CONGRESSO TOMISTA INTERNAZIONALE L’UMANESIMO CRISTIANO NEL III MILLENNIO: PROSPETTIVA DI TOMMASO D’AQUINO ROMA, 21-25 settembre 2003 Pontificia Accademia di San Tommaso – Società Internazionale Tommaso d’Aquino El orden en el hombre Prof. Alejandro Ramos Universidad FASTA, Mar del Plata (Argentina) The question of order is one of the oldest and most important philosophical issues. It was the theme of the ancient myths and philosophical reflections, and it is also a current subject. Today the great challenge is called: ‘the new world order’. We have chosen Saint Thomas’ doctrine to see that order is not a human creation but a divine one. In fact, it is possible to find an order in the created things because the human being's realization is analogical. The beings are different, and they have a Cause and an End. Besides, we can find an order in the relations between the body and the spirit in man. The human spirit is the form of the material element,and its perfection puts it in the direction to an ethic and supernatural fulfillment. Human order necessarily takes in the divine order created by God, and it will be discovered by wisdom. La construcción del orden fue la primera de las misiones que el hombre reconoció como justificación de su presencia en el mundo, la primera y la última. La misión que nunca dejará de estar, precisamente por el modo de ser y estar en el mundo de este ser único. Desde los comienzos el ser humano quiso descubrir el principio que abriera la puerta de comprensión de la totalidad de los seres como reclamo de una explicación racional. Y así, primero por el mito que intentaba una intelección del conjunto y armonía del cosmos y luego por la filosofía, la pregunta era siempre la misma: el orden porqué, el orden para qué. Desde allí en adelante se convirtió en una de las grandes preocupaciones existenciales. Preocupación que pareciera hoy renacer con particular intensidad y confusión. Con intensidad porque como nunca antes en la historia, existe hoy la voluntad de instaurar un orden “seguro”. Pareciera ser la gran misión de un hombre que está totalmente confiado en sus capacidades. En efecto, la ciencia ha llegado a convertirse en la herramienta con la cual se logra controlar lo más sagrado de la existencia, la misma vida humana. También la tecnología y la organización económica parecieran ser un intento por controlar todo e instaurar un nuevo orden humano. Sin embargo, es evidente que el resultado no es el esperado, es que el principio y el final de las © Copyright 2003 INSTITUTO UNIVERSITARIO VIRTUAL SANTO TOMÁS Fundación Balmesiana – Universitat Abat Oliba CEU A. RAMOS, El orden en el hombre cosas sigue siendo la principal cuestión y por eso es que pensamos que vale la pena seguir al Aquinate en este punto para descubrir el orden puesto por Dios en el hombre y desde allí poder elevarse hasta su Causa. Vamos a dividir la breve exposición en dos partes: 1- el concepto de orden, 2- el orden en el interior del hombre. 1. el concepto de orden: El concepto orden deriva del latín ordo y éste, a su vez, del griego ortos. Este último significa: recto y correcto. Así es que una de las primeras acepciones que tiene esta noción es la de disposición correcta de unidades en un conjunto. Esa disposición es recta cuando se dirige a una meta precisa. El orden, por lo tanto, no es extrínseco para la estructura, sino constitutivo de ella, aunque sus elementos puedan integrarse en otros órdenes nuevos. De todas maneras, el orden no se da intrínsecamente en los elementos que lo componen, mas bien, se centra en la estructura en cuanto tal., puesto que sus elementos dispuestos de otra manera formarían un orden diferente. Por otra parte, el orden supone además la existencia de varios seres, ya que si se considerara un individuo aislado sería imposible siquiera pensar la posibilidad de un orden. Este solo se realiza en la composición y pluralidad. En efecto, es un propiedad trascendental del ente, ser uno, aquí se trata de que sea uno junto a otros seres, sin dejar de ser lo que es, encontrar algo en común que compartir, y algo diferente que le permita no perder su ser. El fundamento del orden es la analogía que vincula y distingue a los seres entre sí, la gradación analógica de los entes creados. El concepto orden deriva del latín ordo y éste, a su vez, del griego ortos. Este último significa: recto y correcto. Así es que una de las primeras acepciones que tiene esta noción es la de disposición