EL MERCADO FINANCIERO DEL URUGUAY Una revolución silenciosa En los últimos seis años el mercado uruguayo cambió radicalmente y en la nueva realidad muy poco se parece a lo anterior. Esto afecta la dinámica del negocio, el accionar de sus protagonistas y el papel de sus asesores. P ocos lo han percibido en su real magnitud, pero todo cambió. Entre 2006 y 2013 las enormes ausencias son solamente una de las señales de la magnitud de la transformación. Ante esto, los que vivimos asesorando este tipo de empresas no podemos darnos el lujo de la distracción. Una revolución en el número y la propiedad de los bancos De las decenas de bancos que existían hace no tanto, solo quedan doce bancos activos (trece si se cuenta al Banco Hipotecario). Más aún, cinco de ellos (República, Santander, BBVA, Itaú y Comercial) concentran sustancialmente el 90% del mercado. A nivel de la banca privada, el centro de la acción hoy se concentra en los cuatro bancos mencionados, que representan en el entorno del 75% del mercado privado. Todos fueron vendidos o fusionados en este período: • En 2006, Banco Itaú compró BankBoston y, contra algunas expectativas, fortaleció bajo un banco brasileño una exitosa franquicia de banco ABC1. • En 2008, Banco Santander, un banco interesante pero hasta entonces de relativo protagonismo, se fusionó con ABN Amro para crear el mayor banco privado del país. • En 2010, BBVA, otro banco de original bajo perfil, logró una fusión cargada de sinergias para crear un banco bien insertado en todo el país y de mayor protagonismo. • En 2011, Scotiabank compró Banco Comercial y Pronto en la que fue la mayor operación bancaria de la historia del Uruguay. Con ello culminó una compleja historia, el “viejo” Banco Comercial, quebrado en 2002, renació como el “banco bueno” de la suma de activos saludables de dicho banco, del Banco de Montevideo y del Banco de Crédito. En 2006, Advent lideró el grupo privado que lo adquirió y lo vendió a Scotia en 2011. En el grupo de bancos del pelotón inmediato hay más estabilidad, pero también cambios importantes: • En 2012, HSBC vendió conjuntamente sus operaciones de Colombia, Perú, Uruguay y Paraguay a GNB. La venta aguarda en este momento la aprobación del Banco Central del Uruguay. • En 2012, pese a que Citibank no cambió de dueño, está en proceso de deshacerse por enésima vez de su banca minorista. • En un paisaje tan cambiante, Discount Bank es el único ejemplo de estabilidad. Luego que afrontó con gran solidez la crisis de 2002, continuó un proceso de crecimiento orgánico poco habitual en nuestro país. Los bancos de menor participación también han vivido procesos de cambio: • En 2012, el Banque Heritage, hasta entonces enfocado casi exclusivamente en banca privada, adquirió la operación de Lloyds Bank, un banco de pocas sucursales pero decano de la banca en Uruguay. • En 2006, Bandes compró Cofac, que estaba en una profunda crisis, pero luego no fue capaz de desarrollar la franquicia en un banco viable y actualmente le está transfiriendo sucursales al Banco República. • El Banco de la Nación siguió reduciendo una presencia que ya era pequeña y hoy es prácticamente testimonial. El BROU, el elefante de la banca nacional, sigue perteneciendo al Estado, pero luego del “concordato encubierto” de 2002, la empresa que era fuente de pérdidas cuantiosas y constantes, se transformó en un banco rentable. Aunque obviamente tiene oportunidad de seguir mejorando, es una institución muy diferente a la que conocíamos. Una revolución también en el negocio de los bancos Estos procesos de cambio de manos y concentración se produjeron simultáneamente y, en buena medida, como consecuencia de transformaciones radicales en el negocio. Andrés Cerisola acerisola@ferrere.com Luego de haber arbitrado tasas de riesgo con Argentina hasta que eso terminó catastróficamente en 2002, la banca uruguaya tuvo cinco años de transición con un buen negocio de captar fondos a bajo costo y colocarlos a tasas interesantes en el mercado internacional. Este período de calma, culminó repentinamente cuando las tasas internacionales se desplomaron tras la crisis financiera de 2008. El inesperado revolcón forzó a buscar rentabilidades en la colocación doméstica de fondos, pero fuera del circuito de banca corporativa de alta calidad, que era tradicional. Así surgió una nueva era en procura de un negocio bancario minorista. Restricciones regulatorias, de cultura gerencial, de sobrecostos impuestos por el Estado y de inflexibilidad laboral y sindical, hacían imposible acometer directamente una banca minorista de real capilaridad. Por eso los bancos se lanzaron a la integración de financieras. El Banco República tenía su canal a través del “crédito social”, que fue potenciado y pasó de ser una carga a resultar una ventaja competitiva. Itaú tenía a OCA que había venido en el paquete en la compra de Banco de Boston. Scotiabank compró Pronto al adquirir las acciones ordinarias de Banco Comercial en 2011. Banco Santander compró Creditel poco después y BBVA no logró adquirir una financiera pero apuntó a un canal equivalente a través de “PrestamoYa” o “Así”, en colaboración con Abitab. Y a todo este panorama, increíble en un país poco habituado a los cambios, se agrega el retiro de la banca europea, hasta hace poco protagónica en el gran financiamiento corporativo y de infraestructura. Esto abrió la puerta para que la banca local, ya sea por sí sola o sindicada, ingresara a un segmento que hasta hace poco no consideraba de “su liga”. Es como el escritor francés Guy de Maupassant describía en “El Silencio del Mar”: al igual que en la contemplación del océano, bajo una apariencia de silencio en la superficie, toda una frenética actividad está transcurriendo por debajo. n