española - Paralelo Sur Ediciones

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ESPECIAL
NUEVA LITERATURA
española
11
Isaac Rosa · Aparicio-Belmonte · Mercedes Cebrián · Unai Elorriaga
JULIO 2008 · Nº6 · BCN · 5
José.L.Peixoto · M.Fernández Cuesta · Basilio Losada
Félix Palma · Muñoz Rengel · Benito del Pliego · Santiago Vaquera
Cristóbal Pagán · José.M.Pinilla · Dante Oliva · Ana Becciu · Mario Campaña
PARA
LELO
SUR
#6
ISSN1886-3930
JULIO 2008
BARCELONA
110 PÁGINAS
55.184 PALABRAS
266.226 CARACTERES
51 IMÁGENES
37 POEMAS
7 RELATOS
1 ENSAYO
7 ENTREVISTAS
7 RESEÑAS
24 ITEMS INVISIBLES
...“el
riesgo
enfrenta a lo formal
se
en
las tablas de rendimiento,
un campo de batalla ajeno
y a la vez familiar. Pero el
O CENTRO
DE ESTUDOS
BRASILEIROS
é uma dependência
do Consulado-Geral
do Brasil em Barcelona
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la siega
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hastío? Mira su
futuro?”...
XX
Camilo Cortés Pijuán
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el
mismo
propio
#6
&SUMARIO
ZOOMARIO
MAYO 2008
8
PREMIOS PARALELOSUR
Los premios ParaleloSur siguen
su curso, superando nuestras
expectativas de calidad, cantidad y alcance geográfico. Aquí
presentamos los ganadores y
finalistas de la última edición.
7 8
EDITORIAL PREMIOS POESÍA
29
ENTREVISTA
25
DOSSIER
Tiramos a la sartén lo más
cremoso de nuestra literatura
actual, para que sirva de
segundo plato al bocata que
nos zampamos en el número
anterior. ¿El postre? Lo vamos
pensando...
44
ENSAYO
Noemí Montetes-Mairal
analiza el fenómeno de la
Generación Nocilla:
“...Y así, habiendo conseguido
por fin su ración de pastel del
mercado publicitario y editorial
¿qué es lo que tocaba seguidamente?
Lo de siempre, por supuesto.
Renegar de la existencia del grupo...”
Basilio Losada y Pilar López Bedate charlan con Jordi
Gol sobre la literatura brasileña, sobre lo divino y lo humano, con motivo del 40º aniversario de la publicación de la
traducción de Ángel Crespo
de Grande Sertão: Veredas. Una
entrevista de lujo.
56
ENSAYO
Benito del Pliego nos
obsequia con un recopilatorio
decisivo sobre el momento
de la poesía que se produce
en España por autores
latinoamericanos como:
Ana Becciu, Mario Merlino, José
Pérez Olivares, Mario Campaña,
Yulino Dávila, Andrés Fischer...
Ganador
José María Pinilla
Ganador
Cristóbal Pagán
Finalista
Alfredo Palacio
Finalista
Rubén Romero
25 26
DOSSIER NARRATIVA
ESPAÑA Algo resentido
LITERATURA de este pie
ACTUAL II Mercedes Cebrián
44
ENSAYO
50
89
ENTREVISTA
a Mercedes Cebrián:
“No creo que haya novela
por el momento. Cada vez
soy peor lectora de novelas:
me aburro, las dejo por
la mitad, no puedo seguir
bien la trama…”.
14
19
PREMIOS NARRATIVA NARRATIVA
50
ENTREVISTA
22
Santiago Vaquera
Dante Oliva
Vásquez
Historia de un
maquisapa capturado Camino al sur
29
entrevista
32
NARRATIVA
38
a
Mercedes Cebrián
La fauna afectiva
Félix J. Palma
Las distancias
subterráneas
Juan Jacinto
Muñoz Rengel
52
54
56
ENSAYO
Una reflexión sobre
a
la narrativa de la
Isaac Rosa
generación
AFTERPOP
x
Noemí Montetes-Mairal
a
a
Juan Aparicio-Belmonte Manuel
Fernández-Cuesta
Poesía y
desplazamiento.
el caso de los poetas
latinoamericanos
en España.
x Benito del Pliego
60
POESÍA
84-88
ENTREVISTA
91
ENTREVISTA
98
RESEÑAS
Trasatlánticos.
Poetas
latinoamericanos
en España.
a
José Luis Peixoto
Charlamos sobre
Grande Sertão:
Veredas
con
Basilio Losada
&
Pilar López Bedate
Las aguas que suben
·
Ronda Nocturna
·
Radio Ciudad Perdida
·
Los dueños del ritmo
·
El hermano
de las moscas
·
Habitaciones
separadas
·
Cartas desde la selva
ENTREVISTA
a Isaac Rosa
“...Ahí están muchas claves,
pero mirar de forma crítica
a esos años puede romper
la ilusión de democracia sin
pecado original que vivimos...”
Selección
x Benito del Pliego:
José Viñals, Noni
Benegas, Rodolfo
Franco, Ana Becciu,
Mario Merlino,
José Pérez Olivares,
Mario Campaña,
Yulino Dávila,
Andrés Fisher,
Milena Rodríguez
Gutiérrez,
Julio Espinosa Guerra.
&
a
Unai Elorriaga
Paralelo Sur son:
STAFF
Edición:
Fernando Clemot y Jordi Gol
www.paralelosur.com
info@paralelosur.com
EDITORIAL
Publicación:
Paralelo Sur Ediciones
Gran Vía de les Corts Catalanes,
465. Pral.2ª
08015 Barcelona
Barcelona. CIF: G-64102940
Dirección:
F. Javier Cubero
Portada, collages
y maquetación:
Diego Petrilli
Ilustración de contraportada:
“Cotillón”, Diego Petrilli
Consejo de redacción:
Bernat Padró, Luis Miguel Hermoza, Diego Petrilli, José Luis
Quintero, Raquel Delgado, Óscar
Checa, Eduardo Iriarte y Reinhard Huamán.
Colaboradores:
Isaac Rosa, Juan Aparicio Belmonte, Dante Oliva, Mercedes
Cebrián, Unai Elorriaga, José
Luis Peixoto, Manuel Fernández
Cuesta, Santiago Vaquera, Dante
Oliva, Cristóbal Pagán, Félix Palma, Juan Jacinto Muñoz Rengel,
Benito del Pliego, José María Pinilla, Noemí Montetes, Pilar López Bedate, Alfredo Palacio, José
Viñals, Noni Benegas, Rodolfo
Franco, Ana Becciu, Mario Merlino, José Pérez Olivares, Mario
Campaña, Yulino Dávila, Andrés
Fischer, Milena Rodríguez, Julio
Espinosa, Eduardo Moga, Ubaldo
Olivero, José Ángel Gayol, Dulcia
Espuny, Ignacio Sanz, Miguel Ángel Muñoz, Juan Luis Calbarro.
Agradecimientos:
A Basilio Losada y Pilar López
Bedate por su amabilidad, al
Profesor Wagner de la UB por
su ayuda y buen humor, a Camila de El Aleph por la entrevista
a Peixoto, a Manuel Fernández
Cuesta y Mateo de Paz por las
cervezas en el Raval, a Noemí de
la UB, a Klaus y Nacho Iglesias, a
la gente de Salto de Página, a los
ganadores de los premios Paralelo Sur 2007 por su paciencia y
comprensión y a todos aquellos
que ayudaron para poder completar este número.
Imprime: Publidisa
ISSN: 1886-3930
Depósito legal: 1886-393
POR AMOR AL ARTE…
Y por amor al arte volvemos a salir. Tras dejar un número en blanco los que participamos en Paralelo Sur
volvemos a escena, a veces detenerse a pensar qué hacer sirve para continuar con fuerzas.
Quizá no fueron estas las causas de nuestro temporal deceso pero ha servido este parón para pensar
que sí queríamos continuar, si servía nuestro esfuerzo para algo y decidimos que sí,
que volvíamos para volver a empezar con más fuerza.
Tras este pequeño paréntesis no se nos ocurría mejor forma de volver que continuando
con el trabajo que dejamos a medias: acabar de encajar una foto del momento
de la nueva literatura española que está saliendo, que va encajándose en el mercado tras merodear
por revistas como ésta, en webs, en blogs, en bares, en editoriales pequeñas o circuitos de distribución
muchas veces alejados de los grandes supermercados de la literatura. Un movimiento naciente,
atractivo, que nos interesa fotografiar.
Para continuar con aquella primera parte hemos contado con algunos nombres muy interesantes:
Aparicio Belmonte, Félix Palma, Muñoz Rengel, Mercedes Cebrián, Unai Elorriaga, Manuel Fernández Cuesta,
Eduardo Moga… Esta segunda parte de nuestro dossier de literatura viene reforzada
con algunos nombres igualmente destacados del panorama iberoamericano como los de José Luis Peixoto,
Dante Oliva, Santiago Vaquera y un completo recopilatorio de algunos de los mejores poetas latinoamericanos
que viven en España y que tuvo a bien coordinar Benito del Pliego y ceder su publicación.
La guinda la dejamos para el final y como en conmemoración del cuadragésimo aniversario de la traducción
de Grande Sertão: Veredas entrevistamos a dos personas muy relacionadas con la obra de Guimarães Rosa:
el profesor Basilio Losada de la UB y a Pilar López Bedate, viuda de Ángel Crespo y que conoció
personalmente al escritor brasileño. Sin duda una de las mejores entrevistas que hemos hecho
en los cuatro años de existencia de la revista.
Esperamos que todos estos contenidos sean de vuestro agrado, y no olvidéis que seguimos aquí,
todavía nos quedan ganas de decir algo, esperemos que por mucho tiempo seguimos, por amor al arte.
Jordi Gol & Fernando Clemot
Editores de Paralelo Sur
POESIA [ José María Pinilla
José María Pinilla ] POESIA
El idioma de las desapariciones
Ganador del premio PSur Poesía 2007
José María Pinilla
Conozco tan a fondo el idioma de las desapariciones,
las líneas que definen
las transversales espumas de la batalla,
que mi cuerpo, a veces,
no es mi cuerpo ni mi historia.
Y sigo clamando al cielo otra morada y otra lluvia,
la argucia que no alcanza,
como no llega la dicha en el sorteo.
Habrá que agrupar todos los préstamos del silencio,
la hipoteca de la desnudez, las letras de la impudicia,
los créditos rápidos del desamparo y las mutilaciones.
El dos por dos, el dos por tres.
La distribución y el acomodo de todos los epígrafes del viento.
Habrá que contar con disimulo las patas de los pájaros,
las insinuaciones de las tardes de doma,
el hastío de las banderas que ondean a media asta,
como los labios que deja en tu mirada augurios de equivocación y descalabro.
Los felpudos de la obstinación y el desespero.
Estamos en el mes de los enebros,
día siete para ocho,
el mes de las desapariciones,
de los cantos de juglar,
de la alfombra que nunca se sacude.
¿Has pensado en ti?
¿En el mármol cristalino donde se extingue tu verdad?
Donde las expulsiones se regulan por la ley del miedo
y la codicia no seduce las auras
ni codifica un manifiesto,
de prudencia y rechazos fértiles
en la temible dulzura de la cobardía.
8
PSUR
Me pregunto, ¿porqué le ponen nombres de poeta a los aviones?
Éste, se llama Sor Juana Inés de la Cruz.
Y no sé si el piloto, el sobrecargo, la azafata,
sabrán algún verso, alguna terminación angulosa
de las aguas de esta vida,
que no se refiera a seguridad,
a chequeos,
a ese “abróchense los cinturones”.
Y como siempre, siguiendo normas internacionales,
las típicas prohibiciones de esas cosas,
sin más argumento que la de evitar
que se ponga en peligro la seguridad del vuelo.
¿Por qué le ponen nombres de poeta a los aviones?
Y es que, no es de recibo que quien no te conoce
te conduzca por la vida.
Cada ciclo se eleva cuando es amenazado,
el tiempo rige, entretanto,
la sintaxis de la evocación y el abandono.
Cuando la roca permanece en el anonimato,
afloran las causalidades
en su foro eterno de preguntas,
como un silencio foráneo
que anida sus revelaciones
al quehacer nocturno del péndulo,
donde los cuervos buscan palomas mensajeras
para ponerle comas a las manos,
a los pies, al mismo aire encadenado,
al cielo lánguido,
al papel secante
cubierto de manchas de tinta
como humo confinado de promesas quebrantadas.
El tamaño irregular de la mañana
nos revela estridencias de aguacero,
como un río de hojarasca
que apela a la atención de los sentidos.
Qué decir de tu amor,
Constancia de pasto y de rocío.
No hay minúsculas en la duplicación de la lluvia.
del silencio que cae a manos llenas
en ese cielo y ese mar en angostura
como una gota de viento o un lamento.
Las gotas con sus gestos ampulosos se resuelven,
antes de que el sexo dé comienzo.
Turbulencias de sueño y de pecado,
sangre fría de espuma,
albor cristalino y menta
en el callejero terrible del titubeo,
donde resuelve el lado derecho de lo oblicuo.
José María Pinilla nació en Barcelona en 1951. Es poeta,
editor y antólogo y su vida profesional se desenvuelve en la
Administración pública, la docencia y el mundo editorial. Ha
publicado seis libros. Parte de su obra poética está recogida
en varias antologías, como El Cerro de los Versos (Ediciones
Atenas 2004), Trilogía Poética (Ediciones Atenas 2005), o
Poetas De Las Dos Orillas, 2007 (Ediciones Botella al Mar). Es
ganador de numerosos premios entre los que destacan Premio
único Concurso Internacional de Poesía “De las Dos Orillas”,
Montevideo, Uruguay, 2007, por Memorial del Vino; Distinción
“Salomé Ureña de Henríquez”, 2007, otorgada por la Embajada
de la República Dominicana en Uruguay, en reconocimiento a su
trayectoria; Medalla de oro y miembro de honor de CADELPO,
2006 (Lima - Perú), por sus méritos literarios y de unión entre
los pueblos hispánicos.
De la arena donde yo te espero todavía
enclaustrado en la palabra y el martirio,
sabiendo que tu cuerpo es un puerto que se aleja
de las rocas, de la playa, de ese mar bravío
del momento imaginado. Que ya no existe
un mínimo rescoldo de gaviotas,
un refugio que huele a sed y a aire, y a viento,
este arder y perecer en la penumbra,
entrando en tu boca, en la cosa que no he sido
—náufrago de abrazos, de centinelas y planetas,
arrecifes de mar, de un cuerpo en olas—,
esperanza de proa y no de popa
que descubre el frío de un poema,
la piedra pedernal y el aguacero.
Qué decir de tu nombre,
de tus manos, de tu ligero cansancio,
de tu ropa mojada,
de esa sal del mar que ahuyenta las palomas.
PSUR
9
POESIA [ Alfredo Palacio
Alfredo Palacio ] POESIA
Claves
Finalista del premio PSur Poesía 2007
Alfredo Palacio
LA NOCHE HIZO LO SUYO.
CUENTAS DE CRISTAL
Los cuerpos
de un collar imaginario.
su tarea.
La piel salió al ruedo
Pezón de chocolate
que se lame
y ya nada
bajo el ojo de la luna.
se mantuvo en su lugar.
Se ensancharon los besos
Tus manos cabellera
tus ojos
cada abrazo fue una avenida
borde de sal
el calor confundió
en la desmesura de una isla.
perfumes y deseo.
Y te miro
Y ellos
te miro
acaso sin poder creerlo
con ese contraluz del otoño
estaban allí
mientras el asombro cae
cruzando el muelle.
y te acaricia.
Estrenando los ojos
las caricias
cada temblor.
Montaron la madrugada
tejieron flecos de luna.
Y por el labio de la noche
también
10 PSUR
hicieron lo suyo
PSUR 11
POESIA [ Alfredo Palacio
Alfredo Palacio ] POESIA
LUDO, QUIMERA, ESCAPARATE.
LA NOCHE ES
Oferta
una señal que no logramos descifrar.
país enfermería
Su lengua angosta
cierren las ventanas
hace estragos
la casa está en orden.
El amor
en esta costura que es la vida.
La noche puede
acaso
lo que no podemos
sólo sea un amuleto.
lo que soñamos
Locura en picada
y nunca se alcanza.
aciaga
Lo que es
sin fondo
y siempre
extraviada.
vemos del revés.
Simple estación de recambio.
Sin luces ni escollera.
La noche
espejismo y desmesura
Sólo el alma
aliento en vano
para tan delgado combate.
cuchillo siempre alerta..
Lazo impune
que no resuelve
no alivia
desconcierta
envuelve y enciende.
Alfredo Palacio nació en diciembre de 1949 en la ciudad de Buenos Aires, donde reside. Inédito a nivel individual,
ha participado en diversas antologías poéticas y tiene poemas publicados en diversos sitios en internet:
www.mispoetascontemporaneos.blogspot.com,
www.antoniomiranda.com.br/Iberoamerica/argentina/alfredo_palacio.htm, www.prometeodigital.org,
http://isla_negra.zoomblog.com/archivo/2005/10/28/alfredo-palacio-argentina.html
Ha participado en numerosas lecturas en el ámbito de Buenos Aires y el interior del país y tiene en
preparación su primer libro de poemas, Filamentos. Ha sido galardonado con numerosos premios entre los
que destacan el Primer Premio del V Concurso Literario Nacional “Atahualpa Yupanqui” Casa de Cultura de
Longchamps - Provincia de Buenos Aires, en 2005; Finalista del II Concurso Nacional de Poesía 1993-De
la Piedra Movediza (Tandil - Prov. Bs.As.); o el 1992 Primer Premio del Certamen Poético “Syria Poletti” Asociación Amigos de la Biblioteca Docente Municipal - Ciudad de Buenos Aires.
12 PSUR
PSUR 13
NARRATIVA [ Cristóbal Pagán
Cristóbal Pagán ] NARRATIVA
Retorno tercero
Ganador del premio PSur Narrativa 2007
Cristóbal Pagán
Cristóbal Pagán (Sevilla, 1975). Licenciado en Filosofía y Letras. Pasó tres años
en Atenas y Londres, aprendiendo griego y otras grandes cosas. Desde 2000 ha sido
profesor de inglés en varios institutos de enseñanza media, y de griego moderno en el
Servicio de Idiomas de la Universidad de Murcia. “Ha leído poco y entendido menos”, como
decía un personaje de Joyce. Desde niño su relación con la poesía es de intimidad, y su
“actividad literaria” en público se reduce, descontando algunas osadías ante compañeros
de aula, a unos pocos, pacientísimos, amigos y familiares. El III Premio Paralelo Sur es su
primer intento de publicación.
Lluvia. Puntos de frío chispeantes sobre la piel. Uno, dos, diez.
Está lloviendo. Va a llover, y cuando llueve todo pesa más, como
mojado por adelantado, mira: los edificios, las calles, los árboles,
el cielo cerrado, gris. Plomizo, dicen. Qué plomo, no: es como ceniza mojada y aérea, aire, sí, cargado de llover. El verde de esos
árboles, negro a toneladas. Trece, catorce puntos en las manos, en
la cara. También está más denso el gris de la acera, más acerado,
pero más blando también. Hay gotas en el aire. Pero, ¿llueve o va a
llover? Jodido Londres… Gotas. ¿Cuántas gotas tiene el chubasco?
A veces caen tan separadas, tan redondas, que se pueden contar,
y de tan livianas se las lleva el aire. Las infinitas gotas. Pero no,
decimos infinitas y no, el chubasco tiene un número finito de gotas.
Si tuviéramos los medios de observación las podríamos contar, una
por una, billones, trillones, cuatrillones, pero no infinitas. No llueve
infinito. LONDON UNDERGROUND. BELSIZE PARK. Mucha
gente en el metro, bajando la escabeza diecisiete, dieciocho cabezas; abajo, más de cien. Más que ayer, claro, va a llover y está lloviendo. PLATFORM 2. Kennington via CX 1 min. Kennington via
CX 3 mins. Morden via Bank 6 mins. A las del metro sí las cuentan,
en las máquinas de la entrada. Te dicen tantos miles de pasajeros
en el Metro de Londres ayer. Claro que hay quienes entran varias
veces, hay quienes entran sin pagar – el tren: KENNINGTON VIA
CHARING CROSS – y hay que sumar el personal, los músicos
(¿sacan billete, los músicos)…pero al final tienes un total muy fidedigno de personas en el metro en ese día. ¿Cuántas ahora, un millón, un millón doscientas mil? Si el Gran Londres tiene… ¿Dónde
estamos? A ver, a ver: CAMDEN TOWN. Cuánta gente. Apretados. ¡El nombre de la isla! Lo han dicho aquí al lado: “… guijarros,
mientras que donde yo te digo hay arena”. Dos griegas, jóvenes.
Ésta está gorda, aquélla está bastante bien; “… guijarros, mientras
que donde yo te digo hay arena”. Ya no las oigo. Deben de haber
ido de vacaciones, o ser de allí. ¿Les hablo? Mamá nos llevaba a la
playa. Papá no estaba. Castillos en la arena. Se bajan. WARREN
STREET. UCL, estudiantes, seguro. Guijarros, arena. Sima ha estudiado en el UCL. Se empeñó en llevarnos a Michael y a mí al
Planetario, antes del partido. ¿Se va a casar con Michael? Él toca la
14 PSUR
batería y ella caza asteroides. Guijarros enormes. Un batería con
una astrónoma. ¿Cómo era eso del Planetario? El Sistema Solar,
la Vía Láctea, los cúmulos de galaxias. Sima nos hablaba como
a los críos: “¿No os dais cuenta de qué pequeños somos?” Estaba emocionada. Hermosa sonrisa. El Sol. El Sol es una de los
cientos de miles de millones de estrellas de la Vía Láctea. Una
galaxia espiral. Espiral, espiral. Spiros. Hay cúmulos de galaxias
con docenas, y otros hasta con millares de galaxias, con millones. Y hay miles de millones de galaxias. Granos de arena. Pero
el universo es finito. Si tuviéramos los medios, podríamos contar
todas las estrellas que hay flotando, como las gotas de lluvia del
chaparrón. Se va a casar con Michael. EMBANKMENT. Apenas se puede andar por los pasillos. Michael sigue igual desde
el instituto: el grupo, los discos, las fiestas. ¡Treinta tacos ya, espabila chaval! Cabezas, cabezas, cabezas… ¿Guijarros? ¿Granos
de arena? ¿La quiere? La quiere. Va a pillar un trabajo estable.
Y se casará con ella. Qué preciosa sonrisa. “Y tú, ¿cuándo piensas salir con la misma chica dos veces?” Ella a mí, me dice, ella
a mí, a mí. Dos veces. Tres veces, cuatro veces. Sima, Sima,
Sima. ¡Joder, no vamos a caber en el puto tren! ¡Joder, señora!
“Perdóooon, perdóooon”; ña, ña, ña. Me ha calado la manga. Sí,
sí, claro, afuera está lloviendo de verdad. Arriba. La tía… Guijarro gordo. Hm, hm. Y no tenemos los medios para medir, pero
no son infinitas, ¿eh, Sima? Una manera, sabes, una manera es
pensar en cosas pequeñas. Guijarros, granos de arena. El Sol es
una roca y la Tierra un grano de arena. Con mamá íbamos a la
playa de arena. Eso es, el universo una playa, las galaxias granos
de arena, que brillan. Hacíamos figuras, escribíamos en la arena.
Escribiendo en el universo. Coges un montón de arena y estás
cogiendo el arenal entero, como cuando coges a alguien del brazo y has cogido a la persona, la tienes cogida por el brazo; tienes
cogida la playa por un puñado, tienes cogido el universo todo,
todo. Y, si las galaxias son granos de arena, el Sol, la Tierra,
¿qué son? Nosotros, ¿qué somos nosotros? BLACKFRIARS.
Las 8:40. Sobra tiempo. Llegaré antes que Jake. Cómo está con
lo de China. Cree que los chinos son infinitos. Mil trescientos
millones, a seis de enero de 2004. “Pues imagínate un tercio de
chinos con poder adquisitivo para ser potenciales consumidores de helado, más de cuatrocientos millones, seis o siete veces
Gran Bretaña, chaval”. Pero tú sabes quién gobierna en China,
el cirio burocrático para montar las fábricas, cómo vas a distribuir con tanta población rural, los políticos, los favores, los
derechos humanos, se nos van a echar encima los ecologistas,
los de Amnistía. ¡Joder, sí que llueve, sí! “Yo sólo sé que ya no
vamos a ser los primeros, conque hay que meterse. Encuentra
el modo. Sabes que aprecio mucho tu prudencia, Spyrhos. Pero
son varios cientos de millones de chinitos para tomar helado.
Son muchas bolitas, colega.” Aprecio tu prudencia. Son muchas
bolitas. Colega, chaval. Capullo. Con Papá íbamos a una de piedras. Pulidas, lavadas, suaves como helados. Las planas botaban
bien sobre el agua. “¡Venga Spiro! ¡Muy bien, hijo!” ¿Qué es un
guijarro? ¿Un cúmulo de galaxias? ¿Un cúmulo de cúmulos de
granos de arena? Mil trescientos millones. Jake no tiene ni puta
idea. Ni puta idea. Ya estamos. Cómo pesa la mole del edificio.
Pensar en cosas pequeñas. Todo es finito. Tres cubos de arena.
En este las galaxias que pueden comprar helado, en esos dos…
Semáforo verde. Y si el universo es finito, ¿qué narices hay fuera? ¿Eh, Sima, qué hay? Mamá siempre nos llevaba a la playa
de la mano. Su mano suave. Escribíamos en la arena. Ahí está
la puerta. No está el conserje. Escribíamos en el universo. “¡Qué
pequeños somos…!” A ver, cuatrocientos treinta y tres millones,
a una media de dos bolas semanales, dos bolas, dos cubos de
arena, de chinos, voy a abrir, de bolas, de galaxias, de arena, su
mano… ¡No! No. No.
*
- ¡Bueno, mujer! ¡Suéltalo de una vez! No murmures ya más, que
me vas a volver loco. ¿De dónde vienes así? Di.
- ¡Qué disgusto, Yorgo! ¡Qué disgusto! ¡Después de todo lo que
hicieron sus padres por él!
- ¿Por quién? ¿De quién hablas?
- Vengo de casa de mi prima Ana. ¿Sabes Spiros, el hijo mayor,
el que nació antes de que se fueran a Londres? ¿El ejecutivo?
- Sí, claro. Los llevé yo al barco. Era un crío cuando se fueron.
Así de alto, no más.
- Eso. Pues está en la casa. Dice que se queda en la isla, que
no vuelve a Londres. Se ha dejado el trabajo y dice que va a
vivir aquí. Que cultivará el huerto, que abrirá una tienda, que
enseñará inglés… No quiero ni pensarlo, si vivieran sus padres.
¡Qué disgusto, Virgen santísima! Y, claro, con lo que quería yo
a su madre… Que no me he podido callar. Pero hombre, qué
te ha dado, le he dicho, por qué te dejas, tú que vales tanto, que
has ido a la universidad, por qué te dejas todo aquello, tu buen
sueldo, tu buen puesto, tu buena casa, y te vienes aquí a vivir
como… como un jornalero, como uno más del pueblo. No me
he podido contener. ¿Por qué, Spiro? ¿Por qué? ¿Y sabes qué
me ha respondido? Y sonriendo además.
- ¿Qué?
- Me señala a la playa, como si no la tuviera vista yo, la playa, y
me dice: “Por unos guijarros y por un poco de arena”.
- ¿Eso te ha dicho?
- Como lo oyes.
- Vaya, vaya. Su padre también era un buen hombre.
PSUR 15
NARRATIVA [ Rubén Romero
Rubén Romero ] NARRATIVA
Los dioses cansados
Finalista del premio PSur Poesía 2007
Rubén Romero
Rubén Romero (Madrid, 1978) Es Licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura
Comparada por la Universidad Complutense y de Humanidades por la Universidad
Carlos III de Madrid. Ha publicado los siguiente libros: La Luna lleva tu nombre tatuado
(Huerga y Fierro Editores, 2001). Lo que importa, (Cuadernillos La Fumarola, 2002).
Revistas: Cuadernos del Matemático, La Fumarola, Qi (Poemas, relatos, artículos y
crítica literaria). Desde 2001. Vigilia Poética, Solsticio de Verano (Centro de Poesía José
Hierro, 2003). Revista Alwah, Madrid. Traducción de poemas al árabe, 2004. Breviario
de Relatos (Publicaciones Acumán, 2006). Ha obtenido premios como el de Poesía en
el Certamen Ciudad de Getafe 2001, el Premio Villa de Leganés Local 2001 de Poesía,
el Premio Nacional de Poesía del Ayuntamiento de Los Molinos de Madrid 2000, el
Premio de Poesía en el Certamen Ciudad de Getafe 2000, el Premio de Relato Corto
en el Certamen Ciudad de Getafe 2000 y el Premio de Poesía en el Certamen Ciudad
de Getafe 1999.
Estaba vivo y vacío, lo que es tan próximo a Dios que es demencial.
Henry Miller, Trópico de Capricornio
“Puedes contárnosla, tenemos tiempo”, le dijo el que era más alto. Los tres sentían
el frío abrirse paso entre sus huesos como un afilado cuchillo que desgarrara la piel
de un animal moribundo. Los pájaros cantaban y las nubes se levantaban. Todo
estaba en orden en un nuevo día ordenado. “Gracias. Es sólo una historia. Nunca
os he hablado de ella, supongo que era algo demasiado personal”. El hombre alto
y el hombre bajo lo miraron de una forma que no significaba nada. Cualquiera
que los hubiese visto allí a los tres en medio del bosque habría pensado que eran
tres estatuas de sal. “Cuando me casé amaba a mi mujer más que a nada en el
mundo. Era preciosa. La habéis visto en fotos de aquella época, era increíble.
Tenía una risa que era como el repiqueteo de la lluvia sobre el tejado. Y tenía un
cuerpo... Pasábamos horas y horas haciendo el amor, como si no quedara tiempo,
como si cada vez fuera nuestra última oportunidad de tener al otro. Sabía ser dulce y agresiva a la vez, qué os voy a contar. Cuando salía de la tienda iba directo a
casa, nada de bares. Por esa época limpié de mi cuerpo todo el alcohol que había
bebido hasta entonces. Me iba a casa con sólo ella en mi pensamiento, su cara, sus
pechos, sus piernas, su sonrisa. Supongo que sería como todos, vosotros también
habréis tenido esas sensaciones después de casaros, supongo que le ocurrirá lo
mismo a todo el mundo. Yo entonces no sabía nada de la vida, pensaba que había
sido elegido para disfrutar del cielo en la tierra. Era el hombre más feliz del mundo, me iba bien en el negocio y en casa me esperaba una mujer maravillosa. Pero
entonces llegó un día, unos pocos años después, y me fijé en unas venillas azules
que le subían por las piernas como si tuvieran prisa por llegar yo qué sé adónde.
Parecían esos ríos que salen en los mapas geográficos. Ella estaba dormida boca
abajo y yo me había levantado a orinar, era temprano, el sol daba de lleno en sus
piernas. Todo el día traté de pensar en otra cosa pero no pude quitarme aquella
imagen de la cabeza. Cuando llegué a casa me sentía extraño, abrí una puerta que
creía menos mía y besé a una mujer distinta a la que le había hecho el amor la
noche anterior. En la cena ella me preguntó si algo me preocupaba, mascullé una
negación culpable. A partir de entonces fui descubriendo en el cuerpo de mi mujer más venas en sus piernas como ramas de un árbol que no dejara de crecer, leves arrugas junto a sus ojos, pelos blancos en su cabello que ella empezó a teñir a
escondidas. Su cuerpo comenzaba a engordar, la dureza de su piel se había convertido en una áspera gelatina. Nuestras relaciones comenzaron a espaciarse en el
tiempo. Ella al principio no le dio importancia pero yo notaba que se daba cuenta
de todo. Yo la seguía queriendo, de verdad os lo digo, pero no sentía que fuera mi
mujer, era como si la vecina de al lado se hubiera mudado para hacerme la comi16 PSUR
da y plancharme los pantalones. Entonces un día regresé a casa y
ella estaba llorando sentada en el suelo de la cocina. Me acerqué
y le pregunté qué le pasaba. Me apartó de un empujón y me gritó
que sabía que la estaba engañando. Yo no supe qué contestar. Me
quedé mirándola como un idiota y sólo se me ocurrió ir al salón
y sentarme en el sofá a ver la tele. Mi cabeza no podía funcionar,
estaba demasiado cansado y nunca imaginé que una mujer, ni
siquiera la mía, pudiera llorar por mí. Un rato después ella entró
en el salón, parecía calmada, los párpados estaban hinchados
como dos huevos violetas y aún le colgaba agüilla de la nariz. Yo
traté de seguir mirando la tele. Ella se quedó en el quicio de la
puerta y yo notaba que no apartaba su vista de mí. Eres un puto
cabrón, me dijo, espero que se te caiga a pedazos, cabrón. Lo dijo
remarcando lentamente cada una de las palabras, muy suave,
casi en el tono de una declaración de amor. Entonces me levanté
y la miré y vi en sus ojos apagados todo el desprecio y todo el
amor del mundo. Con el primer puñetazo cayó al suelo medio
inconsciente. Dejé de pegarle cuando le hube borrado la cara”.
Hubo un par de minutos de silencio. El sol comenzaba a incendiar el cielo, las estrellas se apagaban tristes tras su función. “Es la
primera vez que te oigo contar algo tan personal. Siempre dijiste
que tu mujer se mató con el coche”, le dijo el hombre alto encendiéndose un cigarro. “Pasé diez años en una cárcel infecta. Fue la
primera vez. Mientras me abrían el culo una noche tras otra esos
malnacidos no dejé de pensar en la cara que tenía mi mujer cuando nos casamos. Creo que gracias a eso pude seguir vivo allí dentro”, medio susurró con la vista perdida el primer hombre, que
era algo rechoncho. Los tres permanecieron callados un instante.
El hombre alto dio una calada al cigarro y expulsó el humo tan
suavemente que parecía como si no lo estuviera haciendo. “¿Tiene moraleja, la historia?”, preguntó pausadamente el más bajo,
que era el más joven de los tres y que no había abierto la boca
desde que habían llegado allí. “No. No tiene moraleja. Ninguna
historia tiene moraleja. Las historias se cuentan, se escuchan y se
olvidan. Sólo quería compartirla con vosotros. Hemos vivido
muchas cosas juntos estos últimos años. Hemos hecho de todo,
¿verdad?, las cosas nos han ido bien. Quién me iba a decir a mí
que acabaría trabajando con vosotros”. Durante unos segundos el
hombre alto y el hombre bajo observaron en silencio al hombre
rechoncho. Parecía un hombre agotado. Los ojos apenas se movían dentro de su cara. Eran como peces muertos flotando en una
pecera. “He matado a mucha gente, y sabe Dios que no he sentido nada nunca, ni bueno ni malo. Pero daría mi vida por devolverle la suya a mi mujer. No ha habido día desde entonces que no
haya pensado en ella y en lo hijo de puta que soy. Y, bueno, ahora igual que entonces sólo veo la cara de mi mujer el día de nuestra boda”, concluyó el hombre rechoncho. El hombre alto que
fumaba sonrió demasiado levemente como para que ninguno de
los otros dos se hubiera dado cuenta. El hombre bajo y joven
miró al sol asomar su cuerpo de dios cansado. El hombre rechoncho también sonrió. “Bueno, cuando queráis”. Se puso en pie.
Hasta entonces había estado sentado en una roca empapada de
gotas de rocío. Los otros dos estaban frente a él. El hombre alto
tiró el cigarro al suelo y lo aplastó con su bota de manera concienzuda, trazando un semicírculo en el suelo con un par de rítmicos giros de su talón derecho. Se tomó todo el tiempo del mundo. La hierba a sus pies quedó aplastada igual que en un jardín.
Luego apuntó al hombre rechoncho con el arma. A la cabeza. Un
segundo después el hombre rechoncho estaba muerto. El bosque
repitió hasta hastiarse el sonido del estampido. Cientos de pájaros
volaron aterrados. Los dos hombres caminaron en la misma dirección. Cuando llegaron al coche se montaron sin ninguna prisa. Condujo el alto, que se encendió otro cigarro. No hablaron de
nada durante el trayecto. El alto puso la radio. Cuando entraron
en la ciudad el sol arañaba ya las aristas cortantes de los edificios.
Las ventanas de las casas se abrían para aspirar el aire antiguo de
un nuevo día antiguo. Los primeros ruidos llovían de todas partes
trepando por las fachadas. Cuando llegaron a la avenida principal el hombre joven le dijo al que conducía que detuviera el coche. Pararon en doble fila. “¿No vas a la comisaría? Hay mucho
papeleo”, le preguntó este. “Sí, pero antes tengo que hacer una
cosa”. El conductor lo miró unos segundos. Su rostro estaba cinPSUR 17
NARRATIVA [ Rubén Romero
Dante Oliva ] NARRATIVA
Historia
de un maquisapa
capturado
Dante Oliva
celado en tierra seca. Tenía cuarenta y cinco años. La vida le había dado todo lo
que había podido. No fue avara. Él ya no pedía más. “Espero que tengas suerte”,
le dijo al joven. Este lo miró un instante y esbozó la sonrisa más leve que haya
esbozado un hombre jamás. Bajó del coche y no vio cómo el otro se ahogaba en
el océano de cemento. Se dirigió a la floristería y compró el ramo más bonito del
mundo. Se lo dijo la vendedora. Él pidió el ramo más bonito del mundo y ella
contestó “este es”. Múltiples fragancias y colores. Luego caminó con el ramo hasta su casa. Llevaba tres semanas sin pisarla. Cuando estuvo junto a la cerca del
jardín le pareció que acababa de salir de aquella casa hacía un minuto. Antes de
llamar a la puerta respiró hondo. Sabía que su mujer estaba levantada. Estaría
preparando el desayuno al niño. Aún quedaba una hora para que este entrara al
colegio. Llamó a la puerta y le abrió su mujer. Era muy guapa. Era increíblemente guapa. Él también. Ambos eran muy guapos. Su hijo también lo era. Será actor
de cine, decían sus abuelas. Las abuelas. Su mujer daba clases de Lengua por las
tardes en un colegio. Por las mañanas preparaba sus oposiciones para fiscal. Era
una mujer increíblemente guapa e inteligente. Él la quería con locura. Habría
hecho cualquier cosa por ella. La amaba de verdad, podéis creerme. Cuando ella
lo vio con aquel ramo no dijo nada, ni siquiera sonrió. “Ten. Quiero que sepas que
nunca podré dejar de quererte”, fue lo que él le dijo. Ella tomó el ramo y ladeó
sutilmente la parte izquierda del labio inferior. Podía ser una sonrisa. “Es la primera vez en siete años que me regalas un ramo de flores”. Él se sacó de la chistera
una cálida sonrisa como hacía meses no usaba. “No es un ramo de flores cualquiera. Es el más bonito del mundo. Me lo dijo la vendedora”. Ella lo miraba fijamente. Parecía querer ver más allá de los ojos de él. Parecía querer desentrañar todos
los arcanos del mundo a través del cuerpo fatigado de aquel hombre. “Esto no
cambia nada. Aún es pronto. Necesito más tiempo”. Él esperaba oír esa respuesta.
Cualquier otra respuesta habría sido absurda. Aun así las palabras de ella irrumpieron en su corazón y arrasaron con todo lo que encontraron a su paso, dejándolo yerto. “Sí, lo sé. Cuídate. Y pon las flores en agua”. La sonrisa de la chistera
derramaba sus cenizas sobre el pavimento. Ella lo miró unos segundos antes de
cerrar la puerta. Él pensó que jamás la había visto tan preciosa. Dio media vuelta
y fue caminando al hotel, no tenía prisa. No iría a trabajar. Al infierno la comisaría. El sol como un flexo que colgara del cielo era el foco de aquel teatro de hormigón y asfalto. La ciudad comenzaba a ser tomada por un enjambre de abrigos
largos que arrastraban sus fracasos. Hacía frío, mucho frío. El sol no bastaba para
vencerlo. Tal vez era un dios demasiado cansado.
18 PSUR
Hace tres días escapé del Zoológico de Barcelona. Engañar al sujeto encargado de abrir y cerrar las entradas
fue cosa fácil, nada que no hubiera puesto en práctica anteriormente durante mis días en Lima (donde me
encerraron por casi un año) o, incluso antes, cuando escapé del Zoológico Municipal de Pucallpa. Ya estaba
tan harto de permanecer encerrado. ¿Por qué tenía que ser así? ¿Acaso sólo por ser diferente?
Logré asirme del juego de llaves. Abrí una de las rejas y huí, mientras el resto de mis congéneres (aquí les
dicen colegas) dormía. De hecho, extrañaba mucho Pucallpa, aunque no su zoológico, por supuesto, sino mi
Yarinacocha querido, donde el sol gotea oro a la hora del crepúsculo y donde el color verde de las plantas
en sus cuarenta y tantas tonalidades despide un aroma fermentado de masato durante el otoño. Extrañaba
mi rostro reflejado en el lago por las mañanas. Yo debía volver a donde pertenecía.
En el avión Jorge Chávez―Barajas (también allí nos metieron en una jaula), un viejo mono colombiano me
había dicho que teníamos suerte de irnos a España: “Todo es más bonito allí, hermano; además, si vamos a
Barcelona veremos las construcciones de Gaudí, allí está La Sagrada Familia”. ¿Gau... quién? Eso espero, seguí la corriente con indiferencia... El asunto es que una vez en Barcelona, salvo por dos o tres cosas, como las
coquetas monitas de las Islas Canarias, quienes habían llegado una semana atrás dispuestas a todo, las cosas no
fueron muy distintas del resto de cárceles donde ya había estado: uno siempre debía permanecer adentro.
Después de salir, deambulé unos minutos por el interior del zoológico tratando de concretar mi escape. Pasé
por las casas de los leones, qué animales tan grandes, aquí sí les daban comida carajo (y tal vez eso sí sea
una diferencia incuestionable). Pero pocos minutos después me detuve, pues frente a mí estaba el lugar de
un animal rarísimo traído desde Australia. Qué animal tan extraño, pensé, pues tenía todo el aspecto de un
espía infernal, alguien enviado por Satanás. Pegado a su tronco, como un niño pequeño a su madre, abría
sus enormes ojos de huevo rojo. A pesar de los innumerables aspavientos que le hice, simulé ser el otorongo, la anaconda, cualquier animal peligroso empleando mis cinco extremidades, el australiano permanecía
imperturbable, autista, inasequible con su tristeza de condenado a muerte. “Bueno, colega, le dije en voz
baja, yo me largo y tú deberías hacer lo mismo algún día”.
Todavía era de madrugada cuando tiré muro.
Caminando, siempre al viejo estilo maquisapa (arrastrando las mangas, meneando la cola y dando brincadas), sentía cómo el Mediterráneo tenía un viejo olor a guardado, no como mi lago Yarina, que siempre olía
a frutas y peces. Aquí hacía frío. Entristecí. Qué clima tan nocivo para la salud, pensaba. En mi selva había
fuertes lluvias en enero pero jamás este vituperable invierno.
¿Y si volvía a la jaula? ¿Por qué no? Carajo, estaba claro que si volvía tendría abrigo, comida y trago; además, les daba vuelta a las monitas de las Canarias y jugaba al póquer con mis colegas traídos desde distintas
latitudes. Recuerdo cómo algunos se opusieron cariñosamente a mi partida: “Oye, Marco Pomponio, ¿estás
seguro de lo que vas a hacer? La ciudad humana es una mierda, los humanos son todos unos locos, mejor
permanecer encerrados, al menos hasta recibir las instrucciones de la gran rebelión...” Pero yo fui más terco
que el buen Julio César, pues ya no soportaba más el encierro y si bien estaba al tanto de dichas instrucciones, muy poco me importaron en aquel momento. “Pero Marco Pomponio -insistía intentando detenerme-,
aquí tenemos comida, el plátano de las Islas Canarias no está tan...”
PSUR 19
NARRATIVA [ Dante Oliva
Dante Oliva ] NARRATIVA
-Julio César -le dije-, tú eres africano y no comprendes nada del espíritu de los latinos: yo me largo.
Aquella noche tuvimos nuestra última partida de póquer. Seguí caminando. La playa estaba desierta y yo
me jodía más con el frío; por fortuna, había robado unos fallos y un encendedor (mechero, le dicen aquí).
Prendí uno. Me senté en la arena. Prendí el segundo. Vi cómo salió el sol, qué guay. Bajaba el frío de a
pocos. Pero estaba tan cansado que me quedé dormido.
Cuando desperté ya estaba muy entrada la tarde. ¡Maldita boa!, me había quedado dormido en la caseta
salvavidas. Bueno, era hora de ir a buscar comida; después idearía cómo escabullirme hasta alguno de esos
aviones de propulsión a chorro. Pero de pronto me asaltó el pánico. Experimenté lo que en cinematografía humana llaman flash-back, recordando la estampida humana que casi me asesina cuando escapé del Zoológico
Municipal de Pucallpa, mientras el olor de decenas de llantas quemándose en medio de las pistas me asfixiaba
durante la huelga de mototaxistas. Hombres sudorosos y recios gritando. Caos. Mucho caos. Los humanos
han hecho del Perú un caos. Uno de ellos casi me mata. Llevaba un garrote. Pero sobreviví para contarlo... ¿Y
si Barcelona era como Pucallpa? Por lo pronto, en Barcelona no había turbas humanas, aunque Claudio Octavio una vez me contó que por Las Ramblas caminaba un pincho de gente. Continué el camino. Trataba de
mantener la calma, aunque no por ello bajé la guardia. Ya me crujía la panza. Tenía que encontrar comida.
Habían pasado varias horas de mi incursión en la ciudad humana y el hambre que sentía simplemente era
extremo. Carajo, pensaba, ¿y si me hubiera quedado en el parque zoológico?, ahorita estaría comiendo
plátanos y jugando al póquer. Aquí los árboles ni siquiera tienen frutas en los extremos de las ramas; cómo
era posible que estos salvajes no cultivaran árboles con frutos. Ya me lo había dicho Marco Tulio una noche
de libaciones en la jaula: “Los humanos no pertenecen a la naturaleza, y son arrogantes, creen que tiene el
control. Pero pronto será la gran rebelión simia y pagarán caro... Será como en la película.” Cuánta sabiduría en las palabras del viejo Marco Tulio (fue una pena que muriera de cirrosis).
¡Por fin! Caminando por la costa había llegado hasta un armatoste inmenso cuyo nombre era EL BORN, o
algo así. Me moría de hambre y todo aquel sitio olía a purita comida.
Adentro, mucha gente deambulaba de un lado a otro. Mmm... ¡Qué rico huele! Entonces entré muy campante y contento, pero conforme avanzaba e inspeccionaba las boutiques, los restaurantes tan bonitos aquellos y las zapaterías, iba notando que la gente a mi alrededor me miraba feo, como si mi presencia les incomodara, como si nunca en sus putas vidas hubieran visto un monito tan guapo y alegre como yo. Entonces
recordé que cuando niño, mi madre, Adriana Livia, me había enseñado que uno nunca debía avergonzarse
de lo que es, por lo que simplemente decidí no hacerles caso y seguir buscando la jama.
Pero las cosas llegaron a un límite insostenible cuando una niña empezó a gritar solo porque le robé su
helado. Niña salvaje, gruñí, ¿acaso no sabes compartir? Y a todos los demás les gruñí también, mírenme,
mírenme bien, soy un mono, soy un monito simpático y qué, así somos los maquisapas. Ahora sí, ya estaba
harto de esto de las ciudades humanas. ¡Acaso tu madre humana no te enseñó nunca que debes compartir!
No había terminado de proferir esto cuando alguien me atacó por la espalda: era el padre de la niña.
Corrí. Trepé por uno de los postes que sostenía un toldo de colores o algo así mientras el café se convertía en
un completo alboroto donde todos gritaban, ay, ay, y una mujer exasperante vestida de collares no paraba
de toser como si tuviera tuberculosis o algo mucho peor. Todos me señalaban. Todos intentaban dañarme.
Pero me valí de la capacidad aerodinámica de mi cola y logré escapar. Fue así que fingí desaparecer a través
de un ducto que daba hacia las azoteas, aunque todo fuera una treta: lo que yo quería era comida y el helado
estaba sabroso pero eso no era suficiente.
Deambulé algunos minutos para permitir que las aguas se calmaran.
Cuando aguaité nuevamente: nada por aquí, nada por allá. Entonces continué el recorrido. Por fin llegué a
una tienda de pasteles. La niña ya no estaba, mejor (su padre tampoco, y mucho mejor). Entré sigilosamente
20 PSUR
en el establecimiento, nadie me había visto y me planté seriamente en el mostrador, frente a la caja. Con
mucha educación y respeto dije: “Señorita, deme un plato de tacacho con cecina, por favor”.
Pero adivinen qué pasó. Por supuesto, otra vez el alboroto, la furia, ese sucio ruido brutal que caracteriza tan
inequívocamente a esta maldita especie. La mujer empezó a dar gritadas. ¡Que te coma la shushupe, vieja
maldita!, le dije yo muy enojado, a lo cual ella no paraba de exclamar: “¡Coño! ¡Joder! ¡Cullons!” Entonces
crucé el mostrador y cogí un palo. Ya estaba harto de tanto maltrato, tanta indiferencia. Apunté y conté
mentalmente hasta tres para asestarle soberbios golpes en la cabeza por malcriada. ¡Toma esto! ¡Y esto!
De pronto, aparecieron la niña del helado y su padre: habían traído a la policía.
Los hombres uniformados llevaban correas, sogas e implementos de cacería. El más grandote me cerraba
el paso diciendo: “¡Tu pasaporte, gilipollas!”. Carajo, me dije, yo no tengo documentos de ningún tipo,
recordando cómo había sido mi primera captura en la selva: “¡Bájate del árbol, conchatumadre!”. Si salgo
vivo de esta es porque dios es mono.
Tiré palazos una y otra vez hasta que una de las correas atoró en mi cuello. Ya ni siquiera podía gruñir, me
faltaba el oxígeno. Quería explicarles, quería decirles que todo había sido una confusión, que no era para
tomarlo así tampoco... Pero otra de las correas atoró en mis patas y una serie innumerable de latigazos, de
repente, me sobrevino contra la espalda y me salpicaba la sangre. ¡Oh, cuánta brutalidad!
Después me arrojaron la red y ya casi había quedado fuera de combate cuando ocurrió lo inefable, lo que
esta raza primitiva no quiere entender: “¡Yo solo quiero regresar a mi selva, carajo!” Y todos quedaron
perplejos cuando me escucharon hablar.
Ahora todo ha cambiado: no más jaulas, no más ciudades humanas, adiós a mis sueños de masato y agua
de cocona, adiós a todo lo que yo amo, mi Yarinacoha querido.
Cada vez que abro los ojos todavía permanezco encadenado y los tipos que no paran de manipular mi cuerpo con pinchazos siempre están ahí, vestidos de negro, llevando esos medallones extraños colgados de sus
pescuezos. Les sorprende que hable, aunque parecen no creerlo del todo, o no querer creerlo, en todo caso.
Tampoco quieren dar fe en absoluto a eso de que los simios desde hace tiempo jugamos al póquer detrás de
los barrotes y charlamos horas de horas mientras el mundo humano continúa alimentando su arrogancia.
Tampoco creen que mi nombre es Marco Pomponio, ni que mi madre se llama Adriana Livia, ni que conozco los fundamentos de la gramática del latín: “Ora et labora” significa ‘reza y trabaja’.
Se sorprenden, ¿no? Claro que se sorprenden, eso claramente lo noto en sus miradas. Pero no me toman en
serio, y tal parece que me consideraran alguna suerte de fabulador orate o, mucho peor, una aberración de
la naturaleza. Solamente atinan a sonreír, nada más. Ah, y tampoco paran de fumar: “Yo sé muy bien que
ustedes piensan que estoy loco, pero también sé que me temen. Ustedes me temen”.
Algún día, alcancé a decirles antes de otra de esas inyecciones que me hacen dormir, todos los simios del
mundo dejarán el póquer y las conversaciones familiares para tomar los aviones y los barcos por donde
nos hacen viajar involuntariamente. Y abriremos todas las jaulas (no solo las nuestras, sino las de todos los
animales, incluso las de esos australianos diabólicos) e iniciaremos una revuelta sin límites. Entonces, y solo
entonces, desaparecerá el caos que ustedes han generado, y retornaremos al estado natural de las cosas: una
selva plagada de lagos y animales salvajes donde reina el fuego.
