Nuevas especies Por Manuel Gonzalo * Al pensar en las características del empresariado argentino, surge un denominador común: su heterogeneidad. Grandes grupos de empresas nacionales internacionalizadas, filiales de corporaciones extranjeras, pymes nacidas durante el peronismo y el desarrollismo, empresas fundadas en las últimas dos décadas, emprendimientos de subsistencia, cooperativas, redes agroindustriales, empresas especializadas en un nicho de mercado, consultoras boutiques, etc. Cada uno de estos actores empresarios tiene distintas lógicas y formas de comportamiento. Estas están emparentadas, entre otras cosas, con su propia historia empresarial, con la historia económica argentina, con la trayectoria de sus casas matrices, con las características de sus fundadores, con los sectores en los cuales se insertan y con las redes con las que interactúan. En las últimas dos décadas ha surgido una camada de empresas jóvenes dinámicas ligadas a los nuevos sectores de la economía. Estas empresas representan una oportunidad para mejorar el perfil productivo local. Sin embargo, es conveniente detenerse sobre ellas. En un bosque tan heterogéneo, deben entenderse las especificidades de cada especie, para no caer en simplificaciones ni en idealizaciones. ¿En qué contexto surgen? A nivel global, la mayor parte de estas empresas capitalizan oportunidades de negocios generadas por un nuevo paradigma tecnológico. Este nuevo paradigma, aún en formación, surge en los últimos 30 años y es definido por algunos autores como paradigma posfordista, posindustrial o digital. En concreto, se materializa en el surgimiento y la difusión de nuevas tecnologías e infraestructuras. Sobresalen los avances de las telecomunicaciones, el incremento exponencial de las redes sociales, las nuevas formas para manejar y procesar información, la difusión de la microelectrónica, la computación y el software, las aplicaciones de la biotecnología y la nanotecnología, los procesos de automatización, etc. Todos estos avances tecnológicos disminuyen los costos de comunicación, transporte y coordinación de las firmas, favoreciendo la reducción de los tamaños medios de las mismas. Como consecuencia, el capital físico es reemplazado por el capital intelectual, como barrera a la entrada en estas nuevas actividades económicas. ¿Cuáles son sus principales características? En Argentina, estas empresas nacen principalmente en las últimas dos décadas. Aplican una nueva tecnología que no existía en el mercado local, se insertan como proveedoras de algún gran jugador global o instalan un nuevo modelo de negocios. En su mayoría, son fundadas por emprendedores de entre 20 y 35 años, muchos con estudios universitarios y una mínima trayectoria laboral. Los ámbitos de trabajo en donde se desempeñaron los fundadores, previamente a la creación de sus empresas, funcionan como “incubadores” de conocimientos, redes y recursos tangibles e intangibles. En tanto, estas empresas tienen una fuerte orientación al crecimiento y a la internacionalización, transformándose rápidamente en empresas medianas. Son ejemplos de estas empresas las nacidas en las industrias del advergame, videojuegos, seguridad informática, desarrollo de software, tecnologías de comunicación móvil, datamining, biotecnología, ciencias de la vida, etc. ¿Qué le pueden aportar al bosque empresarial local? Estas empresas son una especie minoritaria. Sin embargo, muchas de ellas logran crecer sostenidamente, alcanzando una facturación anual que ronda los 10 millones de dólares, exportando más del 50 por ciento de su producción a mercados complejos y empleando a alrededor de 250 personas al llegar a los 15 años de vida. Así, el desarrollo de estas firmas contribuye a diversificar la estructura empresarial local, ayuda a conectarse con las innovaciones tecnológicas globales y genera empleo de calidad. ¿Cómo se las puede apoyar? El diseño de las políticas de apoyo requiere de mucha sintonía fina. Los sectores a los que pertenecen estas empresas no son tradicionales, por ende, deben comprenderse sus complejidades. Se debería pasar de la visión individual de la empresa a una perspectiva sistémica, en la cual el surgimiento de estas empresas sea el emergente de las interrelaciones del ecosistema empresarial. Esto implica trabajar sobre el Sistema Científico y Tecnológico y su vinculación con las empresas, sobre las condiciones de estabilidad y previsibilidad del mercado interno, promover el acceso y la disponibilidad del capital semilla, fortalecer de las redes tecnológicas con organismos e instituciones tecnológicas del exterior, etc. Si entendemos que de a poco comienzan a despejarse las nubes de la crisis internacional, deberíamos buscar que estas nuevas especies del bosque empresarial local logren crecer y multiplicarse. * Economista del Programa de Desarrollo Emprendedor (Prodem). Instituto de Industria, Universidad Nacional de General Sarmiento.