Abogada - El Norte

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Domingo 22 de Febrero del 2004 : E l N o r t e : S E G U R I D A D
P E R FI L ES
7B
H I S TO R I A S
Editora: Rosalinda González Email: rgonzale@elnorte.com
Raquenel Villanueva / Abogada
¿
Por MARCELA GARCÍA MACHUCA
Universitarios que secuestran a una compañera?,
¿loterías clandestinas que
buscan la legalidad?, ¿joven
de 13 años que huye con su
maestro?, ¿ex judicial que necesita
esconder un arma de uso exclusivo
del ejército?.... éstos son trabajos
para Raquenel Villanueva.
La abogada más mencionada en la prensa
mexicana no necesita anunciarse, es la reina en
los círculos penales del norte del País, y la gente
involucrada en algún delito espinoso acude a ella
como la especialista en narcotraficantes y casos
más complicados, aunque se dice en el medio
que es ella misma quien se aparece de pronto y
ofrece sus servicios.
En Monterrey es de esos personajes que en
las pláticas, no de expertos, sino del público, de
la calle, del café, son llamados por su nombre
sin necesidad de decir su apellido: se trata de
Raquenel, a secas.
Igual que su nombre, también son reconocidas sus tácticas, pues con ella nunca hay un caso
sencillo, una diligencia tranquila o una directa
aportación de pruebas. En los juzgados donde se
aparece sus defendidos llegan con versiones de
complot o volteando declaraciones previas.
Hoy, Raquenel es la abogada de Myrna Judith
Zainos Salinas, Gisele Zamora Warner y Francisco Iván Hernández Ríos, tres de los ocho jóvenes
involucrados en el secuestro de Claudia Ivonne
Ruiz Concha la noche del pasado 13 de febrero.
El caso ya era inverosímil por los los errores
infantiles cometidos por los jóvenes, cuando el
miércoles la comparecencia de los presuntos
plagiarios se convirtió en todo un espectáculo
con el toque Raquenel: uno de los acusados se
desmayó y Zainos Salinas argumentó que fue un
autosecuestro planeado por Ruiz Concha.
La abogada irrumpió en el ámbito penal en
1996 al asesorar al cerebro financiero del Cártel
del Golfo, y se volvió estrella de la nota roja nacional en el 2000, cuando fue baleada en la Ciudad
de México junto a un ex jefe de la PGR vinculado
con la organización criminal tamaulipeca.
Éstos y otros episodios al estilo Hollywood
no son una carrera, opinan algunos tras bambalinas, pues en su desempeño como abogada es
muy cuestionada por su gremio.
Éste es pues el expediente Raquenel.
Silvia Raquenel Villanueva Fraustro nació el
26 de junio de 1954 en esta ciudad, la segunda
de una familia de seis hijos. Quería ser química,
pero no la aceptaron en ninguna de las preparatorias de la UANL porque vivió en Saltillo, donde
su papá trabajó en el Banco de Crédito Rural, así
que cursó estudios comerciales.
Fue secretaria en la Dirección de Catastro de
la Tesorería del Estado. Ya pintaba para líos, se
metía en todo, cuenta ella, pero le iba bien.
E
n el sexenio de Pedro Zorrilla, estando ella
en el Sindicato de Burócratas del Estado,
donde era una de las tres únicas mujeres de
la corporación, paralizaron por cuatro horas la
Tesorería hasta conseguir la semana inglesa y dos
meses de aguinaldo.
Para 1976, Raquenel logró que el Sindicato
le consiguiera una beca para entrar a la Preparatoria No. 9 y así empezar la carrera de Leyes
en la UANL, donde obtuvo su título en 1983, a los
29 años.
Estuvo en la Procuraduría de Justicia estatal,
Deja siempre huella
en juicios polémicos
luego fue actuario de una Sala Penal y después
Secretario de un juzgado familiar.
de un estudio minucioso que se haga de las
constancias”.
“
E
Yo nunca, y Dios está de testigo, pensé llegar a
manejar asuntos penales, mi área era lo civil y
familiar, pero mis maestros en la facultad, que
luego fueron magistrados, me echaban mucha
mosca, que yo era muy peleonera”, dice la abogada, que es bastante campechana así use las palabras correctas o los modismos.