Pero ustedes, por supuesto, continuaron riendo, incrédulos, fumando sus cigarrillos, mirando cómo yo
sufría sin hacer nada de nada. ¿Han escuchado alguna vez el canto de los maquisapas en el Yarinacocha
cuando atardece? Pues es un canto que anuncia una guerra.
Dante Oliva León (Lima, 1978) Licenciado en Lingüística y Literatura de la PUCP (Perú). Estudios en Historia en la Universidad Pablo de
Olavide (España). Primer premio en los juegos florales de Lima Metropolitana 2002. Traductor del inglés, francés y kawki. Editor y redactor en
medios locales y extranjeros. Músico experimental. Escribe su segundo libro. Cuento extraído del libro de relatos Camuflaje (Lima, 2007).
PSUR 21
NARRATIVA [ Santiago Vaquera Vásquez
Santiago Vaquera Vásquez ] NARRATIVA
Camino al sur
Santiago Vaquera-Vásquez nació en California, Estados Unidos en 1966, hijo de
padres mexicanos. Después de graduarse en Artes Plásticas y Letras, hizo sus estudios
doctorales en la Universidad de California, Santa Barbara. Ha trabajado en Texas A&M
y en Dartmouth College. En la actualidad se desempeña como Senior Lecturer de
Literatura Latinoamericana y de US Latino en la Pennsylvania State University. Además
de dar clases, ha sido dj en la radio y es pintor. Ha publicado cuentos en revistas
californianas y mexicanas, y en las antologías Líneas aéreas (1998), Se habla español
(2000) y En la frontera: Il migliori racconti dalla letteratura chicana (2008).
Santiago Vaquera Vásquez
Elena entra a la habitación y encuentra a Tomás sentado en la
cama, escribiendo. Por un momento se acuerda de un momento
similar, cuando recién habían empezado a salir juntos. Por las
tardes solía escribir en cama, a veces ella se acostaba a su lado repasando algún trabajo de uno de sus estudiantes. Después de un
rato, Tomás empezaría a leer en voz alta para que Elena le diera
sus comentarios. Él la abrazaba y ella cerraba los ojos mientras
escuchaba su voz. Se acuerda de que siempre parecía que había
una luz amarilla que se filtraba por la habitación.
Ahora no. La lámpara que usaba Tomás no daba mucha luz. La
oscuridad reinaba sobre todo. Antes escribía con facilidad, ahora
no. Su brazo muerto colgaba a su lado.
Estaban en la casa que les había dejado la mamá de Tomás. Era un
pueblo pequeño, en el norte de California, donde no había mucho
más que agricultura y un poco de ganado. Una bola de farmers y
rancheros, donde los hombres son hombres y los corderos están
en therapy, le comentó Tomás la primera vez que vinieron.
Vivían cerca de la autopista. Desde la ventana del comedor se
veía. A veces Elena se sentaba alli y la estudiaba. Era parte del sistema de interstates construido bajo la administración Eisenhower
a finales de los 50. De todos los freeways que corrían del norte al
sur, ésta era la única que tocaba frontera con Canadá y México.
Elena veía los carros pasar con el paso seguro de que tomaban
el camino correcto. Casi nadie salía del freeway para conocer el
pueblo. ¿Para qué? Si se detenían era para cargar gasolina o comprar algo para comer. Un lugar de esos: casi olvidado. Si no hubiera sido por la autopista el pueblo quizá hubiera desaparecido
en el valle: convertido en un lugar fantasma donde sólo vivían el
calor sofocante del verano, los vientos del otoño y la capa densa
de la neblina del invierno que cubría todo el valle.
La primera vez que fue allá especuló que su novio la llevaba al
centro de la nada. Pasaron horas y horas en el carro, rumbo al
norte. Sólo se veía el paisaje lunar del valle central del estado.
Cuando dejaron atrás Sacramento para seguir más al norte, se
imaginaba como una pionera, en un viaje para conocer tierras
nuevas. Y al final cuando llegaron, pensó que jamás podía seguir
en una relación con un tipo que vivía tan lejos de la civilización.
A los dos años se casaron.
Pero aún así nunca le gustaba hacer ese viaje hacia el norte.
22 PSUR
Habían entrado a una rutina en el matrimonio. Los dos dejaron
casi de hablarse. Vivían en Austin, pero después del accidente
dejaron Texas para volverse a California. Ella estaba segura de
que él pensaba que se quedó en la relación porque se sentía
culpable, aunque nunca le había dicho nada al respecto. Casi
nunca decía nada. Se lo pasaba en la sala o en la habitación.
Sentado en la oscuridad.
La familia de Tomás había pasado por allí en la década de los
cincuenta, eran braceros y trabajaban en la pisca. Años después, uno de sus tíos decidió quedarse en el pueblo, atraído
por los huertos de naranja, de aceituna, de almendra y por la
tranquilidad de ese ambiente rural. Había una pequeña comunidad mexicana donde siempre había trabajo. Lo del ganado
también influyó en su decisión de quedarse. Antes de meterse
en la agricultura la mayoría de la familia había trabajado en el
ganado. Para él, era un lugar perfecto. Por las tardes le gustaba
caminar por los huertos hasta llegar al freeway nuevo. Veía las
montañas distantes, el cielo que cambiaba de color al caer el
sol, la autopista solitaria que dividía el valle y conectaba a tres
países. Después de unos años, los tíos habían conseguido reunir
suficiente dinero para comprar una casa. Vivían al lado de la
vieja carretera que pasaba por el pueblo y cerca de la compañía
donde empacaban aceitunas. Elena recuerda la primera vez que
caminó a esa casa. Se acuerda del aroma de los aceitunas y de
como toda la zona se impregnaba con ese olor fuerte.
-¿Qué?
-Nada. Sólo entré para buscar un trabajo que creo que deje por aquí.
-¿Te ayudo?
-No, gracias.
Sabe que él está intentando hacer conversación, pero está tan
cansada que no puede. Baja la mirada y empieza a buscar por
la habitación.
En los sesenta los padres de Tomás llegaron al pueblo para vivir
con los tíos. El papá empezó a trabajar en la lechería y la mamá
trabajó en una fábrica donde se empacaba almendras. A un año de
vivir en el pueblo nació Tomás y después de un par de años nació
su hermana. Los padres compraron una casa en una zona entre
huertos de naranjas y el freeway. De niños, los hermanos corrían al
cerco de metal que lo dividía del huerto. Veían pasar los carros,
desde ciudades del sur como Sacramento o San Diego hacia el
norte a ciudades como Portland o Seattle. Les gustaba imaginar a
dónde iban los carros. Inventaban vidas para los viajeros. A veces
se veía Mount Shasta en la distancia, una nube blanca impuesta
sobre la autopista. Parados en el cerco un día, Tomás le contó todo
esto a Elena. Todavía le gustaba construir las historias de los carros que pasaban. Ella miraba hacia el sur, pensando en ciudades
como Sacramento, como Los Angeles, como Tijuana que quedaba
al final del freeway. Se imaginaba en algún carro en camino hacia
el sur. Un carro que ella estaba conduciendo, llevándola lejos. Tomás puso la mano sobre su hombro y ella sintió cosquillas.
Sin saber por qué, Elena se acerca a la cama y lo abraza. Al principio se queda sorprendido. Empieza a besarle en la frente y él sube
la mirada. Se acuesta a su lado y se siguen besando. Como antes.
Como cuando recién se conocieron. De repente él se aleja de ella.
Elena se para de la cama y va hacia la ventana.
Regresaron a la casa para que se mejorara. Ella aceptó porque
pensaba que también podrían recuperar la relación de antes. Los
chistes, la risa durante la cena mientras le contaba de las cosas
absurdas que le pasaban. Le gustaba decir que siempre quería
vivir una vida como de una película europea. Donde no pasaba
nada, todo estaba lleno de momentos de paz, de calma. Pero
siempre su vida le resultaba más bien lo peor de Hollywood.
Bailaban juntos en la cocina ante un público compuesto de platos
sucios. Se quedó con él porque pensaba que el abismo que se
abrió entre ellos en Austin desaparecería en California.
Elena consiguió un trabajo en un Community College que quedaba a unos veinte minutos del pueblo. Daba clases de gramática
a estudiantes desinteresados, que pensaban más en los negocios
de los campos de arroz y en el ganado. A veces regresaba tarde
a casa en el carro viejo que había pertenecido a su suegra difunta
y encontraba a Tomás intentando hacer que moviera la mano.
Se veía frustrado, la cara roja por los intentos inútiles. Aunque se
le notaba la frustración, nunca se quejó con ella.
Y la verdad es que lo quería mucho. Estaba atraída por su calma
frente a todo. Le gustaba escucharlo leer en voz alta. Le gustaba
verlo en las reuniones, como se pasaba entre la gente. Le gustaba pensar que pertenecía a ella. Que había dominado a todas sus
pretendientes cuando se casaron.
PSUR 23
NARRAT VA
V
V
euismod gravida, feugiat eu, lorem. Maecenas sit amet urna. Curabitur purus. Nam dictum leo quis metus. Sed at tellus vel justo consectetuer pharetra. Nunc vehicula, ligula vel scelerisque dignissim, magna odio elementum augue, at laoreet dolor eros nec metus. Vivamus a mi non pede tristique feugiat. Vivamus a nibh eget sem aliquet scelerisque. Vivamus ipsum risus, sodales nec, consequat non, pretium ac, nisl. Cras diam. Etiam sit amet purus. Sed semper pulvinar nibh. Vivamus nulla metus, consequat sit amet, vulputate et, pharetra nec, orci. Nam diam. Praesent est turpis, condimentum nec, auctor eget, accumsan a, leo. Sed dui augue, facilisis eget, semper vel, accumsan et, metus. Phase
a massa. Cras nec sem vitae purus venenatis pretium. Aliquam erat volutpat. Maecenas nec mauris. Vivamus laoreet, magna vel euismod vehicula, orci lorem euismod nulla, eu volutpat nisl orci vitae risus. Nunc a tellus. Fusce in metus et sem accumsan pulvinar. Fusce tincidunt. Sed eget magna eu neque egestas pellentesque. Etiam auctor magna ac mauris. Morbi a tortor vulputate felis convallis tincidunt. Proin sapien. Pellentesque fringilla lacus vitae sapien. In scelerisque, nulla vitae vestibulum vulputate, mi lectus mattis eros, et facilisis justo justo in enim. Mauris semper suscipit mi. Sed nec eros nec augue iaculis imperdiet. Suspendisse a purus id purus gravida consequat. Pellentesque da
Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Duis scelerisque lacus vitae felis. Sed fringilla mattis sem. Class aptent taciti sociosqu ad litora torquent per conubia nostra, per inceptos himenaeos. Aliquam pretium magna sed velit. Nam nisl mauris, tincidunt ut, feugiat et, suscipit non, nisl. Mauris fringilla. Phasellus vitae nibh. Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Ut sit amet dui. Suspendisse potenti. Quisque lectus. Donec varius. Fusce porta aliquet urna. In fringilla, eros adipiscing pharetra facilisis, felis sem aliquam odio, ut posuere arcu lorem ac dolor. Vestibulum molestie. Pellentesque habitant morbi tristique senectus et netus et malesuada fames ac turpis eges
malesuada sit amet, condimentum vel, ultrices et, leo. Donec et enim eget sem vulputate ultricies. Integer interdum ligula a lacus. In in tortor. Duis dolor nunc, aliquam in, cursus molestie, lobortis ac, ante. Suspendisse ultrices erat at tortor. Maecenas sit amet elit vitae neque convallis fermentum. Pellentesque sed tellus. Etiam eleifend, libero in ornare adipiscing, nisi erat porta turpis, at imperdiet dui libero eu orci. Donec mi. Pellentesque eget nulla. Mauris elit tortor, tincidunt ac, euismod nec, tincidunt vel, enim. In nulla neque, ultricies eget, pellentesque in, venenatis et, felis. Phasellus iaculis tortor eu leo. Nulla sit amet felis at mauris ornare adipiscing. Suspendisse lorem orci, commodo eu,
commodo, lacus. Integer eget dolor. Suspendisse lorem pede, semper nec, vulputate sit amet, hendrerit sed, lorem. Proin tincidunt risus rhoncus elit. Curabitur a nunc. Etiam sit amet lectus. Mauris varius, lorem in iaculis placerat, libero sem tincidunt lacus, vitae dapibus sem purus a diam. Praesent posuere, purus id consectetuer auctor, nisl urna eleifend nisl, et dignissim ante dolor nec magna. Quisque porttitor. Phasellus a ligula ut lacus laoreet convallis. Vivamus bibendum consequat erat. Vestibulum molestie ante nec turpis. Integer ac mi. Aenean faucibus tempor neque. Duis sit amet felis. Integer libero libero, auctor sit amet, tincidunt nec, pulvinar vel, metus. Lorem ipsum dolor sit amet,
elit. Suspendisse semper justo eget nulla pretium semper. Aliquam erat volutpat. Aliquam ultrices. Vivamus tincidunt tellus at neque. Morbi sodales, diam id ornare sodales, velit diam placerat nisl, id mollis mauris leo vel nibh. Quisque lectus nibh, viverra vitae, vehicula rutrum, condimentum luctus, sem. Donec luctus, lacus a luctus vehicula, libero odio porttitor erat, non mattis tellus metus quis ante. Suspendisse potenti. Suspendisse libero nisl, sodales sed, blandit sit amet, lacinia vitae, pede. Proin vel velit ut sem laoreet sagittis. Nulla massa elit, lacinia in, tempor ac, rhoncus eget, dolor. Aliquam erat volutpat. Vivamus adipiscing ultrices nisl. Donec tellus felis, gravida et, lobortis id, curs
lorem, vulputate ut, dictum et, auctor eu, nisi. Maecenas rhoncus adipiscing felis. Maecenas aliquet ipsum viverra justo. Vivamus neque nunc, dictum nec, dignissim eget, interdum sagittis, nisl. Donec rutrum ornare ipsum. Integer commodo. Aliquam eget ligula vel augue convallis posuere. Morbi pulvinar. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Aliquam aliquet. Morbi pede odio, bibendum viverra, molestie a, molestie eget, mi. Nam a nibh quis libero consequat pellentesque. Sed magna elit, dapibus et, cursus et, scelerisque id, libero. Nulla facilisi. Donec tellus elit, consectetuer ut, aliquam sit amet, rhoncus ut, dolor. In at ipsum vel dui pharetra p
tempor at, aliquam sit amet, pharetra ac, erat. Suspendisse nisi. Sed nulla purus, hendrerit ac, placerat ut, vestibulum ut, risus. Suspendisse enim leo, dignissim id, iaculis eget, accumsan ac, erat. Curabitur ultrices est. Pellentesque habitant morbi tristique senectus et netus et malesuada fames ac turpis egestas. Cras eget ligula. Nulla vitae mauris. Integer eros nunc, dapibus at, semper a, congue id, arcu. Mauris erat magna, molestie ac, laoreet ut, facilisis quis, nulla. Cras faucibus turpis eget justo. Curabitur at enim id dolor venenatis pellentesque. Curabitur condimentum libero vitae nibh. Vestibulum at velit sed diam vestibulum lobortis. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient mo
mus. In hac habitasse platea dictumst. Nam id metus at pede dignissim pulvinar. Nam vitae velit quis nisl sodales tincidunt. Quisque sed odio vitae metus dictum consequat. Mauris in velit sed diam tristique fringilla. Nullam placerat. Ut accumsan porta nulla. Morbi libero purus, rhoncus sit amet, placerat a, blandit vehicula, mauris. Aliquam id sem. Curabitur quis metus auctor pede sagittis posuere. Sed sed lacus ac erat elementum dapibus. Suspendisse non mi. Ut risus. Suspendisse aliquam convallis tellus. Duis pretium pellentesque justo. Suspendisse potenti. Proin sed tortor id diam tristique ultrices. Quisque nec libero nec tellus dapibus viverra. Pellentesque vitae tortor vel pede imperdiet bla
diam ut orci. Pellentesque habitant morbi tristique senectus et netus et malesuada fames ac turpis egestas. Aenean venenatis. In vehicula. Sed eu eros et urna viverra pharetra. Quisque eu neque. Duis dui. Ut dolor leo, imperdiet vel, elementum vel, tincidunt sed, quam. Integer quis nisl. Cras venenatis nisl et ante. Aliquam rhoncus lacus nec tellus. Integer arcu nulla, rutrum id, dapibus a, aliquet eget, felis. Nam id tellus. Mauris pretium. Donec vitae elit. Curabitur ut nisi. Aliquam viverra semper dui. Donec lacinia. Aenean cursus mauris et velit molestie fermentum. Curabitur diam. Curabitur sed arcu. Donec faucibus dui id magna. Fusce risus augue, aliquam et, lacinia a, imperdiet sit amet, j
vulputate rutrum, ante turpis lobortis leo, vel porta urna urna at velit. Proin ac nunc a arcu accumsan sagittis. Integer dictum dignissim ligula. Nulla sem. Ut consequat. Donec id massa. Integer at eros. Nam adipiscing. Suspendisse volutpat metus nec augue. Curabitur orci metus, eleifend in, lobortis eleifend, consequat quis, neque. Maecenas tellus nunc, dapibus ac, gravida id, imperdiet in, ligula. Curabitur varius. Morbi lacinia. Quisque sollicitudin, mi eu porta venenatis, elit nisl condimentum neque, sit amet laoreet tellus libero nec erat. Fusce accumsan, dui at egestas aliquet, augue lectus dignissim lacus, vel ultricies felis felis vitae augue. Maecenas a eros. Proin porta viverra risus. Nulla v
euismod sit amet, ultricies ut, turpis. Fusce aliquet congue lacus. Sed tellus nisl, gravida eu, vulputate et, faucibus at, felis. Proin ac dui. Aliquam non purus. Pellentesque dui. Quisque et risus. Mauris egestas pede id neque. Donec ligula libero, pulvinar vel, eleifend aliquam, interdum a, dolor. Donec risus mauris, dapibus eget, eleifend a, tempor a, nulla. Nam augue. Donec ut velit. Aenean tincidunt, ipsum non posuere commodo, metus elit accumsan purus, in ornare nisi turpis eu magna. Donec quam. Sed pulvinar ultrices lacus. Nunc sollicitudin. Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Fusce enim. Ut adipiscing mi sit amet nibh. Ut eu dolor. Praesent aliquam placerat massa
dictumst. Aliquam nec metus. Nunc arcu. Vivamus molestie. Donec elementum. Donec ante sapien, tincidunt vel, commodo a, tristique a, quam. Cras imperdiet posuere lacus. Maecenas ligula. Nullam sem mi, elementum posuere, consequat non, viverra nec, augue. Ut nisl sem, sagittis iaculis, condimentum eget, fermentum id, justo. Phasellus sed metus eget ipsum posuere bibendum. Ut at lorem. Vivamus bibendum dapibus enim. Quisque volutpat mauris nec nisl. Donec at sem nec sem vulputate scelerisque. Nullam non leo. Nulla enim mi, scelerisque id, tempor vitae, adipiscing eu, mauris. Fusce fermentum dolor quis libero. Duis venenatis. Phasellus mollis, ligula vel ultrices lobortis, du
vitae accumsan leo ipsum sed magna. Integer ut sem pulvinar ligula posuere pellentesque. Fusce ante pede, venenatis sed, dapibus eget, vulputate nec, quam. Nullam nec libero. Curabitur non purus. Maecenas in velit non pede posuere suscipit. Ut eget nibh ac leo viverra convallis. Duis egestas tortor ac turpis. In hac habitasse platea dictumst. Etiam eleifend justo eget neque. Fusce risus. Nam in leo nec massa sodales blandit. Duis non lorem. Nunc lobortis. Vivamus luctus. Nullam fermentum felis molestie libero. Praesent elit turpis, egestas et, ullamcorper in, mattis facilisis, augue. In dignissim malesuada odio. Nulla aliquet est. Fusce sagittis neque sed ligula. Nunc urna est, porta non, hendrerit
Mauris sodales, purus vulputate lacinia scelerisque, ligula pede scelerisque erat, vehicula euismod justo justo ac velit. Nullam eu leo. Nullam a ipsum sit amet purus aliquam imperdiet. Etiam in turpis. Nullam pede arcu, elementum sed, malesuada eu, commodo vitae, nunc. Aenean ligula. Nullam facilisis lobortis erat. Quisque semper lacinia dui. Aenean ut libero id velit sagittis hendrerit. Etiam semper. Praesent ac dolor. Donec quam urna, rutrum in, dictum a, sodales ut, tortor. Mauris in orci. Cras pretium, mauris sit amet commodo aliquet, eros nulla dictum erat, vitae congue pede nunc a nisi. Cras sit amet pede. Aliquam vulputate accumsan diam. Etiam viverra mauris et justo. Suspendisse
cursus eget, sollicitudin at, massa. Sed pharetra ornare risus. Mauris sed velit quis ligula accumsan posuere. Vivamus porttitor lorem at dui. Suspendisse arcu nibh, varius ullamcorper, hendrerit sed, rhoncus malesuada, enim. Proin tellus diam, pretium eget, mollis eu, dignissim ultrices, leo. Fusce mattis. Cras gravida enim id est. Duis tempor tortor sed lacus. Vestibulum pellentesque imperdiet tortor. Nulla facilisi. Vestibulum sit amet nisi. Nunc tempor mauris nec nisi sollicitudin pulvinar. Integer interdum lacinia orci. Donec a nulla sed eros lacinia mattis. Sed in massa. Nam mauris. Sed vitae nibh in leo varius dignissim. Nulla facilisi. Maecenas non leo eget justo congue eleifend. Quisque sap
bibendum at, vehicula non, mi. Pellentesque habitant morbi tristique senectus et netus et malesuada fames ac turpis egestas. Proin scelerisque. Phasellus vitae justo dapibus augue ornare molestie. Nullam non neque non elit luctus adipiscing. Fusce viverra pharetra ligula. Pellentesque vehicula, dui non auctor venenatis, neque purus auctor turpis, eu convallis nibh leo eget sem. Etiam eu massa. Sed nec nulla. Integer felis massa, volutpat eu, vestibulum eu, rhoncus nec, dui. Aenean ullamcorper mollis massa. Ut faucibus nisl in nisl. Proin consequat felis eu nisi. Fusce ut purus. Nunc consequat metus eu metus. Aliquam ac leo. Cras pretium ornare turpis. Etiam nisi magna, tempus a, imperdiet at
ultricies orci quis velit. Duis sollicitudin. In ultricies mattis sapien. Vestibulum quis enim. Nam sodales cursus mi. Proin augue orci, pretium eu, imperdiet at, aliquet at, magna. Vestibulum ante ipsum primis in faucibus orci luctus et ultrices posuere cubilia Curae; Donec non lacus. Aenean rhoncus erat et nibh. Morbi vel tellus in orci sollicitudin imperdiet. Suspendisse sodales, arcu in tempus venenatis, augue massa ornare leo, sit amet adipiscing metus massa id sem. Donec pharetra magna quis ipsum. Mauris commodo. Nulla pulvinar cursus dolor. Sed blandit justo ut enim. Vivamus faucibus lacus et augue. Phasellus arcu odio, volutpat sit amet, vehicula sed, gravida imperdiet, lacus. Fusce fe
penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Nunc auctor hendrerit quam. Fusce sed quam ornare tellus dapibus pretium. Vivamus tristique nibh at erat. Sed porta nunc vitae tortor. Praesent condimentum magna non metus. Sed mattis, enim a laoreet gravida, turpis sem auctor tellus, in scelerisque elit nunc eu arcu. Pellentesque gravida ornare ligula. Nullam vitae urna eget turpis aliquet pellentesque. Donec ipsum. Ut mattis, pede et cursus porttitor, lacus leo dignissim mauris, ac semper lacus libero imperdiet urna. Morbi ante risus, pharetra id, sodales ut, vulputate at, arcu. Mauris vel mauris. Fusce sed neque at pede elementum pretium. Nunc venenatis neque porttito
Nulla vel purus. Aenean nisi elit, fermentum quis, aliquet id, molestie eget, dui. Etiam et lectus sed dolor feugiat molestie. Nulla facilisi. Mauris condimentum ullamcorper lectus. Vivamus massa ipsum, varius id, interdum nec, vehicula a, nulla. Fusce velit arcu, dignissim vel, dapibus at, aliquam ut, eros. Suspendisse sed leo vel urna pharetra ullamcorper. Suspendisse porttitor, enim et iaculis porttitor, dui orci viverra magna, sed lacinia nisi ligula ut ligula. Phasellus venenatis mattis nunc. Vivamus dignissim fringilla libero. Cras ut tellus. Proin faucibus erat. Ut cursus eros et est. Duis pharetra enim non libero. Suspendisse potenti. Nunc vitae eros sit amet sem varius adipiscing. Vestibulum n
volutpat. Praesent at urna. Curabitur ligula. Morbi aliquet dictum turpis. Aliquam feugiat fringilla nisl. Integer euismod auctor ipsum. Sed viverra ipsum a felis. Proin euismod, velit at porta fermentum, nisi diam pulvinar lorem, a aliquam nisl magna eu eros. Integer non pede non dui semper faucibus. Aliquam mollis pellentesque nibh. Phasellus tincidunt velit sit amet enim. Ut ullamcorper diam id ipsum. Donec libero mi, rhoncus et, rhoncus id, volutpat sed, est. Fusce sed tellus. Pellentesque urna lacus, tincidunt ac, imperdiet ut, euismod ut, lorem. Pellentesque ac arcu scelerisque nulla blandit consectetuer. Suspendisse mi. Aliquam sollicitudin eleifend ligula. Sed mattis. Integer feugiat co
viverra tincidunt augue. Nam quam. Sed sed eros. Mauris ut nunc. Proin aliquam erat eget neque. Cras eleifend, mauris ac consectetuer mollis, orci erat egestas quam, sit amet dictum neque sapien non odio. Praesent iaculis sapien sit amet urna mattis hendrerit. In ultricies blandit risus. Maecenas ac tellus vel nulla accumsan porttitor. Proin blandit metus sit amet felis. Donec tempor est sit amet tortor. Aenean purus sem, porta a, egestas ac, lobortis sed, lectus. Suspendisse porttitor placerat odio. Vivamus varius leo a metus. Quisque vestibulum risus quis felis. Vestibulum vitae odio sit amet lorem interdum convallis. Maecenas aliquet nisl nec massa. Nam gravida mollis nunc. Nunc massa. Vivamu
tincidunt mi pharetra urna. Suspendisse congue orci at enim. Vestibulum nibh. Morbi vitae nibh sit amet sem fringilla laoreet. Sed elementum mollis est. Aliquam erat volutpat. Aenean tellus. Praesent sit amet orci nec magna ornare tempor. Proin in justo et sem ultrices commodo. Nunc suscipit orci eu risus. Maecenas pharetra nunc quis erat. Nullam ut ante. Quisque vestibulum lacinia dui. Nullam sed turpis eget magna interdum ornare. Curabitur consectetuer mauris aliquam nunc. Integer elit nibh, laoreet sit amet, venenatis laoreet, rhoncus sit amet, diam. Morbi posuere tortor. Praesent dolor. Maecenas ligula. Donec nec sem a augue elementum eleifend. Duis sit amet turpis nec erat tinc
habitasse platea dictumst. Quisque ac nibh. Aliquam convallis. Duis vulputate tincidunt lacus. Morbi ipsum nunc, tincidunt ac, congue non, mattis sit amet, pede. Quisque luctus semper elit. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Nam rutrum ipsum ut urna. Phasellus vitae nulla. Nam gravida, nisi quis porta ultricies, lectus sem tincidunt leo, a cursus lorem quam ac dui. Mauris vel ligula ut est porttitor convallis. In nibh justo, vehicula sed, tristique sed, dignissim ut, ante. Phasellus sapien. Quisque facilisis euismod odio. Nam mauris pede, rhoncus vulputate, adipiscing ut, tempor vel, lorem. Donec sed justo. Vivamus rutrum, diam sit amet eleifend
pretium libero, ac mattis sapien justo vitae est. Aenean venenatis, nisi non placerat convallis, turpis ipsum eleifend nisl, eu tempor nisl nisl vel est. Phasellus tempor mattis lorem. Morbi mauris. Sed tristique, magna non suscipit faucibus, sem velit ultrices sapien, a gravida risus nunc quis orci. Nam in eros. Nam tortor justo, aliquet bibendum, aliquet ac, sagittis sed, nulla. Integer nisl lectus, euismod id, viverra ut, consequat et, augue. Vestibulum nec diam sollicitudin neque iaculis pulvinar. In turpis pede, rhoncus a, egestas aliquam, tempus eget, nulla. Nulla pharetra, lectus at fringilla pulvinar, libero dolor faucibus massa, vitae laoreet enim neque eu dolor. Duis cursus porttitor nulla. Suspendiss
ut tortor molestie porttitor. Nam a nisl sed lectus pellentesque sagittis. Proin quis mi. Sed iaculis. Morbi rutrum leo at eros. Nam ipsum est, pharetra vel, semper eu, venenatis a, ligula. Maecenas sodales. Duis mi turpis, rhoncus in, blandit id, tempor quis, nunc. Aenean mattis diam quis tellus. In semper pede at nibh. Nunc blandit arcu in purus. Praesent quis augue sit amet nisl auctor varius. Curabitur vel purus a ligula ornare pellentesque. Nullam consequat est sodales risus. Duis malesuada ipsum non quam. Proin non tortor. Aenean tincidunt tempor urna. Nulla facilisi. Duis posuere lacus ac odio pellentesque imperdiet. Aenean feugiat mattis est. In tortor magna, rutrum ac, condimentum
Phasellus id erat sit amet massa eleifend euismod. Duis urna. Ut elementum lectus quis velit convallis sodales. Class aptent taciti sociosqu ad litora torquent per conubia nostra, per inceptos himenaeos. Ut leo turpis, ullamcorper eget, porttitor eget, tincidunt eu, nisl. Nam diam leo, ornare iaculis, mattis at, fermentum ac, mi. Vestibulum ac dolor. Phasellus porta risus et tortor. Phasellus tincidunt elit a felis. Mauris ultrices consequat nulla. Mauris eget libero. Maecenas eget libero. Ut id lorem. Praesent porta lacus. Maecenas at pede a metus dapibus vulputate. Morbi gravida tincidunt ipsum. Vestibulum cursus tincidunt leo. Donec vel mauris vel purus dignissim auctor. Donec id est. Ut consectetue
eget massa. Etiam congue blandit nisl. Duis suscipit, lorem fermentum iaculis malesuada, lorem magna mollis metus, vitae eleifend nunc urna sed dolor. Nullam varius pede vitae tortor. Morbi egestas nibh venenatis metus. Phasellus tempor quam blandit nibh. Mauris fermentum. Nam interdum interdum mauris. Fusce bibendum dictum lacus. Cras mattis felis non leo. Morbi interdum tristique dolor. Vestibulum vitae turpis eget dolor sagittis accumsan. Donec venenatis lacinia nunc. Pellentesque non pede. Sed at dolor. Vivamus porta augue et nisi. Vivamus venenatis, felis hendrerit ornare lacinia, justo ipsum ullamcorper orci, ac faucibus ipsum enim sed metus. In cursus diam ut mi. Integer
porttitor. Nam tellus ante, sagittis sit amet, laoreet eget, eleifend eget, ligula. Cras tellus. Mauris eu turpis. Praesent enim. Ut varius condimentum ante. Integer gravida. Praesent pede. Fusce lacus mauris, adipiscing et, condimentum et, faucibus eu, mauris. Etiam non lorem eu est consequat egestas. Aliquam a leo id dolor hendrerit auctor. Fusce accumsan libero eu tellus. Duis et ipsum at tellus congue elementum. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Sed interdum dapibus ipsum. Etiam lorem sapien, convallis vitae, faucibus sed, accumsan in, sapien. Suspendisse vulputate elit sed erat. Aenean molestie cursus dolor. Integer enim metus, lobort
nec, lacus. Sed eget eros ac mi mattis posuere. Proin libero mi, bibendum vitae, pretium vel, vehicula ut, elit. Phasellus hendrerit imperdiet diam. Quisque tristique varius urna. Praesent luctus, orci at hendrerit imperdiet, urna ipsum gravida justo, a mattis mauris urna vel arcu. Donec tortor purus, rutrum ac, blandit ut, viverra et, mauris. Vivamus venenatis quam id risus. Vestibulum nulla magna, porta sit amet, tincidunt id, dictum et, sem. Praesent placerat sapien in felis. Ut elit sapien, posuere quis, eleifend at, condimentum quis, sapien. Cras ultricies. Curabitur eget nulla. Vivamus sit amet dui at velit volutpat faucibus. Aenean elementum euismod arcu. Donec tincidunt, neque sed hendre
aliquet lectus, et fringilla libero eros at ipsum. Duis arcu. Etiam eros felis, ullamcorper varius, dignissim id, suscipit fringilla, orci. Morbi aliquet. Nam tincidunt magna ut elit. Mauris justo ligula, vulputate quis, interdum id, suscipit id, sapien. Duis et tortor. Praesent sagittis. Nam nisi. Nullam ornare ultricies tortor. Curabitur aliquet sem nec urna. Maecenas arcu lorem, hendrerit sit amet, eleifend ac, aliquam vel, nisi. Nunc a lacus sit amet urna porttitor gravida. Suspendisse ut ante. Donec blandit pulvinar quam. Vivamus eros. Suspendisse mattis, neque malesuada tempor iaculis, ante sapien sagittis nulla, tempus blandit tortor purus a ante. Vestibulum ac nunc vitae nibh malesuada suscipit. A
faucibus scelerisque. Curabitur risus nunc, tempus nec, iaculis id, cursus eget, metus. Vestibulum ante ipsum primis in faucibus orci luctus et ultrices posuere cubilia Curae; Aliquam vitae lorem sit amet elit venenatis placerat. Nam feugiat justo sit amet pede. Nam varius ullamcorper neque. Curabitur urna magna, accumsan sed, bibendum vitae, vestibulum a, ante. Sed facilisis nibh et urna. Proin sed nisi. In est dolor, porta at, mattis vitae, ullamcorper ut, lorem. Sed venenatis placerat libero. Integer feugiat dignissim magna. In lacus leo, laoreet et, porttitor eleifend, aliquam quis, tortor. Vestibulum tempor tepus dolor. Cras congue auctor lectus. Pellentesque ligula nunc, pretium eget, commodo veh
Vestibulum dictum ante vitae dolor. Phasellus sem leo, interdum non, vehicula quis, suscipit at, velit. Etiam congue. Curabitur molestie mi in erat. In mollis. Integer porttitor dictum pede. Cras aliquam. Praesent lectus. Morbi et magna. Aenean semper ornare justo. Phasellus tempus mattis ante. Proin fringilla orci eu metus. Curabitur accumsan. Sed rhoncus suscipit tortor. Vivamus et mi non elit hendrerit sagittis. Cras a ante. Pellentesque ut nulla at leo sollicitudin consequat. Cras a ante malesuada nisi congue tempor. Duis sit amet tortor. Duis vitae velit. Pellentesque viverra. Donec volutpat, neque vitae placerat accumsan, neque urna ultricies libero, vel aliquet elit dolor vel erat. Nam tempus m
sed ipsum. Vestibulum dolor. Integer id quam. Integer ut diam sit amet urna rutrum ultrices. Donec turpis. Vestibulum ante ipsum primis in faucibus orci luctus et ultrices posuere cubilia Curae; Praesent luctus auctor neque. In fermentum odio vel orci. Integer pulvinar. Phasellus nec neque. Fusce hendrerit. In sollicitudin orci euismod urna. Integer ut libero quis nisl rhoncus tincidunt. Integer vitae dolor sed ipsum vulputate lobortis. Curabitur metus ante, blandit ut, luctus nec, porta vitae, orci. Cras in mauris sit amet augue dapibus vestibulum. Duis auctor. Donec in sapien. Aenean nec lacus vel neque fringilla posuere. Mauris nec est non odio scelerisque luctus. Sed ultrices augue non elit. S
quis leo. Morbi fermentum urna ut purus. Cras eu neque. Nullam laoreet urna eget risus. Ut pulvinar fermentum eros. Cras et diam. Nulla facilisi. Ut eleifend dignissim urna. Maecenas interdum volutpat velit. Etiam quis massa. Nam blandit, ipsum sit amet scelerisque viverra, sapien mauris dapibus tortor, nec hendrerit ligula ipsum quis mi. Sed tincidunt, sapien eu sollicitudin lobortis, nunc mi tempor turpis, sit amet interdum arcu odio vel diam. Duis non mi. Suspendisse nec tellus non arcu porttitor vestibulum. Cras nec ipsum vel elit sodales sagittis. Maecenas condimentum, augue vel cursus consectetuer, felis felis feugiat purus, dapibus vehicula justo magna facilisis nisi. Suspendisse quis m
Aenean tristique. Duis tempor blandit justo. Cras nec tortor et tortor mattis fermentum. Donec et lectus at nibh scelerisque lobortis. Vestibulum porttitor ipsum. Vestibulum rhoncus. Proin felis neque, ullamcorper pretium, varius et, adipiscing in, lectus. In ante dui, vulputate sed, semper non, sollicitudin a, purus. Duis ut ipsum a ipsum vehicula vehicula. Nam dui. Nam lacinia, justo eget vehicula scelerisque, ipsum odio dignissim odio, dignissim pulvinar sapien ligula vitae mauris. Praesent vehicula leo non orci. Sed erat neque, placerat eu, volutpat vel, sagittis ac, magna. Vestibulum risus nisl, lobortis ut, varius sit amet, varius sed, purus. Nulla augue. Proin a velit. Mauris semper sagittis en
elementum ac, convallis nec, mattis mattis, risus. Morbi sodales pharetra turpis. Fusce feugiat. Donec ultrices nunc in ligula egestas malesuada. Cras dictum turpis. Cras accumsan metus et lectus. Duis diam. Curabitur semper tempor sapien. Phasellus quam nulla, rutrum sit amet, adipiscing quis, malesuada eu, velit. Suspendisse venenatis. Fusce vehicula hendrerit mi. Mauris velit tellus, blandit quis, facilisis dignissim, ullamcorper et, urna. Vestibulum ante ipsum primis in faucibus orci luctus et ultrices posuere cubilia Curae; Donec ultricies, orci eget ullamcorper vestibulum, ante metus placerat mauris, a luctus risus ante at mauris. Sed sollicitudin. Aenean suscipit. Aliquam erat volutpat. In
ullamcorper non, accumsan sed, ligula. Integer hendrerit adipiscing massa. Nunc et diam. Nunc ac purus. Mauris et est. Proin eu ligula vel nisl tristique venenatis. Aenean massa ante, ullamcorper vitae, tempor non, viverra eu, est. Maecenas ullamcorper elit in nisl. Aliquam erat volutpat. Curabitur sed felis. Fusce id quam. Cras et ligula. Curabitur justo. Maecenas magna est, elementum vel, interdum vitae, tempus ut, turpis. In interdum iaculis ante. Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Vestibulum sed dui. Quisque elementum laoreet enim. Morbi ullamcorper mi sit amet mi. Duis laoreet aliquet nisi. Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Vivamus sed augu
in sem luctus sodales. Nulla porta pede. Sed quam lectus, porta et, convallis et, posuere ut, turpis. Curabitur euismod odio et metus. Cras fringilla, erat a consequat feugiat, ligula nunc rutrum nunc, in molestie dolor nibh ac massa. In lacus ligula, elementum ac, dignissim sit amet, malesuada sit amet, lectus. Pellentesque malesuada felis sit amet ligula. Nunc euismod. Nulla facilisi. Integer pellentesque. Sed nisl felis, consequat ut, laoreet non, congue rutrum, nisl. Aliquam facilisis elit at arcu. Nulla sit amet sem vel magna auctor mollis. Mauris facilisis, est quis molestie dignissim, enim mauris egestas erat, sed tempor mauris diam nec magna. Phasellus fermentum accumsan nulla. Morbi nec pede qu
Donec imperdiet nisi at dolor. Donec convallis. Curabitur erat eros, suscipit sit amet, dignissim at, accumsan vel, diam. Cras eget pede a velit malesuada volutpat. Morbi sit amet metus vitae massa accumsan pharetra. Vestibulum sit amet est et ante suscipit dictum. Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Maecenas id augue. Sed at tortor vel pede venenatis interdum. Pellentesque eleifend convallis orci. Cras vestibulum ipsum a magna. Morbi augue. Sed quis neque. Aenean in mi vel ante egestas euismod. Vestibulum dignissim ornare risus. Fusce tortor. Nulla pede. Suspendisse leo odio, tincidunt eu, vulputate nec, fringilla id, pede. Nulla eu felis at arcu porta lacinia. Etiam
purus ac purus pulvinar blandit. Aliquam porta. Nam egestas massa sit amet pede. Donec eget risus. Donec pharetra purus. Duis consectetuer porttitor nisl. Ut scelerisque. Nam a mauris et lectus vestibulum tempus. In suscipit dapibus augue. In diam sapien, consectetuer in, convallis ut, aliquam sed, felis. Etiam porttitor. Suspendisse porta imperdiet nibh. Mauris vel sem. Duis posuere tortor a justo. Donec dignissim ante ac dolor. Fusce tempor, massa ac egestas feugiat, neque sapien facilisis enim, at interdum dolor neque eget arcu. Nulla facilisi. Aliquam nisl. Fusce augue augue, vehicula eget, hendrerit id, ullamcorper non, arcu. Maecenas adipiscing. Maecenas lectus. Maecenas ipsum dolor, bi
vitae, interdum sed, felis. Nunc commodo. In viverra faucibus urna. Nam tellus. Morbi orci lectus, rutrum sagittis, consequat nec, condimentum a, magna. Curabitur vestibulum consectetuer pede. Proin bibendum nisi in purus. Morbi volutpat, sem. orem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Nam iaculis, dolor non pharetra porttitor, diam neque malesuada dolor, nec eleifend est tortor id risus. Etiam auctor placerat tortor. Cras id purus. Integer libero. Vestibulum ultricies, libero vitae vehicula dapibus, urna sem lobortis diam, nec pharetra lorem nunc vel nibh. Maecenas ligula ipsum, vehicula at, dignissim mattis, consectetuer id, massa. In viverra, leo sit amet pulvinar mollis, urn
ornare ligula urna eget massa. Duis elementum, enim accumsan pellentesque fringilla, tellus neque aliquam diam, eu malesuada nisi dui quis nunc. Vestibulum in neque nec arcu bibendum malesuada. Ut tincidunt. Integer id diam. Mauris bibendum libero. In tempor arcu euismod elit. Pellentesque habitant morbi tristique senectus et netus et malesuada fames ac turpis egestas. Donec fringilla purus ac massa. Quisque et justo vitae nunc pharetra aliquam. Donec viverra lacus vitae nunc. Nulla facilisi. Mauris vel dui. Aliquam velit arcu, egestas quis, auctor vel, porttitor ac, purus. Nunc fermentum egestas dui. Proin id ipsum nec nisl vulputate malesuada. In tincidunt egestas tortor. Nam consectetuer.
justo. Suspendisse molestie. Ut placerat placerat lorem. Maecenas feugiat ultrices mi. Maecenas posuere consequat nibh. Donec odio dui, commodo a, vestibulum eu, hendrerit a, metus. Etiam ac pede. Praesent laoreet mollis metus. Curabitur odio mauris, elementum eget, dapibus eu, lacinia tincidunt, neque. Praesent nunc nibh, elementum sed, commodo sit amet, blandit non, mi. Integer pellentesque tristique erat. Sed ultrices tincidunt justo. Proin nec enim. Sed justo justo, euismod et, facilisis eget, iaculis tristique, lorem. Nunc sed odio. Etiam mauris tellus, placerat ut, feugiat non, faucibus sit amet, dolor. Phasellus eu ipsum sit amet leo molestie tincidunt. Praesent tristique est at lorem. Viv
congue suscipit. Aliquam pellentesque. Sed justo risus, fermentum a, aliquet id, bibendum sit amet, libero. Nunc gravida lorem fringilla tellus. Proin malesuada varius dui. Nullam ullamcorper. Aenean sodales. Proin ut metus. Vivamus imperdiet. Nulla eu ligula. Morbi egestas felis at neque. Suspendisse ut dolor sit amet neque auctor sodales. Sed odio. Sed a nibh. Nullam viverra mi eu justo. In hac habitasse platea dictumst. Maecenas porttitor. Praesent dignissim cursus nibh. Cras neque lectus, scelerisque ut, consectetuer vel, placerat in, libero. Maecenas mattis sollicitudin quam. Etiam ac erat ac nisi convallis dapibus. Quisque tempus tortor quis leo. Sed eget odio. Nullam facilisis elit sed ante. A
quis ipsum. Suspendisse potenti. Etiam lacinia tellus in lectus porttitor sagittis. Aliquam ornare. Morbi varius. Pellentesque habitant morbi tristique senectus et netus et malesuada fames ac turpis egestas. Pellentesque ut diam nec sapien interdum pellentesque. Vivamus sed nulla sed massa viverra porttitor. Curabitur sapien justo, pellentesque vitae, vehicula sit amet, mollis eu, pede. Maecenas tincidunt purus. Aenean velit. Suspendisse vestibulum accumsan mi. Fusce in lorem. Class aptent taciti sociosqu ad litora torquent per conubia nostra, per inceptos himenaeos. Vestibulum ipsum velit, adipiscing vitae, semper in, elementum sit amet, ligula. Praesent tincidunt, nulla ut aliquet tincidunt, torto
pulvinar lorem pede et mauris. Donec ut diam scelerisque mauris sagittis pellentesque. Nam ac massa. Proin diam lorem, gravida id, fringilla sit amet, pulvinar in, purus. Ut et velit et massa vulputate posuere. Nam augue mauris, elementum at, euismod gravida, feugiat eu, lorem. Maecenas sit amet urna. Curabitur purus. Nam dictum leo quis metus. Sed at tellus vel justo consectetuer pharetra. Nunc vehicula, ligula vel scelerisque dignissim, magna odio elementum augue, at laoreet dolor eros nec metus. Vivamus a mi non pede tristique feugiat. Vivamus a nibh eget sem aliquet scelerisque. Vivamus ipsum risus, sodales nec, consequat non, pretium ac, nisl. Cras diam. Etiam sit amet purus. Sed
Vivamus nulla metus, consequat sit amet, vulputate et, pharetra nec, orci. Nam diam. Praesent est turpis, condimentum nec, auctor eget, accumsan a, leo. Sed dui augue, facilisis eget, semper vel, accumsan et, metus. Phasellus pretium. Curabitur a massa. Cras nec sem vitae purus venenatis pretium. Aliquam erat volutpat. Maecenas nec mauris. Vivamus laoreet, magna vel euismod vehicula, orci lorem euismod nulla, eu volutpat nisl orci vitae risus. Nunc a tellus. Fusce in metus et sem accumsan pulvinar. Fusce tincidunt. Sed eget magna eu neque egestas pellentesque. Etiam auctor magna ac mauris. Morbi a tortor vulputate felis convallis tincidunt. Proin sapien. Pellentesque fringilla lacus vita
nulla vitae vestibulum vulputate, mi lectus mattis eros, et facilisis justo justo in enim. Mauris semper suscipit mi. Sed nec eros nec augue iaculis imperdiet. Suspendisse a purus id purus gravida consequat. Pellentesque dapibus elementum nulla. Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Duis scelerisque lacus vitae felis. Sed fringilla mattis sem. Class aptent taciti sociosqu ad litora torquent per conubia nostra, per inceptos himenaeos. Aliquam pretium magna sed velit. Nam nisl mauris, tincidunt ut, feugiat et, suscipit non, nisl. Mauris fringilla. Phasellus vitae nibh. Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Ut sit amet dui. Suspendisse potenti. Quisque lectus. Donec va
urna. In fringilla, eros adipiscing pharetra facilisis, felis sem aliquam odio, ut posuere arcu lorem ac dolor. Vestibulum molestie. Pellentesque habitant morbi tristique senectus et netus et malesuada fames ac turpis egestas. Duis sapien mauris, malesuada sit amet, condimentum vel, ultrices et, leo. Donec et enim eget sem vulputate ultricies. Integer interdum ligula a lacus. In in tortor. Duis dolor nunc, aliquam in, cursus molestie, lobortis ac, ante. Suspendisse ultrices erat at tortor. Maecenas sit amet elit vitae neque convallis fermentum. Pellentesque sed tellus. Etiam eleifend, libero in ornare adipiscing, nisi erat porta turpis, at imperdiet dui libero eu orci. Donec mi. Pellentesque eget nulla. Mauris
euismod nec, tincidunt vel, enim. In nulla neque, ultricies eget, pellentesque in, venenatis et, felis. Phasellus iaculis tortor eu leo. Nulla sit amet felis at mauris ornare adipiscing. Suspendisse lorem orci, commodo eu, tempus ultrices, semper commodo, lacus. Integer eget dolor. Suspendisse lorem pede, semper nec, vulputate sit amet, hendrerit sed, lorem. Proin tincidunt risus rhoncus elit. Curabitur a nunc. Etiam sit amet lectus. Mauris varius, lorem in iaculis placerat, libero sem tincidunt lacus, vitae dapibus sem purus a diam. Praesent posuere, purus id consectetuer auctor, nisl urna eleifend nisl, et dignissim ante dolor nec magna. Quisque porttitor. Phasellus a ligula ut lacus laoreet conval
consequat erat. Vestibulum molestie ante nec turpis. Integer ac mi. Aenean faucibus tempor neque. Duis sit amet felis. Integer libero libero, auctor sit amet, tincidunt nec, pulvinar vel, metus. Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Suspendisse semper justo eget nulla pretium semper. Aliquam erat volutpat. Aliquam ultrices. Vivamus tincidunt tellus at neque. Morbi sodales, diam id ornare sodales, velit diam placerat nisl, id mollis mauris leo vel nibh. Quisque lectus nibh, viverra vitae, vehicula rutrum, condimentum luctus, sem. Donec luctus, lacus a luctus vehicula, libero odio porttitor erat, non mattis tellus metus quis ante. Suspendisse potenti. Suspendisse libero nisl, soda
lacinia vitae, pede. Proin vel velit ut sem laoreet sagittis. Nulla massa elit, lacinia in, tempor ac, rhoncus eget, dolor. Aliquam erat volutpat. Vivamus adipiscing ultrices nisl. Donec tellus felis, gravida et, lobortis id, cursus et, metus. Nam odio lorem, vulputate ut, dictum et, auctor eu, nisi. Maecenas rhoncus adipiscing felis. Maecenas aliquet ipsum viverra justo. Vivamus neque nunc, dictum nec, dignissim eget, interdum sagittis, nisl. Donec rutrum ornare ipsum. Integer commodo. Aliquam eget ligula vel augue convallis posuere. Morbi pulvinar. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Aliquam aliquet. Morbi pede odio, bibendum viverra, mole
Nam a nibh quis libero consequat pellentesque. Sed magna elit, dapibus et, cursus et, scelerisque id, libero. Nulla facilisi. Donec tellus elit, consectetuer ut, aliquam sit amet, rhoncus ut, dolor. In at ipsum vel dui pharetra pretium. Duis purus elit, tempor at, aliquam sit amet, pharetra ac, erat. Suspendisse nisi. Sed nulla purus, hendrerit ac, placerat ut, vestibulum ut, risus. Suspendisse enim leo, dignissim id, iaculis eget, accumsan ac, erat. Curabitur ultrices est. Pellentesque habitant morbi tristique senectus et netus et malesuada fames ac turpis egestas. Cras eget ligula. Nulla vitae mauris. Integer eros nunc, dapibus at, semper a, congue id, arcu. Mauris erat magna, molestie ac, laoreet ut, facilisis q
turpis eget justo. Curabitur at enim id dolor venenatis pellentesque. Curabitur condimentum libero vitae nibh. Vestibulum at velit sed diam vestibulum lobortis. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. In hac habitasse platea dictumst. Nam id metus at pede dignissim pulvinar. Nam vitae velit quis nisl sodales tincidunt. Quisque sed odio vitae metus dictum consequat. Mauris in velit sed diam tristique fringilla. Nullam placerat. Ut accumsan porta nulla. Morbi libero purus, rhoncus sit amet, placerat a, blandit vehicula, mauris. Aliquam id sem. Curabitur quis metus auctor pede sagittis posuere. Sed sed lacus ac erat elementum dapibus. Suspe
Suspendisse aliquam convallis tellus. Duis pretium pellentesque justo. Suspendisse potenti. Proin sed tortor id diam tristique ultrices. Quisque nec libero nec tellus dapibus viverra. Pellentesque vitae tortor vel pede imperdiet blandit. Nulla pellentesque diam ut orci. Pellentesque habitant morbi tristique senectus et netus et malesuada fames ac turpis egestas. Aenean venenatis. In vehicula. Sed eu eros et urna viverra pharetra. Quisque eu neque. Duis dui. Ut dolor leo, imperdiet vel, elementum vel, tincidunt sed, quam. Integer quis nisl. Cras venenatis nisl et ante. Aliquam rhoncus lacus nec tellus. Integer arcu nulla, rutrum id, dapibus a, aliquet eget, felis. Nam id tellus. Mauris pretium. Done
nisi. Aliquam viverra semper dui. Donec lacinia. Aenean cursus mauris et velit molestie fermentum. Curabitur diam. Curabitur sed arcu. Donec faucibus dui id magna. Fusce risus augue, aliquam et, lacinia a, imperdiet sit amet, justo. In mollis, massa at vulputate rutrum, ante turpis lobortis leo, vel porta urna urna at velit. Proin ac nunc a arcu accumsan sagittis. Integer dictum dignissim ligula. Nulla sem. Ut consequat. Donec id massa. Integer at eros. Nam adipiscing. Suspendisse volutpat metus nec augue. Curabitur orci metus, eleifend in, lobortis eleifend, consequat quis, neque. Maecenas tellus nunc, dapibus ac, gravida id, imperdiet in, ligula. Curabitur varius. Morbi lacinia. Quisque
venenatis, elit nisl condimentum neque, sit amet laoreet tellus libero nec erat. Fusce accumsan, dui at egestas aliquet, augue lectus dignissim lacus, vel ultricies felis felis vitae augue. Maecenas a eros. Proin porta viverra risus. Nulla velit augue, dapibus non, euismod sit amet, ultricies ut, turpis. Fusce aliquet congue lacus. Sed tellus nisl, gravida eu, vulputate et, faucibus at, felis. Proin ac dui. Aliquam non purus. Pellentesque dui. Quisque et risus. Mauris egestas pede id neque. Donec ligula libero, pulvinar vel, eleifend aliquam, interdum a, dolor. Donec risus mauris, dapibus eget, eleifend a, tempor a, nulla. Nam augue. Donec ut velit. Aenean tincidunt, ipsum non posuere commodo, metus elit acc
nisi turpis eu magna. Donec quam. Sed pulvinar ultrices lacus. Nunc sollicitudin. Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Fusce enim. Ut adipiscing mi sit amet nibh. Ut eu dolor. Praesent aliquam placerat massa. In hac habitasse platea dictumst. Aliquam nec metus. Nunc arcu. Vivamus molestie. Donec elementum. Donec ante sapien, tincidunt vel, commodo a, tristique a, quam. Cras imperdiet posuere lacus. Maecenas ligula. Nullam sem mi, elementum posuere, consequat non, viverra nec, augue. Ut nisl sem, sagittis iaculis, condimentum eget, fermentum id, justo. Phasellus sed metus eget ipsum posuere bibendum. Ut at lorem. Vivamus bibendum dapibus enim. Quisque v
Donec at sem nec sem vulputate scelerisque. Nullam non leo. Nulla enim mi, scelerisque id, tempor vitae, adipiscing eu, mauris. Fusce fermentum dolor quis libero. Duis venenatis. Phasellus mollis, ligula vel ultrices lobortis, dui enim consequat lacus, vitae accumsan leo ipsum sed magna. Integer ut sem pulvinar ligula posuere pellentesque. Fusce ante pede, venenatis sed, dapibus eget, vulputate nec, quam. Nullam nec libero. Curabitur non purus. Maecenas in velit non pede posuere suscipit. Ut eget nibh ac leo viverra convallis. Duis egestas tortor ac turpis. In hac habitasse platea dictumst. Etiam eleifend justo eget neque. Fusce risus. Nam in leo nec massa sodales blandit. Duis non lorem.
