ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO AÑO XV, MONTEVIDEO, 2009, PP. 525539, ISSN 15104974 Elodia Almirón Prujel (Paraguay)* Derechos fundamentales y su incidencia en el plexo constitucional de los Estados RESUMEN La aplicación de los tratados internacionales de derechos humanos en el orden interno de los estados es uno de los temas de mayor interés en la problemática constitucional actual, pues significa la incorporación de una norma no generada en el derecho doméstico para aplicarse en él y a su vez conlleva la asunción de responsabilidad internacional para el Estado ratificante. Esta situación permite que los Estados tomen conciencia y los justiciables conozcan y difundan el derecho internacional de los derechos humanos. La aparición en la escena internacional del derecho internacional de los derechos humanos —creación de la Organización de las Naciones Unidas— trajo consigo también la aparición de numerosos instrumentos internacionales de protección de estos derechos. Estos tratados poseen características que los diferencian de los tratados tradicionales, por la naturaleza de los derechos consagrados. Palabras clave: derechos humanos, derecho internacional, derecho constitucional, tratados. ZUSAMMENFASSUNG Die Anwendung internationaler Menschenrechtsverträge im nationalen Recht der Staaten ist insofern eine Verfassungsfrage von grösstem Interesse, als sie die Umsetzung von ausserhalb des staatlichen Rechts geschaffenen Normen als dessen Bestandteil beinhaltet und zugleich mit der Übernahme der internationalen Verantwortung durch die Unterzeichnerstaaten verbunden ist. Dank dieser Situation werden sich die Staaten der Bedeutung des Internationalen Menschenrechts bewusst, während die Normadressaten es kennen lernen und bekannt machen. Das Auftreten des Internationalen Rechts der Menschenrechte – eine Schöpfung der Organisation der Vereinten Nationen – auf der internationalen Bühne war mit der Einführung zahlreicher internationaler * Doctora en Ciencias Jurídicas por la Universidad Nacional de Asunción. Profesora adjunta por concurso de méritos en la cátedra de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción. ‹prujel@hotmail.com› 526 DERECHOS FUNDAMENTALES Y SU INCIDENCIA EN EL PLEXO CONSTITUCIONAL... / ELODIA ALMIRÓN PRUJEL Instrumente zum Schutz dieser Menschenrechte verbunden. Aufgrund der Natur der niedergelegten Rechte unterscheiden sich diese Abkommen von herkömmlichen Verträgen. Schlagwörter: Menschenrechte, Völkerrecht, Verfassungsrecht, Verträge. ABSTRACT The application of international treaties on human rights to the internal organization of states is one of the most interesting topics among present-day constitutional issues, for it means including provisions not generated in domestic law to be applied in it, and in turn, implies the assumption of international responsibility by the ratifying State. This situation allows the states to be duly aware of, and the adressees of the law to know and disseminate, international law on human rights. The appearance on the international scene of the international law on human rights – a creation of the United Nations Organization – brought about also the emergence of numerous international instruments for the protection of such rights. These treaties show some characteristics that make them different from the traditional treaties, on account of the nature of the rights therein established. Key words: Human rights, international law, constitutional law, treaties. 1. Consideraciones previas La incorporación de la normativa internacional de derechos humanos en el ámbito interno constituye uno de los temas de mayor interés en la problemática jurídica actual. Esta incorporación atraviesa una serie de particularidades en nuestro continente, permite la difusión de la doctrina de los derechos humanos y de ese modo contribuye a la efectiva y plena vigencia de tales derechos en nuestra comunidad. La vigorosa aparición del derecho internacional de los derechos humanos (DIDH) en la escena internacional, con la creación de la Organización de las Naciones Unidas, trajo consigo numerosos instrumentos internacionales de protec ción de los derechos humanos. Este conjunto de normas dedicadas a la protección internacional del individuo se ubicó en la categoría derecho internacional de los derechos humanos. Según el profesor Villán Durán, el derecho internacional de los derechos humanos puede definirse como un sistema de principios y normas que regula las relaciones de cooperación institucionalizada entre Estados de igual desarrollo socioeconómico y poder, cuyo objeto es fomentar el respeto de los derechos humanos y libertades fundamentales universalmente reconocidos, así como establecer mecanismos para la protección y garantía de tales derechos y libertades, que se califican de preocupación legítima y, en algunos casos, de intereses fundamentales para la comunidad internacional. Según Thomas Buergenthal, el derecho internacional de los derechos humanos es aquella rama del derecho internacional que se ocupa del establecimiento y la promoción de los derechos humanos y de la protección de individuos o grupos de individuos cuando ha habido violaciones gubernamentales de los derechos humanos. ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO 527 Superada la fase de elaboración de instrumentos internacionales de derechos humanos, se imponía entonces ingresar en la dimensión vertical, es decir, en la incorporación y aplicación en los ámbitos nacionales de las garantías consagradas en los instrumentos internacionales.1 Así como hace cincuenta años el principal desafío fue la internacionalización de los derechos humanos (ante la insuficiencia de la protección nacional puesta de manifiesto por los horrores de la Segunda Guerra Mundial), el desafío de este siglo es la nacionalización de los derechos universales, como la única forma de hacerlos efectivos en el ámbito interno. Algunos creen que la simple ratificación de instrumentos internacionales de derechos humanos por los Estados y la posibilidad que se brinda a la población —en ciertos casos— de acceder a una instancia jurisdiccional internacional aseguran un efectivo resguardo de nuestros derechos. Nada más erróneo, pues la incidencia de la jurisdicción internacional en materia de protección de derechos humanos resulta marginal frente a los innumerables casos de violaciones que día a día se plantean ante los tribunales locales. Si bien el tradicional principio de la competencia exclusiva del Estado ha sido superado, no se debe olvidar el carácter mínimo y subsidiario que posee la protección internacional de derechos humanos. Es en el ámbito interno donde debe darse la principal respuesta al reclamo diario de justicia. Así lo ha entendido la Corte Europea de Derechos Humanos al afirmar: […] las normas transnacionales no pretenden reemplazar a las domésticas, que siguen siendo la plataforma principal de protección y de promoción de las prerrogativas del hombre. También la Asamblea General de las Naciones Unidas expresó en una reciente resolución: […] el derecho interno, en cuanto concuerda con la Carta de las Naciones Unidas y otras obligaciones internacionales del Estado en la esfera de los derechos humanos y las libertades fundamentales, es el marco jurídico en el cual se deben materializar y ejercer los derechos humanos y las libertades fundamentales […].2 Por último no se debe olvidar el aporte que los mismos instrumentos internacionales de derechos humanos han hecho en tal sentido. La Convención Americana de Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, por citar 1 Declaración y Programa de Acción de Viena, artículo 83.II. Conferencia Mundial de Derechos Humanos, Viena, 25 de junio de 1993. 2 A/RES/53/144 del 8 de marzo de 1999. 528 DERECHOS FUNDAMENTALES Y SU INCIDENCIA EN EL PLEXO CONSTITUCIONAL... / ELODIA ALMIRÓN PRUJEL solo dos, en sus artículos 2 y 2.2 3 respectivamente, señalan el deber que tienen los Estados partes de adoptar disposiciones —con arreglo a sus procedimientos constitucionales— a fin de hacer efectivos tales derechos y libertades. 2. Los tratados de derechos humanos: particularidades Los tratados de derechos humanos poseen características que en cierto modo los diferencian de los tratados tradicionales. En estos últimos, el principal objetivo de los Estados signatarios es el intercambio recíproco de beneficios, y en caso de incumplimiento de una de las partes pueden suspenderse parcialmente sus efectos o aun quedar sin efecto el tratado. Así lo prescribe el artículo 60.1 de la Convención de Viena sobre Derechos de los Tratados de 1969: Una violación grave de un tratado bilateral por una de las partes facultará a la otra para alegar la violación como excusa para dar por terminado el tratado o para suspender su aplicación total o parcialmente […]. En materia de derechos humanos, sin embargo, semejante regla no se compadecería con su objeto y fin. Así lo prueba el límite que introduce la misma Convención de Viena en su artículo 60.5, cuando expresa: Lo previsto en los párrafos 1 a 3 [del artículo 60] no se aplicará a las diligencias relativas a la protección de la persona humana contenidas en tratados de carácter humanitario, en particular a las disposiciones que prohíben toda forma de represalias con respecto a las personas protegidas por tales tratados […]. La caracterización efectuada por la Corte Interamericana en su opinión consultiva 2/82 lo confirma cuando dice: […] no son tratados multilaterales del tipo tradicional concluidos en función de un intercambio recíproco de derechos, para el beneficio mutuo de los Estados contratantes. Su objetivo y fin son la protección de los derechos fundamentales de los seres humanos, independientemente de su nacionalidad, tanto frente a su propio Estado como frente a los otros Estados contratantes. Al aprobar estos tratados sobre derechos humanos, los Estados se someten a un orden legal dentro 3 CADH, artículo 2: “Deber de adoptar disposiciones de Derecho Interno. Si el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no estuviera ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades”. PIDCP, artículo 2.2: Cada Estado Parte se compromete a adoptar […] las medidas […] que fueren necesarias para hacer efectivos los derechos reconocidos en el presente Pacto y que no estuviesen ya garantizados por disposiciones legislativas o de otro carácter”. ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO 529 del cual ellos, por el bien común, asumen varias obligaciones, no en relación con otros Estados, sino hacia los individuos bajo su jurisdicción.4 El carácter especial de estos instrumentos ya había sido reconocido por la Corte Internacional de Justicia de La Haya de 1951, cuando en su opinión consultiva y con relación a la Convención para la Prevención y Represión del Delito de Genocidio manifestó: [En este tipo de tratados] los Estados contratantes no tienen intereses propios, tienen solamente, todos y cada uno de ellos, un interés común, que es el de preservar los fines superiores que son la razón de ser de la Convención. En consecuencia, en una convención de este tipo no puede hablarse de ventajas o desventajas individuales de los Estados, ni de mantener un equilibrio contractual exacto entre derechos y deberes. La consideración de los fines superiores de la Convención es, en virtud de la voluntad común de las partes, el fundamento y la medida de todas las disposiciones.5 Se pueden observar así diferencias concretas entre los tradicionales tratados y los referentes a derechos humanos. En efecto: [Los derechos humanos] tienen un contenido que apunta a una garantía mínima cuyo desarrollo progresivo casi siempre se prevé; además no están restringidos por la contraposición del interés de los signatarios, ni rige el principio de reciprocidad entre los derechos y obligaciones contraídas […].6 3. La recepción del derecho internacional en el derecho interno El planteo doctrinal de las relaciones entre el derecho internacional y el derecho interno ha tenido decisiva importancia en la regulación positiva de dichas relaciones. Surgen así dos grandes teorías: el monismo y el dualismo. Para el monismo, el derecho internacional y el derecho interno eran un solo sistema; al decir de Kelsen, su gran exponente, en el ordenamiento jurídico existiría unidad. En realidad: […] bajo el presupuesto de la unidad del derecho, se proponía la existencia de dos subsistemas jurídicos relacionados jerárquicamente. Esta unidad implicaba que las normas se hallaban subordinadas unas a otras, formando un solo ordenamiento jurídico.7 4 Corte IDH, OC-2/82: “El efecto de las reservas sobre la entrada en vigencia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos”, 24 de setiembre de 1982, § 47. 5 CIJ, Asunto relativo a las reservas a la Convención para la Prevención y Represión del Delito de Genocidio, 1951, p. 23. 6 Pedro Nikken: La protección internacional de los derechos humanos. Su desarrollo progresivo, Madrid: IIDH y Civitas, 1987, p. 92. 7 Moncayo, Vinuesa y Gutiérrez Posse: Derecho Internacional Público, t. I., Buenos Aires: Zavalía, 1994, p. 53. 530 DERECHOS FUNDAMENTALES Y SU INCIDENCIA EN EL PLEXO CONSTITUCIONAL... / ELODIA ALMIRÓN PRUJEL En la cima de la pirámide kelseniana se encontraba la norma fundamental, que aseguraba la unidad y coherencia del ordenamiento jurídico. El problema surgía al querer determinar si esa norma fundamental era la norma internacional o la norma interna. Finalmente, Kelsen se inclinó por afirmar que la norma fundamental residía en el derecho internacional, por lo que el orden interno era un orden derivado respecto del derecho internacional. En el otro extremo, los padres de la escuela idealista —Anzilotti, en su obra Diritto Internazionale nel guidizi interni— entendían que el derecho interno y el internacional eran dos órdenes jurídicos diferentes, por lo que una norma de derecho internacional no podía ser obligatoria en el orden jurídico interno. Ahora bien, como los órganos internos solo aplican las normas internas, para que un tratado internacional fuera aplicable en el orden local debía ser transformado en norma interna mediante un acto del legislador. Ante tal conclusión, cualquier norma posterior podría derogar o modificar la norma anterior. Bidart Campos sintetiza con suma claridad esta discusión: […] el monismo con prevalencia del derecho internacional postula que el derecho internacional es directamente aplicable y vigente en el orden interno de un Estado, es decir que se incorpora automáticamente al derecho interno. El dualismo separa ambos