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Psicothema 2011. Vol. 23, nº 4, pp. 707-712
www.psicothema.com
ISSN 0214 - 9915 CODEN PSOTEG
Copyright © 2011 Psicothema
Alexitimia y reconocimiento de emociones inducidas experimentalmente
en personas con somatizaciones
Manuel Sánchez-García1, Francisco Martínez-Sánchez2 y Carlos J. Van der Hofstadt3
1
Agencia Valenciana de Salud, 2 Universidad de Murcia y 3 Universidad Miguel Hernández
Este estudio forma parte de una investigación dirigida a valorar el proceso cognitivo-emocional de
reconocimiento emocional en pacientes somatizadores. El objetivo específico ha sido verificar si se
producían diferencias en la autoevaluación de la reacción emocional entre pacientes que presentan
somatización y controles no-clínicos. Para obtener la autoevaluación de la reacción emocional en las
dimensiones afectivas de valencia y activación, en participantes clínicos y controles, se recurrió a un
procedimiento que minimiza el empleo de habilidades y comprensión verbal. Participaron 119 sujetos,
47 pacientes y 72 sujetos no-clínicos. La prevalencia de alexitimia en el grupo clínico fue del 42,55%,
mientras que en los controles no-clínicos fue del 30,55%. Los resultados mostraron la existencia
de un déficit en la autoevaluación de la activación del grupo clínico en respuesta a las imágenes
correspondientes con los niveles altos de la dimensión afectiva de activación y en las imágenes de
valencia alta, de forma asociada a la condición clínica y no a la alexitimia. La alexitimia presenta un
efecto modulador en la evaluación de los sujetos clínicos y controles a la valencia de las imágenes
desagradables o de baja valencia.
Alexithymia and experimentally induced emotion recognition in people with somatizations. This study
is part of an investigation aimed at assessing the cognitive-emotional process of emotional recognition
in somatizing patients. The specific objective was to verify whether there were differences in the selfassessment of emotional reaction among patients with somatization and non-clinical controls. To obtain
the self-assessment of their emotional reaction in the affective dimensions of valence and activation
in clinical and control participants, we resorted to a procedure that minimizes the use of verbal skills
and comprehension. Participants were 119 people, 47 patients and 72 non-clinical participants. The
prevalence of alexithymia in the clinical group was 42.55%, whereas in non-clinical controls, it was
30.55%. Results showed the existence of a deficit in the clinical group’s self-assessment of activation
in response to the corresponding images with high levels of the affective dimension of activation and
high valence images, associated with the clinical condition but not with alexithymia. Alexithymia has a
modulatory effect on the clinical participants’ and controls’ evaluation of the valence of the unpleasant
images or of low valence pictures.
Este estudio forma parte de una línea de investigación dirigida a valorar la posible existencia de alteraciones en la identificación y evaluación afectiva en sujetos con somatizaciones. Este
objetivo está motivado por la necesidad, propuesta por diversos
autores (De Gutch y Maes, 2006; Kirmayer y Robbins, 1991;
Sensky, 1994; Taylor, Bagby y Parker, 1997), de contribuir al
esclarecimiento de los procesos etiopatológicos que subyacen al
malestar somático funcional más que a su clasificación y fenomenología.
En esta línea, Taylor et al. (1997) proponen el estudio de la
alexitimia, un trastorno de la regulación afectiva caracterizado por
la dificultad para identificar y expresar estados afectivos, como un
Fecha recepción: 19-12-10 • Fecha aceptación: 11-5-11
Correspondencia: Manuel Sánchez-García
Agencia Valenciana de Salud
USMA Campoamor
03010 Alicante (Spain)
e-mail: msanchez048g@cv.gva.es
factor de riesgo para padecer somatizaciones y otras alteraciones
emocionales y orgánicas.
