262044_Caso Práctico Solucionado

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Caso Práctico
«Sobre las 0.45 horas del día 25 de abril de 1999, cuando
Alejandro G.E. salía de la Discoteca "Baroque" de Sala
(provincia de Coruña) y estaba separando a dos conocidos
suyos que se peleaban en una calle próxima, el acusado,
Ricardo D.V., mayor de edad, sin antecedentes penales, que
también conocía a los que se peleaban, creyendo que
Alejandro intervenía en la pelea y en el momento en que éste
estaba sentado encima de uno de los contendientes que había
separado, le golpeó con la escayola en la cabeza y dio patadas
en la cara y cuerpo, ocasionándole heridas consistentes en
contusión en mentón y región ángulo-mandibular izquierda, así
como la pérdida, en ese momento, del diente incisivo central
superior derecho y la fractura coronal del central izquierdo, que
necesitó de su posterior extracción odontológica. Todas las
heridas tardaron en curar cuatro días, precisando, además de
la primera asistencia facultativa, de posterior tratamiento
médico e intervenciones odontológicas. Cuando el acusado
reconoció a Alejandro cesó de golpearle, tras de lo cual se
disculpó ante él y se ofreció a hacerse cargo de lo hecho.
Posteriormente, ante el instructor de la causa y en el juicio oral
reconoció su actuación» (STS 3 de abril de 2003, ponente
Ramos Gancedo; RJ 2770).
Solución
De los hechos probados cabe destacar cómo Alejandro se
encuentra separando a dos conocidos que estaban enzarzados
en una pelea, cuando otro conocido distinto de éstos, Ricardo,
creyendo que aquél intervenía en la pelea, le golpeó varias
veces y no cesó en sus golpes hasta que se percató de que
Alejandro no era un agresor, de manera que le causó diversas
heridas. A partir de estos hechos, que no es viable modificar,
sino que debemos respetar, cabe afirmar lo siguiente respecto
a la responsabilidad de Ricardo. I. No hay ninguna duda sobre
la existencia de conducta humana en la intervención de
Ricardo. Tal conclusión se puede argumentar en sentido
positivo, ya que el autocontrol se hace evidente por la adopción
de una pauta de conducta eficaz para alcanzar un objetivo,
como es hacer cesar a una persona de su intento mediante
golpes (agrede a Alejandro para que cese en su "ataque");
además, golpea reiteradamente, lo cual muestra que domina
sus movimientos una y otra vez. Por otra parte, en sentido
negativo, no hay nada en el relato de hechos probados que
excluya la existencia de conducta humana: ni movimientos
reflejos (porque se dice que se daba cuenta de que golpeaban
a sus conocidos y que golpeó una y otra vez), ni fuerza
irresistible (porque acude por su propio pie al lugar y allí insiste
en su conducta), ni inconsciencia (porque se percató de que los
contendientes eran conocidos suyos). A partir de aquí,
analicemos si dicha conducta colma el tipo de algún delito. II.
En cuanto a la tipicidad objetiva de los repetidos golpes con el
brazo (escayolado) y los pies, se puede afirmar que son
causales de las lesiones sufridas por Alejandro. Bien es cierto
que también fue causal la propia conducta de Alejandro, que se
metió a separar a los contendientes, como también es causal la
pelea misma; pero nos interesa sólo si la inmediata conducta
de Ricardo es causal de las lesiones. Y en esto podemos decir
que sí, pues si suprimimos mentalmente dichos golpes,
desaparecen las concretas lesiones. Nada se dice sobre el
origen de las lesiones en algún golpe propinado a Alejandro por
los dos contendientes. Además de causales, dichos golpes
despliegan ex ante un riesgo típicamente relevante a efectos
de la falta de malos tratos (art. 620.2.º CP), porque golpear a
una persona es restringir y menoscabar su libertad, es vejarle.