derechos y niega que el primero opere por sí mismo en el segundo, porque cada uno tiene su propio sistema de fuentes. Para que el derecho internacional sea aplicado en el derecho interno es necesario que sea recepcionado por una fuente de derecho interno. En las últimas tres décadas, particularmente, se aprecia un creciente campo de aplicación del derecho internacional en el orden interno, y cada vez son más los particulares que invocan derechos reconocidos en instrumentos internacionales de derechos humanos ratificados por sus países. Esta tendencia cuasiuniversal debe sortear algunos obstáculos en el ámbito interamericano. En esta línea argumental: […] el orden interno correspondería a un ámbito de relaciones que competería, legislativa y jurisdiccionalmente, de modo exclusivo al Estado nacional; el orden internacional correspondería a las relaciones entre Estados […].8 En resumen, las normas de derechos humanos contenidas en tales acuerdos internacionales no deben observarse como derecho internacional: Se trata, sí, de normas de origen internacional, pero que al ser aprobadas y ratificadas han pasado a formar parte del derecho interno, en virtud del mandato constitucional expreso que en la mayoría de casos nacionales les reconoce mayor 8 IIDH: Las normas de derechos humanos de origen internacional y el derecho interno: guía sobre aplicación del derecho internacional en la jurisdicción interna, San José: IIDH, 1996, p. 27. ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO 531 valor que a la ley ordinaria. En consecuencia, estas normas pueden ser invocadas ante los tribunales nacionales y deben ser aplicadas por estos en aquellos casos en que resulten pertinentes. De ahí la importancia crucial de esta vía, a los efectos de asegurar la vigencia de los derechos humanos, aun en defecto de la legislación de origen interno […].9 Más allá de argumentos esgrimidos por monistas y dualistas, el problema central radica en la operatividad interna del derecho internacional (en el caso del derecho internacional de los derechos humanos); es decir, cuándo y en qué condiciones los tribunales internos de un Estado deben aplicar el derecho internacional. En materia de derechos civiles y políticos —en particular aquellos reconocidos en la Convención Americana de Derechos Humanos—, la cuestión no ofrece mayores inconvenientes a partir de la presunción de operatividad que la Corte Interamericana de Derechos Humaos ha reconocido a tales derechos en su opinión consultiva 7, del 29 de agosto de 1986, sobre Exigibilidad del derecho de rectificación o respuesta. La cuestión no resulta tan transparente en cuanto a los derechos económicos, sociales y culturales. Partiendo igualmente de la presunción de operatividad, en algunos casos dicha operatividad también debe ceder frente a la amplitud de los términos de la norma internacional, hasta tanto una regulación interna convierta en ejecutorias sus cláusulas. Habitualmente muchas de las cláusulas de estos tratados no solo son programáticas, sino que en algunos casos también dependen de condicionantes culturales, económicas y políticas. 4. El derecho internacional de los derechos humanos y el derecho constitucional latinoamericano Así como en el orden internacional el derecho internacional de los derechos humanos es tributario, forzosamente, del derecho internacional público, en el orden interno dicha interacción se da con el derecho constitucional. Es el derecho constitucional el que determina la forma de ingreso del derecho internacional en el orden interno, y define además, como bien señala Ayala Corao, “el rango de los tratados sobre derechos humanos, la jerarquía de los derechos humanos en definitiva, y los recursos internos para su protección”.10 Hoy la mayor parte de las Constituciones del mundo contienen disposiciones consagradas a los derechos humanos. Algunas se refieren o incluyen declaraciones de derechos nacidas en el marco nacional; otras se refieren directamente o integran textos fundamentales adoptados en el plano internacional, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos o el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, por ejemplo. 9 Ibídem. Carlos Ayala Corao: “El derecho de los derechos humanos”, en El Derecho, t. 160, Buenos Aires, p. 7. 