“Dios sabe por qué pasa esto. De un momento
a otro... yo me acuerdo el primer asunto federal,
el muchacho era hermano de una amiga, era él
y dos más, acusados de llevar dos toneladas de
mariguana, yo no quería manejar del caso, yo no
sabía, pero me puse a estudiar”.
Era 1989, Raquenel logró sacar absueltos a
los tres, aunque después uno de ellos tuvo que
cumplir una condena.
“De ahí empezaron a llegar asuntos y empecé
a convivir mucho con la gente del Penal. Siento
que como somos muy pocas mujeres, la gente
empezó a tenerme confianza”, argumenta.
En el medio penal se le conocía por ser muy
hábil en las defensas de gente implicada en el
narcotráfico.
“
Lo que pasa es que hay una mala información,
te puedo decir que la mayoría de la gente que
está en el Penal por narcotráfico no son los
‘narcotes’ que todo mundo dice”, asegura, “la gente está ahí por ignorancia, necesidad o por querer
ganar en algún momento algo, el narco grande
nunca va a estar en un Penal”.
Raquenel fue tomando fama de lograr sacar
de la cárcel a presuntos criminales que tenían
todo en contra.
“No es porque ‘lo logre’. En materia penal si
uno le demuestra a la autoridad que está mal en
algo o que se equivocó en algo, de ahí es como se
hace la defensa. Los jueces no pueden sentenciarte a alguien si no tienen la plena seguridad
de que cometieron el delito.
“Yo veo un expediente”, dice mientras se
arrellana en el sillón de su escritorio, “y yo sé
si tiene defensa o no tiene defensa, a la gente le
digo: ‘aquí se puede esto’, ‘aquí esto’. Lo que pasa
es que muchos compañeros creen que todo se
arregla con dinero”.
Raquenel asegura que no cobra por adelantado.
“Mucha gente me ha criticado porque yo
trabajo y luego me pagan. Pero yo gracias a Dios
desde el 90, con un solo asunto que tenga bueno
al mes, lo demás lo puedes trabajar y ayudar a
mucha gente. Yo les digo aquí a los compañeros:
hay gente que nos va a pagar y gente a la que nosotros le vamos a hacer el trabajo sin cobrar”.
Ella calcula que con un asunto federal (es
decir, de narcotráfico) que le llegue al mes tiene
suficiente para vivir holgadamente.
Aunque nadie quiere ser relacionado con ella
públicamente, muchos abogados admiran su valor, pero la mayoría critica su forma de trabajar,
unos por elegir el ámbito en el que se mueve y
“
En el ambiente que
me muevo,
lamentablemente es de
hombres y nunca van a
aceptar a alguien que traiga
falda y mucho más nunca
van a aceptar que podamos
tener cabeza. A lo mejor he
pisado callos, he lastimado
egos, pero yo hasta el último
día que Dios me deje voy a
seguir haciendo lo que estoy
haciendo”.
otros señalando principalmente que ella toma
los casos, los publicita mucho y después sus
clientes buscan a otros abogados.
Julio Vargas fue socio de Raquenel por cerca
de 14 años y terminaron su relación profesional
por diferencias en la forma de ver el trabajo.
“Ella es más técnica y a mí me gusta más
profundizar”, señala Vargas.
Cuando un abogado toma un asunto, explicó,
debe ver a profundidad todas las consecuencias
de lo que va a suceder, los pros y los contras, y no
se sorprende a la autoridad.
“No sorprender a la autoridad”, expone,
“es apegarse estrictamente a derecho para no
hacer argucias que finalmente no nos lleven
a deslindar nuestra tarea, que es darle un
resultado al cliente, siempre y cuando estemos convencidos de que ése es el resultado
n julio de 1996 Raquenel llevó como testigo
protegido a Estados Unidos a Carlos Reséndez Bortolousi, el cerebro financiero del
Cártel del Golfo, en el caso contra Juan García
Abrego. Era una mujer de poca presencia, sin una
brillante carrera, considerada por muchos habladora y con poca clase (fue arrestada por decirle
“pin... jot...” a un juez penal).