La literatura científica no aporta evidencias empíricas sobre la
posible existencia de déficits en el reconocimiento de emociones
en pacientes con trastorno por somatización. Sin embargo, se conoce la existencia de relaciones entre somatización y alexitimia dada
la alta prevalencia de trastornos somatomorfos en sujetos con altos niveles de alexitimia (Bach, Bach, Böhmer y Nutzinger, 1994;
Cox, Kuch, Parker, Shulman y Evans, 1994), los resultados del
meta-análisis (de Gucht y Heiser, 2003), así como la relación de la
alexitimia con variables que están fuertemente ligadas a los trastornos somatomorfos, tales como el neuroticismo, afrontamiento
negativo de la emoción, ansiedad, depresión, malestar psicológico,
«amplificación somatosensorial» o la tendencia a informar y experimentar signos y síntomas físicos (Deary, Scott y Wilson, 1997;
Infrasca, 1997; Cohen, Auld y Brooker, 1994; Taylor, Parker, Bagby y Acklin, 1992; Wise y Mann, 1994; Gutiérrez y Arbej, 2005).
Además, la dificultad para identificar emociones, núcleo conceptual sobre el que se asienta la alexitimia, correlaciona significati-
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MANUEL SÁNCHEZ-GARCÍA, FRANCISCO MARTÍNEZ-SÁNCHEZ Y CARLOS J. VAN DER HOFSTADT ROMÁN
vamente con el número de síntomas experimentados por sujetos
con alteraciones emocionales (De Gutch y Heiser, 2003), lo que
fortalece la posible existencia de este déficit en pacientes con trastornos somatomorfos.
La alexitimia, entendida como una alteración del procesamiento emocional, ha sido ampliamente validada como constructo. Así,
se ha demostrado que los sujetos con altos niveles de alexitimia
muestran dificultades para procesar información afectiva de carácter no lingüístico, para discriminar entre distintos estados emocionales, presentan dificultades en la propiocepción visceral de las
manifestaciones fisiológicas asociadas a la activación emocional,
muestran patrones atencionales particulares ante estímulos emocionales y presentan patrones específicos de activación en respuesta a estímulos afectivos (Aftanas y Varlamov, 2007; Aftanas, Varlamov, Reva y Pavlov, 2003; Berthoz et al., 2002; Martínez-Sánchez
y Ato-García, 2011; Martínez-Sánchez, Montero Martínez y de la
Cerra, 2002; Roedema y Simons, 1999; Wehmer, Brejnak, Lumley
y Stettner, 1995).
Cuando la investigación precedente ha empleado imágenes fotográficas como estímulos emocionales, solicitando a los participantes autoinformes del propio estado emocional, no se han mostrado diferencias entre sujetos alexitímicos y no alexitímicos en la
autoevaluación de la valencia afectiva de la emoción (Roedema
y Simons, 1999; Wehmer et al., 1995). El mismo resultado se ha
obtenido con el empleo de imágenes de intervenciones quirúrgicas
(Martínez-Sánchez, Ortiz-Soria y Ato-García, 2001).
Por el contrario, al valorar los patrones de activación, los alexitímicos realizan autoevaluaciones que señalan una menor activación en los autoinformes que los controles (Roedema y Simons,
1999; Wehmer et al., 1995). Este hecho contrasta con que consistentemente se haya verificado que éstos muestren mayores niveles
de reactividad fisiológica objetiva y subjetiva, ante situaciones en
las que se ha inducido estrés de un modo más activo que mediante
la percepción pasiva de imágenes (Friedlander, Lumley, Farchione
y Doyal, 1997; Martín y Pihl, 1986).
Sin embargo, que el establecimiento de una posible existencia
de alteraciones en la capacidad de identificar y expresar emociones
esté basada en un cuestionario (la Escala de Alexitimia de Toronto —TAS-20—) plantea problemas. El propio déficit implica que
quien padezca altos niveles de alexitimia ha de ser, por definición,
poco consciente de su potencial baja capacidad para la valoración
afectiva. De hecho, los sujetos con altos niveles de alexitimia obtienen bajas puntuaciones en la Escala de Conciencia Emocional
(LEAS) (Lane, Quinlan, Schwartz, Walker y Zeitlin, 1990), aspecto que condiciona seriamente la validez de sus propias capacidades
valorativas emocionales.
Muchos de los resultados de los estudios que han investigado la alexitimia han de valorarse con ciertas precauciones, debido
a la variedad de estímulos emocionales y procedimientos experimentales empleados. Podríamos realizar inferencias erróneas al
comparar resultados de estudios que emplean diferentes procesos
psicológicos en las tareas solicitadas a los sujetos, pudiendo producirse un «enmascaramiento de alteraciones cognitivas» (Maestu et
al., 2005), como puede ocurrir al utilizar procedimientos con fuerte
carga verbal en personas con un demostrado déficit en la comprensión o las habilidades verbales, como son los alexitímicos (Kroner
y Forth, 1995; Lamberty y Holt, 1995; Valdés, Jódar, Ojuel y Sureda, 2001). Por último, un gran número de trabajos emplea muestras
de universitarios jóvenes, lo que dificulta la generalización de los
resultados a la población general y clínica.