correcta de unidades en un conjunto. Esa disposición es recta cuando se dirige a una meta precisa. El orden, por lo tanto, no es extrínseco para la estructura, sino constitutivo de ella, aunque sus elementos puedan integrarse en otros órdenes nuevos. De todas maneras, el orden no se da intrínsecamente en los elementos que lo componen, mas bien, se centra en la estructura en cuanto tal., puesto que sus elementos dispuestos de otra manera formarían un orden diferente. Por otra parte, el orden supone además la existencia de varios seres, ya que si se considerara un individuo aislado sería imposible siquiera pensar la posibilidad de un orden. Este solo se realiza en la composición y pluralidad. p. 2 Congresso Tomista Internazionale En efecto, es un propiedad trascendental del ente, ser uno, aquí se trata de que sea uno junto a otros seres, sin dejar de ser lo que es, encontrar algo en común que compartir, y algo diferente que le permita no perder su ser. El fundamento del orden es la analogía que vincula y distingue a los seres entre sí, la gradación analógica de los entes creados. El planteo de la cuestión está ya desde los inicios de la historia del pensamiento, pero es con Santo Tomás que la cuestión adquiere mayor sistematicidad, porque se coloca a la prioridad o posterioridad según lugar y tiempo, la de distinción, y la de origen, como la razón del orden. El mismo Tomás afirma que hay un orden que se halla en la misma naturaleza de los seres, y otro que puede poner de alguna manera el hombre, el orden racional, cuando ordena sus conceptos, o el orden de la voluntad en sus actos, y finalmente de la voluntad en sus obras exteriores y en el orden que con ellas genera. Respecto del orden real sostiene que, en las cosas se puede encontrar un doble orden: uno, en cuanto proviene de un principio, y otro, en cuanto se dirige a un fin. En otras palabras, para Tomás de Aquino el orden consiste básicamente en una “relación de realidades entre sí”, y por lo tanto supone una relación con la Causa de todos los entes, esta perspectiva metafísica es la que dejan de lado los empiristas, mecanicistas, etc, que solo analizan el orden de los procesos naturales, o el que pone el hombre con su actividad racional. Con el mecanicismo de Galileo, Bacon, y Descartes, el orden pasa a ser el resultado lógico y necesario del principio de previsibilidad y determinación, ya que todo funciona mecánicamente pasando unas cosas a otras de modo necesario. En Spinoza el orden no esta conectado con un ser trascendente, sino que se da en un paralelismo en el que “el orden y conexión de las ideas es lo mismo que el orden y conexión de las cosas” (Etica II, prop. 7). Para Leibniz consiste fundamentalmente en una ordenación de las monadas en una serie infinita y continua que posee un principio individual del orden, es lo que él denomina armonía preestablecida, de esta manera la noción se asemeja a la de serie. En Kant el concepto se niega como consecuencia de la negación del principio de causalidad y finalidad. No hay orden en la naturaleza porque esta exige juicios determinantes y el juicio racional no tiene un objeto determinado. Trataremos ahora de precisar el concepto de orden desde la perspectiva filosófica. La primera afirmación que podemos hacer al respecto es que se trata de una noción analógica, no equívoca, pues se aplica a realidades distintas y con diverso significado. La noción se aplicó en primera instancia al ámbito textil en p. 3 A. RAMOS, El orden en el hombre donde significaba el modo de organización de un tejido de, de hilado recto y paralelo que constituyen el entramado, de manera tal que esa trama supone una orditura (ordenación). En este caso la noción comprende no solo la disposición de las filas de hilos, sino el trabajo del hombre que dispone ese orden. De este primer uso del concepto se aplicó el mismo a la designación de series de cosas que tienen una cierta relación entre si, como por ejemplo: a la plantación de árboles, a las estructuras gramaticales, al orden militar, eclesiástico, etc. La primera acepción del concepto tiene que ver con la noción de lugar, de allí una de las primeras definiciones, la de los estoicos, que nos acerca Cicerón: “compositionem rerum aptis et acommodatis locis” 1 . El orden como realización en un lugar designa la disposición o colocación de filas de una misma serie. Y se refiere principalmente a la idea de prioridad y posterioridad. Este tipo de orden se refiere a la cantidad, y