Hablemos de lo que a “muchos” no les gusta

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Dime que te cuento y te diré que aprendes
Padre Marcelo Rivas Sánchez
www.diosbendice.org
He visto a Satanás caer del cielo a manera del relámpago.
(Lucas 10, 18)
Hablemos de lo que a “muchos” no les gusta hablar.
A muchos no les gusta ni siquiera que lo nombren, pero andan
detrás de él como compañero de viaje. Pero el “Diablo” es una realidad
que nadie lo puede ocultar. Hasta el mismo Jesucristo fue conducido por
el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo... (Mateo 4,1-9) e
incluso sus enemigos decían que estaba poseído por Belcebú, príncipe
de los demonios y así expulsaba a los demonios (Marcos 3,22-24) y
además, curó a muchos afligidos de dolencias y lanzó a muchos
demonios, sin permitirles decir que sabían quién era. (Marcos 1,34) Para
nadie es un secreto su existencia y su realidad.
Una realidad que le hace actuar sobre cada uno de nosotros. Jesús
lo advirtió “Sean sobrios y vigilantes su enemigo el diablo anda girando
como león rugiente alrededor de ustedes, en busca de presa que devorar”
(1 Pedro 5,8) El ejemplo más palpable lo encontramos en Judas quien se
apoderó de él y fue a tratar con los príncipes de los sacerdotes (Lucas
22,3-4) Podemos decir que cada uno que comete pecado hace un trato
con el diablo y si continúa en ese pecado se hace esclavo de su acción. Y
si no lo creemos observemos a 1ra de Juan 3,8 “Quien comete pecado,
del diablo es; porque el diablo desde el momento de su caída continúa
pecando. Por eso vino el Hijo de Dios, para deshacer las cosas del diablo”
En esa realidad nos preguntamos: ¿Qué podemos hacer? Y Jesús
nos da la respuesta correcta y exacta. “Oren sin cesar, para que no
caigan en la tentación” (Mateo 26,41) Hay una asechanza constante del
demonio a cada uno de nosotros. En la oración, que es escuchar a Dios y
estar en su presencia, podemos encontrar salidas para evitar su trabajo.
Cuando no se ora aparecen las astucias de este engañador de oficio que
confunde, acosa y sigue sin parar. Sin la oración nos convertimos en
personas de hábitos pecaminosos y difícilmente se buscará un cambio
(conversión)
Recuerdo una historia del diablo que cansado de tanta maldad
decidió vender todas sus herramientas de trabajo. Las expuso y les
colocó precios. Pero había una muy usada y de muy alto costo y ante la
pregunta por qué tanto precio supo responder: me ha traído muchos
dividendos y su nombre es “Eso puede esperar” Es decir, la indiferencia.
El ofrece lo mejor y al desearlo nos atrapa. Lo ofrecido lo envuelve en fino
papel de regalo que llama la atención y atrapa las mejores miradas. Y si
empezamos a pensar con la conciencia de inmediato nos confunde, nos
enreda para que caigamos en la impureza, en la avaricia, en la soberbia, la
envidia y en toda clase de pecados.
Nos seduce de tal forma que llegamos a perder el temor en Dios, el
respeto por la familia, la dedicación al hogar. Se hace, más que
engañador, sino perverso que va mezclando lo falso con lo verdadero y
así vestido con piel de oveja actúa con fuerza de lobo. Luchará
incansablemente por atrapar y no dar salida. Cuando hemos caído y ya
llenos del fango de la inmundicia se apropia por completo. El pecador
queda, en cierto modo, bajo la potestad del demonio.
Pero no tiene tanto poder para vencernos como para tentarnos.
Incluso tiene limitado el poder de tentar. El diablo tiene el poder de
incitarnos al mal, pero por otra se nos ha dado el poder de rechazar sus
insinuaciones. Esto quiere decir, que en verdad tiene poder, pero
nosotros también el poder del temor, como fuerza que nos da el Señor
Dios. Es como la presencia de Dios para que hagamos siempre el bien y
que él mismo Dios nos acompaña.
Hay otro poder, superior al poder del diablo, el de Dios que nos da
la fuerza para combatir el mal. Para ello los sacramentos, la oración, las
obras de caridad para vencer la tentación. Sin olvidar los amigos de
Jesús, los santos, quienes con su vida ejemplar nos señalan un camino
de rectitud y fortaleza. Todo esto adquiere claridad en la vida humilde que
sabe resistir los aguijones. Sin olvidar la presencia amorosa de la
Santísima Virgen María.
Si existe y está presente hay que estar vigilantes. Por eso la lectura
asidua de la Palabra de Dios (Biblia) nos va purificando. Para nunca
olvidar que Dios nos prometió un Reino y lo despreciamos. El diablo nos
coloca, en bandeja de plata, el infierno y corremos tras sus pasos. Diría
mi mamá: “en guerra avisada no muere soldado. Y si muere es por
descuidado”
"El pecado predilecto del demonio
es el orgullo disfrazado de humildad"
Samuel Taylor Coleridge.
mrivassnchez@gmail.com
@padrerivas
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