Lo primero que hizo Raquenel al tocar el
tema fue aclarar, como lo ha hecho en repetidas
ocasiones, que conoció a Reséndez Bortolousi en
abril de 1994, cuando detenido por la PGR en
Monterrey tenía que declarar.
Aseguró que ella no sabía quién era, pero que
de toda la gente que estaba en los tribunales le
llamó la atención ver a un hombre de apariencia
fuerte, tan agobiado. Se le acercó. Su abogado no
había llegado, entonces ella le aconsejó que no
declarara sin él.
Reséndez Bortolousi estuvo en el Penal del
Topo Chico, y mientras su abogado estaba en
Matamoros, ella le ayudaba con amparos para
que no lo trasladaran a Puente Grande, Jalisco.
Finalmente, el defensor lo sacó en enero de 1995,
y ellos se volvieron buenos amigos.
En 1996 capturaron al capo del Cártel y meses más tarde el cerebro financiero declaró su
enemistad con él: “me atraparon aquí y él nada
hizo; ese mismo día en que fui capturado por la
PGR en Monterrey, García Ábrego estaba en la
Ciudad, y ni abogados, ni dinero, ni apoyo”.
Para julio de ese mismo año Reséndez Bortolousi ya era testigo protegido en Estados Unidos
en el juicio contra García Ábrego, y Raquenel era
su abogada.
“
Hay cosas que yo no puedo revelar por cuestión de ética profesional”, dice Raquenel. “En
el juicio participó mi cliente. Como se desarrolló allá, en los tribunales de Estados Unidos,
supuestamente él entregó a este señor (García
Ábrego), lo cual a mí no me consta. Pero se ha manejado mucho que yo recibí 2 millones de dólares.
Yo recibí un pago de honorarios, que es muy diferente, y quién recibió la recompensa, no sé si se
sabrá o no se sabrá”.
Dos días después de la detención de García
Ábrego, la noche del 17 de enero de 1996, en un
restaurante repleto de comensales, un desconocido asesinó al abogado Leopoldo del Real, que
platicaba con el entonces director de la Policía
Judicial del Estado, Fernando Garza Guzmán.
Un par de meses después Raquenel volvía a
aparecer en escena, ahora como la abogada del
testigo clave en este asesinato, Arturo Flores
Loera, un robacoches preso, quien aseguró que
el ex comandante de la Policía Judicial Mario Benavides Caballero había sido uno de los autores
del crimen y en su relato implicaba también a
Guillermo González Calderoni, ex funcionario de
la PGR, al ex Gobernador Sócrates Rizzo y al ex
Procurador de Justicia David Cantú.
En julio del 96, la abogada manejó la defensa
de uno de 12 detenidos en Gómez Palacio, Durango, por transportar 50 kilos de cocaína, dólares
y armas. En el grupo iba Guadalupe Gutiérrez
López, subdelegado de la Policía Judicial Federal
en Sinaloa, relacionado con García Abrego.
Los atentados contra Raquenel iniciaron en
el 98.
El 13 de mayo de ese año un artefacto explosivo fue detonado en la puerta de su despacho, en
la Colonia Central, antes de que llegara personal
de la oficina. Nadie fue herido.
El 23 de marzo del 2000 recibió dos impactos
de bala fuera del Hotel Imperial en la Ciudad de
México, iba con Cuauhtémoc Herrera, ex coordinador de la Unidad contra la Delincuencia Organizada de la PGR, una hora antes de declarar ante
la Fiscalía Especial de Delitos contra la Salud.
“Pues él iba a declarar de cuando fue titular
de la judicial federal, no sé qué fuera él a decir o
si lo sé no lo puedo decir. (El atentado) Era para
los dos. Vamos en el mismo capítulo”, dice su
abogada.