luctus. Nullam fermentum felis molestie libero. Praesent elit turpis, egestas et, ullamcorper in, mattis facilisis, augue. In dignissim malesuada odio. Nulla aliquet est. Fusce sagittis neque sed ligula. Nunc urna est, porta non, hendrerit a, interdum nec, lorem. Mauris sodales, purus vulputate lacinia scelerisque, ligula pede scelerisque erat, vehicula euismod justo justo ac velit. Nullam eu leo. Nullam a ipsum sit amet purus aliquam imperdiet. Etiam in turpis. Nullam pede arcu, elementum sed, malesuada eu, commodo vitae, nunc. Aenean ligula. Nullam facilisis lobortis erat. Quisque semper lacinia dui. Aenean ut libero id velit sagittis hendrerit. Etiam semper. Praesent ac dolor. Donec quam ur
sodales ut, tortor. Mauris in orci. Cras pretium, mauris sit amet commodo aliquet, eros nulla dictum erat, vitae congue pede nunc a nisi. Cras sit amet pede. Aliquam vulputate accumsan diam. Etiam viverra mauris et justo. Suspendisse lacus odio, rutrum eget, cursus eget, sollicitudin at, massa. Sed pharetra ornare risus. Mauris sed velit quis ligula accumsan posuere. Vivamus porttitor lorem at dui. Suspendisse arcu nibh, varius ullamcorper, hendrerit sed, rhoncus malesuada, enim. Proin tellus diam, pretium eget, mollis eu, dignissim ultrices, leo. Fusce mattis. Cras gravida enim id est. Duis tempor tortor sed lacus. Vestibulum pellentesque imperdiet tortor. Nulla facilisi. Vestibulum sit amet ni
nec nisi sollicitudin pulvinar. Integer interdum lacinia orci. Donec a nulla sed eros lacinia mattis. Sed in massa. Nam mauris. Sed vitae nibh in leo varius dignissim. Nulla facilisi. Maecenas non leo eget justo congue eleifend. Quisque sapien metus, aliquet eget, bibendum at, vehicula non, mi. Pellentesque habitant morbi tristique senectus et netus et malesuada fames ac turpis egestas. Proin scelerisque. Phasellus vitae justo dapibus augue ornare molestie. Nullam non neque non elit luctus adipiscing. Fusce viverra pharetra ligula. Pellentesque vehicula, dui non auctor venenatis, neque purus auctor turpis, eu convallis nibh leo eget sem. Etiam eu massa. Sed nec nulla. Integer felis massa, volutpat eu,
nec, dui. Aenean ullamcorper mollis massa. Ut faucibus nisl in nisl. Proin consequat felis eu nisi. Fusce ut purus. Nunc consequat metus eu metus. Aliquam ac leo. Cras pretium ornare turpis. Etiam nisi magna, tempus a, imperdiet at, mattis vitae, dui. Fusce ultricies orci quis velit. Duis sollicitudin. In ultricies mattis sapien. Vestibulum quis enim. Nam sodales cursus mi. Proin augue orci, pretium eu, imperdiet at, aliquet at, magna. Vestibulum ante ipsum primis in faucibus orci luctus et ultrices posuere cubilia Curae; Donec non lacus. Aenean rhoncus erat et nibh. Morbi vel tellus in orci sollicitudin imperdiet. Suspendisse sodales, arcu in tempus venenatis, augue massa ornare leo, sit amet ad
sem. Donec pharetra magna quis ipsum. Mauris commodo. Nulla pulvinar cursus dolor. Sed blandit justo ut enim. Vivamus faucibus lacus et augue. Phasellus arcu odio, volutpat sit amet, vehicula sed, gravida imperdiet, lacus. Fusce felis. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Nunc auctor hendrerit quam. Fusce sed quam ornare tellus dapibus pretium. Vivamus tristique nibh at erat. Sed porta nunc vitae tortor. Praesent condimentum magna non metus. Sed mattis, enim a laoreet gravida, turpis sem auctor tellus, in scelerisque elit nunc eu arcu. Pellentesque gravida ornare ligula. Nullam vitae urna eget turpis aliquet pellentesque. Donec ipsum. U
porttitor, lacus leo dignissim mauris, ac semper lacus libero imperdiet urna. Morbi ante risus, pharetra id, sodales ut, vulputate at, arcu. Mauris vel mauris. Fusce sed neque at pede elementum pretium. Nunc venenatis neque porttitor lectus. Duis in ipsum. Nulla vel purus. Aenean nisi elit, fermentum quis, aliquet id, molestie eget, dui. Etiam et lectus sed dolor feugiat molestie. Nulla facilisi. Mauris condimentum ullamcorper lectus. Vivamus massa ipsum, varius id, interdum nec, vehicula a, nulla. Fusce velit arcu, dignissim vel, dapibus at, aliquam ut, eros. Suspendisse sed leo vel urna pharetra ullamcorper. Suspendisse porttitor, enim et iaculis porttitor, dui orci viverra magna, sed lacinia nisi li
venenatis mattis nunc. Vivamus dignissim fringilla libero. Cras ut tellus. Proin faucibus erat. Ut cursus eros et est. Duis pharetra enim non libero. Suspendisse potenti. Nunc vitae eros sit amet sem varius adipiscing. Vestibulum nec libero. Aliquam erat volutpat. Praesent at urna. Curabitur ligula. Morbi aliquet dictum turpis. Aliquam feugiat fringilla nisl. Integer euismod auctor ipsum. Sed viverra ipsum a felis. Proin euismod, velit at porta fermentum, nisi diam pulvinar lorem, a aliquam nisl magna eu eros. Integer non pede non dui semper faucibus. Aliquam mollis pellentesque nibh. Phasellus tincidunt velit sit amet enim. Ut ullamcorper diam id ipsum. Donec libero mi, rhoncus et, rhoncus id,
sed tellus. Pellentesque urna lacus, tincidunt ac, imperdiet ut, euismod ut, lorem. Pellentesque ac arcu scelerisque nulla blandit consectetuer. Suspendisse mi. Aliquam sollicitudin eleifend ligula. Sed mattis. Integer feugiat consequat magna. Integer viverra tincidunt augue. Nam quam. Sed sed eros. Mauris ut nunc. Proin aliquam erat eget neque. Cras eleifend, mauris ac consectetuer mollis, orci erat egestas quam, sit amet dictum neque sapien non odio. Praesent iaculis sapien sit amet urna mattis hendrerit. In ultricies blandit risus. Maecenas ac tellus vel nulla accumsan porttitor. Proin blandit metus sit amet felis. Donec tempor est sit amet tortor. Aenean purus sem, porta a, egestas ac, lobortis
porttitor placerat odio. Vivamus varius leo a metus. Quisque vestibulum risus quis felis. Vestibulum vitae odio sit amet lorem interdum convallis. Maecenas aliquet nisl nec massa. Nam gravida mollis nunc. Nunc massa. Vivamus rhoncus. Suspendisse tincidunt mi pharetra urna. Suspendisse congue orci at enim. Vestibulum nibh. Morbi vitae nibh sit amet sem fringilla laoreet. Sed elementum mollis est. Aliquam erat volutpat. Aenean tellus. Praesent sit amet orci nec magna ornare tempor. Proin in justo et sem ultrices commodo. Nunc suscipit orci eu risus. Maecenas pharetra nunc quis erat. Nullam ut ante. Quisque vestibulum lacinia dui. Nullam sed turpis eget magna interdum ornare. Curabi
aliquam nunc. Integer elit nibh, laoreet sit amet, venenatis laoreet, rhoncus sit amet, diam. Morbi posuere tortor. Praesent dolor. Maecenas ligula. Donec nec sem a augue elementum eleifend. Duis sit amet turpis nec erat tincidunt imperdiet. In hac habitasse platea dictumst. Quisque ac nibh. Aliquam convallis. Duis vulputate tincidunt lacus. Morbi ipsum nunc, tincidunt ac, congue non, mattis sit amet, pede. Quisque luctus semper elit. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Nam rutrum ipsum ut urna. Phasellus vitae nulla. Nam gravida, nisi quis porta ultricies, lectus sem tincidunt leo, a cursus lorem quam ac dui. Mauris vel ligula ut est porttitor
vehicula sed, tristique sed, dignissim ut, ante. Phasellus sapien. Quisque facilisis euismod odio. Nam mauris pede, rhoncus vulputate, adipiscing ut, tempor vel, lorem. Donec sed justo. Vivamus rutrum, diam sit amet eleifend imperdiet, nulla massa pretium libero, ac mattis sapien justo vitae est. Aenean venenatis, nisi non placerat convallis, turpis ipsum eleifend nisl, eu tempor nisl nisl vel est. Phasellus tempor mattis lorem. Morbi mauris. Sed tristique, magna non suscipit faucibus, sem velit ultrices sapien, a gravida risus nunc quis orci. Nam in eros. Nam tortor justo, aliquet bibendum, aliquet ac, sagittis sed, nulla. Integer nisl lectus, euismod id, viverra ut, consequat et, augue. Vestibulum
DOSSIER
No e cu po ¿Me crees? Yo no e cu po Le d ce desde a cama
E a o m ra y no responde
D scu an en e carro Es aba s a para de ar o Ya no aguan aba
a d s anc a que de un d a a o ro se abr ó en re e os É se puso
r s e y cas empezó a orar E ena no supo qué hacer no o hab a
quer do a ec ar an o Qu zá un poco para que e a no ara que s
pod a sen r emoc ones pero no que se pus era an r s e No sa
b a qué hacer qué dec r Los dos en e carro a uv a Dob ó en
a ca e donde v v an Nunca s n ó e go pe como e carro se d o
vue as só o e do or y o que v no después as bo sas de a re que
se nflaron con an a uerza que os dos quedaron magu ados A
e a no e pasó nada Tomás acabó con e brazo para zado
Creerás que p enso que e quedas e conm go porque e s en es
cu pab e ¿verdad? Pero no es as La verdad es que… es oy con
en o que e quedas e conm go Sé que podemos arreg ar odo
Se queda parada ren e a a cama No sabe qué dec r
E ena Só o es oy esperando que as cosas me oren
E a e da a espa da
¿A dónde vas?
A uera
No e pregun a a dónde emp eza a m rar por a ven ana E ena
sa e de a hab ac ón y cam na por e pas o oscuro Sa e de a
casa y en ra a carro v e o M ra hac a arr ba y ve a s ue a de
Tomás en a ven ana Se queda sen ada en e carro A ado
pasa e reeway T ene as aves en a mano es á d spues a a
rse ahora para s empre Ba a a ven ana y de a en rar e a re de
a noche Puede escuchar os carros que pasan por a au op s a
En doce horas puede es ar en a ron era P ensa en qué b en
ser a un arse a ráfico perderse en re odos os carros en as
v as de Los Ange es Sen rse evada hac a e sur Puede ver
que Tomás s gue en a ven ana E a reflex ona en dorm r a su
ado en sen r su cuerpo Med a en o d c que es v v r s n é a
su ado Una vez e d o que se es aba cansando de mundo que
só o quer a es ar con e a Qu ere es ar con é pero no puede
ya no se acuerda cómo
E ena c erra os o os y p ensa en qué hacer La noche es á ena
de cam nos y e a duda en cuá omar
24 PSUR
ESPAÑA
LITERATURA
ACTUAL II
PSUR 25
DOSSIER [ Mercedes Cebrián
Mercedes Cebrián ] DOSSIER
Algo resentido de este pie
Mercedes Cebrián
De El malestar al alcance de todos. Caballo de Troya, 2004
Salgo con un hombre desde hace seis meses. Es cojo. Él no me lo ha dicho así de viva voz pero no
hace falta ser un lince para darse cuenta. Lleva un alza en el zapato derecho; discreta, de, no sé, como
tres dedos. Es un hombre muy inteligente: da clases en la escuela diplomática y está especializado en
relaciones hispano-francesas. Se formó en Dijon, donde la mostaza esa que pica, porque sus padres tuvieron que emigrar a Francia. De ahí su nombre, Floreal, que es el equivalente al mes de abril o mayo
en el calendario republicano francés. Eso me explicó, yo no tenía ni idea. Aprendo mucho a su lado,
me cuenta un montón de anécdotas y curiosidades, pero lo que es de sí mismo y de sus sentimientos
habla más bien poco.
Le conocí aquí en Madrid, en una cafetería de las de ir a merendar con alguien. Yo estaba allí sola
comiéndome un cruasán plancha y me fijé en él y en su mesa llena de papeles emborronados. Tenía
pinta de existencialista parisino que se hubiera equivocado de local o incluso de ciudad. A veces miraba a su alrededor, parecía esperar a alguien que no llegaba y como a mí me ocurría más o menos
lo mismo, que llevaba más de un año sin que apareciera nadie, pues me atreví a acercarme. ¿Qué
escribes?, le pregunté, y él que pensamientos, impresiones a las que luego daba forma. Si trabajo un
poco más estos textos es fácil que me los publiquen, ya estoy en conversaciones con una editorial,
me dijo. Le miré con pupilas de cómic manga: Oooh, así que escritor. Yo soy profe en la facultad de
pedagogía, le dije. Acabo de publicar mi tesis, La función del dibujo animado en el aprendizaje, pero
esto último no quise mencionarlo en ese momento, a los hombres no les suele gustar que les abrumen
con saberes ajenos. Dio resultado, gracias a mi discreción fui premiada con la oportunidad de quedar
con él otro día, y después otro más, y otro.
A veces se muestra arisco, o eso me dicen mis amigas: Tu chico nuevo es un pocoooo tardan en encontrar el término pero al final lo dicen arisco, ¿no? Y no es eso, es que es cojo y al pobre le acompleja
bastante. Para mí está claro pero Paula y Carmen no lo ven así. Qué tendrá que ver, me dicen. Pues
claro que tiene que ver; cuando uno está acomplejado por algo, cree que los demás sólo se fijan en eso
y su temor les hace estar siempre a la defensiva. A mí me pasaba de pequeña, cuando tenía que llevar
el parche ese horrible en el ojo para corregirme la vista. E incluso ahora sigo teniendo mis neuras
raras, por ejemplo con lo de las arañas, que les tengo verdadero pánico aunque a mí no me importe
reconocerlo ante los más allegados. Por eso me enternece Floreal, me llama la atención su ego tan
frágil, tan de azúcar caramelizado que al hacerle crij crij con una cucharilla enseguida se quiebra. Yo
por supuesto nunca he osado sacar el tema: sé que él lo esquivaría como pudiese, a pesar de tratarse de
una cosa tan tonta, de una leve cojera. Es cierto que debido a su inseguridad a veces se pone un poco
agresivo si las cosas no están a su gusto, y sé que a Paula no se le olvida lo que pasó cuando ella metió
un rato el vino tinto en el congelador en una cena que hicimos. Le montó una: que te has cargado el
vino, que un tinto crianza frío es totalmente inexpresivo y pierde frutosidad, que eres una ignorante.
En fin, tuvimos que sufrir un rato la cólera del enólogo, pero no fue para tanto.
Con mucha paciencia he llamado a la puerta blindada de su vida y he ido entrando en ella poco a
poco cuando él me dejaba algún resquicio, adaptándome a sus rarezas y aceptando la presencia si26 PSUR
lenciosa de su cojera. Pero no he sido yo la única que ha tirado del carro; él, que jamás se quedaba a
dormir en mi casa y no ponía buena cara cuando yo decidía amanecer en la suya, me propuso irnos
de puente a París el mes pasado. A mí me apetecía más una de campo, una de Heidi y Pedro triscando
por el monte, pero él se empeñaba en que mejor ir a una ciudad, a un sitio donde se pudiera pisar zona
urbana y ver arte contemporáneo. Yo al principio no entendí por qué, a veces hasta se me olvida lo
de su pierna, como no lo menciona. Luego caí en la cuenta y por eso le respeté. Veo que se cansa si
anda mucho, y más en terrenos irregulares, por eso en París hicimos muchos planes de estar sentados
tipo Café Flore, últimos estrenos de cine francés, cenas con velitas y cosas por el estilo. Él estaba en su
salsa traduciéndome el menú en los restaurantes y enseñándomelo todo en plan Te voy a llevar a un
sitio que ningún turista conoce, vas a ver, y yo, aunque ya había estado dos veces en París, no quise
quitarle la ilusión, se le veía tan contento en su faceta de cicerone.
Además, igual el calzado deportivo o campestre no admite las alzas, o por lo menos eso me pareció
al abrir su armario a escondidas y ver los siete u ocho pares de zapatos que tiene. Todos parecidos:
negros o marrones, con o sin cordón; el típico zapato clásico de padre o de notario pero con su alcita
correspondiente. Y ni rastro de zapatillas de andar por casa o de calzado informal de cualquier tipo,
con lo que a él le gustan las nuevas tendencias en todo. Claro, a ver cómo se le coloca un alza a unas
chanclas de goma de playa, supongo que habrá que ir a un zapatero especializado y ese zapatero,
¿tendrá suela de goma de colores? Quizá Floreal tenga su alcista particular, Ibáñez e hijos, maestros
alcistas desde 1917. Es curioso hasta qué punto pueden condicionar unos zapatos la vida de alguien.
***
La gente rumorea que no nos va bien desde que vivimos juntos, pero puedo asegurar que no es así.
Los roces de la convivencia son normales, y más con un hombre tan peculiar como Floreal. Es verdad
que ahora, como quiere terminar su libro, está siempre delante del ordenador y a veces se pone un
poco intransitable. Cuando voy a hacerle carantoñas me hace sentir infantil, pero no puedo evitar
acercarme a él mientras escribe, taparle los ojos y preguntarle un obvio Quién soy mientras le doy
mordisquitos en el cuello. Total para recibir siempre su chasqueo de lengua y su cara de Papá está
trabajando, no le molestes.
Yo sé que lo dicen por lo que pasó hace dos semanas. Estuvimos jugando al Trivial en casa de Paula,
la del vino tinto inexpresivo. Estaba su novio, Santi, y también mi amiga Carmen con el suyo. Decidimos hacer dos equipos: chicos contra chicas. A Floreal le tocó con Santi y Paco, que son bien majos
pero que todo apunta a que escriben echar de menos con hache y son en parte responsables de los
malos resultados en las encuestas sobre hábitos de lectura. En cambio las chicas éramos imbatibles.
Las de ciencias las contestaba Carmen (¿cuántos tentáculos tiene el calamar? Diez. Correcto), yo las
de historia y literatura y Paula resultó ser un hacha en espectáculos. Sólo flaqueábamos en deportes.
El equipo de Floreal iba perdiendo al principio, tenían dos quesitos de plástico mientras que nosotras,
por mi buen papel en una sobre la guerra fría, llevábamos el doble. Luego remontaron, en parte gracias a Santi y Paco que controlaban de ciclismo y de En qué año ganó tal equipo la copa de Europa.
PSUR 27
DOSSIER [ Mercedes Cebrián
Una vez que todos nos habíamos hecho con los seis quesos, empezó la pugna por alcanzar el centro del
tablero. Ellos llegaron antes que nosotras y, cuando ya estaban en el momento final, el de responder
correctamente a todo un lote de preguntas, les tocó una de las qué sólo Floreal sabía (¿Cuál fue la última
obra que escribió Molière?) y perdieron. No era El Misántropo sino El enfermo imaginario.
Al volver a casa, Floreal salió a la terraza a fumarse un cigarro. Estaba insufrible, no había quien le
hablara. Yo, mientras, me fui a la cocina a hacer una ensalada César, con picatostes, bacon frito y esas
cosas, pensando que para olvidarse del berrinche le apetecería cenar algo rico los hombres funcionan
a veces como los niños, cogen rabietas tontas pero con una piruleta se les pasan. Cuando acabó vino
hacia mi y me abrazó por detrás, como yo suelo hacerle a él. Me dio un amago de beso, me metió la
mano por debajo del jersey y me dijo Toma campeona, que te lo has ganado.
El alarido que di se oyó en todo el barrio, por eso vinieron los vecinos de enfrente con cara de querer
asistir a un caso de malos tratos para luego decir por la tele Cómo pudo ser capaz de eso, un hombre
tan educado. Se decepcionaron al no ver ojos morados ni contusiones, y como yo no podía hablar por
el sofoco, él les explicó todo quitándole importancia No se preocupen, es que ha entrado una araña en
la cocina y a mi novia le asustan tanto los insectos que se ha puesto histérica la pobre.
Cuando se fueron me dijo que mis amigas y sus novios eran una panda de analfabetos y que no quería
volver a verles, que en lo sucesivo o salíamos los dos solos o quedábamos con su gente, que la verdad,
aunque yo soy bastante abierta, me parecen todos una panda de engreidos acartonados.
Después de aquello hemos estado varios días sin hablarnos. Ahora las aguas han vuelto más o menos a
su cauce, pero sí que he aprendido algo importante: que la gente acomplejada puede llegar a ser muy
cruel. Yo no lo quería asumir pero es así. De todas formas, he aceptado sus condiciones. Ahora siempre
vamos solos o con sus amigos, y a los míos los veo yo luego por mi cuenta. A pesar de todo no le guardo
rencor y quiero que la gente lo sepa para que dejen de chismorrear. Es más, hoy, como era su cumple,
le he montado una fiesta sorpresa en casa. Al llegar de trabajar y encender la luz se ha encontrado las
paredes cubiertas de guirnaldas multicolores, la mesa puesta con un montón de viandas ricas y hasta una
tarta con sus 36 velitas. Han venido mis amigas Paula, Carmen y dos o tres más con sus parejas y allí estábamos todos esperándole en el salón, y en medio su regalo: una caja cuadrada enorme con un envoltorio
plateado y un lazo rojo brillante, como el paquete ese explosivo que lleva siempre el pitufo bromista en
los tebeos. Me he gastado un dineral pero no importa, la ocasión lo merecía. Le he comprado unos zapatos preciosos, de superdiseño italiano. Son de cuero verde botella con apliques de nylon y un cierre de
velcro negro que les da un aire futurista. Y bueno, la suela es chulísima, medio transparente con dibujos
raros como de caligrafía china. Al pisar dejan una huella huecograbada que pone Number One. Supuse
que le gustarían, como se pirra por lo vanguardista. Cuando abrió el paquete le dije: póntelos, Floreal,
póntelos ahora y déjame ver cómo te quedan. Venga, hombre mi amiga Paula también insistía anda
un poco con ellos estilo desfile de moda, ¿qué pasa, es que no te gustan? Y allí todos coreando como en
las bodas Que se los ponga, que se los ponga. Yo, al verle la cara dudosa le dije Oye, si prefieres otro
modelo se pueden cambiar sin ningún problema, eso me han dicho en la tienda. Pero la verdad es que
sería una pena porque son de una piel buenísima, muy blandita. Espero que no le hagan daño.
Mercedes Cebrián (Madrid, 1971) Ha obtenido diversos premios literarios en la modalidad de relato corto, entre los que destacan el
Primer Premio en el Certamen de Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Madrid (2000).Su libro de relatos y poemas El malestar al alcance
de todos (Caballo de Troya, 2004) recibió excelentes críticas en las que fue saludada como una de las voces novedosas de la narrativa
española. Este libro fue calificado por Antonio Jiménez Morato como “el primer libro verdaderamente posmoderno de la literatura española”.
En octubre de 2006 la editorial Caballo de Troya ha presentado su nuevo poemario: Mercado Común. Colaboradora habitual de medios
como el suplemento Cultural de La Vanguardia. Sus textos han aparecido en Babelia, El Viajero (El País), Calle 20 y en las revistas literarias
Turia, Eñe, Sin Embargo, Revista de Occidente y Clarín.
28 PSUR
] DOSSIER
Mercedes
Cebrián
ENTREVISTA
Por Fernando Clemot
INTRO. Mercedes Cebrián
(Madrid, 1971) ilustra uno de los pocos
casos de un escritora que compagina
con solvencia y éxito la narrativa
y la poesía. Tras un exitoso paso por
el mundo de los premios literarios,
Mercedes despertó la atención
de uno de los mejores editores del país,
Constantino Bértolo, que la incluyó
en Caballo de Troya primero con su libro
(El malestar al alcance de todos, 2004)
y posteriormente su poemario Mercado
Común (Caballo de Troya, 2006)
A Mercedes también le apasiona
la música (toca el clavecín) y le gusta
hablar muy claro.
Una pregunta rarilla para comenzar...Tenemos curiosidad en conocer como fue tu protohistoria literaria. Cuándo empezaste a escribir,
las lecturas de juventud, cuándo te empiezas a
plantear la literatura como una vocación irrenunciable...
El colegio es un lugar donde puedes ir
viendo qué te gusta y qué no te gusta. Yo
escribía redacciones y poemas a cambio
de insectarios, herbarios y circuitos eléctricos que otra gente hacía para mí. En
general, el lenguaje siempre me ha dado
satisfacciones y me ha servido como lugar intangible de refugio: el aprendizaje
de verbos irregulares ingleses, por ejemplo, me parece una lectura de juventud
tan válida como las de Enid Blyton, que
también me interesaban.
Respecto a la decisión de no renunciar a
la literatura debo confesar que me costó
mucho: ya bien avanzada la veintena dejé
de postergar la escritura, hasta ese momento sepultada bajo actividades delirantes y/o tediosas que me ocupaban gran
parte del tiempo. A menudo no dejamos
que el verdadero deseo asome la cabeza y
eso fue lo que me pasó a mí.
- Tu libro de cuentos El malestar al alcance de todos (Caballo de Troya, 2004) es tu
primer acercamiento al gran público. ¿Cómo
se fraguó El malestar...? ¿Hubo una temática
central elegida antes de empezar a escribirla o
ésta surgió sobre la marcha?
Yo escribía relato corto para un taller en el
que participaba: era el género que más me
gustaba leer y por lo tanto, el que más me
interesaba abordar como escritora en un
principio. Cuando recopilé unos cuantos,
sin ninguna relación aparente, sí vi con claridad que en el fondo la había: todos ellos
eran una especie de monólogos en primera
persona; todos ellos transcurrían en la época actual y en ámbitos urbanos. A partir de
esas premisas seguí elaborando el resto del
libro. Los poemas vinieron más tarde.
PSUR 29
DOSSIER [
Nos gusta el título de este recopilatorio, nos
parece abierto y sugerente. ¿Nos podrías dar
un sentido profundo a este El malestar al alcance de todos?; ¿nos podrías dar unos hilos
para imbricar el título a estos relatos?
El título remite un poco al de un libro de
autoayuda, o de aprendizaje de técnicas
u oficios, un hágalo-usted-mismo que,
al contener la palabra “malestar”, resulta
descabellado. Todos los personajes del
libro padecen. Unos su propio carácter,
otros las maldades que les hacen sus llamados “seres queridos”, otros las convenciones sociales arraigadas y difícilisimas
de alterar… en fin, que cualquiera puede
sufrir en la sociedad contemporánea del
primer mundo sin necesidad de proponérselo mucho.
Nos sorprende también que incluyas poemas en
el cuerpo de un libro de relatos. ¿Cómo surge
la idea? ¿Te cuesta separar las dos vocaciones
o crees que son simplemente dos formatos para
una experiencia única?
Me parece que son únicamente algunos
poetas, que no escriben además narrativa,
los que quieren defender con uñas y dientes su parcelita de poder, hacer creer al
mundo que la escritura de ficción es una
labor meramente artesanal que “mancha las
manos”, mientras que su arte es nobilísimo
y etéreo. Estoy un poco-bastante harta de
esa fantasmada narcisista, así es que opto
30 PSUR
] DOSSIER
por la segunda respuesta implícita en la
segunda pregunta: la poesía y la prosa son
simplemente dos formatos para una experiencia única. La idea de incluir poemas
en el cuerpo del libro partió de mi editor,
Constantino Bértolo, al que le gustó una
colección de poemas que tenía escritos y
que le mostré. A ambos nos pareció que
iría bien intercalarlos de forma irregular a
lo largo del libro. Yo los veo como pausas
casi publicitarias para descansar un poco
de la verborrea que gastan los narradores
de los diferentes relatos.
¿Qué sabor ha dejado El malestar al alcance
de todos? ¿Te sientes valorada por tu obra?
¿Ha cumplido con tus expectativas previas?
Creo que, a no ser que uno/a busque deliberadamente escribir un best-seller para
hacer dinero con él, la publicación de un
libro le sirve al autor al igual que un catálogo de una exposición individual le sirve
a un artista visual. Es su tarjeta de presentación y le ayuda a hacerse un poco más
visible. En ese sentido, estoy satisfecha
con los resultados obtenidos con El malestar, y también en otro: gracias al libro he
conocido y, digamos, “frecuento” a escritores que en su día me interesaban mucho y
a los que no sabía cómo acceder.
Recientemente has publicado el libro de poemas
Mercado común (Caballo de Troya, 2007)
¿Qué es Mercado común? ¿Qué nexos podemos encontrar entre este libro y el anterior libro
de cuentos?
Mercado Común tiene un lado privado del
que no hablaré (yo creo que todos los libros tienen un porcentaje de “lado privado”
que sólo ha de conocer su autor) y otro más
público que podría ser mi reflexión sobre
qué significa haber nacido en España y,
por lo tanto, haber recibido una educación
“española”. La pregunta implícita sería “¿de
qué somos fruto?”, así en primera persona de
plural. También es importante en el libro
la idea de Europa, de calibrar nuestro nivel de “europeidad”, de hurgar un poco en
qué quiere decir “ser europeos”.
Los nexos con el libro anterior han de estar ahí, supongo, aunque mi idea es no repetirme mucho y que cada libro sea muy
diferente del anterior.
Nos llama también la atención las listas de objetos que publicabas en las páginas de Cultura
de La Vanguardia. ¿Le podrías dar un sentido a estas listas?
Me gusta enumerar, clasificar, hacer listas.
De hecho, Perec, que era también aficionado a abarcarlo todo a través del lenguaje
(de ahí su “Intento de agotamiento de un lugar
parisino”, por ejemplo), es uno de mis escritores favoritos y, claramente, una de mis
influencias. Cuando vi que en el Cultura/s
tenían esa sección de “rankings” quise parti-
cipar y en la redacción del suplemento me
dieron la oportunidad. Me podría pasar
la vida haciendo listas de ese tipo, con un
pequeño comentario sobre cada elemento,
pero la sección desapareció, a mi pesar.
Y lo que viene...Parece que tras un libro de
poesía y uno de cuentos le llega el turno a una
novela. ¿Estás pensando en ello o prefieres
abordar otros proyectos antes?
No creo que haya novela por el momento.
Cada vez soy peor lectora de novelas: me
aburro, las dejo por la mitad, no puedo
seguir bien la trama…, por lo tanto sería
una majadería escribir una. Me interesa
cada vez más la no-ficción, la narrativa de
viajes, la crónica… por ahí van los tiros.
SOBRE NARRATIVA ESPAÑOLA
CONTEMPORÁNEA
Algunos críticos de prestigio (Fernando Valls,
Domingo Ródenas...) han advertido con preocupación cierta tendencia a la despreocupación
estilística en los narradores noveles. ¿Estarías
de acuerdo con esta afirmación? ¿Es cierta relajación estética un sello de la narrativa contemporánea española?
¿Qué quiere decir “estilo” en este caso?
Porque la “relajación estética”, que no acabo
de estar segura de lo que es (imagino que
algo relacionado con un uso más pobre
del lenguaje, con menor variedad de pala-
bras, menor cantidad de adjetivos quizá,
un tono más coloquial, frases más cortas,
más “carverianas”…), probablemente sea
una opción estilística consciente por parte
de esos narradores. O quizá no (es que no
sé de quién hablamos en concreto), quizá
sea, esta vez sí, una muestra de la cantidad
de descerebrados nacidos en democracia
que publican hoy libros en España.
¿Qué opinas del peso temático y estilístico que
ha ido adquiriendo la literatura norteamericana
(en obras de Eduardo Lago, Loriga, Fernández
Mallo, en la catalogada como “Generación Nocilla”...) en la narrativa española de los últimos
años? ¿Qué opinión te merece este último movimiento bautizado como “Generación Nocilla”?
No me parece un problema que existan influencias venidas de otros países: ya que aquí
ha prevalecido durante tanto tiempo el “que
inventen ellos”, habrá entonces que buscar
fuera las novedades estéticas, no nos queda
otra. Quizá se trate entonces de adaptar esas
influencias a la lengua de cada uno.
Respecto a la generación Nocilla, tampoco creo que haga falta darle tantas vueltas: un grupo de gente con ciertas afinidades literarias ha sido apodado así por una
periodista cultural. No consigo ver nada
más allá de eso, lo siento.
pañola. ¿Qué aspectos destacarías de estos últimos años? ¿Podrías señalarnos algunos autores
u obras que consideres imprescindibles?
Veo que en la narrativa hay un interés
mayor por la tecnología, y no me refiero a
decir “Fulanito encendió el móvil” o “Menganita encontró un mail de Ramón en su bandeja
de entrada”, me refiero a que la tecnología
empieza a ser un tema de la literatura en
castellano, que, dentro de España, es de la
que puedo hablar con cierto conocimento.
Autores que me interesan: tengo como
objetivo leer a Kiko Amat y a Javier Pastor, del que he ojeado sólo unas páginas
que me han parecido espectaculares. Me
gustan mucho Eloy Tizón, Hipólito Navarro, Quim Monzó y Andrés Barba en
narrativa, y estoy descubriendo ahora a
Óscar Esquivias. Ah, y Belén Gopegui
también ha sido un referente importante
para mí. En poesía leo con interés a Julieta Valero, Patricia Esteban, Abraham
Gragera, Carlos Pardo, Mariano Peyrou,
Olvido García-Valdés…
Gracias, Mercedes...
Hemos dedicado este número y el anterior a
conseguir una instantánea de la literatura esPSUR 31
DOSSIER [ Félix J. Palma
] DOSSIER
La fauna afectiva
Félix J. Palma
Este relato forma parte
del libro Las interioridades (Castalia, 2002)
y ha sido cedido por cortesía del autor
Aunque entraba a trabajar a las nueve en la tienda que se encontraba bajo su piso, Laura solía levantarse a las siete, cuando el
día aún no había sido tocado por nadie. Se arrojaba del lecho en
un esfuerzo de voluntad suprema y, deliciosamente envuelta en
un salto de cama rosa que magnificaba aún más su curvilínea anatomía, se encaminaba al baño medio tambaleante, de donde salía
al poco vestida con un chándal verde y con el cabello recogido
en una tirante cola de caballo, lo que otorgaba a su cráneo una
apariencia aerodinámica similar a la de los escualos o los ferrari.
Bajaba entonces a la calle y daba un par de vueltas a la manzana
en un trote elegante y flexible que hacía las delicias del puñado
de madrugadores que iniciaban su jornada con las primeras luces. Desde el quiosquero al panadero, pasado por la caterva de
jubilados que se apostaban en los bancos del paseo expresamente
para ello, nadie quitaba ojo a la sinfónica carrera de Laura, a
la divina oscilación de senos y nalgas que constituía un bálsamo óptico, un signo inequívoco de que a Dios aquellos pobres
diablos modestos y trabajadores no le traían al fresco. Con esa
alocada inconsciencia que gastan las hembras espléndidas que
no se estancan en los espejos, Laura soliviantaba al personal masculino del barrio mostrándole cómo transpiran las diosas. Luego
regresaba a su apartamento y se dirigía al baño dejando un rastro
de prendas sudadas por el suelo, como un molusco que se desprende de su cocha. Abría la ducha, se colocaba bajo el chorro
y dejaba que el agua helada recorriera su preciada carne rosada
apoyada contra los azulejos, jadeante pero satisfecha por haber
cumplido un día más con aquella disciplina física que no se imponía como forma de prevenir esos asentamientos de grasa que
tanto atormentan a las mujeres, sino como una manera de orearse el espíritu, de sentirse más viva, de sintonizarse con el mundo. Al poco, emprendía un jabonado lento pero concienzudo,
demorando voluptuosamente la esponja, como quien abrillanta
la plata, en una intimidad en la que sospechaba que todos los varones de los alrededores soñaban con alojar la suya. Emergía al
fin envuelta en una toalla, el cabello húmedo y manso sobre los
hombros, y de esa guisa se plantaba ante el armario para escoger
la indumentaria que hoy ocultaría su bata de dependienta. No se
demoraba mucho. Luego desplegaba la prenda elegida sobre la
cama y, a continuación, con una expresión entre docta y arcana,
hurgaba en el feudo de blanduras turbadoras que era el cajón de
su ropa interior en busca de un conjunto adecuado, un tanga o
32 PSUR
alguna prenda más barroca que se ceñía sin ceremonias, con esos
ademanes vulgares que practican las mujeres cuando no las mira
ningún hombre, como si mi catalejo no contara.
Y es que, desde el edificio de enfrente, yo llevaba meses observándola, inmortalizando en mis retinas todos los instantes de
su vida, desde los más íntimos, aburridos y escatológicos hasta
aquellos que podían considerarse del dominio público, las ocho
ajetreadas horas que pasaba tras el mostrador de la tienda de mascotas de Maika, pues también allí llegaba mi indomable mirada si
me doblaba lo suficiente. Arriesgando el espinazo o distribuyendo
varios espejos con inventiva, iba yo registrando el transcurrir de
sus días, el desgaste de una existencia que parecía haber sido dada
para emplearla en algo más constructivo que interminables jornadas vendiendo pienso para hámsters o peces de colores.
Aquel ritual estaba calculado de tal manera que, tras regalarse
un vaso de leche -semidesnatada y rica en calcio según el zoom
de mi catalejo-, Laura siempre acababa descorriendo la cancela
de la tienda un minuto exacto antes de las nueve. Se estremecía entonces el aire de la mañana de un babel animal y un olor
acre a jaula y celo contra el que nada podía hacer la afectada
emanación de la pastelería vecina. Emocionaba contemplar la
excitación que embargaba a las mascotas cuando ella recorría
el local encendiendo luces, realizando zalamerías y haciendo
tamborilear sus cuidadas uñas contra los barrotes de las jaulas
al pasar la mano en un gesto de lánguida salutación mientras se
dirigía al perchero, donde colgaba la bata blanca que le difuminaría las turgencias durante el resto del día. Era entonces cuando
yo abandonaba mi posición en la ventana e iniciaba también mi
vida, una vida que aunque hacía mucho que había consagrado a
espiar la suya, contaba con un par de tareas más prosaicas que
debía realizar, como la de traducir a Dickens y alimentar a mis
animales, ese remedo de zoológico que se me iba formando peligrosamente en casa desde que me dedicaba a cortejarla.
He de aclarar, aunque un vistazo a mi apartamento parezca
desmentirlo, que nunca me han gustado los animales. Ahora, a
causa de mi escasa disposición para el flirteo, atestaban los rincones, se apretaban en jaulas o peceras, correteaban o languidecían,
me envolvían y asfixiaban, únicos o repetidos, como si fuesen el
acopio de un Noé despistado y de secano. Pájaros, tortugas, perros, serpientes, gatos y demás especies domésticas campeaban
por mi apartamento arropados por el borboteo de los acuarios,
desprendiendo un olor picante y mosaico idéntico al que la envolvía a ella, y contemplaban con perplejidad cómo cada día, tras
bañarme en Brumel y recitar osadas e imaginativas declaraciones
ante el espejo, regresaba de la calle con un nuevo compañero que
amontonaba en alguna parte. Naturalmente tal colección de fracasos exigía una dedicación casi absoluta: siempre había una jaula
que limpiar, un animal que llevar al veterinario, algún otro que
sacar a defecar en mitad de la acera, por lo que hacía mucho que
había reducido mis funciones en la editorial únicamente a aquellas que podía realizar desde casa, y ahora apenas ganaba para
mantenernos a todos realizando traducciones de clásicos ingleses.
Cada mañana, antes de sentarme en el escritorio, emprendía el
laborioso rito de la pitanza: rellenaba de alpiste los comederos
de Pues esta tarde se espera lluvia, una tórtola diamante que me
observaba intrigada con sus ojos aureolados de naranja, de Qué
bien te huele el pelo, una ninfa perlada que no cesaba de recorrer
su jaula con andares de borracho, y de Nunca se fijará en un tipo
como yo, un canario Gloster Fancy que cabeceaba pensativo con
su penacho aplastado, como un nostálgico fan de los Beatles; mullía la paja de ¿Te gusta el cine francés?, una chinchilla que dejaba
transcurrir los días hecha un pompón gris oscuro, durmiendo con
tal solemnidad y aplicación que parecía estar enfrascada en una
tarea de dimensiones cósmicas, quizá la de soñar el mundo en el
que todos nos encontrábamos contenidos, y llenaba la escudilla a
Ay, tenerte entre los brazos..., una ardilla a la que, según sus impetuosas cabriolas por las angostas dimensiones de la jaula, se diría
que alimentaba con cocaína. Echaba luego su ración de gusanos a
Hoy he soñado contigo, también, un muermo de lagarto basilisco
eternamente adherido al cristal del vivero con unos dedos finísimos semejantes a varillas de paraguas, y espolvoreaba plancton
sobre el acuario donde evolucionaban como curtidas folclóricas
Mañana, mañana, un pez avispa hiperactivo, y Quédate el cambio, un guppy que arrastraba por el escenario acuático la mantilla
repujada de su cola. Y finalmente, sólo cuando tocaba, ejercía de
implacable demiurgo de mi pequeño universo: tomaba al hámster que había estado engordando toda la semana y lo depositaba
como una ofrenda en el terrario de Me la llevo porque necesito
que alguien me abrace por las noches. Ejem, es broma, una pitón
que no tardaba en deslizarse hacia él y protagonizar el cruento
episodio matinal, el aviso funesto que recordaba a los presentes
que existía una vida más dura allá fuera, un mundo inclemente y
azaroso que era mejor ignorar. Acabada la tarea, me desplomaba
en mi sillón de lectura, pero apenas tenía tiempo de recuperar el
aliento cuando ya sentía en las palmas los ávidos lametones de
mis siete canes, que se arracimaban a mi alrededor con la esperanza de ser ese día el elegido para conducir mi breve paseo hasta
el quiosco de prensa. Esa mañana contemplé, exhausto e impasible, las cada vez más elaboradas gracias de Es verdad, finalmente
no llovió, un salchicha que rodaba por el suelo como un rodillo,
haciendo méritos el tunante, intentando arrancarme más un paseo que una sonrisa, y luego repasé con la mirada al resto de los
bichos, que me observaban a su vez con cierta condolencia, como
si esta vida sin jaula que llevaba les pareciera aún más triste e
intranscendente que las suyas propias. En sus ridículos patronímicos yacía encriptado nuestro romance en ciernes, nuestra historia
de amor ininteligible y trabajosa. Ellos eran mi memoria y al mismo tiempo mi frustración. Cada uno suponía una declaración fallida, un intento de confraternización que no cuajó, una broma sin
gracia. Frases equivocadas, pensamientos que se habían gestado
en el silencio grana de la timidez, hilachas, en fin, de brevísimas
conversaciones que la falta de coraje y mi incompetencia para el
galanteo impidieron resolverse en cita. Luego volví a observar a
los perros. Resignados a responder a aquellos nombres farragosos
que se antojaban sospechosas consignas cuando los voceaba en
mitad de la noche, esperaban pacientes mi veredicto. Escogí al
salchicha. Los demás encajaron la decisión con dignidad, aunque
alguno hubo que no pudo contener un gemido lastimero. Sólo
¿Eres suficientemente feliz?, el doberman, se mantuvo impasible
en su rincón, como al margen de las contrariedades de la plebe,
seguro de que para el paseo nocturno volvería a ser su estampa
marcial y sádica la que su medroso amo dispondría al otro lado
de la correa. No le tenía ningún afecto especial, pero patrullar
las tinieblas con aquel perrazo me protegía de las chanzas de los
jovenzuelos rapados que abarrotaban los bancos de la avenida
ansiosos por mostrar la efectividad de sus navajas.
Con el salchicha, claro, la cosa era distinta. Lo ridículo de su
porte me hacía sacarlo exclusivamente de día, cuando por las
calles sólo deambulaban pacíficas ancianitas con sus caniches de
peluquería, a las que los graciosos andares de Es verdad, finalmente no llovió arrancaban maternales muecas de ternura, acaso alguna indagación sobre su sexo barruntando la posibilidad
de obtener de un cruce con el suyo una simpática aberración cirPSUR 33
DOSSIER [
cense con la que adornarse el regazo y sobrecoger a las visitas.
Al salchicha apenas lo apoyaba yo lo justo en la acera para que
le disminuyera la añoranza de los espacios abiertos, pero esa
mañana, movido por un escozor nostálgico, decidí regalarnos
unos minutos extras rondando la tienda de Laura. Discretamente oculto tras una farola, la observé trajinar a través del escaparate atestado de tortugas y cotorras, entre los que solía despuntar
algún animal exótico que era escrutado por los viandantes con
una mezcla de turbación y extrañeza, como si se tratase de una
criatura alienígena que actuaba como explorador de algún comando mayor que surcaba el firmamento en nuestra dirección.
A veces pensaba que Maika traía esas rarezas exclusivamente
para mí, para que cada día encontrara un motivo nuevo por el
cual acudir a su tienda, a proseguir con mi dilatado cortejo, que
siempre se resolvía a su favor con la adquisición de su última
ocurrencia, ya se tratara de un tucán o una tarántula.
Sentí entonces mi habitual picazón de injusticia: una vez más se
me antojó que Laura había equivocado su vida, que le aguardaba
un destino glorioso o al menos más digno, un sino razonable que
quizá pudiéramos ir a buscar juntos. Pero enseguida tropecé con
la imagen reflejada en los cristales de un tipo de aspecto cómico
acompañado de un salchicha, y me pregunté qué habría planeado
la providencia para un infeliz como aquél, qué se suponía que
debía hacer o aportar al hervor del mundo. Y acabé preguntándome por enésima vez -huyendo de lo particular a lo general,
mucho menos doloroso- si realmente se nos garantizaba al nacer
un destino efectivo y convincente, o todos veníamos al mundo
sin ninguna misión concreta bordada en los cromosomas, nada
más a hacer bulto, a estorbarnos unos a otros, de manera que
eran los pocos que lograban hacer con su vida un bien común los
anómalos, los desechos de un Dios que detestaba la coherencia.
Siempre que meditaba sobre el destino de las personas acababa
acordándome de Hurtado, el mártir de la editorial. Hurtado era
uno de los traductores más brillantes de que disponía la empresa,
un hombretón jaranero que lucía calva con pelusilla y bigote de
dictador mexicano, al que todos auguraban un futuro espléndido,
una vida que beneficiaría a otras muchas, una razón por la que su
madre, a quien imaginaba tan rocosa y bullanguera como él, se
lo habría arrancado de dentro en un soberbio gesto de pundonor
materno, hilando gruñidos con blasfemias. Por eso nos sorprendió tanto que Hurtado nos desvelara personal y gráficamente que
34 PSUR
Félix J. Palma ] DOSSIER
su suerte no era otra que atragantarse hasta la asfixia durante la
cena de nochevieja de la editorial. El traductor inició tan macabra
revelación con los entremeses, dejando escapar unos carraspeos
inofensivos que movieron a su vecino de mantel a propinarle en
la espalda un par de palmadas leves y distraídas, como de compromiso. Pero Hurtado, no contento con aquella pobre muestra
de cortesía, prosiguió con un crescendo de toses cada vez más
fragoroso y desesperado, acompañándose de algunos aspavientos
que volcaron un par de copas. Eso acaparó la atención de los
comensales, que interrumpieron sus conversaciones y le miraron
con cierta curiosidad, como tratando de descifrar qué tipo de gracia intentaba realizar el traductor y si merecía la pena sacrificar
la cristalería. Algunos iniciaron un amago de levantarse cuando
Hurtado empezó a enrojecer y sufrir espasmos con una verosimilitud asombrosa, pero las risotadas con que lo jalonaban otros no
llegó a decidirles. De repente, tras emitir un silbido horrendo, el
traductor se desplomó sobre la mesa, sumergiendo el rostro en el
ponche, como una bestia que alcanza el abrevadero. Al punto un
silencio sepulcral cristalizó en la estancia. Todos clavamos los ojos
en Don Vigueira, el mandamás de la editorial, quien, acuciado
por nuestras miradas, se levantó desde su presidencia en la mesa
y se aproximó a su derrumbado subalterno con cautela, como si
temiera que Hurtado planease erguirse bruscamente, rematando
con un susto presidencial aquella broma tan idiota, y sólo cuando
los dedos sobre la aorta no encontraron pulso pareció relajarse.
Hurtado la había palmado, así, de repente, en mitad de la cena,
a pesar de los muchos compromisos que figuraban en su agenda. Luego nos dirían que tanto esfuerzo le había reventado una
vena, encharcándole los pulmones. El brusco fallecimiento del
traductor hizo que la cena se suspendiera, y la mayoría partió algo
sobrecogida, a recibir el año en algún otro sitio menos viciado de
fatalidad. Sólo los altos cargos y algunos curiosos que no tenían
nada mejor que hacer nos quedamos a esperar la ambulancia.