ésta puede ser de dos maneras, dimensiva o virtual, según se considere la extensión o la intensidad. En la cantidad dimensiva se contiene la longitud, la latitud y la profundidad, el número en potencia. La cantidad virtual se realiza en el orden de perfección de las formas y especies, entre las cuales existe conexión, como dice Santo Tomás: “mirabilis rerum connexio considerari potest. Semper enim invenitur infimum supremi generis contingere supremum inferioris generis: sicut quaedam infima in genere animalium parum excedunt vitam plantarum, sicut ostrea, quae sunt inmobilia, et solum tactum habent, et terrae in modum plantarum adstringuntur ”2. La noción de orden también se aplica al movimiento local según la longitud, la latitud y la profundidad. Así dice el Aquinate: “ordo in motu sequitur ordinem in quantitate. Per prius enim et posterius in magnitudine, est prius et posterius in motu”3 . Otra aplicación de este orden local de movimiento constituye el orden temporal, ya que en la razón del tiempo entra el orden del movimiento, en cuanto el tiempo se define como el orden del movimiento según prioridad y posterioridad4 . En esta misma razón se puede incluir el orden de generación que significa un hacerse (in fieri), un cierto movimiento por el cual algo imperfecto 1 2 3 4 De Officiis, lib.1, cap. 40; Opera, ed. Jolivet, TIII, p. 317, cit. Por RAMIREZ S., o.p., 6 Contra Gentiles II, 68. In V Metaphisica, le. 13, 937. Cf. ARISTÓTELES, Physica Iv, 11, 219 b 2. p. 4 Congresso Tomista Internazionale se hace perfecto. En este sentido, es primero lo que es imperfecto y en potencia, como la materia respecto de la forma. Lo mismo sucede con la generación, en la cual algo procede de otro, como los rayos del sol, o lo engendrado del engendrante. Todo esto supone y expresa un orden. En todos estos casos el concepto de orden tiene múltiples acepciones, y cierta semejanza que los une; esto es, la de aplicarse a una serie de individuos ordenados. Por lo tanto se trata de una noción analógica, no equívoca. Esta noción supone una consideración metafísica que es importante recordar para tener presente el fundamento que la sostiene. Hay una estrecha relación entre la noción de ser y la de relación, de manera tal que depende de la metafísica la concepción del orden político en primer lugar. Hay una cierta lógica en la falta de orden que resulta de la filosofía que niega la realidad de los entes, y afirma lo racional como lo único real. Para que exista el orden, tiene que existir el ser. Esa es la primera afirmación de Tomás de Aquino respecto de esta cuestión, por esto sostiene que “ad hoc quod aliqua habeant ordinem, oportet quod utrumque sit ens”5 . Otro requisito indispensable para que pueda darse el orden es que, exista una real ordenación entre los miembros, y de éstos con un tercero. Por otra parte, es también necesario que sean realmente muchos seres, por lo menos dos, ya que la noción de orden reclama la de serie. En realidad, la noción de orden supone la de relación, y ésta la de alteridad, puesto que nadie tiene relación (referencia) a sí mismo. Además es imprescindible que entre los elementos, exista cierta conveniencia, es decir, que tengan algo en común, si bien permanecen distintos. Puesto que es imposible que exista el orden si los términos de la relación son completamente diferentes y por lo tanto equívocos. Esta noción de ordenación tiene su razón de ser en la referencia a un principio, esta referencia es la constitutiva, por que el orden implica prioridad y posterioridad. En conclusión, podemos decir que, la relación es una noción analógica, y que se trata de una analogía de atribución por la referencia a ese origen a partir del cual se formaliza el orden. 5 De Potentia, c.7, 11 c. p. 5 A. RAMOS, El orden en el hombre Por este motivo, siguiendo a Santo Tomás, Ramírez define el orden de la siguiente manera: “ordinem essentialiter esse relationem plurium distinctorum et inaequalium simul que aliquatenus convenientium ad aliquod unum et primum, secundum prius et posterius sive secundum magis et minus”6. b- El orden en el interior del hombre: En ese orden ocupa el primer lugar el ser humano por poseer un alma racional, que es la más perfecta y digna entre las cosas creadas. Esta superioridad del alma determina además el orden en el principio material que informa; pues también éste, por correspondencia con ella, es el más perfecto de los cuerpos. La materia de este cuerpo tiende naturalmente