Por otro lado, la investigación con neuroimagen aporta datos
que validan el constructo de la alexitimia, señalando la existencia
de alteraciones en el Córtex Cingualado Anterior en respuesta a
estímulos afectivos visuales (Aftanas et al., 2003; Berthoz et al.,
2002; Karlsson, Näätänen y Stenman, 2008; Mantani, Okamoto,
Shirao, Okada y Yamawaki, 2005).
Partiendo de estos precedentes teóricos, el objetivo principal de
este trabajo fue verificar empíricamente si el proceso cognitivoemocional de reconocimiento de la propia emoción es deficitario
en sujetos clínicos con altos niveles de alexitimia, que experimentan somatizaciones.
Método
Participantes
La muestra de este estudio estuvo compuesta por dos grupos de
participantes, 47 sujetos clínicos y un segundo grupo formado por
72 sujetos no-clínicos, que fueron incluidos como controles (tabla
1). La media de edad de esta muestra fue de 47,49 años (48,17 los
clínicos y 49,96 los controles).
Como criterio de inclusión de los participantes clínicos para
formar parte de la muestra se consideró su remisión a la Unidad
de Salud Mental de Altabix en Elche (Alicante), perteneciente al
servicio de salud público de la Comunidad Valenciana, debido a
la presencia de somatizaciones en la demanda de atención clínica.
También se incluyeron participantes derivados por otros motivos y
que, tras la evaluación de psiquiatras o psicólogos, se decidió que
la atención terapéutica debía estar centrada en las limitaciones que
producen en la vida cotidiana del paciente la presencia de somatizaciones o de malestar físico. Se han utilizado los criterios diagnósticos del DSM-IV-TR (APA, 2002); considerando únicamente
el eje I de su sistema multiaxial (tabla 2).
La selección de los participantes no-clínicos se realizó atendiendo a estrictos criterios de inclusión y exclusión, relacionados con aspectos clínicos, psicológicos y sociolaborales. Fueron
incluidos aquellos candidatos que no precisaran atención médica
o que consultaran por un trastorno físico leve (criterio clínico).
Tabla 1
Composición de la muestra-I (n: 119): datos de sexo, nivel de estudios y edad de
sujetos clínicos y controles
Sujetos clínicos
Sujetos
n (%)
Sexo
n (%)
Estudios
n (%)
Sujetos controles
Sujetos
n (%)
Sexo
n (%)
BN 7 (58,33)
Hombres
12
(25,53)
Total
M-I
BN 18 (51,42)
Mujeres
35
(74,46)
BN 6 (46,15)
Hombres
13
(18,05)
PS 3 (25,00)
U 2 (16,66)
47
(100)
PS 15 (42,85)
U 2 (5,71)
Estudios
n (%)
PS 5 (38,46)
U 2 ( 15,38)
72
(100)
BN 22 (37,28)
Mujeres
59
(81,94)
PS 28 (47,45)
U 9 (15,25)
Nivel de estudios: [BN] Bajo nivel o inferior a graduado, [PS] Primaria completa y hasta
Secundaria, [U] Universitarios.
χ2 (Sexo: χ2= 0,958; p= 0,328; Edad: χ2 = 8,013; p= 0,046; Nivel académico: χ2= 2,716;
p= 0,257)
ALEXITIMIA Y RECONOCIMIENTO DE EMOCIONES INDUCIDAS EXPERIMENTALMENTE EN PERSONAS CON SOMATIZACIONES
709
También debían declarar que no se sentían limitados en su vida
cotidiana (criterio sociolaboral). En todo caso, era determinante
que el candidato no estuviera preocupado por su estado de salud
(criterio psicológico).