Mientras ésta se abría paso entre el tráfico, yo observaba a Hurtado, al que habían tendido en el sofá y colocado un pañuelo sobre
el rostro, no se sabía si para preservarlo de nuestro impertinente
escrutinio o protegernos a nosotros de la espantosa mueca que le
desencajaba la expresión. La absurda conclusión de sus días me
hizo cuestionarme sobre nuestro papel en las complicadas intrigas del universo. Cómo podía dejarse a un hombre construir su
vida, planificar su existencia con celo e ilusión, sin advertirle de
un final tan inesperado y grotesco como aquel. ¿Para eso había
venido Hurtado al mundo, para morir atragantado en una fiesta,
ilustrando vivamente al resto de los comensales sobre la precariedad de toda existencia? Allí, ante el cadáver del traductor, me
dio por imaginar un mundo más justo donde los recién nacidos,
tras recibir la azotaina del médico, pasaran a disposición de una
pitonisa que les leyera con acierto el futuro, de manera que todos
aquellos a los que los caprichos de la providencia no permitiesen
alcanzar la plenitud existencial, pudieran decidir cómo administrar su insignificante paso por la tierra. Era evidente que si a las
eminencias que acaban sus fértiles días expirando en la cama acudía a llevárselos una parca majestuosa, con capucha y guadaña,
a Hurtado había venido a buscarlo una muerte vestida de bufón,
contrahecha y rebosante de cascabeles. Después de aquello el que
cada hombre viniese al mundo con un destino provechoso bajo el
brazo me pareció una alucinación romántica.
Desde esa óptica a Laura y a mí podía ocurrirnos cualquier
cosa, pero yo confiaba en que a pesar de todo, nuestros destinos,
cualquiera que fuesen, confluyeran en algún punto del camino.
Y tan seguro me encontraba de ello que, aunque aquella demora
estaba minando mi cuenta corriente y presentía que tarde o temprano habría algún animal al que fuese alérgico, la aceptaba de
buen grado, diciéndome, cuando la impaciencia me reconcomía,
que eran los años de crianza los que aseguraban la calidad del
vino. Por tanto, nuestro parsimonioso enamoramiento, más que
frustrarme me confortaba. Ni Laura ni yo necesitábamos la intervención de un tercero que viniera a acelerar los trámites.
Segismundo bien podría haberse quedado en casa. Pero tuvo
que venir, con su melena y sus barbas, con sus tejanos raídos y
sus camisetas de leyendas ecológicas, a pasear por el barrio su
estampa de comprometido desastrado y repartir por doquier sus
folletos concienciadores. Para finalmente, tras atisbar quizá a la
belleza que regentaba el repelente negocio de mascotas, irrumpir en la tienda hipnotizado, desembarcando en la vida de Laura
con la seguridad de saberse esperado, como un príncipe azul
biodegradable dispuesto a ponerle los vellos de punta con sus
dramáticas historias de animales en extinción.
Nunca descubrí dónde construyó su madriguera, pero empecé
a encontrármelo cada vez con mayor frecuencia en la tienda, acodado al mostrador como un parroquiano de taberna, relatando a
los clientes, pero especialmente a Laura, sus batallitas medioam-
bientales. Ni aun venciendo mi timidez y adiestrando mi lengua
en el arte de la oratoria, hubiese podido yo rivalizar con las seductoras imágenes que Segismundo desplegaba ante los ojos de
la dependienta y de todo aquel que quisiese escuchar. Ahí donde
lo veíamos, tan escuálido y poca cosa, cuando formó parte de la
tripulación del Raimbow Warrior, el barco de Greenpeace que
acostumbraba a interponerse entre los balleneros y sus presas,
había pasado días amarrado a las anclas de incontables buques
que transportaban armamento nuclear, ralentizando con su tozudez el juego solapado de los líderes; también había estado en
Kenia protegiendo a los elefantes de los cazadores de marfil, por
supuesto, ni falta hacía decirlo; y había batallado en el Amazonas
en el bando de los árboles; y había visto, como quien mira la televisión, parir a una leona en mitad de la sabana; y había liberado
a un grizzly de un cepo, por lo que ahora tenía un hermano de
sangre de trescientos centímetros de alto y cuatrocientos kilos de
peso que pescaba salmones a zarpazos en algún rincón de Alaska;
y con el corazón encogido, había sido testigo del sobrecogedor
espectáculo de cientos de pingüinos jóvenes despeñándose desde
el borde de un iceberg hacia las heladas aguas en busca de un
bocado o una muerte por inanición; y había visto, en fin, todo lo
imaginable y todo lo inimaginable, todo lo que el reino animal
daba de sí y todo cuanto el hombre no daba. El planeta, descrito
por la voz de trovador alcoholizado de Segismundo, era un sitio
más grande, un lugar inmenso, una caja de sorpresas donde las
maravillas y las tragedias convivían en una armonía inarmónica,
la broma de un Dios que un puñado de cruzados como él se ocupaba de velar. Oculto entre los sacos de pienso, yo lo contemplaba aproximarse a la hechizada Laura, ganando una distancia de
confidencia en un golpe de efecto que casi lo obligaba a tumbarse
sobre el mostrador, y hablarle de unos animales de ensueño que
nunca llenarían sus jaulas, que quizá, en ese mismo instante –y
ahí chasqueaba oportunamente los dedos-, estaban dejando de
existir merced a una bala surgida de la maleza, de un proyectil
sacrílego que había madurado lento en la escopeta del mayor depredador sobre la Tierra. Cada cuarto de hora desaparece una
especie animal, afirmaba consternado. Y como si le declamara su
amor, Segismundo le hablaba del tigre de Siberia, cazado por su
piel, de la tortuga marina, que se servía como curiosidad en los
restaurantes de lujo, del lobo marsupial, que no había sido avistado desde la década de los ochenta. Le hablaba de las ballenas, con
PSUR 35
DOSSIER [ Félix J. Palma
cuya grasa cerebral ella probablemente se embadurnaba la cara,
del armadillo, amenazado por la devastación de su hábitat, del
oso hormiguero, sobre el que se ejercitaba la puntería en algunos
lugares de Paraguay, del ciervo de los pantanos, cuya cornamenta
se exhibía como trofeo, y de casi todos los primates, que se vendían a los laboratorios para experimentaciones biomédicas. Un
réquiem constituido cada mañana de animales diferentes, pero
que Segismundo siempre remataba con la misma sentencia pavorosa: en los últimos trescientos años el hombre había multiplicado
por mil la tasa de extinción de los procesos naturales.
Y aquellas improvisadas conferencias ecológicas empezaron
a hacer su efecto, a inocular la ponzoña de los remordimientos
por pasividad en la hasta entonces despreocupada existencia de
Laura. Enseguida comprendió mi catalejo que aquella muchacha
a la que no le gustaba el cine francés pertenecía a esa minoría de
personas que cargan con un alma impresionable y comprometida, donde los problemas del mundo, especialmente los de índole
medio ambiental, calaban con sorprendente sencillez. Sólo había
que enumerárselos para enemistarla consigo misma, para hacerla
chisporrotear sobre el lecho como las gotas de agua en el aceite
hirviendo. A partir de entonces, Laura se arrojaba de la cama con
cargo de conciencia, y corría a ejecutar unas abluciones urgentes
con las que pretendía barrer de su mente las virutas de un sueño
que, debiendo haber sido plácido, había resultado sin embargo
tortuoso, pues las profecías en relación con los devastadores efectos del cambio climático sobre la mayoría de los hábitats naturales
del planeta -que el presentador del noticiario había murmurado
casi con embarazo tras la emocionante enumeración de los nuevos fichajes de la temporada futbolística- habrían convertido su
descanso en una horrenda pesadilla, una progresión angustiosa
de osos polares, focas y caribús expirando en un silencio resignado y sobrecogedor, allá en sus hielos recalentados. Ni siquiera
su carrera matinal lograba apacentarla. Y aquellos despertares
ofuscados y sus frecuentes embobamientos tras el mostrador no
hacían sino constatar el poder que Segismundo ejercía sobre ella.
De nada me sirvió empeñar el sueño a cambio de la sabiduría
animal que logré extraer de las cuatro o cinco enciclopedias que
saqué de la biblioteca, ya que procedí a declamarla ante ella de
carrerilla, con la urgencia de quien vocea un conjuro que le salve
la vida, sin conseguir otorgarle nunca la gracia y la naturalidad de
lo vivido. Era obvio que todo estaba perdido. Laura, tras meses
36 PSUR
] DOSSIER
y meses de observar el aburrido balanceo de mi anzuelo, había
decidido morder el nuevo cebo que el destino le tendía. Sólo era
cuestión de tiempo, de muchísimo menos tiempo del que creí,
que se descubriera enamorada de aquel ecologista de medio pelo.
La mañana en que certifiqué aquella dolorosa verdad le compré
un pekinés al que le costó aprender a responder al nombre de
Quizá el hombre de tu vida haya estado siempre ante ti.
Y finalmente, aquello tan temido ocurrió un par de noches
después. Los círculos siempre se cierran, para bien o para mal.
Espiaba yo el transcurrir de su tarde de sábado con una mueca
afligida cuando, a eso de las ocho, Laura, que había dejado pasar
las horas postrada en el sofá, pareció resucitar a la vida, entregándose a una actividad frenética. Trajinó con el horno, se duchó y
perfumó concienzudamente, puso música y, para terminar, encendió las velas que había colocado sobre la mesa. No necesitaba
darme más pistas: su cortejo había durado un mes justo, como el
de los pingüinos, un periodo de elaborados cantos nupciales que
finalmente concluía. Con lágrimas en los ojos, la observé vagabundear nerviosa por el apartamento, emperifollada para otro,
aguardando la llegada de aquel caballero andante que sufría por
cada águila abatida, por cada pinsapo talado. Y sentí pena por
ella. A Laura la vida aún no la había zarandeado lo suficiente y,
como los renacuajos de las ranas pumilio, no había tenido tiempo
de desarrollar sus toxinas venenosas, por lo que constituía una
presa fácil para los depredadores. Y al poco, bajando el catalejo,
lo vi llegar con sus andares cansinos, sus tejanos castigados y su
melena enredada, como quien viene a por el pago a tanto gasto
de saliva. Al igual que el tigre de Bengala, Segismundo era un
cazador nocturno, que avanzaba furtivamente, a contra viento,
y tampoco traía vino a la cena. Sólo deseé que Laura no se le
entregara nada más abrirle la puerta, que le hiciera sudar un poco
antes de rendírsele desfallecida, pues existía la posibilidad de que
el ecologista no tuviese paciencia, que, como el puma, gustara de
ataques fulminantes, de potentes persecuciones que sin embargo no duraban más que unos pocos segundos antes de agotarse.
Sin embargo, Segismundo era perro viejo. Puso cara de póquer
cuando aquella Laura sin bata, encaramada a unos tacones y embuchada en un vestido de generoso escote, le franqueó el paso a
su madriguera. Lo noté visiblemente entusiasmado por tener delante más turgencias de las que había calculado, a pesar de lo cual
recibió la copa que ella le ofreció con una sonrisa educada. Sabía
que tenía la partida ganada de antemano. Ahora se trataba de
dominar sus instintos, de contenerse aunque resultara un esfuerzo
doloroso, de evitar por todos los medios tumbarla sobre la mesa y
tomar lo que ya era suyo entre gruñidos feroces. Debía recoger la
fruta sin precipitarse, dejándola caer del árbol por su propio peso.
Se mostró por tanto infinitamente cortés durante la cena, y sólo
se permitió recorrerla de arriba abajo con ojos lujuriosos cuando
ella le preguntó si le apetecía algún postre. Laura agachó la cabeza, ruborizada pero también sumisa, como hacen las hembras de
los cocodrilos tras oler el almizcle del macho. Segismundo era un
tipo independiente y solitario que, lo mismo que el panda, únicamente interrumpía su soledad en los periodos de apareamiento.
Entonces buscaba a la hembra más cercana y competía por ella
con los machos de los alrededores. A mí me había barrido de un
plumazo hacía mucho, así que Segismundo se sacudió las migas
de la barba y se levantó al fin a por su recompensa. Había llegado el momento de derramar algo más que saliva. Lo hicieron al
modo de los lobos, abandonándose a una gresca de dentelladas
y lengüetazos tiernos, hasta que Segismundo pareció aburrirse de
tanto preámbulo carroñero, se colocó a retaguardia y rubricó su
labor de seducción por la vía angosta, con unos envites bruscos y
perrunos que duraron casi treinta minutos.
Solté el catalejo, asqueado. ¿Y ahora? Cuando amamos a una
mujer que no podemos tener, sólo existen dos alternativas: olvidarse u obsesionarse. Y yo contaba con toda la noche por delante
para escoger una de las dos opciones. Los animales me observaban con cierta preocupación. Les dediqué una sonrisa forzada,
dándoles a entender que me encontraba bien, que sabía encajarlas, que la vida me había inmunizado contra los percances sentimentales hacía mucho. Que los tenía a ellos. Pero no sé si resulté
convincente. Contemplando a mis mascotas, mientras la mujer
a la que amaba yacía junto a un hombre que no era yo, me dio
por filosofar y llegué a la conclusión de que los sentimientos eran
como los animales: los había de todo pelaje y condición, y había
que cuidarlos, alimentarlos día a día, limpiarlos con regularidad.
Vivían libres entre los bosques, como espíritus indios, hasta que
algún hombre los adquiría y los encerraba en una jaula de devoción y timidez. Y muchos de ellos, qué duda cabía, acababan por
extinguirse. Podía deshacerme del dolor en el pecho en el que los
últimos días habían convertido mi amor por Laura, como quien
abandona a un perro en una cuneta. O podía seguir alimentando
a aquel animal irascible hasta que la jaula que lo contenía se derrumbara de puro vieja. Era algo que tendría que decidir.
A la mañana siguiente, Laura se levantó de la cama a las siete,
con cuidado de no alterar el sueño de su amante, que dormía a
pierna suelta como un animal saciado. Se vistió el chandal, bajó
a la calle e inició su carrera matinal. Envuelta en la frágil luz del
amanecer, Laura corrió como nunca, poseída por un entusiasmo
de colegiala que producía nauseas. Mi coche la aguardaba al cabo
de la calle con el motor en marcha, como una fiera al acecho. Ni
la olvidaría ni me obsesionaría con ella. Los oscuros senderos de
la noche me habían conducido a una tercera alternativa. Había
descubierto, no sin cierto pesar, que, después de todo, nuestro
destino no era amarnos, tampoco atragantarnos en una fiesta navideña. Tal vez yo había venido al mundo para arrebatarle la vida
a la mujer que amaba, y quizá desde siempre ella había estado
predestinada a una muerte enigmática e intempestiva, a ser arrollada al cruzar la calle por un coche que luego se daría a la fuga.
Las cosas, desgraciadamente, eran así, y Laura aparecía ahora en
mi retrovisor, como si acudiese a una cita, sonriendo de una felicidad que era el reverso de mi pena, y el corazón me latía con saña
y mis manos pringaban el volante con ese sudor frío que reservamos para las hepatitis y los momentos capitales de la vida.
Hoy recuerdo aquel día como una agotadora jornada de tristezas
y aceptaciones. Laura, mi amada Laura, ya no está con nosotros.
Partió a un lugar mejor. Ahora, cada vez que paso ante la tienda
de mascotas con mi nuevo perro, una veinteañera granujienta me
devuelve la mirada con recelo desde detrás del mostrador. Todos
los círculos se cierran, con mayor o menor gracia. Y yo sigo con
mi vida, traduzco a Dickens y paseo por el barrio, y de noche
hurgo en la basura de los noticiarios, por si descubro su rostro
en alguna parte del mundo, luchando por las focas o las ballenas
o cualquier otra causa perdida. Y ovillado a mis pies, dormita
siempre un dálmata, el último animal que le compré antes de que
Segismundo apareciera con las maletas para cumplirle el destino,
y que ya empieza a responder al nombre de No pude hacerlo.
Félix J. Palma nació en Sanlúcar de Barrameda en 1968. Actualmente ejerce de
asesor editorial y colabora asiduamente en prensa. Libros: El vigilante de la salamandra
(relatos, 1998) El amante de vidrio (1998) Métodos de supervivencia (relatos, 1999)
La hormiga que quiso ser astronauta (2001) Las interioridades (relatos, 2001) Los
arácnidos (antología, 2004) Las corrientes oceánicas (2006) Ha obtenido premios
como el Tiflos de cuento por Las Interioridades, 2003; Premio Iberoamericano de
Relatos Cortos de Cádiz por Los arácnidos y en 2005 el XV Premio Internacional de
Novela Luis Berenguer por Las corrientes oceánicas.
PSUR 37
DOSSIER [ Juan Jacinto Muñoz Rengel
Juan Jacinto Muñoz Rengel ] DOSSIER
Las distancias subterráneas
Juan Jacinto Muñoz Rengel
Este relato recibió el Premio Nacional Jóvenes Creadores 2007
del Ayuntamiento de Madrid y ha sido cedido por cortesía del autor.
38 PSUR
Soy un hombre corriente que ha hecho un descubrimiento extraordinario. Sólo un hombre corriente al que el
azar le ha concedido un descubrimiento extraordinario. Me lo tengo que repetir una y otra vez, y a veces creo que
ésa terminará por ser la única frase que articule mi boca cuando mi cordura acabe por rendirse a la demencia de los
años, y que las reverberaciones de mi tráquea cuarteada sólo sabrán dispensar por doquier el aforismo, al charcutero
de Agustín de Foxá con San Ramón Nonato, o a su hijo, a mis nietos, al cartero que sube a entregarme una multa
descarriada casi tan vieja como yo, mientras mis ojos, con el esmalte del iris despostillado, se perderán también en
el círculo y el papeleo de los recuerdos.
Y aun así no me acabo de convencer. Mi descubrimiento es tan insólito que continuamente tengo que reprender
a mis pies para que no se eleven del suelo, y no imaginarme por encima del bien y del mal. Y de esta forma alguien
como yo, un hombre corriente y moliente, que no cree en el sino ni en las señales, tan huérfano y tan ateo, se sorprende a sí mismo una y otra vez creyendo que todo esto lo ha concebido un ser supremo desde otro plano, y que
el descubrimiento le estaba desde antes de nacer ya destinado.
con grandes bolsas de papel, copular con la pelirroja irlandesa de piel sólo infamada por las pecas, con la mulata
hierática de pupilas de vidrieras de ámbar, con la escandinava que despliega sus proporciones como una tarántula
dorada y aria, con la nipona mínima bañada en una pátina de leche cremosa; quién no ha querido ser todas las
mujeres para tener a sus pies a cada uno de los hombres de cada una de las épocas. Quién no se ha sentido recorrido por los ríos de gente del zoco de Constantinopla cuando era el corazón de un imperio, transido en cruz por las
marejadas de rostros diversos de la plaza de La Bastilla, de la Plaza Roja, de la plaza del Capitolio. Yo lo he sentido,
yo me he rendido al hechizo. Lo que me diferencia a mí del resto de los que han deseado ser muchos, es que yo he
descubierto una forma de serlo.
A veces un hombre descubre una puerta que le comunica directamente consigo mismo, y con todos sus yo posibles. Entonces, esas veces, hay que aprender a callar más que nada eso que te define, tu entresijo, tu cábala, tu cifra,
lo que te comunica con todos tus recovecos y que de quedar abierta la puerta te disiparía como la marea se lleva
las formas en la arena.
Esta mañana he vuelto a ver a Charlotte. He bajado a tomar un café y una baguette al Nero en el break de las doce
y media, y allí estaba ella con unos compañeros. Después de comer me he quedado leyendo un rato el periódico en
el sillón, con las piernas cruzadas y un cigarrillo consumiéndose en el cenicero, pero en realidad no estaba leyendo,
sino mirándola a ella a través de los enormes pliegos del The Guardian, esperando la ocasión de intercambiarnos las
miradas, porque al fin y al cabo el otro día ya estuvimos hablando, de algo, de los dulces, en la cola del mostrador.
Cuando miraba el reloj para ver los minutos que me quedaban, ha sido ella quien se me ha acercado (sus compañeros abandonaban el Nero amontonando las rayas de sus trajes ingleses en la pequeña escalera de caracol) y me
ha dicho algo, pero no la he entendido, porque he intentado incorporarme y al descruzar las piernas he sentido el
hormigueo de mi pierna derecha por completo dormida. Así que he sonreído, y he dicho algo con seguridad fuera
de contexto; luego ella se ha quedado callada, y yo me he sonrojado, y he intentado remendar precipitadamente la
falla en la conversación, con fortuna, porque he mencionado algo de la comida y le he dado la ocasión a Charlotte
para que me preguntara si tomábamos el lunch juntos mañana.
Esta tarde, a eso de las cinco, cuando he salido de la oficina, me he subido en el borde del estanque que recorre
la avenida y he ido andando por él hacia Canary Wharf; nadie lo ha notado, pero mis pasos seguían un ritmo, y
cada tres daba un paso más largo, casi un saltito. Entre los edificios de espejos se asomaban a mirarme las estrellas
incrédulas, porque hacía mucho que no me veían bailar. Aunque en realidad no tengo motivos para estar contento,
y ahora, usando el techo de mi habitación para proyectar mis pensamientos, no me puedo dormir, y me pregunto
cómo le voy a explicar a Charlotte que mi vida está en Madrid, que vivo en Madrid, y que trabajo en Londres cada
día, y todo sin revelarle nada acerca de mi descubrimiento.
No resistiré mucho más, lo sé. Hoy, después de desayunar en la cama zumo de naranjas importadas de España
y tostadas de pan de molde con mantequilla, Charlotte se ha colocado frente al espejo de Ikea y ha comenzado a
cepillarse el pelo, desnuda de cintura para abajo. Yo me he quedado mirando el cisma primordial de sus nalgas,
cada vez más cercanas a mi pantalón, que se desperezaba sobre la silla; entre los retales del sueño he creído que las
dos formas simétricas se fundían, y me he acabado de despertar con un sobresalto.
–¡No toques mis pantalones! –le he dicho.
–¿Cómo? –me ha preguntado ella distraída, acostumbrada a no entender mi inglés de recién levantado.
Hace ya días que nos acostamos, en su pequeño estudio de South Kensington. Yo llamo a mi madre (todavía vivo
en casa) y le digo que estoy en el trabajo acabando un proyecto, o que estoy tomando algo con unos amigos en La
Latina y que llegaré tarde, y luego no llego. El otro día incluso fui a casa, me duché, comí algo en la cocina con mis
padres, de pie junto al fregadero, y luego volví aquí, a South Kensington.
–No, nada –le he dicho, comprendiendo que me estaba delatando de forma gratuita. Charlotte se ha puesto las
bragas, y el cangrejo ermitaño de su pubis me ha guiñado antes de sumirse en su caparazón de nácar y encajes.
Under the sea, under the sea, darling it’s better down where it’s wetter, take it from me, ha cantado.
Creo que lo que pasa es que quiero delatarme, en el fondo quiero que lo sepa. Porque no soporto la idea de
que lo compartamos todo menos eso, eso que ha cambiado mi vida, porque no puede ser que no me importe que
esta Charlotte risueña, directora de marketing de Twins & Co, sepa que el bulto bajo las sábanas es mi obscena
erección, y que me importe que sepa que lo que abulta en el bolsillo de mi pantalón es el plano secreto que llevo
elaborando durante años.
Quién no ha estado en Oxford Circus, en pleno cruce de Oxford y Regent Street, embriagado por la riada heterogénea de gentes de todas las razas del mundo, sucediéndose frenéticas como los fotogramas de una película
acelerada, y no ha querido ser todas las almas, vivir todas las vidas. Quién no ha querido ser todos los hombres para
yacer con todas las mujeres, que con sus largas piernas de un sueño de Dalí entran y salen de las tiendas cargadas
El plano. A estas alturas y no puedo decir que esté acabado, porque ni siquiera sé cuánto le falta para estar completo ni si alguna vez lo podrá llegar a estar. Lo que sí puedo decir es que no existe en el mundo un plano de metro
tan completo como el mío. Si alguno de los que viajaban conmigo en mi vagón el día en el que empezó todo, hace
ahora más de diez años, se hubiera levantado de su asiento y me hubiera preguntado:
PSUR 39
DOSSIER [ Juan Jacinto Muñoz Rengel
–Oye, tú, chaval, ¿cómo crees que va a acabar hoy tu día?
Yo me habría puesto firme de un salto y le habría respondido:
–Acabaré borracho, señor. Desparramado en el suelo de la fiesta de la facultad de medicina. Ahogado en un
charco de formol. O, con un poco de suerte señor, en la morgue, haciéndole el boca a boca a alguna estudiante
no demasiado muerta.
Y otros estudiantes del vagón, tan confundidos e impulsivos como yo, no hubiesen dudado en formar filas y corearme entonando toda la lista de psicofármacos comerciales:
–¡El Halcion, el Hacion! ¡El Seconal, el Seconal! ¡El Desoxin, el Desoxin, el Desbutal!
Las señoras que iban a Nuevos Ministerios a hacer sus compras matinales, habrían entonces censurado moviendo sus cabezas:
–¡La juventud, la juventud, la juventud!
Eso más o menos habría sucedido si alguno de aquellos pasajeros anónimos me hubiera preguntado qué esperaba
de mi día. Nunca me hubiese imaginado que al bajarme de la línea diez –que había cogido al lado de casa en la
estación de Chamartín, para cambiar en Nuevos Ministerios a la línea seis, en la que pensaba seguir hasta la Ciudad
Universitaria–, me perdería en el enredo de túneles bajo la tierra y acabaría en Willesden Junction, en la zona tres
de Londres, discutiendo en un inglés básico con una inspectora del London Underground que me pedía la travelcard y yo le enseñaba el metrobús.
Charlotte sospecha. Cuando me preguntó dónde vivía le dije en Holloway, por decir algún lugar lejano de su
estudio, pero ya me ha sorprendido varias veces cogiendo líneas distintas a la Picadilly line, que es la que me llevaría directo de su casa a mi casa. Y ha llegado la factura del teléfono, y tampoco se explica que llame a mi madre a
España para decirle que no voy a ir a dormir a mi apartamento en Londres; cree que soy gilipollas, y una cosa es
guardar un secreto trascendental hasta sus últimas consecuencias, y otra dejar que piensen que uno es gilipollas.
Las razones de más peso, que nos hacen tomar las decisiones día tras día, no tienen nada que ver con las razones
teóricas, son pequeñeces mucho más caprichosas, mucho más ordinarias, alientos velados que intrincan sus raíces
en la estimulación del ego o en eso otro que ahora me está pasando, en el deseo de querer compartir tu vida con
alguien, para neutralizar tu sensación de soledad, aun a riesgo de que se venga abajo todo lo que has construido.
Por eso ahora estoy subiendo a la planta de Twins & Co, y voy a coger a Charlotte de la mano en cuanto la vea, y
la voy a llevar a Praga a golpe de metro, y dentro de quince minutos estaremos en Staromĕstská, y lo primero que
sorprenderá a Charlotte cuando salga de la estación será volver a ver el sol, porque aquí hace rato que ha anochecido y allí todavía quedan varias horas de luz, y nos tomaremos un café en la plaza de la Ciudad Vieja, frente al
ayuntamiento y el reloj astronómico, mientras el sol nos dice adiós con sus doce manos, y tendré que explicarle
todo para que cambie su expresión a la vez boquiabierta y un punto enfadada, todo desde el principio, aunque en
ningún caso le daré mi plano.
Es curioso ver cómo el espacio nos mostraba una cara, plana y aburrida, casi inabarcable, y cómo con el tiempo
hemos ido rascando la máscara hasta desnudar un rostro roto y picassiano, la arquitectura imposible de un Escher,
una película de gelatina cuyos puntos distantes se van quedando pegados según la manipulamos con los dedos.
40 PSUR
Juan Jacinto Muñoz Rengel ] DOSSIER
Para alguien que vive cerca de un aeropuerto es más fácil llegar a las inmediaciones del aeropuerto de la capital
de otro país que a una aldea de su provincia. Para mí, París está más cerca de Bangkok que de Bruselas, Munich es
vecina inmediata de Ontario y de Montevideo. Empleo doce minutos en llegar de Madrid a Londres, y una hora y
diez en trasladarme de la estación de Willesden Junction, en el noroeste de la ciudad, a mi trabajo en Canary Wharf
en el sureste, tomando dos líneas de metro, atravesando el centro, y cubriendo el último trayecto en tren con la línea
de los Docklands Railway.
Por eso acaso mi vida es un tegumento viscoso, que se me queda pegado a la piel apenas avanzo un poco, y la
mayoría de las veces parece que en lugar de avanzar retrocedo, por eso acaso hablo cuatro idiomas y no conozco
la lengua de mi padre, domino los pasadizos secretos del mundo y me pierdo en Leganés y en Barajas, descanso mi
cuerpo en una ciudad, trabajo en otra, y empiezo a tener el corazón en dos lugares.
Estoy tomando un café en la terraza de la pastelería Gerbeaud, en la plaza de Vörösmarty, en Budapest. He
venido hasta aquí en mi propósito de completar mi investigación sobre las conexiones clandestinas del planeta.
Tengo mi plano desplegado sobre la mesa, y me cuesta trabajo alcanzar mi café, porque la taza ha quedado debajo,
y porque un pedigüeño, que lleva al hombro un acordeón pero no lo toca, revolotea a mi alrededor y repite en un
perfecto inglés:
–Give me some change, please, some change.
A pocos metros veo la estación del “pequeño metro amarillo”. Aquí debió de empezar todo. Es la línea de metro
más antigua del continente, y todas mis pistas la señalan como posible centro del mundo. Pero no me puedo engañar, he venido aquí por algo más que por esto. Es la tercera vez que tomo café en el mismo sitio, en la misma mesa,
mientras hago anotaciones ociosas en mi plano y en mis papeles. Y es que he conocido a Annamária, que ahora
hace un rato que no me mira porque está atendiendo una mesa con dos familias numerosas de alemanes (ya nada
es lo mismo con tanto paquete de viajes y tanta compañía aérea, todo parece un decorado de la realidad, por eso
nunca entregaré mi plano, para no contribuir a que la tierra involucione hasta convertirse en un barato atrezzo de
cartonpiedra). Ahora sí, ahora sus ojos negros se han quedado clavados por un instante en los míos, y el café con
leche se me ha hecho yogur en el estómago. Todavía no lo sé, pero dentro de dos semanas, el sábado, la mañana
siguiente a haberme acostado con ella por primera vez, cometeré una estupidez y llevaré a Annamária al londinense mercadillo de Portobello. No obstante ahora, aún inmerso en el baile de dopaminas que me ha provocado
la química de su mirada, para mayor contradicción, estoy escribiendo un poema a Charlotte en el margen de una
servilleta de papel.
Como si hubieran empezado por la cabeza de otro, los pitidos del despertador sólo van cobrando fuerza en tu
cabeza poco a poco, hasta que te perforan la esponja del sueño, dejan escapar la gasa de entelequias, que se enreda
en tu pelo al fugarse, y te hacen abrir los ojos a la negrura del cuarto. Apagas el despertador. Todavía no sabes quién
eres. No te has planteado cuál es tu nombre ni conoces el motivo por el que has de levantarte. Al fin te levantas más
porque tu cuerpo obedece a los ciclos que porque hayas encontrado el motivo. Son las siete de la mañana, pero no
sabes si estás en el meridiano de Greenwich, o si estás unos kilómetros más al oeste y tendrás que sumar una hora.
Por supuesto no te planteas el año, quizá porque tu época es lo más accidental de todo, y podrías haber sido otro y
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DOSSIER [ Juan Jacinto Muñoz Rengel
otra toda la malla de tus amigos y coetáneos; sin embargo, la duda sobre si ponerte una corbata rosa a rayas o una
azul y amarilla te asalta con insistencia, con imágenes claras y rotundas. Ahora sí: quién eres, cómo te llamas, en
qué idioma estás pensando. A tu lado escuchas un resuello. Alargas la mano, alcanzas un pecho, enciendes la luz, y
ves a Charlotte que se queja y se vuelve de espaldas a la lámpara de la mesilla, y entonces ya recuperas tus coordenadas, sabes qué susurrarle al oído, sabes que dentro de un rato estarás en una oficina desde la que se puede ver el
observatorio de Greenwich por la ventana, e incluso resuelves el dilema de la corbata.
Hace unos minutos he cometido otro error. Estaba haciendo el amor con Charlotte y por un momento he creído
que lo estaba haciendo con Annamária; no le he llegado a decir al oído su nombre, pero la he tocado como si fuera
ella, le he hecho lo que a Annamária le gusta que le haga y no a Charlotte, y creo que he hablado en húngaro.
Ahora Charlotte fuma en su lado de la cama. Creo que no sabe por qué está enfadada, pero que de alguna forma
se da cuenta de que algo pasa. No me gusta que fume en el dormitorio, aunque sea su dormitorio, porque luego el
humo se queda dentro de todo. Ninguno de los dos hablamos, pero estamos por completo pendientes del silencio
del otro. Yo quiero a Charlotte lo mismo que cuando comenzamos nuestra relación, hace ahora cerca de un año,
puede que la quiera aún más, y sin embargo Annamária me tiene el estómago trenzado. Yo no pedí quedarme enganchado a Annamária, pero ocurrió, y fue así antes incluso de que hubiera hablado con ella, porque el ser humano
es tan necio que tras una hilera de dientecitos perfectos y unos labios morados, tras unos ojos que parecen hablar
con las refracciones de sus pupilas y el morse de sus pestañas, imagina siempre algo que merece toda la atención
de su universo, como si la ponderación de las facciones tuviera que ser secundada con equivalente armonía de las
cavidades interiores. Annamária ha resultado ser superficial y distante, pero aún me sigue revelando perfecciones
corporales que me mantienen en un estado de estupefacción, y eso no obstante no significa que mi Charlotte risueña, que ahora se disgusta en su lado de la cama, haya perdido una sola hectárea de sus dominios de amor.
–Levanta un poco -le digo, tirando de la sábana bajera, que mientras hacíamos el amor ha ido a parar toda a
su lado de la cama por la tracción de sus dedos, y pienso que quizá después de todo Charlotte tiene más de lo
que le corresponde.
Charlotte levanta el culo y resopla. Yo en realidad me siento culpable, aunque no quisiera, y pienso que lo que
pasa es que no estoy preparado para llevar las varias vidas que había planeado, para ser los muchos yo que hay
encerrados dentro de mí, que hay dentro de cada uno de nosotros. Me preocupa que todo esto me sobrepase, que
alguien se haya equivocado al concederme a mí el descubrimiento, que quizá no debería haberle enseñado a Charlotte a ir a Staromĕstská ni a Annamária a venir a Portobello.
Es ahora aquí de pie cuando me doy cuenta de que hay algo que he tardado en descubrir. Así como hay cosas que
las he descubierto de forma anticipada, y una al menos antes que nadie, antes que todos los que en este momento
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Juan Jacinto Muñoz Rengel ] DOSSIER
pasean por el mundo su tramoya de huesos y músculo y voluntades, y antes que todos aquéllos que han quedado
prendidos en renglones de los libros, así hay otras que se me han escapado, y hasta ahora mismo, leyendo esta nota,
no he reparado en que la elasticidad del espacio y la de la moral corren siempre de forma paralela. Hawking y Kant
se dan la mano, igual que Charlotte y Annamária se deben de haber aliado contra mí, porque si no nada explica la
nota que ahora sostengo entre mis dedos atónitos.
Con la mano izquierda busco agarrar una silla en la que sentarme. La alcanzo al fin, me siento y vuelvo a mirar
el papel. No escuché los crujidos del bien y del mal restallando conforme conseguía forzar las coordenadas de mi
espacio, no advertí que aquella relatividad confusa era sólo la consecuencia de mi vértigo, por eso ahora estoy envuelto en esta circunstancia de la que no sé cómo salir. Creo que volveré a imantar la nota al frigorífico y que tendré
que confeccionar una vez más un plano; pero esta vez, en vez de estaciones y transbordos, las muescas me habrán
de indicar cómo desembarazarme de las capas más pegajosas de mi vida.
Me levanto, pongo la nota sobre la superficie del frigorífico, en la misma posición en la que estaba, como si así
pudiera conjurar el habérmela encontrado, y sobre ella dejo caer el imán. La miro unos segundos más, porque
nunca había visto los nombres de Charlotte y Annamária juntos en un papel, y aún no me explico cómo han ido
a parar hasta ahí.
Otra vez estoy sentado en la mesa de la cocina americana del estudio de Charlotte. Son las siete, fuera es de
noche hace tres horas, pero las estrellas no alcanzan a mirarme por la ventana, o ya no les intereso. Estoy sentado de espaldas a la nota. Me he bebido un zumo de naranja, y la marca de mis labios en el borde del vaso me
recuerda una de las caras de la nota: Besos. Me esfuerzo en concentrarme en la etiqueta de la bolsa de naranjas,
que asegura que han sido traídas de España, para no pensar en la otra cara de la nota. Ya no quiero pensar más
por hoy en la nota, ni en supercuerdas ni en imperativos categóricos, me haré un sándwich y me iré a dormir,
y hasta mañana. Mañana ya veré qué hago, cómo me las arreglaré para no pensar más en el reverso de la nota,
en la cara de la nota que es una fotocopia del registro de propiedad intelectual de mi plano, con los nombres
impresos de Charlotte y Annamária.
Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974). Escritor español. Cursó el doctorado en Filosofía y ha ejercido la docencia tanto en España como en el
Reino Unido. En 1998 fundó la revista de filosofía y teoría de la literatura Estigma, editada por la Diputación de Málaga. Ha trabajado como columnista en
diversos medios y ha colaborado con revistas especializadas como Anthropos, Clarín, Barcarola o Clío, el pasado presente. En la actualidad es profesor
de la escuela de escritura creativa Fuentetaja de Madrid, y dirige el programa “Literatura en Breve” de Radio Nacional de España, Radio 5, y la sección de
relato corto del mítico programa “El Ojo Crítico”, Radio 1. En los últimos años su trayectoria como autor de relato corto ha sido avalada por más de cuarenta
premios nacionales e internacionales, entre los que se encuentran los más relevantes del género en lengua castellana, entre ellos el Fernando Quiñones, el
Julio Cortázar de Cuba, el Miguel de Unamuno, Hucha de Oro, o el Premio Internacional de Relatos Cortos La Felguera, el certamen más antiguo de España
en su modalidad. También ha sido finalista del Premio Mario Vargas Llosa de Novela.Su obra ha sido traducida al inglés y al ruso. Ha publicado el libro de
relatos, 88 Mill Lane (Ed. Alhulia, 2005).
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DOSSIER [ Noemí Montetes-Mairal
Noemí Montetes-Mairal ] DOSSIER
Una reflexión
sobre la narrativa
de la generación
AFTERPOP
ENSAYO
por Noemí Montetes-Mairal
Universidad de Barcelona
La literatura actual interesa. Interesa
mucho. Para comprobarlo, no hay más
que asomarse a los últimos números de las
principales revistas culturales de este país,
así como a sus suplementos literarios más
destacados, sin olvidar, por supuesto, el
eco inmediato que un asunto tan candente
encuentra en los blogs –o en las bitácoras,
como prefiere la RAE- más concurridos. Y
es que cómo nos gusta polemizar, canonizar, subir y bajar del pedestal a unos y a
otros a golpes de crítica enfervorizada y/o
desafortunada. El mundo cambia demasiado deprisa, las generaciones, los gustos
literarios tienden a sucederse con excesiva
celeridad: todavía no se ha bajado una del
podio que ya pugna otra por sucederla.
¿Qué es lo que ocurre? O planteémoslo de
un modo distinto, quizá más acertado: ¿es
esto realmente lo que está sucediendo?
Veamos lo que ocurre en el campo de
la narrativa. Recientemente, al calor de
la aparición de dos obras especialmente
fundacionales, se ha fraguado un nuevo
marbete, la llamada “generación nocilla”
o “generación afterpop”. Las dos obras
en cuestión son la novela Nocilla dream,
de Agustín Fernández Mallo (Candaya,
2006), y el ensayo Afterpop. La literatura
de la implosión mediática, de Eloy Fernández Porta (Berenice, 2007). Pero nos
equivocaríamos si pensásemos que estamos ante una tendencia que acaba de empezar, porque no es así, ya que muchos de
los autores que forman parte de este grupo fundacional ya hace la friolera de una
década que andan haciendo sus pinitos en
44 PSUR
el mundo de las letras, e incluso algunos
de ellos -el “grupo de Barcelona”, por ponernos academicistas- se conocen desde
bastante antes de esa fecha. ¿Y quiénes lo
constituyen? La nómina es amplia. Entre
los que se han ido añadiendo desde sus
inicios hasta el día de hoy podemos contar
con –por orden cronológico- los siguientes: Germán Sierra (1960), Juan Francisco
Ferré (1962), Agustín Fernández Mallo
(1965), Montero Glez (1965), Julián Rodríguez (1968), Manel Zabala (1968), Vicente Luis Mora (1970), Javier Fernández
(1970), Doménico Chiappe (1970), Lolita
Bosch (1970), Josan Hatero (1970), Mercedes Cebrián (1971), Kiko Amat (1971),
Hernán Migoya (1971), Gabi Martínez
(1971), Héctor Bofill (1973), Álvaro Colomer (1973), Javier Calvo (1973), Isaac
Rosa (1974), Eloy Fernández Porta (1974),
Milo Krmpotic (1974), Mario Cuenca Sandoval (1975), Harkaitz Cano (1975), Jorge
Carrión (1976) y Robert Juan-Cantavella
(1976). Y es probable que me deje algún
nombre en el tintero.
De hecho, por lo que se refiere a Eloy
Fernández Porta (quien no sólo ejerce de
creador sino también de crítico de cabecera –últimamente se ha sumado a este doble
papel Vicente Luis Mora-), conviene aclarar que el citado Afterpop no es el primer
ensayo que publica en formato libro en el
que trata de dar carta de naturaleza a las directrices estéticas del grupo. En 2004 editó
la antología de relatos Golpes. Ficciones de
la crueldad social, en cuyo prólogo esbozaba una teoría programática en la que, en-
tre otros aspectos, sostenía que convenía
un cambio por la vía del realismo social
más violento y áspero. No obstante, su
apuesta más ambiciosa hasta el día de hoy
es la propuesta en Afterpop, donde propone integrar la estética poppy, la cultura de
masas y de los medios de comunicación
–no en vano esta última generación de autores es la más familiarizada con la world
wide web, los blogs, los audiovisuales, las
nuevas formas de expresión y manifestaciones artísticas más punteras e iconoclastas, la publicidad, los cómics, el ciberpunk,
el videoarte y un largo etcétera-, con la
cultura más académica y erudita. Y todo
ello expuesto con un punto de ironía y un
mucho de imaginación que convierte este
ensayo en un libro de referencia si queremos adentrarnos por las sendas de esta
nueva narrativa.
Pero retomemos el hilo de las preguntas aventuradas unos párrafos más arriba:
¿nos encontramos realmente frente a una
generación? Y si es así: ¿asume esta algo
tan propio de toda generación emergente,
como es intentar derribar del pedestal a
la anterior? La respuesta nos llevaría muy
lejos, a replantearnos cada cuánto se sucede una generación, pero lo cierto es que
desde que lo estableciese Petersen ha llovido mucho y el tiempo corre ahora mucho
más deprisa que entonces. Por otro lado,
en realidad estos autores no se están enfrentando contra escritores mucho mayores, sino prácticamente coetáneos (los que
se dieron a conocer hace aproximadamente diez o quince años –en los noventa- tie-
nen aproximadamente su edad o se llevan
con ellos apenas cinco años); es decir: para
alcanzar una cierta notoriedad no van a tener que matar al padre, sino, en todo caso,
al hermano mayor.
Pero, además, a la hora de analizar las
relaciones entre este grupo de escritores
más o menos inéditos de veinte y pico a
cuarenta años, y el medio en el que surgen, conviene tener presentes ciertas cuestiones, como por ejemplo: ¿de qué salidas
disponen o qué deben hacer a la hora de
darse a conocer, ante la existencia de un
mercado saturado de novedades de todo
tipo en el que continúan publicando con
éxito autores de treinta y pico hasta más de
ochenta años, todos ellos reconocidos por
crítica y público? ¿En un país, además, con
los principales premios literarios copados
-porque en lugar de aventurarse a descubrir talentos prefieren vender ejemplares,
de modo que apuestan sobre seguro, a
caballo maduro y ganador-? ¿Y en el que,
en fin, las editoriales no suelen arriesgar
en exceso con los autores noveles? Pues
hacer aquello a lo que durante décadas se
han dedicado los escritores jóvenes desde
que el mundo es mundo, con escasas variaciones: sólo hace falta echar un poco la
vista atrás para darse cuenta. Pongamos un
ejemplo de lo más básico: los señoritos del
27 no dudaron en sacar a la luz sus textos
en diversas revistas que apenas duraban
uno o dos números -aunque también colaboraron en algunas que alcanzaron una
mayor vida-; con la excusa del homenaje a Góngora montaron un acto-reunión
generacional que daría carta de identidad
al grupo en el salón de la Real Sociedad
Económica de Amigos del País, en Sevilla
(porque no pudo celebrarse en el Ateneo,
por mucho que todo el mundo se obstine
en citarlo mal); y, finalmente, para acabar
de rizar el rizo, Gerardo Diego publicó la
célebre antología Poesía española contemporánea (1932 y 1934) (hubo más actos, más
encuentros, así como manifiestos, pero los
acontecimientos decisivos e históricos por
excelencia fueron estos).
Con diversas variantes, a lo largo de
las décadas posteriores, nos encontramos
con que la única salida que le resta a todo
escritor novel que pretende hacerse visible (en un momento en el que la generación literaria anterior todavía se halla
en la cresta de la ola) consiste en aliarse
con otros tantos en su misma situación,
con los que presente una serie de similitudes estéticas -y generalmente con los que
mantenga una relación de amistad-, y con
los que finalmente se apreste a fundar una
revista, suscribir un manifiesto, organizar
un acto generacional, promocionar una
antología poética o, en su defecto, un ensayo de cabecera que les otorgue carta de
naturaleza… Con variaciones, esto es lo
que de nuevo encontramos –siguiendo el
hilo de la historia de la literatura española-, en generaciones posteriores al 27, con
escritores más o menos reunidos alrededor de revistas como Espadaña, Cántico,
Postismo o tantas otras; antologías como
la de Ribes o las diversas de Castellet; encuentros como el de Coulliure –y su foPSUR 45
DOSSIER [ Noemí Montetes-Mairal
tografía histórica-; o ensayos como el de
Carme Riera -y su fotografía histórica-…
Y ahora trasladémonos al grupo que nos
ocupa: ¿acaso -salvando las debidas distancias históricas- no podemos trazar un
plano de exactas simetrías? Si -por poner
uno de los muchos ejemplos que la historia literaria nos brinda- los señoritos del
27 fundaron sus propias revistas efímeras
para poder autopublicarse, este grupo dispone también de sus propias plataformas
críticas: en un inicio Lateral, más tarde
The Barcelona Review, después Quimera, y,
por descontado, el mundo de los blogs
-especialmente el de Vicente Luis Mora,
aunque cabe destacar también el reciente
www.generacionnocilla.blogspot.com-. El
equivalente a la “foto de familia” del homenaje a Góngora del 27, o del homenaje
a Machado del 50, vendría a ser el Congreso de Narrativa Última NEO3, que
organizó el Círculo Lateral en marzo de
2007 -aunque anteriormente había habido
un encuentro de nuevos narradores en la
Fundación Torrente Ballester en abril de
2004, seguido del Festival Kosmópolis
en 2005, el encuentro organizado por el
Instituto Cervantes de París en febrero de
2006 y, finalmente, en junio de 2007 tuvo
lugar un nuevo encuentro en Sevilla-. Las
distintas antologías fundacionales -léase las
de Ribas, Castellet, etcétera- presentan su
correlato en el primer Almanaque cult-fiction, coordinado por Javier Calvo en 1999,
o la citada antología de relatos Golpes, editada por Fernández Porta. No olvidemos
el libro fundacional, crucial, que da carta
46 PSUR
Noemí Montetes-Mairal ] DOSSIER
de identidad al grupo -al modo de Poesía
española contemporánea, o La Escuela
de Barcelona, por poner dos ejemplos en
cuanto a la no muy lejana historia de la literatura se refiere-, que en este caso sería
Afterpop, aunque también deberíamos incluir los diversos ensayos de Mora, especialmente Singularidades (Bartleby, 2006), y
La luz nueva (Berenice, 2007). Lo curioso es
que, en el caso de este grupo de narradores, han sido el llamativo título de la novela más exitosa –la afamada Nocilla dream,
de Fernández Mallo, que ha obtenido los
plácemes de crítica y público-, así como el
del ensayo más carismático, Afterpop, los
que han acabado denominando al grupo
-“generación nocilla” o “generación afterpop”-. No debe sorprendernos: los neologismos o las palabras excéntricas en títulos
importantes suelen quedarse grabadas con
facilidad en el imaginario colectivo, como
también sucedió con los novísimos.
Y así, una vez conocidos, una vez “lanzados al estrellato” como tal grupo, habiendo
conseguido por fin su ración de pastel del
mercado publicitario y editorial ¿qué es lo
que tocaba seguidamente? Lo de siempre,
por supuesto. Renegar de la existencia de
tal grupo, negar la existencia de generaciones. No seré yo, por supuesto, quien las defienda, bien al contrario, y en mucha menor medida en las últimas décadas, que si
por algo se caracterizan es justamente por
la diversidad, la transversalidad, la pluralidad y la heterogeneidad de las propuestas
artísticas, de tal modo que han llegado a
influirse entre sí autores de muy distintas
edades y concepciones estéticas. Lo que
ocurre es que resulta más que sospechoso
que siempre, sin excepción, cuando por
fin el grupo consigue hacerse el hueco deseado tanto en el mercado editorial como
en los medios de comunicación, a base de
batallar por él con esfuerzos ímprobos, de
repente sus componentes renieguen de
su adscripción al mismo y defiendan su
individualidad a ultranza. Se podría argumentar que se trata, al fin y al cabo, de una
condición propia del ser humano escritor:
ir quemando etapas, madurar, singularizarse, dar los primeros pasos dentro de un
grupo y proseguir el camino siguiendo una
línea más personal. Lo curioso, no obstan-
te, es que ese punto de inflexión siempre
se dé, indefectiblemente, en el momento
en el que el individuo logra la fama per se,
y raramente antes, o después (un ejemplo
muy claro lo tenemos en Valente, quien
una vez logra el reconocimiento de modo
particular, tratará por todos los medios de
desligarse de la generación del 50). Algo
análogo sucede en la actualidad con estos
escritores. O, al menos, con los más conocidos, los que han firmado para las editoriales más importantes, colaboran en las
revistas o suplementos más destacados, y
por ello pueden prescindir del abrigo de
un grupo. De nuevo, la historia se vuelve a
repetir. Como tantas veces.
Pero dejemos estos puntos y pasemos
a analizar otros que, por descontado, revisten un interés muchísimo mayor, como
son sus presupuestos estéticos. Ya hemos
apuntado los defendidos por Fernández
Porta en Afterpop, pero ¿cómo se concretan en las obras narrativas de estos autores? Llama la atención la agresividad con
que formulan sus iniciativas -no olvidemos
el título de la antología de relatos de este
último, Golpes-. Así, subraya Javier Calvo
que esta generación “es una energía y una
actitud, y también un insulto al sistema.
Esa es la verdadera diferencia con proyectos literarios anteriores (…) desprecio al
mercado, histeria teorizante, provocación,
histrionismo y amor por la controversia”
(Cultura/s, 12-9-07), para más tarde subrayar su mesianismo y egolatría. Desde luego, audacia y orgullo no les falta: no dejan
de autocitarse y darse autobombo entre
ellos a poco que se les presenta la ocasión,
en claro afán de autodefensa colectiva.
Estarán en contra del nombre impuesto
desde fuera y del concepto de generación,
pero lo cierto es que se desenvuelven
como una guarnición dispuesta a todo y
contra todos.