a la perfección que le aporta el alma. A la perfección de la composición cuerpo-alma en el ser humano, le siguen las otras maneras de unión de materia-forma: la de los animales, la de los vegetales, y finalmente, la de los minerales, que por inertes se hallan al final de esta escala. En todos estos casos la forma se encuentra totalmente inmersa en la materia, dependiendo su existencia de aquel; excepto en el hombre, pues en él la forma emerge y trasciende el cuerpo y todas sus partes: “Anima humana non est forma a materia totaliter comprehensa”7 . Tomás distingue aquí una doble dimensión del alma humana. Una, en cuanto forma sustancial del cuerpo, pues lo anima y vivifica; otra, como verdadero espíritu, en tanto no sale de la potencialidad de la materia del cuerpo, ni de la materia o forma de los que la engendran, sino que es directamente creada por Dios, Causa Primera. De esta manera, es posible encontrar un orden entre los cuerpos, por su relación con las formas, es decir, por la perfección que éstas le permiten en su actuar, como el ser, el vivir, el sentir y el conocer. Por otra parte, existe un orden entre las formas en virtud de la capacidad para producir estas actividades. Entre las cuales, la primera es el alma racional por su capacidad de producir todos estos actos: 6 7 RAMIREZ S., o.c., 16. De Anima 1, ad 5. Cf. De spiritualibus creaturis, 1 ad 18. p. 6 Congresso Tomista Internazionale “ordo in formis attenditur secundum habitudinem ad materiam primam; prius et posterius dicitur per comparationem ad aliquod principium”8. Además: “in materia considerantur diversi gradus perfectionis, sicut esse, vivere, sentire et intelligere. Semper autem secundum superveniens priori perfectius est. Forma ergo quae dat solum primum gradum perfectionis materiae, est imperfectissima; sed forma quae dat primum et secundum et tertium et sic deinceps, est perfectísima”9. El alma es una sola forma sustancial que contiene todas las operaciones de la vegetativa y sensitiva, aunque en ella se hallan de manera más perfecta por su ordenación a la actividad superior, que es la racional: “talis est ordo rerum ad invicem, ut quaecumque inveniuntur in inferiori natura inveniantur excellentius in superiori”10 . La noción de orden tiene también una realización dentro del alma misma del hombre, entre las potencias que la componen. En efecto, siguiendo a Aristóteles, Tomás sostiene la tesis de la existencia de las potencias como facultades a través de las cuales opera el alma. Y de una existencia que tiene una relación de prioridad y posterioridad, pues una de ellas procede inmediatamente de la sustancia del alma, el intelecto. La otra la voluntad, tiene la raíz de sus operaciones en aquella. Esta tesis tomista se enrola filosóficamente dentro del intelectualismo, pero tiene sus razones, como veremos ahora. En realidad, se pueden comparar las potencias en un sentido absoluto, y en un sentido relativo. En el primer caso, la inteligencia es más noble, en virtud de su objeto que es más abstracto y noble, pues el objeto propio de la voluntad es la razón misma del bien apetecible; y el de la voluntad, el bien apetecible solamente11 . Además , la razón es la potencia específicamente humana, es decir, la que lo distingue de los demás seres, y no así la voluntad que también la poseen otros12 . En un sentido relativo, la voluntad puede ser superior en relación con el objeto hacia el cual se dirige, en tanto este es de naturaleza superior al hombre, y Suma Teol, I, 76, 4, obj.3. ibid ad 3. 10 De Anima, 18, c. 11 “Cuanto más simple y abstracta es una cosa, tanto más noble y elevada es en sí misma” (I, 82, a.3). Cfr. II-II, q.23, a.6; De Veritate, q.22, a.11. 12 Cf. BASSO D., Los principios internos de la actividad moral, elementos de antropología filosófica, CIES, Buenos Aires, 1991, 77. 