este caso, en vez de producirle
una ganancia fruto del consumismo que va comúnmente aparejado al amor
romántico, se lo hace perder, pero dicha “pérdida económica” es, de la misma
manera, una derivación de la utopía romántica que todos tenemos interiorizada
en nuestro subconsciente.
En conclusión, desde hace un tiempo a esta parte se ha constituido
un fuerte vínculo entre el capitalismo y el amor romántico que resulta, cuanto
menos, preocupante y debe hacernos reflexionar, pues en palabras de ILLOUZ
“Las relaciones románticas no sólo están organizadas en el mercado, sino que
se convirtieron en productos salidos de una línea de montaje y que se consumen
con rapidez, eficiencia, a un costo bajo y en gran abundancia. El resultado es que
es el mercado el que dicta ahora de manera más exclusiva el vocabulario de las
emociones” (Illouz 2007: 193).
6. Estereotipos de género y mitos del amor romántico
presentes en Antes del amanecer
Para reparar en todo lo que llevamos explicado hasta aquí, es preciso
hacer especial hincapié en los elementos más característicos de la construcción
social del amor romántico, razón por la cual, es recomendable realizar el visionado
de la película desde dos ópticas esenciales:
- La primera, en relación con el papel que representa la protagonista y
como ese amor romántico influye en ella, en su personalidad y en su papel/rol como mujer.
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Antes del amanecer y la construcción social del amor romántico
- La segunda, en lo que se refiere al protagonista. ¿Qué significa el amor
romántico para él? ¿Cuáles son las diferencias entre la forma de entender
el amor romántico de Jesse y de Céline?
Así, de Céline llama la atención su facilidad para mostrar sus ideas
y sentimientos y para expresar la importancia que ella le atribuye al “amor”;
mientras que Jesse tiene facilidad para bromear y para ligar, incluso para hablar
de sexo, pero no para hablar de amor. Jesse muestra una personalidad más
escéptica. Estas diferencias son efecto indirecto de la educación que se dispensa
en nuestra cultura, educación que, tal y como mencionábamos anteriormente,
origina una clara diferencia en la forma de amar y de entender el amor entre
hombres y mujeres.
Quizá, el escepticismo de Jesse se explica por la escena en la que cuenta
cómo sus padres no se llevaban bien, tuvieron un hijo y al final se divorciaron.
El protagonista dice que aguantaron juntos por el bien de él y de su hermana. La
actitud de sus padres a la hora de querer mantener la unión familiar a toda costa
y pese a sus problemas y diferencias, pone de manifiesto la concepción social de
la familia nuclear patriarcal como modelo idílico15.
En la película también se pueden observar estereotipos de género y
mitos románticos. En esta línea, resalta el hecho de que Céline, una mujer liberal
y progresista de mente abierta, se encuentra al mismo tiempo, influenciada por
la educación y por el sistema social, lo que le genera, en definitiva, una creencia
profunda en el amor romántico16. Este fenómeno se percibe en varias de las
conversaciones que entabla con Jesse, especialmente cuando le cuenta la historia
de un señor para el que trabajó, un hombre que había triunfado enormemente en
su profesión, pero que al final de su vida estaba sólo y nunca se había entregado
a nadie. Tal creencia es un producto más de la cultura tradicional patriarcal, ya
que el hecho de educar a las mujeres con la única meta de convertirse en fieles
15. El escepticismo de Jesse se refleja en distintas escenas, algunas de ellas son las que siguen: la escena en la que
Céline le pregunta a Jesse si conoce a alguna pareja que sea feliz y él responde que sí, pero que en realidad no son
felices, sino que se pasan la vida viviendo una mentira; la escena en la que aparece la adivina para leerle la mano
a Céline y mientras ella se muestra entusiasmada, Jesse opina que es todo una artimaña preparada; o la escena en
la que Céline cuenta cómo su abuela amó toda su vida a otra persona distinta de su marido, pero se resignó. En
relación a esta última, Jesse opina que no es algo grave, ya que si hubiese conocido bien a su amado, al final él la
habría decepcionado.