10 532 DERECHOS FUNDAMENTALES Y SU INCIDENCIA EN EL PLEXO CONSTITUCIONAL... / ELODIA ALMIRÓN PRUJEL En nuestro continente, distintas Constituciones se han visto invadidas por instrumentos internacionales de derechos humanos, lo que revela de manera clara y contundente el lento y constante proceso de penetración del DIDH en el ámbito interno. Las diversas clasificaciones efectuadas por los doctrinarios en cuanto a modalidades de incorporación del DIDH en los textos constitucionales obedecen tan solo a diferentes estrategias didáctico-pedagógicas. Los especialistas coinciden en la importancia que reviste el rango que se otorgue a las normas de origen internacional dentro de este orden, ya que determinará los criterios para resolver los posibles —y usuales— conflictos entre sus contenidos y las disposiciones de origen interno. Las cuatro modalidades de recepción del DIDH por el derecho constitucional son: a) rango supraconstitucional; b) rango constitucional; c) rango cuasiconstitucional; d) rango supralegal, y e) rango legal. La Constitución de la República del Paraguay, en sus artículos 137, 141 y 142, otorga rango cuasiconstitucional a las normas internacionales de derechos humanos, y se refiere al derecho internacional de los derechos humanos en sus artículos 143.5 y 145. 5. La recepción del DIDH en algunos países de Latinoamérica 5.1. El caso paraguayo El artículo 137 dispone en su primer párrafo: La ley suprema de la República es la Constitución. Esta, los tratados, convenios y acuerdos internacionales aprobados y ratificados, las leyes dictadas por el Congreso y otras disposiciones jurídicas de inferior jerarquía, sancionadas en su consecuencia, integran el derecho positivo nacional en el orden de prelación enunciado […]. Este artículo estipula tanto la supremacía normativa como la prelación en el orden jurídico interno paraguayo con relación a la Constitución. Así, se tiene en primer lugar a la Constitución como norma suprema y fundamentadora del orden interno paraguayo, que prescribe el orden de prelación e importancia en la aplicabilidad del orden jurídico interno. Le siguen las normas de carácter internacional, que deben cumplir el requisito de haber sido aprobadas y ratificadas por el Congreso Nacional y el Poder Ejecutivo. Completan el orden jurídico las leyes ordinarias dictadas por el Congreso Nacional y otras disposiciones de inferior jerarquía. El artículo 141, en concordancia directa con el arriba trascrito, dispone: Los tratados internacionales válidamente celebrados, aprobados por ley del Congreso, y cuyos instrumentos de ratificación fueran canjeados o depositados, ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO 533 forman parte del ordenamiento legal interno con la jerarquía que determina el artículo 137. Es decir, este artículo integra el alcance y el sentido del primer párrafo del artículo 137. Así, solo se refiere a los tratados internacionales, pero estos deben encontrarse válidamente celebrados para que puedan ser aplicados y exigidos en el territorio paraguayo, pues de lo contrario serían mera declaración hasta tanto el país dispusiera su armonización con el orden interno nacional. Explica además el alcance de la celebración válida para su exigibilidad, que consiste en la aprobación como ley por el Congreso, para posteriormente depositar o canjear los instrumentos de ratificación en las respectivas secretarías generales de los órganos de carácter universal o regional que correspondan. Esta norma podría considerarse repetitiva en el contexto de la Constitución, pero los convencionales constituyentes decidieron introducirla nuevamente a los efectos de precisar el marco básico del perfil de las relaciones internacionales del Paraguay. Se adhirieron así a la posición dualista de incorporación de normativa internacional a un orden jurídico interno. Es decir, a los efectos de la aplicabilidad y exigibilidad de cualquier instrumento de naturaleza internacional en territorio nacional, el Paraguay primeramente debe modificar su naturaleza a una ley de carácter interno. Eso es lo que prescribe taxativamente el artículo 141 del texto supremo. De otro modo, estaría sujeto a su aprobación por Ley del Congreso para que pudiera ser aplicado. Este procedimiento se inicia en la Cámara de Senadores, que por mandato constitucional lo tiene como una de sus atribuciones exclusivas (artículo 224 inciso 1): Son atribuciones exclusivas de la Cámara de Senadores: 1) iniciar la consideración de los proyectos de ley relativos a la aprobación de tratados y de acuerdos internacionales; […]. De Senadores (cámara de origen), el proyecto pasa a la Cámara de Diputados (cámara revisora). No se debe olvidar que el artículo 202.9 prescribe: Son deberes y atribuciones del Congreso: […] 9) aprobar o rechazar los tratados y demás acuerdos internacionales suscritos por el Poder Ejecutivo; […]. Una vez que el texto del instrumento internacional respectivo haya sido transformado en ley nacional, se deposita el instrumento de ratificación, que pasa así a formar parte del orden jurídico interno. El artículo 142 del texto constitucional prescribe: Los tratados internacionales relativos a los derechos humanos no podrán ser denunciados sino por los procedimientos que rigen para la enmienda de esta Constitución. 