Otro de los aspectos medulares, que todos ellos insisten en subrayar, se refiere a
la importancia capital de las nuevas tecnologías, el mundo audiovisual, el lenguaje
televisivo, las redes virtuales, los iconos de
la realidad cinematográfica y publicitaria;
es decir, hasta qué punto esos referentes
han modificado los símbolos de la realidad vital vigente y condicionan de modo
inexorable la nueva manera de plasmar el
arte a comienzos del siglo XXI. Sin vuelta
atrás. Lo que ocurre es que, a la hora de
plasmar esos avances –visuales, auditivos,
sensitivos, al fin y al cabo- y expresarlos
con recursos literarios -a la postre, los instrumentos de los que no tiene más remedio
que valerse el escritor, por mucho que pretenda “insultar al sistema”-, lo cierto es que
finalmente el lector avezado se da de bruces con unos textos que, al margen de su
calidad literaria -en algunos casos notable-,
no pasan de ser una nueva reelaboración
de la herencia de las vanguardias. Con la
novedad que supone la incorporación de
las nuevas tecnologías, por supuesto, pero
sin mayores avances estéticos que los meramente argumentales.
Así, esta generación es heredera directa
tanto de las vanguardias de principios del
XX como de la generación novísima de los
años setenta. Los afterpop -como todos los
jóvenes contemporáneos suyos- se sienten
atraídos por el mundo de la tecnología y
por todo el vasto universo de posibilidades que esta les brinda; paralelamente, los
vanguardistas se sintieron seducidos por
las máquinas, las fábricas, las ciudades,
los objetos fruto de los nuevos avances
técnicos. De igual modo -como proponía
Ortega en La deshumanización del arte y en
El arte de la novela-, los vanguardistas abanderaron la intrascendencia del arte, la estética lúdica, el lenguaje paródico, la ironía
verbal, la defensa de un estilo autorreferencial, autotélico, una serie de preceptos
que son igualmente defendidos por los
afterpop, quienes también abanderan los
mecanismos conceptuales inherentes a la
vanguardia y, siguiendo a Ortega -les guste
o no-, dejan de lado la narratividad y el desarrollo en profundidad de los personajes
-algunos de ellos, que no todos: componen
un grupo demasiado numeroso como para
respetar los mismos parámetros formales
al alimón- y apuestan por valores como la
fragmentariedad del discurso, la multidisciplinariedad y el experimentalismo.
Son postulados que singularizaron la estética de los años veinte y también la de
mediados de los sesenta y primeros setenta. En este último caso los narradores
y poetas no sólo tendieron puentes hacia
las vanguardias históricas españolas –así
como hacia los movimientos minoritarios
o autores marginales que después de ellas
las siguieron enarbolando como enseña
estética en el erial realista-, sino que rePSUR 47
DOSSIER [ Noemí Montetes-Mairal
nunciaron a la tradición española anterior
a ellos con escasas excepciones, y viraron
su punto de mira hacia la literatura americana y europea contemporánea e incluso
a los clásicos europeos y de la Antigüedad
allende nuestras fronteras. Por no mencionar la atracción hacia las estéticas pop y
camp, el jazz, los cómics, la televisión, la
publicidad, o por los mitos emergentes de
la cultura popular.
Todo ello quedó reflejado en sus textos,
mediante el empleo de recursos como la
fragmentariedad, el conceptualismo, la
mezcla de todo tipo de discursos y voces
narrativas, el experimentalismo, el desprecio por la narratividad y la creación de
personajes -pero no siempre- en beneficio
de la consagración del lenguaje como el
protagonista indiscutible… Sin muchas diferencias, o, mejor dicho, con el añadido
de los últimos avances tecnológicos en el
caso de los afterpop -un añadido que tampoco viene a agregar un enorme avance
estético en la calidad de los textos-, las
obras de los autores de esta generación, en
el fondo, no hacen sino sumarse a la tradición de la ruptura, según definición de
Octavio Paz. Si es que se puede hablar de
ruptura, algo que, francamente, después
de todo lo expuesto, cabe poner bastante
en entredicho.
Exponía recientemente Fernández Mallo (Cultura/s, 26-9-07) que una de las bases de la nueva estética es la hibridación
de géneros. Indicaba que ese recurso no
consistía en un mero retorno a los modelos
de los años veinte o sesenta -si bien, a todo
48 PSUR
Noemí Montetes-Mairal ] DOSSIER
esto, cabría puntualizar que la fusión de géneros comenzó a darse en la época romántica y se generalizó en el modernismo-,
pero que en la época actual constituye un
paradigma distinto: si antes se creaba desde el conocimiento, ahora se hace desde
la información. Mora por su lado apunta
que se parte de la visualización para llegar,
después, a la escritura. A los comentarios
de ambos autores se debería añadir: el
punto de arranque puede ser distinto, pero
¿el resultado también lo es? Porque será
importante el proceso, pero lo realmente
significativo es su conclusión.
Pero no me interpreten mal: con toda
esta batería de razones si algo no pretendo es demostrar que nos encontramos
ante un bluf. No es eso, ni mucho menos.
Trato, simplemente, de encuadrar a estos
narradores en el lugar que les corresponde, y subrayar que no precisan emplear
un talante agresivo, enarbolar banderas
tecnológicas o neologismos identitarios
para ser mejores escritores. No lo necesitan. Y porque como se descuiden, como se
apliquen más en épater y en singularizarse
que en preocuparse por escribir bien van
a entrar a formar parte, como mucho, de
los movimientos literarios, pero no de la
Literatura.
Hace tan sólo unos días apareció el dossier “Nuevas tecnologías narrativas” -coordinado por Mora, precisamente- en la revista Quimera (nº 290, enero de 2008). Me
llamó especialmente la atención una frase
de Ricardo Menéndez Salmón -autor que,
aunque se le ha relacionado por edad con
este grupo, no comparte preceptos estéticos con ellos-: “hoy el escritor, para derrocar la dictadura de la imagen, debe crear
imágenes más poderosas que aquellas captadas por nuestros ojos y por sus prótesis
tecnológicas”. Quizá ahí esté el quid, no
sólo de la salida hacia delante de estos autores, sino del futuro de la literatura en el
siglo XXI, y no me extraña haberla leído
en un autor de su exigencia. Porque al fin
y al cabo, conceptos y técnicas como los
que desgranaba didácticamente Borrás en
el artículo sobre lo que denomina “lit(art)
ure” y que se incluía en la citada revista no
describen más que instrumentos tecnológicos, pero dejan de lado la literatura. No
son más que prótesis. A día de hoy, no lo
olvidemos, socialmente, estadísticamente,
la imagen siempre ganará la batalla a la escritura, el audiovisual aventajará a la palabra. Se pueden aplicar al texto sus recursos
para enriquecerlo, pero no para subordinarlo a él, porque el texto siempre habrá
de quedar en inferioridad de condiciones.
Será preciso, por tanto, para impedir el
avance inexorable del mundo audiovisual,
para que este no elimine o fagocite al verbal, que crear, con la fuerza del lenguaje
como motor principal –sin ortopedias tecnológicas- imágenes escritas inmortales.
Obviamente, Mora, como teórico, estará
en desacuerdo conmigo, al menos a tenor
de lo que sugiere en La luz nueva: que la
realidad actual no puede sustraerse de ser
narrada bajo el prisma del nuevo enfoque
tecnológico, audiovisual y de los mass media, que aquellos que continúan creando
desde los supuestos habituales -a los que
él denomina “tardomodernos”, y que son la
amplísima mayoría de nuestros narradores-, están francamente demodés, y que,
por tanto, se precisa un urgente cambio de
rumbo estético que contemple esta nueva
realidad palpable socialmente en el ámbito de la creación literaria. La cuestión es:
¿esta mudanza es realmente tan precisa,
irreversible y, por otro lado, absolutamente estructural?
Subraya Mora -esta vez con gran acierto-, al principio del citado ensayo La luz
nueva, que en la actualidad el ciudadano
común dispone de poco tiempo para dedicarle a la lectura, y que en ese tiempo
escaso no se le debe procurar literatura
de evasión, porque ya se ha evadido suficientemente (?) el resto de la jornada. A
esta afirmación de Mora cabría añadir: ¿y
no han pensado estos mismos teóricos y
narradores, siguiendo el mismo procedimiento lógico, que un ciudadano del siglo
XXI, bombardeado hasta la extenuación
por los medios de comunicación, la tecnología audiovisual y la publicidad, que ese
hipotético lector –notre semblable, notre
frère- no está esperando, cuando finalmente se sienta a leer una obra literaria,
encontrar -más allá de que en ella puedan
reflejarse de manera secundaria los aspectos destacados por Mora o Fernández
Porta-, determinados valores, imágenes,
conceptos e ideas que los trasciendan, que
buceen en la esencia de aquello que, desde
el inicio de los tiempos, convierte una obra
en universal? Aquello indefinible que le
conmocione, le altere por dentro de modo
irreversible, golpeándole en el estómago,
como quería Kafka.
Llegados a este punto, la estética elegida viene a ser lo de menos. Los versos de
César Vallejo -probablemente el mejor
poeta hispanoamericano del siglo XX- sacuden al lector con una fuerza similar si
son de su primera época, más modernista,
como si opta por el vanguardismo o se decanta por la poesía de combate ¿Por qué?
No sólo por su aguda exigencia estética
constante desde sus inicios, sino porque
en ellos aletean los universales humanos:
el dolor y la muerte, el ser del hombre, la
madre, la divinidad, el tiempo, el amor, el
hambre, la angustia, la realidad descoyuntada, la guerra, la dialéctica entre el bien y
el mal, la reflexión sobre el lenguaje. Con
escasas excepciones, son los argumentos
de todas las obras literarias desde Homero hasta la actualidad: la diferencia estriba
en la manera de tratar esos temas, cómo
logran calar tanto en el ámbito emotivo
como en el estético-intelectual del lector.
Conjugar ambos es un arte de seducción
y de talento que, pretender defender que
dependa de la inclusión de una serie de
elementos tecnológicos para volverlo más
afín a los tiempos que corren me parece
francamente baladí. Una obra será estéticamente válida o dejará de serlo independientemente de ello. Nocilla dream, de
Agustín Fernández Mallo, es una buena
obra, por tanto, independientemente de
haber sido escrita siguiendo los cánones
de esta corriente. Valga este fragmento
como ejemplo, su capítulo 93:
No existe espacio si no existe luz. No es posible pensar el mundo sin pensar la luz (lo dijo
Heráclito, lo dijo Einstein, lo dijo el Equipo-A
en el capítulo 237, lo dijeron tantos). Y sin
embargo dentro de cada cuerpo todo es oscuridad, zonas del Universo a las que la luz jamás
tocará, y si lo hace es porque está enfermo o
descompuesto. Asusta pensar que existes porque
existe en ti esa muerte, esa noche para siempre.
Asusta pensar que un PC está más vivo que tú,
que adentro es todo luz.
( enero de 2008 )
PSUR 49
DOSSIER [
] DOSSIER
Isaac
Rosa
ENTREVISTA
Por Fernando Clemot
INTRO. Isaac Rosa (Sevilla, 1974)
era uno de los nombres que hace tiempo
teníamos apuntado entre nuestras
preferencias a la hora de hacer
una entrevista…
Los motivos… Hace años que Isaac
nos había parecido un escritor especial,
interesante por lo que propone
y su actitud ante la novela.
Isaac Rosa nos ofrece un escenario
novelístico innovador y en muchos
aspectos contra corriente. Le hemos
preguntado por el gran éxito que supuso
El vano ayer (Seix Barral, 2004) por la
que obtuvo el Premio Rómulo Gallegos
y el Andalucía de Crítica en 2005 y que
ya venía anticipado por La malamemoria
(1999) Recientemente ha publicado
en Biblioteca Breve ¡Otra maldita novela
sobre la Guerra Civil! (2007) en la
que ahonda en algunos de sus temas
emblemáticos.
-Nos gustaría que nos resumieras en pocas líneas tus comienzos: las motivaciones para empezar a escribir, las lecturas de ese tiempo, tus
primeros devaneos literarios...
-Fui un escritor tardío porque fui un lector tardío. Cuando digo que soy un escritor tardío siempre hay alguien que se
extraña, porque publiqué mi primer libro
–una obra de teatro- con veintidós años.
¿Tardío? Sí, porque en realidad era prácticamente lo primero que escribía, hasta
pasados los veinte años no me había interesado la escritura, porque era en efecto un lector tardío. Como muchos de mi
50 PSUR
generación, no tuve, ni en la escuela ni en
la familia, una educación lectora, y llegué
tarde y mal a la literatura.
- ¿Qué te motivó a escribir El vano ayer?
¿Cómo se te ocurrió darle esta forma de “novela en construcción” o “novela frustrada”?
-Por una parte, la frustración existió inicialmente. Quería escribir una novela, digamos más convencional, sobre el pasado
reciente español, y me di cuenta de que
era preso del discurso existente, de unos
temas, una forma y hasta un lenguaje del
que era difícil escapar, y que condicionaban el “qué” a partir del “cómo”. Por eso
decidí darle la vuelta y mostrar las costuras de la novela, para enfrentarme, desde
la literatura, a ese discurso que desde la
ficción se ha construido en torno a la guerra y al franquismo.
-En general la crítica ha destacado siempre la
calidad literaria y la originalidad formal de
tus novelas pero se ha obviado el fondo de estas.
¿Te ha decepcionado esta recepción un tanto
hueca de tus obras?
-Más que decepcionarme, me sorprendió.
No entiendo que se pueda hablar de El
vano ayer obviando los aspectos temáticos,
sin hablar de represión, de tortura, de continuidades del franquismo, de herencias en
el presente. Si en cualquier obra el fondo
es difícilmente separable de la forma, creo
que en la mía lo es especialmente, pues
está escrita de esa forma para abordar ese
fondo, no por un capricho estilístico ni por
ninguna forma de experimentalismo.
- ¿Te gusta el término “literatura comprometida”? ¿Podrías darnos una definición o puntos
fuertes para definirla?
-Me guste o no, creo que es un término
algo gastado, manipulado, y que provoca
confusión. Fue útil para un tiempo, pero
hoy no nos dice nada. Aparte de que el
compromiso se ha devaluado, y nos encontramos con numerosos escritores que
se dicen comprometidos, y lo están con
causas cómodas, incluso rentables a efectos de apreciación de sus obras, de acumulación de capital simbólico. Aparte
de esto, como digo, hablar de un escritor
como “comprometido” es como no decir
nada. Hay que preguntarse: ¿comprometido con qué, o con quién? Un autor que
me interesa, Jesús López Pacheco, daba
la vuelta a la definición y distinguía arte
libre y arte comprometido, siendo este último el comprometido con el poder, con
el discurso dominante, pues suele ser el
compromiso más visible. Pero además, el
compromiso deja la elección en el lado
del autor, en su voluntad: se compromete
si quiere, con lo que quiere. Yo prefiero
hablar en términos de responsabilidad,
como algo que antecede al autor en su
decisión de escribir, una responsabilidad
que está ahí antes de empezar a escribir,
que no puede eludir, porque depende de
cómo leemos, del papel que los lectores
damos a la literatura, de cómo nos relacionamos con el mundo a través de ella,
de cómo tomamos de las ficciones los
valores, los códigos, el lenguaje con que
nos relacionamos con el mundo. Eso im-
plica una responsabilidad de la que nadie
puede desentenderse. Hasta la literatura
más aparentemente evasiva propone una
interpretación del mundo a los lectores.
más interesantes sobre el franquismo o la
transición, las que nos permitirán entender
aquel tiempo, están por escribir, y corresponden a autores que no vivieron aquellos
años. Lo mismo podría decirse del cine.
- En las dos últimas décadas se han publicado
incontables novelas sobre la Guerra Civil pero
no tantas ni tan señaladas sobre el larguísimo
periodo del Franquismo. ¿A qué crees que se
debe este olvido?
-Es cierto. Se han publicado muchas novelas sobre la Guerra y pocas sobre el
franquismo. Pero además, entre éstas últimas, la mayoría se refieren a la primera posguerra, los años cuarenta, y según
avanzamos en el franquismo apenas hay
títulos sobre los años sesenta o setenta, el
tardofranquismo, y menos aún sobre la
transición. ¿A qué se debe? Sin duda, el
tiempo más reciente es más molesto para
el presente. Las claves de nuestro tiempo
no están en lo sucedido hace setenta años,
sino en el tardofranquismo y la transición,
donde se configura el sistema español actual. Ahí están muchas claves, pero mirar
de forma crítica a esos años puede romper la ilusión de democracia sin pecado
original que vivimos.
- Algunos de los mejores novelistas de la literatura española han dado por cerrado un proyecto o “gran obra” ( Vila-Matas con Montano- Pasavento- Bartleby; Marías con sus tres
últimos títulos...) ¿Das por cerrado también tu
proyecto con Otra maldita novela...? ¿Con
qué rasgos generales resumirías estas tres primeras novelas?
-En lo temático sí considero cerrado un
ciclo. Ya he dicho todo lo que tenía, todo
lo que podía decir sobre el franquismo o
la Guerra Civil. No volveré sobre esos temas, no desde la ficción, aunque me sigan
interesando y pueda aproximarlos desde
el periodismo de opinión u otras formas
de escritura. En lo formal, en cambio,
no hay cierre de ciclo. Mis tres novelas
han sido una progresión, una maduración
como escritor, de ir encontrando un tipo
de escritura, una voz en la que sentirme
cómodo, y en la que profundizaré en
próximos libros.
- ¿Qué ventajas crees que tiene hablar sobre el
Franquismo sin haberlo vivido directamente?
¿Crees que te favorece esta distancia?
-Sí, permite una mayor distancia crítica,
que en mi caso adopta forma irónica. Mi
generación (nacidos en los setenta) puede
hablar con más libertad, sin miedos, ni deudas, ni vergüenzas. Creo que las novelas
- ¿Qué opinas del peso que ha ido adquiriendo
la literatura norteamericana ( Eduardo Lago,
Loriga, Fernández Mallo, la catalogada como
“Generación Nocilla”...) en el panorama español de los últimos años?
-Somos una cultura colonizada, es evidente. Lo vemos con claridad en lo cinematográfico y televisivo, donde el peso de la
influencia norteamericana parece la única
tradición posible. Y cada vez lo es más en
la literatura, donde muchos autores miran
únicamente, o al menos preferentemente, a la literatura norteamericana. A mí,
como lector y como autor, buena parte de
la narrativa norteamericana actual, al menos la que se publica y celebra en España,
me deja bastante frío. Me reconozco más
en otras tradiciones. Y esa fuerte influencia tiene consecuencias sobre la forma de
escribir. Leo novelas de autores españoles que me parecen traducciones (y malas
traducciones) de novelas norteamericanas
(de malas novelas norteamericanas).
-Hemos dedicado este número y el anterior a
conseguir una fotografía del momento actual
de la literatura española. ¿Qué aspectos destacarías de estos últimos años? ¿Podrías señalarnos algunos autores u obras que consideres
imprescindibles?
-Como lector pienso que, salvando las
excepciones, el momento de la literatura
española es bastante bajo. Se publica mucho, es cierto, y aparecen nuevas voces,
pero encuentro poco que me interese. Me
acerco a libros elogiados por la crítica que
me provocan gran decepción. Si tengo
que hablar de autores u obras imprescindibles no miro a los nuevos autores, que
todavía están por madurar, aunque entre
ellos haya escritores que me interesen más
o menos. Hablaría de clásicos vivos, como
Sánchez Ferlosio, el mejor prosista hoy.
PSUR 51
DOSSIER [
] DOSSIER
Juan
AparicioBelmonte
ENTREVISTA
Por Fernando Clemot
INTRO. Juan Aparicio-Belmonte
(Londres, 1971) se ha convertido
en los últimos años en uno de los
escritores estrella de Lengua de Trapo.
En esta editorial ha publicado Mala
suerte (2003), López López (2005)
y El disparatado círculo de los pájaros
borrachos (2007). Juan ha sido
galardonado con el Premio Caja
de Madrid de Narrativa, el Premio Lengua
de Trapo y el Memorial Silverio Cañada
que se concede en la Semana Negra
de Gijón. Humor, ironía, novela negra…
queríamos hablar con él para que
nos despejara algunas dudas.
alguna apreciación que hacer a esta definición
general? ¿Qué te atrajo de la novela negra?
Soy un tipo de escritor que escribe como
puede y no como quiere. No domino demasiado lo que escribo, sino que me dejo
llevar y cuando ya tengo un primer borrador comienzo a ordenar todo el material.
Trato de indagar en lo que soy capaz de
escribir y no me obligo a seguir unos cánones. De manera que mi forma de narrar
es esencialmente descreída y eso es lo que
le da el barniz humorístico, supongo. Mis
tres novelas tienen un componente negro
porque hay crímenes en las tres, pero no
me considero escritor de género.
DE MALA SUERTE A EL DISPARATADO CÍRCULO DE LOS PÁJAROS BORRACHOS
¿Qué te empujó a escribir tu primera novela
Mala suerte?
Me impulsó lo mismo que las otras novelas: la vocación literaria, el gusto por
inventar y contar. La novela, además, estuvo marcada por un periplo laboral complicado que finalmente resultó muy enriquecedor para el texto. Tenía un jefe muy
pesado al que convertí en un psicópata
muchísimo más convincente y divertido.
En relación a tu obra se han señalado frecuentemente algunos antecedentes literarios como Simenon, Boris Vian, (aunque también se podrían
añadir el Mendoza de El misterio de la cripta
embrujada y El laberinto de las aceitunas o
El tercer policía del irlandés Flann O´Brien)
¿Nos podrías señalar un breve catálogo de novelas y autores a los que te sientas ligado?
Soy más de novelas que de novelistas,
pero si tuviera que señalar a tres escritores referenciales, mencionaría a Graham
Greene, Salvador Dalí (sus diarios, tan hilarantes, tan buenos) y Pérez Galdós. Me
gustaría ser como los tres a la vez.
A menudo se han catalogado tus novelas como
“novelas negras de corte humorístico”, se ha destacado también tu uso de la ironía... ¿Tendrías
El disparatado círculo de los pájaros borrachos es tu tercera novela tras Mala suerte
y López López. ¿Qué aspectos permanecen en
52 PSUR
ella de Mala suerte y en qué crees que ha evolucionado tu narrativa desde entonces?
Probablemente me he vuelto más intrincado. Ahora soy mejor escritor, tengo más
dominio sobre lo que hago y, tal vez por
ello, menos frescura. Soy también menos
entusiasta con lo que escribo.
Madrid. Me siento más cómodo ubicando
en esta ciudad mis personajes, porque la
conozco mejor. Pero claro que me planteo
cambiar de escenarios. En la novela que estoy escribiendo ahora, por ejemplo, aparece Barcelona, y espero que sea una Barcelona verosímil. También aparece Alicante.
En una entrevista para la revista Teína (junio
de 2007) dejaste un titular que nos llama la
atención: “Abundan los dogmáticos que se toman
la literatura con una seriedad de asno”. ¿Nos
podrías precisar el sentido de esta afirmación?
Simplemente opino que hay demasiada
gente que se toma la literatura como si fueran sacerdotes de una religión del dolor. Yo
soy más bien sacrílego y además no tengo
las cosas nada claras. Prefiero leer y escribir a divagar sobre la literatura en abstracto.
Creo que la literatura es una cosa muy seria,
pero sólo si te la tomas con buen humor.
Has traducido recientemente una novela del
norteamericano Stephen Crane. ¿Qué valores
te aporta la traducción que no encuentras en
la novela? ¿Qué te atrajo de este autor algo
desconocido en España?
Es un autor muy complicado de traducir, pero si se lee de corrido es absolutamente genial. Fue un novelista de una
precocidad sorprendente, que murió con
28 años. No es que escriba bien, es que
cuenta fenomenal, que es lo principal en
un buen novelista: contar bien.
Madrid, que aparece a menudo en tus páginas con
localizaciones concretas, es hasta ahora el escenario en el que se mueven tus personajes. ¿Te interesa
cambiar de fondo o no te lo has planteado?
Me lo he planteado, pero no lo he conseguido. O lo he conseguido sólo a medias.
Roma también aparece en mi última novela, pero como me he criado en Madrid,
finalmente esta ciudad me resulta más fácil
para escribir. Creo que era Max Aub quien
decía que uno es de donde hace el bachillerato. Para bien o para mal, yo lo hice en
LA NARRATIVA ESPAÑOLA HOY
Un crítico tan prestigioso como Domingo Ródenas de Moya hacia un examen de la narrativa
del 2006 (en Ínsula. Núm. 724: abril de 2007)
y desgranaba este análisis: “En la cosecha narrativa del 2006 hay motivos para la inquietud (
una enconada reiteración temática, una tendencia a la depauperación del estilo)... Los mejores
títulos, a los que enseguida me referiré, proceden
de los seniors, con algunas felices excepciones de
nuevos valores surgidos en el último lustro. Pero
en bastantes autores jóvenes y en alguno con una
mediana ejecutoria a sus espaldas se echa de
menos mayor conciencia respecto al instrumento
verbal de que se sirven, un mayor prurito estético en la prosa...” ¿Estarías de acuerdo con esta
preocupación del crítico? ¿Crees que uno de los
nexos de unión de los nuevos narradores es cierta
despreocupación estilística?
No. Creo que nuestra generación se preocupa por el estilo tanto como las anteriores. Otra cosa es que volquemos nuestro
talento en el engolamiento del estilo. Pienso que en España se ha abusado del estilo,
probablemente porque hubo franquismo,
o sea, censura. Ahora que se puede decir
todo, lo lógico es aprovechar ese derecho
y contar las cosas que nuestros mayores
callaron mediante el uso de un montón de
subordinadas. Desde luego, yo tengo muy
claro cuál es mi estilo.
las novelas no se leen en grupo, sino de
una en una. De este fenómeno sólo puedo
decir que leí Nocilla Dream pensando que
no me iba a gustar y que, sin embargo, me
gustó mucho. Leeré las siguientes.
¿Cómo definirías el momento actual de la novela española? ¿Podrías señalarnos algunas
lecturas o autores recientes que juzgues muy
recomendables?
Autores recomendables que no están en
el circuito Madrid-Barcelona: Luis Artigue, Eloísa Otero y Antonio Portela.
Una de las novedades más destacables del último año ha sido la aparición de la que Javier
Calvo denomina “Generación Nocilla” y tras la
que se podían situar algunos narradores como
el propio Javier Calvo, Gabi Martínez, Robert
Juan-Cantavella, Eloy Fernández Porta, Agustín Fernández Mallo... ¿Qué opinión te merece
este fenómeno? ¿Crees que se trata de un proceso
de calado o como lo define Jordi Gracia estamos
ante “una celebración del mercado”?
Este tipo de fenómenos no me interesa demasiado, la verdad: no creo en estos movimientos. Me interesan los escritores de uno
en uno, cada novela por sí misma. Escribir
es una tarea que se realiza en solitario y
PSUR 53
DOSSIER [
] DOSSIER
Manuel
FernándezCuesta
ENTREVISTA
Por Fernando Clemot
INTRO. Contactamos con Manuel
por casualidad, a través de Mateo de Paz
que vino a organizar la Noche en Blanco
de Madrid. Coincidimos varias veces
más y pronto le propusimos a Manuel
que nos concediera una entrevista para
PS ya que sospechábamos que tendría
muchas y muy relevantes cosas que
contarnos. Manuel Fernández Cuesta
(Madrid, 1963) estudió Derecho y
Filosofía en París y Milán, interesándose
pronto por el marxismo y la sociología
política y cultural. Ha sido colaborador
de los diarios Rebelión y Mundo Obrero
y en el ámbito editorial ha sido editor de
Debate, de Random House Mondadori
y desde 2007 de la editorial Península,
perteneciente al Grup 62.
DE PROFESION: EDITOR
Tienes una larga trayectoria como editor, ¿nos
la podrías resumir a grandes trazos?
Más que larga -que ya empieza a serlo- diría intensa. Varios años en funciones de
editor en revistas de izquierda, seleccionando y encargando artículos de opinión
y unos cuantos -muy interesantes, fructíferos y útiles- en Debate. Ambas actividades, parecidas en la concepción general
-ideológica, diríamos si no fuera palabra
maldita- y diferentes en cuanto a los plazos
de trabajo, me han acercado al mundo de
la edición. Un universo en el cual los resultados económicos y la vanidad son dos
de las variables más importantes. Existen
otras, imagino, pero están en éstas.
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Recientemente has “fichado” por Península, del
Grup 62. ¿En qué consistirá tu trabajo y cuáles son las principales líneas de esta editorial?
Península se funda en 1964 como la editorial de ensayo en castellano de Edicions
62. Su fondo es tan impresionante -por calidad y cantidad- como su prestigio. Si en
esta etapa consiguiéramos no desmerecer
el catálogo nos daríamos por satisfechos.
Ahora bien, dicho esto, mi trabajo se centrará en la selección de títulos, con una mayor presencia de autores españoles. Intentaremos “pensar con los autores”. Esa es
una de las tareas, sospecho, de la función
editorial. Comprar por catálogo, teniendo
dinero para invertir, no parece demasiado
atractivo. Luce, sin duda, como luce una
buena joya, pero no resulta apasionante.
Inventar libros y que sean leídos y comentados gracias al esfuerzo y talento de los
autores es el reto. Este sello siempre se ha
caracterizado por ofrecer historia, pensamiento, sociología, economía y reconocidos libros de viajes. Seguiremos en esta línea y potenciaremos una visión crítica de
la sociedad y el mundo. Se “fabrican” demasiados títulos, la mayoría innecesarios.
Procuramos que una parte de los libros de
Península sean libros interesantes. Y si tienen que morir en el reciclaje que lo hagan,
al menos, con cierto decoro.
En realidad, sin ser purista, prefiero la expresión “ejercer las funciones de editor”.
La cuestión va dirigida al corazón, al intestino -por mejor decir- del negocio ya que
esto, de lo que llevamos un rato hablando,
es -si y sólo sí- un negocio. Es cierto que
tiene una rentabilidad baja y que se parece ¿poco? a la fabricación de tornillos,
chorizos o automóviles, pero es un negocio tal cual. Alejemos de nosotros la idea
clásica del editor como médium entre los
autores y los lectores, el falso prestigio y
las veleidades éticas (que acaban siendo
pseudoestéticas) que atañen a la responsabilidad ante la comunidad lectora. Estamos donde estamos, en la sociedad “libre”
de mercado, en la sociedad espectacular.
Si los trabajos que consideramos necesarios y/o imprescindibles no son aceptados
de forma mayoritaria, es decir, no son
aceptados por el discurso dominante tenemos dos opciones. O dejar de hacerlos por
“imperativo de mercado” o insistir hasta
que la cuerda que ata al editor (asalariado) con el conjunto accionarial (patrón)
se rompa. Encontrar el equilibrio sería lo
ideal pero como lo ideal -sabemos desde
Grecia- no existe, prefiero que el conjunto accionarial -que decide mi salario- me
censure antes que asumir cualquier forma
cínica de autocensura.
Nos gustaría conocer un poco más a fondo la
función del editor en el panorama editorial actual. ¿Queda sitio para la figura clásica del
editor o se está muy sujeto a directrices empresariales o de mercado?
¿Podrías señalarnos algún momento de tu trayectoria editorial que consideres importante o
que recuerdes con orgullo o con especial cariño?
Importantes fueron -y son- las conversaciones sobre el mundo editorial con Cons-
tantino Bértolo y Juan Díaz. Más que un
diálogo, me limito a escuchar a dos maestros, cada uno en lo suyo. Creo importante
destacar que la edición, pese a los célebres
nombres propios es un trabajo colectivo.
Si buscara un instante que recuerdo con
especial cariño opto por las vicisitudes de
Manual de literatura para caníbales de Rafael
Reig publicado por Debate que, si no me
equivoco, y pese a las dudas y reticencias
iniciales (nunca del autor ni mías), camina
ya por la cuarta edición.
Una última sobre editores y editoriales. ¿Cuáles crees que son las editoriales o editores que
en los últimos años están apostando por nuevos
valores o con riesgo?
Destacaría la labor que lleva a cabo Caballo
de Troya y el trabajo de Periférica. Hay más,
sin duda, pero creo razonable, por diferentes afinidades, destacar estos dos sellos.
SOBRE NARRATIVA ESPAÑOLA HOY
Hablemos un poco de la literatura española actual. ¿Nos podrías hacer un pequeño panorama
de los últimos años de la narrativa española?
Creo que para responder con seriedad a
esta pregunta me remitiré al prólogo del
libro Trayecto de Ignacio Echevarría. Esa
introducción, clara y distinta, explica y
muestra la evolución de la narrativa española. Ahora bien, por aportar alguna
impresión, que no idea, diré que la llamada narrativa española está -salvo heroicas
excepciones- a la altura de la sociedad, a
la altura de la televisión que vemos, a la
altura de los periódicos que leemos, a la
altura de nuestros comentaristas y políticos, a la altura del modelo de libre mercado que tenemos, a la altura de nuestra democracia. A modo de anécdota diré que
Gaspar Llamazares, de Izquierda Unida,
ha regalado por Navidad a los trabajadores de su organización el libro El niño del
pijama de rayas.
¿Cómo juzgas o qué análisis haces de este momento? ¿Qué características propias posee?
Sin pretender abarcar todo lo que se hace,
y contestando de manera general, diré
que la mayoría de los libros de narrativa
que se publican caminan entre la nueva
espiritualidad del siglo XXI y la autoayuda, las narraciones con intriga detectivesca y/o histórica (sea cual sea la forma) y
eso que podríamos llamar revisión narcisista de la vida interior. Es decir, historias
íntimas sobre el escenario (“en este marco
incomparable”, diríamos sin ironía) de un
acontecimiento histórico crucial que se
interpreta al gusto del autor/lector actual.
Detectamos que en los últimos años se ha producido un “desembarco” de la literatura norteamericana y anglosajona que ha impregnado
la narrativa española con sus temas y formas.
¿Crees positiva esta influencia?
La hegemonía política y económica es, por
extensión, hegemonía cultural. La pregunta podría ser: ¿por qué ha tardado tanto la
narrativa norteamericana y anglosajona en
dominar el mundo del libro y sus contenidos, sus formas y temas, cuando hace años
que controla, por ejemplo, la producción
universal de imágenes o la información?
Respecto a la forma y las temáticas diré
que si el mundo es global, como insisten
todos los días los medios de comunicación,
no encuentro razones para que no lo sean
también las formas narrativas y los contenidos. Hace algunos años, parecen siglos,
la narrativa extranjera reflejaba puntos de
vista diferentes, otras formas de mirar. En
la actualidad, y gracias a la potencia del
mercado del libro y a la desmesurada política de traducciones, vemos que en muchos países y culturas se escribe lo mismo
y bajo el mismo prisma técnico-narrativo.
¿Debería extrañarnos? Si los autores oyen
lo mismo en todas partes, consumen lo
mismo, sienten de la misma manera, ¿por
qué deberían escribir diferente?
Por último: nos gustaría que nos dieras una
pequeña lista de autores y títulos de la última
hornada que creas altamente recomendables.
Me resulta imposible dar una lista de autores o títulos recomendables. De un tiempo
a esta parte, y por citar un libro reciente,
estoy regalando mucho la recuperación, en
un volumen, de la trilogía de Agota Kristof,
Klaus y Lucas. Un libro excelente.
PSUR 55
POESIA [
] POESIA
Poesía y desplazamiento
el caso de los poetas latinoamericanos en España
De migraciones y poetas
Si las historias nacionales de la literatura tuvieran que dejar de lado las obras
escritas fuera del lugar de origen de sus
autores nos encontraríamos con un panorama significativamente diferente del
que nos ponen ante la vista los manuales
de literatura. La separación del lugar de
origen (el exilio, el viaje, la expatriación)
son temas centrales en todos los tiempos,
en parte porque estos desplazamientos
(forzados o deseados) son una constante
en la humanidad. También en los textos
fundacionales de las literaturas romances
de la Península el asunto está presente: las
jarchas indagan con frecuencia en el dolor
que produce la separación del amado; en
El mío Cid el exilio del héroe castellano
es una parte esencial de la trama. El asunto se convierte en una constante desde el
romanticismo, y no solo porque la situación política española desencadena el primer exilio masivo de intelectuales, sino
también porque la figura del viajero y el
extranjero ganan en estatura simbólica.
Sin embargo, nunca había habido tantos
autores escribiendo fuera de su lugar de
origen como en el presente, ni tantas personas interesadas en las particularidades
de sus historias como hoy en día. Claro
está que los motivos de estas migraciones
tienen poco que ver con los que presidieron, a principios del siglo XX, el desplazamiento de los artistas que buscaban
en Francia el epicentro de las artes de su
tiempo. Si entonces los motivos estrictamente artísticos eran frecuentes, hoy han
dejado de serlo. La diáspora literaria de
56 PSUR
hoy crece junto a los movimientos migratorios que se vienen produciendo en las
últimas décadas y han comenzado a ofrecer frutos que cuestionan los modelos tradicionales de comprensión y transmisión
de la literatura propuestos por las instituciones literarias de los países a donde esos
escritores llegan. Por esta vía la conexión
entre literatura y migración comienza a
dar lugar a consideraciones donde lo sociológico y lo estrictamente literario se
ven obligados a dialogar. Un diálogo de
ese tipo es el que sigue a continuación en
relación a dos aspectos específicos: el de
la poesía y el de los poetas latinoamericanos establecidos en España.
Migraciones, poesía
y discurso de masas
La ONU estima que existen en el mundo unos 200 millones de personas que
trabajan fuera de su lugar de origen. Lo
más llamativo de este fenómeno no es, sin
embargo, el número (un porcentaje mínimo de la población global), sino la honda
repercusión que tiene en las sociedades
implicadas de uno y otro lado. En España,
un país que estuvo enviando remesas de
trabajadores al extranjero hasta los años
70, la cantidad de los nacidos en otro
país se ha multiplicado en la última década hasta el punto de situarse en una tasa
cercana al diez por ciento de la población
total. En porcentaje, este es uno de los
mayores incrementos, muy próximo al de
dos de las regiones con una tradición más
ENSAYO
Por Benito del Pliego
fuerte y sostenida, EE.UU. y Alemania.
Sin embargo, en cuanto la significación de
estos datos solo puede medirse teniendo
presente la respuesta social a que da lugar, probablemente lo que mejor refleja su
importancia es la continua aparición entre
los temas que, según las encuestas oficiales
de opinión pública, más preocupan a los
españoles; un indicador complementario
parece ser la permanente cobertura que
hacen de él (y de sus reverberaciones políticas) los medios de comunicación.
No hace falta mirar muy lejos para darse cuenta de que los efectos del desplazamiento masivo de personas, tal y como se
produce en muchas sociedades desde mediados del XX, tiene complejas ramificaciones. La amplia presencia de la inmigración como tema en las artes y la literatura
ratifica la sensación de que tiene una evidente derivación cultural. Al hilo de esta
expansión han surgido nuevos campos de
estudios (los estudios postcoloniales y las
áreas étnicas de ciertas literaturas nacionales) y también aportaciones teóricas tan
significativas como las de Edward Said.
Por otro lado, algunos de los creadores y
de las poblaciones marcadas por la experiencia del desplazamiento han encontrado una aceptación pública indiscutible;
así, por ejemplo, en Estados Unidos, la literatura hispana en sus diferentes manifestaciones (chicana, nuyorican, cubana…)
ocupa ya un espacio propio tanto en los
temarios de los departamentos de inglés
de las universidades, como en las librerías
y las bibliotecas.
A juzgar por ese interés, lo que el cine, la
novela o la fotografía tengan que decir sobre este asunto es muy significativo. Estos
medios constituyen una vía de comunicación para (y con) los que se ven directamente tocados por la experiencia; además, la producción cultural de (o sobre)
estas minorías supone una alternativa a los
discursos que desde los ámbitos de poder
tienden a representarlos de forma unívoca. Los medios de comunicación de masas
son una de las voces más ensordecedoras
en esta discusión; a través de ellos hemos
acumulado toda una gama de imágenes
estridentes, a veces apocalípticas, relacionadas con los aspectos más duros del
desplazamiento, la emigración y el exilio;
estas voces funcionan como una verdadera apisonadora que impide cualquier
discusión de fondo. Frente a este tipo de
construcción plana del fenómeno, es esencial tener claro que las repercusiones individuales y sociales no son uniformes; por
el contrario, van más allá de las situaciones de emergencia con la que la pantalla
deslumbra nuestra vista. Es aquí donde las
representaciones artísticas adquieren una
importancia capital, pues, en el mejor de
los casos, combaten los estereotipos que
estamos denunciando.
Acercarnos a este tema desde una perspectiva tan específica como la de los poetas
permite leer toda una gama de respuestas
creativas donde este (y otros) asuntos hacen su aparición mediante un uso individualizado de la palabra. Ciertos aspectos,
ciertas actitudes, ciertas simbolizaciones
que encontramos en los poetas, responden
a nociones compartidas con corrientes de
pensamiento, pero como en el poema raramente nos encontramos con referentes
inequívocos, estos temas solo surgen como
parte de la búsqueda poética que un texto
provoca en los lectores. En otras palabras,
como en poesía la búsqueda formal es parte del sentido del poema, cualquier aproximación a este (o a otros temas) tendrá que
ser trasversal, metafórica, mediada por la
conciencia del lenguaje.
Esto no significa que el poema deje de ser
relevante para el tema que se trata aquí.
Prestar atención al modo que se formaliza
el sentido de un poema nos ayuda a ver
aquello que los medios de comunicación
hacen invisible: la acción ideológica que
el lenguaje ejerce en el debate sobre los
desplazamientos. La poesía obra en sentido opuesto al del discurso político y
mediático; estos encajan lo que sucede en
fórmulas e ideas preestablecidas, buscan
en su análisis la confirmación de las teorías que sustentan su discurso, confunden
lo real con una representación plana y
predecible, enaltecen una convención domesticada por un lenguaje no menos convencional. Por el contrario, el poema, en
el mejor de los casos, desencadena el lenguaje de los prejuicios que ciegan su capacidad significativa, y nos hace experimentar aquello que el poema crea; también la
intemperie y la inestabilidad, también el
trasbordo de lo familiar a lo extraño.
Del desplazamiento
de los poetas
al desplazamiento en poesía
Por supuesto, el diálogo entre los términos
desplazamiento y literatura no solo puede concernir desde la perspectiva social.
El debate tiene consecuencias literarias:
contemplar la poesía a la luz del fenómeno del desplazamiento pone en evidencia
una serie de tópicos que operan sobre ella
modelando su comprensión y sus alcances. Hay dos asuntos fundamentales para
la tradición literaria moderna que hay que
repensar: el carácter nacional de las tradiciones poéticas y la noción romántica de
que todo poeta es, metafóricamente, un
exiliado. A estas ideas habría que añadir,
en el caso del grupo que se considera aquí,
otro asunto que les afecta de forma particular: la supuesta unidad de la poesía escrita en castellano (por encima y más allá
de sus orígenes nacionales).
El asunto de la nacionalidad y el de la lengua están estrechamente vinculados desde
el Romanticismo. En cuanto la lengua se
ha venido considerando como el fundamento de un espíritu nacional, la comunidad establecida en torno a ella legitima las
PSUR 57
POESIA [
demarcaciones políticas, y sus manifestaciones literarias se someten a organización
y transmisión canónica nunca exenta de
intención política. Los conflictos que estas
justificaciones han provocado a lo largo
de la historia están a la vista de todos; la
identidad nacional sigue considerándose
en términos excluyentes, aunque de hecho
los individuos se inscriban en estos ámbitos de forma relativa y flexible: se puede
ser, y de hecho se es, por ejemplo, catalán, español, europeo y latinoamericano,
sin que esto implique mayores contradicciones. Esta superposición de identidades
es una muestra más de lo que sucede en
otros terrenos de la subjetividad.
Los presupuestos nacionalistas siguen
siendo un factor determinante en la configuración de los panoramas literarios que,
con demasiada frecuencia, constituyen la
principal puerta de entrada para los lectores a la poesía. La antología son un instrumento (o un género literario) fundamental
para la divulgación de los poetas y, consecuentemente, para el establecimiento de
lo que es representativo de cierta cultura
y de cierta época. Estas antologías tienen
fuertes fundamentos nacionales, aún en
casos como el español donde la multiplicidad debería ser un asunto consabido.
Es inevitable comprender los factores de
carácter práctico que siguen dando vigencia a estas coordenadas; pero también hay
que reconocer sus limitaciones, su ideología y el carácter convencional de estos criterios; de ningún modo nos encontramos
ante hechos naturales y, en este sentido,
] POESIA
cabe la posibilidad de entenderlos desde
otras perspectivas.
De hecho la práctica crítica ha comenzado
a dejar ver cierto tipo de contradicciones.
Los autores latinoamericanos establecidos
en el territorio nacional son en este sentido uno de los mejores indicadores de la
ambivalencia crítica. Si, por un lado, la
condición de extranjería sigue pesando en
la percepción pública, incluso después de
décadas de residencia, por otro, la vinculación lingüística ofrece una vía innegable
de integración. La tensión hace que ocasionalmente se crucen los márgenes estrictamente nacionales. Así en los últimos
años han aparecido en España algunas antologías de poesía en las que se incluyen
autores de origen latinoamericano ubicados en España. Todo es poesía menos la poesía. 22 poetas desde Madrid (coordinada por
Gonzalo Escarpa) y dos trabajos debidos
a Manuel Rico (Pasar la página y Por vivir
aquí) son ejemplos de una actitud claramente progresista que cita o incorpora en
su nómina a autores formados o nacidos
en América Latina como Julio Espinosa
Guerra, Juan Pablo Mellado, Andrés Fisher, Carlos Vitale, Neus Aguado o Rodolfo Häsler. Este acierto, que rompe con la
visión nacionalista más estrecha, podría
haber sido culminado de haberse tenido
en cuenta el carácter diferencial que este
hecho introduce en la situación (y en la
escritura) de alguno de estos autores. el
no-reconocimiento del vínculo entre estos
poetas subestima la importancia que el
desplazamiento tiene en la conformación
de las respectivas miradas poéticas y en
la posición que ocupan en un panorama
literario cuyo marco de referencia sigue
siendo acotado en términos de nacionalidad. La actitud igualitaria de los críticos
termina por obviar ciertos rasgos, quizá
fundamentales, vinculados a la condición
desplazada de este tipo de autores.
También la lengua, paradójicamente, puede suponer un condicionante que dificulta
su visibilidad. Si les coloca en mejor situación que a los inmigrantes para quienes el
castellano comenzó siendo una lengua extranjera, también encubre las divergencias
en sus intereses y trayectorias. En todo lo
que respecta a la poesía, el uso de una lengua no es más que el elemento más básico
de la cuestión. La relación con ciertos “lenguajes” poéticos con tradiciones y formas a
las que se han dado preferencias en ciertas
comunidades, complica sustancialmente la
relación con el canon elegido por los críticos del país de acogida; aunque no pueden
descartarse coincidencias fundamentales
entre los autores latinoamericanos y los
españoles, especialmente cuando los autores llegan a edad temprana al país, parece
cierto que el lugar en el que se aprende
a escribir, con el entramado de conexiones históricas y culturales asociadas a él,
tiende a demarcar afinidades que en otros
espacios resultan excéntricas o marginales. La aceptación simplista de la famosa
afirmación de Pessoa —“la única patria del
poema es su lengua”— implica en este caso
la aceptación de que las diferencias derivadas de la inserción, física e intelectual,
de un autor en un espacio distinto al de su
tradición, no tienen mayor importancia.
De nuevo nos encontramos ante un ejemplo de cómo un punto de partida igualitario, termina por ser desfavorable a aquellos cuya circunstancias son singulares
dentro de cierto contexto. Sucede algo
similar a lo que los estudios feministas han
venido señalado desde hace décadas: que
el criterio de calidad literaria funciona con
frecuencia como coartada para desatender
a ciertas minorías.
Ciertas resistencias a tomar en consideración los rasgos diferenciales que identifiquen a los autores desplazados parten
de la convicción de que, finalmente, todo
poeta es un exiliado. En esa postura, y a
raíz de la consideración de distintos exilios, coinciden un gran número de autores, hasta el punto de que se podría decir
que se trata de un lugar común bastante
extendido. Es verdaderamente sorprendente que la introducción de un elemento
metafórico haya terminado por contribuir
al desinterés por ciertas situaciones históricas, pero esta parece ser la lógica que
opera en estos casos: el poeta, por el hecho mismo de serlo, es metafóricamente
hablando un exiliado; por lo tanto, el caso
de los que se ven separados de hecho de
su lugar de formación no tiene nada de
excepcional. Gracias a este presupuesto una condición que puede ser crucial
para entender a un individuo desde una
perspectiva social, se supone irrelevante
para su obra. Esta perspectiva insiste en la
existencia de una comunidad poética en
la que sólo cabe diferenciar los textos por
matices de estilo; esto termina en muchos
casos por reducirse a la utilización de un
criterio de calidad estética que, sin embargo, nunca está exento de condicionantes
—por ejemplo, los nacionales. Para lo que
se discute aquí esta actitud significa desarticular, de entrada, el potencial crítico
de algunas de las prácticas literarias de los
autores desplazados.
La posición del migrante concentra una
tensión en torno a su escritura: si de un
lado su posición excéntrica le convierte
en un elemento de disgregación del pacto igualador que cimientan las posiciones
nacionales, por otro, el alcance público de
su tarea sirve para roturar un nuevo territorio para aquellos cuya actitud respecto
a las tradiciones escapa a las previsiones
establecidas. Aquí la metáfora del escritor
como exiliado se recupera a favor del desplazado en términos reales: su posición le
convierte en un referente para la apertura
de nuevos espacios. Este referente responde a la lógica de la descentralización que
preside algunos fenómenos propios de la
postmodernidad, donde lo excéntrico deviene central, donde lo marginal se transforma en protagonista.
Este vuelco de la perspectiva puede transformar las posiciones críticas y creativas.
Si prestamos atención especializada a estos factores la reflexión sobre la literatura
desplazada podría convertirse en reflexión
sobre el desplazamiento de la literatura, es
decir sobre el modo en que su presencia
impulsa nuevas relaciones con la escritu-
ra. No se trataría tanto de profundizar en
diferencias arbitrarias, como de considerarlas y sacar consecuencias sobre efecto
de la literatura “nomádica” en las formas
modernas de hacer y de entender. Esta
es una discusión convergente con otros
aspectos mejor explorados de literatura
postmoderna, como la literatura de mujeres; la apertura de nuevos espacios de
legitimidad literaria y crítica relativiza los
abusos que la asimilación forzada a los
parámetros de la mayoría han causado
tradicionalmente entre aquellos que, por
convicción o circunstancias, disentimos.
No hay por qué ser ingenuo respecto al
alcance que el diálogo entre estos dos fenómenos (poesía y desplazamiento) puede tener en nuestra sociedad. Supongo
que son más los interesados en no ver las
posibilidades de transformación que los
que encuentran en ella una esperanza. En
cualquier caso, en lo que respecta a este
fenómeno apenas estamos comenzando
a sentar las bases de lo que, de seguir las
cosas como están hoy día, no tendremos
más remedio que seguir hablando. No es
demasiado pronto para comenzar a escuchar a los principales interesados.
Benito del Pliego nació en Madrid, 1970, y reside desde 1997 en Estados Unidos. Fisiones, su primer libro de
poesía, se publicó en Madrid en 1997 dentro del proyecto Delta Nueve, del que formaron parte Andrés Fisher, Pedro
Núñez y Rodolfo Franco. Alcance de la mano, apareció un año después en Nueva Orleáns en edición de treinta
ejemplares diseñados, encuadernados e ilustrados por el autor. Índice, recibió el Premio Internacional de Poesía
“Gabriel Celaya” y fue publicado en Valencia por la editorial Germanía el año 2005. En junio del 2001 se presentó en
el High Museum of Art de la ciudad de Atlanta, un poema sinfónico compuesto por Gustavo David Pineda en base a
los poemas del libro. En el 2003 obtuvo el Premio de Poesía Experimental Ciudad de Badajoz por el poema-objeto
Tradición literaria. Una breve muestra de esta vertiente de su poesía se puede ver en Todos o casi todos. Antología de
poesía visual, experimental y mail-art en España (Palencia, 2004). Su poesía también ha sido incluida en la antología La
voz y la palabra (Madrid, 2000). En el otoño del 2007 aparecerá en Madrid un nuevo poemario titulado Fábula.
58 PSUR
PSUR 59
POESIA [
] POESIA
Trasatlánticos:
poetas latinoamericanos en España
Selección de textos: Benito del Pliego
Sobre la selección de autores
Cada vez parece más necesaria la presencia de una antología que refleje el desplazamiento de la poesía escrita en España. No se trata, sin embargo, de un proyecto sencillo.