16. El punto de vista expresado por Jesse hace alusión al hecho de que las personas creamos en la fase de enamoramiento expectativas exageradas para con la persona amada, expectativas inalcanzables e irrealizables y cuando nos
percatamos de que el ser amado no satisface tales expectativas, es el momento en el que llega la decepción y con
ella, la fase de desamor.
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esposas, origina que “como ellas no pueden moverse por sí mismas, ni trabajar,
ni tomar decisiones, ni tomar el control de sus vidas, el modo que hallan para
aumentar su reconocimiento social es adquirir el estatus de casadas, de mujeres
susceptibles de ser amadas (esta sería la figura mitológica de HERA: «Puesto
que la mujer está condenada a la subordinación, sólo le resta anularse a sí misma
planteándose al ser amado como un absoluto al que dedica toda su existencia»17”
(Herrera Gómez 2010: 234).
Aunque esta reflexión se refiere más bien a una época anterior, puesto
que en la actualidad, las mujeres han evolucionado, se han liberado y desarrollan
distintas esferas de su personalidad: cultural, laboral, sentimental, familiar…,
la consecuencia final de la concepción que en ella se describe constituye un
resquicio cultural que continúa operando en el inconsciente de las mujeres.
En este sentido, de la actitud y pensamiento de Céline podemos colegir
dos mitos románticos:
- El mito de la omnipotencia del amor, es decir, la creencia de que el amor
lo puede todo, de que es lo más importante y lo esencial que toda persona
necesita para salvar los obstáculos de la vida.
- El mito del emparejamiento: mito que aparece reflejado en el carácter y
personalidad de Céline, quien siendo una mujer liberal que se configura
a sí misma como un icono de la independencia y del feminismo, abre su
corazón y explica cómo para ella lo más importante para realizarse sería
enamorarse y encontrar a “su alma gemela”. De este mito, se infieren, al
mismo tiempo, otros dos: el mito de la media naranja, que orbita alrededor
de la creencia de que los amantes están predestinados el uno al otro desde
siempre; y el mito de la exclusividad, el cual, tiene su base sobre la creencia de que sólo es posible estar enamorado de una persona.
A su vez, estos mitos románticos no son sino efecto del romanticismo
patriarcal, al que hemos hecho mención anteriormente.
No obstante, estos no son los únicos mitos existentes en torno a la
concepción social del amor romántico, sino que existen muchos otros, entre los
que podrían mencionarse:
17. En este sentido la autora apunta que “autores como Georges Duby entienden que esta sobrevaloración en las
mujeres se explica porque implica un reconocimiento de su derecho a ejercer cierto dominio sobre los hombres”.
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Antes del amanecer y la construcción social del amor romántico
- El mito del matrimonio, que se refiere a la creencia de que un gran amor,
un amor romántico, debe terminar inevitablemente en un afianzamiento
de la pareja, lo que se viene a representar en la construcción de una unión
estable, ya sea mediante el matrimonio, ya sea mediante otra forma de
dotar a la relación de un vínculo férreo, como por ejemplo, formalizar una
pareja de hecho.
- El mito de la fidelidad, el cual gravita sobre la creencia de que si se ama
verdaderamente a una persona, sólo se tienen deseos sexuales y pasionales
con esa persona y con ella, deben ser satisfechos.
- El mito de la perdurabilidad, que se apoya en la creencia de que el amor
romántico será eterno e imperecedero, es decir, se mantendrá durante toda
la relación con el mismo ímpetu e ilusión del principio. Éste es, probablemente, el mito que guarda una más estrecha relación con la utopía del
amor romántico, dado que los amantes suelen esperar cuando inician una
relación, que ésta se mantenga con la misma pasión y la misma ilusión del
principio, lo que resulta de todo facto imposible, generando ulteriormente
una gran decepción18. Éste último, también se puede ver reflejado en la
películas de manera implícita, dado que, a la postre, la razón por la que los
protagonistas deciden volver a verse es la esperanza de poder conservar
ese gran amor apasionado que ha surgido entre ellos.