534 DERECHOS FUNDAMENTALES Y SU INCIDENCIA EN EL PLEXO CONSTITUCIONAL... / ELODIA ALMIRÓN PRUJEL La denuncia es un procedimiento especial que proviene del derecho internacional público y que tiene relación directa con el término común renuncia de un Estado al orden que contempla un tratado internacional suscrito por él. El resultado de esta denuncia sería dejar sin efecto los alcances y la obligatoriedad del instrumento internacional de derechos humanos en el territorio paraguayo. Así, el Paraguay ha estipulado un mecanismo constitucional para la denuncia, a través del procedimiento de la enmienda constitucional o reforma parcial, por lo ordenado en el artículo 290, diferente del procedimiento común de formación y sanción de las leyes —a través del Congreso Nacional—. Los convencionales constituyentes creyeron oportuno y necesario estipular un mecanismo seguro y restrictivo para el procedimiento de denuncia de los instrumentos internacionales que protegen los derechos humanos, pues luego de un prolongado tiempo de violaciones constantes de los derechos fundamentales de los paraguayos era imperioso prescribir un mecanismo seguro para que un tratado protector de los derechos humanos pudiera ser dejado sin efecto en el territorio nacional. De esta forma se otorgó a los instrumentos internacionales de derechos humanos un carácter cuasiconstitucional. El artículo 290 dispone: Transcurridos tres años de promulgada esta Constitución, podrán realizarse enmiendas a iniciativa de la cuarta parte de los legisladores de cualquiera de las Cámaras del Congreso, del Presidente de la República o de treinta mil electores en petición firmada. El texto de la enmienda deberá ser aprobado por mayoría absoluta en la Cámara de origen. Aprobado el mismo, se requerirá igual tratamiento en la Cámara revisora. Si en cualquiera de las Cámaras no se reuniese la mayoría necesaria para su aprobación, se tendrá por rechazada la enmienda, no pudiendo volver a presentarla dentro del término de un año. Aprobada la enmienda por ambas Cámaras del Congreso, se remitirá el texto al Tribunal Superior de Justicia Electoral para que dentro del plazo de ciento ochenta días, se convoque a un referéndum. Si el resultado de este es afirmativo, la enmienda quedará sancionada y promulgada, incorporándose al texto constitucional. Si la enmienda es derogatoria, no podrá promoverse otra sobre el mismo tema antes de tres años. Por este mecanismo se implementa una doble protección para la denuncia de los tratados internacionales de derechos humanos. En primer lugar, el procedimiento de denuncia puede ser solicitado por el Congreso Nacional (cuarta parte de los legisladores de cualquiera de las Cámaras) o por el Poder Ejecutivo, e incluso puede ser solicitado por treinta mil electores en petición firmada (se otorga así también un espacio constitucional de decisión al poder soberano que recae en el pueblo, por mandato del artículo 2 de la Constitución). De este modo, tres poderes (Poder Legislativo, Poder Ejecutivo y poder soberano o popular) se involucran en la solicitud de denuncia, lo que otorga un equilibrio lógico en la iniciativa de petición y no deja todo el poder de decisión en manos de uno solo de ellos. ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO 535 Después el texto de la denuncia debe ser aprobado por la cámara de origen por mayoría absoluta (la mitad más uno del total de los miembros). Por interpretación analógica esta debe ser la Cámara de Senadores, pues por principio del artículo 224.1 de la Constitución le compete, con carácter de atribución exclusiva, la consideración de los proyectos de ley relativos a los tratados y acuerdos internacionales, por lo que puede colegirse que le competería el tratamiento de la denuncia del tratado o acuerdo internacional como cámara de origen. La mayoría absoluta se encuentra definida en el artículo 185 del texto supremo en su primer y segundo párrafos: El quórum legal se formará con la mitad más uno del total de cada Cámara […] Para las votaciones de las Cámaras del Congreso se entenderá […] por mayoría absoluta, el quórum legal… Esta mayoría es de 23 para la Cámara de Senadores (45 miembros). El mismo tratamiento requerirá en la cámara revisora (Diputados), donde la mayoría requerida es de 45. Si no se obtienen las mayorías requeridas para ambas cámaras, la denuncia resultará rechazada y no podrá volver a presentarse dentro del término de un año a partir de esta situación. Si el texto de esta denuncia fuera aprobado, deberá ser remitido a la justicia electoral (Tribunal Superior de Justicia Electoral) para que dentro de un plazo de 180 días (días civiles, continuos) convoque a un referéndum constitucional. Esta forma de consulta popular es uno de los mecanismos de la democracia participativa (democracia semidirecta) en los que el pueblo cuenta con una cuota de participación y decisión en las cuestiones de Estado. Este referéndum constitucional está regulado por el artículo 265 del Código Electoral (ley 834/96). Cuando el Tribunal Superior de