Incremento en la duración del QRS: signo de mal pronóstico en pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada JOSE LUIS VELARDE, ROBERTO COLQUE, ANDRES MARTELLOTTO, NATALIA MONTENEGRO, DANIELA GARCIA BRASCA, CARLOS VOLONTE, MARCELO JIMENEZ, RICARDO MARTELLOTTO Instituto de Cardiolog ía, Hospital Italiano. C órdoba. Dirección postal: José L. Velarde. Instituto de Cardiolog ía, Hospital Italiano. Sarmiento 1595 (X5004FJE) C órdoba. Argentina. e-mail: jlvelardem@yahoo.com.ar Recibido: Febrero 2003 Aceptado: Marzo 2003 Summary El trastorno de conducción intraventricular (TCIV), en especial el bloqueo de rama izquierda, es un marcador de mal pronóstico en los pacientes con insuficiencia cardíaca. Este estudio se realizó para observar la mortalidad de los pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada (grado III-IV NYHA) en relación con la progresión de los trastornos de conducción intraventricular. En un grupo de 104 pacientes con miocardiopatía dilatada, fueron seleccionados 15 con insuficiencia cardíaca avanzada y TCIV (QRS > 110 mseg), con un seguimiento promedio de 24 meses (12-36 meses). La edad media fue de 70 años (56-77 años); 9 de sexo masculino; todos presentaban clase funcional III-IV (NYHA), con una fracción de eyección media del 29% (18% -40%). La etiología fue isquémica en un 66,6% y no isquémica en un 33,3%. El promedio de la duración del QRS basal fue de 139,6 mseg. En el seguimiento, 13 pacientes presentaron una progresión en la duración del QRS (promedio de 172,6 mseg; 23,6% de incremento) (Grupo 1) y en dos pacientes no sufrió modificaciones (110/115 mseg, respectivamente) (Grupo 2). De los 13 pacientes del Grupo 1 fallecieron 6 (46,1%) todos con marcapasos definitivo y 7 (53,8%) permanecen vivos. De estos 7 pacientes vivos, en 5 se implantó un resincronizador cardíaco (38,46%), 1 con cardiodesfibrilador (7,6%) y 1 solo con tratamiento médico (7,6%). En el Grupo 2, los 2 pacientes permanecen vivos, con tratamiento médico (100%). En conclusión, en los pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada la progresión del trastorno de conducci ón fue un marcador de mal pronóstico en la evolución a largo plazo. Todos aquellos pacientes en los que no se evidenció una progresión en los trastornos de conducción o en los que ésta fue modificada con la resincronización de ambos ventrículos, mostraron una menor mortalidad en un seguimiento a dos años. Rev Fed Arg Cardiol 2003; 32: 184-189 La insuficiencia cardíaca constituye uno de los mayores problemas de la salud, con una prevalencia tan sólo en los EEUU de 2-4 millones de personas y unos 15 millones a nivel mundial [1,2]. Con una incidencia de 400 a 700 mil nuevos casos anuales, es una de las mayores causas de internaci ón (5% -10%), contribuyendo con 250.000 muertes por año en los EEUU [3] . En pacientes con insuficiencia cardíaca han sido evaluados diversos predictores de mortalidad, incluyendo la fracci ón de eyección [4], la clase funcional, el consumo de ox ígeno [5], el electrocardiograma de alta resoluci ón anormal [6], la taquicardia ventricular no sostenida [7] , la dispersión del QT8 y la baja variabilidad de la frecuencia cardíaca. Estudios recientes sugieren que entre un 10% y un 50% de los pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada (grado III-IV de la clasificación de la NYHA) presentan trastornos a nivel de la conducción intraventricular. Varios investigadores evaluaron la importancia del aumento del QRS (en especial la presencia de bloqueo de rama izquierda) como un predictor de mal pronóstico en este grupo de pacientes [10-13]. El objetivo de este estudio fue observar la mortalidad de los pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada en relación con la progresión de los trastornos de conducción intraventricular. Material y Método Se analizó un grupo de 104 pacientes ambulatorios, con diagnóstico de insuficiencia cardíaca, de los cuales fueron seleccionados 15 que cumplían con los siguientes criterios: miocardiopatía dilatada con insuficiencia cardíaca en clase funcional III-IV de la NYHA y presencia de trastorno de conducci ón intraventricular en el electrocardiograma de superficie (QRS ≥ 110 mseg). Se realizó un an álisis retrospectivo de la evolución de dicho trastorno, cruzando los datos con la historia cl ínica. La medición de dicho trastorno fue realizada por dos operadores independientes, con regla milimétrica y compás de precisión, desde el comienzo hasta la finalización del QRS (punto J) buscando el complejo que mostrara mayor duración. Los momentos de observación