Sin embargo y en contraposición al mito que tratamos en este punto,
llama poderosamente la atención que “los humanos raramente se emparejan una
sola vez en la vida. Divorciarse (…) Al contrario de lo que se cree, esta situación no es un fenómeno reciente ni refleja una súbita disminución de los valores
familiares. El divorcio, en particular, y la disolución de las relaciones de pareja
duraderas, en general, son universales”(Buss 1996: 267).
- El mito de «mater dolorosa», típico en la España de la posguerra e íntimamente ligado a la religión, y más en concreto, al culto a la Virgen
María, al entender que la maternidad, deber inexcusable de toda mujer,
se encuentra ligada al sufrimiento o al martirio (en un término más religioso). Por consiguiente, en la práctica, la base de este mito, “proponía
a las chicas casaderas su propio camino de perfección para el futuro y
establecía para los jóvenes un rígido punto de comparación que aumen18. Sobre los diversos mitos existentes en torno al amor romántico, v. Herrera Gómez (2010: 285-296).
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taba sus cautelas e indecisiones a la hora de elegir la compañera de su
vida”(Martín Gaite 1987: 108).
- El mito del libre albedrío, el cual, tiene una clara conexión con la construcción social del amor romántico y con el hecho de que ignoremos la
existencia de la misma, puesto que el mismo radica fundamentalmente
en “la creencia de que nuestros sentimientos amorosos son absolutamente íntimos y no están influidos de forma decisiva por factores socio-biológicos-culturales ajenos a nuestra voluntad y, generalmente, a nuestra
consciencia” (Yela García 2000: 71). Precisamente, la construcción social
del amor romántico no es otra cosa que la influencia del sistema social,
cultural e inclusive, económico del mundo occidental en la forma de amar
y de pensar de la población.
- El mito de la equivalencia, que consiste en la “creencia de que los
conceptos de «amor» y «enamoramiento» son equivalentes, y por
tanto, que si uno deja de estar apasionadamente enamorado es que
ya no ama a su pareja” (Yela García 2000: 71). Además, este mito
o concepción posee un nexo causal con la fase de desenamoramiento. Uno se decepciona, no sólo porque las expectativas que albergaba
eran extremadamente inalcanzables, sino porque cree que el amor ha
decaído y que su pareja no ha logrado mantener la pasión y la ilusión
del principio.
En el film se puede contemplar, asimismo, la presencia de ciertos
estereotipos de género, como sucede en la escena en la que los protagonistas
simulan llamadas telefónicas a sus amigos para contarles la experiencia que están
viviendo. Jesse interpreta el papel de amiga de Céline y ésta, el papel de amigo
de Jesse. Los dos ponen de relieve los estereotipos obrantes en relación a ambos
géneros, imitando la voz, la forma de hablar y la actitud de cada uno en función
de su género. Sin embargo y curiosamente, la escenificación de las llamadas,
termina siendo una forma sutil de declararse.
Destaca también en la película, el estereotipo de la promiscuidad
masculina, estereotipo que se puede observar en dos momentos:
- En la conversación en la que Jesse y Céline hablan de la promiscuidad
masculina. Jesse intenta justificarla insistiendo en que los monos también
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Antes del amanecer y la construcción social del amor romántico
son promiscuos y que lo son de modo natural. Céline le responde diciendo
que ése es un argumento machista, y expone cómo, en su opinión, incluso
el feminismo podría ser entendido como un argumento machista para vivir
la promiscuidad masculina a costa de la liberación sexual de las mujeres.
- En la ocasión en la que Céline se muestra reticente a mantener relaciones sexuales con Jesse, confesando que no quiere ser la clásica aventura o
anécdota de un viaje, de la que luego Jesse pueda presumir y alardear con
sus amigos americanos.
Una vez que hemos expuesto los principales mitos o estereotipos de
género que podemos percibir en el film, tenemos que referirnos al amor romántico
en sí y a cómo éste se proyecta en la película.
El amor que viven los personajes es utópico y apasionado, ambos se
encuentran ilusionados por el ímpetu del principio, se hallan maravillados el uno
del otro. El amor envuelve a los personajes en la magia y en la euforia típica
de la primera fase (la fase del enamoramiento), hace que se sientan dichosos
e inundados de sentimientos especiales que no tenían hasta ese momento19.