La selección de textos que aparece a continuación es solo
una aproximación al tema, para nada exhaustiva, que se
concentra en uno de los grupos más fecundos y visibles,
los autores de origen latinoamericano. Por supuesto, esta
no es la primera ni la única antología hecha al respecto. Esta no responde de ningún modo a la variedad que
dentro de este grupo se da en términos de nacionalidad,
género o poéticas, aunque puede dar una idea de la situación. De hecho la selección de autores está vinculada
a la serie de lecturas poéticas que se llevó a cabo entre
abril y mayo del 2007 en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y que tuvo un título semejante al de esta
selección. En esa serie se tuvieron en cuenta, además de
los criterios propiamente literarios, otras consideracio-
60 PSUR
nes de carácter práctico, como el lugar de residencia de
los poetas. Solo dos de los autores incluidos aquí (Mario
Campaña y Andrés Fisher) no intervinieron en esas lecturas, aunque inicialmente formaban parte del grupo que
se tuvo en consideración y sus poemas fueron discutidos
en el seminario dedicado al tema que acompañó al ciclo.
Ambos se encontraban fuera de España en el momento
en que deberían haber participado, pero como todo el
proyecto se enfrenta, de una manera u otra, a los efectos
del cambio de lugar en la creación, esta circunstancia
añade, no resta, significación.
En cuanto a los poemas mismos, la mayor parte de ellos
han sido seleccionados libremente de entre la obra (editada o inédita) de los autores, salvo en el caso de José Pérez Olivares y Mario Merlino, de los cuales se seleccionó
dentro de un grupo de textos (inéditos) ofrecidos para la
ocasión por estos autores.
PSUR 61
POESIA [
] POESIA
José Viñals
Dinastías
Los nervios pesan y Artaud, el desmesurado, lo sabía.
Hay cabellos de dios en el prostíbulo y Leautréamont lo sabe.
Hubo berlinas detenidas en lo secreto de la noche, y Milosz, ya en su tiempo, lo contaba.
Hubo gallinas en los cementerios, cuervos en los trigales, minotauros, leprosos, parturientas, ahorcados en
la Torre de Nesle, enanos góticos como Scarbó, y un misógino loco en el castillo de Braganza. Hubo, al
menos, tres estupendos alucinados; uno era un Rey; otro, Alonso Quijano y, el tercero, un marqués sifilítico
que estudió los rebrotes de la crueldad.
Y luego vengo yo, que como gallina en pepitoria y eructo sin piedad contra el rostro pulido de la luna.
( de Alcoholes y otras sustancias )
Mujer de amor con mi apellido
En el nombre de raza jubilosa de la cebra (hembra y macho); en el nombre de torpe movimiento del elefante (macho y hembra); en el nombre soberano del tigre, dulce de la gacela, mortal de muerte negra de la
cobra; en nombre de la fauna de la selva de ignoto instinto e ignorado destino.
En nombre de la estrella polar y de los círculos ártico y antártico; en nombre del lucero del alba y las constelaciones pitagóricas, serenas y acordadas; en el nombre de las mareas, del tifón gris, del maremoto terrible,
de la luna, del cachorrillo de oso de los hielos.
En el nombre de la bellota negra, la cebolla contrita, los fundamentos del ajo y el aceite; en el nombre
rizado del perejil; en nombre del maíz de espiga promisoria; en nombre de las varias dulzuras del ancho
repertorio orquestal de los frutos de las cuatro estaciones; en nombre de los frutos extraños, el aguacate, la
chirimoya, el mamey, la papaya y el mango, y otras carnes melífluas de los trópicos, así como de los almibarados y admirables, jugosos y salvajes frutos ecuatoriales.
En nombre de los vientos sagrados de bellísimo nombre: el aquilón, el bóreas, el austro, el cierzo, el siroco,
el pampero, la brisa que soplaba en las lecturas de Paolo y Francesca, la que ondulaba las cortinas del cielo
de Buda y la Gioconda.
En nombre de las aves de ornato, aves de ex-libris, ceremoniales, de atrevido diseño, el pavo real, la cigüeña, la garza, la lechuza, el pelícano, la cacatúa, el loro, el papagayo, el halcón y hasta inclusive el cisne de
las mitologías.
En nombre de las partes pudendas, el pene enhiesto, la vagina fragante, los testículos en su zurrón de cuero
deleznable, y aún la geografía de la erogenia y sus osados huecos y promontorios. En nombre de la cópula
sagrada y de la suave lengua y sus designios sorpresivos.
Espejo espejo
Bastaría la urraca, aquí blanca, allí negra: ¿Dónde es aquí y allí? Bastaría la urraca, si sólo se tratara de
ornitologías. O de faunas y floras. Bien, aquí la clemátide, allí la madreselva.¿Dónde aquí, dónde allí?
Aquí el ciervo y el lobo; allí la llama y el guanaco; aquí el ñandú, allí la ardilla y la cigüeña, allí la ruta
de las migraciones. Bastarían sin duda, ¿pero cómo pueden bastar cuando no bastan?
Ni siquiera unos pocos, menudos mas solemnes actos definitivos: aquí el nacer, allí el morir o viceversa.
La tumba aquí del padre, allí su cuna; allí la densa ternura del hermano, aquí su suave, persistente
memoria. Y aquí y allí, bello y odioso e insondable, el océano grande, callado como bestia que ruge
para adentro.
A esta orilla, los hijos; el hijo a aquella orilla; a ambas orillas, los amigos, y las cosas del alma, ya las
antiguas, ya las incipientes.
A esta orilla el amor, como una mancha luminosa en el pozo del pecho; la amada, a la otra orilla, entretejiendo la ansiedad y las urgencias del retorno.
¿Y dónde el animal desollado? ¿Dónde la media res derecha o bien izquierda? ¿Dónde el doble coleóptero que vuela apareado consigo? ¿Dónde las fuentes breves y variadas de la alegría sostenida?
¿Dónde la dura cantera del dolor, y dónde la agonía?
¿Dónde, en qué orilla, lo que estaba en los libros, y dónde lo que estaba y está en la vida? ¿Dónde los
heroísmos y las cobardías, la afirmación y la renuncia, el coraje y el miedo?
¿En dónde lo escindido flagrante que con diestros, sinuosos costurones no se cierra de prisa? ¿Dónde la
flor del verbo, mitad luz, mitad sombra?
¿Dónde el caballo de la infancia? ¿Dónde la espera serena y a la vez agitada de la nieve?
No más preguntas; bastaría la urraca blanca o negra. Bastaría el espejo caligráfico en dos mitades roto.
Bastaría la sombra de la sombra. Bastaría la lágrima unitiva, mitad de cuarzo y mitad de hoguera.
O bastaría ver la comadreja y su trabajo apresurado del agujero en tierra —¿en que tierra?— al borde
mismo de mis viejos zapatos, o bien de mi descalzo de uñas frías, tenuemente moradas.
( de Milagro a milagro )
En nombre del nacimiento, la muerte y la resurrección de los lobeznos humanos, y de los dioses de perfil
podrido.
En nombre de las guerras, pestes y otros desastres naturales o del laboratorio de la muerte sin nombre.
En Tu nombre.
En tu nombre, Mujer de sílabas silentes. Hembra, Mujer, Esposa, Hermana putativa e incestuosa, Madre
de los secretos de mi sangre y de la sangre de mi sangre, Cómplice de ignominia y dolor, y Camarada del
desvelo y hembra de carne y hueso de mis urgentes escozores.
En Tu nombre, como creyente de Tu nombre sin tretas, Novia perfecta, inacabable, me pongo de rodillas.
José Viñals Nace de padres españoles en Corralito (Córdoba, Argentina) en 1930. Desde 1979 vive en España; ha fijado su residencia en
Jaén. Ensayista, dramaturgo, narrador y, sobre todo, poeta. Su primer libro, Entrevista con el Pájaro (1968), está considerado como una obra de
culto de la post-vanguardia latinoamericana. Su obra literaria ha crecido de manera constante desde que en 1986 se editara su Poesía Reunida
(Ayuntamiento de Jaén). Recibió en el año 2000 el Premio Jaime Gil de Biedma por Transmutaciones. Entre los libros de poesía de las dos últimas
décadas destacan Animales, amores, parajes y blasfemias (Germanía, 1998), Milagro a milagro (Hiperión, 1999) y El amor (Hiperión, 2002).
Este mismo año han visto la luz He amado (Poesía Señor Hidalgo)—que recoge 11 poemarios inéditos hasta la fecha— y El silencio y las grietas
(Ediciones Idea).
( de Animales, amores, parajes y blasfemias )
62 PSUR
PSUR 63
POESIA [
] POESIA
Noni Benegas
Ostende al Sur
Lo poco que sé…
A Graciela Reyes
Lo poco que sé
se oculta con un disfraz
que le regalaron a mi madre
hace infinitos años
y que provenía de Siam.
Me presenté a la fiesta con él
y pronto descubrí lo raído
y miserable que era.
Se pensó que en ello residí
—siempre que no se distingue el estilo
se lo supone inmenso puesto que no se ve—
pero yo sabía que era prestado
aunque un recuerdo muy vago
de quien era ella
me impedía reconocerlo como ajeno.
Ostende tiene su homónimo en una costa al Sur.
Estando en Ostende al Sur se piensa, sin
que conste, en Ostende al Norte.
Se camina
por sus senderos de arena y se descubre
el viejo hotel, calco de las construcciones
fin de siglo de Montreux, o la ribera izquierda
de Ginebra.
Pero Ostende
es una estación ruinosa en la Provincia de Buenos
Aires
frente al Atlántico;
es un juego descascarado de jardín
en una terraza brumosa,
es un arbusto rodando por la playa.
La herrumbre
trepa los muros abriendo puertas sobre las dunas,
es la que fulge quieta en todas las lanzas
de la escuela flamenca.
El devastado hotel existe para
la luz del norte, la que aquí sufre
irriga como un subsuelo fértil
la composición feliz.
Ostende, exangüe bajo el viento,
al Sur.
No hay equilibrio…
No hay equilibrio. No lo hay sobre la mesa sobre la que se apoya
y trastabilla.
Todo es frágil, y tal vez, portátil.
Una se lleva, de aquí para allá. Y se vuelve a traer, de allí para acá.
Y esto, sin equilibrio, a punto de caer.
Eso que ve, escapa cuando se incorpora. Vertical, el sueño se desliza
como una túnica de seda hasta los pies. Y algo que está abajo,
invisible, lo absorbe.
Entonces se pone a vivir.
(de Fragmentos de un diario desconocido)
Cajas destempladas...
No podía dormir…
No podía dormir. Hacer el viaje de ida al sueño para luego, al salir de entretelones
hacia la madrugada, se fuera produciendo alguna revelación.
No, ni tan siquiera ir hacia la escena del sueño podía.
Antes, solía resolverlo como una penitente ante el altar: la oración atropellada, a
oscuras en la almohada. Fonética invocatoria, mientras empuja lo no resuelto de este
lado, como un avío de jirones bajo la butaca.
Ahora lo extiende cloro y sin arrugas; nota cómo lo plancha en la memoria y le quita la
amenaza de los pliegues. Dice: esto es lo que nadie me puede quitar. Y mientras voltea
de un lado al otro de la cama se inclina con ella, como la superficie de un estanque de
agua cuajada y opaca.
Cajas destempladas
asesinas
mi esqueleto frío
plegado, sisado en cajas o cartones
en túneles o tornos
en cañones de escopeta
en estampido de cardúmenes
en jauría roedora
en papilla fértil
en deyección
sentina
y corredores últimos
la loba, el alma
la carnicera abstracta
el manillar de plata
Hemos llegado hasta aquí
¿quién? Yo y mi sombra
y los trapos con que tapo los espejos
o estallo el fino azogue
en mil estrías que me desvían
Esa soy, o sería,
quebrada y poca
64 PSUR
( Inédito en forma de libro )
Noni Benegas. Nació en Buenos Aires en 1947 y vive en
España desde los treinta años. Ha publicado Argonáutica,
(Laertes, 1984), La Balsa de la Medusa, (C.A.M., 1986),
Cartografía ardiente (Verbum, 1995) y Las entretelas sedosas
(Casa del Inca, 2002). Su último libro de poemas, Fragmentos de
un diario desconocido (2003) recibió el Premio Esquío de Poesía.
Su obra poética ha sido recogida en numerosas antologías y
traducida al inglés y al francés. Este mismo año se ha publicado
en Texas una muestra bilingüe de su obra con el título Burning
Cartography (Host Publications).
Sus trabajos críticos han dado lugar a múltiples artículos,
conferencias y seminarios. En 1994/1995 dirigió, junto a Mario
Merlino, dos ciclos dedicados a la cultura gay: “El saber gay” y “La
homosexualidad en el cine”. En 1997 realizó la selección (junto
con Jesús Munárriz) y el ensayo preliminar de la antología Ellas
tienen la Palabra: dos décadas de poesía española (Hiperión).
PSUR 65
POESIA [
] POESIA
Ana Becciu
El parque como lumbre…
La noche va siendo cosa…
El país…
El parque como lumbre, aquí aprendo, con balbuceos,
eso que me dicen que es mi voz, eso que me dan para que
sea mi voz, las palabras de ellos que no son mi lengua;
pero digo quedamente las imágenes de mi morada,
el agrupamiento de esmeraldas y cornalinas blandas
entre las que me muevo para convocar a las formas que
devuelvan mi forma, pronuncio, pero no hago alusión a
lo que no está pues todavía yo está.
La noche va siendo cosa
de aflojados breteles.
La noche va siendo cosa de afligidos bretteles.
está delabrada.
Porbre noche sin aquella alba.
La tuviste. La guardaste. La cobijaste.
Y ahora, pensá un poco.
Los breteles:
nos cuelgan a vos.
Pechitos colgados de vos.
Amores redondos en los libros como pechos.
Ellos están allá.
Entre ellos.
Luchan por nosotros.
Por nosotros acá.
Acá es la zona eurocomunitaria,
eso dicen,.
Hagamos de cuenta que tienen razón.
¿Y de todos nosotros qué?
Porque nosotros eurocomunitarios un cazzo.
Aparcados en la frontera.
Olvidados.
Ajenados.
Ahí está la cosa.
La eurocomunitaria cosa:
ajenarnos.
Yo
y ella y ella y ella.
Mamá es ella
para siempre.
Mamá es extracomunitaria.
Extraeuropea.
La dama bien peinadita le toca el pezón a la dama
bien peinadita.
Eurocomunitaria.
La dama bien penada
se toca un pezón peinado.
Se lo tocan. Se lo tocan.
Nosotros. Nuestros pezones
arrugaditos.
La muerte, mamá,
vos no sos europea.
El país. Esa cosa.
Ese acoso.
¿Lo ves venir?
Las cosas que hace para distraerse,
yo.
Las cosas que hace.
Ni su mamá.
No, claro. Ni su mamá.
Porque ahí está la cosa.
La cosa. Mamá. Qué difícil escribirte.
Siempre voy tropezando.
Vos también, mamá, vos también
tropezás.
Con la cosa.
Vos también, mamá, vos también
tropezás.
Con la cosa.
Vos también, mamá, tropezás
con mamá.
El escondimiento de todo ese dolor.
El escondimiento de nosotros.
El dolor es nosotros.
Escondidos. Como un dolor.
Vamos. Hagamos como que.
Nos queremos. Dolorcitos.
Dolorcitos ellos que se quieren.
Dolorcitos nosotros.
No nos quieren.
Al dolor nadie lo quiere.
Por eso se atraganta.
Puto. Porque es puto no
lo quieren, por puto.
Puto en mi garganta.
Puto dolor.
Soy deliberada en mí, el recuerdo pertinente, la
evaporación de mí cuando me hago recuerdo, imagen
sola, ardentosa de a ratos, vegetativa otros, persiguiendo
trazos casi siempre. La imagen de mí chisporrotea y sus
luces lanzadas a una nada muy sola, ¿serán apisonadas
por la sombra de los otros, otros días, más adelante, más
allá, en el futuro todavía tan cierto, tan cuerpo que me veo
ser la que soy en ésa que va a ser, la pura en sí lanzada a
lo muy solo de las otras?
Cuando yo salga se oirá una música. Un musicar semejante
al andar entre los otros cuando yo sea extranjero y hable
la lengua de ellos con el sentido de la mía. Dorales en su
garganta. Aves maravillosas de ver que nadie verá.
Con las imágenes de mi morada construyo mi lengua y
la paso por cada palabra hasta disimularla en ellas, y los
padres me escuchan, y sonríen, y yo, la encantadora que
habla, todavía no sé hasta qué punto seré doble.
Dueña de dos voces, con la una entro en la otra como una
extraña, mi lengua es extranjera en la casa verbal que es
la casa del padre, y no entienden los que allí se agitan, yo
dice amor y ellos evocan a la presa en su madriguera, yo
dice ella y ellos riman histeria, yo es una música y ellos la
vuelven paralítica.
¿Con mi lengua hablo madre?
Sin sitio fijo, la madre, pordiosera ahora que la hija habla
esa lengua que no le enseñaron. Hizo tanto silencio. Callo
hasta su silencio. Dejó que ellos hablaran, a gritos, a gestos
perentorios, a ira que devoró a sus hijas, por hacer, como
decían, la historia. Madre no habló, pero yo hablo madre.
Veo a mi lengua volver al parque que se guarda y lamer
hasta negar la voz ripiosa del padre. Yo quiero hablar con
la voz del principio que decía madre y madre era caricia
y punto de partida.
¿Y es el amor la palabra escondida?
Madre de ella, ella un libro para darse a palabra tras
palabra ahora que sabe quién y cuándo le robó allí donde
sí había un estar.
¿Cuándo empezaste a irte?
(de Ronda de noche)
66 PSUR
( de La visita )
Ana Becciu. Crítica, traductora y poeta nacida
en Buenos Aires en 1948. En 1976, año en que
deja Argentina, inicia un periplo por varias ciudades
europeas en las que trabaja como traductora para
Naciones Unidas. En la actualidad residente entre
Cataluña y el Sur de Francia. Es autora de cuatro
libros de poemas: Cómo quien acecha (1973),
Por ocuparse de ausencias (1983), Noche de
Ronda, (1987 y 1999); estos poemarios han sido
recogidos, junto a la última de sus creaciones, en
La visita y otros libros (Brughera, 2007).
A ella se debe una larga lista de estudios críticos y
ediciones entre las que destacan la de los diarios y
la poesía de Alejandra Pizarnik. A estos trabajos hay
que sumar su notable tarea de traducción literaria
de autores en lengua inglesa y francesa como
Djuna Barnes, Valery Solanas, Allen Ginsberg, Anne
Carson, Pascal Quignard y Tennesse Williams.
PSUR 67
POESIA [
] POESIA
Mario Merlino
Los desperdicios
La farolera tropezó
Discurso minúsculo
en la calle se cayó.
Y al pasar por el cuartel
se enamoró de un coronel:
alcen las barreras para que pase
la farolera de la puerta al sol.
Sube la escalera y enciende el farol
a la medianoche, se puso a contar
y todas las cuentas le salieron mal…
Dos y dos son cuatro, cuatro y dos
son seis, seis y dos son ocho y ocho
dieciséis, y ocho veinticuatro y ocho treinta y dos.
Ánima bendita me arrodillo en vos.
dejen que no venga nadie. o sea. hablan. o sea. monologuen. mientras hay tiempo y sigue haciendo
frío. trasmitan las últimas noticias. de la guerra. asocien la lucha con el deseo. propongan una
variación sobre el mismo tema. escriban de la peste. del agua que cae. de la sangre. de fluentes y
afluentes. rememorando. las ventajas del calor de hogar. hablen. monologuen. de la tradición. de la
familia. de la propiedad. de su puta madre. hablen. o sea.
monologuen. caigan en la cuenta del discurso. hablen. parlen. parlen. atosiguen con palabras
determinen el principio del placer. enumeren ordenadamente. déjense pensar. ábranse.
monologuen. no importa. dejen que no venga nadie. no importa quién esté. no importa. cierren
los ojos. abran la boca. abran. hablen. destruyan una a una las cosas que quedan de los otros. que
los otros pierdan la capacidad del habla. los otros. humanamente hablando. piérdanse hablando.
piérdanse. entre las propias bombas. humanamente hablando.
o sea. déjennos. o sea. hablen. o sea. aunque más no sea. mientras haya tiempo. y pase el frío.
( de Libaciones y otras voces )
mors, mortis
(a propósito de un vídeo de oscar manesi, artista incansable, luchador a brazo partido contra paisajes de
guerra y otros colmos de la estupidez simiesca de los mesías)
Afilando el lapicero toda la vida afilando el lapicero y ahora qué escribo ahora qué digo ahora dónde estará la
primera punta del primer lápiz de color como aquel que guardé en mi primera cartuchera y lo busco y lo busco y están
las manchas en el cuaderno los garabatos en las revistas los círculos alrededor de las caras conocidas los cuerpo deseados
la mente en blanco en blanco la espuma entre las páginas y yo afilando el lapicero afilando el lapicero montañas de
lápices haciendo la vez de paisaje mi propio rinconcito mi círculo de referencia la esfera dice platón es la figura más
perfecta y no sé por qué con lo bonitas que son las diagonales los ángulos de las piernas la hipotenusa de tu carácter
cuando me siento cateto y afilando el lapicero preveo el teto imprevisible tratando de rehacer con el lápiz tu contorno
tu silueta el deseo de tus formas del derecho y del revés tus anfractuosidades tus peligros tus avances tus retrocesos el
lance de tus piernas sobre mis hombros y la culpa que siento si no te deseo y la culpa que siento si el deseo se escapa
entre las virutas del lápiz y no hay derrame que compense no hay semen nutricio que te abarque no hay fórmula capaz
de regenerar el coito del primer lápiz cuando el lápiz se afila cuando la punta entra en el papel y no sale nunca dejarse
la punta en el papel dejarse el cuerpo en una hoja con renglones como los renglones de los cuadernos en esa infancia
bendita malevolente sucia sucia hermosamente sucia las manos en el barro el barro y de nuevo en el barro las virutas
del lápiz y madre que avanza amorosa firme ceñuda deseante y me pide que escriba escribe desparrámate en las páginas
pero no escribas con el lápiz mocho afila el lápiz el lapicero entra entero en las hojas sé prolijo te estás saliendo del
renglón y yo que le pregunto para qué sirven los renglones para que no pierda la punta el lápiz sácale punta sácale punta
afila afila afila el lapicero afílalo afílalo afílalo lo más posible lo más sible lo más po afílalo lalo lo lalo lo lalo lo lalo lo la
son jirones y del alma. la tela del alma se despliega. del alma las fosas. los botones de metal. los
dientes. ráfagas disparos.
en el teatro de operaciones: bisturí a los ojos, lanceta a la boca. y los oídos. y la lengua que besa el
metal. que dispara. que vomita. que acaso canta.
el personaje avanza mientras disparan. jirones. del alma. en las fosas de los comunes.
el personaje cree que el alambre es escalera. sube y baja. no sube ni baja.
cree que hay alma en el alambre. el límite del cuerpo. dientes. punteras. hebillas.
las ropas. la máscara. chasca la máscara los dientes. morderse los labios. pintarse las uñas. chasca.
farolera tropezó
en la calle se cayó.
Y al pasar por el cuartel
se enamoró de un coronel:
alcen las barreras para que pase
la farolera de la puerta al sol.
Sube la escalera y enciende el farol
a la medianoche, se puso a contar
y todas las cuentas le salieron mal…
Dos y dos son cuatro, cuatro y dos
son seis, seis y dos son ocho y ocho
dieciséis, y ocho veinticuatro y ocho treinta y dos.
Ánima bendita me arrodillo en vos.
(la muerte siempre se maquilla)
los homicidas rondan el tocador del personaje.
que canta. que acaso canta. o se muerde. o chasca punteras. jirones. dientes.
me han crecido las uñas, dice. de metal.
me ha crecido el alambre, dice. de metal.
por mi alma. por mi puta alma. por mi putísima alma.
y ano es el suelo que la lengua lame. el alma lame. ano, vulva, fisura, escondrijo. pero no hay
centro. no hay flujo. de metal la tierra.
( Inéditos )
siempre se maquilla la muerte. y mutis del personaje. y los espectadores sonríen. y se sienten
a salvo. y vuelve el personaje. y disparan. de metal el alma que la lengua. de lama metal. de
alambres no de alas comunes. de lama jirones disparos.
se pinta los labios la muerte. sonríe la muerte de labios pintados. sonríe. dispara. cuando todos
disparan, los espectadores sonríen. sonríen también o siempre.
lama el alma mientras dios. mientras dios entre esquirlas. mientras dios se masturba chasca de
metal esquirlas.
68 PSUR
Mario Merlino. Nació en Coronel Pringles, Argentina, en 1948 y se estableció en Madrid en 1976. Es poeta, narrador, dramaturgo, ensayista y traductor literario.
Sus libros de poemas son, Missa pedestris (Verbum, 2000), el CD (cuaderno y grabaciones) Libaciones y otras voces. Antología 1975-2000. (2000, reeditado en
2004 por el Centro de Arte Moderno de Madrid) y Arte cisoria (Calima ed., 2006). También es autor de, entre otras obras de ensayo, El medievo cristiano, Cómo jugar
y divertirse con palabras y Diccionario privado de Salvador Dalí.
Es un destacado traductor de obras escritas en lengua portuguesa, italiana e inglesa. Ha traducido, entre otros autores, a Jorge Amado, Clarice Lispector, Nélida
Piñon, Gianni Rodari, Eça de Queirós, poemas de Pier Paolo Pasolini, Fernando Pessoa y Allen Ginsberg. En 2004 recibió el Premio Nacional a la mejor traducción
por Auto de los condenados, de António Lobo Antunes. Codirige la revista Vasos comunicantes y es presidente de la Sección Autónoma de Traductores de Libros de
la Asociación Colegial de Escritores - ACEtt.
PSUR 69
POESIA [
] POESIA
José Pérez Olivares
Elogio de una isla
Los utópicos cuidan muchos sus jardines…
Tomás Moro
Vivo en una isla que sólo existe
en mi cabeza.
Isla verde y solitaria entre las aguas,
rodeada de lianas y espumas.
Cada día, al amanecer, la recorro
con los ojos perdidos,
pues sólo con los ojos perdidos
y la mente en blanco
puedo verla
y descubrir sus anchas y lumínicas avenidas,
sus espléndidos bares imaginarios
donde hombres y mujeres se hablan
y acarician.
Vivo en una isla que no es de nadie.
Isla que nadie reclama
porque todos, de alguna forma,
la han abandonado.
En esa isla insomne tengo mi casa
y dos o tres amigos fantasmales
que a veces vienen a visitarme.
Mas yo sé que esa isla se está hundiendo
en el mar.
Puedo leerlo en el triste bramido
que escapa de la garganta de sus olas,
en la opacidad de la luz
y el hervor de las palabras que mueren.
La soledad del corredor de fondo
Vamos corriendo hacia la meta.
No la vemos ni sabemos siquiera dónde está,
pero hacia ella nos dirigimos.
Hombres, mujeres, ancianos y niños corremos
en dirección al sitio donde dicen que queda,
hacia ese punto de convergencia
donde esperamos hallar, por fin, el sosiego.
Llevamos años corriendo.
De día y de noche corremos, sin descanso.
Quien se detiene, se queda atrás.
Quien cae, muere aplastado por la muchedumbre.
Sólo sabemos hacer una cosa: correr.
Y lo hacemos a ciegas, entre codazos
y empellones.
Llevo 57 años en esta carrera.
Por momentos he estado a punto de detenerme,
casi a punto de decirme: “no corro más”
(a nadie se le ocurriría idea más absurda).
Si me hubiera detenido, por ejemplo, tres décadas atrás,
jamás habría llegado hasta aquí,
ni habría liderado a ratos esta estúpida carrera.
Con ampollas en los pies, debajo de hostiles aguaceros,
iluminado el rostro por relámpagos,
sigo corriendo.
Nada me detiene.
¿Qué demonios podría detenerme ahora
cuando he aprendido a sortear obstáculos
con la misma destreza y elegancia de un corredor de fondo?
Mi destino –como el de todos los que me siguen- es correr.
Y lo hago jadeante, dando a veces tropezones,
resbalando entre el barro y la mierda,
levantándome si caigo, siempre corriendo, sin detenerme
siquiera a tomar aire,
con una mueca de rabia y dolor en la faz.
Corriendo,
corriendo siempre,
hacia ese sitio donde dicen que está la luz.
El séptimo rostro
Alguien que no soy yo, hizo este dibujo.
Lo hizo un día de 1998, en La Habana -me refiero a otra ciudad llamada así,
no aquella que todos conocemos-.
En esa Habana que ya no es La Habana, un hombre que no soy yo
–sino otro que soy a veces- hizo este dibujo.
Un dibujo que tampoco es un dibujo, sino un pedazo de realidad dibujada.
En ese pedazo de realidad estoy yo haciendo un dibujo que no es mío,
sino de otro que se nombra igual que yo.
Y hay una ciudad que palpita, y rostros. Muchos rostros.
Está –por ejemplo- el de un hombre que sostiene una máscara que es su propio rostro.
Y el de una mujer con dos narices. Y el de un cura que es un arlequín
(o un arlequín que es un cura).
Y el de un diablito que con su negra lengua acaricia la faz de otra mujer.
Y el de un hombre con el rostro dividido cuyas manos han comenzado a florecer.
Bien arriba, en la parte más alta del dibujo, está el séptimo rostro.
A él me voy a referir. En realidad no se trata de un rostro,
sino de una máscara que parece un rostro.
Tiene la boca abierta y de ella emerge una extraña floración.
O quizás no sea una floración lo que sale de su boca, sino llamas,
palabras, gritos.
Esa boca es la clave del dibujo.
Mientras todas las demás están selladas, la única que permanece abierta
es la del séptimo rostro.
Ignoro qué quise decir, si realmente fui yo quien lo hizo, o fue el otro que no siempre soy (el que
habita una ciudad que se parece a otra).
Lo único que sé es que está fechado en La Habana.
Una Habana que ya no es La Habana,
sino una ciudad que poco a poco -y sin que nadie se haya dado cuentase deshizo en el aire.
( Inéditos )
José Pérez Olivares. (Santiago de Cuba, 1949) es un poeta, pintor y crítico, radicado en Sevilla desde el 2004. Es un prolífico
autor de libros de poesía, entre los que pueden mencionarse: Papeles personales (Premio David, 1982), Examen del Guerrero (Premio
Jaime Gil de Biedma, 1991), Cristo entrando en Bruselas (Premio Rafael Alberti 1993), Háblame de las ciudades perdidas (Premio
Renacimiento de Poesía, 1999); El rostro y las mascaras (Premio de la Crítica, La Habana, 2000) y Últimos instantes de la víctima
(2001). Su obra forma parte de numerosas antologías de poesía de Cuba y Latinoamérica. Él mismo es autor de las antologías El hacha
y la Rosa. Tres décadas de poesía española (Renacimiento, 2000) y En la quietud del tiempo. Antología de la obra poética de Pablo
García Baena. (Renacimiento, 2002).
70 PSUR
PSUR 71
POESIA [
] POESIA
VIII
Mario Campaña
VII
1
2
Regular tres cuartos recortado, no más
Anda ahora el cuerpo, todavía solo
Y ajeno en su mutismo
Habiendo otra vez llegado de repente
A la vuelta de tantas casas visitadas
A este venerado lugar de antaño
De añeja y fantasmagórica armonía
De donde todos se han ido poco a poco
Las rodillas recogidas contra el pecho
Uterinamente hundidos en su pozo.
Hospedaje seco. Para siempre abierto.
Cuerpo que no sabe, que huye, anhelando
Lugar donde los hechos no son hechos
No ocurren ni se ven pero se expanden.
Permanecen. Carne sin ilusión voz sin aire
En campo previamente hechizado
Y bastan para transformar lo sanguíneo en árido
El hervor del nervio en días desguarnecidos
Sin que nadie pueda contarlo.
Alguien trae a este lugar las palabras bien atadas
Para el cándido paseo del cuerpo lívido.
Boca grave de metal roncando como bestia mortecina
En un sueño de ingenua exculpación
Equivocado como aquel conspirador que sueña
Cuando degüella corderos en poderosos reyes.
El fracaso eructando ventosidades tétricas
A este lugar vuelto: infame, ululante grito maloliente
Que acaricia o muerde según la hora.
Lejanísimo el tiempo en que detrás de la trompeta
Había un ángel advirtiendo del próximo estallido.
Ahora todos se han ido del lugar y el cuerpo
Regular tres cuartos recortado.
Silencio de la calle, la casa, el corazón.
Fuego que no quema la mano negra, pero reluce, oro
Etéreo, deletéreo; un estornino
Viscosa mirada de murciélago que se orienta en las tinieblas
Viendo aquello que ocurre eternamente.
Nunca reversible: todo, si
Aconteció, condenado queda
A una eternidad tal vez no percibida:
Regular tres cuartos recortado.
Súbita nuestra escuálida medida
Jamás multiplicada. No más: aquí.
Aquí nosotros para siempre, ya llegados.
Hasta el último día este frío lugar desguarnecido
Para que todo vuelva a comenzar del mismo modo
Con su ruido oscuro que atraviesa largos surcos.
Luego la mano alzada. Un punto de orden. Por favor. Paz.
Polvo súbito borrando rastros del camino.
Sírvele un poco de paz, con pólvora, al viejo tambaleante: Adiós,
Amigo, que te sean amables los caminos.
En limpia copa el último ruego:
“Los cordones bien atados”.
Entrar en la muerte con zapatos fijos
Andar fijo, cuerpo fijo que camina
En un aire frío:
Regular tres cuartos recortado.
72 PSUR
Diminuto al pie de un árbol
Sereno bajo el ríspido follaje.
Demasiada sombra para un canto leve.
Fiesta fugaz, teatrín improvisado
O jardín desconocido: fantasmagoría renovada.
Fugaz la evocación de cada aurora.
Regular tres cuartos
Recortado, no más.
En esta ciudad mía, me digo, debe haber
Amplias avenidas luminosas que no he visto
Barrios escondidos al que no llegan los turistas
y suburbios llenos de parroquianos amistosos.
Deben de haber, como en otras ciudades
Terrazas y centros comerciales de lujo
Campos de fútbol llenos de promesas
Salas de juego, bailes concurridos de noche
Propicios para la suerte y el amor.
En esta ciudad tan ruidosa en las vísperas
Y tan silenciosa el día siguiente
Seguramente hay retenes de policía
Que con pedantería ignoro
Y pequeñas tiendas de domésticos
Sofisticadas pasarelas
Viejos apartamentos con salas
Preparadas para confesiones y castigos
Y habitaciones oscuras para llorar.
En esta ciudad flamean banderas
Siempre arriadas pero desconocidas para mí
Y crecen jardines por los que no he paseado
Patios misteriosos que en mañanas soleadas
Ven llegar a gatos cochosos
Arrastrando restos de sus victimas.
Y por qué no iba a haber en mi ciudad
Pequeños altares de mármol, senderos
Para la virtud, ya borrados de tanto transitarlos.
Antros consentidos y secretos para el vicio
Y oscuros rincones para el crimen.
En este infernal sitio donde nada crece
Apretado campo de barcas y luces encendidas
Lluvias sin esperanza y soles fríos
Donde una lagartija nos muerde siempre el pie
Y aún después de muertos nos castiga
Royéndonos las uñas, porqué no habría
Banqueros prestamistas que ofrecen ilusión
Y el día de pago envían sus alguaciles
Compeliéndonos a devolverlo todo
Y en el plazo final, amables, nos sacan cuentas
Mostrando a cada uno un dosier sencillo
Donde un estúpido retrato nos acusa:
De nuestras manos cuelgan cabezas de otros
Brazos de otros, manos de otros
Y huellas de nuestros dientes
En sus pieles resecas.
En esta ciudad del arrepentimiento
Y de la culpa, en este pequeño y sucio sitio
Que es el mío, no existe el tiempo.
Todo crece pero no envejece.
Y si tuviera valor hasta podría
Vivir solazándome mañana y tarde
En una hermosa hamaca de la vida:
Esta ciudad mía que cada día desaparece
No estará aquí cuando yo me vaya; se irá conmigo.
Yo la vivo ahora encendiendo un cigarrillo
Cada tarde en un parque. Entorno los ojos.
Toco mi cara.
Esta ciudad mía, que nadie ve, se desintegra.
Y de ella al final del día me escondo
Agazapado.
(de Lugares. Inédito)
Mario Campaña. Nació en Ecuador en 1959. Desde 1992
reside en Barcelona. Como poeta ha publicado Cuadernos de
Godric (Sistema Nacional de Bibliotecas, Quito, 1988) y Días
largos (ESPOL, Guayaquil, 1996), Días largos y otros poemas
(Plaza y Janés, 2002), El olvido de la poesía se paga (Universidad
de Cuenca y Casa de la Cultura del Azuay, Ecuador, 2002) . Este
mismo año se ha publicado en Barcelona el poemario Aires de
Ellicot City.
También es autor de ediciones críticas, antologías, biografías
y traducciones; entre las obras publicadas en este ámbito se
pueden que mencionar su Visiones de lo real en la poesía
hispanoamericana y Francisco de Quevedo, el hechizo del mundo.
A principios de 2006 apareció Juego sin Triunfo. Vida de Charles
Baudelaire. Es director de la revista Garaguao, especializada en
cultura latinoamericana.
PSUR 73
POESIA [
] POESIA
Yulino Dávila
diapasón de lo inverosímil en la carne
( ensayo tahúr )
tránsito y perspectiva del desamparo
en 8 diapositivas contrastadas con retocado
a la manera de c.v.
[ selección ]
Para Américo Ferrari
“Del tiempo el ocio torpe, y los engaños
del paso de las horas y del día,
reputaban los nuestros por extraños”
Quevedo
palabra: crudo inverosímil
palabra: tórtola de huayco
palabra: descaro y palo
...y las noticias de catástrofes con regusto a sur
acuellan la marca del oprobio o se engalanan
bajan sus pantalones armados con escarnio
enhiestos con hilachas de horizontes
acaso se turnan coloquiales –se enternecen
suben sus faldas por el lado adiposo del hambre
por el lado mandíbula y mezcla de anilina
y plasman sus asombros
de ser lo que son sin que a nadie le importe
porque el sur duele por su orificio occidental
duele dolor a pan
suave ceniza unicornio de hojalata
dolor puntiagudo en pleno círculo
baobab dolor y dolor diadema vulnerando
(abotargado belfo)
dolor tamaño familiar en el sabor despojo
en los pequeños asuntos: doméstico dolor
desnucado momento rumiándose los imprevistos
porque el sur duele sin el menor esfuerzo
la incógnita asimétrica incuba
en la casa del herrero con cuchillo de palo
el dolor de palo
luego orinan
y a diente partido se adosan virutas de supuradas noches
se dan la vuelta sueñan descalzos
al día siguiente
provocan otra vez la vida
con la inercia que entumece / casi inverosímil
para sufrir bien ajustado lo insufrible
moderación esquemática para no agotar el presente
y aunar en boceto crudo: melancolía y piedra
un estrépito de tórtolas lavativas mastica
la cadencia de una retaguardia herida de cordura
porque el sur ha vomitado la brújula de los bostezos
y deja morder entre sus yemas: desamparos
derramantes muecas
marquetería de huaycos incrustada en verticales lenguas
[se hornea un respirar de tinyas en la migraña
el danzarín enteco gime por su musgo de estrellas
iza todo a media testa: el poncho mesiánico y sus caries]
un percudido ornamento conmuta la tripa en duda plana
transita su gameto / sus rústicos lingotes
huele a dios amedrentado
o en desacato
(mucho verdugo para tan poca cruz atropellada)
aperitivo de tormento
sin milagro que enderece la historia que pudo ser y no
y ahora se luce a trizas entre sus colchas de folclor
:
axiomas que una mugre trasquila mansamente
con su dolor apenas
mas para sus adentros
la locura albina esmera su acto de tallar
patíbulo y corbata
un kilo que sustrae al gramo la inocencia
la pereza el espesor
y como si llegara temprano para algo
se embadurna con la nada más cercana / nos guiña
un martes se repite a lo ancho de la semana
vomita su folletín / ¡no te embarques!
nueve meses se aprietan dispersos en toda una vida
humea en las gavetas la prueba delatora
nos depila en el espejo
salpica el delantal con esquinas por donde lo efímero
huye sin desprecio
perfuma su alharaca
ese sarcasmo hila a trompicones un robusto silencio
el llanto habla la palma de su mano que saluda
acusa con el hueco de la palabra
se despacha
hace florecer
en el dolor de palo una lágrima de palo
sin amén
Barcelona / 2000
( Inéditos )
Yulino Dávila. Nace en el Perú en 1952. Estuvo vinculado al grupo poético
Hora Zero. En 1976 decide dedicarse a viajar por Europa; termina fijando su
residencia en España, en Madrid primero y, a partir los ochenta, en Barcelona.
En 1995 publica El Tratante (Ed. Arte & Comunicación, Lima) y tres años
después Hebras de Malasaña (Ed. Lluvia, Lima). Posee 6 libros inéditos.
Conjuga el trabajo poético con el mundo del dibujo. En este ámbito expuso
en Lima en 1976, a mediados de los años 80 en la “Casa Fugger” de Madrid
y en el 2006 en la galería Edifor de París. Tiene una muestra permanente en
la Factoría √-1, de Barcelona.
74 PSUR
PSUR 75
POESIA [
] POESIA
Andrés Fisher
Castilla
Castilla II.
i.
i.
El tendido eléctrico abriendo otros caminos en los llanos de Castilla.ii.Extendiendo su
geometría elíptica sobre las lomas cubiertas de trigo.iii.Las torres de acero y hormigón hasta
la eternidad sobre los campos de Castilla.
Murallas. Las murallas, piedra sobre piedra, como surgidas de la nada. Delimitando un
espacio físico y mental: delimitando, piedra sobre piedra, la meseta y la palabra.
ii.
Un día las murallas poblaron estos páramos y, piedra sobre piedra, construyeron lo real.
También un díos de piedra construyeron y su discurso y su credo.
iii.
Castilla VI
i.
En un día de sol y nubes, carreteras interminables atravesando los llanos de Castilla:
El mismo sol de Castilla aún ilumina estas murallas fragmentadas que, piedra sobre piedra,
hablan con elocuencia dibujando al hombre que las construía. Al dios que gobernaba.
ii.
iv.
la tierra del cereal que germina verde y erecto en dirección al cielo.
Murallas. Piedra sobre piedra esculpiendo el tiempo. Inscribiendo su signo en la meseta.
Circundadas por el mismo trigo; por la palabra, que peregrina. Por el sol, que permanece.
iii.
( de Hielo )
La bruma lejana y las nubes acotan la escena en lontananza:
Variaciones y anotaciones sobre La araucana, de Alonso de Ercilla.
i.Treinta años sustentando su opinión, señor, sin caérseles jamás las armas de las manos.ii.No
defendiendo grandes ciudades ni riquezas, si no antes quemando sus casas y hacienda para
que no disfrute de ellas el enemigo.iii.
Así los araucanos, señor, permaneciendo firmes en su propósito y entereza, riegan con su
sangre y con la nuestra los ásperos terrones de sus campos pedregosos.
iv.
y los pueblos desperdigados, habitados por ancianos y grandes tractores.
En casa
i.Tras las ventanas, innumerables ángulos graves y agudos. Viejos tejados y balcones muy
verdes en primavera.ii.El cielo alto aunque esté gris. Los pájaros volando con los mismos
gestos que hace miles de años.iii.Me rodean los gatos. Entra luz a raudales desde el alba hasta
el crepúsculo:iv.en la proa de este barco de ladrillo en el ombligo de la ciudad.
( de Relación. Inédito )
Andrés Fisher. Chileno, nacido en Washington (Estados Unidos) en 1963; Residió entre 1990 y 2004 en Madrid; en la
actualidad vive en Carolina del Norte, Estados Unidos, dedicado a la enseñanza de literatura y sociología. Su primer libro de
poesía, Ocularmente ávido (Ed. Vertiente,) apareció en Viña del Mar en 1992. En Madrid se doctoró en sociología con una
tesis crítica con el discurso prohibicionista de las drogas (publicada en 2003). Formó parte del colectivo Delta Nueve, activo
entre 1993 y 1998. Ha publicado la plaquette Estados y Extremos (Archione, 1994) y los libros Composiciones, Escenas y
Estructuras (Delta Nueve, 1997) y Hielo (Germanía, 2000) por este último recibió el premio Gabriel Celaya. Su obra ha sido
antologada en Pasar la Página (2000), La Voz y la Escritura (2001) y Estruendomudo (2003). Relación, un nuevo libro de
poemas, está a punto de publicarse en Madrid.
76 PSUR
PSUR 77
POESIA [
] POESIA
Rodolfo Franco
te
oye
chica
No me enterréis:
veo por una
Una vez muerto
destripadme.
óptica
erótica y además:
¡eres mi heroína!
tebeos
libros
películas
Testamento
la de mis aficiones (las
ficciones)
mistificaciones y cómo
la de mis animalidades
( de Grafía Porno )
no perder tiempo:
aportar o abortar
(metodología)
saliva abisal
que se mezcla con la mía
superficial
¿cuándo nuestra
perversión literaria
se hará literal?
imprevisible
como la vida misma
pero me sirve
soy el sendero
que delante florece
[detrás marchita]
qué más da:
forastero donde sea:
aquí me quedo
( Inéditos en forma de libro )
sí
Con mis vísceras
y mis pocas carnes
alimentad vuestras fieras.
Con mi piel
forjad tambores
y con mis huesos
percutidlos y bailad.
no
monos
camellos
caballos
Así resucitaré.
Aclaraciones
todo cero es absoluto
todo cálculo es infinitesimal
todo hijo es pródigo
todo espíritu es santo
todo pecado es original
toda hostia es sagrada
toda misa es negra
todo viernes es santo
toda noche es vieja
todo gobierno es totalitario
todo estado es de sitio
toda propiedad es privada
todo imperativo es legal
todo el mundo es el tercero
todo trabajo es alienado
todo servicio es militar
toda guerra es fría
toda sociedad es secreta
todo animal es irracional
todo sexo es frágil
toda intención es segunda
toda cuenta es corriente
toda obra es prima
todo océano es pacífico
todo abuso es de autoridad
toda familia es numerosa
todo efecto es colateral
toda libertad es condicional
todo crimen es pasional
toda muerte es prematura
todo homicidio es múltiple
todo juicio es el final
toda corte es marcial
toda pena es la máxima
todo preso es político
todo instituto es correccional
( de Almanak. Inédito )
78 PSUR
Rodolfo Franco. Nacido en São Paulo (Brasil)
en 1964 de padres españoles. Se establece en
España en 1989. Residió en Barcelona y Madrid,
donde formó parte a principios de los noventa
del colectivo Delta Nueve; en la actualidad vive en
Mérida. Es antropólogo, diseñador gráfico y poeta
bilingüe; trabaja las formas clásicas, el jaiku, el
poema concreto, el poema visual, el poema-objeto,
la performance… Forma parte del grupo musical
Comando Macondo.
Ha publicado Grafia Porno (1991), ¿Poema?
(Archione, 1994), 22 corazones, (Delta Nueve,1996),
Albún de Cromos (Diputación de Badajoz, 2004).
Su obra se halla en numerosas revistas (impresas
y virtuales) y ha sido recogida en antologías como
La palabra imaginada. (1999) o Todos o casi todos.
Antología de poesía visual, experimental y mail-art en
España (2004). En la actualidad prepara la edición de
Almanak, un libro-calendario que concentra trabajo
poético de los últimos años.
PSUR 79
POESIA [
] POESIA
Milena Rodríguez Gutierrez
Granada, tierra soñada
Palabras de un inocente que despide a
Gastón Baquero, desde la arena de una
playa, en La Habana de 1959
Va bien esta ciudad, según se dice,
aunque a mí no me sirven sus horarios:
cuando llegan las seis a sus relojes
dan las doce en el centro de mi alma.
Me pongo mal su acento, sus hombres, sus abrigos.
corren fuera de mi idioma sus palabras:
las cañas para mí no son espuma
y no puedo adaptarme, no me adapto
a encontrar al amor lleno de polvo,
sucio, avergonzado en los rincones.
Usted me puede ver.
Yo soy un niño
que está creciendo todavía.
Yo todavía creo
que la noche es un buque,
un elefante,
un susto que el sol pretende darnos.
Quiero decir, yo soy un inocente.
Yo no sé lo que digo.
Yo despierto en lo oscuro
y confundo palabras, las invento.
Mañana habrá otros magos ensayando
el número en que usted desaparece.
Pero usted, que es la magia,
usted que es inocente,
se escapará en un traje de mendigo vienés,
de muñeco de nieve,
de leopardo lunar,
de palabra jamás con s larga.
Se vestirá de Coriolano,
el perro que lloraba a Nureyev,
y se reirá feliz en su escondite.
Pero yo soy un niño y le pregunto:
¿Por qué me deja solo con la noche
y se lleva los peces, las estrellas?
¡Anda usted tan deprisa por las olas
con su nombre colgado de su brazo...!
¿Adónde va a marcharse con su nombre?
Mañana será usted una ciudad
alumbrando en la noche como un parque.
Va bien esta ciudad, qué duda cabe,
pero no conmigo y con mi sombra
que se harta
de la estupidez
posando en las revistas y en los diarios,
en la televisión, en los percheros:
tantos goles marcados en la puerta de lo inútil.
Va bien, seguro, esta ciudad con Dios,
a quien no sacan nunca tarjetas rojas ni amarillas
y exhibe derecha su sonrisa entre los dientes,
pero también izquierda,
entre las piernas.
Aquí ya no soy yo sino mi isla
y su dolor exótico, sin marca.
Y a pesar de los amigos que son ciertos
me vuelvo mar a veces, hago agua.
(de Alicia en el país de Lo Ya Visto)
80 PSUR
Su nombre es un juguete,
un caracol,
el columpio del patio
donde vuelo sin miedo por el aire.
Su nombre es un sombrero,
una pelota
que se lanza al espacio
y regresa de nuevo, sana y salva.
Mañana será usted otro inocente
como yo, dibujando
figuras en la arena.
Será usted invisible
como el Dios de los niños
y jugará a llamarse
los lunes, Nicanor; Adrián, los martes...
Y acabarán los días
y seguirá usted teniendo nombres.
Mañana será usted un inocente
y jugará conmigo entre las olas al juego del regreso.
Regresará en el agua,
en el río invisible
que llegará a mi boca,
del que podré beber
y crecer alto.
Ese río que a veces
sonará a eternidad,
con una d que se alza como un muro,
y otras veces a otoño, o a esperanza.
Y cuando sople el miedo
y me despierte,
usted me abrigará como una madre,
me contará su cuento como arrullo:
«Aunque tú no me veas,
yo estoy aquí contigo, transcurriendo.
Yo estoy creciendo todavía
para empapar la noche
y que se apague.
O mejor, que se encienda.
Ninguna noche dura para siempre.
Mañana saldrá el sol.
Vuelve a dormirte».
QUE TRATA DE ESPAÑA
“advierta al mundo nuevo el mundo viejo”. Quevedo
Se están marchando, España,
los que en ti parecían
vivir y ser contigo.
También, como nosotros,
un día, sí, ¿te acuerdas?, nos fuimos de tu lado.
Los llamas y no acuden:
aquellos, los de entonces,
hoy ya no son los mismos.
Inocentes, no saben
que acabarán fundando
también, como nosotros,
Españas pequeñitas,
Españas de juguete,
clandestinas Españas
viviendo en otros nombres.
( de El otro lado )
Milena Rodríguez Gutiérrez. La Habana, 1971. Licenciada en
Psicología por la Universidad de La Habana y doctora en Filología Hispánica
por la Universidad de Granada, ciudad en la que reside desde 1997.
En 1998 obtuvo el Premio de Poesía Federico García Lorca por El pan
nuestro de cada día (Universidad de Granada). Ha publicado además los
poemarios Alicia en el país de Lo Ya Visto (Diputación de Granada, 2001)
y El otro lado (Renacimiento, 2006). Ha sido incluida en la Antología de la
poesía cubana de Ángel Esteban y Álvaro Salvador (Verbum, Madrid, 2002)
y en Con voz propia. Estudio y antología comentada de la poesía escrita por
mujeres [1970-2005], de María Rosal (Renacimiento, Sevilla, 2006).
Como antóloga ha publicado Insuficiencia de la escala y el iris. Antología
poética de Rubén Martínez Villena (2002). Es también autora del ensayo Lo
que en verso he sentido: la poesía feminista de Alfonsina Storni (2007). Ha
codirigido la revista de literatura Letra Clara y es columnista del periódico
Granada Hoy.