Los criterios de exclusión incluían a personas con enfermedades físicas o mentales crónicas o agudas de gravedad, cuidadores
de un familiar próximo que padeciera alguna enfermedad crónica o
aguda grave y personas que declararan estar o acabaran de dejar de
estar en situación de baja laboral prevista para más de un mes. En
cualquier caso, era suficiente motivo de exclusión que el candidato
estuviera preocupado por su estado de salud.
genes fueron seleccionadas en función del nivel de puntuación en
valencia afectiva (alta, media y baja) y activación (alta y media o
medio-baja). Con estos estímulos también se han elaborado valores normativos españoles (Moltó et al., 1999). La combinación
de dichos niveles permite clasificar los estímulos en seis grupos
o categorías de estímulos emocionales; seleccionándose cinco
imágenes por categoría. La tabla 3 recoge dichas categorías, los
valores normativos que la definen y la selección de imágenes que
componen cada categoría.
Instrumentos
Los participantes debían registrar sus respuestas empleando
el Self Assessment Manikin (SAM), en versión de papel y lápiz.
Este sistema de valoración de afectividad, ideada por Lang (1980),
emplea un diseño gráfico que representa los valores de las dimensiones a evaluar en una escala continua, donde el sujeto indica su
reacción emocional.
Escala de Alexitimia de Toronto de 20 ítems (TAS-20). Esta
escala está compuesta por tres factores que evalúan la dificultad
para identificar sentimientos (factor 1º), la dificultad para describir
sentimientos a los demás (factor 2º) y el pensamiento orientado a
lo externo (factor 3º). La escala presenta una buena consistencia
interna (alfa de Cronbach= 0,81) y fiabilidad test-retest (r= 0,77)
en un intervalo de tres semanas (Taylor et al., 1997). La estabilidad
y la replicabilidad de esta estructura de tres factores ha sido ampliamente replicada en poblaciones clínicas y no-clínicas (Bagby,
Parker y Taylor, 1994; Bagby, Taylor y Parker, 1994). En el presente estudio se utilizó la versión española de la escala TAS-20,
adaptada al castellano por Martínez-Sánchez (1996), que demostró
poseer una buena consistencia interna (Cronbach= ,78) y una alta
confiabilidad test-retest, medida en un período de 19 semanas (r=,
71, p<,001); valores comparables con los registrados en los estudios de Taylor et al. (1997).
Con la puntuación de los participantes en el total de la escala
TAS-20 pueden establecerse tres categorías o niveles de alexitimia
(Taylor et al., 1997): sujetos sin alexitimia (TAS-20 ≤ 51), posiblemente alexitímicos (52 ≤TAS-20≥60) y alexitímicos (TAS-20
>60).
Estímulos
Para la tarea de inducción y reconocimiento de emociones se
ha empleado el material fotográfico de la base de imágenes afectivas del «International Affective Picture System» (IAPS; Lang,
Bradley y Cuthbert, 1997). El IAPS fue desarrollado por el Centro
para la Emoción y la Atención (CSEA) del Instituto Nacional para
la Salud Mental de Estados Unidos (NIMH) en la Universidad de
Florida.
Se seleccionaron 33 imágenes del IAPS (CSEA-NIMH, 1994);
tres de ellas fueron elegidas para utilizar como ejemplos. Las imá-
Tabla 2
Relación de sujetos clínicos participantes en la investigación por diagnósticos
Diagnósticos DSM-IV-TR (2002)
n
%
Trastorno somatomorfo indiferenciado (código F45.1) o no especificado (F45.2)
16
34,04
Trastorno adaptativo crónico (códigos F43.20, F43.28 y F43.22)
13
27,65
Trastornos afectivos: trastorno depresivo no especificado (F32.9) y
trastorno distímico (F34.1)
13
27,65
Trastornos de ansiedad: trastorno de ansiedad generalizada (F41.1)
y trastorno de ansiedad no especificado (F41.9)
5
10,63
Tabla 3
Categorías de clasificación de los estímulos del IAPS seleccionados, en relación
a los valores en valencia afectiva y activación de la muestra normativa del
CSEA del NIMH (1994)
Valencia afectiva
Alta (>6)
G1
Activación
Alta (>5.5)
Media y
Media-baja
(3-5)
Neutra o
media
(4-6)
Baja (<3.5)
G3
(5629-80308370-84708501)
G2
(1931-59205950-76408160)
(2730-31706212-65507380)
G4
(2057-23402530-58318461)
G5
(5900-55007182-71907170)
G6
(2205-24909000-92209280)
G1 a G6: Grupos o categorías emocionales de imágenes, clasificadas por su puntuación
media en el grupo normativo en los distintos niveles de valencia y activación..