De hecho, aunque se perciben diferencias de género en la forma de sentir el
amor, existen, no obstante, otros estereotipos relacionados con la concepción
sociocultural del amor romántico y que son comunes a ambos géneros, como
acontece, por ejemplo, en relación a los citados mitos de la omnipotencia o del
emparejamiento.
En este contexto, resulta interesante la intención primera de los
personajes de intentar superar las convicciones sociales y vivir un amor único,
apasionado y efímero, un amor que se ciña a ese día en Viena, que forme parte de
su vida, pero comprendiendo que cada uno tiene su camino y debe seguirlo. Con
todo, a medida que avanza el film, los protagonistas van aumentando el deseo de
volver a verse, de estar juntos, en suma, de vulgarizar su relación idílica, única
y original porque se hayan embriagados por el amor hasta tal punto, que no son
capaces de ver la realidad que les aleja (habida cuenta de su distinta procedencia,
sus distintos planes y expectativas de vida) y lo efímero de los sentimientos que
en ese momento albergan.
Al principio, los personajes tienen miedo a revelar sus sentimientos, a
19. Para un estudio más pormenorizado de las características del amor y del desamor amén de los fundamentos
biológicos del amor, vid. Herrera Gómez (210: 80-107).
María Victoria Álvarez Buján
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admitir que quieren reencontrarse y tener una relación, y no es hasta la despedida
en la puerta del tren cuando mutuamente se confiesan su deseo de verse y de
repetir lo vivido, orquestando una cita que deberá tener lugar pasados seis meses
en la estación de tren en la que se despiden ahora. Esto desvela el poder de la
concepción social del amor romántico, que como ya hemos anticipado, funciona,
en última instancia, como puerta de entrada al sistema patriarcal, ámbito en el que
las relaciones son concebidas en un sentido de perpetuidad, de exclusividad y de
monogamia con el fin último de crear una familia nuclear.
7. Conclusiones
La pretensión de este trabajo no ha sido otra que la de efectuar un
somero estudio de la película para analizar cómo se construye la concepción
sociocultural del amor romántico y cuáles son sus consecuencias, especialmente,
en el mundo occidental y en la vida de las parejas. En definitiva, hemos visto
cómo esta desconocida construcción camina de la mano del sistema tradicional
y patriarcal, influyendo en el rol que tradicionalmente se le viene atribuyendo a
la mujer a través de la divulgación y a la interiorización por parte de la sociedad
de mitos y estereotipos de género, y ayudando de esta forma, a la perpetuación
y al sostenimiento del mismo. Asimismo, hemos analizado la conexión existente
entre el amor romántico y el capitalismo explicando cómo este último se sirve de
la utopía romántica para incentivar el consumo en masa.
Finalmente, sólo resta preguntarnos si ha lugar a alguna alternativa
al “amor romántico”, si sería posible por tanto, huir de esta construcción
sociocultural de algún modo. Desafortunadamente, si bien a nivel legislativo y
político, el patriarcado se encuentra en decadencia (al menos aparentemente), en
el ámbito emocional y narrativo continúa en auge. La única alternativa efectiva
al amor romántico, y por contraposición a la idea que éste simboliza, sería la idea
de liberación en la esfera amorosa y sexual, lejos de estereotipos socioculturales
y de género que repriman nuestros sentimientos y deseos, pero “la idea de una
liberación sexual y amorosa colectiva, sin jerarquías de género ni luchas de poder
no deja de ser una utopía de la postmodernidad” (Herrera Gómez 2010:389),
dado que escapa radicalmente a nuestro entendimiento, y lo hace porque debido
al etnocentrismo20 que nos embriaga no nos percatamos de que “la monogamia
no sólo no es universal (Rosenblatt, 1974), sino que ni siquiera constituye la
regla” (Yela García 2000: 69).
20. La Real Academia Española define etnocentrismo como, “Tendencia emocional que hace de la cultura propia
el criterio exclusivo para interpretar los comportamientos de otros grupos, razas o sociedades”. Real Academia
Española. (2001). Etnocentrismo. En Diccionario de la lengua española (22ª ed.). Recuperado de http://lema.rae.
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Antes del amanecer y la construcción social del amor romántico
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