se realizaron en un intervalo de tiempo evolutivo de 24 meses con un rango de 12-36 meses. Además, todos los pacientes poseían estudios ecocardiográficos realizados con ecógrafo bidimensional con Doppler color (ATL®) midiéndose la fracción de eyección con el método de Teicholz. Todos recibían tratamiento completo para insuficiencia cardíaca, que incluía: inhibidores de la enzima de conversi ón (enalapril), diuréticos (furosemida y/o espironolactona), digoxina, betabloqueantes (carvedilol) y/o antiarrítmicos (amiodarona). Resultados La edad promedio fue de 70 años (56-77 años), con un predominio del sexo masculino (60% = 9 pacientes). Todos presentaban clase funcional III -IV de insuficiencia cardíaca de la NYHA, con una fracción de eyección promedio del 29% (rango 18%-40%). La etiología de miocardiopatía dilatada fue isqu émica en el 66,6% y noisquémica en el 33,3% restante (4 con miocardiopatía dilatada idiopática y 1 con miocardiopatía chagásica). Todos los pacientes presentaban un trastorno de conducción de rama izquierda, excepto uno que presentaba un trastorno no identificable, con un QRS promedio de 139,6 mseg (110 a 210 mseg). (Cuadro 1). En el seguimiento promedio de 24 meses (rango 12-36 meses), fueron identificados 2 grupos. Grupo 1: pacientes en los que se evidenci ó una progresión en el trastorno de conducción preexistente (13 pacientes; 86,6%). En estos 13 pacientes, el QRS aumentó hasta un promedio de 172,6 mseg, lo que representó una progresión del 23,6% a los 24 meses (Figura 1). En este grupo, 6 pacientes habían ensanchado su QRS por el implante de un marcapaso definitivo en su evolución (3 por bloqueo AV, 2 por bradicardia sintomática y 1 por enfermedad sinusal). Figura 1. A: electrocardiograma de 1997 mostrando QRS de 115 mseg. B: evoluci ón del incremento del QRS a 195 mseg en el 2000, en el mismo paciente. Cinco pacientes de este grupo, con QRS ensanchado en la evoluci ón, fueron seleccionados para el implante de un marcapaso biventricular (resincronizador cardíaco) por empeoramiento de su insuficiencia cardíaca y refractariedad al tratamiento médico completo. Con este implante redujeron su QRS de 183 mseg a 139 mseg de promedio (Figura 2). Otro paciente de este grupo necesit ó el implante de un cardiodesfibrilador automático (CDI) en su evoluci ón, por presentar muerte súbita resucitada. Figura 2. A: electrocardiograma de 1999 con un QRS de 200 mseg. B: modificaci ón de la duraci ón del QRS a 120 mseg con el implante de un marcapaso biventricular (resincronizador) en el mismo paciente. En los 13 pacientes del Grupo 1 la mortalidad alcanzó el 46,2% (6 pacientes) en el seguimiento; en 2 de ellos (15,4%) la muerte fue catalogada como súbita. De los 7 pacientes vivos (53,8%), 5 tenían un QRS más estrecho debido a la estimulación biventricular y 1 poseía un CDI. Sólo un paciente de los que permanecen vivos se encuentra con tratamiento médico completo, con un progreso mínimo del ancho del QRS de 110 a 115 mseg. Todos los pacientes con implante de un marcapaso cardíaco convencional fallecieron en la evolución. Aquellos individuos en los que el grado de trastorno de conducción no progresó en el seguimiento constituyen el Grupo 2 (2 pacientes; 13,3%). El QRS fue de 110 y 115 mseg respectivamente en toda la evolución, permaneciendo vivos y libres de eventos, con tratamiento m édico completo (mortalidad 0%) (Cuadro 2). Discusión La asociaci ón entre QRS ancho y mortalidad aumentada en pacientes con miocardiopat ía dilatada ha sido y continúa siendo investigada en numerosos trabajos [10-13]. Aunque algunos estudios muestran que el ensanchamiento del QRS es un marcador desfavorable y aumenta la mortalidad, otros no confirman estos hallazgos [14-16]. Estas variaciones probablemente se deban a diferencias en la selección de pacientes, tipo de miocardiopatía y grado de insuficiencia cardíaca, entre otros. Gottipaty y colaboradores [17], en una serie de 3.654 pacientes, confirmaron esta asociaci ón; lo mismo ocurrió con el trabajo italiano de Baldasseroni y colaboradores [12] (con 5.517 pacientes). En este estudio, la presencia de un bloqueo completo de rama izquierda (BCRI) fue un marcador de mal pronóstico independiente de la edad, la severidad de la insuficiencia cardíaca y el tratamiento que estaba recibiendo el paciente. Este mal pronóstico fue más evidente en los pacientes con un QRS mayor de 140 mseg. Nuestro trabajo, limitado en el número de pacientes, analizó un selecto grupo con insuficiencia cardíaca avanzada (s ólo pacientes en clase III-IV NYHA) y la relaci ón de la mortalidad