PSUR 81
POESIA [
] POESIA
Julio Espinosa Guerra
AGUA [selección]
(de Heráclito, Manrique, Paz y Virilio, casi)
El río
no es dios ni río
no pasa frente al ojo
ni es el ojo
sino una suma de trozos
concatenados
en la imagen el capricho
final de un montador
que le pone anteojeras
al horizonte.
*
Nada ocurre sobre el río
que el río no haya pensado antes
Cromosoma
que gira en el báner luminoso
No es el filo el que se come la herida
En la pantalla
todo queda claro
Más allá
nada tiene nombre.
*
Más allá de este océano
hay tierra fértil
mamíferos
minas y sudor
Te metes en la bañera. La palabra agua poco a
poco te cubre hasta el cuello. Y allí permaneces
toda la vida. Hasta que la masa amorfa de tu
piel se funde del todo, y la bañera, y el agua.
*
Te metes en la bañera. El agua caliente poco a
poco te cubre hasta el cuello. Tomas el bisturí
entre el pulgar y el corazón. Cortas. Y allí
permaneces hasta que la última gota de tinta se
mezcla con el agua.
*
Abajo del todo
el gran iceberg
Arriba
sólo su punta
y aún así
estremece.
*
Tanto soñar con la otra orilla
tanta cosa absurda
tanta palabra
para al final descubrir
que debajo del río
hay otro río. Éste
imposible de cruzar.
( de NN )
Más allá de este mar
una playa:
toallas
heladeros y bronceadores
arena sucia
pero arena al fin
aguardando el retorno de los navegantes.
*
1. Si se asfixia la realidad en la palabra
2. Y la palabra en esta red
3. En la red
la realidad ya es del todo inexistente.
*
82 PSUR
Julio Espinosa Guerra. Chile, 1974; reside en España
desde 2001. Ha publicado los siguientes libros de poesía:
Cuando la rosa aún no existía (1996), La soledad del encuentro
(Mosquito, 1999) y Las metamorfosis de un animal sin paraíso
(El árbol espiral, 2004). También es autor de la antología La
poesía del siglo XX en Chile (Visor, 2006) y de la novela, El
día que fue ayer (Mago Editores, Santiago de Chile). N.N.,
libro al que se le ha concedido el IX Premio Hispanoamericano
de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz, acaba de publicarse en
Madrid (Gens Ediciones) y para el años 2008 está prevista su
aparición en Chile y México.
Ha sido incluido en diversas antologías, entre las que destacan
Todo es poesía menos la poesía: 22 poetas desde Madrid
(Madrid, Eneida, 2004), Cantares: nuevas voces de la poesía
chilena (Santiago de Chile, LOM, 2004) y La voz y la escritura
(Ateneo de Madrid, Sial Ediciones, 2006). Es profesor de
Escuela de Escritores.
PSUR 83
DOSSIER [
] DOSSIER
José Luis
Peixoto
“El Camino de la metáfora”
ENTREVISTA
Por Jordi Gol
INTRO. José Luís Peixoto (Galveias,
Alentejo, 1974), licenciado en Lenguas
y Literaturas Modernas (inglés y alemán)
por la Universidad Nova de Lisboa,
es uno de los máximos valores de
la literatura portuguesa, con una obra
poética y narrativa muy original, que
gravita en torno a un universo poético
propio, muy particular. En 2001, su novela
Nenhum olhar ganó el Premio Literario
José Saramago. Está traducido al francés,
al italiano, al búlgaro, al holandés, al español, al húngaro, al inglés y al japonés.
En nuestro país, Nenhum olhar está
publicado como Nadie nos mira por
la editorial vasca Hiru y Morreste-me
fue publicada en España por la Editora
Regional de Extremadura en 2004 como
Te me moriste.
Hablamos con el autor sobre su último
libro, titulado Cementerio de Pianos
(publicado en Portugal en noviembre
de 2006 y premio Cálamo 2008),
en los locales de El Aleph (Grup 62),
su editorial española, y aprovechamos
para preguntarle sobre la actualidad
literaria portuguesa y sobre cómo ven
allí la nueva literatura española.
Tu último libro, Cementerio de pianos, va a
ser traducido y publicado por las grandes editoriales europeas y americanas ¿Por qué el salto
de editoriales pequeñas a grandes editoriales?
Para mí no es indiferente que un libro que
escribo tenga más o menos lectores, porque creo que la escritura de un libro solo
concluye verdaderamente cuando el libro
es leído por el lector. Por tanto, si no hay
ninguna perversión de los principios que
me llevan a escribir, prefiero que un libro
84 PSUR
tenga la mayor posibilidad de encontrar
lectores. Por eso un gran sello me da mayores posibilidades de causar más curiosidad en la gente y de que los libros pasen
esa frontera de Portugal a otros países,
como España, y que lo hagan llegando a
lectores y a gente que pueda recrear dentro de sí a esos personajes, paisajes e ideas
que están en esos libros.
Además de Cementerio de Pianos, el Aleph
va a editar tus libros anteriores
Sí, incluso Nadie nos mira. Eso me agrada
muchísimo porque aunque son libros que
escribí hace algunos años, para mí siguen
siendo libros muy importantes; también
Te me moriste, mi primer libro, escrito con
21 años. En Portugal son libros que no
han sido descatalogados, lo que me hace
mucha ilusión, porque son escalones no
sólo de mi escritura, si no también de mi
vida. Son libros con los cuales tengo un
ligamen personal muy fuerte.
¿Cuáles son los temas principales de Cementerio de Pianos?
Los temas principales del libro son los temas de siempre en la literatura universal.
Es un libro que intenta plantear cuestiones más que determinar las respuestas o
los caminos de interpretación que el libro presenta. En un primer lugar estaría
el tema de la muerte como oposición a
la vida (hablar de la muerte es siempre
hablar de la vida, que es todo lo que tenemos para valorar la muerte), por eso la
vida está muy presente en el libro desde
la perspectiva del paso del tiempo, que
acaba siendo el tema principal de la novela. Un tiempo que no se detiene, en mu-
chos aspectos, ni con la muerte. El tiempo
siempre sigue, es un continuo de muertes
del pasado, pero al mismo tiempo un nacimiento constante del futuro, y nosotros
escribimos nuestras vidas sobre él. El libro aborda este tema contando la historia
de una familia a través de varias generaciones que nacen y mueren, a veces de
forma próxima, e incluso simultánea, y
donde personajes de diferentes edades
son presentados de manera a veces anacrónica para dar múltiples perspectivas
que se resuman en la perspectiva total de
una vida; perspectiva que muchas veces
la gente no tiene porque está muy metida
en eso que es estar vivo. Por eso uno de
los narradores empieza a contar la historia cuando ya está muerto, con una visión
de la vida desde afuera, que permite mirar los acontecimientos y las tragedias,
éxitos, amores y desilusiones con mucha
perspectiva.
Las mujeres en tus libros son siempre tristes,
mujeres maltratadas...
La imagen de la mujer triste y maltratada,
como maldita, es una imagen que existe
y que está siempre presente, pero intento desfocalizarla, sin que presente una
opinión o una idea mía. Intento que sea
solo una imagen que cada uno interprete
a su manera. Una imagen que intenta representar mucho de lo que todavía ocurre
en nuestras sociedades ibéricas, no solo en
Portugal, y que tal vez hoy ocurra menos
que hace unas décadas (o tal vez no). Por
eso esa imagen de la mujer, que en la novela llega a padecer violencia, para que el
lector, hombre o mujer, reflexione sobre
ello y se posicione. Yo tengo mi posición,
ya que no mirar hacia otro lado y exponerla ya es una manera de tomar partido.
La novela tiene una estructura compleja, con
puntos de vista intercalados, y exige una interpretación global al lector ¿Qué referentes o qué
influencias manejas en cuanto a la estructura?
Hoy en día, cuando uno va a escribir una
novela o a crear una estructura, es imposible que no tenga en mente referentes, no
sólo literarios, sino artísticos en general,
porque escribimos bajo siglos y siglos de
historia literaria que no es posible ignorar. Podría decirse que está insertado en
nuestro código civilizacional, cuando uno
pone el bolígrafo en la hoja o los dedos en
el ordenador. Yo no llegué a la estructura
de Cementerio de Pianos a través de referentes directos, conscientes, pero estoy convencido de que si nunca hubiese leído a
Antonio Lobo Antunes, o a Faulkner o a
otros tantos autores que me hayan hecho
cuestionarme la linealidad de la narrativa, nunca hubiese llegado a escribir algo
así. Para mí, incluso hay un referente de
las artes plásticas muy directo, el “puntillismo”, al estilo de Seurat o Karagozian,
una imagen de la que si miras muy cerca
no ves más que puntos, pero de la que vas
distinguiendo las formas y las perspectivas
a medida que te vas alejando. Esto me
ayudó a crear esta novela que al final es
un conjunto de voces y episodios (o relatos
o imágenes de una familia o personaje específico) que se pueden leer por separado,
pero que luego, sumados, dan la imagen
global de los personajes, de su trayecto, de
sus ambigüedades. Una imagen más amplia. El “puntillismo” es una de las formas
del impresionismo (o neoimpresionismo)
pictórico, y el término impresionismo
también me parece adecuado para hablar
de la forma en que está construida esta
narrativa, porque la forma en la que se
encadenan las imágenes no es muy nítida,
dejando en manos del lector una buena
parte de la interpretación de la estructura;
y al mismo tiempo intenta atraparlo en el
trabajo de construcción del relato, porque
creo que las cosas que exigen más esfuerzo
son las que al final más firmemente se interiorizan, porque son las que están creadas
de experiencia y de esfuerzo propios.
Este hecho de hablar con los silencios, con las
partes en blanco que el lector ha de rellenar tiene que ver mucho con el estilo que utilizas, más
sugerente que explícito ¿Cómo lo definirías tú?
Creo que la base de mi estilo hasta ahora
es la metáfora, desde el aspecto en que la
metáfora no apunta un significado unívoco, concreto u objetivo, si no que determina un campo de significados (un campo semántico amplio); es decir algo que puede
ser una cosa, pero también, por extensión,
muchas otras de su campo semántico. Si
decimos que una pared es blanca, cerramos mucho la interpretación (aunque hay
muchas gamas de blanco) pero si decimos
que esa pared es como una nube, las perspectivas se abren, según la experiencia del
lector: ya no es necesariamente blanca,
pero tampoco dura, tiene un abanico de
posibilidades significativas mucho mayor.
La metáfora, como digo, es lo que más
marca mi estilo hasta ahora, no necesariamente el que está por venir.
Tu estilo se podría definir como “clásico”, en
oposición al estilo “moderno” de la “generación
Nocilla”, más directo, más sucio, con referentes
anglosajones de la música, el cine y la televisión.
Yo creo que el lenguaje del realismo “sucio”, el lenguaje cotidianizado, no es muy
actual, pese a lo que se suela pensar en España (y también en Portugal). Este estilo
tiene una relación muy directa con lo que
se hace en los EEUU y en los países anglosajones. Es curioso porque mi novela
Nadie nos mira la publicaron en noviembre
en Inglaterra y en agosto la publicarán en
EEUU y las críticas de ambos países valoran positivamente precisamente el hecho
de que el lenguaje es totalmente distinto a
lo que se suele hacer; porque hacer lo que
todo el mundo esta haciendo no es moderno, ni novedoso, es simplemente seguir la
corriente, no remontarla. Yo creo que uno
siempre ha de buscar lo nuevo, incluso si lo
nuevo implica mirar hacia atrás. Creo que
es importante mirar a la tradición como
también a la genialidad que hay en un
pasado muy reciente. Al mismo tiempo, a
mí me encantan escritores como Raymon
Carver, pero me deja perplejo la cantidad
de obras que invocan el nombre y la estética y la influencia de Raymon Carver, pero
que se quedan muy lejos de lo que este
hizo; además, hace ya muchas décadas.
A mí hay un ejemplo que me gusta, proveniente
de la música, que es el de los grupos de Rock y
Pop que pudiendo hacer un sonido muy limpio,
incorporan artificialmente el sonido del vinilo
para volver el sonido más orgánico. Es una imagen muy curiosa del arte, en donde a veces hay
que mirar hacia atrás para hacer algo realmente
nuevo. Hay una diferencia muy grande entre novedad y nuevo, son dos palabras que se parecen
sólo de una manera muy superficial. La literatura debe buscar lo nuevo y no la novedad.
Por eso a mí me gusta lo orgánico. He
nacido en un pueblo y allí pasé mi infancia hasta los 18 años. Hoy vivo en una
ciudad. Y considero que tengo mucho
de ambas culturas, la urbana y la rural,
porque mientras estaba en mi pueblo me
interesaba mucho por cosas de la cultura
urbana (música, literatura, etc.) pero hoy
que estoy en la ciudad también miro mucho a la ruralidad porque ambos medios
tienen su naturaleza y no hay que elegir
necesariamente entre una y otra: se puePSUR 85
DOSSIER [
de intentar buscar lo que ambos tienen
de bueno. Yo, al menos, necesito de lo
orgánico, de lo natural. Y lo natural envuelve a las personas, los sentimientos.
Porque los sentimientos, desde el modernismo, se ven muchas veces como
una oposición a la inteligencia, como si
hablar de sentimientos no pudiera ser un
acto de inteligencia, y yo creo que es más
bien al contrario, porque los sentimientos
son uno de los elementos más humanos
que existen, al igual que la inteligencia. Y
la inteligencia que no sea modelada por
los sentimientos, que no esté desarrollada
con el objetivo de servir a los sentimientos de los hombres y las mujeres que son
más o menos felices en relación directa a
ellos, no es una inteligencia inteligente.
¿Cuál es tu método de trabajo?
Trabajar siempre. Yo escribo de una manera bastante obsesiva. Desde que empiezo a escribir efectivamente -porque la escritura comienza antes, con la mirada, con
la reflexión y con la atención a todo lo que
nos rodea para construir un edificio mental donde están los personajes, las intenciones, el enredo y la trama, en definitiva, los
distintos niveles de la obra- desde que empiezo, la novela es en la única cosa en que
pienso, e intento que eso sea mi prioridad.
Me es difícil combinarlo con otras cosas. A
veces incluso afecta a la gente que está cerca de mí porque toda mi atención se centra
en lo que escribo. Además, es una escritura lenta, porque mi máximo son cinco páginas en un día, que tiene que ser increíble.
Si en un día escribo dos páginas ya me doy
por satisfecho. Luego, en el momento de
escribir hay cosas que van cambiando con
respecto al plan inicial, porque hay que ir
86 PSUR
] DOSSIER
dejando cosas para el momento en que se
escribe. Yo, antes de escribir novelas, pensaba que no podría tener constancia en la
forma de escribir, en el estilo. Los relatos
que escribía eran totalmente diferentes
unos de otros y pensé que eso se reproduciría en mis novelas. Pero luego llegué
a la conclusión de que uno tiene que estar
muy seguro de los principios que te llevan
a escribir la novela y luego dejar algunos
elementos para que los puedas poner de
acuerdo con el día en que los escribes,
porque quienes escribimos sabemos que
sobre el mismo tema lo que se escribe hoy
puede ser muy distinto de lo que se hubiese escrito otro día. La escritura también
tiene algunos factores efímeros que la condicionan, porque está hecha por personas
que también van al supermercado, que
son normales, vaya. Ellas escriben y otras
hacen otras cosas, nada más.
¿Puedes leer cuando estás escribiendo una novela?
Yo leo siempre. Cuando me canso de
escribir -hay que gestionar también el
cansancio parta no desgastarse forzándose- leo. A mí me influye lo que leo, pero
no determinantemente. Si leyendo Guerra y Paz escribiese como Tolstoi, lo haría
siempre que pudiese, pero no es así. Uno
no escribe tal y como lee, y si tiene claros
los principios del tema y del estilo, ya se
queda con los que tiene y no los cambia,
al menos profundamente. Es posible que
me ayude el hecho de leer autores que escriben de forma muy diferente a la mía.
Porque hay una voz que es la voz natural
de uno. Yo, con 33 años, escribo de forma similar en algunos aspectos a cuando
tenía 25, pero en otros aspectos escribo de
forma totalmente diferente. Si miras la escritura en general, no se nota demasiado,
porque lo principal está ahí, en ambas formas. La línea es muy difícil de encontrar,
pero, al menos en lo que respecta al estilo,
se debe intentar buscar la propia voz dentro de su mundo, a lo largo del tiempo.
¿Y en qué momentos y situaciones escribes?
Yo escribo con el ordenador y me encanta, es un objeto muy romántico, porque
escribes en la luz. Cardoso Pires llamaba
al ordenador “máquina de borrar” porque
eliminas lo que quieres y siempre se que-
no es tan exagerada como en España.
Aquí hay tres o cuatro editoriales a nivel
estatal y el resto son editoriales locales,
que se quedan en un nivel muy underground, solo para iniciados. En Portugal
hay más lectores de poesía, aunque haya
menos premios literarios. En España no
debe de haber ningún libro de poesía que
no tenga premio literario.
da limpio, y eso es muy cómodo. Además
no se acumulan las páginas, que dan una
presión muy grande; sólo ves la página
que estás escribiendo. Cuando estás inspirado es como tocar el piano, las palabras
fluyen, es realmente fantástico. Creo que
lo echaremos de menos cuando se descubra algo más avanzado para escribir.
Por lo demás, yo vivo en un entresuelo,
por lo que no tengo un paisaje inmenso
delante. Escribo con las ventanas cerradas,
en un ambiente oscuro. En mi casa, porque me es más cómodo. Cuando estoy viajando no escribo, lo hice pero no funcionó.
Demasiadas distracciones. Habitualmente,
me concentro mejor de noche, porque no
me molesta el teléfono, la gente duerme y
no hay ruido. El ambiente es más tranquilo. Pero también puedo escribir por el día.
Salvando algunos nombres como los de Saramago o Lobo Antunes, la literatura portuguesa
tiene problemas para distribuirse en España
¿A qué crees que se debe esta situación?¿Que
posibles soluciones hay?
Creo que es una cuestión que va más allá
de la literatura, es una cuestión cultural,
en el sentido más amplio de la palabra
cultura, porque estamos cerca y compartimos la península y nos ignoramos mutuamente en muchos aspectos, sobre todo
respecto a la contemporaneidad. La música portuguesa más consumida en Portugal no es conocida aquí, y viceversa. Ocurre en casi todas las áreas del arte. Y es
extraño porque nuestra manera de mirar
hacia el mundo, los deseos y aspiraciones
son similares. Ha habido pensadores que
lo han intentado, Unamuno, Torga, pero
no ha dado fruto. Parece mentira que dos
formas tan similares de ver la vida estén
tan separadas. Yo estuve en Lituania y en
Polonia haciendo lecturas con otros poetas españoles y parecíamos del mismo
país: las palabras tenían el mismo significado. Ocurre como en las traducciones
del los libros. Cuando las lenguas son
más próximas, es cuando con más atención se miran las imprecisiones, cuando
más se busca la diferencia. Cuando son
más lejanas se tiene una mirada mucho
más tolerante. Se mira más la diferencia
que la similitud. Es una lástima que al nivel de los productos culturales no exista
un intercambio más eficaz.
¿Nos podrías hacer un pequeño dibujo de la
situación de la literatura en Portugal en este
momento? ¿Qué autores jóvenes destacarías?
Portugal está en un buen momento literario y en España existe algún reconocimiento hacia eso. Sobre todo a la narrativa más contemporánea portuguesa, por
ejemplo la antología de narrativa publicada por Lengua de Trapo que se llama
Alta Velocidad, que tiene la mayoría de los
nombres clave de esa nueva generación
de narradores. Incluso algunos ya están
siendo publicados individualmente, como
las ediciones en Hiru de Jacinto Lucas Pires, un autor que figura también en otra
antología más amplia, la Antología del cuento portugués de Alfaguara, de João de Melo,
que comienza con Alexandre Herculano
y acaba conmigo. También hay otro autor
publicado por Hiru, Posidonio Cachapa,
que también fue publicado por Xórdica.
Lo que pasa es que encontrar a estos autores aún exige un esfuerzo de búsqueda,
porque a veces están un poco ocultos.
Además, hoy (en Portugal es una cosa que
se ha dado siempre) hay un nivel muy
alto en la poesía, tanto la de poetas consagrados como la de autores jóvenes. Sin
embargo, esta poesía no cruza la frontera
porque si en narrativa es difícil, en poesía
lo es aún más. Hay muy buenas antologías
que permiten descubrir la poesía actual
portuguesa. Incluso hay muchos caminos
que están siendo recorridos y explorados
por muchos autores. Se está volviendo referencialmente a la Revolución de los Claveles como tema y como experiencia, ya
que los autores jóvenes tienen como rasgo
común haber nacido durante o después de
la revolución, sin conciencia de lo que era
el régimen dictatorial omnipresente. Han
tenido la suerte de crecer en un régimen
democrático, con libertad de expresión
y eso también le ha dado la posibilidad a
cada uno de elegir su propia tradición y su
propio camino. No hay una literatura de
ruptura. Por diferentes entre sí que sean
los autores, todos aprovechan algo de la
tradición anterior, pero lo trabajan de una
manera muy personal. No hay grupos generacionales, salvo alguna cosa en poesía,
pero no son especialmente relevantes. Y
eso sí que es una señal de los tiempos, de
la democratización, porque la gente ya no
necesita agruparse para oponerse a ningún
régimen. También es algo característico del
individualismo que impera hoy en día en
todas las áreas. Máxime la literatura, que es
una actividad de por sí solitaria y en la que
los autores son considerados socialmente
como individuos alejados de la realidad.
Hay que tener en cuenta que la poesía en
Portugal es casi siempre nacional, que llega a todas las regiones (cosa que no pasa
en España). En Portugal la poesía tiene un
papel importante, y aunque haya menos
poesía que novelas o relatos la diferencia
¿Qué imagen se tiene de la literatura joven española en Portugal?
Creo que hay un público para esta literatura, que hay interés, pero que no llega
mucho de los autores jóvenes contemporáneos, ni castellanos ni catalanes. Yo
tampoco los conozco, porque más allá de
los autores de éxito comercial como Lucía
Echevarría o Espido Freire no se conoce
mucho. No sé si la culpa es de los editores
portugueses o de los españoles que no los
promocionan, pero ese es el gran problema de fondo: el desconocimiento, la falta
de comunicación entre ambos lados de
la frontera. Se conoce más de la poesía
porque se están publicando algunas antologías de poetas españoles jóvenes incluso en buenas editoriales de poesía, con
mucha promoción, pero en narrativa casi
nada. Sólo pocos nombres, los grandes
éxitos comerciales y los nombres consagrados: Javier Marías, Javier Cercas, VilaMatas. Es un panorama un poco desolador, pero es así. Creo que pasa lo mismo
al revés ¿no?
Próximos proyectos...
Estoy escribiendo una nueva novela, estoy
escribiendo poesía -tengo un libro que saldrá en los próximos meses-, mi primer libro de poesía va a salir traducido aquí, en la
Editorial Regional de Extremadura, que son
mis vecinos, editado por Álvaro Valverde.
Estoy muy contento porque es un libro con
un éxito rotundo en Portugal: vendió 12.000
ejemplares. También están las traducciones
de mis obras al italiano, por Enaudi y al inglés, en EEUU por Random House y en el
Reino Unido por Bloomsbury.
PSUR 87
DOSSIER [
] DOSSIER
Unai
Elorriaga
ENTREVISTA
Por Fernando Clemot
INTRO. Unai Elorriaga (Getxo, 1973)
tuvo una de las apariciones más fulgurantes y sorprendentes que recordamos
con una primera novela. SPrako Tramvia
(Elkar, 2001) traducida al español como
Un tranvía en SP ( Alfaguara, 2001) fue
un éxito. Esta novela alcanzaría ese altísimo grado de popularidad gracias primero
al boca a boca y, posteriormente, con el
Premio Nacional de Narrativa de 2002.
Posiblemente este premio sea una de
las sorpresas más encantadoras de los
últimos tiempos. Bajo el influjo todavía
de este bombazo publicó posteriormente
El pelo de Van´t Hoff (Elkar y en español
Alfaguara, 2003) y la última Vredaman
(Elkar y en español Alfaguara, 2005).
Teníamos ganas de hablar con Unai
sobre estos últimos títulos y sobre todo
lo que pasó con su Tranvía en SP,
sobre los rasgos que definen a la literatura vasca, sobre las traducciones
y sobre su visión del momento actual
de la literatura en Euskadi.
Publicas tu primera novela y consigues un gran
éxito en Euzkadi; se traduce al español, el éxito
se consolida y además te conceden un premio
(el Premio Nacional de Narrativa 2002) que
a menudo parece reservado a trayectorias más
que a títulos. Todo con veintinueve años. ¿No
te colapsó todo este tumulto? ¿Cambió tu forma de trabajar en algo?
No, evidentemente el resultado fue todo lo
contrario, me estimuló, me dio alas. Con
este tipo de reconocimientos empiezas a
88 PSUR
sospechar que lo que escribes le puede
gustar a alguien, que se puede extender
y dejar de ser algo personal. Llegas a la
conclusión de que puedes decir algo. En
cuanto a lo del cambio, cambió de forma
decisiva el hecho de llegar a ser profesional. Hasta aquel momento era traductor y
trabajaba en horas libres. Dedicaba ya las
horas centrales, las más intensas las podía
ocupar en escribir y creo que esta dedicación afecta de forma decisiva también a lo
que vas escribiendo.
mentos de algunas traducciones no les
gustaría demasiado. El traductor mejor
de una obra es sin duda el autor mismo.
Si tuviera que traducir mi obra al alemán
evidentemente tendría que renunciar a
traducirla pero tengo la oportunidad de
hacerlo con el euskera y el castellano y
me cuesta renunciar a ello.
Empezaste a trabajar el cuento antes de tu primera novela Un tranvía en SP ¿Es la narrativa breve un campo de trabajo necesario para
el escritor novel antes de abordar una novela?
Necesario desde luego que no. Cada autor
tiene su proceso y hay cerebros y obras que
se funcionan de forma diferente. Hay gente que empieza, por ejemplo, escribiendo
guiones. Nunca había pensado que podía
escribir novelas, pensaba que mi género
era el cuento pero poco a poco descubres
que hay ideas y espacio para todo. No hay
por qué encasillarse, hay motivos y tiempo para abarcar cualquier género.
Encontramos en tu obra un lenguaje bastante
desnudo, alejado de descripciones farragosas;
también una utilización abundante del diálogo
y la frase corta, testimonios ambos de oralidad.
¿Consideras que es la oralidad uno de los rasgos que mejor podría definir tu novelística?
La oralidad... Creo que hago una búsqueda consciente de ella. En la literatura actual nos estamos alejando cada vez más de
ella puede que por fingir una apariencia
de intelectualidad. Desde mi punto de vista los mejores tesoros de la literatura están
directamente relacionados con la oralidad.
En la literatura vasca, por ejemplo, hasta
el siglo XIX o XX, prácticamente sólo se
reflejaba esta tradición oral. Me siento cómoda con ella y no tengo dudas de que es
un aspecto que se debería recuperar.
Hay un detalle importante que nos llama la
atención. ¿Por qué traduces tus novelas? No
suele ser muy frecuente...
Es sencillo. Soy traductor de profesión y
como cualquier traductor sabe es imposible la traducción perfecta o ideal de una
obra literaria. Yo he traducido muchas
obras y sé que si muchos autores pudieran descubrir algunos secretos o frag-
De tu segunda novela ( El pelo de Van´t Hoff)
han señalado algunos críticos que es demasiado
arriesgada. ¿Qué contestarías a esta afirmación?
Me gusta el riesgo. Incluso su negatividad o el sentido negativo que se le pueda
apreciar me gusta. Parece que cuando se
llega a subir a algún tipo de pedestal hay
que seguir haciendo lo que estabas haciendo pero yo pienso que llegué al pre-
mio y a cierto éxito investigando y no veo
por qué no tengo que seguir haciéndolo.
Supongo que el tiempo dirá hasta dónde
llega El pelo de Van´t Hoff.
Los ancianos, niños, adultos que utilizan el
lenguaje infantil... Utilizas temas y registros
generalmente desdeñados por la literatura actual ¿Qué te llevó a interesarte por estos “extremos” vitales?
Lo desdeñable considero que sería todo lo
contrario. Evito las tendencias actuales ya
que creo que lo extremo es también muy
atractivo. Nadie es consciente de que va
a morir y la cercanía de esa conciencia da
una lucidez inusual. Así ocurre con los ancianos. Creo que, por otra parte, los niños
ven la sociedad sin contaminarse por lo que
les rodea, sin la influencia de otras personas o conductas. Los ancianos y niños nos
dan un punto de vista menos tratado por la
narrativa actual pero a mi juicio tan útil o
interesante como el de un adulto normal.
Un tranvía en SP, El pelo de Van´t Hoff,
Vredeman. Las tres parecen unidas por unos
vectores comunes pero nos gustaría que fueras
tú quien nos marcaras los que consideras los
ejes temáticos de tus obras. -¿Qué otros campos
de la “comedia humana” te gustaría explorar
en tus próximas novelas?
Estas tres primeras novelas cierran un
ciclo. La primera fue arriesgada, una auténtica busca de nuevos lenguajes y yo
creo que en la segunda se mantiene este
mismo estilo. La tercera sería el punto de
cierre de estas dos primeras aunque creo
que el estilo es totalmente diferente. Creo
que uno de los ejes sería una exploración
del cerebro, por ahí me gustaría profundizar, el alma humana en su enfermedad,
en su maldad, profundizar en sus aspectos
más oscuros también
SOBRE LA LITERATURA VASCA
La literatura vasca sigue siendo una gran desconocida para el lector en lengua española:
Bernardo Atxaga, tú, suena también Harkaitz
Cano pero se conoce poco. Se diría que los
autores vascos llegan al mercado español con
cuentagotas. ¿Qué autores crees que podrían ser
interesantes para el lector español?
Es difícil dar nombres ya que estamos
hablando de una literatura muy pequeña
aunque me gustaría destacar algunos autores que quizá no han tenido la repercusión que han podido alcanzar los que
mencionas. En esta línea podríamos encontrar a Anjel Lertxundi, Ramón Saizarbitoria, Joseba Sarrionandía...
¿Qué valores puede ofrecer esta literatura y que
todavía no han sido transmitidos?
Yo destacaría la gran tradición heredada de
los versolaris, de la poética y la narrativa de
la improvisación que ha llegado incluso a
crear escuelas de improvisación. Creo que
se ha hecho un gran trabajo en este sentido,
un trabajo enriquecedor y posiblemente
sea este hecho uno de los rasgos más diferenciadores de la literatura vasca.
¿Cuáles crees que son los principales problemas
(distribución, traductores, interés de las grandes editoriales españolas...) que impiden que
los principales autores vascos lleguen al público
lector español?
El mercado literario español es infinitamente más grande que el de la literatura vasca. Existe un mercado saturado de
escritores y editoriales a los que hay que
sumar además todos los escritores que
vienen de Hispanoamérica que buscan
también un lugar en este mercado. Aparte habría que incluir la cantidad de traducciones que se hacen de autores europeos o norteamericanos. Quizá el mayor
problema que veo es éste, la saturación…
en un mercado así, con esta avalancha de
ofertas y títulos, cuesta encontrar un lugar
para una literatura como la nuestra.
El mercado editorial, el público lector... Se
conoce poco la industria editorial en euskera.
¿Cuáles crees que son las características esenciales de la edición en euskera? ¿Sus principales problemas?
La característica más destacable es el tamaño, no debemos tener más allá de setecientosmil hablantes de nuestra lengua,
pero este no sería el público potencial de
cualquier libro, a estos setecientosmil habría que restar los que no leen nunca, los
que no les gustas, la gente preocupada en
otras actividades… Si seguimos restando
puede que no tengamos los escritores en
euskera un público que vaya mucho más
allá de cincuentamil lectores potenciales
Gracias, Unai. Un abrazo.
PSUR 89
] ENTREVISTA
Charlamos
sobre
Grande
Sertão:
Veredas
con Basilio Losada
& Pilar López Bedate
ENTREVISTA
Por Jordi Gol
fiN
DOSSIER
Basilio Losada: En relación a Grande Sertão he de decir que escribí hace muchos
años una historia de la literatura brasileña
que se publicó en fascículos en América
del Sur y aquí que yo sepa no llegó nunca.
Me llegaron unos cuantos fascículos de
esta historia. En esta publicación, durante
bastantes páginas está mi opinión sobre
Guimarães Rosa...
Pilar López Bedate: De eso tenemos que
hablar; empieza tú mismo Basilio...
BL: ¿Está ya en marcha el aparato?
Jordi Gol: Lo está...
INTRO. Coincidiendo con la celebración
del 50 aniversario de la publicación
de Grande Sertão: Veredas
y con el cuadragésimo aniversario
de la magna traducción
de Ángel Crespo al español hemos
tenido el privilegio de reunir a dos
figuras de nivel: Basilio Losada,
uno de los mayores experto de literatura
en lengua portuguesa y Pilar López
Bedate, escritora y viuda de Ángel
Crespo. Ha sido una verdadera gozada
poder compartir con ellos esta charla.
90 PSUR
PLB: A mí me gustaría también hablar
sobre cómo conocí personalmente a Guimarães y la relación de Ángel y yo con
él.
BL: Yo no lo conocí personalmente así
que deberías empezar tú... Parece más interesante que sea así...
PLB: Pensaba que lo habías conocido.
BL: No es así... Él murió en 1967, más o
menos el año en que yo entré en la universidad... No, yo entré en esta universidad
en el 1958, bastante antes. Pero coincidieron sus últimos años con mis primeros
años de actividad docente que no estaba
siquiera orientada hacia Brasil. Fue una
pequeña curiosidad cómo descubrí la literatura brasileña. Cierto día, en una librería
de antiguo de la calle Aribau, vi un libro
de un autor en aquel momento desconocido para mí. El autor era Jorge Amado y
el libro se titulaba Os velhos marineiros. Lo
leí fascinado. Aquella historia me encantó. Llevé ese libro luego a editores amigos
y les decía: “Este es un gran libro”. Pero
no había interés. No había obra de Jorge
Amado en España. Aquí era imposible
encontrar nada. Los editores me decían
que con ese nombre no se venderá nada
porque parece el nombre de un desconocido autor español que escribe su primera
obra y todos lo rechazaron. Hasta que fui
director literario de una editorial, la editorial Caralt, y entonces allí me di el gusto de traducir y publicar la obra de Jorge
Amado. Esa fue mi primera aproximación a esta literatura. Luego con el paso
de los años el autor de este libro fue un
grande y generoso amigo mío. Tras este
primer contacto con la literatura brasileña de Guimarães Rosa luego me llegaron
noticias, anécdotas indirectas pero nunca
llegué a conocerlo personalmente.
PLB: Yo tengo el recuerdo vivísimo de
cuando nos conocimos Basilio y yo con
Ángel, mi marido, que fue una comida en
PSUR 91
ENTREVISTA [
el Botafumeiro en que nos presentaron.
Cuando vio a Ángel dijo: “Cómo me alegro de conocerte porque tú eres el traductor de una novela que era prácticamente
intraducible que era Gran Sertão: Veredas”
BL: Y desde entonces lo he repetido muchas veces. La actualidad de la literatura
brasileña ha cambiado mucho como ha
cambiado el Brasil. A mí me interesaba
mucho la oralidad. Estudiaba la oralidad
en la literatura gallega y yo había vivido un
mundo de literatura oral en mi aldea. Allí
nos reuníamos alrededor del fuego, niños y
grandes y los mayores contaban historias.
Estas historias eran los signos de identidad
de la tribu para los niños. Esto tiene que ver
con Gran Sertão. Por ejemplo mi tío, muerto ya hace tiempo, era un gran narrador y
contaba la historia de dos niños que iban
al colegio que estaba a seis kilómetros del
lugar. Había que cruzar bosques y vieron
en uno de ellos a un hombre que iba cargado con un haz de leña. Se burlaron de él
y dijeron: “¡Viejo!” y se burlaron bastante
de él. Entonces el viejo hizo un gesto con
la mano y los dos niños se convirtieron en
dos cerezos, los dos árboles que hay junto
a un puente. Y entonces los niños cuando
veíamos a un viejo cargado le decíamos:
“Señor, ¿quiere que le ayude?” Era la mitificación de dos árboles, dos árboles a los
que les dimos nombres de niños: uno se
llamaba Genaro y el otro se llamaba Da92 PSUR
] ENTREVISTA
niel y hablábamos con ellos. Al volver de
la escuela les contábamos las perrerías que
nos había hecho la maestra. Teníamos con
ellos una relación de amistad pero lo que
nos había transmitido aquella narración
era lo que debía ser nuestra conducta con
un hombre mayor. A partir de ahí me interesó la literatura brasileña por lo que tenía de oralidad. Eso era entonces, hoy en
día su base ya no es la oralidad. Hoy en
día hay formas literarias muy diversas. Por
ejemplo Moacyr Scliar por ejemplo está
revisando los viejos mitos del Judaísmo
a través de la literatura. Lo que eran los
mitos transmitidos por su familia de judíos
ucranianos. Clarice Lispector, por su parte,
hace un esfuerzo para entrar en el último
rincón del alma femenina, probablemente
como no lo ha hecho nadie en ninguna literatura... Luego vendría Guimarães Rosa,
pero yo no lo conocí, por eso es mejor que
hable Pilar de esa experiencia
PLB: Yo había entrado en contacto con
Guimarães a través de la Revista de Cultura
Brasileña y teníamos Ángel y yo una relación epistolar muy directa con él, ya que
era gran amigo de Joao Cabral de Melo...
BL: Cabral de Melo era cónsul aquí en
Barcelona y sí que lo conocí...
PLB: Sí, y Cabral que fue junto a Ángel
el creador de la Revista de Cultura Brasi-
leña nos puso enseguida en contacto con
él. Ángel tradujo entonces un cuento de
Guimarães que se llama “El caballo que
bebía cerveza” que apareció en 1963 en
un número de la revista. A Guimarães
le encantó aquella traducción y poco
después, cuando se trató con la editorial
Seix Barral de publicar Gran Sertão Guimarães puso como condición que fuese
Ángel quien lo tradujese. Ángel lo tradujo encantado, sabiendo también a lo que
se enfrentaba, ese lío tremendo, aunque
para él fue una experiencia muy gozosa,
disfrutaba traduciendo aquella cosa tan
endemoniada. Cuando lo estaba traduciendo, que tardó su tiempo, tuvimos una
invitación para ir a Brasil que nos facilitó
el propio Guimarães porque nos pagó
unas becas para que estuviésemos unos
meses en el Brasil y conociésemos directamente la gente con que nos escribíamos
y teníamos relación.
En ese viaje, que fue en 1965, una de las
primeras cosas que hicimos fue ir a visitar
a Itamaratí a Guimarães Rosa, a conocerle directamente. Tengo un recuerdo
imborrable: nos recibió un señor muy
corpulento, solemne -Ángel decía que parecía un obispo o un mago- con un cariño
indescriptible. Abrazó a Ángel con una
efusividad enorme...
BL: Esa es la cordialidad brasileña; yo
he gozado de ella muchas veces. Incluso
ahora un escritor de Fortaleza va a sacar
en septiembre una monumental biografía
novelada del conde de Lautreámont, un
señor encantador... La cordialidad es una
de las virtudes de la vida social brasileña...
PLB: Sí, incluso a mí me cogió de las manos, me miraba a los ojos. Recuerdo que
aquella primera vez nos preguntó: “Os
senhores namoran?” porque entonces
no estábamos casados. Fue una pregunta
inmediata y Ángel contestó que sí. Se estableció una relación muy familiar, pidió
café, hablaron de la traducción y antes
de irnos nos dijo: “Deben conocer el Sertón. El Sertón de mi novela, el Sertón de
Guimarães Rosa” Era curioso porque él
hablaba de él mismo en tercera persona y
eso era posiblemente lo que le daba cier-
ta semejanza con un obispo. Luego nos
dijo: “Vuelvan enseguida, por favor” y ya
cuando nos íbamos a despedir detiene a
Ángel y le dice: “Vocé, acredita no diabo” (¿Ustéd cree en el diablo?) y Ángel
le contestó: “As veces” (A veces) y parece
que entonces se le quitó un peso de encima y entonces le dijo que podía traducir
todo lo que quisiera de él, sin pedir permiso, no me tiene que consultar.
BL: Es la presencia del Mal enfrentada al
Bien que se encuentra en cualquier rincón
de Grande Sertão. Si me preguntara si yo
creo en el Diablo le diría una frase que le
oí a mi padre, que murió cuando yo tenía
8 años. La anécdota es la siguiente: la primera vez que fui al colegio, un colegio de
monjas, las profesoras me dijeron “irás al
infierno”. Yo no sabía qué era el infierno
pero me lo explicaron con detalle. Al llegar a casa le pregunté a mi padre si existía
el infierno y él me dijo que sí. Pero... ¿hay
fuego? Y él me dijo que sí pero que uno
se acostumbraba a todo.
PLB: (Risas) Está muy bien lo que cuentas...
BL: O sea que al cabo de tres meses ya te
arreglas. Un gran escritor gallego-argentino llamado Luis Seoane decía que el Diablo es un buen muchacho pero que tiene
mal carácter, que hay que saberlo tratar.
Yo creo que la pregunta del escritor iba
por ahí, yo no sé si Guimarães Rosa creía
en un diablo con rabo y cuernos.
PLB: En el Diablo creía, con cuernos o
no, no lo sé pero creía...
BL: Una personificación del Mal es algo
que podemos admitir todos, ahora el Diablo como personaje es una metáfora.
PLB: Quizá en la personificación no, pero
él creía. Por su vida, por una serie de cosas
que le habían sucedido. Además también
por una confidencia que nos hicieron las
hijas de un filólogo amigo suyo, Miguel
Prousel. Nos contaron que se reunían
muchas noches Guimarães Rosa y Prousel y hablaban durante horas del Diablo,
hablaban y hablaban y acababan muertos
de miedo e incluso se tenía que quedar
a dormir en casa de Prousel porque no
quería volver a casa y dormir solo.
BL: De esos terrores con habilidad profesional los escritores hilvanan grandes
relatos. He conocido gran cantidad de
escritores a los que aterrorizaba cualquier
cosa, especialmente la muerte. Hay una
ingente cantidad de obras literarias nacidas por la obsesión con la muerte. Yo
miedo a la muerte no tuve hasta que llegué a viejo pero he de decir que ahora sí
me persigue, me persigue de una manera
muy especial. Por ejemplo: estoy ven-
diendo mi biblioteca, la estoy vendiendo
por partes, y he vendido ya los primeros
veinte mil volúmenes a la Xunta. Ahora
voy a vender todo lo que tengo de libros
de arte, unos diez mil, tengo que abandonar las cosas para salir de aquí ligero
de equipaje. ¿Qué voy a hacer con treinta
mil volúmenes cuando me muera? No me
los puedo llevar y menos al infierno... Me
interesa lo del miedo al infierno, si...
PLB: Más que miedo al infierno creo que
es el miedo al Mal, al Destino. Tú sabes la
historia de cómo murió Guimarães Rosa.
BL: Pues no, no la sé....
PLB: Cómo murió enlaza con el tema del
destino, de la predestinación, de la posible acción del Diablo. Nosotros vivimos
el asunto muy directamente, Ángel y yo,
porque estando en Río fuimos a la Académia de la Lengua a la toma de posesión de
un académico, algunos amigos nuestros,
todos vestidos de académicos, con su birrete... Entre todos ellos estaba Guimarães
Rosa pero vestido de chaqué. Nos extrañó
mucho esto. Estábamos cerca de Manuel
Bandeira y Ángel le preguntó porqué Guimarães no lleva el traje de académico y
éste le dijo: “Mejor le preguntan a Jorge
Amado, que es marxista, católico y pai de
santo. Él les explicará mejor”. Al final no sé
si fue Jorge Amado o quién pero nos conPSUR 93
ENTREVISTA [
] ENTREVISTA
PLB: Yo creo que en realidad la “gran
literatura” es vida, nada más, vida transformada por el arte pero vida.
BL: El escritor muchas veces narra anhelos no realizados, se escribe para mostrar
anhelos que él no ha podido realizar. Yo
posiblemente odio escribir porque todos
mis deseos los he realizado. (Risas) Pero
volviendo a Gran Sertao pienso en Riobaldo aterrorizado por el pacto con el Diablo.
Podría ser perfectamente el reflejo de una
pesadilla infantil. Los niños tienen enormes pesadillas, yo de adulto no he tenido,
pero de niño era horrible... Aquella mujer
bahiana que le leyó la vida a Guimarães...
taron que desde joven Guimarães estaba
muy impresionado porque le había leído
el destino una bahiana y le había profetizado que sería un escritor muy famoso pero
que no entrase en la Academia Brasileña
de las Letras porque si lo hacía moriría
pronto. Y como se había cumplido la parte de escritor famoso, estaba ahí, sin saber
si entrar o no en la Academia, echándole
un pulso a un destino que creía definido.
Había aceptado ser académico pero no
había tomado posesión. Era el año 1965.
Dos años después nos fuimos a Puerto
Rico, fue el mismo año en que apareció la
traducción de Grande Sertão en español, y
en un periódico de los domingos de Puerto
Rico, “El mundo”, leímos que un académico había muerto tras tomar posesión en la
academia. Ángel y yo nos miramos y los
dos pensamos que era Guimarães. Así fue.
Es conocido. Por lo visto había muerto al
día siguiente de tomar posesión.
BL: Parece increíble como un incidente
biográfico, una actitud, puede reflejarse
de forma extraña en la obra. Es el terror
de Riobaldo que vive atormentado por su
pacto con el Diablo. Muchas veces pueden funcionar los recuerdos, de hecho
todo escritor tiene sus obsesiones. Hay
misterios en la creación literaria, cuando
aflora en mundo infantil, si conociéramos
la infancia de algunos grandes escritores
conoceríamos mucho mejor su obra...
94 PSUR
PLB: Te puedo contar una anécdota en
relación a las bahianas... Comentando
luego con el embajador lo que había sucedido nos contó que un chico de la embajada se había reído de las historias de las
bahianas y les contó que le habían profetizado que moriría ahogado en una gran
ciudad. Se reía y decía: “Mucho tendría
que llover...” Bien, pues murió ahogado
en Haití, en Puerto Príncipe, siendo muy
joven, en una riada.
BL: La vida es un cúmulo de azares y de
misterios... Hay circunstancias que rebosan nuestro pensamiento lógico. Se ha
buscado una explicación racional al mundo de las brujas y es que el centeno produce un hongo llamado el cornezuelo del
centeno que es un poderoso alucinógeno.
Gente que comía pan de centeno sin refinar tenía grandes alucinaciones. En mi
aldea íbamos a los campos de centeno a
buscar el cornezuelo, lo comíamos y teníamos la sensación de que volábamos.
Hasta que se enteró el maestro y... La
bruja nos provoca desasosiego, un hondo
misterio. Ahí estaba la lectura de la mano.
Él debía tener una tendencia por sus estudios al racionalismo pero a la vez tenía
la deslumbración que produce el misterio. El misterio es siempre qué va a pasar
luego: la muerte. Los cristianos deberían
morir contentos pero no se conoce a nadie que haya muerto contento... Sigamos
penetrando en el mundo de los sueños,
de las obsesiones de Guimarães Rosa.
PLB: Contaré un hecho curioso relacionado... Nosotros queríamos conocer el
Sertón pero no teníamos demasiado dinero, no teníamos coche, las distancias
allí son enormes. Íbamos peregrinando
por las universidades que nos invitaban
y así estuvimos en Belo Horizonte y después teníamos que ir a Brasilia. De Belo
Horizonte a Brasilia decidimos ir en autobús y fue la ocasión de conocer el sertón ya que a mitad de viaje se estropeó
el autobús. Allí tuvimos que esperar siete
horas, en pleno sertón. Paseamos con
unos japoneses, Ángel con una emoción
casi mística, nos encontramos una casa de
adobe, con una sertanelha, estuvimos hablando un buen rato con aquella señora.
Nos invitó a comer. Nos explicó la historia de su familia. Ángel decía que aquella
señora hablaba como Guimarães, como
Riobaldo, estaba fascinado... Todo tenía
magia. Comimos pollo con harina y nos
dio unas naranjas que peló con un machete. Fuimos a una taberna luego, muy
humilde, nos ofrecieron cachaça con
hierbas y en el curso de la conversación
nos propusieron que nos quedáramos a
trabajar en el sertón y Ángel casi convencido. Nos ofrecían que nos quedáramos de maestros para los niños y Ángel
convencido que era el mejor lugar para
quedarse a acabar de traducir Gran Sertón: Veredas. Luego se enfadó porque no
le dejé y lo persuadí.
BL: Esa era la maravilla de Brasil. Es una
pena porque esas cosas están cambiando
muy rápidamente. Según viví y me contó
un amigo viajar por Brasil en esas largas
distancias puede dar origen a una novela
genial. Esto era un profesor de Granada,
casado con una brasileña, que tenía que
ir a una ciudad de Gran Pessoa. No sé si
es un viaje de 3000 kilómetros. Lo que le
ocurrió en ese viaje da para una novela.
Resulta que en una de aquellas carreteras
misteriosas la persona que tenía al lado
murió, dio un respingo y quedó muerto. Él fue y habló con el conductor del
autobús y le dijo que había muerto su
compañero de asiento. El conductor le
dijo que no podían parar ya que tenían
que cruzar el río en una balsa y si no la
cogían a cierta hora tenían que coger la
balsa del día siguiente. Entonces tuvo que
hacer ese viaje de horas con el muerto al
lado... Me contó que sacó un periódico y
de vez en cuando lo miraba. Cuando al
fin la gente del autobús se dio cuenta que
había un muerto obligaron al conductor
a parar en un jardín. Recogieron infinidad de flores y se las pusieron al muerto.
Empezaron a cantar, cantos funerarios
yorubas y africanos. Entonces mi colega
iba como deslumbrado e hipnotizado....
Esta es la maravilla, la grandeza de Brasil,
de la literatura brasileña. A mis alumnos
les he contado muchas historias mías en
Brasil alucinantes y maravillosas... Pero
sigamos con Guimarães... Hablemos de
ese horror ante al misterio. Hay gente que
no es que se sienta cómoda, ni feliz, pero
siente la profundidad del misterio.
PLB: Pero Guimarães Rosa, con todo este
horror o respeto, era una persona extremadamente optimista. Irradiaba energía,
de ahí la comparación que le hizo Ángel
con un mago o un obispo, un obispo bueno, claro... Tenía una fuerza casi mágica,
un enorme poder de transmisión de la palabra, de crear magia de ella...
BL: Eso que comentas nos trae de nuevo
a la memoria Grande Sertão, el enorme
poder de transformación de la realidad
que tiene la palabra, a menudo independientemente de la voluntad de quien está
hablando. El poder de dar una profundidad a la realidad y en último término nos
encontramos siempre con las preguntas
eternas. Poder inmenso...
PLB: La palabra sirve para variar el curso
de las acciones. En la vida de Guimarães
Rosa hay otra historia relacionada que
quiero que sea la última que cuente, ya
que mis recuerdos de él están muy concentrados...Cuando llegamos a Brasil
Guimarães ya era una figura muy reconocida, se hablaba mucho de él como de
una leyenda, corrían multitud de anécdotas sobre él. Una de las cosas que nos
contaron, gente del mundo de las letras,
era que Guimarães, que era diplomático,
tenía el título de Embajador de Fronteras.
Había tenido este título porque le había
ganado una guerra al Uruguay, en un
contencioso de frontera, y por lo visto hablando lo consiguió. Estaban las tropas de
los dos países dispuestas a un lado y otro
de la frontera y Guimarães estuvo más de
siete horas hablando con el comandante
uruguayo... Esta era una de las historias
que corrían sobre él...
BL: Esto nos hace volver al inmenso poder
de la palabra. En Grande Sertão, en un monólogo enorme, Riobaldo tiene como única obsesión despertar la atención del que
le está escuchando. No dejarle intervenir
pero mantener abierta su atención. Necesita Riobaldo un oyente, únicamente eso...
Otra cosa muy interesante son los infinitos
saberes que se transparentan en esta obra
magna. Hay temas que nacen y desaparecen... Tiene unos conocimientos enormes
de Botánica y Zoología, conocimientos de
Teología, de simbología, de alquimia. El
libro es una verdadera enciclopedia.
Jordi Gol: Como señala el profesor Uteza también está muy presente la filosofía
oriental. Su ponencia en las Jornadas puso
de manifiesto esta vertiente de la obra que
por lo que se sabe está además señalada
por el propio Guimarães Rosa...