A
l parecer el comando quería quitarle a ella
un maletín con los documentos que los abogados de García Ábrego hicieron valer ante
una Corte de los Estados Unidos para solicitar un
nuevo juicio. Ella los tenía para verificar su autenticidad pues en su contenido era mencionado otro
de sus clientes, Reséndez Bortolousi. Forcejearon
por él y ella recibió dos impactos en la cintura.
Dos meses después, el 31 de agosto, le dispararon en su despacho y resultó con 13 heridas en
ambas piernas, el estómago y el cuello.
Versiones extraoficiales de aquellos días
relacionaron el atentado con el decomiso de
4.8 toneladas de mariguana, aseguradas por la
Policía Federal Preventiva, el 23 de agosto de ese
año, en Sabinas Hidalgo.
El 14 de noviembre del 2001 le dispararon al
salir del edificio del Poder Judicial Federal en
esta Ciudad.
“Si algo he aprendido ahorita con los balazos es
que en un momento tal vez fui muy idealista y tal vez
quise cambiar muchas cosas”, dice. “En el ambiente
que me muevo, lamentablemente es de hombres y
nunca van a aceptar a alguien que traiga falda y
mucho más nunca van a aceptar que podamos tener
cabeza. A lo mejor he pisado callos, he lastimado
egos, pero yo hasta el último día que Dios me deje
voy a seguir haciendo lo que estoy haciendo”.
Los vidrios de su oficina están blindados y
ella constantemente voltea al monitor que tiene
sobre su escritorio por donde ve quién entra,
sale, quién llega o se va. ¿Será garantía que el
visitante sea alguien cercano? Sólo ella lo sabe.
“Yo me he visto mis heridas y todos los días le
pregunto a Dios para qué me quiere viva”, dice Raquenel al final de la entrevista en su despacho de la
colonia Central. Enseguida, como impulsada por un
resorte, se levanta de su escritorio y se descubre el
estómago, donde largas y gruesas líneas irregulares
atestiguan las veces que ha sido acribillada.
Cuenta 10 cicatrices en el cuerpo y tres en la
cabeza. Seguramente olvidó una o dos.
Hoy, sin embargo, la abogada debe preocuparse por salir avante del complicado caso en el
que está metida. Sus presiones deben ser muchas, pues sus colegas ya le habrán dicho que la
mejor defensa de los jóvenes plagiarios era darle
la autoría intelectual a los menores, que irían
por poco tiempo al Consejo Estatal de Menores, y
no argumentar autosecuestro.
Raquenel, sin embargo, parece disfrutar de
estas presiones mientras sigue adelante y espera por el siguiente caso penal difícil y, tal vez,
escandaloso.
Choca, pierde llanta y se retira en taxi
Un automovilista que invadió con su vehículo Peugeot el carril contrario de la Avenida Chapultepec, en la
Colonia Buenos Aires, chocó contra un Celebrity y terminó por perder la llanta delantera izquierda.
El accidente fue registrado ayer a las 14: 00 horas y de acuerdo con la versión de varios testigos los ocupantes del Peugeot bajaron del automóvil y se retiraron en un taxi. (Por Édgar Martínez).
Frena hambre viaje de ilegales
Por ÉDGAR MARTÍNEZ
El hambre que sentían y el no tener dinero para comprar comida obligó ayer a cuatro ilegales a pedir ayuda a un policía,
pero el probar alimento ahora les costará ser deportados a sus
países de origen.
La lucha de dos meses para poder llegar a Estados Unidos
en busca de mejores condiciones de vida terminó ayer cuando
los ilegales fueron puestos a disposición de la Secretaría de
Migración.
Los hondureños Óscar Armando Santos, de 30 años, y Santos Marcelino Celaya Ruiz, de 35, además del guatemalteco
Faustino Ramírez Osorio, de 24, y Orlando Mejía Ayala, de 30
y originario de El Salvador, esperan ya en una celda su deportación... pero ya sin hambre.
“Yo me vengo de allá porque tengo mi familia, mis jefes
son bien pobres y yo soy el mayor, les dije ‘voy a hacer un
arreglo para irme’, yo tengo una hermana allá”, explicó Celaya Ruiz.
Los cuatro ilegales fueron detenidos cuando se acercaron a
un policía auxiliar en la Colonia Constituyentes del 57.