(Entre paréntesis se consigna el número de imagen IAPS incluida en cada apartado)
Registro y escala
Procedimiento
La presentación de estímulos se realizó en el centro de salud
de Altabix en Elche (Alicante), bajo condiciones controladas que
facilitaran el adecuado desarrollo de la prueba, aislando a los participantes de distractores y estimulación que pudieran interferir su
ejecución. En la aplicación se ha seguido estrictamente el manual
técnico desarrollado por Lang, Bradley y Cuthbert (1997), presentando las imágenes sobre una pantalla a 4 metros de distancia del
sujeto aproximadamente, desde un proyector Epson EMP-TW10H,
sobre una pantalla de 1,5 metros de ancho y 1,14 de alto. Se controló el posible efecto del orden de presentación de las imágenes
desarrollándolo de forma aleatoria, realizando 13 órdenes de sucesión de imágenes distintos para 28 presentaciones.
Se controló la variable «lateralidad», descartando las autoevaluaciones de los participantes zurdos de la muestra, siguiendo la
recomendación expresa de Parker, Taylor y Bagby (1993).
También se incluyó una solicitud de consentimiento informado
para la participación en el experimento y para el uso de los datos de
identificación y sociodemográficos en esta investigación.
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MANUEL SÁNCHEZ-GARCÍA, FRANCISCO MARTÍNEZ-SÁNCHEZ Y CARLOS J. VAN DER HOFSTADT ROMÁN
Análisis de datos
Esta investigación se ha realizado siguiendo un «diseño cuasi-experimental de dos grupos de participantes, clínicos y controles, apareados por las variables de sexo, edad y estudios. La
edad fue categorizada en cuatro niveles (1: mayores de 60 años;
2: de 59 a 45; 3: de 44 a 30; 4: menores de 30). La variable estudios fue categorizada en tres niveles, como queda definida en
la tabla 1.
Fue analizada la diferencia de medias entre clínicos y controles
con el estadístico t de Student para las variables de autoevaluación
en valencia y activación, tanto global, como para cada nivel de
dimensión afectiva y para cada grupo de imágenes.
Para la comparación de medias en función del nivel de alexitimia se realizó un análisis de varianza de un factor para las dimensiones autoevaluadas de reacción emocional, tanto en el global
de estímulos, como para cada nivel de dimensión afectivo y por
grupo de imágenes, calculando las diferencias en función de los
tres niveles de alexitimia establecidos para el factor general de la
escala TAS-20.
Para un último análisis del efecto de interacción se realizó un
ANOVA 3⫻2 con los 3 niveles mencionados de la variable TAS20 y la variable Clínico/Control (2 niveles). Igualmente, este análisis fue aplicado tanto al global de estímulos, como para la agrupación de imágenes por cada nivel de dimensión afectivo (valencia
alta, neutra y baja; activación alta y media-baja) y por grupo de
imágenes.
Resultados
El primer resultado que puede destacarse es la prevalencia de
alexitimia en los participantes que presentan somatización en esta
muestra, comparable a la que ofrecen otros estudios con muestras
de otros países (Bach, Bach, Böhmer y Nutzinger, 1994; Cox,
Kuch, Parker, Shulman y Evans, 1994; Smith, 1983; Taylor, Parker, Bagby y Acklin, 1992). Este porcentaje es del 42,55%, como
puede comprobarse en la tabla 4.
En las comparaciones de medias se han realizado diversos tipos
de análisis en función de los siguientes objetivos: comparación
entre participantes clínicos y controles, diferencias entre participantes clasificados en categorías en función del nivel de alexitimia (alexitímicos, posiblemente alexitímicos y no alexitímicos)
y comparación de autoevaluaciones entre participantes clínicos y
controles según su nivel de alexitimia (interacción entre la condición clínica y la alexitimia). Cada tipo de análisis se ha realizado
a tres niveles, según las características de los estímulos: al total
de las imágenes, en función del nivel de la dimensión afectiva
(alto, medio y bajo en valencia afectiva, alto y medio-bajo en activación) y de las diversas categorías específicas ya referidas en
la tabla 3.