Justicia Electoral convoque a referéndum, la consulta será por la afirmativa o por la negativa de la denuncia aprobada por el Congreso. Se debe tener presente que la Constitución, en su artículo 121, prescribe que el referéndum podrá ser vinculante o no (obligatorio o no el resultado de la consulta realizada al pueblo), situación que será decidida por ley del Congreso, en relación con el artículo 259 del Código Electoral. Sin embargo, del análisis de los artículos 264 y 265 del Código Electoral resultaría claro que este cuerpo normativo legisla dos tipos de referéndum —legislativo y constitucional— diferentes en cuanto a su naturaleza y resultado. El que compete a nuestra materia es el referéndum constitucional, que es vinculante; es decir, su resultado es obligatorio para la aprobación de la denuncia o su denegatoria. El artículo 264 del Código Electoral dispone: La ley de convocatoria a referéndum se deberá difundir a través de los diarios de mayor circulación del país, publicándose tres veces dentro de los diez días siguientes a su promulgación. Durante los diez días anteriores a la votación queda prohibida la publicación, difusión total o parcial o comentarios de resultados de cualquier encuesta o sondeo de opinión que estén directa o indirectamente relacionados con la consulta sometida a referéndum. 536 DERECHOS FUNDAMENTALES Y SU INCIDENCIA EN EL PLEXO CONSTITUCIONAL... / ELODIA ALMIRÓN PRUJEL De esta forma, durante los diez días anteriores a la votación queda prohibida la publicación, difusión total o parcial o comentarios de resultados de cualquier encuesta o sondeo de opinión que estén directa o indirectamente relacionados con la consulta sometida a referéndum (denuncia). El artículo 304 de la ley 834/96 dispone, además, que “la campaña de propaganda de Referéndum no podrá tener una duración superior a treinta días corridos y finalizará 48 horas antes de la fecha señalada para la votación”. Se debe mencionar como una norma contradictoria, dentro de nuestro sistema constitucional, el artículo 122, cuyo inciso 1 dispone: No podrán ser objeto de referéndum: 1) las relaciones internacionales, tratados, convenios o acuerdos internacionales; […]. Recordemos, que en el procedimiento de la denuncia se utiliza el referéndum constitucional como parte del mecanismo procedimental; sin embargo, el propio texto constitucional dispone en este artículo, en forma de norma prohibitiva, que no podrán ser objeto de referéndum los tratados, convenios o acuerdos internacionales, precisamente lo que constituye el objeto de la denuncia. Esta contradicción normativa debe ser resuelta. Por vía de interpretación se podría colegir que, si bien este artículo se refiere a tratados, convenios o acuerdos internacionales, no resulta específico, y tal vez el convencional constituyente se estuviera refiriendo al referéndum legislativo y no al constitucional. El artículo 143.3 de la Constitución ordena: La República del Paraguay, en sus relaciones internacionales, acepta el derecho internacional y se ajusta a los siguientes principios: […] 5) la protección internacional de los derechos humanos; […]. Con este artículo expresamente se está reconociendo el concepto básico del derecho internacional de los derechos humanos, el cual así alcanza nivel constitucional; es decir, uno de los principios rectores en materia de relaciones internacionales para el Paraguay es la protección internacional de los derechos humanos. Esta expresión tiene conexión directa con lo que dispone el artículo 145 de la Constitución en materia del reconocimiento de un orden jurídico supranacional. Así, el habitante de la República del Paraguay que no obtiene la protección de sus derechos fundamentales en el ámbito interno puede recurrir a la protección internacional, por expreso mandato constitucional. El artículo 145, prescribe: La República del Paraguay, en condiciones de igualdad con otros Estados, admite un orden jurídico supranacional que garantice la vigencia de los derechos humanos, de la paz, de la justicia, de la cooperación y del desarrollo en lo político, económico, social y cultural. Dichas decisiones solo podrán adoptarse por mayoría absoluta de cada Cámara del Congreso. ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO 537 Este artículo, al precisar la condición de igualdad para la existencia de este orden jurídico supranacional, está garantizando la protección de la personalidad internacional del Paraguay, y además es la primera que en un texto constitucional se reconoce la jurisdicción supranacional. Con este compromiso el Paraguay se encuentra obligado constitucionalmente a que los instrumentos internacionales suscritos ya no sean meros actos protocolares, y menos cuando son instancias más allá del orden positivo interno para la defensa de la vida, de la libertad y de otros valores sustantivos que la república garantiza a sus habitantes. Con el texto constitucional de 1992 el Paraguay ha efectivizado un avance notable para la efectiva y plena vigencia de los derechos humanos; más aún, ha reconocido un orden jurídico supranacional como instancia autónoma para el control de la calidad de los derechos humanos vigentes en el país, dando vigencia al derecho internacional de los derechos humanos. Debe, sin embargo, realizar ciertas modificaciones en el trámite de vigencia y exigibilidad de los instrumentos internacionales; por ejemplo, la incorporación inmediata de estos complejos normativos al derecho interno, aparentemente sin la necesidad de su conversión a ley nacional. 