SACRO IMPERIO ROMANO Wenceslao Calvo (11-03-2011) © No se permite la reproducción o copia de este material sin la autorización expresa del autor. Es propiedad de Iglesia Evangélica Pueblo Nuevo Sacro Imperio Romano es la designación del imperio germano-italiano establecido por Otón I, rey sajón, quien fue coronado en Roma por el papa Juan XII el 2 de febrero del año 962. El "Sacro Imperio Romano" fue como mucho un ideal, más que un hecho cumplido. El imperio romano, por razón de su dominación casi mundial y su tendencia bajo los mejores gobernantes a promover la paz y el bienestar universal, había dejado una huella grande y duradera sobre los pueblos teutónicos y fue natural que, cuando la sede del imperio hubo sido trasladada al este y cuando al final el imperio hubo perdido su magnetismo sobre el rápido y gran desarrollo del oeste, el primer gobernante occidental cuyo dominio parecía justificar pretensiones imperiales buscara resucitar el título de emperador de los romanos. Origen y nombre. A finales del siglo octavo la autoridad del imperio oriental en Italia había tocado fondo. Los predecesores francos de Carlomagno, desde Clodoveo en adelante, habían profesado la fe católica y habían cooperado con los obispos de Roma para extender el dominio de la Iglesia papal hasta ser equivalente con las conquistas francas, siendo el medio más efectivo de civilizar a los pueblos bárbaros y reconciliarlos con el dominio franco. Los lombardos dominaban una gran parte de Italia y pusieron en peligro la autonomía de la Iglesia y su autoridad sobre lo que pretendía ser la Donación de Constantino o el patrimonio de Pedro. Carlomagno protegió a la sede romana contra la agresión lombarda, recibiendo la corona imperial de manos del papa y realizando con la sede romana una alianza ofensiva y defensiva; aunque se comprometió con la protección de la Iglesia católica y la promoción de sus intereses por sus vastos dominios hasta la exclusión de toda otra forma de religión, él no imaginó someter ninguna parte de su autoridad moral, por lo que legisló libremente tanto en asuntos civiles como eclesiásticos, exigiendo obediencia de los funcionarios eclesiásticos no menos que de los civiles. El imperio de Carlomagno estuvo más cerca de la realización de la idea de un Sacro Imperio Romano que cualquier otra administración imperial posterior. El origen del nombre es oscuro. No se encuentra en documentos antiguos. Una cierta santidad fue atribuida al antiguo imperio romano cuya cabeza era el recipiente de los honores divinos. Se podía esperar que fuera aplicado al dominio de un soberano cristiano que aspiraba al dominio universal civil y quien profesaba un sincero deseo de que la religión de Cristo tuviera aceptación universal. El siguiente texto muestra la restauración imperial del año 800 según el Liber Pontificalis: 'Entonces, el venerable y benéfico pontífice le coronó [a Carlos] con sus propias manos con una preciosa corona. Todos los fieles romanos, viendo la protección y espíritu dilecto hacia la santa Iglesia de Roma y hacia su vicario, exclamaron unánimemente a plena voz, bajo la inspiración de Dios y de san Pedro, Esfera del Sacro clavijero delImperio reino deRomano, los ciclos:siglo «¡AXII, Carlos, muy piadoso, Augusto, coronado por Dios, grande y en el tesoro Hofburg, Viena pacífico emperador, vida y victoria!». Ante la sacra confesión del bienaventurado Pedro apóstol, e invocando a multitud de santos, estos gritos se pronunciaron tres veces y Carlos quedó coronado como emperador de los romanos por todos. Inmediatamente, el muy santo pontífice ungió con el óleo santo a Carlos, su muy excelente hijo, como rey, en este mismo día de navidad.' (León III, Liber Pontificalis II, Duchesne, París, 1892, p. 7.) Mapa del Imperio Carolingio Ideas subyacentes. No es probable que la idea del Sacro Imperio Romano en su pleno desarrollo fuera en alguna manera concebida o ideada por el papa o el emperador. Los papas y emperadores eran en su mayoría hombres prácticos que tenían que lidiar con dificultades prácticas y quienes hicieron uso de muchos medios disponibles para la obtención de sus fines prácticos. Si el papa soñó con condiciones ideales, estaba seguro de concebir una Iglesia que fuera una, santa y católica con su cabeza papal ejerciendo dominio absoluto sobre todo el mundo y todos los gobernantes civiles, sometidos obedientemente a los dictados de la cabeza de la Iglesia. Si los emperadores alguna vez lo idealizaron, estaban seguros de pensar de sí mismos ejerciendo dominio universal en la Iglesia y el Estado juntamente, con todos los eclesiásticos, con el papa a su cabeza, dedicando desinteresadamente sus energías a la promoción de la paz y