Puesto que se trata de una infracción de mera actividad, el
despliegue de dicho riesgo directamente sobre la víctima es ya
la consumación. Por lo que la conducta colma el tipo objetivo
de la falta de malos tratos. Esos mismos golpes son causales
y, además, también típicos a efectos del delito de lesiones;
concretamente, del delito de lesiones del art. 147 CP (no
considero ahora si el golpe con la escayola puede ser
constitutivo de un delito de lesiones con instrumento peligroso
del art. 148; ni si la pérdida de una pieza dentaria sería
constitutiva de un riesgo propio de las lesiones del art. 150): es
un riesgo de lesiones, porque la salud e integridad física de las
personas se ve ex ante puesta en peligro ante la aplicación de
un medio contundente con gran fuerza y reiteración (patadas y
golpes con el brazo). Además, al ser un delito de resultado
lesivo, hay que comprobar que el resultado producido ex post
es expresión y concreción de ese riesgo. Nada se dice de que
interviniera un factor diverso (que un tercero o la propia víctima
asestaran otros golpes), por lo que el resultado de lesión se
debe sólo a esos golpes. De este modo, se puede afirmar que
la conducta colma el tipo objetivo del delito de lesiones. Como
conclusión parcial podemos afirmar que la conducta de Ricardo
es típica en sentido objetivo a los efectos de la falta de malos
tratos (art. 620.2.º CP) y del delito de lesiones (art. 147). III. En
cuanto a la tipicidad subjetiva respecto a ambas conductas,
cabe afirmar que Ricardo no puede ignorar que está
propinando esos golpes, como se deduce de que, al golpear, él
mismo siente el golpe en su pierna y brazo porque el
movimiento se transmite también al agente; además, no puede
desconocer que está golpeando a una persona y no a un objeto
sin valor, porque percibiría las quejas de su víctima; por otra
parte, no puede dejar de conocer que las personas a las que
veía de lejos son ahora las que tiene al alcance de sus manos
y pies al golpearles. Y un adulto de sus características y edad
no puede dejar de conocer las consecuencias de sus golpes
sobre una persona viva. Todo ello abona la conclusión de que
se representaba el riesgo de maltratar y lesionar a una
persona, que es lo exigido por el tipo subjetivo de ambas
infracciones. Sin embargo, Ricardo confiesa haberse
equivocado de situación; y dicho error merece un estudio
aparte. IV. En efecto, Ricardo ha errado en cuanto a la víctima.
Ha tomado por enemigo en la pelea a una persona cuya
identidad y conducta no convergen con la representación que
se había forjado: creía estar golpeando a un agresor y resulta
que es un "defensor" a quien, al parecer, ya conocía. Dicho
error en la identidad no es un error en cuanto al riesgo de
golpear, sobre lo cual no se ha equivocado. Sobre la eficacia
lesiva de los golpes ha acertado: su representación es
convergente con lo realizado (dolo, por tanto). No así en cuanto
a la identidad. Pero el delito de lesiones y la falta de malos
tratos no hace acepción en cuanto a la identidad de la víctima:
cualquier lesión a una persona será típica a esos efectos. No
se trata de un error en la trayectoria o aberratio ictus, pues su
representación del riesgo y su dirección hacia el destinatario es
certera: da donde conocía que daba el golpe. En definitiva,
Ricardo yerra sobre un aspecto que no es relevante a efectos
de excluir la tipicidad del delito de lesiones y la falta de malos
tratos. Su conducta colma el tipo subjetivo de ambas
infracciones. Por lo que Ricardo debería responder por una
falta dolosa de malos tratos y de un delito doloso de lesiones, si
no fuera porque hay todavía un nuevo factor sobre el que yerra
y que puede cambiar totalmente la solución del caso. Ricardo
se representa, sin error, que golpea; también se representa
correctamente la trayectoria; yerra en cuanto a la identidad de
la víctima, pero esto no es relevante a estos efectos. Yerra
además sobre el carácter de la intervención que estaba
llevando a cabo Alejandro: lo que éste realizaba era una
conducta de legítima defensa de ambos contendientes (de
cada uno frente al otro). Eso es precisamente lo que Ricardo se
representa estar haciendo él mismo: defender a alguien de los
golpes de una persona (Alejandro) a quien ha tomado por
agresor. Es decir, Ricardo se representa estar obrando en
defensa de personas en peligro: cree estar defendiendo a
alguien, que en realidad. Dicho error sí es relevante, pues
afecta a un elemento del tipo: el riesgo de su conducta dejaría
de ser típicamente relevante a efectos de las lesiones y los
malos tratos y sería propio de una causa de justificación,
siempre que su representación fuera convergente con dicho
riesgo (es decir, siempre que conociera que estaba actuando
frente a una agresión ilegítima). Ricardo desconoce un
elemento (golpear a un inocente) que, si fuera conocido,
convertiría su conducta en típica a efectos de las lesiones y
malos tratos; y cree, en cambio, estar defendiendo a dos
personas. En efecto, se representa estar realizando un tipo
diverso, el de una causa de justificación como es la legítima
defensa (art. 20.4.ª CP). Dicho error trasladaría su
responsabilidad al ámbito de la imprudencia, siempre que
pueda hacérsele responsable de tal error: por su precipitación,
por su nerviosismo… Es decir, su conducta dolosa no es
constitutiva de una causa de justificación (legítima defensa)
porque no llega a conocer un elemento esencial del tipo de
ésta (que Alejandro fuera el agresor injusto, cosa que no es).
Sus golpes no llegan a ser constitutivos de legítima defensa,
pero tampoco de un delito de lesiones y de una infracción de
malos tratos dolosos. La valoración típica de su conducta es la
propia de quien desconoce algún elemento esencial del riesgo
creado: aquí, el riesgo, no de lesionar (cosa que sí conoce),
sino de defender (cosa que desconoce). De ahí el carácter
imprudente del tipo: lesiones imprudentes. De ser así,
podríamos concluir diciendo que Ricardo sería responsable de
un delito imprudente de lesiones. De la falta de malos tratos no
procede plantear lo mismo, porque de tal infracción no se prevé
su modalidad imprudente. La conducta postejecutiva de
Ricardo influirá sin duda en la pena que resultara. 
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