8 9 p. 7 A. RAMOS, El orden en el hombre por lo tanto imposible de abarcar con la razón. Con el conocimiento el hombre hace que las cosas vengan hacia él, en cambio con la voluntad, el hombre sale de sí y se vuelca hacia el objeto. Si el objeto fuera un ser superior sería más perfecto amarlo que conocerlo. Todo esto se funda en la mutua influencia entre ambas potencias, la inteligencia le presenta el objeto a querer a la voluntad, y ésta a su vez la mueve a conocer. A pesar de influenciarse mutuamente, como dijimos, hay un orden de prioridad, pues fluye en primer término la inteligencia, la voluntad no puede querer algo si ella no se lo presenta: “omnis numerositas quae descendit naturaliter ab aliquo uno, oportet quod descendat secundum ordinem, quia ab uno non exit nisi unum. Et ideo, cum multae potentiae egrediantur ab essentia animae, dicimus quod in potentiis animae est ordo naturalis: et cum omnes fluant ab essentia , una fluit mediante alia. Et inde est quod posterior potentia supponit in definitione sui priorem, et actus posterioris dependet a priori”13 Para Santo Tomás el orden se mantiene en las potencias inferiores, que surgen a partir de la inteligencia y la voluntad, la cogitativa, la memoria sensitiva, el sentido común, y finalmente los sentidos externos14 . Para este pensador hay un orden que se compone a la vez de distintos órdenes que se relacionan en virtud de que el inferior participa de la perfección del superior, y esto sucede con la inteligencia, pues la inteligencia que se da en el hombre, tiene un modo de realización más perfecto en los seres que son puramente espirituales, los ángeles: “in ordine creatorum oporte quod consequens praecedenti similetur, nec hoc potest esse nisi secundum quod aliquid participat de perfectione eius: quod quidem inferiori modo est in secundo ordine creaturarum quam in primo. Unde hoc quod inferior creatura de similitudine superioris participat, sest supremum in inferiori et ultimum in superiori, quia est deficientis receptum quae in superiori sit. Inter. Creaturas talis est ordo, ut primo sit ángelus et secundo sit rationalis anima. Et quia rationalis anima coporis coniuncta est, ideo cognitio debita sibi secundum suum proprium ordinem est cognitio quae a sensibilibus in intelligibilia procedit, et non pervenit in cognitione veritatis nisi inquisitione praecedente: et ideo cognitio sua rationalis dicitur. Quia vero ángelus simpliciter incorporreus est, nec corpori unitur, cognitio naturae sua debita est ut simpliciter sine inquisitione veritatem apprehendat: propter quod intellectualis natura nominatur. Oportet ergo quod in anima rationali, quae in angelo in ordine creturarum configurantur, sit aliqua participatio intellectualis virtutis, scundum quam aliquam veritatem sine inquisitione apprehendat, sicut apprehendetur prima principia naturaliter cognita tam in speculativis quam etiam in operativis. Unde et talis virtus intellectus vocatur secundum quod est in speculativis; quae etiam scundum quod I operatives est. synderesis dicitur. Et haec virtus scintilla, convenienter dicitur, eo quod 13 14 In Sent. D. 3, 4, 3 c. Cf. RAMÍREZ S. De Ordine, 61. p. 8 Congresso Tomista Internazionale sicut scintilla est modicum ex igne evolans, ita haec virtus es quaedam modica participatio intellectualis respectu eius quod de intellectualitate in angelo est. Et propter hoc superior pars rationis scintilla dicitur, qui in natura rationali supremum est”15. Pero el orden no permanece fuera del hombre, sino que se inserta en la organización interna de las cualidades, los hábitos que lo perfeccionan. Estos hábitos comprenden no solo los intelectuales, sino también los de las potencias sensibles. Es más las actividades superiores en el ser humano suponen previamente la información que procede de los sentidos, externos e internos. El orden no solo se realiza en la prioridad y posterioridad de los actos de las distintas potencias, sino que además, se manifiesta en la organización espiritual que establece la razón. Así es, la virtud tiene la misión de ordenar los actos humanos al fin bueno, y ese orden surge de la razón que establece esa dirección. La primacía del intelecto tiene que ver con lo específico del hombre y con la posibilidad de orientar la vida al fin que le es conveniente. Son todas las potencias, las que deben ponerse en acto, pero no todas tienen el mismo valor, porque realizan distintos aspectos del hombre. Ellas tienen también un orden de prioridad, ellas tienen un principio, una virtud que ordena según la razón, y un orden interno que causan. Comenzando por el hábito intelectual en general, Tomás sostiene que el mismo consiste en las especies inteligibles ordenadas: “cum intellectus sit locus specierum intelligiblium, oportet dicere quod scientia, quae importat ordinationem specierum inteligibilium, seu facultatem et habilitatem quandam ipsius intellectus ad utendum huiusmodi speciebus, remanet pos mortem, sicut et intellectus qui est humiusmodi specierum subiectum”16. Como dice nuestro pensador, el hábito intelectual implica no solo las especies inteligibles sino el orden de las