El oficial los llevó a la Estación Norte, en San Bernabé,
donde recibieron comida y la noticia de su deportación.
Los ilegales dijeron haberse conocido en Tapachula, Chiapas, y para poder llegar a Nuevo León pasaron primero por el
Distrito Federal, Puebla, Tonalá, Lagos de Moreno, Aguascalientes, Zacatecas y Torreón.
“Tenemos dos meses de estar viajando de un lado para otro
y ahora que ya estamos cerca pasa esto, ni modo, ya merito”,
dijo Ramírez Osorio.
La manera de trasladarse de un lugar a otro es el tren,
indicaron, el cual abordaban durante la noche para no ser
detectados por los vigilantes.
Uno de los ilegales tenía en su poder una chamarra policiaca que recibió en el sur del país por un oficial que se
compadeció de él.
Entre varios oficiales de Seguridad Pública que estaban de
guardia hicieron una cooperación para comprarles comida y
la cuenta será solventada por el departamento jurídico de la
Secretaría de Seguridad del Estado.
Anoche, los ilegales fueron llevados a las celdas de la Policía de Monterrey en Alamey y el lunes serán trasladados al
edificio de las autoridades de Migración.
En complicidad con
una mujer y otros dos
hombres, se llevan
$20 mil en joyas
Por MARIO ALBERTO ÁLVAREZ
En pleno Centro de Monterrey, en la
Avenida Juárez e Hidalgo, una mujer y
tres hombres asaltaron ayer una joyería, de donde se apoderaron de unos 20
mil pesos en alhajas.
Los ladrones, dos de ellos con pistolas tipo escuadras, cometieron el
atraco a las 11: 00 horas en el negocio
Joyería Encanto, ubicado en Juárez
1012 sur, informó Jesús Rangel García,
detective de la Policía Ministerial.
En el lugar amagaron a Elías Castañeda Treviño y a María Guadalupe
Roque Martínez.
Esa joyería ya había sufrido otro
atraco el 11 de octubre del 2003, cuando un empistolado entró a las 12: 20
horas, pero cuando le iban a entregar
las joyas se puso nervioso y escapó sin
llevarse nada.
Los empleados reconocieron a uno
de los ladrones como un cliente que el
viernes estuvo en el local.
Roque Martínez, empleada de la
Foto: EL NORTE/Mario Álvarez
Foto: EL NORTE/ Édgar Martínez
Paga un abono de $100
y luego asalta joyería
Aunque la joyería asaltada está ubicada en la Avenida Juárez e Hidalgo, la Policía no tiene indicios de cómo huyeron los ladrones.
joyería, dijo a los agentes ministeriales
que el viernes el hombre pidió que le
mostraran unas esclavas.
Después de revisarlas, escogió una
valuada en mil pesos, la que separó con
un pago parcial de 100 pesos.
La Policía presume que el hombre
acudió a la joyería para observar las
medidas de seguridad del negocio y
conocer la frecuencia del paso de los
policías en el exterior.
Roque Martínez mencionó que ese
supuesto cliente regresó ayer y le dijo
que iba a dar otro abono de 100 pesos.
¡QUÉJESE A EL NORTE!
www.elnorte.com/avisos
le interesan
A
los problemas que afectan
.
nidad
a la comu
Basta una carta firmada
para denunciar carencias,
abusos, injusticias y todo
aquello que debe ser rectificado.
!
¡Quéjese a
Envíe sus comentarios
cartas@elnorte.com
Fax: 8345-0264
NO SE PUBLICAN ANONIMOS
NI CARTAS SIN DIRECCION
La joven entonces tomó una nota
y empezó a escribir la cantidad que
abonaría el supuesto cliente.
Para entonces ya habían entrado
otros dos hombres y una mujer.
Entonces el falso cliente se llevó
una mano hacia atrás, simulando que
sacaría su cartera para dar el abono.
Sin embargo, sorprendió a la empleada al sacar una pistola escuadra,
con la cual la amagó.
Otro de los ladrones también sacó
un arma parecida y sometió al empleado Castañeda Treviño.
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