obediencia universal, según era la voluntad imperial. No se sabe quién concibió primero la idea de una Santa Iglesia Católica y de un Sacro Imperio Romano, ambos de extensión mundial; la Iglesia gobernando, con el papa como cabeza, a un unificado y obediente mundo cristiano y apoyándose para esa obra en una administración civil mundial unificada y armoniosa; y el imperio con dominio indisputable gobernando al mundo en justicia con los intereses de la Iglesia como supremo objetivo, dando el papa su apoyo a la administración civil sin infringir sus funciones, siendo el emperador íntegro en su devoción a los intereses espirituales sin desear en ninguna manera interferir con la administración espiritual. La santidad del antiguo imperio romano y la "Ciudad eterna" y de la Iglesia católica, ahora identificada con el reino de Dios sobre la tierra y teniendo la Ciudad eterna como su centro administrativo, se le otorgó en un sentido a los príncipes germanos mediante la concesión de la corona imperial. Sin embargo, nada podía estar más lejos de la santidad que los motivos en la concesión de Juan XII y en la recepción por Otón I de la corona imperial, como se puso de manifiesto en la destitución del licencioso joven que desempeñaba el oficio papal por la ambición y egoísmo del jefe sajón, a quien él había coronado y la excomunión del emperador por el papa, quien procuró la ayuda de magiares y sarracenos contra su enemigo imperial. El casi continuo conflicto entre papas y emperadores durante la Edad Media, ilustrado por la prolongada e incansable hostilidad entre Gregorio VII y Enrique IV, Alejandro III y Federico I, Inocencio III y sus tres sucesores y Federico II, muestra que el ideal de la Santa Iglesia Católica y el Sacro Imperio Romano fracasó estrepitosamente. Mapa del Sacro Imperio Romano Germánico Sucesión al trono. Durante los primeros tiempos el oficio imperial fue prácticamente hereditario, pero debido a la falta de una maquinaria administrativa centralizada, los fracasos ocasionales en herederos varones al trono, la disposición de los papas a interferir en favor de rivales dispuestos a someterse a un mayor servilismo, el crecimiento de la idea de la santidad y universalidad del oficio, hicieron que finalmente el principio electivo prevaleciera. Teóricamente todo el conjunto de hombres libres se suponía que eran los electores, pero como no se hizo ninguna provisión para el ejercicio del voto, fueron los dirigentes los que votaron en lugar del pueblo. La tradición de que Gregorio V (996-99) y Otón III estipularon que la función electoral se limitara a siete príncipes, no está confirmada por documentos contemporáneos. En 1125 Lotario II fue propuesto por un pequeño número de nobles y entonces, o no mucho después, el número siete fue fijado para los electores, alcanzando un significado sagrado. Urbano IV (1263) habla de la elección del emperador por siete lectores como un asunto de costumbre inmemorial. La dignidad electoral en ese tiempo pertenecía a los arzobispados de Maguncia, Tréveris y Colonia y a cuatro príncipes seculares. Hubo muchas disputas en cuanto a si los nobles serían electores. La bula Dorada (1326) estableció que fueran el rey de Bohemia, el conde Palatino, el duque de Sajonia y el margrave de Brandeburgo. Se acordó que Francfort fuera el lugar para la asamblea del colegio electoral y el arzobispo de Maguncia el convocante. Este arreglo permaneció en vigor hasta la Guerra de los Treinta Años, cuando (1621) el conde Palatino quedó privado de su voto en favor del duque de Baviera. La Paz de Westfalia restauró al Palatino a su puesto sin anular el del duque de Baviera. En 1692 a la casa de Brunswick-Lüneburg le fue dado un electorado. La dignidad imperial fue retenida por la casa de Sajonia desde 962 a 1138 (la línea sálica desde 1024), la de Hohenstaufen desde 1138 a 1273, la de Habsburgo desde 1273-92, 1298-1308, 1438-1742 y 1765-1806. Francisco II, último emperador Durante los primeros siglos del periodo moderno la casa de Habsburgo representó la mayor condensación de del Sacro Imperio, cuadro poderío en Europa. El Sacro Imperio Romano se opuso consistentemente a la Reforma protestante, aunque la de Ludwig Streitenfeld, 1874 reverencia que Lutero tuvo por una institución antigua y legítima fue tan grande que al final de su vida desanimó a sus seguidores a levantarse en armas contra ella y predijo la calamidad en caso de que su consejo fuera desobedecido. La hostilidad de Francia a la casa imperial de Habsburgo en varias ocasiones salvó a los protestantes de la destrucción (como en la Guerra de Esmalcalda, Guerra de los Treinta Años, etc.). El imperio acabó como resultado de la conquista napoleónica (1806).