con el progreso del QRS en el tiempo. Mostró claramente que los individuos en quienes el QRS progresa con la evolución presentan una mayor mortalidad (46,2% vs 0%). Los dos pacientes del Grupo 2 no presentaron ensanchamiento del QRS y el único paciente vivo del Grupo 1 (con tratamiento médico) mostró un incremento mínimo (5 mseg) en el seguimiento, demostrando claramente que los pacientes con poco o ningún progreso del QRS tienen una menor mortalidad. Este resultado concuerda con el del trabajo de Grigioni y colaboradores [13], en el cual la progresión de 0,5 mseg/mes en el ancho del QRS se asoci ó con una mayor mortalidad o necesidad de trasplante cardíaco. En un estudio reciente de Iuliani y colaboradores [10], también se confirmó que la presencia de un QRS ensanchado (≥ 120 mseg) es de mal pronóstico, independiente de la fracción de eyección y de la clase funcional, dos marcadores bien conocidos y establecidos de mal pronóstico en pacientes con insuficiencia cardíaca. También mostró que estos pacientes presentan un riesgo de muerte súbita significativamente aumentado. En nuestro trabajo, los 3 pacientes con muerte súbita (uno de ellos resucitado exitosamente y con implante de CDI) mostraron progresión en la duración de sus QRSs en el seguimiento. Los pacientes con QRS ancho, y en especial con BCRI, presentan una asincronía en la contracción ventricular. Esto conlleva alteraciones globales de la contractilidad, tiempo de llenado diastólico, ruidos cardíacos, movimiento septal y fracción de eyección regional, francamente anormales [18]. En este caso, optimizar la sincronía eléctrica intraventricular podría mejorar los s íntomas y aun el pronóstico en un grupo seleccionado de pacientes. Investigaciones recientes están evaluando el efecto del marcapaseo biventricular con el fin de "resincronizar" esta asincronía ventricular. Los resultados publicados hasta el momento con terapia de resincronización muestran un pronóstico alentador en pacientes con BCRI e insuficiencia cardíaca refractaria [19,20]. En nuestro análisis, los pacientes en quienes el QRS fue modificado por la terapia de resincronizaci ón cardíaca mostraron una sobrevida más favorable en el seguimiento. Conclusión La progresi ón en la duración del trastorno de conducción en los pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada (clase funcional III-IV NYHA) fue un marcador de mal pronóstico en la evolución a largo plazo. Todos aquellos pacientes en los que no se evidenció una progresión en los trastornos de conducción o en los que ésta fue modificada con la resincronizaci ón de ambos ventrículos, mostraron una menor mortalidad en un seguimiento a dos años. SUMMARY PROGRESSION OF QRS DURATION: MARKER OF BAD PROGNOSIS IN PATIENTS WITH ADVANCED HEART FAILURE Left intraventricular disturbance and in fact LBBB are both shown as a prognosis markers in the heart failure setting. Aim. To establish the relationship in a cohort of patients with advanced heart failure (NYHA class III-IV) between mortality and its intraventricular conduction disturbances. Methods. In a group of 104 patients with dilated myocardiopathy, were selected a subgroup of 15 of them which presented with intraventricular disturbance (QRS > 110 msec) with a 24 months of follow-up of average (12-36 months). The mean age of the subgroup was 70 years old (56-77 range), nine of them were male. All of them were in NYHA class III-IV and left ventricular ejection fraction of 29%. Ischemic was the etiology in 66.6% of them. Results. The average QRS duration was 139.6 msec. During the follow-up, 13 patients showed an progression in its QRS duration (average of 172.5 msec, 23.6% of increasing) (Group 1) and two patients didn't suffer any modification (110/115 msec respectively) Group 2. 6/13 pts from Group 1 died (46.1%) all of them with permanent pacemaker and 7 (53.8%) remain still alive. From this last subgroup of alive patients, five were implanted on cardiac resynchronization (38.46%), one needed and intracardiac defibrillator (7.6%) and only one of the patients remain only on pharmacological measures. Regarding the two patients from Group 2, they remain alive with medical treatment. Conclusions. Progression of intraventricular disturbances in patients with advanced heart failure was a marker of bad prognosis in the long term evolution. All patients in which a progression in these disturbances was not observed or were implanted on cardiac resynchronization, developed less mortality in a two years follow-up. Bibliografía 1. 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