PSUR 95
ENTREVISTA [
PLB: Hay una sabiduría enciclopédica
perfectamente adaptada a ese inmenso tapiz de vida que es Grande Sertão:Veredas.
Es una descripción maravillosa de la vida
del Brasil Interior. No hay material de
acarreo, ni citas cogidas por los pelos.
Hay un microcosmos que es reflejo de un
macrocosmos: la presencia del misterio,
del mal... Combatir el misterio del silencio con la palabra. Lo que Riobaldo no
podría soportar sería tener que oír al otro.
Hay una clave en la novela: él expulsa
sus demonios interiores. Hay un monólogo más dirigido hacia él mismo que hacia el exterior... Grande Sertão plantea un
problema en el que podemos entrar: ¿por
qué una obra clave de la literatura occidental (a la altura de cualquiera, una obra
digna de Proust, una de las cuatro o cinco
obras más grandes del siglo XX...) no ha
llegado a un público mayoritario?
PLB: El mundo de la difusión literaria es
complicadísimo... Una contestación que
se le puede ocurrir a alguien es que es un
libro de difícil lectura pero también lo sería Proust, o Joyce y su Ulises...
BL: Yo creo que el problema es que la
literatura brasileña es una literatura fuera
de circuito. Es decir: se traduce cualquier
obra mediocre publicada en inglés, alemán, francés... pero me he dado cuenta
en mi faceta de editor que el portugués
se coloca muy mal... Me pasó con Jorge
Amado, me pasó hasta con Saramago.
Fui a hablar con Pere Gimferrer que me
comentó que sabía que era un gran escritor portugués pero que lo portugués no se
vendía. Entonces me pregunto qué otros
libros había escrito y yo le contesté que
El año de la muerte de Ricardo Reis y entonces me dijo que Pessoa sí que vende: será
mejor que publiquemos primero El año
de la muerte de Ricardo Reis y si sale bien
publicamos entonces Memorial del convento. Es una literatura que desdichadamente está fuera del circuito internacional...
PLB: Sigue pasando: hay dos o tres autores pero luego hay un enorme desconocimiento. Está Saramago, Lobo Antunes y
el resto no aparece...
96 PSUR
] ENTREVISTA
BL: A mí me ocurre que si voy a una
universidad extranjera para hablar sobre
literatura portuguesa y digo que quiero
hablar sobre Cesáreo Verde me preguntan: ¿por qué no sobre Pessoa? Es como
un agujero negro, toda la literatura portuguesa. En el caso de Guimarães Rosa
hay un problema adicional para su difusión: es muy difícilmente traducible. La
traducción de Ángel Crespo es la mejor
traducción que se puede imaginar junto
con la traducción alemana que también
está muy bien. El alemán es una lengua
en la que se puede trabajar caóticamente
y para Grande Sertão esta cualidad del alemán resulta muy beneficiosa. La oralidad
del original pese a estas traducciones excelsas no se llega nunca a reproducir. En
algunos autores ocurre que hay traducciones que pueden ser superiores al original
pero en la oralidad no, la oralidad es intraducible. Yo he traducido mucho: más
de ciento cincuenta libros y a mí me han
traducido una novela que escribí porque
tenía que pagar una multa con Hacienda.
Por lo que ellos llamaban una evasión de
impuestos... Un editor me propuso que si
yo le escribía una novela en veinte días
él me pagaba aquella multa. Luego fue
traducida al portugués y al italiano. Son
dos traducciones estupendas pero lo que
ocurre es que mucho de lo que aparece
allí son vivencias mías de forma directa
o indirecta y cuando las leo en otra len-
gua las veo traducidas a conceptos. Esto
es lo que hace que traducir buena poesía
sea prácticamente imposible... Yo hablo
por ejemplo de mi lengua, el gallego, que
es una lengua inmensamente rica para su
mundo, para el mundo rural y campesino
pero inmensamente pobre para el mundo moderno, el mundo de la mecánica y
la tecnología donde se han de coger del
castellano. Por ejemplo mi abuelo, y esta
es la esencia de la oralidad, está integrada
en un mundo, en un paisaje... Ella nunca utilizó la palabra caminho (camino),
únicamente la utilizaba en frases hechas
(“ven de caminho”) pero cuando tenía
que utilizar la palabra “caminho” yo tengo recogidas de ella diecinueve variantes
de “caminho”. Por ejemplo “congostra”:
que es un camino en que las tierras de
labor están más altas. Por ejemplo “corredoira”: que es un camino por el que pueden pasar carros, canelha: un camino que
no tiene salida... y así hasta diecinueve.
En el mundo rural era muy importante
distinguir entre una canelha y una corredoira pero en el moderno decimos camino y
basta... Entonces cómo se puede traducir
una frase de mi abuela...
PLB: Tendrías que poner una nota a pie
de página...
BL: Si tratas de buscar un sinónimo en
castellano ya se pierde el primer signifi-
cado gallego. Las palabras son vivencias
y una vez traducidas son conceptos. El
lenguaje pierde entonces su contenido
vivencia y hace parecer entonces a la traducción mala o insuficiente.
PLB: Es que la traducción literal no es
posible, es un imposible. Hay una traducción global que es la posible y a la que se
puede acceder.
BL: La traducción de Ángel Crespo es
magnífica, sencillamente insuperable ya
que Grande Sertão obligaba a un esfuerzo
increíble. De todas formas sigo pensando
que Grande Sertão sí se puede ha de leerse
en el original, sin duda, para no perder
toda esa carga sutil que mueve la obra...
PLB: Ahí está lo tremendo de la traducción, por eso se dice que el traductor es
un autor, un coautor de la obra.
BL: En el arte, si desconceptualizamos
cada objeto se convierte en un gran misterio. Si el objeto no es lo que parece ser se
convierte en un misterio... Como podría
ser el Brasil filtrado por la sensibilidad de
Guimarães Rosa. Lo que podría ser para
nosotros un bolígrafo si lo lanzas desde un
avión en la selva de Borneo se convierte
en un objeto misterioso. ¿Qué haría un
habitante primitivo (que no inferior) de
esas selvas? Probablemente morderlo
para ver si era comestible. Luego intentar
romperlo para ver si tenía sangre. Tras
ver que no tenía sangre ni era comestible
probablemente lo convertiría en un dios
y si piensa que tiene un carácter negativo
diría que ha encontrado un diablo. Desconceptualizando el objeto-bolígrafo se
puede llegar al misterio. Este proceso es
el secreto de la poesía. La poesía expresa
sentimientos; cada sentimiento es individual, lo que es colectivo es el concepto. Si
tratamos, por ejemplo, de decir a la viuda
de un amigo lo que sentimos por la pérdida acabamos diciendo vaguedades como
“lo siento, mucho” o “le acompaño en el
sentimiento”. Es decir debo conceptualizar la alegría, la tristeza, el amor... Son
sentimientos puros que no resisten la conceptualización y entonces cómo hacemos
para desconceptualizarlo, pues mediante
neologismos, destrucción de la sintaxis
(Góngora), desconstruir la sintaxis, poner
el verbo al final... Hay lenguas que en ese
sentido son perfectas para la poesía, como
el alemán, porque hasta el final no sabes lo
que dicen. Así está el famoso chiste: “Uno
le dice a otro: Estoy leyendo un libro alemán que parece que es muy interesante.
El otro lo contesta: ¿No lo sabes? Y el otro
le dice: Es que he empezado a leerlo pero
el verbo está en el segundo tomo”.
PSUR 97
] CRITICA
RESEÑAS
Las aguas
que suben
de María Victoria Morales
Ayuntamiento de Málaga. 2006. 105pp.
x Eduardo Moga.
Las aguas que suben
de María Victoria Morales
Ronda Nocturna
de Mijail Kuráyev
Radio Ciudad Perdida
de Daniel Alarcón
Los dueños del ritmo
de José Eduardo Tornay
El hermano de las moscas
de Jon Bilbao
Habitaciones separadas
de Pier Vittorio Tondelli
Cartas desde la selva
de Avelino Hernández
RE~
El agua de la vida
Mª Victoria Morales (Málaga, 1953) ha seguido una trayectoria
singular: se estrenó como poeta a una edad relativamente tardía,
publicando cuatro poemarios entre 1992 y 1994 —de los que
cabe destacar Batiburrillo (1993) y Rerum et musicae (1994)—,
en colecciones de escasa o nula distribución. Luego entró en
un largo periodo de silencio, aunque nunca dejara de escribir,
hasta 2006, en que dio a la imprenta Las aguas que suben, de
nuevo en una colección -«Ancha del Carmen», del Ayuntamiento de Málaga- que no garantiza una difusión satisfactoria de su
poesía. La irregularidad de sus publicaciones y el hecho de que
hayan visto la luz en catálogos con poca difusión ha privado a
los lectores de conocer, con la hondura que merece, a una de las
mejores poetas de su generación. Morales pena las culpas de ser
mujer, de vivir en la periferia, de no haber sido acogida por los
cenáculos del poder —con cuyas memeces figurativas resultaba
a todas luces incompatible su poesía experimental — y de haber
mantenido en todo momento una radical independencia personal y literaria. Su obra, no obstante, es de una luminosidad rayana en el deslumbramiento. Frente a la blandura de tanta poesía
repeinada y sumisa, la obra de Morales —y, en concreto, este Las
aguas que suben— constituye una afirmación de lo que alguna
vez fue y siempre debería ser la poesía: grito, sangre, desgarradura, cauce de lo íntimo y, al mismo tiempo, de lo cósmico,
manifestación verdadera de lo más profundo de la conciencia y
de lo más recóndito del lenguaje. Todo Las aguas que suben es
un fracturado planto vital. La rabia y el desconcierto de existir,
la alegría y, simultáneamente, el dolor de que haya cuerpo, y
de que ese cuerpo deambule por los paisajes incomprensibles
del mundo, y se hiera con sus aristas oscuras, se plasman en un
poemario de una intensidad en ocasiones inabordable, transido
de violencia, articulado con una palabra ígnea, cuya ininteligibilidad es, con frecuencia, la mejor expresión de la angustia y
del júbilo de ser. Porque ¿es comprensible el fuego? ¿Lo son los
sentimientos desnudos, que se desbordan y nos arrasan? ¿Lo
es el estupor, la violencia, la nada? Afincándose en significadas
tradiciones de la literatura occidental —el barroco, el expresionismo, el surrealismo—, que son, antes que nada, trasuntos de
un malestar espiritual, Mª Victoria Morales dibuja un mapa del
eterno conflicto entre la creación y la destrucción, que es otra
forma de decir de la estupefacta condición de estar vivo. Su
poesía relata una guerra, un dolor, una felicidad, y lo hace acudiendo a una imaginería violenta —a menudo tremendista—, a un
léxico sanguíneo y a una sonoridad ensordecedora, que se constituye también en significante: que vehicula, por sí sola, esto es,
con independencia de la información que transmite el término
empleado, un estado emocional. En un poema reveladoramente
dedicado a Francisco Pino —una de las más visibles influencias
de la poeta—, Morales escribe: «Desnúdame a un mundo de ángulos abiertos/ y aristas en carne viva/ Arráncame este violín de
ira/ este zigzag de miedo/ que me nubla/ Soy la sed/ el vuelo
raso de la lechuza/ el grito del ánsar fusilado». Los términos bélicos y los alusivos a la amputación o desmembración de los seres
confirman esa disposición íntimamente polémica, pero abierta
también al goce primordial de las cosas, al abrazo de su presencia sanguinolenta. Las aguas que suben es poesía de protesta, pero de protesta atrozmente individual; es poesía grito, más
aún, es poesía aullido, que intenta extraer de la realidad toda su
sustancia sensible, todo su jugo matérico o existencial, toda su
dolorosa plenitud. Para realizar ese propósito acude Morales a
ciertos motivos y temas, porque nada —salvo, quizá, si uno es
Mallarmé— puede desvincularse por completo de cierto sostén
objetual. El más evidente es el agua o, dicho con más precisión,
lo líquido, que abarca la lluvia, la leche, la sangre, el mar, el
semen: dadores de vida, pero también metáforas de la devastación. Estos fluidos circulan por un orbe de luz, entre plantas
y animales, entre gemas y sombras, y adoptan con frecuencia
una deriva erótica: «Y el río acogía suave con sus muslos man-
sos/ aquel glande ciego con hambre de lanza/ (…) Por las venas
del agua un temor se agazapa/ Sales de amianto/ Azucenas sin
tregua». Lo amoroso y lo terrible se enzarzan en versos perturbadores, reflejo de la íntima fusión entre lo que late y lo que
muere: «Punzaremos los escrotos de los astros/ con trépanos de
diamante y azafranes (…) los labios sin dientes de la tiniebla/ Las
aguas sin vulva/ castradas por los aguijones de la tristeza». Entre
metáforas y sinestesias, entre similicadencias y asociaciones imposibles, enriquecidos por referencias cultas, que van desde la
Biblia hasta el lenguaje de la ciencia, los poemas de Mª Victoria
Morales configuran un cosmos verbal de colores intensísimos y
extraordinaria pureza. Quizá por eso, porque buscan la máxima
decantación, para alcanzar la máxima elevación —como ácidos
sin mezcla en el alambique cegador de la palabra—, los versos de
Las aguas que suben se desprenden de los verbos, tartamudean,
se fragmentan o se duplican, adelgazan, agonizan, conforme el
poema avanza. Y al final, en muchos casos, sólo queda una sucesión de palabras solas, que fulgen como perlas supervivientes,
como gotas de ámbar que hubieran escapado a un incendio:
«Los labios del agua/ Cantos/ Incendios/ Anémonas/ Labios/
Cirros/ Cerros». Y así, de estallido en estallido, avanzamos por
estos poemas enérgicos y heridos, hasta desembocar en la última composición, «Anagnórisis de la luz», la más extensa del
volumen, integrada enteramente por versos, o por fragmentos
de versos, ya utilizados en los poemas anteriores. Mª Victoria
Morales cierra con esta pieza recolectora y obsesiva, que otorga a Las aguas que suben una extraña musicalidad circular, un
libro que supura verdad, para el que no cabe otro colofón que
el mensaje telegráfico, grávido de esperanza, pero también de
amenaza, que contienen sus últimos versos:
«Y sangre/ Y agua/ Y agua/ Y agua».
PSUR 99
CRITICA [
] CRITICA
Ronda Nocturna
Radio Ciudad Perdida
de Mijail Kuráyev
de Daniel Alarcón
Acantilado. 2007. 111pp.
Alfaguara. 2007. 384pp.
x Ubaldo R. Olivero.
x Ubaldo R. Olivero.
Al amparo de las noches blancas
El otrora agente de la policía política estalinista considera que
para enterrar los recuerdos de una buena vez, acaso sea más
provechoso liberarlos definitivamente, exorcizarlos en vos alta,
invitar a otros destinatarios un poco más allá de lo que suele
ofrecer el peligroso látigo de la conciencia. Ronda nocturna, es
un duelo de un tú a un nosotros por la memoria de los años de los
regímenes represores. El altar de “la causa” dictaba, se imponía,
y este funcionario, de extracción campesina -su padre tenía una
casa de té en la aldea, que apenas alcanzaba el tamaño de una
izba- estaba sujeto a cumplir lo que el organismo del Estado y los
altos mandos ordenaban. Son muchas las historias instructivas
que guarda este policía bajo su chaqueta azul de vigilante.
Junto al río de la voz que serpea en Ronda nocturna, discurren
las anécdotas sobre un sabroso Alexándrov, propietario del Mercado Central, excéntrico millonario, que dolido porque una mujer de alto linaje lo esquiva, se propone, como para bendecir el
sarcasmo de una idea que considera poco menos que originalísima, construir letrinas al lado de cada propiedad de la susodicha ricachona, todo porque el tal Alexándrov “se desvivía por
la salud del pueblo”. No menos interesantes resultan el modo
en que este funcionario, este fiel camarada, entretenía sus noches escuchando lo que les contaban los detenidos que debía
trasladar de un lugar a otro cuando hacían una parada para descansar, o en las mismas dependencias donde eran interrogados
para conseguir información sobre los enemigos del pueblo. ¿Qué
no querían delatar o confesar sus supuestas culpas? Bueno, les
quedaba la opción de hablar de lo que quisiesen, que se sentaran
si querían, el los escuchaba sin forzarlos a nada. En cada conferencia aprendía mucho y así lo confiesa y hasta recuerda, con
amoroso cuidado, las lecciones de aquel primer detenido que le
habló del mal beneficio de la uniformidad, del desastre de lo que
significa que se venere una idea tan solo porque la mayoría le ha
legitimado y de lo saludable que resulta reconocer, entre tantas
almas desgraciadas, la singularidad de alguien (que se distingue
de lejos) que no se deja corroer por la dichosa y aplastante corriente de la multitud; pues en situaciones semejantes, se actúa de
modo semejante. El vuelo de elementos con visos históricos de
épocas un poco más alejadas desde donde se narra la historia, el
recuento de porqué no hay tantos ruiseñores antes de la guerra,
-¡no hay gatos!- el improvisado contrabandista que cierta noche
intentó quedarse con uno bidones de alcohol ucraniano mientras
Las plegarias de Norma
El epicentro de Radio Ciudad Perdida -primera novela que le
publican en España a Daniel Alarcón, Lima, 1977- se encuentra en sus alrededores: los invasores fantasmas de la guerra, las
desapariciones continuas, la insalvable violencia de los grupos
armados que pretenden conseguir que las fuerzas del poder
pierdan imán, la infeliz tiranía del sentimiento del amor, de la
memoria de ese amor, de aquello que se vivió y se llevó la selva,
el enigmático curso de las ejecuciones para escarmiento de un
poblado que domingo tras domingo, en Radio Ciudad Perdida,
recibe la voz de Norma, se afianza en que sus persuasivas y consoladoras palabras encuentren los familiares perdidos…
“Norma, dijo nuevamente, y su nombre sonó como la palabra
final de una plegaria”.
Cierto día llega Víctor a la popular emisora en la que Norma
trabaja. No viene solo, le acompaña una lista –las mujeres del
poblado 1797 se la cocieron en el interior de sus pantalones con
una nota- de parientes que familiares y amigos reclaman porque
un buen día, de repente, se los llevaron, los forzaron a marcharse.
Cuando Norma cree ver que entre los nombres de la lista está el
de su esposo Rey, su vida se vuelve un caótico vaivén. ¿Es Rey?
¿No lo es? ¿Se arriesga a nombrarlo por la radio haciendo que
peligre la vida de Rey (caso de que esté vivo) su trabajo, la relativa
paz de los desventurados que confían en que la popular locutora
les eche una mano? No sabe que hacer pero sí lo sabe. Todavía
su memoria, sus emociones, sus ambiciones maternales, no se han
precipitado al vacío, y la esperanza de que cualquier día su esposo reaparezca se mantiene incorrupta, a salvo de los años que
han pasado, de las infamias que como supuesto colaboracionista
y miembro activo de IL (Insurgencia Legionaria) sobre su esposo
difunden. Pero Víctor no ha llegado al territorio de Norma sin
motivos muchos más humanizadores que un torpe y arriesgado
puente para entregar un mensaje. Hay más en ese peregrinaje que
hace con su profesor Manau a la ciudad. Y lo que hay se irá poco
a poco revelando a medida que Norma de saltos al pasado de
Víctor, ate cabos y maniobren sus intuiciones mediante confesiones que le hacen aquí o allá, fije sus ojos en el retrato que Blas ha
hecho, entre tantos otros, para crearle un reconocible parecido a
los que sin rostro señalable han dejado. El botánico Rey ha viajado a la selva varias veces y allí le ha sido infiel a Norma, pero esa
infidelidad no ha quedado sellada en un inofensivo pacto del goce
por el goce. Acaso para distraerla de pensamientos que invitasen
100 PSUR
vigilaba en un faro de Tolbujin (aquel fue el incidente que detonó su entrada en los órganos del Estado), el amable aprendizaje
con el ginecólogo alemán para conocer mejor a los secretos de
las mujeres y a las mujeres mismas, vienen a engarzarse en una
historia de tono sombrío por las incontables barrabasadas que
se tejían y destejían en la dictadura de Stalin. Pero este discreto
funcionario que según sus palabras no trataba de pasarse, de excederse en sus tareas, siente que su deber estaba en fundirse con
su época porque así lo exigían los cánones políticos y represores
del momento, arguye que desde aquella vez que empezó a odiar
al pueblo en la tienda de té de su padre, ya no le quedaba otro recurso que alimentarse “del odio de los lacayos”. Hay instantes en
que su voz pierde peso en el rencor que lo fustiga, pues le parece
que su odio no es del todo inválido y hay otros en que se sobresalta y pudiera percibirse en su dinámica confesión, algo como
una especie de deseo que lo tiente a volver a vivir la misma suerte en el mismo paisaje de la guerra, porque la guerra que libra
con su conciencia no es menos intransigente que la que modela
con cada una de sus palabras. El tiempo no le ha pasado “¿No
será que se nos han parado los relojes?” se pregunta. Y sí, le ha
pasado, pero el recuerdo que permanece es el de una trayectoria
nublada de reivindicaciones totalizadoras, deficientemente permeables a todo lo que no fuera a favor de las órdenes del Partido.
La sombra blanca de la noche lo saca y lo devuelve a sí mismo
como si se tratara de una aparición extraña que no le posibilita
escapar a esas noches nevadas, a sus reflejos en las aguas de los
ríos que circundan Leningrado (hoy San Petersburgo), a las cúpulas de sus templos centenarios, a los invariables soliloquios que
simulan naufragar en su interior.
He aquí un libro de certero entusiasmo. Ronda nocturna permanecerá como un retrato de unas circunstancias quizás egoístas con
sus encorsetados propósitos, de fáciles encasillamientos para los
que apenas contemplan a las fuerzas motrices de la Historia como
una vertical encrucijada sin detenerse en detalles y matices mucho más esclarecedores. Todavía hoy quedan países por allá por
las Antillas Mayores que visten un traje a esa medida y no parece
que sus intenciones para prolongar regímenes de tales cataduras,
pierdan vigor. Celebremos esta luminosa entrega con un brindis
por la prosa de sustancia, y confiemos en que otras obras de Mijaíl Kuráyev pronto lleguen a nosotros. Sin ningún reproche.
a malograr la relación, le cuenta de un pueblo en la selva oriental
donde todavía los indígenas se amparan en su antigua lengua para
comunicarse, o ese viejito que le lleva por un atajo, a lo recóndito
de la selva, y le muestra la riqueza de plantas medicinales, y Rey
piensa que hoy huyen para la ciudad pero quizás mañana tengan
que huir hacia la selva para sentirse allí a salvo de lo que la ciudad, escasamente, les puede ofrecer. En no pocos momentos de la
relación con Norma, el infierno de La Luna ha sobrevolado ¿qué
fue lo que realmente le pasó allí en aquel miserable submundo?
Lo vejaron, lo humillaron, apenas podía inclinarse para combatir
la rigidez de una misma postura. Entre los múltiples Reys que
Norma supone distinguir, unos se le muestran más esquivos que
otros, pero ella no se siente maltratada de un pasión así porque
lo ama y la guerra, que ya dura diez años –lo que coronó el final
fue la batalla de Tamoé- no basta para encarcelar, como tampoco la razón o el desencanto de las ilusiones, el hechizo de aquel
hombre que un día la sedujo en una fiesta y que decía ser quien
no era y que ahora, años después, queda prolongado en una herencia que si bien se parece a la traición, no se parece menos a
un recuerdo feliz hasta que el repentino mensajero y ella dejen
de estar. ¿El país en que discurre la fábula? Cualquier país. ¿El
pueblo, los pueblos en los que obra la acción, las acciones? Cualquier pueblo. Es lo que subyace, lo que detona, lo que limita y
socava sustancialmente este logrado primer nacimiento, lo que
verdaderamente importa, lo que llena de luces, lo que no enfatiza
y reparte con combinaciones y enlaces afortunados.
Los alrededores de Radio Ciudad Perdida –saludable parto de
Daniel Alarcón, publicado en Alfaguara, año 2007- está en sus
varios epicentros: los elementos atávicos que la selva diluye (léase
el tadek para señalar, bajo los efectos narcotizantes de una bebida, a un posible culpable), la muerte de Adela, madre de Víctor,
en ese río que parece devolverla al mar en que por momentos
su hijo aguarda para encontrarla, la Insurgencia Legionaria que
va y viene para desestabilizar al país, el olvido de las cosas malas, dañinas, imposibles de olvidarse… He aquí un libro audaz,
un ejercicio narrativo de meritorio ensalzamiento, un poeta que
profundiza en ciertas realidades que como mejor se combaten,
son dentro de libros como éste, que cuanto más lejos están de
nosotros en su autonomía y potencia, más cerca nos devuelven a
lo que legítimamente fuimos. Una obra que fertiliza.
PSUR101
CRITICA [
] CRITICA
Los dueños del ritmo
de José Eduardo Tornay
Editorial “La Fábrica”. Colección BlowUp.
x Miguel Ángel Muñoz.
Como en “Mesas de formica”, el primer y mejor relato de
su libro “Los observatorios”, con el que debutó el año pasado
José Eduardo Tornay, la idea del viaje preside su primera novela,
“Los dueños del ritmo”, que inaugura una colección dedicada a
la novela breve, ese territorio sin normas ni fronteras definidas
entre el relato corto y la novela larga. La novela breve es un
género bien apreciado entre los aficionados a la literatura por su
capacidad para el riesgo y la sorpresa. Un género atrevido que
camina siempre por un filo cortante desde el que es fácil deslizarse al vacío de lo informe, poco desarrollado o escasamente significativo. Tornay (Algeciras, 1968) captó la atención de todos los
aficionados al relato con un libro en el que denotaba un perfecto
equilibrio entre la sátira extravagante y la brillantez del lenguaje,
en una mezcla que sabía a nueva. Su siguiente paso ha sido la
escritura de una novela corta, que como decía al comienzo, toma
del delirante cuento “Mesas de formica” el eje central del viaje,
el movimiento desde el que se “observa” una realidad cambiante
y bronca, bella y cutre.
“Los dueños del ritmo” narra el viaje alrededor de sí mismo y
de su ciudad que durante una tarde hace el protagonista, Vicente Carrillo Fowler, un ejecutivo que vive en una urbanización
moderna controlada por videovigilancia y seguridad privada,
y que al regresar a casa la encuentra vacía. No están en ella su
mujer, Begoña, con la que ha contratado un proyecto de vida
en común que respeta las apariencias, ni tampoco ninguno de
sus tres hijos. Muchas tardes, cuando Vicente Carrillo –nuevo
rico con apellido de antiguo comunista- se encuentra solo, saca
del garaje su viejo Seat Ritmo, el que compartieron su mujer y
él en los años primeros, complicados, cuando lograron hacerse
un hueco a codazos en la clase media de la ciudad, para acabar
sobreponiéndose a ella y ascender a lo más alto de la burguesía
local, y recorre en él de incógnito la ciudad, busca aventuras y
sexo furtivo. Se desdice de sí mismo y se reencuentra con el tipo
que siempre fue, en una suerte de melancólica puesta al día de
sus propias convicciones. Las ciento veinte páginas de la novela
son la narración de ese recorrido por una bahía de Cádiz carnavalesca y degradada, una tarde en la que al protagonista puede
pasarle de todo –y le pasa-, como en “After Hours” de Scorsese,
en la que, eso sí, su protagonista volvía a casa, recobrada la normalidad, con la sensación de un aprendizaje que a los nuevos
yuppies de comienzos del siglo en España les queda muy lejos.
Así, la novela de Tornay es una sátira cruel, protagonizada por
un personaje cruel, sobre una España (un capitalismo) que cruelmente ha permitido que el triunfo social y económico de su cla102 PSUR
se triunfadora se haya hecho a costa del permanente empobrecimiento de otras capas sociales, de un urbanismo depauperado
frente a urbanizaciones intocables construidas sobre montañas
y colinas hasta entonces intocadas. En su periplo, divertido y
descrito con viveza y sucesión de peripecias, el protagonista
pasa por una fiesta de carnaval, por los brazos de una prostituta –fantástica escena- o por un barrio degradado donde tendrá
un desafortunado encuentro –y al tiempo afortunado, según se
mire-, y allí donde Vicente Carrillo se detiene, por cualquiera
de los cuerpos por los que pasa, extiende su manto de supremacía y soberbia, y su afortunada capacidad de salir con bien de
cualquier problema, intocado y reforzado, victorioso. “Usted,
como maestro de lidia, hace que todo el mundo se sitúe correctamente”, le dice el viejo torero Manolín, una de las afortunadas
creaciones de personaje secundario en una novela que brilla por
la delicadeza y el buen tino con el que se han creado los personajes menores, las comparsas de ese protagonista absoluto que
es Vicente Carrillo.
Una novela como esta se da a la perfección a una narración de
furia contenida, y acusatoria, al estilo de las magníficas obras de
Chirbes. Sin embargo, Tornay ha modulado una voz en tercera
persona omnisciente que acompaña en todo momento al protagonista, cuyo punto de vista adopta –la novela es muy visual, y
no cuesta ver en ella una posible película, con una continuidad
de secuencias perfectamente estructurada-, pero que se mantiene siempre equidistante entre su trabajo narrativo –trasladar la
historia al lector- y su opción satírica, acusadora o social, como
queramos llamarla. Es un narrador elegante, que maneja con
igual solvencia los coloquialismos y la frase de largo aliento y que
dibuja imágenes de gran simbolismo –ese Seat Ritmo, vestigio
de otra época, las carreras de ponys, las gasolineras horteras, los
paisajes de una sociedad post-industrial que no ha sobrevivido a
la reconversión, los mecanismos pérfidos del nuevo capitalismo,
cuyo basamento fundamental son los gestos de autoridad, “el poder y la propiedad tienen signos exteriores que no conviene olvidar: en ellos reside su magia”-; un narrador potente que bebe del
Marsé de “Últimas tardes con Teresa” y la crítica norteamericana
de Updike y Cheever a la burguesía residencial.
De un modo brillante Tornay nos sitúa en pocas páginas ante
el tuétano moral de un personaje y su familia, y nos va mostrando secuencias en las que se maneja con destreza literaria. La
parte en la que cuenta el carnaval es magnífica, y la escena con
la prostituta, vestido Vicente Carrillo de chacha de servicio, es
magnífica, con los ecos humorísticos y cínicos del Billy Wilder
de “Con faldas y a lo loco”. La parte final de la novela, desde
su “tropiezo” –no quiero desvelar más- en el barrio marginal,
muy cerca de donde él nació, es también fantástica, y como decía
más arriba las imágenes simbólicas se suceden con gran eficacia,
dándole los vuelos de crónica social que la novela pedía. Sólo la
escena con las chicas, un poco antes, me resulta un poco brusca,
quizás porque el autor, consciente de lo delicado del tema que
trataba, se muestra un tanto ambiguo y dubitativo, y quizás dota
al personaje con un aroma pérfido excesivo.
Y es que Vicente Carrillo Fowler tiene los mimbres de gran personaje literario, aunque en la novela no despliegue todas sus capacidades. En ese sentido, el encontrarnos en los moldes de una
novela breve ha perjudicado un tanto a la narración. No por lo
que la novela es, puesto que en ese sentido nos encontramos ante
una obra lograda y con escenas muy brillantes, sino por la sensación que recorre al lector de lo que la novela podría haber sido,
y la seguridad de que el autor podría haber afrontado esa novela
que echamos en falta, la que incluye al resto de su familia: su
mujer, sus hijos, ausentes durante la novela, todo el entorno que
desarrolla y justifica y autentifica lo que el personaje nos muestra
como parte indeleble de su personalidad. Puede haber, en lo que
se nos cuenta, momentos en que pensemos que el personaje se
comporta de un modo determinado porque su autor así lo ha
querido, y echamos de menos el conflicto que le ha llevado a ser
así -sin llegar a caer en el psicologismo decimonónico-. El talento
de Tornay, de todos modos, impide que Carrillo se convierta
en una marioneta sin alma, puesto que su prosa modula irónicamente el interior del personaje. Además, es una novela tan
actual que cualquiera que esté en el mundo sabrá poner nombre
y apellidos a las motivaciones absolutamente mercantilistas de
personajes como Carrillo Fowler, en buena medida los líderes
de nuestra bonanza económica de estos años, y los causantes de
la destrucción del litoral gaditano o almeriense, por poner dos
ejemplos. No entiendo, por cierto, ese reparo del autor a poner el
nombre de “Algeciras” a la Algeciras que aparece claramente en
la historia. Creo que esa mayor localización de la historia nunca
le habría hecho perder universalidad. Los autores americanos
que a Tornay tanto le gustan son un ejemplo al respecto, pero
también él mismo –que excepto por ese detalle, sitúa perfectamente la historia-. Para acabar, los personajes aquí analizados
son los dueños del ritmo y el cotarro, los que bailan el mambo, y
sin embargo pasan por nuestra literatura con el sigilo de los mafiosos que no quieren hacerse ver, dueños también de su propia
invisibilidad, que tanto les beneficia. Con valentía, Tornay asu-
me, como otros autores nuevos y no tanto, pero que hasta ahora
no eran considerados los autores centrales de las nuevas escuelas
literarias –Chirbes de nuevo-, que la literatura tiene que disparar,
si no contra el pianista, al menos contra su agente comercial. Lo
lógico sería que una batería de spanish angry young men irrumpiera literariamente -ya lo está haciendo, piano piano- para agitar
las descansadas lecturas vespertinas de tantas lectoras amantes
de los lagos remansados –libros indoloros, históricos y demás
adormecimientos–, grupo fundamental según las encuestas sobre tendencias de lectura. Esos jóvenes airados se arriesgarían a
quedarse sin lectoras/es, según esas estadísticas, pero más grave
sería quedarnos sin literatura, en favor de libros amodorrantes y
vacíos.
“Los dueños del ritmo” es una novela que gustará tanto a los
que piensan que la novela tiene que procurar algún análisis o
repercusión social, como a los que gusten de las novelas bien
escritas, que hacen de la pasión por el lenguaje su razón de ser.
Tornay describe de maravilla, e incluye en su obra soluciones
estilísticas originales –los mensajes en tarjetas y papeles con los
que Vicente se relaciona con su mujer, siempre ausente en casa,
pero que también es el modo en que la sociedad en general se
relaciona entre sí: publicidad, advertencias, mensajes en clave,
antiguos recortes-, aunque toda la novela tiene un eje vertebrador claro y diáfano: esa road movie gaditana desarrollada en una
sola tarde.
Me hubiera gustado que la novela hubiese sido más larga, pero
porque la obra sabe a poco, es potente y prefigura un escritor
con una obra muy sólida. Más allá de ciertas indecisiones, lógicas por lo que “Los dueños del ritmo” tiene de asentamiento en
el género de la novela, de tanteo de posibilidades, de acopio de
fuerzas para dar el gran salto, creo que todo lector atento, todo
lector amante de la buena literatura, tiene que leer “Los dueños
del ritmo”. Estoy seguro de no equivocarme si digo que quien lo
haga estará disfrutando la primera novela de uno de nuestros, en
pocos años, mejores narradores. Lo tiene todo para serlo.
PSUR103
CRITICA [
] CRITICA
El hermano
de las moscas
Habitaciones
separadas
de Jon Bilbao
de Pier Vittorio Tondelli
Salto de Página. 2008.
Barataria. 2008.
x José Ángel Gayol.
x Dulcia Espuny.
Un hombre se convierte en un enjambre de moscas. Durante
el periodo de trasformación se queda al cuidado de su hermano y
de su cuñada. Tiene una sobrina que le adora. Una asistente muy
curiosa y particular. Una refinería de petróleo. Una comunidad
de burgueses adinerados, con coches de alta cilindrada, amantes,
sueños pasajeros y vidas marcadas por el ascenso social. En este
entorno, bajo la sombra de Kafka, Jon Bilbao nos presenta su
primera novela, un feliz acontecimiento plagado de logros.
Desde la estilística más depurada, con frases cortas y contundentes, precisas, duras en ocasiones, certeras siempre, diálogos
inteligentes y buena dosis descriptiva, Jon Bilbao nos habla de
ese mundo subterráneo, que olvidamos a menudo, llamado cotidianeidad. El autor asturiano describe a la perfección el día a día
de todos nosotros. El vehículo es una familia acomodada que
sufre el terremoto de una extraña enfermedad (¡la metamorfosis de un hombre en un enjambre de moscas!), aunque el tema
subyacente de la historia consiste claramente en la narración del
tejido relacional entre Grego (el hermano díscolo que vuelve
de Tailandia padeciendo una escalofriante mutación) y Héctor
(el hombre hecho a sí mismo, términos tan admirados hoy día,
que tiene una familia exquisita, un buen trabajo y un respeto y
consideración social crecientes).
La bipolaridad entre ambos opuestos crea una fuerza de atracción y oposición entre ellos, y también el resto de miembros de
la familia, muy especialmente la mujer de Héctor, que se ve en
cierto modo desplazada de esa relación peculiar que tienen los
dos hermanos.
Héctor, por su parte, comienza a vencer los miedos que la vida
de Grego supone en su esquema mental, porque la historia de El
hermano de las moscas es la historia de los miedos de nuestros
días. Grego representa las incertidumbres, lo desconocido, la
muerte como hecho real, todo aquello que apartamos de nuestras vidas, desterrándolo al olvido, pensando que la táctica del
avestruz puede ser válida contra un destino que siempre nos
104 PSUR
alcanza. Los valores que se inculcan en el mundo occidental,
fruto de una aculturación permanente, a través de la familia y de
los medios de comunicación, de un estado filosófico que inspira
nuestro proceder diario, una ética de la “felicidad por obligación” que lleva a la angustia inevitable cuando no se logran los
objetivos que la propia sociedad impone como irrenunciables.
Grego es la abominación, la cara oculta de la Luna, el reverso
que nuestra existencia no puede hacer desaparecer, a pesar de
las distracciones, los infinitos mecanismos de ocio, las drogas, la
absorción de un trabajo demoledor y alienante… La reflexión
que encierra la novela de Jon Bilbao no se cifra en la posibilidad
de un hombre convertido en enjambre de moscas. Las razones
son elementos secundarios. Lo principal, el hielo sumergido de
ese iceberg que citaba Hemingway para ejemplificar la función
del relato, es la dura, consistente, inevitable certeza de nuestras
limitaciones. ¿Cuál es el camino que queremos seguir? ¿Dinero?
¿Respeto social? ¿O simplemente vivir con todas las consecuencias? El protagonista de El hermano de las moscas es la Vida.
Con mayúsculas. Y Jon Bilbao la describe con aliento, elegancia,
y simpleza no reñida con profundidad.
Prosa limpia, buenas bases narrativas, conocimiento del oficio, y
atención inteligente a los detalles. En definitiva, calidad.
Hay quien dice que no se deberían publicar libros que no
tengan nada que decir o que no nos descubran alguna novedad.
Habitaciones separadas, de Pier Vittorio Tondelli, traducido
hace poco por Barataria, es un libro íntimo, intensamente personal, en el que no sucede casi nada, pero que describe como
pocos las complicaciones, los celos, el sufrimiento en un tipo de
relación que al cabo de veinte años de su publicación en Italia
sigue siendo considerada por algunos como “no convencional”.
Es la relación entre Leo, posible alter ego del autor, y Thomas,
un músico alemán que desde las primeras páginas aparece enfermo en la cama de un hospital, sentenciado a muerte por un
mal injusto y cabrón que tantas vidas se ha llevado, sobre todo
al final del siglo pasado. Según el mismo Tondelli (autor de culto en la deslucida literatura italiana de los años ochenta), este
fue su proyecto más ambicioso. Y el último. Un círculo que se
cierra, ya que el inicio y el final del libro ciernen un funesto
presagio, tal y como pone en evidencia el autor del prólogo de
esta edición, el escritor Generoso Picone, quien estudió a fondo
la literatura de Tondelli y la de otros autores de su época (la llamada “generación Under 25” o “los narradores de los 80”). La
novela, la séptima de Tondelli – fallecido a los 36 años por ese
mismo mal que aquí retrata - y la que le consagrará en su “madurez”, llega a llenar un hueco en España, donde existía hasta
ahora una deuda con este escritor polémico, que sufrió un juicio
y finalmente fue absuelto por obscenidad en su anterior trabajo
Otros libertinos (uno de los pocos traducidos al español, publicado en 1982 por Anagrama y hoy descatalogado). Dividida en
tres movimientos, Habitaciones separadas atraviesa y recompone los recuerdos de una vida y de una relación de amor tan poco
“tópica” que aparece condenada a desarrollarse en espacios lejanos, nunca dentro del marco impuesto por la religión, la familia,
la paternidad, la idea tradicionalmente compartida de lo que es
el “amor”. Tondelli se impone por su trabajo cuidadoso en el
lenguaje. Propone un intenso ritmo narrativo, un desarrollo no
lineal difícil de seguir en algunas partes, en el que se manifiesta
la lúcida influencia de autores como Kerouac o Isherwood. Sin
embrago, no deja de detenerse en la descripción de detalles, inquietudes, pequeñas manías y evocaciones de un pasado que le
cuesta asimilar y que le lleva a reveladoras reflexiones sobre la
vida y la muerte, sobre el amor y el amistad. El viaje que el lector comparte con Leo es un recorrido por los lugares y algunos
de los mitos de una generación entera: Londres, Nueva York,
París, Barcelona, acompañado por las canciones de los Smith,
de Steven Patrick Morrissey o… de Donna Summer. Como si
fuera una “ópera” musical tradicional, con su estructura tripartita, Habitaciones separadas nos obliga a sentarnos, escuchar y
reflexionar, junto con el autor, sobre todas y cada una de las
falsedades que tan a menudo monopolizan nuestras vidas. Una
historia sin fin, que desde luego no tiene solución.
PSUR105
CRITICA [
] CRITICA
Cartas
desde Selva
de Avelino Hernández
Segovia: Caja Segovia, 2007, 238 pp.
x Juan Luis Calbarro.
“Ya nuestra vida es tiempo,
ya nuestro tiempo es canto”:
por qué la literatura de Avelino Hernández
es vida, y su vida literatura.
Como escritura del yo que es o parece ser, Cartas desde Selva
aporta datos fundamentales de la vida, la obra y el contexto de
Avelino Hernández. Datos sobre su relación con Mallorca, desprejuiciada y gozosa; sobre sus amigos; sobre su práctica epicúrea, que no es lo mismo que hedonista: un disfrutar de la vida
complementado por el estoicismo que nos asegura, en conocidas
palabras de san Agustín, que “no es rico el que más tiene sino
el que menos necesita”; sobre su admirable manera de afrontar
la enfermedad, que, conforme con esa filosofía epicúrea, lo impulsa a ordenar su vida para sacarle el mejor partido de acuerdo
con las nuevas circunstancias, y a interpretar esta etapa como
“una segunda vuelta de tuerca en la línea de tirar por la borda
tantas inutilidades que ya iniciamos con nuestro abandono de
Madrid y enraizamiento en Selva”.
También aporta datos sobre su manera de entender la literatura:
en numerosas ocasiones afirmó que “cómo vivir ha sido siempre
el único argumento de nuestra obra”. Y esto que solemos decir
de que “en Avelino la vida es literatura y la literatura es vida” es
muy cierto y queda muy bien, pero en el análisis compromete
más bien poco. Decir esto y no decir nada es casi lo mismo: ¿qué
literatura se puede decir que no sea vida e, incluso, qué vida se
podría decir que no fuese literatura? En el terreno de los epistolarios parece más evidente aún este componente subjetivo que
nos hace identificar el yo lírico o narrador con el yo referencial,
con el Avelino de turno o el Flaubert de turno. A esta afirmación
de que “en Avelino la vida es literatura y la literatura es vida”
habría que aplicarle el método científico para ver si en su caso
significa más que lo que significa en tantos otros.
Por suerte o por desgracia, uno es aprendiz de muchas cosas (y
maestro de ninguna). Uno de los campos del saber que más me
interesan es el de la cultura escrita, y en particular los estudios
106 PSUR
que atañen a las escrituras ordinarias, a la escritura de la gente
común. Bajo este paraguas académico, que no pertenece al ámbito de la literatura, sino al de las ciencias sociales, se refugia un
peculiar grupo de historiadores, sociólogos y antropólogos (y
también, no obstante, filólogos) muy rigurosos pero muy poco
académicos, en el mal sentido del término “académicos”, científicos que, antes que a los archivos institucionales y a sus montañas de documentos oficiales y, por tanto, orientados hacia la
Historia con mayúsculas, y antes que a los archivos privados
de escritores o de estadistas, prefieren acudir a la producción
escrita de la gente común: aquella gente que no es profesional
de la escritura y que, por tanto, en sus diarios, cartas, cuadernos
de cuentas o memorias no pretenden cuajar un estilo propio,
sino más bien contar algo o interactuar con sus congéneres. El
diario de una jovencita (que hoy ya no sería un diario, sino un
blog) no es un escrito literario: por su naturaleza, trasluce mucho
más de su realidad inmediata que de ficción alguna. Las cartas
de un soldado a su novia tampoco son cartas literarias, sino un
vehículo práctico de comunicación que echa raíces firmes en la
realidad, y no en la imaginación ni en una voluntad de estilo que
ni interesa ni, a veces, podría emprenderse con garantías de éxito. Son escrituras modestas, tremendamente vivas, populares,
que a veces nos dicen más de la realidad que lo que nos puedan
contar los epistolarios de los grandes hombres.
Con Avelino estamos ante un dilema: si era un escritor, y lo era,
y uno de los grandes, ¿cómo podemos aplicar a sus cartas este
esquema de las escrituras ordinarias en la esperanza de que sus
escritos se nos revelen más espontáneos que los de otros escritores, más escritura de la gente común, más escritura popular y,
por tanto, mejor reflejo de la realidad y constatación de aquella
afirmación de que “en Avelino la vida es literatura y la literatura
es vida”? ¿Acaso no hay voluntad de estilo en estas cartas? Yo
creo que la hay: siempre la hay en Avelino, que hasta donde yo
conozco era alguien que veneraba la palabra y jamás se habría
atrevido a usarla de manera inconsciente o despreocupada.
Y antes he mencionado a Flaubert porque quiero hacer una comparación muy fácil. Efectivamente, los escritores, cuando acuden
a la escritura del yo, y en particular a las cartas, no son como los
demás corresponsales. En ellos, aparte el factor estilístico que,
como es natural, nunca abandona a los profesionales de la escritura, el yo es muy potente. Sea para satisfacer la vanidad, sea
para descargar sus culpas o disimular sus complejos, para promocionar la propia producción literaria, para expresar el propio
discurso existencial o para dar, en cualquier caso, rienda suelta a
todo aquello que no se puede o no se quiere decir en un poema
o en una novela, en un epistolario de escritor el yo es claramente
predominante. Quien ha leído las magníficas cartas de Flaubert,
las dirigidas a Louise Colet por ejemplo, ha comprobado que
reflejan un yo desbordante, un yo que desprecia de manera insultante no ya los intereses, sino incluso los sentimientos de aquella
mujer a la que llamaba su amante. (Hay que conceder que Louise
Colet a veces se merecía que la despreciaran un poco.) En cualquier caso, la escritura del yo, en el caso de los escritores, es a
menudo una escritura fuertemente subjetiva, enraizada en cierta
ficción de sí mismos o en una realidad que gira en torno al propio
autor; una escritura de la que no podríamos predicar que desvele
la realidad común; una escritura de la que ni el historiador ni el
antropólogo podrían servirse como fuente fiable.
¿Por qué creo yo, entonces, que podemos aplicar a las Cartas
desde Selva este criterio analítico? Antes he dicho que se trata de
una escritura del yo, pero hay que matizarlo. En este libro luminoso (cuya organización debemos a Teresa Ordinas, que siempre
prefiere quedar en segundo plano, pero que sabe como nadie
cómo ordenar un material tan sumamente disperso y abundante), leemos cartas a destinatarios diversísimos, y en cada misiva,
sin abandonar nunca el estilo al mismo tiempo llano y cervantino
que le era propio, Avelino atiende las necesidades de cada corresponsal empleando un registro u otro, un enfoque u otro. No
escribe de la misma forma al joven que le remite un poemario
que a su agente, no escribe igual a su amigo americano que al
poeta de Zamora. Escribe en función de quien ha de leerle. El
que no conozca los textos de Avelino podría interpretar este ejercicio como manifestación de un carácter acomodaticio, bailador
del agua, tal vez hipócrita. ¿Acaso no tiene voz propia?, dirá el
que no conozca. Pero sí: tiene una voz propia tan poderosa, tan
múltiple y tan fértil de matices, que puede usarla en mil y un
tonos sin perder un ápice de eficacia ni de sinceridad.
Es esta condición eminentemente generosa la que marca diferencias, y lo hace especialmente en los momentos difíciles en
que la enfermedad ha hecho presa en el autor y lo somete al dolor y a desagradables certezas. Cualquier otro, escritor o no, hubiera sufrido cuando menos un cambio de humor. En cambio,
el único argumento de la obra de Avelino sigue siendo vivir. Y
sigue atendiendo con exquisito interés los libros que le mandan,
que lee y comenta minuciosamente. Así lo hace con Alberto
Manrique, con Jesús Espasandín, con Miquel Àngel Lladó o con
Miquel Rayó. Y en cada carta adapta el tono a lo que su corresponsal, escritor, amigo o familiar, necesita.
Es ejemplar su carta de 17 de noviembre de 2002 a Ignacio Sanz y
Claudia de Santos, a quienes llama “colegas en afanes y dolencias”.
Esta carta me parece una obra maestra, y un nítido argumento a
favor de la tesis que estoy defendiendo. Hay que aclarar que en ese
momento Claudia combatía también un cáncer. Me vais a permitir
que os recuerde las palabras que les dirige Avelino:
Ahora empezamos la carta. A lo mejor tenía que empezarla preguntando por cómo está la recién operada y enviándole ánimos.
Pero voy a hacer lo contrario: como los males y las soluciones son
similares, en lugar de interesarme por vosotros voy a liarme a
hablar de nosotros [p. 211].
Pero es mentira. Después de describir su actitud ante la enfermedad, que califica de “gran oportunidad en la vida”, de contarles su
actitud ante el reconocimiento literario, de hablarles de proyectos
de presente y de futuro, termina la carta mintiendo de nuevo:
Inmisericorde y cruel es el trato que esta vez os doy en esta carta,
que responde descaradamente a una necesidad interior mía para
cuya satisfacción os empleo de pantalla. […]
Tenéis una forma de vengaros: haced lo mismo: coged el ordenador y liaros a contarnos qué hacéis, qué pensáis y qué planes vais
empezando a hacer para el inmediato futuro. ¿Cómo va la casa?
Mirad bien y estad atentos porque en esas obras siempre salen
tesoros de judíos que escondieron al irse [pp. 214-215].
Avelino, con el pretexto de desahogarse, ha entregado a su amiga
enferma unos ánimos llenos de fuerza positiva y de pistas para
seguir en el camino. Ni hablando de su propia enfermedad es
capaz de pensar en otra cosa que en sus amigos. Poniendo su
literatura al servicio de la realidad, aproxima sus cartas a la condición de documento y teje con ellas un magnífico tapiz de la vida.
Al simultanear en sus intereses a sí y a los otros, está imprimiendo
en su escritura un valor de herramienta común que la acerca a lo
popular u ordinario; lo cual no parece poca virtud en un escritor.
Por eso decía que hay que matizar el criterio empleado en el análisis. Cartas desde Selva no son estrictamente escritura del yo. Lo
que hacía Avelino era escritura del nosotros: era incapaz de plantearse la literatura en términos menos generosos (como la vida).
De ahí, de ese no concebir la literatura como tener, sino como ser
y darse (como la vida), de atender a los que lo rodearon al mismo
tiempo o antes que a sí mismo (como hacía en la vida), se deduce
la no subjetividad, la no objetividad, sino la intersubjetividad de
sus cartas y, por tanto, la incuestionable y especialísima verdad
que encierra la identificación de literatura y vida que, a efectos de
nuestro discurso, cuestionábamos al principio. Perfeccionando a
Machado, Avelino escribe: “Ya nuestra vida es tiempo, ya nuestro
tiempo es canto”. Y vida es, pese a todo, lo que nos queda; porque
este hombre no sabía dar otra cosa.
PSUR 107
BUENOS
FINALES
ERAN
LOS
LOS DE
ANTES!
H
Harmatán
colección de poesía contemporánea
El corazón del limo | Javier Cubero Egea
La sombra prestada · El carnaval de los hombres grises | Pedro Luis Cano
La noche no acaba | José Ignacio García Seger
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