Los análisis de las comparaciones de medias han considerado tanto los niveles de significación estadística como el tamaño
de efecto de las diferencias, siguiendo los criterios de Cohen
(1992).
Ninguna de las condiciones experimentales (condición clínica,
alexitimia e interacción) se ha asociado a diferencias significativas en valencia afectiva ni tampoco en activación al total de las
imágenes.
Respecto a la condición clínica, solo se han asociado diferencias significativas en determinadas condiciones de la dimensión de
activación; como refleja la tabla 5, donde se exponen únicamente
los resultados significativos.
En la comparación de los participantes, clasificados por niveles de la variable alexitimia, se han producido algunas diferencias
estadísticamente significativas (en la valencia de la categoría específica G2 y en la activación de la categoría G5), pero el tamaño
de efecto de estas diferencias ha sido en todos los casos cercano a
cero. La condición experimental de la alexitimia no marca diferencias en las autoevaluaciones de la reacción emocional en valencia
y tampoco en activación.
Ha sido en la interacción de la condición clínica y la alexitimia
donde se ha mostrado un efecto importante en los resultados, produciéndose diferencias significativas y con un tamaño de efecto
apropiado, para las autoevaluaciones de la reacción emocional a
las imágenes de los niveles bajos de la valencia (imágenes desagradables) y en la categoría específica G3 (valencia baja y activación
alta); como muestran las figuras 1 y 2. Además, se ha producido
una interacción significativa, pero nuevamente con un tamaño de
efecto muy bajo (5%), en los niveles altos de la dimensión de la
valencia afectiva.
Tabla 4
Proporción de participantes por nivel de alexitimia en la muestra
Participantes
no
alexitímicos
n (%)
Participantes
posiblemente
alexitímicos
n (%)
Participantes
alexitímicos
n (%)
Participantes clínicos (n= 47)
17 (36,17)
10 (21,27)
20 (42,55)
Controles (n= 72)
38 (52,77)
12 (16,66)
22 (30,55)
No alexitímicos: TAS-20≤51. Posiblemente alexitímicos: 52≤TAS-20≥60. Alexitímicos:
TAS-20 >60
Tabla 5
Diferencia de medias de reconocimiento emocional: resultados significativos clínicos y controles
N
media
d.t.
controles
72
5,88
1,62
clínicos
47
4,99
1,81
controles
72
4,84
2,10
clínicos
47
3,38
2,05
controles
72
2,82
2,06
clínicos
47
1,98
1,58
Act_Alta
Activación_G1
Activación_G4
F
Sig.
t
g.l.
Sig
δ
r
1,008
,317
2,764
117
,007
0,51
0,24
,256
,614
3,743
117
,000
0,70
0,33
7,837
,006
2,491
113,796
,014
0,47
0,23
ALEXITIMIA Y RECONOCIMIENTO DE EMOCIONES INDUCIDAS EXPERIMENTALMENTE EN PERSONAS CON SOMATIZACIONES
9
Medias marginales estimadas
8
7
6
5
4
3
2
2,4
2,3
1,984
2,086
1,925
1,53
1
0
0= No alexitimia
1= Posible alexitimia
2= Sí alexitimia
TAS_G
Clínicos
Controles
Figura 1. Gráfico de medias de autoevaluación de valencia ante imágenes
de valencia baja.
[TASG= 1 (t= 2,19; p= 0,039) Tamaño del efecto medio-alto (δ= 0,68;
r= 0,43)]
9
Medias marginales estimadas
8
7
6
5
4
3
2,36
2,15
1,98
2
1
1,78
1,8
1,36
0
0= No alexitimia
1= Posible alexitimia
2= Sí alexitimia
TAS_G
Clínicos
Controles
Figura 2. Gráfico de medias de autoevaluación de la valencia afectiva
ante imágenes de valencia baja y alta activación (Valencia_G3).
[F= 4,148; p= 0,018)]
Discusión y conclusiones
Los resultados de este estudio muestran la presencia de un déficit del grupo de somatización en la autoevaluación de la activación emocional ante imágenes de alto nivel de activación, así como
ante aquellas asociadas a altos niveles de valencia (G1 y G4). Con
sus respuestas, el grupo clínico parece mostrarse menos implicado
emocionalmente ante imágenes que muestran manifestaciones de
alegría y bienestar.