5.2. El caso guatemalteco La Constitución de Guatemala es un caso de jerarquización supraconstitucional, atento a lo dispuesto por el artículo 46: Preeminencia del Derecho Internacional: se establece el principio general de que en materia de derechos humanos, los tratados y convenciones aceptados y ratificados por Guatemala, tienen preeminencia sobre el derecho interno […]. Una interpretación literal de lo estatuido en este artículo lleva a pensar que las normas de derechos humanos de origen internacional estarían incluso por encima de la Constitución Nacional. Sin embargo, esto no surge de la interpretación de la totalidad del texto constitucional, máxime teniendo en cuenta lo expresado por el artículo 272.e: La Corte de Constitucionalidad tiene las siguientes funciones: […] e) Emitir opinión sobre la constitucionalidad de los tratados, convenios y proyectos de ley, a solicitud de cualquiera de los organismos del Estado. Si bien este artículo no hace mención expresa a los tratados de derechos humanos, parece razonable interpretar que tal preeminencia opera sobre el resto del orden jurídico, pero no sobre la Constitución misma. 538 DERECHOS FUNDAMENTALES Y SU INCIDENCIA EN EL PLEXO CONSTITUCIONAL... / ELODIA ALMIRÓN PRUJEL 5.3. El caso costarricense El artículo 7 de la Constitución de Costa Rica dispone: Los tratados públicos, los convenios internacionales y los concordatos debidamente aprobados por la Asamblea Legislativa, tendrán desde su promulgación o desde el día que ellos designen, autoridad superior a las leyes. Conjuntamente, el artículo 48 agrega: [Tanto el hábeas corpus como el recurso de amparo permitirán] mantener o restablecer el goce de los otros derechos consagrados en esta Constitución, así como los de carácter fundamental establecidos en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos […]. En Costa Rica, la interpretación vinculante efectuada por la Sala Constitucional de la Corte Suprema ha ido un poco más allá de lo que establece el texto constitucional: sugiere que aquellos contenidos de los instrumentos internacionales de derechos humanos que sobrepasen en términos garantistas a la Constitución priman sobre esta. 6. Consideraciones finales Otorgar a los instrumentos internacionales de derechos humanos una jerarquía superior a la propia Constitución o igual a esta —como hacen algunas Constituciones americanas— no significa que las violaciones cotidianas a los derechos humanos disminuyan, ni muchos menos que el Estado a partir de entonces no tenga obligación alguna que cumplir. La ratificación de instrumentos internacionales de derechos humanos por los Estados (ya sea con jerarquía constitucional o infraconstitucional), integrándolos en un lugar de preeminencia en sus ordenamientos jurídicos, es un paso importante, pero es necesario hacer más. El compromiso con un modelo garantista de los derechos fundamentales obliga a que los distintos poderes que dan sustento al sistema republicano demuestren con mayor firmeza su compromiso con los derechos humanos. El Poder Judicial, a través de sus distintos estamentos, está llamado a cumplir un papel protagónico en esta materia. Serán los jueces, mediante su labor tutelar, los encargados de preservar en el orden interno los derechos y garantías jurídicamente protegidos por esos instrumentos internacionales. Al Poder Legislativo corresponde adoptar urgentes medidas que tiendan al menos a paliar la escasa adaptación de la legislación interna a los estándares internacionales de protección. El Poder Ejecutivo, como centro del dispositivo de aplicación de los derechos humanos, es el que debe tomar las medidas apropiadas para permitir el ejercicio efectivo ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO 539 de esos derechos, y el que debe someterse a las instancias de control competentes (legislativas y judiciales) para así evitar cualquier abuso o exceso de poder. Las vacilaciones que los ordenamientos jurídicos del continente todavía dejan entrever son una asignatura pendiente frente a la sociedad, tanto la nacional como la internacional, y deberán desaparecer o al menos atenuarse si es que se desea vivir en una comunidad más justa e igualitaria, sin discriminaciones.