mismas, este orden es el que resulta de los primeros hábitos intelectuales, esto es: de los primeros principios teóricos o prácticos. El primero de ellos es el principio de no contradicción, el cual sostiene que es imposible que algo sea y no sea a la vez. En otras palabras, el intelecto no puede afirmar y negar lo mismo a la vez, porque no es posible que se de la verdad así. Junto con este principio se halla el de identidad, que afirma que lo que es, es, y lo que no es, no es. Y el primer principio de la acción que dice que hay que hacer el bien y evitar el mal. A partir de estos primeros principios se 15 16 In II Sentencias, d,39, 3, 1 c. De Potentia , 4 2, ad 20. p. 9 A. RAMOS, El orden en el hombre establece orden en las ideas y en la acción, de manera natural, necesaria e infalible, pues así actúan ellos17 . La “ordenación” de las especies a la que se refería la afirmación anterior del Aquinate se entiende por que estos principios dirigen el razonamiento y las conclusiones del mismo para que sean rectos, esto es , se ordenen a la verdad. También entre las virtudes existe un orden pues se distinguen en razón de la potencia en la cual inhieren, y además por el objeto hacia el cual se dirigen. En el orden que establece Tomás de Aquino sigue el criterio de prioridad de lo que es por esencia respecto de lo que es accidentalmente: “quando inquit, genus unjivocum dividitur in suas species, tunc partes divisionis ex aequo se habent secundum rationem generis, licet secundum naturam rei una species sit principalior et perfectior alia, sicut homo aliis animalibus. Sed quando est divisio alicuius analogi quod dicitur de pluribus secundum prius et posterius, tunc nihil prohibet unum esse principalius altero, etiam secundum communem rationem, sicut substantia principalis dicitur ens quam accidens. Et talis est divisio virtutum in diversa genera virtutum, eo quod bonum rationis non secundum eumdum ordinem invenitur in omnibus”18 Entre éstas virtudes una es la primera y principal: la prudencia. El motivo de esta prioridad consiste en que se trata de una virtud que radica en la razón, que es la potencia superior. Además, la prudencia es la virtud que causa las demás, en cuanto determina el término medio que deben buscar el resto de las virtudes, así las dirige y mueve a la acción. Las otras virtudes, entonces, participan, de ella, cada una a su manera, y por esto también entre ellas hay prioridad y posterioridad. A la prudencia sigue la justicia, luego la fortaleza, y finalmente la templanza19 . Por esta razón también es posible decir que, las otras virtudes incluyen en sus definiciones a la prudencia: “quando, inquit, aliqua condividuntur aequaliter recipientia communis praedicationem, tunc unum non ponitur in definitione alterius; sed quando commune praedicatur de eis per prius et posterius, tunc primum ponitur in definitione aliorum, sicut substantia in definitione accidentium. Et propter hoc prudentia ponitur in definitione aliarum virtutum, in qua per prius bonum rationis et per consequens ratio virtutis invenitur, quia prius est quod est per essentiam quam quod est per participationem”20. 17 18 19 20 Cf. RAMÍREZ S., o.c., 76. Suma Teológica, I-II, 61,1, ad 1. Cf. Suma Teológica II-II, 123, 12, c. In III Sententias, d.33,1, 1, qla2 ad 1, 29-30. p. 10 Congresso Tomista Internazionale De todas maneras, hay una virtud que tiene la misión de poner orden en las cosas que el hombre hace, es la virtud de la sabiduría: “Sapientia, quae considerat altísimas causas...., convenienter iudicat et ordinat de ómnibus, quia iudicium perfectum et universale haberi non potest nisi per resolutionem ad primas causas. Ad hic vero quod est ultimum in hoc vel illo genere cognoscibilium perficit intellectum scientia. Et ideo secundum diversa genera scibilium sunt diversi habitus scientiarum, cum tamen Sapientia non sit nisi una”21. La sabiduría es entonces la virtud que le permite al hombre descubrir el orden que lleva en su ser y el orden al que pertenece como parte del cosmos. En este universo hay un doble orden, el de las criaturas entre sí, y el orden de éstas a Dios. Aquel no se puede establecer sin este, pues las criaturas no pueden ordenarse si no se orientan a un fin último que no sean ellas mismas o el mundo. Cuando el hombre descubra en su interior y en las cosas un orden, y se eleve a la búsqueda de la causa del orden, entonces recién podrá ordenar su vida individual y social. 21 Suma Teologica, I-II, 57, 2, c. p. 11