Es destacable el alto nivel de prevalencia de la alexitimia en el
42,55% de la muestra clínica, cifra comparable con las informadas
por otros autores, comprendidas entre el 39,8 a 53% (Bach et al.,
1994; Cox et al., 1994; Smith, 1983; Taylor et al., 1992). En el grupo
de control la prevalencia fue del 30,55%; porcentaje superior al referido en otros estudios (Lumley y Roby, 1995; Martínez-Sánchez,
Sánchez, Castillo, Gordillo y Ortiz, 1996; Todarello et al., 1997).
Aunque la prevalencia no formaba parte del objetivo de este estudio,
nos parece de interés destacarla porque el alto número de alexitími-
711
cos en ambos grupos no parece haber influido en las diferencias en
reconocimiento emocional. Efectivamente, nuestros resultados no
han mostrado ninguna asociación significativa en la autoevaluación
de la reacción emocional con los niveles de alexitimia.
Ha sido en la interacción entre la condición clínica y el nivel de
alexitimia donde ésta ha ejercido una acción significativa, modulando la respuesta de los participantes clínicos y controles en las
autoevaluaciones de los estímulos de valencia baja (desagradables)
y específicamente en las de valencia baja y activación alta (G3).
Este efecto modulador presenta un carácter no lineal de difícil interpretación, ya que las diferencias de medias se han producido
únicamente en los participantes con posible alexitimia y no en los
alexitímicos o en los no alexitímicos.
Estos resultados se han mostrado diferentes respecto a los obtenidos en la investigación precedente mediante autoinformes,
donde no se habían apreciado diferencias en valencia (MartínezSánchez et al., 2001; Roedema y Simons, 1999; Wehmer et al.,
1995). La mayor contribución de la alexitimia en este estudio ha
sido su papel mediador en la autoevaluación de la valencia, ante
estímulos inductores de valencia negativa. En la dimensión de activación, los estudios precedentes habían mostrado toda variedad de
resultados. Por similitud metodológica con trabajos relacionados
con el presente (Roedema y Simons, 1999; Wehmer et al., 1995)
parecía más probable encontrar diferencias significativas de menor
activación en alexitímicos. En nuestros resultados no se ha producido este resultado entre los distintos niveles de alexitimia, ni en su
interacción con la condición clínica.
En cualquier caso, estos resultados parecen indicar que la condición clínica es más determinante que el nivel de alexitimia en la
autoevaluación del reconocimiento emocional. El diseño de nuestro estudio puede haber favorecido la ausencia de diferencias entre
los participantes con distintos niveles de alexitimia, neutralizando
el potencial efecto del conocido déficit no verbal de los sujetos
alexitímicos y resaltando las diferencias de reconocimiento en
función del efecto que el malestar físico y psicológico produce en
los participantes clínicos. También podía especularse que el factor
determinante de la identificación o detección de las emociones sea
la afectividad negativa, quedando relegada la alexitimia a un papel modulador o de interferencia, como sugieren algunos estudios
(Bailey y Henry, 2007; Deary, Scott y Wilson, 1997).
Estas conclusiones sugieren que sería posible que los pacientes
alexitímicos pudieran beneficiarse tanto como los no alexitímicos,
si en la práctica clínica se emplearan terapias con bajo componente verbal. Confirmar esta hipótesis podía ser de interés en futuras
investigaciones.
Globalmente, estos resultados parecen mostrar que se hace necesario el empleo de estímulos no verbales (por ejemplo, estímulos
musicales). Del mismo modo, parece aconsejable el empleo de categorías emocionales, determinadas por la combinación de distintos niveles de las dimensiones afectivas de valencia y activación,
ofreciendo una visión más completa del proceso de reconocimiento emocional. Aconsejamos también la realización del muestreo de
participantes controles en la mayor diversidad de contextos posible para mejorar su representatividad. También sería aconsejable
incluir en la selección de estímulos de valencia hedónica positiva
imágenes en las que pueda identificarse una mayoría de la población (nacimientos, bodas o muestras de intenso reconocimiento o
afecto).
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MANUEL SÁNCHEZ-GARCÍA, FRANCISCO MARTÍNEZ-SÁNCHEZ Y CARLOS J. VAN DER HOFSTADT ROMÁN
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