folleto Roelas - Ayuntamiento de Olivares

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Juan de Roelas
Su vida
El creador de la escuela sevillana
naturalista, vino a la vida en
Flandes hacia 1570.
Perteneciente a noble estirpe,
fue hijo del General de la Armada
don Pedro de las Ruelas, fallecido
en 1566, de quien hubo
descendientes enterrados en la
antigua parroquia de San Miguel.
Juan de Roelas además de
ordenarse clérigo, estudió
Humanidades, hasta licenciarse
en la Universidad de Sevilla, todo
ello simultaneado, con el cultivo
del arte de Apeles.
Su obra
De Valladolid Roelas debió de partir en los últimos meses de
1602, porque su nombre aparece ya desde enero de 1603 en las
cuentas de la iglesia de Olivares recibiendo su sueldo como
capellán, siendo por aquella época de su vida cuando debió de
comenzar la ejecución de algunas de las obras importantes que
pregonarían su fama a la posteridad.
Juan de Roelas
A propósito de su aprendizaje ha habido autores que afirmaron
que tuvo como maestro en sus primeros años a Antonio de
Arfián, pintor de sargas, y, después, al famoso Luis de Vargas, no
faltando alguno, como el valenciano Vilanova y Pizcueta, que
sostenga haber estado en Valencia como discípulo del gran Juan
de Juanes, quien influyó mucho en su formación dándole a
conocer las características del arte renacentista italiano.
En cuanto a su carácter de
vida, Palomino escribió de
Roelas “Ser hombre muy pío
y muy limosnero; de suerte
que a la más humilde
viejecita que le pidiese una
pintura no la dejaba
desconsolada, aunque fuese
sin interés alguno”.
Vivió en Valladolid varios años, pues en
1598 trabajó en el catafalco erigido por
la Universidad pinciana con motivo del
óbito de Felipe II, así como que en 1601
lo hacía con Bartolomé Carducho, por
cuenta del Duque de Lerma, en la iglesia
del convento de San Pablo.
Tras concedérsele una plaza de capellán,
Roelas llega a Olivares.
De su actividad artística en estos años,
Ceán Bermúdez señala que pintó allí
cuatro lienzos de la vida de la Virgen para el
licenciado Alonso Martín Tentor, que se
conservan en la Colegiata de Olivares.
Podemos señalar que estas pinturas por
sus características han sido
posteriormente atribuidas al círculo de
Zurbarán, realizadas hacia 1630.
La proximidad de Olivares con Sevilla
permitió a Roelas realizar diversas obras
p i c t ó r i c a s c o n t a l éx i t o q u e l e
proporcionaron una creciente clientela,
hasta el punto de renunciar a su capellanía
en Olivares para instalarse en la capital.
El prestigio como pintor fue tal que lo consideraron por esos
años el maestro más importante que trabajaba en Sevilla.
Su estancia en Italia, país al que marchó con el fin de estudiar a
los grandes maestros del arte, tuvo lugar de 1604 a 1608.
Permaneció en Venecia, y créese que en Parma y alguna otra
importante ciudad, trabajando con los mejores discípulos de
Tiziano. A su regreso a España detúvose en Madrid, donde pintó
durante algún tiempo, suponiéndose que a partir de entonces
alternaría sus estancias en la corte con otras en Sevilla, pues en
el año 1614 figuraba como capellán real en Madrid.
En 1616 solicitó la plaza de pintor de
cámara del rey Felipe III, vacante por
fallecimiento de Fabricio Castello, y
aunque la Junta propuso su nombre
en primer lugar, el compadrazgo
palaciego hizo que se concediese a
otro artista de menores méritos,
Bartolomé González, propuesto en
segundo lugar, arguyéndose que
llevaba nueve años haciendo obras
por encargo del monarca.
Tras dos años de permanencia en la corte, donde pintó obras
importantes, regresó Roelas a Sevilla en 1618, consagrándose
allí afanosamente a los trabajos de su taller, donde le ayudaron
varios discípulos. Quizás el motivo de su vuelta fuese alguna
promesa del Conde Duque de Olivares, patrono de la iglesia de
Olivares, de otorgarle la canonjía en la misma.
En 1624 fue la capilla de Olivares elevada a colegiata, quedando
Roelas nombrado canónigo de ella.
Este cuadro, de la
Procesión al monte
Esquilino, es uno de
los exponentes de la
participación histórica
y artística que Juan de
Ro ela s d ej ó a s u
pueblo de adopción,
Olivares.
Posiblemente fuese
un encargo del II
Conde de Olivares, D.
Enrique de Guzmán y
su hijo D. Gaspar (El
Conde- Duque), pues
representa en su parte
superior la imagen de
Santa María de las
Nieves, advocación
que el II Conde trajo a
Olivares tras los diez
años de su estancia en
Roma.
El lienzo presidió el altar mayor hasta que la imagen de la Virgen
de las Nieves obra realizada por María Roldán (hija de Pedro
Roldán) ocupara su lugar, siendo trasladado el cuadro al hospital
de la Vera Cruz en 1666. Volvió al templo colegial a finales del
siglo XVIII, donde se encuentra ubicado en la actualidad.
Roelas murió en Olivares el día 23 de marzo de 1625. Dos días
después fue enterrado en la Colegiata, en la Capilla
Sacramental. En el libro de difuntos se registra escuetamente su
enterramiento: “En la villa de Olivares fue enterrado en la
sepultura de la iglesia el licenciado Juan de Roelas, prebendado
de la iglesia colegial de dicha villa...”.
Sábese que tuvo numerosos discípulos, cosa explicable ya que
Roelas fue “El maestro ideal de los mayores pintores españoles
del siglo XVII”, debiendo contarse entre ellos tanto los que
recibieron sus enseñanzas directas, o sea personales, como
cuantos estudiaron concienzudamente al gran pintor en sus
obras, denotando la patente y, a veces, decisiva influencia del
mismo.
Entre los primeros deben
ser citados el sevillano
Francisco Varela (16001656), autor, entre otros
cuadros, de La Adoración
de los Reyes, existente en
la capilla de la Universidad
hispalense, muy elogiado
por críticos de su tiempo.
En lo tocante a los
segundos, Zurbarán es uno
de los grandes genios
pictóricos de la generación
siguiente que más denotan
haber seguido la corriente
impuesta por Roelas.
Su semejanza en determinados detalles — por ejemplo, el
claroscuro — hizo que viniera siendo considerado como
discípulo personal suyo.
Otros pintores de la época que mucho debieron a Roelas son
Herrera el Viejo, "patriarca de los impresionistas" y "liberador
del arte sevillano del amaneramiento clasicista tímido y
excesivamente escrupuloso", títulos que, en puridad
corresponden al propio Roelas, el luxemburgués españolizado
Pablo Legote y, finalmente, Juan del Castillo, que fue maestro de
Murillo.
Ceán Bermúdez sintetizó el gran mérito de Roelas al
proclamarle "el pintor que entendió mejor que ningún otro de
Andalucía las reglas de la composición y del dibujo, dando
mucho efecto a las figuras con dulzura y suavidad, imitando la
naturaleza con grandiosidad de formas y caracteres, y, en fin, el
que mejor imitó en España las tintas y colorido de la buena
escuela veneciana".
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Juan de Roelas
Su estilo
Sevilla 1570
Olivares 1625
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