LA QUINTA Wilberth Ochoa Quispe - Psicólogo SOLEDAD: UNA PALABRA PARA LA MADUREZ " lo largo de nuestra vida hemos expresado y escuchado una gran cantidad de palabras. Palabras cargadas de contenidos diversos; de mensajes de amor, de odio, de alegría, de paz, de tristeza, de ciencia, de sabiduría, etc. Palabras más congruentes y otras menos, palabras cruciales que tarde o temprano había que pronunciarlas, palabras que iluminan, palabras que son verdaderas semillas en la vida del hombre y que quedan grabadas en su corazón, palabras que al ser pronunciadas, escuchadas o experimentadas facilitan o dificultan la madurez del hombre. Este es el caso de la palabra Soledad. En primer lugar hay que diferenciarla del aislamiento y de la solitariedad. El aislamiento, propio de una cultura de masas caracterizada por el anonimato, es una privación de la presencia de otros, es una condena, un castigo que trae consigo la ausencia de otros. La solitariedad por su parte, tiene que ver con la incapacidad para comunicarse dentro de unas relaciones humanas, es la soledad en La palabra Soledad, hay que diferenciarla del aislamiento y de la solitariedad. compañía. Estas dos palabras aislamiento y solitariedad hablan más bien de una soledad inhóspita, en la que no hay lugar para el ser humano. La soledad, “la verdadera soledad” es un encuentro y contacto auténtico con uno mismo y tiende hacia unas relaciones sinceras y profundas. Para experimentarla es necesario poder, querer y saber estar en soledad, ya que por ejemplo un niño no puede estar solo, un adolescente no quiere estar solo y un adulto no sabe estar solo porque aun no está maduro. La soledad es una conquista de la madurez, un espacio de crecimiento personal en el que podemos ejercitar nuestro talento, en el que podemos liberar nuestra creatividad y originalidad. La soledad es una oportunidad para ser uno mismo y trazar las líneas que vamos a seguir y que vamos a presentar a los demás para que lo sepan. La soledad es una experiencia inherente al ser humano por eso aunque no la busquemos no podremos evi- tarla. De ahí que aunque estén relativamente acompañados, los hombres están solos ante las experiencias más profundas de dolor y gozo, ante las decisiones más radicales y ante las situaciones más cruciales de la vida. Tras esta mirada podríamos preguntarnos sobre el por qué de la incapacidad para vivir la soledad. La respuesta no es fácil pero podríamos apuntar que tiene que ver con el narcisismo y la autoagresión puesto que el narcisista necesita constantemente de un entorno de admiradores y que el que se autoagrede necesita distraer las fuerzas que le deterioran. En ambos casos la vista está puesta en el lugar equivocado y los oídos están invadidos por el La soledad es una experiencia inherente al ser humano por eso aunque no la busquemos no podremos evitarla. ruido que no nos deja escuchar el sonido de nuestro ser. Por otro lado podemos decir que se debe a que la soledad trae consigo algo que no nos gusta, algo que nos asusta, nos referimos al silencio, a la experiencia de silencio, al diálogo con el silencio que si es profundo será muy fecundo. La soledad es silencio, y el silencio es más que una ausencia de palabras, es una actitud de escucha activa ante el otro, ante mi mismo y ante lo inexplicable. El silencio es estar sosegados en nuestra morada interior y escuchar el susurro de nuestro verdadero ser. A continuación te propongo un ejercicio para que entres en contacto con la experiencia de soledad. En un lugar tranquilo, encuentra un sitio donde sentarte. Una vez sentado elige dos palabras positivas, pacificantes que generen bienestar en lo más hondo de tu persona y repítelas interiormente acompasándolas al ritmo de tu inspiración, espiración. Al cabo de unos minutos experimentarás un sosiego y las palabras irán silenciándose quedándote a solas con el simple y profundo hecho de respirar. Aislamiento y solitariedad hablan más bien de una soledad inhóspita (Sacadas de las treinta palabras para la madurez de José Antonio García Monge). 5